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Un camino hacia la
ausencia legal de transparencia, participación y control.
Jazmín Díaz-Barrios
Me voy a permitir hacer una breve reseña del quehacer presupuestario venezolano
para intentar recalar en una suerte de explicación de nuestro fracaso en la gestión
transparente de las finanzas. A partir del año 1976 Venezuela contó con una herramienta legal
para desarrollar el presupuesto de la nación cual fue la ley Orgánica de Régimen
presupuestario (LORP); con ella se desarrolló el Reglamento número 1 que detallaba el cómo y
cuándo hacer las cosas. En esta ley se establecía el presupuesto por programa como la técnica
de elaboración, en un intento de legislar y obligar a que el presupuesto fuera la expresión de la
planificación. Sin embargo, no se educó al parlamento ni a los funcionarios por lo que el
presupuesto continuó analizándose de manera tradicional: por partidas de gastos e
instituciones y no por programas y metas. En honor a la verdad, en el país nunca se utilizó
realmente la técnica de presupuesto por programas a pesar de que estuvo vigente por 40
años.
Durante toda la época democrática del siglo XX, en Venezuela estaba presente la
necesidad de reformar el Estado y dentro de ello, la modernización de las finanzas públicas. En
ese sentido, en 1995 se concreta la modificación de las finanzas públicas con un proyecto
(Programa de modernización de las finanzas del Estado, PROMAFE), en busca de una mayor
eficiencia, claridad y transparencia. El programa tenía tres etapas de implantación; en la
primera, se encontraba el marco jurídico de la reforma. Venezuela tenía muchas leyes
atomizadas e incluso que colidían, la idea era crear un instrumento jurídico único y
congruente.
Como parte de este proceso, se desarrolla el SISTEMA INTEGRADO DE GESTIÓN Y CONTROL DE LAS
FINANZAS PÚBLICAS (SIGECOF). En el ámbito jurídico, en el 99 se modifica la ley (LORP) y finalmente
Aquí en un solo acto, se violaron los tres principios analizados por OBI: transparencia,
participación y vigilancia. Esto implica, que no solo el manejo presupuestario es opaco, y
alcanzó un escaso 8/100 en el 2015, sino que la opacidad es sostenida, va en aumento y es
intencional, ya que es la primera vez que esto ocurre. El mensaje subliminal es que el
presupuesto no es importante, es sólo un acto administrativo, pero no comporta ninguna
relevancia para el manejo del Estado. Esto es una muestra de la intención de
desinstitucionalizar las finanzas públicas, nuestra tercera pata del desarrollo financiero.
Pero el proceso de desinstitucionalización no se queda allí, se observa en cada
componente de la LOAFSP.
Con respecto a Tesorería: La cuenta única del tesoro nacional prevista en la ley es una
muestra clara del espíritu de transparencia que anida en este instrumento. De acuerdo con
ella, todos los fondos existentes dentro y fuera del país y sus movimientos deben estar
registrados en ella. Y en el espíritu de participación esta información debería estar publicada.
Pero se tiene casi una docena de fondos pululando. Esos fondos, ¿tendrán el apropiado
registro en la tesorería? Si la tesorería estuviera informada, el país lo estaría.
Tocando el Control interno, como sabemos, a partir del año 98-99 con la modificación
de la Ley de la Contraloría General de la República (CGR), el control interno de aparato público
venezolano recae en cada organismo, ya que la contraloría solo hace control a posteriori, es
decir, auditorías. Esto requiere instituciones sólidas y muy bien organizadas que puedan llevar
a cabo esta tarea. Es el caso, que en la modificación 2015 de la LOAFSP, se incluye a los
consejos comunales como sujetos de aplicación del presupuesto. ¿Qué significa para el control
interno asignar presupuesto a grupos de individuos con buenas intenciones pero sin estructura
ni preparación? Pierde institucionalidad el control interno, la incapacidad para llevar a cabo el
control lo dejará sin efecto.
Con respecto a esos dos fondos que la Ley establecía para garantizar la sostenibilidad
del gasto a mediano y largo plazo, de manera sostenida, se han venido haciendo ajustes en la
Ley para darle mayor discrecionalidad al uso de lo que fuera el fondo de estabilización
macroeconómica que estaba absolutamente definido y orientado a la inversión, previsión,
gasto sostenible y excepcionalmente, pago de la deuda pública y que se ha convertido en casi
una docena de distintos fondos extrapresupuestarios que se utilizan para gasto corriente de
manera absolutamente discrecional, sin cortapisas, controles previos, ni posteriores, sin
vigilancia, sin participación y por ende con total opacidad. En la última modificación de la
LOAFSP (enero 2015) simplemente excluye la regulación del fondo de la ley con la pueril
excusa de que está contenido en otra. Y del fondo de ahorro intergeneracional, esa hermosa
pieza que legislaba a 20 años para la próxima generación, nunca vio la vida, quedó en letra
muerta.
Conclusiones
Referencias bibliográficas
Asamblea Nacional (2000). Ley orgánica de la Administración financiera del sector público.
@jazdibar
2015