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CURSO DE CÁBALA
LA CÁBALA DE LA LUZ
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significó desconexión del Árbol de la Vida. Es el significado literal de: “No puedes ver
mi Rostro y vivir”, que Dios le dice a Moisés en el monte Sinaí.
El nivel del significado alegórico astral es locura: es tomar a los símbolos e
imágenes como realidades en sí, con existencia inherente, y no como espejos o pantallas
subjetivas de realidades más profundas.
El nivel de significado metafísico-mental es apostasía: otra forma de
desconexión más sutil. Es tomar los conceptos, los contenidos de la mente también
como realidades en sí. Es pensar que los opuestos: bien-mal, luz-oscuridad, etc. tienen
existencia objetiva. (Históricamente Rabí Elishá ben Avuyá se convirtió a una forma de
maniqueismo. En el medio divino no puede haber ningún tipo de dualismo, separación,
que es el modo natural de operar de la mente.)
Tan sólo Rabí Akivá (encarnado el significado místico) entró y salió en paz. Se
dice que cuando salió era una persona de gran santidad. La tradición dice que fue capaz
de integrar su experiencia en la vida cotidiana. (Por ejemplo, Ben Azzai no tenía hijos –
un precepto esencial en el judaismo – porque sólo tenía ojos para lo alto).
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de la Vida, la tierra que mana leche y miel, donde los pilares laterales dejan de ser
misericordia y rigor, la tierra superior que es la sefirá Biná, la conexión de Tiféret con
las tres esferas supremas del Árbol de la Vida).
... Y entonces serás Berajá. Serás Bendición.
Este es el tipo de conexión al que aspira la Cábala. Y esto como persona
corriente, que asume su vida, que busca realizarse personalmente de una forma integral,
desplegando los poderes de su alma, y que quiere ser una influencia positiva y
constructiva en su entorno.
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Una panorámica de la Cábala
Hay que añadir además que, en su largo recorrido histórico, la Cábala ha sabido
asimilar de una forma creativa contenidos fundamentales de otras culturas y pueblos.
Que la Cábala incorpora elementos de Egipto, Babilonia y el antiguo Oriente Medio es
evidente. Que también asimila elementos de la gnosis y de la filosofía griega
(fundamentalmente del neoplatonismo) está claro. Y que esta vocación integradora
sigue vigente – ya que cada generación formula la sabiduría en el lenguaje de su tiempo
– se ve por ejemplo en la terminología de la sicología junguiana y transpersonal con que
hoy en día se expresan sus conceptos arquetípicos, que coinciden, como es lógico, con
los de la llamada filosofía perenne.
La Cábala siempre ha sido y sigue siendo una tradición viva, con su propio
tronco, ramas y frutos – como por ejemplo, la revelación mosaica, la profecía de los
tiempos bíblicos, los escritos de sabiduría salomónicos, la ascensión a los Hejalot o
palacios celestiales de los primeros siglos, la teosofía del Zohar (S. XIII) y de Safed (S.
XVI), los usos ontológicos del lenguaje (el Séfer Yetsirá, atribuido tradicionalmente al
propio Abraham) con todo el complejo asociado de técnicas del éxtasis, el jasidismo
antiguo y moderno, que ha sido comparado con el Zen, etc. A este tronco principal se
pueden injertar otras ramas (por lo compatible que resulta con otros planteamientos), lo
que trae consigo renovación, completitud y más belleza ornamental. Y tan potente es la
savia que circula por la estructura cabalística, que los humanistas del Renacimiento
reconocieron que en ella estaba la clave esotérica de su propia religión, y también del
ocultismo occidental, que se ha servido desde entonces de la Cábala para fundamentarse
a sí mismo, y que constituye hoy en día – en sus numerosos grupos y órdenes iniciáticas
– una de sus modalidades principales.
En resumen, podemos decir que hoy en día merece la pena conocer y estudiar la
Cábala porque es una vía universal a la espiritualidad, de gran antigüedad, de gran
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extensión o alcance – tanto en horizontal como en vertical – y muy flexible y adaptable,
siendo compatible con cualesquiera creencias ya que puede ayudar a fundamentar a
todas. Como occidentales, puesto que la revelación cristiana parte esencialmente del
esoterismo judío, no es raro descubrir que, al estudiar Cábala, estamos encontrando y
profundizando en nuestras propias raíces.
Hay esencialmente tres aproximaciones a la Cábala, que son, por así decir, tres
modos de conexión con la Luz Infinita, siendo ésta a su vez un nombre para la
Conciencia-Energía subyacente a todo – el sustrato, si se quiere, de la Mente Única o
Divina –. Estas vías son 1) el estudio (aproximación mental a la sabiduría), 2) la
meditación, oración y demás técnicas de interiorización, 3) la acción, que incluye desde
la actitud general y las prácticas específicas, hasta el uso consciente del simbolismo en
el ritual mágico y litúrgico. A continuación daremos unas pinceladas de cada una de
ellas:
Parejo al concepto de la escalera de los mundos está el del Tikún: el plan Divino
de la evolución, del descenso y el ascenso por los distintos niveles de la jerarquía del
ser. Esto incluye la vida actual (la encarnación en un cuerpo físico), los estados de
después de la muerte (con la conciencia/energía centrada en los niveles superiores del
alma, ya que la Cábala concibe al ser humano con una estructura de conciencia y
presencia en todos y cada uno de los mundos) y la rueda de las reencarnaciones hasta
completar la propia tarea o destino personal. En esencia, la meta de la evolución es la
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participación del máximo bien y felicidad que es alcanzar la afinidad (o similitud de
fase) con lo Divino, en Poder, Amor y Sabiduría. Ello se logra mediante el aprendizaje
y el mérito que deviene del uso de la libertad, que junto con la capacidad de dar,
constituye una de las marcas de fábrica de lo Divino.
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sobre el Vacío, el anonadamiento o reducción a la nada del propio ser, como puerta de
entrada al En Sof o Infinito, la identidad esencial entre el ser y el no ser y que constituye
el estado último de conciencia.
Entre las prácticas específicas están todas las relativas al conocimiento de uno
mismo en todos los niveles del propio ser. Esto hoy en día se hace en el marco de una
terapia, la cual, de una forma general, está incluía en el currículo de los distintos grupos
de estudio. Así, los arquetipos del inconsciente personal, por utilizar una terminología
junguiana, deben ser, como primer paso, sacados a la luz y aceptados, asumiendo la
plena responsabilidad por la totalidad de uno mismo. Integración e individuación son las
palabras clave, lo que nos sitúa al nivel del self o sí mismo psicológico (el centauro de
Ken Wilber o el yo existencial de otros sistemas). A partir de este punto de verdad
personal – el ser auténtico – se construye, mediante el trabajo intensivo en uno mismo y
la práctica de una ética superior (no necesariamente convencional), la mercavá o
vehículo espiritual para acceder a las esferas transpersonales del propio ser, culminando
en la Chispa de Luz Divina que constituye el propio núcleo o raíz, y que es, en sí
misma, una parte de la Mente Divina.
Una última palabra sobre la magia, que es parte de la Cábala, y que ha sido y
sigue siendo tan mal comprendida. En esencia, la magia consiste en el uso activo del
simbolismo. Mediante éste damos cuerpo a energías espirituales que impactan sobre la
psique para causar cambios, generalmente en la propia conciencia. Y todo ello bajo el
control de la voluntad, que se pone al servicio de la Voluntad Superior o manifestación
externa de la propia Chispa Divina, el verdadero Mago. En ese sentido, la magia es una
técnica de desarrollo espiritual y ha sido usada extensivamente por todas las religiones,
ya que nada tiene tanto poder como los propios actos. Relegar la magia a la obtención
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de cosas materiales para el propio disfrute es rebajarla de nivel, lo mismo que si
consideramos la oración sólo como un medio de obtener favores de lo Divino, o la
meditación como una forma de relajarnos para sentirnos bien.
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CURSO DE CÁBALA
LA CÁBALA DE LA LUZ
Las tres grandes vías de aproximación a la Cábala son: estudio, interiorización y
acción. En realidad las tres convergen y no es posible desarrollar una sin apelar a las
demás.
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conciencia (como la astrología), etc. El diario personal es una herramienta básica
imprescindible.
- Llevar el Árbol de la Vida a la vida.
- Uso activo del simbolismo, principalmente mediante ritual (incluyendo los
rituales de la vida cotidiana), usando la magia ritual como una herramienta para la
educación y actualización de la verdadera voluntad.
- Trabajo ético, de esculpido anímico, en el sentido de que el hacer talla al ser.
La meta es la rectificación de la vasija (tikún). Al hablar de ética no nos referimos a
ningún código establecido que no haya pasado por el tamiz de la individuación. Es la
ética del corazón.
- Esencial el cultivar y mantener una actitud específica positiva. Pueden usarse
como guía los 10 principios enunciados en el último capítulo del libro El Camino del
Árbol de la Vida, que resumimos:
1. Tener siempre presente cuál es el objetivo fundamental en la vida, que no es otro que el
objetivo espiritual.
2. Soy el creador de mi mundo. He elegido libremente todas las condiciones de mi vida. En
consecuencia, es necesario asumir plenamente la responsabilidad por mí mismo y mis acciones. Es inútil
culpar a nada ni a nadie.
3. El objetivo espiritual se alcanza por la autorrealización personal (tikún personal) y por la
realización de la tarea específica (tikún olam). La autorrealización personal pasa por ser
verdaderamente uno mismo al nivel de Tiféret, lo cual implica necesariamente acción, es decir,
manifestación y proyección de ese self que somos, la expresión de las propias cualidades (briáticas) que
constituyen nuestra individualidad – única y específica – en la plena conciencia de nosotros mismos.
4. Es necesario comprender el valor pedagógico de las experiencias negativas y de las
situaciones difíciles por las que atravesamos. En todo lo que nos ocurre hay lecciones que aprender,
cualidades negativas a superar, teshuvá o rectificaciones que efectuar, expiaciones (para nosotros o para
los demás) que realizar. Nada sucede porque sí. No es sólo que todo tenga una causa, es que también tiene
una finalidad.
5. Siempre tenemos muchos caminos delante de nosotros. La norma infalible es la siguiente:
elegir el camino de la afinidad con el Creador, es decir, el deseo de dar.
6. Las emociones negativas son la puerta de entrada al satán (el Yetser HaRá, la propia mala
inclinación). La duda, el miedo, la culpa, la desesperación, la depresión, la tristeza, la cólera, etc., son los
instrumentos directos mediante los que nos controla nuestra mala inclinación. Sin alegría no hay Dios.
7. La espiritualidad no se alcanza por la realización de actos extraordinarios, sino por la
sublimación de lo cotidiano. La actitud a cultivar es el éxtasis ordinario, el vivir en un estado de
conexión constante.
8. Toda situación es dual por naturaleza: tiene una cara positiva y una cara negativa. La cara
positiva nos da placer. La cara negativa nos produce dolor. Es necesario concentrarse en el placer y no
en el dolor, la dificultad, o el esfuerzo.
9. La espiritualidad es lo opuesto de la inconsciencia. El camino es, pues, necesariamente la
conciencia, que empieza por el autoconocimiento. Para ello no hay otra puerta de entrada que la
honestidad con uno mismo.
10. La ley espiritual es la ley del esfuerzo. No existe tal cosa como un camino espiritual fácil. Si
es fácil no es verdadero. Como dice el Talmud: “¿Te esforzaste y encontraste? ¡Creételo! - ¿No te
esforzaste y encontraste? ¡No te lo creas!”
A pesar de todo, Guevurá (el rigor) es la 5ª sefirá. Antes viene Jésed (la misericordia, el perdón y
la gracia), que es la 4ª sefirá. Biná (la creación, la ley cósmica) es la 3ª sefirá. Antes viene Jojmá (la
sabiduría y la creatividad), que es la 2ª. Siempre hay un camino. Siempre hay esperanza. La 1ª sefirá es
Kéter (voluntad y unidad) que trasciende todos los opuestos.
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Lección primera: EL ÁRBOL DE LA VIDA
Pero este proceso no es ajeno al propio ser de Dios1, como algo exterior a Él,
sino que involucra de distintas formas su propia vida interna. Las Sefirot o esferas son,
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DIOS: Cada cual tendrá una idea diferente, según sus creencias, sobre el Fundamento último de la
Realidad, que llamamos Dios. Es, hasta cierto punto, indiferente cómo se entienda este concepto de Dios -
a qué se aplica exactamente - ya que todo el mundo sabe que es un velo, o un fondo, puesto delante de lo
incognoscible. De Dios se ha afirmado: Cualquier cosa que se diga que es, no es. A algunos les resultará
sugerente, sin duda, alguna imagen concreta como, por ejemplo, la imagen del gran polo positivo de la
batería cósmica, y considerar el mundo como energía (en el fondo todos esos términos son también
elementos lingüísticos). La energía no sería puramente física – esa sería su circunferencia exterior – sino
una energía viva, consciente, dadora y creadora (estamos empezando a construir otro modelo), a la que
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en su aspecto más exaltado, los arquetipos de manifestación de lo divino y se
convierten, así, en los núcleos o prototipos de todos los desarrollos posteriores. Es decir,
conformándose a Sí Mismo, Dios crea y da forma a todo lo que existe: el Cosmos y el
Hombre. Por eso decimos que el Árbol de la Vida es un símbolo omniabarcante.
Los números del 1 al 10, son las Sefirot, en singular Sefirá, que proviene de una
raíz hebrea que significa numeración, cuenta. Y también esfera.
Las Sefirot o esferas son, pues, los 10 números primordiales, los 10 arquetipos
esenciales de la mente divina (y por tanto, los diez estados básicos del ser). Una posible
formulación de los mismos sería:
1. Unidad. Voluntad. 2. Sabiduría aformal. Conciencia pura. 3. Inteligencia
activa. Conciencia/energía. 4. Fuerza expansiva. Amor. 5. Fuerza contractiva. Poder. 6.
Ser. Identidad. Self. 7. Autoexpresión. Manifestación. Arquetipos. 8. Recepción. Vasija.
Forma. 9. Organización orgánica. Potencia generativa, vital. 10. Completitud.
Realización final.
Los 22 canales están representados, en general por las 22 letras hebreas 2, como
expresión de la potencia creadora divina (“Y Dios dijo…”3) y expresan la articulación o
las relaciones de las esferas entre sí.
Reciben el nombre de canales, porque a través de ellos se vierte la influencia de
las esferas; y también son senderos, en el sentido de que, en el trabajo práctico, la
conciencia asciende o desciende, se mueve a través de ellos, para acceder a una u otra
Sefirá.
En general a estos 32 elementos se ligan una serie de significados o
correspondencias, como si se tratara de las distintas facetas de un cristal tallado. Por
ejemplo4: Nombres Divinos; ciclos temporales (meses, días, estaciones del año); las
direcciones del espacio; signos del zodíaco, planetas, elementos; las partes del cuerpo;
el ser interno del hombre; su psicología; elementos de mitología egipcia, griega,
babilónica; letras hebreas; cartas del Tarot, etc.
Sobre el Árbol, se ponen sistemas místicos, visionarios, extáticos,
contemplativos; características psicológicas, teorías del desarrollo personal; estados de
conciencia; datos científicos modernos; sistemas mágicos con sus correspondencias de
sonidos, color, olores, perfumes, cristales, joyas, etc.
los antiguos llamaban Luz, entre otras cosas por su carácter intelectivo. De ella derivarían todas las
energías particulares, ya sean espirituales, mentales o físicas, en un continuo que rompe sus simetrías y
diferencia sus elementos (metáfora de la Gran Explosión). No podemos evadirnos de usar imágenes y, al
menos, éstas se expresan en términos de uso corriente hoy.
Lo que parece lógico es que todas las propiedades de lo generado deben dimanar de algo
equivalente en el emanador – aunque en otro orden de magnitud mucho más exaltado, y eso porque la
mente no puede pensar más que en un número finito de categorías – lo que justifica los antropomorfismos
a veces usados: cuerpo, mente, palabra, pensamiento de Dios. Y el camino lógico, de nuevo, es el que
invierte los términos: no es que el ser humano, que es pensante, atribuya mediante una proyección
primitiva esta característica de pensamiento a un ser superior (el cual sería asimismo una proyección de
su propio ser). Es más bien que el pensamiento humano es una contracción (un tsimtsum, en lenguaje
cabalístico) de la propiedad equivalente divina. Y así sucesivamente.
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De momento, este aspecto no se considera.
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Esta es la expresión creadora que aparece en el Génesis.
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Todas ellas se irán desarrollando a lo largo del curso.
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1. Kéter.
Corona.
Unidad
omniabarcante.
Realidad última
Luz infinita. Vida
incondicionada.
3. Biná. Sí mismo divino. 2. Jojmá.
Entendimiento. Sabiduría.
Gran madre. El Padre.
Energía espiritual Energía espiritual positiva.
negativa. Arquetipos cósmicos.
Ley cósmica. Conciencia pura.
Inteligencia activa.
Teshuvá (Retorno) Daát.
Conocimiento.
Experiencia. Síntesis.
Puerta entre los mundos
Sí mismo transpersonal
6.Tiféret
Belleza. Armonía.
Sí mismo personal.
Ser. Verdadero Yo
Integración.
Intuición.
8. Hod. 7. Nétsaj.
Gloria. Victoria.
Pensamiento. Sentimiento.
Comunicación. Emociones.
Voluntad. Naturaleza.
9. Yesod.
Fundamento.
Ego. Persona/sombra
Personalidad. Imaginación.
Instinto.
10. Maljút.
Reino.
Cuerpo.
Sentidos.
Mundo físico.
ÁRBOL DE LA VIDA
con los nombres de las Sefirot (negrita) y algunos significados básicos.
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También cosmología esotérica; los datos del cuerpo sutil, como chakras o
centros sicofísicos; los cielos; los palacios celestiales; los estados de después de la
muerte, etc.
Se obtiene así una gran organización de la conciencia, y no estamos hablando
sólo a nivel intelectual. La conciencia se puede expresar mediante el pensamiento, pero
también mediante la emoción, mediante cualquier tipo de experiencia interna.
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ESTUDIO PANORÁMICO DE LAS SEFIROT
En este apartado se describe cada una de las Sefirot (los Senderos se estudian en
otro nivel). Vamos a dar una representación de los principales conceptos asociados,
dando palabras clave de cada una de las esferas. Empezando de abajo arriba, nos
moveremos de lo conocido a lo desconocido.
Es necesario aprenderse en hebreo el nombre de cada una de las esferas. Hay que
partir de la base que el hebreo es un idioma sagrado, posiblemente uno de los cuatro
fundamentales idiomas sagrados de la humanidad, como son el chino, el sánscrito y el
egipcio.
Entonces las palabras expresadas en hebreo son palabras de poder, y lo que
quiere decir “palabra de poder” es que tiene conexión y canalización. No vamos a usar
todavía la escritura de los nombres en letras hebreas – esto será posterior – pero sí
aprender a pronunciar los nombres transliterados al lenguaje castellano.
Maljút es materia, pero no materia sólo en su aspecto más denso, sino también
en su aspecto sutil, el llamado plano etérico. Es materia más el alma de la tierra, su
aspecto psíquico, el aura de las cosas.
Hay que tener en cuenta que la Luz (la Luz infinita, la sustancia de la Creación)
se halla en Maljút en un estado de máxima ocultación, muy contraída, por así decir.
Pero eso no significa que la luz no esté presente; esa contracción es sólo desde el punto
de vista de nuestra conciencia.
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El proceso de generación de las mismas se ve en la lección sobre el Rayo Relampagueante.
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A nosotros el plano material nos aparece como sólido, impenetrable, pero
sabemos que la materia es un 99’98...% vacío. Igualmente, desde el punto de vista
interno, Maljút está totalmente llena de Luz, rebosante de Luz, aunque nosotros en
nuestro estado actual no seamos capaces de percibirlo.
Por eso simbólicamente es la Hija, la Esposa, la Reina, la Sejiná, (que significa
la presencia divina, el aspecto femenino de Dios, que se halla en exilio con las
criaturas).
El estado en el que la materia será totalmente transparente a la Luz es llamado el
Reino de Dios y, como la evolución más avanzada sobre el planeta Tierra, es tarea del
ser humano, el trabajar por su consecución. Es responsabilidad suya el instaurar sobre la
Tierra este Reino en armonía con el propio ser del planeta.
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Una fuente puede ser objetiva y nosotros la captamos mediante nuestro
subconsciente, pero en Yesod, que es el espejo de la mente, aparece con una forma
condicionada en parte por nuestra propia composición, pero también por todo el acervo
cultural, por todo el condicionamiento cultural que hemos recibido. Imaginemos una
fuerza: quizá nosotros la captamos como un ángel y este ángel tiene una túnica blanca y
alas, etc., pero a lo mejor un budista tibetano la procesa como una dakini;
evidentemente la fuerza es objetiva, pero las imágenes concretas son subjetivas, en el
sentido de que están condicionadas. Están culturalmente condicionadas.
Este espejo de la mente se torna claro cuando esta en contacto con Tiféret, la
sexta sefirá, justo encima de Yesod en el Árbol de la Vida. Yesod es la esfera de la
Luna, Tiféret es la es esfera del Sol. A la luz de Tiféret el significado de las imágenes se
aclara.
El ser humano es como la Luna, que tiene una parte que nos muestra, una cara
luminosa, pero también tiene siempre una cara oculta.
En el ser humano la personalidad se halla dividida en mente consciente y mente
subconsciente. Por supuesto la mente subconsciente es la base o el fundamento de la
personalidad. Y la mente consciente en el estado natural, en el estado corriente del ser
humano, no representa a la totalidad de su ser. Está regida por el ego, por el yo. Que es
una imagen que el individuo tiene de sí mismo en la que ha cristalizado todas sus
experiencias anteriores, pero que también ha construido a base de lo que otros le han
dicho lo que es, o a base de lo que otros le han dicho que tenía que ser. El individuo en
su ego incorpora también, cuando su biografía le ha permitido hacerlo, el resultado de
sus experiencias positivas y la presión de sus impulsos internos, de su alma, de lo que él
se siente llamado a hacer el la vida.
Pero en general, la autoimagen es una imagen parcial con la que uno se
identifica y a la que llama su yo. Éste soy “yo”, el yo de mi nombre, de mis apellidos.
Así pues, tenemos por una parte la mente consciente centrada en el ego, y los arquetipos
inconscientes que operan como subpersonalidades y que aparecen a veces en los sueños
como personalidades autónomas. En estas subpersonalidades están incorporadas
nuestras experiencias traumáticas y, en general, lo que rechazamos de nosotros mismos.
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8ª Sefirá: HOD. GLORIA. ESPLENDOR
Y en tanto que las fuerzas de la razón fluyen en esta sefirá, Hod es también la
esfera de la voluntad personal, en el sentido de la mente aplicada a la consecución de
objetivos, lo que podríamos llamar mente estratégico – teleológica.
En realidad, las esferas que se hallan en los lados del Árbol de la Vida, en lo que
después conoceremos como pilares laterales, forman pares complementarios, con lo que
es difícil estudiarlas por separado.
Así ocurre con Hod y Nétsaj (la 7ª sefirá). Si Hod es intelecto, Nétsaj es
sentimiento, emoción. Si Hod es la polaridad forma del plano astral, Nétsaj es la
polaridad fuerza. La energía brota de Nétsaj y toma forma mental en Hod, donde es
racionalizada. La energía emotiva e impulsiva de Nétsaj adquiere dirección en Hod, en
donde se delinean los fines y las estrategias de consecución. Por eso decimos que Hod
es la esfera de la voluntad. La voluntad está vacía sin una energía que la alimente en
forma de motivación, etc. Por eso decimos que de Nétsaj es la Victoria (significado de
la palabra). Entonces Hod, que da forma a los impulsos de Nétsaj, es la Gloria.
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7ª Sefirá: NÉTSAJ. VICTORIA.
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Entonces si Hod es la esfera del rayo hermético (conocimiento concreto, magia
ritual), Nétsaj es la esfera del llamado rayo celta, de la magia natural.
Por encima de Nétsaj las esencias sólo se pueden percibir por iluminación
abstracta, por intuición. Por debajo empieza el dominio de las fuerzas y de las formas
astrales que se perciben por la emoción y la clarividencia.
Tiféret es un punto focal del Árbol. En ella tiene lugar una transmutación.
Cuando se llega a Tiféret la mente cambia de marcha, por así decir. Hay que tener en
cuenta que, según se van trabajando las esferas inferiores del Árbol – las esferas de la
personalidad – se van energizando todas las partes de uno mismo, conscientes y
subconscientes; se va tomando conciencia de nuestra parte oscura, de nuestra parte
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rechazada, que no es necesariamente negativa6. Todo ello crea una presión, una tensión
interna. Entonces el individuo avanza, pero renqueando, como si fuera un coche en el
que por una parte se aprieta el acelerador, y por otra lleva puesta una marcha demasiado
corta. De repente se mete una marcha larga y ese es el paso a Tiféret, lo que hemos
llamado el cambio de marcha. El coche adquiere velocidad, la conducción es fluida, el
individuo se suelta, se mueve con libertad, se siente ser él mismo.
Tiféret es un punto focal, porque por debajo están los planos de la conciencia
personal y por encima los planos de la experiencia transpersonal. Pero es imposible
llegar a esa conciencia transpersonal – otro nombre de la conciencia mística – sin pasar
por la puerta de uno mismo. Por eso conócete a ti mismo sigue siendo la máxima
fundamental: “Conócete a ti mismo” como decía el oráculo de Delfos, “y conocerás el
Universo y a los dioses”.
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Tiféret, la esfera solar, es al mismo tiempo el lugar de los dioses sacrificados.
Esta sefirá se expresa mediante tres arquetipos fundamentales:
- El arquetipo del niño que alude al despertar, al despertar a uno mismo, con lo
que se nace a un mundo nuevo.
- El arquetipo del rey, cuando esa experiencia se ha consolidado y entonces
como el sol, uno se convierte en el centro de su propio sistema solar. Es el aspecto de
autorrealización. Por eso Tiféret, que por una parte es el punto máximo al que llegan las
religiones exotéricas, es también el objetivo de las psicologías humanísticas que se
basan en la realización personal, en la expresión del propio self.
- El Dios sacrificado, que siempre muere por el pueblo, expresando el aspecto
compasivo y redentor de Tiféret.
Otros nombres e imágenes de la esfera son: El Rey, El Hijo, El Redentor,
Jesucristo, Dionisos, Apolo, Adonis, Osiris, El Iluminador. El sacrificado, en suma.
Sin embargo, no hay que concebir a Tiféret como un estado que se alcanza de
una vez por todas. Como el niño que nace, la experiencia tiferética es al principio débil:
se puede llegar a Tiféret y volver a perderlo. En fin, subir y bajar.
Es decir, no basta con llegar a Tiféret. Hay que consolidar ese estado y aprender
a permanecer en él. Y para eso se necesitan las fuerzas de las dos sefirot siguientes, que
también, por ser sefirot de los pilares laterales, están polarizadas: Guevurá y Jésed.
