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Inicio

 Datos
 Caratula
 Editorial
 Sumario
Luneta

Secciones

1. Una época para recordar


 Nace el “Séptimo Arte”.
 El viaje del cinematógrafo a Latinoamérica.
 Las primeras proyecciones de cine en el país.
 Memoria fílmica del Ecuador

2. Comienzos de la exhibición cinematográfica en Quito

 Casa Juana es casa llena.


 Del teatro a la plaza.
 Imágenes inmortalizadas en el tiempo.
 La primera cadena de cines de Quito

3. Cines y teatros del centro histórico de Quito.

 Un recorrido por el centro histórico.


 Cines y teatros del centro histórico.
 El paso del tiempo.
 ¿Cómo era ir al cine?
Luneta

Inicio:

Datos

Autora
Claudia Ramón

Portada
Fachada del Teatro Atahualpa

Fotografía
Claudia Ramón
Joel Gavilanes
Archivo Histórico

Tutor
David Lasso

Trabajo de titulación de la carrera de Comunicación Social

Quito- Ecuador, Octubre de 2015.


Universidad Politécnica Salesiana

Publicación independiente
Junio- 2017
E-mail: fer_nanda255@hotmail.com Commented [Stilus_1]: Extranjerismo que debería
evitarse [DPD]: "correo electrónico", "dirección de correo
Quito – Ecuador electrónico", "mensaje electrónico"
Commented [UdW2R1]:
Se permite la reproducción
del contenido de esta publicación
citando la fuente.
Editorial

Esta investigación es tan sólo un acercamiento a una de las tantas historias que arroja la
memoria, una historia que permanece en la mente de sus personajes y perece en los espacios
que la vieron y ahora están en el olvido. El surgimiento del cine en la ciudad tiene un valor
memorable, cambió en muchos sentidos la cotidianidad de los quiteños y creó un sinnúmero
de vivencias que toda una generación sin duda recuerda.

Quienes no tuvimos ocasión de ver y vivir el cine de antaño, el cine clásico, de las películas sin
efectos especiales e historias nutridas, el cine que alborotaba las emociones de un público de
pocas distracciones, estamos dejando pasar un pedacito de nuestra propia historia.
Para hablar de los cines y teatros que nacieron en el centro histórico de la capital, hay que
hablar de sus personajes, del contexto, del país, del ferrocarril, de los Lumiere, de Alfaro, y no
sé de cuantas cosas más, todo en un esfuerzo por viajar en el tiempo.

Recordemos la época de nuestros padres y abuelos, vivamos aunque sea por un instante en
otro tiempo y dejemos de lado la comodidad que el ciberespacio y el celular nos ofrecen, para
ponernos las gafas de lectura y empezar. Esta investigación pudo ser un documental, una
canción, una obra de teatro, pero al final fue palabras.

Sé que ahí afuera hay muchas anécdotas más, otros cines y otras historias, pero espero que al
menos este recuento genere en ti una pequeña curiosidad por descubrir lo demás, que
preguntes a los adultos mayores a tu alrededor lo que pasó, y valores de ellos sus saberes y
experiencias.
Sumario

Una época para recordar

 8 Nace el “Séptimo Arte”.


 11 El viaje del cinematógrafo a Latinoamérica.
 14 Las primeras proyecciones de cine en el país.
 16 Memoria fílmica del Ecuador.

 Comienzos de la exhibición cinematográfica en Quito.


 Quito a través de la pantalla
 24 Del teatro a la plaza.
 25 Imágenes inmortalizadas en el tiempo.
 28 la primera cadena de cines de Quito.

 Cines y teatros del centro histórico de Quito.


 Un recorrido por el centro histórico.
 Cines y teatros del centro histórico.
 Línea del tiempo
 ¿Cómo era ir al cine de antaño?
Secciones:

1. Una época para recordar

“Nuestro invento no es para venderlo. Puede ser explotado algún tiempo como una curiosidad
científica, pero no tiene ningún interés comercial”. Antoine Lumière

 Nace el “Séptimo Arte”

¿Podrías imaginar un mundo en donde el cine no existiera?, ¿Qué sería entonces de la


expectativa por el estreno mundial de un film? O las salidas con la familia al cine, que sería de Commented [Stilus_3]: Extranjerismo que debería
evitarse [DPD / Fundéu / Seco / El_País]: "película", "filme"
las noches de desvelo viendo películas hasta el amanecer, o el centenar de historias sin contar
sueltas por el mundo necesitando ser expresadas a través de imágenes móviles.
Si pudiésemos hacer aquel ejercicio mental, entonces nos situaríamos varios años atrás, antes
de que todos los dispositivos móviles que tenemos a mano existieran, antes del VHS y el DVD,
incluso antes de que nacieran nuestros padres y abuelos.

Corría el año de 1894 en Lyon, una de las ciudades más pobladas de Francia, ubicada al este a
unos 460 kilómetros de París, en sus calles atiborradas la gente se mezcla entre el vaivén de
los carruajes, el tranvía y algunos automóviles recorren las calles, en la ciudad se respira un
aire de metrópoli. Los ríos Ródano y Saona atraviesan la urbe y en el ocaso el resplandor
naranja lo cubre todo, mientras el sol se oculta tras las colinas que graciosamente se elevan
hacia el norte.

Al tiempo en el corazón de Monplaisir, un popular barrio de Lyon, el tímido Auguste Lumière y


su hermano Louis, un tanto más impetuoso, se encuentran trabajando en el negocio familiar.
Su padre Antoine es propietario de una fábrica de productos fotográficos, en casa el taller ha
sido el lugar propicio de juegos y aprendizajes para los dos desde la niñez.

Como en un día normal de trabajo, Auguste cumple con el oficio de administrador haciendo
cálculos y el inventario, Louis en el estudio trabaja en las fórmulas de los negativos y la
exposición de las placas. De pronto su madre Jeanne irrumpe en ese momento para indicarles
que su padre finalmente se encuentra en casa, pues hace pocos días había viajado a París.

Antoine había traído consigo un artefacto al que llamaban kinetoscopio, media un metro veinte
de altura, lucia sofisticado, aunque un tanto aparatoso y había sido fabricado en América por
un tal Edison. Los tres se fascinaron al instante, pero no por aquel aparato horrendo en sí, pues
finalmente era torpe y pesado, lo que despertó la curiosidad de los Lumière fue la imagen en
movimiento.

Al instante surgieron preguntas, dudas e ideas, se dispusieron a dar rienda suelta a su


imaginación y de esa manera buscar una alternativa distinta para proyectar las imágenes. Tras
varios meses de trabajo e intentos fallidos, finalmente, el ideal de los Lumière cobraba vida.
Una mañana a finales del año 1894 Auguste entró en la habitación de su hermano Louis,
quien no se sentía muy bien, le dijo que no había podido conciliar el sueño y que en el silencio
de la noche había ideado el mecanismo preciso, aquella noche nacía el cinematógrafo.

Era un artefacto liviano, eficaz, portátil y de fácil uso, tan sólo una pequeña caja de madera con
unas patas inferiores que la sostenían. Las imágenes no se veían a través de una perilla, se
proyectaban sobre una pantalla mediante una potente linterna y una lente. El ingenio de Louis
había logrado que la película se moviera gracias a un mecanismo de tira y para, semejante al
de una máquina de coser, los engranajes giratorios se ajustan a las perforaciones de la película
y hacen que esta se desplace con precisión.

En la tarde del 28 de diciembre del año 1895 un gran número de personas transitaban el
Bulevar de las Capuchinas, entre la estampa de numerosos árboles que agradaban la vista con
sus tonos blancuzcos de invierno. Precisamente en ese momento en uno de los salones del
Gran café de París, el “Indie”, se preparaba un espectáculo.
La sala estaba completamente oscura, sólo una luz resplandecía y provenía del cinematógrafo,
el tintinear de la cinta corriendo traía consigo imágenes móviles tan comunes como la salida
de los obreros de una fábrica, una locomotora emprendiendo el viaje, o una simple situación
cómica. Lo que atrapó la atención del público fue sin duda el detalle del movimiento en cada
figura, en cada elemento, simplemente difícil de creer y fascinante a la vez.

La entrada solamente costaba un franco, había espacio para ciento cincuenta personas,
aunque finalmente aparecieron treinta y cinco, el futuro no parecía muy prometedor, pero
aquel día las personas que pudieron ver la función quedaron deslumbradas. Fue lo que sucedió
en cada lugar donde el invento posteriormente se presentó, fue también la razón por la cual
las funciones de la semana siguiente al estreno en París se llenaron a tope, la gente corrió la
voz y desde entonces el cine nació.

(Algunos afirman que con el nuevo invento el hombre venció a la muerte, el resto queridos
amigos es historia, a partir de ese momento el cinematógrafo recorrería los límites más
recónditos del planeta y conmocionaría a todas las clases sociales, etnias o razas.)

Pioneros del Cine:


Hermanos Lumière: El cinematógrafo de los hermanos Lumière era capaz de grabar,
proyectar e incluso hacer copias de películas. Sus filmaciones eran sobre hechos reales y no
duraban más que un minuto, en el que se usaban 17 metros de película. Aunque cueste creer
ambos no creían que el invento fuese a tener éxito.
Eadwear muybridge y Étienne Jules Marey: Comisionados por el gobernador de California
crearon la primera imagen en movimiento, fotografiaron a un caballo en los distintos
momentos del galope, creando así una ilusión de movimiento basado en la persistencia de la
visión humana.
George Meliés: Es considerado como el padre del cine narrativo que hoy en día conocemos,
dotado de un especial ingenio creó los primeros efectos especiales, su obra más famosa fue
“El Viaje a la Luna”.

Érase una vez antes del Cinematógrafo


Linterna Mágica: Fue uno de los antepasados más importantes del cinematógrafo, creada
por Atanasio Kircher en 1645 lograba proyectar imágenes transparentes a través de una
potente luz y una lente. Se usaba con fines científicos y didácticos, es decir el Infocus de
antaño.
Kinetoscopio: Thomas Alva Edison patentó en 1891 el kinetoscopio, una gran caja de una
sola perilla y de uso individual, mostraba una película de 46 imágenes por segundo. Su amigo
George Eastman, fundador de Kodak, perfeccionó la película fotográfica que el kinetoscopio
usó.
Praxinoscopio: Fue inventado por Émile Reynaud en 1877, consistía en un mecanismo
cilíndrico que utilizaba el principio de animación por reflejo de varios espejos. Tenía una
banda de papel impresa que servía de soporte y que contenía doce litografías sobre un fondo
claro.
 El viaje del cinematógrafo a Latinoamérica

Transcurrió tan sólo un mes desde el estreno del cinematógrafo en aquel café de París, cuando
ya se podía conseguir de todas las “formas y colores” versiones piratas del invento, además
con un sin número de graciosos nombres que parecían sacados del bolsillo. Los Lumière
querían difundir su invento, pero temían que cayera en malas manos, al final decidieron
conformar un grupo especializado de camarógrafos que llevasen consigo el equipo a varias
partes del mundo.

