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CULTURALES EN LA ENSEÑANZA
Después de introducir algunos elementos de análisis a la escuela desde una perspectiva
socio-cultural en la semana anterior, en esta oportunidad abordaremos otras formas de
educación que trascienden los muros de la escuela, partiendo de la visión de ésta como una
institución histórica, social y cultural que tiene tanto potencialidades para el aprendizaje,
como limitantes. Es necesario también plantearnos la posibilidad de ejercer la profesión en
otros espacios además de la escuela.
Los que hemos convivido con niños y adolescentes hemos percibido que sus conocimientos
no proviene solo de la institución escolar. Pero si pensamos en los adultos incluyéndonos a
nosotros mismos nos daremos cuenta de que muchos de nuestros aprendizajes son ajenos a
instituciones escolares, por ejemplo vemos que aunque en los colegios no se enseña a usar
el celular, muchos se han vuelto expertos en el uso de esta nueva tecnología. Hoy proliferan,
sobre todo en las ciudades, espacios que imparten conocimientos específicos: cursos de
cocina, academias de conducción, aprendizaje de masajes, proyectos productivos, etc. Son
espacios que enriquecen la educación, pero tradicionalmente no se han equiparado con los
procesos de formación que brindan las instituciones escolares.
El profesor Emilio Marenales nos comenta que a fines de los años sesenta empezó a ser
frecuente en los textos sobre educación el uso de las expresiones “educación informal” y
“educación no formal”. Al comienzo, a todo proceso educativo que fuera independiente de la
escuela se le llamaba indistintamente “no formal” o “informal”, dejando lo “formal” como el
nombre de la enseñanza impartida en la escuela. Al ver las diferentes posibilidades que
asumía la educación más allá de la escuela se hizo necesario crear distinciones.
La aparición de una discusión sobre la formación más allá de la escuela surge de la crítica
punzante que se hizo de la educación institucionalizada por parte de pensadores como Iván
Illich, quien promueve abiertamente la desescolarización. Esta crítica, en primera instancia,
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llevó a reconocer que las instituciones escolares son sólo una parte de lo educativo
(Marenales, 1996).
Si admitimos con Durkheim que “la educación es la acción que ejercen las generaciones
adultas sobre las que no están maduras para la vida social. Tiene por objeto suscitar y
desarrollar en el niño un cierto número de estados físicos intelectuales y morales, que
exigen de él la sociedad política en su conjunto y el medio especial, al que está
particularmente destinado”, tendremos que reconocer que ni toda la educación se
vehiculiza mediante instituciones específicas, ni la escuela es la única de ellas. Esta
apreciación no es nueva, ya Montesquieu citaba tres formas de educación: “...recibimos tres
educaciones diferentes, si no contrarias: la de nuestros padres, la de nuestros maestros y la
del mundo. Lo que nos dicen en la última da al traste con todas las ideas adquiridas
anteriormente”” (Marenales, 1996: 1). Expuesto lo anterior no nos queda difícil aceptar que
existe todo un universo educativo más allá de la escuela.
EDUCACIÓN
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¿Qué es la educación formal, no formal e informal?
Educación formal
En la semana anterior vimos cómo la escuela es una invención moderna que irrumpió en un
momento determinado de la historia, ahora es necesario decir que este modelo se
institucionalizó y arraigo de tal forma durante el siglo XX, que desplazó a otras formas de
educación más comunitarias, haciendo que la sociedad delegara en la escuela y en el Estado
la educación.
Toda sociedad tiene un proyecto cultural implícito, es decir, tiene una serie de valores y
visiones incluida la visión política y económica que sobre los que se espera que sean
compartidos por toda la sociedad. Pues bien, este proyecto cultural de la nación se plasma
en el sistema escolar. Recordemos lo que veíamos la semana anterior cuando decíamos que
la escuela colombiana busca que los nuevos ciudadanos se adapten a una economía de
mercado capitalista, un Estado en construcción y un modelo de democracia liberal.
Alrededor de estos preceptos se forman los currículos.
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Es por ello que la escuela está atravesada por la cultura y en esa medida cumple dos
funciones básicas en el orden cultural:
· Renueva la cultura: en la medida que la cultura occidental es una cultura abierta al cambio
y a la transformación, la escuela apoyada en valores básicos puede proponer una
renovación de la cultura que impacte la sociedad. Por ejemplo la conciencia ambiental, que
en nuestra nación es escasa, busca ser renovada a través de programas ambientales
institucionales escolares.