Guevurá es la esfera del poder, del poder absoluto. Otros nombres de la sefirá
son: Din (el juicio) o Pájad (el temor)
Es la esfera de la contracción, de la limitación, mientras que su opuesto o
complementario, Jésed, la cuarta sefirá, es la esfera de la energía expansiva. Es decir, el
poder de Guevurá se adquiere por la limitación, por la definición precisa de los límites.
Un ejemplo clásico es el de la máquina de vapor: podemos hervir agua en una
caldera abierta. El vapor se escapa, se difunde y no realiza ningún trabajo. Pero si
cerramos la caldera, si hacemos canalizar todo el vapor por unos conductos definidos,
entonces se genera una energía dinámica, cinética, que es capaz de producir un trabajo,
mover una maquina, por ejemplo. Así pues, las leyes de la limitación, la concentración
y la resistencia, son las leyes de la generación y del uso consciente de poder.
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Guevurá es una esfera de batalla, y la batalla que hemos de desarrollar y vencer
es la batalla por nuestro propio ser. Es decir, necesitamos aprender a decir no,
necesitamos aprender a separarnos de todo aquello que no nos hace crecer, que no nos
desarrolla. Para eso necesitamos la discriminación, el juicio, la disciplina y el rigor.
En general, Jésed, nos trae las experiencias positivas, todas aquellas experiencias
expansivas, que nos resultan agradables, en las que parece que la vida nos sonríe, y
Guevurá nos trae las experiencias difíciles, problemáticas, traumáticas, las experiencias
que ponen a prueba nuestros límites para que realmente vayamos mas allá de nosotros
mismos. Ambas fuerzas son necesarias: sin una medida de Guevurá caeríamos en la
autocomplacencia y autoindulgencia. No haríamos nunca el esfuerzo por crecer, por
desarrollarnos. Ahora bien, no podemos subsistir sólo en el rigor, sin una medida de
Gracia. Caeríamos en la desesperación. Nos angostaríamos como una planta en el
desierto.
Por todo ello, el deseo de dar es la fuerza que nos conecta con las energías
espirituales de Jésed, desarrollando la afinidad con el Creador basada en la similitud de
fase vibratoria.
En Guevurá tenemos el deseo de recibir, la polaridad pasiva de la psique, la
libido, por así decir, que se manifiesta como deseo, porque sólo se puede desear lo que
no se tiene y hemos dicho que Guevurá es la esfera donde se nos ponen los límites.
Jésed es por el contrario la polaridad positiva de la psique, la libido positiva, la
fuerza que nos impulsa a abrirnos, que nos hace crecer, que nos expande, que nos trae
las experiencias positivas que necesitamos para desarrollarnos y alcanzar nuestro
objetivo de plenitud. La lección de Jésed es la transmutación del deseo de recibir en
deseo de dar.
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Jésed es la esfera de la generosidad. El amor de Jésed está por encima de la
necesidad, del juicio riguroso de Guevurá, de la aplicación estricta de la ley de acción y
reacción. La Gracia está por encima del Rigor y, por un acto de Bondad, nuestro karma
negativo es neutralizado.
Ahora bien, como hemos dicho, ambas polaridades – Jésed y Guevurá – son
necesarias. Las energías de Jésed, tremendamente expansivas, no crearían nada, se
difundirían, si no estuvieran encerradas en los límites de Guevurá. El mundo no
subsistiría si sólo hubiera rigor, pero tampoco con sólo misericordia. Sin embargo,
tiende hacia ésta última. Jésed y Guevurá se equilibran en Tiféret, uno de cuyos
nombres es Compasión – Rajamim, en hebreo –.
Tiferet es el equilibrio entre ambas esferas –expansión y contracción – tanto
desde un punto de vista moral como funcional. Los impulsos de Jésed y los límites de
Guevurá construyen nuestra identidad en Tiféret. Y el crecimiento de nuestra
individualidad tiferética – nuestro desarrollo anímico – necesita tanto nuestro poder
personal guevúrico como nuestra capacidad de amor jesédica.
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Por encima de Jésed hay como una fractura en el Árbol de la Vida: las tres
sefirot superiores están separadas de las siete inferiores por lo que se llama el Abismo,
el abismo que separa la conciencia divina de la conciencia humana.
Como dice el segundo versículo del primer capítulo del Génesis:
“La oscuridad sobre la faz del abismo y el espíritu de Dios se movía sobre la
superficie de las aguas”
¿Por qué es necesario el abismo?
Porque si la Luz de Dios, la Luz Infinita – anterior a la luz de la Creación
propiamente dicha – no se contrajera, y creara por así decir un vacío dentro de sí misma,
nada podría existir como otro, como diferente de la Deidad, ya que todo en esencia es
uno y lo mismo.
Por eso se dice que la luz se retira, se retira desde el punto de vista de nuestra
conciencia, no que esté retirada de hecho. Sobre este punto se hablará en laz lección
sobre el Rayo Relampagueante.
En medio del abismo, sin embargo, hay un estado potencial que se suele dibujar
mediante una línea de puntos como una esfera, como una sefirá adicional invisible, y
que recibe el nombre de Daát.
DAÁT. CONOCIMIENTO.
Por otra parte, visto desde arriba, Daát es también la síntesis de las tres sefirot
supremas, Kéter, Jojmá y Biná. Éstas, en realidad, están siempre unidas, actuando al
unísono, y son captadas por la mente inferior a través de Daát. Es sólo desde nuestra
perspectiva limitada y por motivos pedagógicos que nosotros las estudiamos como
separadas en tres esferas diferentes.
Al cruzar Daát damos el salto a lo cósmico. Por encima del abismo está la
tercera esfera.
26
3ª Sefirá: BINÁ. ENTENDIMIENTO, INTELIGENCIA.
27
2ª sefirá: JOJMÁ. SABIDURÍA.
28
por eso nada manchado penetra en ella. Es una irradiación de la luz eterna, espejo terso
de la energía de Dios, e imagen de su bondad. Y siendo una, todo lo puede;
permaneciendo en sí, todo lo renueva, y trasladándose en cada generación a las almas
santas, prepara amigos de Dios y profetas, pues nada ama más Dios que al que habita
con sabiduría. Pues esa es más hermosa que el Sol, y supera toda constelación.
Comparada con la luz es más brillante que ella, porque a ésta le sucede la noche, pero a
la sabiduría no le vence la maldad”
Una corona es algo que se lleva sobre la cabeza pero que no pertenece
propiamente a ella. Así ocurre con la primera sefirá: corona la realidad – de hecho la
contiene – y al mismo tiempo está más allá de ella.
Kéter presenta, así, una doble cara. Por una parte mira hacia el no ser: es la cara
que mira hacia la inmanifestación, hacia el verdadero ser de Dios, hacia su esencia. Por
otra mira hacia el ser, hacia la manifestación y se muestra como su perfección absoluta.
Por eso a veces Kéter es también llamado AIN, que significa la nada, pero es una
nada desde el punto de vista del ser, ya que está más allá del ser. Es el vacío tal como lo
concibe la física moderna, como el máximo de energía potencial. Es el no ser infinito,
luminoso, radiante, el no ser afirmativo, carente de límites y condiciones.
Por otro lado es un eterno fluir inmóvil, la fuente de la manifestación. Hemos
dicho que la esencia de la manifestación es el eterno darse de Dios a sí mismo. Kéter es
ese estado de superabundancia desbordante que es el Sumo Bien, en el que todos los
mundos han sido, son y serán, sin disminuirle en modo alguno.
29
anciano de los ancianos, el anciano de los días, el anciano santo, el oculto de los
ocultos, la cabeza, la cabeza que no es, la existencia de las existencias, el nombre “yo
soy el que soy”, el yo absoluto, la identidad suprema.
1. Kéter: Corona.
Vida incondicionada.
Realidad última.
Doble vía de aproximación:
afirmación superlativa (posee
toda cualidad en grado infinito de
perfección) y negación de toda
cualidad (cualquier cosa que
digamos no es).
El Ayin – la Nada (desde el punto
de vista del ser). El Vacío de
máxima energía potencial.
No Ser infinito, luminoso y
radiante. No ser afirmativo,
carente de límites y condiciones.
Eterno e inmóvil salir de sí para
darse a sí mismo. Vida
incondicionada, perfección
absoluta, sumo bien, en el que
todos los mundos han sido, son y
serán, sin disminuirle en modo
alguno.
Unidad. El Uno y el Único.
Simplicidad extrema, reposa en la
seidad absoluta de su conciencia
perfecta en calma y beatitud
completas.
Sí Mismo Absoluto, totalidad
indivisible, equilibrio perfecto,
punto de quietud, centro de todos
los centros. Todas las cosas
penden de él y él no pende de
ninguna.
El Anciano de los Días. El Rostro
Inmenso.
30
3. Biná: Entendimiento. 2. Jojmá: Sabiduría
Inteligencia activa. Conciencia pura.
Gran Madre cósmica. Padre cósmico. Idea semilla.
Entendimiento omniabarcante: El Rayo de inspiración.
concebir, dar a luz y mantener Cambio creativo. En Biná no se
providentemente a todos los pueden cambiar las cosas – opera
mundos creados. Madre de la la Ley Cósmica – . En Jojmá se
forma. Las fuerzas de la creación. sabe cómo cambiar las cosas –
Por otra parte, el entendimiento estado precreativo – .
es de naturaleza cognoscitiva: en Energía pura. Polo positivo de la
Dios no hay separación entre creación.
pensamiento y acto. Energía espiritual (premental)
Biná es la inteligencia subyacente positiva: nous.
a todo. Pensamiento divino. Todas las
Biná es el aspecto pasivo, cosas se hallan fundidas como en
puramente receptivo y por tanto una omnisciencia u
vacío del intelecto divino: el omniconciencia luminosa y
fondo oscuro que posibilita la transparente, participando como
visión, el silencio que permite oír ideas vivientes de la propia
el sonido, el espacio/tiempo que esencia divina, en un estado
sustenta el despliegue cósmico. atemporal de plenitud y éxtasis.
Energía espiritual (premental) Reshit (Principio). Bereshit (En el
negativa: Logos. principio), es decir, mediante la
Es el principio de la separación Sabiduría.
(Bein), aunque no hay separación La creación de la Nada: el paso
en ella. Es la unidad en la de la Nada (Ayin) al Ser (Yesh).
3. multiplicidad. La totalidad en 2. El temor de Dios es el
la unidad. principio de la Sabiduría. Yirá
Punto de partida y punto de =Temor. Permutación Reí:
llegada del circuito cósmico. El Espejo. El temor de Dios es el
Tikún (la rectificación). La anonadamiento (Bitul), la
Teshuvá (el retorno). La transcendencia del ego.
Redención final. El Jubileo. La Sabiduría es el don de dios
Es la Tierra que mana leche y dado al hombre. Ver Libro de la
miel, la Jerusalem celeste, el Sabiduría (Salomón) 7: 22-30
Mundo Futuro.
Daát: Conocimiento.
Integración de la experiencia.
Daát es el conocimiento de la
experiencia.
En medio del Abismo (Tejóm)
entre la conciencia divina y
humana.
La puerta entre los mundos.
Síntesis de las tres esferas
superiores. No tiene número;
cuenta como Kéter en la
manifestación (Diez y no nueve;
diez y no once).
Rúaj HaKódesh: Espíritu Santo.
El niño malogrado de Biná.
Donde estaba Tiféret/Maljút antes
de la Caída.
Yo sutil. Sí mismo transpersonal.
Círculo de la Neshamá. Rueda de
las reencarnaciones.
5. Guevurá: Fuerza. 4. Jésed: Misericordia.
Poder absoluto. Amor omniabarcante.
Otros nombres: Din (Juicio), Efusión de la Energía Divina,
Pájad (Temor). expansiva y constructiva.
31
Discriminación y limitación Ser = Bien.
universales. Tov (Bien). “Y vió Dios...” La
Precisión. Luz del primer día, expresión del
Ley de la limitación. La pensamiento divino creativo:
concentración y la resistencia son manifestar la propia bondad
las leyes de la generación y uso divina.
consciente del poder. El acto de donación constante de
Emanación discontinua o Juicio Dios: misericordia, inmanencia
de Dios. divina, el mundo conteniendo a
Verdad. Negación de la negación. Dios, presencia que es Amor
Operación de la ley cósmica. (Ahavá) la fuerza de la Unidad
Aseveración, juicio, aplicación de (Ejad).
la justicia. Acción y reacción. Lección de Jesed: la trnsmutación
“Deseo de recibir”. del deseo d recibir en deseo de
Energía psíquica (líbido) dar.
negativa. Energía psíquica (líbido) positiva.
Disciplina, lucha contra el deseo Autoridad. Grandeza (Guedulá).
de recibir sólo para uno mismo. Perdón. La misericordia está por
Experiencias difíciles que ponen encima del rigor.
a prueba nuestros límites. Abraham.
Sufrimiento.
Isaac.
6. Tiféret: Belleza.
Puro gozo de ser.
Punto clave del Arbol y su equilibrio.
Armonía y proporción. Entre lo
Uno y lo múltiple.
Centro. La puerta que permite la
manifestación de la esencia ideal
– 6. espiritual que hace a cada
cosa ser lo que es.
En Tiféret las cosas simplemente
son. E irradian Belleza.
Iluminación.
Conócete a ti mismo. Self (Sí
mismo). El ego ordinario tiene su
núcleo arquetípico en el self.
El self es: todo lo demás es
circunstancial. Centro inmóvil en
medio de las condiciones.
Sacrificio.
Compasión (Rajamím)
Esfera del Rúaj. Cielos. Solape
Rúaj/Néfesh. Solape
Rúaj/Neshamá.
Jacob/Israel. Adam.
8. Hod: Gloria. 7. Nétsaj: Victoria.
Esplendor radiante. Afirmación de la unidad.
Multiplicidad de formas. Polaridad fuerza de la psique.
Esfera de la mente concreta, del La luz astral.
intelecto. La luz de Tiféret difractándose en
Relaciones, comunicación, los siete colores del prisma.
lenguaje. Vibración. Danza, música, color.
Voluntad personal. Razón Sentimientos, emociones.
estratégico-teleológica. Sintonía. Percepción directa.
Racionalización del “deseo de Autoexpresión.
recibir”. Fuerzas de la naturaleza. Poderes
La Gloria de Hod: el esplendor de astrales.
la sabiduría aformal cuando brilla Fuerzas arquetípicas. Eternidad.
a través de las formas. De Nétsaj – emociones – es la
32
Intelecto humano, reflectante y Victoria. Entonces, Hod las
creador: Adam dando nombre. racionaliza y es su Gloria.
Nombre: estructuración de la Moisés.
conciencia.
Nombres sagrados, mantras,
palabras de poder.
Aarón.
9. Yesod: Fundamento.
Potencia generativa.
Receptáculo de todas las
emanaciones.
Planos astrales causales respecto
de lo físico: entramado de
tensiones, andamiaje.
Imaginación creativa.
Imágenes, sueños, lo psíquico.
Espejo de la mente: se torna claro
cuando se está en contacto con
Tiféret, el verdadero Yo.
Ego. Persona/sombra.
Subpersonalidades.
Fundamento de la vida: Instinto.
Autoregulación organísmica.
Vilón: el velo.
Consciente/subsconsciente. Cara
oscura o limitada de Yesod:
Levaná o Luna. Cara luminosa o
radiante (espejo transparente):
Sapir, zafiro.
Tsadik (el Justo). “El justo es el
fundamento del mundo”.
José. Noé.
10. Maljút:
Presencia viva y actual
Plano físico. Cuerpo, sentidos,
cerebro y sistema nervioso.
Incluye parte etérica: energías
sutiles.
Luz en estado de máxima
ocultación, muy contraída.
Fase vasija. Resistencia,
inercia.
Reino de Dios. Completitud.
Creación terminada.
Shejiná. Shabat. Cuerpo
realizado.
Exilio. Aprender lecciones.
Realizar el tikún.
Rey David. Javá (Eva). Raquel..
33
MEDITACIÓN DEL HEXAGRAMA
El hexagrama briático.
34
El hexagrama yetsirático.
35
MEDITACIÓN I (guiada)
Nos visualizamos entonces arriba de una escalera que aparece ante nosotros de
una forma natural: Tiene 10 peldaños y desciende hacia las profundidades, hacia el
interior de nosotros mismos. Y nosotros vamos a ir bajando lentamente, peldaño a
peldaño, siguiendo la cuenta. Lo hacemos:
10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1…Y ante nosotros aparecen las puertas de la
imaginación, que cada uno verá de una forma particular. Las abrimos con un suave
movimiento de manos, y cruzamos:”
Y nos visualizamos caminando por una playa desierta7: estamos descalzos, y
sentimos la calidez de la arena en las plantas de nuestros pies; sentimos su tacto suave,
almohadillado; percibimos cómo nuestros pies se hunden ligeramente en estas arenas
suavemente calentadas por el sol.
Una suave brisa marina nos refresca la piel; oímos el canto de los pájaros; oímos
el murmullo de las pequeñas olas rompiendo suavemente contra la arena.
Vemos las cintas de espuma blanca; vemos el color azul del mar, con todas sus
tonalidades; la línea del horizonte, el azul del cielo: azul sobre azul.
Y gozamos de una sensación de gran armonía, de unificación con la naturaleza
que nos rodea.
Miramos hacia el interior, contemplamos algunas rocas, la vegetación, algunas
flores, vemos sus colores, vemos alguna gaviota que pasa por el cielo.
Entonces observamos frente a nosotros que se está formando poco a poco una
gran estrella de 6 puntas de luz amarilla, y que toda la escena a su alrededor ha
adquirido como una nueva dimensión, más profunda, más mágica; que las cosas, las
plantas, las rocas, la arena, se perciben como más intensas
7
La persona podrá cambiar la escenografía a su gusto. Habrá quien prefiera visualizarse en el claro
bosque, en lo alto de una montaña, etc.
36
mente, de nuestras emociones… implicado y no implicado al mismo tiempo…
pudiéndonos ver a nosotros mismos con objetividad, con desapego…
Y sentimos cómo la luz del hexagrama – una luz viva, dorada, resplandeciente…
una luz solar – cómo se desborda hacia adentro… y cómo va penetrando en nosotros a
través de todos los poros de nuestro cuerpo…
Sentimos cómo la luz nos va bañando interiormente, iluminándonos,
transformándonos… eliminando toda la negatividad… trayendo curación a nuestros
órganos… trayendo curación a nuestros conflictos - integración, equilibrio, armonía -…
hasta que nos sentimos totalmente llenos de esa luz, de esa luz de Tiferet, que penetra en
todas nuestras células, en nuestros huesos hasta la médula, construyendo además
nuestro sistema inmunológico, dotándonos de defensas contra todas las agresiones
nocivas, internas y externas.
Estamos así durante unos minutos, en la calma, en la serenidad de ser
simplemente, sin querer nada, sin analizar, experimentado la maravilla del ser, de la
existencia…* 8
Y esa luz particularmente se focaliza y se centra en nuestro corazón, que es el
centro tiferético, y desde allí va ha empezar a irradiar hacia fuera, porque no podemos
recibir luz sin compartirla, sin darla otra vez.
Sentimos que empezamos a irradiar luz a nuestro entorno… estamos en el centro
de una estrella resplandeciente, que está irradiando luz solar a nuestro entorno próximo,
(a todas las personas que estamos aquí, en esta sala, en este templo), y se va creando un
aura de luz que se va expandiendo cada vez más.
Y vamos a compartir esta luz con nuestros seres más queridos, más cercanos; les
abrazamos en la luz, y les llenamos también de ella; y a nuestros familiares, a nuestros
amigos… todos unidos en esta luz radiante, gozosa, luminosa, viva… a nuestros
compañeros, a las personas de cualquier faceta de nuestra vida que compartan algo con
nosotros.
Irradiamos esta luz también a todas las personas que de alguna manera
consideramos enemistados con nosotros - nuestros enemigos -, y permitimos que esta
luz nos una y disuelva las diferencias; perdonamos porque también somos perdonados:
en la luz comprendemos, somos capaces de ponernos en el lugar de otras personas, de
tener empatía con ellas, de sentir lo que sienten ellas como seres que son, individuales,
independientemente de nuestras expectativas, o de nuestras proyecciones.
Seguimos irradiando la luz a todos los habitantes de esta población, a todos los
habitantes de la región, del país, de toda la tierra: que alcance especialmente a todas las
personas que sufren… que sufren por hambre…que sufren por guerras, violencia,
persecución, enfermedades; vamos a irradiar paz, cordura; que esta energía de violencia
y de explotación se transforme en energía de solidaridad, de comprensión, de tolerancia.
Y vamos a irradiar esta luz a todos los seres de la tierra - de nuestra maltratada
tierra - de los distintos reinos: animal, vegetal, mineral, elementales, y a todos los
habitantes del cosmos.
37
Nos sentimos plenamente en la playa, nos volvemos hacia el mar.
Caminamos por la arena de nuevo, volvemos a sentir el tacto cálido en los pies,
y la brisa en todo el cuerpo.
Oímos el canto de los pájaros, el murmullo de las olas; vemos el color azul del
mar, del cielo; contemplamos las rocas, la vegetación.
Vamos así poco a poco caminando, tranquila y relajadamente, hasta que nos
encontramos de nuevo con las puertas de la imaginación, que cruzamos en sentido
inverso.
Cerramos tal como las abrimos antes.
Las cerramos ahora.
Respiramos profundamente.
Y vamos a ascender por la escalera que nos va a llevar de vuelta a nuestro estado
habitual de conciencia, lentamente, siguiendo la cuenta:
1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10… ya estamos arriba de nuevo.
Nos centramos en el aquí y el ahora, plenamente de vuelta; hacemos varias
respiraciones profundas; movemos ligeramente los dedos de las manos y los pies;
frotamos las palmas de las manos para generar calor; cabeceamos suavemente; nos
desperezamos; y cuando queramos podemos abrir los ojos.
Fin de la meditación
38
Hexagrama Sefirá Color Cualidades
Plenitud de ser, sentido de nuestra vida, propósito,
Daát (3 aceptación, sensación de identidad y al mismo
Punta superior Índigo tiempo integración en totalidades cada vez más
Supremos) amplias.
Punta superior Amor, alegría de vivir, optimismo, energía
Jésed Azul expansiva, crecimiento.
derecha
Punta superior Defensa, autocontrol, definición de límites, juicio,
Guevurá Rojo dinamismo, voluntad en acción
izquierda
Equilibrio, autoestima, empatía, serenidad, salud,
Centro Tiféret Amarillo armonía, completitud.
Punta inferior Autoexpresión emocional, vitalismo, afecto, amar
Nétsaj Verde y ser amado, belleza estética, naturaleza.
derecha
Punta inferior Estimulación, alerta mental, claridad mental,
Hod Naranja curiosidad, aprender, comunicar.
izquierda
Vitalidad, creatividad, psiquismo, conciencia de
Punta inferior Yesod Púrpura/violeta otras dimensiones, confianza, fluir con la vida,
sensibilidad, cuerpo sutil.
MEDITACIÓN III
39
MEDITACIÓN DEL HEXAGRAMA IV (El Yo Superior):
40
Lección 2: Las letras hebreas, los elementos de la Creación.
Teoría y práctica.
(Génesis 1:1)
←
haárets veet hashamaim et Elohim bará Bereshit
la tierra y-( ) los cielos () Dios creó En el principio
41
La correspondencia primaria de cada sendero del Árbol de la Vida es la letra
hebrea, que expresa su esencia. Hay 22 consonantes y hay 22 senderos en relación
directa uno a uno.
42
Vws }y)
Infinito
1.
rtk
Kéter
Corona
11
12 Alef
3. Bet 13 2.
hnyb hmkx
Biná 14 Dalet
Jojmá
Entendimiento Sabiduría
Guimel
17 15
Zayin T(d He
18 Daát 16
Jet Conocimiento Vav
5. 4.
19 Tet
dsx
Jésed
hrwbg Misericordia
22
6. 20 Yod
Guevurá Lamed
tr)pt
23 Mem 21 Kaf
Fuerza Tiféret
Belleza
24 Nun
8. 7.
26 Ayin
dwh 25 Sámej xcn
27 Pé
Hod Nétsaj
Gloria Victoria
30 9. 28 Tsadi
Resh dwsy
Yesod
Fundamento 29 Kof
Shin 31
32 Tav
10.
twklm
Maljút
Reino
43
¿Qué es una letra?
44
En las siguientes tablas se da una información general sobre las letras, sus
significados y valores numéricos, así como el sendero del Árbol de la Vida que le
corresponde a cada una. Reiteramos que un estudio en profundidad se da en otros
niveles del presente curso.
Nº de
orden
(no Nombre de Una forma
Letra (mayúscula)
confundir la letra simplificada
con valor
numérico)
1 Álef
à
2 Bet
á
3 Guímel
â
4 Dálet
ã
45
5 He
ä
6 Vav
å
7 Záyin
æ
8 Jet
ç
9 Tet
è
10 Yod
é
) ëê
Kaf
11* (Kaf
final)
(
46
12 Lámed
ì
( ) îí
Mem
13* (Mem
final)
( ) ðï
Nun
14* (Nun
final)
15 Sámej
ñ
16 Áyin
ò
17*
Pe (Pe
final) ( ) ôó
( ) öõ
Tzadi
18* (Tzadi
final)
47
19 Kof (Q)
÷
20 Resh
ø
21 Shin
ù
22 Tav
ú
A continuación se da una tabla con la información básica.
En la segunda columna se da una trascripción fonética al castellano que es
aproximada. Hay letras que tienen una doble pronunciación según aparezcan o no al
principio de una palabra y también en otros contextos. Originalmente eran más las letras
con esta propiedad, pero el hebreo moderno conserva esencialmente estas tres:
kaf con un punto interior se pronuncia K. Khaf (forma débil) sin punto
interior se pronuncia J.
Pe con un punto interior se pronuncia P. Ph (forma débil) sin punto
interior se pronuncia F.
se pronuncia SH (como el sonido inglés). se pronuncia S.
En la tercera columna se da la forma en que a veces las letras aparecen trascritas
en algunos libros (traducidos del inglés), trascripción que tomada literalmente da lugar a
numerosos errores de pronunciación.
En la cuarta columna se escribe el nombre de la palabra que designa la letra o, lo
que es lo mismo, la letra extendida.
En la quinta columna se da el significado de la palabra que designa la letra (Alef
= Buey guía, etc.) y que constituye un símbolo significativo para la letra.
48
En la sexta columna se da el valor numérico de cada letra. Hay que tener en
cuenta que en hebreo clásico no existían signos especiales para los números sino que
eran las mismas letras las que expresaban las cantidades. O sea, que las letras hebreas
son también números y eso forma parte del significado esencial de la letra. Las formas
finales de las cinco letras tiene un valor numérico propio (500, 600, etc.) pero en los
cálculos guemátricos (parte de la Cábala que usa los valores numéricos de las letras) con
frecuencia toman los valores comunes de su letra correspondiente. Es decir, el valor 20
tanto para la Kaf como para la Kaf final (en vez de 500), etc. Todo lo cual se explicará
en su momento.
La séptima columna expone algunos de los significados arquetípicos de cada
letra.
La octava columna nos expone algunos de los trabajos prácticos a realizar con
cada letra.