Louis miraba fijamente a sus reclutas mientras les echaba una frase de desaliento: “Este oficio
no representa una situación de porvenir, si acaso un empleo temporal, tal vez seis, siete meses,
quizá un año, quien lo sabe”. Antes de enviarles les hacía repetir al dedillo el juramento,
prometían no revelar por ningún motivo el funcionamiento del cinematógrafo, paso seguido
emprendían el viaje.

Los empleados de la casa Lumière se encargaron de llevar el nuevo invento hacia América y
otras partes del mundo, pero también lo hicieron los extranjeros “golondrinos” que viajaban
de país en país sin rumbo fijo.
Siendo 6 de julio de 1896, han pasado seis meses desde que los hermanos presentaron su
invento al mundo, el día es caluroso en la calle Florida 344, Buenos Aires – Argentina, los
salones se encuentran abarrotados, al son de un café cientos de hombres y mujeres se han
congregado, la mayoría extranjeros que al momento aumentan dramáticamente el número de
población argentina.

Entre copa y copa, entre sonetos y melodías de guitarra, de pronto el “vivomatógrafo” se hace
presente. Era un artefacto muy similar al cinematógrafo, pero en él sobresalían detalles
imperfectos de fabricación, además la luz con la que proyectaba no era muy potente, pese a
ello las imágenes no dejaron de causar un efecto embriagador en sus espectadores, aquella
fue una de las primeras exhibiciones de cine en toda Iberoamérica.

Dos días después, los vientos apacibles del atlántico trajeron consigo otro aparato de vistas
móviles, esta vez arribaba en el puerto de Río de Janeiro, se trata del omniógrafo, uno de los
hijos ilegítimos de los Lumière. La gente gustosa asiste a las dos funciones; en la mañana y por
la noche. El artefacto causa un gran furor y hasta en los diarios se habla de ello, siendo 8 de
julio de 1896, Río de Janeiro – Brasil.

El calendario marca 18 de julio de 1896, en la calle 25 de Mayo (Montevideo – Uruguay) el


tránsito es agitado, después de todo es una de las avenidas más concurridas de la ciudad. Se
anuncia entre Misiones y Zabala, en el número 207 que corresponde al “Le Salon Rougue” la
gran novedad del día, “El último invento del siglo”. Commented [UdW4]: Revisar en la revista

De amplias inspiraciones francesas “la habitación roja” como su traducción al español lo indica,
es una pequeña sala tapizada de rojo con una iluminación de primera, y decorada según las
últimas tendencias francesas que ofrece, además, un variado repertorio de espectáculos
para un selecto público montevideano.

El recinto permanece oscuro y únicamente se puede ver una gran pantalla blanca, aquel día en
dos funciones; por la tarde y en la noche, el público pudo apreciar las imágenes de lo que
llamaban “cinematógrafo”, traído desde el mismísimo Paris. En los diarios comentan que a
petición de varias familias el espectáculo se prolongará por varios días más.

El invento de los Lumière o sus copias llegarían pocos meses después al resto de países
latinoamericanos en México el 14 de agosto, Santiago de Chile el 25 de agosto y la Habana el
año siguiente: el 24 de enero de 1897.

Casanova, M.G. (2006). De cómo, cuándo y dónde llegó el cine a nuestra América. (Los dos
primeros años). Boletín del Instituto de Investigaciones Bibliográficas. Vol xi (1-2), p. 247, 251,
252.
S.d. 1920 (aprox.). “Café Independencia”. Recuperado de: http://cdf.montevideo.gub.uy/

El cine hace que las personas atraviesen las murallas del tiempo y el espacio, desde Río de
Janeiro hasta la Habana se puede conocer lugares tan alejados de la tierra como las cataratas del
Niagara.

El pequeño país de Ecuador aguardaría un par de años más, antes de que algún aparato de Commented [Stilus_5]: Posible error ortográfico [DPD /
De_Sousa]: "antes", "anteriormente"
“vistas móviles” arribase en el puerto de Guayaquil. No obstante, unos cuantos años atrás en
el país se había realizado una proyección utilizando la linterna mágica, específicamente en el
año 1874, fue en uno de los salones de la recién inaugurada Escuela Politécnica en Quito.

El presidente García Moreno quien sentía mucha empatía con la nación alemana, encomendó
al científico germano Theodor Wolf la cátedra de geología y paleontología. Se exhiben vistas
asombrosas sobre la materia, Wolf a pesar de ser jesuita siente afición por la ciencia y en
especial por la teoría darwinista, que para la época ha causado gran revuelo dentro del mundo
científico.

El cinematógrafo o sus copias también “migran” desde Europa junto a miembros acaudalados de la burguesía,
este es el último grupo que se encarga de traerlos a la región. Aunque muchos son los artefactos que
deambulan en el mercado ofreciendo los mismos servicios que el cinematógrafo, ninguno de ellos llega a
igualar su calidad.

Las primeras proyecciones de cine en el país.

En el mismo año en el que el cinematógrafo nacía (1895), en un punto muy alejado de París,
en el centro del mundo precisamente, se suscitaba una revolución trascendental para el
pequeño país de Ecuador. Alfaro un hombre de valentía absoluta se disputa junto a sus
montoneros el destino del país, aquel momento sería el inicio de un amplio camino que el
liberalismo a cargo de Eloy Alfaro tuviere que atravesar.

En 1899 sobresalía en la planicie de la ciudad guayaquileña al fondo, el ‘’Cerrito verde’’, la


ciudad es más grande y tiene más pobladores que en el siglo pasado. Desde la lejanía unas
cuantas iglesias altas llaman la atención, aunque en su mayoría lo que se ve son casas de
madera que se extienden a dos o tres pisos de altura, dejando sentir la brisa del rio Guayas a
sus moradores.

Desde finales del siglo pasado y durante los primeros años de este siglo, Guayaquil ha sido el
puerto de paso obligatorio para los visitantes extranjeros que llegan al país, y que no son pocos
sino que cada día aumentan en número, principalmente por la actividad cacaotera que ha
hecho más prospera a esta tierra desde 1870.

No era de extrañar que, en un día caluroso de junio, arribara al puerto principal un


cinematógrafo Lumière, traído por la compañía Watry y Casthor, cómo ya es común abundan
los espectáculos escénicos que compiten entre sí por la atención del público, desde números
musicales, zarzuelas, óperas y todo lo que la imaginación de estos artistas nos pueda ofrecer.

Pero es la primera vez que la sociedad guayaquileña verá un espectáculo de esta magnitud, se
promocionó públicamente la presentación de quince vistas del cinematógrafo, con imágenes
de una corrida de toros en Sevilla del matador Luis Mazzantini, un desfile militar en París y el
jubileo de la Reina Victoria en Londres.

Parecía que el mundo estaba al alcance de la mano o al menos de la vista, el público porteño
que en su mayoría sólo podía visitar las tierras del extranjero a través de relatos, libros e
historias, ahora lo contemplaba tan solemnemente, tan atónito. No dejaron de llegar desde
entonces al querido puerto, empresas distribuidoras y extranjeros de paso, que hacían sus
exhibiciones en plazas, distinguidos establecimientos y por supuesto en el teatro.

Corre el año de 1901 es julio y el general Eloy Alfaro está a un mes de terminar su mandato,
disputas y guerras han marcado los últimos cuatro años propiciados principalmente por la
oposición conservadora. No obstante, el mandatario ha dado luces de un porvenir mucho más
prometedor para los ecuatorianos.

En la avenida Olmedo se ha instalado la carpa del mexicano Julio Quiroz, quien aclama la
atención del público por la novedad que trae consigo, se trata de un vivomatógrafo. La
muchedumbre colma la amplia carpa del extranjero al poco rato, y aunque la calidad del
aparato no es tan buena, a menudo presentando problemas en la claridad de las imágenes, o
golpeteos toscos en la cinta.

Las imágenes no dejan de conmocionar a la gente que atónita ve: “Escenas de la pasión y
muerte de nuestro Señor Jesucristo”, además la “Exposición en París de 1900” y los “Funerales
de la Reina Victoria”. Hasta las calles y plazas han llegado las imágenes móviles, que ya no son
un entretenimiento exclusivo para la clase pudiente.

Dos años más tarde en la reapertura del nuevo Teatro Olmedo, el público porteño tuvo la
oportunidad de revivir una vez más la experiencia de la imagen en movimiento, el italiano
Rafael Piccione sería el encargado de presentar un repertorio muy variado en un
cinematógrafo Lumière original. Aquella noche únicamente pudieron disfrutar de las vistas
móviles, personas con una posición importante, no cualquiera puede acceder a este tipo de
entretenimiento.

El pueblo tiene otro tipo de diversiones que no concierne a bellas instalaciones, no obstante,
sus celebraciones y encuentros suelen ser mucho más alegres y espontáneos. En los meses
que le siguieron a la fecha, arribaron en el puerto muchos más extranjeros con algún aparato
similar para realizar sus proyecciones de vistas móviles.

En la noche del 24 de octubre de 1903 el elegante Teatro Olmedo reabre sus puertas en la urbe
guayaquileña, tras un fatídico incendio que desde 1899 había paralizado cualquier actividad. El
lugar tiene espacio para 1500 personas, está muy bien equipado, con una acústica de primera, una
araña majestuosa en el centro del techo que ilumina con sus trescientas luces de gas los rostros del
conglomerado, finalmente, el gran telón de terciopelo rojo es el sueño de cualquier artista al cerrar
su acto.

 Memoria fílmica del Ecuador:

Parece que apenas al contemplar el puerto guayaquileño el italiano Carlo Valenti de inmediato
deseó filmarlo. El 14 de junio del año 1906 el conglomerado festejaba las celebraciones
religiosas del Corpus Christi, la sociedad agradecía al santísimo sacramento las bendiciones
recibidas. Sin que lo notaran seguían el paso mientras el aparato toma vistas del italiano, los
capturaba en imágenes inmortales.
En el centro la cruz del sagrario encabeza la procesión, le sigue una banda de músicos, los
estandartes de las escuelas, un grupo de niñas, la cruz capitular y por último el batallón 24 de
Noviembre. La procesión se extendió desde la municipalidad hasta la calle Clemente Ballén.

Pocos días después estrenaría con lleno completo en el Teatro Olmedo “La procesión del
Corpus en Guayaquil”, quizá en ese entonces Valenti no podría imaginar la magnitud y la
importancia de ese momento, en el que exhibía por primera vez uno de los primeros registros
cinematográficos del país.

El público asombrado distinguía entre los paisajes y rostros de aquellas imágenes; lugares y
personajes familiares, incluso algunos conocidos asomaban a la vista. ¿En realidad podríamos
ser nosotros los de la pantalla?, miradas risueñas y bocas embobadas caían en la magia del
aparato, y aunque en ese momento no podían tener idea de la magnitud histórica del
momento, disfrutaban de la experiencia.

