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La Hidrogeología es la ciencia que se ocupa del estudio de las aguas subterráneas. Estas,
representan el 14 % del total del agua dulce de la hidrosfera, mientras que los ríos representan el
0'004 %. No cabe duda de que el agua subterránea representa el mayor depósito de agua dulce que
resulta fácilmente explotable por los seres humanos.
El origen de las aguas subterráneas está en la infiltración en el terreno de las aguas
superficiales en regiones karstificadas, materiales detríticos, rocas fisuradas... volviendo de nuevo
a la superficie por evapotranspiración, formando manantiales, alimentando ríos y lagos o
desembocando directamente en el mar.
Acuífero. (Del latín "transportar agua"). Toda formación geológica que contiene agua y
que permite su libre circulación a través de los poros bajo la acción de la gravedad. La roca
en cuestión ha de ser porosa y permeable, como por ejemplo una arena o una caliza
karstificada. Se les denominan también embalses subterráneos por ser las misiones que
cumplen similares a las de los embalses de superficie. En un acuífero la porosidad y la
permeabilidad han de tener valores muy altos.
Acuífugo. (Rocas que repelen el agua). Toda formación geológica que ni almacena agua
en cantidades apreciables, ni permite su circulación. Se trata de rocas o materiales no
porosos e impermeables como por ejemplo las cuarcitas y muchas rocas volcánicas.
(Rocas que encierran el agua). Toda formación geológica capaz de almacenar agua pero no
de transmitirla en cantidades apreciables. Son materiales poco porosos pero prácticamente
impermeables como es el caso de las arcillas.
Acuitardo. (Rocas que frenan el agua). Formación geológica que almacena el agua si bien
el movimiento de la misma a su través es sumamente lento. Se trata de rocas porosas pero
con una permeabilidad muy baja (muy compactas) como los limos.
6.4.3 ZONAS HIDRLÓGICAS DEL SUELO
En el transcurso del movimiento descendente del agua que se infiltra en el terreno, se
pueden distinguir verticalmente dos zonas: zona de aireación y zona de saturación, separadas
ambas por la denominada superficie freática.
Zona de aireación. Está localizada entre la superficie del terreno y la superficie freática.
Se distinguen tres subzonas:
a) Subzona edáfica o de evapotranspiración. Comprendida entre la superficie del terreno y los
extremos de las raíces de la vegetación en él asentada; es la franja del suelo sometida a
evapotranspiración. Su espesor puede variar desde unos pocos centímetros hasta 3 o 4 metros.
b) Subzona de retención o intermedia. No está afectada por las raíces de la vegetación, su grado
de compactación es mayor. Cuando desaparece el agua gravífica, mantiene agua higroscópica,
pelicular y capilar.
c) Subzona capilar. Es la franja de transición a la zona saturada, su límite inferior lo constituye
la superficie freática y su espesor depende de las fuerzas capilares que hacen ascender el agua.
Superficie freática hidrostática es una superficie teórica definida como el lugar
geométrico de puntos de agua en el subsuelo que soportan una presión igual a la
atmosférica, y viene determinada aproximadamente por el nivel de la superficie del agua
en el interior de los pozos que penetran en la zona de saturación.
Zona de saturación o de agua freática es la parte del suelo situada por debajo de la
superficie freática en la que el agua llena completamente todos los huecos de los materiales
existentes. El límite inferior lo constituye la zona del subsuelo donde el terreno presenta ya
muy pocos poros que, además, no están conectados entre sí, por lo que el agua no puede
circular y recibe el nombre de zócalo impermeable.
6.4.4 FUNCIONAMIENTO DE UN ACUÍFERO
Un acuífero funciona como si fuera un embalse. En ambos casos puede hablarse de una
capacidad de embalse, de unas entradas de agua, de unas salidas, de una capacidad de regulación,
de un plan de explotación, etc.
Los acuíferos tienen unas zonas de recarga, por las cuales reciben sus entradas o recarga
de agua. Estas entradas de agua se deben a la infiltración de una parte de la lluvia o nieve y del
agua que circula por ríos o ramblas, a la aportación subterránea desde otros acuíferos vecinos y a
la infiltración de parte del agua de riego, acequias, usos urbanos, etc. que constituyen lo que
llamamos retornos.
En el caso de los acuíferos, la capacidad de embalse depende de sus dimensiones, de su
estructura y de las características de los terrenos que los constituyen. Esta capacidad de
almacenamiento puede ser muy superior a la de cualquier obra humana.
Los acuíferos también tienen lógicamente, unas salidas. En condiciones de funcionamiento
o régimen natural (es decir, antes de captar agua mediante bombeos) las salidas naturales de los
acuíferos se producen por fuentes o manantiales. También, en otros casos, pueden descargarse
subterráneamente de manera natural, por los cauces de los ríos, hacia otros acuíferos vecinos o
hacia el mar si se trata de acuíferos costeros.
Dependiendo de si aportan o reciben agua de un acuífero, los ríos pueden
ser influentes cuando aportan agua a un acuífero y efluentes si se alimentan del nivel freático y
representa una zona de descarga de un acuífero.
Son especialmente frecuentes en áreas de montaña los manantiales de ladera, en los que la
superficie de terreno intercepta a la superficie freática produciéndose en ese punto el
alumbramiento del agua.