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Magíster en Filosofía
Granja sostiene que Kant por un lado en la Fundamentación analiza la consciencia moral
ordinaria y le da un sentido poisitivo. En la KpV busca mostrar la base de los juicios que
usualmente emitimos (expresado a través del imperativo categórico) y postula el concepto
de libertad, entendido como “condición para la realización de lo ordenado por tal
imperativo” (Granja, 2011). En este sentido, la KpV “comienza con definiciones y axiomas y
... la formulación de la ley moral y de la libertad de la voluntad se hace deductivamente”
(Granja, KpV, 2011, p. XV - XVI).
Si consieramos que la primera Crítica (KrV) estuvo enfocada en el sujeto cognoscente, según
Granja, la segunda tiene como objeto de estudio al sujeto moral definido por la libertad
pues ya en el Prefacio Kant establece la existencia de una razón pura práctica que da origen
a la existencia de la libertad trascendental. De acuerdo a esta autora, en la primera crítica
el concepto de libertad queda vacío. En la Fundamentación, la ley moral da el espacio para
que el concepto se refuerce en el sentido de que permite una voluntad legislada bajo una
ley universal. Y en la segunda Crítica, la libertad se instituye como aspecto esencial de la ley
moral (ratio essendi) y la ley moral como base de la primera (ratio cognoscendi). Es decir,
sin libertad no tendríamos ley moral y sin ley moral no habría libertad. Entonces, como
1
Por simplicidad, diremos la “Fundamentación” cuando nos refiramos a la “Fundamentación de la
Metafísica de las Costumbres”
2 Por simplicidad, podremos usar la “Segunda Crítica o KpV” al referirnos a la Crítica de la Razón
Práctica
conocemos la ley moral sabemos que somos libres y la libertad es, así, la condición a priori
del hecho moral (Kant, KpV, 1788, p. 4, Granja, KpV, 2011, p. XVIII).
Granja comenta también que los conceptos de libertad humana, inmortalidad del alma y
existencia de Dios son solo posibles y no reales para la razón especulativa, mientra que para
la razón práctica son necesarias. En este sentido, Kant establece que la moral requiere de
estos tres postulados pero la libertad – que nos convoca en este trabajo – es necesaria para
establecer la ley moral misma (Granja, KpV, 2011, XXIV, XXV).
Así, para Kant, la libertad “es la piedra angular de toda contrucción de un sistema de la
razón pura” (Kant, KpV, 1788, p. 3)
Granja puntualiza que en la KpV Kant divide la analítica de los principios en la que determina
la ley de una voluntad pura, concluyendo que solo puede ser una ley formal, y la analítica
de los conceptos, en la que sostiene que la existencia de esta ley, que se impone por ser ley
y no por ser mandato, implica la existencia de la libertad, pues está determinada
únicamente por la razón y no por algún objeto sensible (Granja, KpV, 2011)
Así, “El concepto de libertad es la piedra con la que chocan todos los empiristas, pero
también es la clave de los prinicpios prácticos más sublimes para los moralistas críticos pues
por ello comprenden que necesariamente deben proceder de modo racional” (Kant, KpV,
1788, p. 8)
Frente a la pregunta sobre cuál será la naturaleza de una voluntad determinada por la sola
forma de la ley (es decir, independiente totalmente de cualquier condición sensible o de
una ley natural fenomenológica) debemos responder: una voluntad libre. Y si cambiamos el
cuestionamiento y preguntamos si la ley será capaz de determinar una voluntad libre, en
cuyo caso debemos responder: la ley moral (como forma pura de una legislación universal).
Esta es la razón por la que, tal vez, razón práctica y libertad sean lo mismo. No obstante, lo
relevante más bien está en que el concepto de libertad está asociado a la razón práctica.
(Deleuze, La filosofía crítica de Kant, 1963, pp. 56, 57).
Tal como vimos en el apartado anterior, solo a través de la ley moral somos libres, según
Kant, en ese caso nuestro concepto de libertad toma una realidad objetiva, positiva y
determinada (Deleuze, La filosofía crítica de Kant, 1963, pp. 57).
Así, para Kant libertad y ley práctica incondicionada se corresponden entre sí. Kant une la
libertad pura y la ley moral; porque tenemos consciencia de la ley moral, entonces tenemos
libertad.
