Vous êtes sur la page 1sur 24

CÓMO PREPARARTE PARA ENFRENTAR EL

PROCESO DE DIVORCIO
Te mostramos algunos pasos para que
puedas enfrentar, de la mejor manera
posible, el complejo proceso que lleva al
divorcio. Terminar con una relación de
pareja nunca es sencillo. Pero, sin duda,
el proceso es aún más complicado
cuando se trata de un matrimonio. La
complejidad del proceso de divorcio es
igual sin importar si tienes hijos o no
Por eso, tener claro algunos pasos para
mantenerte emocionalmente segura es vital. Después de todo, el hecho de
que un matrimonio no funcione no significa que tú o tu pareja sean malas
personas.
En algunas ocasiones, simplemente, dos personas no deben estar juntar por el
daño que se producen mutuamente.
1. Asegúrate de haber hecho todo lo posible por evitar llegar al proceso de
divorcio
Antes de romper por completo tu matrimonio, pregúntate si has hecho tu mejor
esfuerzo por salvarlo y sé honesta. Lo último que querrás es que al pasar
los años voltees la vista atrás y te des cuenta que te cerraste a toda
posibilidad.
El primer paso es darte un tiempo para pensar. ¿Tu pareja te fue infiel?
¿Sientes que ya no hay nada en común entre ustedes? Aléjate un poco de la
situación y evita toda decisión mientras estás enojada.
Luego, si el motivo para iniciar el proceso de divorcio te sigue pareciendo tan
grave, procura ir a terapia de pareja. Piensa que la mayoría de las veces este
recurso es el mejor para aclarar expectativas y fijar nuevos límites y retos como
pareja.
Aunque terminar con un matrimonio es relativamente fácil, no siempre es el
recurso correcto.
2. Aléjate un poco de la situación
Si ya pasaste por todo el proceso de la terapia de pareja y, simplemente, no
hay nada más que hacer date un período para ti. Es necesario que el proceso
de divorcio lo enfrentes en un estado mental de paz y de calma.
Sin embargo, llegar a este punto no será sencillo. Por eso, lo mejor es tomarte
un tiempo fuera de tu ambiente. Una buena opción es irte de viaje unos días,
tal vez un fin de semana. Esto, te dará la oportunidad de enfrentar todas las
emociones negativas comunes de la situación: tristeza, estrés, enojo,
decepción.
Permítete llorar y sacar todo lo que sientes. Si lo necesitas, ve acompañada de
una amiga, hermana o familiar que te pueda escuchar sin criticar ni opinar de
más. Esto te permitirá entender cuáles son los siguientes pasos y despejar tu
mente para enfrentar el proceso legal de la mejor forma.
3. Acepta que habrá malos días
Aunque creas que ya entendiste lo que viene y que ya desahogaste tus
emociones negativas siempre tendrás esos malos ratos, así que, no los trates
de esquivar. Es común tratar de evitarlos con comida, alcohol, medicamentos
o sexo.
Claro que estas alternativas no son las mejores y solo empeorarán tu situación
emocional. Cuando lleguen los malos días debes estar preparada. Lo mejor
es, simplemente, parar un poco y permitir que tus emociones se liberen.
¿Quieres llorar? Pues llora. ¿Estás muy enojada? Sal a correr o golpea un
cojín. En serio, no tiene nada de malo aceptar eso. Si tienes hijos, tal vez, no
quieras que te vean así o quieres que estén alejados del proceso de divorcio.
En ese caso, pide ayuda a alguien de toda tu confianza para que los cuide ese
día.
4. Prepara tus finanzas
Seguramente, ahora mismo no estás pensando en los aspectos materiales,
pero es necesario que empieces cuanto antes. Es vital que busques toda la
asesoría especializada que puedas. Lo básico sería un abogado y un contador
que te ayuden a prevenir eventualidades.
Tal vez, pienses que estos especialistas no tienen nada que ver con la parte
emocional, pero te equivocas. Contar con su ayuda te facilitará las cosas y
evitará que las emociones te saquen de control al tomar decisiones.
Deja que estos expertos se hagan cargo de todo lo que puedan. Piensa en ello
como una inversión para tu confianza y tu comodidad.
5. Habla con tus hijos sobre el proceso de divorcio
Incluso, si las cosas van mal en casa, iniciar el proceso de divorcio es un
gran reto para los pequeños. Muchos padres optan por evitar el tema
creyendo que lo contrario ocasionará dudas y confusiones en sus pequeños.
Sin embargo, este es un gran error. Para los niños, descubrir que papá se ha
ido puede ocasionarles más dudas y problemas. Es común que al enfrentarse a
estas situaciones ellos crean que ha sido su culpa.
Para evitarlo, procura que entiendan la nueva situación. Lo más importante es
que sepan que no ha sido culpa suya y que nadie está enojado con
ellos. Una buena idea es acudir a terapia o que un especialista en psicología
infantil les explique lo que está pasando.
También, debes asegurarte de preguntarles específicamente las dudas que
tienen y aclararlas.
6. Crea una nueva rutina tan pronto como puedas
¿Cada sábado solían cenar en casa de tus suegros? ¿Papá llevaba a los
peques a la clase de natación? Es seguro que muchas de las cosas que ahora
daban por sentado serán imposibles de mantener. Pensando en ello, es
importante que tan pronto como puedas crees nuevos hábitos. Al establecer
estas rutinas también considera si tu ex pareja puede y quiere jugar un
papel con tus hijos.
Si no tienes hijos es momento de retomar esos viejos pasatiempos que dejaste
de lado al casarte.
4 conductas que podrían predecir un divorcio
Aunque el divorcio depende de muchísimos factores, hay algunos que, si se
repiten en el tiempo, podrían ser indicativos de este desenlace, por lo que
conviene evitarlos o ponerles solución
Cuando no estamos en una relación, nos resulta muy fácil ver los problemas
en las parejas que nos rodean
No sucede lo mismo cuando se trata de nosotros mismos. El amor provoca que
no veamos lo que tenemos delante o que nos compense más lo negativo que lo
positivo.
Sin embargo, en muchas ocasiones, aquello que no tenía importancia en la
pasión de los primeros años, un día se convierte en un gigante insalvable.
Por tanto, es bueno que intentes reflexionar sobre estos aspectos con frialdad.
No obstante, veces el problema no es este. Más bien reside en que
tenemos dinámicas como pareja que creemos buenas, pero que en realidad
no lo son.
Un ejemplo de este tipo de conductas que podrían predecir un divorcio son
los celos. Mucha gente cree que son inseparables del amor.
En este sentido, buscan compañeros celosos y no tienen tampoco pudor en
manifestarlo.
Al contrario de lo que se piensa, el origen de estos sentimientos puede
desembocar en una separación, ya que parten del sentimiento de propiedad
y de la desconfianza en uno mismo y en el otro.
Este es solo un caso de las actitudes que tenemos interiorizadas como
normales y que, a la larga, pueden convertirse en un obstáculo, pero hay
muchas más.
¿Quieres saber cuáles?
1. Iniciar una discusión culpando al otro
Si estuviéramos hablando de una novela policíaca, sabríamos que el
responsable del crimen se descubre al final del relato. Es lógico, ¿no?
Una vez que se ha descubierto el asesinato, el detective tiene que encontrar
las pistas que le lleven a la solución.
