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Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo

Primera Parte

PARTE GENERAL

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De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

Capítulo Primero
DEL DERECHO PENAL

De las distintas ramas del conocimiento humano, el Derecho es sin


duda una de las más antiguas, cuya misión ha sido regular la conducta de los
hombres a través del complicado devenir histórico de la sociedad, tratando de
alcanzar la justicia, la equidad y el bien común, como los valores
fundamentales más altos a los que aspira el Derecho; y de las ciencias
eminentemente jurídicas, es sin lugar a dudas el Derecho Penal la disciplina
más vieja, cuya misión siempre ha sido filosóficamente, proteger valores
fundamentales del hombre, tales como: su patrimonio, su dignidad, su honra,
su seguridad, su libertad, y su vida como presupuesto indispensable para gozar
y disfrutar de todos los demás; hasta llegar a la protección del Estado y de la
Sociedad en la medida en que se tutele y se garantice la convivencia humana.
Es el Derecho Penal pues, la melancólica ciencia del delito y del delincuente, y
a decir de Raúl Carrancá y Trujillo [1980:12], un clásico venerable –Rossi-
escribió que el Derecho Penal es la más importante rama entre todas las
ciencias de las leyes, ya por sus relaciones morales, bien por las políticas, todo
progreso de la ciencia penal es un beneficio para la humanidad, y por ello
economiza sufrimientos y, sobre todo, secunda la marcha del hombre hacia su
desenvolvimiento moral.

I. DEFINICIÓN

Tradicionalmente se ha definido el Derecho Penal en forma bipartita,


desde el punto de vista subjetivo y desde el punto de vista objetivo;
consideramos que esta división aún sigue siendo válida en principio para la
enseñanza de esta disciplina, ya que ubica al que lo estudia, en un punto en el
que estratégicamente puede darse cuenta como nace y como se manifiesta el

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Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo
I

Derecho Penal para regular la conducta humana y mantener el orden jurídico,


por medio de la protección social contra el delito.
1. DESDE EL PUNTO DE VISTA SUBJETIVO
(JUS PUNIENDI)

Es la facultad de castigar que tiene el Estado como único ente soberano


(Fundamento filosófico del Derecho Penal); es el derecho del Estado a
determinar los delitos, señalar, imponer y ejecutar las penas correspondientes
o las medidas de seguridad en su caso. Si bien es cierto la potestad de “penar”
no es un simple derecho, sino un atributo de la soberanía estatal, ya que es al
Estado con exclusividad a quien corresponde esta tarea, ninguna persona
(individual o jurídica), puede arrogarse dicha actividad que viene a ser un
monopolio de la soberanía de los Estados.

2. DESDE EL PUNTO DE VISTA OBJETIVO


(JUS POENALE)

Es el conjunto de normas jurídico-penales que regulan la actividad


punitiva del Estado; que determinan en abstracto los delitos, las penas y las
medidas de seguridad, actuando a su vez como un dispositivo legal que limita
la facultad de castigar del Estado, a través del principio de legalidad, de defensa
o de reserva que contiene nuestro Código Penal en su artículo 1º. (Nullum
Crimen, Nulla Poena sine Lege), y que se complementa con el artículo 7º. Del
mismo Código (Exclusión de Analogía).

En suma podemos definir el Derecho Penal Sustantivo o Material


(como también se le llama), como parte del derecho compuesto por un
conjunto de normas establecidas por el Estado que determinan los delitos, las
penas y/o las medidas de seguridad que han de aplicarse a quienes los cometen.
A continuación exponemos algunas definiciones de distintos tratadistas:

Derecho Penal, es la ciencia que determina el contenido de las


facultades que corresponden al Estado como sujeto de la actividad
punitiva. (Berner Brusa. Tratado de Derecho Penal Italiano).

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Derecho Penal, es el conjunto de reglas jurídicas establecidas por el


Estado, que asocian al crimen como hecho, la pena como legítima
consecuencia. (Franz Von Liszt. Tratado de Derecho Penal Alemán).

Derecho Penal, es el conjunto de normas jurídicas que determinan los


delitos, las penas que el Estado impone a los delincuentes y las medidas
de seguridad que el mismo establece. (Eugenio Cuello Calón. Derecho
Penal Español).

Derecho Penal, es la parte del derecho compuesta por un conjunto de


normas dotadas de sanción retributiva. (Sebastián Soler. Derecho Penal
Argentino).

Derecho Penal, es el conjunto de leyes mediante las cuales el Estado


define los delitos, determina las penas imponibles a los delincuentes y
regula la aplicación concreta de las mismas a los casos de incriminación.
(Raúl Carrancá y Trujillo. Derecho Penal Mexicano).

Zaffaroni, Alagia y Slokar, estiman que el Derecho Penal es una rama


de saber jurídico que mediante la interpretación de leyes penales
propone a los jueces un sistema orientador de decisiones que contiene
y reduce el poder punitivo, para impulsar el progreso del Estado
Constitucional de Derecho (Derecho Penal, parte general
2,000, pag. 4)

II. NATURALEZA JURÍDICA


DEL DERECHO PENAL

Cuando inquirimos sobre la naturaleza jurídica del Derecho Penal,


tratamos de averiguar el lugar donde éste nace y la ubicación que tiene dentro
de las distintas disciplinas jurídicas, y así cabe preguntarnos: si pertenece al
Derecho Privado, al Derecho Público o si pertenece al Derecho Social, que
son los tres escaños en que se le ha tratado de ubicar.

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Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo
I

El hecho que algunas normas de tipo penal o procesal penal, puedan


dar cierta intervención a los particulares en la sustanciación del proceso o en
la iniciación del mismo por la clase de delito que se trate (instancia de parte
interesada por ser delito privado, el perdón del ofendido y el sobreseimiento
del proceso en ciertos delitos privados, etc. ), no es ninguna justificación válida
para pretender situar al Derecho Penal dentro del Derecho Privado (como el
Derecho Civil y el Derecho Mercantil); la venganza privada como forma de
reprimir el delito, dejando a los particulares hacer su propia justicia, ha sido
formalmente desterrada del Derecho Penal Moderno, y si bien es cierto que
aún pueden darse algunos casos en nuestro medio, esto no solo es ilegal sino
absurdo en una sociedad civilizada y jurídicamente organizada, donde
solamente al Estado corresponde determinar los delitos y establecer las penas
o medidas de seguridad. La intervención de los particulares en la ejecución de
la pena, es en los libros tan sólo un recuerdo histórico de las formas primitivas
de castigar.

Algunos tratadistas, en época reciente y amparados por las novedosas


corrientes de la defensa social contra el delito, han pretendido ubicar al
Derecho Penal dentro del Derecho Social (como el Derecho de Trabajo y el
Derecho Agrario), sin embargo tampoco se ha tenido éxito. El Derecho Penal
es una rama del Derecho Público Interno que tiende a proteger intereses
individuales y colectivos (públicos o sociales); la tarea de penar o imponer una
medida de seguridad es una función típicamente pública que solo corresponde
al Estado como expresión de su poder interno producto de su soberanía,
además de que la comisión de cualquier delito (privado, público o mixto)
genera una relación directa entre el infractor y el Estado que es el único titular
del poder punitivo, en tal sentido, consideramos que el Derecho Penal sigue
siendo de naturaleza jurídica pública.

Es necesario indicar, que la relacionada distinción entre Derecho


Público y Privado, es en la actualidad, puramente referencial, pues en la
práctica, hay muchas actividades del Derecho Privado que se ven inmersas
en el Derecho Público y viceversa, al extremo que se piensa que la gran

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polaridad entre lo público y privado, existente en la época de filósofos del


Derecho como G. Radbruch, se encuentra por lo menos en crisis.
III. CONTENIDO DEL
DERECHO PENAL

Es importante observar técnicamente, una diferencia entre el “Derecho


Penal” y la “Ciencia del Derecho Penal”, y se hace precisamente delimitando
su contenido. Mientras que el Derecho Penal se refiere a un conjunto de
normas jurídico-penales creadas por el Estado para determinar los delitos, las
penas y las medidas de seguridad; la Ciencia del Derecho Penal se refiere a un
conjunto sistemático de principios, doctrinas y escuelas, relativas al delito, al
delincuente, a la pena y a las medidas de seguridad.

La ciencia del Derecho Penal (que comprende al Derecho Penal desde


el punto de vista filosófico, buscando su razón de ser) es una disciplina
eminentemente jurídica; sin embargo, al estudiar el delito no debe hacerlo
únicamente como “entre jurídico”, como una manifestación de la personalidad
del delincuente; y al estudiar la pena no debe hacerse únicamente como una
sanción retributiva para mantener la tutela jurídica o restaurar el orden jurídico
perturbado (error que también se señala a los clásicos), sino también como un
medio de defensa social, incluyendo el estudio de las medidas de seguridad para
la prevención del delito y la rehabilitación del delincuente.

1. PARTES DEL DERECHO PENAL

El Derecho Penal o la Ciencia del Derecho Penal, para el estudio de su


contenido (el delito, el delincuente, la pena y las medidas de seguridad),
tradicionalmente se ha dividido en dos partes, que coincide también con la
división de la mayor parte de códigos penales del mundo (entre ellos el
nuestro).

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Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo
I

1.1. LA PARTE GENERAL DEL DERECHO PENAL

Se ocupa de las distintas instituciones, conceptos, principios, categorías


y doctrinas relativas al delito, al delincuente, a las penas y las medidas de
seguridad, tal es el caso del Libro Primero del Código Penal guatemalteco.
1.2. LA PARTE ESPECIAL DEL DERECHO PENAL

Se ocupa de los ilícitos penales propiamente dichos (delitos y faltas) y


de las penas y las medidas de seguridad que han de aplicarse a quienes los
cometen, tal es el caso del Libro Segundo y Tercero de nuestro Código Penal.

2. RAMAS DEL DERECHO PENAL

Desde un punto de vista mucho más amplio (Lato Sensu), el Derecho Penal
se ha dividido para su estudio en tres ramas:

2.1. EL DERECHO PENAL MATERIAL O SUSTANTIVO

Se refiere a la “sustancia” misma que conforma el objeto de estudio


de la Ciencia del Derecho Penal, como es el delito, el delincuente, la pena y las
medidas de seguridad; y que legalmente se manifiesta contemplado en el
Decreto 17-73 del Congreso de la República ( que es el Código Penal Vigente)
y otras leyes penales de tipo especial.

2.2. EL DERECHO PENAL PROCESAL O ADJETIVO

Busca la aplicación de las leyes del Derecho PENAL Sustantivo a


través de un proceso, para llegar a la emisión de una sentencia y
consecuentemente a la deducción de la responsabilidad penal imponiendo una
pena o medida de seguridad y ordenando su ejecución. Se refiere pues, al
conjunto de normas y doctrinas que regulan el proceso penal en toda su
sustanciación, convirtiéndose en el vehículo que ha de transportar y aplicar el
Derecho Penal Sustantivo o Material, y que legalmente se manifiesta a través

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del Decreto 51-92 del Congreso de la República (que es el Código Procesal


Penal vigente).

Confiamos en que la agilización del proceso penal y la aplicación de una


pronta y debida justicia penal, sólo puede intentarse –como ya se hace en la mayoría
de legislaciones modernas, dentro de las cuales puede colocarse el nuevo Código
Procesal Penal (decreto 51-92)-con un proceso penal oral desprovisto de todo tipo
de burocratización con ayuda de la moderna tecnología científica.

2.3. EL DERECHO PENAL EJECUTIVO O PENITENCIARIO

Se refiere al conjunto de normas y doctrinas que tienden a regular la


ejecución de la pena en los centros penales o penitenciarios destinados para tal
efecto, y que por cierto en nuestro país no se encuentra codificado ya que lo
único que existe son normas reglamentarias de tipo carcelario.

Tanto el Derecho Penal Sustantivo, como el Derecho Procesal Penal o


Adjetivo, gozan de autonomía, como disciplinas independientes, cada una tiene
sus propios principios, métodos y doctrinas, lo cual no debe entenderse como
una separación absoluta entre ambas, ya que una es indispensable para la
aplicación de la otra. En Guatemala contamos con un Código Penal que
además de adolecer de una serie de errores técnico-científicos (multiplicidad
de figuras delictivas, penas mixtas de prisión y multa, etc.), y carecer de
aspectos fundamentales (no define lo que es el delito, ni lo que debe entenderse
por pena, etc.), también hay que decir que hay una serie de instituciones
producto del Derecho Penal Moderno (medidas de seguridad, suspensión
condicional de la pena, perdón judicial, libertad condicional, etc.), que si se
aplicaran debidamente y en el tiempo prudente, contribuirían no sólo a aplicar
la debida justicia, sino a lograr los fines del Derecho Penal.

En cuanto al Derecho Penal Ejecutivo o Penitenciario se refiere, en


nuestro país no se ha logrado su independencia como una disciplina autónoma;
no existe una codificación particular y cuando se estudia, se hace como parte
del Derecho Penal o Procesal Penal, en tanto que, en la práctica depende del
Poder Judicial, por cuanto que el Código Procesal Penal, Decreto 51-92 del

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Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo
I

Congreso de la República, entre innovaciones jurídicas que contiene, regula la


figura del juez de ejecución, que será el encargado de aplicar la política
penitenciaria. El sistema carcelario depende del Poder
Ejecutivo (Ministerio de Gobernación). Hoy día la mayoría de especialistas
propugnan por su legítima independencia; en ese sentido la separación del
Derecho Penitenciario del Derecho Penal ha sido sostenida insistentemente
por Novelli, quien lo considera como un conjunto de normas jurídicas que
regulan la ejecución [Novelli. “Autonomía del Derecho Penitenciario”. Revista
Penal y Penitenciaria citada por Rafael Cuevas del Cid. 1954:45]. Y, para
subrayar la importancia de esta disciplina vale mencionar lo expuesto por el
profesor Palacios Motta al decir que en la ejecución penitenciaria se asienta el
éxito o el fracaso de todo sistema penal.

Se sabe que actualmente se encuentra en el Congreso de la República,


un proyecto de Ley Penitenciaria, que puede ser un inicio de la reforma tan
necesaria en este campo.

IV. FINES DEL DERECHO PENAL

El Derecho Penal o Criminal, que es el verdadero, auténtico y genuino


Derecho Penal (no confundirlo con el Derecho Penal Disciplinario o
Administrativo), ha tenido tradicionalmente como fin el mantenimiento del
orden jurídico previamente establecido y su restauración a través de la
imposición y la ejecución de la pena, cuando es afectado o menoscabado por
la comisión de un delito; en ese orden de ideas corresponde al Derecho Penal
o Criminal castigar los actos delictivos que lesionan o penen en peligro
intereses individuales, sociales o colectivos, de ahí el carácter sancionador del
Derecho Penal; sin embargo el Derecho Penal moderno con aplicación de las
discutidas medidas de seguridad ha tomado otro carácter, el de ser también
preventivo y rehabilitador, incluyendo entonces dentro de sus fines últimos la
objetiva prevención del delito y la efectiva rehabilitación del delincuente para
devolverlo a la sociedad como un ente útil a ella.

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V. CARACTERÍSTICAS DEL DERECHO


PENAL

a) Es una Ciencia Social y Cultural. Atendiendo a que el campo del


conocimiento científico aparece dividido en dos clases de ciencias: las
ciencias naturales por un lado y las ciencias sociales o culturales por el otro,
se hace necesario ubicar a nuestra disciplina en uno de ambos campos, ya
que los dos tienen características distintas, así por ejemplo: en las ciencias
naturales el objeto de estudio es “psico-físico; mientras en las ciencias
sociales es el producto de la voluntad creadora del hombre; el método de
estudio de las ciencias naturales es “experimental” mientras en las ciencias
sociales o culturales es “racionalista”, “especulativo” o “lógico abstracto”;
en las ciencias naturales la relación entre fenómenos es “causal” (de causa
a efecto); mientras que en las ciencias sociales o culturales es “teleológica”
(de medio a fin); las ciencias naturales son ciencias del “Ser” mientras las
ciencias sociales o culturales son del “Deber Ser”; de tal manera que el
Derecho Penal, es una ciencia social, cultural o del espíritu, debido a que
no estudia fenómenos naturales enlazados por la causalidad, sino regula
conductas en atención a un fin considerado como valioso; es pues, una
ciencia del deber ser y no del ser.

b) Es Normativo. El Derecho Penal, como toda rama del Derecho, está


compuesto por normas (jurídico-penales), que son preceptos que
contienen mandatos o prohibiciones encaminadas a regular la conducta
humana, es decir, a normar el “debe ser de las personas dentro de una
sociedad jurídicamente organizada.

c) Es de Carácter Positivo. Porque es fundamentalmente jurídico, ya que


el Derecho Penal vigentes es solamente aquél que el Estado ha promulgado
con ese carácter.

d) Pertenece al Derecho Público. Porque siendo el Estado único titular


del Derecho Penal, solamente a él corresponde la facultad de establecer
delitos y las penas o medidas de seguridad correspondientes. El Derecho

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Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo
I

Penal es indiscutiblemente Derecho Público Interno, puesto que el


establecimiento de sus normas y su aplicación, está confiado en forma
exclusiva al Estado, investido de poder público. La represión privada sólo
puede considerarse como una

forma histórica definitivamente superada [Cuevas del Cid, 1954: 34].


e) Es Valorativo. Se ha dicho que toda norma presupone una valoración (el
Derecho Penal es eminentemente valorativo), y a decir del profesor
argentino Sebastián Soler, esta cualidad de toda norma es particularmente
manifiesta en las leyes penales, ya que carecerían de todo sentido las
amenazas penales si no se entendiera que mediante ellas son protegidos
ciertos bienes e intereses jurídicamente apreciados. Es decir, que el
Derecho Penal está subordinado a un orden valorativo en cuanto que
califica los actos humanos con arreglo a una valoración; valorar la conducta
de los hombres.

f) Es Finalista. Por que siendo una ciencia teleológica, su fin primordial es


resguardar el orden jurídicamente establecido, a través de la protección
contra el crimen. La ley-dice Soler-regula la conducta que los hombres
deberán observar con relación a esas realidades, en función de un “fin”
colectivamente perseguido y de una valoración de esos hechos.

g) Es Fundamentalmente Sancionador. El Derecho Penal se ha


caracterizado, como su nombre lo indica, por castigar, reprimir, imponer
una pena con carácter retributivo a la comisión de un delito, y así se hablaba
de su naturaleza sancionadora, en el entendido que la pena era la única
consecuencia del delito; con la incursión de la Escuela Positiva y sus
medidas de seguridad, el Derecho Penal toma un giro diferente (preventivo
y rehabilitador), sin embargo y a pesar de ello, consideramos que mientras
exista el Derecho Penal, no puede dejar de ser sancionador porque jamás
podrá prescindir de la aplicación de la pena, aún y cuando existan otras
consecuencias del delito.

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h) Debe ser Preventivo y Rehabilitador. Con el aparecimiento de las aún


discutidas “medidas de Seguridad”, el Derecho Penal deja de ser
eminentemente sancionador y da paso a una nueva característica, la de ser
preventivo, rehabilitador, reeducador y reformador del delincuente. Es
decir, que además de sancionar, debe pretender la prevención del delito y
la rehabilitación del delincuente.

En la actualidad se ha determinado por los penalistas la existencia de


tres grandes principios en torno a los cuales se estructura la
intervención penal: los de protección de responsabilidad y de la
sanción . El primero está contenido en tres fundamentales, el de
lesividad, el de neutralización de la víctima, y el dogma del bien jurídico
protegido.

VI. EVOLUCIÓN HISTÓRICA


DEL DERECHO PENAL

Se ha dicho que el Derecho Penal es tan antiguo como la humanidad


misma, ya que son los hombres los únicos protagonistas de esta disciplina, de
tal manera que las ideas penales han evolucionado a la par de la sociedad. Todas
las expresiones humanas con algún significado social, surgen en la vida de
relación, en la convivencia humana, en el trato diario de unos con otros; es al
entrar en relación unos con otros que se exterioriza la conducta del ser
humano, y es a través de la manifestación de su conducta que el hombre realiza
acciones u omisiones que le permiten expresarse, es decir, actúa o se abstiene
de actuar según su voluntad, estas acciones y omisiones cuando son ofensivas,
cuando no son socialmente relevantes, son aceptadas y permitidas por el
Estado en cuanto que no lesionan ni ponen en peligro un bien jurídico
tutelado; sin embargo, cuando estas acciones u omisiones dañan o ponen en
peligro un interés jurídicamente tutelado, son reprobadas y reprimidas por el
Derecho Penal, en nombre del Estado y de una sociedad jurídicamente
organizada, como la nuestra. El Derecho Penal funciona, en general, como

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sistema tutelar de los valores más altos, ello es, interviene solamente ante la
vulneración de valores que una sociedad, en un momento dado, reputa
fundamentales [Soler, 1970: 20].

En el devenir histórico de las ideas penales, la función de castigar ha


tenido diversos fundamentos en diferentes épocas y la mayor parte de
tratadistas para su análisis las han planteado de la manera siguiente:
1. ÉPOCA DE LA VENGANZA PRIVADA

Se afirma que en los primeros grupos humanos, cuando el poder


público (poder estatal) no poseía aún el vigor necesario para imponerse a los
particulares, la función penal revestía el aspecto de una venganza; la venganza
particular entonces se ha tomado como el inicio de la retribución penal, aunque
no se trate de un sistema penal en sí, sino de una forma de manifestación
individual. Si pensamos-dice Bernardino Alimena [1915-97]que el
protoplasma irritado reacciona, si pensamos que todo animal ofendido tiende
instintivamente a reaccionar, nos vemos obligados a pensar que la primera
forma y la primera justificación de aquella función-que hoy llamamos, justicia
penal- debe de haber sido por necesidad de las cosas, la venganza.

La época de la venganza privada es la época bárbara, puesto que se


accede al impulso de un instinto de defensa, ante la reacción provocada por un
ataque que se considera injusto. Como en dicha época no se encontraba
organizada jurídicamente la sociedad, es decir, no se encontraba organizado el
Estado, los individuos que se sentían ofendidos en sus derechos acudían a una
defensa individual y cada quien se hacía “justicia” por su propia mano; esto
dio origen-dice Cuello Calón-a graves males, a sangrientas guerras privadas que
produjeron el exterminio de numerosas familias, ya que los vengadores al
ejercitar su derecho no reconocían limitación alguna y causaban al ofensor o a
su familia todo el mal posible. Las perniciosas consecuencias de una reacción
ilimitada, fueron atenuadas por la Ley del Talión, según la cual no podía
devolverse al delincuente un mal mayor que el inferido a su víctima-ojo por
ojo, diente por diente-reconociendo así el grupo o la colectividad que el
ofendido sólo tenía derecho a una venganza de igual magnitud al mal sufrido;

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de tal manera que “no toda venganza puede estimarse como antecedente de la
represión penal moderna, solo tiene relevancia como equivalente de la pena
actual la actividad vengadora que contaba con el apoyo de la colectividad
misma, mediante la ayuda material y el respaldo moral hacia el ofendido,
reconociendo su derecho a ejercitarla” [Castellanos Tena, 1981:32]. Además
de la Ley del Tailón, aparece como otra limitación de la venganza privada, y
también “la composición” a través de la cual el ofensor o su familia entregaban
al ofendido y los suyos cierta cantidad para que éstos no ejercitaran el derecho
de venganza.

2. ÉPOCA DE LA VENGANZA DIVINA

Es la época teocrática, se sustituye la voluntad individual del vengador


por una voluntad divina a la que corresponde la defensa de los interese
colectivos lesionados por el delito. La justicia penal se ejercita en el nombre
de Dios, los jueces juzgan en su nombre (generalmente eran sacerdotes, los
que representando a la voluntad divina administraban justicia), y las penas se
imponían para que el delincuente expíe su delito la divinidad deponga su
cólera. Es el espíritu del Derecho Penal del antiquísimo pueblo hebreo.

3. ÉPOCA DE LA VENGANZA PÚBLICA

Se deposita en el poder público la representación de la vindicta social


respecto de la comisión de un delito. El poder público (representado por el
Estado), ejerce la venganza en nombre de la colectividad o de los individuos
cuyos bienes jurídicos han sido lesionados o puestos en peligro. La represión
penal que pretendía mantener a toda costa la tranquilidad pública, se convirtió
en una verdadera venganza pública que llego a excesos, caracterizándose por
la aplicación de penas inhumanas y totalmente desproporcionadas con relación
al daño causado, la pena era sinónimo de tormento y se castigaba con severidad
y crueldad aun hechos que hoy día son indiferentes como los delitos de "magia
y hechicería" que eran juzgados por "tribunales especiales" con rigor
inhumano; esta etapa constituye uno de los episodios más sangrientos del

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Derecho Penal europeo, especialmente en los siglos XV al XVIII [Cuello


Calón, 1957: 56]. Comenta al respecto Cuello Calón que para luchar contra la
criminalidad desbordante de aquellos tiempos, el poder público no vaciló en
aplicar las penas más crueles, la muerte acompañada de formas de agravación
espeluznante, las corporales consistentes en terribles mutilaciones, las
infamantes, las pecuniarias impuestas en forma de confiscación. La pena para
ciertos delitos trascendía a los descendientes del reo y ni la tranquilidad de las
tumbas se respetaba, pues se desenterraban los cadáveres y se les procesaba;
reinaba en la
administración de justicia una completa desigualdad, mientras a los nobles y a
los poderosos se les imponían las penas más suaves y eran objeto de una
protección eficaz, para los plebeyos y los siervos se reservaban los castigos más
duros y su protección era en muchos casos tan sólo una caricatura de la justicia,
y por último, dominaba una completa arbitrariedad, los jueces y tribunales
tenían la facultad de imponer penas no previstas en la ley, incluso podían
incriminar hechos no penados como delitos.

4. PERÍODO HUMANITARIO

La excesiva crueldad de la época de la venganza pública dio como


resultado un movimiento a favor de la humanización no sólo de las penas sino
del procedimiento penal, toda vez que en la época de la venganza pública se
iniciaron las torturas, los calabozos y toda clase de tormentos con la finalidad
de castigar y obtener confesiones. La etapa humanitaria del Derecho Penal
comienza a fines del siglo XVIII con la corriente intelectual del “Iluminismo”
y los escritos de Montesquieu, D. Alambert, Voltaire y Rousseau, pero es
indiscutible y aceptado unánimemente que su precursor fue el milanés César
Bonnesana, el Marqués de Beccaria, que en el año 1764 (a la par de que se
gestaba la Revolución Francesa con la Filosofía
Iluminista), público su famosa obra denominada Dei Delliti e Delle Pene (De los
Delitos y de las Penas), en la cual se pronunció abiertamente contra el tormento
de la pena para castigar los delitos cometidos; el fin de las penas dijo, no es
atormentar y afligir a un ente sensible, ni deshacer un delito ya cometido, el fin

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no es otro que impedir al reo causar nuevos daños a sus ciudadanos, y retraer
a los demás de la comisión de otros iguales, luego deberán ser escogidas
aquellas penas y aquel método de imponerlas que guardada la proporción
hagan una impresión más eficaz y más durable sobre los ánimos de los
hombres y la menos dolorosa sobre el cuerpo del reo. El tormento resulta el
medio más eficaz para absolver a los robustos malvados y condenar a los
flacos inocentes.
Beccaria, se ha dicho, escribió en aquella época un alegato en definitiva
contra el tormento de las penas, aún se recuerdan sus palabras: "Qué derecho sino
el de la fuerza será el que da potestad al Estado para imponer pena a un ciudadano mientras
se duda si es reo o es inocente", consideró que la pena es tanto más justa y útil cuanto
más pronta y más vecina al delito cometido se encuentre; es más justa porque
evita en el reo los inútiles y fieros tormentos de la incertidumbre que crece
con el vigor de la imaginación y la propia flaqueza, y es más útil porque cuando
es menor la distancia de tiempo que pasa entre la pena el delito, tanto es más
fuerte y durable en el ánimo la asociación de las ideas, delito y pena, de tal
modo que funcionan el uno como causa la otra como efecto consiguiente y
necesario. Desde que Beccaria pronunció su primera palabra humanitaria-dice
Guillermo Cabanellas-, han transcurrido más de dos siglos y, sin embargo, sus
ecos permanecen aún vibrando, quizá ahora con acentos más firmes como si
desde entonces no hubiera habido otro grito más fuerte en la etapas frías en
las que hasta entonces militaban las sanciones contra el delito [Cuevas Del Cid,
1954: 160].

De esta manera pues, la brillante obra del noble milanés de Beccaria, se


ha dicho, tiene mérito de haber cerrado un capítulo del Derecho Penal, que
podríamos pensar fue el primero y que le han llamado "antiguo", y de abrir
otro que los especialistas han denominado "Edad de Oro del Derecho
Penal", a esto hay que agregar que Eugenio Florián dio a Beccaria la gloria de
haber elevado a la dignidad de Ciencia al Derecho Penal, ya que hasta esa época
aún no podía hablarse de un verdadero Derecho Penal Científico.

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5. ETAPA CIENTÍFICA

Podemos decir que se inicia con la obra de César Bonnesana, el


Márques de Beccaria, y subsiste hasta la crisis del Derecho Penal Clásico con
el aparecimiento de la Escuela Positivista. Según expresa Palacios Motta [1980:
17]: La labor de sistematización que realizaron Francesco Carrara y los demás
protagonistas de la Escuela Clásica, llevaron a considerar al Derecho Penal
como una disciplina única, general e independiente, cuyo objetivo era el estudio
del delito y de la pena desde el punto de vista estrictamente jurídico. Luego de
la Escuela Clásica aparece la Escuela Positiva del Derecho Penal, con ideas
totalmente opuestas, al extremo de que Enrico Ferri (uno de sus precursores),
consideró que el Derecho Penal debía desaparecer totalmente como ciencia
autónoma para convertirse en una rama de la Sociología Criminal, auxiliándose,
para su estudio, del método positivista o experimental, contrapuesto al lógico
abstracto de la Escuela Clásica. En este período del Derecho Penal sufre una
profunda transformación a causa de la irrupción de las ciencias penales. Enrico
Ferri [Sociología Criminale: 297], estudia la etiología de la delincuencia y pone de
relieve el influjo de los factores individuales, antropológicos, físicos y sociales
en los que se condensa la etiología de la criminalidad; de esta manera se deja
de considerar el delito como una entidad jurídica, para convertirse en una
manifestación de la personalidad del delincuente; la pena deja de tener un fin
puramente retributivo y se convierte en un medio de corrección social o de
defensa social.

Luego de esta etapa, Eugenio Cuello Calón, considera que surge el


llamado "Derecho Penal Autoritario" producto de la aparición de regímenes
políticos totalitarios, con rasgos netamente peculiares que por su espíritu y
orientación presentaba un vivo contraste con el Derecho Penal Liberal-
Individualista proveniente de las ideas del "siglo de las luces" y de la
Revolución Francesa. Su principal característica era proteger al Estado, por lo
cual los delitos de tipo político, que en regímenes democráticos tuvieron trato
benévolo en grado sumo, fueron considerados como infracciones de especial
gravedad y castigados severamente.

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6. ÉPOCA MODERNA

Actualmente existe unidad de criterio en toda la doctrina en cuanto a


que el Derecho Penal es una ciencia eminentemente jurídica, para tratar los
problemas relativos al delito, al delincuente, a la pena y a las medidas de
seguridad; mientras que las ciencias penales o criminológicas, que tienen el
mismo objeto de estudio, lo deben hacer desde el punto de vista antropológico
y sociológico. Es más, algunos especialistas sostienen que el Derecho Penal
debe circunscribirse con alguna exclusividad a lo que se denomina “Dogmática
Jurídica Penal” que consiste en la reconstrucción del Derecho Penal vigente
con base científica [Cuevas Del Cid, 1954:73], alejándolo, incluso, de las
consideraciones filosóficas y críticas. (“La dogmática se edifica sobre el derecho que
existe y que cambia al adaptarse progresivamente en las conductas de hoy”) [Jiménez de
Asúa, 1960:25].

7. CRISIS DEL DERECHO PENAL GUATEMALTECO

La crisis del Derecho Penal guatemalteco, es al final producto


inevitable de la crisis del Derecho Penal contemporáneo; pero, en principio es
consecuencia de situaciones jurídicas propias que se han resuelto
inadecuadamente y que muchas veces ni siquiera se han intentado resolver.

En la historia jurídica de Guatemala, se puede contar la promulgación


de cinco Códigos Penales hasta la presente fecha: El primero se promulgó en
el año 1834 durante el Gobierno del Dr. Mariano Gálvez; el segundo en el año
de 1877 durante el gobierno del General Justo Rufino Barrios; el tercero en el
año 1889 durante el gobierno del General Manuel Lisandro Barrillas; el cuarto
en el año 1936 durante el gobierno del General Jorge Ubico; y el quinto que es
el que actualmente nos rige, entró en vigencia el día 1 de enero de 1974 durante
el gobierno del General Carlos Arana Osorio. Se tiene conocimiento que
recientemente ha sido entregado en el Congreso de la República un proyecto
de Código Penal a discutirse en el presente 2,002.

Si dicho en buen chapín, “echamos un vistazo” a los dos últimos


cuerpos penales, fácil es evidenciar en el Código Penal abrogado, que si bien

18
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo
I

es cierto introdujo algunos avances técnicos como: El Principio de Legalidad,


el Principio de Retroactividad de la Ley Penal favorable al reo y otros, también
es cierto que refleja las influencias de la corriente clásica del Derecho Penal.
EL Código Penal actualmente en vigencia, indiscutiblemente presenta una
estructura institucional y delictiva mucho más técnicamente acabada que el
anterior, sin embargo no se ha hecho más que introducir sendos postulados de
la Escuela Positiva, muchas veces sobre bases y principios de la Escuela Clásica
que aún conserva. Se dejan ver en él muy pocos avances del "tecnicismo
jurídico", corriente que para su tiempo de creación ya había dominado todo el
ámbito jurídico-penal de aquella época.

Entre los más sobresalientes indicios que revelan crisis en nuestro


ordenamiento penal, podemos mencionar con relación a su parte general: la
falta de definiciones respecto de los institutos más importantes como son el
delito y la pena; justificados quizás en que es difícil asentar una buena
definición con validez general, o bien atendiendo a la opinión que ya hace
muchos años vertiera el penalista español Luis Jiménez de Asúa: "Las
definiciones en los Códigos son un precepto inútil, pues nada enseñan a los doctos, ni nada
aclaran a los profanos". Tales justificaciones consideramos que actualmente son
equivocadas, pues resulta ilógico que siendo el delito la razón de existencia de
un Código Penal, no se defina en él lo que debe entenderse por delito, de igual
manera resulta incomprensible la existencia de diversas clases de pena, sin una
previa explicación sobre lo que debe entenderse por ella. Desde otro punto
de vista, parece extraño que nuestro Código Penal no contemple estas
definiciones, cuando otros ordenamientos jurídicos guatemaltecos, como el
laboral y el civil, sí definen lo que debemos entender por trabajador, patrono,
contrato, persona, etc. En definitiva pues, no hay razón para que se siga
manteniendo como una incógnita a los más relevantes institutos penales,
cuando hoy día, los Códigos Penales más aventajados como el suizo, por
ejemplo, dedican incluso capítulos enteros para la definición y explicación de
los mismos. También es indicio de crisis en esta parte, la enumeración de una
serie de medidas de seguridad (reeducadoras y curativas principalmente),
que sólo sirven de ornamento, ya que por lo general nunca se aplican, por un

19
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

lado porque no existen establecimientos adecuados para ello, y por otro porque
la práctica criminológica brilla por su ausencia.

Con relación a la parte especial, unicamente nos limitaremos a decir


que nuestro ordenamiento penal, presenta un sin número de figuras delictivas,
que si bien es cierto son vigentes, no son positivas, por cuanto que su
tipificación es completamente adversa a nuestra realidad social; aparte de ello
existe un incongruente sistema de penas mixtas (prisión y multa), para
determinados delitos, que desde ningún punto de vista pueden ser conformes
con los fines asignados modernamente a la pena, como consecuencia del
delito.

En suma, la crisis de nuestro Derecho Penal está determinada por la


desmedida importación que generalmente se ha hecho de una dogmática
jurídico-penal, que no corresponde muchas veces a la interpretación,
sistematización y aplicación de nuestro Derecho Penal positivo, ya que siendo
propia de legislaciones que regulan la idiosincrasia de países más o menos
avanzados, no es posible que se ajuste adecuadamente al nuestro, que como
cualquiera tiene características de vida muy peculiares. Por otra parte es
evidente la falta de estudios criminológicos que puedan auxiliar a nuestro
Derecho Penal en la lucha contra el delito. Con respecto a esta disciplina, a
pesar de haber alcanzado notables progresos en muchas partes del mundo, tal
es el caso de Estados Unidos, México, Argentina, Chile, Perú, Venezuela,
Costa Rica, Inglaterra. Alemania. Italia, etc., en nuestro país podemos decir
que lamentablemente no existe, ya que no podemos denominar criminología a
la simple publicación de trabajos o tratados puramente compilatorios,
producto de la investigación criminológica de los países mencionados.

La causa fundamental quizás más importante de nuestra crítica


situación jurídica-penal y criminológica, es la escasez de valores humanos en la
investigación de las Ciencias Penales. Actualmente bastarían los dedos de la
manos para contar a los juristas guatemaltecos que se dedican al estudio del
Derecho Penal puro, es decir penalistas, entendiendo como tal, a los que con
calidad de investigadores se consagran de por vida al estudio del delito, ya que

20
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo
I

no se puede dar el apelativo de penalistas, a los que después de su paso por las
aulas universitarias, no hacen más que dedicarse a la práctica procesal penal, y
de vez en cuando por curiosidad profesional, si no por intereses personales, de
detienen a estudiar o criticar un artículo de nuestra ciencia.

Es más que necesario, urgente en nuestro país, la creación de un


"Instituto de Ciencias Penales y Criminológicas"; para que sustentando un
criterio eminentemente científico, podamos construir nuestra propia doctrina,
nuestra propia técnica y nuestro propio sistema jurídico-penal; sólo en estas
condiciones podremos aspirar a una verdadera "justicia", virtud
inquebrantable que suele ser la única que puede dar valor a la existencia
humana sobre la faz de la tierra.

VII. DIVERSAS DENOMINACIONES


DEL DERECHO PENAL

A través de la evolución histórica de las ideas penales, y producto de


esa discordancia que ha existido entre los diferentes tratadistas de la materia
en todos los tiempos, es la multiplicidad de denominaciones que se han dado
a nuestra disciplina, así el penalista chileno Raymundo del Río menciona las
siguientes: Derecho Penal, Derecho Criminal, Derecho de Castigar, Derecho
Represivo, Derecho Sancionador, Derecho Determinador, Derecho
Reformador, Derecho de Prevención, Derecho Protector de los Criminales,
Derecho de Defensa Social. 1 Muchas de esas denominaciones se han
descartado (Derecho de castigar, Sancionador o Represivo), porque no
responden a la concepción actual del derecho que denominan, hoy, antes de
castigar se pretende reformar y reeducar al delincuente; muchas otras (Derecho
Determinador, Reformador o Prevención, casi no se han usado, ya que si bien
es cierto reflejan en parte el fin de la disciplina, suelen ser términos muy
imprecisos. En nuestro país fue propuesto el nombre de "Derecho de Defensa
contra el Delito" por los penalistas Benjamín Lemus Morán y Gonzalo

1 En Cuba, por ejemplo.

21
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

Menéndez de la Riva, y luego después Rafael Cuevas del Cid (penalista


nacional), adopta el nombre de "Derecho de Defensa Social contra el Delito"
por considerarlo menos confuso que el anterior, sin embargo ninguno de los
dos tuvo el éxito deseado.

Las denominaciones de abolengo que más acogida han tenido para


identificar a nuestra disciplina son las de: "Derecho Penal" y "Derecho
Criminal", la primera hace alusión a la pena (Derecho Penal), y a pesar de ser
la más usada y por lo mismo más conocida en nuestro medio de cultura
jurídica, consideramos que cada día puede ir siendo la menos indicada, si
tomamos en cuenta que la disciplina actualmente ya no tiene como único fin
castigar, sino reeducar, regenerar o rehabilitar al delincuente para devolverlo a
la sociedad como un ente útil a ella. El juspenalista hispano y eminente
profesor de Derecho Penal de la Universidad de Salamanca, (año de 1900),
Pedro Dorado Montero, con una tendencia excepcionalmente humanitaria, se
pronunció contra la pena convencido que ésta en lugar de reformar al hombre
lo hace peor y pensaba que la sanción sería un día "auxilio" y "favor" para el
criminal, porque protegiendo al delincuente se defiende también a la sociedad.
No es castigo lo que el delincuente merece sino cuidados y remedios.

La segunda denominación hace alusión al crimen (Derecho Criminal),


terminología usada con mayor frecuencia en Europa, especialmente en Francia
(Droit Criminel) y en Italia (Diritto Criminale), que si bien nos puede parecer
anticuada, no es errada por cuanto crimen es sinónimo de delito, y en tal
sentido responde en mejor forma a la concepción de nuestra ciencia, si
tomamos en cuenta que el delito es, sin duda, la razón de ser del Derecho Penal
[Fontán Balestra, 1957: 21]; en ese sentido el presupuesto imprescindible para
la existencia y funcionamiento de los demás institutos penales, es el delito, de
tal manera que sin la existencia de éste, los demás no tendrían razón de existir,
así el delito resulta ser el eje fundamental del Derecho Penal y el más
popularizado nombre de nuestra disciplina (Derecho Penal), está en
decadencia y resulta cada vez más, ser el menos adecuado al no estar construido

22
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo
I

sobre el instituto fundamental de nuestra ciencia que indiscutiblemente es el


delito y no la pena.2

VIII. CLASES DE
DERECHO PENAL

El Derecho Penal por excelencia es el "Derecho Penal Criminal" que


hemos definido anteriormente, y que guarda íntima relación con el Derecho
Procesal Penal (Adjetivo), y el Derecho Penitenciario (Ejecutivo), a que
también ya nos referimos, sin embargo en la doctrina se ha discutido la
autonomía de una serie de derechos penales de tipo particular tales como: el
Derecho Penal Administrativo, el Derecho Penal Disciplinario, el Derecho
Penal Financiero, el Derecho Penal Fiscal, etc., que hasta la fecha no han
logrado su independencia del DERECHO Penal común o material.

1. DERECHO PENAL ADMINISTRATIVO

Está compuesto por un conjunto de normas o disposiciones


(administrativas), que bajo la amenaza de una sanción tratan de garantizar el
cumplimiento de un deber de los particulares frente a la administración
pública. Dentro de esta disciplina algunos autores incluyen también el
Derecho Contravencional o Derecho de Policía, sin embargo, las
contravenciones de policía constituyen verdaderos delitos por lo que
pertenecen estrictamente al Derecho Penal Común. Si bien es cierto que
ambos derechos (Penal Administrativo y Penal Común), coinciden en
sancionar o castigar una conducta, la diferencia estriba en que el Derecho Penal
Material protege valores como la vida, la libertad, la seguridad, el patrimonio,
etc., mientras que el Derecho Penal Administrativo protege interese
puramente administrativos.

2 Es un criterio muy particular sustentado por De Mata Vela y sostenido desde su tesis de
graduación como Abogado.

23
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

2. DERECHO PENAL DISCIPLINARIO

Está compuesto por un conjunto de disposiciones que bajo amenaza


de una sanción regulan el comportamiento de los empleados de la
administración pública en el desenvolvimiento de sus funciones. Tiene su
fundamento en la organización jerárquica de la propia administración pública,
no tiene por finalidad ni la prevención, ni la reprensión de la delincuencia, sino
la vigilancia de la disciplina que debe guardarse en la función administrativa.

El Derecho Penal Administrativo se distingue al Derecho Penal


Disciplinario, por cuanto que este último tiene como destinatarios únicamente
a los empleados de la administración pública, mientras que el primero se refiere
a los habitantes en general. En cuanto a las sanciones establecidas por
entidades eminentemente privadas para regular el comportamiento de sus
empleados, no tiene absolutamente nada que ver con el Derecho Penal
Disciplinario por cuanto que dichas correcciones no asumen el carácter de
penas y en la mayoría de los actos que se castiga no existe la esencia de lo
injusto (así lo considera Luis Jiménez de Asúa).

3. DERECHO PENAL FISCAL O TRIBUTARIO

Está compuesto por un conjunto de disposiciones que bajo amenaza


de una pena (sanción), protege intereses puramente fiscales, hacendarios o
tributarios. Realmente resulta difícil hablar de un Derecho Penal Financiero y
diferenciarlo del Derecho Penal Fiscal, ya que prácticamente ambos protegen
intereses hacendarios.

Así como los anteriores, se mencionan algunos otros tipos de Derecho


Penal, tales como: el Derecho Penal Económico, el Derecho Penal
Corporativo, el Derecho Penal Industrial e Intelectual y el Derecho Penal de
Imprenta, empero es evidente que el radio de acción de tales disciplinas debe
quedar incluido dentro del Derecho Penal Común, pues el solo hecho de que
sus preceptos sancionan la infracción de normas especiales, no es razón
suficiente (ni legal ni doctrinariamente), para concederles la autonomía que
reclaman, ya que debe recordarse que el Derecho Penal, por su carácter

24
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo
I

sancionatorio se preocupa de asociar penas a aquellas conductas que lesionan


intereses jurídicos protegidos por el ordenamiento jurídico extra-penal
[Palacios Motta, 1980:16 y 17].

IX. RELACIÓN DEL DERECHO PENAL CON OTRAS


DISCIPLINAS JURIDICAS

1. CON EL DERECHO CONSTITUCIONAL

El Derecho Penal como cualquier institución en un Estado de


Derecho, debe tener su fundamento en la Constitución Política, que señala
generalmente las bases y establece las garantías a que debe sujetarse el Derecho
Penal y éste debe ajustar sus preceptos al marco constitucional del Estado; en
ese orden de ideas, la abrogación, la derogación y la creación de leyes penales,
responde de alguna manera a la organización y a la filosofía de un Estado en
un momento determinado , plasmada en su ley fundamental, tal es la
Constitución de la República. El gran cambio en el Derecho Constitucional
contemporáneo ha sido en la mayoría de países la constitucionalización de
todas las ramas del Derecho, entre ellas obviamente el Derecho Penal. Todas
las ramas del derecho deben verse a partir de la óptica constitucional.

2. CON EL DERECHO CIVIL

Ambos tienden a regular las relaciones de los hombres en la vida social


y a proteger sus intereses, estableciendo sanciones para asegurar su respeto.
Las establecidas por el Derecho Civil son de carácter reparatorio, aspiran a
destruir el estado antijurídico creado, a anular los actos antijurídicos y a reparar
los daños causados por estos actos [Cuello Calón, 1957:13]. La sanción penal
es retributiva atendiendo a la magnitud del daño causado y a la peligrosidad
social del sujeto activo. Prueba de la íntima relación entre ambos derechos la
constituyen aquellos hechos indecisos, librados muchas veces al criterio de los
juzgadores, que fluctúan entre ambos campos, considerados algunas veces

25
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

como delitos y otras veces como infracciones de tipo civil, (el daño civil y el
daño penal, por ejemplo), nuestro Código Penal en su título IX, del Libro I se
refiere a la Responsabilidad Civil, partiendo de un delito o falta, lo es también
civilmente (véanse los artículos del 112 al 122 de Código Penal)

3. CON EL DERECHO INTERNACIONAL

En la época contemporánea la facilidad de comunicación entre los


diferentes países y las crecientes relaciones internacionales, son propicias para
la comisión de delitos que revisten características de tipo internacional, como
la trata de personas, la falsificación de moneda, el terrorismo, etc., todo lo cual
hace indispensable una mancomunada acción de diversos Estados para la
prevención y el castigo de estos delitos, surgiendo así una legislación penal,
creada por acuerdos y tratados internacionales, cuyos preceptos son comunes
en las distintas legislaciones, dando paso a lo que se ha dado en llamar
“Derecho Penal Internacional”, que tiene estrecha relación con el Derecho
Penal Interno de cada país, en temas y problemas que les son propios como el
conflicto de leyes en el espacio, la extradición, la reincidencia internacional, el
reconocimiento de sentencias dictadas en el extranjero, etc.

La idea de constituir un Tribunal Penal Internacional con jurisdicción


sobre toda la comunidad internacional ha sido muy antigua, y algunos
esfuerzos por instaurarlo se han realizado en la época contemporánea, en parte,
por los esfuerzos del aún presidente de la Asociación Internacional del
Derecho Penal Cherif Bassiouni, quien formulo un proyecto de estatuto
Penal Internacional, se ha logrado la firma del Estatuto de Roma de la Corte
Penal Internacional, al que poco a poco se han ido adhiriendo los países al
grado que en la actualidad ya se han utilizado algunas de sus normas. Se han
incluido en el estatuto delitos como el genocidio crímenes de lesa humanidad,
crímenes de guerra, crimen de agresión y delitos contra la administración de
justicia.

26
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo
I

4. CON LA LEGISLACION COMPARADA

Se refiere al estudio, análisis y comparación de las legislaciones de


diversos países que se ha convertido en un medio importante para la reforma
de la legislación penal de otros países adoptando aquellas leyes e instituciones
que mayor éxito han alcanzado en la lucha contra la criminalidad. Esto se debe
al hecho de que hombres de estudio nacidos en aquellas tierras viajan por el
mundo, y después vueltos a su patria, introducen las nuevas ideas (producto
de la comparación de legislaciones de distintos países), de modo que como
observa Bernardino Alimena, algunos pueblos comienzan la elaboración de su
legislación en el mismo punto al que otros llegaron [Cuello Calón, 1957:15].

X. ENCICLOPEDIA DE
LAS CIENCIAS PENALES

1. DEFINICIÓN

Se considera que con la introducción de la "Dogmática Jurídica" quedó


plenamente definido el campo del Derecho Penal y el campo de las Ciencias
Penales o Criminológicas. Se atribuye a Isaac Roviera Carrero el nominativo
de "Enciclopedia de las Ciencias Penales" (año de 1915) y a Alfredo Molinario el de
"Enciclopedia de las Ciencias Criminológicas" se le llama "Enciclopedia" por cuanto
que identifica a "Un conjunto de ciencias que se consagran al estudio del delito, del
delincuente, de las penas y las medidas de seguridad, desde distintos puntos de vista, en forma
multidisciplinaria" a la que Enrico Ferri llamara "Sociología Criminal" y que más
tarde el argentino José Ingenieros resumiera con el nombre de "Criminología"
desligando de su conjunto al Derecho Penal. Con el fin de incluir en su
contenido tanto al Derecho Penal, como al Derecho Penitenciario; Rafael
Cuevas del Cid se inclina por la denominación de "Enciclopedia de las Ciencias
Penales".

27
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

2. SU CLASIFICACIÓN

El contenido de la mencionada enciclopedia, ha sido también motivo


de mucha discusión, no hay acuerdo entre los diversos autores sobre el mismo,
sin embargo las clasificaciones que más acogida han tenido en nuestro medio
son las del profesor italiano Filippo Grispigni y el profesor español Luis
Jiménez de Asúa, las cuales planteamos así:

Enciclopedia de las Ciencias Penales


de Filippo Grispigni

a) Ciencias que se ocupan del estudio de las normas jurídicas:

1. Dogmática Jurídico-Penal
2. Historia del Derecho Penal

3. Sociología Jurídico Penal


4. Filosofía del Derecho Penal
5. Política Criminal (a la que denomina Criminología)

b) Ciencias que estudian los delitos y los delincuentes:

1. Antropología Criminal 2. Sociología Criminal

c) Ciencias Auxiliares:

1. Medicina Legal (Forense)


2. Psiquiatría Forense
3. Psiquiatría Judicial
4. Técnica de las Investigaciones o Policía Científica

Enciclopedia de las Ciencias Penales


de Luis Jiménez de Asúa

28
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo
I

a) Filosofía del Derecho e Historia, que comprende:

1. Filosofía del Derecho Penal


2. Historia del Derecho Penal
3. Legislación Penal Comparada

b) Ciencias Causal-Explicativas (que llama Criminología), y comprende:

1. Antropología Criminal 2. Biología Criminal


3. Psicología Criminal (que incluye el
Psicoanálisis Criminal).
4. Sociología Criminal 5. Penalogía

c) Ciencias Jurídico-Represivas que comprenden:

1. Derecho Penal (Dogmática Jurídica)


2. Derecho Procesal Penal
3. Derecho Penitenciario 4. Política Criminal

d) Ciencias de la Pesquisa:

1. Criminalística
2. Policía Científica o Judicial

e) Ciencias Auxiliares, que comprende:

1. Estadística Criminal
2. Medicina Forense o Legal
3. Psiquiatría Forense

Posteriormente el eminente profesor de Medicina Forense de la


UNAM, Alfonso Quiroz Cuarón (fallecido el 16 de noviembre de 1978),
modificó la clasificación del Doctor Luis Jiménez de Asúa; y en la actualidad
su discípulo Luis Rodríguez Manzanera (profesor titular de Criminología en la
UNAM y expresidente de la Sociedad Mexicana de Criminología), haciéndole

29
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

varias modificaciones a la clasificación de su maestro, la presenta de la siguiente


manera [Rodríguez Manzanera, 1984: 84].

Enciclopedia de las Ciencias Penales


de Luis Rodríguez Manzanera

a) Ciencias Criminológicas que comprenden:

1. Antropología Criminológica
2. Psicología Criminológica
3. Biología Criminológica
4. Sociología Criminológica

5. Criminalística
6. Victimología 7.Penología

b) Ciencias Históricas y Filosóficas, que comprenden:

1. Historia de las Ciencias Penales 2. Ciencias Penales


Comparadas
3. Filosofía de las Ciencias Penales

c) Ciencias Jurídico-Penales, que comprenden

1. Derecho Penal (Dogmática Penal)


2. Derecho Procesal Penal
3. Derecho Ejecutivo Penal 4. Derecho de Policía

d) Ciencias Médicas, que comprenden:

1. Medicina Forense
2. Psiquiatría Forense

e) Ciencias Básicas, Esenciales o Fundamentales:

30
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo
I

1. Metodología
2. Política Criminológica

Las Ciencias Criminológicas, son ciencias del mundo del "Ser"


mientras que las Ciencias Jurídico-Penales, son ciencias del mundo del "Deber
Ser", de tal manera que la Criminología (Ciencias Criminológicas), se dedica al
estudio tanto del criminal, como de su víctima, así como del crimen y la
criminalidad; mientras que el Derecho Penal (Ciencias Jurídico-Penales), se
dedica al estudio de las normas que nos dicen cómo debe ser el hombre, qué
es lo que debe hacer y qué es lo que debe omitir; es decir, estamos frente a dos
clases de ciencias, las del mundo natural y las del mundo normativo, y ambas
integran la denominada: "Enciclopedia de las Ciencias Penales o
Criminológicas".

3. SU CONTENIDO

De manera somera y concreta, el contenido y qué hacer de las


disciplinas que conforman la Enciclopedia de las Ciencias Penales o
Criminológicas, es el siguiente:

3.1. FILOSOFÍA DEL DERECHO PENAL

Es una rama de la Filosofía del Derecho que se ocupa del estudio de


las cuestiones penales desde el punto de vista filosófico, conectando las
normas penales con el orden universal, indicando en qué medida el fenómeno
de la pena y el delito tiene carácter universal, buscando su legitimación sobre
la base de la naturaleza y de los fines del Estado y del valor moral y legal de la
personalidad del individuo. Aún hoy se reconoce por algunos autores la
necesidad de deslindar con precisión el campo de la Filosofía del Derecho y
el de la Dogmática Jurídica Penal, ya que esta última como ciencia, se ocupa
exclusivamente del estudio de las normas, excluyendo las consideraciones
filosóficas que van más allá de su campo de estudio.

31
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

3.2. HISTORIA DEL DERECHO PENAL

Es una rama de la Historia del Derecho, que se ocupa del estudio de la


evolución en el tiempo de las ideas e instituciones penales y sus resultados
prácticos ayudando a evitar abstracciones alejadas de la realidad social concreta
de la cual -según Grispigni- "El Derecho nace y toma vida". La Dogmática Jurídica
Penal se ocupa del estudio de las normas penales desde el punto de vista
estático; mientras la Historia del Derecho Penal lo hace desde el punto de vista
dinámico, y puede aportar al dogmático "El conocimiento de la precedente evolución
de las instituciones particulares".

3.3. LA LEGISLACIÓN PENAL COMPARADA

Es una rama de la legislación comparada en general, consiste en un


método encaminado, entre otras cosas, a mejorar la propia legislación (con
ideas e instituciones importadas de otras legislaciones), y busca la uniformidad
del ordenamiento jurídico en la medida de lo posible entre los distintos países
del mundo.

3.4. LA ANTROPOLOGÍA CRIMINAL

Filippo Grispigni considera que la Antropología Criminal es la ciencia


que estudia los caracteres fisiopsíquicos del hombre delincuente, y, sobre la
base de éstos, juntamente con las influencias del ambiente y de las
circunstancias, apunta a explicar la génesis de los hechos criminosos
particulares y añade que, así como la antropología general es el estudio del
hombre en su unidad de espíritu y cuerpo, así, también la Antropología
Criminal estudia ambos aspectos de la personalidad del delincuente en sus
relaciones recíprocas. Se atribuye a Cesare Lombroso el nacimiento de la
Antropología Criminal quien consideraba que el hombre delincuente es una
especie particular de hombre dotado de peculiares características somáticas
funcionales y psíquicas que constituyen el "tipo delincuente" o "delincuente
nato" que -según Lombroso- es idéntico al loco moral, con base epiléptica,
explicable principalmente por atavismos y un tipo biológico y anatómico

32
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo
I

particular: escasez de cabellos, frente fugitiva, mandíbula bien desarrollada,


reducida capacidad craneal, senos frontales desarrollados, espesor mayor de los
huesos del cráneo, gran agilidad, insensibilidad moral, ausencia de
remordimiento, la pereza, la pobreza de afectos, la inclinación a los placeres
venéreos, la superstición, etc.; Carlos Fontán Balestra dice que la Antropología
Criminal estudia al delincuente en su totalidad psico-física.

