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SENTIDO DE VIDA

S. Michael Urgilés T.

INTRODUCCIÓN:

De acuerdo a lo establecido por Vanistendael y Lecomte (2004), la existencia del


sentido la porta la vida; sin embargo, la dirección, la reflexión, la significación y,
sobre todo, el sentir el sentido, es la tarea humana que le toca realizar a quien se
pregunta por el significado de la vida, su fin o finalidad. La naturaleza del mundo es
lingüística y por ende simbólica, el sentido es quizás su principal praxis semiótica que
ayuda a interpretar la vida humana.

Según lo establecido por Vigotsky (2002), no es solo el sentido que está más allá de la
palabra. El sentido no es el elemento final de esta cadena. Más allá de la palabra están
los afectos y las emociones. Sin la exploración de las relaciones de la palabra con el
motivo, la emoción y la personalidad, el análisis del problema de “Pensamiento y
Lenguaje” queda incompleto.

Para Leontiev (1978) el sentido es inseparable de la subjetividad como sistema, pues


en cada momento de producción de sentido subjetivo ocurre una integración tensa,
múltiple y contradictoria, entre las configuraciones subjetivas presentes del sujeto y
en desarrollo en el curso de su acción, y la multiplicidad de efectos colaterales que,
resultantes de esa acción, se asocian a nuevas producciones de sentido subjetivo.

Siguiendo a Fernando González Rey (2004), el sentido personal representa el reflejo


individualizado del mundo, que incluye la relación de la personalidad con aquellos
objetos a través de los cuales se desarrolla su actividad y su comunicación. Las más
diversas manifestaciones de la cultura, y más ampliamente de las relaciones sociales,
asimiladas por el sujeto en el proceso de interiorización de las normas sociales, los
conceptos, roles, valores e ideas percibidos por él en los actos y acciones de otras
personas, pueden adquirir para él sentido personal, transformándose en “significados
personales”.
METODOLOGÍA:

El proceso de formación de la concepción científica y moral del presente artículo es


estudiado generalmente desde una perspectiva humanista y teniendo a la categoría de
“Sentido de Vida” como un fenómeno de orden primario psicológico. Se determina
que la formación de la concepción del mundo introduce una serie de cambios en la
psiquis de los individuos, llegando a un símil establecido de que los constructos
metodológicos personales han sido y deben ser estudiados. Esto se hace
especialmente claro cuando deseamos comprender las necesidades y aspiraciones del
hombre, sus propósitos y acciones, las particularidades de su personalidad.

TEORÍAS:

Siguiendo la línea de Fernando González Rey puedo determinar que las teoría que
utilizadas para el análisis del presente ensayo son fundamentalmente la Teoría
Sociocultural de Lev Vigotsky, Logoterapia de Victor Frank y la Teoría de la
Actividad de Leontiev, ya que todas estas corrientes aunadas se convierten en la
primera fuerza motivante del hombre en su lucha por encontrarle sentido a la propia
vida, a la vida tal cual es y toda vida por más adversa que sea siempre tiene algún
sentido.

CATEGORÍAS:

- Sentido de Vida
- Vivencia
- Personalidad
- Motivación
- Comunicación
DESARROLLO:

Siguiendo lo que señala Gergen (2006) el sentido entendido puede ser entendido
como dirección, en la expresión “sentido de la vida”, pues este apunta a la
constatación de que todo lo existente se mueve siguiendo una determinada dirección.
Por eso lo que para él realmente pesa en importancia es el movimiento inteligente de
la vida, y no los significados basados en creencias o hipótesis teóricas.

Por contraparte, Bruner (1985) establece que en efecto, la única constante en el


cosmos es el cambio, pero este cambio no acontece arbitrariamente sino según ciertos
cauces. Asi,́ por ejemplo, cuando plantamos una semilla sabemos que de ella no va a
brotar cualquier cosa sino una planta concreta cuyo crecimiento va a responder,
además, a unas pautas especif́ icas. Cabriá decir que este cauce o dirección viene
definido, acudiendo a la terminologiá aristotélica, por el paso de la potencia al acto,
por la actualización progresiva de las posibilidades internas latentes en cada realidad.

En otras palabras, si observamos la vida en todas sus manifestaciones, la existencia en


su conjunto y nuestra propia existencia, podemos constatar que la naturaleza de la
vida consiste en anhelar más vida, una vida más intensa y plena. La vida se revela
como un proceso creativo que implica una constante actualización de formas y
posibilidades latentes que pugnan por expresarse y alcanzar un creciente grado de
complejidad.