 Un problema de pareja es igual, con la diferencia de que nunca hay un único
responsable.
 Esto quiere decir que cuando queremos solucionar algo, lo ideal es hablar con
la máxima calma posible con un objetivo común: acabar con lo que nos
impide avanzar.
 Saber qué tenemos que mejorar cada uno es una herramienta para
conseguirlo, nunca un motivo de reproche.
 Si caemos en la acusación constante, el diálogo será imposible, por lo que,
tarde o temprano, vuestra historia acabará.
2. Pensar que una crítica es un ataque
Las personas que tienen la autoestima dañada, ya sea por exceso o por
defecto, suelen tener este tipo de reacciones.
“Si me atacan, me defiendo“, esgrimen, pero sin escuchar.
Aparece el miedo de repente y, con él, se esfuma cualquier posibilidad de
escucha activa. Asentimos, atacamos, gritamos, incluso lloramos, pero no
escuchamos de verdad.
Estamos cerrados y nuestro cerebro levanta un muro con el que nuestra pareja
se encuentra cada vez que necesita algo distinto de nosotros.
Esta es una de las conductas que podrían predecir un divorcio porque la
paciencia del otro puede terminarse.
La consecuencia es nefasta: que entre en tu juego de gritos, ofensas… y os
hagáis mucho daño y termine yéndose, o bien, que decida irse antes de entrar
en esta dinámica.
Lo más difícil es que se quede.
3. Evitar el conflicto
Y aquí volvemos a hablar de miedo. En este caso, a perder a la persona que
amamos.
Nadie es perfecto, por lo que por mucho amor que sientas, la otra persona
hará cosas que no te gusten. Algunas serán insignificantes, pero otras te
molestarán profundamente o te dolerán.
Sin embargo, no te atreves a decírselo. “¿Y si se lo toma mal? ¿Y si no me
entiende? ¿Y si me deja?“.
Es posible que no lo verbalices, pero el sentimiento seguirá en tu cabeza.
Este se manifestará de algún modo: un mal gesto, momentos de ausencia
mientras estáis juntos, una reacción descompensada que la otra persona no
entiende…
Todo ello entorpecerá tu relación e impedirá que os comuniquéis con
fluidez, cuestión que suele agotar a las dos partes.
Querer compartirlo todo
Los dos teníais vidas antes de conoceros y tenéis gustos diferentes. No podéis
renunciar a ello para estar siempre juntos.
Los seres humanos tenemos muchas dimensiones, y todas deberían tener un
espacio en nuestras vidas. Además, es importante llegar a casa y tener algo
que contar.
Alimentar la conversación es un camino de avivar la llama del amor y también
de la pasión. ¿Acaso no deseamos más a nuestros compañeros después de
una buena charla?
Como ves, las conductas que podrían predecir un divorcio son distintas caras
de la misma moneda.
El diálogo, la escucha y la conservación de tu individualidad son indispensables
para tener una relación sana y duradera.
Etapas emocionales del divorcio.
Aprende a manejar los diferentes sentimientos y su gran intensidad, que
forman las etapas emocionales del divorcio.
La felicidad no es un premio, sino una consecuencia. El sufrimiento no es un
castigo, sino un resultado. Robert Greene. (Dramaturgo y novelista inglés).
Conoce las etapas del divorcio.
El divorcio es un proceso largo, que no termina en el momento en que la pareja
se separa o en el momento en el que se firman los papeles.
El divorcio acaba, cuando nos recuperamos y dejamos atrás la relación de
pareja, con sus aspectos positivos y negativos.
Cuando dejamos de sufrir por lo que implica el fin de la relación y el dolor de la
separación.
En el momento en que vemos hacia delante, tranquilos y confiados.
Mientras los sentimientos provocados por el divorcio, (la culpa, coraje, tristeza,
etc.,) siguen presentes en nuestra vida, seguimos atados a nuestra ex-pareja.
Aunque hayamos firmado los papeles hace muchos años.
Desde el momento en que uno de los dos toma firmemente la decisión de
divorciarse, hasta la recuperación total, podemos hablar de 5 etapas, que son:
 Shock.
 Negación.
 Caos emocional.
 Aceptación intelectual.
 Recuperación.
Estas etapas no llevan un orden, ni tienen una duración promedio.
De hecho podemos de repente tener la sensación de que estamos peor o de
que estamos retrocediendo.
Esto es normal.
Cada persona tiene su propio ritmo y sus propias necesidades emocionales.
Respeta tu proceso.
No te compares con los demás y no te regañes cuando crees que estas
fallando o actuando mal.
Etapa de shock.
Esta etapa se da, principalmente, cuando uno de los miembros de la pareja
quiere el divorcio y el otro no se lo espera, aunque sea una relación de
constantes conflictos.
Ante la noticia del divorcio, ya como un hecho inevitable, el dolor puede ser tan
intenso que la mente, como una manera de protegerse y prepararse para
enfrentar el dolor, mantiene a la persona en un estado de insensibilidad.
La persona está como en trance, aturdido o anestesiado emocionalmente y
nada le parece real.
Esta situación puede durar unas horas, días o incluso un par de semanas.
Negación.
Cuando se empieza a tomar consciencia de la realidad, la tendencia es a
negarla o a quitarle importancia. Es una actitud automática, no conciente.
La finalidad de nuestra mente es similar a la de la etapa anterior.
Podemos tener pensamientos como: "En estos momentos está enojado, pero
se le va a pasar". "Lo dice para asustarme". Etc. La negación puede alternarse
con momentos en los que nos sentimos fuera de control, no entendemos lo que
sucede, etc. Podemos empezar a tener problemas de insomnio, memoria,
concentración y se alteran nuestros hábitos alimenticios (comemos demasiado
o dejamos de comer). Esta etapa es variable en su duración, pero poco a poco
empezamos a aceptar que el divorcio es definitivo.
Caos emocional.
A medida que vamos aceptando que nuestro matrimonio ya se terminó,
empezamos a tomar consciencia de todo lo que significa:
1. Reconocemos la perdida de:
 la relación y de lo que implica estar casado,
 nuestros sueños,
 los buenos tiempos que compartimos,
 etc.
2. Cambios en nuestra situación: económica, social, familiar, etc.
Esta situación provoca diferentes emociones muy intensas, que pueden durar
días o semanas o que pueden cambiar rápidamente, provocando que, en un
mismo día, pasemos de una a otra rápidamente.
Aunque estos cambios repentinos y la falta de control emocional puede
angustiarnos, es normal.
Así, sentimos:
Coraje o ira contra nuestra pareja por el sufrimiento que nos está causando o
por no haber evitado la ruptura y contra nosotros mismos, por no habernos
dado cuenta de lo que iba a suceder o no haberlo impedido.
Tristeza o depresión, por todo lo que perdimos.
Miedo o angustia, ante:
 un futuro desconocido y difícil,
 los problemas que vamos a tener que resolver,
 la soledad,
 el rechazo o la crítica de la gente,
 etc.
Culpa, por haber hecho ciertas cosas o no haberlas llevado a cabo y por el
dolor que viven los hijos y otros familiares.
Vergüenza, por haber "fallado" ante nuestras propias expectativas y las de la
sociedad.
Alegría, porque ya se acabaron los gritos, insultos o conflictos.
Etc.
No existe un orden lógico para la aparición, intensidad y duración de las
emociones.
