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PSICODIAGNÓSTICO

Tema 1: Conceptos y modelos básicos


Actividad 01: Aplicando modelo a un caso
MODELO CONDUCTISMO SOCIAL
• Staats formuló su teoría denominada conductismo social o conductismo psicológico con el
fin de superar las rupturas existentes entre los distintos paradigmas psicológicos y, más
específicamente, entre los conductuales.

Tiempo Presente
E1 (O1) RBC (O2) C

(O3)

E2

• El modelo mantiene en su eje horizontal (longitudinal e histórico) la prescripción de un


análisis molar-diacrónico en el que se tienen en cuenta condiciones históricas, tanto
ambientales como biológicas, así como las variables personales del sujeto que son
entendidas como repertorios básicos de conducta.
• También, en el eje transversal, prescribe un análisis funcional o sincrónico en el que se
contemplan las relaciones funcionales entre las condiciones ambientales actuales y la
conducta objeto de estudio, así como las condiciones biológicas que pudieran afectar bien a
la recepción de tales estímulos, bien a los repertorios básicos de conducta.
Elementos del modelo
• E1: Condiciones ambientales históricas responsables del aprendizaje y
constitución de la personalidad. Ej. un ambiente poco estimulante puede
enlentecer los procesos de aprendizaje de la lectura y escritura.
• O1: Condiciones biológicas históricas potencialmente responsables en los
repertorios básicos de conducta. Ej. la trisomía cromosomática propia del
síndrome de Down afecta al aprendizaje de múltiples comportamientos
complejos.
• RBC: Repertorios básicos de conducta (o variables estables de la persona),
entendidos como complejas constelaciones de conducta (cognitivo-lingüísticos,
emocionales-motivacionales, sensomotores) instauradas a través del aprendizaje
acumulativo-jerárquico y que se formulan como vía para definir operativamente
la personalidad o cualquier otra variable estable. Los RBC son producto de la
interacción entre condiciones ambientales históricas (E1) y variables biológicas
del organismo (O1) a lo largo de la historia del sujeto, pero en el momento de la
evaluación pueden explicar el comportamiento objeto de estudio.
Elementos del modelo
• O2: Condiciones biológicas actuales que pudieran afectar, en el presente, a
los ya aprendidos repertorios básicos de conducta. Ej. un traumatismo
craneal puede ser una condición biológica que perturbe repertorios
cognitivo-lingüísticos ya aprendidos.
• E2: Condiciones ambientales actuales que pueden estar provocando,
controlando o manteniendo las conductas objeto de estudio. Ej. la atención
de la maestra puede estar manteniendo el comportamiento hiperactivo de
un niño.
• O3: Condiciones biológicas actuales que puedan interferir en la recepción
de las condiciones ambientales actuales. Ej. un déficit auditivo podría estar
impidiendo al sujeto la recepción de la estimulación reforzante.
• C: Variables conductuales objeto de estudio.
ACTIVIDAD 01
• Basándote en el modelo de Staats y utilizándolo como guía, analiza el
siguiente caso:

✓Formula los elementos que componen su estructura.