La constante que parece guiar la existencia en todas sus manifestaciones y órdenes es


la de que todo tiende a actualizar el potencial que trae consigo y a alcanzar su pleno
desenvolvimiento. “Cada cosa se esfuerza cuanto está a su alcance por perseverar en
su ser”, y “el esfuerzo con que cada cosa intenta perseverar en su ser no es nada
distinto de la esencia actual de la cosa misma”. González Rey (2007) denomina a este
esfuerzo, que no es otra cosa que la potencia de obrar que define la esencia de cada
realidad, conatus. Los estoicos la denominan hormé: la fuerza que lleva a los seres
vivos a conservarse y a perfeccionar su propia esencia. El conatus es la dirección
visible de la vida. Hablamos, por tanto, no de una hipótesis teórica, sino de algo
directamente experimentable.
La vida ya tiene un sentido y una dirección que no son diferentes de la misma vida.
No se trata, por tanto, de que descubramos el sentido y luego nos ajustemos a él desde
más allá de él. El sentido de la vida no es otro que el verdadero sentido y ritmo de la
naturaleza de las cosas.

González Rey (2007) describe esta tendencia universal hacia la felicidad o hacia lo
que cada cual juzga como bueno, afirmando que “el deseo de vivir felizmente, o sea,
de vivir y obrar bien, etc., es la misma esencia del hombre, es decir, el esfuerzo que
cada uno realiza por conservar su ser”; un esfuerzo que es efectivo y actualizador, que
permite el desenvolvimiento de nuestra naturaleza propia, cuando está guiado por lo
que especifica a esta última, la Razón, pues, como veremos, “las acciones del alma se
siguen sólo de las ideas adecuadas, y el alma sólo es pasiva porque tiene ideas
inadecuadas”.

Todo ser humano tiende a su autoafirmación y plenitud ontológicas. Esta es la


dirección de la vida en él. Al afirmar esto introducimos en la consideración del
sentido existencial la causa final. Pero se trata de una causa final que, si bien define
una dirección, no implica proyectar en el futuro la experiencia del sentido, pues el
crecimiento vivenciado subjetivamente como plenitud es el movimiento activo de la
vida en el presente. Sólo cabe vivir y obrar bien ahora. El fin del crecimiento es
crecer. El fin de la vida es vivir.

La base del equilibrio es posible en la medida que se logra coordinar la identificación


y la diferenciación en los distintos sucesos. Dicho de otra manera, frente a un evento
el acercamiento que hacen los sujetos es en primera instancia, identificando los
aspectos del evento (sea un objeto, suceso o acontecimiento particular) lo cual se
realiza a través del proceso de asimilación, esto permite que el sujeto se acerque al
“fenómeno” de manera tal, que pueda observarlo, descubrirlo y comprenderlo desde
las estructuras que el sujeto posee y de esa manera poder integrar el suceso a sus
esquemas preexistentes. Éste primer proceso permite iniciar el recorrido hacia la
equilibración. Sin embargo, para que ésta se logre, debe desarrollarse exitosamente un
segundo proceso, la acomodación. En éste segundo proceso, la diferenciación ocupa
un rol fundamental al poder distinguir las características distintivas del sujeto, objeto
o acontecimiento en cuestión, esto ejerce una presión en el sujeto de tener que
modificar o crear esquemas cognitivos que le permitan constituir internamente
esquemas de conocimiento logrando así una equilibración de los procesos internos
que permite la evolución y complejización del individuo.

El aspecto público de la vivencia personal, tiene relación principalmente con que es


en la interacción social permanente donde el sujeto va regulando su vivencia. De esta
manera, se puede señalar que es el contexto socio - cultural el lugar donde el sujeto
incorpora aspectos valorativos de las situaciones, constituyéndose como posibles
formas de significación de los acontecimientos. Así, un evento enjuiciado y
despreciado en una cultura puede ser perfectamente aceptado e ignorado en otra, por
ende la vivencia personal frente a la situación tendrá carismas distintos según la
cultura en que el sujeto tenga arraigado sus teorías para comprender los sucesos. A su
vez, es en la interacción social misma donde cada sujeto irá graduando su vivencia al
generarse retroalimentaciones inevitables que le permitirán a los sujetos confirmar sus
propias teorías sobre los eventos o bien abrirse a nuevos planos explicativos. De esta
manera, el otro actúa como un mediador que le permite al sujeto confirmar o
modificar su perspectiva. (Bruner J. , 1998)