En la novena columna se da el sendero del Árbol de la Vida correspondiente a
cada letra.
Por último, en la décima columna se da la correspondencia astrológica y en la
undécima columna se cita el Arcano Mayor del Tarot correspondiente a la letra.
49
Aparece a veces Árbol de la
Transcripción Significado del Principio Qué trabajar
transcrita Vida Astrología Tarot
Letra hebrea aproximada Nombre nombre Valor numérico espiritual con cada letra
como: Sendero
Unidad,
unificación, cura
fragmentación y
disociación.
Luz Infinita,
Trasciende
, Alef muda A , alef Buey 1 Unidad Kéter - Jojmá Aire, Urano Loco
opuestos.
omniabarcante.
Cuando se
encuentra
desgarrado entre
fuerzas opuestas.
Bendecir. Crear.
Conseguir
sabiduría.
Capacidad
Luz de la
mental.
, Bet b, v B , bet (vet) Casa 2 Creación, Casa Kéter - Biná Mercurio Mago
Imaginación.
de Dios
Interiorización.
Casa (cuerpo,
templo, familia).
Bendición.
Peticiones a lo
alto.
Providencia.
Nutrición.
Luz de dar, Apertura, salida, Suma
, Guimel g, gu G , guimel Camello 3 Kéter - Tiféret Luna
Movimiento canal, Sacerdotisa
incremento,
trasmisión,
movimiento
orgánico.
Ejercer
resistencia.
Luz de recibir, Estabilidad.
Resistencia que Anclaje en lo
, Dalet d D , dalet Puerta 4 Jojmá - Biná Venus Emperatriz
manifiesta la material.
Luz. Producir.
Concretar.
Materia.
50
Recobrar el
alma, la esencia
de las cosas.
Cuando uno se
h ( muda o Luz del Ser.
, siente en un
, He suavemente H Ventana 5 Hálito Divino. Jojmá - Tiféret Aries Emperador
he estado
aspirada) Alma.
disminuido de
ser (por ejemplo,
en depresión,
vacío, desierto).
Self. Actuar
Luz Directa, desde el centro.
,
, Vav v (o, u) V,W Gancho 6 Conjunción, Identidad. Yo Jojmá - Jésed Tauro Hierofante
vav conexión. soy. Unir cosas
separadas.
Luz Reflejada, Recibir
Potencialidad, inspiración.
, Zayin z Z , zain Arma 7 Biná - Tiféret Geminis Amantes
Simiente, Tener intuición.
Revelación. Separar. Dividir.
Luz vital,
Vitalidad.
Materia
, Jet j CH , jet Valla 8 Protección. Biná - Guevurá Cancer Carro
proptoplásmica,
Inconsciente.
Ocultación.
Concebir.
Luz del Bien, Gestar. Tener
Crecimiento fuerza interior.
, Tet t T , tet Serpiente 9 Jésed - Guevurá Leo Fuerza
orgánico, Rodear. La
Gestación. fuerza de lo
femenino
Proyección de
luz. Intervención
Fuente de Luz, activa de lo
, Yod y (i) I,Y , yod Mano 10 Poder activo, divino. Poner Jésed - Tiféret Virgo Ermitaño
Manifestación una semilla y
energizarla.
Poder espiritual.
Ser receptivo.
Moldear.
Luz del Trono, Formular. Dar
*, (final)
k, j (kh) K, KH , kaf (jaf)
Palma de la
20, 500 (final)
Recepción, forma. Crear
Jésed - Nétsaj Júpiter
Rueda de la
Kaf, Jaf mano Vasija, Diseño condiciones. Fortuna
de cada ser. Contextos. El
contenedor de
algo.
51
Luz de la Aspiración.
Aspiración, Expansión.
Aguijada para Despliegue, Justicia. Karma. Guevurá -
, Lamed l L , lamed 30 Libra Justicia
bueyes Expansión, Ley Retribución. Tiféret
de la balanza, Aprender.
Retribución. Dirigir
Relajación.
Dulcificar
Luz de
situaciones.
Misericordia,
, (final) Limpieza.
m M , mem Agua 40, 600 (final) Matriz espacio/ Guevurá - Hod Agua, Neptuno Colgado
Mem Misericordia.
tiempo/sustancia
Obtener la
Encarnación.
visión global.
Matriz.
Para
individuación.
Luz de Terminar con
, (final) Individuación, una situación.
n N , nun Pez 50, 700 (final) Tiféret - Nétsaj Scorpio Muerte
Nun Caída y Cortar.
Redención. Trasmutación.
Regeneración.
Renacimiento.
Equilibrio,
armonía,
Luz de la
contacto con
Armonía, Poder
, Samej s S , sámej Soporte 60 nuestro ser Tiféret - Yesod Sagitario Templanza
del Centro,
interno. Nuestro
Ciclo.
ángel. Círculo.
Ciclos.
Ser conscientes.
Luz de la Ver las
Conciencia, probabilidades
, Ayin muda O , ayin Ojo 70 Posibilidad, y/o Tiféret - Hod Capricornio Diablo
creatividad, posibilidades.
Providencia. Ser creativos.
Experiencia.
Luz de la
Liberación,
Liberación.
*, (final)
p, f P,PH , pe (fe) Boca 80, 800 (final)
Manifestación
Palabra. Energía Nétsaj - Hod Marte
Torre golpeada
Pe, Fe del Espíritu, por el Rayo
psíquica. Líbido.
Palabra, Energía
psíquica, Líbido.
Luz de Estructurar,
, (final)
ts TZ , tsadi Anzuelo 90, 900 (final) laRealización. integrar, Nétsaj - Yesod Acuario Estrella
Tsadi Integración, desarrollar,
52
Estructuración, crecer.
Unificación. Canalizar.
Influir
positivamente en
el entorno
Contactar con el
Luz de
inconsciente.
Santificación,
Armadura de
, Kof qu, k Q , kof Nuca 100 Realidad de las Nétsaj - Maljút Piscis Luna
carácter.
Chispas caídas,
Psiquismo.
Inconsciente.
Ilusión. Sueños.
Luz de Discriminación.
Discriminación, Voluntad.
, Resh r R , resh Cabeza 200 Libertad de Intelecto. Hod - Yesod Sol Sol
elección,Egoici- Fortalecimiento
dad,Voluntad. del ego.
Luz de la
Energía. Fuego.
Omnipotencia,
Despertar.
*, Shin, sh, s SH , shin (sin) Diente 300
del Movimiento,
Cambio. Hod - Maljút Fuego, Plutón Juicio Final
Sin del Cambio,
Sintonía con la
Equilibrio
energía cósmica.
energético.
Luz del Mérito.
Completar,
Rectificación,
conseguir,
, Tav t, th TH , tav Cruz 400 Tikún, Yesod, Maljút Saturno Mundo
terminar,
Completitud,
materializar.
Perfección.
53
1 2 3 4 5 6
Alef Bet Guimel Dalet He Vav
7 8 9 10 20(500)
Zayin Jet Tet Yod Kaf, Jaf
+ Kaf final
30 40(600) 50(700) 60 70
Lamed Mem Nun Samej Ayin
+ Mem final + Nun final
300 400
Shin Sin Tav
LAS LETRAS DE LA CREACIÓN
54
Una contribución a la lectura del Séfer Yetsirá.
55
en el Árbol de la Vida, en su diseño actual comúnmente aceptado, aparecen siete
canales verticales, tres horizontales y doce oblicuos.
Ahora bien, la Biblia es un libro a la vez abierto y cerrado. Es abierto
porque está escrito en un lenguaje “corriente”, usando imágenes y realidades corpóreas
espacio-temporales en un sentido simple y coherente, que cualquier persona es capaz de
comprender. Esta es la interpretación literal, que ciertamente transmite un significado
espiritual profundo sobre el que se han construido, directa o indirectamente, las tres
grandes religiones monoteístas. Pero existen otros niveles de interpretación, alegórico,
metafísico y místico, que permanecen sellados - insospechados incluso - si sólo nos
ceñimos al significado literal de las palabras.
La Cabalá, que aspira precisamente a desentrañar el último nivel, el
significado místico, afirma que la Biblia, fundamentalmente la Torá (el Pentateuco o los
cinco libros de Moisés), si es sagrada es porque tiene su raíz en la propia Deidad, siendo
la plasmación en escritura y letra viva del Pensamiento Divino creador. Es evidente,
entonces, que lo que se está narrando, en el primer capítulo del Génesis por ejemplo, no
es ni siquiera la estructura de un mundo, sino la esencia de todos los mundos, que se
hallan contenidos en estado arquetípico o ideal en el Pensamiento Divino.
En este nuestro plano, que es un mundo de ocultación, del mismo modo
que la Luz de la Presencia Divina no puede brillar directamente, tampoco las realidades
trascendentes pueden aparecer tal como son, sino más bien vestidas con los ropajes de
historias corrientes, de alto contenido moral y espiritual, por supuesto, aún en su sentido
más literal.
Volviendo a la historia de la Creación, muchas cuestiones de orden
metafísico quedan sin aclarar en la narración del primer capítulo del Génesis y es
necesario recurrir a su interpretación esotérica para intentar dilucidarlas: al Sefer
Yetzirá, y también a otros textos, como el Zohar, etc. Por ejemplo, ¿cómo debemos
interpretar el hecho de que Dios “hable” y que, como resultado de esas palabras, tenga
lugar la Creación? ¿Debemos imaginarle como un monarca absoluto que expresa su
voluntad e inmediatamente se realiza su deseo? Pero, ¿por quién y cómo? ¿Qué
ministros ejecutan Su voluntad, si éstos pertenecen al dominio de lo creado? ¿Sobre qué
sustancia actúa la palabra de Dios? ¿Sobre el “vacío”? ¿Sobre una materia preexistente?
¿En qué consiste el paso de la nada al ser?
El Sefer Yetzirá, nombre que, por cierto, significa “Libro de la Creación
“ (o, más literalmente, de la Formación), intenta responder a algunas de estas
cuestiones, tratando de establecer en qué consiste el acto creativo y cuál es la mecánica
de la creación. Y esto lo hace analizando el despliegue del Pensamiento Divino, primero
en números y letras, y luego en nombres, empezando por el propio Nombre de Dios,
que es el arquetipo fundamental, ya que las palabras - los nombres - son la esencia de
las cosas y dan lugar a ellas.
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sujeto de la frase, que sería la primera Sefirá, La Voluntad Divina o Corona,
prácticamente identificada con el Infinito o Absoluto de la Deidad, aparece tan sólo
implícita, místicamente aludida en el versículo. El resultado final sería el siguiente: “Por
medio de la Sabiduría, el Misterioso Incognoscible (bendito sea su Nombre) creó a
Elohim...”
También el Sefer Yetzirá comienza con operaciones que tienen lugar en
el propio seno de la Deidad, como son el acto de “grabar su Nombre”, para después
proyectar el mundo; y así, su primer párrafo, con insuperable potencia expresiva,
además de con la precisión técnica que requiere su objetivo (el ser un manual de
meditación, o, mejor dicho, de conexión, tal como explicaremos luego) hace la siguiente
lectura del primer versículo del Génesis:
Sólo sobre este párrafo se podría escribir todo un libro, y lo mismo, por
supuesto, sobre el primer versículo del Génesis, lo cual, por cierto, ya se ha hecho (en el
Zohar, por ejemplo). Hemos añadido los subrayados para enfatizar los dos momentos
del despliegue Divino a los que nos referimos antes y que, en lenguaje cabalístico,
corresponden a dos mundos o niveles completos de manifestación: el mundo de las
emanaciones o Atzilut, en el que Dios graba su Nombre, y el mundo de la Creación
propiamente dicha, Briá en hebreo.
Es decir, que por medio de 32 elementos, el principio absoluto, el Infinito
e incognoscible, graba su Nombre - proyecta una imagen/forma de Sí mismo, lo que
constituye la esencia interna de la Luz y la energía pura de su Pensamiento - y crea su
mundo: todo el universo manifestado. Y lo hace mediante tres sefarim o modos de
manifestación: 1.Números o Sefirot, que determinan la cantidad o intensidad de la
energía (no por disminución, sino por diferenciación); 2.Letras o moldes metafísicos,
que determinan la cualidad de la misma, y 3. La combinación de ambas en narrativa o
sonido compuesto: palabras moduladas en intensidad por los distintos filtros sefiróticos.
¿Cuáles son estas Sefirot o números primordiales? El Sefer Yetzirá las
enumera:
La primera, el dominio de la Unidad, es el Espíritu del Dios Vivo (Rúaj
Elohim Jayim) del que se dice que es la Vida de los mundos, la Voz, el Aliento y la
Palabra, y que éste es el Espíritu Santo.
La segunda, que procede de la primera, es el aire espiritual, en el que son
grabadas y cinceladas las veintidós letras como concreción del hálito divino, es decir, de
la propia fuerza creativa de la Deidad. Las letras no son nada sin ese hálito único que las
anima: el Rúaj haKódesh o Espíritu Santo. O, por decirlo aún de otra forma, las letras
son los moldes metafísicos o vasijas que contienen y expresan la energía viva (Luz) del
Espíritu Divino.
Podemos preguntarnos si hay alguna indicación (esotérica) en el primer
versículo del Génesis sobre esta formación de las letras. La encontramos en la cuarta
palabra, Et, que aparece también en sexto lugar: “Bereshit Bará Elohim Et haShamaim
veEt haAretz”.
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Esta palabra, Alef Tav, que desde el punto de vista gramatical es
puramente indicativa del objeto directo, es interpretada como representando a todo el
alfabeto: Alef es la primera letra y Tav la última, algo así como decir en griego el alfa y
el omega. Se nos dice entonces que hay una doble creación: las letras celestes (Et
haShamaim) y las letras terrestres (Et haAretz). Dios ha dado el poder (mental) al
hombre - y ésta es la clave de la aplicación mística del Séfer Yetzirá - de operar en las
letras de arriba actuando sobre las letras de abajo. Sobre esto se hablará después.
Antes, es necesario abordar un problema con el que se encuentra todo
estudiante de Cabalá, y es el de las correspondencias. Posiblemente el lector conocerá
ya el Séfer Yetzirá, pero se ha encontrado con que le cuesta armonizar sus
predicamentos con la forma actual de las enseñanzas cabalísticas. La versión moderna
de las Sefirot y del Árbol de la Vida, desarrollada a partir del libro Bahir (S. XII, C.E.) y
del Zohar (S. XIII), no parece ajustarse al modelo que describe el Séfer Yetzirá, que los
antecede en varios siglos (aunque hay controversia, se estima que fue escrito en los
primeros siglos de la era común).
Se nos dice, entonces, que han surgido en contextos históricos distintos,
con necesidades filosóficas diferentes. El Séfer Yetzirá, presupone un medio
neopitagórico, mientras que el Bahir y, sobre todo, los trabajos posteriores del círculo
de Gerona y del Zohar, tratan de utilizar un lenguaje emanativo y neoplatónico. Sin
embargo, una razón tan académica deja siempre insatisfechos a los estudiantes prácticos
que necesitan usar un único sistema. Es necesario, pues, profundizar, para encontrar los
puntos últimos de convergencia.
El Séfer Yetzirá habla de la creación, no de los procesos emanativos
internos en el seno de la propia Deidad, que es lo que describe la concepción actual del
Árbol de la Vida. En ésta, las Sefirot son los arquetipos o atributos de Dios manifestado
- tan perfectos que apenas son distinguibles de su propia esencia infinita no
manifestada. ¿Cuáles son estos arquetipos? La Sabiduría de Dios, su Entendimiento, su
Misericordia, su Poder, etc. Todas estas cualidades configuran un mundo - Atzilut - y se
presuponen en la descripción de la primera Sefirá del Séfer Yetzirá ( por ejemplo, en las
expresiones Voz, Aliento, Palabra, etc.).
Las Sefirot en este libro son más bien dominios, regiones o dimensiones
en las que Dios opera. Se dice de ellas que son Belimá, es decir, sin sustancia, del vacío.
Porque para poder actuar sobre algo “fuera” de El, Dios ha tenido que crear una
ausencia de Sí, un vacío dentro de Sí que posibilite la existencia de “otro”: la
Manifestación. Como dice el profeta Isaías (45:7): “Yo formo la Luz y creo la
oscuridad. Hago la paz y creo el mal”. Es decir, es la oscuridad lo que es creado. Esta
oscuridad representa la fase de recibir, la vasija, y es lo que da forma a la luz infinita
preexistente. Así, la segunda Sefirá es llamada “aire de aire”, Rúaj merúaj (nosotros la
hemos titulado aire espiritual para distinguirla del aire elemental que corresponde a una
fase energética mucho más baja). Representa el choque primero del Espíritu Divino, que
es una fase pura de dar (y corresponde a Kéter/Corona en cualquier mundo) con la fase
de recibir o vasija (que corresponde a Maljut/Reino en cualquier mundo), lo que da
lugar a las letras (como el aire continuo exhalado por los pulmones choca con las
cavidades y estructuras de la garganta y la boca y produce los diversos sonidos).
La Creación es el dominio de la dualidad y por eso la Torá empieza con
la letra Beit de Bereshit, que representa el número dos: cielos/tierra, luz/oscuridad,
aguas superiores/aguas inferiores, etc. De ahí que el Séfer Yetzirá presente siempre a las
Sefirot en pares de opuestos (“cinco frente a cinco”, como dice el propio texto):
58
S. Y.: 1ª exposición S.Y.: 2ª exposición Árbol de la Vida
Una dim. temporal principio/fin agua/fuego jojmá/biná
Una dim. espiritual bien/mal espíritu/aire kéter/maljut
arriba/abajo arriba/abajo nétzaj/hod
Tres dim. espaciales este/oeste este/oeste tiféret/yesod
sur/norte sur/norte jésed/guevurá
Tabla 19.
Lógicamente, las Sefirot son sólo unas y debe haber una correspondencia
entre los distintos conjuntos, aunque representen distintas fases. La visión mística del
mundo es holográfica, en el sentido de que cada parte o fragmento, además de ser algo
en sí, refleja al todo, que en este caso es el Árbol de la Vida. Cada Sefirá contiene un
Árbol completo y cada uno de éste otro Árbol, y así sucesivamente, estando todo en
relación con todo. Son nuestros esquemas mentales los que son lineales y limitados,
incapaces de abarcar más de unos pocos aspectos a la vez, pero no la Mente Divina, que
es infinita. E igual que cuando queremos dibujar en un papel una forma corpórea
tridimensional hemos de usar mecanismos de proyección a dos dimensiones, nuestro
diseño actual del Árbol de la Vida es una proyección a lo largo de la dimensión
espiritual (anímica); de ahí su verticalidad. Las correspondencias del sistema actual con
el del Séfer Yetzirá (en las dos versiones en que aparecen enumeradas las Séfirot) se
muestran en la Tabla 1.
***
Volviendo a nuestra lectura del Sefer Yetsirá, la tercera Sefirá es el agua que
procede del aire, es decir, el continuo sustancial que dará lugar a los mundos de la forma
y la materia (“Y la tierra era Tóhu y Bóhu...” Gen: 1:2). Para poder actuar las letras
deben fijarse sobre algo. Este algo es el agua, que es como la tinta fluída que se adapta a
la forma de las letras (las vasijas).
A continuación viene el fuego - cuarta Sefirá - en el que Dios funda su morada:
el Trono de Gloria y las huestes angélicas o formas espirituales. El Trono es una
representación colectiva del mundo del Ser en el que las potencialidades inherentes a la
materia prima del agua se expresan en su diferencia (aunque no se separan todavía). En
física moderna, el agua primordial sería como el vacío mecánico-cuántico que es el
máximo de energía potencial. Al hablar de fuego damos el salto (Gran Explosión) a
energías concretas, actuales.
En el segundo versículo del Génesis, esta Sefirá aparece oculta en la expresión
Rúaj Elohim ( el Aliento de Dios que se cernía sobre el rostro de las aguas). Si
consideramos el valor numérico de estas dos palabras (R+V+J = 200+6+8 = 214 y
A+L+H+Y+M = 1+30+5+10+40 = 86; Total = 300) obtenemos el resultado de 300, que
9
Estas son las correspondencias propuestas por Aryeh Kaplan en su comentario al Séfer Yetsirah. No hay
acuerdo entre los cabalistas sobre un sistema universal de correspondencias. Yo mismo prefiero las
siguientes:
S. Y.: 1ª exposición S.Y.: 2ª exposición Árbol de la Vida
Una dim. temporal principio/fin agua/fuego jojmá/biná
Una dim. espiritual bien/mal espíritu/aire jésed/guevurá
arriba/abajo arriba/abajo kéter/yesod
Tres dim. espaciales este/oeste este/oeste hod/nétsaj
sur/norte sur/norte tiféret/maljut
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es, a su vez, el número de la letra Shin. Esta letra corresponde al fuego y dice
posteriormente el Séfer Yetsirá que con ella fueron creados los cielos.
Por último, las seis Sefirot restantes corresponden a los seis días de la Creación
(ver el primer capítulo del Génesis). Son presentadas en el Séfer Yetsirá como las seis
caras de un cubo que es sellado mediante las seis permutaciones de las tres primeras
letras del Nombre (YHV). Cinco breves notas sobre ello:
1. El valor numérico de cada una de estas permutaciones es 21 (Y=10, H=5,
V=6). Este es el valor también del Nombre Divino Eheié (A=1, H=5, Y=10, H=5), que
significa Yo soy (o Yo seré) y que Dios revela en la zarza ardiente delante de Moisés.
Así, cada fase de la Creación está escrita con el Nombre de Dios que es una imagen de
Sí mismo.
2. Estas tres letras, Y, H y V, se dice que encierran el secreto de las tres madres,
las cuales, a su vez, corresponden a las tres fases anteriores de aire, agua y fuego. Lo
que varía es, entonces, la preponderancia de uno u otro factor.
3. Precisamente el movimiento del Espíritu Divino (1ª Sefirá, a la que
tradicionalmente corresponde el Nombre Divino Eheié) es lo que se plasma en las
combinaciones y permutaciones de letras, con lo cual se nos está explicando la esencia
del acto creativo. De paso se nos da una formidable técnica de meditación con letras : la
de permutación o Tseruf.
4. El movimiento del Espíritu alcanza un punto de descanso en el centro del
cubo, que corresponde a la cuarta letra del Nombre (2ª Hé) y que es, obviamente, el
Shabbat o séptimo día, en el que Dios descansó (y santificó ligándolo a su Nombre).
Esta última fase recoge todas las influencias de las anteriores e inicia el nuevo ciclo (2º
capítulo del Génesis).
5. El cubo metafísico también prefigura la interpretación de las letras: la
tridimensionalidad del espacio, uniendo entre sí las caras opuestas, corresponde a las
tres letras madres. También podemos representarlas como circunscribiendo al cubo
mediante tres círculos máximos (ecuador más dos meridianos perpendiculares entre sí).
Las seis caras más el centro corresponden a las siete dobles. Y las doce aristas, a las
doce letras simples. Sobre este tema concreto no vamos a tratar aquí. Baste decir que
con el principio espiritual de cada una de las letras el Creador conforma un poder
específico sobre el cual regirá la letra. Este poder es macrocósmico (planetas y signos
del zodíaco), temporal (la energía interna que despliega cada día de la semana y cada
mes solilunar del calendario hebreo) y microcósmico (en el nefesh o cuerpo vital del
hombre: la contraparte astral de los órganos físicos), con lo que la Creación queda
completada. De todo ello trata ampliamente la segunda parte del Séfer Yetsirá.
***
Quizá ya el lector se haya percatado a estas alturas del inmenso poder de las
letras del alfabeto hebreo como los agentes creativos de Dios. Lo tremendo es que el ser
humano - imagen y semejanza del Creador - puede también usar ese poder (con permiso
divino). Y ello en una doble dimensión: mágico-creativa y mística. El aspecto mágico-
creativo lo tenemos en su máxima expresión en las leyendas sobre el Golem: el
homúnculo moldeado con arcilla sobre el que el cabalista proyecta la forma espiritual
completa creada mediante las técnicas del Séfer Yetsirá. El aspecto místico es el de
conexión con la Luz Divina; tiene como meta el desarrollo espiritual del practicante y
usa las letras como canales, en correspondencia con los elementos expresados
anteriormente y los senderos del Árbol de la Vida. Más interesante que crear un golem
60
externo es dar forma espiritual al propio cuerpo de luz con el que, por ejemplo, poder
ascender en meditación a los mundos superiores.
Todo esto constituye la sabiduría del patriarca Abraham, a quien la Tradición
atribuye la autoría del Séfer Yetsirá. Abram (tal era su nombre antes de que Dios
introdujera en él la Hé del Nombre Divino) no se quedó en el conocimiento exterior de
las cosas, sino que buscó el poder nuclear que rige todas las manifestaciones cósmicas.
Fue así el primero en usar el Nombre Adonai (Gen 15: 2 y 8) que expresa la soberanía
divina sobre toda la creación.
Dios le había llamado y le había dicho: “Véte (Lej-lejá) de tu tierra y de tu
familia y de la casa de tu padre...(Gen 12:1). Esta expresión, Lej-lejá, literalmente
significa “ve para tí”, y se puede interpretar como “ve hacia dentro de ti, conócete a ti
mismo”. Abram había salido de Ur Kasdim, la luz de los caldeos (Ur tiene exactamente
las mismas letras que Or, luz). Abram era astrólogo (conocimiento caldeo) y sabía por
las estrellas que no podía tener hijos: “¿Qué me darás si yo ando sin hijo...?”(Gen 15:2).
“Y le sacó (Dios) afuera y le dijo: Mira ahora a los cielos y cuenta las estrellas...” La
pregunta es: ¿Tuvo Dios que sacarle de su tienda para un conocimiento tan trivial como
que las estrellas del cielo son muchas? ¿De dónde le sacó exactamente? La respuesta
lógica es que le sacó afuera de la bóveda celeste para contemplar las estrellas desde
arriba. Es decir, le sacó de la influencia de la necesidad, de la ley natural representada
por las influencias astrales para anunciarle algo imposible según ellas: su descendencia.
La Biblia no dice nada sobre cuál era el grado de conocimiento alcanzado por
Abraham, pero la Tradición nos dice que era la ciencia de las letras, tal como ésta se
expone en el Séfer Yetsirá. Quizá no se ha pensado lo suficiente en que
cronológicamente Abraham era contemporáneo de la Torre de Babel y que conservó,
por tanto, el conocimiento de la lengua original, la lengua sagrada (el hebreo), esa
lengua de la que Dios dijo: “He aquí un pueblo y una lengua... nada será imposible para
ellos”. Y así, el enigmático versículo bíblico: “y tomó a Sarai... y al alma (HaNefesh,
puede interpretarse como almas, si se toma en sentido genérico) que habían hecho en
Harán...”, se interpreta como que Abraham había usado las técnicas meditativas del
Séfer Yetsirá para hacer un golem. Es decir, que antes de que Dios se le apareciera,
Abraham había ya dominado las técnicas del Séfer Yetsirá. La traducción estándar del
versículo es que Abraham y Sara habían hecho conversos a la religión del Dios único.
