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Debates en torno a la propuesta económica de Raúl Prebisch (1955-56)

Autores: Jorge Gilbert (U.B.A.)


Marcelo Rougier (U.B.A.)
Marta Tenewicki (U.B.A.)

Introducción
Con el triunfo de la autodenominada Revolución Libertadora, en septiembre de 1955, y la
instalación de un nuevo gobierno, se inició una etapa en que la economía argentina estuvo
afectada por una profunda revisión de los fundamentos que orientaban la acción del Estado.
Dichos cambios buscaron reformular los esquemas de acción del peronismo, derivando de ellos
un conjunto de decisiones económicas que, al producir un profundo impacto en la redistribución
del ingreso, estuvieron en el centro del debate que involucró tanto a políticos como a quienes se
ocuparon desde diferentes ámbitos de la problemática económica.
Producido el golpe militar, las autoridades eludieron realizar en su proclama definiciones
de principios sobre los aspectos económicos. Durante las primeras semanas, funcionarios de los
diferentes ministerios analizaron la situación que dejaba el gobierno derrocado para aconsejar las
medidas a adoptar para reencauzar la economía.
La Comisión de funcionarios que se ocuparon del tema, acompañaron al Dr Raúl
Prebisch, de la Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas, a quién la
Junta militar solicitó el estudio de la situación económica argentina y la preparación de una serie
de recomendaciones respecto de las políticas económicas que debía seguir el gobierno
provisional. 1
Prebisch –quien había tenido una destacada actuación pública entre 1930 y 1943, dejó a
partir de esta última fecha, la gerencia general del Banco Central de la República Argentina,
Institución que presidió desde su creación en 1935- redactó un “Informe preliminar acerca de la
situación económica” que se dio a conocer en octubre de 1955.
Al mismo siguieron, en enero de 1956, dos informes definitivos en los que se aconsejaba,
en línea con el diagnóstico de octubre, un conjunto más orgánico de medidas. Los escritos, que
se denominaron “Moneda sana o inflación incontenible” y “El Plan de restablecimiento
económico”, fueron identificados popularmente como “Plan Prebisch”.

1
Los ministros del equipo económico se hicieron responsables, junto con Prebisch, de los informes de
octubre de 1955 y enero de 1956. Constituyeron la Honorable Comisión Asesora: Alizón Garcia
(finanzas), Alvaro Alsogaray (industria), Eugenio Blanco (hacienda), Juan Llamazares (comercio),
Alberto Mercier (Agricultura y Ganadería) y Raúl Migone (Trabajo)
El Plan que surgió fue el resultante de una sutil interacción entre el indudable talento
técnico-analítico de Prebisch y la influencia del grupo liberal-ortodoxo de economistas
argentinos que lo rodeaba y que estuvo dominado por un fuerte espíritu de revancha y de
oposición ideológica, no sólo a las medidas y a la filosofía económica del peronismo, sino a la
industrialización como tal. Surgió así un plan “híbrido”, “ortodoxo a medias”, con fuertes
improntas desarrollistas.2

Este estudio se centra en los debates que se originaron en torno al diagnóstico de los
problemas que afectaban a la economía argentina y la consecuente propuesta de reestructuración
económica que realizó Raúl Prebisch, luego de la caída del gobierno peronista. La relevancia de
estos temas esta dada por el hecho de haber generado un importante intercambio de ideas entre
los intelectuales de la época.
El objetivo es analizar las distintas opiniones teniendo como marco de referencia la
peculiar estructura económica que experimentó la argentina durante esa etapa. El fin último del
estudio encarado es obtener una comprensión más acabada del clima intelectual y político que
subyace en los debates, en razón de que los mismos marcaron fuertemente a los discursos que
habrían de tener gran influencia sobre la opinión pública durante largo tiempo.

Análisis del Plan Prebisch:

Por un lado, el Plan recomendaba un vuelco hacia políticas liberales ortodoxas que,
aunque en aquella época parecían extremas, mirándolas retrospectivamente resultaron más bien
moderadas en comparación con las que se aplicaron posteriormente.
La preocupación prioritaria fue detener la inflación, objetivo considerado “tarea
específica de este gobierno”. En tal sentido, Prebisch criticó las expansivas políticas monetaria,
fiscal y salarial de la administración anterior por haber provocado la inflación. Más
concretamente, ésta había sido consecuencia de los aumentos de sueldos y salarios, superiores a
los incrementos de productividad en numerosos sectores de la economía, y de la expansión del
crédito bancario para cubrir déficits que surgían de la colocación de los excedentes de las
cosechas, el sistema de transporte y las operaciones de crédito hipotecario.

2
Guillermo Alonso. "El Plan Prebisch de 1956", Cuadernos de Historia Argentina, número 4, Buenos Aires,
Editorial Biblos, 1989, Introducción y Eshag, Eprime y Thorp, Rosemary, "Las políticas económicas ortodoxas de
Perón a Guido (1953-1963)", en: Los planes de estabilizaciónen la Argentina, Buenos Aires, Paidós, 1969.
Los modos de estabilización aconsejados fueron los ortodoxos: reducción de la tasa de
creación de dinero, paralela a la corrección del déficit fiscal mediante la drástica disminución de
los gastos gubernamentales y una mayor presión impositiva. A tal fin se previno la disminución
del empleo estatal , las medidas se orientaron a evitar los despidos masivos y no remplazar a los
que por uno u otro motivo dejaban sus puestos, complementándolas con una mayor racionalidad
en el manejo de las empresas públicas (o su privatización, en algún caso).
A ello se sumó un cuestionamiento más general al grado de intervención realizada por el
Estado mediante regulaciones que muchas veces tuvieron efectos contraproducentes. Se planteó
la necesidad de un desmantelamiento gradual de los mecanismos de intervención estatal,
buscando retornar a un sistema con libertad de mercado; para lo cual era imprescindible abolir
los controles tanto de precios como de cambios y los subsidios al consumo.
Otra prioridad de la política económica fue la resolución del desequilibrio externo,
considerado uno de los principales obstáculos para el desarrollo argentino. Según Prebisch, éste
condicionaba la posibilidad de aumentar las importaciones de materias primas y combustibles, lo
mismo que de maquinaria y equipos.
Dicha dificultad se debía, entre otros factores, a que el Estado había tomado una
influencia considerable en las inversiones de capital y no las habías sabido orientar o realizar en
la forma más conveniente para acelerar el desarrollo del país. La causa señalada era que los
ingentes recursos que tuvo la Argentina después de la guerra se habían malogrado en inversiones
frustradas o improductivas y parte se habían dedicado a repatriaciones de deuda y capital
extranjero ya existente en el país, cuando era apremiante realizar nuevas inversiones, condiciones
a las que se sumaban las limitadas exportaciones agropecuarias.
La culpa era casi toda del gobierno anterior porque había aplicado políticas
discriminatorias contra el agro que condicionaron los ingresos por exportaciones. Para inducir el
aumento de la producción y exportación agropecuaria el plan recomendaba también remedios
ortodoxos: una importante devaluación que serviría para mejorar la posición de la balanza de
pagos del país.3 La idea general era que solamente se alentarían las exportaciones agropecuarias
moviendo los precios internos de manera que aumentara el ingreso rural a costa de los ingresos
urbanos.

