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Romanticismo ingles:
William Blake (1757-1827), poeta, pintor y grabador inglés, creador de una forma de
poesía única acompañada de ilustraciones. Su poesía, inspirada por visiones místicas, se
encuentra entre las más originales y proféticas de la lengua inglesa, y supone el rechazo
de las ideas del movimiento ilustrado en favor del romántico.
Como era su costumbre, adornó los Cantos con dibujos que exigen del lector una
visión extremadamente imaginativa de las complejas relaciones entre dibujo y texto. No
se sabe a ciencia cierta el método que utilizaba para estampar su obra. La explicación
más plausible parece ser aquella según la cual primero escribía el texto y después
realizaba los dibujos de cada poema sobre una plancha de cobre, usando algún líquido
insensible al ácido, por lo cual quedaban en relieve cuando se aplicaba. Entonces, le
daba una capa de tinta de color, lo estampaba, y retocaba los dibujos a mano con
acuarela.
A Blake se le considera prerromántico, pues rechazó el estilo literario e intelectual del
neoclasicismo, y su obra gráfica desafiaba las convenciones artísticas del siglo XVIII.
Defendió siempre la imaginación frente a la razón, pues consideraba que las formas
ideales debían construirse no a partir de la observación de la naturaleza sino de las
visiones interiores. También su estilo lineal y basado en rítmicas repeticiones significa
un rechazo al estilo académico imperante en la época, y sus figuras se pueden retrotraer
a la estatuaria de las sepulturas medievales, que había copiado cuando era aprendiz, y a
las obras de los manieristas posteriores. Resulta especialmente evidente la influencia de
Miguel Ángel en la potencia del escorzo y en la exagerada musculatura de algunas de
sus figuras, sobre todo en una muy conocida, la llamada El anciano de los días, que
conforma el frontispicio de su poema Europa, una profecía (1794).
Gran parte de su pintura estuvo dedicada a temas religiosos
John Constable (1776-1837), pintor inglés, maestro del paisaje de estilo romántico.
Sus obras, extraídas directamente de la naturaleza, influyeron en los pintores franceses
de la Escuela de Barbizon y en el movimiento impresionista.
Constable abandonó las tradiciones pictóricas holandesa e inglesa descartando la
aplicación de la habitual base de color castaño y logrando efectos de luz más naturales y
brillantes, mediante el uso del color en bruto aplicado con pequeñas pinceladas. Se
esforzó en retratar el efecto de la escena, suavizando a menudo los detalles físicos.
Estaba fascinado por los reflejos en el agua, y por la luz sobre las nubes; esto le llevó a
producir muchos estudios del cielo. Desde Londres hizo muchos viajes al campo,
reuniendo material para sus obras, pero la mayoría de sus trabajos mejor conocidos
retratan la zona que rodea su lugar de nacimiento.
Sus paisajes han recibido diferentes consideraciones: algunos críticos ven una verdadera
y sensible traducción del escenario familiar; otros perciben un tono moralizante
inspirado por los Discursos de Joshua Reynolds, que eleva la vida natural y el escenario
rural al tono pastoral de Claude; sin embargo algunos ponen de relieve en las obras
altamente estructuradas de Constable el reflejo de tiempo idílico perdido, durante un
periodo en que la Revolución Industrial estaba cambiando irremisiblemente el aspecto
del campo. Los lienzos de Constable son poéticos y expresan la cultivada suavidad de la
campiña inglesa, a pesar de su enfoque objetivo y científico, pues el pintor gustaba de
pintar al aire libre haciendo numerosos estudios de las formaciones de las nubes y
tomando notas de las condiciones lumínicas y climatológicas.
Fue muy admirado por el pintor francés Eugène Delacroix, por los pintores de
Barbizon, que empezaron a pintar al aire libre, y por los impresionistas, que buscaban
capturar los efectos de la luz.
Romanticismo Francés:
Gustave Courbet (1819-1877), pintor francés muy prolífico y de gran influencia que,
junto a sus compatriotas Honoré Daumier y Jean François Millet, fue pieza fundamental
en el origen de la escuela realista de pintura del siglo XIX.
Se dedicó a pintar, cosa que aprendió copiando las obras maestras del Museo del
Louvre. En 1850 expuso Los picapedreros (1849, en la Gemäldegalerie de Dresde,
destruida por un bombardeo en 1945), cruda representación de unos obreros arreglando
una carretera. En esta obra Courbet evita deliberadamente el elemento exótico, de gran
carga emocional, característico de la tradición romántica y no sigue las reglas de
composición de la pintura académica. Siguió escandalizando a los académicos con su
obra de enormes proporciones Entierro en Ornans (1850, Museo de Orsay, París), en la
que un friso de campesinos pobremente vestidos rodea una tumba de grandes
proporciones. El desafío a las convenciones se hace aún mayor en otra pintura de
colosal tamaño, El estudio del artista (1855, Museo de Orsay), que subtituló Alegoría
real sobre siete años de mi vida artística.