En cualquier caso, el párrafo final del Séfer Yetsirá (en alguna de sus versiones)
es explícito sobremanera. Merece la pena citarlo añadiendo paralelamente algún
comentario entre paréntesis:
“Y cuando Abraham nuestro padre, que descanse en paz, miró, vio, entendió,
escrutó, grabó y talló (técnicas meditativas de manipulación de letras) tuvo éxito en la
creación (las dominó) tal y como está escrito: “y las almas que habían hecho en Harán”.
De inmediato se le reveló el Maestro de todo (Adon HaKol, en hebreo. La explicación
es que fue capaz de alcanzar el Fundamento o Raíz divina. Kol, Todo, es un nombre
cabalístico de la sefirá Yesod, el Fundamento, y representa el poder generativo de la
Deidad, así como la conexión con la Luz Divina o Árbol de la Vida), sea su Nombre
bendito por siempre...Hizo alianza con él entre los diez dedos (Sefirot) de la mano - ésta
es la alianza de la lengua - y entre los diez dedos (Sefirot) de los pies - ésta es la alianza
de la circuncisión ( el poder creativo de la palabra y de la carne son equiparados: se
entiende así toda la disertación anterior sobre el poder tener un hijo. En hebreo, “milá”
significa palabra y también circuncisión)...”
Y algunas versiones añaden también a este párrafo final la cita del profeta
Jeremías (1:5), en el sentido de que Dios aplicó a Abraham el versículo: “Antes de que
te formara en el útero (Biná, la tercera Sefirá) te conocí ( es decir que Abraham había
61
alcanzado el nivel de Jojmá, la Sabiduría primordial, la segunda Sefirá, y se había hecho
uno con el Pensamiento Divino), y antes de que emergieras de él (para ser
arquetípicamente Jésed, una de las Carrozas de la Shejiná, la Presencia divina), te
santifiqué y te hice profeta para las naciones(para volver a traer la Shejiná a la tierra)”.
La conexión luminosa de Abraham está abierta para todos. Es de esperar que a
nadie se le ocurra comprar un Séfer Yetsirá e intentar crear un golem. Sería mejor que
antes empleara unos cuantos años trabajando sobre sí mismo (Lej-lejá) y su desarrollo
espiritual. En ello puede resultarle de gran ayuda la meditación sobre los misterios del
Séfer Yetsirá. El propio libro invita a ello: “Instaura cada cosa en su esencia y sienta al
Creador en su base (o lugar)”, repite en varios lugares. Muchos de sus asertos son
alusiones veladas a técnicas concretas de meditación. Pero desarrollar esto de una forma
que resulte útil al buscador moderno será, si Dios quiere, tema de otro artículo. Tan sólo
una cita final de un autor contemporáneo (A. Green, Your Word Is Fire) que en pocas
palabras resume el camino y la meta:
“Entra en cada letra con toda tu fuerza.
Dios mora dentro de cada una;
al entrar en ella, te haces uno con El.”
Cabe considerar cada letra como una vasija específica para la Luz Divina, una
fuerza determinada10, pero también un canal específico, uniendo entre sí dos esferas
del Árbol de la Vida. Hay, entonces, dos tipos esenciales de meditación en relación
con una letra: la contemplación significativa y la proyección activa por sus
dimensiones internas (la letra como sendero)
10
Lo que en un nivel exaltado es vasija, es decir, forma o recipiente, deviene en alma y fuerza para los
niveles por debajo de ella.
62
construcción, empieza la de meditación contemplativa en la que se permite que la
letra irradie espontáneamente sus contenidos. La forma de la letra permanece como
el foco constante de la mente y se ve cómo, en el proceso, pulsa con una Luz vibrante
cada vez más intensa. Se atrae esta Luz adentro de uno y se armoniza con el propio
ser, permitiendo que nos afecte a su manera. Una vez completamente bañados
internamente con la energía de la letra, podemos trabajar la intención específica,
visualizándola detalladamente en la luz de la letra como realizada. Tras la fase de
compartir y de dedicación del mérito, se reintegra la Luz a la letra, ésta se libera y
recede a una distancia hasta desaparecer. Entonces se efectúa el proceso de retorno.
A continuación se da una meditación guiada que sigue aproximadamente el protocolo
anterior.
MEDITACIÓN
Nos visualizamos entonces arriba de una escalera que aparece ante nosotros de
una forma natural: Tiene 10 peldaños y desciende hacia las profundidades, hacia el
63
interior de nosotros mismos. Y nosotros vamos a ir bajando lentamente, peldaño a
peldaño, siguiendo la cuenta. Lo hacemos:
10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1…Y ante nosotros aparecen las puertas de la
imaginación11, que abrimos con un suave movimiento, y cruzamos:
11
Que cada uno verá de una forma particular.
64
brazo izquierdo, por el hombro y el brazo derecho, el corazón, el centro del ombligo, la
cadera izquierda y la pierna izquierda, la cadera derecha y la pierna derecha, el centro
del sexo, el centro de Maljút. (Podemos ser tan detallados como queramos)
Sentimos cómo la luz nos va bañando interiormente, iluminándonos,
transformándonos… eliminando toda la negatividad…
Nos sentimos llenos completamente de luz y con todos nuestros centros
energizados, sintiendo la positividad de esta luz que nos llena de vitalidad. Esta luz es
curativa, es completa. Trae perfección y plenitud a cada uno de nuestros órganos.
Podemos sentirla, particularmente concentrada en aquella parte de nuestro cuerpo que
sintamos que, por alguna razón, necesita una atención especial. Porque nos duela,
porque esté tensa, por la razón que sea. Sentimos cómo esta luz penetra hasta la médula
de nuestros huesos y cómo la impregna de vitalidad, fortaleciendo nuestro sistema
inmunológico, que nos hace resistentes a todas las enfermedades tanto físicas como
psíquicas.
Entramos en contemplación. Estamos así durante unos minutos, en la calma, en
la serenidad de ser simplemente, sin querer nada, sin analizar, en unidad con la luz que
es nuestra verdadera esencia. Nos abandonamos a donde la luz quiera llevarnos...
65
Agradecemos la experiencia. Poco a poco vamos absorbiendo la luz, y ésta
también se va absorbiendo en el entorno.
Nos dirigimos de vuelta hacia la escalera de la colina y siguiendo la cuenta
vamos descendiendo cada uno de los peldaños: quince, catorce, trece…..dos, uno.
Y ya estamos en el suelo, caminamos hacia la playa; notamos la arena en las
plantas de los pies, sentimos todas las sensaciones, los olores, colores, el tacto de la
suave brisa, el rumor de las olas que rompen suavemente sobre la arena, los pájaros…
Vamos así poco a poco caminando, tranquila y relajadamente, hasta que nos
encontramos de nuevo con las puertas de la imaginación, que cruzamos en sentido
inverso. Cerramos tal como las abrimos antes.
Y vamos a ascender por la escalera que nos va a llevar de vuelta a nuestro estado
habitual de conciencia, lentamente, siguiendo la cuenta:
1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10… ya estamos arriba de nuevo.
Nos centramos en el aquí y el ahora, plenamente de vuelta; hacemos varias
respiraciones profundas; movemos ligeramente los dedos de las manos y los pies;
frotamos las palmas de las manos para generar calor; cabeceamos suavemente; nos
desperezamos; y cuando queramos podemos abrir los ojos.
Meditación
Letra hebrea
Unidad. De la visión de la presencia a la visión cara a cara (a través del velo) a la apertura del velo: No
hay dos, Todo es Uno, el Uno en movimiento. Abandono, espontaneidad, apertura total, sin límites.
, Alef Locura divina. “Como el viento que sopla donde quiere y no sabes de dónde viene ni a dónde va, así es
todo el que nace del Espíritu”.
Estructuración del campo de vacío. Wu = Mu = Ayin. Mi bará eleh (¿Quién ha creado estos?) Bará
Elohim (Creó a Elohim). Reducción de la existencia a letras que emergen del infinito y retornan a él. El
, Bet poder del Nombre. Tseruf, combinación, permutación. Parar la mente = Detener el mundo. Séfer
Yetsirá: Diez Sefirot de la Nada y veintidós letras fundamento. El vacío fértil.
Contemplación. Bitul - aniquilación: Bitul hayesh (de la existencia) y bitul hanéfesh (del alma). Reshit
Jojmá Yirat HaShem: el Temor de Dios es el principio de la Sabiduría. Unión Padre – Madre: Yab-
, Dalet
Yum. Tantra. Contemplación unitiva de la Belleza.
La escalera del alma. Yo/yo (Anojí Anojí); Yo soy Él (Aní Aní Hu). Espíritu de profecía. Pensamiento
, He arquetípico.
Sabiduría, intuición, conocimiento directo que manifiesta la propia Chispa Divina. Todos tenemos
nuestro Gran Maestro: Yo Soy; que nos guía con la sabiduría suprema hacia nuestro máximo bien. Los
, Vav Nombres de Dios. El poder de la palabra, canalizando la energía de la conciencia, estructurando el
campo de los poderes sagrados. Meditación del oído (audición).
Discriminación (maya). Silencio interior. Integración de las polaridades. Elevación de la energía sexual.
, Zayin Teshuvá (arrepentimiento, literalmente retorno, que consiste en el borrado de las pautas negativas
mentales y emocionales).
(Jet) por Atbash (método de sustitución) se transforma en = 61 = (yo) = (nada).
Autoanulación para la trascendencia. “Hágase tu Voluntad”. Voluntad al servicio del espíritu. El camino
, Jet
del guerrero. Sentido de las pruebas. Karma yoga.
, Tet Manejo de todas las formas de energía. Kundalini. Elevación de la serpiente. Poder de la acción: el
66
“hacer” talla al “ser”. Self en acción: autoexpresión.
La Luz; todas las meditaciones con luz están incluidas en este sendero. En particular, la purificación y
construcción del “cuerpo” de luz. Compasión, trabajo sobre el “corazón” (por ejemplo, Tonglen
, Yod tibetano). Contactos con guías y maguidim en los Planos Internos.
La impermanencia. Causalidad del deseo. Los ciclos del karma. Poder del centro: El centro es la puerta
*, (final) a otra dimensión que trasciende a la rueda de los ciclos. Desde mi centro dirijo el movimiento de mi
Kaf, Jaf vida.
Analítica, orientada a rasgar los velos de ilusión, empezando por la ilusión de separatividad y de
existencia independiente (inherente). Karma yoga: impecabilidad en la acción, desentendiéndose de los
, Lamed
resultados. Juicio sobre uno mismo (objetivo, basado en la verdad interior).
Shamata y vipasana. El centro inmóvil (conciencia iluminada) en medio de las condiciones. Redención.
, (final)
Tú no eres el reflejo, pero el reflejo eres tú.
Mem
Desidentificación de la naturaleza emocional, experimentado como muerte. La muerte en sí. La
, (final) impermanencia, el cambio, la renovación. La transmutación de la energía. Las experiencias post –
Nun mortem: el plano astral o los bardos.
Conocimiento de uno mismo (práctica de la honestidad en el auto análisis). Focalizar, pacificar y calmar
la mente. Observación desapegada de los propios procesos psíquicos y físicos. Alquimia, transmutación
, Samej interior. Modificación de rasgos basada en el insight o entendimiento profundo de la propia naturaleza.
Meditación Yo Soy.
El misterio del mal. Ataduras, esclavitud. “Y vió (Ayin = ojo) Elohim que todo era bueno”. Desapego.
, Ayin
Desidentificación. Vacío mental. Dualidad Verdad – Razón
Energía del plexo solar: despertar y canalizar el fuego interior. Digestión de experiencias. Purificación y
*, (final) regeneración de la personalidad. Superación de obstáculos espirituales. Equilibrio razón – emoción. El
Pe, Fe vocabulario de la propia psique: Integración de los elementos y procesos psíquicos. Terapia.
Superar circunstancias, circulación de los aires por el cuerpo sutil, respiración pránica, curación,
, Resh regeneración, renacimiento, generación de pensamiento positivo sobre uno mismo y la vida en general.
Relación mente – procesos vitales
Conciencia Cósmica
La Presencia Divina oculta e inmanente en todo: meló jol haárets kevodó, toda la Tierra está llena de su
, Tav Gloria.
Tikún. Tikún personal y tikún olam.
Ángel Guardián.
MEDITACIÓN EJAD
67
(Emperatriz Carroza Loco ← )
(Venus Cancer Aire/Urano)
Podemos contemplar Ejad en sus letras: De la letra Alef (el Loco) ya se ha hablado en
otro lugar y se ha descrito como el propio anagrama de la Unidad omniabarcante;
representa a Kéter. La letra Jet tiene como valor numérico el ocho y simboliza la acción
de las ocho sefirot intermedias entre Kéter y Maljút (de Jojmá a Yesod). Es una letra de
movimiento (Arcano de la Carroza) y representa el descenso y ascenso de la luz a través
de estas sefirot. Por último, la letra Dálet (la Emperatriz) está en el lugar de Maljút.
Ejad, por tanto, une todos los niveles, en particular el plano de la Unidad (Kéter) y el
plano de la máxima multiplicidad aparente (Maljút). Esta unificación es dinámica, en un
ir y venir (proyección y reabsorción de mundos), tal como se dice de las Jaiot –
expresión de la Jet – que “corrían y regresaban”, indicando el movimiento del Espíritu.
Las Jaiot son las Santas Criaturas que tiran del Carro Divino en la visión de Ezequiel.
Meditación
12
Después, ya se usan los números ordinales: día segundo, tercero, etc.
68
Relajamos cada uno de los dedos de los pies y las plantas de los pies que apenas
se apoyan en el suelo, que están como suspendidos sobre el suelo… los empeines, los
tobillos… y vamos sintiendo como una ola de relajación va subiendo por las piernas,
que están cada vez más y más relajadas… llega a la rodillas, asciende por los muslos,
llega a las nalgas, las ingles, el sexo… y va ascendiendo por el abdomen… por el
sacro… la parte inferior de la espalda. Relajamos la zona del ombligo y el diafragma…
Nuestra respiración es profunda, suave, rítmica… cada vez más lenta. Relajamos la
columna y notamos como una onda de relajación asciende por la columna desde el
perineo hasta la nuca y los omóplatos. Y relajamos el tórax, los músculos del pecho, los
hombros… y la ola de relajación va descendiendo por los brazos, a los codos,
antebrazos, muñecas, manos, dedos de las manos, puntas de los dedos de las manos. Y
nuestra atención retorna al cuello, que relajamos; la laringe y toda su zona, la nuca, toda
la parte de atrás de la cabeza… relajamos la mandíbula y los labios, las mejillas, las
fosas nasales, los ojos, todos los músculos que rodean a los ojos… relajamos la frente,
comprobamos que no se ha acumulado en ella ninguna tensión… relajamos la parte alta
de la cabeza y hacemos que toda la ola de relajación confluya en la coronilla y nos
sentimos profundamente relajados, en un estado de perfecta paz profunda.
Nos visualizamos entonces arriba de una escalera que aparece ante nosotros de
una forma natural: Tiene 10 peldaños y desciende hacia las profundidades, hacia el
interior de nosotros mismos. Y nosotros vamos a ir bajando lentamente, peldaño a
peldaño, siguiendo la cuenta. Lo hacemos:
10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1…Y ante nosotros aparecen las puertas de la
imaginación13, que abrimos con un suave movimiento, y cruzamos:
13
Que cada uno verá de una forma particular.
69
Nos encontramos arriba y un sentimiento de plenitud, de beatitud y de alegría
interior nos invade al sentirnos más cerca de la luz, más llenos de ella.
Damos unos pasos y nos dirigimos hacia lo que parece ser nuestro lugar personal
– puede ser un círculo de árboles, un templete con columnas de mármol abierto a los
cuatro puntos cardinales, un círculo prehistórico de piedras, o simplemente un lugar que
nos gusta – un lugar que nos atrae especialmente, que sabemos que es nuestro, en el que
podemos abrirnos completamente – ser nosotros mismos sin ningún tipo de expectativa
o presión – y allí nos ubicamos en paz.
70
las cadenas de ADN del núcleo celular. Podemos ser todo lo detallado que queramos
o que la situación requiera (en el contexto de curación, por ejemplo)
Continuamos de esta forma, armonizándonos con la luz, hasta sentir nuestro
cuerpo como una unidad. Pasamos entonces a nuestra naturaleza emocional,
unificándola con nuestra corporeidad, eliminando de nosotros toda traza de
emociones negativas – temores, preocupaciones, depresión, tristeza, ira... – que son
barreras que nos contraen, nos aíslan, nos refuerzan en nuestro deseo de recibir, nos
alejan de la unidad.
También limpiamos el flujo de nuestra mente, eliminando todo pensamiento
egocéntrico, toda traza de duda o escepticismo, toda la maraña de ideas
preconcebidas que nos impiden ver las cosas en su unidad esencial.
Nos vaciamos de todo deseo salvo el de unificación con la luz, y nos
volvemos hacia nuestra naturaleza espiritual, nuestra neshamá. Ponemos nuestros
vehículos inferiores a su servicio. Nos abrimos a la contemplación de nuestra Chispa
Divina y a la irradiación del deseo de dar en nosotros, que es lo que nos hace vibrar
en la fase de la luz y por tanto nos lleva a unificarnos con ella.
Pasamos entonces a compartir la luz. La irradiamos a nuestro entorno.
Abrazamos en la luz de la unidad a nuestros seres queridos y les llenamos de luz.
Hacemos lo mismo con todos nuestros familiares, amigos, conocidos, con todas las
personas que de un modo u otro han compartido con nosotros algún aspecto de
nuestras vidas. Es importante perdonar y pedir perdón si nos encontramos en nuestro
camino expansivo con alguna persona que nos pueda haber ofendido o a la que
podamos haber ofendido o causado algún tipo de mal. Entendemos las lecciones que
podemos aprender de ello, viendo cómo nuestros “enemigos” son un reflejo de
nuestra propia parte negativa y es necesario reconocerlo y unificarlo todo en la Luz.
Seamos detallados en este proceso, tomándonos todo el tiempo que sea necesario.
Seguimos ampliando el círculo de la luz hasta que nos sentimos en unidad
con todos los seres humanos – vibrando al unísono en el alma común de la
humanidad – y también con todos los seres vivos del planeta y en última instancia del
cosmos, bañado todo en la Luz de la Presencia Divina.
Para terminar, volvemos a visualizar las letras de Ejad brillando en el
firmamento, encima de nuestras cabezas. Agradecemos, despedimos. Poco a poco
vamos absorbiendo la luz que permanece como una segunda naturaleza, un fondo
implícito siempre presente.
Nos dirigimos de vuelta hacia la escalera de la colina y siguiendo la cuenta
vamos descendiendo cada uno de los peldaños: quince, catorce, trece…..dos, uno.
Y ya estamos en el suelo, caminamos hacia la playa; notamos la arena en las
plantas de los pies, sentimos todas las sensaciones, los olores, colores, el tacto de la
suave brisa, el rumor de las olas que rompen suavemente sobre la arena, los pájaros…
Vamos así poco a poco caminando, tranquila y relajadamente, hasta que nos
encontramos de nuevo con las puertas de la imaginación, que cruzamos en sentido
inverso. Cerramos tal como las abrimos antes.
Y vamos a ascender por la escalera que nos va a llevar de vuelta a nuestro estado
habitual de conciencia, lentamente, siguiendo la cuenta:
1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10… ya estamos arriba de nuevo.
Nos centramos en el aquí y el ahora, plenamente de vuelta; hacemos varias
respiraciones profundas; movemos ligeramente los dedos de las manos y los pies;
71
frotamos las palmas de las manos para generar calor; cabeceamos suavemente; nos
desperezamos; y cuando queramos podemos abrir los ojos.
72
Procedimientos semánticos
I. GUEMATRIA, àéøèîéâ.
Si, como hemos visto antes, toda palabra es un número, se da también la propiedad inversa: todo
número es expresable como una o muchas palabras y, en general, como una o varias combinaciones de
letras, que no tienen por qué ser todas significativas al nivel del lenguaje ordinario.
El principio fundamental de la guematria es que todas ellas están esencialmente conectadas. Es
decir, que hay una relación en el ámbito metafísico entre dos palabras del mismo valor numérico. Este
puede ser cualquiera de los tres definidos anteriormente – absoluto, ordinal o reducido – pero es más
fuerte respecto del valor absoluto.
Descubrir cuál es el tipo de conexión espiritual que se da en cada caso constituye un ejercicio
meditativo de primer orden. Como este procedimiento particular ya se ha usado ampliamente en la
presente obra, nos limitaremos ahora a dar algunos ejemplos más, remitiendo al lector a la sección
práctica de este volumen para su ubicación en el contexto general de las técnicas cabalísticas.
Un ejemplo clásico: la identidad de Unidad y Amor. ãçà, Uno, suma 13, lo mismo que äáäà,
Amor. El amor es lo que une, es la unidad en acción. Dios es Ejad, Uno, y Dios es Ahavá, Amor. Por eso
el deseo de dar, la expresión del amor, es lo que nos une con nuestros semejantes y, al mismo tiempo, con
el Creador (asimilándonos a su esencia) Y, ¿qué es el amor? Es Deagá, äâàã, preocupación, que también
suma 13. Amar al otro es preocuparse por él.
Evidentemente, dos permutaciones tienen siempre el mismo valor numérico. Así, Kéter, øúë, la
Corona, la primera Sefirá, y Karét, úøë, que significa “corte”, “cercenamiento”, y que simbólicamente
corresponde al corte del alma de su raíz espiritual 14, suman ambas 620. Pero úøë también significa hacer
una alianza, como en Gen 15:18: (Karat YHVH et Abram brit; pactó Dios una alianza con Abram).
Tenemos así los dos estados de máxima conexión y de máxima desconexión con la Fuente de todo en la
Unidad Omniabarcante. 620 son las letras del Decálogo, que representa el modo de retorno a esa unidad.
Pero también, por Atbash – un procedimiento de sustitución ya usado y que explicaremos después – el
nombre de Babel, ìáá, emblema de la confusión y división, se transforma en ëùù, que suma 620. Por
otra parte, vemos que Kéter = 620 = Jojmá Biná VeDaat (úòãå äðéá äîëç), indicando el estado de
síntesis de las tres cabezas en el cerebro del Rostro Supremo.
El Nombre Divino Elohim, íéäìà, suma 86, lo mismo que la Naturaleza, HaTéva, òáèä. Así,
pues, podemos considerar la naturaleza como la expresión de un aspecto de la Divinidad, representado
por ese Nombre. Antes hemos comentado que Elohim, por contraste con el Tetragrama, correspondía al
aspecto riguroso de la Deidad – Midat haDin, la medida del juicio – caracterizado por las leyes de la
naturaleza, que se basan en la necesidad y en el principio de acción y reacción, constituyendo un mundo
cerrado en sí mismo. Por otra parte, el Nombre de las Cuatro Letras, YHVH, es el aspecto de misericordia
de la divinidad – Midat HaRajamim – el principio absolutamente trascendente, por encima de las leyes
naturales y, por tanto, capaz de operar la redención y salvación, y llevar a todo, incluida la naturaleza, a
su rectificación última. Elohim es el Nombre de Dios como creador del mundo natural – primer capítulo
del Génesis – mientras que la creación del hombre – capítulo segundo – está presidida por el Tetragrama.
Para ser exactos, el Nombre de Dios operando en el segundo capítulo es una combinación de ambos:
íéäìà äåäé. Ello se debe a que el hombre es un ser compuesto: por una parte tiene una parte corpórea y
vital sometida a la ley natural; por otra tiene una esencia puramente espiritual y trascendente, tal como se
narra en el segundo capítulo del Génesis15.
Desde el punto de vista de la guematria, estudiamos que 86, el valor numérico de Elohim, es, a
su vez, la suma de 26 + 60. 26 es el valor del Tetragrama, mientras que 60 es Kelí, éìë, que significa
vasija. Podemos considerar, pues, que Elohim es la vasija de YHVH. Además, 86 + 60 es 146, el valor
numérico de la palabra Olam, íìåò, Mundo. El Mundo es, por tanto, la vasija de Elohim. Hay que tener
en cuenta que Mundo, Olam, viene de la raíz Alam, íìò, que significa ocultar. Tenemos, pues la idea de
Dios oculto tras el velo del mundo, sin que las leyes naturales, que parece que operan por sí mismas, se
muestren transparentes a la Divinidad inmanente a ellas (que las controla desde dentro y desde fuera)
14
“Será extirpado del medio de su pueblo”, en el lenguaje bíblico, como por ejemplo en Ex 31:14.
15
Por supuesto, ambos Nombres son uno, tal como se expresa por la frase: YHVH Hu HaElohim,
“YHVH es el Elohim” de Deut 4:35: “A ti se te ha mostrado para que conozcas que YHVH es Dios y no
hay otro fuera de El”.
73
Otro ejemplo: ¿Qué significa la expresión Yehí Or, “Sea la Luz”, de Gen 1:3, que constituye el
primer acto creativo explícito? ¿En qué consiste éste? Si calculamos el valor numérico de estas dos
palabras, øåà éäé, comprobamos que es 232. Ahora bien, hay cuatro formas principales de desarrollar el
Tetragrama, según las distintas extensiones posibles de la He y la Vav. Cada una corresponde a la esencia
de uno de los mundos. Son las siguientes:
Asiá ää / åå / ää / ãåé “ “ = 52
La suma de las cuatro expansiones es: 72 + 63 + 45 + 52 = 232. Es decir, con la expresión Yehi
Or es proyectada toda la esencia espiritual – la Luz – de los cuatro mundos. Las Creación entera se
encuentra contenida en esta Luz, cuya naturaleza es dar, beneficiar, como se comprueba calculando el
valor numérico de la palabra “la Bendición”, äëøáä, HaBerajá, que es también 232. Ahora vemos que
esta Bendición es una infusión de la propia Luz Divina. Las criaturas angélicas la cantan en la
santificación de Dios, diciendo (Ez 3:12): Barúj Kevod YHVH Mimekomó, “Bendita sea la Gloria de
Dios desde Su lugar”16. Esta palabra, Mimekomó, åîå÷îî, “desde Su lugar”, suma también 232.
“Lugar”, Makom, íå÷î, es en sí un Nombre Divino (“Dios es el sitio del mundo, pero el mundo
no es su sitio”) Su valor numérico es 186, que es la suma de los cuadrados de los valores de las letras del
Tetragrama: 100 + 25 + 36 + 25. Siendo cada una de las letras del Nombre la raíz respectivamente de
cada uno de los cuatro mundos, y representando un número al cuadrado un estado de ser perfeccionado,
llegamos a otra formulación del mismo concepto.