3
Un resultado inmediato de la propuesta de Prebisch fue la reforma cambiaria que implicaba la devaluación del
peso y que se llevó a cabo a fines de octubre de 1955. La tasa media de cambio para las exportaciones de
mercaderías era de 7,9 pesos en 1955 y 19,2 pesos por dólar en 1956. Sin embargo, como señalan Mallon y
Sourrouille, parte del efecto de la devaluación fue absorbida por la eliminación del subsidio fiscal implícito que
antes se pagaba a través del IAPI, así como por la imposición de las retenciones a la exportación. Mallon, Richard
y Sourrouille, Juan: La política económica en un sociedad conflictiva. El caso argentino, Buenos Aires,
Amorrortu, 1973, p. 70 y 71.
Como el Plan previó que la devaluación conduciría a una suba de precios de entre un 10 y
un 15 por ciento, Prebisch recomendó que los salarios nominales de los trabajadores industriales
se aumentasen en un porcentaje aproximado al alza del costo de la vida, afirmando el gobierno
que dichos aumentos de salarios no pasarían a los consumidores bajo la forma de precios
industriales aún más altos. En otras palabras, la mejora de los ingresos reales de los productores
agropecuarios iba a ser obtenida a partir de una reducción de las ganancias industriales y de un
aumento esperado del 10 por ciento en la productividad media de la mano de obra durante 1956.4
Esta solución a los desequilibrios del sector externo centrada en los estímulos a la
producción agropecuaria se debía reforzar con la afluencia de capitales extranjeros y con la
renegociación de la deuda externa. Para lograrlo Argentina tenía que abandonar su aversión
nacionalista contra los capitales extranjeros, y obtener fondos del exterior para financiar las
importaciones requeridas.
Como Prebisch consideraba que una mayor facilidad para incorporar equipo extranjero
no era suficiente, debía procurarse, en diversos campos, la ayuda del capital externo, fuese a
través de empréstitos o de inversiones directas. Además debía considerarse la posibilidad de
ingresar tanto al Fondo Monetario Internacional como al Banco Interamericano de
Reconstrucción y Fomento, y evitar los acuerdos de pago diferido para reducir las presiones
futuras sobre la balanza de pagos.
Estas recomendaciones de naturaleza ortodoxa contenidas en los informes serían
aplicadas con más entusiasmo que aquellas relativas a “planes de desarrollo”.
En relación con el contenido “desarrollista”, el plan señalaba como prioridad absoluta de
la política económica la solución del desequilibrio externo. La debilidad de la posición externa
argentina fue atribuida esencialmente por Prebisch, como consideramos anteriormente, a la
insuficiente inversión en la producción agropecuaria para exportación; pero también al
insuficiente desarrollo de la industrialización por sustitución de importaciones 5, muy
especialmente de la industria petrolera. En tal sentido, Prebisch señaló que la Argentina
necesitaba continuar vigorosamente el esfuerzo de industrialización dado que no se habían
seguido políticas acertadas de sustitución de importaciones, ni se habían creado las industrias
básicas indispensables para fortalecer la economía del país y atenuar la tradicional vulnerabilidad

4
Díaz Alejandro, Carlos: Devaluación de la tasa de cambio en un país semi-industrializado. La experiencia
argentina 1955-1961, Editorial del Instituto, Buenos Aires, 1969, p. 146 y 147.
5
En tal sentido, no aparecen en el Plan los lugares comunes del discurso liberal tradicional sosteniendo que, como
los recursos del país son limitados, deben canalizarse hacia las actividades relativamente más productivas. Puesto
que el agro tiene ventajas comparativas respecto a la industria, es mucho más racional desarrollar el agro, lo cual
restaría recursos para el crecimiento industrial; en síntesis, en ningún caso se plantea el tradicional dilema
argentino entre el agro y la industria.
exterior de la argentina. Lo que planteó fue la necesidad de un salto en la evolución del proceso
de industrialización del capitalismo argentino, salto que se materializó con la consolidación de la
fórmula desarrollista en 1958, cuando se pasó de la etapa de sustitución “fácil” de importaciones
-sobre la base de la sustitución de bienes de consumo inmediato-, a la sustitución “compleja” -
apoyada en la sustitución de bienes básicos y materias primas esenciales. 6
Dentro de este marco, tenía una cantidad de recomendaciones específicas para la
industria, entre las que se encontraban: la vigorosa iniciación de prácticas que aumentaran la
productividad y el estímulo de nuevas actividades que ofrecieran bases más sólidas para el
desarrollo industrial, permitieran la mejor utilización de los recursos y contribuyeran a un
apreciable ahorro de divisas.
El Plan presentó, además de seleccionar para el desarrollo las industrias del hierro y del
acero, las metalúrgicas y mecánicas afines, toda una serie de recomendaciones para fomentar
obras de infraestructura (energía eléctrica y transportes). Los productos a ser promovidos
comprendieron: aceros especiales, motores diesel, vagones de ferrocarril, tractores, automóviles
pequeños y productos de otras industrias mecánicas y metalúrgicas.
Por otra parte debían desarrollarse otras industrias sustitutivas que permitieran una
reducción no costosa del uso de divisas. Entre estas se hallaban la industria del papel y la
celulosa (se plantarían árboles adecuados), la de productos químicos básicos y la petroquímica,
que habrían de utilizar los subproductos gaseosos de la refinación petrolera para fabricar
pesticidas, plásticos, solventes y antidetonantes.
La productividad se elevaría mediante la mejora inmediata de los métodos, la educación
para el uso más eficiente de la maquinaria existente y la importación y fabricación de equipos de
mayor productividad. Finalmente se buscaba promover el aumento del volumen de producción
minera mediante la venta de divisas provenientes de la exportación de productos mineros en el
mercado libre y la asistencia técnica y crediticia del Estado.
En relación con las exportaciones señaló que debían alentarse especialmente la de
productos manufacturados7, y que habrían de limitarse las importaciones a los bienes de
producción esenciales, mediante un sistema de derechos de importación sobre los automóviles
extranjeros y de prioridades de importación para los bienes destinados al transporte y la
producción.

6
Prebisch planteó un avance y no un viraje en el proceso de industrialización argentino, pues lo que propuso fue la
profundización del modelo de industrialización por sustitución de importaciones y no un cambio de rumbo en
dicho modelo.
7
Sin embargo, no se proponen medidas específicas para desarrollar exportaciones industriales
Prebisch destacó la necesidad de mejoras fiscales, observando que los impuestos al
consumo habían aumentado desde el 39 por ciento de la recaudación pública total en 1946 hasta
el 46 por ciento en 1955. Deseaba hacer menos regresivo el sistema tributario e introducir
métodos eficaces de recaudación.
En materia bancaria recomendó también en su oportunidad que el Banco Central fuera
liberado del control directo del Ministerio de Hacienda. En su opinión, debía tener plenas
facultades para emitir directivas generales y para realizar la supervisión de las operaciones que
realizara el sistema bancario. Los depósitos de los bancos comerciales, que durante el gobierno
peronista habían sido nacionalizados y puestos bajo su jurisdicción, debían ahora ser devueltos a
los bancos depositarios. El Banco Industrial, que se hallaba bajo control estatal se convertiría en
banco autónomo de desarrollo. Las deudas a corto plazo debían consolidarse en un sistema de
largo plazo permitiéndose, además, el uso de la cédula hipotecaria, que Perón había suspendido
en 1946.

Impacto público del Informe

Las publicaciones periódicas se hicieron eco del informe y de su amplia repercusión,


señalando que constituyó uno de los acontecimientos más interesantes del momento y el punto
de partida para los debates económicos, que no se agotaron en dicha coyuntura.
La percepción fue que el amplio debate originado era consecuencia del nuevo clima en
que se desarrollaba la vida política argentina, en el sentido de posibilitar la crítica de las ideas y
los programas de los hombres del gobierno. 8 Para algunos, había llegado la oportunidad de
participar en la solución de fondo de los problemas nacionales, para lo cual se hacía necesario
formar los equipos técnicos de asesoramiento de las agrupaciones políticas, como también la
constitución de centros de estudios independientes.
No obstante, la misma prensa indicaba que el debate no había clarificado las ideas del
público, como debía esperarse, encontrando las razones en la profusión de opiniones y
principalmente en la superficialidad e improvisación en el tratamiento del tema.
El punto de partida para valorar el informe estuvo centrado en el reconocimiento de la
existencia o no de la situación crítica de la economía argentina por él señalada. Fue en torno a
dichas consideraciones que se construyeron las diferentes argumentaciones, en su mayoría

8
" Camoatí". Revista de Economía y Estadística. N° 187, Diciembre de 1955, p.303.
reprobándolo. Sin embargo, las mismas no generaron respuestas que permitieran una mayor
profundización de los problemas planteados. 9
Apenas elaborado el Informe se publicaron varios libros y una gran cantidad de artículos
censurando el Plan Prebisch: Carlos Correa Avila (con el seudónimo de Tomás Economicus),
Arturo Jauretche, Abraham Guillén (con el seudónimo Jaime de las Heras), Walter Beveraggi
Allende, Federico Pinedo, Oscar Alende y José Liceaga, entre otros fueron autores de polémicos
ensayos. En el apartado siguiente consideramos los que a nuestro juicio fueron los más
sustanciales.