Por eso la educación formal no puede sencillamente dedicarse a las áreas clásicas de
conocimientos, sino que se ocupa también de “la higiene personal, de educación vial, de
educación sexual, educación para el consumo, que fomente determinados hábitos sociales,
que prevengan contra la droga, que se abran a los nuevos medios de comunicación, que
respondan a las necesidades de una cultura juvenil con problemas de integración en el
mundo adulto, que atiendan a los nuevos saberes científicos y técnicos, que acojan el
conjunto de las ciencias sociales, que recuperen la dimensión estética de la cultura, que se
preocupen por el deterioro del medio ambiente, etc.” (Marenales, 1996: 4).
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Así que la educación formal no se detiene en conocimientos básicos sino que le apuesta a la
formación global de la persona, a formar al ser humano. Esta apuesta puede variar según la
institución, la cual puede tener un carácter religioso, militar, artístico, etc.
Educación no formal
Existen una serie de instituciones dedicadas a saberes muy específicos que amplían el
horizonte de la educación. Imparten saberes muy concretos como por ejemplo clases de
estética capilar, de conducción, de manejo de una herramienta. Principalmente en las
ciudades se encuentra una amplia oferta educativa de este tipo y es un servicio en
crecimiento.
Lo que define a la educación no formal es que no busca formar de manera integral y global a
las personas. No se ocupa de formar en valores, hábitos y principios. Sus fines y objetivos
son delimitados.
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Que este tipo de educación se ocupe de fines y objetivos puntuales no la exonera de regirse
por una legislación estatal, así que las instituciones de este tipo deben cumplir con las
normas y requisitos que les exige el Estado. Esta legislación ha ido cambiando con el pasar
del tiempo por las hondas transformaciones que presenta este servicio.
Los adultos son quienes generalmente buscan este servicio, pero cada vez más niños y
jóvenes buscan complementar la educación formal. La educación no formal
tradicionalmente no se preocupaba de la pedagogía, pero la ampliación de la demanda la ha
hecho incorporar nuevas formas y métodos de enseñanza.
EDUCACIÓN INFORMAL
Los niños a lo largo de los tiempos estuvieron con los adultos mientras estos realizaban
tareas de índole económica, así como otras labores. En este compartir el tiempo y el espacio
los niños asimilaban las prácticas y costumbres del grupo y en este medida se integraban
con su comunidad. Así que por regla general no había una educación formal.
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Todos estos conocimientos que se aprenden sin haber sido planificados y sujetos a un
método de enseñanza se conocen como educación informal o “incidental”.
En la educación para adultos este tipo de educación es tomada en cuenta, es más, es parte
fundamental en el desarrollo educativo de los aprendices. Se le valora al adulto lo que ha
aprendido en las diferentes experiencias de su trayectoria vital. Los trabajos que ha ejercido,
los viajes que ha realizado, su experiencia en la conformación de una familia y demás, son
aprendizajes incidentales que contribuirán a continuar un proceso de aprendizaje.
Luego debemos decir que ese aprendizaje informal no es neutro. Las personas tienen un
desigual acceso al aprendizaje incidental. Mientras algunos tienen mayores posibilidades de
viajar y vivir nuevas experiencias, asistir a espectáculos, frecuentar el cine, etc, otros ven
limitado su acceso a “otros” aprendizajes.
Diferentes investigaciones han apuntado a escudriñar las relaciones entre lenguaje familiar
y aprendizaje formal, llegando a concluir muchas de estas que existe una relación directa en
estas variables. Para explicar esta relación debemos partir por establecer que existen
diversos lenguajes en las familias. Las familias con mayores grados de asimilación cultural
tienden a tener lenguajes más complejos, las familias con menores apropiaciones culturales
tienden a tener lenguajes más sencillos.
La segunda parte de este análisis nos dice que quienes provienen de familias con lenguajes
complejos tienden a tener mayor éxito en la educación, mientras quienes provienen de
familias con lenguajes más sencillos tienden a tener mayor posibilidad de fracaso en la
escuela. Este tipo de análisis fueron desarrollados ampliamente por el sociólogo francés
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Pierre Bourdieu en sus libros, Los herederos: los estudiantes y la cultura (1964) y La
reproducción: elementos para una teoría de la enseñanza (1970). Bourdieu desarrollo un
concepto muy importante para la sociología de la educación: capital cultural, el cual nos
remite a la realidad de las diferencias que tienen los estudiantes al ingresar y
permaneciendo en la escuela. Lo importante para los objetivos de esta unidad es
comprender que el aprendizaje informal no es neutro y este variará según la clase social, la
región o la etnia a la que se pertenezca.