Cada una puede durar horas, días, semanas o meses y en un mismo día
podemos estar, por ejemplo, enojados, tristes, contentos y otra vez enojados.
Esta falta de control y estabilidad emocional es normal.
Sentimos que no podemos confiar en nuestros sentimientos.
Cualquier cosa que vemos, oímos, olemos, pensamos, etc., puede disparar una
emoción muy intensa, que quizás no sabemos ni de donde vino.
Aceptación intelectual.
Poco a poco empezamos a aceptar y a entender lo que está pasando.
Podemos dar o darnos diferentes explicaciones o justificaciones sobre los
diferentes aspectos y personas relacionados con lo que estamos viviendo.
Nuestro mundo empieza a estructurarse y a tener un poco de lógica.
Sin embargo, seguimos sintiéndonos mal.
Quizás nuestras emociones son menos intensas o tenemos periodos de
tranquilidad y bienestar, pero algunas emociones siguen dominando parte de
nuestra vida.
Muchas de las decisiones que empezamos a tomar, están basadas en dichas
emociones.
Pero por lo menos empezamos a organizar nuestra vida.
Tenemos que tener mucho cuidado al respecto, porque las decisiones
emocionales, con frecuencia pueden dar malos resultados.
Por ejemplo, muchas de nuestras conductas pueden tener como finalidad
perjudicar o molestar a nuestra ex-pareja, sin darnos cuenta de que a la larga,
pueden tener resultados negativos para nosotros.
Es importante recordar que las emociones y los pensamientos no siempre van
en la misma dirección.
Esta incongruencia podemos verla en las siguientes palabras: "mi cabeza dice
una cosa, pero mi corazón me dice todo lo contrario".
Sin embargo es un paso hacia delante, muy importante.
Recuperación.
Podemos hablar de recuperación cuando:
 Nuestra ex-pareja deja de estar presente emocionalmente en nuestras vidas,
 nos sentimos tranquilos,
 dejamos de ver hacia el pasado,
 empezamos a ver nuestro futuro como algo positivo,
 nos sentimos capaces de resolver los problemas que se nos presentan día a
día y podemos disfrutar nuestras actividades y nuestras relaciones,
Consecuencias del divorcio.
Las consecuencias del divorcio son sumamente dolorosas y afectan todas las
áreas de la vida de la persona que se está divorciando: Personal, familiar,
económica, social, etc.
¿Cómo te está afectando el divorcio?
Cualquier divorcio es difícil y doloroso para los dos miembros de la pareja.
No importa quién lo pide y por qué lo hace.
Aun para la persona que lo pide, porque ha sido víctima de violencia física o
emocional, es un proceso que deja huellas profundas.
Pero cuando el matrimonio era bueno y estable, es aún más difícil porque los
buenos recuerdos superan a los malos y porque la reacción de la familia y
amigos es de incredulidad, y por lo tanto, pueden ser poco apoyadores.
Un divorcio afecta todas las áreas de la vida de la persona:
 Personal,
 emocional,
 parental,
 económica,
 familiar,
 social,
 de trabajo y
 los aspectos prácticos de la vida diaria.
A nivel personal, el divorcio afecta nuestra:
 Autoestima.
La persona, ya sea hombre o mujer, se siente rechazada y/o fracasada.
Se siente culpable por no haber podido establecer una mejor relación o haber
evitado el divorcio.
Al sentirse así, se califica como mala, tonta, incompetente, etc., etc., lo cual
daña su autoestima.
Con frecuencia la ex-pareja y otras personas la culpan también y le indican
todo lo que debería haber hecho, lo que refuerza su baja autoestima.
 Identidad personal y familiar.
Parte de nuestra autoimagen es el rol que hemos jugado durante muchos
años.
Con el divorcio dejamos de ser esposo(a), perdemos la identidad de "la
familia unida", etc.
Si estos papeles o roles eran importantes para nosotros y nos
identificábamos con ellos, al perderlos, sentimos que perdemos una parte de
nuestra personalidad.
 Forma de ver el mundo y nuestro futuro.
Cuando el miedo, la angustia, enojo, depresión, etc., son una constante en
nuestra vida diaria, nuestros pensamientos son:
Negativos, extremistas, rígidos, depresivos, etc. Este tipo de pensamientos
hace que veamos nuestro presente y nuestro futuro, a través de lentes que
oscurecen y distorsionan todo lo que nos rodea.
A nivel emocional.
Cualquier persona que se divorcia atraviesa por sentimientos muy intensos y
encontrados. Una sola emoción puede durar días o semanas o pueden cambiar
constantemente en un mismo día.
Esta situación se da, aun en las personas que toman la decisión de divorciarse,
ya sea por violencia intrafamiliar, infidelidad en la pareja o por un nuevo amor
en su vida. Sin embargo, cuando el divorcio es el resultado de largas crisis y
conflictos o cuando la persona no quiere el divorcio, las emociones son más
intensas y desgastantes.
Entre las emociones más frecuentes encontramos:
 Tristeza o depresión por la relación que se ha terminado y las diferentes
pérdidas que involucra el divorcio: sueños, expectativas, identidad, amigos,
etc.
 enojo con uno mismo y hacia la pareja, al culparla de la ruptura y del daño
que ha causado a la familia,
 culpa,
 deseos de venganza,
 alivio,
 confusión,
 ambivalencia,
 temor y preocupación respecto al futuro,
 inseguridad respecto a la posibilidad de reconstruir una nueva vida,
 sentimientos de fracaso, por no haber podido evitar los problemas o "salvar"
el matrimonio,
 miedo a la soledad y/o a tomar decisiones equivocadas,
 remordimiento, sobre todo por el dolor causado a otras personas (hijos,
padres, etc.),
 etc.
Todos estos sentimientos son normales.
La intensidad y duración depende de las características de cada persona y
de cada situación.
La forma de reaccionar de cada quién también.
A nivel parental.
Los padres, tanto el hombre como la mujer, pueden sentir que, cuando los hijos
están con ellos, tienen que cubrir tanto el rol de la madre como el del padre.
Esto puede generarles mayor tensión.
Tienen que responsabilizarse de decisiones y aspectos de la disciplina de los
hijos, que pueden ser nuevos y difíciles de llevar a cabo.
Pueden verse manipulados por los hijos o sentir el temor de que éstos no
quieran estar con ellos.
Tienen que aceptar decisiones y conductas de la ex-pareja, con las que no
están de acuerdo, pero en las que ya no los toman en cuenta.
Tienen que tener muy presente que el divorcio acaba con la relación como
pareja, pero el contacto entre ambos y la toma de decisiones relacionadas con
los hijos continúa.
En el aspecto económico.
Un divorcio, generalmente implica cambios económicos importantes.
Cada una de los miembros de la pareja va a tener los gastos propios de casa,
comida, etc., además del mantenimiento de los hijos.
Si la mujer no trabajaba, va a depender de lo que le de el marido y
posiblemente de un sueldo que tiene que aprender a administrar.
Si el marido no le da lo suficiente para cubrir sus gastos o si su sueldo es
insuficiente, la mujer tiene que aprender a privarse de muchas cosas.
Incluso de algunas necesarias.
Cuando el hombre cubre todos los gastos de los hijos y le pasa pensión a la
mujer, sus gastos aumentan de manera considerable y no siempre tiene
ingresos suficientes para vivir desahogadamente.