La polémica en torno al Plan

Arturo Jauretche

Hacia fines de 1955 Arturo Jauretche contaba con una larga trayectoria y una clara
especialización en economía y finanzas, temas sobre los que había publicado diversos trabajos. A
la par, su actuación como Presidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires, director del
Instituto Mixto de Inversiones Mobiliarias y de la Comisión de Valores del Banco Central en el
primer lustro de la experiencia peronista, lo destacaba como un claro referente del pensamiento
“nacional” y “popular” identificado con el gobierno poco tiempo antes desalojado.
En diciembre de dicho año escribió y publicó “en condiciones de urgencia y con las
dificultades de aquel momento persecutorio” El Plan Prebisch, cuyo sugestivo subtítulo, Retorno
al Coloniaje, constituyó un claro indicador de la ácida crítica que desplegaría en sus páginas
contra el flamante asesor del gobierno de la “libertadora”. 10
Ya desde el prólogo, Jauretche, invalidó el diagnóstico: el país no se encontraba en la
situación catastrófica enunciada, sino por el contrario había logrado superar una situación mucho
más grave como la del período 1951-52. “Todo el intento constructivo que parte del supuesto
dramático, carece de base y es sólo un artilugio de prestidigitador”.
El Plan no era otra cosa que la expresión económica de la revolución política, cuyo objeto
único era encubrir una contrarrevolución económica y social para replantear al país sobre su
vieja base colonial. “La vuelta al campo que se propone, y mayormente tecnificándolo con la

9
En términos generales, a excepción de Prebisch, no existieron defensas explícitas del Plan, algunas publicaciones
periódicas que lo apoyaron utilizaron la línea argumental de su autor.
10
Arturo Jauretche; El Plan Prebisch. Retorno al Coloniaje, Peña y Lillo Editor, 1974 (Primera edición de
diciembre de 1955). En adelante las citas son tomadas de este trabajo. En noviembre de 1955 Jauretche había
publicado algunos artículos en el diario "El Líder" con intención de polemizar que luego fueron parte de este libro.
aplicación de todos los recursos del país a esa empresa, significa el desastre de la industria, la
desocupación y la miseria de los argentinos”.
El método elegido por Jauretche para impugnar el Plan era simple: por un lado,
descalifica a la figura de Prebisch por ser un “agente extranjero” que desconoce lo sucedido en el
país desde su exilio en 1943 y lo acusa de ser parte fundamental del gobierno probritánico de la
década infame.11 Por otro, legitima su discurso con referencias a destacadas figuras, algunas de
las cuales criticaron a Prebisch en los años treinta (por ejemplo, en mas de una oportunidad hace
referencias a Lisandro de la Torre, Scalabrini Ortíz, Ricardo Ortíz, Alejandro Bunge), además de
utilizar las propias publicaciones de Prebisch y la CEPAL desde 1949 a 1954. Finalmente,
cuestiona la veracidad de las cifras expuestas en el Informe y deja un fuerte hálito de duda sobre
la real autoría. En lo que sigue intentaremos ordenar los principales puntos de crítica.
Una crisis que no es tal.
Jauretche buscó demostrar en base a información estadística los signos evidentes de
recuperación económica por la que atravesaba el país hacia 1955, luego del receso producido en
1952. Repasados los datos más representativos de la actividad económica se pregunta: “¿Dónde
está la crisis? ¿Qué factores la configuran? ¿Qué nueva ciencia económica autoriza a calificar
como la crisis más grave de nuestra historia lo que se presenta como un constante y firme
proceso de recuperación?”
Los puntos principales del diagnóstico de Prebisch son uno a uno discutidos por el autor.
a) La situación de divisas
A la afirmación que la grave crisis de la economía argentina se asienta en la precaria
situación de divisas que poseía la Argentina de entonces, contrapone las argumentos del propio
Prebisch cuando sostuvo que el monto de compromisos exteriores no es “en si mismo exagerado,
dada la potencialidad económica del país”. Lo que le permite decir: “ha hecho pie para pintar el
drama en la situación de divisas, y a renglón seguido le quita importancia. ¿Dónde, entonces,
está el drama?”.
Jauretche argumenta que las cifras utilizadas son erróneas, que el monto de los compromisos
exteriores deja de ser grave en cuanto se manejan las cifras con “honestidad intelectual”. En
síntesis, el asesor económico ha inventado la crisis para justificar las medidas propuestas (en
especial la contratación de empréstitos en el exterior).

11
Mencionado por Raúl Scalabrini Ortíz en "No polemizan por interés del país sino por conveniencias
extranjeras", Revista Qué, año 1956. Esta misma consideración será retomada un lustro después por Juan José
Hernandez Arreghi en su difundida obra La formación de la conciencia nacional. Plus Ultra, 1973. En sus
páginas, Raúl Prebisch es presentado también como "agente británico" y funcionario internacional responsable de
la entrega del país al capital extranjero (p.434).
La recuperación de las existencias monetarias externas se realizó además en un contexto
de fuerte caída de los términos del intercambio, desfavorable relación de precios que “Prebisch
conoce bien, porque el cálculo corresponde a la CEPAL”. A la par, las divisas acumuladas
durante la guerra permitieron eliminar un pasivo que afectaba a la economía y “ponía en peligro
nuestra independencia económica”. Jauretche intentó desnudar la falsedad o por lo menos la
contradicción del Informe en su crítica a la política de repatriación de la deuda sobre la base de
los propios escritos de Prebisch, quien en 1949, había señalado que “ahora es posible esa
repatriación en mayor escala, al tiempo que las libras bloqueadas en gran cuantía permiten
realizar la vieja aspiración nacional de lograr la propiedad del sistema ferroviario” 12
Con respecto a la situación agropecuaria, que limitaba la obtención de divisas, Jauretche
destacó la inexistencia de la crisis, basándose en el hecho que la producción se diversificó e
incrementó13 superando los niveles de preguerra. Consideró que era errónea la afirmación de que
la industria creció a "costilla" de la limitación agropecuaria, lo que sí era indudable era que el
incremento del consumo local había limitado los saldos exportables. Por lo que alentar mayores
excedentes para la exportación sólo sería posible sobre la base de la reducción del consumo, fin
último de la propuesta.
b) El Problema de la Infraestructura necesaria para el desarrollo industrial.
Jauretche reconoció problemas de infraestructura en la economía argentina, aunque estos
derivaran del extraordinario y acelerado crecimiento del decenio peronista. "La necesidad se ha
anticipado al recurso destinado a satisfacerla". En el caso específico del problema energético
destacó el uso malicioso de las cifras pues cuando Prebisch trabajó en los informes económicos
de la CEPAL utilizó las cifras honestamente, mientras cuando lo hizo por encargo del gobierno
las alteró, efectuando "redondeos" que las deforman. Otro de los aspectos que destacó fue el
importante avance en la exploración y producción petrolera de YPF en los años del peronismo,
aduciendo lo mismo con respecto a la producción de gas, carbón y energía eléctrica. En este
terreno, su discurso se traduce en una reivindicación acrítica de la experiencia peronista,
señalando que muchas de las obras emprendidas comenzarían a dar frutos más adelante, por lo
que se solucionaría el “desajuste provisorio”. La misma situación consideró válida para el caso
de los ferrocarriles, recordando que el mismo Prebisch se había declarado partidario de la
nacionalización. Por lo demás, Jauretche argumentó que los ferrocarriles dan "pérdidas" en todos

