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Impétigo contagioso

Esta enfermedad consiste en pequeñas manchas rojas que se van trasformado en costras de
color amarillento. Es una patología altamente transmisible, que afecta principalmente a
menores de cinco años.

Surge principalmente en preescolares, sobre todo en aquellos que presentan una inmunidad
de tipo celular alterada o que son atópicos, es decir, que sufren de asma bronquial o de rinitis
alérgica.

Si hay pocas lesiones se puede realizar un tratamiento local con cremas de alta especificidad,
las que contienen productos activos como la mupirocina y el ácido fusídico, (ambos
antibióticos que deben ser recetados por un médico). Previamente, se debe retirar la costra
para que penetre mejor el producto y se humecte la zona. Estas cremas se deben aplicar dos o
tres veces al día por una semana. Si el impétigo es más complicado, hay que tratarlo con
antibioterapia oral.

Infección urinaria

Alrededor del 4% de las mujeres y el 1% de los hombres sufre de una infección urinaria antes
de llegar a la pubertad, según el Manual de Nefrología Pediátrica de 2001. Estas cifras la
convierten en la segunda infección bacteriana más frecuente en niños, sólo superada por las
infecciones respiratorias altas.

Consiste en una inflamación de la vía urinaria causada por bacterias, donde generalmente el
agente infeccioso, como la Escherichia coli, proviene del intestino grueso. Si afecta sólo a la vía
urinaria baja (vejiga o uretra) se le llama cistitis aguda bacteriana, en cambio cuando la
infección se expande a los riñones, se habla de pielonefritis aguda.

El diagnóstico se realiza a través de un examen clínico y se confirma con análisis de orina y


urocultivo, el que suele ser difícil de realizar en niños pequeños que no tienen control de su
micción, aunque con paciencia es posible. En algunos, casos se toma la muestra con sonda.
Dependiendo de los resultados, el médico receta antibióticos y se hace el seguimiento que
corresponde según la edad.

Otitis externa
Consiste en una inflamación del conducto auditivo externo del oído y del pabellón auricular -
puede ser de una o de ambas partes-, situación que se da más durante el verano debido al
aumento de baños en piscina, playas y lagos, entre otros. Generalmente, esto se produce
porque la exposición prolongada del canal auditivo al agua causa irritación y congestión, lo que
genera un ambiente propicio para el crecimiento de bacterias y hongos.

El diagnóstico para detectar la otitis externa es clínico. Puede haber dolor de la oreja
relacionado con el movimiento o la compresión. No se necesita ningún tipo de exámenes, a
menos que sea necesario hacer diagnóstico bacteriológico, luego de un tratamiento que no ha
funcionado.

El tratamiento habitual de la otitis externa clásica de verano dura entre siete y 14 días, y
consiste en analgésicos antiinflamatorios y gotas de antibióticos locales tópicas. Sin embargo,
cuando hay edema del conducto es necesario utilizar gotas con antibiótico más corticoide. El
uso de antibióticos orales está reservado para infecciones más severas.

Otitis media aguda

Esta infección es la segunda más frecuente en niños menores de seis años, después del resfrío
común. De hecho, se estima que el 90% de los preescolares ha padecido alguna vez otitis
media aguda. Generalmente, es causada por una proliferación de gérmenes desde la
rinofaringe hasta el oído medio o por la obstrucción de la trompa de Eustaquio, canal que
comunica la garganta con la caja timpánica. Esto provoca una acumulación de líquido y genera
una infección.

Las principales molestias que siente un niño como otitis media aguda son dolor de oído,
decaimiento, congestión nasal, disminución de la audición y fiebre, principalmente en
preescolares.

En la mayoría de los pacientes se indican antibióticos por siete a diez días, ya que en más del
70% de los casos el origen es bacteriano. Estos se pueden complementar con analgésicos
antipiréticos para combatir el dolor y la fiebre, pero no deben usarse gotas óticas porque no
llegan al oído medio.

Paperas

Cuando un virus afecta a las parótidas -glándulas salivales ubicadas cerca de las orejas- se
produce paperas o parotiditis, una patología viral y aguda que se caracteriza por el aumento
de su volumen y se transmite por contacto directo con personas infectadas o por vía
respiratoria (tos o estornudos).

Generalmente, se manifiesta a las dos o tres semanas y sus síntomas son malestar general
leve, fiebre no muy alta por unos cuatro días; molestias en el área temporomandibular y en las
glándulas salivales, principalmente, al comer, debido a que están inflamadas; falta de apetito,
dificultad para masticar, y dolor de cabeza, oídos y garganta, los que se presentan por
alrededor de siete días.

Como tratamiento se administran analgésicos y antipiréticos, y se recomienda reposo.


También hay que ingerir abundante líquido y evitar comidas que impliquen masticar
demasiado y las ácidas, ya que estimulan la producción de saliva, lo que puede ser doloroso.
En algunos casos, hay que hospitalizar para observar posibles casos de encefalitis. Cuando se
presenta orquitis, ayuda la suspensión escrotal (elevar los testículos para evitar la tracción y el
dolor) y el uso de compresas de hielo. La única prevención es la vacuna.

Pediculosis

La pediculosis se da por contagio y es más frecuente en verano, ya que los niños juegan más
entre ellos, aumentando el posible contagio, aunque en invierno también es común, ya que
permanecen más tiempo en espacios cerrados.

Los piojos sólo se contagian por contacto directo pelo a pelo o por usar una almohada,
peineta, bufanda, sombrero u otro accesorio infestado. Estos parásitos viven
aproximadamente 30 días y cada hembra adulta puede poner hasta 200 huevos (liendres).
Suelen ubicarse en lugares de mayor temperatura, como la nuca y detrás de las orejas. Es
importante revisar constantemente el pelo de los niños, ya que aunque esté limpio, igual
puede haber contagio. La mejor manera de hacerlo es bajo el sol y hay que buscarlos en la
parte baja de la cabeza, donde empieza el pelo, y detrás de las orejas.

Si se encuentran piojos o liendres, hay que comenzar inmediatamente el tratamiento con un


shampoo medicado específico para pediculosis, el que debe ser enjuagado con una mezcla de
agua con vinagre, que ablanda la sustancia con que se pegan las liendres. Luego, hay que pasar
el peine especial para sacar las liendres. Hay que dejar de usar el shampoo tradicional por tres
días para permitir que el producto específico actúe de la mejor manera. Como prevención, No
sirve usar un shampoo especial, ya que podría afectar al cuero cabelludo o hacer que los piojos
se hagan más resistentes.

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