3.5. LA PSICOLOGÍA CRIMINAL

El penalista argentino Carlos Fontán Balestra, considera que la


Antropología Criminal comprende la Psicología y la Psiquiatría Criminales, ya
que estudia al delincuente en su totalidad psicofísica. Sin embargo, la
Psicología Criminal se ocupa del estudio del delito como un acto en el estado
normal del hombre dentro de las regularidades de su vida psíquica, dejando el
estudio de lo anormal y de los anormales para el campo de la Psiquiatría.
Filippo Grispigni considera que para cometer un delito es necesario que el
delincuente esté en condiciones psiquiátricas defectuosas o irregulares, sean
permanentes, transitorias o excepcionales (el individuo normal psíquicamente
no delinque). Por defecto psíquico no sólo se entiende la locura sino cualquier
imperfección por leve que sea, como la deficiencia del sentimiento moral. El
defecto psíquico incide en la esfera intelectual, en la esfera sentimental y en la
esfera volitiva, que es lo que denomina "Poligénesis Psíquica del Delito".

3.6. SOCIOLOGÍA CRIMINAL

Fue creada por el sociólogo Enrico Ferri durante la época de la Escuela


Positiva del Derecho Penal, a pesar de que Rousseau ya había hablado del
factor social sobre el crimen, y se ocupa del estudio del delito, la pena y la
criminalidad como un fenómeno puramente social. En principio Ferri planteó
la desaparición del Derecho Penal como una ciencia autónoma y propuso
pasara a ser una rama de la denominada "Sociología Criminal"; sin embargo,
eso no llegó a suceder; y actualmente el Derecho Penal es una ciencia
eminentemente normativa, mientras la Sociología Criminal es una ciencia

33
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

eminentemente causal-explicativa, que tienen el mismo objeto de estudio


desde distintos puntos de vista.

3.7. LA PENOLOGÍA

Se ha discutido largamente la independencia de esta disciplina del


Derecho Penal; uno de los más decididos defensores fue Cuello Calón, para
quien la Penología se ocupa del estudio de las penas y las medidas de seguridad,
así como de las instituciones poscarcelarias. Hay quienes hablan de Penología
como sinónimo de Derecho Penitenciario o Derecho de Ejecución Penal, por
cuanto que su objeto de estudio es el mismo, todo régimen de la aplicación de
las penas y medidas de seguridad, empero, la diferencia radica en que el
Derecho Penitenciario es una ciencia jurídica y la Penología es causal-
explicativa o naturalista.

3.8. EL DERECHO PENITENCIARIO

Es una ciencia jurídica compuesta por un conjunto de normas que


tienden a regular la aplicación de las penas y medidas de seguridad y velar por
la vida del reo dentro y muchas veces fuera de la prisión. Su autonomía es ya
innegable en la doctrina y en la mayoría de países del mundo.

3.9. EL DERECHO PENAL

Es una ciencia eminentemente jurídica, que regula el deber ser de las


personas en la sociedad, y cuando se reduce al campo de la Dogmática Jurídica
Penal, no es más que la reconstrucción del Derecho Vigente con base
científica, desprovisto de su aspecto filosófico, histórico, crítico, etc. Sin
embargo como bien lo explica Rafael Cuevas del Cid [1954: 74 y 75], el
"Dogmatismo Penal" resulta ser demasiado estrecho para incluir todos los
aspectos que abarca la ciencia del Derecho Penal y, que los dogmáticos
pretenden excluir, razón por la cual muchos especialistas admiten que debe
ampliarse mucho más la cobertura de la Dogmática Jurídica Penal; así, por

34
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo
I

ejemplo: en América uno de los primeros más grandes autores técnicojurídicos,


que enfocó el Derecho Penal como Dogmático, es Sebastián Soler, y no
obstante ello, en su Derecho Penal Argentino, encontramos extensos capítulos
dedicados a la Historia del Derecho Penal, aspectos que no cabrían dentro de
un tratado meramente dogmático; de igual manera, Filippo Grispigni quien
también explica cuestiones históricas siendo partícipe de un sistema
estrictamente dogmático.

3.10. LA POLÍTICA CRIMINAL

Encuentra sus antecedentes más remotos en César Bonnesana, el


Marqués de Beccaria, y alcanza su más alta expresión con el penalista alemán
Franz Von Liszt. Basada en la Antropología Criminal, en la Sociología
Criminal y en la Ciencia Penitenciaria, la Política Criminal se encamina hacia
su fin, que es la lucha y prevención consciente contra el delito; ella debe ser la
maestra y la guía del legislador en la lucha contra el delito. La Política es pues,
la doctrina que estudia la actividad que debe ser desarrollada por el Estado a
los fines de prevención y represión del delito (Grispigni). Luis Jiménez de
Asúa considera que la Política Criminal no es más que una parte del Derecho
Penal, "como corolario de la dogmática: crítica y reforma", opinión que
comparte Cuevas del Cid porque además -dice- viene a confirmar que la crítica
no puede quedar afuera del campo del Derecho Penal Dogmático, es necesario
que el realice criticas para lograr un mejoramiento del Derecho vigente.

3.11. LA CRIMINALÍSTICA

Es una disciplina esencialmente práctica, cuya finalidad, es obtener una


mayor eficiencia en el descubrimiento del delincuente y en la investigación del
delito. En el II Congreso Nacional de Criminología, celebrado en febrero de
1986 en la ciudad de Colima de la República Mexicana (al cual tuvimos la
oportunidad de asistir), se expuso que la criminalística es la ciencia que con
su método de estudio nos garantiza la resolución de muchos casos en
los que se aplique independientemente de la naturaleza del hecho, ya que

35
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

estudiando la escena o lugar, buscando y relacionando las evidencias


encontradas en el lugar, en la víctima, en el victimario o sospechoso, podrá
asegurarse la participación de este, su culpabilidad o inocencia, la participación
de uno o más sujetos en un hecho, etc. El Crimen perfecto no existe, y puede
serlo porque no se investigue o porque las investigaciones no se concluyan; es
función de la criminalística investigar y determinar, quién o quiénes,
cómo, cuándo, dónde, por qué, a quién o a quiénes; nos permite llegar
a la reconstrucción de los hechos, y demostrar la verdad objetiva. La
Criminalística o Policía Científica resulta ser un necesario auxiliar en la
administración de justicia para el verdadero esclarecimiento de los delitos.

XI. CIENCIAS AUXILIARES DEL DERECHO PENAL

Son aquellas que cooperan para regular la aplicación y ejecución de los


preceptos penales [Cuello Calón, 1957: 37]. La verdad es que como su nombre
lo indica son todas aquellas disciplinas que de una o otra forma ayudan a
resolver los problemas que el Derecho Penal plantea, en ese sentido
consideramos que en un momento dado pueden constituirse en auxiliares del
Derecho Penal todas o casi todas las disciplinas que comprende la
Enciclopedia de las Ciencias Penales o Crimanológicas, que tratamos anteriormente;
sin embargo y según la clasificación que hemos seguido que es la de Jiménez
de Asúa, las ciencias auxiliares son:

1. ESTADÍSTICA CRIMINAL

Que es un método para las investigaciones sociológico-criminales, y


sirve para revelar la influencia de los factores externos, físicos y sociales, sobre
el aumento o disminución de la delincuencia; Para lograr estos fines -como
dice Cuevas del Cid-, no debe tomarse a ésta como una simple recopilación de
datos y de cifras, si no como el fundamento para que un claro criterio sean
interpretados estos datos y cifras para obtener de ellos conclusiones generales
para que sirvan de base a una política bien caminada.

36
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo
I

2. LA MEDICINA LEGAL O FORENSE

Es la disciplina que nos permite utilizar los conocimientos de las


Ciencias Médicas en la solución de algunos problemas del Derecho Penal. Para
el juez Penal, que debe juzgar en muchas ocasiones tomando en cuenta
circunstancias cuyo verdadero alcance sólo puede ser revelado por las Ciencias
Médicas, es constantemente necesario el Dictamen del perito médico-forense.
Al decir del ex-profesor de Medicina Forense de nuestra Facultad, Doctor
Carlos Federico Mora [Manual de Medicina Forense: 47], la medicina legal pone
al jurista en condiciones de aprovechar el contingente científico aportado por
el experto, para interpretar o solucionar las cuestiones de esa índole que se le
presentan. El fallo judicial es respaldado por un veredicto emanado de una
fuente idónea; el alegato, la controversia, se apoyan también en argumentos
presentados de la ciencia médica; la conjetura empírica, intuitiva,
indocumentada, del profano, es sustituida por la voz autorizada del entendido,
en la calificación de los hechos. La Medicina Forense (que es objeto de un
curso dentro de nuestro curriculum en la Facultad), comprende, entre otras
cosas, el estudio de:

a) La Tanatología Forense, que estudia las causas que produjeron la muerte de


una persona.

b) La Traumatología Forense, que estudia las diferentes clases de lesiones que


existen.

c) La Toxicología Forense, que se ocupa del estudio de las lesiones o muertes


producidas por envenenamientos.

d) La Sexología Forense, que estudia los aspectos médicos relacionados con los
delitos de tipo sexual, además del aborto y el infanticidio.

37
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

3. LA PSIQUIATRÍA FORENSE

Como auxiliar del Derecho Penal, al igual que la Psicología Forense,


tiene por objeto establecer el estado de salud mental del procesado o reo. Al
respecto -dice Cuevas del Cid [1954: 81], hay casos en que la situación mental
del sujeto activo no cae propiamente dentro del campo de una neurosis, pero
que tampoco puede decirse que sea un ser normal (personalidades
psicopáticas), en cuyo caso, el Juez Penal se ve en un grave problema pues
no puede internar al sujeto en un centro penal ya que tal internamiento
agravaría su dolencia, ni tampoco puede hacerlo ingresar a un Hospital
Neuropsiquiátrico, y por otra parte tampoco puede dejarlo en libertad por la
peligrosidad que representa. Sigue siendo (hoy quizás más que nunca), de
urgencia en Guatemala, la creación de instituciones adecuadas para la
aplicación de las medidas de seguridad que presenta nuestro Código Penal y
las penas de prisión respectivas, de otra manera es imposible que la justicia
penal se pueda administrar y ejecutar debidamente para la prevención del delito
y la rehabilitación del delincuente.

XII. LA CRIMINOLOGÍA COMO CIENCIA

Etimológicamente "criminología" se deriva del latín "criminis" que


significa crimen; y, del griego "logos" que significa tratado, por lo que podríamos
decir "tratado del crimen". Se atribuye al antropólogo francés Pablo Topinard
(1830-1911), haber sido el primero en utilizar el término criminología, sin
embargo -dice Rodríguez Manzanera- quien acuñó el término para que llegara
a ser verdaderamente internacional y aceptado por todos fue el jurista italiano
Rafael Garófalo, quien junto con sus compartriotas Cesare Lombroso
(Antropología Criminal) y Enrico Ferri (Sociología Criminal), pueden
considerarse los tres grandes que fundan la "Criminología", llamándoseles por
esto "evangelistas" de esta ciencia. No es pues la criminología el estudio de los
criminales tomando como criminal al asesino, sino que es el estudio de los
criminales, tomando como tales a todos aquellos que cometen alguna conducta
antisocial.

38
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo
I

1. DEFINICIÓN DE CRIMINOLOGÍA

En los planes y programas oficiales de estudios superiores en la


Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM), se define a la Criminología como una ciencia sintética, causal
explicativa, natural y cultural de las conductas antisociales. Procurando
unificar criterios sobre la enseñanza de la criminología, en el año de 1955, se
reunieron un grupo de eminentes criminólogos en el "Bedford College de Londres"
y en esta reunión patrocinada por la UNESCO y organizada por la Sociedad
Internacional de Criminología, la mayoría de participantes se adhirieron al
concepto de Criminología propuesto por Benigno Di Tullio, que siguiendo la
línea positivista de Enrico Ferri, expresó que la Criminología debe ser una
Ciencia Sintética que se basa en la Antropología y en la
Sociología Criminales. Sin embargo, -dice Rodríguez Manzanera- el maestro
italiano don Benigno Di Tullio no se preocupa por definir nuestra ciencia
(refiriéndose a la Criminología), y cuando se le preguntó qué era para él la
Criminología expresó: "Criminología es la ciencia de la generosidad", concepto que
distingue a uno de los mejores criminólogos del mundo [Rodríguez
Manzanera, 1984: 8].

2. CONTENIDO Y FINES DE LA CRIMINOLOGÍA

El profesor hispano, otrora radicado en México, Constancio Bernaldo


de Quirós (eminente criminólogo y maestro de Quiroz Cuarón) define a la
criminología como la ciencia que se ocupa de estudiar al delincuente en todos
sus aspectos, expresando que son tres grandes ciencias las constitutivas: la
ciencia del delito o sea el Derecho Penal; la ciencia del delincuente, llamada
Criminología y la ciencia de la pena denominada Penología; y es uno de los
pocos autores que establece la diferencia entre "Criminología" y
"Criminalogía", aclarando que Criminología es singular y se refiere al estudio
del delito en particular: y, Criminalogía es plural y se refiere a todo el conjunto
de disciplinas [Quirós, Constancio Bernaldo De, Criminología: 13].

En la reunión de Londres, mencionada anteriormente, se concluyó:

39
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

"Esta ciencia sintética (la criminología), se propone, hoy como ayer, la


disminución de la criminalidad, y en el terreno teórico que debe
permitir llegar a este fin práctico, propone el estudio completo del
criminal y del crimen, considerado este último como un hecho natural
y social. El método utilizado por la Criminología es el de observación
y de experimentación empleado en el marco de una verdadera clínica
social". [UNESCO, Las Ciencias Sociales en la Enseñanza Superior.
"Criminología": 13].

3. CRIMINOLOGÍA Y DERECHO PENAL EN EL ESQUEMA DE LAS


CIENCIAS CRIMINOLÓGICAS

Autor y víctima son la realidad que encara el derecho penal, realidad


ante la cual se presenta como solución, la norma penal. El Derecho Penal
ofrece la descripción de lo que es un hurto, un robo, una violación.
Posteriormente ofrece para ellos, y para los otros actores, papeles normativos,
como denunciantes, o como testigos. Sin embargo, el penalista no se acerca al
conocimiento de la personalidad del ladrón, de la víctima del hurto, de la mujer
violada.

El ámbito de la realidad del derecho penal, es mayor que el simple


conocimiento normativo. El fenómeno criminal necesita de otras disciplinas
que, más allá del saber normativo, expliquen, critiquen y formulen propuestas,
desde otros ángulos del saber humano, para su detección. Es necesario pues,
que a la par de ese fragmentado, que es el saber normativo, se utilice el saber
empírico sobre los actores del hecho criminal.

En la hora actual, los estudios en cuanto al tema, están en la posición


de afirmar que el conocimiento empírico sobre el autor y la víctima sólo es
merecedor de interés cuando el derecho penal está orientado hacía sus
consecuencias, esto es, cuando se prescinde del concepto de la retribución y
expiación, caracterizando el punto final del sistema penal. Un derecho penal
proyectado a sus consecuencias persigue la meta de mejorar en lo posible
la deteriorada personalidad del autor del delito y contener la delincuencia en su

40
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo
I

conjunto. En otras palabras, un Derecho Penal orientado a las consecuencias


de realizaciones curativas tanto para el delincuente como para la propia
sociedad. Ese moderno Derecho Penal orientado a las consecuencias, tiene en
cuenta, como es obvio, el conocimiento empírico.3

Esta concepción, es fruto de una larga elaboración, los protagonistas


tomados en cuenta, más que todo por el aparecimiento del concepto de bien
jurídico, a la manera en que fue enunciado por Paul Johan Anselm Feuerbach
(a quien se atribuye también la fórmula nullum crimen...etc.), como arma contra
una concepción moralizante del Derecho Penal. Dentro de ese criterio, para
considerar una conducta como delito, no debería bastar la infracción de una
norma ética, sino que además debe probarse que esa conducta lesiona
intereses materiales (bienes jurídicos) de otras personas. Es en ese punto
que aparece la víctima. Como fundamento de merecimiento del castigo penal
de una conducta, al legislador no puede bastarle la referencia a la vulneración
de una norma ética o divina, antes bien, tiene que demostrar, la lesión de un
bien jurídico, es decir, que tiene que presentar una víctima y mostrar que la
misma le han sido lesionados bienes o intereses [Hassemer, Fundamentos de
Derecho Penal: 38].

Una modificación posterior permite asegurar que no toda lesión a


bienes jurídicos exige una reacción a través del sistema penal, sino tan sólo
aquella amenaza o lesión que represente la posibilidad del daño dentro de las
relaciones sociales, es decir, que trasciende más allá del conflicto entre autor
y víctima. Ello exige, al legislador penal, que disponga de suficientes
conocimientos empíricos para aplicarlos, tanto en la formulación o descripción
de la conducta como en la prevención de sus consecuencias jurídicas.

Así, mientras no se haya demostrado que una conducta humana


produce efectos socialmente dañosos, no puede conminarse con una pena. Sin
embargo, la legislación penal actual en general (la de nuestro país es un claro
ejemplo) no se ajusta a este principio. Se sigue persiguiendo p. e., el aborto,

3 Seguimos aquí al maestro Hassemer.

41
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

hecho socialmente no relevante, desde luego que sus autores se procuran


soluciones distintas al ámbito jurídico.

En la actualidad, el conocimiento de los implicados en el hecho


delictivo, tiene lugar tanto por la vía del incremento de conocimientos sobre
el delincuente como por la vía de ampliación de su objeto hacia el
conocimiento de la víctima.

Los primeros estudios sobre autor del delito, son los que en general
se conocen como criminología. Lombroso en L-Uomo delincuente, realizó los
estudios a partir de los cuales, en la actualidad se condensa ya una disciplina,
que hace aparecer las referencias al delincuente nato, como una mera anécdota.
El error según los expertos, de las teorías biológicas del delito, es querer hacer
de sus descubrimientos un sistema en vez de tomarlos como lo que realmente
son, un elemento parcial dentro del amplio sistema explicativo de la
criminalidad.

Las teorías contemporáneas que tienen mejores perspectivas son las


que localizan la aparición y desarrollo de la conducta delictiva en factores que
actúan en una zona intermedia entre lo individual y lo social. Para éstas,
denominadas en general, de la socialización deficiente, la conducta criminal es
aprendida en el proceso de socialización. Las instituciones sociales que pueden
sembrar tempranamente el germen de la desviación delictiva son la familia, la
escuela (o su falta), compañías, vecindario, entorno laboral, etc.

3.1. TEORÍA DE LA SOCIALIZACIÓN DEFICIENTE

Hay gran cantidad de teorías y subteorías dentro de la concepción de


la socialización deficiente. Por ejemplo las siguientes:

3.1.1. Los broken home, de los glueck, referente a la mutación


práctica de la delincuencia juvenil

La crítica indica que esta teoría opera desde un punto de vista


limitado. Sin embargo su aporte para la Criminología ha de considerarse

42
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo
I

desde el punto de vista de que la delincuencia no puede seguir viéndose como


resultado de hechos y procesos en el interior de un individuo desviado, sino
como resultado de interacción de influencias recíprocas entre los hombres.

3.1.2. Teoría de los contactos diferenciales, (E. Sutherland)

En términos muy concretos esta teoría, expresa que la oportunidad


para que la persona se convierta en delincuente depende del modo, la
intensidad y duración de los contactos del individuo con otras personas. Lleva
a la conclusión que la conducta delictiva es aprendida.

Podemos decir, que son producto de las teorías de la socialización las


medidas consideradas como verdadera palanca de transformación de la política
criminal, como asistencia educativa voluntaria, imposición de reglas de
conducta en los supuestos de suspensión a prueba, probation, asistencia a
inmigrantes, etc.

3.1.3. Teoría de la estructura social defectuosa

Fundamenta las condiciones de desviación del autor en las deficiencias


socioestructurales. Indica que la estructura social actúa o favoreciendo o
reteniendo la realización de las expectativas culturales. Cuando la estructura
cultural y la social están mal acompasadas, cuando la primera exige
comportamiento y actitudes que la segunda impide se produce una tendencia
a la ruptura a la carencia de normas [Mertón Anomie, 292, cit. por Hassermer,
id. 61] concluye en que el sujeto no se convierte en delincuente en tanto que
participe activo en procesos de interacción social sino producto o víctima de
la estructura sociocultural.

3.1.4. Teorías que critican el modo tradicional de la investigación criminal

a) Labelling approach. La criminalidad es una etiqueta que se aplica por la


policía, los fiscales y los tribunales penales, es decir, por las instancias
formales de control social.

43
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

b) La Criminología Crítica. Con el movimiento del labelling approach tiene


lugar en la sociología criminal contemporánea el paso de la
Criminología Liberal a la Criminología Crítica. Constituye esta
Criminología, el trabajo que se está haciendo para la construcción de
una teoría materialista, es decir, económico política, de la desviación,
de los comportamientos socialmente negativos y de la
criminalización... La plataforma teórica obtenida por la Criminología
Crítica y preparada por las corrientes avanzadas de la Sociología
Criminal Liberal, puede sintetizarse en una doble contraposición a la
vieja Criminología Positivista, que usaba el enfoque biosicológico,
como se recordará, ésta buscaba la explicación de los comportamientos
criminalizados partiendo de la criminalidad como dato ontológico
preconstituido a la reacción social y al derecho penal.

Se recordará, asimismo, que tal criminología... pretendía estudiar en sus


causas tal dato, independientemente del estudio de la reacción social y
del Derecho Penal [Baratta, 1986: 166].

Han sido dos las vías que han llevado a los umbrales de la Criminología
Crítica:

a) El desplazamiento del enfoque teórico del autor a las condiciones


objetivas, estructurales y funcionales que se hallan en el origen de los
fenómenos de la desviación.

b) El desplazamiento del interés cognoscitivo desde las causas de la


desviación criminal hasta los mecanismos sociales e institucionales
mediante los cuales se crean y aplican definiciones de desviación y de
criminalidad y se realizan procesos de criminalización. Llega a su punto
culminante en la actualidad, en que se transforma cada vez más en una
Crítica del Derecho Penal.

44
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo
I

3.1.5. La victimología

Esta teoría criminológica sobre la víctima del delito ha venido


elaborándose a partir de la Segunda Guerra Mundial. Los estudios se han
desarrollado paralelamente en cuanto a las teorías relativas al delincuente y a
su amplia temática se refiere especialmente a las siguientes cuestiones: aptitud
y propensión de los sujetos para convertirse en víctima del delito, relaciones
entre delincuente y víctima, daños y su reparación, profilaxis criminal por parte
de la víctima, influencias sociales en el proceso de victimización específicos de
víctimas, etc.

La posición de la víctima en el Derecho Penal se ha caracterizado por


una participación muy reducida y de poca trascendencia, en ese orden se
aprecia que la cuestión de la reparación de los daños, si bien, se encuentra en
el Código Penal, es de una manera accesoria. En la actualidad la reparación
civil, puede decirse que es , en general simbólica, ante todo en los casos de
condenas largas de prisión. El denominado querellante adhesivo, en el nuevo
Código Procesal Penal, no parece tener caracteres especiales o de mayor
relevancia que los que el código abrogado Dto. 52-73 asignaba al acusador
particular. Dto. 51-92, es importante avance, en nuestro criterio, el
establecimiento de centros de atención de agraviados (art. 545), en el Código
Procesal Penal.

XIII. ESCUELAS DEL DERECHO PENAL

1. DEFINICIÓN

La Escuela del Derecho Penal son un conjunto de doctrinas y


principios que a través de un método tienen por objeto investigar la filosofía
del Derecho de penar, la legitimidad del Jus Puniendi la naturaleza del delito y
los fines de la pena.

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De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

2. ESCUELA CLÁSICA DEL DERECHO PENAL

Es evidente aún en nuestros días, que la obra de Beccaria suele ser el


antecedente inmediato más importante que impulsó a la corriente clásica del
Derecho Penal, esta corriente de pensamiento auténticamente jurídico-penal,
se inicia a principios del siglo XIX en la "Escuela de Juristas" como
originalmente se denominó a la Escuela Clásica de nuestra ciencia, siendo sus
más connotados representantes: Giandoménico Romagnosi, Luigi Luchini,
Enrico Pessina y Francesco Carrara. Es sin duda la Escuela Clásica la que en
aquella época subrayó el carácter eminentemente científico de nuestra ciencia,
cuya idea fundamental era la tutela jurídica. Sin embargo, no se puede hablar
de un Derecho Penal Clásico, sin exaltar la personalidad de su más grande,
prodigioso y genuino representante, cual fue el maestro de la Real Universidad
de Pisa, Francesco Carrara, a quien pueden resumirse los más importantes
logros de aquella escuela. Según lo explica el Doctor Sebastián Soler [Prólogo
a la traducción de la obra Programa del Curso de Derecho Criminal de Francesco
Carrara (Parte General)], con la doctrina de Carrara alcanza el Derecho Penal
un punto en el cual ya no solamente el juez, sino el legislador mismo no puede
apartarse sin incurrir en tiranía, es decir, en la negación misma del Derecho.
Con la construcción de Carrara quedan separadas las esferas de
responsabilidad tradicionalmente confundidas por la religión, por la moral y
por el Derecho; éste es talvez, el significado histórico-político más importante
de la obra Carrariana, pues si bien, el movimiento de liberación del Derecho
Penal comienza con la obra del Marqués de Beccaria, la total construcción de
un sistema completo no fue realizada sino por Carrara, recogiendo la doctrina
de las fuerzas del delito, enunciada por Carmignani, su maestro inmediato, en
quien faltó talvez, esa solidez de pensamiento y firmeza de ideas que
caracteriza la grandeza del discípulo. Lo decisivo para el acierto de la
construcción fue el hecho de que Carrara situara al delito en la esfera
ontológica correcta, como un ente jurídico, y no como un puro hecho natural.
La circunstancia de que se manejen como ideales los objetos jurídicos,
reconociendo en ellos la preexistencia de ciertas cualidades,
independientemente del hecho de que ellas sean o no, efectivamente pensadas
por quien las considera, eleva el pensamiento Carrariano al nivel de una

46
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo
I

ontología jurídica ideal, dotándola de las más insospechadas conexiones con


puntos de vista jurídicos modernísimamente alcanzados por la aplicación del
método fenómeno-lógico al estudio de los conceptos jurídicos.

Para la Escuela Clásica y la doctrina Carrariana, el fundamento del Jus


Puniendi es la sola justicia. Se equivoca, dice: El que ve el origen del derecho
de castigar en la sola necesidad de la defensa, desconociendo el primer origen
de ella en la justicia. Yerra, quien ve el fundamento del derecho de castigar tan
sólo en el principio de justicia, sin restringirlo a los límites de la necesidad de
la defensa. De ahí, pues, que tal fundamento debe buscarse en la justicia, pero
restringido por la necesidad de la defensa. La Ley Penal no puede entrar a
considerar sino aquellos hechos que se han realizado por un hombre, en
violación de la ley, con plena conciencia. Es decir, con pleno discernimiento,
voluntad y libertad. Para que una acción pueda por la autoridad social, ser
legítimamente declarada imputable a su autor como delito son
indispensablemente necesarios: que le sea imputable moralmente, que pueda
imputarse como acto reprochable; que sea dañosa a la sociedad; y,
precisamente que esté promulgada la ley que los prohibe.

2.1. POSTULADOS DE LA ESCUELA CLÁSICA

Con los criterios planteados, la corriente clásica del Derecho Penal,


sentó las bases para construir un colosal monumento jurídico que resplandeció
sobre todas las construcciones penales alcanzadas hasta esa época, cuyos
postulados más importantes podemos resumirlos de la manera siguiente:

a) Respecto del Derecho Penal. Se consideró como una ciencia


jurídica que debía estar incluida dentro de los límites que marca la ley,
sin dejar nada al arbitrio del juez, cuyo fundamento debía ser la justicia
limitada a las necesidades de defensa, buscando con ello la tutela
jurídica, a través del estudio de tres temas fundamentales: el delito, la
pena y el juicio penal.

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De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

b) Respecto al Método. Consideraron que el método más apropiado


para el estudio de su construcción jurídica era el "Racionalista o
Especulativo" del cual se sirven las ciencias jurídico-sociales.

c) Respecto del Delito. Sostuvieron que no era un ente de hecho, sino


un "Ente Jurídico", una infracción a la ley del Estado; considerando
que al definir el delito como un ente jurídico, quedaba establecido, de
una vez para siempre, el límite perpetuo de lo prohibido,
distinguiéndolo, además, de lo que podía ser una infracción a la ley
moral o a la ley divina, que no son delito.

d) Respecto de la Pena. La consideraron como un mal, a través del cual,


se realiza la tutela jurídica, siendo la única consecuencia del delito.

e) Respecto del Delincuente. No profundizaron en el estudio del


delincuente, más que como autor del delito, afirmando que la
imputabilidad moral y el libre albedrío son la base de su
responsabilidad penal. A decir del penalista Juan P. Ramos, la Escuela
Clásica no ignoraba al delincuente sino que lo excluía porque

no lo necesitaba para su construcción jurídica. Al Derecho Penal


Clásico le interesa el acto del delincuente mismo. Y ni siquiera el acto
sólo del delincuente, sino el acto relacionado con una violación al
Derecho, que lo convierta en ente jurídico [Ramos P., Juan. Curso del
Derecho Penal dictado en la Facultad de Derecho de la Universidad de
Buenos Aires].

Luego de haber desarrollado un exhaustivo estudio de los postulados


anteriormente enunciados, dándole así un carácter puramente científico al
Derecho Penal, el célebre maestro pisano, padre de la Escuela Clásica,
Francesco Carrara, consideró que nuestra ciencia (el Derecho Penal) había
alcanzado su más alto grado de perfeccionamiento al extremo que aconsejaba
a sus discípulos dedicaran sus investigaciones al juicio penal (Derecho Procesal
Penal).

48
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo
I

Ciertamente para esa época (año de 1850), la construcción Carrariana


había establecido las estructuras para un nuevo Derecho Penal, cuyas semillas
germinaron y florecían felizmente por toda Europa, haciendo alarde de su
nombre “Derecho Penal Clásico”, que según interpretación de Cuevas Del
Cid, el nombre “Clásico” se ha reservado siempre para aquellas actividades
del hombre que aparecen ya como definitivamente consagradas y que pueden
servir como arquetipo para nuevas realizaciones.

3. ESCUELA POSITIVA DEL DERECHO PENAL

A mediados del siglo XIX, cuando la corriente clásica del Derecho


Penal, consideraba haber alcanzado su más alto grado de perfeccionamiento,
en relación a la majestuosa construcción Jurídica Carrariana, que ya brillaba
deslumbrantemente por toda Europa, aparece en Italia una nueva corriente de
pensamiento en la ciencia del Derecho Penal, que aportándose radicalmente
de los principios y postulados clásicos hasta entonces aceptados, provocó una
verdadera revolución en el campo jurídico penal, minando su estructura desde
los cimientos hasta sus niveles más elevados; tal es el surgimiento de la Escuela
Positiva del Derecho Penal, que atacando impetuosamente los más
consagrados principios de la Escuela Clásica, creó una profunda confusión en
las ideas penales de esa época que no podemos más que denominarle "La
crisis del Derecho Penal Clásico", por cuanto que hicieron caer a nuestra
ciencia en una desubicación que duró casi más de medio siglo.

La corriente positiva del Derecho Penal, representada por Cesare


Lombroso, Rafael Garófalo y Enrico Ferri, justificados por haber comprobado
la inutilidad de los principios clásicos para la reforma del delincuente, la
ineficacia de las penas para contener la delincuencia, el aumento de la
criminalidad, de la reincidencia y la delincuencia infantil y advirtiendo el
peligrosos contraste entre los datos psiquiátricos y las "teorías místicas de la
imputabilidad moral del hombre", plantearon una nueva corriente conformada
de investigaciones antropológicas, psíquicas, sociales y estadísticas que
apartaron a la disciplina penal del carácter especulativo que había tenido en la

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De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

corriente Clásica convirtiéndola en una disciplina experimental que formaba


parte de las ciencias naturales o fenómenológicas.

Según explicaciones del profesor argentino Juan Ramos, la Escuela


Positiva del Derecho Penal evolucionó en tres etapas: La primera etapa
"Antropológica", está representada por Cesare Lombroso, y, dentro de ella,
la preocupación dominante es el estudio del delincuente en sus
particularidades anatómicas, o morfológicas. Pero, en tal época se ignoraba
al Derecho Penal, puesto que Lombroso era Médico y sentía por el Derecho
"el desapego habitual de quien no lo entiende". La segunda etapa
"Jurídica" está representada por Rafael Garófalo quien, como jurista y
magistrado, se preocupó de injertar en el Derecho las teorías anatómicas
lombrosianas. La tercera se preocupó de hacer notar la influencia del
medio social sobre el delincuente apartándose ya de la tesis del
"Delincuente Nato" creada por Lombroso [Ramos P., 1942:172].

El notable jurisconsulto y remembrado profesor de nuestra Carolingia, don


Rafael Cuevas del Cid, al analizar las bases generales del Derecho Penal en la Escuela
Positiva, explica que mientras la Escuela Clásica había excluido al delincuente de su
construcción sistemática, la Escuela Positiva lo colocó en primer lugar y estableció
respecto a él nuevas y revolucionarias teorías.

El Derecho Penal en esta nueva escuela no se asienta ya sobre la


responsabilidad moral, sino es predominantemente determinista y se asienta
sobre la responsabilidad social. Por otra parte, la razón de la existencia del
Derecho Penal ya no se busca en la tutela jurídica, sino en la defensa social
indirecta. De acuerdo con la responsabilidad social, el hombre es imputable,
no porque sea un ser consciente, inteligente y libre, sino sencillamente por la
razón de que vive en sociedad y ésta debe defenderse contra los que la atacan,
sean éstos normales o anormales.

El delito deja de ser un "ente jurídico" para convertirse en una realidad


humana constituida por toda acción contrapuesta a las exigencias de la
seguridad social.

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Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo
I

El fin principal de las penas deja de ser el restablecimiento del derecho


violado y pasa a ser el de la prevención y, en esa virtud, las penas ya no
son determinadas y proporcionales al daño causado por el delito, sino más bien
indeterminadas y proporcionadas a la temibilidad del delincuente. La pena era
la sanción única que admitía el Derecho Penal Clásico; la Escuela Positiva
cree haber comprobado la inutilidad de la pena, que no puede reformar al
delincuente, y propone una serie de medidas de seguridad que llevan por
fin principal la reforma del delincuente (o su curación), para devolver a
la sociedad a un miembro no peligroso.

La Escuela Clásica no dejaba librado absolutamente nada al arbitrio del


juzgador; por el contrario los positivistas dejan un amplio arbitrio al juez para
que pueda ajustar la pena a la personalidad del delincuente. Por otra parte, la
pena siendo indeterminada, cesará cuando así lo exija la conducta del
delincuente, es decir, cuando su reforma y su falta de peligrosidad sean
evidentes.

3.1. POSTULADOS DE LA ESCUELA POSITIVISTA

La transformación tan profunda que sufre el Derecho Penal con la


Escuela Positiva puede apreciarse si se recuerda que para Enrico Ferri el
Derecho Penal desaparece como disciplina jurídica para convertirse en una
simple rama de la Sociología Criminal. Con los criterios planteados son
evidentes, pues, las grandes mutaciones que sufrió la corriente clásica con la
irrupción de la corriente positivista, cuyos postulados más importantes pueden
resumirse así:

a) Respecto del Derecho Penal. Nuestra disciplina pierde su


autonomía, como ciencia jurídica y es considerada como parte de las
ciencias fenomenalistas, especialmente como una simple rama de la
Sociología Criminal. Enrico Ferri sostenía: La Antropología y la
Estadística Criminal, así como el Derecho Criminal y Penal no son más
que capítulos diferentes de una ciencia única que estudia el delito
considerado como fenómeno natural y social.

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De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

b) Respecto al Método. Para su construcción utilizaron el método de


"observación y experimentación", propio de las ciencias naturales, al
cual denominaron "Método Positivo" y del que tomó su nombre la
Escuela Positiva del Derecho Penal.

c) Respecto al Delito. Se consideró al delito como un fenómeno natural


o social; definiéndolo como una lesión a aquella parte del sentimiento
moral que consiste en la violación de los sentimientos altruistas
fundamentales, o sea, la piedad y la probidad, en la medida en que estos
sentimientos son poseídos por una comunidad (Delito natural de
Garófalo): o bien, el delito debe considerarse como acción punible
determinada por aquellas acciones encaminadas por móviles
individuales y antisociales que turban las condiciones de vida y
contravienen la moralidad media de un pueblo en un momento dado
(Delito Social de Ferri).

d) Respecto de la Pena. Consideraron que la pena era un medio de


defensa social, que se realizaba mediante la prevención general
(amenaza de pena a todos los ciudadanos), y la prevención especial
(ampliación de dicha amenaza al delincuente); sosteniendo que la pena
no era la única consecuencia del delito, ya que debía aplicarse una serie
de sanciones y medidas de seguridad, de acuerdo con la personalidad
del delincuente.

e) Respecto del Delincuente. Fue considerado como un ser anormal,


relegándolo de la especie humana, por cuanto decían era un ser atávico,
con fondo epiléptico, idéntico al loco moral y con caracteres
anatómicos, psíquicos y funcionales especiales, que delinque no
solamente por sus características biopsíquicas sino por las poderosas
influencias del ambiente y de la sociedad, en tal sentido, el hombre es
responsable criminalmente por cualquier acto antijurídico realizado,
tan sólo por el hecho de vivir en sociedad, ya que la sociedad tiene que
defenderse de quienes la atacan.

52
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo
I

Con el desarrollo de cada uno de los postulados enunciados los


positivistas crearon el más grande desconcierto del Derecho Penal Clásico y
desequilibraron de tal manera el sistema jurídico de aquella época, que las
legislaciones de corte clásico se convirtieron en positivistas, arrastradas por
aquella corriente que mantuvo en crisis al Derecho Penal durante medio siglo
(de 1850 a 1900).

4. ESCUELAS INTERMEDIAS DEL DERECHO PENAL

Creemos que los antecedentes más cercanos a la evolución del Derecho


Penal contemporáneo pueden encontrarse en las mismas contradicciones que
sostuvieron las corrientes anteriormente planteadas (Clásica y Positiva),
toda vez que la lucha intelectual encarnizada por las dos famosas escuelas
de antaño, no sólo fue un estímulo para la realización de nuevas
concepciones en el campo jurídico-penal-
criminológico, sino que sirvió de base y punto de partida para lo que
después se denominó Dogmática y Técnica Jurídica del Derecho Penal por
un lado, y la Enciclopedia de las Ciencias Penales o Criminológicas, por otro
lado.

Es innegable que ambas escuelas aportaron grandes avances para


nuestra disciplina, como innegable es que cometieron grandes errores, así por
ejemplo: mientras la Escuela Clásica dio un carácter definitivamente científico
al Derecho Penal desde el punto de vista jurídico, hilando un sistema de
acabada perfección sobre la tesis del delito como "ente jurídico", buscando
siempre un criterio de justicia absoluta, olvidó oi no quiso recordar (como dice
Cuevas Del Cid), que el delito antes que una fría creación legal es un hecho del
hombre, y postergó el estudio del delincuente. La Escuela Positiva que
reivindicó al delincuente exigiendo que se le estudiara más profundamente y
que se le tratara con medidas adecuadas a su personalidad, castigando el
delito no en relación al daño causado, sino en relación a la peligrosidad social
del delincuente, creando las famosas medidas de seguridad para la prevención
del delito y la rehabilitación del delincuente, postergó el estudio del Derecho

53
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

anteponiendo el estudio de las ciencias naturales o criminológicas, negando


también la libertad moral del delincuente.

Refiriéndose a los conflictos acaecidos en la segunda mitad del siglo XIX,


Juan P. Ramos asienta:

"La hora de la polémica ha pasado, lo deleznable se ha deshecho por


sí mismo. Respetemos y seamos justos con lo que queda de la obra de
ambas escuelas de Derecho Penal y de Ciencia Criminal";

por su parte Cuevas Del Cid al final de su obra apunta:

"La Escuela clásica como se ha dicho con una expresión feliz, enseñó
a los hombres el conocimiento de la justicia, en tanto que la Escuela
Positiva enseñó a la justicia el conocimiento de los hombres".

Después de aquella etapa crítica por la que atravesó nuestra ciencia,


aparecieron nuevas corrientes que con el fin de conciliar los postulados de las
dos grandes escuelas, fueron tomando partido, situándose en puntos
equidistantes entre las corrientes en pugna, por tal razón se les ha
denominado "Escuelas Intermedias del Dereho Penal”, tal es el caso de
la “Terza Scuola Italiana”, representada por Manuel Carnevale y Bernardino
Alimena; la “Escuela de la Política Criminal” que más tarde se convirtió en la
“Escuela Sociológica Alemana” representada por Franz Von Liszt; y la
“Escuela Sociológica Francesa”, representada por Alejandro Lacassagne y
Gabriel Tarde. Podemos citar aquí también a la “Escuela Correccionista” que
no se incluye entre las intermedias, pero que aparece al lado de ellas
representada por los alemanes Krause y Roeder, quienes la crearon, pero, sus
postulados adquieren precisión a través del preclaro profesor de Salamanca,
Pedro Dorado Montero, quien en su obra “El Derecho Protector de los
Criminales”, asienta que el delito es una concepción “artificial” que responde
a los intereses perseguidos por el ordenador del Derecho. Consideró que lo
justo y lo injusto son creaciones humanas, y que no existe ningún hecho que
sea en sí mismo conveniente o inconveniente, lícito o ilícito, moral o inmoral;

54
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo
I

no hay delito, como tampoco hay derecho, sino porque los hombres lo hacen.
En síntesis, Dorado Montero concibe el Derecho Penal como un derecho
protector de los delincuentes, desprovisto de sentido represivo y doloroso,
animado tan sólo de una finalidad tutelar y protectora.

Las llamadas Escuelas Intermedias, plantearon sus más importantes


postulados en forma ecléctica, retomando principios fundamentales, tanto de
la Escuela Clásica como de la Escuela Positiva del Derecho Penal, iniciando
así una nueva etapa en el estudio de nuestra ciencia que podrían catalogarse
como antecedentes del Derecho Penal contemporáneo, que principia a
perfilarse en los primeros años del siglo XX. Dice Cerezo Mir (Curso de
Derecho Penal Español, parte general, p.99) que a pesar de existir diferencias
entre la tercera Escuela Italiana y la Sociológica o Político Criminal de V. Liszt
existen una serie de coincidencias básicas. “Ambas afirman, frente a la escuela
positiva, la autonomía de la Ciencia del Derecho Penal, como ciencia jurídica
y de la Criminología, como ciencia empírica del delito y del delincuente. Parten
de una concepción determinista del hombre, pero rechazan la teoría de la
responsabilidad legal o social.

XIV. EL POSITIVISMO JURIDICO Y LA DIRECCION TÉCNICA


JURIDICA DEL DERECHO PENAL

Superada la crisis del Positivismo que pretendió subordinar a las


Ciencias Naturales el estudio del Derecho Penal, principian las concepciones
modernas a exigir que se expulsen de nuestra disciplina las tendencias
antropológicas, psicológicas, sociológicas y estadísticas, con el fin de reafirmar
que el Derecho Penal debía de seguir siendo una ciencia jurídica.

Cuando transcurrían apenas los primeros años del siglo XX, nace casi
al mismo tiempo en Italia y Alemania un potente movimiento que se denomi-
nó "Técnico Jurídico" o "Técnico Científico" y que contemporáneamente
conocemos como "Tecnicismo Jurídico", sus principales exponentes en
aquella época de iniciación fueron en Italia: Arturo Rocco, Vicenzo Manzini y
Filippo Grispigni; y en Alemania: Ernesto Von Beling, Max Ernesto Mayer.
Edmundo Mezger, y pudiéramos incluir también a Ernesto Binding y Franz

55
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

Von Liszt, que de alguna manera impulsaron esta nueva corriente. Los citados,
eminentes juspenalistas que, después de un estado de letargo reaccio-naron
decididamente contra el confusionismo metodológico que se había impuesto,
como consecuencia de la importancia hipertrofiada que se quiso dar a las
disciplinas no jurídicas que se proponían la lucha contra el crimen.

La orientación "Técnico Jurídica" se limita al estudio científico del


Derecho Penal, a través del método jurídico, lógico-abstracto o dogmático,
excluyendo definitivamente el método positivista o experimental que debe
utilizarse en las otras ciencias penales o fenomenalistas como la Antropología
Criminal. Para el tecnicismo jurídico, la labor del Derecho Penal es la
construcción de institutos y sistemas jurídicos dentro de un orden legal
preestablecido, el cual no es posible enfocar ni criticar filosóficamente.

Arturo Rocco -citado por Eusebio Gómez [1939: tomo 1,75 y 76]-,
sostiene que el Derecho Positivo vigente es el único que puede formar el
objeto de la ciencia jurídica del Derecho Penal, distinguiéndolo de las
disciplinas fenomenalistas, debe reducirse al conocimiento de los delitos y las
penas bajo el aspecto puramente jurídico.
Vicenzo Manzini, considera a las disciplinas penales o criminales bajo
tres aspectos:

a) Como ciencia del ordenamiento jurídico general: a la ciencia normativa


del Derecho Penal en sentido propio.

b) Como ciencia del fenómeno psico-sociológico de la delincuencia: a las


ciencias fenomenológicas.

c) Como arte de la educación del medio al fin: a la doctrina teleológica


(política criminal).

Para Manzini, el Derecho Penal consiste esencialmente en la


"dogmática jurídica" ya que el conocimiento dogmático del Derecho tiene por
objeto los principios constitutivos y fundamentales, su terminología, su forma,
sus combinaciones, la técnica de la interpretación y de la aplicación. Si la ciencia

56
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo
I

del Derecho Penal se concibe esencialmente como dogmática jurídica -dice


Manzini-, no es posible que en ella se den "escuelas diversas" ya que no se trata
de hacer prevalecer una u otra tendencia, sino de buscar y establecer la verdad
con procesos puramente lógicos y objetivos, esto es "iguales para todos,
partiendo de los elementos ciertos y sustanciales unívocos como son las
normas jurídicas", el Derecho Penal debe considerarse como un sistema de
preceptos y sanciones que se forma y vive necesariamente en el órgano político
del Estado, nunca fuera del mismo, aunque la materia prima de sus
elaboraciones jurídicas sea proporcionada por los más diversos campos de la
actividad individual y social. Así, la doctrina de los delitos y de las penas, como
ciencia jurídica, no puede exceder los límites dentro de los cuales se forman y
se actúan aquellas normas del Derecho que constituyen el objeto de sus
elaboraciones [Cuevas Del Cid, 1954: 288 y 289].

En otro orden de ideas, Vicenzo Manzini asienta que el nacimiento del


Derecho Penal, se determina por el hecho jurídico constituido por el delito (la
violación voluntaria de un precepto legal señalado); de esta manera la
personalidad y la capacidad son presupuestos de la imputabilidad y no se
identifican con ella, puesto que la personalidad y la capacidad representan
momentos anteriores al delito (como elementos permanentes), en tanto que la
imputabilidad constituye un momento simultáneo al delito y un elemento
contingente; por tal razón, dice Cuevas Del Cid, Manzini se pronuncia
decididamente contra la responsabilidad social de los positivistas.

Filippo Grispigni, a pesar de haber sido discípulo predilecto de Ferri,


se distinguió como penalista dogmático jurídico, denominando al moderno
movimiento de reforma penal como "Técnico-Científico" explicando que la
nominación "Científico" sirve para explicar que no se basa sobre
presupuestos filosóficos, sino exclusivamente sobre las conclusiones de la
ciencia; y la expresión "Técnico" sirve para destacar que la función penal sea
moralista-retributiva y solamente indica que es un medio para una finalidad, es
decir, que la pena es adoptada como un instrumento forjado del mejor modo,
según las exigencias de la técnica en relación al fin a alcanzar, dejando de lado
toda cuestión filosófica y religiosa en el sentido de que los criterios en que se

57
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

inspira toda orientación pueden ser aceptados por los adherentes de cualquier
corriente filosófica y religiosa, precisamente por su naturaleza puramente
técnica [Grispigni, 1948].

Respecto a los penalistas alemanes que impulsaron el novedoso


movimiento, sólo nos limitamos a decir que despojados de los extremos
positivistas concentraron todos sus esfuerzos al examen lógico del delito,
considerándolo como nervio y cuestión fundamental de todo Derecho
Punitivo, algunas de sus grandes realizaciones con base en el tecnicismo
jurídico las dejamos apuntadas, cuando nos referimos al criterio técnico
jurídico, para definir el delito en el tercer capítulo de este trabajo.

En América Latina, uno de los primeros y más grandes impulsadores


de esta nueva dirección fue el penalista argentino Sebastián Soler, para quien
lo primero que caracteriza y diferencia al estudio dogmático es su objeto, cual
es la ley como voluntad actuante en un momento dinámico y no estático. La
ley así considerada, no es un modo de ser, sino un modo de voluntad, no
importando un juicio de existencia, sino un juicio de valoración. Soler sostiene
que a diferencia de las ciencias causal-explicativas, la dogmática no tiene por
objeto el ser, sino el deber ser: y deslinda cuidadosamente el campo de la
dogmática penal de las demás ciencias penales causal -explicativas o
fenomenalistas [Soler, 1971: tomo I, 24].

Sobre los planteamientos apuntados, que no son más que las bases de
la dirección técnico jurídica, ha caminado el Derecho Penal moderno y los más
sobresalientes y conspicuos penalistas de nuestra época han erigido sus
monumentales construcciones teniendo como base los principios
fundamentales del "tecnisismo jurídico", que a decir del profesor Fontán
Balestra, no puede considerarse como una verdadera escuela. Sin embargo, en
cuanto encara el estudio del Derecho Penal propiamente dicho, su jerarquía es
superior a la de una escuela, ya que constituye el único planteo científicamente
correcto para el estudio de la ciencia jurídica [Fontán Balestra, 1957: 94].

Por su parte, Petrocelli (penalista italiano), considera que el tecnisismo


jurídico no implica una nueva metodología, ya que siempre fue seguida por los

58
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo
I

que trabajaron en la ciencia jurídica. De modo que no viene a ser otra cosa,
sino la llamada en el Derecho Penal al método propio y común de todas las
disciplinas jurídicas. La esencia verdadera del movimiento consistió en
restituir el método jurídico penal a su exacto puesto, en el ámbito de la
metodología jurídica general; en reafirmar que la ciencia del Derecho Penal es
una ciencia jurídica al igual que las demás de idéntica estirpe [Petrocelli, 1950:
4].

Resumiendo, podemos decir, que el Derecho Penal contemporáneo,


guiado por el tecnicismo jurídico se proyecta al estudio sistemático y racional
del Derecho Penal Positivo vigente, se proyecta a construir técnicamente los
principios fundamentales de sus institutos y, a la aplicación e interpretación de
sus normas. El delito debe considerarse como el elemento necesario y más
importante para el juicio de peligrosidad criminal, y es concebido como una
relación jurídica, técnicamente estructurada en la integración de todos sus
elementos, prescindiendo en gran parte de sus aspectos puramente personales
y sociales: se hace abstracción del libre albedrío, como base de la imputabilidad,
pero manteniendo la distinción entre imputables e inimputables. La pena es
considerada una reacción jurídica contra el delito, realizando una función de
defensa, tanto por la prevención individual y general de la misma. La pena está
reservada para los imputables: delincuentes primarios, ocasionales y en menor
grado a los habituales; para los inimputables, delincuentes por tendencia o
habituales graves y profesionales en los que son más evidentes y significativas
las anomalías psíquicas, donde es vano confiar en la eficacia de la intimidación,
se debe recurrir a las "medidas de seguridad" desprovistas de sentido penal,
atendiendo a un régimen de reeducación y "curación" que esté de acuerdo con
las particularidades de cada sujeto individual.

En cuanto al método, el Derecho Penal contemporáneo se ha regido


por vía "Dogmática Jurídico Penal", partiendo de las normas penales
positivas, consideradas como un "dogma" es decir, como una declaración de
voluntad con pretensión de validez general para solucionar problemas sociales.
Es preciso aclarar que la expresión "dogma" no debe entenderse como la
aceptación acrítica de una verdad absoluta e inmutable, sino sencillamente

59
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

como postulado que sirve de punto de partida para actividad jurídica


determinada. La dogmática así entendida, no implica un puro "dogmatismo"
despreciado con razón como todo lo contrario de una auténtica y verdadera
ciencia. Para Porte Petit (jurista mexicano), la dogmática penal, consiste en el
descubrimiento, construcción y sistematización de los principios rectores del
ordenamiento penal positivo [Porte Petit, 1954: 22].

A grandes e imprecisos rasgos, éste ha sido el marco jurídico penal en


el que se ha desenvuelto nuestra ciencia en la época contemporánea; es de
hacer notar que en su evolución, no todo ha sido viento en popa, ha habido
grandes desavenencias aun entre sus propios partidarios, de ahí que han
surgido nuevas direcciones que no han hecho más que retornar a un
neopositivismo sobre las mismas bases del tecnicismo jurídico, otras un poco
más radicales, con postulados completamente distintos, tal es el caso de la
corriente pitagórica mexicana (en 1965); pero ninguna ha podido superar en
esencia a la corriente técnico-jurídica del Derecho Penal moderno, que tuvo
relevancia hasta hace no muchos años que principió a plantearse una nueva
crisis en la ciencia del Derecho Penal y actualmente se debate en ella.
XV. CRISIS DEL DERECHO PENAL CONTEMPORÁNEO

La ciencia del Derecho Penal se encuentra actualmente compartida por


dos grandes tendencias, que con métodos y principios radicalmente distintos
se disputan el estudio del delito como núcleo de nuestra disciplina, ellas son:
por un lado, la orientación criminológica y por el otro, la orientación jurídico
dogmática. La primera se ocupa del delito como fenómeno social y
biopsicológico, analizando sus causas y proponiendo remedios para evitarlo o
disminuirlo, a través del método de observación experimental. La segunda se
ocupa del delito como fenómeno jurídico regulado y previsto por normas
jurídicas que hay que interpretar y aplicar a través del método técnico jurídico
o dogmático.

La polémica que se ha suscitado entre Criminólogos y Penalistas, ha


tenido como consecuencia el divorcio de estas dos disciplinas que a pesar de
perseguir el mismo fin (combatir el delito) cada una pretende caminar por su

60
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo
I

lado, sin relacionarse entre sí, como dos mundos distintos, hablando incluso
distintos idiomas; tal situación ha conducido al Derecho Penal, según se ha
dicho, a una especie de "averroísmo" científico en el cual lo que desde el punto
de vista jurídico es cierto, desde el punto de vista criminológico es falso y
viceversa.

Esta crítica situación principió a cobrar vigencia con las


contradicciónes planteadas entre el Positivismo Científico y el Positivismo
Jurídico. Los primeros vanagloriados aún de los absurdos extremos a los que
llegó la Escuela Positiva, sostenían que la jurisprudencia no tenía el carácter de
ciencia, por cuanto que su objeto de estudio era impreciso y mutable como el
Derecho Positivo, mientras que en las auténticas ciencias, el objeto de estudio
es preciso e inmutable: "la tierra sigue girando alrededor del sol como hace mil años".
Sobre esta base y con el fin de probar la movilidad del objeto de estudio de las
Ciencias Jurídicas, Von Kirchmann (fiscal prusiano), anotó:
"tres palabras rectificadoras del legislador convierten bibliotecas enteras en basura" [Von
Kirchmann, 1949: 54]. Al respecto, el contemporáneo penalista español
Muñoz Conde responde: esta frase, que tanto ha impresionado e impresiona
aún, no es más que una frase feliz y lapidaría que, sin embargo, ni es verdad,
ni aunque lo fuera, prueba nada contra la cientificidad de la actividad jurídica.
Citando a Hernández Gil, otro notable jurista español, sostiene que la
movilidad del objeto, no hace anticientífico o acientífico el conocimiento. La
afirmación contraria es tan absurda, como si en la Física la conversión de la
materia en energía pudiera comprometer su rango científico. En todos los
dominios del saber el estatismo de las "cosas" ha ido siendo reemplazado por
el dinamismo de las funciones y de las relaciones [Muñoz Conde, 1975: 114].