12
Estudio Económico de América Latina, año 1949, p. 96. Seguidamente Jauretche señala: “Después de todo eso,
Prebisch ha bajado de un avión y nos ha venido a decir que es al revés: que nuestra economía es vulnerable por
haber efectuado esas repatriaciones. Nos limitamos a documentarlo, para que el lector forme su propio juicio”.p.40
13
El fomento preferencial de la ganadería por el peronismo es considerado por Jauretche como un acierto, dado los
deprimidos precios del agro.
los países, las que no deben computarse como tales, situación que Prebisch no desconoce y sólo
lo anima la intención de desprestigiar la intervención estatal en la administración.
Finalmente, este autor señala que el Informe omite toda referencia al resto del sistema de
transporte (flota aérea y fluvial, transportes urbano) donde se operaron importantes avances y
renovación de equipos.
Al ocuparse de la expansión industrial, cuestionó, sobre la base de trabajos del propio
Prebisch, que fuera "tardía, lenta o insuficiente", señalando el incremento en el personal ocupado
y en el número de establecimientos, aunque sin considerar el índice del volumen físico de la
producción industrial que es la base del análisis del asesor. Por otra parte destacó la
"maliciocidad" de la crítica sobre el escaso avance en el plan siderúrgico, cuando el peronismo
fue el único gobierno industrial y en particular el único dispuesto a promover el desarrollo de la
industria del acero.14
Es falso que exista una descapitalización de la economía debido al exceso de consumo,
"El pueblo vive mejor y consume más, no a costa de las descapitalización y del endeudamiento
nacional, sino merced a la limitación del derroche y del lujo de las clases parasitarias".
c) El proceso inflacionario
Jauretche discutió también las causas de la inflación considerando que no era producto
del crecimiento de costos ni del incremento de la emisión estatal, sino del arbitrario aumento de
los ingresos de la clase terrateniente, de los consorcios exportadores y de los consumidores
extranjeros.15 Señaló que fue a través de un "continuado proceso de inflación" que se efectuó la
intensa redistribución de ingresos en favor de los sectores asalariados, siendo así porque,
congeladas las rentas y los créditos, la inflación "fue cercenando gran parte de los ingresos de los
rentistas y acreedores, que se transfirió al sector de los trabajadores a través de incrementos
constantes de sueldos.16 Además, la inflación fue siempre controlada por el gobierno y dirigida
en el sentido más conveniente a los intereses nacionales, cuando lo hizo en 1952 suscitó
entonces los elogios del propio Prebisch.
En opinión de Jauretche, el nuevo gobierno quería detener la inflación para revertir la
distribución de los ingresos a favor de los terratenientes.

14
Incluso señala que el propio Prebisch en un texto de 1950 justificó el escaso desarrollo de la siderurgia por no
contar la Argentina con suficiente hierro y carbón. A esto Jauretche contesta que fue el peronismo quien avanzó en
la explotación de ambos minerales. "Que cinco años después...el señor Prebisch, venga a criticar la obra realizada
contra su propia opinion, denunciándola como tardía, excede los límites tolerables de la hipocrecía".
15
"...en la teoría de Prebisch un aumento de los precios por efecto de la mejora de los salarios es inflación, pero no
lo es cuando resulta del aumento de la ganancia de los empresarios y rentistas". Queda claro que la afirmación de
Jauretche se torna ahora "malintencionada" y hace decir cosas a Prebisch que no dice ni quiere decir.
16
Esta opinión también era compartida por Oscar Alende, "Contestación al Informe Moneda sana o inflación
incontenible", citado en Qué, sucedió en 7 días, n° 67, 25 de enero de 1956.
En síntesis, el principal argumento se basó en negar la existencia de una crisis
coyuntural, crisis que el Informe no postulaba, lo que reduce notablemente el valor de las
conclusiones de Jauretche. Para el abordaje del problema inflacionario la falacia de su
argumentación salta a la vista, porque si bien lo señalado pudo ser cierto para los primeros años
del peronismo, cuando fue funcionario, dejó de serlo claramente en los años siguientes y con el
mencionado "cambio de rumbo" . Es que en este último sentido, este autor parece no visualizar
las transformaciones de la economía peronista operadas hacia 1952 y que en gran medida se
acercaron en su formulación a la propuesta del propio Prebisch.

José Liceaga
Desde una perspectiva diferente, crítica de la experiencia peronista, José Liceaga también
realizó una exposición impugnadora del diagnóstico y de la propuesta de Prebisch. Este autor
participó del ciclo de debate sobre la economía argentina y las reformas propuestas en el Informe
organizado por el Centro de Estudiantes de la Facultad de Ciencias Económicas. 17
Para Liceaga el análisis de los distintos aspectos del programa económico evidenciaba
que el reajuste de la economía –que supone en crisis- tenía un común denominador: “el vínculo
entrelazante con las estructuras imperialistas y la sumisa sujeción a las formas de predominio
que ellas ejercen". Como en otros momentos históricos, con el Plan se procuraba superar la
“crisis funcional de ciertos sectores vitales de la economía nacional derivando todos los aspectos
de nuestra estructura hacia situaciones que efectivicen una íntima relación de dependencia para
con el capitalismo internacional”
Según su opinión, Prebisch se adecuaba a las presiones imperialistas y, haciendo
abstracción de la “verdadera realidad”, configuró un panorama que “en parte permite sacar
conclusiones ciertas, pero que en muchos de sus aspectos alienta una fantasmagoría impropia de
los espíritus cautos”: insinuó peligros donde no existen y ocultó situaciones que afectaban las
bases de la estructura económica argentina.
En primer lugar, discutió la existencia de una crisis de la gravedad enunciada,
considerando que la economía argentina era menos vulnerable precisamente por su desarrollo
industrial. Existía una crisis, pero no estaba “lesionada la raíz industrial de nuestra producción”,