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está generando desafíos interesantes a quienes quieran comprender las nuevas formas de
socialización.
Los medios de comunicación así no se lo propongan, terminan siendo un ente educativo con
relevantes alcances. Muchas veces su propósito se limita al informar y entretener, pero con
el paso del tiempo somos cada vez más conscientes que la información y el entretenimiento
que ofrecen transmite valores, crea opiniones, lo que los constituye como fuente educativa.
Dentro de los medios existe un fenómeno específico que es la publicidad, la cual genera
valores y estereotipos que vamos interiorizando y van generando valores y antivalores que
nos educan. El imperativo de la delgadez, la musculatura, la apropiación de distintos
objetos que generan estatus como celulares y automóviles, nos educan como sociedad
interiorizando hábitos y valores, antiguos fines de la educación.
La oferta mediática es cada vez más grande. Los colombianos de ver tres canales de
televisión en los ochenta pasaron a 80 canales en las parabólicas más sencillas de la
actualidad. Los estrenos de cine se han ido multiplicando. Muchas revistas y periódicos se
mantienen mientras otros desaparecen. Las páginas web se multiplican de manera
exponencial. Todo lo anterior modifica el paisaje de la educación informal brindado a las
personas información en grandes cantidades, pero sin estar establecido que esta
información se convierta en conocimiento.
Después de haber realizado todo un recorrido por la educación formal, no formal e informal
espero que tengamos una visión más compleja de la educación, de la mano de la sociología y
la antropología hemos ido observando todas las variables que afectan el hecho educativo.
En este punto podemos aseverar que la educación no es una tarea exclusiva de la escuela y
por ello podemos reflexionar sobre la sociedad educadora.
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El proceso de socialización que vive todo ser humano es constante y sin interrupciones, las
personas nos encontramos constantemente en procesos de socialización, si reconocemos
esta realidad podemos aseverar que la sociedad es educadora de manera permanente. Los
sujetos asimilan la cultura que la sociedad les ofrece.
Matallana y Torres Investigadores en educación quienes han abordado el tema nos aportan
la siguiente afirmación “Esta progresiva institucionalización de la función educativa en
torno a la escuela ha dado, entre otros, los siguientes resultados: por un lado, la
universalización del derecho a la educación y la igualdad de oportunidades de acceso a la
enseñanza y la formación (al menos cuantitativamente). Pero, por otro lado, ha generado
una fuerte des-responzabilización del resto de los sectores sociales con respecto a la
educación y la formación de los ciudadanos más jóvenes” (Matallana y Torres, 2003: 154 y
155) En otras palabras, la sociedad moderna es creadora de unos de los sistemas más
desarrollados de educación: la escuela, pero a la vez crea el desentendimiento de muchos
sectores de la sociedad de su labor educativa, esto no implica que la socialización y el
aprendizaje se detengan.
Los niños, jóvenes y adultos son receptores de los mensajes de los diferentes tipos de
educación que existen hoy en la sociedad y los van amalgamando a su manera. A partir de
estos mensajes se define su postura actitudinal y comportamental haciendo irrebatible el
concepto de sociedad educadora.
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esconda y arrincone esa función en tan sólo unos determinados espacios institucionales.
Una sociedad que asuma explícitamente su papel como generadora de las condiciones para
que se desarrollen valores es una sociedad educadora” (Matallana y Torres, 2003: 155). La
sociología y la antropología nos aportan la capacidad de observar el proceso educativo
como algo complejo, la responsabilidad que nos atañe es contribuir a que nuestra sociedad
se reconozca y se acepte como sociedad educadora.
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Además de formular claves para alcanzar sociedades del conocimiento más democráticas,
más participativas, el texto de la Unesco considera a los jóvenes como líderes del cambio
social que nos llevaría a tales cambios. “Los jóvenes están llamados a desempeñar un papel
fundamental en este ámbito, ya que suelen hallarse a la vanguardia de la utilización de las
nuevas tecnologías y contribuyen a insertar la práctica de éstas en la vida diaria” (Unesco
2005: 18). Los jóvenes serían promotores del uso de TICS lo que sería una gran herramienta
para lograr una mayor participación pública y el desarrollo humano.