Tiempo después en los ejercicios del cuerpo de bomberos la urbe guayaquileña celebraba en
el malecón, el gentío se agrupaba para observar el desfile de las brigadas de bomberos, los
coroneles animaban el paso con sus casacas rojas y pantalones blancos, muy elegantes. De
pronto las mangueras sueltan impetuosas, chorros de agua, no sale de aquel sitio ni un
bombero seco, el festejo duró todo el día y se extendió hasta la noche.

Carlo Valenti tampoco dejaría escapar a la memoria este suceso y lo registra todo en una
filmación corta. En el diario las reseñas no podrían ser más halagadoras para con el extranjero,
por ejemplo, la del día 14 de junio de 1906 del diario El Telégrafo, en la que se menciona lo
siguiente: “Agradó muchísimo la procesión del corpus pues el movimiento exacto y el parecido
igual de las personas allí retratadas, causó agradabilísima impresión al auditorio que, con
continuados aplausos pidió repetición de tan curiosa cinta”.
 El Cinematógrafo y su viaje de Guayaquil a Quito:

Sin duda Guayaquil tiene un encanto especial, se siente en la brisa cálida del río, el sabor salado
que en el ambiente dejan sus manglares, el cacao en sus trajines de carga y descarga, su gente
y hermosas mujeres, en fin. No obstante, la magia de esta ciudad parece acabar para la mayoría
de extranjeros en cuanto las fuertes lluvias se presentan, las calles se deshacen por los
torrenciales, los malos olores se exaltan y los mosquitos atacan con furia más que en cualquier
otra época.

Con este clima uno tendría ganas de salir corriendo, sin embargo, ¿Hacia dónde? Lo más
óptimo sería trasladarse hacia la capital, pero en realidad uno debería estar muy desesperado
para emprender aquel trajín. El ferrocarril de Alfaro aún no está completamente terminado,
aunque los avances permitan que el viaje sea un poco menos arriesgado sigue siendo
dificultoso. Valenti sabe que si quiere llegar lejos en este extraño país debe arriesgarse,
después de todo es el primer intrépido que llevará al “Biógrafo de París” hasta la capital.

Saliendo del puerto plácidamente bañado por la cuenca del Río Guayas y el océano Pacífico,
encontramos tierras cálidas y húmedas praderas, el calor tropical puede llegar a ser
abrumante, mientras Valenti se adentra hasta la sierra siente el frío azote del páramo en todo
su cuerpo. Ya acercándose a Quito la odisea no parece terminar, no sólo las pulgas y la malaria
lo han afectado, también el cansancio es agotador y parece que a ningún momento se puede
dormir.

Los Andes son majestuosos pero difíciles de transitar, parecen elevarse y proteger la ciudad de
Quito como si de una muralla se tratase. De Tambillo hacia Quito habrá unas cinco leguas, en
el trayecto se pueden ver ricos pastizales y fértiles campos, también varias chozas de adobe y
paja de donde se asoman con timidez rostros sucios y pies descalzos.

A las montañas se suman las diversas quebradas que atraviesan la ciudad y ponen límites a sus
calles rectas y estrechas, algunas de ellas están empedradas desde la colonia, otras, sin
embargo, permanecen como caminos de tierra resquebrajados. En las calles principales y
plazas hay un tránsito prolongado entre personas y animales de carga, la mayoría son indígenas
o “cholos” como les llaman, andan casi siempre descalzos o con alpargatas, con sus ponchos y
vestiduras humildes.

También se podían ver unos cuantos autos puestos a circulación recientemente por la agencia
de automóviles “La Veloz”, unos años atrás en 1901 el empeño y capricho del joven pelucón
Carlos Álvarez, puso a circular por primera vez en la capital un automóvil, era un Dion Bouton
que había comprado en la Exposición Mundial de París y que vino desde allí en barco,
atravesando el estrecho de Magallanes.

Al parecer el largo recorrido que hizo Valenti valió la pena, finalmente, había llegado a la capital
y no podía ser recibido de mejor manera en "El Comercio" aparece su retrato como el primer
fotograbado de este ilustre diario ecuatoriano. Se anuncia sin más la nueva “maravilla del
siglo”, el 1.º de julio del año 1906.

En la calle Guayaquil donde antes se ubicaba la plaza de las carnicerías, lugar de encuentro y
desencuentro, del comercio de la carne y el manejo de animales, ahora se ubica un edificio
imponente que llama la atención por su bella construcción; es el Teatro Nacional Sucre. En el
centro de la plaza hay una pileta donde un grupo de indígenas se reúne a cargar agua, mientras
contemplan el ocaso y planean el retorno a casa, unos burros bien cargados atraviesan la
fachada siguiendo a sus guías y unos cuantos carruajes transitan por la avenida.

Ya entrada la noche los preparativos están listos para el estreno, los faroles de kerosíne ya no
alumbran las grandes avenidas, tampoco se requieren velas de cebo para las tertulias, pues
desde 1895 el primer foquito eléctrico ya alumbra a Quito. Pronto se aglutinan en la entrada
elegantes damas de la aristocracia quiteña a la última moda europea, sus vestidos recargados,
cerrados completamente y con mangas largas ciñen su figura sin revelar demasiado, los
hombres usan faja de seda, chaquetilla, corbatín y un frac con hombreras anchas.

A la ocho y media de la noche la función estaría lista para comenzar, aquel selecto público
contempla por primera vez aquello a lo que llamaban “vistas móviles”, se presentó: “Imágenes
de la guerra Ruso – Japonesa y “La carrera de caballos en París”. Fue todo un éxito, la claridad
de las imágenes exquisita y el repertorio no pudo ser más variado y entretenido.

2. Comienzos de la exhibición cinematográfica en Quito.

 Quito a través de la pantalla

Carlo Valenti fue el primero en proyectar “vistas móviles” en la capital, y así cómo fue ávido de
filmar a la ciudad porteña, no dejó perder la oportunidad en Quito. Así fue que Llegó a
presentar en el verano de 1906 en el Teatro Nacional Sucre; imágenes de la urbe quiteña, sus
vistas del “Conservatorio Nacional de Música” y las escenas de las “Festividades patrias del
Diez de Agosto”, que agradaron muchísimo al conglomerado.

Pues esta vez para alegría de todos, gracias al gobierno y la municipalidad, el pueblo quiteño
pudo apreciar sin restricciones aquel espectáculo del que tanto se hablaba. Entre la oscuridad
y los murmullos de la gente, se alumbra de repente el escenario y en el aparecen de apoco
imágenes detalladas de carros alegóricos, comparsas, bandas populares y un singular desfile
de estudiantes y autoridades.

Resalta entre las imágenes la algarabía de niños y adultos, las imágenes resultan familiares y
cautivan al instante, ojos atónitos empiezan a descubrir entre la muchedumbre lugares y
rostros conocidos. Aquel momento no se borraría de las mentes de quienes lo vivían en mucho
tiempo, algunos experimentaban por primera y última vez la magia del cine.

 Casa Juana es Casa Llena

Es 25 de julio de 1908, varios llevan esperando este día desde hace mucho, sobre todo Alfaro
quien incluso ha manifestado: “Este día es el más glorioso de mi vida porque es la realización
de uno de los más grandes ideales del país y que han sido y son los míos propios”. Hoy
finalmente el ferrocarril trasandino del Ecuador está habilitado.
Los días de travesías interminables entre Guayaquil y Quito por fin se acabarán, la gente está
entusiasmada lleva esperando un largo rato en Chimbacalle, finalmente el tren ingresa a la
estación, un estruendo anuncia al gigante de acero que se acerca cargado de sueños y
promesas de un mejor porvenir. El pueblo con gritos de entusiasmo da la bienvenida a la
locomotora, en donde se encuentran Alfaro y Harman, el encargado de la obra.

Los festejos populares se extienden hasta la noche y se prolongan por varios días. El
reconocimiento de la gente que habita y ahora trabaja en la estación es tan grande para con
el general, que en los días siguientes a la inauguración decidirán cambiar el nombre de la
parroquia Chimbacalle a la de “Alfaro”, demostrando que: “La gratitud es la única recompensa
con la que los pueblos suelen pagar la abnegación de sus benefactores”.

“Casa Juana” es una empresa dedicada a la exhibición cinematográfica, desde 1906 cuando
arribó en el puerto de Guayaquil con un gramófono Gaumont, ha ofrecido un repertorio
variado de dramas, zarzuelas y comedias. Ahora con la inauguración del ferrocarril ampliarán
el negocio desplazándose hasta la capital.

Algo que la genialidad de "Casa Juana" o ‘'Casa llena' (como se hacen llamar para atraer al
público). Ha incorporado al espectáculo, es la participación de músicos en vivo que le dan vida
y dinamismo a las imágenes. El público demanda en cada obra continuamente repetición, en
el periódico una reseña describe así el espectáculo:

Gaumont es el nombre de una compañía productora de películas francesa fundada en 1895,


es la compañía cinematográfica más antigua del mundo.

 Empresa Dos Mundos

El puerto de Guayaquil por su ubicación estratégica ha sido favorecido con un buen comercio
desde siempre, además las novedades junto a los extranjeros siempre pisan las costas primero.
No es de extrañar entonces que en esta urbe se constituyera la primera empresa productora
y distribuidora de cine la “Ambos Mundos”.
Francisco Parra y Eduardo Rivas Orz se encargan de impulsarla, usan para sus fines un amplio
establecimiento ubicado en el Bulevar 9 de Octubre, esta es como tal la primera sala que
funciona únicamente para la proyección de vistas móviles en Guayaquil y la han llamado
“Edén”.
El ímpetu de estos dos empresarios hizo posible importar para el año 1910, una buena cantidad
de películas de Europa y Sudamérica. En Quito pretendieron arrendar por medio de un
contacto (Alejo Mateus), el Teatro Nacional Sucre para sus proyecciones, sin embargo, al no
lograr contar con este noble establecimiento optaron por utilizar el salón del Colegio Mejía, allí
exhibían las llamadas “tandas cinematográficas”.

