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Llevo casado 18 años, tengo dos hijas, una de ellas de 16 años. Es guapa. Mucho.
Y no es amor de padre. Desde antes de la adolescencia ya era una niña muy
atractiva. Estudiosa, disciplinada en sus tareas, respetuosa, educada… Melena
larga, rubia.
Podría parecer una vida familiar normal, pero eso cambio hace unos meses. Yo
estaba con mi mujer en nuestro dormitorio, somos muy clásicos a la hora de
mantener sexo, yo mordía los pechos de mi mujer, comía sus labios… entonces vi
un movimiento hacia la puerta, y pude ver a mi hija, mirándonos… No la mire
directamente… seguí acariciando a mi esposa, no supe como reaccionar… pero mi
erección aumento, se hizo mas dura… Ella lo noto, reaccionando de inmediato con
gemidos y apretándome mas fuerte… sentí sus pezones se endurecieron aun
mas… Recorrí el cuerpo de mi esposa con mi lengua… hasta su coño,
empapado….introduje mi lengua, acaricie su clítoris con ella… grito…. Volví a
montarla y la penetre hasta el orgasmo de ella, llenadla de mi semen… Supuse
que mi hija había contemplado toda la escena…
Al día siguiente, todo normal. Ni siquiera nos cruzamos miradas. Como estábamos
en vacaciones mi mujer se fue a trabajar, mi hija menor al campamento urbano.
Yo fui a mi despacho, pero salí mucho antes de lo normal. Había decidido apartar
de mi mente la imagen de mi hija contemplando como me follaba a su madre…
No había nada malo en aquello. Era normal. Que me excitara en aquel momento
supuse que entraba en la lógica, no pasaba nada. Fin.
Tenemos una casa con jardín y piscina dentro de una urbanización. Al llegar deje
el coche en el exterior, porque contaba con volver a salir. Mi hija estaba en la
cocina. Nos saludamos. No pude evitarme que estaba muy guapa con una
camiseta larga que ocultaba sus bragas, pero dejaba adivinar sus pezones, algo
en lo que no había caído hasta ese momento. Me dio un beso al verme, como era
normal. Ni una palabra sobre lo sucedido… nada. Ni un gesto. Bien. Mejor. Suponía
que mi hija tenia o tendría en breve relaciones, salia con chicos como cualquier
otra mujer de su edad, y no podía ignorar que, como dicen los chavales hoy día,
“esta muy buena”… así que lo lógico era que la naturaleza siguiera su curso.
Sonia, mi hija, me dijo que se iba a su cuarto a cambiarse para tomar el sol en la
piscina. Yo tome un café. Me dirigí a mi habitación, al pasar por delante de la de
Sonia vi la puerta medio abierta… no se porque lo hice, pero pare y mire… Sonia
no estaba cambiándose… observe que estaba sobre la cama… no podía verla bien,
pero lo presentí… Excitado, salí al jardín, di la vuelta hasta la ventana de su
habitación, que sabia estaba abierta… mire con cuidado… ahora tenia su cama
frente a mi… Estaba completamente desnuda...su mano estaba en su sexo...sus
gemidos apagados llegaban hasta mi… Mi polla estaba a reventar… !vaya
espectáculo!… Se chupo un dedo… se toco un pezón…observe que se introducía
un dedo en su coño… No podía dejar de mirarla, aquello estaba mal, mal de
verdad, pero no podía apartar la mirada… saque mi polla y me masturbe
mirándola...de repente ella gimió mas alto, casi un grito… estaba llegando al
orgasmo… y yo también… casi fue simultaneo… Yo no entendía aquello…
Volví tarde, a tiempo para cenar. Mi mujer, estaba como siempre encantadora.
Sonia estaba alegre y dicharachera...¿vio el tanga?¿Si lo vio o cuando lo viera que
pasaría?¿Podía aun retirarlo del cajón de la cómoda?… Esa era la mejor opción…
tendría que hacerlo así, entrar cuando ella no me viera y sacar aquella braguita
antes de que aquello se fuera de madre…
Al día siguiente mi mujer se marcho. Yo no. Llame a la oficina y dije que tenia
cosas que hacer, algo que uno puede permitirse cuando es el jefe. Sonia estaba
en su habitación. Me dirigí a ella, tenia que hablar con ella de esto y acabarlo, y
retirar aquella braga. Su puerta estaba entreabierta… Llame. No contesto… entre
“hija tenemos que...” Sonia estaba en la cama...tenia puesto el tanga negro lleno
de mi lefada… “dios”… su mano lo tocaba por encima… me acerque a la cama...ella
se estaba masturbando… sus pechos eran… eran una maravilla… inhiestos como
misiles… unos pezones oscuros… duros… sus labios… Me miraba...y yo a
ella...”ven” me dijo…. Me senté a su lado… “no esta bien.. no podemos”….