17
José Liceaga se había especializado en economía agraria. Entre sus trabajos se destacaba Las carnes en la
economía argentina, publicado en 1952. Dos años después, como dirigente radical intransigente realizó un extenso
cuestionario al ministro de Agricultura, Alberto Mercier, que abrió una polémica de la cual participaron también
Aldo Ferrer y Marcos Monsalve. La misma fue seguida por varios semanarios, entre ellos Propósitos y Qué. En lo
que sigue su pensamiento es analizado a través de Apreciaciones sobre el Plan Prebisch, Buenos Aires, 1956
se había agotado un ciclo y debía avanzarse en otro para lograr la “prescindencia de un
aprovisionamiento extorsionador”. La idea sostenida era que debía profundizarse la
industrialización, la cual estuvo frenada por las dificultades de colocación de los saldos
exportables tradicionales y por la influencia de factores negativos en la política económica del
peronismo. Sin embargo, enfatizó que no existía incapacidad productiva agropecuaria ni
industrial.
No compartió con Prebisch que los instrumentos de política económica (inversiones de
capital, repatriación de deuda, etc.) utilizados por el peronismo fuesen malos, sino que estuvieron
mal utilizados y que “de ser insuflados de un espíritu revolucionario y creador, habrían dado vida
a nuevas e infinitas posibilidades”
a) La situación de las divisas
Liceaga desmintió las cifras utilizadas a las que considera exageradas ya que no existía
una situación de “quiebra”. La disminución de los saldos cerealeros no residía solo en la
insuficiencia de maquinaria sino en el aumento de los valores ganaderos y en los subsidios del
peronismo a los frigoríficos. Con tecnificación agraria el nivel de la producción exportable no
sufriría contracciones, y era posible el logro de un balance de pagos que “permita la adquisición
de bienes de capitales y la consolidación del régimen industrial”
La repatriación de la deuda “puede merecer una crítica” pero no en el sentido dado por
Prebisch; debieron crearse las condiciones de desarrollo económico para evitar la reedición de
gestiones financieras que comprometiesen a la economía nacional.
Ningún empréstito puede dejar de ir condicionado y el imperialismo no realiza
beneficencias, actúa en forma avasalladora y el pactar con él significa el sometimiento. “Ellos no
tendrán al Estado que los enfrente con regulaciones y empresas estatales que so pretexto de la
adquisición de recursos económicos serán transferidos a la explotación privada. Y el capital
privado se introducirá seguro, pues el país contará con una tierra fértil, propicia para una barata
producción..., con un balanza comercial favorable que asegurará la remesa de los beneficios de
las inversiones financieras imperialistas y con un pueblo sumiso y dominado por la angustia de la
desocupación”
b) La infraestructura y el sector Industrial
En relación con la política industrial del peronismo coincidió con Prebisch que fue negativa y
que no se avanzó en la sustitución de importaciones básicas, pero no estuvo de acuerdo con que
el problema energético –que reveló cierto- fuese sólo producto de la mala gestión peronista, sino
de las presiones imperialistas, cosa que a su juicio se debió señalar. “En esta circunstancia, en
que es posible condenar sin equivocaciones al gobierno nacional por no haber querido concertar
el monopolio estatal sobre la totalidad de las actividades petroleras, se impone un silencio que no
es justificable”.
c) El intervencionismo estatal
Según Liceaga, se pretendía confundir la “corruptela administrativa del peronismo”, sumada
al “enervante relajamiento de la voluntad productora y la incidencia de las misma en la economía
con el ordenamiento impugnado”. El “deshumanizado técnico de las absisas y ordenadas”
descalificó la intervención del Estado, pero tras ello pretendía ocultar la voluntad de imponer un
intervencionismo aún más avasallador. Se corregía el sentido de la intervención del Estado y se
lo utilizaba para reeditar formas que fortificaban sistemas en desuso. Se desplazaban las
tendencias de una política económica aniquilando las posibilidades de la recuperación de formas
monopólicas que debían ser puestas al servicio del pueblo y del progreso social.
d) El proceso inflacionario
Prebisch sostuvo que el origen de la inflación había sido la desacertada intervención en la
política monetaria (la creación excesiva de medios de pago para cubrir los déficit financieros de
las empresas de transporte, la comercialización de las cosechas y las operaciones hipotecarias) y
a la política de sueldos y salarios. Liceaga señaló, apoyándose en el informe del Consejo de
Postguerra del año 1945, que las causas fueron otras: los saldos acumulados en el exterior y la
carencia de elementos importados.
Según su opinión, no fueron las emisiones las que provocaron la inflación, los medios de
pago procurados con las exportaciones “se vertían en un mercado carente de infinidad de
elementos esenciales, iniciándose una marcha ascendente hacia un crónico desequilibrio entre el
poder adquisitivo de la moneda y el valor de los bienes”. 18
Con respecto al aumento de sueldos y salarios como causa inflacionaria, advirtió no haberse
señalado que los sectores empresariales incrementaron sus beneficios en proporciones
superiores. En este sentido denunció que “quien tiene a su alcance todos los medios para lograr
un análisis exhaustivo de todos los aspectos de nuestra realidad no tiene en cuenta los beneficios
de los empresarios”, con ello Prebisch pretendió justificar futuros congelamientos salariales.
En síntesis, el estudio de Prebisch tiene un “falso miraje”: permite ilustrar sobre mucho de lo
negativo que tuvo la política económica peronista, pero lo parcializado del trabajo “lo lleva a
graves errores y a expresar inexactitudes, no sólo con referencia a los aspectos formales, sino

18
Esta aseveración encierra una errónea concepción, ampliamente documentada en nuestro anterior estudio, donde
destacamos las características de la política monetaria seguida por el peronismo, principalmente con las
posibilidades que daba la reforma financiera de los primeros meses de 1946. Jorge Gilbert y Marcelo Rougier;
"Intelectuales y crisis: discusión y acción frente al problema inflacionario en la economía peronista, 1946-1952",
VII Jornadas Interescuelas, Neuquén, setiembre de 1999 (editado en CD).
también al fondo del problema”. No hay una sola mención a las fuerzas sociales que actúan en el
país, no hace referencia al proceder de los poseedores de la tierra productiva, no habla de cómo
los terratenientes se aprovecharon de las condiciones que generó el peronismo en el agro, no
tiene en cuenta el esfuerzo y la protección cambiaria y crediticia que requirió la industria
argentina en el logro de una producción que suplantara parte de las importaciones, no señala el
grado de concentración industrial y tampoco cuestiona a los empresarios industriales que
aprovecharon múltiples oportunidades de rentabilidad. Y, fundamentalmente, Prebisch no ve la
transformación y eclosión social que provocó la industrialización.
Finalmente Liceaga señalaba: “Para obtener el equipamiento necesario, debemos alcanzar
mayores saldos exportables. Ello se logrará cuando la tierra pueda ser utilizada con un sentido
realizador. Cuando los que la posean en el futuro, sepan que hay que trabajarla en un sentido
social y no individualista. Debemos entender que en ello va implícito la modificación de mucho
de lo existente y esto no se ha de lograr mientras no aprendamos que los sacrificios que se exijan
al pueblo deben ser para beneficio del pueblo y no de minorías y que las grandes
transformaciones jurídicas no deben ser en la forma, y sí en el fondo”.

Walter Beveraggi Allende

Walter Beveraggi Allende formuló algunos reparos al Plan en su libro El dilema


económico de la Revolución. Estudio crítico del Plan Prebisch y sugerencias para un Programa
Económico de la Revolución Libertadora, aparecido en febrero de 1956.
Este autor, -al que podríamos calificar como nacionalista-antiperonista-, si bien expresó
su conformidad con algunos de los planteos del Plan, presentó también profundas disidencias y
subrayó algunos puntos débiles, varias incongruencias y la falta de precisión en las soluciones
propuestas.
Coincidía con el diagnóstico al sostener que la “crisis” de la economía argentina se
explicaba por la índole “pésima del institucionalismo económico peronista” y al subrayar la
gravedad de los dos principales problemas planteados: las dificultades de la balanza de pagos y
la inflación.
Para superar las dificultades externas coincidió en la necesidad de estimular a la
producción y exportaciones agropecuarias pero no mediante la devaluación de la moneda
nacional19, porque ello contribuiría a propagar la inflación, sino mediante la disminución de los

19
En realidad, no está en desacuerdo con la revisión del tipo de cambio, sino en el alcance exagerado de la
devaluación oficial del peso que realizó el Gobierno Provisional.
costos.20 También coincidió en la necesidad de obtener fondos externos para financiar las
importaciones y los insumos necesarios para continuar el proceso de industrialización, pero no
mediante empréstitos, sino que propuso adquisiciones a crédito, con pago diferido y
concertado.21 Respecto a la inversión externa consideraba que -más que “verse con agrado”,
como subrayaba el Plan- debía precisarse al capital privado extranjero cuáles eran los sectores,
en que su inversión sería aceptable y cuáles no, pues consideraba inconveniente la concurrencia
del capital extranjero en todos aquellos campos explotados por el capital nacional o susceptibles
de ser desarrollados por éste.
Respecto al origen de la inflación, señaló que no era producto del aumento de los costos
salariales por sobre la productividad como pensaba Prebisch, sino que por el contrario, los
sueldos y salarios aumentaron principalmente por el encarecimiento de la vida, y éste fue
provocado por el emisionismo del Estado y las excesivas ganancias de ciertos comerciantes,
industriales y especuladores, que actuaron en complicidad con el régimen depuesto. 22
Respecto del rol del Estado no coincidió con los enunciados genéricos en materia de
limitar la intervención estatal, pues la consideraba un mal necesario, fruto de la expansión
extraordinaria de la magnitud de la empresa y de las combinaciones monopolísticas entre las
empresas. Bajo esas circunstancias, la liberalización inmediata de la actividad económica
produciría más daños que beneficios. 23