Los niños también se enfrentan a cambios económicos, que no siempre


aceptan.
A nivel familiar.
Un divorcio afecta a todos los miembros de la familia cercana, en mayor o
menor grado.
Los problemas con los hijos pueden surgir por diferentes motivos:
 Reaccionan agresivamente contra alguno de los padres, contra ambos o ante
sus amigos y maestros,
 se pueden deprimir,
 bajan su rendimiento escolar,
 presentan problemas de conducta importantes,
 etc.
Si existía una buena relación con la familia política, muy probablemente dicha
relación se termina o cambia.
Con la familia de origen pueden surgir problemas por diferentes motivos:
 No dan el apoyo que la persona que se está divorciando espera,
 los padres o hermanos, sobre todo en el caso de la mujer, interfieren
demasiado en las decisiones que se tienen que tomar,
 intervienen directamente en la educación de los nietos o sobrinos, aun en
contra de los propios padres,
 etc.
En el aspecto social.
Se reduce la cantidad de amigos o cambia la relación con ellos, ya que la
persona deja de participar en muchas de las actividades de pareja que su
grupo realiza.
En ocasiones algunos amigos toman partido, lo que genera tensión o
sentimiento de rechazo.
Los amigos pueden querer involucrarse demasiado, aconsejar o incluso
presionar sobre lo que la persona que se está divorciando "debe" de hacer o de
sentir.
Esta actitud aumenta el caos emocional.
En relación al trabajo.
El caos emocional que se vive, puede afectar el desempeño y la motivación.
Puede haber problemas por la dificultad para concentrarse y/o tomar
decisiones.
Si hay irritabilidad o mucho enojo en la persona, ésta puede tener problemas
con los compañeros de trabajo, sus jefes, clientes, etc.
Si la mujer nunca ha trabajado le es mucho más difícil adaptarse, ya que
emocionalmente está más vulnerable.
Aspectos de la vida diaria.
Si la mujer no trabajaba y necesita hacerlo, dispone de menos tiempo para
ocuparse de la casa y de los niños.
Necesita aprender a organizar pagos, mantenimiento del coche u otras
actividades de las que se ocupaba su marido. Esto le puede generar tensión o
la sensación de no tener tiempo suficiente para toda.
El hombre que no está acostumbrado a ocuparse de comprar comida, ocuparse
de la limpieza de la casa y la ropa, de los aspectos relacionados con los hijos,
etc., tiene que aprender a hacerlo, lo que puede costarle trabajo y estrés.
¿Qué puedes hacer?
No te exijas ni te critiques demasiado, recuerda que eres humano y te estás
enfrentando a una situación muy difícil y dolorosa.
De acuerdo a las áreas mencionadas, trata de ver cuáles son las que te están
afectando más.
No puedes hacer cambios importantes en todas al mismo tiempo, por lo tanto
decide cuales son las más importantes en estos momentos.
El artículo sobre cómo establecer prioridades, puede ayudarte.
Busca el apoyo de familiares o amigos que te escuchen, pero sin fomentar tus
emociones, es decir, sin que te "den cuerda".
Trata de estar bien físicamente.
Recuerda que es una situación a largo plazo y el enfermarte o desgastarte
más, no sólo no te ayuda, sino que te impide actuar adecuadamente.
Lee los artículos sobre respiración, relajación y si tienes problemas para dormir,
el que trata del insomnio.
Busca información sobre el manejo de las emociones que estás viviendo.
Aunque son normales, si no las trabajas adecuadamente, se pueden mantener
por tiempo indefinido.
¿Divorciarse es fracasar?
Considerar el divorcio como un fracaso es cometer un gran error que aumenta
nuestro sufrimiento.
¿Te sientes así?
Divorciarse no es fracasar.
"Por alguna razón, vemos el divorcio como una señal de fracaso, a pesar del
hecho de que cada uno de nosotros tiene el derecho y la obligación de rectificar
cualquier otro error que cometemos en la vida".
Joyce Brothers, (Famoso columnista psicólogo).
La diferencia entre divorcio y fracaso.
Uno de los aspectos que más dañan a las personas que se divorcian, es el
considerar que el divorcio es un fracaso.
La sociedad considera el fracaso como algo muy negativo.
Decir que alguien es un fracasado, es decir que es incapaz, tonto, poco valioso,
digno de no ser tomado en cuenta etc., etc.
Pero, ¿qué significa realmente fracasar?
¿Cuántas veces tiene que fracasar cualquier investigador médico o científico
antes de encontrar lo que busca?
¿Esos fracasos lo hacen menos valiosos o importantes como personas?
El diccionario define fracasar como: "dejar de obtener el resultado esperado".
Desde este punto de vista, ¿conoces a alguien que no haya fracasado
muchísimas veces?
Quizás estés pensando: "Bueno, pero hay de fracasos a fracasos.
No es lo mismo fracasar en algo sin importancia que fracasar en un
matrimonio".
Para analizar este tema tenemos que tomar en cuenta varios aspectos.
En primer lugar, ¿quién decide y en función de qué se decide, cómo se va a
medir el fracaso? Veamos el siguiente ejemplo:
Mario esta en la universidad. Reprobó tres materias y el resto de sus
calificaciones no son muy buenas.
Se presentó a un concurso de pintura y sacó el primer lugar.
¿Cómo considerarías a Mario?
¿Cómo un fracasado o como alguien que ha tenido éxito?
Para su papá, un ejecutivo de nivel medio, que no ha podido conseguir un
mejor puesto por falta de una mejor preparación, Mario es un fracasado.
El señor está enojado y le da vergüenza que sus amigos se enteren.
Para su tío, el director de un importante museo y un conocido maestro de
pintura, Mario ha tenido éxito.
Se siente muy orgulloso y a todos les habla de él.
¿Quién tiene razón y quién es el equivocado?
A la gente la evaluamos según nuestros valores, gustos y preferencias.
Por lo tanto, la "calificación" que le ponemos es subjetiva.
Lo que para una sociedad es bueno, para otra no lo es.
Lo que en una época se considera importante o adecuado, un par de siglos
antes o después, se ve de diferente manera.
En segundo lugar, como pongo en mi libro, un divorcio puede darse por
muchos motivos, por lo que es importante analizar qué es lo que está
sucediendo.
Un divorcio es la decisión de terminar con una relación que ya no funciona para
la pareja o por lo menos para uno de los miembros de la misma.
Está basado en el deseo de buscar una vida mejor.
¿Eso implica que el matrimonio fracasó?
No.
Significa que las dos personas que se casaron con ciertas necesidades,
expectativas, sentimientos, etc., cambiaron.
Con el paso del tiempo ya no encuentran o ya no pueden dar, en esa relación,
lo que se dio o se esperaba en un principio.
Nos casamos con una persona a la que conocemos, sólo en parte.
No importa cuánto tiempo estuvimos de novios o incluso si vivimos juntos antes
de casarnos. El matrimonio implica un mayor compromiso, mayores
expectativas de nosotros y de nuestra pareja y una "carga" emocional
importante.
Con los años ambos vamos cambiando.
Tenemos que adaptarnos a esos cambios.
Tanto a los personales, como a los de la pareja.
Al mismo tiempo existen una gran cantidad de elementos que generan tensión
e implican la necesidad de acuerdos constantes en relación a los hijos, familia
política, amigos, actividades placenteras, trabajo, cambios económicos, etc.