“quitámela”...se refería al tanga. Temblando...agarre su tanga y se lo baje…. Su
coño brillaba con la humedad… me tomo una mano y la puso allí…. Comencé a
masturbarla… y luego la bese… toque sus pechos con mis labios… ella no gemía,
me abrazaba y gritaba de placer… “follame”… No pude mas… Me desnude… “en tu
cama”… La tome en brazos, besándola, la lleve a mi habitación… La puse en la
cama y la acaricie con la lengua entre sus gemidos… comiéndole el coño conseguí
un orgasmo...subí a sus tetas, mordisquee sus pezones… “tocame el culo” me
pidió… Se lo agarre, gimió, casi con desesperación… No pude mas… la tome… allí
mismo la penetre, y lo hice con violencia. De golpe. Le metí la polla entera de una
sola estocada. Grito, me abrazo y busco mis labios. Sentí como se corría… yo le
di mas rápido buscando que se corriera mas y mas. Ni siquiera pensé en que no
estábamos usando preservativo cuando me corrí y la inunde con la lefada mas
grande que he tenido en años. Me tumbe a su lado… ella me abrazo...”no pasa
nada”.. !ella me tranquilizaba a mi! “nadie lo sabrá, sera nuestro secreto”… Yo
estaba callado… aquello no estaba bien, nada bien… Ella se incorporo y me miro
“lo vas a pasar muy bien” me dijo… comenzó a besarme… su lengua recorrió mi
cuerpo buscando claramente mi polla…. No podía creer que ya estuviera dura… Se
la metió en la boca despacio… Joder… que mamada. “cometela entera” le dije… Y
lo hizo… pero no dejo que me corriera… Volvió hacia mis labios recorriendo el
cuerpo en sentido inverso. “soy tuya, de tu propiedad haz lo que desees”… Me
volvía loco… “Quieres que haga lo que desee contigo”…en respuesta me beso… Le
pedí que se pusiera de rodillas…. Me puse delante… ella entendió...`pero esta vez
agarre su cabeza y la obligue a comerme la polla de forma violenta… algo que
siempre había que deseado… No se opuso...le di fuerte, la polla hasta su
garganta… no se oponía...Cuando llego mi corrida la obligue a mantener la polla
dentro y tragarse mi semen… algo que todo hombre ha deseado alguna vez
hacer… “traga”… ella trago… tuvo alguna arcada, pero se lo trago todo… Me miro
y yo la mire… la deseaba… pero ya había tenido suficiente por ahora… “vamos a
la piscina” le dije… ella entendió.… por primera vez nos bañamos desnudos… nos
besamos cientos de veces… la toque… tres horas después estábamos follando
nuevamente.
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La idea de un whisky ahora me tenía consumida. Era una necesidad apremiante echarme algo
ardiente a la garganta, quemarme la lengua con el líquido, perder la cabeza por unos momentos
bajo los efectos del alcohol. Emborracharme, dormir. Porque sabía que si no bebía pasaría la
noche recordando las imágenes que me habían regalado entre ambos, Víctor y Verónica. Y
masturbándome, eso también.
Mis bragas…
Las últimas bragas que me había comprado mi madre. Una de las primeras que ya parecían de
mujer, con algo de encaje y sin animalitos dibujados en la tela. Algodón blanco, normales y
sencillas; pero no aniñadas, como hasta ahora las había usado. Estaba muy orgullosa de esas
braguitas, y me encantaba que mi hermano las hubiera escogido.
¿Pero, cuándo? No recordaba haber echado en falta nunca ropa interior. ¿Por qué ahora? ¿Lo
había hecho en otras ocasiones, o había sido consecuencia su hurto y luego uso más que
obsceno por verme masturbar esa misma mañana en su cama? La cabeza me daba vueltas, y
el coño me ardía con rabia. No entendía lo que sentía, las emociones se entremezclaban en mi
cuerpo sin poder digerirlas, y no iba a decir que fuera solo en mi cerebro o en mi entrepierna
donde sentía puntadas. Mi pecho, por nombrar uno, también era un lugar que sentía muy vivo
ahora.
Al dirigirme al mueble bar en el salón pasé por delante de la horrible espejo que mi madre tenía
en el pasillo, y no pude remediar el impulso de observarme. Sin el pantalón de franela ni la
braga, con la camiseta de manga corta roja que me llegaba al inicio de las caderas, muy
estrechas. Casi una niña, todavía. Con pelo en el coño, pero sin la imagen voluptuosa de mis
compañeras reflejada ahora en el espejo. Una talla infantil… Mi madre me consolaba con la
frase de ya te llegará la hora. Pero esa hora no llegaba, y me parecía eterno el tiempo.
Abrí el mueble bar, y no encontré whisky. No podía creerlo… En su lugar, varias botellas de
ginebra llenaban un pequeño espacio, compartido con varias de vino, ron y vermut. Ginebra…
¿Cómo coño se bebía la ginebra?
Y me di cuenta de que me daba igual, que mientras más me quemara la boca, tanto mejor. Así
que con un vaso de un estante lleno hasta la mitad me senté en el sofá y me decidí a tener mi
primera relación directa con el alcohol. Quise hacerlo como en las películas que había visto en
la tele, de un tirón, pero el fuerte olor me impidió acercarme tan rápido el cristal a la boca. Así
que entró despacio y a poquitos en ella, sorbiendo lentamente, disgustada por el sabor. Sabía
que las muecas de mi rostro tenían que ser de chiste, pero estaba dispuesta a hacer
desaparecer mis penurias con aquel líquido que me inflamaba la lengua, y me la dejaba áspera
y seca. Y sin darme casi cuenta había vaciado el vaso.
Me llevé la mano a la entrepierna, mientras con la otra libre me volvía a servir otro tanganazo
de ginebra. Mis labios menores estaban mojados por completo, y los mayores calientes, y como
sentía, abultados. Dejé la botella a un lado, y aunque sabía que si volvía a llenarme el vaso
sería ya para dormir la mona, no la alejé demasiado. Estaba deseosa de perder el sentido, para
no seguir sintiendo la desesperación tan agobiante que tenía preso mi cuerpo, y mi cerebro.
Desconectar, una opción tan válida como cualquier otra. Pero antes… quería correrme.
En la tele no había nada interesante a esa hora… y por interesante me refería a pornográfico,
claro. Mensajes de esos para que llames y te descargues escenas en el móvil, pero los había
visto tantas veces que ya no me ponía nada observar dos caras conocidas diciéndose siempre
las mismas guarradas. Tal vez un día tuviera que pagar el precio del mensaje para tener una
cosa así en el móvil… para emergencias.