Federico Pinedo
Desde una concepción liberal ortodoxa, crítica de la visión cepalina, Federico Pinedo
reflexionó sobre la situación económica de la Argentina a pocos días de los informes definitivos
de Prebisch.1924 Partía de una crítica demoledora de la experiencia peronista y del “dirigismo
socializante”, pero, evidentemente, su objetivo era participar de la polémica suscitada en torno a
dichos escritos.25

20
El enunciado es muy vago, pues no propone medidas específicas para lograr ese objetivo.
21
El Dr. Prebisch, en respuesta a Beveraggi Allende sugirió que la adquisición a crédito con pago diferido es
equivalente al empréstito y que se trata en realidad de llamar a la misma cosa con distintos nombres. Véase,
Beveraggi Allende, Walter: “El dilema económico de la revolución. Estudio crítico del Plan Prebisch y
sugerencias para un Programa Económico de la Revolución Libertdora”, Buenos Aires, febrero 1956, página 14.
22
También Prebisch consideraba “cuantiosos” a los beneficios empresariales y les adjudicaba a los industriales su
parte de culpa en la baja productividad y la inflación.
23
También Prebisch aconsejó un movimiento prudente y gradual hacia la liberalización económica.
24
Es interesante destacar que el Gobierno Provisional no consultó a Pinedo en absoluto, hecho curioso si se
considera el prestigio que había alcanzado.
25
Las ideas de Federico Pinedo en esta coyuntura se encuentran en, “Algunas reflexiones sobre la situación
económica”, La Nación, 5 y 6 de febrero de 1956, "Algunas proposiciones en materia de política económica", El
conservador, 23/3/56 y "Necesidad urgente: claridad y verdad en materia económica", Unión Nacional, 1956,
artículos compilados posteriormente en Trabajoso Resurgimiento argentino, Fundación Banco Galicia, 1968. En
Pinedo consideró una falacia el debate sobre la estrategia de desarrollo, donde existía un
aparente consenso en profundizar la industrialización. Señaló que “no se puede se agrarista o
industrialista por sistema”. No estaba mal ser agrarista si ello implicaba una diversificación de la
producción y bien podría decirse “como hoy se dice de la industrialización que la agrarización de
la economía es esencial para el progreso argentino”. En su opinión, la Argentina “no puede
buscar su bienestar en una sistemática industrialización, como no puede hacerlo en el repudio de
la actividad fabril concentrándose en su tradicional producción agraria”, lo cual sería imposible
aunque se quisiera. Para ser un país próspero no era necesario ser industrial, “nosotros
podríamos a breve término figurar entreverados en esa lista de países prósperos, si dedicáramos
natural preferencia a producir lo que producimos mejor..., que hagamos las inversiones
necesarias para producir más y mejor.” Para este autor carecía de valor la teoría de los países
“desarrollados” y “subdesarrollados”, concepción que sólo servía para despertar “bajas
pasiones”.26
Para lograr una mejor producción, se requerían inversiones extranjeras, la historia
Argentina le daba legitimidad a este pensamiento. En su opinión, estas inversiones
“contribuyeron más que cualquier otra causa, no sólo a nuestro enriquecimiento colectivo... sino
a nuestra relativa independencia económica”.27
Consideró que no era serio restringir el acceso a las inversiones del exterior y mucho
menos declarar, “como he oído decir con aparente seriedad que aceptamos el concurso del
capital extranjero en las actividades que den poca o ninguna ganancia, pero que no nos parece
bien que venga a dedicarse a las que dan grandes beneficios.”28
a) La situación de las divisas
Según Pinedo existían muchas razones para que un país sufriese dificultades en su
balance de pagos. Por ejemplo, un país podía entrar en un período de paulatino y progresivo
deterioro de su posición frente al mundo exterior, si la producción local con que se adquirían los

ese año escribirá también El Fatal Estatismo donde aborda el análisis de la política económica desarrollada desde
1943. Durante todo 1956 Pinedo ocupa tribunas bregando por la libertad económica. “Participa del Foro de la
Libre Empresa, de la iniciación de actividades de ACIEL (Acción Coordinadora de Entidades Empresarias Libres),
tiene tiempo para ocuparse de temas históricos como la revolución del 30, y finalmente se incorpora a la Academia
de Ciencias Económicas.
26
Su batalla contra las concepciones de la CEPAL puede rastrearse en su libro Trabajoso Resurgimiento
argentino...
27
Para Pinedo existía una “leyenda de la explotación extranjera de este país admitida como axioma”. Federico
Pinedo; "Argentina no es caso perdido. Discurso de incorporación del Dr. Federico Pinedo y de Presentación por
el Dr. José Heriberto Martinez". Academia de Ciencias Económicas, 1956.
28
Esta sería la opinión de Oscar Alende quien declaró que el desarrollo económico argentino debía realizarse
sobre la base del ahorro interno. El capital extranjero, si era necesario, que accediese a actividades
complementarias. Reportaje a Oscar Alende, Revista Qué, sucedió en 7 días, 1/2/56.
productos externos que está habituado a importar fuera desapareciendo, como sucedería si se
tratara de un país minero. Aún en este caso extremo, que no era el argentino, los países podían
reaccionar, diversificando su producción. Naturalmente se opuso a cualquier impuesto a la
exportación. 29
Pinedo discutió también aspectos más generales del pensamiento de Prebisch. Por
ejemplo, advertía que no era cierto que “invariablemente la relación de precios nos haya sido
adversa, ni que tenga que serlo”. Y a renglón seguido se preguntaba “¿sería la Argentina
perjudicada si encontrara una forma de producir trigo a la décima parte del valor y produciéndolo
a ese costo tuviera que dar dos de trigo por lo que antes daba uno, cuando esos dos le cuestan
mucho menos de lo que antes le costaba uno?”. 30
b) El problema inflacionario
Sobre este tema, Pinedo advirtió que debía distinguirse claramente la causa del efecto.
Sostuvo que “dada la existencia de una masa superabundante de moneda...en manos del público,
lo que corresponde para poner fin a la inflación no es evitar artificialmente que el exceso del
poder de compra, actuando sobre el mercado, determine una elevación de los precios.... Es
necesario que disminuya el poder de compra de la colectividad... o que aumente físicamente la
masa de los bienes”.
Coincidió plenamente con la política de liberalización de precios, medida
“profundamente sana” que no era inflacionista. En su opinión, las autoridades no podían ser
censuradas ni responsabilizadas por esas medidas; “pero tenían responsabilidad evidente en la
acentuación del mal que resultaba de continuar poniendo en manos del público poder de compra
artificialmente creado y evitar caer en la “orgía monetaria” del peronismo.

Las publicaciones periódicas:

Entre las publicaciones periódicas que participaron del debate abierto, hemos considerado
principalmente cuatro de ellas: Económic Survey, Camoatí, Qué sucedió en siete días y Revista
de la Facultad de Ciencias Económicas. En algunos casos estas revistas dedicaron importantes
espacios a la consideración del Informe y en otros se abocaron a aspectos parciales del mismo.