Acuerdos que pueden ir en contra de nuestra forma de pensar e incluso de
nuestros valores.
Los motivos para aumentar la distancia emocional entre los miembros de la
pareja o para que surjan conflictos constantes son muchos.
¿Por qué algunas parejas continúan juntos y buscan resolver los problemas y
otros no?
La razón no tiene nada que ver con la capacidad de la persona ni con ser
exitoso o fracasado.
Tiene que ver con una pregunta:
¿Lo que tengo en mi relación de pareja, vale la pena el esfuerzo, frustración y/o
sufrimiento que vivo con ella?
Nadie puede responder a esta pregunta, más que la persona que se la hace.
Porque es ella la que paga el costo de esa relación.
¿Y que sucede con la persona que no se quiere divorciar, pero su pareja así lo
decide o se va de la casa?
¿Fracasó al no poder mantener contento a la pareja?
No.
Definitivamente no. Nadie es responsable de nuestra felicidad y bienestar, más
que nosotros mismos. Nosotros somos responsables de nuestra actitud,
pensamientos, sentimientos y conducta ante las experiencias que vivimos.
Si la otra persona tiene nuevas necesidades y expectativas o si está
insatisfecha yo no puedo cambiar su vida.
Si me expresa lo que le sucede y juntos buscamos una opción, quizás pueda
encontrar una solución. Se dice que el matrimonio es de dos y el divorcio es
también de dos. Ambas situaciones involucran una gran cantidad de personas
(hijos, familia, amigos, compañeros de trabajo, etc.) y de situaciones (salud,
problemas económicos, religiosos, etc.) que día a día interfieren con la relación.
Entonces, ¿qué es fracasar?
¿Es decidir que esa relación ya no vale la pena?
¿O es seguir casado, a pesar del sufrimiento, soledad emocional y frustración
que se vive en un mal matrimonio?
Fracasar es ver un problema, saber que tiene solución, que nosotros podemos
hacer algo al respecto y no hacer absolutamente nada más que quejarnos.
Actuar, aunque no siempre nos de los resultados que queremos o nos cause
dolor, nunca es fracasar, al contrario, es tener el valor de actuar.
a culpa en el divorcio.
Es importante aprender a manejar la culpa, porque ésta, nunca soluciona nada,
únicamente incrementa el sufrimiento y los problemas.
¿Quien tiene la culpa?
¿Qué papel juega la culpa en tu vida?
“Errar es humano, pero echarle la culpa a otro es mas humano todavía”. Les
Luthiers (grupo de humor).
El aspecto negativo de la culpa.
La culpa es un sentimiento importante en la vida de todos.
Ante las cosas que suceden, casi siempre buscamos un culpable:
 Culpamos a los demás,
 nos culpamos a nosotros mismos,
 culpamos a la vida, la suerte, etc.
Cuando nosotros tenemos la culpa.
Todos nos hemos sentido culpables muchas veces.
La culpa es una de las emociones más paralizantes.
Generalmente cuando nos sentimos culpables, no actuamos para solucionar
las cosas. Lo único que hacemos es pensar y pensar en lo que sucedió y el lo
que deberíamos haber hecho o dejado de hacer.
Mientras más pensamos, más culpables nos sentimos, pero seguimos sin
hacer nada al respecto.
Además de hacernos sentir mal, la culpa nos hace perder nuestro presente,
nos roba parte de nuestra vida. Cuando quedamos atrapados en la culpa, nos
enfocamos en el pasado, en lo que hicimos o deberíamos de haber hecho y no
hacemos nada productivo con el único momento en el que realmente podemos
actuar: el presente. No importa cuánta culpa sentimos, el pasado ya no lo
podemos cambiar. Pero el sentirnos culpables, nos hace sentirnos mejor.
¿Por qué?
Si hicimos algo mal, dañamos a alguien, etc. y nos sentimos culpables,
pensamos que no somos tan malos.
Partimos de la idea de que alguien que es malo, no siente culpa y nosotros sí.
¿De donde viene la culpa?
Desde pequeños aprendemos a culpar a los demás para no sentirnos mal o a
culparnos a nosotros mismos, de casi todo lo que sucede.
Esta actitud está relacionada con la educación que recibimos y a la influencia
de la cultura en la que vivimos.
De pequeños escuchamos mensajes que influyen en nosotros a lo largo de
toda la vida.
Mensajes como:
"Si no eres "bueno" nadie te va a querer.
"Por tu culpa me siento…"
Así adquirimos una escala de valores que califica las cosas y lo que hacemos
como buenas o malas y nos califica a nosotros como personas.
Esa escala de valores rige nuestra vida de adultos y se refleja en lo que
creemos que debe de ser nuestro comportamiento.
Nos muestra nuestro yo ideal. Si hacemos las buenas, nos consideramos como
buenos. Si hacemos las malas, nos consideramos así y buscamos un culpable.
Cuando hacemos algo malo, alejado de lo que nosotros o la gente piensa que
debería de ser, nos sentimos culpables. El problema no es la culpa, sino lo que
hacemos con ella. Cuando actuamos mal, es importante reconocerlo para
corregir o para no volver a cometer el mismo error.
Reconocer que nuestra conducta fue inadecuada o mala.
Nuestra conducta, no nosotros.
No podemos calificarnos por lo que hacemos, porque hacemos muchísimas
cosas, a veces bien, a veces mal y otras regular.
Y lo que hacemos mal, no siempre lo hacemos por maldad.
 Puede ser por desconocimiento,
 por no analizar adecuadamente una situación,
 por dejarnos llevar por nuestras emociones.
 por error,
 etc.
La culpa es buena cuando nos sirve para analizar nuestro comportamiento.
No a nosotros como personas.
Si nos quedamos atrapados en juzgarnos como personas, nos quedamos
atrapados en la culpa.
La culpa la mantenemos con autorreproches y autoacusaciones.
Cuando nos sentimos culpables lo importante es:
1. Reconocer mi conducta.
2. Aceptar las consecuencias que provocó.
3. Analizar el motivo de mi actuación.
4. Corregir si es posible o pedir una disculpa.
5. Aprender para no volver a cometer el mismo error.
Actuar así se llama responsabilidad y es sinónimo de crecimiento emocional y
psicológico, de madurez.
Cuando mi ex-pareja tiene la culpa.
El culpar a los demás, tampoco soluciona nada.
Pero me sirve para:
 No responsabilizarme de la parte que me corresponde.
 Jugar el papel de víctima y justificar mis conductas.
 Enfocarme en el otro, para tapar mi dolor.
 Enojarme y sentirme con mayor energía.
En una situación de dos, ambos son responsables.
Aun si se trata de violencia física, el que golpea es responsable por agredir y el
otro por permitirlo, por no hacer nada o por no abandonarlo.
Independientemente de que tan culpable sea nuestra ex-pareja, si nos
centramos en ella no hacemos nada por mejorar nuestra situación personal.
¿Qué hacer?
El primer paso es reconocer que el pasado ya no lo podemos cambiar.
Por lo tanto, los pensamientos de "si hubiera…" o "yo debería haber…" son una
pérdida de tiempo que te hacen sufrir inútilmente.
Analiza lo que sucedió. Tu conducta y las consecuencias.
¿Realmente tu sentimiento de culpa está en proporción con lo que sucedió?