 Del teatro a la plaza

1909 es un año importante para la república ecuatoriana, que cumple su primer centenario,
se siente en el ambiente el entusiasmo de la gente. Los preparativos para las fiestas han
empezado desde los primeros días del mes de agosto, banderitas de colores y luces adornan
las fachadas.
Para la celebración de tan especial festividad se han preparado una serie de eventos que van
desde: comparsas, exposiciones, certámenes, discursos, apertura de nuevos monumentos
conmemorativos, misas y más. Una sorpresa que ha destacado entre todo este repertorio son
las funciones gratuitas de vistas móviles, que en diferentes plazas se desarrollan ante un
numeroso público.
Miguel García fue encomendado personalmente por Alfaro para realizar las proyecciones, en
realidad el espectáculo fue un acierto entre la diligencia del municipio quien se encargó de
otorgar la energía eléctrica y la bondadosa acción del General quien da el primer paso para la
democratización de esta nueva atracción.
De a poco fueron aglutinándose en la plaza de la independencia un gran número de personas
para ver el espectáculo, entre el gentío asomaban personajes humildes, pero también
individuos de todas las clases sociales y oficios. Durante cuatro noches se presentan en
funciones de dos horas y media, tres actos con intervalos de diez minutos, con un repertorio
variado y concertado para que no existan repeticiones de la misma película.
Días después en “El Comercio” aparecen las crónicas de las fiestas: “Por la noche, el público
pudo divertirse con los magníficos fuegos artificiales que se ofrecieron en la Plaza de la
Independencia, junto a unas maravillosas vistas de cinematógrafo.” 12 de agosto de 1909
 Imágenes inmortalizadas en el tiempo.

Al igual que Valenti otros extranjeros también grabaron y proyectaron imágenes móviles de la
capital, por encargo o iniciativa propia. Ellos se interesaban en captar a una población
encarnada en sus tradiciones y festejos, aquellos acontecimientos de concurrencia masiva
donde la algarabía se hacían presente, también momentos de importancia para la fe, o
cualquier acontecimiento que mereciera la atención popular.

Así por ejemplo en Quito el día de los inocentes atrae la atención de Anzola Montever, por la
singular forma en la que los quiteños festejaban la ocasión. La fiesta popular se celebra en el
mes de diciembre, pocos son los que dejan de participar en ella, desde los sectores más
populares hasta los más acaudalados la celebran.

La clase “media” o “baja” se toma las calles y la plaza Santo Domingo, llenan así las “chinganas”
o cantinas, los asistentes en su mayoría llevan disfraces modestos, el que más destacaba sin
duda era el del payasito, los tragos y la comida no faltarán en toda la festividad. Todo aquello
fue registrado por Montever quien titularía a su obra “Las Chinganas y los Disfraces”.

Aunque la intención de estos extranjeros no era precisamente la de inmortalizar las tradiciones


de nuestros antepasados, sino más bien enganchar al público con vistas móviles de su propio
entorno. Crearon no obstante un valiosísimo registro histórico, que además sirvió de empuje
para las primeras producciones nacionales de cine.

El estreno de “Las Chinganas y los Disfraces” se llevó a cabo en la misma plaza donde fue
filmada, el día 29 de diciembre, que impresionantes debieron ser aquellas imágenes para los
quiteños de 1911, que sin saber muy bien cómo funcionaba el cine, podían identificarse como
parte de aquel puñado de individuos que salía en la pantalla.

 La primera cadena de cines de Quito.


En el calendario se marca 15 de agosto de 1914, un hecho de proporciones mayores se está
llevando a cabo en Centroamérica, se puede leer en el diario que la titánica obra del canal de
Panamá por fin ha concluido. El coloso ha logrado acortar trece mil kilómetros de distancia en
los viajes de este a oeste, uniendo a los océanos Pacifico y Atlántico, sin duda esta obra del
mundo promete agilitar el comercio.
En la capital a la fecha no existe ni una sola sala de cine como tal, tan sólo algunos intentos de
empresarios por adecuar hoteles u otros establecimientos, sin embargo, un gran proyecto a
cargo del señor Jorge Cordovez está a punto de cambiar esto. Él aprovecha para sí el canal de
Panamá y la recién creada Marina Mercante Nacional que posibilita el tráfico entre puertos,
para crear la primera cadena de cines de Quito.

Cordovez ha mandado a traer todo lo que se requiere para montar un buen espectáculo:
equipos, luces, adornos y más, parece que está dispuesto a apostarlo todo por la exhibición
cinematográfica. Un domingo de pascua se inaugura en la Plaza del Teatro de improvisto, el
primer teatro-cine de Quito, así bautizado como: “Teatro Variedades”, es mucho más pequeño
que el Sucre con capacidad para trescientas personas, pero refleja en sus acabados elegancia
y precisión, la hazaña es del italiano “Giacomo Radiconcini”, arquitecto de la obra.

Dos meses después la ciudad da la bienvenida a otro nuevo cine, esta vez ubicado más al norte,
siguiendo por la calle Guayaquil hasta llegar a la Esmeraldas, nombrado, así como: “Popular”,
dirigido para un público más modesto como su nombre lo indica, esto, sin embargo, no significa
que sea menos entretenido, por lo contrario, el lugar cuenta con pista de patinaje, de baile y
cuadrilátero de box.

Ya para el 12 de septiembre le toca su turno al teatro "Puerta del Sol", ubicado cerca de un
referente muy importante de la ciudad, la Cervecería Victoria. El barrio entero se alegra y
espera ansiosamente cada nuevo estreno. Finalmente, el último cine que abre sus puertas un
mes después del Puerta del Sol, ubicado frente a la iglesia de la compañía y dentro del bello
Pasaje Royal, es el cine con el mismo nombre; “Royal – Edén”.

Este pasaje fue construido por Francisco Durini, es uno de los edificios más bellos de toda la
ciudad, une la calle de las siete cruces y la de los correos, se ha levantado sobre la vieja
quebrada central que le da una particularidad a su estructura; un desnivel. El corazón del
edificio es el nuevo cine que ahí se ha construido, uniendo los dos bloques del pasaje.

Quito, que es una ciudad de pocas diversiones se alegra ahora de que existan numerosos
establecimientos, en donde uno puede asistir con la familia a ver divertidas series
cinematográficas, los niños son los más entusiastas y a menudo el público puede aprovechar
de rifas y promociones especiales para no perder ni una sola función.

A Jorge Cordovez por su iniciativa en la creación de estos cines se le ha reconocido así en el


periódico: “Cuando en lejanos tiempos, nadie se acuerde de nuestros infelices caciques, de
nuestros poetas chirles, de nuestros semidioses de aldea, de nuestros generales sin cicatrices…
Todavía regocijado el pueblo quiteño, congregado diariamente a contemplar las maravillas de
la civilización en esas películas que lo contienen, verán vagar por el alegre recinto del
'Variedades' la simpática sombra de este hombre-acción (Jorge Cordovez), hecho con la recia
madera de los conquistadores ". (El comercio, 14 de abril de 1914).

En 1914 se crea la primera cadena de cines de quito con la inauguración del Teatro Variedades,
Popular, Puerta del Sol y Royal – Edén.

El “Cine Gaumont” ubicado en la carrera Chile, fue uno de los locales utilizados para la
exhibición de cine antes de que existiera la primera cadena de cines de Quito, sus
promotores solían publicitar sus eventos a través del diario El Comercio.

3. Cines y Teatros del Centro histórico

 Un recorrido por el centro histórico

(Breve descripción y croquis)

Al caminar por uno de los centros históricos más amplios, antiguos y mejor conservados de
toda Latinoamérica, uno puede dejarse llevar y empezar a imaginar o reconstruir historias; en
cada esquina, en cada bella construcción, en sus personajes.
Así fue que surgió esta historia y esta ruta con la ubicación de los cines y teatros que en el siglo
pasado fueron los protagonistas principales de la ciudad.

 Teatro Puerta del sol

“La Historia del Puerta del Sol es la historia de la Avenida 24 de Mayo ”

La Historia del Teatro Puerta del sol es la historia de la Avenida 24 de Mayo, la historia de sus
moradores y un pedacito de la historia de Quito, para hablar de él debemos hablar primero de
su ubicación y sus personajes. Aunque la “24” ha sido reconocida en los últimos años como
una zona peligrosa, donde la delincuencia y la prostitución están a la orden del día, esto no
siempre fue así.

Esta calle es una de las arterias principales del centro histórico, un lugar emblemático, y
además un espacio lleno de historia. Allá por el año 1922 el recién inaugurado y primer bulevar
de la ciudad era el que atravesaba la novedosa, moderna y concurrida “Avenida 24 de Mayo”.
Donde se había ubicado desde el año 1914 el Teatro Puerta del Sol, una de las principales
atracciones de la zona en aquellos días.

El trajín matutino en la zona también se debía en gran parte a la presencia de la “Cervecería


Victoria”, ubicaba junto al teatro, ambos atraían por su actividad comercial a múltiples
visitantes. En los años 20 y 30 ir al Teatro Puerta del Sol era un verdadero lujo, pues a la fecha
existían pocos establecimientos que se dedicaban a la exhibición cinematográfica, además no
toda la población podía permitirse pagar la entrada.

En sus días de mayor esplendor este teatro vio las mejores series cinematográficas de antaño,
presenció también a distinguidas señoritas y jóvenes en sus mejores galas, fue testigo de noches
de entretenimiento interminables, agasajos, festejos y un sinfín de actividades más que
congregaron a la sociedad capitalina del siglo XX.

El teatro perteneció al señor Jorge Cordovez hasta 1933, año en el que decidió vender todas
las salas de su cadena a los hermanos Mantilla Jácome, dando paso a la constitución de la
Empresa de Teatros y Hoteles de Quito. Hasta los años 40 la actividad que primó en este
espacio y en otros de la misma índole fue el teatro y no el cine como tal.

El cronista de la ciudad Alfonzo Ortiz comenta que en esta época empieza la decadencia del
teatro, pues ya no llegaban como antes; artistas que gracias al ferrocarril venían en tres o
cuatro vagones junto a los escenarios, equipos y toda la indumentaria necesaria para montar
un buen espectáculo. El cine empezaría a ganar más protagonismo desde entonces.

Para la década de los 50 las elites que habitaban la zona se mudan hacía las periferias de la
ciudad; hacia el norte y sur, siendo un factor determinante en la metamorfosis del barrio y del
teatro, pues las dinámicas sociales, económicas y culturales van cambiando de a poco. A esto
se suma la inclusión de varios mercados populares y la creciente migración de personas que se
trasladan desde el campo a la ciudad.

En los años 70 la ciudad crece como nunca antes, dando como resultado entre otras cosas el
congestionamiento vehicular de la zona, que se ve solucionado a través de la construcción de
la Av. Occidental. Esta es la mayor transformación que sufre el barrio, quedando
completamente desarticulado, la conexión entre la 24 de Mayo el barrio San Roque y otros
sectores aledaños se rompe.

De a poco va aumentado la mala fama de la vía, contagiándose también de ella el Teatro Puerta
del Sol. Hay quienes recuerdan a este teatro con mucha alegría rememorando sus aventuras
de la niñez y los buenos ratos en familia, otros, sin embargo, lo tachan de sucio y descuidado
por su cercanía a los mercados.