Y me di cuenta que podía reenviarme el correo de mi hermano, con su video, al mío y luego
borrar todas las huellas. No sabía si era buena idea hacerlo, pero siempre me quedaba después
la opción de borrarlo, y tal vez mañana ya no estuviera donde lo había encontrado. No podía
perder la ocasión, y me fui directa al dormitorio de Víctor, y me senté con la botella de ginebra
y el vaso casi vacío en su silla de escritorio. Mi cepillo también seguía en su mesa. ¡Qué
descuido, joder! Podía escuchar la voz de la tipa en la tele incitando a la gente a bajarse los
videos más calientes para el móvil, pero no le hacía caso. El ordenador volvió a arrancar
mientras me terminaba el alcohol del vaso, y directamente pensaba en llevarme el cuello de la
botella a la boca. Miraba el reborde de cristal y me imaginaba pasando la lengua en círculos.
Mientras abría el correo me levanté, aparté la silla e incliné la cabeza sobre la botella,
colocándola en el estante inferior del teclado para acceder con más comodidad. Al mismo
tiempo separé las piernas y me llevé el mango del cepillo entre mis pliegues, mojándolo…
preparándolo para penetrarme con él mientras mamaba la botella y me torturaba el clítoris con
la yema de los dedos. Me excitó verme así, inclinada, como si dos tíos me tuvieran ocupada. La
verga de mi hermano en la boca, la de cualquier otro a punto de perforarme el coño.
El cepillo entró con facilidad de lo mojada que estaba. Era estrecho y pequeño, y en principio,
aunque no sabía lo que se sentía tampoco con una verga de verdad ensartada, lo que sí me
alivió fue poder presionar la musculatura y sentir que se cerraba sobre algo que no fuera un
vacío horrible. Esa sensación me hizo sentirme plena, aun por el tamaño. Lo sujeté con la
vagina, fuertemente, mientras con la mano lo introducía y lo liberaba, haciendo tope cada vez
contra el fondo. Puse en marcha el video nuevamente, casi de forma automática; quería
escuchar otra vez los gemidos de mi hermano. Mis labios rodearon la botella y me la metí lo
más que pude en la boca, y la recorrí como una guarra imaginando que no era frío cristal lo que
chupaba. Mis dedos, tras darle al botón de inicio en el ratón, habían vuelto a mi clítoris y me
empecé a tocar con obscena dedicación. Quería correrme, me sentía borracha, estaba loca por
acabar desmadejada envuelta en las sábanas de mi cama hasta el mediodía de la mañana
siguiente.
Mi lengua jugando con la botella… era lo que más gusto me daba; imaginarla una polla.
Fui incrementando el movimiento de mis manos mientras sentía que mi excitación aumentaba.
Tuve la necesidad de apartar la que sujetaba el cepillo y hacerlo desde atrás para no
estorbarme, y lo que hice fue simplemente fijarlo al fondo y presionar duro, no dejándolo
escapar. Mis dedos se equivocaban constantemente en mi coño, por lo mojada que estaba y
por la borrachera que llevaba, además que intentaba abarcar demasiadas cosas a la vez,
intentando también mirar el video de la mamada a mi hermano y no podía con todo, tenía que
reconocerlo. Sabía que estaba siendo la cagada más grande para masturbarme, pero no podía
remediarlo, necesitaba mis agujeros ocupados…
Y, en eso… mientras gemía contra la botella solo por el placer de escucharme gemir, vi
posicionarse los pantalones vaqueros de mi hermano a mi lado.
Sentí caerse el cepillo al suelo antes que vergüenza… Eso llegó inmediatamente después.
Mi hermano se arrodilló y recogió el cepillo de entre mis piernas. No puedo saber si lo hizo para
mirarme el culo y el coño abierto de cerca, ya que en cuando noté su presencia había cerrado
los ojos inmediatamente tras apartar la boca de la botella. Quería ponerme tiesa, pero la cabeza
me daba vueltas y no podía dejar de imaginarme que, al menos, en esa postura, si Víctor quería,
podía hacerme suya sin el más leve inconveniente.
La mano de mi hermano dejó al lado del ratón el cepillo, y cerró el vídeo de su mamada a
continuación. Lo oí suspirar y reclinarse a mi lado, apoyando las manos también en la mesa,
como yo lo hacía ahora. Entreabrí los ojos para mirarlo a la cara. Estaba encendido, no sé si de
vergüenza también o tal vez excitado.
- ¿Por qué has venido hoy tan pronto? Nuca llegas hasta la mañana…- Hablaba la rabia
borracha que me estrangulaba por dentro, al haber sido descubierta en tan deslucida escena.
- Joder, Bea… Subí a por condones. Los colegas están esperando abajo. Tenemos a
varias tías en el coche. Nos íbamos a un motel a follar.- Las últimas palabras sonaron amargas
en sus labios, con un enorme pesar.- Y esto no debería estar contándotelo, ¡mierda! Eres menor,
Bea…
- Pero no tonta… Además, no te olvides que soy tu hermana. No me llames menor, ese
es el mejor de mis defectos ahora…
Otro suspiro. Víctor miraba a la mesa, como si en ella buscara respuestas. Yo me envalentoné
y lo miré bien a la cara, cuando él no me miraba. El alcohol es lo que tiene, ayuda a hacer cierto
tipo de cosas. Supongo que mis palabras no salían ni mucho menos de mi boca como yo quería
articularlas, pero Víctor no se quejaba… Pensé en acercar mi rostro al suyo, a ver qué pasaba…
pero no lo hice.