Bruner (2003), señala que la construcción de significado es una actividad fundamental


que surge del continuo acto de actualizar nuestra historia. El lenguaje, proporcionará
un sistema de símbolos y reglas interrelacionales que facilitan el proceso del
pensamiento en la medida que lo provee de un sistema categorial que permite darle
cuerpo y organización a los contenidos del pensamiento. Así, se puede señalar que la
vivencia humana no sólo se remite a la experiencia con el mundo externo si no
también, a la experiencia simbólica interna que cada sujeto va experimentando, en la
medida que el sujeto posea la estructura biológica para desplegarla y también una
experiencia con el medio.

Si el sentido personal otorga los elementos que permiten la mantención y la


coherencia a través, del proceso de la mismidad a la identidad personal, el significado
personal, tiene relación con los procesos de construcción y reconstrucción de la
identidad personal asociado a los procesos de cambio y por ende a la ipseidad como
proceso.
Esto implica que el significado personal transcurre en el intercambio constante entre
el sujeto y su entorno, siendo éste tanto físico como interpersonal. El significado
personal es un acto social que obliga a una coordinación constante entre uno mismo y
los otros, tanto para lograr la supuesta consensualidad social y por ende, la noción de
compartir una realidad común, como para mantener la identidad personal haciendo los
ajustes necesarios entre uno mismo, los otros y las vivencias.

Guidano (1994, pág. 51) señala que "si el ordenamiento de nuestro mundo es
inseparable de nuestro ser en él, entonces conocer corresponde a existir, y el
significado es el modo en que el existir se vuelve aprehensible". Esto señalaría que las
formas particulares de significar tendrán que ver con las formas particulares de
experimentar emocionalmente la cotidianeidad en donde se irá configurando un
ordenamiento autorreferencial entendido como el significado personal. Bruner (2002,
pág. 73) señala, “creo que sólo podemos comprender los principios que rigen la
interpretación y elaboración de significados, en la medida que seamos capaces de
especificar la estructura y coherencia de los contextos más amplios en los que se
crean y transmiten significados específicos”. La cultura dota de significados a los
individuos, los que se transmiten generacionalmente creando valores que formarán
parte de la identidad personal de cada sujeto perteneciente a esa cultura.
El significado personal, por ende le otorgará a la identidad personal la permeabilidad
necesaria para ir reconstruyéndose según las experiencias que el sujeto tenga con los
otros y el mundo. El significado aporta las formas en que los acontecimientos pasan
de ser simples eventos en vivencias personales.

A modo de conclusión, se establece que la revisión realizada de las propuestas hechas


evidencia que la identidad personal es un fenómeno tremendamente significativo para
la comprensión de los sujetos. El dialogo logrado entre estas teorías, es un aporte en sí
mismo que nos permite acercarnos a la complejidad y la comprensión de esta,
incluyendo todos los factores involucrados en la formación de la identidad personal.
De esta manera, los agentes intervinientes para la elaboración de una identidad
personal implican una conjunción entre las características biológicas -
temperamentales del sujeto, el momento evolutivo en que se encuentra, los recursos
cognitivos que posee, la cultura en la cual el sujeto esta inserto, las dinámicas
interpersonales que establece y las experiencias a las que el sujeto debe responder.
INSTRUMENTOS:
BIBLIOGRAFÍA:

Bruner, J. (1985). Vygotsky: a historical and conceptual perspectiva. En J. Wertsch


(Ed.), Culture Communication and Cognition. Vygotskian perspectives (pp. 21-34)
Londres, Inglaterra: Cambridge University Press.

Leontiev, A. N. (1978). Actividad, conciencia y perso- nalidad. Buenos Aires:


Ediciones Ciencias del Hombre

Vanistendael, S., & Lecomte, J. (2004). Resiliencia y sentido de vida. Resiliencia y


subjetividad: los ciclos de la vida, 91-101.

González Rey, F. (2002). Sujeto y subjetividad: una aproxi- mación histórico-


cultural.

González Rey, F. (2007). Social and individual subjectivity from an historical


cultural standpoint. Critical Social Studies, 9 (2), 3-14.


Gergen, K. (2006). Construir la realidad. El futuro de la psicoterapia. Barcelona,


España: Paidos.


González Rey, F. (2004). O social na Psicología e a psi- cologia social: a emergência


do sujeito. Petrópolis: VOZES.

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