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Cuando un estímulo físico o químico actúa sobre la membrana excitable, que mantiene
un potencial de reposo, la membrana reacciona. Si el estímulo es suficientemente intenso, es
decir si supera el umbral, la membrana convierte a ese estímulo en un impulso nervioso.
El mecanismo por el cual un estímulo desencadena el impulso nervioso consiste en una
alteración de la permeabilidad de la membrana. Las membranas de las neuronas tienen canales
iónicos regulados por voltaje (por el potencial eléctrico). Los estímulos abren los canales de Na+
regulados por voltaje. La apertura de estos canales es muy rápida; cuando se abren, el Na+
ingresa a la célula en forma masiva. A medida que ingresa el Na+, el interior celular se hace
cada vez más positivo. Esta inversión del potencial de reposo recibe el nombre
de despolarización o potencial de acción.
La despolarización en el sector de la membrana donde actuó el estímulo provoca la
despolarización de los sectores vecinos. El nuevo potencial positivo en la cara interna de la
membrana gatilla la apertura de los canales de sodio regulados por voltaje de la zona adyacente.
Secuencialmente se abren más canales y el Na+ sigue ingresando. Así se autopropaga el
potencial de acción. El potencial de acción autopropagado es lo que llamamos impulso
nervioso.
El papel de la membrana en la conducción del impulso nervioso no es pasivo como el de un cable
por donde pasa la corriente eléctrica. Por el contrario, la onda de despolarización se compara
con el fenómeno que se produce al encender el extremo de un reguero de pólvora. Al
encenderse las primeras partículas, éstas producen la combustión de las siguientes y la llama se
mueve sin parar hasta el final del camino.
Los canales de Na+ regulados por voltaje se abren muy rápidamente pero permanecen abiertos
por poco tiempo. Cuando el potencial llega a +35 milivoltios, los canales de Na+ cierran sus
compuertas y el flujo de sodio hacia el interior de la célula se interrumpe.
Al mismo tiempo que los canales de Na+ se cierran, se abren más canales de K+ con
compuertas de voltaje. Éstos tienen una apertura más lenta y prolongada que los canales de
Na+. Al abrirse estos canales, el K+ sale de la célula. La pérdida de cargas positivas a través de
los canales de K+ provoca que el interior de la célula se torne nuevamente negativo. Así, el
potencial de la membrana retorna al valor de reposo. La recuperación del potencial de reposo
negativo recibe el nombre de repolarización. Los canales de K+ se cierran cuando la
repolarización se completa.
Durante el potencial de acción hay una primera fase en la que se produce el ingreso de Na+ y
una segunda fase en la cual el ingreso de Na+ se detiene y ocurre la salida de K+, haciendo que
la membrana se repolarice. Entonces, cuando se alcanza nuevamente el potencial de reposo, las
concentraciones iónicas quedan invertidas, con el K+ fuera de la célula y el Na+ en el interior.
En las fibras que carecen de vaina de mielina (amielínicas) la conducción del impulso nervioso
es continua. En las fibras mielínicas, en cambio, la conducción es saltatoria. En estas fibras, la
vaina de mielina actúa como aislante, impidiendo el intercambio de iones a través de la
membrana del axón. Las únicas zonas que pueden despolarizarse son los nódulos de Ranvier,
donde la vaina de mielina se interrumpe. El impulso nervioso se propaga entonces “saltando”
desde un nudo de Ranvier a otro. Esto hace que el impulso se propague más rápidamente, y
también con menor gasto energético, pues requiere la despolarización y repolarización de
pequeñas partes de la membrana. La velocidad de conducción varía desde 0,25m/seg en las
fibras amielínicas más lentas hasta 100m/seg en las fibras mielínicas más rápidas.