La espalda se le puso tiesa. Entonces entendió que no era la primera vez que veía el video, y
al mirarme él a mí nos vimos como me parece que no nos habíamos imaginado nunca… como
dos cómplices de un oscuro secreto. Ahora no era yo solo la que sentía vergüenza, sin duda…
Hablaba ahora de frente, y aunque yo apestaba a alcohol pude percibir que también él había
bebido algo. No sabría decir si estaba borracho, pero por supuesto que muy lúcido no estaba.
Echó mano a su pantalón vaquero y sacó mis bragas de su bolsillo. Me las enseñó brevemente,
y casi creí que se las llevaría bajo la nariz para olerlas por la cara que ponía. Pero no, las encerró
en su puño y volvió a mirar hacia la mesa.
- No debí cogerlas… eres mi hermana.- Sus palabras eran losas sobre mi cabeza.
Apretaba mis bragas con fuerza, los nudillos blancos haciendo juego con la tela. Su cara, roja.
- No hace mucho, no te creas. Cosas de la vida- solté, como resignada al surgir de los
acontecimientos.- Me harté de mirar pollas en el instituto que ni puto caso me hacían. Al menos,
la tuya, la tengo cerca.
- Ninguno.
Pude ver que mi hermano me miraba el trasero de soslayo. No sé si lo hizo para hacerme sentir
mejor o es que realmente mi culo en pompa le llamaba. Lo cierto es que volvieron las ganas de
tirármelo, teniéndolo tan cerca como ahora lo tenía. Yo le correspondí echando un vistazo a su
bragueta, que aunque me la medio ocultaba su muslo me decía que algo hinchada debía estar.
Víctor se dio cuenta del interés que me despertaba y casi que lo vi recolocarse para que pudiera
observarla mejor, o al menos eso imaginé.
Y se apartó de mí y se sentó en su cama, con la cabeza entre las manos. Se le veía empalmado,
si… Ahora podía ver su pantalón vaquero hinchado. Me estremecí al observar que aun sujetaba
mis bragas, y las tenía contra la cara. Me enderecé, no sin cierta dificultad, y quedé parada
frente a la mesa, deseando quitarme la camiseta y ofrecerme desnuda a Víctor en su cama.
Pero algo me decía que no debía ser yo la que diera el primer paso, que se espantaría. De ese
modo, excitada y borracha, con la imagen de su polla en la cabeza y mis ojos fijos en mis bragas,
cogí la botella de ginebra y se la enseñé.
- Hablo demasiado…
- Te he escuchado con tu grupo. Y la del video estaba también borracha. Así es más fácil,
¿no? ¿Te gusto más bebida? Así al menos tengo una excusa para lanzarme…
Apartó las manos y me miró de frente, pero pronto desvió la mirada hacia mi entrepierna. Se
me calentó la cara al verlo observarme con cara de lelo, se me mojó por entero el coño y temí
que fuera hasta a chorrear de lo contenta que me había puesto al ver su reacción. Me sentí por
un instante poderosa, dueña de mi misma y de la polla de mi hermano. Me acerqué ahora
despacio, mientras me miraba. Se irguió sin dejar de clavarme los ojos, y lo mejor de todo es
que no intentó huir. Se dejó seducir, y eso que yo no sabía hacerlo.
Lo estaba consiguiendo…
Llegué a su lado. Me metí entre sus piernas y esperé. Su cara quedaba a la altura de mi ombligo,
y allí apoyó la frente. No sabía si tenía los ojos abiertos o cerrados, si me miraba o intentaba no
hacerlo. Me daba igual… había ganado.
Sus manos se aposentaron en mis nalgas y me atrajeron hacia su cuerpo. Mis rodillas se
incrustaron contra su entrepierna, y lo sentí duro y tieso. Su polla… la mía. Sentía las yemas de
los dedos de mi hermano quemarme el culo, clavarse fuerte, temblar al hacerlo. Gimió cuando
no pudo acercarme más a su cuerpo. Mis rodillas disfrutaron del primer contacto con su miembro
endurecido, ése que de momento me deseaba, esa polla cálida que siempre me había sido
esquiva y ahora se apretaba contra mis piernas. Y mordió la tela que cubría mi abdomen. Tiró
con los dientes y separó la cabeza. Fue incorporándose con la camiseta prendida de la boca,
arrastrándola hacia arriba en su avance. Cuando me quise dar cuenta, entre mis jadeos y los
suyos, mis pechos estaban al descubierto y sus manos los estaban apresando. Temblé de gusto
al sentir sus dedos apretar los pequeños pezones, sus labios y la lengua jugar con la piel que
había entre ellos. Al no saber qué hacer con las manos las dejé en su cabeza, aferrando sus
cabellos. Parece que le complació el gesto.
- Esto es un error, y lo sabes…- murmuró contra mi piel.
Víctor levantó los brazos y me sacó la camiseta por la cabeza. La arrojó a un lado de la cama
mientras me sujetaba por la nuca y acercaba sus labios a los míos. Mi boca se entreabrió por
la proximidad y su calor, y aunque no quería hacerlo los ojos se cerraron para disfrutarlo. Y sentí
su lengua apresar la mía sin reservas, hambriento de lo que podía encontrar en ella. Sus labios
se estamparon y me devoraron, y sus manos me estrujaron contra su cuerpo, impidiendo una
posible huída. Ni ganas que tenía de moverme. Sabía que tenía excitado a mi hermano, por
algún extraño motivo que no podía entender, ya que no era ni por asomo su imagen de chica
deseada. Pero allí estaba, besándome y tocándome el culo, elevándome contra su pelvis y
separándome las piernas al hacerlo, montándome sobre sus caderas cubiertas del vaquero para
llevarme contra la pared a mi espalda y sujetarme mientras se abría la bragueta y lo sentía
aferrar su verga. Mis sentidos enloquecieron al saberla al descubierto entre mis piernas, casi
rozando la vulva que tantas veces había sufrido su ausencia.
