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Alergias
Una persona nace con predisposición genética a ser alérgica, sin embargo, es el medio
ambiente el que determina los alergenos a los que está expuesta. La principal fuente de
alergenos en los niños pequeños es de origen alimentario, como la leche. Este tipo de alergias
puede aparecer desde los primeros días de vida, con dermatitis atópica, urticaria y síntomas
gastrointestinales (cólicos, diarrea, constipación, deposiciones con sangre y reflujo
gastroesofágico, entre otros). En casos más graves, puede haber obstrucción respiratoria y
shock anafiláctico.
Amigdalitis
Los menores de entre uno y cinco años suelen atorarse con monedas, piezas chicas de
juguetes, botones y algunos alimentos. Por eso hay que evitar que coman alimentos duros
(frutos secos), cortarles la carne en pedacitos y quitar de su alcanza piezas pequeñas de juego.
La señal universal de sofocación por cuerpo extraño consiste en que la persona se agita, se
levanta, se lleva las manos al cuello y trata de tomar aire. Estas señales instintivas se hacen
desde los dos años. Antes, sólo se percibe por la dificultad respiratoria. Si el objeto no es
removido y no se puede respirar, se produce cianosis (coloración azulada de la piel) y,
aproximadamente, a los tres minutos, el niño cae inconsciente. Con esto puede haber daño
cerebral irreversible. Las consecuencias van desde carraspeo y tos transitoria -si el objeto es
retirado a tiempo- hasta paro cardiorrespiratorio, en caso contrario.
Un importante porcentaje de las muertes producidas por esta asfixia, podrían ser evitadas si se
actúa a tiempo. Por eso es importante que los padres y cuidadores aprendan a realizar la
maniobra de Heimlich y reanimación cardiovascular.
La mayoría de estos accidentes ocurre en niños de entre uno y cinco años porque, porque
como ya saben caminar, aumentan las posibilidades de que se caigan al agua. Por eso, los más
pequeños no deben nunca estar sin la supervisión de un adulto mientras juegan en piscinas y
ni siquiera cuando se bañan en la tina. También debe vigilarse a los niños mayores con algún
tipo de discapacidad o enfermedad que pueda llevarlos a perder el control de sus
movimientos.
Las piscinas deben tener rejas de al menos 1,5 metros de alto con puertas y cerraduras a
prueba de niños. La distancia entre un fierro y otro no debe sobrepasar los 15 centímetros, de
manera de que no quepa la cabeza de un pequeño.
Considerando que cerca del 80% de las víctimas de asfixia por inmersión fallece antes de llegar
al hospital, es muy importante que los padres, profesores y personas que están a cargo de
niños sepan primeros auxilios (reanimación cardiopulmonar o RCP). Muchas veces sólo basta
con algunas medidas básicas para hacer la diferencia entre la vida o la muerte.