Otra de las razones por las que Kirchman atacó al carácter científico
de la jurisprudencia, fue la falta de progreso que encontraba en ella al
compararla con el extraordinario progreso alcanzado por las Ciencias
Naturales en el siglo XIX, que fue el siglo de experimentación. Al respecto,
Muñoz Conde considera que tal posición es un tanto engañosa ya que frente
al progreso técnico de las Ciencias Naturales, existe también un progreso
técnico de las Ciencias Jurídicas. Los juristas de hoy manejan mejor los

61
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

conceptos e instituciones de su especialidad que antes, el rigor técnico que se


ha alcanzado en el planteamiento y solución de problemas es superior al
existente en otras épocas. Con tales razonamientos, considera Muñoz Conde,
que actualmente no hay bases suficientes para negarle a la actividad jurídica el
carácter de ciencia. Al jurista no le es dado, desde luego, encontrar la solución
ideal de los problemas que la convivencia humana plantea; la justicia es para él
un espejismo inalcanzable en la lejanía. Pero, tampoco el médico podrá acabar
nunca con la enfermedad y la muerte y nadie duda del carácter científico de la
medicina. La cuestión no radica -para él- en el logro de unas metas fijadas y
determinadas, sino en la actividad y en el planteamiento adoptado para
alcanzarla. Citando palabras de Machado anota: "caminante no hay camino, se hace
camino al andar "; de lo que se deduce que no hay concepto de ciencia aplicable
solamente a aquellas actividades que se ocupan del estudio de determinado
objeto. El carácter de ciencia, dice, es un predicado que se puede afirmar
de cualquier actividad humana que descubre y soluciona problemas de un
modo objetivo, racional y sistemático; y de la actividad jurídica, como un todo
considerada, con inclusión también de lo jurídico-penal, no cabe duda de que
pueda afirmarse, sin complejos de ningún tipo, un tal predicado [Muñoz
Conde, 1975: 115 y 116].
Las consecuencias del positivismo, se afirma, repercutieron más
drásticamente en la ciencia del Derecho Penal, por la particular idiosincrasia
que tiene respecto de las demás especialidades del Derecho, de esa manera se
buscaron los hechos inmutables que debían servir de base a la actividad
científica del penalista, en la consideración causal-empírica del delito. De tal
suerte que se concibió al delito como expresión de una personalidad o
constitución anormal del delincuente, que debía estudiarse con los métodos de
la Psicología o la Antropología (método experimental), no era más que un
comportamiento antisocial de un desequilibrado, del delincuente nato, un ser
atávico con anomalías anatómicas comprobables; así lo consideró la Escuela
de Lombroso. Sin embargo, hay que advertir nuevamente que Cesare
Lombroso siendo médico antropólogo, jamás pudo palpar los problemas
jurídicos que la criminalidad plantea, en tal sentido, con elucubraciones
puramente criminológicas pretendió resolver problemas puramente penales, lo
cual deviene ser un absurdo actualmente. El Positivismo llamado científico

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Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo
I

repercutió tanto, que un verdadero jurista y aclarado penalista como Franz Von
Liszt, consideró que la ciencia del Derecho Penal tenía en primer lugar que
reconducir a sus cauces al fenómeno llamado delito, y con base en ellas
explicarlo; en tanto se hace esto -decía- la podemos denominar como
Criminología. A la dogmática jurídica, es decir, a la interpretación del Derecho
Penal Positivo, le asigna el papel de una simple técnica para su función jurídica.

Frente a la concepción de que la verdadera ciencia del Derecho Penal


era la Criminología surge otra tendencia que, enraíza en la actividad jurídica
tradicional, busca en los conceptos jurídicos fundamentales, los hechos
inmutables, aun ante los cambios legislativos, que debían servir de base a la
actividad científica del jurista, éste es el Positivismo Jurídico, que subordinado
o subsumiendo al Positivismo Científico, no hizo más que dejar
completamente delimitadas dos vertientes distintas con el mismo rango
científico: la Criminología que estudiaría el delito, como un fenómeno causal
explicativo, y el Derecho Penal que estudiaría el delito como un fenómeno
jurídico objeto de valoración.

Precisamente en este punto, la vieja polémica de si el penalista debía


dedicarse a la investigación jurídica o a la Criminología, estaba superada. La
Criminología no puede sustituir a la dogmática jurídica, por la sencilla razón
de que ésta se ocupa de problemas que la Criminología no puede resolver y
que necesariamente hay que resolver, ya que por muy lejos que lleguen los
conocimientos crimonológicos, con base en ellos no se puede determinar, por
ejemplo: cuándo existe un concurso de delitos y cuándo un concurso de
normas; cuándo la sustracción de cosas muebles ajenas constituyen robo y
cuándo hurto; cuándo la muerte de una persona se tipifica homicidio y cuándo
un asesinato, etc. Por otro lado, el dogmatismo jurídico no puede prescindir
de la Criminología por cuanto ésta le suministra conocimientos que, a veces,
son imprescindibles para determinar el contenido de las normas jurídico
penales, y porque le muestran la realidad que las normas penales deben regular.

Habiendo quedado debidamente delimitados los campos de acción,


tanto de la Criminología como del Derecho Penal, se consideró haber resuelto

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De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

el problema del confusionismo entre las dos disciplinas, y se pretendió que ese
divorcio de común acuerdo entre ambas, permitiera la realización de un mejor
trabajo para el estudio y prevención del delito, y desde luego, la rehabilitación
del delincuente; en ese entendido, cada una reinició sus labores, dando la
apariencia de que si bien estaban separadas, no existía conflicto alguno y por
el contrario, se ayudaban mutuamente en la lucha contra el crimen.

Esa falsa apariencia, no duró por mucho tiempo y actualmente esa


separación se ha convertido en una franca oposición entre ambas. No
entendiendo, como con sobrada razón se ha dicho, que ese derroche de
energías que esto supone, intentando cada una descubrir su propia verdad,
conduce a que ninguna pueda alcanzarla.

Según los planteamientos que actualmente hace el prominente


penalista y criminólogo (de quien tomamos el posterior enfoque), Manuel
López Rey y Arrojo [Teoría y Práctica en las Disciplinas Penales], después de haber
visitado y estudiado los sistemas penales de más de sesenta países del mundo,
considera que en los últimos años la criminología ha progresado quizás mucho
más que las otras ciencias penales, pero, ese progreso ha sido, con frecuencia,
exagerado por teorías médico-psicológicas, que si han progresado ha sido por
la aceptación y diseminación de teorías y métodos criminológicos, sin análisis
crítico alguno. Entre las características más típicas de la criminología
contemporánea se pueden enumerar las siguientes:

a) Se intenta resucitar una especie de tipología criminal, tanto en los


adultos (criminalidad), como en los menores (delincuencia), cuestión
que fue severamente criticada y desechada desde pasados los tiempos
de la Escuela Positiva de Lombroso.

b) Los métodos de tratamiento los han transformado en teorías generales


de prevención, sin percatarse que son dos cosas diferentes: una es la
prevención de la criminalidad como fenómeno general; y otra es el
tratamiento individual del delincuente.

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Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo
I

c) Se considera que el delito es un fenómeno sociológicamente anormal,


un mal aislado, o lado excepcional, y que tanto el delito como la
delincuencia son manifestaciones de desorganización social o de
patología social. Sin embargo, delito y delincuencia no son conceptos
separables y, ambos constituyen un fenómeno normal, ya que la
criminalidad refleja, por lo común, bastante bien las características
sociales, económicas, culturales y demás de la sociedad en que aquella
se manifiesta, en tal sentido se trata de un fenómeno social normal. El
hecho de que ciertos delincuentes sean anormales o enfermos, no
significa que todos lo sean, y menos aun, que la criminalidad como
fenómeno social, sea un fenómeno aislado.

d) Se habla de causas o factores criminogénos en la comisión del delito,


y muchas veces aparecen mezclados con el motivo. Sin embargo, es
preferible hablar de conducta, como un proceso complejo, en el cual
unas causas son discernibles y otras no. Es la actividad humana la que
debe ser objeto de las disciplinas penales y no la modificación de
factores o la supresión de las causas del delito, ya que las llamadas

causas de criminalidad no coinciden exactamente con las que se


descubren en los casos individuales. Esto explica de paso la necesidad
de diferenciar la política de prevención de la política de tratamiento.

Todo este confusionismo, que el prestigiado profesor López Rey y


Arrojo, denomina "desviaciones criminológicas", se debe en buena parte,
según él, a la excesiva influencia de conceptos e ideas provenientes de la
Biología, la Psicología y la Psiquiatría, que pese a sus avances, no han resuelto
su propio problema causal.

Ante los exagerados avances de una criminología ultra-materialista que


se sirve de postulados y métodos de las disciplinas naturales para resolver el
problema del delito, el Derecho Penal, ha sufrido una especie de
anquilosamiento, embelleciendo su parte general con un ilimitado número de
estudios sobre sus principales institutos, tratando de mantener la Teoría
Jurídica del Delito; mientras la sociedad experimenta hoy día un desmesurado

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De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

proceso técnico y una creciente materialización de los valores sociales y


morales, que exige un derecho penal más flexible que el ofrecido
contemporáneamente, de tal manera que la solución consiste en una
renovación de la teoría y práctica en las disciplinas penales, entendiendo como
tales, especialmente el Derecho Penal y el Derecho Procesal Penal.

López Rey y Arrojo, considera sustituyendo su carácter puramente


jurídico, por uno de índole "jurídico social", que ya no puede ser representado
por la Teoría Jurídica del Delito. Considera que tampoco debe seguirse
hablando de una "Defensa Social" por cuanto que ésta constituye un
malogrado intento de compromiso que no puede satisfacer los requerimientos
de nuestro tiempo, ya que toda idea de defensa es siempre peligrosa, ello
porque tanto teoría y práctica, al defenderse, uno se convierte fácilmente en
agresor. Considera que la función penal, es la facultad de aplicar una sanción
(penal), como consecuencia de un juicio de reproche o reprobación jurídico
social, a una conducta previamente declarada delictiva. La única posible
solución, asienta, es una fórmula que técnicamente pueda dar cabida a una
evaluación de todas las circunstancias de índole relevante, tanto respecto del
delito, como del delincuente. El juicio de reproche representa pues, una
evaluación variada de circunstancias o aspectos que difícilmente pueden
disociarse. Sólo un enjuiciamiento de carácter total puede permitir la
valoración conjunta de algo que, para muchos se mantiene aún separado, el
delito y el delincuente. La función del especialista penal no está, sino en la de
construir las disciplinas penales, en este caso el Derecho Penal en tal forma
que corresponda a las exigencias de la vida presente y futura [López Rey y
Arrojo, Teoría y Práctica en las Disciplinas Penales: 19 y siguientes].

Ese estancamiento que se predica hoy en día, del Derecho Penal frente
a la criminología es lo que nos hace pensar en la actual crisis de nuestra ciencia,
toda vez que su situación es objeto de lapidarios ataques, reprochándole un
constante fracaso por cuanto que la criminalidad y la delincuencia no
disminuyen, sino por el contrario, aumentan; tal situación de la que no es
únicamente responsable el Derecho Penal, sino también las otras ciencias
penales, incluyendo la Criminología, desafortunadamente, se le imputa a

66
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo
I

nuestra disciplina (quizás por ser la más importante), atribuyéndole no ser más
que una venganza legalizada, que debe ser sustituida por algo que en verdad,
no se sabe que es, pero por lo común se expresa como un vago concepto de
tratamiento socio-médico-psicológico y no ha faltado quien, como bien dice
López Rey y Arrojo, que con más afanes de novedad que de serena reflexión
propugna la tesis de que la criminología haría desaparecer al Derecho Penal;
tan absurda predicción no es más que producto de los especialistas médico-
psicólogos, que sin haber sido capaces de resolver sus propios problemas,
tratan de resolver complejos problemas jurídicos penales (o jurídico sociales);
sin poder darse cuenta que el Derecho Penal, base de la Criminología no puede
ser concebido como una disciplina de índole curativa, sino en función de la
finalidad perseguida por la Ley Penal. No pocas de las modernas teorías y
afirmaciones de la criminología significan negación directa o indirecta de la
función penal y aún, en ocasiones, el desprestigio o descrédito de la misma.
Debe hacerse notar, una vez más, que esto tiene lugar a través de teorías
médico psicológicas de dudosa validez. Ello no quiere decir que la Psicología,
la Psiquiatría y demás disciplinas no tengan una misión que realizar en el área
penal. Su aportación es importante y muchas veces necesaria, lo cual no
significa que dichas disciplinas se transformen en las mentoras de la
Criminología y del Derecho Penal. La historia de la criminología muestra que
cada vez que ello se ha intentado, sólo se ha producido confusión y aun
retraso. El punto de partida y retorno de la Criminología es el concepto
jurídico social de delito. Durante ese viaje, la Criminología puede, en cierto
modo, desviarse y explorar nuevos caminos, pero en todo caso el punto final
de llegada es el delito [López Rey y Arrojo, Teoría y Práctica en las Disciplinas
Penales: 42].

Es éste el panorama que actualmente presenta el Derecho Penal, que


si lo examinamos profunda y detenidamente, no es más que una réplica de la
crisis que vivió el Derecho Penal Clásico con la invasión del Positivismo,
solamente que ahora con métodos, principios y postulados más evolucionados
y a veces sofisticados. Esperamos que con un renovado tecnicismo jurídico
social, podamos en adelante plantear nuevos senderos que conduzcan
específicamente, si no a eliminar, a contrarrestar en gran medida los problemas

67
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

del crimen que tanto daño han hecho a nuestra sociedad, propiciando el viejo
aforismo: “La destrucción del hombre por el hombre”.

Desde luego no hay que desconocer, desde la época colonial la


influencia del derecho penal español, especialmente de su legislación a partir
del primer código penal español de 1822, que acusa la influencia del Código
de Napoleón de 1810 y del derecho histórico español, Fuero Juzgo, Las
partidas, y que sirvió de precedente al código de 1848, que estuvo en vigor en
España hasta mayo de 1996. (Cerezo, ob. cit. 1996, pág. 113) Desde esa época
, en nuestro país, hasta 1970 en que se sigue el modelo del Código Penal Tipo
para Iberoamérica, muchas de sus instituciones fueron copiadas por nuestros
legisladores. Dos circunstancias son dignas de mencionar: que en la época
actual la dogmática penal se encuentra en un momento de gran expansión,
produciéndose una vuelta a la posición político criminal, especialmente
influenciada por el gran jurista alemán Claus Roxin, lo que ha dado lugar a la
reforma de la legislación penal en distintos países. Por otra parte, que el
número y la calidad de los cultivadores de esta ciencia en nuestros países se ha
incrementado, especialmente debido a la influencia de dicho movimiento.

68
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo
I

Capítulo Segundo DE LA LEY PENAL

La facultad de castigar que corresponde con exclusividad al Estado (Jus


Puniendi), se manifiesta para la aplicación a través de un conjunto de normas
jurídico-penales (Jus Poenale), que tienden a regular la conducta humana en una
sociedad jurídicamente organizada; ese conjunto de normas penales que tienen
un doble contenido: la descripción de una conducta antijurídica (delictiva) y,
la descripción de las consecuencias penales (penas y/o medidas de seguridad),
constituyen lo que denominamos la ley penal del Estado, y decimos del Estado,
por que la ley penal es patrimonio únicamente del poder público representado
por el Estado (como ente soberano), y a diferencia de otros derechos, sólo el
Estado produce Derecho Penal.

Todo ser humano ante el mundo que lo rodea tiene una doble
posibilidad de manifestarse: intervenir en el mismo a través de su actividad
para modificarlo; o bien, no intervenir a través de su inactividad, para dejar
que el mundo transcurra regido exclusivamente por la casualidad; como
expresa el profesor mexicano Elpidio Ramírez Hernández, las actividades que
el ser humano realiza en forma intencional, por descuido o fortuitamente, se
traducen en beneficios o perjuicios, o sencillamente son neutrales para los
demás seres humanos; ahora bien, a la ley penal solamente interesan las
actividades o inactividades humanas que intencionalmente o por descuido se
traducen en perjuicio de los demás.

En nuestro país, la ley del Estado se manifiesta ordinariamente en el


Código Penal (Decreto 17-73 del Congreso de la República), y en otras leyes
penales de tipo especial que mencionaremos más adelante.

69
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo II

I. EL PRINCIPIO DE LEGALIDAD

El principio de legalidad en materia penal, ha sufrido a lo largo del


tiempo transformaciones que caracterizan la más sólida garantía conferida a la
libertad individual dentro de un Estado de régimen democrático. Este
principio está expresamente proclamado en el Artículo 17 de la Constitución.

Su primer sentido: nullum crimen nulla poema sine lege, deriva en el nullum
crimen nulla poema sine lege previa. En esta idea, ya se reconocen las ideas
garantistas del principio de irretroactividad de la ley penal incriminadora y del
de retroactividad de la ley penal más benigna, siendo ambos fases, cuando no
efectos del principio de legalidad.

Con el desdoblamiento hacia el nullum crimen nulla poena sine lege stricta se
descarta la elección consuetudinaria de comportamientos penales típicos. No
tardó en asomar un tercer principio: nullum crimen nulla poena sine lege stricta, que
prohibe el empleo de la analogía para crear figuras delictivas o justificar,
fundamentar o agravar las penas.

Más recientemente se ha desenvuelto por la doctrina la prohibición de


incriminaciones nuevas e indeterminadas a través del principio nullum crimen
nula poena sine lege certa o principio de taxatividad-determinación o mandato de
certeza-.

Nuestra constitución, al acoger los principios garantistas sobre


derechos humanos, amplía sensiblemente el contenido del principio de
legalidad en relación a los textos constitucionales anteriores. No se debe
olvidar, que las normas fundamentales no se agotan en la dimensión de su
texto, sino que se complementan con las disposiciones sobre derechos
humanos internacionales, por lo que es una realidad lo que acota Riveiro:4 “las
potencialidades interpretativas de los principios constitucionales de Derecho
Penal están aún muy lejos de su agotamiento", por lo que debe desarrollarse

4 Riveiro L., Mauricio. Principio de legalidade penal. Projecoes contemporaneas. Editora Revista dos
Tribunais Ltda. 1994.Pág. 18. Las ideas sobre este tema se basan en esta obra.

70
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo II

un trabajo de concreción de los valores constitucionales, como premisa para


su penetración en el sistema penal.

Prácticamente todas las constituciones modernas contienen un capítulo


de declaraciones de derechos y garantías ciudadanas. Dentro de tales, ninguna
ha omitido el ideal de seguridad individual contra la actuación de los poderes
del Estado en materia penal, ninguna ha dejado de prever el principio de
legalidad como factor principal de control de la actuación estatal sobre la
libertad del individuo. Se trata de una garantía en todos los Estados de
orientación democrática y liberal. La necesidad de compatibilizar la letra y el
espíritu de las leyes fundamentales a las declaraciones internacionales
constituye exigencia de un orden jurídico universal.

Nelson Hungria, autor brasileño, ha dicho que la fuente única del derecho
penal es la norma legal. No hay derecho penal fuera de la ley escrita.

Con la actuación del principio de legalidad se busca impedir la


actuación del Estado de forma absoluta y arbitraria, reservándose al individuo
una esfera de defensa de su libertad cuya garantía inicial da la ley.

Las acciones humanas posibles de reprobación penal, que sujeten al


individuo a restricciones a la libertad u otras medidas de carácter represivo,
deben estar previstas expresamente en la ley vigente en la época en que el hecho
se produjo. Este principio, da a la palabra ley el sentido de norma
preestablecida de acción que se juzga delictiva, es algo más que un mero
accidente histórico o una garantía que se pueda despreciar. Asume el carácter
de principio necesario para la construcción de toda actividad punitiva que
pueda ser calificada como jurídica. Desde luego, el principio nullum crimen sine
lege, es producto de un proceso, por cierto un proceso no concluido, y los
aspectos nuevos del problema revelan la necesidad de reforzarlo, pues pueden
haber violaciones del mismo sin necesidad de derogación expresa, como la
decretada por el nacional socialismo en 1935. Una de las maneras más arteras
de derogar el principio consiste en establecer delitos no definidos como tipos
de acción, trazándolos como tipos abiertos. Por eso hay que tener mucho
cuidado con la formulación de las acusaciones basadas en tales tipos, ya que

71
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

pueden devenir en inconstitucionalidades. Más adelante nos referiremos


concretamente a la existencia en nuestro medio de tales tipos.

El principio de legalidad se manifiesta en una triple implicación: penal,


procesal y ejecutiva.

El principio de legalidad inaugura prácticamente todos los códigos


penales modernos (v. art. 1 Guatemala; Francia, 3; Colombia, 1; Puerto Rico,
8; Costa Rica, 1; España, 1; etc.) y en muchas ocasiones la redacción de la ley
penal es una repetición del principio consagrado en la Constitución, y algunas
veces aparece anexado o bien separado del principio de irretroactividad de la
ley incriminadora.

En general se sigue usando la expresión latina (nullum poena sine lege) que
es la forma más extensiva y que viene a demostrar la complejidad del principio,
pues éste no solamente se refiere a la previsión expresa del delito, sino también
a la pena.

1. PRINCIPIO DE LEGALIDAD PENAL

El principio de legalidad penal se presenta en la doctrina con distintas


denominaciones, pero desde luego, de semejante contenido. En términos
generales el principio se refiere a la previsión legal de toda conducta humana
que pretenda ser incriminada, y a esto en puridad se le llama Principio de
Legalidad. Sin embargo, hay otros que prefieren adjetivarlo como forma de
reafirmación de las prohibiciones extensivas, y hablan de principio de estricta
legalidad. Tal expresión adjetivada puede servir para ocultar la idea de que la
estricta observancia de la ley se halla limitada a lo que defina la incriminación

72
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo II

a la que corresponda una pena, ni generando efectos sobre los llamados tipos
permisivos, que admiten analogía u otras formas de interpretación.

También se utiliza la denominación principio de reserva legal, con lo que

se refieren menos a un principio y más a un procedimiento, pues la forma de


expresión de legalidad es precisamente la reserva exclusiva de la materia a
través de la ley formal y materialmente considerada. También suele hacerse
referencia a este último concepto mucho más amplio, engloblándole los
principios de taxatividad-determinación y retroactividad de la ley penal. Tal
denominación tiene un sabor histórico que se refiere a la primera definición
que se hizo del principio de legalidad, que representaba los objetivos de los
primeros pensadores del Derecho Penal, como Beccaria, que pedía, estar
condicionada a la definición de la conducta prohibida en un acto de
conocimiento de todos, reservándose a la ley la posibilidad de hacer
imputación y la imposición de la correspondiente sanción.

Algunos hablan de reserva absoluta y relativa. Por la relativa el legislador


fija las líneas fundamentales, delegando su detalle a la administración. Por la
absoluta, sólo la ley penal puede regular la materia penal.

Hay muchas legislaciones y Constituciones que establecen en un solo


texto reglas relativas a los principios de legalidad, anterioridad e irretroactividad
de la ley penal incriminadora. Muñoz Conde se refiere al principio de
intervención legalizada, a través del cual se pretende evitar el ejercicio arbitrario
e ilimitado del poder punitivo; supone un freno para la política muy pragmática
que decida acabar a toda costa con la criminalidad y movida por razones
defensistas o resocializadoras demasiado radicales, que sacrifique las garantías
mínimas de los ciudadanos, imponiéndoles sanciones no previstas ni reguladas
en ley alguna.

En general las críticas se refieren a que la legalidad no es exclusividad


del derecho penal, y que la estricta legalidad está en duda, por la existencia de
la analogía in bonam partem. Se dice también que la doctrina no distingue
suficientemente la legalidad de la reserva legal. Lo primero significa la

73
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

sumisión y el respeto a la ley, o la actuación dentro de lo establecido por el


legislador. Lo segundo significa que la reglamentación de determinada materia
ha de hacerse por una ley formal. Aunque a veces se diga que el principio de
legalidad se revela como un caso de reserva relativa, aun así es de reconocer
que hay diferencia, pues el legislador, en caso de reserva de ley, debe dictar una
disciplina más específica, la cual es necesaria para satisfacer precisamente el
principio de legalidad.

2. EL PRINCIPIO DE LEGALIDAD Y EL CONCEPTO


MATERIAL DEL DELITO

La simple letra muerta de la garantía constitucional no hace mucho, sin


una vigorosa interpretación; depende mucho de la interpretación que los
jueces le den al principio constitucional y ordinario, para construir la garantía
en un factor inhibitorio o arbitrario. Independientemente del ropaje formal
que asume la normativa constitucional, las expresiones de cada orden
normativo se revelan en su interpretación con diferentes grados de
sensibilidad, tanto en la interpretación como en la obediencia que debe
prestarles, al contrastar la cuestión relativa al principio de legalidad
formalmente, con el concepto material de delito. Lo fundamental es la idea
del sistema constitucional, como fundante, representado por la Constitución
como integradora de las reglas finales del sistema.

El concepto de infracción penal deriva de posiciones diversas: por un


lado la escuela clásica (delito es un ente jurídico); la escuela positiva (delito es
un hecho humano y social); la orientación técnico-jurídica (el hecho jurídico
debe ser interpretado por el derecho sin interferencia de datos filosóficos,
sociológicos u otros que le sean extraños); teoría finalista (importancia del

74
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo II

aspecto psicológico en la llamada conducta final); teoría social de la acción (el


delito no puede ser apreciado alejado de la realidad social). Aun así, la
respuesta le da la extensión del principio de reserva, que en cuanto a la
estructura del delito depende de la integración con el principio de la
personalidad de la pena. Por supuesto que un derecho penal orientado al
espíritu de un Estado democrático de derecho no se contenta con una garantía
de legalidad que se limite al plano formal; se impone para el vigor de la
legalidad una descripción de las conductas, marcadas de rigidez definidora de
los patrones de conducta que tienen una carga de ilicitud. La fijación de los
parámetros en la conceptualización de esta rigidez de patrones de conducta
son el núcleo de estudio en la definición material de delito.

Aunque también se habla de legalidad sustancial, aparte de la formal, que


hemos mencionado, es necesario acotar que la primera vendría siendo una
especie de derecho natural, que debe ser extraída de la naturaleza de las cosas,
y en consecuencia devendría en una negación práctica de la legalidad formal o
reserva legal.

Conviene recordar que la constitucionalidad del principio de


legalidad no se limita al Derecho Penal, ni al Derecho Tributario; la legalidad
se refiere a la idea de que la ausencia expresa de prohibición determina la
permisión de la conducta; de ahí que el artículo 5 constitucional representa la
expresión de un principio de legalidad general, pues nadie puede ser obligado
a hacer o dejar de hacer cosa sino en virtud de disposición legal.

El principio de legalidad se aproxima más a una garantía constitucional


que a un derecho individual, ya que no tutela específicamente un bien, sino
asegura la particular prerrogativa de repeler obligaciones que sean impuestas
por otra vía que no sea la de la ley.

El principio de legalidad inserto en el artículo 17 de la Constitución,


garantiza por sí mismo el principio de reserva, aunque no figurase ninguna otra
disposición sobre el nullum crimen nulla poena lege en la legislación ordinaria.
Ahora bien, si está expresamente garantizado en la constitución, por qué la
necesidad de expresarlo en textos autónomos (v. art. 1º. del Código Procesal

75
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

Penal). La respuesta corresponde, en parte, a la tradicional desconfianza en la


poca tradición nacional en la interpretación y aplicación orgánica del texto
constitucional. Ni siquiera la Corte de Constitucionalidad ha abundado en
ricas interpretaciones en cuanto al principio, el que ha sido tratado sólo
tangencial y elípticamente. No debemos olvidar también que hemos tenido
varias constituciones políticas, y que tan sólo de 1945 para acá, han sido
por lo menos cuatro, lo que hace un promedio de unos 12 o menos años de
vigencia por cada una; y en cuanto a la última, la Corte de
Constitucionalidad no ha tenido ricas interpretaciones, pero ello se debe,
también en parte, a que muchos litigantes de poderosos recursos la han
transformado en una tercera instancia, al plantear amparos e
inconstitucionalidades improcedentes a toda vista.

Otras razones podrían ser invocadas, como la de que el Código Penal


representa en esencia una especie de Constitución, parafraseando a Von Liszt
que se refería a él como la Carta Magna de los delincuentes. Afortunadamente
en la actualidad son innumerables los estudios que buscan la sistematización
de la relación existente entre el derecho constitucional y las otras ramas del
derecho; casi ningún autor prescinde de por lo menos una nota introductoria
sobre las relaciones del derecho constitucional con la materia sobre la que
escriben. Nuestra constitución debe analizarse a la luz de los acuerdos de paz,
tanto más que las reformas, tanto las contingentes como las necesarias, se
hacen al margen de una elaboración exclusivamente científica.

Otro problema, ya de por sí importante, es la existencia de un


Código Penal que se promulgó con anterioridad a la Constitución, y que
por consiguiente, ignora muchos de sus principios y garantías.

76
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo II

Históricamente cabe a Feuerbach el mérito de demostrar que el


principio de legalidad además de tener fundamento político, atendía a un
criterio nítidamente jurídico penal. De la unión de las teorías de Feuerbach y
Wolf puede extraerse que la función de la amenaza penal es ejercer una
coacción psicológica general impeditiva del delito, justificándose la efectiva
aplicación de la pena, cuando alguien a pesar del conocimiento de esa amenaza,
no se abstiene de realizar el hecho prohibido y amenazado con pena; así pues,
la punición de un hecho determinado tiene como presupuesto, la anterioridad
de su incriminación y correspondiente conminación penal, en el texto de una
ley escrita y debidamente publicada. La doctrina está dividida en cuanto a
acreditar el mérito de la traducción del principio en su formulación latina a
Feuerbach, pero no puede negarse que los conceptos de Feuerbach han sido
puntos de partida de casi todos los códigos penales a partir de la segunda mitad
del siglo XIX; solamente se ha quebrantado en los países que experimentaron
un ilimitado autoritarismo del Estado a mediados de este siglo, como Alemania
nazi y algunos estados de orientación socialista.

3. JUSTIFICACIÓN JURÍDÍCO PENAL DEL PRINCIPIO

La naturaleza política del principio de legalidad es evidente, como


piedra angular del pensamiento liberal que protege al ciudadano ante el Estado,
especialmente frente al poder arbitrario de los tribunales. Se entiende que
Binding fue el primero en reconocer el doble fundamento contenido en el
principio de legalidad: jurídico y político. El fundamento político proviene de
la teoría de separación de poderes de Montesquieu:

solamente el poder legislativo está legitimado para definir el ilícito


penal; el poder judicial debe de limitarse a declarar en los casos
concretos, cuando existe o no, una conducta previamente definida
como tal;

son parte del fundamento político las prohibiciones de analogía y de utilización


del derecho consuetudinario para la definición de los delitos y penas. Tales
razones políticas sirven al principio de legalidad como punto de partida. El
criterio jurídico se puede extraer como fruto del iluminismo: el principio de

77
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

legalidad es una garantía dada al individuo contra el Estado. A esa época


corresponde un principio de legalidad que se expresa en la idea racionalista, el
hombre como ser racional, preocupado del conocimiento de las formas que
rigen su conducta, normas expresadas en leyes; del hombre preocupado de la
cosa pública, consciente de que el Estado es simplemente la suma de las
voluntades de sus miembros, junto al concepto de ley que se expresaba en esa
época como expresión suprema de la razón; como máxima garantía de libertad
individual y máxima expresión de la voluntad popular. El ciudadano,
consciente de sus derechos y obligaciones, es libre en el momento de la acción,
es libre precisamente porque conoce los límites legales de su libertad, dentro
de la que el individuo no puede estar sometido a injerencia alguna, ni del
Estado. Pero para que pueda disfrutar de esa esfera de libertad es necesario
que conozca los límites de la misma, o sea, es necesario que conozca la ley.

Al individuo se le deben dar las posibilidades para que pueda anticipar


mentalmente su acción. Para que exista libertad, no sólo es preciso consciencia
interna, sino el conocimiento de la ley que ha de regir su voluntad. El que ignora como
debe comportarse, no puede conducirse libremente: por eso se dice que no hay libertad
sin inteligencia, o consciencia actual de la ilicitud. Conviene aclarar que previsibilidad
y conocimiento son apenas elementos del completo significado del principio de
legalidad penal. Cuando el ciudadano no puede conocer la ley en forma clara y
rígidamente determinando en sus límites se ve limitado en su derecho de acción por la
ausencia de consciencia que impulsa su libertad. Si la ley no reúne un suficiente grado
de claridad y determinación, la inseguridad jurídica debe ser entendida en el sentido de
posibilidad de previsión de la reacción estatal: al individuo se le debe ofrecer la
posibilidad de que pueda participar mentalmente su acción.

Otra implicación jurídico política de la legalidad es que es una


expresión del deseo de definición democrática de los delitos manifestada a

78
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo II

través de la reserva legal de un Estado organizado con base en el sistema de


división de poderes.

El principio de legalidad responde al pensamiento fundamental de que


se debe al carácter intenso de la reacción penal sobre la esfera de los derechos
del individuo, al hecho de ser la sanción penal el extremo del arsenal punitivo
del Estado, su imposición debe estar legitimada democráticamente. Sólo el
juzgamiento con base en leyes penales incriminadoras ciertas y reconocidas
por la aspiración popular pueden hacer que se alcance un satisfactorio nivel de
legitimidad democrática para el sistema jurídico. Al mismo tiempo, la sujeción
del juez a la ley, hace que se torne posible un control democrático sobre su
actividad. De tal manera, a un mismo tiempo, la idea de reserva de ley, como
fundamento y expresión acabada del principio de legalidad viene a representar
una superación de la antinomia existente entre justicia y seguridad jurídica. Lo
que hace imperioso afirmar que las concepciones democráticas del principio
de legalidad y la sujeción de éste a los ideales democráticos, no es simplemente
una sujeción formal. Vale decir, no basta que formalmente haya recepción
popular del contenido de una ley penal para justificar su imposición, pues aun
así, es posible que en el fondo sea una ley inadecuada a los esquemas más
exigentes y vigorosos de democracia en su aspecto material. Aun cuando la
ley sea cierta, dotada de legitimidad formal, una ley penal consagradora de la
pena de muerte para determinada categoría de delitos, no es coherente con el
ideal democrático del Estado de Derecho, donde debe hallarse inscrita la ley,
por cuanto la vida humana como valor jurídico político fundamental, no puede
ser objeto de la incidencia de leyes penales... Hay una inadecuación material
entre el factor de aceptación y la posibilidad democrática de ingreso de la ley
en el sistema jurídico; el mal de que padece esa norma es precisamente carencia
de legitimidad en sentido material.

La ley debe ser previa, clara, precisa, general y abstracta, a la cual se


someten el juez, el Estado y todos los ciudadanos. Los jueces son apenas,
según Montesquieu, las bocas que pronuncian las palabras de la ley. Solamente
cuando el precepto legal es claramente especificado y la pena conminada fuera
de cualquier duda, y a ambas se confiere amplia publicidad, puede detenerse la

79
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

pena contra el impulso del impulso delictivo, adquiriendo el principio nullum


crimen, nulla poena sine lege, el significado y la función psicológica decisiva.

II. DEFINICIÓN DE LA LEY PENAL

La definición de la Ley Penal se identifica obviamente con la de


Derecho Penal, sin embargo, desde un punto de vista meramente estricto
(strictu sensu), mientras el Derecho Penal es el género, la Ley Penal es la especie,
de tal manera que la teoría de la ley penal es, al igual que la teoría del delito, la
teoría de la pena y las medidas de seguridad, objeto de estudio del Derecho
Penal como ciencia. De tal manera pues, que aunque conceptualmente se
identifiquen, sustancialmente se diferencian; la Ley Penal es aquella disposición
por virtud de la cual el Estado crea Derecho con carácter de generalidad,
estableciendo las penas correspondientes a los delitos que define [Puig Peña,
1959: volumen I, 139]. Palacios Motta la entiende como el conjunto de
normas jurídicas que definen los delitos y las faltas, determinan las
responsabilidades o las exenciones y establecen las penas o medidas de
seguridad, que corresponden a las figuras delictivas [Palacios Motta, 1980:
99]. Y, desde del punto de vista "strictu sensu", la Ley Penal es una
norma de carácter general que asocia una sanción (pena o medida de
seguridad), a una conducta prohibida por ella (delito o falta).

III. CARACTERÍSTICAS DE LA LEY PENAL

1. GENERALIDAD, OBLIGATORIEDAD E IGUALDAD

80
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo II

Se refiere a que la ley penal se dirige a todas las personas (naturales o


jurídicas), que habitan un país, y por supuesto todos tiene la obligación de
acatarla; la ley penal entonces, resulta ser "general y obligatoria" para todos los
individuos dentro del territorio de la república, sin discriminación de raza,
color, sexo, religión, nacimiento, posición económica, social o política; y esto
nos lleva a la "igualdad" de todas las personas frente a la ley penal, con
excepción de manera "parcial" de las personas que por disposición de la ley y
razón del cargo que desempeñan gozan de ciertos privilegios como la
inmunidad y el antejuicio. Esto, consideramos, no quiere decir que dichas
personas, (como tales), estén fuera del alcance de la ley penal, también ellas
tienen absoluta obligación de acatarla porque como personas son iguales que
cualquier ciudadano y como funcionarios del gobierno son depositarios de la
ley y nunca superiores a ella. La inmunidad y el antejuicio son privilegios de
seguridad que por razón del cargo tienen algunos funcionarios públicos como:
el Presidente de la República y su Vicepresidente, los presidentes del
Organismo Judicial y Legislativo, Ministros de Estado, Diputados al Congreso
de la República, Magistrados y Jueces, Directores Generales, Gobernadores
Departamentales, Alcaldes Municipales, etc. Sin embargo, ello no significa
desde ningún punto de vista, que no se les pueda aplicar la ley penal, lo único
y excepcional es que su aplicación requiere de un procedimiento distinto al de
todos los ciudadanos. Respecto de esta característica, ver el principio de
territorialidad de la Ley Penal, que presenta en su artículo 4º. nuestro Código
Penal.

2. EXCLUSIVIDAD DE LA LEY PENAL

Se refiere a la exclusividad de la ley en la creación de Derecho Penal,


ya que de acuerdo con el principio de legalidad, de defensa o de reserva, que
contiene el artículo 1º. del Código Penal (Nullum Crimen, Nulla Poena Sine Lege),
que expresa:

"Nadie podrá ser penado por hechos que no estén expresamente


calificados, como delitos o faltas, por la ley anterior a su perpetración;

81
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

ni se impondrán otras penas que no sean las previamente establecidas


en la ley",

es decir, que sólo la ley penal puede crear delitos y establecer las penas y
medidas de seguridad para los mismos. En ese sentido, la exclusividad de la
ley penal se convierte en "advertencia" y al mismo tiempo en "garantía";
advierte que será sancionado o castigado, quien cometa cualquiera de los
ilícitos penales que abstractamente describe la Ley Penal, y simultáneamente
garantiza que nadie puede ser castigado o sancionado por un hecho que no
esté previamente establecido como delito o falta. Ver al respecto los artículos
1º. y 7º. del Código Penal.

3. PERMANENCIA E INELUDIBILIDAD DE LA LEY PENAL

Se refiere a que la ley penal permanece en el tiempo y en el espacio


hasta que otra ley la abrogue o la derogue, y mientras ésta permanezca debe ser
ineludible para todos los que habitan el territorio nacional, salvo las
limitaciones de inmunidad y antejuicio a que nos referimos anteriormente.
Resulta no sólo necesario sino también importante aclarar que cuando
hablamos de "abrogar", nos referimos a la abolición total de una ley, mientras
que al hablar de "derogar" nos referimos a la abolición parcial de una ley. A
decir del maestro hispano Luis Jiménez de Asúa, "las leyes sólo se derogan por
otras leyes". Ver a este respecto los incisos 3º. y 4º. del artículo único de las
Disposiciones Finales de nuestro Código Penal Vigente. (ver Art. 8 Dto. 2-89).

4. IMPERATIVIDAD DE LA LEY PENAL

82
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo II

Se refiere a que las normas penales, a contrario sensu de otro tipo de


normas, contienen generalmente prohibiciones o mandatos que todos deben
cumplir, no deja librado nada a la voluntad de las personas, manda hacer o
prohibe hacer, sin contar con la anuencia de la persona que sólo debe acatarla,
y en caso contrario, la amenaza con la imposición de una pena. Al respecto,
ver Parte Especial de nuestro Código Penal (Libro Segundo y Tercero del
Código).

5. ES SANCIONADORA

A pesar de que actualmente se habla de un Derecho Penal preventivo,


reeducador, reformador y rehabilitador, lo que realmente distingue a la norma
penal es la "sanción" que bien puede ser una pena o una medida de seguridad,
en ese sentido se dice que la ley penal es siempre sancionadora, de lo contrario,
estaríamos frente a una Ley Penal sin pena y obviamente dejaría de ser Ley
Penal.

6. ES CONSTITUCIONAL

Se refiere a que indiscutiblemente, la Ley Penal - como cualquier otra-


no sólo debe tener su fundamento en la Ley suprema que es la Constitución
de la República, sino debe responder a sus postulados y lineamientos políticos.
Cuando una Ley Penal contradice preceptos constitucionales, estamos frente
a una Ley Penal inconstitucional y como tal se invalida ante todos los hombres,
es decir, se excluye su aplicación "erga omnes".

IV. FORMA Y ESPECIES DE LA LEY PENAL

1. FORMAS DE LA LEY PENAL

Cuando nos referimos a las formas de Ley Penal, tomamos como

83
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

base el órgano u organismos del cual tomó vida, en ese sentido, hablamos de ley
penal formal y ley penal material; expliquémoslas:

1.1. LEY PENAL FORMAL

Es todo precepto jurídico-penal que nace del organismo (o sistema


político), técnicamente facultado para crearla, que en nuestro país es el
Congreso de la República (Organismo Legislativo), tal es el caso del Código
Penal (Decreto 17-73 del Congreso de la República).

1.2. LEY PENAL MATERIAL

Es toda disposición o precepto de carácter general acompañado de una


sanción punitiva, que precisamente no ha emanado del órgano
constitucionalmente establecido para crearla, tal es el caso de los "Decretos
Leyes", que se emiten para gobernar durante un gobierno de facto por no
existir el Organismo Legislativo.

2. ESPECIES DE LA LEY PENAL

Cuando nos referimos a las "especies" de ley penal, partimos de que en


un sistema jurídico como el nuestro, aparte del Código Penal que es nuestra
Ley Penal ordinaria, existen otros cuerpos legales que indudablemente se han
convertido en especies de la Ley Penal, como los siguientes:

2.1. LEYES PENALES ESPECIALES

84
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo II

Es el conjunto de normas jurídico penales que no estando contenidas


precisamente en el Código Penal, regulan la conducta de personas
pertenecientes a cierto fuero, o tutelan bienes o valores jurídicos específicos,
convirtiéndose en Leyes Penales especiales, tal es el caso del Código Penal
Militar, la Ley de Contrabando y Defraudación aduaneras, etc. (ver Dto. 5890).

2.2. CONVENIOS INTERNACIONALES

Son acuerdos o tratados que se llevan a cabo entre distintos países, que
contienen normas de tipo jurídico penal, y que se convierten en leyes
obligatorias para los habitantes de un país, cuando una ley interna (Decreto
del Congreso de la República) los convierte en legislación del Estado, por ser
países signatarios o suscriptores del mismo, tal es el caso del Código de
Bustamante o Código de Derecho Internacional Privado, del cual Guatemala
es signataria, y como tal ley vigente en la República, así también el Pacto de
San José (CADH).

2.3. LOS DECRETOS LEYES

Son disposiciones jurídicas que emanan con carácter de leyes del


Organismo Ejecutivo, cuando por cualquier razón no se encuentra reunido o
no existe el Congreso de la República (Organismo Legislativo) que es el órgano
constitucionalmente encargado de crear las leyes. Estos Decretos Leyes,
nacen regularmente en un estado de emergencia o en un gobierno de facto,
por ejemplo: "La Ley de Protección al Consumidor" (Decreto Ley 185), que
nació como una medida de emergencia económica en el país y en un gobierno
de facto.

V. LEYES PENALES EN BLANCO O ABIERTAS5

Su nominativo se atribuye al tratadista alemán Karl Binding; y son


disposiciones penales cuyo precepto es incompleto y variable en cuanto a su

5 Se les llama también leyes penales que necesitan complemento.

85
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

contenido, y no así en cuanto a la sanción que está bien determinada; es decir,


que son leyes penales en blanco o incompletas, aquellas en que aparece en el
Código Penal bien señalada la pena, empero la descripción de la figura delictiva
(de tipo penal), debe buscarse en una ley distinta o reglamento de autoridad
competente, a los que queda remitida la Ley Penal; claro está -asienta Sebastián
Soler- que la ley penal en blanco o abierta no cobra valor, sino después de
dictada la ley o reglamentación a que se remite, y para los hechos delictivos
posteriores a ésta, mientras tanto -dice Binding- la Ley Penal es como un
cuerpo errante que busca su alma.

En nuestro Código Penal, podemos señalar como Leyes Penales en Blanco o


Abiertas, entre otras, las siguientes:

"Artículo 305. (Contravención de Medidas Sanitarias). Quien,


infrinja a las medidas impuestas por la ley o las adoptadas por las
autoridades sanitarias para impedir la introducción o propagación de
una epidemia, de plaga vegetal o de una epizootía susceptible de afectar
a los seres humanos, será sancionado con prisión de seis meses a dos
años".

Debe buscarse en otro cuerpo legal, cuáles son y a qué se refieren esas medidas
impuestas por la ley o las adoptadas por autoridades sanitarias.

"Artículo 311. (Inhumaciones y Exhumaciones Ilegales). Quien,


practicare inhumación, exhumación o traslado de un cadáver o restos
humanos contraviniendo las disposiciones sanitarias correspondientes,
será sancionado con prisión de un mes a seis mese y multa de
doscientos cincuenta a mil quinientos quetzales".

86
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo II

Debe buscarse en otra ley cuáles son esas disposiciones sanitarias y a que tipo de
conducta se refieren.

"Artículo 426. (Anticipación de Funciones Públicas). Quien


entrare a desempeñar un cargo o empleo público sin haber cumplido
las formalidades que la ley exige, será sancionado con multa de mil a
cinco mil quetzales. Igual sanción se impondrá al funcionario que
admitiera a un subalterno en el desempeño del cargo empleo, sin que
haya cumplido las formalidades legales."

Debe buscarse cuáles son y a qué se refieren esas formalidades que la ley exige.
"Artículo 427. (Prolongación de Funciones Públicas). Quien continuare
ejerciendo empleo, cargo o comisión después que debiere cesar conforme a la
ley o reglamento respectivo, será sancionado con multa de mil a cinco mil
quetzales e inhabilitación especial de uno a dos años".

Debe averiguarse cuál es esa ley o reglamento respectivo a que se refiere la


norma.

Como se puede observar, en todos los casos citados aparece muy bien
determinada la sanción que deberá imponerse, pero para saber con precisión
a qué se refiere la conducta delictiva que amenaza la pena descrita, debe
consultarse otra ley o reglamento de autoridad competente. Se cree que se
dan con más frecuencia en las faltas o contravenciones que en los delitos.

Es importante advertir que las leyes penales en blanco o abiertas (ya


definidas), son estrictamente distintas a las que se denominan "Leyes Penales
Incompletas", porque éstas no dependen precisamente el auxilio de otra ley
o reglamento, sino más bien de una interpretación extensiva (sin caer en la
analogía), ya que en su conformación (en su estructura), son deficientes y muy
limitadas, no expresan todo lo que el legislador realmente quiso decir. Por
otro lado, tanto las Leyes Penales en Blanco, como las Leyes Penales
Incompletas, son esencialmente diferentes con las denominaciones "Lagunas
Legales", por cuanto que en estas últimas existe carencia absoluta de
regulación legal, es decir, no existe ninguna norma legal que regule

87
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

determinado tipo de conducta, entonces decimos que estamos frente a una


laguna legal.

VI. FUENTES DEL DERECHO PENAL

Se denomina "fuente" desde el punto de vista amplio (latu sensu), al


manantial natural de donde brota algo; y desde el punto de vista
estrictamente jurídico (strictu juris), nos referimos en sentido figurado al lugar
donde se origina, de donde emana, donde se produce el Derecho y en este
caso, el Derecho Penal. Se trata pues, de buscar el principio generador, el
fundamento y origen de las normas jurídico penales que constituyen nuestro
Derecho Penal vigente; generalmente los tratadistas de nuestra disciplina
hablan de fuentes directas e indirectas, fuentes reales (materiales) y formales
que son las que trataremos de explicar principiando por las dos últimas:

1. FUENTES REALES O MATERIALES (SUBSTANCIALES)

Tienen su fundamento en la realidad social de los hombres y por ende


de los pueblos, son las expresiones humanas, los hechos naturales o los actos
sociales que determina el contenido de las normas jurídico-penales, es decir,
son las expresiones y manifestaciones socio-naturales previas a la
formalización de una ley penal.

2. FUENTES FORMALES

88
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo II

Se refiere al proceso de creación jurídica de las normas penales y a los


órganos donde se realiza el mencionado proceso legislativo que de acuerdo a
la organización política del Estado de Guatemala, corresponde al Congreso de
la República básicamente, con participación del Poder Ejecutivo, que en última
instancia ordena su publicación.

3. FUENTES DIRECTAS

Son aquellas que por sí mismas tienen la virtud suficiente para crear
normas jurídicas con carácter obligatorio, son aquellas de donde emana
directamente el Derecho Penal. La ley es la única fuente directa del Derecho
Penal, por cuanto que sólo ésta puede tener el privilegio y la virtud necesaria
para crear figuras delictivas y las penas o medidas de seguridad
correspondientes. Las fuentes directas suelen dividirse en fuentes de
producción y fuentes de cognición del Derecho Penal.

3.1. FUENTES DIRECTAS DE PRODUCCIÓN

Son las integradas por la autoridad que declara el derecho, el poder que
dicta las normas jurídicas, que no es más que el Estado, a través del Organismo
Legislativo, representado por el Congreso de la República que es el lugar
donde se producen las leyes.

3.2. FUENTES DIRECTAS DE COGNICIÓN

Son las manifestaciones de la voluntad estatal, la expresión de la


voluntad del legislador, y tal y como asienta Sebastián Soler [1970: 105], la
forma que el Derecho Objetivo asume en la vida social, es decir, la fuente de
conocimiento que es precisamente el Código Penal y las Leyes Penales
especiales.

La única fuente directa del Derecho Penal es "la ley" y de esto existe
unidad de criterio tanto en la doctrina como en las distintas legislaciones
penales, en la nuestra por ejemplo, partimos del principio básico y rector del

89
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

Derecho Penal, que es el principio de legalidad que contempla el artículo 1º.,


del Código Penal por el cual nadie podrá ser penado por hechos que no estén
expresamente calificados como delitos o faltas por ley anterior a su
perpetración, ni se impondrán otras penas que no sean las previamente
establecidas en la ley. Asume le carácter de un verdadero principio necesario
para la construcción de toda actividad punitiva que pueda hoy ser calificada
como jurídica y no como un puro régimen de fuerza [Soler, 1970: 107]. De
tal manera pues, que no hay más fuente productora de Derecho Penal que la
misma "Ley Penal" que es patrimonio del poder público representado
exclusivamente por el Estado. Si queremos que la Ley Penal sea el supremo
código de la libertad, debe ser la única fuente de Derecho Penal (Francesco
Carrara).

4. FUENTES INDIRECTAS

Son aquellas que sólo en forma indirecta pueden coadyuvar en la


proyección de nuevas normas jurídico penales, e incluso pueden ser útiles
tanto en la interpretación como en la sanción de la Ley Penal, pero no pueden
ser fuente de Derecho Penal, ya que por sí solas carecen de eficacia para
obligar, entre ellas tenemos: La costumbre, la jurisprudencia, la doctrina y los
principios generales del Derecho.

4.1. LA COSTUMBRE

Como fuente del Derecho General, no es más que un conjunto de


normas jurídicas, no escritas, impuestas por el uso. Antiguamente se le
consideró también como fuente del Derecho Penal, por cuanto no existía el
Derecho escrito o era muy escaso; pero luego con la necesidad de una

90
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo II

verdadera "certidumbre jurídica" fue totalmente abandonada como tal.


Actualmente aceptar la costumbre como fuente del Derecho punitivo, sería
entrar en franca contradicción con el principio de legalidad (artículo 1º. del
Código Penal), y con el principio exclusión de analogía (artículo 7º. del Código
Penal), además de la prohibición expresa que existe de su utilización toda vez
que el artículo 2º. de la Ley del Organismo Judicial, hace prevalecer la
utilización de la ley, sobre cualquier uso, costumbre o práctica, véase, no
obstante lo dicho, el art. 66 de la Constitución.

4.2. LA JURISPRUDENCIA

Que consiste en la reiteración de fallos de los tribunales en un mismo


sentido. La jurisprudencia es el Derecho introducido por los tribunales
mediante la aplicación de las leyes, pero en sentido estricto, se da este nombre
al criterio constante y uniforme de aplicar el Derecho mostrado en las
sentencias de los tribunales de la nación [Puig Peña, 1959: 154].

En países donde se acepta la analogía, la jurisprudencia podría dar lugar


al nacimiento de nuevas normas jurídicas, empero, en legislaciones como la
nuestra, los tribunales de justicia no trabajan para crear Derecho, sino
solamente lo aplican a través de leyes escritas. Como asienta Luis Jiménez de
Asúa, la jurisprudencia es de mucha importancia para interpretar las leyes
penales y también para el nacimiento de un nuevo derecho, pero no es fuente
independiente, ni productora de Derecho Penal.
4.3. LA DOCTRINA

Es el denominado "Derecho Científico", y consiste en el conjunto de


teoría, opiniones y aun especulaciones que realizan en una materia o acerca de
un punto los juspenalistas, los doctos, los especialistas en Derecho Penal. Es
básicamente importante en la creación y desarrollo de nuestra disciplina por
cuanto que ha dado origen al denominado "Derecho Penal Científico
Colectivo" elaborado en los distintos Congresos Internacionales de Derecho
Penal, a los cuales asisten especialistas de diversos países a crear y discutir

91
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

Derecho Penal. Ésta no puede ser fuente directa productora de Derecho


Penal, aceptándose como una fuente indirecta que informa sobre los avances
de la ciencia y plantea la necesidad de nuevas reformas o nuevos cuerpos
legales con el fin de satisfacer las exigencias de un nuevo Derecho Penal
Científico.

4.4. LOS PRINCIPIOS GENERALES DEL DERECHO

Qué son los valores máximos a que aspiran las ciencias jurídicas -la
Justicia, la Equidad y el Bien Común-, tienen primordial importancia en la
interpretación y aplicación de la ley penal, pero no pueden ser fuente directa
del Derecho Penal, sencillamente porque para tratar de alcanzarlos deben
cristalizarse en la misma Ley Penal del Estado.

VII. EXÉGESIS O INTERPRETACIÓN DE LA LEY PENAL

Uno de los temas más importantes en cuanto a la teoría de la


Ley Penal, consideramos que es su interpretación, por cuanto que de
ella la mayoría de veces depende su buena o mala aplicación, y de su
aplicación depende la libertad y hasta la vida de muchas personas he aquí
la característica que hace que el Derecho Penal sea la rama más delicada de
todas las ciencias jurídicas, sin menospreciar, desde luego, a las otras
ramas del Derecho que por demás está explicar su importancia. Es tan
delicado el acto de interpretar la Ley Penal que en principio algunos clásicos
sostuvieron la tesis de que no debía ser interpretada sino únicamente aplicada;
al respecto, el Marqués de Beccaria decía:

92
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo II

"tampoco la autoridad de interpretar las leyes penales, puede residir en los


jueces criminales, por la misma razón que no son legisladores";

sin embargo, el criterio que más ha dominado hasta nuestros días es el


contrario, así, Sebastián Soler, considera que negar la necesidad de interpretar
las leyes es como negarles la aplicación o como creer que la ley actúa por si
misma o como afirmar que el acto del juez no es psíquico, sino mecánico. El
problema consiste en determinar las condiciones de validez de esa
interpretación, conforme con la naturaleza del Derecho Penal. Vicenzo
Manzini -citado por Soler- expresa que la interpretación aunque a veces
aparezca evidente, es siempre necesaria, ya que la fórmula que expresa la
voluntad de la ley tiene necesariamente carácter general y abstracto.

En nuestro ordenamiento jurídico, es la ley del Organismo Judicial en


su artículo 10 la que establece las reglas y la forma como debe interpretarse la
ley en nuestro país, el cual comentaremos en su oportunidad, más adelante.

1. DEFINICIÓN DE EXÉGESIS

La exégesis (interpretación), de la ley penal es un proceso mental que


tiene como objeto descubrir el verdadero pensamiento del legislador (teoría de
la Escuela Exegética), o bien explicar el verdadero sentido de una disposición
legal. Según opinión del profesor Palacios Motta, la interpretación Jurídica
tiene como finalidad descubrir para sí mismo (comprender) o para los demás
(revelar) el verdadero pensamiento del legislador o explicar el sentido de una
disposición legal. Sin embargo -apunta Soler al respecto-, no se investiga,
propiamente hablando, la voluntad del legislador, sino la voluntad de la ley. La
voluntad de la ley vale más que la voluntad del legislador; no basta que el
legislador quiera hacerle decir una cosa a la ley, para que ésta efectivamente la
diga. Interpretar es una operación que consiste en buscar no cualquier
voluntad que la ley puede contener, sino la verdadera. La interpretación de la
ley -para Raúl Carrancá y Trujillo-, pertenece a la estática del Derecho, mientras
su aplicación pertenece a la dinámica del mismo.

2. CLASES DE INTERPRETACIÓN DE LA LEY PENAL

93
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

Una de las clasificaciones que más acogida ha tenido en nuestro medio


es la que se plantea, desde tres puntos de vista:

2.1. DESDE EL PUNTO DE VISTA DEL INTÉRPRETE

Es decir, de quien realiza la interpretación.