Y me di cuenta de que me daba igual no ver la polla de mi hermano antes de que me penetrara,
ya me encargaría de que se corriera en mi boca. Así quería que aquello acabara, con su
miembro caliente derramándose contra mi paladar y la lengua, degustar el sabor de su leche,
tragarme todo lo que pudiera.
La sentí entrar de una sola vez. En un momento estaba por completo ocupada, con mis labios
rodeando su polla dura como una roca. Fue una embestida fuerte, que tropezó con el fondo de
la vagina produciéndome un leve dolor al chocar en ese punto al final, pero apenas si le di
importancia porque era tan excitante saberme recorrida por ese trozo de carne compacto contra
la pared del cuarto de Víctor que no me importaba nada más. Ese primer empujón le resultó
tremendamente fácil a mi hermano, que no se esperaba encontrarme tan mojada y dispuesta.
Su rostro expresó que la sensación de embestirme de ese modo le había encantado, y me llené
de júbilo al saber que era del agrado de su verga.
Víctor apenas si esperó a empezar a clavarme con su miembro. Estaba cachondo y se le notaba
con cada movimiento, cada gemido y cada mordida de sus dientes sobre la piel que le quedaba
al alcance. Me miraba a los labios, mientras yo los mordía retorcida de gusto, y su polla entraba
y salía con un ritmo frenético a la vez que sus manos me aplastaban el culo contra sus caderas.
Estaba a punto de correrme solo con el roce y el chocar de su pubis contra mi clítoris hinchado,
y él parecía saberlo porque se restregaba dejando su polla lo más profundamente metida en
mis entrañas. Se frotaba para mí, para que lo sintiera y lo disfrutara como una perra.
Y con su polla metida hasta el fondo me sentí mojada como nunca, jadeando de gusto sin poder
ocultar el rostro porque la cabeza de él me lo impedía. Quería verme, y me miraba fijamente
mientras el orgasmo recorría mi coño y subía por la columna, acompañado de los espasmos
propios del placer que solo una polla bien utilizada sabría arrancarle a mi alma… La polla de
Víctor…
Jadeé su nombre y lo vi sonreír, complacido. Escuchaba sus gemidos confundirse con los míos
y lo sentí volver a la carga contra mi coño caliente e hinchado, y aun con espasmos.
Me miró a los ojos y comprendió que allí no podía. Ni siquiera se había puesto un puto
preservativo.
Un par de golpes más contra la pared y me llevó otra vez en volandas hasta la cama. Allí me
sentó y se abrió por completo el pantalón, bajándolo hasta las rodillas, dejándome observar la
imponente verga que se le levantaba entre las piernas. Sus huevos colgaban junto al final de su
tronco pegados mucho a él, y no podía precisar si eran grandes o pequeños ya que eran los
únicos que había visto. Para mí, eran perfectos. Pero su polla vista de cerca… eso sí que me
dejó sin aliento. Montada hacia la derecha, brillante por mi corrida, tiesa como nunca imaginé…
Larga y gruesa, me importaba un carajo si más o menos que otras. Esa polla magnífica me
acababa de follar a base de bien, y ahora iba a degustarla.
- Yo lo hago, Bea, déjame a mí. Solo chupa,- dijo, casi ronco. Me miraba a la boca, nunca
había dejado de mirarla. Presentí que mis labios tenían que gustarle mucho.- Y no voy a
apartarla… quiero terminar en ti…
Me ardió todo el cuerpo. Era eso precisamente lo que quería, y era lo que estaba prometiendo
darme.
Pensé que me follaría la boca como se lo había visto hacer con Verónica. Pero no era esa su
intención, al parecer, ya que su ritmo era mucho más pausado. Me tomó por la barbilla y esperó
a que separara los labios. Me invitó a sujetarla yo, y así lo hice. La tomé por la base y respiré
ansiosa sobre su capullo, justo antes de que me sujetara por la parte de atrás de la cabeza,
aferrando mis cabellos y de un movimiento constante de la cadera me la metiera hasta sentirla
chocar contra el paladar. Se quedó un buen trozo fuera, pero él no insistió en hacerla entrar
más; parecía satisfecho. Esperó allí a que me acostumbrara al tamaño, y a que mi lengua tomara
contacto con ella. Así lo hice… probando mi sabor en la piel caliente de mi hermano. La textura
me sorprendió, ya que era mucho más suave de lo que pude haber imaginado nunca, y
contrastaba tremendamente con lo dura que la sentía. Tragué varias veces para acomodarla y
la ensalivé todo lo que pude, escuchando a cambio el deleite en la boca de Víctor, que jadeaba
sin dejar de mirarme a los ojos. Yo intenté no apartar tampoco la vista y me centré en jugar con
ese trozo de carne mientras sus caderas no se apartaban de la presión que ejercía contra mi
cabeza.
Obedecí, gimiendo yo ahora. Deslicé la cabeza hacia atrás y aferré el capullo con los labios, y
allí dediqué mis atenciones durante el tiempo más bien escaso que me permitió mi hermano.
En el momento en que algo de líquido se escapó por la uretra volvió a sujetarme de los pelos y
la introdujo otra vez fuertemente, haciendo su cabeza hacia atrás y gimiéndole al techo. Bombeó
de forma constante e incansable, sabía que conteniéndose por lo que había visto antes. Me
imaginé que pensó que vomitaría todo el alcohol que había bebido y no estaba seguro de que
resistiera una mamada a fondo como primera experiencia. Me quedé con las ganas de saber si
la abría conseguido tragar entera.
Estaba dedicada a disfrutar como una guarra de ese trozo de carne como si fuera la última vez,
y así lo hice. Chupé y lamí todo lo que pude y me dejó mi hermano, aferré sus huevos y el tronco
con mis manos y lo miré mientras me follaba la boca con total entrega. Me sentía enormemente
caliente, convencida de que podía hacer correr a Víctor por los sonidos que salían de su
garganta.