“Esa es la puritita verdad, porque ahí íbamos: betuneros, cargadores, placeros, capariches,
barrenderos, ahí no había todavía drogadictos ni fumos como en estos tiempos, se podía
andar a cualquier hora del día o la noche sin problema, cuando no alcanzaba a irme a la
casa después de una función me quedaba a dormir en los portales de la 24 de Mayo, esto
fue por los años 67 o 68, ahí le regalaban a uno un cartón y un saquillo para arroparse”.
Luis Alfonzo Cordero, 62 años

“Cuando pasábamos por la Cervecería veíamos los carros parqueados de retro, recibiendo
las jabas de cerveza para entregarlas por toda la ciudad. Había diversos tipos de cerveza: la
rubia y la negra, una más barata que se llamaba la “wierner sport” o conocida como la de
carpintero o entre los estudiantes como la “viernes sport”, también se compraba aparte la
malta, que era un poco amarga, indicaban que era una fuente de muchas vitaminas”. Luis
Palacios, 72 años
En mi niñez viví frente al Teatro Puerta del Sol en el cual me deleité de muchas
películas infantiles realmente bellas, entre ellas: “Marcelino pan y vino”, “El
gato con botas”, “Tin - Tan”, bueno y muchas más. Carlos Narváez, 58 años

tertulia"Conjunto de asientos que ocupan la primera planta de un teatro, por encima


de la platea.
"las entradas de platea son bastante más caras que las de tertulia"

1919 donde ocurrió un caos terrible como se lo reseñó en ese tiempo.


Tandas Té" que consistían en matinés que empezaban a las tre y media de la tarde, a la que
asistín casi todos los estudiantes de Quito, costrando la luneta 20 centavos y galería 10
centavos).

¿Qué paso con el Puerta del Sol?

El teatro Puerta de Sol cerró en 1980, ese mismo año fue vendido al señor Jaime Mena, quien
utilizó el inmueble para el funcionamiento de un consultorio donde ejercía como médico. Años
más tarde los herederos de Mena decidieron vender el inmueble a la Empresa de Desarrollo
del Centro Histórico, institución que a su vez traspasó la propiedad en el año 2002 al
señor Julio Álvarez por la suma de 90.000 dólares.

Julio Álvarez es propietario de una pequeña librería ubicada en la García Moreno y Mejía, es
un librero de corazón desde hace varios años, amante de la música, las letras y en general las
bellas artes. Lo que motivó a este hombre a comprar el inmueble fue una nostalgia crónica por
sus recuerdos de niñez y juventud en el Puerta del Sol, además la ferviente ilusión de que algún
día este teatro vuelva a brillar como antaño lo hacía.

Al momento los años siguen pasando y el Puerta del Sol sigue inhabilitado, viviendo
únicamente en los recuerdos de cientos de quiteños que allí tuvieron experiencias realmente
memorables. Álvarez aún no ha conseguido el apoyo necesario de las autoridades para que el
teatro vuelva a funcionar, por lo que el futuro de este inmueble es incierto.

UN LOCO SOÑADOR

Comienza la entrevista diciéndome: “Todos nacemos con algún talento”, precisamente el suyo
fue haber nacido con un amor a la música, el arte en general y el coleccionismo. Don Julio
Álvarez es uno de los libreros más antiguos de la ciudad, cuencano de nacimiento, pero quiteño
de corazón, además el actual dueño del Teatro Puerta del Sol.

Comenta que en su niñez se dedicaba a coleccionar cualquier cosa por más insignificante que
pareciera, a él le llamaban la atención pequeños objetos como: estampillas, tapillas, cajas de
cigarrillos, libros y demás. Recuerda haber vivido sus días de infancia en el “pequeño pueblito
de Tumbaco”. - “Era un pueblito donde no había luz, agua o transporte, apenas unos pequeños
chaquiñanes donde entraba máximo un carro”.

En su juventud estudió en el colegio Montufar, en ese entonces ubicado en la calle Loja y


Quijano, hasta ahí se trasladaba día a día en una línea de buses, que lo llevaba y traía desde su
nuevo hogar en La Magdalena. En aquellos días se familiarizó mucho con el sector de la 24 de
Mayo y por supuesto con el Teatro Puerta del Sol, donde se pegaba sus escapaditas con los
compañeros del colegio, entraban en “gancho” es decir: 2x1, el boleto costaba 0,30 ctvs de
sucre.

Una de las anécdotas más memorables dentro del teatro comenta, fue la caída de un joven
que estaba en galería hacia la luneta. - “Cayó encima de una chica y no le pasó nada, se
conocieron, se enamoraron y después se casaron. Todo en ese entonces era muy incipiente,
recién comenzando, mientras uno veía la película a veces se arrancaba la cinta y todos
gritábamos; ladrones, ladrones, devuelvan la plata. Eso era muy común, prendían las luces y
después de 5 minutos volvía a empezar la película”.
Entre la calle Oriente y García Moreno actualmente se ubican unos multifamiliares, don Julio
cuenta que ese terreno le perteneció hace algunos años atrás, sin embargo, alrededor del año
2000 recibió una notificación de expropiación por parte del municipio. – “Les dio la gana de
molestar, decían que el terreno estaba abandonado y en mal estado”.
Finalmente, la intención del municipio era hacer un cambió entre la propiedad en cuestión y
alguno de los inmuebles con los que contaban. La lista era extensa, pero cuando mencionaron
al Teatro Puerta del Sol, Álvarez confiesa no haber podido contener la emoción.

– “Nunca en mi vida imagine, que un muchacho tan pobre como lo era yo, iba a llegar a ser el
dueño del Puerta del Sol. Bueno y me quedé con el teatro, el estado en el que estaba era
deplorable, no ve que era una cueva de ladrones, me encontré con gente viviendo allí y con
todo el dolor los tuve que mandar sacando, dándoles para la comida e incluso consiguiéndoles
otro lugar”.

Muchos sueños y proyectos tenía en mente Julio Álvarez para este espacio, incluso el de
trasladar “La Casa del Artista” (un proyecto personal que aún mantiene), hacia allá, sin
embargo, ninguno de ellos llegó a concretarse. Dice que los permisos y la gestión que debe
hacerse para que el teatro vuelva a la vida superan sus fuerzas: “No hay el suficiente apoyo”.

Ha mantenido su negocio alrededor de 40 años en el mismo lugar, el corazón del centro


histórico; entre la calle Mejía y García Moreno. Allí funciona su librería con cientos de objetos
coleccionados por él, en las vitrinas, además desde algunos años también ha puesto en marcha
la “Casa del Artista”; un espacio donde se realizan eventos de diversos tipos conjugando:
música, poesía, literatura, danza, etc.

Sus ganas de revivir al Teatro Puerta del Sol se desvanecen con los años, aunque no se
arrepiente de haberlo adquirido: “Usted podrá decir que locura haberme quedado con ese
teatro, pero así soy un loco soñador, viviré soñado y seguiré soñando”.

 Cine Avenida 24 de Mayo


Este cine se ubicó en la avenida 24 de Mayo y la intersección de la calle Cuenca, su historia
también cuenta el proceso de transformación que el bulevar de la 24 de Mayo ha sufrido. Sobre
lo que fue una de las quebradas centrales más grandes e importantes del Quito antiguo,
llamada Ullaguangayacu o conocida como la de “los gallinazos”.

Se construiría la primera avenida y el primer bulevar moderno de la ciudad, dándole gran


importancia y prestigio a la zona, tanto mujeres como hombres “distinguidos” de toda edad,
no desaprovechaban la oportunidad para dar sus paseos matutinos allí, para ver y dejarse ver.

Pues el Bulevar 24 de Mayo cual pasarela era el lugar idóneo para exhibir los mejores trajes y
vestidos de la época, a la última moda europea por supuesto, los muchachos con su algarabía
de cortejos galanteaban a las señoritas, y los grupos de amigos o familiares después del
recorrido asistían a ver esas maravillosas tandas cinematográficas en el Teatro Puerta del Sol.

Para alegría del público unos años después de inaugurado el Teatro Puerta del Sol, se sumaría
al barrio otro cine nombrado “Avenida”, en honor precisamente al lugar que lo vio nacer. La
popularidad del cine con los años fue decayendo, sobre todo con la llegada de los primeros
mercados que se ubicaron en sus cercanías.

La gente prefería asistir al Puerta del Sol antes que, al Avenida, pues lo consideraban peligroso
por su cercanía con el sector delictivo y de prostitución. Desde el 74 como lo relata el actual
guardia del inmueble, el cine dejó de funcionar, dando paso una entidad religiosa que convirtió
al antiguo cine en un espacio de culto que funciona hasta hoy en día. Commented [UdW6]: Revisar si más adelante se habla de
los cines y los espacios de culto.

“Era muy hediondo ahí, las patas de los chullas y chinos, ahí los cargadores del mercado
incluso iban a dormir después de trabajar, además la prostitución estaba al paso”. Jaime
Gilbert 55 años

 Teatro Cumandá:

Este teatro le debe su nombre a la protagonista de la novela “Cumandá”, un clásico de la


literatura ecuatoriana escrita por Juan León Mera en 1877. Surgió en los años 30, cuando
parecía el momento propicio para invertir en la construcción de salas de espectáculos como
teatros y cines, en un intento casi ingenuo de simular la “Belle Époque” de París y Madrid. Commented [UdW7]: Revisar si esta igual foto del nuevo
Teatro

Para la década de los 40 ya existían en Quito varios cines o teatros, así como cadenas
cinematográficas, una de ellas era la de los “Hoteles y Teatros de Quito” siendo parte de la
misma el: Teatro México, Teatro Cumandá, Teatro Puerta del Sol, Teatro Bolívar, Teatro
Variedades, Teatro Central, Teatro Alameda, Teatro Colón, Hotel Colonial, Hotel Crillón, Hotel
Royal y Hotel Columbus. Commented [UdW8]: Verificar

Fue diseñado por el arquitecto alemán Augusto Ridde con capacidad para 1000 personas,
además estaba bien ubicado precisamente cerca de uno de los establecimientos de la cadena;
el Hotel Colonial, posibilitando la complicidad y favorable comunicación entre los dos.
Las múltiples y variadas compañías teatrales que venían a presentar sus espectáculos en el
Cumandá, podían alojarse con toda comodidad en este hotel, reduciendo el trajín de
movilización y los gatos. Eso le daría al Cumandá una ligera ventaja sobre el Bolívar que era de
hecho, casi el único en montar obras teatrales y eventos del mismo tipo que el Cumandá.

En el mismo sector se ubicaban las terminales de transporte que operaban en la plaza de


Santo Domingo, y posteriormente la primitiva terminal de buses que empezó a operar en el
sector desde finales de los años 60. La zona del antiguo puente de los Gallinazos comenzó a
conocerse como “Cumandá”, a raíz de la construcción de este teatro.

Debido a la crisis que afectó a los cines el Teatro Cumandá fue rediseñado en 1983. La
presencia de la terminal de buses interprovinciales había generado un progresivo deterioro
de la zona por lo que la sala fue vendida y convertida en sala de culto religioso, hoy en día las
instalaciones del primer piso son utilizadas como restaurante, y algunas habitaciones de los
pisos superiores como vivienda.