2.1.1. Interpretación auténtica

Es la que hace el propio legislador, en forma simultánea o


posteriormente a la creación de la ley; es simultánea la que hace en la propia
ley, ya sea en la exposición de motivos o en el propio cuerpo legal. Como
ejemplo de ésta tenemos el artículo 27 del Código Penal, incisos 2, 3, 14, 23 y
24 (Circunstancias Agravantes), en el que el legislador explica que debe
entenderse por Alevosía, Premeditación, Cuadrilla, Reincidencia y
Habitualidad. Lo más importante de esta clase de interpretación es que es
obligatoria para todos.

2.1.2. Interpretación doctrinaria

Es la que hacen los juspenalistas, los doctos, los expertos. Los


especialistas en Derecho Penal, en sus tratados científicos, o dictámenes
científicos o técnicos que emiten, tiene la particularidad de que no obliga a
nadie a acatarla, pero es importante porque los penalistas que conocen y
manejan la dogmática jurídica mantienen entrelazada la doctrina con la ley (la
teoría con la práctica).

2.1.3. Interpretación judicial o usual

94
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo II

Es la que hace diariamente el Juez al aplicar la ley a un caso concreto.


Esta interpretación corresponde con exclusividad a los órganos
jurisdiccionaels y la ejercitan constantemente al juzgar cada caso por cuanto
resulta ser obligatoria por lo menos para las partes. Se considera que es la más
importante y la más delicada, y en tal virtud, es conveniente que los Jueces
Penales sean obligadamente especialistas en la materia, ya que de ellos depende
en última instancia la aplicación de la recta y debida justicia penal, tarea por
demás difícil que cuando se hace con conciencia y con ciencia dignifica y
ennoblece, de lo contrario, corrompe y perjudica.

2.2. DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LOS MEDIOS PARA


REALIZARLA

Es decir cómo puede hacerse la interpretación:

2.2.1. Interpretación gramatical

Es la que se hace analizando el verdadero sentido de las palabras en sus


acepciones común y técnica, de acuerdo a su uso y al Diccionario de la Real
Academia Española.

"Esta interpretación busca también la relación de las palabras con las


otras palabras que forman el texto interpretado, tomando en cuenta
hasta los puntos y comas". [Palacios Motta, 1980: 108].

Como ejemplo de esta clase de interpretación el artículo 11 de la Ley del Organismo


Judicial establece:

"Las palabras de ley se entenderán de acuerdo con el Diccionario


de la Real Academia Española, en la aceptación correspondiente...",

y el mismo cuerpo legal dice:

"Las palabras técnicas utilizadas en la ciencia, en la tecnología o en el


arte, se entenderán en su sentido propio, a menos que aparezca

95
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

expresamente que se han usado en sentido distinto". (Corresponde al


artículo 11 actual).

2.2.2. Interpretación lógica o teleológica

Excede el marco de lo puramente gramatical, constituye una


interpretación más íntima y profunda que sobrepasa la letra del texto de la ley
para llegar a través de diversos procedimientos teleológicos, racionales,
sistemáticos, históricos, político-sociales. etc., al conocimiento de la "ratio
legis" (razón legal), para la cual fue creada la ley, es decir, el fin que la ley se
propone alcanzar, lo cual es tarea del juzgador. La interpretación tiene carácter
teleológico, no porque el interprete se proponga fines al aplicar la ley , sino
porque trata de conocer y realizar los fines que la ley contiene, que son valores
objetivos. "Frente a los valores no hay libre albedrío", dice Aloys Mullur, ante
el fin de la ley, el Juez sólo un fin puede proponerse, el de hacerla valer [Soler,
1970: 140]. Cuando agotada la interpretación gramatical, existen pasajes
obscuros que sea necesario aclarar, el artículo 10 de la Ley del Organismo
Judicial presenta varias reglas de interpretación atendiendo a un orden
específico, desde la interpretación lógica (teleológica), hasta la interpretación
por medios indirectos. El precepto legal dice: El conjunto de una ley servirá
para ilustrar e interpretar el contenido de cada una de sus partes; pero los
pasajes obscuros de la misma se podrán aclarar, atendiendo al orden siguiente:

a) A la finalidad y al espíritu de la misma;

b) A la historia fidedigna de su institución (Interpretación histórica);

c) A las disposiciones de otras leyes sobre casos análogos

96
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo II

(Interpretación analógica); y

d) Al modo que aparezca más conforme a la equidad y a los principios


generales del Derecho (Interpretación por medios indirectos).
2.3. DESDE EL PUNTO DE VISTA DEL RESULTADO

Es decir, qué se pretende obtener con la interpretación:

2.3.1. Interpretación declarativa

Se dice que la interpretación es declarativa, cuando no se advierte


discrepancia de fondo ni forma entre la letra de la ley y su propio espíritu; de
tal manera que la tarea del interprete aquí, es encontrar plena identificación y
absoluto acuerdo entre la letra de la ley y el espíritu para la cual fue creada.
Debe concordar la interpretación gramatical con la interpretación lógica.

2.3.2. Interpretación restrictiva

Se da cuando el texto legal dice mucho más de lo que el legislador


realmente quiso decir; con el fin de buscar verdadero espíritu de la ley, ha de
interpretarse restrictivamente, limitando o restringiendo el alcance de las
palabras de modo que el texto legal se adecue a los límites que su espíritu exige.

2.3.3. Interpretación extensiva

Se da cuando el texto legal dice mucho menos de lo que legislador


realmente quiso decir; con el fin de buscar el verdadero espíritu de la ley, ha de
interpretarse extensivamente, dando al texto legal un significado más amplio
(extenso) que el estrictamente gramatical, de modo que el espíritu de la ley se
adecue al texto legal interpretado.

2.3.4. Interpretación progresiva

Se da cuando se hace necesario establecer una relación lógica e


identificar el espíritu de la ley del pasado con las necesidades y concepciones

97
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

presentes, de tal manera que sea posible acoger al seno de la ley información
proporcionada por el progreso del tiempo, (esto mientras no sea necesario
reformar, derogar o abrogar la ley) ya que la "ratio" de la ley siempre debe
actualizarse.
VIII. LA ANALOGIA Y LA INTERPRETACIÓN ANALÓGICA Iniciamos
la exposición del tema con una clara y sustancial diferencia aceptada por la
doctrina científica y compartida por la mayoría de legislaciones penales del mundo,
incluyendo la nuestra; mientras que la analogía está prohibida, la interpretación
analógica está permitida; expliquémoslas:

La analogía es la semejanza entre cosas e ideas distintas, cuya aplicación


se admite en algunas ramas del Derecho (Civil, Mercantil, Administrativo) para
resolver un caso no previsto por la ley, mediante otro que siendo análogo o
similar si está previsto. Para que exista analogía se requiere entonces de una
"laguna legal", es decir, de un caso que no esté previsto en la ley penal como
delito o falta, y luego que exista otro que si estando previsto sea similar o
análogo al no previsto y se pretenda juzgarlo de la misma manera, tratando de
integrar (no de interpretar) la ley penal.

Se dice históricamente que la analogía fue admitida en el Derecho


Penal antiguo, principalmente en el Derecho Penal Romano y Canónico:
actualmente todavía es admitida en legislaciones penales como la ley de Rusia,
Dinamarca, Rumania, Albania, China Popular, Corea del Norte y Hungría,
donde se halla establecida en la ley.

En Guatemala, el artículo 7º. del Código Penal establece: (Exclusión


de Analogía) "Por analogía, los jueces no podrán crear figuras delictivas ni
aplicar sanciones". Tiene como fundamento el principio de legalidad del
artículo primero, de tal manera que usar la analogía como un recurso para

98
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo II

integrar la Ley Penal frente a una laguna legal (caso atípico), es absolutamente
prohibido porque vulnera el principio de defensa o de reserva que es la base
de nuestro ordenamiento jurídico penal; criterio que compartimos a fin de
evitar arbitrariedad en que pudiera caer el criterio judicial. A pesar de ello,
aceptamos comprensiblemente que la doctrina y la jurisprudencia se muestren
favorables a la aceptación de la analogía en el campo de las eximentes y
atenuantes de la responsabilidad penal y en las causas que extinguen el delito
o la pena, por cuanto se trata de normas que no afectan las garantías jurídico
penales de la persona (analogía Ad Bonam Partem).

En cuanto a la interpretación analógica, ésta es permitida como un


recurso interpretativo, que consiste en una interpretación extensiva de la Ley
Penal cuando buscando el espíritu de la misma encontramos que el legislador
se quedó muy corto en la exposición del precepto legal; en esté orden de ideas
existe una sustancial diferencia entre la "Analogía" y la "Interpretación
Analógica". En la analogía existe ausencia absoluta de una disposición legal
que regule el caso concreto mientras que en la interpretación analógica si existe
un precepto legal que regula el caso pero de manera restringida, lo cual se
desprende de su espíritu, por lo que debe interpretarse extensivamente sin caer
en la analogía. La analogía por sí sola pretende integrar la Ley Penal cuando
no existe regulación penal para el caso concreto; lo cual es prohibido; mientras
que la interpretación analógica pretende interpretar la Ley Penal cuando el caso
está previsto, lo cual es permitido.

IX. CONCURSO APARENTE DE LEYES


O NORMAS PENALES

En la doctrina, la mayor parte de tratadistas incluyen el estudio de este


tema dentro de la "Teoría General del Delito" y específicamente, cuando se
refieren al "concurso de delitos", sin embargo, compartimos la opinión del
maestro guatemalteco Palacios Motta al decir que es un tema de singular
importancia dentro de la "Teoría General de la Ley Penal" y así es como lo
contempla el programa oficial de Derecho Penal en nuestra Facultad.

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De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

Existe unidad de criterio entre los penalistas en cuanto a que el normativo


"Concurso de Leyes" adoptado por vez primera en Alemania por
Merkel, no es el más adecuado ya que en realidad el concurso no es más que
"aparente" toda vez que no existe una mera concurrencia de leyes que regulen
el caso concreto, porque la aplicación de una excluye necesariamente la
aplicación de otras; a decir de Cuello Calón, una ley excluye a otra cuando
ambas pueden ser aplicadas a un caso concreto. Regularmente puede parecer
sencilla la tarea de "tipificar", encuadrando una conducta delictiva a un tipo
penal concreto de los que presenta el Código Penal en su parte especial; sin
embargo, se presenta el problema cuando una misma conducta delictiva esta
aparentemente comprendida dentro de la esfera de influencia de dos o más
normas penales que la regulan, dando la impresión de que se hubiese regulado
dos o más veces la misma situación, lo cual no es cierto; y si no se resuelve el
problema podría caerse en el absurdo jurídico de tipificar dos o más delitos,
sin que realmente se trate de un concurso de delitos. Un ejemplo del problema
de estudio lo podemos ver en lo descrito por los artículos 178 (Estupro
Agravado): y 237 (Incesto Agravado) del Código Penal, y que estudiaremos
detenidamente en la segunda parte de este libro.

1. DEFINICIÓN

Hay concurso aparente de leyes o normas penales, cuando una misma


conducta delictiva cae o está comprendida por dos o más preceptos legales
que la regulan, pero un precepto excluye a los otros en su aplicación al caso
concreto. De aquí se deducen los dos presupuestos para que exista el aparente
concurso de normas:

100
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo II

a) Que una misma acción sea regulada o caiga bajo esfera de influencia
de dos o más preceptos legales; y
b) Que uno de estos preceptos excluya la aplicación de los otros al
aplicarlo al caso concreto.

Según el maestro hispano Federico Puig Peña [Puig Peña, 1959: 313],
en este último presupuesto se encuentra la diferencia entre el concurso de leyes
o normas penales y el concurso de delitos, que pueden tener cierta similitud
ficticia, puesto que también un mismo hecho provoca la concurrencia de dos
o más preceptos pero en el concurso ideal de delitos (que explicaremos en su
oportunidad cuando tratemos la Teoría General del Delito) estos preceptos o
normas penales son compatibles entre sí, mientras que en el concurso de leyes
éstas se excluyen entre sí, o se aplica una norma o se aplica otra, no pueden
aplicarse todas al mismo tiempo.
2. PRINCIPIOS DOCTRINARIOS PARA RESOLVER EL
CONFLICTO

Realmente no ha existido unidad de criterio entre los tratadistas para


resolver el problema que plantea el concurso aparente de normas penales, y así
cada especialista propone los principios que considera más acertados; nosotros
expondremos, por más completa, la clasificación que al respecto plantea el
Doctor Luis Jiménez de Asúa, y que describe en sus "Apuntes de Derecho Penal",
Jorge Alfonso Palacios Motta.

2.1. PRINCIPIO DE ALTERNATIVIDAD

Karl Binding, considera que hay alternatividad cuando dos tipos de


delitos se comportan como círculos secantes; si las distintas leyes amenazan
con la misma pena, es indiferente qué ley ha de aplicarse, pero si las penas son
diferentes, el juez debe basar su sentencia en la ley que sea más severa.

Ernesto Beling, considera que hay alternatividad cuando dos tipos de


delito, que tutelan un bien jurídico, se excluyen entre sí, porque exigen
caracteres contradictorios. Se le criticó diciendo que si los requisitos del delito

101
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

están en contradicción, es evidente que las dos leyes no pueden aplicarse a un


mismo hecho.

Filippo Grispigni, ha hecho la crítica más seria al principio de


alternatividad y niega la existencia de los casos alternativos de leyes penales.
Grispigni dice que sólo existe aparente concurso de disposiciones penales
respecto a un hecho único y que tal concurso se da

"Cuando dos o más disposiciones de un ordenamiento jurídico vigente


en el mismo tiempo y en el mismo lugar se presentan prima facie como
igualmente aplicables a un mismo hecho, pero siendo de tal naturaleza
que la aplicación de una excluye la aplicación de la otra".
2.2. PRINCIPIO DE ESPECIALIDAD (Ley Specialis Derogat

Legi Generali)

En caso de que una misma materia sea regulada por dos leyes o
disposiciones, una general y otra especial; la especial debe aplicarse al caso
concreto. Este criterio resulta inobjetable y sólo debe determinarse cuando
una ley es especial. Se ha dicho que dos leyes o dos disposiciones legales están
en relación de general y especial, cuando los requisitos del tipo general están
todos contenidos en el especial, en el que figuran, además, otras clasificaciones
por las cuales la ley especial tiene preferencia sobre la ley general, en su
aplicación; las dos disposiciones pueden ser integrantes de la misma ley o
diferentes leyes, pueden haber sido promulgadas al mismo tiempo o en época
diversa, pero es requisito que ambas estén vigentes al tiempo de su aplicación.
Por ejemplo: El delito de monopolio del artículo 341 inciso 1º. del Código
Penal y la Ley de Protección al Consumidor.

102
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo II

2.3. PRINCIPIO DE SUBSIDIARIDAD (Lex Primarie, Derogat


Legi Subsidiarie)

Una ley o disposición es subsidiaria de otra, cuando ésta excluye la


aplicación de aquella. Tiene aplicación preferente la ley principal; tanto la ley
principal como la subsidiaria describen estadios o grados diversos de violación
del mismo bien jurídico, pero el descrito por la ley subsidiaria es menos grave,
que el descrito por la ley principal, y por esa razón, la ley principal absorbe a
la ley subsidiaria. El principio de subsidiaridad tiende a inclinarse por el delito
más grave o que está castigado con la mayor pena.

2.4. PRINCIPIO DE CONSUNCIÓN, ABSORCIÓN O


EXCLUSIVIDAD (Lex Consumens Derogat legi consumtae)

Surge cuando un hecho previsto por la ley o por una disposición legal
está comprendido en el tipo descrito en otra, y puesto que ésta es de más
amplio alcance, se aplica con exclusión de la primera. En esté caso, el precepto
de mayor amplitud comprende el hecho previsto por otro de menor alcance,
y en consecuencia debe prevalecer para su aplicación el precepto más amplio.
Por ejemplo: el delito de lesiones que se convierte en homicidio a consecuencia
de la muerte del que sufrió las mismas. El delito de daños, cuando se comete
con la intención de robar, queda absorbido por el delito de robo.

X. ÁMBITO DE VALIDEZ TEMPORAL DE LA LEY PENAL

1. CONSIDERACIONES GENERALES

Cuando la doctrina se refiere a la Ley Penal en el tiempo, lo hace con


el fin de explicar el tiempo de duración de la misma y los hechos que debe
regular bajo su imperio. Las normas penales, lo mismo que las demás normas
legales, nacen y se proyectan siempre hacia el futuro, regulando únicamente
hechos o actos humanos nacidos con posterioridad a su vigencia; es decir,
miran al porvenir no al pasado. Sólo el derecho natural, se ha dicho, está

103
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

integrado por normas permanentes o inmutables, pues todas las normas


legislativas, es decir, las normas dictadas por los hombres (incluidas las
penales), nacen, desarrollan su eficacia y mueren.

En cuanto a la eficacia temporal de validez de la Ley Penal, es el período


comprendido entre el inicio de su vigencia hasta su abrogación o derogación,
de tal forma que su ámbito de validez temporal está limitado en dos momentos:
el momento en que nace su promulgación y, el momento en que fenece por la
abrogación o derogación. Al respecto el artículo 8º. de la Ley del Organismo
Judicial establece:

"Las Leyes se derogan por leyes posteriores: a) Por declaración expresa


de la nuevas leyes; b) parcialmente, por incompatibilidad de
disposiciones contenidas en las leyes nuevas, con las precedentes; c)
totalmente, porque la nueva ley regule, por completo, la materia
considerada por la ley anterior; d) total o parcialmente, por declaración
de inconstitucionalidad, dictada en sentencia firme por la corte de
Constitucionalidad".
Así surge lo que en la doctrina se conoce como "Sucesión de Leyes", porque
indiscutiblemente, a través del tiempo, unas suceden a otras.

2. EXTRACTIVIDAD DE LA LEY PENAL

La denominada extractividad de la Ley Penal contiene una particular


"excepción" al principio general de la "irretroactividad" en cualquier clase
de ley (Penal, Civil, Administrativa, etc.), por el cual una ley sólo debe aplicarse
a los hechos ocurridos bajo su imperio, es decir, bajo su eficiencia temporal
de validez. Quiere decir entonces, que la Ley Penal, tanto formal como

104
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo II

materialmente, tiene lugar durante la época de vigencia; y para explicar la


extractividad de la misma cabe preguntarnos: ¿Es posible aplicar la Ley Penal
fuera de la época de su vigencia? La respuesta es "afirmativa" y la encontramos
en el artículo 2º. del Código Penal que dice:

"si la ley vigente al tiempo en que fue cometido el delito fuere distinta
de cualquier ley posterior, se aplicará aquélla cuyas disposiciones sean
favorables al reo, aun cuando haya recaído sentencia firme y aquél se
halle cumpliendo su condena".

En tal virtud, si es posible aplicar la Ley Penal fuera de la época de su vigencia,


pero sólo cuando favorezca al reo. Así cobra vida la Retroactividad y la
Ultractividad de la Ley Penal que trataremos de explicar seguidamente:

2.1. RETROACTIVIDAD DE LA LEY PENAL

En nuestro país la retroactividad de la Ley Penal ha tenido rango de


garantía constitucional, así el artículo 15 de nuestra Constitución Política
establece: "La Ley no tiene efecto retroactivo, salvo en materia penal
cuando favorezca al reo". La retroactividad consiste en aplicar una ley
vigente con efecto hacia el pasado, a pesar de que se haya cometido el hecho
bajo el imperio de una ley distinta y ya se haya dictado sentencia. Cuando la
ley posterior al hecho se vuelve hacia atrás para juzgar dicho hecho nacido con
anterioridad a su vigencia, estamos en el caso de la retroactividad.

2.2. ULTRACTIVIDAD DE LA LEY PENAL

Con las mismas bases y principios de la retroactividad, nace la


ultractividad, que es el caso contrario siempre que favorezca al reo; así decimos
que e caso de que una ley posterior al hecho sea perjudicial al reo, entonces
seguirá teniendo vigencia la anterior, es decir, que cuando una ley ya abrogada
se lleva o utiliza para aplicarla a un caso no nacido bajo su vigencia, estamos
frente a la ultractividad.

105
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

De lo anterior se desprende que la "extractividad" de la Ley Penal que


comprende la "Retro" y la "Ultra", sólo se aplica para favorecer al reo, de lo
contrario no puede aplicarse, en tal sentido, es necesario que previamente se
establezca cual es la ley más benigna para el procesado, si la ley existente en el
momento de cometer el hecho o la que rige en el momento de dictar la
sentencia, o cuando se cumple la condena, o bien incluso una ley intermedia.

3. CASOS QUE PUEDEN PRESENTARSE EN LA SUCESIÓN DE


LEYES PENALES

Los especialistas han considerado que durante la sucesión de leyes penales en


el tiempo pueden presentarse cuatro casos que describen así:

3.1. LA NUEVA LEY CREA UN TIPO PENAL NUEVO

Quiere decir que una conducta que con anterioridad carecía de


relevancia penal (era atípica), resulta castigada por la ley nueva. En esté caso,
la Ley Penal nueva es irretroactiva, es decir, no puede aplicarse al caso concreto
porque perjudica al sujeto activo.
3.2. LA LEY NUEVA DESTIPIFICA UN HECHO

DELICTUOSO

Quiere decir que una ley nueva le quita tácita o expresamente el


carácter delictivo a una conducta reprimida o sancionada por una ley anterior.
En este caso la Ley Penal nueva es retroactiva, es decir, debe aplicarse al caso
concreto porque favorece al reo.

106
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo II

3.3. LA LEY NUEVA MANTIENE LA TIPIFICACIÓN DEL


HECHO DELICTIVO Y ES MÁS SEVERA

Se trata de una ley nueva que castiga más severamente la conducta


delictiva que la ley anterior. En este caso la Ley Penal nueva resulta
irretroactiva, es decir, no puede aplicarse al caso concreto porque es perjudicial
para el reo.

3.4. LA LEY NUEVA MANTIENE LA TIPIFICACIÓN DEL


HECHO DELICTIVO Y ES MENOS SEVERA

Se trata de una ley nueva que castiga más levemente la conducta


delictiva que la ley anterior. En este caso la ley penal nueva es retroactiva, es
decir, que puede aplicarse al caso concreto porque favorece al reo.

En cualquiera de los cuatro supuestos planteados, cuando se aplica una


ley cuya vigencia es posterior a la época de comisión del delito, estamos frente
al caso de la retroactividad; si por el contrario, cuando aún bajo el imperio de
la ley nueva, seguimos aplicando la ley derogada, estamos frente al caso de la
ultractividad.

4. LA RETROACTIVIDAD DE LA LEY PENAL Y LA COSA


JUZGADA

En nuestro país ha sido motivo de discusión la existencia de una


posible contradicción entre la Retroactividad de la Ley Penal y la
denominada "cosa juzgada" que según dicen se convierte en un obstáculo
para la aplicación de la ley más benigna al condenado, por cuanto por el caso
ya está cerrado por una sentencia ejecutoriada (que ha causado cosa
juzgada), criterio que se fundamenta en el artículo 18 del Código Procesal
Penal (Decreto 51-92 del Congreso de la República), que literalmente dice:
"Un caso fenecido no podrá ser abierto de nuevo, excepto en caso de revisión,

107
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

conforme a lo previsto en este Código".6 Y el artículo 2º. del Código Penal


(ya citado), en su parte final expresa que se aplicará la ley favorable al reo, aun
cuando haya recaído sentencia firme y aquél se halle cumpliendo su condena.

Al respecto, nosotros consideramos que si es procedente aplicar


retroactivamente la Ley Penal más benigna al condenado aun existiendo cosa
juzgada, no sólo porque científicamente prevalece la norma sustantiva sobre la
adjetiva, sino porque la retroactividad de la Ley Penal favorable al reo tiene
rango constitucional, y, desde el punto de vista legal, una norma constitucional
prevalece siempre sobre un precepto o disposición ordinaria. El Código Penal
establece en su artículo 14 el principio Indubio pro-reo la duda favorece al
imputado, en este sentido no creemos que exista legalmente contradicción
entre la retroactivdad de la Ley Penal y la cosa juzgada; la extractividad (Retro
y Ultra), que favorece al reo, debe aplicarse de manera ilimitada.

5. LEYES EXCEPCIONALES O TEMPORALES

Son las que fijan por sí mismas su ámbito de validez temporal, es decir,
que en ellas mismas se fija su tiempo de duración y regula determinadas
conductas sancionadas temporalmente, tal es el caso de las leyes de emergencia
y las leyes extraordinarias de policía. En la doctrina de un buen número de
penalistas sostienen que estas leyes no permiten la aplicación retroactiva ni
ultractiva de la ley penal, sin embargo, el ordenamiento penal guatemalteco si
lo admite, según lo establece el artículo 3º. del Código Penal que dice:

6 El recurso de revisión está regulado en los artículos del 453 al 463 del Código Procesal Penal vigente.

108
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo II

"La ley excepcional o temporaria se aplicará a los hechos cometidos bajo su


vigencia, aun cuando ésta hubiere cesado al tiempo de dictarse el fallo, salvo
lo dispuesto en el artículo 2º." (que contiene la extractividad).

Dentro de la teoría de la Ley Penal también suele hablarse de las


llamadas "Leyes Penales Intermedias", que siendo leyes temporarias se
aplican a determinados casos ocurridos con anterioridad a su vigencia, y que
son juzgados con otra ley vigente cuando la ley intermedia ya ha desaparecido;
esta aplicación sólo se hace en caso de que se favorezca al reo, que es el
principio fundamental.

XI. ÁMBITO ESPACIAL DE VALIDEZ DE LA LEY PENAL

1. CONSIDERACIONES GENERALES

Cuando la doctrina se refiere a la Ley Penal en el espacio, lo hace con


el fin de explicar el campo de aplicación que puede tener la Ley Penal de un
país determinado. La determinación del ámbito espacial de validez de la Ley
Penal es el resultado de un conjunto de principios jurídicos que fijan el alcance
de la validez de las leyes penales del Estado con relación al espacio [Soler,
1970: 148]. El ámbito espacial de validez de una ley, es mucho más amplio
que el denominado territorio (como concepto jurídico, no natural), que está
limitado por las fronteras; la Ley Penal de un país regularmente trasciende a
regular hechos cometidos fuera de su territorio, he aquí nuestro objeto de
estudio. Si una misma Ley Penal rigiera en todas partes del mundo no
existirían problemas; pero la gran variedad legislativa y jurisdiccional que existe
entre los Estados y la necesidad de que los delitos no queden sin castigo, hace
necesario que se determine el ámbito espacial de validez de la Ley Penal, para
determinar la eficacia de la misma dentro de un determinado territorio.

2. PROBLEMA DE LA EFICACIA ESPACIAL DE LA LEY PENAL

El problema de mérito, lo podemos plantear a través de la siguiente


interrogante: ¿Se puede aplicar la Ley Penal a un territorio distinto del país al

109
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

cual pertenece, es decir, se puede aplicar tanto en el espacio territorial del país
a que pertenece, como en el espacio territorial de un país extranjero?

3. PRINCIPIOS PARA RESOLVER EL PROBLEMA PLANTEADO

3.1. PRINCIPIO DE TERRITORIALIDAD

Es en la doctrina y en las legislaciones, el principio más dominante para


explicar el alcance espacial de la Ley Penal, y sostiene que la Ley Penal debe
aplicarse únicamente a los hechos cometidos dentro de los límites del territorio
del Estado que la expide, y dentro de esos limites la Ley Penal debe aplicarse a
autores cómplices de los delitos, sin importar su condición de nacional o
extranjero, de residente o transeúnte, ni la pretensión punitiva de otros
Estados. Se fundamenta en la soberanía de los Estados; por lo que la Ley Penal
no puede ir más allá del territorio donde ejerce su soberanía determinado
Estado. A este respecto el artículo 4º. del Código Penal establece:

"(Territorialidad de la Ley Penal). Salvo lo establecido en tratados


internacionales, este Código se aplicará a toda persona que cometa
delito o falta en el territorio de la república o en lugares o vehículos
sometidos a su jurisdicción".

3.2. PRINCIPIO DE EXTRATERRITORIALIDAD

Es una particular "excepción" al principio de territorialidad ya


expuesto, y sostiene que la Ley Penal de un país, si puede aplicarse a delitos
cometidos fuera de su territorio, teniendo como base los siguientes principios:
(Ver artículos 5º. y 6º. del Código Penal Vigente).

110
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo II

3.2.1. Principio de la Nacionalidad o de la Personalidad

Apareció en la legislación italiana de la edad media, según el cual,

"la Ley Penal del Estado debe aplicarse a todos los delitos cometidos
por sus ciudadanos, en cualquier lugar del extranjero, ya sea contra sus
ciudadanos o contra extranjero" [Puig Peña, 1959: 192].

Por este principio, la ley del Estado sigue al nacional donde quiera que éste
vaya, de modo que la competencia se determina por la nacionalidad del autor
del delito y tiene en la actualidad aplicación cuando se dan las siguientes
circunstancias: Que el delincuente nacional no haya sido penado en el
extranjero, y que se encuentre en su propio país. Se fundamenta en un recelo
(desconfianza) existente respecto de una posible falta de garantías al enjuiciar
el hecho cometido por un nacional en un país extranjero. Ver artículo 5º.
inciso 3º. de nuestro Código Penal.

3.2.2. Principio Real, de Protección o de Defensa

Fundamenta la extraterritorialidad de la Ley Penal, diciendo que un


Estado no puede permanecer aislado frente a ataques contra la comunidad que
representa por el solo hecho de que se realicen en el extranjero; de tal manera
que la competencia de un Estado para el ejercicio de la actividad punitiva, está
determinada porque el interés lesionado o puesto en peligro por el delito sea
nacional. Típico ejemplo es la falsificación de moneda nacional en el
extranjero. Su finalidad es la defensa o protección de los intereses nacionales,
por ataques venidos desde el extranjero. Ver artículo 5º. incisos 1º. y 2º. y 6º.
de nuestro Código Penal.

3.2.3. Principio Universal o de la Comunidad de Intereses

Sostiene que la Ley Penal de cada Estado tiene validez universal,


por lo que todas las naciones tienen derecho a sancionar a los autores
de determinados delitos, no importando su nacionalidad, el lugar de comisión
del delito ni el interés jurídico vulnerado, la única condición es que el

111
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

delincuente se encuentre en territorio de su Estado y que no haya sido


castigado por este delito. Ver artículo 5º. De nuestro Código Penal.
Justicia Penal Internacional: como se indicó supra, al tratar las relaciones del
Derecho Penal con el Derecho Internacional, siempre ha existido interés en la
Comunidad Internacional por una legislación penal internacional a la que estén
sometidos los ciudadanos de todas las naciones. Posiblemente los primeros logros
concretos se aprecian con el establecimiento de los Tribunales de Guerra posteriores
a la segunda guerra mundial, específicamente el Tribunal de Nuremberg, aunque este
no era propiamente un Tribunal Internacional ya que estaba constituido por las
naciones vencedoras de aquella conflagración bélica. Con base entre otros, en el
proyecto de Bassiouni se adoptó el Estatuto de Roma, de la Corte Penal
Internacional, que se espera sea ratificado por el número suficiente de naciones para
que cobre vigor.

XII. LA EXTRADICIÓN

1. DEFINICIÓN

Es el acto en virtud del cual el gobierno de un Estado entrega al de otro


un sujeto a quien se le atribuye la comisión de un determinado delito para
someterlo a la acción de los tribunales de justicia de éste [Puig Peña, 1959:211].

2. SU IMPORTANCIA Y SU NATURALEZA

Contemporáneamente la extradición, como una institución jurídico


penal internacional, juega un papel de primer orden por cuanto-según Jiménez

112
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo II

de Asúa -, los países del mundo cada vez tienden a no ejecutar las sentencias
extranjeras, por un lado, y por otro, dada la rapidez y multiplicidad de medios
de comunicación existentes, sin la extradición los delincuentes escaparían a la
justicia penal fácilmente, con solo refugiarse en un país distinto. El Marqués
de Olivart-citado por Puig Peña-,dice:

“Proclamada la existencia de la comunidad jurídica internacional, interesa a


todos los Estados la reparación del orden y la conservación de la justicia. Si
el crimen es hoy por desgracia, un mal internacional. ¿por qué no ha de ser
también de este orden su represión: es que se pusieron las fronteras para
impedir el castigo de los facinerosos?”.

Sin embargo, no siempre fue reconocida universalmente la legalidad


de la extradición, muchos se pronunciaron en contra argumentando que atenta
contra el derecho del libre acceso al territorio de un Estado, y contra el derecho
de habitar donde se quiera, pero el criterio general hoy en día ha sido a favor
de la misma; así se ha dicho por ejemplo, que es un deber de cortesía
internacional entre los Estados (Philimore); que es un acto de reciprocidad
jurídica (Garraud); que es un acto de asistencia jurídica internacional (Von
Liszt y Kobler), que es deber de los Estados (Riquelme); sin embargo, el
argumento más generalizado y aceptado se orienta en la realización de la
defensa social contra el delito basado en un fundamento de justicia intrínseca
(Gutey, Grocio y Covarruvias).

Contemporáneamente y para la mayoría de los Estados modernos, la


extradición es una verdadera institución de Derecho, basada en tratados y
convenios internacionales y en leyes especiales sobre la materia. En
Guatemala esta institución se fundamenta en lo que establecen: el artículo 27
de la Constitución Política de la República, el artículo 8º. del Código Penal, los
artículos 34 al 381 del Código de Derecho Internacional Privado o Código de
Bustamante, que también es ley en el país, por haber sido aprobado por el
Decreto 1575 de la Asamblea Nacional Legislativa del 10 de abril de 1929 y
ratificado por el Ejecutivo el 9 de septiembre del mismo año. Para el Código

113
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

de Bustamante, la extradición es un acto de asistencia jurídica internacional


por medio de la cual los Estados se prestan un auxilio penal a nivel mundial.

3. CLASES DE EXTRADICIÓN

Doctrinariamente, esta institución se ha clasificado de la manera


siguiente:
a) Extradición activa. Se da cuando el gobierno de un Estado, solicita
al otro, la entrega de un delincuente (Extradición propia).

b) Extradición pasiva. Se da cuando el gobierno de un Estado,


mediante la solicitud de otro, entrega a un delincuente para que sea
juzgado en el país requirente (Extradición Propia).

c) Extradición voluntaria. Se da cuando el delincuente


voluntariamente se entrega al gobierno del Estado que lo busca para
someterse a la justicia penal (Extradición improrpia).

d) Extradición espontánea. Se da cuando el gobierno del Estado donde


se encuentra el delincuente, lo entrega espontáneamente sin haber sido
requerido para ello con anterioridad.

e) Extradición en tránsito. No es más que el "permiso" que concede el


gobierno de un Estado para que uno o más delincuentes extraditados
pasen por su territorio, por lo que el Código de Derecho Internacional

114
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo II

Privado (de Bustamante), lo considera como mero trámite


administrativo en su artículo 375.7

f) La reextradición. Surge cuando un primer Estado pide la entrega al


país que lo había extraído, basándose (el tercer Estado), en que el
delincuente cometió un delito en su territorio antes que cometerlo en
el país que logró primero su extradición.

Para resolver el problema que se puede dar con la extradición, el Código de


Derecho Internacional Privado establece:

"Si varios Estados contratantes solicitan la extradición de un


delincuente por el mismo delito, debe entregarse a aquél en cuyo
territorio se haya cometido primero" (Artículo 347);
"Si todos los hechos imputados tuvieren igual gravedad será preferido

el Estado contratante que presente primero la solicitud de extradición.


De ser simultáneas, decidirá el Estado requerido, pero debe conceder
la preferencia al Estado de origen o, en su defecto, al del domicilio del
delincuente, si fuere uno de los solicitantes" (Artículo 349).

4. FUENTES DE EXTRADICIÓN

Se ha dicho en la doctrina jurídica que las primeras formas de


extradición datan del antiguo Oriente donde existieron viejos convenios sobre
la misma, sin embargo, considera que la extradición tuvo o su origen en la
costumbre y la reciprocidad, y luego fue perfeccionada en los tratados
internacionales y en las leyes internas de los diversos Estados; de ahí que las
principales fuentes de esta institución las encontramos en el Derecho Interno
y en el Derecho Internacional.

7 El tránsito de la persona extraditada y de sus custodios por el territorio de un tercer Estado


contratante se permitirá mediante la exhibición del ejemplar original o de una copia
auténtica del documento que concede la extradición.

115
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

4.1. DERECHO INTERNO

Dentro de este Derecho la extradición tiene su fuente en los Códigos


Penales (Artículo 8º. Código Penal de Guatemala), y en las leyes penales
especiales sobre la misma.

4.2. DERECHO INTERNACIONAL

Dentro de este Derecho tenemos:

a) Los tratados de extradición. Constituyen la más importante fuente


ordinaria, que consiste en acuerdos o convenios que se llevan a cabo
entre los gobiernos de diferentes Estados, y por el cual se obligan
recíprocamente a entregarse determinados delincuentes previo a
cumplir ciertos trámites; y,

b) Las declaraciones de reciprocidad. Generalmente surgen cuando


no existen tratados de extradición, en las cuales se conviene en que el
Estado demandante (de la extradición), se compromete con el requerido conceder la
extradición cuando exista un caso análogo, (hoy por mi mañana por ti).

5. PRINCIPIOS QUÉ RIGEN LA EXTRADICIÓN COMUNES A


TODOS LOS TRATADOS

Generalmente todos los tratados de extradición contemplan los siguientes


principios:

116
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo II

a) La no entrega de nacionales (por razones de dignidad nacional, salvo pacto de


reciprocidad).

b) La exclusión de faltas o contravenciones, es decir, sólo opera para los delitos


o crímenes.

c) La exclusión de los delitos políticos o comunes conexos.

d) La exclusión de delincuentes político-sociales.

e) La exclusión de desertores.

f) La no aplicación de pena distinta al extraditado, de la que dice la Ley Penal


Interna.

Los países que han celebrado tratados de extradición con Guatemala


son los siguientes: Bélgica, España, Estados Unidos, México y las Repúblicas
Centroamericanas.

6. PRINCIPIOS OBSERVADOS EN LOS TRATADOS FIRMADOS


POR GUATEMALA

Generalmente los tratados internacionales firmados por Guatemala, con


respecto a la extradición, han contenido los siguientes elementos:
6.1. CON RESPECTO AL DELITO

a) Fuera del Tratado no hay delito por los que puede concederse la
extradición (Nulla Traditio Sine Lege); doctrina dominante, considera
que cuando el delito por que se persigue al delincuente no esté
consignado expresamente en el Tratado, basta el exilio a que se somete
el propio delincuente como pena para el mismo.

b) No podrá concederse la extradición cuando el hecho no esté calificado


como delito por la ley nacional y la ley de los países suscriptores.

117
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

c) Podrán ser objeto de extradición sólo los procesados por delitos cuya
pena sea mayor de un año de prisión. Y, generalmente se concede u
otorga en delitos que atentan contra la vida, contra la propiedad, contra
el pudor, contra la fe pública, contra la libertad y seguridad individual.

d) Sólo procede la extradición en caso de delitos comunes, se excluyen


los delitos políticos y comunes conexos. Franz Von Liszt considera
que con este principio se deja actuar impunemente al delincuente
político que desde otro país conspira sin ninguna preocupación en
contra de su patria. La mayoria de especialistas se pronuncian a favor
de este principio por cuanto que el delito político sólo afecta al
gobierno de turno, por un lado, y por otro no constituye peligro alguno
para el país donde se refugia.

e) No se concede la extradición por delitos sociales; considerándose


como delincuente social aquel que atenta contra la organización
institucional del Estado. Un fuerte sector de la doctrina considera que
estos delitos si deben ser objeto de extradición.

f) La deserción como delito del fuero penal militar no puede ser objeto
de extradición.

g) No se puede conceder la extradición por faltas.

6.2. CON RESPECTO AL DELINCUENTE

a) Por la extradición se pueden entregar a los autores y cómplices de los delitos


comunes, se exceptúan los desertores, los delincuentes políticos y ante todo,
la entrega de connacionales. La mayoría de países regulan la no entrega de sus

118
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo II

nacionales, salvo casos de países como Inglaterra y Estados Unidos que si lo


admiten. El Código de Derecho Internacional Privado o de Bustamante,
establece que: "los Estados contratantes no están obligados a entregar a sus
nacionales"; y Guatemala es signataria de éste Código; no obstante lo hace con
países con los que tiene tratado.

b) Los delincuentes militares tampoco pueden ser extraídos cuando sus hechos
se asimilen o asemejen a la delincuencia política.

c) Quedan excluidos los delincuentes políticos.

6.3. CON RESPECTO A LA PENA

a) En ningún caso se impondrá o se ejecutará la pena de muerte por delito


que hubiese sido causa de extradición (Artículo 378 del Código de
Bustamante). Los países que han suprimido la pena de muerte de su
legislación penal interna, al firmar un tratado de extradición
condicionan la entrega del delincuente a que se conmute dicha pena
por la inmediata inferior, en caso contrario la extradición no se
concede.

b) La extradición no se concede cuando el acusado ha sido absuelto o


cuando la acción penal para perseguir el delito o para ejecutar la pena
ya prescribió, o cuando la pretensión penal del Estado se extinguió por
cualquier motivo (Artículo 358 y 359 del Código de Bustamante).

119
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

Capítulo Tercero DEL DELITO

I. DISTINTAS ACEPCIONES
TERMINOLÓGICAS

El delito como la razón de ser del Derecho Penal, y como razón de la


existencia de toda actividad punitiva del Estado, al igual que el mismo Derecho
Penal, ha recibido diversas denominaciones a través de la evolución histórica
de las ideas penales, atendiendo a que siempre ha sido una valoración jurídica,
sujeta a las mutaciones que necesariamente conlleva la evolución de la
sociedad; se sabe que aún en el Derecho más lejano, en el antiguo Oriente:
Persia, Israel, Grecia y la Roma primitiva, se consideró primeramente la
valoración objetiva del delito, castigándolo en relación al daño causado, es
decir, tomando en cuenta el resultado dañoso producido, juzgado
ingenuamente hasta las cosas inanimadas como las piedras, en la
Edad Media todavía se juzgaba a los animales, y cuenta el profesor español
Luis Jiménez de Asúa que hasta hubo un abogado que se especializó en la
defensa de las bestias. Fue en la culta Roma donde aparece por vez primera la
valoración subjetiva del delito, es decir, juzgando la conducta antijurídica
atendiendo a la intención (dolosa o culposa) del agente, como se regula
actualmente en las legislaciones penales modernas.

Refiriéndose al delito, en la primigenia Roma se habló de Noxa o


Noxia que significa daño, apareciendo después en la culta Roma para identificar a la
acción penal, los términos de: Flagitium, Scelus, Facinus,
Crimen, Delictum, Fraus y otros; teniendo mayor aceptación hasta la Edad
Media los términos "Crimen y Delictum". El primero exprofesamente para

120
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo II

identificar a las infracciones o delitos revestidos de mayor gravedad y


castigados con mayor pena, y el segundo para señalar una infracción leve, con
menos penalidad.

Actualmente en el Derecho Penal Moderno y especialmente en nuestro medio


de cultura jurídica se habla de: delito, crimen, infracción penal,

121
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

hecho o acto punible, conducta delictiva, acto o hecho antijurídico, hecho o


acto delictuoso, ilícito penal, hecho penal, hecho criminal, contravenciones o
faltas.

Con respecto a esta terminología la técnica moderna plantea dos


sistemas: el sistema bipartito que emplea un solo término para las
transgresiones a la Ley Penal graves o menos graves, utilizándose la expresión
"Delito" en las legislaciones europeas, principalmente germanas e italianas; y
se emplea el término "Falta" o "Contravención" para designar las
infracciones leves a la ley penal, castigadas con menor penalidad que los delitos
o crímenes. El segundo sistema utiliza un solo término para designar todas
las infracciones o transgresiones a la ley penal, graves, menos graves o leves
(crímenes o delitos, y faltas o contravenciones), y a decir del penalista español
Federico Puig Peña, es la técnica italiana la que más ha predominado al
respecto, utilizando la expresión "Reato". Tomando en consideración la
división que plantea el Código Penal vigente en Guatemala podemos afirmar
que se adscribe al "Sistema Bipartito", al clasificar las infracciones a la ley penal
del Estado en "Delitos y Faltas".

II. NATURALEZA DEL DELITO

Ha resultado realmente difícil para los distintos tratadistas de la


materia, en todas las épocas y diversos lugares, abordar el tema de la naturaleza
del delito, buscando con ello indagar sobre la esencia del hecho punible con
validez universal y permanente; al respecto el profesor español Eugenio Cuello
Calón advierte:

Muchos criminalistas han intentado formular una noción del delito en


sí, en su esencia, una noción de tipo filosófico que sirva en todos los
tiempos y en todos los países para determinar si un hecho es o no
delictivo. Tales tentativas han sido estériles, pues hallándose la noción
del delito en íntima conexión con la vida social y jurídica de cada

122
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

pueblo y cada siglo, aquella ha de seguir forzosamente los cambios de


éstas, y por consiguiente, es muy posible que lo penado ayer como
delito se considere hoy como lícito y viceversa. Es pues, inútil buscar
una noción del delito en sí [Cuello Calón, 1957: 287].

Por su parte el profesor mexicano Raúl Carrancá y Trujillo, haciendo


eco sin duda a lo anteriormente expresado por el profesor hispano, declara
que:

Estériles esfuerzos se han desplegado para elaborar una noción


filosófica del delito, independientemente de tiempo y lugar. La
ineficiencia de tal empresa se comprende con la sola consideración de
que el delito tiene sus raíces hundidas en las realidades sociales y
humanas, que cambian según sus pueblos y épocas con la consiguiente
mutación moral y jurídico-política [Carrancá y Trujillo, 1980: 209].

El objetivo será, en palabras de Muñoz Conde,

"Crear un sistema abierto a las necesidades y fines sociales, un sistema


que sea susceptible de modificaciones cuando se presenten nuevos
problemas que no pueden ser resueltos con los esquemas tradicionales.
El punto óptimo a que debe aspirar un penalista es un equilibrio
dialéctico entre el pensamiento problemático y el pensamiento
sistemático." [Citado por Berdugo y Arroyo, 1994: 96].

Con tales exposiciones, hechas en muy parecidos términos, podemos


corroborar la profundidad filosófica del tema, sin embargo, consideramos que
para dicho análisis es menester remontarnos a los postulados de las dos más
importantes Escuelas del Derecho Penal que han existido, tal es el caso de la
Escuela Clásica y la Escuela Positiva, ya que siendo éstas el conjunto de
doctrinas y principios que tienen por objeto investigar, entre otras cosas, la
naturaleza del delito y las condiciones que influyen en su comisión, pueden
orientarnos en un marco teórico conceptual para ubicar de alguna forma la

123
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

naturaleza del delito. Los postulados más importantes de ambas escuelas que
describimos en el capítulo anterior, los sintetizamos de la manera siguiente:

1. POSTULADOS DE LA ESCUELA CLÁSICA

A mediados del siglo XIX, la Escuela Clásica del Derecho Penal, con
las doctrinas de su máximo exponente Francesco Carrara, que perfeccionó las
de su maestro Carmigniani y las de sus antecesores Giandoménico,
Romagnosi, Feuerbach, Bentham y otros, el estudio del delito alcanza según
él, su máxima perfección, considerando que la idea del delito no es sino una
idea de relación, es a saber, la relación de la contradicción entre el hecho del
hombre y la ley; al definir el delito sostiene que es:

"La infracción de la ley del Estado, promulgada para proteger la


seguridad de los ciudadanos, resultante de un acto externo del hombre,
positivo o negativo moralmente imputable y políticamente dañoso"
[Jiménez de Asúa, 1960: 251];

de esta manera asienta la doctrina clásica que el delito no es, sino un


acontecimiento jurídico, una infracción a la ley del Estado, un ataque a la
norma penal, un choque de la actividad humana con la norma penal, es en
esencia, un "Ente jurídico". En relación al delincuente se limitó a decir que
la imputabilidad moral y su libre albedrío son la base de su responsabilidad
penal; en relación a la pena sostuvieron que era un mal a través del cual se
realizaba la tutela jurídica, concluyendo por asegurar que el Derecho Penal era
una ciencia eminentemente jurídica, que para su estudio debía utilizar el
método lógico abstracto, racionalista o especulativo.

2. POSTULADOS DE LA ESCUELA POSITIVA

Cuando se creía que la Escuela Clásica había alcanzado su máximo


nivel y sus postulados parecían haber sentado las bases de un Derecho Penal

124
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

definitivo, aparece la Escuela Positiva del Derecho Penal que indudablemente


vino a revolucionar los principios sentados por los Clásicos. Sus principales
representantes fueron: Cesare Lombroso (médico y antropólogo); Enrico
Ferri (catedrático y sociólogo); y Rafael Garófalo (magistrado y jurista);
quienes en sentido contrario a los clásicos parten del estudio del delincuente.
Y estudian el delito como la acción humana resultante de la personalidad del
delincuente, quedando completamente marginada la concepción jurídica del
delito, con el aparecimiento de la Teoría del Delito Natural y Legal de Rafael
Garófalo, quien sostiene que el delito natural es la

"violación de los sentimientos de piedad y probidad, y todos los


hechos antisociales que no atacan a ninguno de estos sentimientos,
pero, que atentan contra la organización política, son delitos legales (o
políticos), que atentan contra el Estado y la tranquilidad pública".

Dentro de esa misma Escuela se generó otro movimiento impulsado por el


creador de la Sociología Criminal, Enrico Ferri, quien con un criterio
eminentemente sociológico asienta que el hecho punible o delito es:

"toda acción determinada por motivos individuales y antisociales que


alteran las condiciones de existencia y lesionan la moralidad media de
un pueblo en un momento determinado";

es así pues, como los positivistas describen el delito, jamás como un ente
jurídico, sino como una realidad humana, como un "Fenómeno natural o
social". En relación al delincuente sostenían que el hombre es imputable, no
porque sea un ser consciente, inteligente y libre, sino sencillamente por el
hecho de vivir en sociedad; en relación a la pena consideraron que era un
medio de defensa social y que ésta debía imponerse en atención a la
peligrosidad social del delincuente y no en relación al daño causado,
proponiendo las famosas medidas de seguridad con el fin de prevenir el delito
y rehabilitar al delincuente, y lo más característico de esta corriente fue
concluir que nuestra ciencia, el Derecho Penal, no pertenece al campo de

125
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

estudio de las ciencias jurídicas, sino al campo de estudio de las ciencias


naturales y que para su estudio debía utilizar el método positivo, experimental
o fenomenalista.

Con el propósito de inquirir sobre la naturaleza del delito, dentro del


campo del Derecho Penal, tenemos necesariamente que cuestionar los dos
planteamientos anteriormente expuestos, para ello y por razones de criterio
personal, principiamos nosotros por analizar la concepción de la Escuela
Positiva y luego la de la Escuela Clásica.

Con los planteamientos de la Escuela Positivista, es evidente que el


Derecho Penal pierde su autonomía al considerarlo como parte de las Ciencias
Naturales o Fenomenalistas, postura que en la actualidad no puede
mantenerse, por cuanto el Derecho Penal es una ciencia eminentemente
jurídica compuesta por un conjunto de normas que tienden a regular el
comportamiento humano para lograr la protección de ciertos valores que se
consideran esenciales para la convivencia y desarrollo social, en tal sentido el
objeto de estas normas -como lo expresamos anteriormente-, pertenecen al
campo del "Debe ser" que llevan consigo un juicio valorativo, mientras que
las ciencias criminológicas o fenomenalistas, efectivamente estudian
fenómenos naturales o reales que están sujetos a la relación de causa y efecto
por lo que pertenecen al campo del "Ser".

Si bien es cierto que las disciplinas criminológicas tiene por objeto de


estudio el delito o el crimen, en sus distintas acepciones también lo es que
éstas están constituidas por dos clases de conocimientos. Los normativos que
pertenecen al mundo del "Deber Ser" y los causal-explicativos que pertenecen
al mundo del "Ser"; al primer grupo pertenecen las disciplinas esencialmente
jurídicas (como el Derecho Penal), y al segundo las fenomenalistas (como la
criminología); es decir, que el estudio del hombre como sujeto capaz de
cometer delitos es objeto de la criminología mientras que el delito como
norma y como acción punible es objeto del Derecho Penal. La criminología
estudia al criminal como un individuo antisocial, y el Derecho Penal estudia el

126
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

crimen como delito; con este razonamiento dejamos clara la independencia


del Derecho Penal y la necesidad de su estudio, aparte de las demás disciplinas
que componen la Enciclopedia de las Ciencias Penales, y como consecuencia
entendemos que el delito no debemos estudiarlo únicamente como un
fenómeno natural o social resultante de la personalidad humana, sino también
como un fenómeno jurídico.

El planteamiento de la Escuela Clásica, basado sobre la construcción


carrariana que concibe el delito como un ente jurídico, producto de la
relación de contradicción, entre la conducta del hombre y la ley del Estado,
plantea desde ya una concepción netamente legalista, por cuanto
circunscribe a la existencia de la ley penal toda la dogmática del delito,
intentando fijar, como muchas veces se ha dicho el límite eterno de la
ilicitud. Esta concepción ha sido drásticamente criticada por no considerar
los elementos que determinan y producen el hecho antiurídico que son
ajenos a la ley penal del Estado; sin embargo ante la imposibilidad de
encontrar una noción filosófica del delito, que sea satisfactoria y valedera
para todas las corrientes de pensamiento dentro del campo del Derecho
Penal, es recomendable tener presente la concepción de la Escuela Clásica,
que si bien es cierto, no constituye una noción filosófica, sí es esencialmente
formal, ya que en todas las legislaciones penales del mundo, el delito
está supeditado a la ley; al respecto el notable penalista español Pedro
Dorado Montero [1915: 541] sostiene que todos los delitos son artificiales,
la idea y la noción del delito viene de la ley, de modo que, suprimida ésta, el
delito quedaría suprimido.

En idéntica forma razona Eugenio Cuello Calón, cuando dice que una
noción verdadera del delito la suministra la ley al destacar la amenaza penal,
sin la ley que lo sancione no hay delito, por muy inmoral y socialmente dañosa
que sea una acción, si su ejecución no ha sido prohibida por la ley bajo la
amenaza de una pena, no constituiría delito [Cuello Calón, 1957: 289]. Claro
está que el hecho de supeditar el delito a la ley, es reconocer el monopolio de
la ley para la creación de los delitos, con lo cual se está sellando el destino de

127
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

la concepción jurídica del delito, como bien lo plantea el extinto catedrático


de Derecho Penal de la Universidad Complutense de Madrid, José María
Rodríguez Devesa, al sostener que el principio de legalidad (Nullum Crimen,
Nulla Poena, Sine Lege), predetermina todo el sistema posterior, ya que una vez
admitido como axioma inconcuso, que sin ley no hay delito, y que las
conductas que quedan fuera de la ley son impunes, sólo se puede averiguar lo
que el delito es, interrogando a la misma ley, es decir, no queda otra posibilidad
que la de un concepto legal. Claro está, circunscribir el delito a lo que castiga
la ley no significa, ni puede significar la renuncia a la crítica [Rodríguez Devesa,
1979: 314].

III. CRITERIOS PARA DEFINIR EL DELITO

Actualmente existe una sobre abundancia de formas para definir el


delito, que van desde las más simples hasta las más complejas, atendiendo a
que cada corriente de pensamiento, o bien cada uno de los estudiosos que ha
sentido la inquietud por los problemas del crimen, ha planteado la suya;
nosotros ante la imposibilidad de analizar cada una de ellas por separado,
consideramos que resulta más conveniente y menos incómodo para su
comprensión agruparlas en torno a un criterio, es decir, en torno al juicio que
se ha seguido para formularlas, a fin de condensar el proceso evolutivo que
han tenido las ideas penales respecto al delito, y primordialmente corroborar
o no la validez de éstas ante el Derecho Penal moderno.

1. CRITERIO LEGALISTA

Desde la denominada Edad de Oro del Derecho Penal (principios del


siglo XIX), se deja ver un criterio puramente legalista para definir al delito; así
Tiberio Deciano, Giandoménico, Romagnosi, Einrico Pessina, Ortalán y
otros, plantean sus definiciones, sobre la base de que "El delito es lo prohibido
por la ley", concepto que por su mismo simplismo se torna en indeterminado,
y resu6lta ser demasiado amplio en la actualidad, porque cuántos actos hay

128
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

que son prohibidos por la ley, y sin embargo, necesariamente una figura
delictiva; además, desde otro punto de vista, como bien lo plantea Dorado
Montero, si no se resuelve le problema de ¿qué es lo que prohibe la ley? el
delito vendría a ser lo que quiera el legislador y ello puede conducir a absurdas
exageraciones [Dorado Montero, La Psicología Criminal en el Derecho Penal
Legislado: 228]. A finales de esa época, ya aparecen otras definiciones, como,
la del padre de la Escuela Clásico, Francesco Carrara, que a pesar de tener una
inclinación marcadamente legalista, incluye otros elementos, al decir que:

"Es la infracción a la ley del Estado promulgada para proteger la


seguridad de los ciudadanos resutlante de un acto externo del hombre,
positivo o negativo, moralmente imputable y políticamente dañoso",
elementos éstos que son dignos de analizar con un criterio jurídico,
dentro del movimiento de la construcción técnica jurídica de la
infracción que analizaremos más adelante

2. CRITERIO FILOSÓFICO

La falta de trascendencia del legalismo, posiblemente por los


trastornos causados durante casi medio siglo (1850 1900) por los radicales
postulados de la Escuela Positiva en oposición a la Escuela de Juristas, hizo
que los estudiosos del crimen de la época se encaminaran por senderos más
filosóficos, tomándolos desde diversos aspectos: primeramente se hace
alusión al aspecto moral, por parte de los teólogos que identificaban al delito
con el "pecado" así se dice que Alfonso de Castro (primer penalista español)
ni siquiera utiliza al verbo "delinquir" sino habla de "pecar" y seguidamente
Francisco Julián Oudot y Pedro José Proudhom, definen el delito como "una
conducta contraria a la moral y la justicia" [Puig Peña, 1959:240] enfocándolo
inmediatamente después como violación o quebrantamiento del deber, así,
Rossi (campeón del eclecticismo francés), sostiene que el delito es "La violación
de un deber" y Pacheco dice que es "Un quebrantamiento libre e intencional de nuestros
deberes". Actualmente no podemos darle validez a ninguno de estos criterios,

129
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

primero porque el pecado, indiscutiblemente, teniendo una orientación divina,


nada tiene que ver con nuestra orientación jurídica; y, segundo, porque las
infracciones al "Deber" atienden más a normas de conducta moral, que a
normas de conducta jurídica; si bien es cierto, que ambas persiguen de alguna
forma, regular la conducta humana, las primeras carecen de sanción estatal,
mientras que las segundas cuando se refieren al delito, su característica básica
es la amenaza de la sanción del Estado.