Se me desbocó el corazón mientras Víctor se volvía más salvaje, menos dueño de sí mismo.
En un par de ocasiones la polla entró mucho más de lo que pensé que aguantaría, pero controlé
las arcadas y seguí chupando, tratando de no cerrar demasiado la boca para no rozar con mis
dientes su enorme falo… aunque la tarea, me di cuenta, la tenía perdida hacía tiempo.
Víctor gimió y se empotró contra la lengua. Supongo que lo hizo para evitarme otra arcada, y
allí lo sentí descargar un buen chorro de esperma, líquido espeso y de sabor metálico que me
cubrió la boca por entera. Caliente, suave y grumoso. Deliciosa la leche de Víctor mezclándose
con mi saliva.
Conseguí tragarla, dejando solo resbalar un par de gotas por mi barbilla, ya que los labios, en
cuanto la polla de mi hermano desalojó mi boca, se quedaron adormilados por el roce de su piel
y la mandíbula dolorida por el esfuerzo. Los dedos de Víctor recogieron las gotas y me las
entregaron en la lengua, y yo los chupé, agradecida.
Jadeábamos todavía los dos mientras mi hermano volvía a vestirse y se echaba al bolsillo unos
cuantos condones. El muy cabrón tenía intención de irse al coche a follar con las tías en el
motel, con sus amigos. También vi que cogía mis bragas y se las guardaba en el segundo cajón
de su mesilla de noche.
Mi hermano, que ya salía por la puerta del dormitorio habiéndome solo picado un ojo a modo
de despedida, con la cara colorada y la frente perlada de sudor, se volvió y me sonrió de forma
encantadora.
- No, Bea, no te equivoques. Esas son mías. Pero si quieres… mañana me corro en una
iguales, para ti.
Comienzo contándoles quien soy. Mi nombre es Ludmila. Tengo 25 años. Soy delgada, mido
1,58 cm, tez blanca, pelo color negro, un poco mas largo que mis hombros. Ojos color azul. Me
dicen que tengo muy buena cola y pechos normales. Bueno en realidad son pequeños pero lo
poco que tengo están muy firmes y redonditos, parecen dos pelotas de tenis.
Todo comenzó cuando mi hermano, Martín, terminó el secundario y decidió que no estudiaría
en la Universidad y quería hacerse mochilero por un año con un amigo de él. Esta decisión
enfureció a nuestro padre y tuvieron una pelea muy fuerte, que terminó con mi hermano yéndose
de la casa de mis padres.
Ese día tocaron el timbre de mi departamento y era mi hermano. Me pidió quedarse un par de
semanas hasta que su amigo terminase de juntar algo de dinero para empezar la vida de
mochilero. La verdad que disfrutaba mucho la vida de vivir sola. Solo unos meses que vivía sola,
y me molestaba la idea de compartir mi departamento, pero no podía dejar a mi hermano sin
techo. Puse mi mejor cara y le dí la bienvenida, esperando que solo sea cosa de unos días y
vuelva a la casa de mis padres.
Mi vida cambió bastante, una de las cosas que mas disfrutaba de vivir sola era no estar vestida,
solía andar en ropa interior y las mayorías de las veces solo con una tanga. Por culpa de mi
hermano empecé a usar un camisón de seda blanco que me llegaba por la mitad de mis muslos,
con una tanga debajo, corpiño trato de evitarlo siempre, a menos que sea necesario.
Los primeros días fueron tranquilos, tratamos de convivir lo mejor posible. Al cuarto día de que
mi hermano llegó junté toda la ropa sucia y la llevé al lavarropa que tengo, mientras separaba
las prendas, me dí cuenta que una de mis tangas estaba pegoteada, al principio no me dí cuenta
pero luego de olerla me dí cuenta que mi hermano se había pajeado y se limpió con mi tanga.
Por dentro pensaba, porque el tonto no usó papel higiénico, en vez de enchastrar mi tanga.
Mientras seguí separando las prendas vi que todas mis tangas estaba sucias con el semen de
mi hermano, y lo peor de todo era que el cesto de la ropa que estaba en el baño estaba lleno
de prendas, pero solo usó mis tangas. Analizando mejor la situación entendí que no las usaba
para limpiarse, si no que eyaculaba sobre mis tangas. En ese momento solo pensaba que pajero
es mi hermano, aunque me resultaba extraño que eyaculase sobre las tangas de su hermana.