Su estilo ya estaba totalmente maduro y se caracterizaba por una técnica magistral,
una paleta limitada aunque vigorosa, composiciones sencillas, figuras de modelado
sólido y severo (como puede apreciarse en los desnudos) y gruesos trazos de pintura
muy empastada que a menudo aplicaba con espátula, lo cual se manifiesta sobre todo en
los paisajes y las marinas.
Auguste Renoir (1841-1919), pintor impresionista francés, famoso por sus pinturas
brillantes e íntimas, en particular las que representan desnudos femeninos. Considerado
como uno de los más grandes artistas independientes de su época, es célebre por la
armonía de sus líneas, la brillantez de su color y el encanto íntimo de sus muy variados
temas pictóricos. A diferencia de otros impresionistas, le interesó más la representación
de la figura humana individual o en retratos de grupo que los paisajes. Además, tampoco
subordinó la composición y plasticidad de la forma a los intentos de interpretación de
los efectos lumínicos.
El baile del Moulin de la Galette (1876, Museo de Orsay, París) es una de las obras
más famosas del impresionismo: una escena de un café, al aire libre, en la que queda
patente el dominio de Renoir en el tratamiento de las figuras y en la representación de la
luz.
Renoir consolidó su reputación con la exposición individual celebrada en la galería
Durand-Ruel de París en 1883. Entre 1884 y 1887 realizó unas series de estudios de
grupo de figuras desnudas conocidas como Las grandes bañistas (Museo de Arte de
Filadelfia). Estas obras revelan su extraordinaria habilidad para mostrar la textura y el
brillante y nacarado color de la piel, y para comunicar un sentimiento lírico unido a la
plasticidad del tema. Su representación de la gracia femenina no ha sido superada en la
historia de la pintura moderna. Muchos de sus últimos cuadros tratan también el mismo
tema pero en un estilo cada vez más acentuado rítmicamente.
Georges Seurat (1859-1891), pintor francés, uno de los máximos representantes del
neoimpresionismo. Estudió en la Escuela de Bellas Artes. Rechazó el efecto borroso de
las pinturas impresionistas, realizadas con pinceladas irregulares, e inventó la técnica
del puntillismo, en el que las formas sólidas se construyen a partir de la aplicación de
muchos pequeños puntos de colores puros sobre un fondo blanco. El revolucionario
sistema de Seurat encontró muchos seguidores e imitadores. Muchas de sus teorías
pictóricas derivan del estudio de los tratados contemporáneos de óptica. Su tendencia
científica se refleja también en sus hábitos de trabajar, que incluían horarios fijos y una
meticulosa sistematización de su técnica.
En 1884 acabó Un baño en Asnières (National Gallery, Londres), una escena donde
unos jóvenes se bañan en el río Sena; éste fue el primero de seis grandes lienzos que
conformaron la mayor parte de su trabajo artístico. En ese y otros trabajos posteriores,
continuó la tradición impresionista de mostrar las excursiones y distracciones de los días
festivos. Su obra maestra, Un domingo de verano en la Grande Jatte (1884-1886,
Instituto de Arte de Chicago), representa a los paseantes del domingo de una isla del
Sena. La pintura muestra una atmósfera de dignidad monumental a través de un orden
equilibrado de sus elementos y los contornos de las figuras. Las modelos (1888,
Colección Barnes-Merion, Filadelfia) y Circo (1891, Museo de Orsay, París) son otras
de las grandes obras de Seurat.
Pierre Bonnard (1867-1947), pintor y artista gráfico francés, fue uno de los líderes
del movimiento impresionista.
Bonnard destacó dentro de la línea del impresionismo, conocida como intimismo,
denominada así porque los artistas que formaban parte de ella pintaban escenas de la
intimidad doméstica. Sus cuadros (en los que predominan los autorretratos, los
desnudos, las naturalezas muertas y los interiores domésticos) están llenos de luz y
color. Entre sus obras se cuentan Muchacha con sombrero de paja (1903, Museo de Arte
de Milwaukee), El mantel a cuadros (1910-1911, Colección Hahnloser, Winterthur), La
mesa (1925, Tate Gallery, Londres) y El almuerzo (1927, Museo Metropolitano de Arte,
Nueva York).