De ambos el Génesis dice que son Ejad, Uno: de la Luz del primer día, Yom Ejad, y del Lugar en
el que se reúnen las aguas inferiores, Makom Ejad. Son Jésed y Tiféret, respectivamente. De este Lugar
Uno Él hace surgir lo seco a lo que llama Tierra (Maljút), Arets, õøà, de valor numérico 291, el mismo
que una de las expansiones del Nombre Elohim: íî / ãåé / àä / ãîì / óìà. Si consideramos las otras dos
expansiones de este Nombre, con He Yod (total = 300) y con He He (total = 295), y sumamos las tres,
obtenemos un resultado de 886. Añadamos ahora el 232 de las cuatro expansiones del Tetragrama. El
valor final será 1118. Es justamente el mismo que el de todo el Shemá (Deut 6:4), la oración más
importante del judaísmo, que expresa así la unidad esencial de ambas manifestaciones fundamentales de
la Divinidad, como inmanente y como trascendente, como Creador/Preservador (Naturaleza) y como
Redentor (Historia), como Luz de Dar y como Luz de Recibir:
ãçà äåäé åðéäìà äåäé ìàøùé òîù
13 + 26 + 102+ 26 +541 +410 = 1118
Shemá Israel YHVH Elohenu YHVH Ejad
Escucha Israel el Señor es nuestro Dios el Señor es Uno
El Notaricón es una técnica que consiste en considerar las primeras letras de una frase o conjunto
de palabras para formar, a su vez, una nueva palabra. O al contrario: Dada una palabra determinada,
considerar sus letras como iniciales de una frase. Por generalización, puede hacerse lo mismo con las
últimas letras de cada palabra o, incluso, con las que ocupan un lugar determinado, ni el primero, ni el
último.
Algunos ejemplos: La misma Cabalá recibe también el nombre de Jojmá Nistora, Sabiduría
secreta, cuyas iniciales componen la palabra Jen, ïç, Gracia, indicando que es un medio para conseguirla.
16
Como se dice en la oración de Musaf de Shabat: “El mundo está lleno de Su gloria y sus sirvientes se
preguntan unos a otros: ¿Dónde está el lugar de Su gloria para exaltarlo [puesto que los seres angélicos no
pueden alcanzar a la contemplación de su esencia]? Y uniéndose en sus alabanzas dicen: ¡Bendita sea la
Gloria de Dios desde Su lugar!”
74
Después, sobre un acróstico se pueden realizar otras operaciones, como por ejemplo guematriot. Así, Jen
suma 58, que es el valor medio de la suma de las cuatro extensiones del Tetragrama: 72 + 63 + 45 + 52 =
232, que dividido entre cuatro da 58. Esto, a su vez, nos da una clave de la naturaleza de la Gracia, como
estado de conexión con la Luz Divina. Un sentido añadido: por permutación, ïç se transforma en çð, raíz
con el significado de descansar, consolar, como la Biblia señala a propósito de Nóaj, Noé.
Ejemplo de descomposición:
Leemos en Proverbios: “Por la sabiduría (Jojmá) es edificada una casa y por la inteligencia
(Tevuná, es decir, Biná) es establecida y por el conocimiento (Daát) son llenadas las cámaras con los
ornamentos más preciados” (24:3-4) Ahora bien, “cámara” es Jéder, øãç, un notaricón de Jésed, Din y
Rajamim – Misericordia, Juicio y Compasión – las tres sefirot por debajo de Daát (la tríada del Rúaj), que
definen el juego dinámico de las tres Columnas. Por extensión las cámaras son todas las sefirot de los
mundos de la forma que se hallan colmadas de Daát, es decir, del influjo del Rúaj HaKodesh, el Espíritu
Santo.
Si ahora consideramos el primer capítulo del Génesis, vemos que las últimas letras de las tres
primeras palabras, íéäìà àøá úéùàøá (En el principio Dios creó), son las de la palabra úîà, Emet,
Verdad. Y lo mismo ocurre con las tres últimas palabras de la narración, que culmina en el primer párrafo
del segundo capítulo (Gen 2:3): “... porque en él descansó de toda la obra que ‘creó Elohim para hacer’ –
Bará Elohim Laasot – úåùòì íéäìà àøá”. Hemos ya comentado que Emet, la Verdad, es el sello del
Eterno, que vemos así que contiene a todo el relato de la Creación.
En el Capítulo I se narra la obra de los seis primeros días – la Creación activa – y en el primer
párrafo del Capítulo II se habla del descanso y la santificación del Shabat. Sin embargo, ambos conceptos
están totalmente unidos por el propio Nombre de Dios, que aparece en las iniciales de las dos últimas
palabras del primer capítulo y de las dos primeras del segundo: “...Yom HaShishi. Vaijulú HaShamaim...
Día sexto. Y fueron acabados los cielos...” También podría interpretarse esotéricamente que el primer
capítulo describe la obra de la Yod y la He, las dos primeras letras del Nombre, o sea el marco general de
la Creación.. El segundo capítulo, que incluye la narrativa del Edén, trataría de forma más específica de la
obra de la Vav y de la segunda He. Por supuesto que ambas forman una unidad.
El notaricón de una frase condensa su significado profundo en una sola palabra, que es, por así
decir, como la semilla potencial de su energía (o de su resultado, cuando se trata de las letras finales) La
técnica es particularmente potente cuando se aplica a la formación de Nombres Divinos u otras palabras
de gran poder espiritual. Por ejemplo, la expresión: “Tú eres fuerte por siempre Señor”, Atá Guibor
LeOlam Adonai, con que da comienzo la segunda bendición de la Amidá17, contiene en acróstico un
Nombre Divino, Agla, àìâà, correspondiente a la esfera de Guevurá. Igualmente, la conocida expresión
Amen, ïîà, es un notaricón de la frase: Adonai Mélej Neemán, “El Señor es un Rey Fiel” (es decir, que
realiza su Palabra, que cumple su Alianza). Esta palabra es especialmente importante como sello y como
canal, ascendente y descendente, principalmente por dos razones. Primero porque las letras AMN
constituyen la raíz de Emuná, Fe, que es la conexión con Biná (“El justo vivirá por su fe”) En segundo
lugar por su valor numérico, que es 91, el cual, entre otras cosas, expresa la conjunción de los Nombres
YHVH ( = 26) y Adonay ( = 65) y, por tanto, de Tiféret y Maljút; del Cielo y de la Tierra; del Santo,
Bendito sea, y de la Presencia Divina.
Por transformaciones de letras entendemos las sustituciones de unas letras por otras según unas
reglas fijas. Estas reglas son los llamados códigos cifrados, a algunos de los cuales – Atbash, Albam, etc.
– ya se ha hecho alusión. Es como si la palabra o texto básico a analizar estuviera escrito en clave y se
descifrara conociendo a qué otro signo corresponde cada uno de sus elementos. Todas las letras se
sustituyen así por otras letras, lo que da lugar a nuevas palabras que explican, metafísica o místicamente,
a las anteriores.
17
Que es la plegaria fundamental en el servicio devocional judío.
75
ùìâ øëá ÷éà
íñå êðä úîã
õöè óôç ïòæ
El Aiq Béker, o Cabalá de las nueve Cámaras, como también se le llama, pone de manifiesto la
relación intrínseca entre las letras y las sefirot. Cada cámara corresponde a uno de los dígitos y, por tanto,
a una Sefirá, de Kéter a Yesod. Sus tres letras comparten esa raíz numérica, respectivamente en el
dominio de las unidades (la primera), de las decenas (la segunda) y de las centenas (la tercera) Así, ÷éà,
de valor numérico total 111 (el mismo, por cierto, que el de la letra Alef extendida, óìà), está constituida
por à = 1, é = 10 y ÷ = 100. Su conexión es, obviamente, con Kéter. La segunda cámara, øëá (222),
consta de ø = 200, ë = 20 y á = 2. Corresponde a Jojmá. Y así sucesivamente.
En el terreno simbólico, las unidades representan la esencia arquetípica de las raíces numéricas,
las décadas su proyección a una existencia ideal (potencial, intelectiva) y las centenas a su realización en
existencia actualizada, de realización cósmica. En cierto modo, expresado de formas algo simplista, las
unidades se refieren a las cosas divinas, las decenas a las cosas celestiales y las centenas a las cósmicas y
terrenales, quedando las unidades de mil, que hemos visto que se escriben de mayor tamaño, al mundo
futuro.
Las letras dentro de cada Cámara son intercambiables entre sí. Y esto puede hacerse
circularmente – Alef por Yod, Yod por Kof y Kof por Alef, en sentido directo, o Alef por Kof, Yod por
Alef y Kof por Yod, en sentido retrógrado – o sin seguir ninguna regla específica: Alef por cualquiera de
las otras dos de su Cámara, y así sucesivamente.
Ya hemos hablado de la lógica operante en el Aik Beker. El sistema clasifica a las letras según
sus raíces numéricas sefiróticas, distribuyéndolas en los tres planos de esencia arquetípica, existencia
ideal y realización fáctica18. Existe una profunda afinidad entre las letras de una misma cámara, es decir,
raíz numérica, porque son la expresión de una misma sefirá, aunque en distinto plano. Así, el Nombre
Divino El, ìà, se transforma por Aik Beker en YSh, ùé, porque la Alef (1) pasa a ser Yod (10), y la
Lamed (30) deviene en Shin (300) El Nombre El representa la Voluntad Divina de dar el Bien. Este
Deseo Supremo encuentra su plasmación en el Yesh, la Existencia, en la que la unidad inmanente de la
Alef se ha transformado en la presencia activa de la Yod, y el despliegue potencial de la Lamed en la
energética cósmica de la Shin. La Existencia como un todo es, pues, la vasija adecuada para la
Beneficencia Divina.
Existen muchos sistemas de transformación, tantos como funciones o correspondencias entre dos
conjuntos alfabéticos. Además del Aik Beker, los más usados son Albam, Atbash y Abgad. El nombre,
como es lógico es una forma abreviada que nos permite reconstruir el resto del sistema a partir de las
correspondencias de las dos primeras letras. Albam quiere decir que Alef se transforma en Lamed (Al) y
Bet se transforma en Mem (bam) Atbash indica la sustitución de Alef por Tav y de Bet por Shin. Abbag,
por último, indica lo propio en el sentido de Alef por Bet y Bet por Guimel.
Para generar el código Albam se divide el alfabeto en dos mitades iguales y se colocan las once
primeras letras encima de las once restantes. Las letras resultan así emparejadas dos a dos y, dentro de
cada par, una puede sustituir a la otra.
ë é è ç æ å ä ã â á à
ú ù ø ÷ ö ô ò ñ ð î ì
La división del alfabeto en dos mitades indica, lógicamente, complementaridad. Se tienen dos
fases, de las cuales cada letra del par es el representante. Podemos imaginar que las letras están inscritas
18
O bien, los planos divino, celestial y cósmico.
76
en un círculo: la mitad superior representa lo interno (u oculto, privado, inconsciente, etc.) y la mitad
inferior lo externo (o visible, público, consciente, etc.), reproduciendo, una dialéctica que se presenta por
doquier en todas las fases de la manifestación.
Así, la Lamed es en lo externo lo que la Alef es en lo interno (y ambas conforman el Nombre
Divino El); la Bet es el núcleo interno de la Mem; y así sucesivamente. La raíz Natan, ïúð, que significa
dar, se transforma en (o es la transformada de) âëâ, significativamente relacionada con los canales en el
Árbol de Kéter/Tiféret y Jésed/Nétsaj. Su valor numérico es 26, el mismo que el del Tetragrama,
indicando que dar es una manifestación de la propia esencia divina. Otro ejemplo: Cielos es Shamaim,
íéîù, que se transforma por Albam en áéáù. Es valor numérico de esta combinación es 314, el mismo
que el del Nombre de la Omnipotencia Divina, Shadai, éãù; pero también que el del arcángel Metatrón,
ïåøèèî, el Príncipe del Rostro, el más elevado de los seres creados, que rige sobre el cielo supremo.
El código Atbash también divide el alfabeto en dos mitades, pero la segunda se coloca bajo la
primera en orden inverso:
ë é è ç æ å ä ã â á à
ì î ð ñ ò ô ö ÷ø ù ú
En este caso la relación es de polaridad y tensión creativas. La mitad oculta es, de alguna
manera, el alter ego de la mitad manifestada, como ocurre con Alef y Tav: dos absolutos frente a frente,
cada uno el máximo en su categoría respectiva. Ahora, si se colocan las veintidós letras en círculo, los
emparejamientos son en horizontal, indicando la relación entre el yo y el otro, lo personal y lo colectivo.
Así, por Atbash, el Tetragrama, äåäé, se transforma en õôöî, combinación que es, en sí misma,
un Nombre Divino. Su valor numérico es 300, lo mismo que el de la letra Shin, que sabemos es el aliento
cosmológico. También corresponde a una de las extensiones del Nombre Elohim (ver antes) indicando
esa relación de complementaridad que se da entre ambos Nombres.
Es clásico también el ejemplo relativo al versículo 25:26 de Jeremías, en el que se nombra, en un
oráculo contra las naciones, al rey de Shesháj. Este lugar, êùù, por Atbash, se descubre que es Babel,
ìáá, es decir, Babilonia.
También, como hemos visto que öî se convierte en äé, podemos hacer el siguiente análisis de la
palabra mitsvá, äåöî, “precepto”, la base de la religión judía: Podemos considerar que toda mitsvá tiene
un doble aspecto, manifestado y oculto. El aspecto manifestado, representado por Vav He, corresponde a
la acción en sí (He) y a la Kavaná o intención consciente (Vav). Esto crea una vasija para el aspecto
oculto, que nos lo da Mem Tsadi, la fuente de la Kedushá19. MTs por Atbash se transforma en YH,
completando el Nombre Divino. Una mitsvá es, pues, una conexión y una manifestación de la Esencia
Divina, un modo de operar la Devekut o adhesión a lo divino.
El tercer método de transformación, Ab-gad, tiene otra lógica. Ahora cada letra se transforma en
la siguiente, que es, por así decir, su marco de actuación, lo que a su vez da lugar a una nueva fase. Así, la
Alef o unidad precisa de un otro o Bet, que es su contenedor o vestidura. La Bet o Berajá se desenvuelve
en Guimel, el deseo de dar; que a su vez precisa de un deseo de recibir o Dalet; que pone en marcha la
vida o alma de la He; y así sucesivamente. Esta sería la representación del código Abbag:
ú ù ø ÷ ö ô ò ñ ð î ì ë é è ç æå ä ã â á à
à ú ù ø ÷ ö ô ò ñ ð î ì ë é è ç æ å ä ã â á
Este código, como los demás, tiene su principal ámbito de aplicación – aunque no sólo – en la
generación y análisis de Nombres Divinos. Su uso es fundamental en determinadas técnicas de
meditación y canalización.
Por ejemplo, considerando de nuevo el Tetragrama, por Ab-bag se transforma en åæåë, también
un Nombre Divino. Su valor numérico es 39, el mismo que la palabra Tal, ìè, que significa rocío, un
símbolo de la Luz Infinita, como en la expresión: “pues mi cabeza está llena de rocío” (Cant 5:2), que le
dice el Amado a la Amada. El Nombre KUZU es pues una buena representación del marco de actuación
del Tetragrama.
19
Ya que la combinación Mem Tsadi suma 130, que es Ayin, ojo y fuente o manantial.
77
Otro ejemplo: las letras de Jomer, øîç, se transforman en ùðè, que permutadas nos dan el Satán.
Esto es lo que está “por debajo” de la materia, la inteligencia del deseo de recibir sólo para sí. Por otra
parte, Elohenu, åðéäìà, “nuestro Dios”, deviene en æñëåîá, una potente combinación de letras que actúa
de protección contra las fuerzas del mal, y que se escribe en la parte posterior del manuscrito de la
Mezuzá20.
78
primera Sefirá, La Voluntad Divina o Corona, prácticamente identificada con el Infinito
o Absoluto de la Deidad, aparece tan sólo implícita, místicamente aludida en el
versículo. El resultado final sería el siguiente: “Por medio de la Sabiduría, el Misterioso
Incognoscible (bendito sea su Nombre) creó a Elohim...”
79
Tenemos, pues, Et HaShamaim como las letras del cielo, y Et HaÁrets como las
letras de la Tierra. El versículo se leería entonces: El Misterioso incognoscible por
medio de la Sabiduría creó a Elohim, las letras de los Cielos y las letras de la Tierra.
Y he aquí un secreto cabalístico: Manipulando las letras de la Tierra ponemos en
funcionamiento las letras del cielo. Las letras no son solamente alef, bet, etc. Eso es una
representación de las mismas. Mercurio, Venus, las constelaciones son manifestación de
letras celestes. Igual que los distintos órganos del cuerpo vital son manifestación de
letras terrestres.
4 1
40 4 1
Adam
= 233
= 932
932 = 4 × 233
DESCONEXIÓN 1 ÷ 4
80
= Hombre
40 4 1
= Sangre
40 4
= Verdad
400 40 1
= Muerte
400 40
El ser humano es una manifestación del Zer Anpin, del Rostro menor, aunque es más
sutil y difícil de ver: Empieza con la creación del ser humano “a imagen y semejanza”
en el versículo 26 del Génesis (26 es el valor numérico del Nombre de Dios YHVH). El
primer capítulo es un despliegue del mundo de Briá. A imagen y semejanza del Adam
Divino de Atsilut. Continúa con la pregunta que Dios le hace al ser humano en el Eden
(mundo de Yetsirá): Ayeka, ¿dónde estás? Un poco de hermenéutica cabalística: Ayeka
( ) como pregunta se transforma en , Yo soy, como respuesta, primera
palabra de la revelación del Sinaí (mismas letras, transformando la He en Nun, del 5 al
50, operación permitida en Cábala). Y han transcurrido exactamente 26 generaciones de
Adam a Moisés. Y también en el versículo 26 de Ezequiel 1 aparece la visión de la
Deidad como la semejanza (Briá) de la apariencia (Yetsirá) de un Adam sentado en el
Trono. Por último, recordar que ADAM numéricamente es 45, lo mismo que Yod He
Vav He extendido en Yetsirá. Lo que quiere decir todo esto es que penetrando
profundamente en la identidad personal llegamos al arquetipo, que no es otro que el
Tetragramaton en el hondón, en el centro de la psique.
Empezando por los principales personajes bíblicos, se han establecido sus correspondencias sefiróticas
básicas, en particular de los siete Avot o Patriarcas. Cada uno de ellos es la carroza de la Shejiná,
encarnando en la tierra una cualidad sefirótica específica y presidiendo, en el sistema de los Palacios o
Hejalot – las Sefirot Briáticas – la cámara celestial correspondiente a esa Sefirá.
81
Tomemos, por ejemplo, a Jacob/Tiféret. Hemos interpretado el versículo Gen 5: 27: “Jacob era
hombre sencillo (Tam = completo) que moraba en tiendas”; y hemos interpretado que las tiendas son
las tiendas de Abraham, es decir Jésed, e Isaac, es decir Guevurá, integrando por tanto Jacob las dos
columnas en el equilibrio de Tiféret (la columna central). Además, la doble condición Tiferética
respecto de la dimensión vertical se manifiesta en los dos nombres que tiene el patriarca, el cual
representa, como Tiféret, el arquetipo self del individuo. Estos nombres son Jacob – según se
considere Tiféret mirando hacia abajo (rostro inferior) – e Israel – cuando mira hacia arriba (rostro
superior) –.
Recordemos que el nombre Israel lo adquiere Jacob en el episodio de la lucha con el ángel, que
la Tradición identifica con el ángel tutelar de Esaú (Esav), su hermano, el representante del hombre
natural y de su propia naturaleza inferior. El mismo versículo citado antes, Gen 25:27, dice: “Y era
Esaú hombre diestro en la caza, hombre del campo (agreste)”. La metáfora de la caza viene a indicar
la persecución de metas materiales. Cuando uno se ha cobrado una pieza, la propia insatisfacción de lo
material – el deseo de más – impulsa hacia la siguiente23.
La lucha de Jacob con el ángel tiene lugar en el vado del Yabok - ÷áé – palabra que se ha
interpretado como un acróstico o notaricón de Yejidá (Unidad), Berajá (Bendición) y Kedushá
(Santidad) Un río o arroyo siempre representa la frontera entre dos mundos, siendo el agua fluyente un
símbolo de la corriente del tiempo y de la vida. Además ÷áé suma por guematria 112, el mismo valor
que la conjunción de los Nombres Divinos íéäìà äåäé, representando la unión o equilibrio de la
derecha y la izquierda, y también de la conjunción de los tres Nombres éðãà äåäé äéäà,
representando, mediante Tiféret, la conexión de Maljút con Biná. Esto da idea del tipo de combate
espiritual que tiene lugar en el Yabok.
¿De dónde deducimos que el poder con el que lucha Jacob es el ángel de Esaú, o sea, su
principio interno? Porque está escrito: “Has luchado con elohim y con hombres” (Gen 22:29); y más
adelante, cuando se encuentran Esaú y Jacob, éste le dice: “He contemplado tu rostro como quien
contempla el rostro de elohim” (Gen 23:10) La palabra elohim no sólo es un Nombre de Dios. A veces
también designa a determinados poderes espirituales – de hecho es el nombre de un orden angélico,
los elohim – o simplemente a personas de poder, como jueces, que en el acto de juzgar están en
representación de Dios.
Así, porque Jacob ha vencido a su propia inclinación negativa, cuando se acerca Esaú con
intención de acabar con él – el ejército de 400 hombres (valor numérico de Tav) es una referencia
simbólica a todos los poderes materiales – las fuerzas negativas no encuentran modo de adherírsele en
modo alguno, ya que éstas sólo pueden entrar en nosotros a través de nuestra propia negatividad (y
Jacob nunca odió a su hermano Esaú)
La tradición afirma que Esaú pretendía “morder” a Jacob, acabar con él de una dentellada. En
lugar de ello le “besó”. Por eso en el texto hebreo todas las letras de la palabra “Vayishakehu” – y le
besó – aparecen marcadas en el texto con un punto encima de cada letra, para hacernos notar que la
intención original hubiera correspondido a “Vayishakehu” (escrito con Kaf en vez de con Kof) – y le
mordió –. La raíz de la palabra besar en hebreo es ÷ùð, mientras que la de morder es ëùð, variando
sólo la última letra de muy parecida pronunciación. Es necesario estar atentos a todas las aparentes
irregularidades o excepciones del texto bíblico, como letras de mayor o menor tamaño, repeticiones o
redundancias, porque no son accidentes ni errores, sino claves de interpretación.
Por ejemplo, en el episodio del sueño de Jacob (Gen 28: 10-22), en el que le es revelada la
escalera de los mundos, éste exclama: “Verdaderamente YHVH está en este lugar y yo no lo sabía”.
En hebreo: éúòãé àì éëðàå äæä íå÷îá äåäé ùé ïëà, que en transliteración se leería: Ajén Yesh
YHVH BaMakóm HaZé VeAnojí Lo Yadáti. La palabra Anojí – yo – es redundante en el texto,
porque en hebreo el pronombre personal – en este caso de primera persona – aparece incluido en la
forma verbal del imperfecto – Yadáti – y por tanto no se escribe. ¿Qué nos enseña esto?
23
Y para conseguir la bendición de Isaac, que como Guevurá se inclina hacia Maljút – de ahí que Isaac
prefiera a Esav sobre Yaacov –, el principio de lo anímico (el hombre espiritual, es decir, el propio
Yaacov) tiene que revestirse de una forma de materialidad – las pieles que se pone alrededor de los brazos
– de manera que la apariencia sea la de Esav, aunque la voz, la expresión de la propia individualidad, siga
siendo la de Yaacov. Esto es un precio que lo espiritual siempre tiene que pagar si quiere actuar
plenamente en lo físico.
82
Vemos que en el versículo hay una progresión simbólica: Makóm, lugar, es también un Nombre
Divino que alude particularmente a Maljút24, como en el versículo: “Reúnanse las aguas en Makom
Ejad – el lugar uno – y aparezca lo seco” (Gen 1:9). Como veremos después, la siguiente palabra, Ze,
éste, es un símbolo de Yesod25. Anojí, yo, es una forma ligada a Tiféret26. Esta es la palabra cuya
inclusión en el texto nos estamos cuestionando. La clave nos la da la siguiente, Lo, ‘no’, que además
es la forma inversa del Nombre de Dios El, indicando que, desde el punto de vista de lo mundano, la
esencia de la Deidad es negación. Lo que se está proponiendo aquí es, entonces, un Bitul HaNéfesh,
una negación del ego de Jacob como condición previa a la conciencia superior (transpersonal) Por eso
se incluye la palabra Anojí, seguida de Lo, para aludir a la experiencia de autoaniquilación necesaria
para la manifestación de YHVH. E inmediatamente Jacob temió (Yirá)27 y exclamó: “¡Qué tremendo
es éste lugar! Esta no es sino la Casa de Dios, y ésta la Puerta del Cielo”. “Esta no es”, Ayin Zé, o
bien, “Este es el Ayin”, es decir, la Nada Divina de Jojmá.
En el diagrama adjunto se pueden – ésta es otra posible metodología – proyectar los distintos
pasos de este episodio a la luz del Árbol de la Vida.
24
De Dios se dice: Él es el lugar del mundo y el mundo no es su lugar.
25
Mientras que la forma femenina del mismo pronombre demostrativo, Zot, corresponde a Maljút.
26
Aní, el término más corriente para designar ‘yo’, lo está en general a Maljút.
27
‘El temor de YHVH es el principio de la Sabiduría’, y hemos interpretado este temor como Bitul
HaNéfesh.
83
Y fuese Jacob de Beer Shevá hacia Canaán. E hizo noche en el camino, porque ya se había puesto el sol,
usando por almohada una piedra del lugar. Y soñó con una escalera cuya base estaba en la tierra y cuya cima
llegaba al cielo, y ángeles de Dios subían y bajaban por ella. (Gen 28:10 – 12)
Jacob en Bet – El
(Gen 28: 13 – 32)
84
Volviendo al estudio de las correspondencias personales, vemos que Jacob tiene dos esposas
(hermanas) que son Léa y Raquel, expresando la relación con Biná (Léa) y Maljút (Raquel) Y para
conseguir la esfera de Maljút – la favorita, la preferida – el self tiene que, en primer lugar, asumir la
conexión con Biná, o dicho de otro modo, el tikún y la disciplina – las llamadas sefirot de la línea
recta – vienen antes que las sefirot circulares, las sefirot del néfesh.
Vemos que Léa, que corresponde a Biná, tiene seis hijos directos 28 y una hija, representando
a las seis sefirot de Jésed a Yesod por un lado, y a Maljút, por otro. Los seis hijos son , por orden de
nacimiento, Rubén (Jésed), Simón (Guevurá), Leví (Tiféret), Judá (Nétsaj), Isajar (Hod) y Zebulún
(Yesod). Por otra parte, Dina, la hija, representa Maljút.
En otro orden, los hijos de Raquel son arquetipos de Yesod (José) y Maljút (Benjamín, el
único nacido en la Tierra de Canaán y en cuyo territorio se edificará el Templo de Jerusalem , salvo
una cuña que terminaba en el altar de los sacrificios y que era territorio de Judá)
No hay que esperar una relación biunívoca entre el número 70 y las naciones concretas, ya que
estamos hablando de realidades en el orden espiritual. En el plano simbólico, el número 70 representa
la diversificación al nivel humano: hablar de setenta pueblos es hablar de todos los pueblos. Se dice
que setenta son las ramas del Árbol de la Vida, es decir, del Árbol Tiferético.
