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Podríamos decir que trata de una divinidad ya que está en primer plano, rodeada de ángeles.
Contexto sociológico:
Miguel Santiago era nieto de indios, hijo del Sr. Lucas Vizuete y la Sra. Juana Ruiz, mestizos,
quienes lo bautizaron con el nombre de Miguel Vizuete. Queda huérfano de padre siendo aun muy
joven siendo adoptado por Hernando de Santiago, quién fue Regidor y Fiel Ejecutor del Cabildo de
Riobamba y de quién tomó el apellido.
No se conocen mayores detalles de su niñez y juventud, ignorándose sus maestros de arte. Fue
alumno de Hernando de la Cruz y de uno de sus discípulos, un indio franciscano de nombre
Domingo, y trabajó también con Sánchez Galique, el autor del cuadro de los “Negros de
Esmeraldas”.
Se lo conoce como el pintor violento debido a ciertas leyendas sobre sus impulsos criminales,
entre los cuales se dice que le encargó a su mujer el retrato de un Oidor de la Audiencia, al
regresar lo invadió un cólera al ver que su obra estaba sucia a causa de un cerdo debido al
descuido de su cónyuge, a quien la atacó con una espada cortándole una oreja. Luego de esto llega
el Oidor, que tuvo que marcharse debido a que Santiago tenía intenciones de matarlo.[
Análisis simbólico:
Análisis iconográfico:
En esta obra podemos observar que la Virgen está pisando a una serpiente y a la vez esta
iluminada en los cielos.
Análisis ideológico:
Lo que inspira esta obra es grandeza la cual esta reflejada en la divinidad la cual personifica la
bondad aplastando la maldad.
La obra esta llena de características de la cual podríamos decir que es un estilo barroco como por
ejemplo posee profundidad, formas abiertas, falta de claridad, movimiento y es fantasiosa.
Análisis bibliográfico:
Siglo XVII
La venus del espejo
Diego Velázquez - La Venus del Espejo. Hacia 1647-1651. Óleo sobre lienzo, 122 × 177 cm. National
Gallery de Londres
Su influencia, sin embargo, se verá matizada por la del viejo Tiziano y su técnica de pincelada
suelta y factura deshecha sin la que no podría explicarse la obra de Velázquez. El pleno barroco de
la segunda mitad del siglo, con su vitalidad e inventiva, será el resultado de conjugar las influencias
flamencas con las nuevas corrientes que vienen de Italia con la llegada de los decoradores al
fresco Mitelli y Colonna en 1658 y la de Luca Giordano en 1692. A pesar de la crisis general que
afectó de forma especialmente grave a España, esta época es conocida como el Siglo de Oro de la
pintura española, por la gran cantidad, calidad y originalidad de figuras de primera fila que
produjo.
El pie varo
José de Ribera - El pie varo, 1642, óleo sobre lienzo, 164 por 92-94 cm, Museo del Louvre.
Este lienzo muestra el realismo estricto con el que José de Ribera pintaba. El cuadro está
firmado y datado en el ángulo inferior derecho, sobre el suelo: "Juseppe de Ribera español F.
1642". La estructura compositiva es simple: un mendigo de cuerpo entero sobre un fondo
paisajístico.
El cuadro representa al joven mendigo con aspecto humilde. Tiene un pie deforme, varo, de
manera que no puede sostenerse sobre el talón. El patizambo sonríe directamente al
espectador, viéndose que le faltan algunos dientes. Muestra en una mano un papel que dice
en latín: "DA MIHI ELIMO/SINAM PROPTER AMOREM DEI", lo que significa "Déme una
limosna, por amor de Dios". Este papel era la autorización necesaria en el reino de Nápoles
para ser un pordiosero. Con ese mismo brazo sujeta al hombro su muleta.
El mendigo se mantiene en pie frente a un cielo claro y luminoso, llenando el lienzo con una
luz casi natural. En ello se ve que es una obra del período de madurez de Ribera, pues
evolucionó desde un tenebrismo caravaggesco a un estilo luminoso bajo la influencia de los
maestros de Bolonia (Annibale Carracci, Guido Reni) y Venecia (Tiziano).
La figura en su conjunto se representa de forma casi monumental, desde un punto de vista
muy bajo, propio de los retratros reales, lo que dota a la figura del mendigo de gran dignidad.
Los tonos son monocromos. Frente al luminoso azul del cielo, el mendigo se ha pintado con
colores apagados y oscuros.
Joven mendigo o Niño espulgándose
Joven mendigo es una obra de Bartolomé Esteban Murillo fechada entre 1645-1650. Se
encuentra actualmente en el Museo del Louvre de París, Francia, donde se exhibe.
Entre ellas, sobresalen sus escenas infantiles de mendigos.
Murillo pinta un cántaro de barro y un cesto con manzanas. En el suelo, restos
de camarones u otros crustáceos. Forman un bodegón por sí mismos. Gracias a ellos,
demuestra su gran capacidad para pintar diferenciadamente materiales y texturas.
La escena está iluminada con un fuerte claroscuro propio de la época barroca, de
influencia caravagista. La luz proviene de la ventana que queda a la izquierda e incide
plenamente en el cuerpo sentado del chico, dejando en penumbra el resto de la estancia.
La composición, típicamente barroca, está dominada por ejes diagonales. En la gama
cromática prevalecen los colores amarillentos y castaños, desde los más claros hasta los
oscuros, casi negros
El Conde duque de Olivares a caballo Diego Velázquez,
El noble viste un sombrero de ala ancha emplumado y la banda del estado; en la mano
sostiene un bastón de mariscal con el que marca la dirección de la batalla. La coraza que
luce es, posiblemente, la que se conserva en el Palacio de Liria de Madrid (Colección de
la Casa de Alba).
En el Barroco surgieron o se desarrollaron nuevos géneros artísticos. Si hasta entonces
había preponderado en el arte la representación de temas históricos, mitológicos o
religiosos, los profundos cambios sociales vividos en el siglo XVII propiciaron el interés
por nuevos temas, especialmente en los países protestantes, cuya severa moralidad
impedía la representación de imágenes religiosas por considerarlas idolatría. Por otro
lado, el auge de la burguesía, que para remarcar su estatus invirtió de forma decidida en
el arte, trajo consigo la representación de nuevos temas alejados de las grandilocuentes
escenas preferidas por la aristocracia. Entre los géneros desarrollados profusamente en el
Barroco destacan: la pintura de género, que toma sus modelos de la realidad circundante,
de la vida diaria, de temas campesinos o urbanos, de pobres y mendigos, comerciantes y
artesanos, o de fiestas y ambientes folklóricos; el paisaje, que eleva a categoría
independiente la representación de la naturaleza, que hasta entonces solo servía de telón
de fondo de las escenas con personajes históricos o religiosos; el retrato, que centra su
representación en la figura humana, generalmente con un componente realista aunque a
veces no exento de idealización; el bodegón o naturaleza muerta, que consiste en la
representación de objetos inanimados, ya sean piezas de ajuar doméstico, flores, frutas u
otros alimentos, muebles, instrumentos musicales, etc.; y la vanitas, un tipo de bodegón
que alude a lo efímero de la existencia humana, simbolizado generalmente por calaveras o
esqueletos, o bien velas o relojes de arena
Bodegón con cuatro racimos de uvas