¿Podrían estar un poco exagerados? Si están exagerados, busca si la culpa no
está tapando otro sentimiento o pensamiento más profundo qué es la causa
real de tu malestar.
Si la culpa que sientes se relaciona directamente con lo que hiciste, acéptala.
Responsabilízate de ella, reconociendo que fue el resultado de una decisión.
Tal vez equivocada o no pensada, pero tomada por ti.
¿Por qué crees que actuaste así?
¿Cómo te sentías?
¿Qué pensabas?
¿Qué querías?
Analiza tus respuestas y entiende el motivo real de tu actitud.
En ocasiones nos cuesta trabajo ser honestos con nosotros mismos o porque
no estamos acostumbrados a un análisis detallado o porque no nos gusta lo
que podemos encontrar. Pero es la única manera de mejorar nuestra vida.
Acepta que tus sentimientos y pensamientos son normales, dada tu situación y
forma de ser. Pero el entenderlo y aceptarlo sin juzgarte ni criticarte, no
significa que lo justifiques y no hagas nada al respecto. Pregúntate qué quieres
hacer para mejorar la situación y aumentar tú bienestar. El pasado no lo
puedes cambiar, pero ¿qué puedes hacer ahora para mejorar las cosas o
solucionar los problemas que resultaron de tu conducta?
¿Deseas disculparte?
Hazlo.
No dejes que el falso orgullo o lo que crees que pueden pensar los demás,
impida que aceptes tu responsabilidad y que corrijas tus acciones.
No sólo es por la persona que resultó afectada, también es por ti.
Aprende a separar lo que es tu responsabilidad de la responsabilidad de los
demás.
Si tú lastimaste a alguien y esa persona se fue y chocó, tú eres responsable de
haberlo lastimado. Pero si él se subió al coche y manejó, él es responsable de
haber chocado.
Tampoco eres responsable de los sentimientos de los demás.
Nuestras emociones no estás causadas por los hechos o las palabras e los
demás, sino por lo que nosotros pensamos de esos hechos o palabras.
No importa lo que le digas a una persona, si ella no le da importancia a tus
palabras, no se va a sentir mal. Acepta que no tienes qué sentirte culpable sólo
porque los demás te culpen. Tienes derecho a ser, pensar, sentir y actuar de
manera diferente a lo que ellos consideran adecuado. Pero si tu conducta tiene
consecuencias, acéptalas, pero puedes hacerlo sin sentirte culpable. Revisa si
la culpa no está provocada por el perfeccionismo, demandas exageradas o tu
estilo de pensamiento. Si es así, corrígelo. Recuerda que la culpa sólo es
positiva cuando, siendo objetivo, puedo aprender algo de mí mismo y/o puedo
corregir mi conducta.
El estrés, las preocupaciones
y el futuro.
¿Es necesario preocuparse?
Descúbrelo.
“La preocupación proyecta, con frecuencia, una enorme sombra de algo muy
pequeño”. Proverbio chino.
La importancia de la preocupación.
Si pensamos en el futuro, en una situación sobre la que no tenemos mucho
control o capacidad de solucionar, nos angustiamos.
Puede abarcar cualquier aspecto de nuestra vida.
La preocupación es una emoción que nos desgasta y paraliza.
Está directamente relacionada con nuestra manera de percibir y evaluar las
situaciones y nuestra capacidad para enfrentarlas y solucionarlas.
Está basada en un probable “peligro” o amenaza física, emocional o
psicológica. Mientras más inseguros nos sentimos respecto a ese futuro, mayor
el estrés, la angustia e incluso el temor que podemos sentir. ¿Cuántas veces te
has preocupado por algo que crees que va a pasar y nunca pasa?
Seguramente muchas.
A todos nos ha sucedido.
¿Pero cuánta angustia te generó y cuántas horas de tu vida desperdiciaste?
Si sumaras todos los minutos y horas que te has pasado hablando o pensando
sobre algo que te preocupa y que nunca sucede, ¿cuántas cosas podrías hacer
en ese tiempo?
La preocupación es útil cuando me ayuda a actuar para solucionar un
problema.
Cuando nos sirve para evitar una situación, anticipándonos a ella o para
encontrar la mejor solución.
Pre-ocupacion = antes de ocuparme, antes de actuar.
La preocupación es innecesaria e incluso un error muy desgastante, cuando:
 La situación no tiene solución,
 no está en mis manos dicha solución,
 me preocupo por algo que creo que va a suceder en el futuro y no estoy
100% seguro de que realmente va a pasar.
Si eres "preocupón" o te estresas con frecuencia, trata de recordar todas las
veces que te has preocupado por algo y nunca sucedió.
Reconoce que fue innecesario y que no valió la pena.
Preocuparse no es sinónimo de responsabilidad. Responsable es el que actúa
cuando se puede actuar y se cuida y fortalece cuando no está en sus manos la
solución. Cuando estés preocupado por el futuro, pregúntate que pruebas
tienes que te garanticen que lo que te preocupa va a pasar.
Aun si es algo que sí va a ocurrir, ¿está en tus manos evitarlo?
Haz lo que si está en tus manos y no permitas que la preocupación haga su
nido sobre tu cabeza.
El dicho. "Si tiene solución ¿para qué te preocupas? Y si no la tiene ¿para qué
te preocupas?, es cierto.
No te desgastes inútilmente.
Si el problema no tiene solución, no ganamos nada con preocuparnos y si la
tiene, actúa, no le des vueltas innecesarias en tu mente.
Aprende a vivir el presente.
Vale la pena pensar en el pasado, si es para:
 recordar momentos agradables y disfrutarlos,
 aprender de nuestros errores y corregirlos, pero sin regañarnos o sentirnos
culpables.
Es positivo pensar en el futuro para soñar despiertos o hacer planes.
Pero hacerlo para preocuparnos, es una pérdida de tiempo y nos causa un
gran daño. Haz lo que puedas hacer por resolver o evitar un problema y deja
de preocuparte. Si se presenta, tendrás oportunidad de solucionarlo.
Cuando vives el presente, no desperdicias tu energía y disfrutas de la vida.
Eso te ayuda a estar en mejor condición, para enfrentar lo que te traiga el
futuro. Cuando te preocupas demasiado por algo, sin ocuparte, te desgastas
tanto que aun si se presenta esa situación, no estás en tu mejor momento para
resolverla.
Disfruta del momento. Descubre todas las pequeñas cosas que te rodean y que
te pueden dar bienestar, si tú lo permites.
¿Qué puedes hacer?
El primer paso para vencer el hábito de preocuparse, es reconocer que nos
preocupamos mucho.
El segundo es aceptar, que el preocuparme constantemente no es la mejor
solución.
Pregúntate:
¿Qué pienso de la gente que no se preocupa ante los problemas?
Responde con toda honestidad. ¿Te gustaría ser como ellos?
¿La gente con la que te relacionas, admira a los que no se preocupan o los
critica? ¿Su opinión influye en ti?¿En qué te beneficia preocuparte?
Recuerda que todo lo que hacemos constantemente, nos "sirve" para algo.
¿Te hace sentir mejor? ¿Das una buena imagen? ¿Te prestan más atención?
No te dejes atrapar.
La solución está en tus manos.
Winston Churchill trabajaba 18 horas diarias durante la segunda guerra
mundial. Cuando se le preguntó si no le preocupaban sus tremendas
responsabilidades, contestó: "estoy demasiado ocupado. No tengo tiempo de
preocuparme".