Al no prosperar la concepción del delito, relacionando a ésta con la


moral y el deber, se intenta definirlo como "una infracción al Derecho", en este
sentido Ortolán se refiere al delito diciendo que es "la violación al Derecho",
criterios éstos que también han sido condenados al fracaso ante el Derecho
Penal contemporáneo, pues existen tantas violaciones al orden jurídico
establecido, que no necesariamente constituyen delito. Repetidas veces se ha
dicho que viola o niega el Derecho el deudor que se opone al pago de una
deuda, sin que ello sea delito; por otro lado, Ernesto Binding al plantear la
sugestiva "Teoría de Normas", sostiene que no se debe seguir hablando de
"Violación del Derecho" al realizarse un acto delictivo, puesto que el
delincuente no viola el Derecho al cometer delito sino que precisamente actúa
de acuerdo con él, al adecuar su conducta a lo que dice la norma.

3. CRITERIO NATURAL SOCIOLÓGICO

A pesar de que también estos criterios, podrían haberse analizado


dentro de los filosóficos, resulta más importante hacerlo de manera
independiente, ya que representan el criterio de una corriente de pensamiento
distinta, como es el de la Escuela Positiva del Derecho Penal.

Después de realizar un estudio casi exhaustivo del delincuente desde


el punto de vista antropológico, los positivistas italianos, se ven en la imperiosa
necesidad de definir el delito, ya que era el presupuesto para que existiera el
delincuente. La postura más notable al respecto, quizás es la adoptada por

130
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

RaFAEL Garófalo, al plantear la "Teoría del Delito Natural" tomando como


base dos clases de sentimientos, que para él fueron los más importantes (el
sentimiento de piedad y el sentimiento de prohibidad), sobre los cuales
construye la definición del delito natural así:

"Ofensa a los sentimientos altruistas fundamentales de piedad y


prohibidad en la medida en que son poseídos por un grupo social
determinado"

con ese mismo criterio lo definen tratadistas como: Colajani, Durkheim y


Enrico Ferri, éste último como creador de la Sociología Criminal, le da una
orientación más sociológica con el objeto de desvirtuar en parte la teoría del
delito natural, aunque en el fondo son análogas, por cuanto considera que el
delito se refiere a las

"Acciones determinadas por motivos individuales y antisociales que

alteran las condiciones de existencia y lesionan la moralidad media de


un pueblo en un momento determinado".

Como quedó expuesto anteriormente (al enfocar la naturaleza del


delito), nosotros compartimos la independencia del Derecho Penal y
sostenemos la necesidad de estudiarlo independientemente de las disciplinas
fenomenalistas que componen la enciclopedia criminólogica; por tal razón el
criterio natural sociológico para definir el delito no tiene relevancia jurídico
penal, por otro lado, estos criterios fueron en aquel tiempo adversado por casi
todos los sectores de la doctrina penal, tal es el caso de Luis Jiménez de Asúa,
quien criticó drásticamente a Rafael Garófalo tildándolo de ser un clásico
renegado y reaccionario en sus ideas; por su parte Bernardino Alimena
[Alimena, 1915: 294], consideró la Teoría del Delito Natural, como arbitraria,
inútil y falsa ante la historia y psicología, porque es imposible hacer un catálogo
exacto de los sentimientos en que las ofensas a los mismo determinen el delito
natural.

131
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

4.CRITERIO TÉCNICO JURÍDICO

Una vez superada la crisis por la que atravesó el Derecho Penal en la


segunda mitad del siglo XIX, cuando estuvo sometido a las más exageradas
especulaciones del positivismo, principia a renacer la noción jurídica del delito,
con el movimiento denominado "Técnico Jurídico", que nació en Alemania
y más tarde se extendió a Italia y luego a otros países de Europa. Dicho
movimiento, fruto de la dogmática alemana y del empleo del método analítico,
se aparta de los extremos positivistas, para dedicarse de lleno al examen lógico
del delito, dando vida a lo que en la doctrina se ha denominado "La
construcción técnico jurídica de la infracción" que al decir del notable
jurista español Federico Puig Peña (de quien tomamos el posterior enfoque),
se sintetiza maravillosamente en la "Teoría Jurídica del Delito", que alcanza plena
relevancia dentro del Derecho Penal, hasta el extremo de que casi ha venido a
resumirse en ella [Puig Peña, 1959: 246 y siguientes].

El inicio de esta nueva corriente, que se desarrolla en varias etapas, las

cuales trataremos de describir cronológicamente (nombrando a sus


exponentes y sus principales aportaciones al Derecho Penal moderno) puede
principiar a contarse desde las aportaciones sobre el delito hicieron los
penalistas alemanes: Bohemero, que construye la teoría del delito sobre bases
estrictamente jurídicas; Ernesto Binding, que con su "Teoría de las Normas",
intenta llenar el vacío técnico de la Teoría Filosófica; y el precursor de la
Escuela Sociológica Alemana, profesor de la Universidad de Berlín, Franz
Von Liszt que en el año de 1881 define el delito como "Acción antijurídica
y culpable castigada con una pena".

La definición de Von Liszt se mantiene inalterable, hasta el año de


1906 cuando el profesor alemán Ernesto Beling, en su trabajo "Teoría del
Delito" (Die Lehre Von Verbrechen), descubre la tipicidad como uno de los
caracteres principales del delito. Beling sostiene que la construcción del delito
debe tomar sus elementos de la legislación positiva, que nos presenta tipos

132
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

(figuras de delito); o sea el concepto formal que por abstracción hace el


legislador de los diversos hechos que son objeto de la Parte Especial de los
Códigos Penales. Basándose en la tipicidad define al delito así:

"Es una acción típica, contraria al derecho, culpable, sancionada con


una pena adecuada y suficiente a las condiciones objetivas de
penalidad".

Sus principales aportes pueden resumirse así:

a) A pesar de que muchos años atrás, lo había hecho Carrara se le


atribuye haber introducido la Tipicidad (Tatbestand o deliktypos),
como elemento esencial del delito, tomándolo como concepto formal,
que al igual que la acción no es valorativo, sino descriptivo, es decir,
que pertenece a la ley y no a la vida real.

b) Considera la antijuricidad como característica sustantiva e


independiente a la noción del delito, separada totalmente de la
tipicidad, ya que hay acciones típicas que no son antijurídicas, sin que
por ello dejen de ser típicas. Sostiene la tesis de que todo lo subjetivo
pertenece a la culpabilidad, siendo los restantes elementos de índole
objetiva.

c) Considera a la punibilidad como elemento del delito, puesto que éste


debe sancionarse con una pena adecuada.

d) No considera constituido el delito, si no quedan satisfechas las


condiciones objetivas de punibilidad.

Es de hacer notar que en la construcción jurídica del delito que


presenta Beling, los elementos característicos del hecho punible operan en
forma autónoma e independiente, por lo que se hizo acreedor a diversas
críticas tanto en la doctrina alemana como extranjera, atacando según decían,

133
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

la abstracta y complicada terminología que emplea en la confusa teoría de los


tipos (la tipicidad, asiento y base de su construcción) y la consignación de las
condiciones objetivas de punibilidad, que además de ser imprecisas
(criticaban), no pueden ser independientes; por lo que la hicieron caer en el
olvido.

En el año de 1915 el también profesor alemán Max Ernesto Mayer


toma nuevamente la definición de Ernesto Beling, actualizándola y
retocándola, define el delito como: "Acontecimiento típico antijurídico e
imputable". Sus principales aportes, son los siguientes:

a) Hace un notable aporte a la "Teoría de la Antijuricidad" con su doctrina


de "Las Normas de Cultura" (Kultur-Normen), considerando que el
orden jurídico, es un orden de cultura y concibe la antijuricidad como
una infracción a esas normas.

b) Sintetiza la definición de Beling, eliminando de ella lo relativo a la


punibilidad, con el fin de ganar pureza lógica y construcción técnica.

c) No considera a la acción como elemento independiente a la tipicidad,


sino dentro de la tipicidad estudia la acción (acontecimiento)

d) El descubrimiento de los elementos normativos del tipo, rompe la


neta distinción entre la tipicidad y la antijuridicidad, destruyendo las
barreras entre lo objetivo y lo subjetivo, estimando que la tipicidad es
ratio cognoscendi de la antijuricidad, poniendo en duda la independencia
de los elementos del delito [Rodríguez Devesa, 1979: 321].

En el año 1931, el distinguido maestro de Munich Edmundo Mezger


da una acabada construcción a la teoría jurídica del delito, al extremo que se
consideró como el estudio más perfecto hecho sobre la misma.

En principio define el delito como "Acción típicamente antijurídica


y culpable" eliminando como lo hizo Max Ernesto Mayer, el hecho de que

134
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

esté sancionada como una pena, y luego después sometiendo a revisión su


propia doctrina, presenta la definición en forma tricotómica, al decir que el
delito es "La acción típicamente antijurídica, culpable y amenazada con
una pena". Sus principales aportes son:

a) La teoría del tipo planteada por Beling, la ofrece no como medio de


conocimiento, sino como la razón esencial (Ratio essendi) de la propia
antijuricidad (estudió la teoría del tipo dentro de la teoría de la
antijuricidad), razonando que en toda acción antijurídica, para que
tenga relevancia jurídico penal es necesario que exista un poderoso
elemento, cual es el tipo; es por eso que se dice que se necesita de
acciones típicamente antijurídicas; así la tipicidad queda absorbida por
la antijuricidad.

b) Para él la antijuricidad encuentra su expresión en dos notas: la cualidad


de ajustarse la acción al tipo (que ya de por sí es antijurídico), y la
de no estar comprendida en ninguna de las causas de justificación.

c) Concibe como elemento fundamental la culpabilidad, bajo tres


aspectos: la imputabilidad, las formas de culpabilidad y la inexistencia
de causas de exclusión de la culpabilidad.

d) Destaca la relación que existe entre los elementos del delito poniendo
de relieve la "Teoría de la Identidad" desechando por completo el sistema
de la pura separación (Teoría de la Coordinación) de Beling.

Con relación a la exposición planteada, Federico Puig Peña [1959: 257


y 258] señala: Como todas las obras de gran relieve, la teoría jurídica del delito
ha dado vida a entusiasta partidarios y encarnizados enemigos. Los primeros
la presentan como el ejemplo más acabado de la técnica que el pensamiento
penal puede producir. Los segundos, la motejan de artificiosa, plagada de
abusos de la lógica formal, llena de distinciones y sutilezas que empañan la
clara visión del Derecho y, sobre todo, inútil por cuanto reducida al

135
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

simplicismo moderno, no ha hecho más que remozar con nueva terminología


la concepción de la Escuela Clásica. Realmente es el momento de aclarar que
ni los extraordinarios elogios, ni los hoscos reproches le cuadran. Basta decir
que ocupa una señalada posición en el pensamiento penal moderno y que no
se puede desconocer:

a) Que gracias a la dogmática empleada se ha llegado a una mayor pureza


en la noción jurídica del delito.

b) Que el rigor lógico con que se estudian los caracteres de la infracción


ocasionan una visión general de problema, de efectos singularísimos.

c) Que constituye un procedimiento magnífico para aplicar e interpretar


científicamente la ley penal y exponerla de un modo didáctico.

d) Que orienta de modo insuperable la técnica legislativa.

Después de este movimiento técnico jurídico para la construcción del


delito, han surgido otros en el campo del Derecho Penal, tal es el caso de la
"Escuela de Kiel" en la Alemania hitleriana, cuyos representantes son: Dahny y
Schafftein, profesores de la Universidad de Kiel, que propugnan por una
consideración totalitarista, concreta, decisionista del delito, basada en el
pensamiento del orden concreto y en un método intuitivo, para quienes el
delito es "un todo orgánico" una especie de "Bloque Monolítico" cuyos
componentes no se pueden dividir y que su esencia es la traición o la infracción
de un deber de fidelidad al Estado; teoría que no ha sido aceptada, porque si
bien es cierto que el delito no es una suma de elementos dispares, tampoco se
puede retroceder a la simplicidad primera del delito para estudiar sus
elementos.

Casi al mismo tiempo que la Escuela de Kiel, en la año 1943 surge una
"Concepción Finalista" para el estudio del delito, que penetró a América Latina,
en países como Argentina y Chile, cuyo representante máximo es el profesor

136
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

de Bonn, Hans Welzel, que lo concibe como una actividad final, porque el ser
humano puede prever en cierta extensión, mediante su conocimiento causal,
las posibles consecuencias de su actuar, plantearse diferentes metas y dirigir
su actividad para conseguirla, siguiendo un plan; de esa manera la acción se
convierte en un delito cuando lesiona el orden de la comunidad de una manera
normada en los tipos legales, es decir, si es típica y antijurídica, y si se le puede
reprochar al autor como culpable.

En su momento en España, el profesor José María Rodríguez Devesa


al revisar estos planteamientos, los rechazó por considerar que el finalismo
conduce inevitablemente a una concepción intelectualista, exclusivamente
racionalista del actuar humano, lo cual es inexacto, ya que es necesario tomar
en cuenta para fijar el marco de la pena de los estado emotivos o pasionales
esos ingredientes emocionales del acto humano, con raíces profundas en la
vida instintiva; por otro lado, expone que el desarrollo del finalismo ha
conducido a la dogmática alemana a excesos peores que los del más extremo
método analítico y que hoy acusa una fuerte reacción [Rodríguez Devesa,
1979: 325].8

Recientemente (1965-1970), en la hermana República Mexicana, se


inició la aventura de crear una nueva corriente de estudio del campo penal, la
cual a primera vista ha sido bautizada con el nombre de "Derecho Penal
Pitagórico", ya que justificados (según ellos) en la anarquía doctrinal y la
necesidad de orientar esta disciplina hacia una dimensión rigurosamente
científica, pretenden aplicar formulas matemáticas, con la ayuda de la lógica y
las computadoras para el estudio del Derecho Punitivo. Entre sus principales
representantes podemos mencionar a los profesores de Derecho Penal de la
Universidad Autónoma de México (UNAM), Olga Islas y Elpidio Ramírez.
Con relación al delito, lo pretenden definir estructuralmente con base en la
conducta (acción), la antijuricidad y la culpabilidad, trasladando el estudio de

8 Sin embargo, tuvo aceptación y gran difusión posterior en la propia España y


Europa más allá de 1970.

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De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

la tipicidad y la punibilidad de la Teoría del Delito a la Teoría de la Ley Penal,


postura que nos parece interesante, reservándonos la oportunidad de
analizarla más adelante; por ahora, y en aras de la continuidad del tema, sólo
queremos anotar que en el Derecho Penal moderno, esta corriente,
actualmente tan sólo es una especulación, por lo que no podemos darle
ninguna validez jurídica en cuanto al estudio del delito.

En nuestro medio de cultura jurídica, el criterio que mayor


trascendencia ha tenido para la definición del delito, por considerarse el más
aceptable dentro del campo penal, aún en nuestros días, ha sido el aportado
por el movimiento técnico-jurídico, en la primera mitad del presente siglo;
sobre esa base, los más prodigiosos penalistas de la época, ha construido sus
definiciones, variando únicamente la forma de plantearlas; algunas veces se
prescinde de la pena, de algún elemento característico, o bien, se añaden otros
y casi siempre se altera el orden en que quedan enunciados; pero, a la postre,
todas responden al mismo criterio; dejamos planteadas algunas de ellas:

"El delito es un acto típicamente antijurídico, imputable al culpable,


sometido a veces a condiciones objetivas de penalidad y que se haya
conminado con una pena, o en ciertos casos, con determinada medida
de seguridad en reemplazo de ella".

Luis Jiménez de Asúa

"El delito es una acción típicamente antijurídica y culpable, a la que


está señalada una pena".
José María Rodríguez Devesa

"El delito es el acto típicamente antijurídico, culpable, sometido a veces a


condiciones objetivas de penalidad, imputable a un hombre y sometido a una
sanción penal".

138
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

Raúl Carrancá y Trujillo

"El delito es una acción típicamente antijurídica, culpable y adecuada a una


figura penal".

Sebastián Soler

"El delito es la acción típicamente antijurídica y culpable".

Carlos Fontán Balestra

139
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

CUADRO SINÓPTICO DE LA TEORÍA DEL DELITO


(Versión modificada del cuadro original de E. R. Zaffaroni)

ASPECTO POSITIVO ASPECTO NEGATIVO


CONDUCTA AUSENCIA DE CONDUCTA

Es un hacer voluntario final. Tiene aspecto interno I1. Fuerza física irresistible
(proposición del fin y selección de los medios), y un
aspecto externo (puesta en marcha de la casualidad). Art. 25 inc. 2do. El sujeto opera como una masa mecánica.
Conducta es sinónimo de acción y de acto. La omisión
no existe como forma de acción o de conducta, sino 1. Puede provenir de un tercero, y en tal caso es el que antes del
tipo todas son acciones. Sin el tipo no se tercero el que realiza la acción (ej. el que es empujado distinguen las
omisiones del no hacer. contra una vidriera).

El nexo causal y el resultado son fenómenos físicos que 2. Puede provenir de una fuerza de la naturaleza (ej. el la
acompañan. que es arrastrado por el viento o por el agua). El que se somete a una fuerza física irresistible realiza una
Conducta no es sinónimo de hechos. Los hechos conducta, que es la de someterse a la fuerza. No debe pueden ser:
confundirse la fuerza física con la coacción ni con el estado de necesidad (art. 24 inciso 2do.).
Humanos:
II. Involuntabilidad a.
Voluntarios (conductas)
b. Involuntarios Es la incapacidad psíquica de la voluntad (incapacidad
c. De la naturaleza psíquica de conducta)

Conducta es carácter genérico del delito. Tipicidad, 1. Puede ser por inconsciencia (el epiléptico durante la
antijuridicidad y culpabilidad son los caracteres crisis: el sueño fisiológico, el hipnotismo). específicos del delito.
La conducta típica y antijurídica es un injusto penal. Inconsciencia es la ausencia de conciencia entendida como
función sintetizadora de las restantes funciones mentales.
No debe confundirse con la inimputabilidad por
perturbación de la conciencia.

2. Puede provenir de la incapacidad para dirigir las


acciones (ej. el que padece una afección necrológica que
le impide el control de sus movimientos). No debe
confundirse con la inculpabilidad por la incapacidad para
dirigir las acciones conforme a la comprensión de la
antijuricidad (ej. fobias, compulsiones).

TIPICIDAD ATIPICIDAD
ANTIJURICIDAD CAUSAS DE JUSTIFICACIÓN
CULPABILIDAD INCULPABILIDAD
IV. ELEMENTOS CARACTERÍSTICOS DEL DELITO

140
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

1. ELEMENTOS POSITIVOS DEL DELITO

a) La acción o conducta humana;

b) La tipicidad;

c) La antijuridicidad o antijuricidad;

d) La culpabilidad;

e) La imputabilidad;

f) Las condiciones objetivas de punibilidad; y

g) La punibilidad.

2. ELEMENTOS NEGATIVOS DEL DELITO

a) La falta de acción o conducta humana;

b) La atipicidad o ausencia de tipo;

c) Las causas de justificación;

d) Las causas de inculpabilidad;

e) Las causas de inimputabilidad;

f) La falta de condiciones objetivas de punibilidad; y

g) Causas de exclusión de la pena o excusas absolutorias.

141
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

La legislación penal guatemalteca, en cuanto a elementos negativos se


refiere, habla de "Causas que eximen de Responsabilidad Penal", y las describe así;

a) Causas de inimputabilidad (Artículo 23).

- La minoría de edad; y
- El trastorno mental transitorio.

b) Causas de justificación (Artículo 24):

- Legítima defensa;
- Estado de necesidad; y

c) Causas de inculpabilidad (Artículo 25):

- Miedo invencible;
- Fuerza exterior;
- Error;
- Obediencia debida; y - Omisión justificada.

Con respecto a los "Elementos Accidentales del Delito" nuestro Código


Penal presenta la "Circunstancia que modifican la Responsabilidad Penal", y se refiere
a las circunstancias "Atenuantes" y circunstancias "Agravantes" (ver Parte
General del Código artículos 26 y 27 del Código Penal).

V. LA TEORÍA GENERAL DEL DELITO

La teoría general del delito se ocupa de todos aquellos elementos


comunes a todo hecho punible.

En la actualidad hay acuerdo casi unánime entre los juristas, que los
elementos comunes son la tipicidad, la antijuricidad y la culpabilidad.

142
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

Sin embargo, para llegar a este acuerdo ha habido necesidad de una


larga elaboración teórica.

El que se halla dispuesto de estos elementos, no quiere decir sin


embargo, que solamente ellos sean necesarios para la conceptualización de
cualquier hecho.

Existen, coyunturalmente otros (como los elementos negativos del


injusto) que no se hallan descritos en cada tipo, sino se encuentran antepuestos
a cualquiera de ellos.

Sin la distinción entre tipicidad, culpabilidad y antijuricidad, y su


ulterior especificación mediante distinciones como las justificaciones y
exculpaciones, cualquier análisis de un hecho caería en lo sentimental, tal es el
celebre caso Mignonette.

El primer componente que aparecía claramente considerado, hasta la


época de Von Liszt fue la culpabilidad.

De acuerdo con Bustos [1989: 131] su surgimiento aparece en la Edad


Media, con la preocupación de los canonistas de establecer una relación
personal o subjetiva entre el sujeto y su hecho, lo cual era consecuencia del
sentido expiatorio y posteriormente retributivo de la pena, y se encuentra con
relativa claridad en las primeras obras sobre teoría del delito de fines del siglo
XVIII y mediados del siglo XIX.

Esas apreciaciones se refieren a una connotación de la culpabilidad


como aquello respecto de lo cual el sujeto aparece como moralmente
comprometido. Bustos [1989] y Novoa [1980: 21] indican que los autores
alemanes afirman que fue Rudolf Von Ihering (un civilista) quien separó
la contrariedad del acto con las normas jurídicas, indicando que la
juricidad o antijuricidad de un hecho es de caracter objetivo, sólo

143
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

conforme a lo señalado dentro del ordenamiento jurídico y diferente de


la mala fe o dolo de sus sujetos [Bustos, 1989: 131].

Es el mismo Bustos quien afirma que corresponde a V. Liszt trasladar


estos conceptos al Derecho Penal afirmando que la antijuricidad representa
sólo antagonismo entre el hecho realizado y el ordenamiento jurídico, con lo
que distingue dos elementos en el delito, la culpabilidad y la antijuricidad. Tales
elementos afirma Novoa, habían sido separados por el padre de la Escuela
Clásica, Carrara, evidentemente no de manera tan clara ni con la concisión de
los autores alemanes, a los que en este aspecto debe agregarse con toda
seguridad a Binding y su teoría de las normas.

En estas dos grandes categorías se han ido distribuyendo diversos


componentes, así como en la antijuricidad: acción, omisión, objetos, sujetos,
relación casual y psicológica entre ellos y el resultado. En la culpabilidad las
facultades psíquicas del autor (imputabilidad), el conocimiento del carácter
antijurídico, la exigibilidad del autor de un comportamiento distinto.

Ambas categorías con su aspecto negativo: la existencia de acción tiene


su negativo; Bacigalupo indica que la afirmación de que un determinado
suceso protagonizado por un autor en un delito dependerá por lo tanto, no de
una intuición total sino de un análisis [Bacigalupo, 1985: 13]. Agrega que la
teoría del delito tiene una tarea de mediación entre el texto legal y el caso
concreto. Trata de dar base científica a la práctica de los juristas del Derecho
Penal [Bacigalupo, 1985: 18].

La relación psicológica con el resultado y su negativo: absoluta


imprevisibilidad, las causas de justificación, la falta de facultades psíquicas en
el autor (enfermedad mental o menor de edad) excluyen la imputabilidad, son
parte de tales elementos pero solamente la culpabilidad y la antijuricidad no
permitían llegar a una diferencia entre los hechos delictivos y cualquier otro
hecho que se encontrara en contraposición con el Derecho. Sólo serían
hechos delictivos los que además se encuentren en un tipo penal, es éste el

144
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

aporte de E. Beling [Die Lehren Von Verbrechen, 1906] consiste en que todo
hecho antijurídico realizado por un autor culpable es delito. Típicas son
solamente las conductas que el legislador ha seleccionado como las más graves
e intolerables, describiéndolas en su totalidad y combinándolas con la
aplicación de una pena o medida de seguridad. La tipicidad es, pues la
adecuación de un hecho cometido a la descripción qué de ese hecho hace la
ley [Muñoz C. 1975: 4].

En cuanto a la pena como elemento, ya el mismo Liszt y otros que le


han secundado definen el delito incluyendo la siguiente forma

"Acción Culpable de un hombre imputable, que como agresión a


bienes jurídicos especialmente dignos y necesitados de protección está
conminada con una pena".

Sin embargo, la mayoría a partir de Beling, señalan que la pena no es


un elemento, sino consecuencia, y en esa virtud no se puede definir el delito a
través, o incluyendo en el concepto, a su consecuencia.

Sin embargo, es innegable que en ciertos casos, a la par de la


antijuricidad, tipicidad y culpabilidad se dan otras circunstancias (objetivas) de
las cuales depende la pena. Por no ser muy abundantes no reflejan la
necesidad de estar incluidas en la definición, ni las de su negativo: las excusas
absolutorias.

La punibilidad como posibilidad de imposición de pena, es muy


importante dentro del concepto, pero no es que se trate de un nuevo
elemento, ya que no es necesario [Bustos, 1989: 136].

Las respuestas a cuál de los elementos sea el punto de partida


o piedra angular, es lo que hace los sistemas para el estudio de la teoría.
Estudiaremos la teoría causalistas y la finalista, con sus variantes.

145
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

La conducta humana es la base de la teoría general del delito, por ser


obviamente la base de los hechos delictivos. Podemos afirmar que el Derecho
Penal guatemalteco es un derecho penal de acto, pues en términos generales
sólo la conducta traducida en actos externos puede ser considerada como
delito, generar la persecución penal y posteriormente al juicio legal, motivar la
reacción penal a través de una pena.

De todas las formas del comportamiento humano, la ley selecciona las


penalmente relevantes. La conducta delictiva, se manifiesta a través de
acciones y de omisiones. Tanto la acción como la omisión cumplen la función
de elementos básicos del delito.

1.LA ACCIÓN

La acción es todo comportamiento derivado de la voluntad, y la


voluntad implica siempre una finalidad. El contenido de la voluntad es
siempre algo que se quiere alcanzar, es decir, un fin; la acción es siempre el
ejercicio de una voluntad final.

La dirección final de la acción se realiza en dos fases, una interna y otra


externa; ambas fases de la acción es lo que se ha conocido como "iter criminis",
es decir, el camino del crimen hasta su realización final.

a) Fase interna. Ésta ocurre siempre en la esfera del pensamiento del


autor, en donde se propone la realización de un fin. Para llevar a cabo
el fin selecciona los medios necesarios; la selección sólo ocurre a partir
de la finalidad; cuando el autor está seguro de lo que quiere decide
resolver el problema de cómo lo quiere. En esta fase toma en cuenta
también los efectos concomitantes que van unidos a los medios para
la realización del fin; y una vez los admite como de segura o probable
producción los realiza, tales efectos pertenecen a la acción.

146
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

b) Fase externa. Después de la realización interna el autor realiza la


actividad en el mundo externo, ahí pone en marcha conforme a su fin
sus actividades, su proceso de ejecución del acto.

1.1.TEORÍAS DE LA ACCIÓN

"La teoría de la causalidad se subdivide fundamentalmente en dos


grandes corrientes: la de la equivalencia de las condiciones y la de la
causalidad adecuada. La equivalencia obedece a una acción ciega (causa
causae est causa cauasati) y se le considera sin interferencia alguna de
nociones valorativas o subjetivas." [Novoa Monreal, 1960:301 a 303]

Serán los elementos normativos del delito -añade Novoa Monreal- la


antijuricidad y la culpabilidad en sentido amplio (reprochabilidad), los
encargados de circunscribir dentro del cuadro puramente fáctico que ahora
examinaremos, aquello que en justicia ha de merecer sanción. No obstante,
hay un definido límite a esa amplitud: los factores que pudieran originar el
suceso quedan fuera de toda consideración jurídico penal, si no es posible
conectarlos como conditio sine qua non al resultado producido. La causalidad
adecuada en cambio (Von Kries, Merkel) atiende a la eficacia intrínseca de la
condición para producir en abstracto la consecuencia dada. Si juntamos los
elementos de argumentación de una y otra teoría, nos encontramos con lo
siguiente: no hay acción ciega, en la acción va la voluntad (finalismo); si el
agente se propone un fin y lo logra es que en su conducta sólo hubo dolo
(finalismo); la acción es ciega, sin interferencia de nociones valorativas o
subjetivas (equivalencia); la antijuricidad y la culpabilidad -elementos
normativos del delito- circunscribirán dentro del cuadro fáctico aquello que
en justicia haya de merecer sanción (equivalente); los factores hipotéticamente
casuales del suceso quedan fuera de la consideración jurídico penal si no se
les puede conectar al resultado producido como conditio sine qua non
(equivalencia); en el análisis de la ación hay que atender a la eficacia intrínseca
de la condición para producir en abstracto la consecuencia dada (causalidad
adecuada) [Carrancá y Trujillo, 1980: 628].

147
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

1.2. AUSENCIA DE ACCIÓN

Cuando la voluntad falta no hay acción penalmente relevante, como


en los siguientes casos:

a) Fuerza irresistible. Nuestro código vigente (que sigue la teoría


causalista) indica que la fuerza irresistible es una causa de
inculpabilidad; o sea que este caso lo toma como ausencia de voluntad,
cuando en realidad lo que hay, es que para el Derecho Penal no tiene
ninguna importancia la acción realizada, y en consecuencia no es
válido el examen de la voluntad, puesto que no hay acción. La fuerza
exterior es un hecho que se realiza en forma tal, que no deja al que la
sufre ninguna opción, es decir, su voluntad no tiene nada que ver. Por
ejemplo, si una persona es amarrada a un árbol para impedirle que
cumpla un deber que está obligado a realizar, aquí se da la fuerza
irresistible; falta la acción, si el deber no cumplido es una conducta
esperada por el Derecho; éste es el caso de los delitos de omisión. El
que actúa violentando por la fuerza irresistible no realiza acción alguna
relevante para el derecho, se considera como un mero instrumento; en
cambio el que realiza la fuerza sobre otro, es quien responde como
autor directo del delito que se cometa.

b) Movimientos reflejos. Los reflejos físicos o movimientos instintivos


no constituyen acción, pues tales movimientos no están controlados
por la voluntad. Quien tiene una convulsión epiléptica y como
consecuencia de ello causa daño, no tiene la voluntad puesta en ello.
Pero ello es diferente de una reacción impulsiva, emocional, que sí
conlleva una acción.

c) Estados de inconsciencia. En la situación de un sonámbulo por


ejemplo se pueden realizar actos que no dependen de la voluntad y en
consecuencia no hay acción, penalmente relevante. Es posible
también hablar de un estado de inconsciencia en el hipnotizado.

148
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

Algunos estados de incosciencia sin embargo, pueden ser considrados


como acción, si la misma fue buscada de propósito (actiones liberae in
causa), en estos casos lo penalmente relevante es el actuar precedente.

1.3.FORMAS DE LA ACCIÓN

1.3.1.La acción y resultado

Al realizarse una acción penalmente relevante, generalmente se modifica una


situación en el mundo exterior. Así, la acción como manifestación de la
voluntad, produce siempre un resultado en el mundo externo. Existe
siempre una conexidad entre la acción y el resultado. Cuando el resultado no
se produce, a pesar de la voluntad y los medios puestos en ello, se da
solamente la tentativa. De tal suerte, que la acción y el resultado son dos
cosas distintas.

La distinción tiene gran importancia. La acción es simple


manifestación de voluntad, resultado, es la consecuencia externa derivada de
la manifestación de la voluntad.

En los delitos de acción, o simple actividad no tiene importancia la


relación de causalidad. Pero en los de resultado sí.

1.3.2. La imputación objetiva

En los delitos de resultado siempre hay una relación de causalidad


entre acción y resultado, es decir, una relación que permite, en el ámbito
objetivo, la imputación del resultado producido, al autor de la conducta que
lo causa. O sea que la relación entre acción y resultado se denomina
imputación objetiva del resultado.

Tiene que haber una relación de casualidad, en los delitos de resultado,


que permita la imputación al autor. La relación de casualidad entre acción y

149
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

resultado es la imputación objetiva, y es el presupuesto mínimo para exigir


responsabilidad, por eso es un elemento del tipo, especialmente de resultado.

1.3.3. Teorías sobre la relación de causalidad

Para resolver los problemas de la causalidad hay muchas teorías. Las


dos más importantes son:

a) Equivalencia de condiciones. Todas las condiciones de un resultado


son equivalentes.

b) Adecuación. Sólo es condición aquella generalmente adecuada para


producir el resultado (cuando una persona normal colocada en la
misma situación hubiera podido prever que el resultado se produciría
inevitablemente, si la acción se ejercita con la diligencia debida).

Si no hay previsibilidad ni diligencia, la acción es adecuada.

Casos:

1. A, conduciendo cuidadosamente un automóvil, atropella a B, cuando cruza


la calle, sin prestar atención al semáforo que le da vía al auto.

Teoría de la equivalencia: la acción de A es causa del resultado.

Teoría de la adecuación, no es previsible que B se atraviese con luz


roja para él.

Por lo incompleto de esta última la adecuación debe completarse con


la relevancia jurídica [Mezger] y se han propuesto además otros criterios: el
incremento del riesgo y el fin de protección de la norma. El incremento del
riesgo: cuando se demuestra que con la acción se aumentaron las posibilidades
formales de producir el resultado, el Segundo: todos los resultados que caen

150
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

fuera del ámbito que se previó al dictar la ley, deben ser excluidos del ámbito
jurídico penal relevante.

2.LA OMISIÓN

En general, el ordenamiento jurídico ordena en las normas penales,


que los ciudadanos se abstengan, sin embargo, hay algunas normas (las
preceptivas o imperativas) que ordenan acciones, y la omisión de las mismas
pueden producir resultados. Es decir, el ordenamiento penal, sanciona en
algunos casos, la omisión de algunas acciones determinadas. El autor de una
omisión, debe estar en condiciones de realizarla; esto es, la omisión no es un
simple no hacer nada, por ejemplo una persona paralítica, en silla de ruedas,
no omite auxiliar a alguien que se está ahogando, puesto que él mismo no está
en condiciones de realizar alguna acción. La acción y la omisión son subclases
del comportamiento humano susceptibles de ser reguladas por la voluntad
final. Acción y omisión no son dos clases distintas, sino dos subclases del
comportamiento humano, determinadas por el tipo.

2.1. CARACTERÍSTICAS DE LA OMISIÓN PENALMENTE


RELEVANTE

La omisión penalmente relevante es la omisión de la acción


jurídicamente esperada. La omisión que importa al Derecho Penal es aquella
que alguien debió realizar; el delito de omisión consiste siempre en la
infracción de un deber impuesto por la ley en función de la protección de
determinados bienes jurídicos.

El deber jurídico se incumple al omitir el sujeto la acción que


corresponde al deber jurídico, por ejemplo, el cirujano que opera con
instrumental no desinfectado lo cual provoca la muerte.

151
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

No existe una omisión en sí, es decir no es un simple no hacer nada,


sino la omisión de una acción determinada, es decir, la de una acción que el
sujeto está en posibilidades de hacer.

De todas las acciones posibles, al orden jurídico penal le interesa


aquella que el sujeto tiene un deber jurídico en general, (auxiliar, impedir que
se cometa un delito,)o bien un deber jurídico en particular, (auxiliar porque se
es agente del orden público, o porque su trabajo se lo impone, o porque su
condición social así lo ha determinado).

El delito de omisión es siempre la infracción de un deber jurídico. Lo


esencial del delito de omisión es siempre la infracción de la acción esperada
por el orden jurídico. (Ej. del cirujano q une opera con instrumental no
desinfectado).

2.2.CLASES DE OMISIÓN PENALMENTE RELEVANTES

a) Propia. La simple infracción de un deber. En estos delitos se castiga


la omisión del deber de actuar. Por ejemplo, el delito de omisión de
auxilio (Artículo 156 del Código Penal).

b) Delitos de omisión con un resultado. En ellos la omisión se


conecta a un resultado; por ejemplo cuando la ley castiga a "quien
consintiere", entendiendo en tal caso por consentir, la inactividad que
falta al cumplimiento de un deber jurídico. Ejemplo: el peculado.

c) Delitos impropios de omisión (o de comisión por omisión, según


nuestra ley vigente). Cuando la forma omisiva puede ser equiparada a
la activa que se menciona concretamente en los tipos. En ellos la
omisión se conecta a un resultado prohibido, pero en el tipo legal no
se menciona expresamente la forma de comisión omisiva. En estos
casos la omisión del deber jurídico produce un resultado como que si
el sujeto en realidad hubiese actuado; esto genera problemas de

152
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

interpretación prácticos al tratar de dilucidar cuando la forma omisiva


se equipara a la activa. El famoso caso del infanticidio omisivo no está
realmente descrito en la ley, sin embargo, se admite que esa forma de
omisión puede ser equiparada a la acción de matar y conectada con el
resultado de muerte del niño que se produce. En los delitos de
omisión impropia dice Muñoz Conde [1984: 13] el comportamiento
omisivo no se menciona expresamente en el tipo, que sólo describe y
prohibe un determinado comportamiento activo, pero la más
elemental sensibilidad jurídica obliga a considerar equivalente, desde
el punto de vista valorativo, y a incluir, por tanto, también en la
descripción típica del comportamiento prohibido, determinados
comportamientos omisivos.

2.3. LA RELACIÓN DE CONEXIDAD O CAUSALIDAD EN LA


OMISIÓN

Lo que interesa en los delitos de impropia omisión, es la posibilidad

que tuvo el sujeto de evitar un resultado; es decir, que si el sujeto hubiera


realizado la acción esperada, el resultado no se hubiera producido.

Para resolver tales problemas son útiles las teorías de la adecuación, ya


mencionadas y las del incremento del riesgo y del fin de la protección de la
norma.

2.4. EL DEBER DE EVITAR EL RESULTADO

No basta con que el resultado se produzca, es necesario que el sujeto


tenga la obligación de tratar de impedir la producción del resultado, ésta es la
llamada "posición de garante" que convierte al sujeto en garante de que el
resultado no se producirá. Con el objeto de minimizar las dificultades con que
se tropieza en la realidad para establecer la posición de garante se ha dicho
[Muñoz C. 1984: 35] que:

153
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

"sólo aquellas personas que tiene una especial vinculación con el bien
jurídico protegido, pueden ser considerados garantes de la integridad
del mismo"

y ello realmente, porque en los delitos impropios de omisión lo que sucede es


que se ha verificado la comisión de un resultado por la omisión de un deber
jurídico establecido a una persona que se encontraba como garante de que
aquel resultado no se produciría. En nuestro Código Penal se encuentra en el
art. 18; en algunas ediciones se encuentra el epígrafe equivocado: Cambios de
comisión.

3. EL FINALISMO Y LA CONCEPCIÓN DEL DELITO

El fundador y principal exponente de la teoría finalista fue Hanz


Welzel, pero también han enriquecido este criterio Niese, Maurach,
Stratenwertch, Kaufman y otros.

La teoría de la acción final ataca el fundamento del sistema causal, su


concepto de acción. Para ella, la acción es final y no causal. La característica
final de la acción se basa en que el hombre, gracias a su saber causal, puede
prever, dentro de ciertos límites, las consecuencias posibles de su actividad,
proponerse, por tanto fines diversos y dirigir su actividad, conforme a su
plan. En virtud de su saber causal previo, puede dirigir los distintos actos de
su actividad de tal modo que oriente el acontecer causal exterior a un fin y
así lo hace finalmente. Actividad final es un obrar orientado
conscientemente a un fin, mientras que el saber causal no está dirigido desde
el fin, sino que resulta de los componente causales de cada caso. Por eso la
finalidad es vidente y la causalidad es ciega. La tipicidad recoge la estructura
final de la acción, por eso el dolo debe pertenecer a la tipicidad, que contiene
un aspecto objetivo (los elementos descriptivos y normativos) y no subjetivo
(el dolo). La antijuricidad es un elemento valorativo u objetivo-valorativo
que encierra elementos subjetivos, ya que las causas de justificación, tienen

154
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

como base una acción final. La culpabilidad queda sólo como un juicio de
carácter valorativo (reproche), y subjetivo, ya que se fundamenta en la
capacidad de actuar de otro modo del sujeto. A partir de 1965, en que tiene
su consagración esta teoría, surge una nueva etapa en la evolución de la
teoría del delito.

Para los finalistas, el actuar humano es una categoría del ser


completamente distinta de cualquier otro proceso causal.

Con la ayuda de su conocimiento causal el hombre es capaz de


dominar dentro de ciertos límites, el suceder, y de conducir su actuar a la
consecución de una meta, con arreglo a un plan. La conducción final de la
acción tiene lugar a través de la anticipación mental de la meta [Jescheck, 1976:
volumen 1,284]. De esa manera, la finalidad se equipara al dolo. Por eso el
dolo debe pertenecer al tipo, ya que este tiene como misión, caracterizar a
todos los elementos del injusto esenciales en la estructura del delito:

a) La conciencia de la antijuricidad tuvo que separarse del dolo, una vez


entendido éste como la realización de la voluntad. La conciencia de
antijuricidad se convierte en el factor central del concepto de
culpabilidad.

b) Se distinguen los supuestos de error en forma distinta de la


teoría anterior (error de hecho y de Derecho), y se plantean: a)
el error de tipo, que excluye el dolo, y con él, la punibilidad.
b) el error de prohibición, que elimina la conciencia de antijuricidad.

Esta teoría, tiene en cuanto a la imprudencia, y la omisión otros


puntos de vista. En cuanto a la imprudencia, afirma que es la inobservancia
del cuidado exigible y, concibe el delito de omisión como forma especial del
hecho punible.

155
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

Por lo anterior, se aprecia que, para el finalismo, la conducción final


de la acción tiene lugar en tres momentos: a) comienza con la anticipación
mental de la meta, b) sigue con la elección de los medios necesarios para la
consecución de la misma, c) concluye con la realización de la voluntad de la
acción en el mundo del suceder real [Welzel, Maurach, Stratenwerth, Cit. por
Jescheck, 1976: 293].

3.1. CRÍTICA DE LA TEORÍA FINALISTA

Puede aceptarse que, siendo acertada la descripción del finalismo en


cuanto a las acciones voluntarias anticipadas mentalmente, de carácter
consciente, no todas las acciones se basan en estas acciones anticipadas
mentalmente, vg., las acciones automatizadas, las lúdico creativas y las
pasionales.

Además, la conducción del proceso causal mediante impulsos de


la voluntad, características de la acción final, falta en los hechos omisivos;
así también en los imprudenciales. La imprudencia consiste en la
ejecución descuidada de una acción final, pero el carácter descuidado de
la ejecución no es precisamente, momento alguno de su finalidad. La
infracción de la norma de cuidado no puede equipararse a la acción
final, pues el juicio de incorrección puede formularse sólo a la vista del
resultado que había que evitar [Jescheck, 1976:294].

El concepto anterior, es el concepto finalista de la acción, (Welzel,


1930) que surgió para superar los problemas de la fundamentación causalista.
El causalismo, dominante en la ciencia penal alemana de principios de siglo
pasado, que ha sido tomada en el Código Penal vigente de nuestro país (hasta
2002, fecha de la actual edición) consideró la acción como una conducta
humana voluntaria, pero prescindiendo del fin. Para el causalismo la finalidad
interesaba solamente en el marco de la culpabilidad. Con ello el causalismo
desconoció el fundamento de la acciones humanas, que no son simples

156
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

procesos causales, como los fenómenos naturales, sino procesos causales


dirigidos a un fin. De acuerdo con los especialistas [Muñoz Conde, 1984:13]
la finalidad no fue ignorada por el causalismo, lo que pasó es para que éste,
era valorada dentro del ámbito de la culpabilidad dejando a las otras categorías
del delito, (tipicidad y antijuricidad) la valoración del aspecto causal del
comportamiento humano. Lo que es importante es que no se trata de un
simple proceso causal que ha de valorarse hasta el momento de determinar la
culpabilidad. La valoración ha de realizarse a partir de la realización del hecho
típico; luego se van valorando los otros datos que caracterizan la acción, la
antijuricidad y los datos que caracterizan la culpabilidad del autor. Los
legisladores cuando definen un delito, lo hacen pensando, no en el proceso
causal que lo determina, sino en que se trata de un proceso causal regido por
la voluntad dirigida a un fin. Lo que interesa dentro del mundo jurídico, es la
acción típica, es decir, la conducta descrita en la ley.

Para superar la polémica entre la teoría finalista y la causalista,


surgió la teoría social de la acción [ver Jescheck, 1981]; en esta última se
destaca la relevancia social del comportamiento humano: sólo atendiendo
a la voluntad final se puede determinar el sentido social de la acción.

Nuestro Código Penal se refiere a la relación de la causalidad en el


artículo 10, y apreciamos que sigue una corriente causalista: a nuestro juicio,
tanto las argumentaciones sobre la causalidad adecuada, como las de la
equivalencia de condiciones (conditio sine qua non) han quedado expresando el
pensamiento causalista del legislador.

4. FORMAS DE OPERAR DE LA ACCIÓN O CONDUCTA


DELICTIVA

La conducta humana, "como presupuesto indispensable, para la


creación formal de todas las figuras delictivas, suele operar de dos maneras

157
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

distintas (obrar activo y obrar pasivo), dando origen a la clasificación de los


delitos atendiendo a las formas de acción que es la siguiente:

a) Delitos de acción o comisión. En ellos la conducta humana


consiste en hacer algo (en la realización de un movimiento corporal),
que infringe una ley prohibitiva, por ejemplo: en la comisión del
homicidio se infringe la prohibición de matar. (art.123 del C.P.)

b) Delitos de pura omisión (omisión propia). En ellos la conducta


humana consiste en no hacer algo, infringiendo una ley preceptiva, que
ordena hacer algo, por ejemplo: en la omisión de prestar auxilio a un
menor de diez años que se encuentre amenazado de un inminente
peligro, se está infringiendo la obligación de auxilio que manda la ley
en estos casos. (art.156 del C.P.)

c) Delitos de comisión por omisión (omisión impropia). En ellos la


conducta humana infringe una ley prohibitiva, mediante la infracción
de una ley preceptiva, es decir, son delitos de acción cometidos
mediante una omisión, por ejemplo: la madre que da muerte a su hijo
recién nacido al no proporcionarle los alimentos que éste por sí solo
no puede procurarse, comete parricidio por omisión, si es mayor de
tres días.

d) Delitos de pura actividad. Son aquellos (contrarios a los del


resultado o materiales), que no requieren de un cambio efectivo en el
mundo exterior, es suficiente la simple conducta humana (un puro
movimiento corporal), por ejemplo: el solo acto de participar en
asociaciones ilícitas.

5.TIEMPO Y LUGAR DE COMISIÓN DEL DELITO

Tanto el tiempo como el lugar de comisión del delito, guardan estrecha


relación con la conducta humana delictiva del sujeto activo llamada acción u

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Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

omisión, porque depende de cuándo y dónde se realizaron éstas para


identificar el tiempo y lugar de la comisión del ilícito penal, expliquémoslo
legalmente de la siguiente forma:

a) ¿Cuándo se cometió el delito? Según el artículo 19 del Código Penal

(Tiempo de Comisión del Delito). "el delito se considera realizado en


el momento en que se ha ejecutado la acción. En los delitos de
omisión en el momento en que debió realizarse la acción omitida".

En el primer supuesto, el delito se considera ejecutado, en el preciso


momento en que el sujeto activo exterioriza su conducta típicamente
delictiva, y cuando se trate de un acto que proviene de la concurrencia
de varias acciones, deberá entenderse que se refiere a la que,
esencialmente o en última instancia, haya sido causa directa del
resultado [Hurtado Aguilar, 1974: 37].

En el segundo supuesto, el delito se realiza en el preciso momento en


que el sujeto activo, conscientemente y deliberadamente omitió
realizar una conducta (asistir o auxiliar por ejemplo), que pudo y debió
haberla realizado; de paso dejamos plasmada la fórmula de "Comisión
por omisión" que plantea nuestro Código Penal en su artículo 18:
"Quien omita impedir un resultado que tiene el deber jurídico de evitar, responderá
como si lo hubiera producido" el momento de comisión del delito es
importante para determinar la ley aplicable al mismo.

b) ¿Dónde se cometió el delito? Según el artículo 20 del Código


Penal (lugar del delito)

"El delito se considera realizado: en el lugar donde se ejecutó la

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De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

acción, en todo o en parte; en el lugar donde se produjo o debió


producirse el resultado y en los delitos de omisión, en el lugar donde
debió cumplirse la acción omitida".

La plena determinación del lugar de comisión del delito juega un papel


muy importante en cuanto a la delimitación de la competencia de los
tribunales de justicia para juzgar los delitos cometidos; en ese sentido
el delito se considera cometido en primer lugar en el lugar donde se
realizó la acción en todo o en parte, y si por cualquier razón no
se puede establecer éste, se considera cometido en el lugar donde se
produjo o debió producirse el resultado, y en los delitos de omisión en
el preciso lugar donde debió realizarse la acción omitida.

La legislación penal guatemalteca en este sentido adopta la teoría


mixta, denominada también del conjunto o de la ubicuidad según esta teoría
ha de tomarse en cuenta tanto el lugar donde se desarrolló la acción, como el
lugar donde se produce el resultado, es quizás la más aceptada al respecto
porque según la mayoría de autores trata de evitar la impunidad del delito, ya
que el mismo se entiende cometido en todos aquellos lugares en los que se
haya realizado cualquiera de los elementos de la acción, lo mismo donde se
inicia que donde se producen los resultados intermedios o finales.

6. EL ITER CRIMINIS

En Derecho Penal se conoce con el nombre de "Iter Criminis" a la vida


del delito desde que nace en la mente de su autor hasta la consumación. El Iter
Criminis o camino del crimen que se traduce en el "viacrusis" del delincuente,
está constituido por una serie de etapas desde que se concibe la idea de
cometer el delito hasta que el criminal logra conseguir lo que se ha propuesto,
dichas etapas pueden tener o no repercusión jurídica penal, y para su estudio
básicamente se han dividido en dos: la Fase Interna y la Fase Externa del Iter
Criminis que explicamos a continuación.

160
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

6.1.FASE INTERNA

Está conformada por las llamadas "voliciones criminales" que no son


más que las ideas delictivas nacidas en la mente del sujeto activo, que mientras
no se manifiesten o exterioricen de manera objetiva, no implican
responsabilidad penal, ya que la mera resolución de delinquir no constituye
nunca un delito. Este estadio del Iter criminis se fundamenta en el principio
"Cogitationis poenam nemo patitur" el cual significa que "el pensamiento no delinque";
Rodríguez Devesa [Rodríguez Devesa, 1979: 77] citando a Antonio Ferrer
Sama, dice que el elemento interno, mientras no trasciende al exterior de algún
modo, no es susceptible de una represión penal, ya que mientras el delito no
pase de esta esfera puramente subjetiva, no hay duda de que no puede ser
objeto de incriminación en cuanto a que ningún orden externo viene a resultar
perturbado. Es decir pues, que la primera etapa del iter criminis conformada
únicamente por meros pensamientos, voliciones o deseos criminales, mientras
no se manifiesten de alguna manera (segunda fase del iter criminis), no tendrán
más importancia que desde el punto de vista criminológico, pero no jurídico
penal desde el punto de vista retributivo.

6.2.FASE EXTERNA

La segunda fase o fase externa del iter criminis, comienza cuando el


sujeto activo exterioriza la conducta tramada durante la fase interna, en este
momento principia a atacar o a poner en peligro un bien jurídico protegido, a
través de su resolución criminal manifiesta.

Nuestro Código Penal reconoce expresamente dos formas de


resolución criminal en su artículo 17, una individual que le llama
"Proposición" y otra colectiva que denomina "Conspiración", el texto legal
dice:

"Hay conspiración, cuando dos o más personas se conciertan para


cometer un delito y resuelven ejecutarlo. Hay proposición, cuando el que ha

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De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

resuelto cometer un delito, invita a otra persona u otras personas a ejecutarlo.


La conspiración, la proposición, la provocación, la instigación y la inducción
para cometer un delito, sólo son punibles en los casos en que la ley lo
determine expresamente".

Una vez iniciada la fase externa en la comisión de un delito, pueden


suceder muchas cosas; nuestro Código Penal, en esta fase, contiene las
siguientes:

a) Delito consumado (Artículo 13). "El delito es consumado, cuando


concurren todos los elementos de su tipificación"; si se han realizado
voluntariamente todos los actos propios del delito y se configuran los
elementos que lo integran, lesionando o poniendo en peligro el bien
jurídico objeto de protección penal, entonces el delito se3 considera
consumado y se sanciona de acuerdo al artículo 62 del Código Penal.

b) Tentativa (Artículo 14). "Hay tentativa, cuando con el fin de cometer


un delito, se comienza su ejecución por actos exteriores, idóneos y no
se consuma por causas independientes de la voluntad del agente".
Esto quiere decir que en la tentativa el sujeto activo mantiene la
finalidad de cometer el delito, esta finalidad se identifica plenamente
con la "Intencionalidad" de tal manera que sólo cabe en los delitos
dolosos, ya que en los delitos culposos existe ausencia de voluntad
intencional; por otro lado los actos encaminados a la ejecución del
delito deben ser idóneos y dirigidos a la perpetración del mismo, y si a
pesar de todo el delito no se consuma, es porque intervienen causas o
circunstancias ajenas a la voluntad del sujeto activo. Se sanciona de
acuerdo a los artículos 63 y 64 del Código Penal.

c) Tentativa imposible (Articulo 15). "Si la tentativa se efectuare con


medios normalmente inadecuados o sobre un objeto de tal naturaleza,
que la consumación del hecho resulta absolutamente imposible, el
autor solamente quedará sujeto a medidas de seguridad". En este caso

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Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

no obstante la voluntad del sujeto activo, el delito no puede llegar a


consumarse nunca, porque los medios que utiliza son inadecuados
(pretender hacer abortar con vitaminas o envenenar con azúcar, por
ejemplo), o porque el objeto sobre el que recae la acción hace
imposible la consumación del hecho (pretender matar a un muerto,
por ejemplo); en este caso la ley supone evidentemente un indicio de
peligrosidad en el sujeto activo y ordena las medidas de seguridad.
Nosotros consideramos que los indicios de peligrosidad, previo a
imponer una medida de seguridad, deben demostrarse científicamente
con el auxilio de las ciencias criminológicas.

d) Desistimiento (Artículo 16). "Cuando comenzada la ejecución de un


delito, el autor desiste voluntariamente de realizar todos los actos
necesarios para consumarlo. Sólo se le aplicará sanción por los actos
ejecutados, si éstos constituyen delito por sí mismos"; no debe
equivocarse éste con el desistimiento procesal, aquí se trata de que el
sujeto activo, a pesar de que puede consumar el delito, y ya habiéndolo
iniciado, desiste voluntariamente de consumarlo, entonces su
conducta es impune a menos que de los actos realizados se desprenda
la comisión de otro delito el cual debe sancionarse.

7.LA TIPICIDAD EN EL DELITO

7.1.TERMINOLOGÍA

La tipicidad como elemento positivo característico del delito, y el tipo


como especie de infracción penal, son la versión española más generalizada
de los términos alemanes "Tatbestand" y "Deliktypos" que los autores italianos
han denominado "Fattispecie" o simplemente "Fatto" y que los tratadistas
hispanos y sudamericanos (argentinos y chilenos especialmente) conocen
como "Encuadrabilidad" o "Delito tipo"; en nuestro país generalmente hablamos

163
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

de tipicidad, cuando nos referimos al elemento delito, y tipificar cuando se


trata de adecuar la conducta humana a la norma legal.