Pero nos insisten en el texto que seguimos, que el elemento clave para que se desarrollen
las sociedades del conocimiento pasa por un mundo donde sea posible el acceso de
información para todos y la libertad de expresión. Solo en el caso en que se respeten esos
derechos puede existir una sociedad que se pueda considerar del conocimiento. En palabras
de la Unesco “Para lograrlo (la sociedad del conocimiento) dos desafíos planteados por la
revolución de la información revisten una importancia particular: el acceso a la información
para todos y el futuro de la libertad de expresión”(Unesco 2005: 29). El desarrollo de la
libertad de expresión obedece a una doble realidad, una es que cuando una persona se
exprese se les respete su opinión, pero la otra igualmente importante es que la o las
personas se quieran expresar, esta segunda realidad atañe directamente a la formación del
sujeto e incumbe, aunque no exclusivamente, a la escuela.
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Entonces lo que nos propone la Unesco es un proyecto político en el que las sociedades del
conocimiento se basen en el “Desarrollo Humano” y la “Autonomía” lo cual nos remite
directamente a la educación y a la complejidad de esta desde una mirada socio-
antropológica. La preguntas que se hace evidentes para la reflexión son ¿Es posible la
sociedad del conocimiento en un país como Colombia que presenta una situación especial
de discriminación cultural e inequidad social? ¿Es posible construir la sociedad del
conocimiento en la escuela con las políticas educativas actuales?
Vimos que los elementos claves para el desarrollo de Sociedades del Conocimiento son el
libre acceso a la información para todos y la libertad de expresión. Pero, ¿Cuál es la
dimensión de este reto? la UNESCO da respuesta a este interrogante: “la libertad de
expresión supone la libertad de opinar, expresarse y escribir, así como la libertad de prensa,
el libre acceso a la información y la libre circulación de datos e informaciones. Sin libertad
de expresión, no hay sociedad de la información” (Unesco 2005: 39).
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La libertad de expresión puede ser coartada de muchísimas maneras; Colombia podría ser
un ejemplo de cómo se niega la libertad de expresión por censura, por autocensura, por
exclusión, etc., etc., así que contextualizándonos en nuestra realidad vemos la dimensión de
este reto.
Para el desarrollo de la libertad de expresión se requiere cierto ambiente que puede estar
lejano al nuestro “además, las libertades enunciadas en la Declaración Universal de
Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos garantizan a los
individuos, en todo el mundo, la posibilidad de no dejarse ahogar por la masa de datos
indiferenciados producidos por la revolución de la información, ya que sólo las búsquedas
pertinentes de información, los intercambios, las discusiones, los debates democráticos y
las actividades científicas o creativas libres pueden hacer que la información se convierta en
conocimiento” (Unesco 2005: 39). De manera que debate como una constante y la discusión
son los ambientes propicios para el desarrollo de sociedades del conocimiento.
Vemos que la Unesco apura una respuesta que no es fácil adaptar a nuestro contexto, un
país en donde son asesinados el 60% de los sindicalistas en el mundo donde existen
amplios niveles de tolerancia con la llamada “limpieza social” y donde también se viola
continuamente la libertad de prensa. La libertad de expresión –nacida con el Siglo de las
Luces, el liberalismo político y el movimiento en pro de la tolerancia, la libertad de prensa y
la lucha contra la arbitrariedad– se ha concebido desde sus inicios como una libertad
“negativa”, esto es como una libertad conquistada contra las restricciones y obligaciones
impuestas por el Estado o las autoridades religiosas. Hoy en día, en la era del ciberespacio y
tras los progresos jurídicos consagrados por la Declaración Universal de Derechos
Humanos de 1948, la expresión de la individualidad se ha convertido en regla y la libertad
de expresión se ha transformado en libertad positiva, en manifestación de una
espontaneidad y autonomía nuevas” (Unesco 2005: 42). Habría que cuestionar esta
Afirmación en el contexto que vive nuestro país, porque si bien es innegable que ha habido
avances, la realidad de violencia que vivimos revela que no hay grandes logros en este tema
sobre todo en áreas marginadas y rurales.
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CONCLUSIÓN
En la presente semana vimos cómo la educación es una situación que desborda la escuela,
identificando las características de la educación formal, informal y no formal. Aprendimos
que la educación formal no se agota en saberes específicos o instrumentales, sino que las
escuelas se ocupan del “aprender a ser” al incluir áreas como la educación sexual, la
educación ambiental, la educación ciudadana entre otras. También vimos que la educación
informal o la educación “del mundo” como la llamara Montesquieu es una educación amplia
pero no por ello con equidad de acceso para todos. En la actualidad estamos ante la
expectativa de desarrollar la sociedad educadora y las sociedades del conocimiento y
aunque estos proyectos nos recuerdan la complejidad del mundo social en el que vivimos,
no debe dejar de parecernos plausibles con el fin de alcanzar sociedades más democráticas
y con nuevas posibilidades de procesar el conocimiento.
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BIBLIOGRAFÍA
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