29
Estos conceptos y los siguientes están tomados de la conferencia pronunciada en la Unión Industrial Argentina
en junio de 1958, publicada con el título “Lo infundado de ciertas concepciones económicas” en la Revista de la
Asociación de Dirigentes de Empresas, V. 1, nº 1, 1959. Si bien, estas opiniones corresponden a un momento
posterior al debate sobre el Plan Prebisch, se sitúan plenamente en esa línea.
30
En otra oportunidad declaró: “si no se puede vender mucho hay que vender barato”. F. Pinedo, "Argentina no
es...", p. 35
En general se trataban de comentarios derivados de la aplicación concreta de medidas de política
económica sobre las que informaban y opinaban.

La Revista Qué tuvo corta vida en la etapa peronista, puesto que se publicó entre 1946 y
1947 y fue clausurada por sus críticas a la conducción económica. Cuando reapareció, a partir de
1955, adquirió un perfil importante como referente político de lo que luego fue el proyecto
desarrollista. En esta segunda etapa, hubo una presencia significativa tanto de intelectuales que
adhirieron a dicho proyecto, como de nacionalistas populares, que frente al particular contexto
histórico post55, se aproximaron en sus propuestas a algunos aspectos de la política económica
que había instrumentado el gobierno depuesto. Se debe destacar la publicación de numerosos
artículos escritos por Arturo Jauretche y Raúl Scalabrini Ortíz, por lo que las consideraciones
sobre el Plan reproducen en líneas generales los argumentos que invalidaron tanto el diagnóstico
como la propuesta de Prebisch, aunque las mismas estuvieron matizadas por las posiciones
desarrollistas de un tono crítico menor.
Publicado el Informe en enero de 1956, la Revista informó en números sucesivos sobre el
tratamiento que del mismo realizó la Junta Consultiva, en general se habló de acuerdo y
concordancia sobre los fines, pero no acerca de los medios. A modo ilustrativo de tal situación se
elaboró una expresión utilizada por los Consejeros de la Junta con sentido irónico al referirse a
las medidas de Prebisch: "Planteó el problema, y problematizó las soluciones".
Otras opiniones que motivaron discusiones fueron las de la Comisión Asesora de
Economía y Finanzas, dicho organismo expresó su acuerdo unánime con el criterio fundamental
del asesor del gobierno en el sentido de que la recuperación económica del país dependía de una
moneda que garantice un poder adquisitivo estable, que asegure a los sectores productivos la
equitativa compensación de su esfuerzo. 31 Sin embargo al tratar la absorción de aumentos de
sueldos y salarios con los beneficios empresarios, consideró que dicha política no debía
mantenerse por largo tiempo pues en muchas ocasiones ésta iba en detrimento de las reservas
destinadas a la modernización del equipamiento industrial. La Comisión sostuvo diferencias en
aspectos referidos a política impositiva, indicando que sería riesgoso tomar en cuenta utilidades
aparentes logradas a costa de la capitalización. Para modificar lo que llamaron "injusticia
tributaria", propusieron la revaluación de los activos para compensar los efectos del proceso
inflacionario.

31
Revista Qué, sucedió en 7 días, N| 68, 1 de febrero de 1956.
Además de artículos informativos sobre la actualidad, Qué publicó notas, la mayoría sin
firma, sobre algunos aspectos puntuales del Plan Prebisch, como las cuestiones agrarias o el
problema del crédito bancario.
Habiendo sido el campo el sector elegido para lograr una mayor productividad con
políticas de mayores precios, modificación del régimen de cambios y estímulo a la
mecanización, se analizó con un sugerente título "Tierra sin hombres y hombres sin tierra", la
ausencia de referencias al problema de la estructura agraria. 32
En relación con la política crediticia, se destacaba la importancia que tuvo, entre 1946 y
1955, el contralor del Banco Central sobre los fondos depositados en los bancos privados. A
partir de dicha consideración la revista criticaba la modificación de dicho régimen argumentando
que "no se trata de cercenar los derechos de la libre empresa bancaria...Lo que se niega a la
banca privada (...) es el arbitrio de disponer del ahorro nacional al margen o en contraposición
con las exigencias del desarrollo nacional".

El Semanario Economic Survey, dirigido por Rodolfo Katz, apareció en 1941 y se


interrumpió en 1950, para reaparecer a partir de los primeros meses de 1956, por lo que no
participó directamente de los debates sobre el Plan. Este boletín semanal inspirado en una
profunda concepción liberal nucleó a un grupo de analistas que atacó decididamente la propuesta
peronista.
El Semanario expresó su conformidad con los lineamientos generales del Plan, pero
planteando sutilmente sus disidencias en cuanto a la política de precios y salarios industriales
propuesta.33 Para el Semanario la clave de la cuestión residía en la necesidad de aumentar la
productividad, dando implícitamente por descontado que los aumentos salariales no
inflacionarios no podrían alcanzarse a expensas de los beneficios empresariales.
“Por consiguiente, la idea de que las utilidades puedan contribuir a costear en gran parte
importantes aumentos de salarios sin que se produzca un aumento de precios, es un espejismo
fantasmagórico que no puede apoyarse en hechos estadísticos”. 34

32
Sin embargo, el mismo Prebisch trató el problema en un trabajo que preparó para la CEPAL, en 1952, en el que
señalaba que no todo debía esperarse de mayores inversiones, sino también de un aprovechamiento racional de lo
que se tiene. Revista Qué, sucedió en 7 días, N° 70, p. 7, 8 de febrero de 1956.
33
No podemos dejar de señalar aquí que en el trabajo “Historia secreta del Plan Prebisch”, Arturo Jauretche
señaló que, dado el escaso tiempo que le insumió al asesor preparar el Informe, menos de quince días,
probablemente, simplemente lo firmó. Quién lo hizo entonces se pregunta, más teniendo en cuenta que no coincide
con las opiniones de Prebisch anteriores y posteriores a dicho Informe. La respuesta de Jauretche es “Economic
Survey”, específicamente su director Rodolfo Katz y un grupo de colaboradores entre los que estarían Roberto
Alemann, Julio Cueto Rúa y Adalbert Krieger Vasena.
2
Economic Survey, volumen XII, número 537, Buenos Aires, 19 de junio de 1956, página 3.
34
Economic Survey, volumen XII, número 537, Buenos Aires, 19 de junio de 1956, página 3.
El "Camoatí" era una publicación mensual de orientación heterodoxa dirigida por Mario
Segre y que circuló ininterrumpidamente desde 1941. Se especializaba en aspectos estadísticos,
principalmente aquellos de importancia para los operadores en el mercado de valores. En su
número de octubre de 1955 reconocía la extraordinaria importancia de los problemas
económicos que, para entonces, aquejaban al país. Reconociendo además que el gobierno
peronista había sido derrotado cuando todavía la crisis no había estallado, aunque existían
síntomas que la hacían preveer.35 Para esta publicación los problemas inmediatos eran: impedir
el estancamiento de la actividad económica y contener el aumento de precios.
Resulta interesante destacar que la revista consideraba que el ritmo de actividad
económica señalaba una notoria reacción y se encontraba en ascenso después de la situación
crítica de 1952. Tal afirmación se apoyaba en la asidua consulta de los índices estadísticos cuyo
manejo le permitía confirmar la veracidad de los datos oficiales. A partir de dichas apreciaciones
sostenía que los problemas no provenían de la falta de impulso por retracción de la demanda,
sino de la falta de elementos adecuados para facilitar la producción.
Dichas observaciones no significaban una adhesión a la política implementada por el
peronismo sino del reconocimiento de que la fase ascendente del ciclo económico -iniciado
cuando los efectos de la guerra todavía no se habían hecho sentir y acelerado al máximo
mediante políticas inflacionistas-, no había alcanzado su punto crítico, por más que ciertos
síntomas lo hicieran preveer.
En la publicación de diciembre de 1955 la revista Camoatí publicó un artículo "La
discusión del informe Prebisch"36, en el que caracterizó la naturaleza estructural de la crisis en
coincidencia con dicho Informe.
Otro aspecto sugerente de la nota se encuentra en el planteo que señalaba una
coincidencia general entre la propuesta del Informe y la que impulsó el Plan Quinquenal de
1952, aunque con variantes sobre el tratamiento del capital extranjero. Destacando a la vez que
"esa coincidencia demostraría que frente a un problema definido la gama de soluciones viables
no suele ser muy amplia, aunque sí la diferencia de la habilidad y perseverancia para
alcanzarlas".
Esta revista no encontró sorpresas en el Informe planteado por Prebisch y realizó
observaciones coincidentes con el Plan, el punto en que consideró que podían surgir desacuerdos