También los doce signos del Zodíaco (que corresponden a las doce permutaciones del Tetragrama) se
diversifican en 72 quinarios – seis por cada signo30 – cada uno presidido por un Nombre de Dios.
Ambos conjuntos, el de los setenta pueblos (o lenguas, de hecho) y el de los setenta y dos quinarios
están relacionados – simbólicamente son uno y el mismo 31 – lo que quiere decir que cada pueblo o
lengua tiene un modo específico de expresión de lo divino. Es necesario aclarar de nuevo que estamos
hablando de raíces de almas y no necesariamente de pueblos concretos (y menos aún de individuos
pertenecientes físicamente a esos pueblos) Estamos hablando del sello divino (o del programa de
software) implantado en el enjambre de chispas divinas a que da lugar el alma de Adam, según
descienden por el arco involutivo.
28
Entendiendo por hijos indirectos los tenidos con las concubinas.
29
El Altísimo. En hebreo, ïåéìò. Nótese la letra Ayin, de valor numérico 70, con que empieza este
Nombre Divino.
30
Un signo abarca treinta grados. Cada quinario, como su nombre indica, consta de cinco grados, es
decir, hay seis en cada signo.
31
Ver Séfer HaBahir, #167, en donde se intentan reconciliar ambos números.
85
La correspondencia concreta entre las tribus de Israel y los signos zodiacales se puede estudiar de
distintas fuentes: orden de nacimiento; orden en que son citados los hijos de Jacob en el capítulo I del
Éxodo; orden (con su contenido específico) en que son bendecidas por Jacob, primero, y por Moisés,
después; orden de marcha por el desierto. Este último es el preferible, puesto que en su misma
estructura reproduce el centro y la circunferencia.
El centro es el Tabernáculo, morada de la Shejiná. Sigue el primer círculo de división en cuatro,
representado por las familias de levitas y por los propios Moisés y Aarón. Después las doce tribus
divididas en cuatro conjuntos de tres, según el siguiente esquema:
Efraím y Manasés, hijos de José, cuentan como una tribu cada una (Gen 48:5), pues Jacob los
reconoce como hijos propios. Leví, como es lógico, queda excluido porque pasa a ocupar el lugar de
la decimotercera (el círculo interno), que es la que realiza la unión (según el número de Ejad) 32.
El paso siguiente sería estudiar en todo el Tanaj los sucesos bíblicos que implican tanto a las tribus
como a personas concretas de las distintas tribus a la luz de todas las correspondencias y
consideraciones anteriores, lo cual trasciende ya el marco de la presente obra.
32
No obstante, si se considera a José y a Leví en el anterior esquema de doce tribus, José estaría en lugar
de Efraim y Leví de Manasés.
86
Además de en su estructura de caracteres, es lógico pensar que la Torá refleje el esquema del Árbol de
la Vida en el relato de la Creación (Bereshit)
Establecer la correspondencia sefirótica de los dos primeros capítulos del Génesis es un programa de
estudio de largo alcance, abordado en extensión por textos clásicos como el Zohar o el Séfer Yetsirá.
Este último se puede considerar en muchos aspectos como un comentario del primer capítulo de
Bereshit.
El Séfer Yetsirá está interesado sobre todo en la mecánica de la creación y en sus aplicaciones
prácticas (meditativas) El Zohar estudia sobre todo la propia dinámica interna divina, de la cual la
Creación es un reflejo.
Es decir, si la creación supone el desenvolvimiento del mundo de Briá, éste se establece según la
pauta previa implícita Atsilútica. En el primer capítulo Dios “crea” al hombre a su imagen y
semejanza (o sea, de Atsilút) y en el segundo capítulo Dios “forma” al hombre. El primero trata
entonces del mundo de Briá o de la Creación y el segundo de Yetsirá o mundo de la Formación.
Considerando, como es tradicional, los seis días como representativos de las seis sefirot de Zeir
Anpin, tendríamos el siguiente cuadro de correspondencias:
- El primer versículo: “En el principio creó Dios los Cielos y la Tierra”, corresponde a las tres sefirot
supremas de Briá.
- El segundo: “Y la Tierra era caos y vacío... y el Espíritu de Dios se cernía sobre la superficie de las
aguas”, nos sitúa en Daát de Briá/Yesod de Atsilút.
- Día Uno: “Que haya Luz...”, Jésed de Briá.
- Día segundo: “Haya un firmamento en medio de las aguas que separe...”, Guevurá de Briá.
- Día tercero: “Reúnanse las aguas... en lugar uno y aparezca lo seco”
“Brote la tierra vegetación... y árboles”
Tiféret de Briá/Maljút de Atsilút/Kéter de Yetsirá.
- Día cuarto: “Haya luminarias en el firmamento de los cielos...”, Nétsaj de Briá/Jojmá de Yetsirá.
- Día quinto: “Pululen las aguas... (aves y peces)”, Hod de Briá/Biná de Yetsirá.
- Día sexto: “Produzca la Tierra animales...”
“Hagamos al Hombre a nuestra imagen y semejanza...”
“Procread y multiplicáos...”
“He aquí que os doy toda planta como alimento...”
Yesod de Briá/Daát de Yetsirá.
- En el séptimo día Dios descansó y santificó el Shabat. Corresponde a Maljút de Briá/Tiféret
de Yetsirá/Kéter de Asiá.
En el versículo cuatro del segundo capítulo empieza el llamado segundo relato de la creación
que, como decimos, estructura el mundo de Yetsirá.
- Empieza con la afirmación simétrica: “Esta es la historia de los Cielos y la Tierra en su
creación”. Corresponde a las tres sefirot supremas de Yetsirá.
- “El día en que hizo YHVH Elo/him Tierra y Cielos ningún árbol del campo existía...”, Daát
de Yetsirá/Yesod de Briá.
- “Pero un vapor (AD) surgía del suelo que regaba toda la faz de la tierra”, Jésed de Yetsirá.
- “Entonces formó YHVH Elohim al Hombre (ADM)... e insuflando en sus narices aliento de
vida, quedó constituido como alma viviente”, Guevurá de Yetsirá.
- “Luego plantó YHVH Elohim un vergel en Edén al oriente y allí colocó al hombre que
había formado”
87
“Y Y/H/V/H Elo/him hizo germinar del suelo... y el árbol de la vida y el árbol del
conocimiento del bien y del mal”
Tiféret de Yetsirá/ Maljút de Briá/ Kéter de Asiá.
- “Brotaba de Edén un río para regar el jardín y desde allí se dividía en cuatro brazas...”,
Nétsaj de Yetsirá/ Jojmá de Asiá.
- “Así pues tomó al hombre y lo puso en el jardín para que lo cultivara y guardara”, Hod de
Yetsirá/ Biná de Asiá.
- “De todo árbol podrás comer... pero del árbol del conocimiento del bien y del mal n has de
comer... pues morirás”
“No es bueno que el hombre esté solo...”
“Así pues YHVH Elohim infundió un sueño sobre el hombre...”
“Luego YHVH Elohim transformó en mujer el lado que había tomado...”
Yesod de Yetsirá/ Daát de Asiá.
- “Esta es esta vez hueso de mis huesos y carne de mi carne. A ésta se llamará varona (Ishá)
pues del varón (Ish) ha sido tomada. Por eso dejará el hombre... y se unirá a su mujer y serán una sola
carne”, Maljút de Yetsirá/ Tiféret de Asiá.
88
Lección 3: Introducción a los mundos
Cuatro mundos:
Las estructuras fundamentales del lenguaje cabalístico son tres: Diez sefirot,
veintidós letras y cuatro (o cinco) mundos, que son planos, niveles de manifestación del
ser.
En Cabalá, la manifestación de lo Absoluto, más allá de los velos de la Nada, lo
Infinito y la Luz sin Fin, se despliega en cuatro Mundos o niveles 33, cada uno completo
en sí mismo, si bien interconectado con los demás, tanto jerárquica como
holográficamente.
Atsilut:
33
De hecho podemos considerar cinco, siendo el primero el llamado Adam Kadmón, aunque a efectos
prácticos, el Infinito, Adam Kadmón y Kéter pueden tomarse como uno y el mismo.
34
Y Adam Kadmón.
89
Lo que se deduce es una doble idea: por una parte el mundo de Atsilut es lo más
abstraído, lo más retirado, lo más alejado… y al mismo tiempo infinitamente próximo;
las dos cosas. Lo vemos como el otro extremo de nuestra existencia y sin embargo está
infinitamente próximo a nosotros. Está en todas partes, todo lo permea…… Es el
mundo de la realidad absoluta, de la realidad verdadera.
El plano de EN SOF junto con el mundo de Atsilut2 recibe el nombre genérico
de “El Creador”.
Briá:
Yetsirá:
90
En general, en nuestro estado actual, el mundo de Yetsirá es percibido como
interno. Es el mundo de nuestra subjetividad, de nuestro psiquismo. Briá y Atsilut son
mundos de los que no tenemos mucha conciencia, aunque los tenemos presentes como
una incógnita en nuestras ecuaciones. Sabemos que existen, pero no tenemos una
experiencia directa de ellos de modo continuado; aunque a veces sí, porque cuando
contemplamos, por ejemplo, una manifestación de belleza que nos extasía, que nos hace
trascender el plano de nuestra particularidad egoica y nos adentra en las regiones del
espíritu, en realidad experiencia briática.
Particularmente, Yetsirá es el mundo de nuestro psiquismo interior, de nuestra
subjetividad, aunque también puede percibirse como objetivo, como mundo externo,
sobre todo en estados de sueño o de después de la muerte, cuando estamos desligados
de nuestro vehículo físico. También en la llamada proyección astral.
Yetsirá es más o menos sinónimo de los que en el mundo esotérico se conoce
como mundo astral.
Los poderes formativos de sus distintas esferas o sefirot son los Ángeles (Coros
Angélicos). También es el plano propio de una parte del alma humana, llamada Rúaj.
Los sefirot de Yetsirá como lugares objetivos, en el macrocosmos, reciben el
nombre de los siete cielos. Microcósmicamente hablando corresponden a las distintas
funciones psíquicas como el intelecto, las emociones, etc.
Asiá
El alma humana existe en todos los planos. Se define como un rayo que
partiendo de la Luz Infinita se va revistiendo de envolturas en cada uno de los planos o
mundos. Esas envolturas son las llamadas partes del alma en cada uno de los mundos.
En el mundo de Asiá tenemos el Néfesh. Es el alma perceptiva, sensitiva,
vegetativa. El cuerpo vital.
En el mundo de Yetsirá tenemos el Rúaj. El alma racional, el asiento del Yo y
de las facultades del juicio. Habitante de los llamados “cielos”.
En el mundo de Briá tenemos la Neshamá. Es el alma espiritual, el cuerpo de
pensamiento puro.
En el mundo de Atsilut tenemos la Jaiá, que significa Vida. Vida en el sentido
exaltado de Jojmá; vida superlativa, la verdadera vida, la vida en Dios, en el Espíritu.
91
El quinto nivel correspondería a la raíz, que sería la Yejidá. Proviene de la
palabra Ejad (uno). Lo que nosotros traducimos como Chispa Divina. Es la raíz del
alma en el EN SOF.
Los dos primeros niveles son personales, los dos últimos transpersonales. La
Neshamá es el vínculo entre ambas, entre la conciencia personal (individual) y la
conciencia transpersonal o conciencia cósmica. A nivel de la Neshamá, que se
corresponde con una conciencia tipo Briá, una persona conservaría el sentido intenso de
su Yo como existente, mientras que al mismo tiempo se percibiría plenamente unida a
toda la creación. La Neshamá es personal y transpersonal al tiempo.
Los mundos no están situados uno encima del otro como si fueran los cuatro
pisos de una casa, sino que se interpenetran entre sí. Se tienen entonces dos diagramas
complementarios que vamos a estudiar sucesivamente: los Mundos en el Árbol (llamado
Árbol simple) y el Árbol en los Mundos (llamado Árbol extendido). En el primero
dividimos el Árbol en cuatro regiones que se solapan, cada una correspondiente a un
mundo. En el segundo tenemos un Árbol de la Vida para cada mundo y especificamos
sus relaciones mutuas.
En el Árbol simple trazamos cuatro círculos haciendo centro en las sefirot del
Pilar del Medio. Cada círculo corresponde a un mundo. El radio del círculo es
justamente la distancia entre dos sefirot consecutivas de esta columna central. Así, Kéter
es el centro de Atsilút, Dáat el centro de Briá, Tiféret lo es de Yetsirá y Yesod de Asiá
(ver figura).
Yesod sería el centro del mundo de Asiá, que se extiende desde Maljút hasta
Tiféret.
Tiféret sería el centro del mundo de Yetsirá, que se extiende desde Yesod hasta
Dáat.
Dáat sería el centro del mundo de Briá, que se extiende desde Tiféret hasta
Kéter.
Kéter sería el centro del mundo de Atsilút, del cual solamente dibujamos una
semicircunferencia hasta Dáat.
92
MUNDO DE
ATSILUT
o de las
EMANACIONES
Jaiá y Yejidá
MUNDO DE
BRIÁ
o de la
CREACIÓN
Círculo de la
Neshamá
MUNDO DE
YETSIRÁ
o de la
FORMACIÓN
Círculo del Rúaj
MUNDO DE
ASIÁ
o de la
ACCIÓN
Círculo del
Néfesh
93
El centro del mundo de Asiá no es Maljút, sino Yesod, en donde se encuentra la
“imagen del mundo”. Por eso decimos que para hacer algo en Maljút hay que actuar en
Yesod. En Yesod, es donde se realiza la siembra y en Maljút es donde se recibe la
cosecha. Yesod es, por así decir, el corazón de este mundo que se corresponde con el
llamado rostro inferior del Árbol de la Vida; es decir, en cierto modo, Yesod es Tiféret
mirando hacia abajo.
El círculo de Yetsirá está centrado en Tiféret y consta además de Yesod, Hod,
Guevurá, Dáat, Jésed, Nétsaj. No llega, sin embargo, a Maljút por lo que Yetsirá
necesita a Yesod para alcanzar a Maljút.
En general, Yetsirá es el mundo de la psique, centrado en el arquetipo self o sí
mismo. Si Asiá es la personalidad a Yetsirá le corresponde la individualidad, el núcleo o
esencia de la identidad individual, por un lado, y la totalidad integrada de su ser
psicológico, por otro. Ambas, personalidad e individualidad, presentan regiones
comunes y, con frecuencia, difíciles de distinguir o discriminar. Ello está representado
por el solape que se da entre la parte inferior de Yetsirá y la superior de Asiá. Es el
solape entre la mente y el cuerpo que son así dos caras de la misma realidad.
Vemos en el diagrama que Tiféret toca tres mundos. Es el vértice superior de
Asiá, el centro de Yetsirá y el vértice inferior del mundo de Briá. Como toca el mundo
de Briá participa del puro Ser; por eso en Tiféret se dice que se “es” plenamente.
El centro de Briá es Dáat, Conocimiento. Como punto más alto de Yetsirá,
constituye el arco superior del conocimiento de uno mismo. Por eso decimos que este
punto es la frontera entre la parte personal y la transpersonal. Como siempre, esta
frontera no es un límite fijo, sino que tiene como una serie de franjas que participan de
Briá y de Yetsirá.
Es en Dáat donde el ser emerge con la divinidad porque en este punto se abre
Atsilút. Y el camino a través del arco inferior de Atsilút es la noche oscura del espíritu,
el bitul, el anonadamiento, el negarse a uno mismo, la falta de existencia inherente, el
vacío.
Atsilút es el mundo centrado en Kéter compuesto por los tres supremos, Kéter,
Jojmá y Biná, y llegando hasta Dáat. Sólo la persona que abre Dáat tiene así un contacto
directo con la Divinidad.
Dentro de cada mundo hay un Árbol de la Vida. Tenemos así el Árbol de Asiá,
de Yetsirá, de Briá y de Atsilút. ¿Cómo se relacionan entre sí? Interpenetrándose, de
modo que la parte superior de un mundo se solapa con la parte inferior del
inmediatamente anterior
En general, si nos fijamos en el diseño del Árbol vemos que tiene dos rostros
que son asimétricos. La forma semeja a dos cometas añadiendo el triángulo de Hombre
Solo (Jésed-Guevurá-Tiféret).
94
Hablamos, así, de un rostro superior y un rostro inferior (no confundir con los
llamados Rostros Divinos o Partsufim). En el Árbol extendido lo que hacemos es
coincidir el rostro inferior de un mundo con el superior del inmediatamente inferior, con
lo que se obtiene el siguiente diagrama:
95
96
97
¿Cómo se dibuja un Árbol extendido?
Además de los cuatro Árboles (1 por cada mundo) se tiene un quinto Árbol
constituido por las sefirot del pilar central. Hay en él 11 sefirot que aparecen numeradas
en el dibujo: 1-Kéter, 2-Jojmá, 3-Biná, D-Dáat, 4-Jésed, 5-Guevurá, 6-Tiféret, 7-Nétsaj,
8-Hod, 9-Yesod y 10-Maljút.
Leyes fundamentales:
Observando los diagramas anteriores deducimos lo siguiente:
98
3. Tiféret de un mundo es Maljút de uno superior y Kéter de uno inferior.
Esta confluencia de tres mundos sucede en dos puntos: Tiféret de
Yetsirá=Kéter de Asiá=Maljút de Briá; Tiféret de Briá=Kéter de
Yetsirá=Maljút de Atsilút. Confluencia de dos mundos tenemos en:
Tiféret de Atsilút=Kéter de Briá y Tiféret de Asiá=Maljút de Yetsirá.
35
En realidad, entendemos que la palabra “Dios” es ya un Nombre de Dios, referido, en hebreo, al
Nombre “EL” como raíz, con sus derivados. En muchos contextos, nosotros usamos la expresión Tamir
99
parecerse. Ahora bien, no se trata de una “nada” en sentido peyorativo negativo, como algo vacío, muerto,
que implique algún tipo de carencia. Al contrario, se trata de un estado de plenitud superlativa, en el que
cualquier cualidad es poseída en un grado inconcebiblemente superior. Por esta razón se llama En Sof,
Infinito, indicando, no sólo que es el máximo de todo, sino que se encuentra siempre más allá, en un
estado infinitamente superior de ausencia total de límites.
Precisamente, este estado de superabundancia, completamente lleno 36 y completamente
imposible de contener en límite alguno, conlleva como un salir de Sí para dar, como un desbordarse para
comunicar su plenitud, y eso es lo que constituye la Luz Infinita, el En Sof Or. Ésta es el agente
manifestante, creativo, la sustancia y la raíz última de todo, la irradiación esencial del Absoluto. La
emanación completa de esta Luz, un estado indistinguible del Infinito mismo, llamado también Voluntad
Divina, es lo que da lugar a la primera Sefirá, Kéter, la Corona de la Manifestación, que es como una
semilla que se despliega. Su primer desarrollo, por así decir, constituye las Sefirot del Árbol de la Vida.
Todo lo que existe, desde el Kéter del mundo más exaltado hasta la forma más simple de ser, son las
distintas formas de recibir y manifestar esta Luz, cuyo primer desdoblamiento es precisamente ese: una
fase de dar, en consonancia con la esencia de la Luz misma, y una fase de recibir, también una
configuración necesaria de la Luz, ya que no puede haber dar sin recibir y viceversa.
No hay que hacerse una imagen demasiado física de la Luz, como una energía puramente
mecánica. La Luz es ciertamente la Energía, pero se trata de una energía que también es Vida
Incondicionada, Conciencia Pura, Inteligencia Activa, Amor Omniabarcante, Poder Absoluto, Puro Gozo
de Ser, Afirmación de Sí, Esplendor Radiante, Potencia Generativa, Presencia Viva y Actual (las sefirot
en su estado más exaltado.)
La Cábala es conexión (recepción), conexión personal con esa Luz infinita, la Luz del Creador,
que está siempre dada, que permea y llena a rebosar a todos y cada uno de los elementos y seres de la
Creación, aunque en nuestro estado actual de conciencia permanece oculta.
Es, pues, la vasija – nosotros, nuestro estado de conciencia y de realización espiritual – lo que se
ha de preparar y transformar si cabe, ya que la fase de la Luz que se recibe depende de la propia
capacidad o posibilidad de la vasija. La Luz – el plano atemporal de la Esencia – está siempre ahí,
dispuesta a manifestarse siempre que se la requiera de forma adecuada.
Tal como escribe, Rabí Moshe Jayim Luzzatto (Siglo XVIII) en su obra Dérej HaShem (Sec.3
Cap.2):
“Fue decisión de Dios ser designado por un Nombre, a fin de que las criaturas puedan clamarle y
aproximarse a Él, nombrándolo. Para su Gloria, Dios designó un Nombre Único [el Tetragrammaton],
sobre el que dijo: ‘Este es mi Nombre por la eternidad’ (Ex 3:16)... Sin embargo, en función de las
distintas influencias ejercidas por Dios [Sefirot], decidió destinar a tales efectos diferentes Nombres.
Y Dios decretó e instituyó que al pronunciar las criaturas su Nombre se produzca sobre ellas una
iluminación y una influencia, como está dicho: ‘En todo lugar donde recuerdes Mi Nombre Me presentaré
y te bendeciré’ (Ex 20:21) De acuerdo al Nombre que se pronuncie y utilice de Dios, se originará la
emanación y la influencia correspondiente. Esto significa que el tipo de influencia en cada caso estará
relacionada específicamente con el Nombre que Dios, Bendito sea, designó en virtud de los misterios de
dicha influencia.
Cuando alguna influencia en particular es transmitida, origina necesariamente el resultado
implícito en ella, extendiéndose estos efectos desde el principio hasta el final en la secuencia que ya
veNeelam, Oculto y Escondido. Esta expresión, aparte de su obvio significado literal, tiene una
numerología impresionante, pues su valor, 455, es el mismo que el de las tres expansiones del Nombre
Eheieh – Yo Soy – y, además, es la suma de la expresión “meló jol haárets kebodó”, “toda la Tierra está
llena de su Gloria”.
36
Sólo es vacío para nosotros.
100
citáramos [la secuencia de la Creación, es decir, las Sefirot y los mundos] Todo este proceso, sin
embargo, se halla circunscrito por la Divina Inteligencia a ciertos límites específicos y condiciones
determinadas, dentro de las cuales al ser pronunciado el Nombre producirá el efecto y la influencia
correspondiente. En ningún otro caso la influencia se producirá.
Entre las influencias que Dios decretó que se produzcan al ser utilizados los distintos Nombres,
determinó que las mismas otorguen el poder de anular las leyes naturales a quienes los utilicen. Dichos
individuos podrán relacionarse con entidades espirituales y adquirirán un conocimiento y una información
superior a la del ser humano normal, así como otras ramificaciones que se producen de esta raíz. Esto
constituye la inspiración Divina (Rúaj HaKódesh) y la profecía.
Asimismo decretó que la transmisión de la influencia se realice por los medios que citamos, o
sea los Nombres relacionados con Dios y sus respectivas influencias. Todo esto se produce al
mentalizarlos, pronunciarlos o combinarlos con otras palabras, siempre dentro de las condiciones
requeridas.”37
De Abraham está escrito (Gen 12:8): “Edificó allí (Sham 38) un altar al Eterno invocando su
Nombre”. En hebreo: Vayicrá BeShem YHVH; que literalmente es: “Y clamó (o invocó, o llamó) en (o
con) el Nombre YHVH”. La interpretación usual es que Abraham rezó o que incluso proclamó
públicamente el Nombre del Eterno. Algunos cabalistas, sin embargo, han tomado la frase en el sentido
de que invocó el Nombre de Dios como un medio de conectarse directamente a Él.
La Tradición afirma que cuando Moisés ascendía a los cielos en el monte Sinaí, recitaba el
Salmo 91 (que se usa contra las fuerzas negativas que intentan bloquear el progreso espiritual). El
versículo 14 de este Salmo dice: “Le colocaré bien alto, porque conoce mi Nombre”. Y Guikatila 39
subraya40: “El versículo no dice: ‘Le responderé’ [en el sentido de responder a una oración] sino ‘le
colocaré bien alto’ [Es decir, que se habla de una elevación espiritual real] Además no dice: ‘porque ha
pronunciado mi Nombre’ sino ‘porque conoce mi Nombre’”.
Y concluye Guikatila: “Esto es porque lo principal es el conocimiento”. Es decir, que el uso
práctico de los Nombres de Dios, al que se ha aludido antes, no consiste en una mera pronunciación
mecánica, mágica, basada en una simple efectividad instrumental – que también la tienen – sino en un
conocimiento. Lo cual, por supuesto, exige una intensa preparación y disciplina espiritual, un nivel de
conciencia determinado, requiriendo la participación y compromiso integrales de la persona en su propia
transformación espiritual y en su adecuación a la voluntad divina. Estas son parte de las condiciones
necesarias a las que hacía referencia Luzzatto en nuestra cita inicial. Es un conocimiento vivencial del que
se habla. En el sentido bíblico, conocimiento quiere decir unión, tal como está escrito: “Y Adam conoció
a Eva”.
La revelación de Moisés en la zarza ardiente tiene que ver con los Nombres de Dios (Eheieh
Asher Eheieh, Eheieh, YHVH, en el orden en que aparecen en el texto bíblico relevante 41). Respecto a
este último, el Tetragrama, leemos que Dios dice (Ex 3:15): “Este es mi Nombre para siempre; es mi
memorial para todas las generaciones”.
Y vemos aquí que este Nombre es la esencia de toda la Torá: Pues si tomamos sus dos primeras
letras, Yod He, que como veremos representan la parte oculta, absolutamente trascendente del Nombre, y
cuyo valor numérico es 15, y las sumamos a Shemí, , mi Nombre, que es 350, obtenemos un total
de 365. Y si consideramos las dos letras restantes, Vav He, la parte inmanente, manifestada, de valor 11,
y las sumamos a Zijrí, , mi memoria, que es 237, obtenemos un total de 248.
Tenemos así los 613 preceptos de la Torá – 248 afirmativos y 365 negativos – que en palabras
del Zohar constituyen su cuerpo42. Las narraciones, dice el Zohar, son los vestidos que se ponen sobre el
37
El Camino de Dios (Dérej HaShem) Edición del Haktav Institute. Jerusalem. 1997.
38
Mismas consonantes que Shem, es decir, Nombre.
39
Rabí José Gikatila, el gran cabalista español del siglo XIII, cuyo libro “Las Puertas de la Luz” sigue
siendo el principal estudio sobre la metafísica de los Nombres Divinos y su aparición en la Torá.
40
Shaaré Orá. Las Puertas de la Luz. Introducción.
41
Una traducción sería: Yo soy quien yo soy, Yo soy, el Ser/Siendo (activo).
42
Y tenemos la enseñanza de que cada una de nuestras almas (néfesh, rúaj y neshamá) tiene 613 nódulos
de luz de forma que cada mandamiento va dirigido a rectificar uno de los puntos de luz. Que yo sepa,
nadie es capaz de detallar este capítulo, siendo uno de tantos conocimientos perdidos (hasta la fecha).
101
cuerpo. Pero el alma de la Torá es la propia Luz Divina. Como aparece en el Génesis: “Y vio Dios la
Luz”, , vayirá Elohim et haor.