El ser humano está manejado por máximas que nos permiten ordenar la vida; si no
organizara mi vida con ciertas máximas, no tendríamos en rigor una vida de seres racionales
finitos (no tendríamos la agenda ordenada, ni haríamos este trabajo para un mejor
bienestar familiar...). Kant dice que tan pronto como formulamos máximas entonces
tenemos conciencia de la ley moral (notas).
Autonomía y libertad pues “él juzga que puede haber algo porque tiene consciencia de
deber hacerlo y reconoce en sí mismo la libertad que de otro modo, sin la ley moral, le
habría permanecido desconocida” (Kant, KpV, p. 35).
“Por consiguiente, esta ley debe ser la idea de una naturaleza no dada empíricamente, pero
posible mediante la libertad, por lo tanto suprasensible, a la cual damos realidad objetiva,
al menos respecto de lo práctico, porque la consieramos como objeto de nuestra voluntad
en cuanto somos seres racionales puros” (Kant, KpV, p. 52).
Según Paton, se ha mencionado que “... el motivo de un buen hombre es obedecer “la ley
como tal”. La universalidad es la característica esencial de “la ley como tal”. Así, a) La ley es
ley en todos los casos, sin excepciones (ej. La ley de la naturaleza siempre es ley), b)
Responde también a lo que Kant llama “la ley de la libertad” (Autonomía); es decir, aquella
ley de acuerdo a la cual un agente racional actuaría si la razón tuviera control total de sus
inclinaciones, c) A la ley de la libertad también la llamamos ley moral, y d) Para Kant, la
Universalidad es la forma de la ley (Paton, El imperativo categórico, p. 69).
Con esto, a pesar de lo abstracto, la visión de Kant aún mantiene algo de “sentido común”
reflejando que el deber es el mismo para todos; debe existir algo como una moral estándar
objetiva o estándar universal, una ley universal válida para todo agente racional (Paton, El
imperativo categórico, p. 70).
Se podría sugerir que una segunda carácterística de ”la ley como tal” es que se puede ver
como objeto de reverencia y por tanto como una orden o imperativo, pero no lo es pues su
base está en la autonomía, en la libertad! La ley de la naturaleza no es una orden; para la
voluntad santa la ley moral tampoco, sería cumplida por su esencia racional; es un error
suponer que para Kant la ley moral es imperativa (Paton, 70) Según Kant, voluntad pura es
aquella de la que emerge de ella misma la ley, es una voluntad libre, se determina
espontáneamente, no solo reacciona (notas). “que sea la moralidad la que nos revele
primeramente el concepto de libertad” (Kant, KpV, p. 34)
De hecho, la ley moral aparece “bajo condiciones humanas” como una orden o imperativo
porque en nosotros la razón no tiene control total sobre nuestras inclinaciones; pero esta
carácterística no le pertenece a la ley moral como tal; para un ser perfecto, la ley moral es
una ley santa, para todo ser finito racional, la ley moral es una ley del deber, Así, Kant
establece que los seres humanos reverenciamos la ley en vez de amarla. En total autonomía
la amaríamos
pues estaríamos regidos completamente por la razón (Paton, El imperativo categórico, p.
70)
Entonces, la ley moral se nos aparece como un imperativo por nuestro carácter de finitos y
sensibles con una voluntad racional que tiene control imperfecto sobre nuestras
inclinaciones, pero la ley moral no se basa en este carácter; es decir, no está basado en la
naturaleza de los hombres (Paton, El imperativo categórico, p. 71).
En la medida que nos ocupamos de fenómenos, que aparecen en las condiciones de espacio
y tiempo, no encontramos algo que pudiera parecerse a la libertad pues estos fenómenos
están sometidos a la ley de una causalidad natural. Según esto, cada uno es el efecto del
anterior, hasta el infinito. Lo que definiría entonces a la libertad; por el contrario, sería la
posibilidad de comenzar por sí mismo un estado. (Deleuze, 1963, pp. 58) o la posibilidad de
iniciar una nueva serie causal en el tiempo (White, A comentary on Kant´s Critique of
Practical Reason, 1960, p. 177)
Así, libertad práctica podría definirse mediante la indepenencia de la voluntad de toda otra
ley que no sea la ley moral. De hecho, la necesidad determinada por una relación causal se
contrapone a la libertad. Si elijo hacer algo sobre otra cosa para conseguir algo, está
operando la razón pero no es pura, hay una parte de libertad, si, pero la pregunta es si es
un inicio de principio causal. Aparentemente, Kant se pregunta si habrá algo antes que
pudiera hacerme tomar una decisión que viene de otra fuente. Para Kant solo puede ser la
determinación de la forma. Para Kant todo acto determinado por la ley universal igual hay
libertad (libre arbitrio) porque está determinado por la voluntad (Kant, KrV, p. 77).