En el actual Parque Urbano Cumandá, espacio donde anteriormente funcionaba el terminal


terrestre, ha surgido una iniciativa por recuperar algo del espíritu del antiguo Teatro
Cumandá, adecuando una sala de cine con el mismo nombre, donde eventualmente se
proyectan películas gratuititas para todo el público y además se realizan eventos de diversos
tipos.

 Teatro Atahualpa:
Aún se puede ver mientras uno transita por la calle Venezuela el gran letrero de estilo retro
sobre el edificio donde el Teatro Atahualpa funcionaba, éste teatro fue uno de los más
importantes de su época. Acogió en sus tiempos de oro a cientos de quiteños que en sus
instalaciones se congregaban a disfrutar con la familia, el o la enamorada, amigos o colegas,
etc. De los mejores films clásicos.

Hoy sus puertas permanecen completamente cerradas, custodiadas por un feroz guardia del
Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, entidad a la que el inmueble pertenece hace ya
más de 20 años, por una deuda patronal. Desde inicios del siglo pasado la calle Venezuela fue
un importante trazado para los quiteños, cercana a ella está la Iglesia de la Compañía, la Plaza
de la Independencia y otros edificios importantes como la Casa de Sucre.

Sin duda era una verdadera tradición asistir a una función de cine en este teatro si uno se
encontraba en la zona, también después de asistir a misa un día domingo, como medida de
galanteo para los más jóvenes y por supuesto en Semana Santa.

“Yo he vivido por más de 50 años en el sector de la basílica, desde la ventana


sabíamos ver la procesión en Semana Santa, después de eso toda la familia se
alistaba para ir al cine. Bajábamos al Teatro Atahualpa donde vimos: “Vida,
pasión y muerte de nuestro señor Jesús”, “Mariana de Jesús”, “Rey de Reyes” y
otras. Después de una película de “diosito” la segunda casi siempre era una
mexicana”. Isabel Erazo, 75 años

“Recuerdo que allá por los años 80 siendo un polluelo fui al Teatro Atahualpa,
salía de trabajar y alcance la última función, estaba tan cansado que me quede
dormido. Cuando me desperté no había ni un alma en la sala, intenté salir, pero
todas las puertas estaban cerradas, me había quedado ¡Encerrado, atrapado! Al día
siguiente el guardia vino a sacarme, eso sí no me dejo salir hasta que barriera toda
la sala, para mí fue mejor terminé encontrando dinero”. Luis Segovia, 55 años

Por varios días seguidos el teatro se mantuvo repleto en la época de oro de los cines, sin
embargo, a partir del 2000 fue casi imposible para el propietario del teatro en ese entonces
mantener las funciones. Con un promedio de diez asistentes por día y en los fines de semana
30 o hasta 40, en un buen día, para un teatro con capacidad de más de 300 personas, fue
inevitable la quiebra y el cierre total del establecimiento ya para 2007.
En el año 2014 el Gobierno Nacional anunció a través del proyecto de Rehabilitación del Centro
Histórico de Quito, que este teatro y otros edificios serán parte de un programa de vivienda de
alquiler, que se ejecutará entre las calles Bolívar y Venezuela. Los edificios tomados en cuenta
para el programa son: el ex Banco del Fomento, Edificio Bolívar, 18 de septiembre, Dassum y
Teatro Atahualpa.

Finalmente, el destino para este viejo y olvidado teatro es convertirse en una vivienda de
alquiler, tal parece que lejos quedaron las jornadas de cine que se extendían a dos o tres
funciones, y que llevaban a sus espectadores hacia otros mundos mientras las horas corrían
afuera en la bella ciudad capitalina.

 Teatro Royal Edén – Metro

A comienzos del siglo pasado un edificio importante en la ciudad fue el Pasaje Royal,
inaugurado en 1914, obra de Francisco Durini. Poseía una belleza particular por sus finos
acabados: arcos, capiteles dóricos, motivos decorativos en el techo y demás, tanto así que el
Royal no tenía nada que envidiarle a cualquier pasaje europeo, era esplendido, además un
punto importante para el comercio debido a sus múltiples tiendas de novedades.

Aquí precisamente se encontraba uno de los cines más antiguos de la ciudad, con el mismo
nombre del pasaje fue; el cine “Royal – Edén”. Quizá esté sería uno de los más elegantes de su
época, allí la aristocracia quiteña se deleitaba de films mudos y en blanco y negro. Según cuenta
Alfonso Ortiz, cronista de la ciudad, en los años 70 parte del bello pasaje se hunde a causa de
un problema con la alcantarilla, pues el edificio había sido construido encima de una de las
quebradas centrales de Quito.

En aquella época no existían medidas de protección para los edificios “patrimoniales”, este
término como tal tampoco se usaba. Por lo que las autoridades de aquella época decidieron
finalmente derrocar el edificio antes reconstruirlo, dando pasó a la construcción de lo que hoy
conocemos como “Pasaje Amador”.
Este pasaje cuenta con tres plantas, aún sigue uniendo a las calles Venezuela y García Moreno,
también se conserva en la estructura del edificio los amplios y altos corredores iluminados,
además el comercio no ha muerto y mucho menos la gente que desde hace varios años habita
allí.

Más tarde en la década de los 80 el cine que alguna vez fue el Royal – Edén volvió a surgir como
el “Cine Metro”. Lo que algunos “viejitos” recuerdan con más añoranza son las funciones
continuas, las matinés duraban desde las 13:00 hasta las 20:00, por cada sala había dos
proyectores, las películas llegaban en grandes rollos que recorrían los cines del centro,
mientras en el Cine Metro se pasaba la primera película de la cartelera, en el Cine Cumandá se
proyectaba la segunda.

Por algunos años las cosas parecían ir bien, sin embargo, tarde o temprano la crisis también
alcanzaría a este cine. El espacio permaneció abandonado por otro tramo de tiempo hasta que
en 2003 el empresario Iván Aguas, le propuso al dueño del Cine Metro de aquel entonces
reabrir este espacio.

El nuevo “Metrocines” remodelado con cuatro salas prometía darle vida a este espacio,
además ofrecer a los moradores del centro un espacio de entretenimiento como antaño
tuvieron, pues desde el 2000 las multi salas modernas de cine se encuentran en distintos
centros comerciales del sur, norte, o el valle de la ciudad.

En la actualidad el espacio donde se ubicaba el Cine Metro, es un lugar de culto, donde se


celebran encuentros religiosos, predicas y demás. Esta es la realidad que comparten los pocos
cines y teatros del centro histórico que aún sobreviven, se han transformado principalmente
en iglesias evangélicas.

 Cine Hollywood:

Vecinos aledaños al sector del Hollywood como doña Carlota Tobar de 79 años, quien vive en
la calle Guayaquil y Chile, mencionan que éste cine no siempre se dedicó a la exhibición de
películas para adultos. No obstante, desde que empezó a hacerlo en los años 70 hasta la
actualidad ha logrado mantenerse en pie, a diferencia de otros cines de su época.

La edad de oro para este cine fue en la década de los 80, en esto coinciden la mayoría: doña
Susana la única mujer que trabaja en el cine específicamente en boletería, Patricio Veloz el
proyeccionista y don Flavio otro empleado del Hollywood, los tres han dedicado más de
cuarenta años de su vida a la exhibición del “cine prohibido”. En su mejor tiempo alrededor de
800 y 1000 personas entraban diariamente, las filas daban la vuelta y eran más robustas incluso
que las que se hacían en el registro civil, y por supuesto mucho más bullangueras, recuerda
Susana. En la actualidad si acaso llegarán a los 100 asistentes en un buen día de trabajo.

Las condiciones para entrar al cine son: ser mayor de edad, ser hombre y pagar dos dólares,
que es el costo por boleto, estas advertencias se pueden leer apenas uno dirige la vista a la
fachada del establecimiento, además del horario el cual indica que se atiende desde las 10:30
am hasta las 19:15 pm. En este horario trabajan los empleados del Hollywood que no llegan a
ser más de diez, además el cine mantiene sus puertas abiertas de domingo a domingo, se
podría decir que “la pornografía no descansa”. Commented [UdW9]: Para resaltar

Siendo muchacho me fugué del colegio para ir al Cine Hollywood, como tantos estudiantes
hacían en ese tiempo. La película era de esas mexicanas picarescas, iba con precaución de no
encontrar a nadie conocido, pero al entrar me percato que mi papá iba saliendo de la primera
función, por suerte, aunque me vio nunca me delato. Ambos éramos unos bandidos

Mujeres ¡No!

Hace un par de años se prohibió la entrada de mujeres al Cine Hollywood y al Cine América,
ambos, propiedad del mismo dueño y dedicados a la exhibición de cine porno. La causa fue
una serie de quejas y altercados con moradores cercanos al Cine América, quienes indicaban
que en dicho establecimiento supuestamente se promovía la prostitución, trabajadoras
sexuales prestaban sus servicios, había colchones en la luneta e incluso parejas mantenían
relaciones sexuales durante las funciones.
Todos estos rumores nunca se llegaron a comprobar, sin embargo, el dueño decidió prohibir
la entrada al público femenino con la finalidad de evitar problemas, ya bastante difícil resulta
mantener a ambos cines, como para arriesgarse a perderlos a causa de una clausura o sanción.

Veloz el proyeccionista

Patricio Veloz ha trabajado durante 40 años en el Cine Hollywood, se inició en el mundo de la


exhibición cinematográfica en el año 1967 en el Cine Fénix. Un acierto del destino lo llevó hacia
su primer y gran oficio, al que dedicaría varios años de su vida, la decisión de salir del colegio y
empezar a trabajar la tomó por dificultades en la economía de su hogar.

Se presentó para el trabajo recomendado por un amigo, pidiendo inclusive prestado un terno
para asistir a la entrevista muy elegante. El que sería su jefe a primera vista lo rechazó por su
juventud, alegando que era muy “guambra” apenas tenía 18 años, sin embargo, algo en su
actitud hizo que finalmente lo aceptaran, ahí empezaría todo.

Se inició en la boletería, pero su ímpetu y curiosidad lo llevaron rápidamente hacia la sala de


proyecciones, pidió al encargado que de apoco le fuera enseñando el oficio y pronto Veloz
tendría su oportunidad. Un día en la función de la tarde el proyeccionista de turno no se
presentó, el conserje sugirió que fuese Patricio quien proyectase la película.

-“Se me salía el corazón, pero no de la emoción sino del miedo, la sala estaba llenita, el título
de la película era: “Donde las águilas se atreven”, un film del año 68. Esa función fue
sumamente fatal, la imagen se me iba a los lados, la gente me abucheaba”. Aquella sería la
primera película en el largo repertorio de Veloz, además su boleto de entrada al mundo del
cine con un puesto fijo como asistente del proyeccionista.

