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Silvia Bleichmar *
Página 12 – Jueves 22 de Agosto de 2002
Es en ese marco que debemos reposicionar la pregunta acerca de por qué vías se
produce la adquisición de una inteligencia humana que garantice la adquisición de
conocimientos, sabiendo que la cuestión misma acerca de los orígenes del pensamiento
y de su regulación lógica no está regida sólo por motivaciones simplemente teóricas o
del interés más “puro” de la ciencia. Porque más allá de la conciencia que los actores de
la polémica tengan al respecto, de su buena o mala voluntad política o de las
contradicciones que esto les significa, se articulan alrededor de ello cuestiones de
implicancia profunda para los destinos de los seres humanos a quienes el fin práctico
del conocimiento está destinado.
Elemental, Watson
“¿En qué año vivió Sherlock Holmes?”, me preguntaba hace algunos años una
joven alumna, dando por descontado no la época de surgimiento del personaje sino su
existencia misma como ser viviente. Daba cuenta con esta pregunta del hecho de que los
productos humanos existen, no sólo en el espacio real del libro, no sólo en el espacio
virtual de la mente sino en el espacio real de la cultura, más allá de su creación misma.
Por ello, si lo que está en juego es la comprensión del sujeto psíquico como
producción y no como mera segregación cerebral, el modo en el cual se dirima esta
cuestión está en el centro de nuestro accionar intelectual. Porque lo que está en el centro
de nuestras discusiones, y dejando de lado todo idealismo que forzara las condiciones
mismas de partida de la naturaleza, es la posibilidad de que la naturaleza misma sea
forzada, vicariada constantemente, desplegada o anulada en sus posibilidades, por la
presencia de esta variable interviniente que constituye el proceso de humanización en
términos de la presencia de un social humano que no reduce al sujeto a sus condiciones
biológicas de existencia.
Silvia Bleichmar
Página 12 – Jueves 22 de Agosto de 2002