Jules Cheret
El auge de la producción de pósteres tuvo lugar durante la primera mitad del siglo
XIX, pues se utilizaron para anunciar una amplia gama de productos y de servicios.
También por esa época aparecieron los primeros carteles teatrales, generalmente con
ilustraciones realistas de escenas de las obras, óperas o espectáculos que anunciaban.
Casi todos estos pósteres eran prosaicos y sencillos. En 1867, el francés Jules Chéret
realizó un cartel anunciador de una representación teatral a cargo de Sarah Bernhardt y a
partir de ese momento el arte del cartel empezó a hacer gala de todas sus posibilidades.
Chéret fue el primer artista moderno de carteles y revolucionó su apariencia dando el
papel preponderante a la ilustración, que hasta entonces estaba subordinada al texto, y
dejando para éste una función explicativa, relativamente menos importante. También
partía de ilustrar directamente el texto. En lugar de escenas realistas dibujaba figuras
idealizadas, realzando su belleza, vitalidad y movimiento. Se especializó en carteles de
teatro, de los que hizo alrededor de 1.000; uno de los más característicos es una
muchacha, llena de frunces y de volantes, bailando el cancán sobre un fondo diáfano
color pastel. El texto era mínimo, unas pocas palabras anunciando el nombre del teatro y
la representación.
Esta nueva vitalidad en el arte del cartel atrajo hacia el género a numerosos artistas
conocidos, alcanzando su punto culminante en la década de 1890, con las innovaciones
introducidas por algunos representantes del Art Nouveau y por los pintores franceses
Henri de Toulouse-Lautrec y Pierre Bonnard.
Paul Cézanne (1839-1906), pintor francés, considerado el padre del arte moderno.
Intentó conseguir una síntesis ideal de la representación naturalista, la expresión
personal y el orden pictórico abstracto.
Cézanne se sintió de inmediato atraído por los elementos más radicales del mundo
artístico parisino. Admiraba sobre todo al pintor romántico Eugène Delacroix y, entre
los artistas más jóvenes, a Gustave Courbet y a Édouard Manet, que exponían obras que
la mayoría de sus contemporáneos encontraban chocantes tanto por su estilo como por
su temática.
Muchas de las primeras obras de Cézanne estaban pintadas con pigmentos espesos y
en tonos oscuros que recordaban al expresionismo romántico y melancólico de
generaciones anteriores. Sin embargo, Cézanne manifestó un interés progresivo por la
representación de la vida contemporánea, quería pintar el mundo tal y como se
presentaba ante sus ojos, sin preocuparse de idealizaciones temáticas o afectación en el
estilo. La influencia más significativa en los comienzos de su madurez artística fue la de
Camille Pissarro, pintor mayor que él aunque poco reconocido, que vivía con su
numerosa familia en una zona rural a las afueras de París. Pissarro no sólo proporcionó
al inseguro Cézanne el apoyo moral que necesitaba sino que le enseñó a plasmar los
efectos de la luz natural mediante una nueva técnica ideada por los impresionistas. Junto
con Claude Monet, Auguste Renoir y unos pocos pintores más, Pissarro había
desarrollado un estilo para trabajar al aire libre (en plein air) de forma rápida y a escala
reducida, que consistía en utilizar pequeños toques de colores puros, sin recurrir a
bocetos preliminares ni a dibujos. Pretendían atrapar de ese modo los efectos lumínicos
fugaces así como su interpretación visual, también efímera, de la naturaleza. Bajo la
tutela de Pissarro, en el corto periodo comprendido entre 1872 y 1873, Cézanne pasó de
los tonos oscuros a los colores brillantes y comenzó a concentrarse en escenas de la vida
rural.
Cézanne consideraba que nunca llegaba a alcanzar plenamente su objetivo, por lo que
dejó la mayor parte de sus obras sin acabar y destruyó muchas otras. Se lamentaba de su
fracaso a la hora de representar la figura humana y, efectivamente, las grandes obras con
figuras humanas de sus últimos años, como Bañistas (c. 1899-c. 1906, Museo de Arte,
Filadelfia), revelan unas distorsiones curiosas que parecen dictadas por el rigor del
sistema de modulación cromática que él mismo impuso sobre sus propias
representaciones. Sin embargo, la generación posterior de pintores llegó a aceptar
prácticamente todas las rarezas de Cézanne. Dicha generación creía que ya se habían
superado los objetivos naturalistas del impresionismo y que era necesario un estilo
nuevo y original, sin reparar en la dificultad, para poder devolver al arte moderno
sinceridad y compromiso.