Et HaOr, “la Luz”, suma 613. Dios vio la Luz en su sustancia, en su plenitud; por eso va
precedida de la partícula Et, Alef Tav, primera y última letras, lo que místicamente representa la totalidad.
Los 613 preceptos son así la conexión con la Luz.
Claro que el espíritu de la Torá es Dios mismo, que cuando pronuncia su Nombre, eso era la Luz.
Así, está escrito: “Y dijo Dios: Sea Luz y era Luz”. Yehí Or, “Sea Luz”, es 232 ( , 207 + 25),
y éste es el valor del despliegue del Nombre en sus cuatro expansiones:
Briá “ “ = 63
Yetsirá “ “ = 45
Asiá “ “ = 52
________
Total = 232
43
Por eso, se dice que toda la Torá no es sino un comentario sobre el Nombre (y, como
veremos en otra lección posterior, específica sobre los Nombres sefiróticos, todos los demás Nombres
dependen de éste, como las ramas del tronco del Árbol). También el Zohar afirma de un modo radical que
el Santo, Bendito sea, Israel y la Torá son uno.
Todo lo cual no es tan arbitrario como a primera vista pudiera parecer. Si la hipótesis básica es
que el universo es el despliegue del Pensamiento Divino, todas las cosas creadas dimanan de las palabras
en las que este Pensamiento se vierte, el propio lenguaje divino, que se halla expresado en la Torá. Ahora
bien, este Pensamiento es, al mismo tiempo, la formulación del autoconocimiento de Dios, pues no hay
otra cosa aparte de Sí Mismo a la que su pensamiento se puede aplicar. Por eso decimos que la creación
consiste en la pronunciación por Dios de su propio Nombre. Y, a su vez, la pronunciación por parte de la
creación del Nombre de Dios – el reconocimiento consciente de la propia esencia de la creación por parte
de ésta – constituye el acto unitivo del sendero de retorno. Tal es su sentido último.
En la Creación, todo se realiza de acuerdo con el modelo de esencia interna (o Luz) y forma
externa (o Vasija) Es la misma dualidad que, en otros contextos, se da entre inmanifestado y manifestado,
nada y ser, inconsciencia y conciencia, alma y cuerpo, etc.
El Tetragrama, en su aspecto más exaltado, es la vasija de En Sof. En Sof es el alma y el
Tetragrama, sin vocales, sin letras, el cuerpo o vehículo de manifestación.
Pero, y este es el principio que se verifica a lo largo de toda la Creación, la vasija, el cuerpo –
que a un nivel es como nada respecto al verdadero ser del nivel anterior 44 – es ahora la Luz, la esencia, el
alma, el emanador, etc., del nivel siguiente.
YHVH, Tetragrama, el Nombre de Dios, su Voluntad/Vasija, la Idea de Sí mismo, el fruto de su
Autoconocimiento, la expresión de su Amor (deseo de dar), es ahora el propio En Sof en la
manifestación, el alma de ésta, su esencia, su Luz total.
43
Siguiendo a R. Yitsjak de Berdichov, la misma palabra mitsvá (precepto, mandamiento) portaba el
Nombre de Dios. Porque por Atbash – una técnica de transformación de letras que se detallará en otra
lección -, las dos primeras letras se transformaban en Yod He. Y las dos últimas son Vav He.
44
Desde nuestra percepción limitada, la vasija es el ser y la esencia la nada; pero, en realidad, se da la
relación inversa: la esencia es el verdadero ser, y la vasija es como nada para la esencia.
102
Desde el punto de vista gramatical, el Nombre YHVH tiene una connotación general de Ser. En
hebreo, el verbo “ser” es Lihiot, , de raíz . La tercera persona (masc.) del presente
del futuro (imperfecto) es Yiyé, . Es sabido que la tercera persona del futuro se forma añadiendo el
prefijo –é. El Nombre encierra, de alguna manera, en forma sintética los tres conceptos, indicando
45
Son las estructuras espirituales complejas o configuraciones sefiróticas del Mundo de Atsilut, después
de la rectificación efectuada tras la ruptura de las vasijas, de lo que se ha hablado en otros lugares. El
lenguaje es marcadamente antropomórfico, pero debe entenderse siempre metafóricamente, en el sentido
de las raíces. Son diferentes rostros que presenta el mismo y único Dios en sus relaciones con la
manifestación – se manifiesta de modo diverso a las distintas criaturas en diferentes contextos – al objeto
de la realización del tikún universal.
46
Y ocurre lo mismo en todo mundo respecto del siguiente y, particularmente, a nivel de alma y cuerpo
en el ser humano.
47
Que incluye la llamada Luz de la Frente, que es la Benevolencia de las Benevolencias, la fuente última
de la Redención.
48
Como en la geometría proyectiva.
103
La Luz de los Oídos es una extensión de la primera He del Tetragrama. Corresponde a la
Neshamá de Adam Kadmón y es personificada en Imma, la Madre. Representada por el desarrollo (=
63) del Tetragrama, es decir, , es la fuente del Mundo de Briá. Si la Luz del Cráneo es la
Esencia inaprensible, la Luz de los Ojos es la fuente de la Conciencia/Energía puras mientras que la Luz
de los Oídos es la fuente del Ser/Bien de las cosas. La Luz de la Nariz es la fuente de la Vida/Alma de los
seres y la Luz de la Boca es la fuente de la Substancia/Materia de la Creación. Son las raíces respectivas
de los elementos Éter (Avir), Fuego, Agua, Aire y Tierra, de los que después está compuesto todo en
distintas combinaciones y proporciones, aunque en este lugar se trata de su forma más abstracta e
indiferenciada.
La Luz de la Nariz es una extensión de la Vav del Tetragrama. Corresponde al Rúaj de Adam
Kadmón y es personificada en Zeir Anpin, el Pequeño Rostro. Representada por el desarrollo ( = 45)
49
del Tetragrama, es decir, , es la fuente del mundo de Yetsirá .
Por último, la Luz de la Boca es una extensión de la segunda He del Tetragrama. Corresponde al
Néfesh de Adam Kadmón y es personificada en Nukva (Hembra) de Zair Anpin. Representada por el
desarrollo ( = 52) del Tetragrama, es decir, , es la fuente del mundo de Asiá. Ya se ha
comentado antes sobre el significado interno de estas dos últimas Luces.
Decir, por ejemplo, que Atsilút de Atsilút es una actualización de la Yod del Tetragrama, es
afirmar que se trata de un mundo subjetivo a la misma, aunque desde el punto de vista de los mundos
inferiores es una objetivización de ella. Podemos concebir el diagrama de los mundos como un chorro
hacia afuera, proyectado desde la fuente divina, pero en realidad se produce hacia adentro del espacio
vacío, metafóricamente esférico, creado por la contracción de la Luz. Los sucesivos mundos (y sefirot)
son círculos concéntricos cada vez más internos. Cada uno de ellos refleja, en el modo que le es propio
(medido por su alejamiento de la circunferencia externa de En Sof), toda la estructura arquetípica. En
cierto modo, es como un holograma que se fragmentara. Como se trata de una figura de interferencia,
cada trozo reproduce la imagen total.
Hay, pues, un Tetragrama general en el que todos los mundos existen y que se actualiza en Adam
Kadmón. Su concreción inmediata es el mundo de Atsilút, que también es un Tetragrama. Como veremos,
hay asimismo un Tetragrama en cada una de las sefirot de Atsilút. Por supuesto, todos son uno y el
mismo. Tan solo puede variar la forma de percibirlo por distintos seres en distintos mundos. Utilizando
un símil sacado de la física moderna, el Nombre es como la ecuación de onda de la Luz Infinita, siendo
sus Letras los operadores de la función de estado. Se aplicaría a todo: tanto a una mínima partícula como
a la Manifestación en su conjunto.
El mundo de Atsilút es donde Adam Kadmón (Kéter puro) toma una forma que es reconocible a
los dominios inferiores. Ambos están en una relación que podríamos entender, al nivel correspondiente,
49
El valor numérico de Adam es 45.
50
Ya que al nivel de Adam Kadmón todo es tan sublime, pero remoto, que es prácticamente
indistinguible de su expresión en Atsilut.
104
como cuerpo y alma. La Luz de la Esencia Ultima Divina – la Luz Directa de En Sof – desciende al
espacio vacío creado por el Tsimtsum sólo hasta el fondo de Atsilút. Más allá de ese punto sólo desciende
la propia Luz de Atsilút (llamada Or Jojmá o Luz de Sabiduría). En términos generales, el tránsito de
Atsilút a Briá es el salto de la Conciencia/Energía Pura al Pensamiento, que es como su cuerpo o
vestidura. La interiorización de ese Pensamiento es la Creación. El complejo En Sof-Adam Kadmón-
Atsilut (como espíritu-alma-cuerpo: tres aspectos de una misma realidad última, que a ese nivel son una
unidad absoluta) recibe el nombre general de El Creador. El resto es La Creación. La estructura, infinita y
totalmente espiritual, en verdad inconcebible para nosotros51, que llamamos Creador, está representada
por el gran Nombre de Dios de Cuatro Letras: .
Resumen:
Cada una de las letras del Nombre tiene un significado específico. Es como si
cada letra fuere un operador que actuara en la función de onda cósmica de la Luz
Infinita dando lugar a todo lo que existe. El Tetragrama es la fórmula holográfica de la
Creación y, por tanto su forma se repite a todos los niveles: En el esquema de los
mundos manifestados, en la configuración de los Rostros Divinos que reflejan cara a la
Creación la estructura y dinámica internas del árbol de la Vida, las distintas partes del
alma humana que son su correspondencia microcósmica, etc. Ver la tabla de
correspondencias de las letras del Tetragrámmaton.
Adam Arij
Punta Expansión
51
Si hemos tratado de modelizarla es para tratar de comprendernos a nosotros mismos en relación con la
Deidad, no para comprender a ésta en sí misma, tarea humanamente imposible.
52
Como ciertamente la hay en toda manifestación de lo Divino, solo que de una forma menos aparente.
105
Atsilút; Ab=72
Jaiá;
Abba
Yod; Jojmá
Mundo Vida; alma
Padre
Divino arquetípica.
Briá;
Sag=63
Neshamá;
Mundo de Imma
1ª He; la Creación; Biná
Alma
Madre
Mundo del espiritual
ser
Yetsirá;
Las seis
Mundo de
Zer
la intermedias:
Anpin Mah=45
Rúaj;
Formación; Jésed,
Vav;
Tiféret, Nétsaj,
la mente y Menor
sus Hod, Yesod.
contenidos
Asiá;
Nukva
Mundo de
Ben=52
Hembra Néfesh;
la acción;
2ª He; Maljút
Mundo Sejiná o Alma vital
físico-
Presencia.
etérico
PRÁCTICA:
106
lo que, entre otras cosas, quiere decir que Él está completamente presente en su
Nombre.
Yomán Yetsavé Adonai Jasdó /UVaLaila Shiró Imí /Tefilá LeEl Jayai.
Salmos 42:9: Pero de día mandará Adonay su misericordia, y de noche su cántico estará
conmigo; una oración al Dios de mi vida.
VaAní Tefilatí Lejá Adonai Et Ratsón/ Elohim BeRav Jasdeja/ Aneni BeEmet Yisheja.
Salmos 69:14: Pero yo a ti oraba, Adonay, al tiempo de tu buena voluntad; oh Dios, por
la abundancia de tu misericordia, por la verdad de tu salvación, escúchame.
2) MEDITACIÓN:
107
vano53, Dios no lo permita, la Kedushá (santidad, energía positiva) que canaliza, al
no haber una vasija capaz de contenerla, sería capturada por la Tumá (las fuerzas de
la impureza). Las fuerzas negativas ganarían fuerza y en vez de una santificación, un
Kidush, tendríamos lo contrario, una desecración, un Hilul HaShem, con efecto
negativo sobre nosotros y sobre el mundo.
La meditación continua en el Nombre de Dios es recomendada por grandes
cabalistas, como Isaac de Acco o el Ari, siendo la verdadera aplicación práctica del
versículo (Sal 16:8): “Shiviti YHVH LeNegdi Tamid; He puesto a YHVH delante de
mí siempre”.
Así, dice Rabí Yitsjak de Acco54:
“Debes mantener de continuo las letras del Nombre único en la mente como si
estuvieran enfrente de ti, escritas en un libro con escritura de la Torá (Ashurí) Cada
letra debe aparecer infinitamente grande ... El ojo de tu mente debe mirarlas y al
mismo tiempo tu corazón debe dirigirse hacia el Ser Infinito (En Sof). Tu mirada y tu
pensamiento deben ser como uno...
“[Si eres capaz de hacer esto] ningún mal te acaecerá y no serás víctima de
accidentes. Mientras que estés adherido a Dios, estarás por encima de accidentes y en
control de las situaciones...
“Se puede preguntar por qué hay que ligar los pensamientos al Tetragrámaton más
que a cualquier otro Nombre. La razón es que este Nombre es la causa de las causas
y la fuente de todas las fuentes. En él están incluidas todas las cosas, desde Kéter, la
sefirá suprema, hasta la más insignificante polilla. Bendito sea el Nombre de la gloria
de su reino por siempre y siempre.”
MEDITACIÓN I:
MEDITACIÓN II:
53
Véase tercer mandamiento.
54
Meirat Enaim. La Luz de los Ojos. Citado de Meditación y Cábala. Kaplan. Pags. 156-7.
108
Vemos entonces cómo un rayo de Luz desciende desde el Nombre y penetra
en nosotros por la zona de la coronilla (el centro microcósmico correspondiente a
Kéter). Esta Luz recorre nuestro cuerpo Sefirá a Sefirá según el Rayo
Relampagueante y las correspondencias sefiróticas internas (si no se conocen,
directamente en cada parte y cada órgano), hasta alcanzar el centro de Maljút bajo
las plantas de los pies donde se estabiliza. Poco a poco la Luz nos va llenando,
limpiándonos y llenándonos de positividad y energía, hasta que nos sentimos
completamente luminosos y radiantes.
Contemplamos todos nuestros centros psíquicos sefiróticos luminosos y
vibrando en la frecuencia de la Luz Divina. Imaginamos todos nuestros órganos y
partes del cuerpo bañados en esa Luz que nos limpia por completo y elimina toda
forma de negatividad. Nos podemos detener en aquellas regiones aquejadas de algún
tipo de dolencia y contemplar cómo la Luz aporta curación, salud y vitalidad.
Sentimos que la Luz penetra hasta la médula de los huesos, fortaleciendo su sistema
inmunológico. Percibimos cómo a través de los miles de capilares y conductos
microscópicos la Luz alcanza a todas las células de su cuerpo y, en particular, limpia,
rectifica y activa las cadenas de ADN del núcleo celular. Podemos ser todo lo
detallado que deseemos o que la situación requiera (en el contexto de curación, por
ejemplo).
Anhelamos adherirnos fuertemente a Dios a través de su bendito Nombre y
sentirnos totalmente unificados con su Luz. Pasamos entonces a la siguiente fase de
interiorización sincronizando la contemplación de las letras individuales con nuestra
respiración.
Para lo cual, volvemos a tomar conciencia de nuestra respiración, profunda y
rítmica y durante unos instantes atendemos a su flujo regular de inspiración y
espiración. Cuando nos sintamos preparados empezamos con el siguiente proceso:
Hacemos una inhalación y meditamos en la letra Yod, atrayendo su luz e
introduciéndola en nosotros. En la exhalación meditamos en la letra He, permitiendo
que su luz nos permee e irradie a través de nosotros. En la siguiente inhalación
meditamos en la letra Vav como una luz pura, llena de fuerza y vitalidad y, por
último, en la exhalación subsiguiente, meditamos en la segunda He, sintiendo cómo
la Presencia Divina nos llena de gozo y alegría a rebosar. En total dos respiraciones
completas.
Es decir, en la primera inhalación, contemplamos la Yod como una luz
blanca, cegadora, radiante, cálida, gozosa. Esta luz penetra por tu nariz y llena y
permea todo tu cuerpo, llenándote de Sabiduría.
En la primera exhalación, espiramos por la nariz y sentimos la He radiando a
través de todo nuestro ser, como una madre que nos rodea y abraza. Al exhalar
expulsamos todas las impurezas de nuestro sistema espiritual.
En la segunda inhalación sentimos cómo la Vav llena nuestro cuerpo, nos
energiza, nos llena de fuerza y vigor, dándonos un corazón limpio, íntegro, verdadero
con nuestro self, completo, maduro, equilibrado. Mantenemos la imagen de la Vav
en luz blanca como la Yod, cristalizada en nuestra mente como un corazón radiante.
Y en la segunda exhalación sentimos que todo nuestro organismo físico es
limpiado y recargado con el poder de la He final. Sentimos su luz refrescante,
rodeándonos e irradiando.
109
Podemos repetir el ciclo completo el número de veces que queramos. Una
posibilidad es hacerlo 26 veces, el número del Tetragrama, concentrándonos no sólo
en la imagen sino también en el sonido de cada letra. Haríamos así en total 52
respiraciones, pero cualquier número es válido. Después permanecemos un buen rato
en contemplación interior, en paz, alegría y plenitud.
MEDITACIÓN 3: UNIFICACIÓN
110
la multiplicidad – se une con la He del Espíritu (quinto elemento) Divino. La Nun de
la individuación – conteniendo a todas las criaturas – se una a la Vav del supremo
Self Divino. Por último, la Yod de la obra final completada – de la Sabiduría
actualizada, conteniendo todas las esferas y órdenes de fuerzas naturales – se une a la
He del Reino de Dios, el perpetuo Shabat, la perfección última del Plan Divino
realizado en la Tierra y en el Cosmos.
Visualizamos cómo de la luz que irradia esta unificación todos los seres de todos
los mundos reciben bendición, paz, plenitud, realización.
111
CURSO BÁSICO DE CÁBALA
por Eduardo Madirolas
www.lacabaladelaluz.com
e-madirolas@hotmail.com
.
A continuación se muestran distintos conjuntos de cualidades organizados en
ternas, las cuales son aplicables al modelo de los tres pilares:
Así pues, en los pilares laterales nos apoyamos para lograr el ascenso y eso
representa un cambio importante respecto de lo que es el misticismo puro que trabaja
principalmente con el pilar del medio
Hay un aforismo fundamental en Cábala que dice: “Todas las sefirot son
igualmente sagradas”.
No decimos que Kéter es mejor que Maljút porque Maljút sea el plano físico y
Kéter sea la Realidad Una. Ambas, como arquetipos de lo Divino, son igual de
sagradas. Si no, estaríamos diciendo que en Dios hay diferencias, que hay partes más
sagradas que otras, lo cual es absurdo.
En Cábala no se rechaza nada, se aspira a conseguir un equilibrio de todos los
factores, cada cosa en su proporción justa.
Jésed es una sefirá del pilar de la fuerza, pero aquí la energía ya ha pasado por la
restricción de Biná. Es una esfera de energías organizadas, de energías formales.
En Guevurá la energía se constreñía y se hacia más dinámica, más poderosa. Por
eso es muy energética a pesar de estar en el pilar de la forma.
Jésed es una esfera de energías formales y Guevurá lo es de formas energéticas.
Conforme vamos descendiendo por el Árbol todo aparece más organizado y dividido.
1
El concepto de Manifestación es más amplio que el de Creación, porque éste excluye el Mundo Divino,
mientras que el anterior lo incluye. Ver la lección sobre el Rayo Relampagueante.
2
Se dice que Jojmá y Biná son dos amantes que nunca se separan.
3
Jojmá y Biná, conjuntamente, son las fuerzas de la Creación.
4
Es el mito del Árbol del Conocimiento.
5
Las cualidades enunciadas aquí son simbólicas y no se refieren por necesidad a su manifestación en uno
u otro género físico.
Jésed es expansión, Júpiter. Guevurá es contracción, Marte. Como resultado de
la acción de ambas, centradas las formas energéticas en sí mismas y en equilibrio
estable, tenemos identidad, ser. Y el punto de equilibrio, el ser de cada cosa, está en
Tiféret, Sol, en el pilar del medio. Desde Tiféret el ser tiende a expresar su propia
naturaleza y eso sería Nétsaj, y así sucesivamente.
Siempre tenemos ese triple juego de fuerza, forma y equilibrio. Entonces, si por
ejemplo una situación se anquilosa demasiado y tiende a hacerse muy formal, porque
tiende a repetir unas pautas estereotipadas, se genera una reacción energética para
volver al equilibrio. Como hemos dicho, el árbol siempre acaba equilibrándose a sí
mismo. Lo suave o traumática que sea la reacción energética dependerá de lo lejos que
se haya llegado en el anquilosamiento de la estructura.
6
La ley moral, frente a la ley sobrenatural de las sefirot superiores y la ley natural de las sefirot inferiores.
las asume de una forma fluida y creativa. Por eso para llegar a Tiféret – corregir el
desequilibrio – suele ser necesario un trabajo fuerte previo sobre las emociones.
Después, cuando se alcanza Tiféret, en los primeros momentos7 es más fácil
moverse hacia el pilar de la forma que hacia el pilar de la fuerza. El individuo es alguien
que se conoce a sí mismo, sabe lo que quiere y cómo conseguirlo. Poco a poco adquiere
así poder personal, y cada vez va consiguiendo más lo que quiere. La tentación es
entonces usar ese poder exclusivamente para sí (desequilibrio hacia el exceso de
Guevurá). Si uno no pone el poder al servicio de otras personas, acaba siendo engullido,
tragado por él. Lo que ocurre entonces es que se vuelve a caer por el propio pilar de la
forma (sendero Guevurá - Hod) de vuelta de nuevo a Yesod, habiendo perdido
realmente la conciencia Tiferética, de la cual en Yesod sólo queda el recuerdo – el
ensueño si se quiere - aunque ese recuerdo puede servir de acicate para volver a
ascender de nuevo.
El camino para no caer en esa situación es pegar un salto de Guevurá a Jésed,
por medio del servicio, preocupándose de verdad por los demás. Entonces el posible
desequilibrio hacia Jésed viene por la parte de la autoinmolación y el martirio, pero esa
es ya otra historia.
ANEXO
7
Aunque no hay reglas fijas. El self es algo absolutamente individual.
masculino con MASh y el femenino con MShA.
9. Él hizo a Shin reinar sobre el Fuego. La coronó y la combinó con todas las demás.
Con ellas formó el cielo en el Universo, el Calor en el Año, y la Cabeza en el Alma: la
masculina con ShAM y la femenina con ShMA.”
“13. Escogió tres letras de entre las tres simples [Yod He Vav], según el misterio
de las tres madres: Aleph, Mem y Shin. Las fijó en su Gran Nombre [Yod He Vav He] y
con ellas selló las seis extremidades
Cinco: Selló lo alto y encaró hacia arriba. Lo selló con Yod Heh Vav.
Seis: Selló lo bajo y encaró hacia abajo. Lo selló con Heh Yod Vav.
Siete: Selló el Este y encaró hacia delante. Lo selló con Vav Yod Heh.
Ocho: Selló el Oeste y encaró hacia atrás. Lo selló con Vav Heh Yod.
Nueve: Selló el Sur y encaró a la derecha. Lo selló con Yod Vav Heh.
Diez: Selló el Norte y encaró a la izquierda. Lo selló con Heh Vav Yod.”
MEDITACIONES
Kéter: Se ubica por encima de la cabeza o rodeándola como una corona. También, el
cráneo en general.
Jojmá: Hemisferio cerebral izquierdo. Parte izquierda de la cara.
Biná: Hemisferio cerebral derecho. Parte derecha de la cara.
Sendero Jojmá-Biná: Cuerpo calloso y estructuras intermedias, tálamo, hipotálamo.
Centro de la frente (tercer ojo).
Daat: Garganta. Tiroides.
Jésed: Hombro, brazo y mano izquierdos.
Guevurá: Hombro, brazo y mano derechos.
Tiféret: Corazón, torso.
Pilar del medio en general: Columna.
Sendero Jésed-Guevurá: Timo, metabolismo.
Nétsaj: Cadera y pierna izquierdas.
Hod: Cadera y pierna derechas.
Sendero Nétsaj-Hod: Plexo solar, centro del ombligo.
Yesod: Órgano sexual. Bajo abdomen.
Maljút: Pies. Base de la columna.
El ser humano está hecho a imagen del Árbol de la Vida, tanto externa como
internamente, y tanto anatómica como funcionalmente.
Hay que tener en cuenta que cuando estamos frente al Árbol de la Vida (externo,
macrocósmico) el pilar de la fuerza está a nuestra derecha y el pilar de la forma a
nuestra izquierda. Pero cuando asumimos el Árbol (microcósmico) es como si nos
diéramos la vuelta y miráramos desde él, con lo cual el pilar de la fuerza está ahora a
nuestra izquierda y el de la forma a nuestra derecha. Lo cual ya se habrá percibido al
hacer la cruz cabalística.
EJERCICIO I
EJERCICIO II
(Meditación Yo Soy I)
EJERCICIO III
(Meditación de las tres columnas)
EJERCICIO IV
Puede hacerse como continuación del anterior. Esta vez Tetragrama completo
sobre la cabeza, en el centro de Kéter. Yod, Jojmá, hemisferio izquierdo; He, Biná,
hemisferio derecho; Vav, Daát Elión, centro de la frente; He, Daát tajatón, centro de la
garganta. Yod, Jésed, hombro izquierdo. He, Guevurá, hombro derecho; Vav, Tiféret,
centro del corazón; He, centro del ombligo. Yod, Nétsaj, cadera izquierda; He, Hod
cadera derecha; Vav, Yesod, centro genital; He, Maljút, pies o base de la columna
(según estemos de pie o sentados).
La luz asciende y desciende.
La Cábala considera que la Realidad total se presenta bajo dos caras o facetas:
una manifestada, que es lo que llamamos existencia positiva; la segunda inmanifestada,
la existencia negativa. Esto desde nuestro punto de vista como seres manifestados.
Desde el punto de vista superior, la existencia negativa es el estado de Absoluto y es la
verdadera realidad. La existencia positiva es una existencia relativa, ilusoria.
Vamos a poner sus nombres en hebreo para que se vea cómo cada nuevo estado
añade un término más al anterior, lo cual no se refleja bien en castellano:
AIN: La nada (negación)
AIN SOF (pronunciado En Sof): El infinito, la ausencia de límites
AIN SOF AUR (Pronunciado En Sof Or): La luz infinita
Hay que tener en cuenta que la dualidad entre existencia y no existencia, vacío y
ser, existencia negativa y existencia positiva es algo que se da a todos los niveles: mente
y cuerpo, espíritu y mente, etc.
¿Existe, por ejemplo, la mente desde el punto de vista del cuerpo?
Nadie la ha encontrado porque desde el punto de vista del cuerpo está en estado
de existencia negativa.
Eso es justamente lo que entendemos por existencia negativa: algo que está no
manifestado directamente, sino que se manifiesta por medio de la existencia positiva.
Ésta sería el vehículo o cuerpo de manifestación de la existencia negativa.
En cada plano ocurre del mismo modo: desde el punto de vista de “abajo” es
como si la realidad de “arriba” no existiera. Pero desde el punto de vista de ésta, la suya
es la verdadera realidad, y el plano de abajo tiene una existencia condicionada, relativa.