Antaño, ser proyeccionista era un verdadero oficio que se llegaba a dominar a través de la
técnica y la práctica, no era fácil encajar la película en la máquina, ponerla en marcha, vigilar
la luz y tratar de que la cinta no perdiera su curso o se arrancara en medio de la proyección.
Algo muy diferente a la actualidad cuando a través del Infocus, un ordenador o DVD y el control
remoto se llega a mantener todo bajo control.

Durante todos sus años en este oficio, Patricio Veloz ha visto de todo un poco, recuerda la vez
que en el año 82 algo insólito atrajo la atención de los medios, cuando un hombre de edad
avanzada murió dentro de la sala mientras se proyectaba una película. Según menciona, el film
no era nada del otro mundo, realmente una película muy mala, sin embargo, el echo atrajo las
miradas sobre el Hollywood una vez más.

Para Veloz una de las razones por las que este cine ya no es tan visitado como antaño, es la
falta de publicidad, indica que sólo el día del estreno de un nuevo film se publica un pequeño
nuncio en el diario La Hora. Anteriormente las películas junto a las carteleras ocupaban un
espacio prominente en los periódicos, algo que en la actualidad ya no se ve.

-“En los años ochenta esto era una matadera, la pornografía estaba en auge, como los buses
pasaban por aquí la gente se tapaba con los periódicos, sino les gritaban ¡Oye Morboso!, tenían
vergüenza, pero no dejaban de venir. No bajábamos de las 700 u 800 entradas diarias, la
película Viudas en calor registró a nivel nacional 1000 entradas diarias, durante tres meses este
film no bajó de las 800 entradas.

Para Patricio Veloz la decaída que tuvieron los cines de funciones continúas en el centro de la
ciudad, no tiene que ver con los nuevos aparatos tecnológicos que fueron apareciendo,
tampoco con las multi salas de cine de los centros comerciales, él asegura que: “El cine mató
al cine, los clásicos de antaño no se pueden comparar a las películas de hoy en día, para mí eso
fue lo que cambió”.

Veloz en su trayectoria recorrió varios cines, pues el Hollywood, Mariscal, Granada, Fenix y
América, pertenecieron a la misma cadena. Él bien podría ser uno de los últimos
proyeccionistas de antaño, sin temor y sin tapujos puede hablar abiertamente de su oficio, es
ante todo un amante del cine y un trabajador que lo ha dejado todo en las salas de aquellos
cines olvidados del centro y norte de la ciudad.
 Teatro Bolívar:

La famosa firma estadounidense Hoffman & Henon, fue la encargada de la construcción del
Teatro Bolívar. La empresa de Teatros y Cines de Quito de los hermanos Mantilla se fortificó
aún más al anexar al Teatro Bolívar en su lista, abrió sus puertas por primera vez el 15 de abril
de 1933.

Solemne inauguración

La apertura del Teatro Bolívar fue un acontecimiento social, un numeroso público estaba
ansioso de asistir al acto inaugural, el entusiasmo de los quiteños se había conmovido y ¡cómo
no! Si incluso antes de terminada la obra y en todo el trascurso de la misma, los “mirones” no
se habían cansado de seguir su progreso paso a paso.

En las últimas semanas el interés del público aumentó cada día, todos querían observar los
detalles finales de aquella magnifica construcción. El día del estreno una gran multitud se
congregó en las calles adyacentes al edificio, formando dos gruesos cordones por cuyo centro
desfilaba un buen número de automóviles.

La crema y nata de la sociedad había llenado completamente los espaciosos y elegantes


compartimientos del Bolívar, aunque también habían logrado colarse unos cuantos “pavos”,
que irrumpieron a pesar de la vigilancia de los guardias del teatro y de la Policía Nacional.

A las nueve de la noche la potente sirena del teatro anunciaba el comienzo de la función,
aquella noche se presentaría El signo de la cruz, de Cecile B. De Mille. No sin antes, por
supuesto, entonar el Himno Nacional a cargo de la orquesta que dirigía el maestro Ramos,
coreado por el Presidente de la República y todos los asistentes. Las palabras del señor Carlos
Mantilla Ortega dieron la bienvenida al público, entregando desde aquel entonces el Teatro
Bolívar a los quiteños. Commented [UdW10]: Revisar fecha del diario

“La Empresa del Teatro Bolívar, entrega desde el día de hoy esta moderna sala al pueblo
ecuatoriano y en particular a la sociedad y al pueblo de Quito (…). Se ha levantado en el
corazón de la ciudad Capital, un edificio digno de su progreso y embellecimiento”.
En el siglo pasado el Bolívar fue el escenario predilecto alrededor de toda la costa del Pacífico,
para realizar eventos de gran magnitud. Con capacidad de acoger s 2500 espectadores, con
1104 lunetas, 850 galerías, 27 palcos y 800 asientos. Aún conserva en su estructura pese a los
incendios y diversos problemas que ha atravesado a lo largo del tiempo, su estilo neoclásico
con detalles arabescos, la mayoría de sus butacas originales, bellos detalles en las paredes y
sobre todo su majestuosidad.

El Bolívar

Un referente social, cultural y arquitectónico.

“Ir al Bolívar” supuso un verdadero ritual para varias generaciones de quiteños en el siglo
pasado, poco a poco este espacio se convirtió en un referente social, cultural y arquitectónico.
Contaba con un diverso repertorio de eventos que iban desde: óperas, zarzuelas, ballet,
conciertos sinfónicos, obras de teatro y proyección de películas. En la década de los años 80 el
Teatro Bolívar fue perdiendo de a poco su recurrente clientela, la crisis también azotó con
fuerza a este gigante.

En 1997 la Empresa de Teatros retomó el manejo del Bolívar, pues durante el periodo de 1988
a 1997 el inmueble fue arrendado por una empresa distribuidora de cine comercial. Se
planificó una amplia programación con alrededor de 40 eventos para 1998 y 25 para 1999, sin
embargo, todo intento quedó coartado con el fatal incendió que se suscitó el 8 de agosto de
1999.

El incendio consumió un 70 % de las instalaciones, fue causado por una fuga de gas proveniente
del local de la Pizza Hut, ubicado en ese entonces en la planta baja del edificio. Este ha sido
uno de los golpes más duros que ha sufrido el teatro, además el mayor obstáculo con el que la
Fundación Teatro Bolívar (creada después del incidente), ha tenido que lidiar.

Gracias a los esfuerzos de esta fundación sin fines de lucro el Bolívar volvió a tener eventos de
a poco, aunque no fueran de las mismas proporciones que antaño al menos el teatro seguía
con vida. Todo parecía ir bien hasta 2011, año en el que un incendio de proporciones mucho
más leves cambiaría todo, el fuego se inició a causa de pirotecnia arrojada irresponsablemente,
mientras se realizaba una graduación.
El alcalde de ese entones Augusto Barrera decidió clausurar definitivamente al Teatro Bolívar,
alegando que no cumplía con las condiciones adecuadas para su funcionamiento y que el
público corría peligro dentro de sus instalaciones.
Tras tres años de clausura finalmente el 5 de septiembre de 2014, las autoridades municipales
de Turismo y de la Agencia de Cultura y Seguridad retiraron los sellos de la sanción que impedía
el funcionamiento del Bolívar.

¿Qué sucederá con el Teatro Bolívar?

La Fundación Teatro Bolívar ha realizado una labor digna de ser aplaudida, por todos sus
esfuerzos para la preservación de este inmueble. Algo que no hubiese sido posible sin la
colaboración de varias instituciones nacionales e internacionales como: el Gobierno de
Alemania, la misma municipalidad de Quito, el World Monuments Fund, (una fundación
internacional sin fines de lucro dedicada a la preservación de sitios de arquitectura histórica y
patrimonio cultural).

Que por cierto nominó al Teatro Bolívar en el 2004 como uno de los 100 bienes patrimoniales
en todo el mundo con alto riesgo de extinción. Finalmente, hoy en día se puede decir que se
ha recuperado un 80% de lo que el Teatro perdió tras los incendios. El futuro ahora parece
alentador, sin embargo, el hecho de que la clausura se haya quitado no significa que la
actividad del teatro pueda volver a ser la de antaño de la noche a la mañana.

Es preciso para ello seguir trabajando duro hasta cumplir con los requerimientos necesarios
para el funcionamiento y rehabilitación total de este espacio y aún más importante contar con
el apoyo municipal, pero sobre todo de la ciudadanía.

Teatro Granada:
En la intersección de la calle Cuenca y Chile al frente de la Iglesia de la Merced donde hoy
encontramos un centro comercial del ahorro llamado “Centro Comercial Granada”, antes se
ubica el Teatro Granada, que llegó a ser popular en la ciudad a partir de los años 50.
El teatro tuvo una gran afluencia, familias enteras asistían allí después de una misa de domingo
en la “Merced”, por cierto, comentan los vecinos que la campana de esta iglesia era muy grave,
los moradores del tejar se levantaban del campanazo, haciendo imposible así que dejasen de
asistir a la iglesia y posteriormente al cine.

El Teatro Granada fue un escenario importante, en él dio sus primeros pasos el cine arte o cine
club, allá por los años 60 a un intrépido joven soñador se le ocurrió a sus 24 años la idea de
armar un cine foro para un clan de adictos y fanáticos del cine, ese joven era Ulises Estrella y
presentó en este teatro en el año 1964 a un grupo de 150 personas, por primera vez, la película
'8 1/2' del obsesivo italiano, Federico Fellini.

Desde ese día la capital contó con un espacio para el análisis y el debate de películas, que
abarcaban más que los últimos éxitos de Hollywood, se veía cine clásico, largometrajes, cine
documental, cine arte y demás.

En los años 70 un punto de gran confluencia vehicular fue esta zona, frente al teatro solían
estacionarse varios autos y en la vía los autobuses se apretujaban unos a otros en el tráfico
matutino de aquellos días. En esa época el cine aún seguía siendo visitado con bastante
concurrencia.

Gabriela Terán comenta que esté era un lindo teatro familiar, pero cambió debido a que se
convirtió en un cine para adultos. Funcionaba en la mañana (vermouth) y en la tarde matiné;
con galería y luneta, la entrada estaba prohibida para los menores de edad, aunque siempre
había uno que otro que lograba colarse a las funciones camuflado.
Finalmente, el Teatro Granada sufrió el mismo destino que el resto de cines y teatros cerró sus
puertas definitivamente a inicios de este siglo, el municipio decidió adquirir el inmueble y
convertirlo en lo que hoy conocemos un “BBB” o centro comercial del ahorro.