No le dije nada y seguí como siempre con él aunque empecé a prestar atención. Noté que
Martín, me miraba mucho, en realidad siempre lo hizo, pero no pensaba que me miraba de esa
forma. Por ejemplo después de cenar mirábamos la televisión en un sillón, cuando me levantaba
a buscar algo podía ver por el reflejo de la TV que me miraba el culo, o como aprovechaba para
abrazarme cada vez que podía o apoyar su cabeza en mis muslos mientras mirábamos una
película, antes creía que era algo normal pero sumada a otras situaciones entendí que mi
hermano estaba caliente conmigo. Al principio me hizo sentir incomoda. No sabía como
reaccionar, recuerdo que esa noche lo saludé distantemente y me fui a mi cuarto. No dormí en
toda la noche. Cada vez que pensaba, recordaba situaciones en las que mi hermano me trataba,
miraba o me tocaba de una formal sexual mas que de hermanos que se quieren. Esa misma
noche, escuche a Martín yendo al baño, estuvo un buen rato y salió sin tocar el botón de
descarga del inodoro. Cuando salió, esperé unos cuantos minutos y fui al baño, busque en el
cesto de ropa sucia y agarré una de las tangas y estaba limpia, la segunda que saqué estaba
llena del semen de mi hermano. No sé como explicarlo pero me produjo mucho morbo ver su
leche fresca sobre mi tanga en ese momento, hasta el olor me parecía delicioso. Mi cabeza
estaba muy confundida, pero por algún motivo estaba muy excitada con la situación. Me senté
en el inodoro, pase los dedos del medio y el índice de mi mano derecha y saque la lechita de
Martín y me penetre con mis dedos llenos de semen en mi conchita, en mi mano izquierda
sostenía mi tanga sucia y me la acerqué a mi boca y lamí los restos de semen que mi hermano
había dejado, el olor me enloquecía, nunca me gustó el olor a semen, ni siquiera el semen
mismo pero creo que el morbo era mas fuerte, me penetraba muy fuerte con mis dedos, sin
parar, me metí la tanga en mi boca para atenuar mis gemidos. Finalmente tuve uno de mis
mejores orgasmos, mejor dicho uno de los pocos que había tenido en mi vida. Me limpié y me
recosté. Al rato tuve que masturbarme de nuevo pensando en mi hermano, pero esta vez en la
cama. Pensé mucho sobre que me estaba pasando, y no lo entendía. Si bien mi hermano es un
chico muy lindo, es delgado, ojos azules, pelo castaño oscuro, es alto, a las chicas les resulta
muy atractivo, pero no es mi tipo de hombre, a mi me gustan con aspecto mas masculino, o sea,
mas toscos, todo lo contrario de Martín. La única explicación que encontré que me daba morbo
que sea mi hermano.
A la mañana siguiente mientras desayunamos con Martín, le pregunté si le molestaba si solo
usaba ropa interior, le dije que solo usaba camisón por el, pero si no le incomodaba prefería
estar así por comodidad. Se puso bordó de la vergüenza pero me dijo que era mi casa y que
haga lo que quiera, que a el no le molestaba. Le contesté gracias, me cambié y me fui a trabajar.
Ese día tuve que masturbarme dos veces en el trabajo pensando en Martín, no veía la hora de
llegar a casa y estar con él. Eran cerca de las 16.00 hs cuando volví a casa, mi hermano estaba
en mi cuarto escuchando música. Le dije si me dejaba sola que quería ponerme comoda y salió
en seguida. Me desvestí toda y busqué mi ropa interior mas pequeña, me la puse. Pobre Martín
pensaba por dentro, me quedaba muy apretada, no tanto el corpiño, pero la tanga, la tenía bien
adentro de mis nalgas y la parte de adelante parecía que mis labios vaginales estaban por
explotar, y parte de ellos se asomaba fuera de la tanguita. Cuando salí de mi cuarto mi hermano
no pudo disimularlo. Me miró de arriba abajo y no podía sacarme la vista de encima, realmente
lo superaba la situación. Su vista se centraba en mi concha, en culo y tetas, solo eso veía de
mí y yo lo disfrutaba mucho, me daba mucho morbo lo que pasaba. Martín vivía con erecciones
constantes, no veía la hora de ver su pija. En esos días las pajas se habían multiplicado, no solo
mis tangas estaban con semen, si no corpiños, o las calzas del gimnasio, cada vez que metía
la mano en el cesto todo estaba pegajoso. Pronto empezó a tomar confianza y se metía a mi
cuarto a la mitad de la madrugada, y me destapaba y se pajeaba a mi lado viendo mi cuerpo
completamente desnudo. Deseaba tanto que tomase el coraje y metiese su pija dentro mio, pero
los días pasaban y no pasaba mas que de una paja.
Una de las noches, Martín se puso a mi lado a pajearse como hacía todas la noches. Miré de
reojo y lo ví pajeandose con todo y mirando fijo mi conchita. No pude contenerme mas y me
acomodé, Martín quedó paralizado, con la poca luz que entraba por la ventaba lo vi con una
cara de espanto como si hubiese visto la peor de sus pesadillas. Ni siquiera pudo hablar. No
perdí el tiempo y sin salir de la cama me acomodé de costado y agarré su pija con mi mano
derecha, del susto estaba perdiendo su erección, me la puse en la boca y empecé a mamarle
su pija como nunca lo había hecho nunca, me metí su pene hasta mi garganta, lo mas profundo
que pude y lo metía y sacaba una y otra vez, cada tanto me daba arcadas, no suelo dar sexo
oral, pero la situación lo ameritaba, tiene una pija delgada pero de unos buenos 17, 18 cm. Solo
pasaron unos minutos hasta que me acabó en mi boca, largo un chorro muy espeso y abundante
dentro de mi boca que me hizo atragantar comencé a toser mientras él caí de rodillas al piso,
aún gritando de placer. Cuando pude recuperarme le extendí mi mano y lo hice subirse a la
cama, le saqué el boxer que tenía en sus tobillos y le saqué su remera, lo recosté en la cama
boca arriba y me subí sobre el, sentándome sobre su cuerpo desnudo y comencé a besarle su
pecho, cuello y finalmente su boca, nos besamos con la lengua muy apasionadamente. Sin
parar de besarlo, tomé su pija que ya estaba a full nuevamente y me la metí en mi conchita
depilada que estaba muy mojada, gritó de placer apenas su cabeza me penetró y me la metí
toda hasta el fondo, temblaba del placer al sentir la pija de mi hermano dentro mío, era
demasiado morbo estaba completamente excitada como nunca en mi vida, empecé a saltar
sobre el, una y otra vez, su pija entraba y salía una y otra vez tuve dos orgasmos en esa
posición, Martín no paraba de eyacular dentro mío, si bien eyaculaba muy rápido, se reponía
enseguida y ya tenía su pija dura dentro mió. Me descargó varias veces en mi vagina, amaba
el olor a sexo que había, no se que pasó por mi cabeza pero me puse en cuatro sobre la cama,
y le dije que me haga la cola, por la cara de mi hermano me dí cuenta que le gustó la idea y en
segundos ya estaba tratando de meter su cabeza a través de mi ano. Costó mucho, fue mi
primer anal, y fue brutalmente doloroso, jamás pensé que entregaría mi cola, nunca fue una
opción para mí, pero el morbo que me producía mi hermano, me llevó a pedírselo. Tuvo que
luchar bastante pero logro metérmela adentro de mi cola, mi hermano tampoco tenía experiencia
en sexo anal y me lo hizo sentir, me daba con todo, como si fuese una mina que tenía sexo anal
todos los días, pero no era mi caso, le estaba entregando mi culito bien estrechito y el me lo
estaba reventando, gritaba mas de dolor que de placer, no quiero ni pensar que dirán mis
vecinos de mí, grité como nunca, me ardía tanto por dentro, pero sus manos fuertes apretando
mis caderas hundiendo mi cola contra su cuerpo me calentaba mucho, sentir sus huevos estallar
contra mis nalgas era muy excitante. Fueron pocos minutos, pero fueron intensos, sentí que
empezó a gemir mas fuerte y finalmente estalló dentro mío, me dejé caer sobre el colchón
bocabajo y mi hermano cayo sobre mí, sin sacar la pija de mi culito bien roto para ese entonces.