7.2.GÉNESIS Y EVOLUCIÓN

Como quedó mencionado anteriormente (cuando analizamos el


criterio técnico-jurídico para la definición del delito), se atribuye al profesor
alemán Ernesto Beling (con su teoría del delito), haber concebido en el año
1906 la tipicidad como elemento fúndante del delito, al decir que es la
condición sine qua non para tildar de criminal la conducta humana. Beling
sostenía que en los numerosos hechos de la vida real el legislador realiza un
proceso de abstracción en virtud del cual, eliminando los elementos
accidentales, estampa en la ley, a manera de síntesis, las líneas generales del
hecho delictivo. Así considerado el tipo del delito (Tatbestand), estaba
integrado únicamente por elementos objetivos descritos en la norma
penal, con exclusión de los elementos del tipo subjetivo, convirtiendo así
a la tipicidad en una mera descripción de la conducta humana, en un
tipo rector, carente de valoración e independiente de los demás caracteres del
delito; a decir de Federico Puig Peña, como algo, vacío, incoloro y hueco.

Posteriormente (en 1915) su contemporáneo y compatriota Max


Ernesto Mayer, sobre la construcción beligniana, concibió la tipicidad como
un indicio de la antijuricidad, al sostener que la tipicidad era la razón del
conocimiento (ratio cognoscendi) de la antijuricidad, postura francamente
superada por el penalista de Munich, Edmundo Mezger quien la presentó no
como la razón de conocimiento, sino como la razón esencial (ratio essendi) de
la antijuricidad.

Posiblemente los cuestionamientos hechos por sus connacionales


Mayer y Mezger, y las posturas adoptadas por éstos obligaron a Beling a revisar
su teoría y en los años 1930 en adelante, presenta al "Deliktypos" tipo o figura
de delito formado por todos los elementos objetivos y subjetivos de la
infracción, de esta manera el "Deliktypos" encierra la conducta antijurídica y

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Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

culpable, como una valoración real que tiene su existencia en la ley, a diferencia
del tatbestand que era una pura abstracción conceptual. El profesor de la
Universidad de Madrid, José María Rodríguez Devesa (R.I.P), sostiene que el
tipo del delito tiene su existencia en la ley, siendo a un tiempo tipo de lo injusto
y tipo de la culpabilidad, porque los tipos delictivos, son tipos de conductas
antijurídicas y culpables [Rodríguez Devesa, 1979: 394].
7.3.DEFINICIÓN

Después de haber leído varios tratadistas de la Ciencia Penal, con


relación a este tema (la tipicidad), es importante anotar que resulta curioso
observar que la mayoría de autores tratan el tema sin precisar una definición
concreta del mismo y muchas veces no delimitan claramente lo que es la
tipicidad, dando el concepto de tipo, por ejemplo: Alfonso Reyes Echandia,
citado por el profesor Jorge Alfonso Palacios Motta [1980: Segunda Parte, 36],
define la tipicidad como "La abstracta descripción que el legislador hace de
una conducta humana reprochable y punible"; lo cual con todo respeto
consideramos apartado de la técnica, por cuanto eso sería una definición de lo
que es tipo penal o tipo legal. Es muy importante pues, saber diferenciar la
tipicidad del tipo, éste se encuentra en las normas penales, mientras que
aquella es la encuadrabilidad de la conducta humana al molde abstracto que
describe la ley (tipo legal, tipo penal o simplemente tipo).

El penalista mexicano Carrancá y Trujillo dice que el tipo no es otra


cosa que la acción injusta descrita concretamente por la ley en sus diversos
elementos y cuya realización va ligada a la sanción penal; citando a Jiménez de
Asúa, recalca que el tipo legal es la abstracción concreta que ha trazado el
legislador, descartando los detalles innecesarios para la realización del hecho
que se cataloga en la ley como delito. Y la tipicidad es la adecuación de la
conducta concreta al tipo legal concreto [Carrancá y Trujillo, 1980: 407].

165
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

7.4.NATURALEZA Y FUNCIÓN DE LA TIPICIDAD

Con respecto a su naturaleza, tradicionalmente se ha aceptado en toda


la doctrina dominante, que la tipicidad es un elemento positivo del delito, y
como tal es obvio que su estudio se realice dentro de la teoría general del
delito, postura que fue totalmente indiscutible, hasta que un grupo de
penalistas mexicanos (herejes de la dogmática penal, como se han
autodenominado) presenta a partir del año 1965 una novedosa corriente del
Derecho Penal Moderno (Teoría Pitagórica del Derecho Penal, como le llaman), en
donde el tipo y la punibilidad, según dicen fueron rescatados de la Teoría del
Delito -lugar que nunca debieron ocupar- y trasladados de la Teoría de la Ley
Penal; de esta manera creen haber superado los dos más voluminosos
absurdos de la sistemática dominante. El primero, anotan, consiste en que la
teoría de la ley penal estudiaba cualquier materia, excepto la que sí le es propia,
o sea el tipo y la punibilidad (para ellos era una Teoría de la Ley Penal sin
Ley Penal), y el segundo reside en la amalgama de conceptos heterogéneos en
la teoría del delito, esto es, se mezclaban conceptos del mundo de los hechos
(del ser) [Islas y Ramírez, 1970: 9]. Por otro lado, estos profesores de la
UNAM consideraron que el tipo, en la sistemática dominante presenta una
arquitectura realmente extraña, entendiendo como "Una descripción de
conducta", lo que según ellos lo que menos debe tener es la conducta;
consideran también que en la teoría del delito aparece la conducta flotando;
situada en el escaño anterior al tipo por lo que su misma ubicación invalida la
definición de la tipicidad.

En la actualidad, quizás por lo poco conocido de la misma esta


corriente no ha tenido ninguna trascendencia, más que para los mismos
mexicanos que la plantearon, en su primer Congreso de Derecho Penal,
realizando en noviembre de 1981 en el Instituto de Investigaciones Jurídicas
de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), al cual tuvimos
el honor de asistir y por lo cual nos enteramos. Desafortunadamente por las
limitaciones de tiempo y lo extenso del temario a tratar en ese Congreso, no
se profundizó en el tema, más que para hacer su presentación y dejarlo

166
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

planteado; sin embargo, y sin perjuicio de que más adelante tengamos que
analizarlo, consideramos que tal posición, no es suficiente justificación para
separarlo de la Teoría General del Delito, donde éste (el tipo) realiza su
función más importante, que es servir de modelo legal, para establecer hasta
que punto una conducta humana puede ser delictiva; y es más, averiguar de
que clase de delito se trata; y segundo, porque si los tipos penales o tipos
legales, no se dedicaran a describir abstractamente la conducta prohibida
(como lo pretenden los profesores mexicanos), entonces ¿Qué deberían
contener los tipos? No nos oponemos a que se estudie el "tipo legal" dentro
de la Teoría General de la Ley Penal, pero, no estamos de acuerdo en que deje
de hacerse dentro de la Teoría General del Delito, al estudiarse la tipicidad
como elemento positivo del mismo.
Con respecto a su función, la tipicidad siempre ha sido un requisito
formal previo a la antijuricidad, es decir que, para que una conducta humana
pueda ser considerada como antijurídica en el Derecho Penal sustantivo, ésta
tiene que ser típica lo cual quiere decir que sin la tipicidad, la antijuridicidad
penal no existe. Pero, la tipicidad si puede existir aún sin antijuricidad, cuando
en la comisión del hecho delictivo ha imperado una causa que legalmente lo
justifique, como en el caso de la legítima defensa, el estado de necesidad y el
legitimo ejercicio de un derecho (artículo 24 del Código Penal vigente), en
estos casos, la conducta no deja de ser típica desapareciendo únicamente la
antijuricidad.

En la doctrina se le ha asignado otras funciones a la tipicidad, como


instituto penal que es, siendo éstas las siguientes:

a) Una función fundamentadora, en virtud de que constituye en sí un


presupuesto de legalidad, que fundamenta la actitud del juzgador para
conminar con una pena o bien con una medida de seguridad, la
conducta delictiva del agente, siempre que no exista una causa que lo
libere de responsabilidad penal.

167
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

b) Una función sistematizadora, debido a que por su medio se tiende


a relacionar formalmente la parte general con la parte especial del
Derecho Penal.

c) Una función garantizadora, ya que la tipicidad resulta ser una


consecuencia inevitable del principio de legalidad o de reserva (Nullum
Crimen, Nulla Poena, Sine Lege), por medio del cual no puede haber
crimen, ni pena si no está previamente establecido en una ley penal
que lo regule (artículo 1º. del Código Penal vigente), este principio ha
alcanzado plena vigencia en casi todas las legislaciones del mundo,
porque encerrando un contenido filosófico, jurídico, político y
científico, se constituye en una garantía de los derechos individuales
del hombre, delimitando la actividad punitiva del Estado y
protegiendo a la ciudadanía de los posibles abusos y arbitrariedades

del poder judicial. Para efectos del presente estudio nos interesa
subrayar la función que como elemento constitutivo del delito realiza
la tipicidad, como presupuesto fundamental de la antijuricidad, razón
por la cual constantemente se habla de "Conducta Típicamente
antijurídica" y para su estudio muchos tratadistas la incluyen dentro de
la antijuricidad, no faltando algunos pocos que la refieren a otros
elementos del delito, tal, es el caso de Magiore que la incorpora a la
acción y Guallar que la acondiciona en el estudio de la punibilidad,
posturas que a nuestro juicio no son muy recomendables por la
naturaleza funcional de la misma.

7.5. TIPICIDAD Y TIPO

Los tipos penales tienen prevista la forma general en que un


comportamiento puede estar sujeto a una sanción penal. La tipicidad es la
adecuación de un hecho cometido, a la descripción que ese hecho se hace en
la Ley Penal. La tipicidad es una manifestación del principio constitucional de

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Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

legalidad, pues solo los hechos descritos en la ley como delitos pueden
considerarse como tales. Hay muchos comportamientos humanos, pero el
legislador, destaca la reacción penal, en aquellos casos de comportamientos
más intolerables y más lesivos para los bienes jurídicos. El tipo es un
concepto; describe una conducta prohibida que lleva a la imposición de una
pena. Tipicidad es cualidad; es atribuir a un comportamiento determinado
tipo; subsumirlo en el supuesto de la norma penal.

Se ha estudiado el comportamiento, sustrato de la acción delictiva. Se


estudiarán las categorías que convierten el comportamiento en delitos.

Toda acción u omisión es delito si:

a) Infringe el ordenamiento jurídico (A).

b) En la forma prevista por los tipos penales (T).

c) Y puede ser atribuida a su autor (C).


Tipicidad es la adecuación de un hecho a la descripción que se hace en
la ley. Aparece el principio de intervención mínima. Se buscan imágenes
conceptuales lo suficientemente abstractas que engloben los
comportamientos con caracteres comunes.

7.5.1.Relación entre tipo y antijuricidad

La antijuricidad es un juicio de valor; es un juicio negativo de valor,


que recae sobre una conducta y que indica que ésta es contraria al
ordenamiento jurídico. No todo comportamiento antijurídico es penalmente
relevante; y la tipicidad de una conducta no implica que ésta sea antijurídica;
todo lo más, la tipicidad es indicio de antijuricidad; si A dio muerte a B, lo cual
es típico, no quiere decir que con eso, el hecho sea también antijurídico; la
realizado por A puede no ser antijurídico por concurrir alguna causa de

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De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

justificación. La antijuricidad es un juicio negativo de valor. La tipicidad no


implica la antijuricidad, sino un indicio (ratio cognoscendi), pero no hay que
confundirlas o identificarlas (ratio esendi).

No se puede identificar tipo y antijuricidad; la identificación conduce


a la teoría de los elementos negativos del tipo; según ella, las causas de
justificación, son elementos negativos del tipo, de tal suerte que quien mata
en legítima defensa, ni siquiera realizaría el tipo de homicidio, sino un nada
jurídico penal; pero tal conceptualización choca con el hecho de que para que
haya antijuricidad, debe existir previamente tipicidad. Pero es aparte una
conducta atípica y aparte una típica amparada en una causa de justificación.
Esto tiene incidencia en los casos de error. Si bien, la relación entre tipo y
antijuricidad es muy estrecha, pues generalmente en los elementos del tipo se
incluyen las características de la acción prohibida, pero hay tipos en que sólo
se describe una parte de esas características, por ejemplo en los denominados
tipos abiertos.

Pero la relación entre tipo y antijuricidad es estrecha. Hay tipos en que


la ley describe características de la acción prohibida, o parte de ella. En estos
casos se habla de tipos abiertos y cerrados. Estos últimos se dan en los de
comisión por omisión y en los culposos. También son abiertos aquellos en
que hay que acudir a determinadas características de la antijuricidad (el que sin
estar legítimamente autorizado, etc.)

Según si es en los elementos del tipo o de la antijuricidad sobre los que


recae el error así tendremos error de tipo o de prohibición. El de prohibición
es el que recae sobre elementos de antijuricidad. Quien cree erróneamente
estar legitimado para detener a una persona, actúa típicamente, puede ser o no
culpable por error sobre la antijuricidad.

170
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

7.5.2. Estructura del tipo

El tipo tiene que estar redactado de modo que de su texto se pueda


reducir con claridad la conducta que se prohibe. Se encuentran elementos
normativos; son aquellos que implican una valoración del juzgador, p.e.
insolvencia, ajenidad, honestidad.

Elementos descriptivos: aquellos que describen en su totalidad la


conducta., v.g. matar.

a) Un cierto comportamiento (siempre que no haya causa de exclusión).

b) Un resultado, la muerte de una persona.

c) Relación causal entre acción y resultado.

Estos elementos exteriores que deben alcanzarse con la voluntad del


autor, se llaman tipo objetivo.

El tipo subjetivo, está compuesto por los elementos de la conciencia


del autor que constituye la infracción a la norma. Algunos delitos además
requieren la concurrencia de elementos subjetivos del injusto, p.e., el
propósito de los delitos de daño y tráfico de personas.
En algún caso es preciso preguntarse si el autor ha tenido voluntad de
realizar los elementos desvalorados (voluntad de realizar el tipo objetivo).
Cuando se dice "ante su sorpresa se le disparó el arma" se deduce que no quiso
causar la muerte. Sino que actuó con error sobre uno de los elementos del
tipo, la relación causal. No tuvo voluntad de causar el hecho. El error de tipo
aquí es la ausencia del dolo, lo que determina que no puede haber adecuación
de la acción a un tipo doloso. Pero puede subsistir la tipicidad en relación a
uno culposo, si el error fuere evitable y existe el tipo culposo en la ley.

171
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

Otros tipos son: tipo básico, derivados, cualificados, privilegiados,


autónomos. Los elementos generales que siempre están en todos los tipos:
Sujeto Activo. El qué o quién. Pero hay delitos pluri-subjetivos. En algunos
casos se exigen cualidades especiales para ser sujeto activo.

7.5.3.Funciones del tipo

a) Seleccionadora (de comportamientos humanos penalmente


relevantes).

b) De garantía. Sólo esos comportamientos pueden ser sancionados


penalmente.

c) Motivadora. Con la conminación se espera que los ciudadanos se


abstengan de realizar la conducta.

7.5.4.Tipo y adecuación social

Hay ciertas acciones típicas que carecen de relevancia, p.e., la entrega


de regalos de poca monta a ciertos funcionarios, como carteros en la época
navideña; la ponderación excesiva de las cualidades de una mercancía en la
propaganda comercial; los golpes en el boxeo, son comportamientos
adecuados socialmente. La adecuación social es un criterio que permite la
interpretación restrictiva de algunos tipos penales.
8. CLASES DE TIPOS

8.1. TIPOS ACTIVOS DOLOSOS. ASPECTO OBJETIVO

Conforme el concepto completo del tipo, el tipo doloso activo tiene


dos aspectos, uno objetivo y uno subjetivo. No es totalmente cierto que al
hacer referencia a los elementos descriptivos, haya una limitación a la
exterioridad. Cuando se describe una conducta no pueden pasarse por alto
los aspectos psíquicos.

172
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

8.1.1. El resultado material

Toda conducta tiene una manifestación en el mundo físico. Antes de


esa conducta las cosas estaban en un estado diferente al que se hallan después
de la conducta. El resultado es un ineludible fenómeno físico que acompaña
a toda conducta. No hay conducta sin resultado.

Al individualizar la conducta el legislador a veces se vale del


requerimiento de un resultado (causar la muerte), pero a veces se limita a
describir la conducta, admitiendo que el resultado sea cualquiera con tal que
afecte el bien jurídico (prevaricato).

La casualidad debe admitirse en el tipo, con un punto de vista realista.


La relevancia penal de la causalidad se halla limitada, dentro de la misma teoría
del tipo, por el tipo subjetivo, es decir, por el querer del resultado. Sujetos:
Activo es el autor de la conducta típica. Pasivo es el titular del bien jurídico,
puede no ser el sujeto pasivo del delito. Los tipos que individualizan
conductas que pueden ser cometidas por cualquiera dan lugar a los delicta
comunia (delitos comunes).

Hay tipos que solo pueden ser cometidos por una persona,
unisubjetivos (aborto propio). Otros deben ser cometidos necesariamente por
varios (plurisubjetivos). Hay tipos que individualizan acciones que pueden
cometerse en cualquier contexto circunstancial así aluden a circunstancias de
tiempo (traición), lugar (allanamiento), modo (ensañamiento), etc.
Elementos Normativos. Hay tipos penales que no solo contienen
elementos descriptivos sino también normativos, es decir, aquellos para cuya
precisión se hace necesario acudir a una valoración ética o jurídica.

8.2.TIPOS ACTIVOS DOLOSOS. ASPECTO SUBJETIVO

Hay tipos subjetivos que se agotan en el dolo y otros que reconocen


otros elementos. Todos los tipos dolosos exigen que haya una cierta

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De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

congruencia entre sus aspectos objetivo y subjetivo. Hay tipos dolosos que
requieren únicamente que su aspecto subjetivo contenga el querer la
realización del tipo objetivo, el homicidio solo requiere que el autor quiera la
muerte de un hombre. Son muchos los ejemplos de tipos subjetivos que no
se contentan con el dolo.

9.DOLO

Frecuentemente es el único componente del tipo subjetivo (en los caos


en que el tipo no requiere otros). El dolo es querer del resultado típico. La
voluntad realizadora del tipo objetivo. El conocimiento que supone este
querer, es el de los elementos del tipo objetivo. El dolo de homicidio, es el
querer matar a un hombre, presupone se sepa que el objeto de la conducta es
un hombre.

Dolo es pues, la voluntad realizadora del tipo objetivo. Dolo es una


voluntad determinada que presupone un conocimiento determinado.
Representación y voluntad son elementos del dolo.

Aspectos del dolo: Cognoscitivo; querer o conativo.

9.1.ASPECTO COGNOSCITIVO

El dolo requiere conocimiento efectivo, la sola posibilidad de


conocimiento no pertenece al dolo. El querer matar a un hombre, dolo del
tipo de homicidio, no se integra con la posibilidad de conocer que se causa la
muerte, sino con el efectivo conocimiento de que se causa, sin ese
conocimiento no puede hablarse de voluntad homicida. El dolo requiere
siempre cierto grado de actualización del conocimiento.

El grado de actualización que requiere el dolo no exige siempre un


pensar en ello. El individuo que está consumado un estupro no tiene

174
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

necesidad de pensar en la calidad de mujer del sujeto pasivo en el momento


de la realización de la doctrina.

El concepto legal del dolo podemos obtenerlo en la ley vigente en el


artículo 11 y en el proyecto en el artículo 13 (véase).

La comprensión de la criminalidad del hecho implica el conocimiento


de los elementos del tipo objetivo y el conocimiento de la antijuricidad. Hay
dolo tanto cuando el sujeto conoce la antijuricidad como cuando no le importa
si su conducta es antijurídica. Es dolosa tanto la conducta del que sabe que
está prohibido algo como del que lo sospecha y no pone interés en averiguarlo.

9.2. DOLO AVALORADO Y DOLO DESVALORADO

Para quienes sostiene (Zaffaroni, Muñoz C, Bacigalupo), una


estructura finalista del delito, en los delitos dolosos el dolo está en el tipo
como núcleo fundamental. Indican que el dolo está libre de todo reproche
porque la reprochabilidad (culpabilidad) es un paso posterior a la averiguación
del injusto.

9.2.1. Conocimientos que requiere el dolo

El aspecto cognoscitivo del dolo abarca el conocimiento de los


elementos requeridos en el tipo objetivo.

9.2.2. Previsión de la causalidad y el resultado

El dolo presupone que el autor haya previsto el curso causal y la


producción del resultado típico. Hay desviaciones relevantes del curso causal
y desviaciones irrelevantes.

175
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

9.3.ERRORES SOBRE LA CAUSALIDAD

a) Aberratio Ictus. Cuando el objeto de la conducta y el ente que resulta


afectado no son equivalentes como cuando alguien dispara contra el
dueño y lesiona al perro. O como cuando alguien dispara contra otro
y mata a un tercero, concurso ideal de tentativa de homicidio con
homicidio culposo (aunque hay quienes dicen: con homicidio).

b) La aberratio ictus también suele llamarse error en el golpe. Otro es el


caso de error en la persona. Si el bien es equivalente no hay problema,
se elimina el dolo. Cuando la desviación resulta irrelevante para el
dolo sí importa, como quien confunde a su enemigo con el vecino y
dirige su conducta a matar al vecino, es homicidio.

c) Dolus generalis. Es un error sobre la causalidad en que el autor cree


haber alcanzado el resultado, pero este sobreviene en el curso causal.
Como cuando alguien cree haber dado muerte a golpes a su víctima
pero en realidad solo está desmayada y muere por ahorcamiento
cuando la cuelga en un árbol para simular un suicidio. Para que haya
dolo es necesario que haya un plan unitario, es decir, una unidad de
decisión, no importa que la muerte se haya producido por los golpes
o por el colgamiento.

9.4.CLASES DE DOLO

En el dolo directo el sujeto quiere realizar precisamente el resultado


prohibido en el tipo. El autor quería matar y mata; en este caso aparece el
llamado dolo directo en primer grado. También existe el dolo en que el autor
no quiere una de las consecuencias pero la admite como unidad al resultado
final; es decir, prevé una consecuencia accesoria, la acepta como necesaria y la
incluye en su voluntad, en este caso en que es obvia la existencia del dolo, se
diferencia al definirlo como directo de segundo grado; en ambos casos hay
voluntad de matar, solo que en el primero, se tiene la voluntad de hacerlo sin

176
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

más, y en el segundo se considera una consecuencia unida a la principal de


matar.

También se conoce el dolo eventual (en nuestro código, aparecen


ambas categorías en el artículo 11, pero una mejor elaboración técnica aparece
en el artículo 13 del proyecto)9 que consiste en que el sujeto se representa el
resultado como probable producción. El dolo eventual es una categoría entre
el dolo y la imprudencia. Cualquier error sobre los elementos objetivos
integrantes del tipo de injusto excluye el dolo, ello es distinto de un error sobre
la antijuricidad, que será, error de prohibición.

10. EL DELITO IMPRUDENTE

Hasta hace poco (en la edición de 1994) hablábamos más que todo del
delito culposo, distinguiéndolo del doloso y relegándolo a un lugar secundario.
Sin embargo, la vida actual, en que se aumentan los riesgos para la vida, la
salud, la integridad física; tal es el caso del tráfico automovilístico, en estos
casos, las imprudencias de las personas juegan un papel importante. No se
puede seguir analizando la forma culposa dentro de las formas de culpabilidad.
El delito imprudente ofrece particularidades. Por ejemplo, lo esencial en el
tipo de injusto del delito imprudente (calificado por sus variantes en el artículo
12 de nuestro actual Código Penal), no es tanto causar un resultado como la
forma en que se realiza la acción; lo necesario es precisar a quien puede
atribuirse la imprudencia. El punto de referencia obligado del tipo
imprudente, es la observancia del deber objetivo de cuidado. Determinar a
quien incumbe el deber objetivo de cuidado, es decir, a quien incumbe actuar
con la diligencia debida, es el punto central en el delito imprudente.

No todos los casos en que se actúa imprudentemente son castigados


por el Derecho Penal. El principio de intervención mínima, fundamental del

9 Nos referimos al proyecto del Organismo Judicial de 1990.

177
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

Derecho Penal Moderno, obliga al Estado a seleccionar aquellos casos que


afectan bienes jurídicos fundamentales, castigando las imprudencias que
lesionan tales bienes jurídicos.

Componentes del tipo de injusto del delito imprudente:

a) La acción típica. Al no estar descrita la imprudencia, puesto que se


trata de tipos abiertos, lo esencial de dicha acción es que se lesione el
deber objetivo de cuidado. El núcleo del tipo de injusto del delito
imprudente consiste entonces en la divergencia entre la acción
realmente efectuada y la que debió realizarse en virtud del deber
objetivo de cuidado.

b) El cuidado objetivo. Consiste en el cuidado requerido en la vida de


relación social, que se pone regularmente en las actuaciones. “Ello
supone un juicio normativo que surge de la comparación entre la
conducta que hubiera seguido un hombre razonable y prudente en la
situación del autor y la observada por el autor realmente”. [Muñoz C.,
1984:72].

La violación de dicho deber, es elemento fundamental del tipo


culposo. Este elemento se obtiene de contrastar la acción realizada y
la que debió realizarse merced al deber objetivo de cuidado.

11. LA PRETERINTENCIONALIDAD

Una tercera fuente de imputación, distinta a la dolosa y a la


imprudente, es la responsabilidad por el resultado que nuestra legislación
denomina preterintencionalidad. Su origen se encuentra en el principio
Versari in re illicita que procede del Derecho Canónico medieval [ver
Rodríguez Devesa, 1979]; conforme a tal principio se confería responsabilidad
al autor de un hecho aunque el resultado del mismo fuera totalmente alejado

178
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

de la finalidad que perseguía. Dentro de los delitos calificados por el resultado


nuestra legislación contiene, por ejemplo el homicidio preterintencional y el
aborto de la misma clase. El profesor José Luis Diez Ripolles, manifestó que
lo ideal sería la supresión de estas figuras, para dejar paso a las reglas generales
del concurso, cuando procedan, pues lo básico es que las penas se impongan
si es que mediare dolo o imprudencia.

12. LA ANTIJURICIDAD EN EL DELITO

12.1. NOTAS GENERALES

En un principio, la construcción técnica-jurídica de la infracción, que


maravillosamente crearon y nos legaron los jus-penalistas alemanes,
presentaba al delito constituido por una multiplicidad de elementos (la acción,
la tipicidad, la antijuricidad, la imputabilidad, la culpabilidad y la punibilidad),
que si bien es cierto en la actualidad todavía tienen plena vigencia para la
construcción del mismo, la doctrina dominante en el Derecho Penal moderno,
con bastante certeza jurídica y fundamento lógico, ha simplificado la
complicada estructura en un sistema tricotómico del delito, de ahí que hoy día
se habla de la infracción penal como: "La conducta típicamente antijurídica
culpable y punible", reuniendo de esta manera en la antijuricidad la conducta
antijurídica, la tipicidad como su delimitación y las condiciones objetivas de
punibilidad, como elementos condicionantes del tipo y en la culpabilidad el
estudio de la imputabilidad, quedando en forma independiente el estudio de
la puniblidad, que dicho sea de paso, ha sido cuestionado, como elemento del
delito, como lo veremos más adelante.

Consideramos éste el momento más apropiado para hacer la anterior


exposición, debido a la trascendental importancia que muchos tratadistas dan
a la antijuricidad por considerarla el aspecto más relevante del delito, al
extremo que los tratadistas italianos como Antolisei, Grispigni, Maggiore,
Giusseppe, Carnelutti y otros, sostienen que no juega el papel de un elemento

179
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

más, sino es su intrínseca naturaleza, y por consiguiente la esencia misma del


delito.

12.2. CONTENIDO FUNCIONAL DE LA ANTIJURIDICIDAD

Partiendo de la disyuntiva que presenta la antijuricidad, por una parte

como elemento del delito y por otra como esencia del mismo; es presumible
desde ya el intenso cuestionamiento a que se ha sometido en la doctrina el
contenido de la antijuridicidad con el fin de establecer su verdadera naturaleza
jurídica; esa exagerada manipulación que se ha hecho del tema por los diversos
tratadistas y en diferentes épocas, ha creado una serie de especulaciones que
sin duda, son la principal causa de la confusa interpretación de su contenido.
Todos entendemos que la antijuridicidad, por su sólo enunciado refleja la idea
de una contradicción al orden jurídico pero, la verdad es que no todo lo
contrario al Derecho tiene existencia dentro del campo penal para la
construcción del delito, y es más, pueden haber conductas típicamente
antijurídicas sin mayor trascendencia penal, por cuanto que siempre han
existido las llamadas causas de justificación o causas de exclusión de lo injusto,
que tienen la virtud de convertir en lícita una conducta que a primera vista
puede ser antijurídica; he aquí el problema del contenido de la antijuridicidad.
Analizaremos los más importantes criterios a este respecto, tomando com
base la exposición del jurista hispano Puig Peña [1959: 264 y siguientes] por
considerarla que es la más penetrante y menos conflictiva:

a) Karl Binding, con su famosa y sugestiva teoría de las normas, establece


una franca diferencia ente la "Norma" y la "Ley Penal", con lo que
derrumba el viejo entendimiento de que el delito violaba la ley. El
maestro germano estableció que el delincuente no viola la ley, sino que
actuaba de acuerdo con ella, al adecuar su conducta al tipo de la ley,
de esta manera quebranta la norma prohibitiva que contempla la ley
penal; lo que equivale a decir que la norma crea lo antijurídico y la ley
penal el delito. Esta teoría fue censurada al no explicar taxativamente

180
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

lo que es la norma y no resolver los problemas que acarrea la ausencia


de antijuridicidad en sentido formal, al poner de manifiesto la relación
de oposición existente entre la conducta humana y la norma penal, es
decir, la acción que infringe la norma del Estado, que contiene un
mandato o una prohibición del orden jurídico.

b) El Conde de Dohna, basándose en la filosofía de Stambler, sostiene


que lo antijurídico es lo injusto. Será pues, "Jurídico" todo acto que
constituye un medio justo para un fin justo; y será "Antijurídica" toda
conducta que no pueda ser reconocida como medio justo para un fin
justo. Esta teoría es criticable a todas luces, no sólo porque se aparta
del campo jurídico, sino porque al plantear lo justo e injusto de la
conducta y el fin, fácil es equivocar la antijuridicidad con la
culpabilidad.

c) Max Ernesto Mayer, con su ya conocida teoría de las normas de


cultura, llega a la conclusión de que todo el orden jurídico es un orden
de cultura y por lo tanto lo antijurídico será la infracción a las normas
de cultura recogidas por el Estado. Esta teoría refleja el planteamiento
de la antijuridicidad en sentido material, al poner de manifiesto la
conducta socialmente dañosa, que lesiona o pone en peligro el bien
jurídico protegido por el Estado; ha tenido bastante aceptación en el
Derecho Penal moderno; el profesor mexicano Carrancá y Trujillo,
sostiene el criterio del maestro alemán Max Ernesto Mayer, al decir
que la antijuricidad es la oposición a las normas de cultura reconocidas
por el Estado; entendiendo que las normas de cultura son los
principios esenciales de la convivencia social, regulados por el
Derecho como expresión de una cultura. "La norma, como la raíz del
árbol, no se ve, pero sin ella que lo alimenta no existiría el precepto,
como sin la raíz el árbol" [Carrancá y Trujillo, 1980: 338]. Continúa
manifestando el extinto investigador de la UNAM que fente a la
realidad de la vida, las normas de cultura imponen el "Deber Ser" por
medio del Derecho y por medio del Derecho Penal imponen la

181
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

sanción para quien las viola; esta teoría recibe también una fuerte
crítica por buscar la antijuricidad material fuera del campo jurídico; a
decir de Cuello Calón, los hechos dañosos y perjudiciales para la
colectividad (antijuricidad material) no previstos en la norma penal,
sólo serán antijurídicos cuando una ley los sancione. La antijuridicidad
material, sin la antijuridicidad formal, no tiene trascendencia penal
[Cuello Calón, 1957: 354].

d) Franz Von Liszt, pretende conciliar las dos tendencias en pugna (la
jurídica o formal y la extrajurídica o material), sosteniendo que la
reprobación jurídica que recae sobre el acto delictivo es doble: en un
aspecto significa una conducta contraria a la sociedad (antijuridicidad
material), en otro, integra una transgresión de una norma establecida
por el Estado (antijuridicidad formal). Con esta postura dualista el
profesor de Berlín, cree extinguir la contradicción de las teorías
anteriores, empero se le achaca con justificada razón que confunde al
antijuridicidad formal con la tipicidad, sin darse cuenta que ésta es
únicamente el límite de aquella.

e) En la actualidad tiene una casi total aceptación la "Teoría puramente


jurídica de la antijuridicidad", sosteniendo que ésta será la
contradicción a las normas objetivas del Derecho. Se asegura que por
regla general, las normas del Derecho coincidirán con los ideales de
justicia, etc., pero, puede suceder que no exista esta coincidencia, aún
así lo antijurídico será lo contrario a las normas jurídicas. Claro está,
que la teoría hace referencia al orden jurídico general, pero, como
señalamos anteriormente, a nosotros sólo nos interesa la
antijuridicidad que está delimitada por la tipicidad, es decir, que dentro
del campo penal, para que una conducta humana pueda ser
considerada como antijurídica, necesariamente tiene que ser típica,
pero, puede darse el caso, (como lo expusimos antes) de que aún
estando tipificada en la ley, desaparezca la ilegalidad de la conducta por
existir una causa de justificación o bien una excusa absolutoria. Las

182
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

primeras tan como lo establece nuestra ley sustantiva [Código Penal


vigente Artículo 24 y 280], por existir una legítima defensa, un estado
de necesidad o un legítimo ejercicio de un derecho; y las segundas que
únicamente operan en algunos casos, como los delitos contra el
patrimonio (robo, hurto, apropiaciones indebidas y daños),en virtud
del parentesco entre los sujetos activo y pasivo, por razones de política
criminal.

12.3.DEFINICIÓN

Básicamente puede definirse la antijuridicidad, desde tres puntos de


vista:

a) Tomando en cuenta su aspecto formal;

b) Tomando en cuenta su aspecto material; y

c) Tomando en cuenta la valoración (positiva) o desvaloración


(negativa), que se hace de su aspecto formal o material.

Formalmente se dice que antijuridicidad "es la relación de oposición


entre la conducta humana y la norma penal" o bien "la contradicción entre
una conducta concreta y un concreto orden jurídico establecido previamente
por el Estado". Materialmente se dice que es "la acción que encierra una
conducta antisocial que tiende a lesionar o a poner en peligro un bien jurídico
tutelado por el Estado".

Concordando con nuestro tercer aspecto (en sentido positivo), el


penalista hispano Rodríguez Devesa, sostiene que es un juicio de valor por el
cual se declara que la conducta no es aquella que el Derecho demanda
[Rodríguez Devesa, 1979: 386]; y en sentido contrario (negativo), el penalista
guatemalteco Palacios Motta indicaba que es el juicio desvalorativo que un
juez penal hace sobre una acción típica, en la medida en que ésta lesiona o

183
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

pone en peligro, sin que exista una causa de justificación, el interés o bien
jurídicamente tutelado [Palacios Motta, 1980: 52].

12.4. NATURALEZA DE SU FUNCIÓN

Después de haber analizado su contenido funcional ya estamos en


condiciones de comprender mejor la batalla que se libra en el campo
doctrinario, para establecer, si la antijuridicidad es un elemento o es la esencia
misma del delito; permítasenos una burda comparación, pero la antijuridicidad
juega en el delito, el mismo papel que el sistema circulatorio en el cuerpo
humano; indiscutible es que el cuerpo humano necesita de otros sistemas para
funcionar, exactamente lo mismo sucede en le delito, por la naturaleza
funcional. Según Cuello Calón, la antijuridicidad presupone un juicio de
oposición entre la conducta humana y la norma penal, juicio que solo recae
sobre la acción realizada. Incluyendo toda valoración de índole subjetiva, por
lo que podría decirse que su naturaleza funcional es de carácter objetiva; sin
embargo, los penalistas alemanes han sostenido que hay hechos delictivos que
presentan un marcado carácter subjetivo dirigido a un fin determinado, por
ejemplo: el ánimo de lucro, que caracteriza al robo y al hurto; quedando de
esta forma, vacilando en un entredicho el carácter netamente objetivo de su
función.

Es más interesante aún, plantear la naturaleza de su función desde el


punto de vista formal en virtud de que la antijuridicidad formal, es
consecuencia del principio de legalidad; así pues donde aquel rija, la
determinación de lo antijurídico se estará basando en la antijuridicidad formal
y solo podrá hacerlo sobre la material, cuando no exista principio de legalidad,
lo que viene a significar que para determinar si un conducta es penalmente
antijurídica, habrá necesariamente que acudir a indagar en la ley penal.

184
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

13.LA CULPABILIDAD EN EL DELITO

Para la imposición de una pena no es suficiente que el hecho constituya


un injusto típico; esto es que sea típico y antijurídico. Es necesaria la presencia
de una tercera categoría, que debe encontrarse en todo hecho delictivo, que es
la culpabilidad.

El haber distinguido entre antijuridicidad y culpabilidad es un hallazgo


técnico jurídico del siglo XX.

Quien actúa antijurídicamente realiza la figura del tipo atacando un


bien jurídico penalmente protegido. Quien actúa culpablemente comete un
acto antijurídico pudiendo actuar de otro modo. Sin embargo, como la
capacidad de poder actuar de un modo diferente a como se actuó es
indemostrable, se debe acudir a la experiencia y a la observación. Lo que debe
servir de base, es lo fenomenológico, lo vivencial del hecho de que en
cualquier persona cuando tiene varias opciones, existe una capacidad de
elección, y esa capacidad es el presupuesto del actuar humano social y
jurídicamente relevante. Siempre que hay varias opciones se puede elegir, pero
no se sabe cuales son las razones que impulsan a elegir entre una y otra opción.
La culpabilidad no es un fenómeno individual, aislado; la culpabilidad debe
verse con referencia a la sociedad; no sólo con referencia del autor del hecho
típico y antijurídico sino una culpabilidad con referencia a los demás. De ello
surge que la culpabilidad es un fenómeno social. Es el Estado, entonces, como
representante de la sociedad, quien define lo que es culpable o inculpable. La
culpabilidad tiene un fundamento sociológico; no psicológico como se
concibió entre los partidarios del causalismo, entre quienes se cuentan los
autores de nuestro Código Penal vigente.

La correlación entre culpabilidad y prevención general, (o sea la


conminación a la sociedad) es evidente.

185
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

El concepto material de la culpabilidad hay que buscarlo en la función


motivadora de la norma penal;

"Lo importante no es que el individuo pueda elegir entre varios


haceres posibles; lo importante es que la norma penal le motiva con
sus mandatos y prohibiciones para que se abstenga de realizar uno de
esos varios haceres posibles que es precisamente el que la norma
prohibe con la amenaza de una pena" [Muñoz C., 1984: 133].

La capacidad del ser humano para reaccionar ante las exigencias normativas,
derivadas de la prevención general, es lo fundamental, y permite la atribución
de una acción a un sujeto, y por consiguiente, determina su responsabilidad
por la acción realizada, esto es culpabilidad.

13.1 Elementos de la culpabilidad

Para que una persona sea culpable son necesario ciertos requisitos:

a) Imputabilidad, o capacidad de culpabilidad; capacidad de ser sujeto del


Derecho Penal esto es, madurez tanto física como psíquica para

poder motivarse conforme la norma penal; sin ellas no puede hablarse


de culpabilidad.

b) Conocimiento de la antijuridicidad; si el individuo puede conocer


aunque sea a grandes rasgos el contenido de las prohibiciones, el
individuo imputable puede motivarse. Si el sujeto no sabe que su
hacer está prohibido, tampoco puede motivarse conforme a la norma.

c) La exigibilidad de un comportamiento distinto: Hay ciertos ámbitos


de exigencia fuera de los cuales no puede exigirse responsabilidad
alguna.

186
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

14.LA IMPUTABILIDAD EN EL DELITO

14.1.REFLEXIONES PREVIAS

La imputabilidad resulta ser un tema muy controvertido en el campo


del Derecho Penal; algunos Jus-penalistas aseguran que su lugar no está en la
"Teoría General del Delito", sino en el "Tratado del Delincuente".
Específicamente, por considerar que la imputabilidad más que un concepto
jurídico, es un concepto psicológico que cobra vida en el personaje llamado
delincuente, actitud que a nuestro parecer no está muy alejada de la realidad,
sin embargo, hay otro buen número de autores sosteniendo que la
imputabilidad es un elemento positivo de la infracción, por lo que debe
estudiarse dentro de la teoría general del delito; si bien es cierto que la
imputabilidad posee, como dice Palacios Motta, ingredientes psicológicos,
físicos, biológicos, psiquiátricos, culturales y sociales que limitan la
conceptualización jurídica del mismo [Palacios Motta, 1980: 102], también hay
que atender que juegan un papel decisivo en la construcción del delito, ya que
no tendría objeto una conducta típicamente antijurídica, si no existe un sujeto
a quien pueda ser imputada; y es aquí precisamente donde surge el otro
problema que consiste en estudiar la imputabilidad como elemento
independiente, o bien estudiarla como presupuesto de la culpabilidad como lo
hace cierto sector de la doctrina alemana. Nosotros consideramos en todo
caso, que debe estudiarse dentro de la Teoría General del Delito, para hacer
nuestra construcción jurídica.

14.2. CONTENIDO Y DEFINICIÓN

La imputabilidad asume el papel de un elemento positivo más del


delito, como una marcada tendencia subjetiva por cuanto es el elemento
previo más relevante de la culpabilidad ya que el sujeto activo del delito, antes
de ser culpable tendrá necesariamente que ser imputable. El fundamento de
la imputabilidad se ha dicho, radica en la concurrencia de ciertas condiciones
psíquicas, biológicas y morales, que en última instancia van a determinar la

187
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

salud mental y la madurez biológica, que constantemente exigen las


legislaciones penales, para que el agente pueda responder de los hechos
cometidos, es decir, que la imputabilidad formalmente hablando está
condicionada por ciertos límites que la ley propone, sujetándose a ella habrá
que considerar imputable a los sujetos que en su persona reúnen las
características biosíquicas que requiere la ley, para tener la capacidad de ser
responsables de los hechos típicamente antijurídicos cometidos.

Si aceptamos creer que de la imputabilidad nace la culpabilidad y de


ésta a su vez nace la responsabilidad, resulta imperativo deslindar cada uno de
estos conceptos que funcionan estrictamente relacionados. Puig Peña
sostiene que la imputabilidad es una expresión del hombre, en virtud de la cual
pueden serle atribuidos los actos que realiza y las consecuencias naturales de
los mismo como su causa formal eficiente y libre, mientras que la
Responsabilidad, es el deber jurídico que incumbe al individuo de dar cuenta
del hecho realizado [Puig Peña, 1959: 276].

Como bien lo plantea Cuello Calón, mientras la imputabilidad es una


posibilidad, la responsabilidad es una realidad. Todas las personas (con
excepción de los menores de edad y los enajenados mentales) son imputables,
pero sólo son responsables, cuando habiendo ejecutado un acto, estén
obligados a dar cuenta de él, es decir, que el estado de imputable es anterior al
delito, mientras la responsabilidad nace en el momento de su comisión; de ahí
que la culpabilidad viene a ser la declaración de que un individuo responde de
sus actos (por ser imputable) y debe ser merecedor de una sanción. Mientras
la imputabilidad es una situación psíquica en abstracto, la culpabilidad es la
concreta capacidad de imputación legal, declarable jurisdiccionalmente, por
no haber motivo legal de exclusión (causas de inculpabilidad) con relación al
hecho cometido.

En relación a su definición, la imputabilidad se ha conceptualizado de


la manera siguiente: "Es la capacidad para conocer y valorar el deber de
respetar la norma y de determinarse espontáneamente" [Jiménez de Asúa,

188
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

1950: 86]. "Es la capacidad de actuar culpablemente. Capacidad que se


reconoce a todo hombre por ser inteligente y libre, o sea, dotado de
inteligencia y libertad" [Rodríguez Devesa, 1979: 425].

"Es imputable todo aquel que posea al tiempo de la acción las


condiciones psíquicas exigidas, abstractas e indeterminadamente, por
la ley, para poder desarrollar su conducta socialmente, todo el que sea
apto e idóneo jurídicamente para observar una conducta que responda
a las exigencias de la vida en sociedad" [Carrancá y Trujillo, 1980: 415].

14.3.NATURALEZA DE SU FUNCIÓN

En el Derecho Penal moderno ha quedado totalmente abandonado el


viejo problema que presentaba la naturaleza de la imputabilidad y su
consecuente responsabilidad penal; a pesar de que en un tiempo esta cuestión
fue motivo de encarnizadas luchas entre los representantes de las dos más
grandes escuelas del Derecho Penal del siglo pasado (la Clásica y la Positiva);
surgiendo después varias teorías que de manera colectiva trataban de
solucionar el problema.

La Escuela de Juristas o Escuela Clásica, sostenía que la imputabilidad


se basaba en la responsabilidad moral y el libre albedrío del delincuente,
concibiendo así dos clases de sujetos, unos imputables y otros inimputables
(actualmente lo considera así el artículo 23 del Código Penal).

La Escuela Positiva, en completa discrepancia con la anterior, basaba


la imputabilidad en la responsabilidad social del delincuente. El hombre es
responsable, decían , no porque haya obrado más o menos libremente, sino
porque vive en sociedad; por lo cual toda persona es siempre penalmente
responsable, sean cualesquiera las condiciones fisiopsíquicas en las que pudo
haber cometido el delito; basándose en el determinismo consideraron que
todos los sujetos son imputables y responsables socialmente, es decir, que
excluían la inimputabilidad.

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De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

Luego después, sin partir de bases puramente metafísicas, como


consideraban el libre albedrío de los clásicos, ni llegar tampoco al absoluto
determinismo de los positivistas, aparecieron otras teorías como: la
normalidad de Von Liszt; la intimidabilidad de Bernardino Alimena; la
identidad personal o semejanza social de Gabriel Tarde; y la teoría
psicoanalista de Alexander y Staub; que como dijimos trataron de conciliar el
conflicto, colocándose en un punto intermedio entre una y otra, sin percatarse,
como bien dice Puig Peña, que el problema no era susceptible de términos
medios, por lo que fueron olvidadas.

Actualmente podríamos decir que ha reinado la teoría de la Voluntad,


por cuanto los penalistas modernos han decidido rechazar el antiguo
problema del libre albedrío y el determinismo, por considerar que dicho
problema no pertenece al campo jurídico, sino al campo moral y religioso.
Aseguran que en el Derecho Penal no hay por que discutir, si la conducta
humana actúa libremente o está predeterminada, basta con que la conducta
humana sea voluntaria, es decir, que para que un sujeto sea responsable
penalmente, basta que haya ejecutado el delito con voluntad, consciente y
libre, esta concepción no investiga si la voluntad, esta determinada por un
conjunto de factores o es producto del libre albedrío.

15. LA PUNIBILIDAD EN EL DELITO

Es necesario reparar previamente, que el presente apartado se dedica


exclusivamente a revisar la naturaleza funcional de la punibilidad como parte
del delito, es decir, cuál es el papel que juega ésta en la construcción técnica
del delito, que es nuestro objeto de estudio en el presente capítulo, no se trata
pues de analizar la pena como instituto de nuestra ciencia, sino más bien de
ubicarla funcionalmente dentro de la Teoría General del Delito.

El estudio de la punibilidad dentro de la Teoría General del Delito,


podemos afirmar que se circunscribe a resolver el eterno problema que se
plantea la doctrina jurídico penal, para tratar de averiguar si la pena es un

190
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

elemento característico del delito o bien es una consecuencia del mismo, lo


cierto es que desde los inicios de la construcción técnica del delito, hasta
nuestros días, no ha habido unidad de criterio entre los criminalistas para
ponerle fin al conflicto; lo único que se ha alcanzado es establecer
perfectamente bien dos marcadas corrientes: una que considera la punibilidad
como elemento del delito y la otra que la considera como su consecuencia;
partiendo de estos dos criterios, algunos tratadistas convienen en incluir la
penalidad al definir el delito, y otros convienen en excluirla. Trataremos de
analizarlas:

15.1.LA PUNIBILIDAD COMO ELEMENTO DEL DELITO

Los que sostienen este criterio, creen que la conducta humana


típicamente antijurídica y culpable, para que constituya delito se requiere que
esté sancionada con una pena; de esta manera la punibilidad resulta ser
elemento esencial de delito; la Teoría Jurídica del Delito que se dedicó al
estudio de los requisitos para la existencia de la punibilidad la considera así, al
decir de Beling que el delito era la acción antijurídica, culpable, sancionada con
una pena y suficiente a las condiciones objetivas de penalidad. Según Puig
Peña, últimamente se ha sostenido que la punibilidad no sólo es un requisito
esencial de la infracción penal, sino quizás el principal, puesto que sin ella,
siempre existirá un injusto, pero para que ese injusto sea penal, es preciso que
esté sancionado con una pena, y citando al ilustre Jiménez de
Asúa, dice que en último término lo que caracteriza al delito es la punibilidad
[Puig Peña, 1959: volumen II, 194]. Con idéntico criterio asienta Cuello
Calón, que el delito es una acción punible y que la punibilidad es uno de sus
caracteres más destacados; en tal sentido, para que una acción constituya
delito, además de los requisitos de antijuridicidad, tipicidad y culpabilidad,
debe reunir el de punibilidad, siendo éste el de mayor relieve penal [Cuello
Calón, 1957: volumen II, 616].

191
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

Es evidente que para los que comparten el criterio de esta corriente, la


punibilidad es la característica diferencial del delito, que debe aparecer en
todas las definiciones, de ahí que algunos autores reducen su definición a lo
que consideran lo esencia, por ejemplo, el notable profesor de la Universidad
de Paris, Rossi, dice que el delito es simplemente "todo acto señalado con una
pena".

15.2. LA PUNIBILIDAD COMO CONSECUENCIA DEL DELITO

Los que sostienen este criterio, como el caso de Fontán Balestra,


definen el delito como "La acción típicamente antijurídica y culpable",
incluyendo la mención de la penalidad por considerar que ella es una
consecuencia y no un elemento característico del delito, en nuestra patria,
Palacios Motta, a pesar de que en su definición del delito incluye las penas y
las medidas de seguridad, confiesa que se acoge al criterio doctrinario que
considera la sanción penal como una consecuencia; y no como un elemento
del delito [Palacios Motta, 1980: 117].

En época distinta a la de los citados, el afamado penalista de Berlín,


Franz Von Liszt, sostiene que el delito es un hecho al cual el orden jurídico
asocia una pena como lógica consecuencia; indudablemente afirma, no hay
delito sino en virtud de que una acción haya sido referida a una pena en la ley,
pero pena es solo una consecuencia de la concurrencia conjunta de los
elementos indispensables para que a una acción corresponda una sanción. La
ley establece la pena como consecuencia de la acción que reúna los elementos
esenciales para estar en presencia de un delito. Por su parte Rodríguez Devesa,
cree que la pena, desde el punto de vista estático, es simplemente la
consecuencia primaria del delito, es decir, que el delito es el presupuesto
necesario de la pena.

Para los que comparten el criterio de esta corriente, es la tipicidad el


elemento característico que diferencia al delito de cualquier otra acción

192
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

antijurídica y no la pena, es decir, que para quienes eliminan la punibilidad de


la definición del delito, la tipicidad lo reemplaza como elemento diferenciador.

Sin pretender adoptar un criterio imparcial y ecléctico, creemos que la


punibilidad aún sigue jugando el papel de elemento positivo del delito, por
cuanto que en la constitución del mismo no se puede prescindir de la
penalidad que generalmente lo caracteriza, sin embargo, tampoco puede
aceptarse que sea el elemento más relevante de la infracción como se ha
pretendido ya que su función está en completa dependencia de los demás
elementos, de ahí que no podemos negar que sea una consecuencia del delito
como lo aseguran otros autores; pensamos que el problema puede resolverse
dependiendo del lugar donde se estudie la punibilidad, es decir, que si se
estudia dentro de la Teoría General del Delito, debe hacerse como elemento
positivo del mismo; ahora bien, si se estudia propiamente dentro del campo
de la penología, indiscutiblemente habrá que hacerlo como consecuencia de la
infracción penal.

VI. FUNCIÓN DE LOS ELEMENTOS


NEGATIVOS DEL DELITO

Como indicamos anteriormente los elementos llamados "negativos"


del delito, tienden a destruir la configuración técnica jurídica del mismo, y
como consecuencia tienden a eliminar la responsabilidad penal del sujeto
activo; tal y como los enumeramos en este capítulo (Elementos característicos
del delito), la doctrina del Derecho Penal hace un listado de los mismos, sin
embargo, y por razones de tiempo y espacio, nosotros nos limitaremos a
examinar los que específicamente contempla el Código Penal guatemalteco en
su Título III del Libro Primero que se refiere a las "Causas que Eximen de
Responsabilidad Penal" en el mismo orden como las presenta la mencionada
ley.

193
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

1. CAUSAS DE INIMPUTABILIDAD (ARTÍCULO 23 DEL


CÓDIGO PENAL)

De acuerdo a nuestra ley, en Guatemala, no son imputables y por ende


tampoco responsables penalmente, los menores de edad, y los que en el
momento de la acción u omisión, no posean, a causa de enfermedad mental,
de desarrollo psíquico incompleto o retardado o de trastorno mental
transitorio, la capacidad de acuerdo con esa comprensión, salvo cuando el
trastorno mental transitorio haya sido buscado de propósito por el agente
(Actiones Liberae In Causa).

1.1. CON RESPECTO A LOS MENORES DE EDAD

Ha quedado definido desde hace mucho tiempo que el menor infractor


de normas penales es sujeto de una disciplina jurídica diversa del Derecho
Penal, que ha alcanzado en nuestra época autonomía científica, didáctica y
legal, llegándose a estudiar como una rama más del Derecho, conocida como
"El Derecho de Menores" o "Derecho Tutelar". Hay unidad de criterio pues
entre los tratadistas, en cuanto a que los menores de edad están fuera del
Derecho Penal, y así lo han considerado penalistas guatemaltecos como
Benjamín Lemus Morán, Rafael Cuevas Del Cid, Gonzalo Menéndez de la
Riva, Hernán Hurtado Aguilar, Tomás Baudilio Navarro Batres y Jorge
Alfonso Palacios Motta [1980: 108].

Nosotros compartimos ese criterio, aunque como dice Hernán


Hurtado Aguilar, la fórmula legalista no es muy exacta pues menores hay que
tienen un sentido pleno de sus actos y otros que incluso, van por debajo de la
edad. En todo caso, el límite de dieciocho años fijado en nuestra ley (que se
identifica con la edad civil), obedece a un concepto medio de discernimiento
con plena conciencia. El límite de los dieciocho años supone en quienes no
han llegado a esa edad, falta de discernimiento y los problemas que causan por
su desasosiego social deben ser encarados por ciencias como la Pedagogía, la

194
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

Psiquiatría y otras ramas educativas y nunca mediante la imposición de


sanciones. Hasta hace pocos años en Guatemala se tenía la inimputabilidad a
los menores de quince años y a los menores comprendidos entre esa edad y
los dieciocho, con responsabilidad atenuada.

En la actualidad la inimputabilidad de los menores de edad, también


tiene rango constitucional, toda vez que la Constitución Política en su artículo
20 establece: (Menores de edad)

"Los menores de edad que transgredan la ley son inimupatables. Su


tratamiento debe estar orientado hacia una educación integral propia
para la niñez y la juventud. Los menores, cuya conducta viole la ley
penal, serán atendidos por instituciones y personal especializado. Por
ningún motivo pueden ser recluidos en centros penales o de detención
destinados para adultos. Una ley específica regulará esta materia".

Esta ley específica actualmente en Guatemala, que establece el


tratamiento y regula la conducta irregular de los menores de edad, es el Código
de la Niñez y la Juventud10. Nosotros entendemos que los menores de edad
están fuera de la ley penal ( a pesar de que la misma los contempla como
inimputables), y por extensión del Derecho Penal, sin embargo, eso no quiere
decir que estén fuera de las ciencias penales, que como tales también se ocupan
de la conducta antisocial de los menores infractores, con la antisocialidad
juvenil por ejemplo, que ha ocupado gran parte de su tiempo a la gran mayoría
de criminólogos del mundo. Lo que más sigue siendo motivo de discusión
entre penalistas y criminólogos es la edad promedio para fijar la
inimputabilidad atendiendo al desarrollo biopsico-social de la persona humana
que puede variar de una sociedad a otra, así se ha hablado de edades promedio
entre diez, doce, catorce, dieciséis y dieciocho años; en el VI Congreso de la
Asociación Internacional de Derecho Penal realizado en Roma en el año 1953,
se recomendó como edad mínima para los efectos de la punibilidad, la de

10 Pendiente de entrar en vigor a la fecha de esta edición.

195
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

dieciséis años (Reyes Echandia, Derecho Penal: 230 y 231). En los últimos
años en nuestro país la antisocialidad juvenil ha alcanzado niveles
considerables, por lo que estimamos de urgencia un análisis científico de la
misma que nos obligaría a revisar detenidamente la ley específica que regula la
materia.