¿Por qué nos preocupamos?
Con frecuencia nos preocupamos mucho más de lo que creemos.
La preocupación se vuelve un hábito.
Consideramos la preocupación como algo positivo.
Pensamos que es:
 Una muestra de nuestra responsabilidad.
 La única manera de resolver nuestros problemas.
 Una forma de evitar grandes dificultades, conflictos o peligros.
Cuando pensamos así, nos sentimos bien al preocuparnos y rechazamos la
posibilidad de no hacerlo.
Nos da miedo volvernos irresponsables y "conchudos".
La preocupación es positiva, cuando dura sólo el tiempo necesario para
encontrar una solución y actuar.
Si no hay solución o no está en nuestras manos, preocuparse es una pérdida
de tiempo. Si no actuamos y nos quedamos en la preocupación, estamos
siendo irresponsables con nosotros mismos:
Utilizamos la preocupación para sentirnos bien (porque nos preocupamos) y
evitamos, al mismo tiempo, enfrentarnos a la situación.
Preocuparse por lo que pasó o pudo haber pasado, es un gran error, porque no
podemos cambiar lo que sucedió.
Podemos aprender para no volverlo a hacer.
Podemos tratar de modificar el resultado, si es algo reciente.
Pero lo que sucedió, ya sucedió.
El pensamiento y la preocupación.
Piensa en alguna situación que te preocupa.
Pon tu atención en ese sentimiento.
Mantenla allí, unos momentos más.
Ahora cuenta del 20 al 0 en voz alta.
Recuerda tus mejores vacaciones o piensa en una situación que hayas
disfrutado plenamente.
Fija tu atención en la mayor cantidad de detalles posibles.
Si quieres cierra los ojos, para recordarlo mejor.
¿Cómo te sientes? ¿Qué pasó con la preocupación anterior?
En el momento en que dejaste de pensar en la situación que te preocupa y
fijaste tu atención en una situación agradable, tus sentimientos cambiaron.
¿Qué te indica esto? Como puedes ver, la preocupación esta ligada a nuestros
pensamientos y nosotros podemos decidir, qué queremos pensar.
Es imposible, por muy inteligentes que seamos, pensar en dos cosas en el
mismo instante. Cuando un pensamiento sustituye a otro, la emoción que
acompaña al primero, es sustituida también, por la que provocó el segundo.
¿Que puedes hacer?
1. Analiza la situación que te angustia o preocupa.
Descríbela, por escrito, con la mayor cantidad de detalles posibles.
2. Escribe qué crees que va a pasar.
Pon todo lo que se te ocurra que puede suceder.
3. Lee con calma los dos puntos anteriores y haz un alto en cada detalle
preguntadote:
¿Podría estar exagerando aunque sea un poquito, en este aspecto?
4. Tacha todo lo que consideres que es exagerado o poco objetivo y plantea
nuevamente la situación, tratando de ser lo más objetivo posible.
5. Pregúntate:
¿Cómo vería esta misma situación la persona que más admiro?
6. Escríbelo.
7. Compara ambas descripciones, la del punto 4 y la de tu amigo, analízalas y
escribe qué diferencias encuentras.
No busques justificar tu actitud o forma de pensar.
Simplemente, ve si él puede tener razón en su planteamiento y si tú, por
estar más involucrado, estás siendo poco objetivo.
8. Plantea nuevamente la situación, tomando en cuenta el punto anterior.
9. ¿Qué pruebas tienes de que lo que te preocupa, realmente va a suceder?
Si lo calificas en términos de porcentajes, ¿podrías asegurar que es 80, 90 o
100% seguro que sí va a pasar? Si el porcentaje no es muy alto, evalúa si
vale la pena el desgaste y el sufrimiento que estás viviendo.
10. Si es seguro que va a suceder o ya lo estás viviendo, acepta la situación.
No te enojes por lo que está pasando.
No la califiques como injusta o como algo que no debería de pasar.
Si está sucediendo, está sucediendo, independientemente de que estés de
acuerdo o no. Cuando aceptamos una situación, la carga emocional
disminuye y podemos enfocarnos en la solución.
11. ¿La solución depende de ti?
Si no depende de ti, piensa que opciones tienes para protegerte y fortalecerte
y una vez que hagas lo que sí puedes hacer, deja de pensar en ello.
Piensa en otra cosa o ponte a hacer algo que requiera de toda tu atención.
12. Si la solución depende de ti, actúa.
Analiza el problema y utiliza una técnica de solución de problemas.
13. Comparte tus preocupaciones con alguien que te ayude a ser objetivo y a
encontrar una solución y no con alguien que te "de cuerda" y aumente tu
preocupación.
14. Pon un límite de tiempo para preocuparte y analizar el problema.
No te detengas en los detalles sin importancia y no regreses una y otra vez a
los puntos o pensamientos que ya tuviste.
Fortalece tu autoestima,
mejora tu vida.
Fortalece tú autoestima y aumenta tu bienestar y satisfacción. Adquiere una
nueva actitud ante la vida.
Encuentra tu bienestar.
Logra lo que deseas
y disfruta de tu vida.
"Buscamos la felicidad donde jamás la encontraremos; la fuente de nuestro
bienestar no se halla en el exterior, sino en nosotros mismos". François Marie
Arouet, Voltaire (Filósofo francés).
Descubre tu riqueza interna.
¿Tirarías a la basura una semilla, porque no ha florecido antes de plantarla?
¿Cortarías un árbol que está empezando a crecer, porque no es fuerte y
grande?
Seguramente no.
Porque tú sabes que para que la semilla de hermosas flores y el árbol tenga un
tronco grande y ramas llenas de hojas, necesitan:
 Cuidados adecuados y tiempo para crecer y desarrollarse.
Exactamente lo mismo sucede con nosotros, los seres humanos.
Estamos en un proceso continuo, en donde, con las acciones adecuadas
(cuidados) y el tiempo necesario, podemos crecer (aprender) y florecer (tener
una vida mejor), todos los días.
Tener bienestar, éxito, una buena autoestima, conocimientos, etc., requiere de
cierto esfuerzo y trabajo.
A corto plazo podemos pensar:
¿Quién quiere esforzarse?
Así estoy bien (he estado así siempre o durante mucho tiempo) o por lo menos
no estoy tan mal.
Pero yo te pregunto:
¿Por qué conformarte con menos, si puedes estar mejor?
¿Por qué no tratar de tener un mayor bienestar y vivir con más satisfacción?
La siguiente información te puede ayudar, no sólo a tener una mejor
autoestima, sino una mejor calidad de vida.
La importancia de nuestros pensamientos y de nuestras relaciones en nuestra
autoestima. Cómo manejar la culpa, el perfeccionismo, la autocompasión y
la comparación con los demás.
También es importante que aprendas a autoaceptarte y a conocerte mejor.
Cómo recuperarse del divorcio.
El divorcio no es el final, pero es importante saber cómo recuperarse de un
divorcio. Cuando sabemos superar el divorcio, éste marca un punto y aparte
para el principio de una nueva vida.
Deja el dolor atrás.
Avanza hacia un bello futuro.
"Hay un pasado que se fue para siempre, pero hay un futuro que todavía es
nuestro". F. William Robertson (Historiador escocés)
¿Que significa recuperarse del divorcio?
¿Cuánto tiempo llevas divorciado/a?