Después del punto tenemos la línea. La extensión del punto de infinito de Kéter
es Jojmá, la esfera de movimiento puro o donación pura, ya en el estado de extensión,
en el estado de manifestación.
Si Kéter es el punto de infinito, Jojmá sería el big bang.
Jojmá es la extensión de Kéter. Todo lo que manifiesta Jojmá se halla contenido
en Kéter en estado de semilla.
Ahora bien, la fuerza, si fluye infinitamente, no crea nada. Tiene que ser recibida
de alguna forma, tiene que ser detenida, encontrarse consigo misma; tiene que ser
organizada, y eso es Biná.
En realidad no existe tal cosa como una línea recta. El rayo de energía adquiere
una ligera curvatura constante porque debido a la polaridad inicial entre inmanifestación
y manifestación, siempre hay presentes dos fuerzas: la fuerza que tiende a la
manifestación y la que tiende a volver al estado inicial inmanifestado. Ésta tiende de
alguna manera a oponerse a la primera, pues busca retornar al reposo inicial, y como la
fuerza inicial es imparable (porque si no hay nada, ¿cómo se la va a parar?) el efecto es
el de ejercer una resistencia – como si se generara una fuerza en ángulo recto con la
anterior – lo que hace que la fuerza manifestante, en lugar de fluir en línea recta, se
curve.
Evidentemente, todo esto hay que entenderlo a un nivel muy metafórico.
Estamos hablando de aspectos muy filosóficos y en un lenguaje muy abstracto. Su papel
es educar a la mente, no dar una verdadera explicación.
El movimiento, cuando es un movimiento de nada que se está moviendo, porque
todavía no hay nada, no tiene ningún tipo de rozamiento, y como no tiene ningún tipo
de rozamiento no se puede detener. Sin embargo sí que se ejerce una cierta presión en el
sentido contrario, tal como hemos visto, con lo cual el camino que sigue es una línea
curva. El resultado final es como un gran anillo que termina por encontrarse consigo
mismo. Es cuando se forma este anillo cuando se cierra el círculo de Biná. Entonces el
movimiento empieza a interaccionar consigo mismo y se genera la forma, la estructura.
La forma en sí no es nada, la forma es fuerza organizada.
Como se sabe, la masa y la energía constituyen un continuo y se transforman
mutuamente la energía en masa y la masa en energía. Masa es aquí equivalente de
forma. Energía de fuerza. En general, toda la forma, todas las estructuras – átomos,
núcleos, moléculas – cuando se rompen liberan energía.
Surge una pregunta: ¿Dónde tienen lugar todos estos procesos que estamos
describiendo? Este es otro punto difícil que hay que abordar ahora. Es el concepto de la
contracción – Tsimtsum en hebreo –.
Significa que sí Dios (el Infinito, En Sof) no se contrajera, si no se retirara de sí
mismo, metafóricamente hablando, no habría lugar para la creación.
Con el Tsimtsum Dios crea un espacio dentro del cual, por así decir, se oculta.
Si no efectuara esta contracción, todo estaría completamente lleno de Él y no habría
sitio para nada más. Todo revertiría inmediatamente al estado inmanifestado. Allí
estaría siempre bañado en la luz pura, pero no se habría creado absolutamente nada
puesto que todo es lo absoluto, todo es Dios, y no hay nada que no pueda ser Él.
La contracción, es decir, la retirada por parte de Dios el Absoluto de una parte de
sí mismo, crea un vacío y esta vez si estamos hablando de vacío en el sentido negativo
usual.
Es en este vacío en donde todos los mundos son emanados, creados, formados,
y hechos1. Es a este vacío que se ha creado al que desciende después el rayo de luz
única. El rayo de luz que llamamos el Rayo Relampagueante.
***
En un principio las Sefirot son emanadas como puntos, como puras potencialidades de recibir. Son puntos
inconexos entre sí, simplemente vasijas. ¿Qué ocurre entonces?
Como puras maneras de recibir (porque son incapaces de dar) no tienen relaciones unas con
otras. Entonces, no pueden soportar la afluencia de luz que reciben y se rompen. Se produce lo que se
conoce como “la ruptura de las vasijas”, que es el siguiente paso del proceso.
¿Por qué se rompen las vasijas? Porque algo que sólo sea vasija es lo más opuesto que hay a la
luz. La luz es puramente dadora y la vasija es puramente receptora.
En el plano espiritual no hay espacio ni tiempo, que son los factores separadores de las cosas en
el plano físico. Las diferencias vienen expresadas por las diferencias de fase o modo de vibración. En el
plano espiritual dos cosas que vibran en la misma fase simplemente son iguales. Y lo que no está en la
misma fase de vibración es diferente.
Podemos entonces preguntarnos cuál es la esencia o vibración característica de la luz.
O, dicho de otra manera, ¿cuál es la característica principal de Dios, aquélla de
la que estemos seguros?
Probablemente el amor o la misericordia. Dios es el Creador y la Creación es un
acto gratuito. ¿Qué necesidad tiene Dios de crear el mundo? Lo Absoluto no tiene
necesidad de nada. Sí Dios tuviera necesidad de expresar algo, ya no sería Dios. Sería
otro estado, otra cosa, no lo Absoluto. La Creación es, pues, un acto de donación. Dios
es el que da. Por otra parte, lo que Dios da es a Sí Mismo. ¿Hay alguna otra cosa?
Pero lo único que nos puede asimilar de verdad a la divinidad es asumir la fase
dadora. Nuestra tarea consiste entonces en transmutar en deseo de dar ese deseo de
recibir intrínseco en nuestra naturaleza, y esa es la verdadera espiritualidad.
La persona auténticamente espiritual es la que ha conseguido transmutar su
deseo de recibir en deseo de dar. Y esto sin anular el deseo de recibir, porque
simplemente no se puede matar al cuerpo ya que habríamos fallado el objetivo. Aquí es
donde aparece el Pilar del Medio: tenemos que recibir porque si no recibimos tampoco
podemos dar. Recibir para dar, que es compartir.
Tras la ruptura de las vasijas las sefirot son emanadas de nuevo, pero esta vez en sus relaciones
mutuas, en la forma de los tres pilares: dar, recibir y compartir. De esa manera pueden ser dadoras y
receptoras, y subsistir. Este tercer paso – tras el tsimtsum y la ruptura de las vasijas – recibe el nombre de
mundo de la rectificación o del Tikún.
La Tierra es el símbolo de la máxima voluntad de recibir, y de aquí que el Génesis en el segundo
versículo dice: “La tierra estaba desordenada y vacía”, con lo que se está refiriendo al proceso de la
ruptura de las vasijas. Éstas, en su caída, arrastran consigo determinadas chispas de luz, porque incluso el
mal necesita la luz para subsistir (si no tuviera algo de luz simplemente no existiría). Parte de nuestra
actividad como seres humanos consiste en recuperar y volver a elevar las chispas caídas.
La caída no afecta para nada a las tres Sefirot superiores, sino exclusivamente a las siete
inferiores, lo cual aparece codificado en el Génesis en un pasaje que dice: “Y estos son los reyes que
reinaron en la tierra de Edom, antes de que hubiera un rey sobre los hijos de Israel”.
Y nombra a siete reyes. La tierra de Edom es la tierra del mundo desequilibrado – la tierra
desolada y vacía - y “antes de que reinara un rey sobre los hijos de Israel”, se refiere al mundo restaurado
del Tikún, a la configuración de las siete sefirot inferiores en el Rostro Menor y la Shejiná, porque Israel
es siempre un símbolo de Tiféret.
Así, la nueva emanación es el Espíritu de Dios (Rúaj Elohim) que aleteaba sobre la superficie de
las aguas, que se refiere al paso del Rayo Relampagueante por Daát.
Daát está en medio del Abismo, pero en principio es un estado unificado. La separación y
ruptura de Daát tiene lugar con la caída del Hombre/Mujer arquetípicos, lo cual se narra en el segundo
capítulo del Génesis (el árbol del conocimiento, o sea, Daát, etc.) El Hombre y la Mujer son
representaciones del Rostro Menor y la Hembra, las seis sefirot centradas en Tiféret y Maljút, el hijo y la
hija. Daát es como el hijo malogrado de Chokmah y Biná, que son el padre y la madre.
Daát, donde estaban Maljút y Tiféret, que en ese momento, antes de la caída, eran como uno, es
el estado a recuperar.
Cuando el Rayo Relampagueante atraviesa Daát, el proceso empieza a tener una forma
reconocible para nosotros. Tiene lugar el primer día de la creación: “y dijo Dios que se haga la luz y la luz
fue”, que corresponde a Jésed.
Podemos trazar un paralelismo con lo que se entiende hoy en día acerca de la creación del
universo físico.
Hemos hablado del big bang como modelo del principio. La luz surgió un millón de años
después del big bang.
¿Qué hay justo después del estado que corresponde a “en el principio”?: Lo que es llamado “la
sopa de partículas elementales”, es decir, un estado bastante caótico en el que todo lo que es emitido es
inmediatamente absorbido.
Mientras el universo se va expandiendo, va perdiendo temperatura. Llega un momento en que el
universo es lo suficientemente “frío” como para que los fotones de luz dejen de ser absorbidos por la
materia, y toda la luz es emitida de golpe (y eso es lo que se conoce como el nombre de radiación fósil).
Todo ello antes de que existan átomos, ni mucho menos de que existan estrellas o galaxias.
A la pregunta de cómo el Génesis habla de la luz antes que de las estrellas y las luminarias, que
son las fuentes de luz (y que corresponden al cuarto día, Nétsaj) hay que responder que la teoría
cosmologica actual dice lo mismo, que la luz fue emitida primero. Y ésta es la luz de Jésed, la luz del
primer día.
Aunque aquí estamos hablando de la luz espiritual, no existe una discontinuidad con la luz física
que sería su manifestación en un nivel último de desarrollo.
En el proceso arquetípico que estamos desentrañando, en el estadio de la luz de Jésed todo se
halla todavía en un nivel superior de unidad. El texto hebreo dice concretamente: “fue noche y fue
mañana, día uno (yom ejad)”. Día uno y no día primero, que se diría yom rishón. Y de hecho, en los
demás días se usa la numeración ordinal: día 2º, día 3º, día 4º, etc.
Se enfatiza de ese modo la unidad. No hay todavía separación, porque la separación tiene lugar
el segundo día: “Y dijo Dios: Que haya una separación entre las aguas superiores y las aguas inferiores”.
Este segundo día corresponde al estado de Guevurá. En el plano físico se tiene el estado
uniforme de partículas y de materia que se ha creado, una vez que se ha emitido la luz, y en el que de
repente se producen pequeñas discontinuadas gravitatorias, de manera que se empiezan a desarrollar
cúmulos de masas que van a ser las protogalaxias, protoestrellas, y posiblemente otros objetos cósmicos.
Vuelve a haber separación entre las aguas (la sustancia primordial) es decir, un espacio entre
medias. Por cierto, en este segundo día de Guevurá, no dice Dios que “era bueno”. La narración de los
demás días siempre termina de esa forma y en Tiféret, el tercer día, se afirma dos veces.
Quizá sea conveniente recalcar, antes de seguir adelante, que aunque estamos hablando a un
nivel muy abstracto, este modelo es el camino de toda creación. El Rayo Relampagueante se aplica a
todo, a cualquier proceso. Y el secreto está en que todo brota en última instancia de lo inmanifestado. La
causalidad es de arriba abajo, aunque de estos primeros niveles somos por lo general inconscientes.
Cuando se nos ocurre una idea, por ejemplo, vemos la idea, pero no de dónde viene. Normalmente la
empezamos a percibir en Jésed. Las ideas que no pasad de Daát, que no cruzan el abismo de nuestra
subconsciencia, no llegan a materializar absolutamente nada.
2
O sea, Kéter en unidad con lo Absoluto Inmanifestado.
3
Shaar HaKavanah LeMekubalim HaRishonim (La Puerta de la Kavanah de los antiguos cabalistas).
Probablemente de Rabí Azriel de Gerona. Citado de Meditación y Cábala. Kaplan. pag 135.
4
En la lección siguiente se da una meditación guiada para trabajar intenciones.
Primero es la determinación de lo que queremos conseguir, algo que vemos
como un bien para nosotros. ese bien lo concebimos en Jésed. Por supuesto las fases
anteriores (tres supremos) existen, lo que pasa es que están a un nivel más inconsciente.
Las visualizamos simplemente como luz, una luz resplandeciente que ilumina toda la
Creación y en particular va a descender a nosotros iluminando y plasmando nuestra
inteción. Cuando el Rayo cruza Daáth, cuando cruza el abismo, es cuando tomamos
conciencia de que queremos eso.
Jésed es la fase de la determinación, el impulso de voluntad.
Empieza la discriminación en Guevurá. Empezamos a dilucidar qué es lo que
queremos de verdad: ¿Es esto que ahora se nos presenta lo que responde de verdad a
nuestro deseo? ¿Cómo lo queremos? ¿Nos conviene?
Es el análisis, el juicio que tenemos que hacer de la situación, y un aspecto muy
importante es el siguiente: ¿Es correcto? ¿Es justo?
A veces eso depende de cómo planteamos la cuestión. Supongamos que mañana
tenemos una entrevista de trabajo. No sería correcto que intentáramos actuar sobre una
persona concreta – un posible competidor – y sobre su entrevista, pero sí que lo
hiciéramos sobre la nuestra propia en el sentido de que nuestras mejores cualidades
salieran a relucir, porque entonces estamos trabajando sobre nosotros mismos.
Cuando ya tenemos la idea clara de lo que queremos estamos en Tiféret. Es la
fase de la concepción. En la práctica nos representamos la idea como ya realizada,
aunque en un plano abstracto todavía, es decir, le falta el cuerpo concreto de su
actualización en Maljút que es lo que nos proponemos trabajar a continuación: bajar la
idea a tierra.
En Nétsaj hay que energizar, poner emoción – es la fase de motivación –
tenemos que implicarnos emocionalmente, tenemos que activar con la energía del
deseo, tener una actitud positiva, sin poner nosotros mismos los obstáculos, sin
bloquear.
La fase siguiente es de planificación, fase de Hod: aquí se delinean los detalles.
Hay que recorrer mentalmente la situación, y lo hacemos lo más exactamente que
podamos, con los detalles sensoriales más vivos que seamos capaces, representándonos
nuestras emociones y las de las posibles personas implicadas lo más fielmente posible, y
siempre tal como está sucediendo en presente, ni en pasado ni en futuro. Estamos fuera
del tiempo, el tiempo como tal sucede a un nivel inferior.
Yesod es la fase de culminación. Hemos alcanzado un punto en el que la forma
está acabada, como una película que se ha concebido, diseñado, rodado y montado, sólo
que en el plano astral. Se ha terminado el proceso activo y tenemos el producto final
energéticamente cargado con su propio impulso de manifestación hacia Maljút.
Entonces tenemos la sensación de que efectivamente va a suceder.
Experimentamos como un tipo de retroalimentación que se recibe de la imagen
concebida que hemos creado. Es un sentimiento de certeza. De que efectivamente
resultará.
¿Cuál es la siguiente fase; qué tenemos que hacer a partir de ese momento?
Nada. La séptima fase es el descanso. No volvemos a pensar en todo ello. Si
estuviéramos continuamente dándole vueltas, estaríamos incorporando nuevos sentidos
y, por tanto, perturbando. Dejamos que suceda por sí mismo. Es la fase de realización,
de Maljút. Si la forma está correctamente construida se marterializará en Maljút.
*****
Un niño está engendrado por su padre y por su madre, como es obvio, que van a
representar a Jojmá (padre) y Biná (madre).
Hay siempre un tercer elemento por encima de ambos, que es Kéter, en el que
están contenidos lo que son la propia voluntad de ser y el destino de la persona; o sea,
no todo es genético. El código genético proviene del padre y de la madre que se unirán y
formarán un nuevo ser, a lo que hay que añadir esta fase trascendente de la voluntad
superior que determina qué va a hacer esa persona.
Por supuesto, el Tikún de la persona es totalmente coherente con el código
genético – las tres sefirot supremas actúan al unísono a través de Daát – pero contiene
mucho más.
Ese momento es drástico, y todos sabemos de la importancia que tienen las fases
perinatales y el modo de nacimiento en la construcción de una serie de pautas muy
profundas y básicas de la personalidad.
Jésed corresponde a la primera fase, en la que nos encontramos en principio con
que el niño es profundamente inconsciente de sí mismo. Fundamentalmente, aparte de
dormir, mama, y comprobamos que experimenta una fase de expansión muy rápida,
porque en poco tiempo aumenta mucho de tamaño y de peso.
En Guevurá empiezan a actuar una serie de límites: el bebé puede despertarse
empapado y molesto a media noche, y puede sentir hambre, y empezará a llorar con
vehemencia (como una reacción frente a esos límites).
Y, por supuesto, además de los procesos naturales empiezan a actuar los afectos
y modos de comportamiento de las personas a su cargo, en general los padres.
Tenemos entonces prácticamente desde el principio el par Jésed – Guevurá en
acción: es lo que hablábamos (en la lección sobre las tres columnas) sobre la necesidad
de encontrar un equilibrio entre las energías expansivas y las energías limitadoras.
Como principio, no podemos irnos demasiado ni a un lado ni al otro, sino procurar
conseguir un equilibrio
Es bien sabida la importancia que tiene en el psiquismo del niño la construcción
de la personalidad en la llamada fase oral. Muchos comportamientos que luego se
reproducen provienen de esta fase. Hay que tener en cuenta que en ella se están
construyendo las pautas profundas del subconsciente personal. Y esas pautas de
conducta y de reacción van a ser después automáticas para el individuo.
A un niño no se le puede consentir todo, ni prohibir todo, hay que encontrar el
punto medio. Si se le da una educación muy permisiva, luego puede tener una serie de
carencias a la hora de asumir las dificultades de la vida (ya que no ha desarrollado
propiamente su Guevurá). Podría recurrir a comportamientos regresivos cuando en la
edad adulta tuviera que encararse con situaciones problemáticas, buscando evadirse por
todos los medios: regresar, por ejemplo, a la fase oral, carente de problemas, en la que
uno se podía “beber” la realidad sin necesidad de enfrentarla, como si estuviera
adherido a un gran pecho, para reproducir ese estado de confluencia no problemática
con la realidad como cuando después de mamar el niño, al quedarse saciado, se vuelve a
quedar dormido. O desarrollar una personalidad autocompasiva que siempre se
considera una víctima de las circunstancias y de los demás. O simplemente buscar huir
de todo tipo de compromisos y responsabilidades en general.
Recordamos el principio de que el Árbol se acaba equilibrando a sí mismo.
Cuando uno no pone los límites, la vida se los acaba poniendo.
Sin embargo, en la educación tampoco se puede tener una actitud excesivamente
restrictiva. Si a un niño se le ponen demasiados límites – exceso de Guevurá – se le
puede crear una identidad indefinida. El niño nunca va ha saber quién es. Con un exceso
de severidad, el niño no ha podido desarrollar nada suyo de una forma autónoma,
espontánea. Puede desarrollar una fuerte armadura de carácter, tener problemas de
autoestima, etc. Un individuo muy reprimido o con una falta crónica de atención y
afecto desarrolla una identidad insegura. Puede que la persona busque compensación
hacia la misericordia en otras áreas, y el recurso a la glotonería o el ejercicio de
autoritarismo despótico sobre aquéllos por debajo de él son sólo dos posibilidades.
Luego es muy importante el equilibrio en estas fases tempranas, porque la
identidad de un niño se desarrolla como un equilibrio entre ambas sefirot. Tiféret, es el
resultado del equilibrio entre Jésed y Guevurá. Los padres además de ser protectores y
suministradores son el Tiféret del niño, están en el lugar del self del niño. Porque él no
es autónomo, no puede pensar ni actuar por sí mismo; es pura reacción; las decisiones
las tienen que tomar los padres.
Por ejemplo: El niño empieza a andar, y se puede caer y dar un golpe. Los
padres hasta cierto punto no pueden impedirlo. Tiene que caerse alguna vez para
aprender. Pero al mismo tiempo los padres tienen que estar con él y apoyarle para que
no se frustre cayéndose siempre, pues entonces podría dejar de intentarlo.
Jésed le empuja a andar y Guevurá le impulsa a caerse para aprender bien.
En esta interacción con sus padres y con las personas que le rodean, y también
con el mundo exterior – llevarse cosas a la boca – el niño va adquiriendo conciencia de
sus posibilidades y va construyendo una primera identidad, que en principio es una
identidad muy corpórea, nada mental en absoluto.
Esta fase llevaría al niño en el Rayo Relampagueante a establecerse en Tiféret.
Es cuando decimos que el niño es el sol de la casa, porque realmente resplandece con la
integración que ha alcanzado. Es un nivel de conciencia que en el camino del ascenso
siempre estamos pensando en recuperar: el volver nuevamente a Tiféret como un niño
nuevo, pero ya con nuestra conciencia evolucionada.
Las primeras manifestaciones del niño son reactivas del tipo Guevurá, pero poco
a poco van pasando por el filtro de Tiféret y va desarrollando una individualidad.
Empieza a tener emociones propiamente dichas, sometido a múltiples influencias. Entra
en Hod, que es el intelecto en general y la planificación y modificación de las
emociones, cuando ya tiene que aprender que no va a conseguir todo de inmediato, y
que tiene que desarrollar determinadas estrategias. Por ejemplo: Si el quiere un dulce
tiene que aprender que primero tiene que tomar el puré.
Empieza a operar en él un segundo pensamiento, que sería el primer Hod. Entra
de lleno en esta esfera cuando desarrolla el lenguaje y empieza a vivir el mundo
mentalmente, y eso va a ir adquiriendo una importancia creciente.
De nuevo, Hod y Nétsaj actúan conjuntamente, como un par polarizado. Al
principio la preponderancia es de Nétsaj porque domina la afectividad. Después Hod va
adquiriendo un peso cada vez mayor.
Además, el niño va construyendo lo que sus arquetipos personales. Por ejemplo:
Si es varón desarrolla una imagen de la feminidad basándose en la relación con su
madre, y también en lo que se dicen se debe hacer, como que los hombres no lloran.
Quizá así empieza a reprimir algunas emociones – suprimir determinadas conductas –
cuya energía va a parar a su sombra o a su arquetipo contrasexual, en estas fases en
forma germinal.
El pleno Hod pleno empieza con la escolarización: por lo general, moldes fijos y
rígidos. Empieza a enculturarse, a introducirse en su cultura, a interiorizar unos modelos
muy fijos tanto de ver el mundo como de comportamiento.
MEDITACIONES
5
Maggid Devarav LeYaakov # 96. Citado de Meditación y Cábala. Pag 322.
6
Ibid 159. Meditación y Cábala. Pag 322-323.
que elevar la cosa a la Emanación de la Nada. Entonces viene una influencia de esa
emanación para producir el milagro”.7
“Cuando alguien contempla un objeto, lo eleva a su pensamiento. Si entonces su
pensamiento se adhiere al Pensamiento supremo, lo puede elevar a ese Pensamiento. De
ahí puede ser elevado al nivel de la Nada, en donde el objeto mismo se convierte en
nada absoluta.
La persona lo puede entonces bajar de nuevo al nivel del Pensamiento, que es
algo. Al final de todos los niveles, lo puede transformar en oro”.
7
Imrey Tzadikim p.19c. Meditación y Cábala. Pag. 323-324.
contradice la física clásica, incluyendo la relatividad, en la que cualquier trasmisión
entre dos sistemas físicos no puede realizarse a velocidad superior a la de luz. Es decir,
las cosas están ligadas a un lugar del espacio-tiempo (localidad) y las interacciones con
otros sistemas se propagan a la velocidad máxima de 300000 km/s. No así en la
mecánica cuántica, en sistemas que han estado vinculados y por tanto que han sido
descritos por una misma función de onda. Aunque dos partes de ese sistema se hallen en
un momento dado a una distancia mayor que la alcanzable por la velocidad de la luz,
sucede que un cambio en una parte es registrado automáticamente en la otra, la cual
cambia también consecuentemente, sin que haya mediado ningún tipo de trasmisión por
medio físico alguno conocido. Es el principio de no localidad. Está comprobado
experimentalmente (por Aspect y otros).
Podría objetarse que este principio sólo funciona para sistemas microscópicos.
Sucede, sin embargo, que si el universo todo procede de un Big Bang, en los instantes
primigenios este universo era microscópico y un objeto plenamente cuántico, por lo
tanto, podemos deducir que esta vinculación no local se da en todo el universo y a todos
los niveles.
En línea con el razonamiento anterior, podemos deducir que la vinculación no
local se produce al nivel de la conciencia; no de la conciencia egoica, inmersa ella
misma en el colapso de la función de onda cósmica, sino de la conciencia primordial, el
agente causal del colapso, cuyo medio pleromático es un espacio de pura posibilidad o
potencialidad, la cual elige entre todas las posibilidades ésta que llamamos el universo
(y que se crea en cada instante, en sincronicidad con los sujetos/objetos, pues estos son
el resultado del Daát fragmentado). Así, todo objeto (o sistema, o acontecimiento, etc.)
está vinculado con todos los demás en la conciencia a través de la no localidad.
Entendemos que esta vinculación no local – esta ventana no local (como la llama
Amit Goswami) que se abre entre todas las dimensiones, a todos los niveles, con tal de
que se “ascienda” suficientemente en el nivel de conciencia – es la justificación cuántica
de toda la fenomenología mística y esotérica. También nos permite ser creadores de
nuestro propio mundo; es de hecho la fuente de la verdadera creatividad, al posibilitar
entrar en fase vibratoria con la conciencia universal, y por tanto con el espacio de de
superposición de posibilidades antes de que se produzca el colapso que crea el mundo
en general, y nuestra realidad en particular.”
Biná: Damos un salto cuántico. Aquí vamos a ponernos en el lugar del otro. Si
hay varios implicados, hacemos lo propio de uno en uno. No nos preguntamos cómo se
siente ser X, persona, animal o cosa. Somos X. Dejamos que de esa identificación brote
un entendimiento profundo de la cuestión, de las necesidades de todo, y nos
apresuramos a satisfacerlas como una madre providente. ¿Cuál es el karma de la
situación (de esta o de otras vidas)? ¿Qué lecciones hay que aprender? Ampliamos el
contexto de la cuestión y la medimos por estándares cósmicos. Consideramos la
situación desde todas las perspectivas simultáneamente. La consideramos inmersa en la
totalidad, imbricada en la matriz espacio – temporal de la existencia.
Kéter: La esfera del Uno. La cuestión, nosotros, los demás, el contexto y toda la
realidad son ahora pura Luz Divina. No hay oposiciones, no hay polaridades, todo es
simplicidad extrema, en un estado de voluntad pura que en su superabundancia proyecta
y reabsorbe los mundos, sin disminución de su ser absoluto. Entramos en la esfera de la
Luz Infinita que es la esencia y sustancia de todo: un océano de luz en el que sólo hay
plenitud y satisfacción absolutas, en el que todo deseo está colmado a rebosar.)