✓Indica cuáles serían tus objetivos de evaluación.
✓¿Qué variables vas a evaluar?
✓¿Qué técnicas emplearías?
CASO
Elena es una joven de 18 años proveniente de una familia de clase alta. Es la segunda de tres hermanos a los que la madre, desde muy
temprano, había augurado el futuro. Inés, la mayor, que era guapa, esbelta y atractiva, se ganaría la vida como modelo; Elena, inteligente y
voluntariosa, podría estudiar una carrera de alto nivel; y a Julio, que era vivaz y muy hábil para las relaciones, seguro que le iría bien en la
política o en los negocios.
En la actualidad, aún no se ha cumplido ninguno de los pronósticos de la madre. Inés, tiene ahora 20 años y desde el curso pasado reside en
Londres donde estudia “Interiorismo”; Elena aún estudia bachiller y últimamente sus calificaciones, que habían sido siempre excelentes, han
bajado, y de hecho está repitiendo curso; Julio, que no ha cumplido todavía los quince años, suele traer más de dos suspensos y los
profesores tienen continuas quejas a causa de su comportamiento, un comportamiento que sus padres tienen prácticamente asumido.
Sin embargo, el “bache” académico de Elena sí que fue motivo de preocupación, hasta que comenzaron a observar que las pautas
alimenticias de su hija coincidían con una enfermedad de la que habían oído hablar: la anorexia. Entonces las “notas” perdieron importancia.
Durante su infancia, Elena no había sido una niña especialmente glotona, pero le encantaban los dulces y se negaba a comer verduras. Las
“chuches”, los pasteles y las patatas fritas eran sus alimentos preferidos hasta hace poco más de un año. Su cambio comportamental se
produjo después de un día en el que se probó más de diez pantalones en “Zara” y concluyó que no le quedaba bien ninguno.
Visiblemente disgustada, le dijo a su madre que no volviera a comprar más bolsas de patatas y, desde entonces, su familia jamás le ha visto
comer un pastel ni nada dulce. Al principio, su madre aprobó la decisión de Elena de cuidarse, incluso le permitía comer un solo plato para
bajar de peso (entonces rondaba los 60 Kg.), y aunque no se la veía rellenita, se podía permitir el “lujo” de perder cinco kilos y bajar de la
talla 42, que actualmente compartía con su madre, a la 40 o incluso a la 38. Elena comenzó, entonces a acariciar la idea de parecerse a su
hermana, a la que siempre había admirado. Madre e hija charlaban de estas cuestiones y de ropa durante la comida, mientras Julio se
quejaba de que eran unas “pesadas”, siempre con el mismo tema, y de que no le dejaban escuchar la tele. El padre rara vez compartía la
mesa con su familia, pues había obtenido un cargo político que requería su atención durante toda la jornada. Era el gran ausente.
El que no faltaba nunca debajo de la mesa era Rufo, el perro, un Español Bretón que tenía como única afición la comida y que siempre estaba
ávido por los trozos de carne o pescado, patatas o incluso tomate, que Elena le pasaba al menor descuido de su madre.
La chica fue perdiendo peso rápidamente y, ante los halagos de sus amigas y la preocupación creciente de su madre, se sentía cada vez más
motivada para comer menos.
Pesaba ya 50 Kg., muy poco para su estatura, 1,70, cuando fue sorprendida por Julio intentando vomitar en la taza del WC. Su hermano,
encantado por haber “pillado” a su hermana en una conducta reprobable, corrió a contárselo a su madre y fue lo primero que le dijo al padre
cuando regresó del trabajo.
La disputa estaba servida: Elena llorando en su habitación después de las recriminaciones de su madre, el padre culpando a la madre por haber
permitido que las cosas llegaran a este punto, la madre reprochando al padre su continua ausencia y el hermano menor, Julio, sin perderse
detalle, apuntando datos en contra de Elena. Pero lo que nadie sabía, en aquellos momentos, era que los vómitos provocados formaban ya
parte de sus hábitos, sobre todo después de perder el control comiendo grandes cantidades de chocolate, patatas fritas, palomitas de maíz y
otras “chuches” encerrada en el WC durante el recreo del instituto (“afortunadamente” para Elena, sus padres desconocían el “signo de
Russell” visible en sus nudillos), tampoco nadie sabía la existencia de esas pastillas laxantes que tomaba por la noche y que le venían muy bien
para ir al baño. Igualmente, para que su madre no se preocupase, le había ocultado que, desde hacía cinco meses, no tenía la regla.
A pesar de estos secretos, a partir del “chivatazo” de Julio, Elena, que hasta entonces había disfrutado de su delgadez y su control de la comida,
comenzó a tener problemas. Su madre, hasta entonces condescendiente con la actitud de Elena, se convirtió en su enemiga; se sentaba
vigilante a su lado mientras la obligaba a comer dos platos y postre; su padre, más distante aún de lo habitual, le negó el permiso para ir al viaje
de fin de curso que estaba a punto de realizar, y las relaciones con el hermano eran casi nulas, una situación familiar que llegó a afectarle
produciéndole un estado de ánimo disfórico. No obstante estos inconvenientes, ella encontraba una satisfacción inmensa cuando se abrochaba
los pantalones de “Zara” de la talla 36.
La situación empeoró un mes después, el día en que su madre descubrió las píldoras laxantes que Elena tomaba y, de nuevo, se desencadenó
el conflicto. En esta ocasión, después de la batalla, sus padres le pidieron explicaciones de su comportamiento, petición que ella aprovechó
para tratar de conseguir algo que venía deseando desde hacía tiempo: una liposucción en los muslos; argumentando que: “si permitís que me
someta a este tipo de operación, todo cambiará y dejaré de meterme los dedos en la boca para vomitar como sigo haciendo, sin que vosotros
lo podáis impedir, ya que lo que más me preocupa es el grosor de mis muslos y de mis caderas, estas horrorosas pistoleras que...”.
Su padre, atónito ante el descaro de Elena y lo absurdo de su petición (era evidente que estaba en los huesos: pesaba 45 Kg.), decidió ponerse
en contacto con un equipo de salud mental que, actualmente, está valorando la conveniencia de ingresar a Elena en un hospital, dada su
reticencia al tratamiento psicológico y la pérdida de dos kilos más en las dos últimas semanas.

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