35
Camotí Revista de Economía y Estadística, N° 185. "Perspectiva de la economía argentina", p 251, octubre
1955.
36
Camoatí Revista de Economía y Estadística, N°187, diciembre de 1955, p.303/307.
fue acerca de la magnitud del impacto de la reforma cambiaria. Frente a los problemas que
planteó la distribución del ingreso encontró poco recomendable contraer los consumos para
aumentar la capitalización pues encontraba injusta dichas medidas desde el punto de vista social
y contraproducente desde lo político.
Para alcanzar tales objetivos acordó con el informe la aplicación de política de subsidios
para los artículos de primera necesidad, proponiendo una serie de medidas como un leve
aumento de salarios, la reducción del aporte jubilatorio que pagaban empleados y empleadores y
del impuesto a las ventas. A estas se sumaban el aumento del impuesto a los réditos en la parte
no destinada a la reinversión, la elevación del impuesto a los beneficios extraordinarios,
facilidades a las posibles importaciones de mercaderías concediendo créditos bancarios para
financiarlas, concertación de empréstito externo para la importación de bienes de capital y
utilización de reservas para elevar la producción de petróleo.
La idea subyacente era mantener un nivel de demanda interno que asegurara plena
ocupación y mantuviera los ingresos reales de los trabajadores.

Revista de la Facultad de Ciencias Económicas. Esta era una publicación de antigua data
que para esta época reunió a un grupo de jóvenes intelectuales del ámbito académico. El espectro
era heterogéneo, aunque muchos de ellos estuvieron vinculados al radicalismo y su postura
tendió a brindar elementos que permitieran profundizar la propuesta.
Al conocerse el Informe preliminar de Prebisch, la revista publicó, para finales de 1955,
solamente un breve artículo que se ocupaba de observar la naturaleza de los recursos estadísticos
utilizados en su elaboración. Al considerar que los insuficientes datos, sobre los que se sustentó
el Informe, procedían de la gestión del gobierno destituido -cuya política económica, a la vez, se
pretendía cambiar- la validez de la propuesta quedaba condicionada por dichas limitaciones.
Recién en el segundo número del año 1956, correspondiente a marzo-abril, se incluyó un
trabajo que analizó con mayor detalle la propuesta de Prebisch. 37 El autor reconocía la división
de opiniones referidas a la existencia de una crisis de desarrollo o de depresión, para concluir
luego de exponer argumentos teóricos que la Argentina se encontraba en receso.
En su línea argumental consideró que el problema fundamental a plantear era ¿cuánto se
debe crecer?, del que derivó otros dos interrogantes, ¿cuánto se puede crecer? y ¿por qué debe
crecerse?, afirmando que las soluciones deberían ser tanto o más sociales que económicas.

37
Angel Monti, Evolución y proposiciones para la economía argentina, en Revista de Ciencias Económicas, Serie
III, N° 58, marzo-abril de 1956.
Este autor señaló que la problemática de la economía argentina era estructural y el
crecimiento con recursos nacionales significaba sacrificar el presente, lo cuál no era siempre
posible desde lo social. En base a dichos supuestos consideró que en lo económico debían
ponderarse muy bien los elementos de insumo y otros que la economía requería para no
esterilizar la disponibilidad de algunos elementos en ausencia de otros. Mientras que en lo
político constituía una decisión trascendente en cuanto a su dimensión y oportunidad, debiendo
por tanto evitarse dejar sin resolver un residuo de problemas cuya proyección se conocía.
Este trabajo profundizó en el análisis de las diversas variables económicas cuyo
comentario excede el propósito de este ensayo, en general no polemizó con Prebisch sino que
buscó apoyo estadístico para sustentar las ideas, considerando que era necesario medir de manera
planificada, con elasticidad pero con precisión para poder realizar una proyección correcta.

Conclusiones:

El informe Prebisch fue el punto de partida de los debates económicos que se sucedieron
en los quince años siguientes. Los nacionalistas de izquierda, cercanos al peronismo (como
Jauretche, Revista Qué, etc.) y antiperonistas (Liceaga) lo atacaron considerándolo una manera
velada de revanchismo sobre los sectores populares y de entregar el país a los viejos sectores
terratenientes y al imperialismo. Para ellos Prebisch recobraba su antigua pertenencia de clase y
se convertía en el "intelectual orgánico" de la reacción oligárquica a costa de desmentir sus
propios estudios en la CEPAL.38
Para los nacionalistas antiperonistas de derecha (Beveraggi Allende) se trataba de
reformar el Estado limpiándolo de los excesos del peronismo. Ambos sectores del nacionalismo
propusieron una distribución más equitativa que permitiese incentivar al mercado interno,
mientras que el acceso al capital extranjero no debía canalizarse a las esferas esenciales de la
economía nacional.
Por su parte los liberales (Pinedo, Economic Survey, etc) eran extremadamente críticos
con la experiencia peronista y pretendieron reducir fuertemente la participación del Estado y
volver al sistema de libre empresa. Debía fomentarse la inversión aunque esto significara la
restricción del consumo, aumentar los saldos exportables y atraer al capital extranjero. A ello se
sumó el rechazo a la recomendación del Plan que los aumentos de salarios fueran absorbidos por
los beneficios empresariales.
Como señalamos, muchas de las críticas al Informe eran injustificadas y se encontraban
mediadas por consideraciones políticas -y en algunos casos de clase-, que impedidieron una
acabada comprensión de lo que en él se planteaba en materia económica. Aun más, en general se
encontraban lejos teóricamente de visualizar los problemas de una estructura económica
dependiente desequilibrada tal como posteriormente fuera lúcidamente planteada por Marcelo
Diamand.39
En realidad, lo que denominamos el costado desarrollista del Plan se acercaba mas que
sus críticos hacia una percepción clara del problema que, desde nuestro punto de vista, era el
problema básico de la economía argentina: el estrangulamiento externo. En tal sentido, Prebisch
se basaba en un esquema analítico correcto, que señalaba como prioridad absoluta de la política
económica la solución del desequilibrio externo. Como señala Diamand
“Sin que existiera todavía el concepto de una estructura productiva desequilibrada y sin haberse
visualizado el papel de las exportaciones industriales, hubo una percepción clara del rol limitante
de divisas -mucho más clara que la que existió en los años siguientes- y planteaba algunas
medidas a mediano plazo encaminadas a superar dicha limitación.”

Pero, por otro lado era extremadamente alarmista y proponía adoptar remedios ortodoxos
para superar el problema. Principalmente estimular la actividad agropecuaria utilizando como
instrumento esencial la elevación del tipo de cambio. Pero tal como sucedió a partir de entonces,
la devaluación fue poco exitosa en cuanto a sus efectos sobre la producción agropecuaria.
No es de extrañarse pues, que el déficit de balanza de pagos siguiera aumentando, a punto
tal de haberse agotado prácticamente las reservas para 1958 y con una situación externa mucho
más grave que la que tanto había alarmado a Prebisch en 1955.

38
Guillermo Alonso, El Plan Prebisch...
39
Marcelo Diamand, Doctrinas Económicas, Desarrollo e Independencia. Paidós, Buenos Aires, 1973

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