¿Ya estás divorciado/a legalmente?
¿Y emocionalmente?
Cuando hablamos de divorcio, podemos referirnos a diferentes aspectos, pero
tres de los más importantes son:
 El físico, que se refiere al momento en que las parejas viven en lugares
diferentes.
 El emocional, que se puede dar estando las parejas casadas o puede no
darse nunca, aunque las parejas estén divorciadas legalmente y tengan
nuevas parejas.
 El legal, que es cuando se firman los papeles y ante la ley, se termina el
matrimonio.
La recuperación del divorcio se refiere al aspecto emocional, ya que significa
sanar las heridas y el dolor que resultan de un matrimonio que se termina,
generalmente de manera difícil y del proceso que implica dicha terminación.
Este proceso casi siempre es sumamente doloroso.
Por eso es tan importante que evites quedar atrapado en el dolor, la amargura
o la depresión, para que puedas buscar la manera de salir fortalecido y puedas
iniciar una nueva vida.
Independientemente del momento en que se firma el divorcio legal, el divorcio
emocional termina cuando:
 Podemos hablar de nuestra ex-pareja, sin coraje, resentimiento o deseo de
venganza.
 Dejamos de quejarnos de lo que pasó, de nuestra desgracia, etc.
 Dejamos de: estar deprimidos, enojados con nosotros mismos, culparnos,
compadecernos, etc.
 Podemos aceptar que ambos fuimos responsables de lo que sucedió,
reconociendo nuestros errores y viéndolos como lo que fueron: errores.
 Al pensar o hablar de nuestro matrimonio, con nuestros hijos o amigos,
podemos hacerlo estando tranquilos.
Cuando se dan las características anteriores, podemos estar seguros de que
nos hemos recuperado plenamente del divorcio.
Sin embargo, la recuperación es un proceso que no se da por sí solo.
Nuestra conducta y actitud pueden ayudarnos a avanzar o pueden
mantenernos anclados en el odio y el resentimiento a lo largo de toda la vida.
Cada persona es diferente y necesita un tiempo distinto para recuperarse física
y emocionalmente de un divorcio.
Cuando no nos damos el tiempo necesario y no aprendemos de lo que sucedió,
es muy probable que:
 Mantengamos nuestras emociones negativas (coraje, amargura, depresión,
etc.) durante muchos años y éstas repercutan en todas las áreas de nuestra
vida,
 si establecemos una nueva relación de pareja, tengamos grandes problemas
y probablemente acabemos divorciándonos o separándonos.
Elementos que influyen
en la recuperación del divorcio.
El tiempo que necesitamos para recuperarnos de un divorcio y la calidad de
dicha recuperación dependen de:
 El motivo del divorcio.
No es lo mismo si nos divorciamos porque existe aburrimiento de ambas
partes o porque ya no tenemos nada en común, que si nos divorciamos
porque uno de nosotros abusa físicamente del otro o le es infiel a su pareja.
 Quién tomó la decisión.
Es diferente cuando ambos tomamos juntos la decisión, de común acuerdo,
que cuando uno quiere el divorcio y el otro no.
También es distinto cuando se decide el divorcio después de meses o años
de pleitos, que cuando de repente llega una de las partes y le dice al otro:
"me quiero divorciar".
 Las características de cada persona.
Para una persona con una buena auto-estima, emocionalmente fuerte e
independiente, es menos difícil sanar las heridas de la ruptura del matrimonio
y del proceso de divorcio, que para alguien con una autoestima baja y muy
dependiente.
 El estilo de vida de cada uno.
No reacciona igual una persona que está satisfecha con sus actividades
personales, trabajo, grupo social, etc., que alguien que no lo está.
 Nuestras creencias personales.
Todos tenemos ciertas creencias que determinan parte de nuestra actitud
ante la vida.
La persona que es muy rígida en su forma de pensar y que, por ejemplo cree
que "El divorcio es un fracaso y si fracasas una vez, vas a volver a fracasar",
"Yo siempre he tenido muy mala suerte", etc., le va a ser más difícil
recuperarse que quién tiene creencias más positivas o más flexibles y fáciles
de cambiar.
 Nuestra capacidad para aceptar nuestros errores y aprender de ellos.
Cuando podemos reconocer nuestros errores, aprender de ellos y deslindar
responsabilidades, podemos dejar el pasado y avanzar hacia el futuro.
Cuando no sabemos hacerlo, podemos quedarnos atrapados en la negación
o en la culpa.
 La habilidad para manejar nuestras emociones.
Sólo cuando reconocemos nuestras emociones, las expresamos
adecuadamente y aprendemos a manejarlas, evitamos que nos controlen y
podemos dejar el divorcio y el dolor atrás.
¿Qué hacer?
Analiza que sientes en relación a tu ex-pareja, tu matrimonio y hacia ti mismo.
Haz una lista y escribe cada uno de tus sentimientos, dejando espacio para
anotar los que vayan surgiendo a medida que trabajas para recuperarte del
divorcio.

Recuerda que las emociones pueden cambiar día a día o momento a momento,
por lo que la tristeza que sientes en este instante puede convertirse en coraje o
decepción unos minutos después.
También pueden darse emociones mezcladas y difíciles de detectar o
identificar. No te preocupes si al principio te es difícil separarlas o
detectarlas,poco a poco lo vas a lograr. Tu conducta, tus pensamientos y los
comentarios de la gente te pueden ayudar. Cuando la gente te diga que te ve
triste, enojado, etc., no te enojes.
Escucha su opinión, analízala, ve si pueden tener algo de razón y si crees que
no, simplemente ignóralos. Pero si son varias las personas que te dicen lo
mismo, muy probablemente sea cierto lo que comentan. El divorcio y sobre
todo el motivo del mismo, siempre nos genera una serie de pensamientos
sobre nuestra ex-pareja y sobre nosotros mismos. Estos pensamientos nos
provocan sentimientos, nos lleva a calificarnos y con frecuencia afecta nuestra
autoestima.
Analiza cada uno de ellos y si son pensamientos erróneos, cámbialos.
Trabaja con tu autoestima. Casi siempre, el que toma la decisión se siente
culpable y la otra persona se siente enojada o devaluada, entre otras
emociones.
Trabaja con las emociones que estás viviendo y busca si hay emociones
encubiertas, que estás negando o que estás justificando con el pensamiento,
para evitar sentirte mal. Analiza tus características personales, apóyate en tus
áreas fuertes (todos las tenemos, aunque en estos momentos te sea difícil
verlas) y trabaja en las débiles. Busca actividades o personas que te ayuden a
sentirte mejor, no para evitar el trabajo de recuperación, pero sí para que te
sientas más fuerte durante el mismo. Revisa tus creencias personales, porque
pueden ser tu mayor obstáculo.
El divorcio no implica un fracaso, los errores tampoco, pero si no aprendemos
de estos últimos, vamos a seguir cometiéndolos.
Revisa los errores que pudiste haber cometido, pero no cargues con los errores
de tu ex-pareja. Aprende a deslindar responsabilidades.
No te agobies. Lo que no sepas o puedas hacer, lo puedes aprender.
Si necesitas ayuda, búscala.Pero busca a la persona adecuada.
Date el tiempo necesario. Recuerda que nada se construye en un día, pero
cada paso nos acerca a la meta. Tú puedes lograrlo

Vous aimerez peut-être aussi