No obstante, White está en desacuerdo con la definición dada por Kant. Él comenta que no
hay tal libertad; todo en el mundo tiene lugar solamente de acuerdo con las leyes de la
naturaleza. Y lo prueba diciendo: si hay una causa espontánea o un inicio absoluto en las
series causales naturales, los miembros de las series posteriores son independientes de
aquellos anteriores, y de este modo la “unidad de experiencia” que depende de la ley de
los eventos en el tiempo, se haría imposible, y así no había criterio empírico verdadero ni la
objetividad sería posible . La tesis está más cerca de los dogmáticos (ej. Platón) y la antítesis
recién mencionada de los empíricos (ej. Epicuro) (White, A comentary on Kant´s Critique of
Practical Reason, 1960, p. 185).
Observamos de este apartado que mientras los fenómenos están sometidos a la ley de
causalidad natural, hasta el infinito, la libertad en contrario sería la posibilidad de
comenzar por sí mismo un estado, de iniciar una nueva serie causal. En este sentido es
que Kant habla de libertad trascendental, entendida como aquello que posibilita la
experiencia, y no lo empírico en sí mismo. Kant también desarrolla las categorías de la
libertad y comenta que tienen una ventaja sobre las de la naturaleza pues las de la
libertad determinan un libre arbitrio, la autonomía del hombre (mujer) mientras las de la
naturaleza más bien designan indeterminadamente objetos. En oposición a lo anterior,
White comenta que “no hay tal libertad” pues si puede haber un inicio entonces los
miembros de series posteriores también podrían iniciar una nueva serie y por ende la ley
de los eventos en el tiempo se haría imposible.
Aunque no hay necesariamente una opinión común, nos interesa en este apartado
principalmente reforzar el hecho que la libertad, de acuerdo a Kant, daría la potestad al
hombre (mujer) de generar una nueva serie causal.
5. Conclusiones
Respecto al concepto de libertad para Kant, observamos que fue material de discusión en
textos anteriores, particularmente en la Fundamentación de la metafísica de las
costumbres, documento en el que se le da un tinte positivo y que sirvió de base a la Crítica
de la razón práctica para, entre muchos otros conceptos, concluir que sin libertad no habría
ley moral y sin ley moral no habría libertad, mostrando que la libertad es la condición a
priori del hecho moral.
En el cuarto apartado, vimos cómo los fenómenos se someten a la ley de causalidad natural
hasta el infinito y la libertad, por el contrario, determinado por la razón, puede comenzar
una nueva serie causal. Acá también Kant desarrolla las categorías de la libertad y comenta
la ventaja sobre las de la naturaleza pues determinan un libre arbitrio. Por otro lado,
comentamos la oposición que ofrece White en términos de que tal libertad no existiría pues
haría que la ley de eventos en el tiempo se haga imposible. A pesar de ello, parece clave
mostrar que, de acuerdo a Kant, la libertad entregaría la posibilidad de dar al hombre
(mujer) la potestad de generar una nueva serie causal.
Si bien este texto no pretendió ser un examen exhaustivo del concepto kantiano de libertad,
nos permite concluir que sin duda Kant ha despertado una revolución en su forma de
plantearlo, dando espacio para seguir profundizando, entendiendo e interpretando.
No cabe duda que este tópico, fascinante, queda abierto aún a mayor profundidad e
interpretación; parece ser un tema que por más análisis no piensa aún en agotarse.
Bibliografía
Kant, I. (1788), Granja, D. (2011). Traducción Crítica de la razón práctica (Estudio preliminar,
pp. XIV – XVI, XVIII, XXIV, XXV, Texto Kant, pp. 3, 4, 8, 32, 34, 35, 38, 52, 59, 60, 77)
White, L. 1960. A comentary on Kant´s Critique of Practical Reason (pp. 177, 185)