“Gratos recuerdos de este cine vienen a mi memoria, en media función prendían las luces y
ahí a los menores de edad nos botaban a la calle. Asistíamos al gallinero (galería) toda
nuestra jorga del barrio San Juan, y fumábamos nuestros primeros tabaquitos (king) sin
filtro, ¡n época de oro!”. Richard Sampedro, 58 años

“En aquellos tiempos me acuerdo que a veces los domingos íbamos con mi hermano
a vermouth, íbamos al gallinero es decir a galería que estaba en la parte de arriba. Los
sábados la plazoleta alrededor del estacionamiento, se llenaba de vendedores
otabaleños, la feria llegaba hasta el tejar”. Víctor Ramón, 55 años

 Cine Pichincha:

El Cine Pichincha es otro espacio lleno de historia, pues el solar donde se construyó fue el patio
de la casa de nada más y nada menos que uno de los presidentes de la república; el General
Ignacio de Veintimilla, que gobernó entre 1876 y 1883. Años más tarde allí se ubicó la primera
estación de taxis de la época.

En los años 40 cuando la actividad cinematográfica en todo el mundo crecía, el centro histórico
vio nacer a otro cine ubicado en la calle “Angosta”, mejor conocida hoy en día como la calle
Benalcázar. El edificio de estilo neoclásico recargado, reflejaba amplitud y elegancia, con tres
pisos, escalinatas, finos detalles y todas las comodidades para que allí se recibiera bien al
público.

En el vestíbulo de ingreso se ubicaba la boletería y el bar, contaba con baños, luneta, sala de
proyecciones, una galería y un pequeño escenario. En los años 70 durante la dictadura del Gral.
Rodríguez Lara, este cine se convirtió en un escenario de batalla entre las fuerzas contarías y
el gobierno, aquello produjo una fisura en el muro más alto del frente, que se cayó finalmente
en el terremoto de 1986.
A inicios de la década de los 90 después de la gran crisis que azotó a los cines, el Cine Pichincha
permaneció cerrado por unos años hasta que se convirtió en una sala de juegos (Play Zone),
fue muy popular durante algunos años, aunque finalmente, este negoció también cerró, pues
la clientela para el 2007 no era muy buena.

En la actualidad el Cine Pichicha se ha convertido en una tienda de “novedades chinas” con


clientela recurrente, aún conserva un ligero rastro de lo que alguna vez fue, pues en las paredes
laterales de la entrada aún podemos ver dos cuadros enmarcados que cuentan la historia del
edificio, aunque muy pocos alzan la mirada para verlos. La estructura del espacio ya no
conserva la antigua distribución que fue cambiada desde que el Playzone lo ocupó, eliminando
las diversiones originales, quitando las butacas y ampliando el espacio de la primera planta
para que quedase libre.

Hoy el Cine Pichincha luce irreconocible, las tardes y mañanas entretenidas en el bar, los films
clásicos en la pantalla, los vendedores de dulces en la entrada y las familias unidas asistiendo
al cine, han quedado atrás y permanecen tan sólo en los recuerdos de una generación pasada.

Las transformaciones que sufrieron los lugres de ocio en el centro histórico, principalmente se
deben a la expansión de la ciudad y a las nuevas formas de diversión que la sociedad fue
adquiriendo. Recordemos que estos cines y teatros pertenecieron a una época en la que no
existían mayores distracciones, a diferencia de hoy en día donde la variedad de opciones es casi
infinita.

 El paso del tiempo (ilustración)

A través del cine y su exhibición, surgieron una serie de manifestaciones culturales y nuevas
prácticas sociales, dentro o alrededor de estos espacios. Este fenómeno además, contribuyó a
la configuración de una nueva ciudad capitalina en el siglo XX.

 ¿CÓMO ERA IR AL CINE?


Ir al cine representó un verdadero ritual en el siglo pasado, con códigos y practicas distintas a
las de hoy en día. Sobre todo, porque Quito era una ciudad pequeña, arraigada a sus
tradiciones y costumbres.QNCFNNFNDNDN

¿Cuánto costaba ir al cine?

Hasta la década de los 70, cuando la exhibición de cine aun no entraba en crisis los precios
para las funciones variaban entre: Luneta 12 y 8 sucres y Galería: 2 a 4 sucres.
Esto en funciones continuas ya sea en la mañana hasta la tarde o en la tarde hasta la noche, es
decir 2 o 3 películas.

Realmente algo no muy costoso y asequible, es lo que comentan los padres y abuelitos que
vivieron aquella época. Por supuesto había locales como el Fenix en el norte y eventos
especiales en el Bolívar, donde la entrada superaba este monto. Pero en general ir al cine era
mucho más barato que hoy en día, cuando por una película podemos gastar desde $ 4,50 hasta
$ 5.00, eso sin contar con la comida.

¿Qué se comía dentro del cine?

Afuera de los cines varios comerciantes vendían diferentes golosinas: canguil de colores,
caramelos, bizcochos de colores, cigarrillos, frunas, bolas de maní, galletas contentas, chifles,
papas fritas, chocolates envueltos en papel celofán, etc. Las clásicas colaciones, y además
cualquier refrigerio casero preparado en casa, pues se podía entrar al cine tranquilamente con
cualquier alimento.

En comparación hoy en día podemos encontrar en los diferentes cines de los centros
comerciales: hot dogs, canguil, Coca-Cola, nachos con queso, y uno que otro dulce adicional.

¿En qué nos íbamos al cine?

Varios abuelitos recuerdan haber tomado el tranvía en sus citas amorosas o junto a los amigos,
para llegar hasta el cine de su preferencia. En el mismo año en el que la primera cadena de
cines de Quito se creó, se inauguró el servicio de tranvías eléctricos de la capital, el 8 de octubre
de 1914. Ocho tranvías recorrían dos rutas que conectaban a toda la ciudad, la primera desde
Chimbacalle hasta el cementerio de San Diego y la segunda desde Chimbacalle hasta la Av.
Colón.

La tarifa en los primeros años no excedió los 10 ctvs de sucre, además el número por unidad
no superaba los 50 pasajeros, el buen trato hacia los usuarios era una norma obligatoria en
cada vehículo. Sin duda un buen medio de transporte para llegar hasta los cines y teatros de la
ciudad.

“Para ir con mi novia, hoy mi mujer al cine de moda el “Puerta del Sol, la llevaba y en tranvía.
La entrada valía tres reales, en total seis reales, más dos reales de ida y vuelta en el tranvía,
ocho reales. Más lo que gastábamos en el cartucho de caramelos durante el receso de la
película, me sobraba real y medio. La cosa era muy cómoda que con un sucre podía llevar al
cine y de paseo a mi novia”. (Granda, Vásquez, Serrano, Gudiño , & CCE, 1986).

Prácticas y costumbres en torno al cine.

Dentro de la sala había dos localidades; luneta que era en la parte de abajo (mucho más
costosa), y galería o “gallinero” como algunos le llamaban ubicada en la parte de arriba, (mucho
más barata).
 Había dos funciones “vermouth” en la mañana y “matiné” en la tarde hasta 18h30 u
20h00 pm. Se entraba cuando aún alumbraba el sol y se salía en la noche, una
experiencia totalmente distinta de ver cine, pues el espectador se sumergía en el
“mágico” mundo de las películas.
 El cine era continuo en cada función se presentaban 2 o 3 películas.

Curiosidades:
• La sala de cine era el único lugar en donde una pareja podía tener intimidad, existía un
contrato no hablado en el ritual de invitar a una chica al cine. Si la muchacha aceptaba
significaba que existía un interés especial sobre el muchacho, o al menos que aceptaba una
especie de compromiso.
• Los jóvenes solían escaparse al cine o teatro más cercano de su colegio, ese era el lugar de
ocio donde podían distraerse y divertirse, sin embargo, no se libraban de que el inspector del
colegio pudiese descubrirlos. Dentro del cine se podía fumar, no existían muchas prohibiciones
ni controles de lo que adentro se podía o no hacer.
• El cine ocupaba un espacio importante en los periódicos, allí se exhibían las carteleras, pero
también noticias de Hollywood, la vida de los famosos actores y actrices. Estos temas eran
frecuentes en el cotilleo, la moda también se inspiraba en este mundillo.

¿Por qué fueron desapareciendo la mayoría de cines y teatros del centro histórico?

Los cines y teatros del centro histórico llegaron a ser la principal distracción de los quiteños
durante varias décadas, desde que la primera cadena de cines se inauguró en el año de 1914
tuvieron acogida y un gran impacto. El siglo pasado fue la época en donde florecieron y se
posicionaron, sin embargo, los cambios que traería consigo el siglo XXI transformarían el
panorama para estos espacios de exhibición cinematográfica.

Quito experimentó una verdadera metamorfosis en la década de los 70, la ampliación de la


ciudad era precisa para la modernización de la misma, no sólo el número de habitantes
aumentó, también las prácticas, costumbres y entretenimientos. Las nuevas tecnologías como
la televisión, los equipos de proyección casera como el VHS y el DVD, el internet, los video
clubs, y demás invenciones tecnológicas hicieron que de a poco estos espacios perdieran su
clientela regular.

El cine no dejó de ser consumido lo que cambió fue el espacio, las nuevas multi salas de cine
parecen ofrecer servicios “mejores”, con parámetros de consumo veloces y multi funcionales
de acuerdo al ritmo de vida moderno.
Muchas gracias

Agradezco a todas y a cada una de las personas que colaboraron conmigo en esta investigación,
a Wilma Granda y sus nutridos libros, sin ella el recuento de la historia del cine en el Ecuador
no sería posible. A Rafael Racines y su página Quito de Aldea a Ciudad, sitio al que acuden
cientos de quiteños y amantes de la bella ciudad capital. Sus publicaciones me dieron luces
sobre el panorama de la ciudad en tiempos pasados.

Al cronista de la ciudad Alfonzo Ortiz, quien sin complicaciones una tarde se sentó conmigo e
intento explicarme la historia de los cines y teatros de la capital. A Julio Álvarez y a Patricio
Veloz, ambos me recibieron en su lugar de trabajo, me contaron sus historias y se convirtieron
en los actores principales de aquellos cines y teatros.

A todos los personajes de una generación pasada que de una u otra manera se hacen presentes
por sus relatos, aportes y recomendaciones. Gracias infinitas a Cristhian Luna, alguien
fundamental para mí a lo largo de esta investigación, y también a Joel Gavilanes excelente
fotógrafo y gran amigo.

Finalmente, mis agradecimientos a David Lasso quien más que un tutor fue un amigo y una
guía durante este proceso. A la Universidad Politécnica Salesiana por haberme formado y a los
excelentes docentes que llegaron a convertirse en grandes amigos, sus enseñanzas a lo largo
del camino fueron tan valiosas.
Referencias Bibliográficas

 Casanova, M.G. (2006). De cómo, cuándo y dónde llegó el cine a nuestra América.
(Los dos primeros años). Boletín del Instituto de Investigaciones Bibliográficas.
Vol xi (1-2), p. 247, 251, 252.

 Granda, W., Vásquez, T., Serrano, M., & Gudiño, P. (1986). Cronología de la Cultura
Cinematográfica en el Ecuador 1901 - 1986. Casa de la Cultura Ecuatoriana.

 Granda, W. (1995). El cine silente en Ecuador (1895-1935), Quito - Ecuador:


Casa de la Cultura Ecuatoriana.

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