1.2. CON RESPECTO A LA INIMPUTABILIDAD POR


ENFERMEDAD MENTAL, DESARROLLO PSÍQUICO
INCOMPLETO, RETARDO TRASTORNO MENTAL
TRANSITORIO DEL SUJETO ACTIVO

Se trata como bien dice Hurtado Aguilar [1974: 41] "de actuaciones en
que la inteligencia y la voluntad se hallan abolidas o perturbadas en grado
apreciable", que no permiten al sujeto conocer y comprender la ilicitud del
acto que realizan y que lo convierten en inimputable ante al ley penal del
Estado... Según plantea el autor citado, esto puede deberse a casos de
sonambulismo, estados hipnóticos, locura, psicosis, neurosis (histeria, locura
maníaco depresiva, esquizofrenia, epilepsia, idiotez, psicopatías,
intoxicaciones alcohólicas o por estupefacientes, etc.); así como también otras
complicaciones devenidas de enfermedades comunes como fiebres, gripes,
trastornos menstruales, embarazo, parto, puerperio, menopausia, etc.

El problema se agudiza -dice- por cuanto, fuera de lo mencionado, hay


un sin número de estados o situaciones que, incluso por la concurrencia de
otra clase de factores no siempre concomitantes, pueden causar en el paciente
trastornos mentales apreciables. La última palabra en cuanto al impacto que
pudieran causar en la conducta de la persona quedaría a los técnicos, pues se
trata de situaciones que no causan directamente la perturbación, en las que
habría que analizar cada caso no sólo para encontrar los antecedentes, sino el
impacto que pudo causar en la vida mental del sujeto.

196
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

Es importante tener en cuenta que la norma legal al referirse a estos


casos, dice "salvo que el trastorno mental transitorio, haya sido buscado de
propósito por el agente" (Art. 23), es decir, que no opera esta causa cuando el
sujeto activo con el fin de cometer el acto delictivo dispuso embriagarse o
drogarse deliberadamente, en este caso, su conducta se convierte en agravante
de su responsabilidad penal, según el artículo 27 inciso 17 del Código Penal.
Es precisamente a lo que Raúl Carrancá y Trujillo denomina "Actiones Liberae
in Causa" (acciones que en su causa son libres, aunque determinadas en sus
efectos), lo cual significa que la acción se decidió en estado de imputabilidad,
pero el resultado se produjo en estado de inimputabilidad [Carrancá y Trujillo,
1980: 315]. Las causas de inimputabilidad que eliminan la responsabilidad
penal del sujeto activo, son el negativo de la imputabilidad como elemento
positivo del delito.

2. AUSENCIA DE ANTIJURICIDAD, CAUSAS DE


JUSTIFICACIÓN

2.1.CONSIDERACIONES

Básicamente para que tengamos ante nosotros un delito, es necesario


que se realice un comportamiento humano subsumible en un tipo de
conducta encuadrable en alguna descripción de la parte especial del Código penal
pero puede ser que tal comportamiento típico se encuentre justificado por
alguna de las circunstancias que señala el Art. 24.

La observación primaria en cuanto a la antijuridicidad de una conducta


es que ésta tiene carácter negativo, es decir: si no concurre alguna causa de
justificación el hecho es antijurídico.

Ejemplo 1. Si una persona detiene a otra, incurre en un


comportamiento descrito en el tipo del Art. 203. Pero al preguntase si
concurre alguna causa de justificación se aprecia que es un agente de la policía,

197
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

que está actuando conforme una orden de juez competente, entonces vemos
que no hay antijuridicidad por mediar la circunstancia de legítimo ejercicio del
cargo público que el aprehensor ostenta.

2.1.1.Relación entre tipo y antijuridicidad

Existen dos posiciones en cuanto a que existiendo causa de justificación el


tipo persista o desaparezca. La posición tradicional indica que la exclusión de
la antijuridicidad no implica la desaparición de la tipicidad. La teoría de los
elementos negativos del delito considera que las causas de justificación
eliminan la tipicidad, por considerar que el tipo es la parte positiva del
injusto, y la concurrencia de los presupuestos de una causa de justificación la
parte negativa.

A la parte positiva pertenecen los elementos específicos de la clase de


delito de que se trate, mientras que la parte negativa, o sea la ausencia de causas
de justificación, es genérica para todo hecho. Por eso, la concurrencia de los
elementos típicos, positivos, es suficiente para considerar relevante todo
hecho.

Sin perjuicio de su unidad, es importante distinguir las partes del tipo


de injusto. El tipo positivo, integrado por los elementos típicos de cada hecho,
y el negativo, ya mencionado.

2.1.2. Fundamento de las causas de justificación

La razón material de la justificación se aprecia como una situación de


conflicto, conflicto entre el bien jurídico atacado y otros intereses
equivalentes. Las causas de justificación lo que hacen es permitir la agresión a
bienes jurídicos ( o por lo menos no la prohiben) en virtud de ciertas
circunstancias que al legislador parecen más importantes que la protección de
un bien jurídico individual. El derecho no prohibe resultados sino conductas,
en tal virtud tenemos el siguiente:

198
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

Ejemplo 2. En el homicidio en legítima defensa se hallan en conflicto


la vida de un hombre por una parte, y la afirmación del derecho respecto a
bienes jurídicos del defensor, por otra parte.

De todas maneras es importante tener en cuenta que no todo injusto


ha de ser penado, pues el injusto penal es un injusto calificado. Ello se funda
en los principios de insignificancia y de proporcionalidad, y en la existencia,
por supuesto de las causas de justificación.

2.2.LEGÍTIMA DEFENSA (Art. 24/1o.)

2.2.1Fundamentación

Históricamente las fundamentaciones de la legítima defensa son:


como derecho individual, se concibió desde el derecho romano germánico,
como defensa del orden jurídico: al defenderse, el individuo representaba no
sólo su interés individual sino a la comunidad misma.

Estos dos aspectos siguen siendo la base de la legítima defensa. El


principio individual se manifiesta en nuestro Código penal al manifestar "defensa
de su persona, bienes o derechos".

También juega importante papel en el punto de vista individual el


principio de que es lícita toda defensa que resulte necesaria, aunque el bien
que se lesione sea objetivamente más valioso que el que se defiende.

El significado colectivo de la legítima defensa se refiere a que mientras


que el agresor niega el derecho, el defensor lo afirma, por ello el derecho se
inclina a favor del defensor y le permite lesionar al agresor en toda la medida
que resulte necesario para impedir que el injusto prevalezca sobre el derecho.
Es aquí donde se encuentra e fundamento de la legítima defensa que dice que
el derecho no tiene por que ceder al injusto, o que nadie está obligado a

199
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

soportar lo injusto. Así, el fundamento específico de la legitima defensa es el


elemento colectivo que se traduce en la afirmación del orden jurídico.

2.2.2.Evolución doctrinaria

Actualmente la doctrina se inclina por restringir la posibilidad de


legítima defensa en los casos denominados de extrema desproporción entre
los bienes del agresor de mucha mayor importancia que los bienes a defender.
También se restringe en el caso de sujetos inculpables. En estos casos, la
doctrina estima que el atacado puede limitarse a esquivar o rehuir la agresión.

2.2.3. Requisitos

Nuestra ley establece los requisitos siguientes: agresión ilegítima,


necesidad racional del medio empleado para impedirla o repelerla y falta de
provocación suficiente por parte del defensor.

Agresión ilegítima

Hemos afirmado ya antes que éste resulta ser el elemento generador


de la legítima defensa. Se entiende: agresión ilegítima como acometimiento
físico o acto contrario a Derecho, en vista de que el Código Penal admite la
defensa de la persona, bienes o derechos. Tales alternativas, han de poder
darse independientemente. Lo que es indispensable es que la agresión
ilegítima se encuentre configurada por un comportamiento humano.

Agresión ilegítima significa agresión antijurídica. Puede ser una


agresión dolosa o imprudente.

Ejemplo. Piénsese en el ciclista que circula con evidente torpeza y a


gran velocidad por la acera. Caería sobre unos valiosos objetos de cerámica
expuesto en el lugar, si la empleada no lo evitara apartándole de un golpe que

200
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

le hace caer al otro lado (el mal causado puede ser mayor que el que se quería
evitar por lo que no cabe estado de necesidad).

No cabe legítima defensa frente a una agresión en caso fortuito pues


tal agresión no sería antijurídica.

Se discute por ciertos sectores si la antijuridicidad de la agresión ha de


ser general, o que tenga que constituir una infracción penal.

Hemos dicho ya también que la agresión ha de ser actual e inminente.


Esta agresión supone un peligro próximo y que dicho peligro no haya
desaparecido, es decir, que no se haya convertido en una lesión consumada y
agotada del bien que se pretende defender, por lo que debe subrayarse que
falta esta nota cuando la víctima ha sido ya objeto de la lesión y es tarde ya
para evitarla.

Ejemplo. El agresor ha logrado su propósito de herir a su víctima y


se dispone a abandonar el lugar de los hechos. La víctima en un gesto
desesperado dispara sobre él por la espalda para impedir que se marche.

Ejemplo. El que persigue a quien le ha sacado la billetera. Entonces,


el requisito de actualidad de la agresión distingue la defensa de la venganza.

Existe un caso que se da en la práctica, en el que hay algunas dudas


para resolver, es el caso de la riña. Es normalmente sabido que la riña
mutuamente aceptada no da lugar a la legítima defensa, pues no se inicia como
respuesta a una agresión previa de uno, sino por un acuerdo tácito en el que
ambos participantes comienzan a agredirse recíprocamente. Pero es distinto
el caso en que una de las partes responde a una agresión previa, y ésta se ve
forzada a entablar la riña con ánimo defensivo. En los casos de esta
denominada riña forzada verdaderamente existe por una de las partes
necesidad de defenderse.

201
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

En cuanto a los bienes defendibles la letra de nuestra ley se refiere a la


persona, bienes o derechos del que se defiende o la persona bienes o derechos
de un tercero. Por tal motivo, legal y doctrinariamente no cabe la defensa de
bienes suprapersonales, por ejemplo, el orden público, pues la legítima defensa
evidentemente no fue pensada para tales casos.

Necesidad racional del medio empleado para impedirla o repelerla

Debe existir una necesidad de defenderse en alguna forma (necesidad


abstracta) como necesidad del medio defensivo utilizado (necesidad concreta).
Si no hay necesidad abstracta de defenderse, no cabe la causa de justificación
y si hay necesidad de defenderse pero la defensa usada es excesiva podrá
apreciarse conforme lo prescribe el art. 26/2 del C. P.

Establece la ley que la necesidad de defenderse ha de ser "racional" o


sea una necesidad que haría que cualquier persona de las características del
autor, colocada en su situación en el momento de defenderse, tuviese que
actuar en forma igual.

La necesidad concreta de defensa puede faltar cuando el sujeto pueda


utilizar un medio menos lesivo. La voz legal "medio empleado" se refiere no
sólo al instrumento o arma con que se hace la defensa, sino a la modalidad de
la defensa. O sea que es incorrecto decidir la cuestión mediante la
comparación material de los instrumentos de ataque y de defensa, sin ninguna
otra consideración al medio o modo.

El elemento subjetivo de la justificación consiste en conocer y querer


los presupuesto objetivos de la situación. O sea, el sujeto debe saber que se
defiende de una agresión ilegítima.

202
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

Ejemplo. Después de una discusión violenta tras haber dado la


espalda a su adversario José, Antonio se gira y dispara repentinamente sobre
él sin saber que con ello evitaba que lo hiriera, pues por su posición no había
advertido que éste se disponía a dispararle.

En ese caso se aprecia el desconocimiento de la situación de defensa,


lo cual hace inaplicable la legítima defensa.

Falta de provocación suficiente por parte del defensor

No solamente es la falta de provocación, sino de una provocación


suficiente para la agresión. Es decir, que en el caso de legítima defensa debe
faltar provocación adecuada a la reacción mediante la agresión. Algunos
consideran como más seguro considerar provocación suficiente la
provocación intencional, o sea la que produce el sujeto con la intención de
determinar la agresión por parte del provocado con objeto de poder lesionarle
a través de la defensa.

2.2.4.Legítima defensa putativa (Art. 25/3º.)

Se da cuando el sujeto cree erróneamente que concurren los


presupuestos objetivos de la legítima defensa:

Ejemplo. Tras haber tenido una violenta discusión en un bar, Juan


cree que quien viene corriendo hacia él en una calle oscura próxima es su
adversario Pedro que quiere agredirle. Juan dispara antes de que pueda
advertir que quien corría y es herido no era Pedro ni pretendía atacarle.

En este caso estamos ante una situación de error sobre los


presupuestos de una causa de justificación. Se ha considerado que en este
caso el error excluye el dolo (error de tipo), pero otros lo consideran como
error de prohibición.

203
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

La teoría de la estricta culpabilidad, indica que se trata de un error


sobre una causa de justificación, siempre error de prohibición que atenúa o
excluye la culpabilidad según sea vencible o invencible.

2.3.ESTADO DE NECESIDAD (Art. 24/2º.)

Las situación de necesidad se da, según nuestra ley, cuando se comete


"un hecho, obligado por la necesidad de salvarse o de salvar a otros de un
peligro, no causado por él voluntariamente, ni evitable de otra manera,
siempre que el hecho sea en proporción al peligro".

La doctrina indica que se trata de un estado de peligro actual para


legítimos intereses que únicamente puede conjurarse mediante la lesión de
intereses legítimos ajenos y que no da lugar a ejercitar otra causa de
justificación.

2.3.1.Diferencias con la legítima defensa

Aunque técnicamente se han establecido relaciones entre ambas, pues


suponen una situación de peligro que sólo se puede conjurar mediante un
hecho típico, en consecuencia funcionan como tipos permisivos, hay que
tomar en cuenta que en la legítima defensa se necesita una agresión
antijurídica. En el estado de necesidad se permite lesionar intereses de una
persona que no realiza ninguna agresión.

En la legítima defensa el agresor y el defensor se encuentran en distinta


posición respecto de la ley: uno la infringe y otro la cumple. En el estado de
necesidad los sujetos se encuentran en la misma posición frente al derecho.

Consecuentemente sus límites son también distintos. Mientras que en


principio es legítima toda defensa necesaria para repeler la agresión ilegítima

204
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

[Mir, 1990:478],11 en cambio el estado de necesidad sólo se justifica si el mal


causado no es mayor que el que se trata de evitar [art. 24/2,b].

No es suficiente decir que la diferencia sea la concurrencia o no de


agresión ilegítima, se debe reaccionar contra el agresor.

Ejemplo. Al darse cuenta de que sufrirá una agresión ilegítima, el


peatón A, reacciona interponiendo a B, que camina descuidadamente y sufre
la embestida del delincuente C que lo hiere. En este caso la lesión del sujeto
interpuesto no puede quedar cubierta por la legítima defensa, sino por el
estado de necesidad siempre que concurran sus requisitos.

2.3.2. Fundamento del estado de necesidad

Hay dos grupos de casos diferentes de estado de necesidad:

a) En un primer grupo el fundamento de la exención es la salvación del


interés objetivamente más importante. Es el estado de necesidad de
nuestra ley o estado de necesidad justificante.

b) El otro grupo es el de los casos en que el interés lesionado es igual o


superior al que se salva. En ese caso la doctrina opina que la conducta
puede ser exculpada si el sujeto actúa en una situación en que no le es
exigible que deje sacrificar el interés amenazado; estado de necesidad
exculpante, lo cual quedaría según nuestro derecho a tomar en cuenta
en la figura exculpante señalada en el art. 25/1, miedo invencible.

11 En esta parte seguimos casi textualmente la clara concepción de el maestro español sobre
el tema.

205
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

2.3.3.Elementos del estado de necesidad

Hay cuatro principales:

a) Estado de necesidad: o sea el estado de peligro actual para legítimos


intereses que sólo puede conjurarse mediante lesión de intereses
legítimos. En este caso tenemos que el peligro se refiere a un mal
propio o ajeno (salvarse o salvar a otros dice la ley). Ese elemento
ocupa aquí el puesto de esencial Ese peligro debe ser inminente. Para
decidir si concurre la inminencia, el juez debe retrotraerse al momento
en que el agente actúa y enjuiciar la situación según lo haría un hombre
promedio con sus conocimientos y los que pudiera tener quien actuó.
En cuanto al concepto: "mal" se refiere a la afectación a bienes
jurídicos. Actualmente se considera mal, aquello que la sociedad
valore negativamente. Cuando el mal que amenaza es ajeno, aparece
la figura del auxilio necesario.

Ejemplo. El médico toma un vehículo ajeno para trasladar con


urgencia la hospital a un herido muy grave.

Necesidad de lesionar un bien jurídico de otra persona o de infringir


un deber ("quien haya cometido un hecho"): es preciso que no haya
un medio menos lesivo de evitar el mal que amenaza. Ejemplo: el
señor José... conduce temerariamente por la carretera pues ha recogido
un herido y lo lleva al hospital.

La acción realizada debe ser el único medio para evitar el mal,


entendiéndose por el menos lesivo para el orden jurídico. Elemento
subjetivo: (obligado por la necesidad, dice la ley), éste es el elemento
subjetivo.

206
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

Ejemplo del caso anterior: para procurar asistencia a un herido grave


que ha recogido en la carretera, José lo conduce al hospital a velocidad
excesiva, causando lesiones graves a un peatón.

b) Que el mal causado no sea mayor que el que se trate de evitar.


Se basa en el principio de proporcionalidad, límite del estado de
necesidad. Sin embargo no se excluye que se pueda aplicar en
conflicto de bienes iguales, como el caso de la tabla de Carneades. La
solución es diferente para nuestro derecho si uno de los náufragos está
previamente asido a la tabla y el otro pretende arrebatársela, este
segundo no puede ampararse en el estado de necesidad justificante
sino sólo en el exculpante que como vimos según nuestro derecho
equivale al miedo invencible.

El tema puede tener interés especial en el caso de los trasplantes quirúrgicos


y su justificación.

c) Qué la situación de necesidad no haya sido provocada


intencionalmente por el sujeto. Ejemplo: el conductor de un
camión tuvo que atropellar a un ciclista para evitar una colisión frontal
con un autobús, colisión que hubiera producido la muerte de los
ocupantes.

Normalmente los tribunales castigan las lesiones dolosas ocasionadas


por el conductor del camión, razonado que si el sujeto ha causado un
resultado lesivo por imprudencia anterior a la situación de necesidad,
la imprudencia no puede desaparecer por aparecer en último momento
la necesidad de elegir entre un mal y otro.

La ley requiere también que el peligro no sea causado por él


voluntariamente.

207
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

¿Quién es el sujeto activo en el auxilio necesario: el auxiliador o el


auxiliado? La doctrina indica que es el auxiliador y no el necesitado.

d) Finalmente se exige que el necesitado no tenga el deber legal de


sacrificarse. Es el caso del bombero, que ha de asumir los riesgos del
salvamento, el capitán del barco, la policía que debe afrontar el riesgo
de resistencia al control y detención.

En el proyecto de Código Penal, la legítima defensa y el estado de


necesidad se encuentran como exclusión de la ilicitud. El estado de necesidad
se encuentra tanto para evitar el mal a que se refiere nuestra actual ley al que
se denomina con mejor propiedad "daño" o el peligro del mismo al que califica
como "riesgo".

En la legítima defensa se alude a una agresión ilegítima actual ya con


la connotación de principio de racionalidad: siempre que se utilice el medio
efectivo menos dañino a su alcance, además exige concretamente una
proporcionalidad razonable, entre la agresión y la defensa.

En el proyecto se alude además de la tradicional forma del ejercicio


legítimo de un derecho también a otras como la ignorancia sobre
circunstancias que fundan o excluyen la ilicitud, el consentimiento y la
aceptación social del hecho, pese a la adecuación de la conducta a la figura
legal.

Este proyecto, como se sabe; ha influido ya en alguna forma en la


legislación vigente.

El proyecto a que se alude aquí, es el formulado por una comisión de


especialistas convocada por la Corte Suprema de Justicia en 1991 de la que
formaron parte los autores.

208
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

2.4.EJERCICIO LEGÍTIMO DE UN DERECHO (Art. 24/3º.)

La ley vigente se refiere al legítimo ejercicio del cargo, de la profesión,


de la autoridad o de la ayuda que se preste a la justicia [art.24/3].

Aunque la descripción legal es restrictiva, se alude aquí al


cumplimiento de un deber jurídico y al ejercicio de un derecho, concretamente
establecidos. Conforme al principio de extrema ratio los otros hechos y
derechos permitidos por otras ramas del ordenamiento jurídico, son a su vez
permitidos por el derecho penal. Éste es uno de los fundamentos de que el
ejercicio de un derecho sea una causa de justificación. Entonces, ha de
entenderse que para que un derecho (no penal) pueda justificar un hecho
castigado por la ley penal, debe entenderse también que el orden jurídico
mantiene la existencia, pese a la prohibición general que da el ordenamiento
penal.

Las normas penales pueden derogar otras posteriores, como cuando


se emite una ley en que se castiga una conducta que era permitida en la ley
anterior. Sin embargo, la existencia del art. 24/3 viene a constituir una barrera
para que el derecho penal pueda negar derechos y deberes definidos en
normas provenientes del total ordenamiento jurídico. En consecuencia,
cuando un hecho se encuentra previsto como conducta delictiva en el orden
penal, y es aceptado por otra norma que permite su realización, nos
encontramos ante un conflicto aparente de leyes, del cual resulta que la
aplicable es la norma no penal, y de ello el acto ha de considerarse como
permitido, no contrario al total orden jurídico, es decir, no antijurídico.

En cuanto al ejercicio legítimo de un derecho, el art. 24/3 señala como


fuentes de tal derecho las siguientes. Ejercicio legítimo del cargo público que
se desempeñe, la autoridad que se ejerce, la profesión y la ayuda que preste a
la justicia.

209
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

2.4.1. Ejercicio legítimo del cargo público que se desempeñe

En este caso hay una especial referencia a determinados cargos, que


suponen el recurso de la coacción como medio para imponer las normas, tales
como la policía, los jueces, fiscales, sus agentes, etc. Estos cargos obligan en
general a adoptar medidas coactivas y lesivas de bienes jurídicos, como la
prisión, la detención, la condena, y demás sanciones propias del derechopenal.

En términos generales, las condiciones de legalidad de tales actos se


encuentran previstas en forma precisa, siendo características del legítimo
ejercicio:

a) La condición de autoridad o agente de la misma del sujeto;

b) Los principios de proporcionalidad y racionalidad deben limitar la


actuación de la autoridad.

c) En esta eximente no se requiere la agresión ilegítima, como en la


legítima defensa.

2.4.2. Ejercicio legítimo de un derecho procedente de la autoridad que


se ejerce

Se alude aquí al "legítimo ejercicio" con el objeto de enfatizar que si el


derecho (como orden jurídico) concede ciertos derechos, eso no significa que
puedan realizarse de cualquier modo y a costa de lesionar bienes jurídico
penales, significa que se permite realizarlo dentro de los cauces legítimos.
Ejemplo: el tradicional es el que se pone en cuanto a la violación de la esposa
por el consorte varón. ¿Puede el marido obligar a la esposa a tener relaciones
sexuales mediante violencia? ¿hay alguna justificación?

No lo creemos, no sólo porque nuestra ley no hace referencia a


derechos genéricos, y porque en cuanto a lo mencionado: autoridad que se

210
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

ejerce, no existiendo privilegios entre los cónyuges, ni obligación alguna por


ninguno de los dos de obedecer uno al otro. La referencia a la autoridad que
se ejerce se encuentra más bien en cuanto al derecho de corrección de los
padres respecto de sus hijos, pero tal derecho, y deber de corrección no
implica la lesión de bienes de superior entidad como la integridad física. Lo
mismo puede referirse en relación a los maestros y demás preceptores de los
niños, la autoridad que ejercen debe ser coherente con la adecuación
social de la represión que utilicen para las infracciones por parte de los niños.

2.4.3. Ejercicio de un derecho proveniente de la profesión

Hay ciertas profesiones que suponen la realización de actos previstos


en tipos delictivos, especialmente intervenciones quirúrgicas en el médico,
pero también expresiones que afecten el honor de alguna persona, en el
abogado, y algunas medidas de los preceptores como impedir la salida a recreo,
etc.

Las intervenciones quirúrgicas. El ejercicio de la cirugía parece


inmerso en la ejecución de tipos penales como lesiones; la justificación, en
nuestro medio, aparecería del contenido del art. 24/3. De acuerdo con nuestra
ley el fundamento de la justificación sería que el bien jurídico no resulta
dañado, y que en realidad no se producen lesiones, en el modo penal de
considerar tales afectaciones al estado físico, sino ciertos menoscabos
atribuibles a toda intervención quirúrgica.

Se ha dado en el medio, en tratar de criminalizar las intervenciones


curativas correctamente realizadas pero con resultado fallido. Para comenzar,
hay que decir que la finalidad curativa excluye el dolo. Muchos quieren irse
por la vía del tipo culposo, pero en un caso como éste, si la intervención es
practicada correctamente, el cuidado debido, esencial para la calificación de la
imprudencia, no se infringe, si se han verificado las operaciones que
normalmente se realizan para obtener resultados satisfactorios, los cuales no
siempre son asegurables. Algunos han aconsejado a los cirujanos, obtener un

211
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

consentimiento escrito, sin embargo, éste puede faltar en casos de emergencia,


o en que no pueda obtenerse válidamente. También existe la dificultad en
cuanto al consentimiento, que aun con él, no se exima de responsabilidad,
como el caso establecido en el art. 225 C en qué aún con el consentimiento de
la mujer se sanciona penalmente a quien realiza experimentos destinados a
provocar embarazos.

En general la doctrina rechaza la justificación de las lesiones


producidas en ejercicio profesional sin consentimiento, salvo aquellos casos
de urgencia y gravedad, en que la justificación no es la del inciso 3 sino la del
inciso 2 del mismo art. 24, puesto que la ley sólo ampara el legítimo ejercicio
de la profesión y está claro que ese ejercicio no es legítimo sin el
consentimiento del paciente que puede darlo.

El problema se plantea solamente en cuanto a que no quepa acudir a


un estado de necesidad, cuando no hay consentimiento. El consentimiento,
cabe agregar, que no está citado expresamente en nuestra ley como causa de
justificación, sin embargo puede deducirse que tácitamente se concede eficacia
al consentimiento cuando se concede la opción de darlo al titular del bien
jurídico, por ejemplo en algunos casos como el allanamiento de morada, pues
está construido sobre la base de la oposición del morador a que alguien entre
a la morada o se mantenga en ella. Así también cabe el consentimiento tácito
de que hablamos en algunos casos en que la situación permita pensar o
suponer que el titular del bien jurídico está de acuerdo en que alguien lo utilice
como cuando un vecino permite que otro entre en la casa de al lado para regar
las flores y evitar que se sequen [Muñoz C., 1990: 122].

Se señalan por la doctrina (supra) algunos requisitos:

a) Que sea una facultad reconocida por el ordenamiento jurídico a una


persona para disponer validamente de determinados bienes jurídicos
propios, sólo cuestionable en caso de bienes jurídicos fundamentales.

212
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

b) Que el sujeto tenga capacidad para disponer.

c) Cualquier vicio de la voluntad del que consiente (error, coacción,


engaño) invalida el consentimiento.

d) El consentimiento debe ser dado antes de la verificación del hecho y


ha de ser conocido por quien actúa a su amparo. Consentimiento en
las lesiones: nuestra ley no faculta para disponer de la vida, por ejemplo
castigando la ayuda al suicidio ajeno.

Sin embargo, nuestra ley penal reciente, por influencia del proyecto de
Código Penal, lo menciona en cuanto a inseminación forzosa [art. 225 A], y ya
antes lo mencionaba en cuanto al aborto [Arts. 134 y 135].

3. CAUSAS DE INCULPABILIDAD (ARTÍCULO 25 DE


CÓDIGO PENAL)

Al igual que las causas de inimputabilidad y las causas de justificación,


las causas de inculpabilidad, son eximentes de la responsabilidad penal del
sujeto activo, y en este caso porque el elemento subjetivo del tipo, que es la
voluntad del agente, no existe; en ese sentido las causas de inculpabilidad son
el negativo de la culpabilidad como elemento positivo del delito, y surgen
precisamente cuando en la comisión de un acto delictivo, no existe: dolo, culpa
o preterintención; la legislación penal guatemalteca describe cinco causas en
la siguiente forma:

3.1. MIEDO INVENCIBLE

"Ejecutar el hecho impulsado por miedo invencible de un daño igual


o mayor, cierto o inminente, según las circunstancias". Para que exista
jurídicamente la comisión de un delito, y que ésta pueda ser imputada a
determinado sujeto, es imprescindible que el agente actué libre y
voluntariamente en la ejecución del mismo, lo cual no sucede cuando el sujeto

213
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

activo actúa con miedo que le es invencible, porque le está coartada la voluntad
de actuar libremente. En este caso se trata de una "Vis compulsiva", es decir,
de un tipo de violencia psicológica o moral que influye directa y objetivamente
en el ánimo del sujeto, que se ve amenazado de sufrir un daño igual o mayor
al que se pretende que cause.

"En la violencia moral, aún queda al sujeto la alternativa entre cometer


el delito o sufrir el mal con el cual se amenaza, mas como el Derecho
Penal no pretende crear héroes, se sitúa en plano humano y no obliga
al sacrificio, en cambio en la violencia física, ni de héroe puede hacer
el obligado" [Hurtado Aguilar, 1974: 55].

La ley exige para su conformación, que el miedo sea "Invencible", lo


cual significa que no lo pueda vencer el sujeto activo o que no le sea posible
sobreponerse al mismo. En cuanto al "mal" con que se ve amenazado,
requiere la ley que éste sea real y que sea injusto, puesto que el miedo a un mal
justo no exoneraría de responsabilidad, como el miedo de una detención legal,
o el miedo a ser lanzado de una casa de habitación por falta de pago de la
renta, de tal manera que la invencibilidad y el mal, han de interpretarse
objetivamente y debe influir poderosamente en la mente del autor, anulando
aunque sea parcialmente la voluntad de actuar.

3.2.FUERZA EXTERIOR (V. AUSENCIA DE ACCIÓN, SUPRA)

"Ejecutar el hecho violento por fuerza material exterior irresistible,


directamente empleada sobre él".

En este caso se trata de una "Vis Absoluta", es decir, un tipo de


violencia física o material que se torna en irresistible ejercida directamente
sobre la humanidad del sujeto activo, que anula total y absolutamente su
voluntad de acción, y si actúa lo hace como un autómata, manipulado
violentamente por un tercero que lo hace obrar como mero instrumento, no
sólo privado de su voluntad, sino en contra de ella misma, de tal manera que

214
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

si se comete el delito, existe falta de acción por parte del sujeto activo y por lo
tanto está exento de responsabilidad penal. Lo que es importante subrayar es
que la fuerza física irresistible se emplee directamente sobre el sujeto activo,
de otra manera no operaría la exención.

3.3.ERROR (V. LEGÍTIMA DEFENSA PUTATIVA, SUPRA)

"Ejecutar el hecho en la creencia racional de que existe una agresión


ilegítima contra su persona, siempre que la reacción sea en proporción
al riesgo supuesto".

Desde el punto de vista amplio, el error es un conocimiento


equivocado, un juicio falso que se tiene sobre algo, es la falta de
correspondencia entre lo que existe en nuestra conciencia y lo que es en el
mundo exterior, es en síntesis una concepción equivocada de la realidad.

La importancia del error en la teoría general del delito, y


específicamente en la valoración de la conducta humana delictiva se desprende
de la necesidad de que para actuar culpablemente el sujeto tenga que saber y
querer hacer lo que hace (dolo), o que de no haberlo sabido y querido, hubiera
tenido al menos la posibilidad de prever el carácter típicamente antijurídico de
la acción por el realizada (culpa).

El error que para nuestra legislación penal es un eximente por causas


de inculpabilidad, se conoce en la doctrina como "Legítima Defensa Putativa",
que es un "Error de Hecho", un error en el acto, que en la doctrina también
se le conoce como "error propio", y consiste en que el sujeto activo rechaza
una supuesta agresión contra su persona, al creerse realmente atacado, sin
embargo, esa agresión solamente ha existido en la mente del agente. Además
de la creencia racional de que efectivamente existe una agresión contra su
persona, la ley exige que la reacción del sujeto activo sea en proporción al
riesgo supuesto, lo cual quiere decir que debe existir una conexión lógica entre

215
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

el peligro que supuestamente corra el sujeto activo y la acción que éste realice
para defenderse.

Es importante advertir la diferencia entre lo que llamamos error de


hecho, que ya explicamos; el denominado "Error de Derecho" que consiste
en la equivocación que versa sobre la existencia de la ley que describe una
conducta como delictiva, y lo que nuestra ley llama "Ignorancia" y la considera
como una atenuante de la responsabilidad penal según el artículo 26 numeral
9º.: "La falta de ilustración, dada la naturaleza del delito, en cuanto haya
influido en su ejecución". Aparte de ello existe también el denominado "Error
Impropio" que se da cuando en la ejecución del acto el sujeto activo equivoca
(erra) lo que se había propuesto realizar; los alemanes le denominan "error en
el golpe", no es mas que la desviación entre lo imaginado por el sujeto y lo
efectivamente ocurrido. Cuando el golpe dirigido a una persona causa
impacto en otra (Error in-personae); y nuestra legislación penal lo contempla en
su artículo 21 que dice: (Error en Persona)

"Quien comete un delito será responsable de él, aunque su acción


recaiga en persona distinta de aquélla a quien se proponía ofender o el
mal causado sea distinto del que se proponía ejecutar".

Aquí si existe responsabilidad penal para el sujeto activo.

3.4.OBEDIENCIA DEBIDA

"Ejecutar el hecho en virtud de obediencia debida, sin perjuicio de la


responsabilidad correspondiente a quien lo haya ordenado. La obediencia se
considera debida, cuando reúna las siguientes condiciones:

a) Que haya subordinación jerárquica entre quien ordena y quien ejecuta


el acto;

216
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

b) Que la orden se dicte dentro del ámbito de las atribuciones de quien


la emite y esté revestida de las formalidades legales;

c) Que la legalidad del mandato no sea manifiesta".

Generalmente se conceptúa la obediencia debida como un actuar en


cumplimiento de un deber jurídicamente fundado de obedecer a otra persona.
Si de la conducta del sujeto activo, que actúa en legítima obediencia debida,
(es decir, cumpliéndose estrictamente con los tres requisitos que la ley exige)
apareciera la comisión de un delito, operará la eximente de responsabilidad
penal para el sujeto ejecutor, y la consecuente responsabilidad del mismo será
imputable a quien ordenó el acto. Es importante enfatizar en el tercer
presupuesto que precisa que la ilegalidad del mandato no sea manifiesta, quiere
decir que no son obligatorios aquellos mandatos en que a pesar de ser de la
competencia del superior jerárquico y estando revestidos de las formalidades
legales constituyan una infracción clara, manifiesta y terminante a la ley. Se
establece así que el mandato antijurídico, desde el punto de vista penal, no es
obligatorio, cuando es notoria su ilicitud. Debe expresarse también que si en
un mandato emanado de autoridad superior no se infringe clara, manifiesta y
terminante la ley, debe ser obedecido para no incurrir en desobediencia; y si
del mismo naciera la comisión de un determinado delito, el responsable
penalmente será quien dio el mandato.

3.4.1. Naturaleza jurídica

La naturaleza de esta eximente es discutida: para alguna parte de la


doctrina es una causa de justificación y para otra parte es una causa de
inculpabilidad. A favor de la primera opinión está que no se puede exponer
al que actúa en obediencia debida a una reacción de legítima defensa del
particular. A favor de la segunda, que la orden que se debe obedecer puede
ser antijurídica y que no pierde este carácter por el hecho de que se realice en
virtud de obediencia debida. Es esta segunda corriente la que sigue nuestra
ley.

217
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

A este respecto debe matizarse que la eximente sólo puede hacer


referencia a obediencia debida de una orden antijurídica, cuya antijuridicidad
no sea ostensible, que la orden sea dentro del ámbito de las atribuciones de
quien la emite y que haya subordinación jerárquica entre quien ordena y quien
ejecuta el acto [art. 25/4].

Con tales requisitos hace referencia nuestra ley a que el deber de


obedecer órdenes tiene ciertos límites, y a que, el que actúa dentro de tales
límites, lo hace mediante una causa de exculpación.

Veamos los presupuestos legales:

a) Relación jerárquica [25/4, a] esta relación sólo puede darse en el


ámbito del derecho público (y del derecho militar, pero éste debe
quedar fuera del derecho penal común);

b) Competencia abstracta del que dicta la orden, es decir, que se


encuentra dentro de sus facultades [25/4, b]; ; que la orden sea expresa
y aparezca revestida de las formalidades legales [25/4, b].

c) Que el subordinado sea también competente para ejecutar el


acto. El art. 25/4, c cuando dice que la ilegalidad no sea manifiesta;

d) Qué dicha orden sea antijurídica, es decir, siempre que su ilegalidad no


sea manifiesta [25/4, c].

De esto último se deduce que si el mandato no infringe clara,


manifiesta y terminantemente una ley, debe ser obedecido, pues de lo
contrario estaría sujeto al delito de desobediencia. La ley concede cierto
margen para la apreciación del carácter vinculante de la orden, pero este
margen no llega al punto de dejar a su arbitrio el cumplimiento. En este
sentido se dice, basta con que un funcionario medio, situado en la

218
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

circunstancia respectiva, hubiera apreciado esa vulneración con independencia


de cuales puedan ser sus creencias respecto del acto.

La noción de esta exculpante aparece en el mismo sentido en el


proyecto de Código penal art. 20/b

3.5.OMISIÓN JUSTIFICADA

"Quien incurre en alguna omisión hallándose impedido de actuar, por


causa legítima e insuperable".

Sabemos que la omisión es una conducta pasiva que adopta el sujeto


activo del delito, infringiendo el deber jurídico de actuar que imponen algunas
normas (como la omisión de auxilio, por ejemplo); empero, cuando el sujeto
se encuentra materialmente imposibilitado para hacerlo, queda exento de
responsabilidad penal por una causa de inculpabilidad. La ley exige que la
causa sea legítima (real), e insuperable que le impida actuar en un momento
determinado, pero se discute que sea causa de inculpabilidad.

4.OTRAS EXIMENTES DE RESPONSABILIDAD PENAL

4.1.CASO FORTUITO (Artículo 22 del Código Penal)

"No incurre en responsabilidad penal, quien con ocasión de acciones


u omisiones lícitas, poniendo en ellas la debida diligencia produzca un
resultado dañoso por mero accidente".

El caso fortuito, es un acaecimiento o suceso imposible de evitar, que debe


identificarse con un mero accidente, donde la responsabilidad penal no es
imputable a nadie, por cuanto que el agente actuaba legalmente y a pesar de
haber puesto la debida diligencia, se produjo un resultado dañoso de manera
fortuita, quiere decir que en la conducta del sujeto no existió dolo, culpa ni

219
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

preteintencionalidad, y en consecuencia no queda más que eximirlo de


responsabilidad penal. El caso fortuito tiene que ser totalmente independiente
a la voluntad del agente, típico caso fortuito es, por ejemplo, el del conductor
que pilotando un bus sufre un infarto cardíaco y al perder el control se estrella
el vehículo y se produce la muerte y lesiones de varias personas; este tema está
fuera del Derecho Penal.

4.2. EXCUSAS ABSOLUTORIAS

Nuestro ordenamiento penal guatemalteco no define lo que debe


entenderse por "excusa absolutoria", sin embargo, si las contempla en muchas
ocasiones como eximentes de responsabilidad penal por razones de
parentesco o por causa de política criminal del Estado. En la doctrina se dice
que las "Excusas Absolutorias" son verdaderos delitos sin pena, porque a
pesar de que existe una conducta humana típicamente antijurídica, culpable,
imputable a un sujeto responsable, ésta no se castiga atendiendo a cuestiones
de política criminal que se ha trazado el Estado en atención a conservar
íntegros e indivisibles ciertos valores dentro de una sociedad, de tal manera
que cuando habiendo cometido un delito aparece una excusa absolutoria,
libera de responsabilidad penal al sujeto activo. Nuestro Código Penal,
contiene entre otras, las siguientes: Artículo 137: El aborto terapéutico no es
punible por razones de índole científica social en pro de la vida materna.
Artículo 139: La tentativa de la mujer para causar su propio aborto y el aborto
culposo propio, no son punibles por razones de maternidad consciente.
Artículo 172: En los delitos contra el honor, el perdón del ofendido extingue
la responsabilidad penal o la pena, por razones de índole muy particular.
Artículo 200: En los delitos de violación, abusos deshonestos, estupro y rapto,
el legítimo matrimonio de la víctima con el ofensor, cuando lo aprueba el
Ministerio Público, exime la responsabilidad penal o la pena, en su caso, por
razones de índole social. Artículo 280: Están exentos de responsabilidad penal
y sujeto únicamente a la civil, por hurtos, robos con fuerza en las cosas, estafa,
apropiaciones indebidas y daños que recíprocamente se causaren: los
cónyuges o personas unidas de hecho, los concubinarios, los ascendientes o

220
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

descendientes consanguíneos o afines, el consorte viudo respecto a las


pertenencias de su difunto cónyuge, y los hermanos si viviesen juntos, y esto
por razones de copropiedad e integridad familiar. Artículo 456: Están exentos
de pena quienes cometan delito del encubrimiento a favor de parientes dentro
de los grados de ley, cónyuge, concubinario o persona unida de hecho, salvo
que se hayan aprovechado o ayudado al delincuente a aprovecharse de los
efectos del delito; esto por razones de parentesco y utilidad social.

VII. CLASIFICACIÓN DE LOS DELITOS

Realmente las diferentes clasificaciones que se hacen de las


infracciones a la ley penal son de tipo doctrinario, y tienen como principal
objetivo ilustrar al estudioso del Derecho Penal sobre, los diferentes puntos
de vista, en que pueden analizarse las mencionadas infracciones. Las más
comunes son las siguientes:

1.POR SU GRAVEDAD

Por su gravedad, se clasifican en "Delitos" y "Faltas" (identificando al


sistema bipartito que sigue nuestro Código). Los delitos o crímenes son
infracciones graves a la ley penal, mientras que las faltas o contravenciones
son infracciones leves a la ley penal, de tal manera que los delitos son
sancionados con mayor drasticidad que las faltas, atendiendo a su mayor
gravedad, los delitos ofenden las condiciones primarias, esenciales y, por
consiguiente, permanentes de la vida social; las contravenciones, en cambio,
ofenden las condiciones secundarias, accesorias y por lo tanto, contingentes
de la convivencia humana. O también las condiciones de ambiente, es decir,
de integridad, de favorable desarrollo de los bienes jurídicos. Los delitos son
reatos dolosos o culposos; y las contravenciones, los reatos para los cuales
basta voluntariedad de la acción o de la omisión [Estrada Vélez, Manual de
Derecho Penal: 76].

221
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

Es difícil encontrar una diferencia sustancial entre el delito y las faltas,


más que su propia gravedad y la naturaleza de las penas que se imponen a cada
una de ellas. En Guatemala, los delitos se castigan principalmente con pena
de prisión, pena de multa pena mista de prisión y multa,
extraordinariamente con la pena de muerte; mientras que las faltas sólo se
sancionan con pena de arresto y pena de multa.

2. POR SU ESTRUCTURA

Por su estructura, se clasifican en "Simples" y "Complejos". Son


delitos simples aquellos que están compuestos de los elementos descritos en
el tipo y violan un solo bien jurídico protegido: por ejemplo, el hurto que
atenta exclusivamente contra el patrimonio ajeno. Son delitos complejos
aquellos que violan diversos bienes jurídicos, y se integran con elementos de
diversos tipos delictivos; por ejemplo, el robo que aparte de atentar
básicamente contra el patrimonio, en su conformación aparecen elementos de
otros delitos por cuanto que muchas veces constituyen también un atentado
contra la vida y la integridad de la persona.

3. POR SU RESULTADO

Por su resultado, se clasifican en "Delitos de daño y de peligro"


y "Delitos instantáneos y permanentes". Son delitos de daño, aquellos
que efectivamente lesionan el bien jurídico tutelado produciendo una
modificación en el mundo exterior, por ejemplo; el homicidio, el robo, etc.
Son delitos de peligro, aquellos que se proyectan a poner en peligro el bien
jurídico tutelado; por ejemplo la agresión, el disparo de arma de fuego, la
omisión de auxilio, etc. Son delitos instantáneos aquellos que se perfeccionan
en el momento de su comisión por ejemplo; el homicidio, el robo, la calumnia,
etc. Son delitos permanentes aquellos en los cuales la acción de sujeto activo

222
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

continúa manifestándose por un tiempo más o menos largo; por ejemplo: el


secuestro, el rapto, etc.

4.POR SU ILICITUD Y MOTIVACIONES

Por su ilicitud y motivaciones, se clasifican en "Comunes",


"Políticos" y "Sociales". Son delitos comunes todos aquellos que lesionan o
ponen en peligro valores de la persona individual o jurídica, por ejemplo: la
estafa, los homicidios, las falsedades, etc. Son delitos políticos aquellos que
atacan o ponen en peligro el orden político del Estado por ejemplo; la
revelación de secretos de Estado, atentados contra altos funcionarios, etc. Son
delitos sociales, aquellos que atacan o ponen en peligro el régimen social del
Estado; por ejemplo: el terrorismo, las asociaciones ilícitas, etc.

5.POR LA FORMA DE ACCIÓN

Por la forma de acción, se clasifican en "Delitos de comisión", "De


omisión", "De comisión por omisión", "De simple actividad", los cuales
quedaron explicados cuando nos referimos a la acción o conducta humana
con elemento positivo del delito en este mismo capítulo.

6. POR SU GRADO DE VOLUNTARIEDAD O


CULPABILIDAD

Por su grado de voluntariedad o culpabilidad, se clasifican en


"Dolosos", "Culposos" y "Perterintencionales" atendiendo a la
intencionalidad o no del sujeto activo en la comisión del acto delictivo; así se
dice que el delito es doloso cuando ha existido propósito deliberado de
causarlo por parte del sujeto, y se dice que es preterintencional cuando el
resultado producido es mucho más grave que el pretendido por el sujeto.

223
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

VIII. PLURALIDAD DE DELITOS

Pluralidad de delitos denomina la doctrina científica a lo que nuestra


legislación penal conoce como "Concurso de delitos", y surge cuando el
mismo sujeto activo ejecuta varios hechos delictuosos, de la misma o de
diferente índole, en el mismo o en distinto momento. Nuestro Código Penal
sigue al respecto la clasificación tradicional y dicotómica del concurso de
delitos así: a) Concurso Real (material); y b) Concurso Ideal (formal);
presentado en tercer plano el denominado "Delito Continuado" que no
responde precisamente a una pluralidad de delitos, sino por el contrario, a una
unidad de delitos, toda vez que se origina cuando el sujeto activo, con unidad
de propósito y de derecho violado, ejecuta en momentos distintos acciones
diversas, cada una de las cuales aunque integre una figura delictiva, no
constituye más que la ejecución parcial de un solo y único delito. La finalidad
y la mayor importancia del concurso de delitos, se sintetiza en la aplicación de
la pena, de tal manera que dependiendo de que clase de concurso se trate, así
se computará la aplicación de la pena. Nuestro Código los describe así:

1. CONCURSO REAL (Art. 69)

"Al responsable de dos o más delitos, se le impondrán todas las penas


correspondientes a las infracciones que haya cometido a fin de que las
cumpla sucesivamente, principiando por las más graves; pero el
conjunto de las penas de la misma especie no podrá exceder del triple
de la de mayor duración; si todas tuvieran igual duración en conjunto,
no podrán exceder del triple de la pena. Este máximo, sin embargo,
en ningún caso podrá ser superior: 1º. A cincuenta años de prisión. 2º.
A doscientos mil quetzales de multa".

El concurso real o material, como también se le llama en la doctrina, surge


cuando el sujeto activo ha realizado varias acciones, cada una de las cuales por
separado es constitutiva de un delito, es decir, que hay tantos delitos como
acciones delictivas se hayan realizado (el sujeto que en una oportunidad roba,

224
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

en otra mata, y en otra estafa, será responsable de los tres delitos cometidos).
En cuanto a la aplicación de la pena, el sistema que se sigue acá, es el de la
acumulación matemática o material de las mismas, limitada por el máximo de
cincuenta años de prisión y doscientos mil quetzales de multa.

2.CONCURSO IDEAL (Art. 70)

"En caso de que en un solo hecho constituya dos o más delitos, o


cuando uno de ellos sea medio necesario de cometer el otro,
únicamente se impondrá la pena correspondiente al delito que tenga
señalada mayor sanción, aumentada hasta en una tercera parte. El
tribunal impondrá todas las penas que correspondan a cada una de las
infracciones si a su juicio esto fuera más favorable al reo, que la
aplicación de la regla anterior. Cuando se trate de concurso ideal de
delitos sancionados con prisión y multa o de delitos sancionados sólo
con multa, el juez, a su prudente arbitrio y bajo su responsabilidad,
aplicará las sanciones respectivas en la forma que resulte más favorable
al reo".

El concurso ideal o formal como también se le llama en la doctrina, surge


mediante dos supuestos: Cuando un solo hecho o acto delictivo, sea
constitutivo de dos o más delitos (el sujeto que agrede a un policía y lo hiere
será responsable de "Atentado" y "Lesiones"), y cuando un delito sea medio
necesario para cometer otro (el sujeto que rapta a su novia menor de edad y
convive sexualmente con ella abandonándola después, será responsable de
"Rapto" y "Estupro"). A este caso se le denomina, también concurso medial.
En cuanto a la aplicación de la pena, se sigue el principio de la pena única
mediante la absorción, por el cual la pena de mayor gravedad absorbe a las
menores, aplicándose solamente ésta aumentada en una tercera parte; sin
embargo, si a juicio del órgano jurisdiccional fuera más favorable al reo la
aplicación de la fórmula aritmética o matemática, se inclinará por ésta,
aplicando todas las penas que correspondan a cada delito.

225
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

Nuestro Código Penal distingue el caso en que hay que penar varios
delitos (concurso real); o una conducta (un delito) que resulte típica de varios
tipos penales (es decir, varios tipos de una misma conducta).

Para el concurso real, el Código Penal dispone en el art. 69 que se


impondrá todas las penas a las infracciones cometidas, no pudiendo excederse
de 50 años de prisión de ni de 200 mil quetzales de multa.

Para el concurso ideal dice el art. 70 del Código Penal que se aplicará
la pena correspondiente al delito que tenga señalada mayor sanción, aumenta
en una tercera parte. Este concurso tiene dos formas según se ve en la ley: la
ideal propia y la medial.

La doctrina nacional ha pretendido que un hecho no es una acción,


sino que un hecho corresponde a un resultado. El número de resultados tiene
que ver con el número de conductas, y por ende con el número de delitos.
Para determinar si hay uno o varios delitos debemos determinar si hay una o
varias conductas.

¿Cuándo hay una o varias conductas?

Criterio fisiológico. Un solo movimiento, una sola intervención


muscular, es una sola conducta. No resulta razonable creer que cada
movimiento es una conducta. Hay conductas integradas por varios
movimientos. P. e. la estafa.

Por ej. el que arroja una bomba que hiera o mate a varios, realiza una
sola conducta. Para que varios movimientos voluntarios resulten en una sola
conducta, se necesita seguir un plan común (factor final) y ser abarcados por
un sentido unitario a los efectos de la prohibición.

Cuando hay varios movimientos habrá un conducta sólo si hay un plan


común (factor final), y si hay unidad de sentido para la prohibición.

226
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

Cuando se da el factor normativo:

a) Hay unidad de conducta en los casos de movimientos voluntarios que


responden a un plan común y que son típicas de un tipo que admite
una pluralidad eventual de movimientos (v. g. la conducta homicida
puede configurarse con uno o varios movimientos).

b) Hay unidad de conducta cuando el tipo requiere pluralidad de


movimientos. V. g. violación: 1)ejercitar la violencia, 2)tener acceso
carnal.

c) Cuando la realización de otro delito aparece como elemento subjetivo


del tipo del primero. P. e. el que mata para robar y luego consuma el
robo, realiza una conducta doblemente típica. El que rapta a una
mujer y luego la viola, también comete una conducta doblemente
típica.

d) Cuando el segundo tipo se cumple como una forma de atamiento del


primero, porque si bien no se exige en el tipo la finalidad de realizar el
segundo, se presume su posibilidad o peligro. P.E. la falsificación y
ulterior circulación de billetes; adulteración o falsedad de un cheque y
la estafa posterior; portación ilegal de armas y su posterior utilización,
etc.

e) En los delitos permanentes, todos los actos que tienen por objeto
mantener el estado consumativo. P. e. todos los movimientos para
mantener privado de libertad al secuestrado. Ver el caso de los delitos
permanentes en el Código Penal.

f) Cuando se trata de tipos que admiten el cumplimiento por un medio


simbólico, todos los movimientos que tienen unidad simbólica deben
considerarse como conducta. P. e. si la injuria se realiza en un escrito,

227
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

una conversación, discurso o novela, será una sola injuria en tanto


guarde unidad simbólica. Otro supuesto es el delito continuado.

Hay unidad de conducta cuando hay un plan común en la realización


de varios movimientos voluntarios y se da el factor normativo por cualquiera
de las siguientes razones;
a) Integran una conducta típica que eventualmente puede dividirse en
varios movimientos (homicidio).

b) Integran una conducta típica que necesariamente abarca varios


movimientos (extorsión, estafa).

c) Integran dos tipicidades, en que la primera contiene a la segunda como


subjetivo (rapto y violación).

d) Integran dos tipicidades en que la segunda es una forma usual de


agotamiento de la primera (falsificación de cheques y estafa).

e) Configuran la tipicidad de un delito permanente (secuestro).

f) Constituyen una unidad simbólica en que los tipos pueden llenarse por
simbólicos.

g) Configuran una delito continuado.

3. DELITO CONTINUADO

Con el objeto de atenuar el rigor de la acumulación aritmética de penas,


adoptada por las legislaciones para el concurso real, surge la figura del delito
continuado, ficción jurídica que tiene como característica: "la unidad de
resolución o de propósito de un mismo sujeto que ha cometido una serie de
acciones constitutivas de ejecuciones parciales de un solo delito" al decir de
Guillermo Cabanellas. Al respecto el art. 71 de nuestro Código Penal indica:

228
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

"Se entenderá que hay delito continuado cuando varias acciones y


omisiones se cometan en las circunstancias siguientes 1º. Con un
mismo propósito o resolución criminal: 2º. Con violación de normas
que protejan un mismo bien jurídico de la misma o de distinta persona;
3º. En el mismo o en diferente lugar; 4º. En el mismo o distinto
momento, con aprovechamiento de la misma situación; 5º. De la
misma o de distinta gravedad. En este caso se aplicará la sanción que
corresponda al delito, aumentada en una tercera parte".

Como lo explicamos anteriormente, no se trata de una pluralidad de


delitos, sino de la comisión de un solo delito mediante varias acciones, con el
mismo propósito, en el mismo o distinto lugar aprovechándose de la misma
situación, de la misma situación, de la misma o distinta gravedad, atacando
un mismo bien jurídico protegido, de la misma o distinta nación (el cajero de
un banco une periódicamente sustrae ciertas sumas de dinero que maneja en
la institución, seria responsable del delito de "hurto continuado").

En algunos tipos penales de repetición de conductas típicas no implica


un concurso real, pues repetir las penas en tales casos llevaría a colisionar con
el principio de racionalidad de pena. P.e. el que sustrae una pequeña cantidad
de dinero diariamente.

Para no caer en lo absurdo, se puede decir que opera cuando la


afectación al bien jurídico admite grados. Esto no se daría p.e. en el homicidio,
en que la afectación implica la destrucción del bien jurídico.

Hay una referencia a los delitos continuados además del art. 71, el art.
10. El art. 71 requiere: a) la unidad de propósito, dolo unitario; y b) referencia
a un mismo bien jurídico. La continuidad temporal y espacial no importa ,
inciso 3-4.

IX. ELEMENTOS ACCIDENTALES DEL DELITO

229
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

En la doctrina se denomina elementos accidentales del delito a lo que


el Código Penal guatemalteco llama "Circunstancias que Modifican La
Responsabilidad Penal", que comprende las circunstancias atenuantes y las
circunstancias agravantes.

La antijuridicidad y la culpabilidad como elementos positivos del


delito, son susceptibles de sufrir ciertos cambios y variar en intensidad, según
las circunstancias que concurren en el caso concreto, es decir, que tales
elementos pueden ser graduados en más o menos, del hecho. Tales
circunstancias son de carácter accidental porque se den o no, el delito de todas
maneras existe; y como bien dice Hurtado Aguilar [1974: 58], habrá de tenerse
siempre presente, como tesis general, que estas circunstancias son típicamente
subjetivas; o del impulso del sujeto. Considera el autor citado que las
atenuantes y agravantes tendrán que ir perdiendo, como tales, la importancia
que hasta el momento se les ha dado y que irán quedando subsumidas en el
cuadro general de peligrosidad social, ya que lo que pretenden es demostrar el
grado de inadaptación o desacomodación del sujeto en su comunidad; en ese
sentido propone que se hable preferiblemente de circunstancias favorables y
desfavorables del procesado. Por otro lado, también hay que advertir que
algunos elementos accidentales, por disposición de la ley se convierten en el
elementos sustanciales de determinados delito, tal es el caso de la
premeditación y la alevosía en el asesinato. En todo caso, es importante
subrayar que los elementos accidentales del delito que presenta nuestro código
en sus artículos 26 (Circunstancias Atenuantes); 27 (Circunstancias
Agravantes); 31 (Circunstancias mixtas) tienen como finalidad, en última
instancias, la fijación de la pena entre el mínimo y el máximo que establece la
ley en cada figura delictiva, así se desprende del artículo 65 que dice

"El juez o tribunal determinará en sentencia, la pena que corresponda,


dentro del máximo y el mínimo por la ley, para cada delito, teniendo
en cuenta la mayor o menor peligrosidad del culpable, los antecedentes
personales de éste y de la víctima, el móvil del delito, la extensión e
intensidad del daño causado y las circunstancias atenuantes y

230
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

agravantes que concurran en el hecho, apreciadas tanto por su


número como por su entidad o importancia. El juez o tribunal deberá
consignar, expresamente, los extremos a que se refiere el párrafo que
antecede y que ha considerado determinantes para regular la pena".

Las circunstancias Atenuantes que establece y explica la ley son: La


inferioridad psíquica; el exceso de las causas de justificación; el estado
emotivo; el arrepentimiento eficaz; la reparación de perjuicio; la
preterintencionalidad; la presentación a la autoridad ; la confesión espontánea;
la ignorancia; la dificultad de prever; la provocación o amenaza; la vindicación
de ofensa; la inculpabilidad incompleta; y por último, un atenuante por
analogía en el cual deja a criterio del juzgador cualquiera otra circunstancias
de igual entidad y análoga a las anteriores. Las circunstancias Agravantes que
establece la ley son: los motivos fútiles o abyectos; la alevosía, la
premeditación; los medios gravemente peligrosos; el aprovechamiento de
calamidad; el abuso de superioridad; el ensañamiento; la preparación para la
fuga; el artificio para realizar el delito; la cooperación de menores de edad; el
interés lucrativo; el abuso de autoridad; el auxilio de gente armada; la
cuadrilla; la nocturnidad y el despoblado; el menosprecio de autoridad; la
embriaguez, el menosprecio al ofendido, la vinculación con otros delitos; el
menosprecio del lugar; la facilidad de prever; el uso de medios publicitarios;
la reincidencia y la habitualidad; Al respecto, el tratadista guatemalteco,
Hernán Hurtado Aguilar, en su "Derecho Penal Compendiado" hace un certero y
valioso análisis sobre los mismos, que consideramos recomendable estudiar
[Hurtado Aguilar 1974: 61 y siguientes].

1.CIRCUNSTANCIAS MODIFICATIVAS

En el derecho romano las circunstancias modificativas estuvieron


vinculadas a los delitos en particular, igualmente en el derecho germánico. Los
canonistas de Edad Media al tratar de precisar la relación moral del sujeto con
el hecho, le dieron significación a las circunstancias que podían influir sobre

231
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

esa relación moral entre el sujeto y el acto (Santo Tomas de Aquino). Durante
los siglos XVI al XVIII hubo perfeccionamiento de la doctrina que influyó en
la redacción de los códigos especialmente el español que tuvo influencia sobre
el nuestro.

Esta evolución se detuvo con el positivismo, pues tales circunstancias


sólo serán índices de mayor o menor peligrosidad. Luego se evoluciona a un
punto importante con la concepción personal del injusto que requiere tomar
en cuenta todas las circunstancias personales y fácticas del sujeto.

La consideración de las circunstancias es fundamental para la


evolución de la teoría del delito, pues considera al sujeto del delito como un
ser social.

1.1.CONCEPTO

Las circunstancias modificativas son elementos accidentales


nominados o nominados o innominados dentro de la estructura del delito que
influyen en la determinación de la pena [Bustos, 1989: 361 y siguientes].

Su carácter accidental implica que no constituyen ni son constitutivas del


injusto ni de la responsabilidad del sujeto. Por eso hay que diferenciarlas de
aquellas denominadas inherentes.

El objeto de las modificaciones es una mayor precisión del injusto, en


cuanto a los valores que le componen y en cuanto al sujeto se trata de una
mejor graduación de su responsabilidad.

1.2. FUNCIÓN

Su función es determinar el quántum de la pena, afecta su medida, ya


sea para aumentarla o disminuirla, Arts. 26, 27 del Código Penal.

232
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

Para los excesos en las causas de justificación nos remitimos a los


ejemplos ya dados.

2. ESTADOS EMOTIVOS

En el artículo 26/3 está la llamada atenuante pasional. Nuestra ley


menciona los estímulos que produzcan arrebato u obcecación.

El arrepentimiento eficaz, realmente no es una circunstancias porque


es posterior al hecho, por tanto no está en relación al injusto ni al sujeto
responsable por su injusto. Más bien es una consideración en cuanto a la
necesidad de pena desde un punto de vista preventivo especial y aun
preventivo general. Sólo puede explicarse con un claro sentido moral, o bien
desde un punto de vista peligrosista, como señal de menor peligrosidad. Su
realización lleva a un derecho penal discriminatorio porque toma en cuenta
los antecedentes, su historia, personalidad, rasgos para decidir sobre su actitud
interna.

Para los atenuantes por analogía nos referimos aquí a la analogía ad


bonam parten.

3.AGRAVANTES

Dentro de ellas tenemos:

a) Las que aumentan el desvalor del acto: como la alevosía, medios


gravemente peligrosos, artificio para realizar el delito (astucia, fraude
o disfraz), abuso de autoridad, uso de medios publicarios, estos
últimos aumentan el desvalor del resultado, como también el auxilio
de gente armada, nocturnidad y despoblado, menosprecio al ofendido.

233
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

b) Las que aumentan la motivación contraria al derecho en la conducta


exigida; el ensañamiento.

c) Agravantes que no son propiamente circunstancias modificativas sino


integrativas; premeditación. i) La premeditación es parte del dolo. ii)
Reincidencia, cuya nota de permanencia lleva a tipos de autor, más
bien podría servir para determinar la forma de ejecución de la pena.

X. SUJETOS, OBJETO Y BIEN JURÍDICO


TUTELADO EN EL DELITO

1.SUJETOS DEL DELITO

1.1.Terminología

La melancólica ciencia del delincuente, como muchas veces se le ha


llamando a la Criminología, repercute indiscutiblemente en el vasto campo del
Derecho Penal, de tal forma que el drama humano del delito, se convierte en
un drama penal cuyos protagonistas constituyen los sujetos del delito: la
doctrina generalmente se refiere a dos clases de sujetos: el primero que es,
quien realiza o comete el delito y que recibe el nombre de sujeto activo,
ofensor, agente o delincuente; el segundo que es, quien sufre las consecuencias
del mismo y que recibe el nombre del sujeto pasivo, ofendido, paciente o
inmediato; de tal manera que al hacer referencia a los sujetos del delito podrán
emplearse (como lo hacen los distintos tratadistas), cualesquiera de los
nombres mencionados; sin embargo, pensamos que es más recomendable usar
los nominativos del "Sujeto Activo", y "Sujeto Pasivo" del delito, por
considerarlos más originales de nuestra ciencia penal sustantiva, y por lo
mismo, los más generalizados en la doctrina penal. El empleo de los otros
términos podría en un momento dado, crear confusión con otras ramas de las
disciplinas jurídicas o bien con las ciencias fenomenalistas ya que en ésos

234
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

suelen también ser utilizados, y no precisamente para referirse a los sujetos del
delito, por tal razón adoptamos definitivamente, los nombres de sujeto activo
pasivo en el desarrollo del presente tema.

1.2. Sujeto activo del delito

1.2.1. Antecedentes y posición actual

Como hemos anotado anteriormente, muchas de las legislaciones


antiguas, y principalmente en los pueblos primitivos, absurdamente atribuyen
capacidad delictiva a los animales y hasta las cosas inanimadas,
considerándolos y juzgándolos como sujetos activos de los delitos imputados
a los mismos.

Sin embargo, como dice Puig Peña, no se puede creer tampoco, que
se castigaba a los objetos inanimados y a los animales, por considerarlos
dotados de voluntad y conciencia; el castigo tenía otras causas como las
creencias religiosas o bien el propósito de herir la imaginación popular y hacer
cobrar horror a lo malo (legislación mosaica) y finalmente por la satisfacción
de venganzas o simbolismo jurídico así por ejemplo: si en un cuartel se caía
un fusil y éste se disparaba y provocaba la muerte de un soldado, el arma era
arrestada. Hoy día sólo como recuerdo histórico se puede hablar de una
especie de responsabilidad criminal de los objetos inanimados y de los
animales, que los pueblos primitivos admitían como exponentes de sus
infantiles concepciones jurídicas; tan sólo merecen recordación a título de
curiosidad jurídica (Cuello Calón).

1.2.2 Definición

Sujeto activo es el que realiza la acción, el comportamiento descrito en


la ley. Al ser la acción un acaecimiento dependiente la voluntad, no puede ser
atribuida, ni por consiguiente realizada, sino por una persona humana

235
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

[Rodríguez Devesa, 1979: 374]. Sujeto activo del delito es quien lo comete o
participa en su ejecución; el que lo comete es activo primario; el que participa
es activo secundario [Carrancá y Trujillo, 1980: 249]. Por su parte la profesora
de Derecho Penal en la UNAM, Olga Islas de González Mariscal (recordada
por su Teoría Pitagórica del Derecho Penal), sostiene que el sujeto activo es
toda persona que normativamente tiene la posibilidad de concretizar el
contenido semántico de los elementos incluidos en el particular tipo legal; cuya
calidad específica es el conjunto de características exigidas en el tipo y
determinadoras de los sujetos a quienes va dirigido el deber, de tal suerte que
el número especificado de sujetos activos, es el número de personas físicas
(singular o plural) exigido en el tipo necesario y suficiente para hacer para
hacer factible la lesión del bien jurídico. Sujeto activo es, entonces, el autor
del hecho.

1.2.3. Caso de las personas jurídicas, sociales o colectivas

Tal como quedó explicado, en la actualidad existe absoluto acuerdo


tanto en las legislaciones como en las diferentes corrientes doctrinarias del
Derecho Penal, en relación a que solamente el ser humano dotado de
capacidad de raciocinio, puede ser autor del delito, es decir, que ya no cabe
ninguna discusión para considerar al hombre como único sujeto activo del
delito, sin embargo, como bien plantea Eugenio Cuello Calón, surge una duda:
Se refiere esta afirmación al hombre individual, o también al hombre cuando
reunido con otros hombres constituye una persona social [Cuello Calón, 1957:
321]. Y es aquí donde nuevamente principia otra de las interminables
polémicas en la doctrina jurídico penal, tratando de determinar si existe
responsabilidad criminal de las personas jurídicas, sociales o colectivas, o si
por el contrario no pueden ser sujetos de tal responsabilidad, en otras palabras
si éstas pueden constituir sujetos activos del delito, o por el contrario, no
pueden serlo. Planteamos las diversas corrientes, haciendo acopio al trabajo
del penalista español Federico Puig Peña.

236
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

1.3. Criterios de responsabilidad criminal de las personas jurídicas,


sociales o colectivas

1.3.1. Criterio negativo

Esta corriente se origina en el Derecho Romano y se defiende con


argumentos del Derecho Privado, con los teorizantes de la doctrina de la
ficción y de la abstracción como "Savigny" y "Aurent" sostiene la negativa de la
responsabilidad criminal de las penas jurídicas así:

Solamente en la pena individual se dan las notas de conciencia y


voluntad que constituyen la base de la imputabilidad penal (Pessina).

La responsabilidad penal de las personas morales (jurídicas) ataca el


principio jurídico de "La personalidad de las Penas" pues al castigar a una
persona colectiva, se castiga no sólo a los que intervienen en al ejecución del
acto criminal sino también a los miembros que no participaron en el mismo
(Hipel).

Como las personas jurídicas sólo están constituidas para un fin lícito
determinado, no son susceptibles de pena, puesto que ese fin no puede ser
nunca la ejecución de un delito (Feuerbach).

Esta tesis sostenida además, de los indicados por: Florían, Sánchez


Tejerina. Cuello Calón y el extinto maestro de la Universidad Complutense
de Madrid, José María Rodríguez Devesa, quien sostiene que no puede negarse
que las personas jurídicas tienen capacidad para realizar acciones
jurídicamente relevantes, y por ello en principio podrían ser sujetos activos de
un delito; pero les falta la capacidad de culpabilidad (la culpabilidad es siempre
individual) y la capacidad de pena (por el principio de la personalidad de las
penas) [Rodríguez Devesa, 1979: 374 y siguientes]. El problema le parece
ficticio, ya que se trata en definitiva de poner coto a determinadas actividades
de entes corporativos; esto pertenece (según dice) al Derecho Penal cuando

237
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

los individuos que los componen constituyen una asociación criminal, y no es


preciso para ello exceder las fronteras de la responsabilidad penal individual.
Cuando no todos los que componen un ente colectivo están implicados en
sus actividades criminales, el extender a ellos la pena sería para nuestra
sensibilidad de una palmaria injusticia. Cualquier otro caso puede ser resulto
con medidas civiles y administrativas, que pueden llegar a la disolución de la
sociedad y confiscación de sus bienes pasando por la intervención del Estado
y otras medidas de control que caen fuera del Derecho Penal. Sin embargo,
habrá que construir una dogmática coherente con la actividad de las personas
jurídicas.

1.3.2. Criterio positivo

Esta corriente es producto de la doctrina alemana del Derecho Penal,


siendo sus argumentos los siguientes:

Las Personas Jurídicas no son seres ficticios, sino personas reales,


dotadas de conciencia y voluntad propia, distintas e independientes de los
asociados (Sitleman), hay algo más que la mera adición de los asociados, nace
un nuevo ser real que tiene una voluntad independiente de las de aquellos.

La responsabilidad penal de las personas morales (sociales o


colectivas) no ataca el principio jurídico de la personalidad de la pena sino por
el contrario, la reafirma. Si el hecho culpable ha sido un acto corporativo, la
pena que se imponga a la corporación es justa respecto a los miembros que
han intervenido, puesto que está en la naturaleza de todo organismo social que
sus miembros soporten el bien y el mal que les sobrevenga, si todos participan
de los honores y ventajas, justo es que participen de las penas impuestas contra
ellos.

Los delitos de las asociaciones son posibles jurídicamente; cualquier


sociedad puede contratar, puede celebrar contratos dolosos o leoninos, o no
cumplir los celebrados [Von Liszt, Tratado de Derecho Penal: tomo I, vol. I,

238
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

340]. Esto aparte de que la corporación es un sujeto de bienes jurídicos que


pueden ser criminalmente lesionados o destruidos.

Existe finalmente la posibilidad de poner penas a las asociaciones


(personas jurídicas, sociales o colectivas), por ejemplo: La de muerte mediante
su disolución, y sobre todo las pecuniarias, además pueden ser sometidas a la
vigilancia de autoridad y ser privadas de privilegios o derechos honoríficos.

Esta corriente ha sido sostenida por el maestro de la UNAM, Raúl Carrancá


y Trujillo, quien sostiene que si algunas penas, como la de prisión, es imposible
aplicarlas a las personas morales (jurídicas, sociales o colectivas), esto no obliga
a desconocer su responsabilidad criminal del mismo modo que ocurre cuando
la pena de multa no puede ser eficazmente cumplida por un delincuente
insolvente, o la pena de muerte con una persona anciana [Carrancá y Trujillo,
1980: 251 y siguientes]. Sobre el problema de la imputación, dice que se
distingue entre la imputación moral y la imputación legal: la primera es
evidentemente imposible en las personas jurídicas, pero no así la segunda. No
puede ignorarse la responsabilidad criminal en que incurren, en la vida
moderna, las personas morales; desde el punto de vista de la doctrina, se
considera, que esta responsabilidad está ya sólidamente sustentada en una
firme corriente científica que superando el dato de la voluntariedad, se basa
tan sólo en la imputación legal del hecho dañoso.

1.3.3. Corriente moderna

Se encuentra en las conclusiones que adoptara el Segundo Congreso


Internacional de Derecho Penal, realizado en Bucarest, y que dicen así:

"Comprobado el crecimiento continuo y la importancia de las


personas morales y reconociendo que ellas representan una fuerza
social considerable en la vida moderna; considerando que el orden
legal de toda sociedad puede ser gravemente perturbado cuando las
actividades de las personas jurídicas constituyen una violación de la ley

239
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

penal, resuelve: 1. Que deben establecerse en el Derecho Penal


interno medidas eficaces de defensa social contra la persona jurídica
cuando se trata de infracciones perpetradas con el propósito de
satisfacer el interés colectivo de dichas personas o con recursos
proporcionados por ellas y que envuelvan también su responsabilidad.
2. Qué la aplicación de las medidas de defensa social a las personas
jurídicas no debe excluir la responsabilidad penal individual, que por
la misma infracción se exija a las personas físicas que tomen parte en
la administración o en la dirección de los intereses de la persona
jurídica, o que hayan cometido la infracción valiéndose de los
medios proporcionados por la misma persona jurídica. Esta
responsabilidad individual podrá ser, según los casos, agravada o
reducida" [Carrancá y Trujillo, 1980: 251 y 252].

Nuestra legislación penal vigente en su artículo 38, haciendo acopio


indiscutiblemente a las anteriores conclusiones, acepta la responsabilidad
individual de sus miembros, al responsabilizar de los delitos que puedan
cometer, sus directores, gerentes, ejecutivos, representantes, administrativos,
funcionarios o empleados que hubieren participado en el hecho y sin cuya
participación no se hubiere podido cometer el delito.

Tal previsión legal no es suficiente, sobre todo tomando en cuenta


fenómenos delictivos complejos de la actualidad, por lo que no es posible con
el esquema dogmático del hecho delictivo individual tutelar bienes jurídicos
de naturaleza colectiva,. Para ello tómese nota de las palabras de Quintero
Olivares (cit. Por del Río Fernández, Fenómenos Delictivos complejos, pág.
199), no solo la imputabilidad, la culpabilidad o la pena, instituciones
netamente individuales, sino problemas tan centrales como los del dolo o la
imprudencia, el conocimiento del Derecho, el concurso de delitos y,
prácticamente todos los conceptos que utilizamos en la ciencia jurídico penal,
solo son concebibles en referencia a la persona física. Es imposible hablar de
todos esos conceptos en relación con grupos de personas en los que la génesis

240
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

de las decisiones, ....son fruto de una confluencia de voluntades de diferente


signo....

1.4. Sujeto pasivo del delito

Como se expuso al principio, el drama penal que se vive en el delito,


es protagonizado por dos clases de sujetos: el que comete el delito (que
denominamos sujeto activo), y el que sufre las consecuencias del mismo, que
es precisamente el que recibe el nombre de Sujeto Pasivo, de tal suerte que la
existencia de uno depende de la existencia del otro; siempre en un delito van
a aparecer ambos sujetos estrechamente relacionados, ya que resulta
inconcebible la existencia de la figura delictiva descrita en el tipo, sin haber
lesionado o puesto en peligro un bien jurídicamente protegido, cuyo titular es
el sujeto pasivo, de igual forma que es inconcebible sin que pueda existir un
sujeto imputable cual es el sujeto activo.

1.4.1. Definición

Sujeto pasivo es el titular de interés jurídicamente protegido, atacado


por el delito (Rodríguez Devesa). Es el titular del derecho o interés lesionado
o puesto en peligro por el delito (Cuello Calón y Garraud). Es el titular del
bien jurídico protegido en el tipo (Olga Islas).

De las anteriores definiciones, resulta evidente que en la actualidad hay


acuerdo en la doctrina, en el sentido de que el sujeto pasivo del delito es el
titular de derecho o interés que jurídicamente protege el Derecho Penal, por
lo que es ya indiscutible. Sin embargo, el problema nace cuando se cuestiona
quiénes pueden ser los titulares de ese derecho o interés protegido, y es aquí
donde no existe unidad de criterio entre los especialistas; mientras algunos
consideran como sujetos pasivos primeramente al Estado y a la sociedad
misma, otros sostienen que puede serlo única y exclusivamente la persona,
considerada individualmente, o bien como persona jurídica; eso sí todos
coinciden en excluir a los animales y a las cosas como sujetos pasivos del

241
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

delito; ya que si bien es cierto que la ley protege a los animales contra
crueldades y malos tratos, obra en interés del propietario o bien en interés
público penando la destrucción de animales útiles, o para evitar escenas de
brutalidad que constituyen un mal ejemplo para la colectividad [Cuello Calón,
1957:331]. Rodríguez Devesa considera que la razón estriba en la lesión de
los sentimientos de quienes presencian tales hechos o tienen noticias de ellos:
por su parte Carrancá y Trujillo sostiene que la protección que de ellos se hace
valer como condenación de brutalidad, por vía de pedagogismo humanitario.
Por otro lado, representan un objeto de protección jurídica por razón del daño
material o hasta moral que resientan los propietarios; en tal virtud, queda
definitivamente eliminada la posibilidad de considerar a los animales y a las
cosas como sujetos pasivos del delito.

1.4.2. El Estado y la sociedad como sujetos pasivos

Existe actualmente una fuerte corriente en el Derecho Penal que es


denominada "Amplia", por considerar que el Estado y la sociedad (la
colectividad) son en primer plano los sujetos pasivos de todos los delitos. En
España, el profesor Rodríguez Devesa afirmó que la titularidad de los intereses
jurídicos penalmente protegidos corresponde siempre en primer lugar al
Estado, por cuando que es el Estado quien define el respeto a la vida, a la
honestidad y buenas costumbres, a la propiedad, al honor, etc.;
independientemente de que en el caso concreto hay un interés real de una
determinada persona física o jurídica, e incluso aunque los interesados deseen
en el caso particular verse libres de esa protección estatal, o carezcan de todo
interés psicológicamente hablando. En México, Carrancá y Trujillo, citando a
Bucellati, sostiene que es la sociedad misma el sujeto pasivo de todos los
delitos, ya que aunque las penas sólo se establecen para la defensa social, el
interés de sus miembros y el orden público llevan a la sociedad a movilizarse
y esto lo hace por medio del Estado. La corriente ha sido censurada por
cuanto se dice que coloca a la víctima del delito en una situación imprecisa.
Sin embargo consideramos que siendo el Derecho Penal eminentemente
público en el sentido que tiende a proteger los intereses de toda la colectividad

242
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

y que sólo el Estado como ente soberano está facultado para crear delitos e
imponer las penas correspondientes, resulta lógico pensar que al cometer un
delito se está atacando la ley del Estado y poniendo en peligro los intereses de
la colectividad, en tal sentido, el Estado y la Colectividad que protege, juegan
indirecta y mediatamente el papel de sujetos pasivos de todos los delitos; sin
embargo, tanto el uno como el otro (El Estado y la sociedad) pueden ser en
un momento dado sujetos pasivos directa de inmediatamente, por ejemplo:
en los delitos que atentan contra la seguridad interna y externa del Estado,
como la traición y el espionaje; y los delitos que atentan contra la seguridad
colectiva como el incendio y los estragos.

1.4.3. La persona humana como sujeto pasivo

Es indiscutible que la persona humana individualmente considerada,


es el titular de mayor número de bienes jurídicos protegidos y por ende el
sujeto pasivo de la mayoría de delitos. El Derecho Penal protege a la persona
humana a lo largo de toda su existencia y aún antes de nacer, no importando
su condición, edad, sexo, raza, color, estado mental, y a decir de Cuello Calón,
cualquiera que sea su condición jurídica durante su vida; así por ejemplo: la
ley penal castiga el aborto, protegiendo a la persona antes de su nacimiento, a
raíz de su nacimiento castiga el infanticidio y durante su existencia protege su
vida, su integridad física, su honor, su libertad y seguridad civil, su patrimonio,
etc.

En un tiempo se discutió en la doctrina la posibilidad de considerar a


los muertos como sujetos pasivos de algunos delitos, tal como las ofensas a la
memoria del difunto, la violación de sepulturas y la profanación de cadáveres;
actualmente se ha llegado a una conclusión negativa, por considerar que los
muertos no tienen ningún derecho en los delitos mencionados; se dice que la
ley protege el sentimiento colectivo de piedad hacia los difuntos y en todo
caso, las ofensas trascienden a sus parientes vivos quienes juegan el papel de
sujetos pasivos en estos casos.

243
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

1.4.4. La persona jurídica como sujeto pasivo

Siendo las personas jurídicas, sociales o colectivas, entes reales con


derecho y obligaciones dentro de la sociedad en la que se desenvuelven, es
evidente que son titulares de derechos o intereses que pueden ser lesionados
o puestos en peligro, por tal razón, pueden entonces ser también sujetos
pasivos de cierta clase de delitos, como lo que atentan contra el honor (la
calumnia, la injuria y la difamación), y los que atentan contra el patrimonio
(robos, hurtos, apropiaciones indebidas, etcétera).

Por último se hace imperativo hacer la distinción que existe muchas


veces entre el sujeto pasivo del delito y el sujeto pasivo del daño. Es sujeto
pasivo de delito aquel en que recaen directamente las consecuencias de la
acción del sujeto activo mientras que sujeto pasivo del daño es quien sufre el
perjuicio o el daño moral o civil ocasionados por el delito. En la mayoría de
delitos, generalmente coinciden ambos sujetos pasivos, pero hay otros en los
que hay que distinguirlos, por ejemplo: en el homicidio, es el sujeto activo, y
sujeto pasivo del daño los parientes del difunto que son los que sufren el daño
moral.

2.OBJETOS DEL DELITO

Poca importancia se le ha dado en la doctrina al estudio des objeto del


delito y la mayoría de especialistas solamente hacen referencia al mismo,
cuando tratan la Teoría General de la Infracción Penal, por lo que no existe
un criterio unánime, definido y uniforme al respecto. Sin embargo, es preciso
advertir que ese aislamiento doctrinal que se ha hecho del tema, ha tenido
como consecuencia en algunos tratadistas y especialmente en los que se inician
en el estudio de nuestra disciplina, la tergiversación del objeto material y objeto
jurídico del delito, y es más, la confusión entre el objeto material y el sujeto
pasivo del delito, cuando en realidad los tres aspectos, a pasar de que guardan
estrecha relación en el delito, son completamente distintos, por cuanto que el

244
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

objeto material está determinado por las personas, animales o cosas, sobre las
que recae la acción delictiva; el objeto jurídico lo constituye el bien
jurídicamente protegido por el Estado en cada tipo penal (figura de delito), y
el sujeto pasivo es el titular de estos bienes jurídicamente protegidos o
tutelados por el Estado; resulta pues, importante delimitar cada uno de ellos.

2.1.Definición

El objeto material del delito u objeto material de la infracción penal,


es todo ente corpóreo hacia el cual se dirige la actividad descrita en el tipo
penal; a decir del extinto penalista guatemalteco Jorge Alfonso Palacios Motta,
es todo aquello sobre lo que se concreta el interés jurídico que el legislador
pretende tutelar en cada tipo y al cual se refiere la conducta del sujeto activo.

2.2. Contenido

Tomando en consideración las definiciones apuntadas, el objeto


material de la infracción penal puede estar constituido por las personas
individuales vivas o muertas; por las personas jurídicas o colectivas como
entes reales que funcionan en una sociedad y que puedan ser objeto de una
infracción penal; por los animales y aún por los sujetos o cosas inanimadas.

Palacios Motta distingue tres clases de objetos del delito: el objeto


material personal; el objeto material real y el objeto material fenomenológico
[Palacios Motta, 1980: Segunda Parte, 45], y los explica de la siguiente manera:

El objeto material personal, es toda persona física, viva o muerta,


consciente o inconsciente a la que se refiere el comportamiento típico y
respecto de la cual se concreta el bien jurídico tutelado. Es evidente que
nuestro recordado maestro no incluye aquí a las personas jurídicas o
colectivas, a pesar de que si aceptó que estos entes jurídicos podían ser sujetos
pasivos de un delito, lo cual con todo respeto, consideramos que alejado de la
técnica, por cuanto al aceptar que las personas jurídicas podrían ser sujetos

245
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

pasivos, obligadamente se tenía que admitir que las mismas podrían también
ser objetos del delito, es decir, que si un ente colectivo puede ser titular de un
derecho jurídicamente protegido, es obvio que en un momento determinado
podría convertirse en el objeto material de un ilícito penal, tal es el caso de la
injuria, la calumnia, la difamación a una empresa.

El objeto material fenomenológico, considera que es el fenómeno


jurídico, material o social sobre el cual se concreta el interés jurídicamente
protegido y alguno se refiere la acción u omisión del sujeto activo, refiriéndose
en este sentido al "Daño", que se sostiene en la destrucción de un bien
jurídico, y al "Peligro" que sostiene es la amenaza de daño o la posibilidad de
que el bien jurídico sea destruido, diminuido o afectado. Este concepto,
(objeto material fenomenológico), a nuestro juicio no constituye
específicamente el objeto material de delito, ya que el daño y el peligro son
posible resultado de la acción delictiva y no el objeto sobre el cual recae la
misma, en tal sentido, disentimos de la concepción del respetable maestro.

Por la naturaleza misma del objeto material de la infracción penal que


siempre va a ser un ente corpóreo, es lógico que dicho objeto solamente puede
darse en los delitos de resultado (delitos de acción o comisión y delitos de
comisión), donde la conducta humana trasciende produciendo una
modificación en el mundo exterior, en consecuencia carecen del objeto
material, los delitos puros de omisión y los delitos de simple actividad, donde
la simple abstención del sujeto pasivo o la simple actitud de mismo consuman
el delito al desobedecer el deber jurídico y transgredir la prohibición que
contiene la ley penal.

En muchos delitos, el objeto material puede coincidir con el sujeto


pasivo, sin que por eso pueda decirse que ambos se identifican, ya que son a
todas luces diferentes, si bien es cierto que la persona como objeto material
de la conducta delictiva es objeto material de la conducta delictiva es el
individuo sobre el cual se materializa la acción criminal, también lo es que la
persona como sujeto pasivo es el titular del bien jurídicamente protegido, tal

246
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

es el caso del "Estupro" donde la mujer desflorada es el objeto material de la


conducta del agente y a la vez es el sujeto pasivo del delito; lo mismo sucede
en el "Homicidio", donde el sujeto pasivo es la víctima, pero también es al
mismo tiempo la persona sobre la que recae la acción de matar. Si embargo,
dejamos claro que conceptualmente objeto material y sujeto pasivo, son
totalmente distintos, uno es el objeto sobre el cual recae la acción delictiva y
el otro es el sujeto titular del interés jurídicamente protegido por el Estado en
el tipo legal.

3.BIEN JURÍDICO TUTELADO EN EL DELITO

El "Jus Peniendi" es una facultad que corresponde única y exclusivamente al


Estado que como ente soberano debidamente organizado, tiende a la
protección de ciertos valores que son indispensables para el desarrollo y la
convivencia social; cuando esa serie de valores humanos, materiales y
morales son elevados a "Categoría Jurídica" por parte del órgano estatal
destinado para ello (Organismo Legislativo), es cuando transcienden en el
Derecho Penal como bienes o intereses jurídicamente protegidos o tutelados
por el Estado, encontrando cada uno de ellos, acomodo en cada una de las
figuras de delito que encierran todos los códigos penales del mundo, por tal
razón reciben el nombre de "Bien Jurídico Tutelado en el Delito" que
doctrinariamente se conoce como el objeto jurídico de ataque en el delito.

3.1. Su importancia

El bien jurídico tutelado o protegido es de vital importancia para la


constitución de las figuras delictivas, a tal extremo que no se puede concebir
un delito que no pretenda la protección de un bien jurídico, todos los delitos
tienen un interés jurídicamente protegido (un objeto jurídico), lo que no
ocurre en el objeto material, que como ya dejamos apuntado sólo existe en los
delitos de resultado. Sin embargo, cuando se dice "Bien Jurídicamente

247
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

Protegido", se está advirtiendo que no se trata de proteger la mera lesión o


puesta en peligro de cualquier clase de bien como tal, sino sólo cuando el
mismo está elevado a categoría jurídica por parte del Estado. La lesión de los
intereses de la sociedad, derivada de la conducta del hombre, por reprobable
que sea, ninguna consecuencia penal acarrea si el Derecho Punitivo no ha
tomado bajo su tutela el interés afectado. Con la creación del tipo penal (la
descripción que hace la ley penal de una conducta), el interés pasa a la categoría
de bien jurídico y la lesión respectiva es ya una lesión puesta en peligro de un
bien jurídico.

Desde otro punto de vista, el objeto jurídico protegido por la norma


penal y que resulta lesionado o puesto en peligro por el sujeto activo, sirve
como elemento directriz de ordenación de las figuras delictivas o tipos penales
dentro de un Código Penal sustantivo en su parte especial, tal es el caso de
nuestro Código Penal vigente en el cual las figuras delictivas está agrupadas
atendiendo al bien jurídico protegido, de la manera siguiente:
Título I De los Delitos contra la Vida y la Integridad de la persona.

Título II De los Delitos contra el Honor.


Título III
De los Delitos contra la Libertad y la Seguridad Sexuales y
Contra el Pudor.

Título IV De los Delitos contra la Libertad y Seguridad de la persona.


Título V
De los Delitos contra el Orden Jurídico Familiar y Contra el
Estado Civil.

Título VI De los Delitos contra el Patrimonio.

Título VII De los Delitos contra la Seguridad Colectiva.

Título VIII De los Delitos contra la Fé Pública y el Patrimonio Nacional.

248
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

Título IX De los Delitos de Falsedad Personal.


Título X
De los Delitos contra la Economía Nacional, el Comercio, la
Industria y el Régimen Tributario.

Título XI De los Delitos contra la Seguridad del Estado.

Título XII De los Delitos contra la Orden Institucional.

Título XIII De los Delitos contra la Administración Pública.

Título XIV De los Delitos contra la Administración de Justicia

Título XV De los Juegos ilícitos.


Es evidente pues, la importancia que reviste el bien jurídico tutelado,
no sólo como objeto jurídico del delito, sino como elemento ordenador de las
figuras delictivas en los diferentes códigos penales que parten del valor jurídico
que el Estado protege en la norma penal, para estructurar adecuadamente el
Derecho Penal sustantivo en su parte especial.

3.2. Definición

El bien jurídico protegido o tutelado en el delito, también jurídico y


objeto de ataque como también suele llamársele en la doctrina:

"Es el interés que el Estado pretende proteger a través de los distintos tipos
penales interés que es lesionado o puesto en peligro de la acción del sujeto
activo, cuando esta conducta se ajusta a la descripción legal" [Palacios Motta:
45].

El objeto jurídico del delito, es el bien jurídico que el hecho punible


lesiona o pone en peligro, es decir, el concreto valor elevado a su categoría de

249
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

interés jurídico, individual o colectivo de orden social, protegido en el tipo


legal.

3.3. Su contenido

La doctrina contemporánea del Derecho Penal, distingue dos clases de


objetos jurídicos en el delito: uno que es "Genérico" y que está constituido
por el bien o interés colectivo o social que el Estado como ente soberano
tiende a su conservación y en tal sentido aparece indistintamente en toda clase
de delitos; el otro que es "Específico" y que está constituido por el bien o
interés del sujeto pasivo. Y que cada uno de los delitos particularmente posee,
en cuanto se lesiona o pone en peligro el particular interés del agraviado.

Algunos tratadistas como Rocco, hacen referencia a un objeto jurídico


formal, como el derecho del Estado a la observancia de los preceptos legales;
tal consideración, entendemos, no es adecuada por cuanto que ese objeto
jurídico formal del cual es titular el Estado se refiere a la mera constitución o
conformación del delito, para hacer referencia en sentido amplio al derecho
de castigar (jus puniendi), del cual es poseedor exclusivamente el Estado, por tal
razón no puede considerarse como bien jurídico protegido en el delito.

Los intereses que en un momento determinado pueden resultar


lesionados, disminuidos o puestos en peligro por la conducta delictiva del
sujeto activo, pueden pertenecer según el caso: a las personas individualmente
consideradas, a las personas jurídicas o colectivas, al Estado y a la sociedad
misma.

Los intereses o bienes jurídicos tutelados que corresponden


generalmente a una persona individual son: la vida, su integridad personal, su
honor, su seguridad y libertad sexual, su libertad y seguridad persona, su
patrimonio, su orden jurídico familiar, su estado civil, etc.; en tanto que las
personas jurídicas o colectivas pueden verse lesionadas o puestas en peligro
en su patrimonio o en su honor. El Estado particularmente puede verse

250
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

amenazado, tanto en su seguridad interna como externa, y la sociedad se


protege de los delitos que atentan contra la seguridad colectiva.

Para cerrar el presente tema, sólo resta advertir que los sujetos (activo
y pasivo), el objeto (material), y el bien jurídico tutelado (objeto jurídico),
juegan el papel de presupuestos indispensables para la conformación real de
delito, por cuanto éste no podría existir sin concurrencia de cada uno de ellos.

XI. AUTORÍA Y PARTICIPACIÓN EN EL DELITO

La concurrencia de varias personas en un mismo evento, no es un


fenómeno que sólo se da en el Derecho Penal, sino que es algo cotidiano. Los
conceptos de autor y cómplice no son conceptos creados por el Derecho
Penal sino tomados de la vida real, de lo ontológico.

No hay, en el Código Penal una definición de autor o cómplice, sino


señala conductas que quiere que se tomen como tales.

Adopta como autores a quienes realizan la figura descrita en el tipo,


además a los llamados cómplices primarios, es decir, que prestan una
cooperación imprescindible y a los cómplices, que la doctrina llama
secundarios, los coloca en el plano general. Señala como autores también, a
aquellos que inducen o se valen de alguien "determinan" dice nuestro código
procesal vigente.

En cuanto a la autoría, se han sostenido especialmente dos criterios.


El extensivo, que autor es todo aquel que interviene en la relación causal. El
restrictivo indica que autor es el que reúne los caracteres típicos para serlo.
Esta última es la que se adopta más que todo en nuestro medio.

251
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

1. LÍMITES ENTRE AUTORÍA Y PARTICIPACIÓN

La teoría formal objetiva indica que sólo puede ser autor quien realiza
personalmente la acción descrita en el tipo. Resulta insostenible dice
Zaffaroni, porque si alguien encañona a un paseante con un arma mientras
otro se apodera de su billetera, en lugar de ser un robo con arma sería un delito
de coacción cometido por el que encañona.

El criterio del dominio del hecho. Es autor quien tiene realmente el


poder (dominio del hecho) sobre la realización del hecho descrito en el
respectivo tipo legal. Es un concepto aplicable sólo a delitos de comisión
dolosos. Respecto de determinados tipos legales o situaciones en relación a
un tipo legal, resulta previo para determinar la calidad del autor, que ostente
estas características especiales, la participación es un concepto de referencia,
supone la existencia de un autor. Los partícipes contribuyen a la realización
del delito pero no tienen el dominio del hecho.

2. LA AUTORÍA (Art. 36)

"Son autores: 1º. Quienes tomen parte directa en la ejecución de los


actos propios del delito. 2º. Quienes fuercen o induzcan directamente
a otro a ejecutarlo. 3º. Quienes cooperan a la realización del delito,
ya sea en su preparación o ejecución, con un acto sin el cual no se
hubiere podido cometer. 4º. Quienes habiéndose concertado con
otro u otros para la ejecución de un delito, están presentes en el
momento de su consumación".

De la norma legal transcrita se desprende que el autor, es quien ha


realizado el tipo de injusto definido en la ley como delito; y cuando el hecho
no se hubiere consumado, es decir, cuando haya quedado en grado de
tentativa, el autor es quien ha realizado todos aquellos actos que suponen
evidentemente un principio de la ejecución del mismo. En el primer caso que

252
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

plantea la norma, se refiere a que el sujeto haya ejecutado todos los elementos
propios que conforman la tipificación del delito. En el segundo caso, se trata
de una autoría mediata, cuando el sujeto se vale de otra persona para ejecutar
el hecho; en él se hace referencia a la "fuerza", creemos entender que se refiere
a la fuerza física que se ejerce sobre otro sujeto, para servirse de él anulando
total o parcialmente su voluntad; así también se refiere a la "Inducción directa"
que significa persuadir y promover a la comisión del delito. El instigador es
el autor intelectual, mientras que el ejecutor es el autor material. En el tercer
caso, se refiere a la cooperación en la preparación o ejecución del delito, hay
que destacar que esta cooperación debe ser de un acto necesario e
imprescindible sin el cual no se hubiere podido cometer el delito. Y el cuarto
caso se refiere a la concertación criminal que realizan varios sujetos, exigiendo
la ley que estén presentes en el momento de su consumación; entendemos
que aunque no participen todos en la ejecución de los actos propios del delito,
basta la sola presencia como una cooperación psicológica. Este último
presupuesto en la práctica puede crear problemas de interpretación por parte
del juzgador, cuando se trata de delitos que se consuman instantáneamente.

2.1.AUTORÍA DIRECTA Y AUTORÍA MEDIATA

Se da cuando un sujeto tiene objetiva y subjetivamente los


requerimientos de la conducta típica en forma personal y directa. Se
contrapone a la autoría indirecta o mediata. Esta la realiza quien se vale de
otro que no comete un injusto, v.g. el que se vale del actor mediante un
revolver cargado, asegurándole que tiene balas de salva, indiscutiblemente
tiene en sus manos el dominio del hecho, pues el actor no sabe lo que hace ya
que cree que está representando una escena cuando en realidad está causando
una muerte.

Bauman, dice que hay autoría mediata cuando un autor comete delito,
dejando actuar a otra persona por si. Este concepto excluye el caso en que
utilice a un ser humano como mero objeto, para empujarlo, p.e. contra una
vidriera. Una definición de autoría mediata es imposible, y sería

253
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

inconveniente. La doctrina y la jurisprudencia son las que deben de desarrollar


el contenido de esta forma de participación. Realmente en nuestro código
vigente, no está directamente considerada, pero debe tomarse en cuenta para
evitar casos de impunidad. El proyecto del Código Penal la contiene en
términos generales al hacer referencia a los autores que "determinaren
directamente a otro" (Art. 13 del Proyecto).

2.2. CARACTERES

La particularidad de la autoría mediata consiste en que el determinador


pone en movimiento la actividad de un ser humano por medio de una
contribución causal. La autoría mediata es la realización de un delito por un
autor que no actúa de propia mano, sino a través de una tercera persona.
Presupuesto es que participen varios, pero a diferencia de lo que ocurre en la
vida común, no es autor quien externamente realiza el delito, sino aquel que
actuó detrás de él y lo utilizó para sus fines de realizar el hecho ilícito.

La diferencia entre autoría mediata e inmediata es el modo como el


autor mediato contribuye al resultado.

Teoría de Roxin. Parte de que el autor es la figura central del


acontecimiento delictuoso. Diferencia entre delitos de dominio, de
obligación y de propia mano, porque no puede haber un concepto común de
autor respecto a todos los delitos.

2.3. ITER CRIMINIS. LAS FASES DEL DELITO


En todo delito hay una fase interna y otra externa. No toda
exteriorización de los procesos subjetivos se castiga, sino aquellas que
abiertamente denoten el propósito delictivo o bien en razón de determinada
orientación político criminal.

Teorías objetivas. Sólo se castiga la exteriorización de procesos


subjetivos que produzcan un resultado.

254
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

Teorías subjetivas. Basta la voluntad del sujeto , su voluntad dañina


conducta a una penalización general de los actos preparatorios.

Teoría objetivo sujetiva. Es necesaria una voluntad que implique una


conmoción del bien jurídico.

Actos preparatorios. El Código penal no castiga toda exteriorización


de los procesos subjetivos, sólo determinados efectos preparatorios, son:

a) La conspiración. Cuando dos o más personas se conciertan para la


ejecución de un delito y resuelven cometerlo, (Art. 17 del Código
Penal vigente, casos de exclusión art. 12 del proyecto). En el fondo
se trata de una fase inicial de delito que implica la preparación de una
coautoría delictiva.

b) Proposición. Existe cuando el que ha resuelto cometer un delito


invita a otra u otras personas a ejecutarlo. (art. 17 Código Penal
vigente). La invitación dice Bustos, es necesario entenderla como más
allá de un consejo, es decir, como una acción efectiva de carácter
psicológico sobre otras personas. La proposición aceptada y realizada
se convierte en inducción.

2.4.RESUMEN

Concepto legal. Artículo 36 del Código Penal. El autor es la figura


central del hecho delictivo, esto nos lleva a considerar que:

a) El contenido del art. 36 es insuficiente para determinar un concepto


de autor.

b) En este artículo se citan formas determinadas de intervención en el


delito. Pero no son todas. Como tomar parte; forzar a ejecutarlo.

255
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

c) La inducción no es una forma de autoría en sentido estricto, sino una


equiparación que hace la ley.

2.4.1. Doctrinas sobre la autoría

Objetivas: La teoría formal objetiva, afirma que es autor quien realiza


un acto de ejecución, mientras que es cómplice quien realiza un acto
preparatorio. En consecuencia a la autoría viene siendo igual a la realización
del tipo penal.

Objetiva material. Considera también importancia el concepto


material de realización del tipo, la más importante es la del dominio del hecho.
Roxin dice que este criterio es sólo aplicable a cierto número de delitos.

En el caso del autor directo no hay problema, pero sí en el del autor


mediato, porque la ley no dice que lo sea quien realiza el hecho sirviéndose de
otro u otros.

2.4.2. CLASES

a) Directa. El autor realiza personalmente el hecho. La descripción está


en cada tipo y en el art. 36/1

b) Mediata. El autor se sirve de otro y otros, que son quienes lo realizan.


Desde un punto de vista externo no hay diferencia con la instigación
y el encubrimiento; pues son formas de realización del tipo a través de
otro. Son contribuciones causales y no hay diferencia desde el punto
de vista objetivo ni desde un plano subjetivo. Desde

el punto de vista de la doctrina del dominio del hecho, autor sólo


puede ser quien según el significado de su contribución objetiva,
domina el desarrollo del hecho de acuerdo a su voluntad. Ello indica,
según Jescheck que el autor mediato debe objetivamente dominar el

256
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

hecho y subjetivamente ser consciente de su dominio efectivo del


hecho. En la instigación el instigador no quiere él mismo el hecho,
solamente quiere que otro quiera el hecho, quiere el hecho pero
dependiendo de la decisión del autor. Objetivamente, el instigador
carece del dominio del hecho.

c) Coautoría. El dominio del hecho lo tienen diversas personas, que


asumen la responsabilidad de su realización. Es necesario que se
contribuya de algún modo y que dicha contribución pueda
considerarse una colaboración al acontecer delictivo.

d) Accesoria. Varias personas provocan un resultado típico


independientemente unas de otras.

2.4.3.Participación

Es accesoria. La autoría es lo principal. vg. La inducción.

Puede ser: necesaria, propia, impropia (cuando el tipo está para


favorecer al partícipe). La responsabilidad del partícipe es subordinada al
hecho del autor.

Inducción: a) Se debe contar con la resolución del inducido. b) Debe


haber una relación personal entre autor e inducido. c) Debe ser directa y
eficaz. Si ya estaba resuelto no es inducción.

Complicidad. La de nuestro Código Penal es no necesaria, para


diferenciarla del 363. Cómplice es el que con su contribución no decide el sí
y el cómo de la realización del hecho, sino sólo favorece o facilita que se
realice. A continuación citamos algunos casos que recoge la doctrina:

257
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

a) El hijo que induce a matar a su padre (el hijo responde pro parricidio,
el extraño por homicidio o asesinato). Igualmente si el inductor fuera
el extraño y el inducido el hijo.

b) La denuncia que logra que una autoridad policiaca y judicial en uso de


sus deberes prive de la libertad a una persona (autoría mediata).

c) El médico A quiere deshacerse de su amante. B. Para ello le dice, lo


cual no corresponde a la verdad, que padece de cáncer terminal y que
al final de la enfermedad sufrirá terribles dolores, por lo cual le aconseja
quitarse la vida. B, creyéndose la falsa afirmación de A se quita la vida.
(A es responsable de homicidio cometido en autoría mediata).

d) A determina a B realizar el incendio de una casa. B desconoce que la


intención de A es cometer, mediante el incendio, la muerte de C, quien
fue atado y amordazado por A en el interior de la casa incendiada (A
es autor mediato).

3. ACTOS DE EJECUCIÓN

Cuándo se pasa a los actos de ejecución los preparatorios quedan


absorbidos por éstos. Estos actos de ejecución son la tentativa y la
consumación.

El actual código penal no distingue entre tentativa inacabada y acabada


lo que si se formula en el proyecto (ver Art. 12 del Proyecto).

Para que haya tentativa acabada basta que se cumpla el contenido del
tipo legal, que se infrinja la materia de prohibición. p.e. Pedro pone una
bomba para matar a una autoridad, pero pone mal el reloj y detona cuando no
hay nadie. En ese caso habría tentativa acabada pues se agotó el contenido
de la prohibición por parte de Pedro en su voluntad manifiesta en el acto.

258
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

¿Cuándo se ha dado comienzo a la ejecución? Teoría subjetiva: pone


acento en la intención. Es un acto ejecutivo comprar la pistola. Se crítica
que vulnera garantías del ciudadano. Teoría objetiva: distingue entre ambos,
equívocos e inequívocos (Carrara); Beling recurrió a la posición objetiva
formal. Sólo es efectivo aquel que cumple con el comportamiento exigido en
el tipo. Se crítica que restringe el campo.

Posición objetiva material (Frank): busca como criterio, el del bien


jurídico.

Teoría objetivo subjetiva (Welzel): es necesario que la voluntad se


convierta en una realización de actos, dentro de los cuales algunos tendrán un
carácter inmediato a la realización del hecho delictivo.

Tentativa: aspecto objetivo. Se tienen que dar los requisitos exigidos


por el tipo respecto a sujetos, objeto, etc., pero lo determinante es que no se
hayan practicado todos los actos de ejecución que debiera producir el delito.

Consumación: no basta agotar el contenido valorativo de la norma


prohibitiva, sino es necesario que se dé el desvalor de resultado propio al
correspondiente delito o injusto.

Problemas específicos: tentativa inidónea o tentativa de delito


imposible. Delito imaginario o error al revés, p.e. se dispara a un muerto.

Es importante advertir, para evitar equivocaciones, que existe


diferencia entre los sujetos del delito (que tratamos en el apartado anterior), y
los partícipes en el mismo; si bien es cierto que todos los que participan en la
ejecución de un delito son sujetos activos; también lo es que no todos los
sujetos activos son partícipes del mismo, ya que desde el punto de vista legal
la participación está determinada por la responsabilidad penal del sujeto, en
ese sentido los inimputables (menores de edad y los que sufren trastorno
mental permanente o transitorio) pueden ser sujetos activos materiales en la

259
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

comisión de un delito y sin embargo, no son responsables de su conducta


antijurídica ante la ley penal (tesis sostenida particularmente por De Mata Vela
en esta obra).

Según lo establece el artículo 35 de nuestro Código Penal, la


responsabilidad de los sujetos en las infracciones penales, está determinada en
dos categorías de participación: La autoría y la complicidad. "Son
responsables penalmente del delito, los autores y los cómplices. De las faltas
sólo son responsables los autores".

3.1. LA COMPLICIDAD (Artículo 37)

"Son cómplices: 1º. Quienes animaren o alentaren a otro en su


resolución de cometer el delito. 2º. Quienes prometieron su ayuda o
cooperación para después de cometido el delito. 3º. Quienes
proporcionaren informes o suministraren medios adecuados para
realizar el delito; y, 4º. Quienes sirvieren el enlace o actuaren como
intermediarios entre los partícipes para obtener la concurrencia de
éstos en el delito".

La autoría como vimos, está integrada por un conjunto de actos


directos personales e idóneos que realiza el sujeto activo y sin los cuales no es
posible la comisión del delito; mientras la complicidad al contrario, está
integrada por un conjunto de actos que no son necesarios, ni determinantes
directamente para la ejecución del delito, es decir, que incluso se puede
prescindir de ellos para cometer el delito. En el primer caso se refiere a
quienes inciten, provoquen o alienten al sujeto a cometer el delito, siempre y
cuando éste ya hubiere resuelto por sí sólo cometerlo, en caso contrario
estaríamos frente a la inducción como forma de autoría del artículo anterior,
es decir, que no existe inducción si el inducido ya está resuelto a cometer el
delito, consideramos que para que exista la complicidad en este caso no basta
el mero consejo o una simple deliberación sobre la conveniencia de cometerlo

260
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

o no, es preciso excitar e infundir aliento al sujeto activo para que ejecute el
acto.

En el segundo caso se refiere al auxilio o cooperación que promete el


cómplice para después de ejecutado el delito; sin embargo hay que advertir
que aquí la ayuda o cooperación no son necesarias para la comisión del
delito, al contrario, de la cooperación que presta el autor o coautor del
artículo anterior. El problema a discutir en el presente caso es, si basta la
sola promesa del cómplice o tiene necesariamente que hacer efectiva la
ayuda, para tener responsabilidad penal; consideramos que para ser
cómplice, éste debe conocer de antemano la determinación delictiva del
sujeto, en ese sentido basta la sola promesa, porque puede ser que sin la
misma el otro no lo hubiera ejecutado; en la práctica y por ser la promesa
muy subjetiva, muchas veces se requiere que efectivamente haya prestado la
ayuda o cooperación. En el tercer caso se trata de proporcionar información
importante y suministrar medios adecuados para la comisión del delito; sin
embargo, estos informes o estos medios no deben ser imprescindibles para
su comisión, de lo contrario, seria una forma de autoría, no de complicidad.
En el cuarto caso se trata de personas que teniendo conocimiento de la
ilicitud manifiesta del acto tramado, sirven de enlace a actúan como
intermediarios entre los copartícipes para obtener la concurrencia de éstos
en el delito.

3.2.LA COAUTORIA

Se caracteriza por la intervención igualitaria, más o menos, de dos o


más personas, todas como autores inmediatos, sin que sus conductas
dependan de la acción de un tercero, bien que realicen las mismas acciones, o
bien que se dividan las necesarias para la comisión del hecho. Presente
debemos tener aquellos casos que, como la bigamia, deben necesariamente
cometerse con el concurso de dos personas. Las acciones deben ser
convergentes, es decir, que tiendan a crear un mismo delito; se trata de un
obrar en común en el que cada cual su parte. Cada uno responde por su propia
participación, sin que la culpa de uno afecte la del otro, así como tampoco

261
De Mata Vela, J. F. y De León Velasco, H.A.

puede beneficiarlo la inocencia ajena [Hurtado Aguilar, 1974: 108]. La


coautoría está determinada por la participación de dos o más personas como
autoras del delito, porque ambas hayan participado directamente en la
ejecución de todos los actos materiales del mismo, o bien porque cada uno de
los coautores hizo su parte en la ejecución del delito. Pueden ser coautores
también a pesar de que uno sea autor material (el que haya ejecutado
materialmente los actos propios del delito), y otro autor intelectual (el
instigador que ha ideado y planificado la comisión del delito), lo importante
es que ambos tengan la misma responsabilidad penal dentro del asunto. Es
importante que el ejecutor o autor material tenga la plena conciencia de que el
acto que realiza es delictivo, de lo contrario, es decir que si actúa en la creencia
de que el acto es lícito, porque su ilicitud no es manifiestamente evidente,
entonces toda la responsabilidad penal recaerá en el autor intelectual
únicamente; por ejemplo; la enfermera que por instrucciones del médico
inyecta veneno al paciente creyendo que el medicamento suministrado y que
había sido ordenado era el apropiado.

Los artículos 39 y 40 de nuestro Código Penal regulan lo relativo a la


responsabilidad penal, como autores o cómplices en el delito de
muchedumbre, así:

"Cuando se trate de delitos cometidos por un muchedumbre, se


aplicarán las disposiciones siguientes: 1º. Si la reunión tuvo por objeto
cometer determinados delitos, responderán como autores todos los
que hallan participado materialmente en su ejecución, así como los que
sin haber tenido participación material, asumieren el carácter de
directores. 2º. Si la reunión no tuvo por objeto cometer delitos y éstos
cometieren después por impulso de la muchedumbre en tumulto,
responderán como cómplices todos los que hubieren participado
materialmente en la ejecución, y, como autores, los que revistieren el
carácter de instigadores, hayan tenido o no participación material en la
ejecución de los hechos delictivos. Quedarán exentos de pena los

262
Derecho Penal Guatemalteco Parte General, Capítulo III

demás. Esta última exención no alcanza a la reunión en sí misma,


cuando estuviere prevista en la ley como delito" (Artículo 39).

"Si el delito cometido fuere más grave que el concertado o de igual


gravedad, pero de distinta naturaleza, o complicado por otros delitos,
los partícipes extraños al hecho, responderán por el delito concertado
y cometido, y sólo por el cometido sin concierto, en cuanto hubiere
podido ser previsto, de acuerdo con los principios generales. Si el
delito cometido fuere menos grave que el concertado, responderán
sólo por el primero" (Articulo 40).

3.3.EL ENCUBRIMIENTO

El Código Penal anterior, consideraba que el "Encubrimiento" era una


forma más de participación en el delito, al igual que lo es la autoría y la
complicidad actualmente, sin embargo, siguiendo indiscutiblemente la
orientación de la técnica legislativa y del Derecho Penal moderno, como se ha
hecho en la gran mayoría de legislaciones penales, nuestro Código Penal
vigente, ya no contempla el "encubrimiento" como en forma de participación
delictiva, sino como una figura delictiva completamente independiente
(autónoma), que pasó a formar la parte especial de nuestro ordenamiento
penal en los artículos 474 (Encubrimiento Propio) y 475 (Encubrimiento
Impropio), que estudiaremos seguidamente en la segunda parte de esta obra.
En síntesis, los grados de participación en el delito según nuestro Código
Penal vigente son: la Autoría y la Complicidad, en la forma como quedó
planteada.

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