No nos hablábamos, la verdad era que no sabía que decir y creo que el tampoco. Por dentro
pensaba lo trola que había sido, estaba ahí con la cola llena de la leche de mi hermano, algo
me decía que estaba tan mal lo que habíamos hecho pero por el otro lado jamás había sentido
tanto placer.
Desde esa noche dormimos juntos y cogemos todos los días, siempre experimentando cosas
nuevas.
- ¡Ya sabía yo que estaríais aquí, si es que sois unos cochinos! – dijo
sonriendo y acercándose a nosotros tras cerrar la puerta a sus espaldas.
La miré mientras se acercaba, pero sin hacerle demasiado caso, de modo que ella
dejó caer la toalla al suelo y en bikini se acercó todo lo posible a la cama y alargó
una mano para manosear los pechos de Anna. Absolutamente excitado, aparté
una de mis manos del cuerpo de Anna para poder acariciar el culo de Mariona,
toqueteando su cuerpo por encima del bikini aún húmedo. Mientras le toqueteaba
el culo y el coño se quitó el sostén, lo que me hizo cambiar de objetivo y mi mano
pasó a toquetear sus no muy grandes pero bien formados pechos. Mientras le
tocaba y pellizcaba los pechos, a la vez que continuaba haciendo cabalgar a Anna
encima de mí, entrando y saliendo de ella, Mariona introdujo los dedos por la
goma del bikini y con unos movimientos calculados y sensuales se lo fue bajando
poco a poco, permitiéndome contemplar una fabulosa vista de su precioso coño.
Excitado al máximo por llevar ya bastante tiempo follándome a Anna, puse la
mano tras el culo de Mariona, y mientras aprovechaba para manosearlo sin
ninguna ropa entre medio, la fui empujando para aproximarla más a mí y empecé
a chupar su coño. No aguanté mucho más, y mientras saboreaba el coño de mi
hermana Mariona me corrí dentro de Anna, a la vez que ella estallaba de placer
en su propio orgasmo. Tras unos momentos de descanso Anna se levantó de
encima de mí y, sin darme tiempo a respirar, Mariona se subió a la cama, quitó el
preservativo de mi arrugada polla y sin ningún reparo a pesar de estar aún
recubierta de semen, se la introdujo en la boca. Tan bien jugueteaba con la lengua
que pronto volvió a estar bien dura, y yo con ganas de más. Así que mientras
Mariona me la seguía chupando me tumbé en la cama, hice que Anna se tumbara
a mi lado y empezamos a besarnos y a acariciarnos. En un momento dado, agarré
una de las manos de Anna e introduje uno de sus dedos en el coño de Mariona, lo
que le debió gustar ya que me miró sonriendo y continuó chupando con más ganas
aún.
Cuando me sentí preparado me incorporé, pedí a Anna que se tumbara para poder
contemplar bien su cuerpo mientras me follaba a su hermana, y coloqué a Mariona
a cuatro patas a su lado. Yo me situé de rodillas detrás del precioso culito de mi
hermana Mariona, lo toqueteé y chupé un rato, lo acaricié con mi polla hasta llegar
a la entrada de su vagina y, tras juguetear un poco con sus labios vaginales, se
la metí por el coño. Empecé a moverme hacia delante y atrás, metiendo y sacando
mi polla de ella, hasta que de repente Mariona se agachó un poco más y,
acercando su boca al coño de Anna, tumbada enfrente de ella, empezó a lamerlo,
cada vez con más ganas al aumentar su excitación cuanto más tiempo me la
seguía follando. No había pasado mucho rato cuando noté que su cuerpo se y
empezó a gemir mientras mantenía la lengua dentro del coño de su hermana, lo
que fue demasiado para mí y, aunque ya había eyaculado hacía poco, ver como
mi hermana le chupaba el coño a nuestra hermana menor,, a la vez que la
penetraba mientras podía acariciar su culo, fue demasiado para mí y no tardé en
correrme por segunda vez. Sin condón que lo impidiera, mi semen inundó el
interior de Mariona. Permanecí todavía un par de minutos dentro de ella, con mi
polla cada vez más arrugada sumergida en el líquido con el que había inundado
la vagina de mi hermana. Un par de gotas de semen cayeron hacia la cama cuando
finalmente le extraje la polla, mientras seguía acariciando ese culo que tanto me
gusta, disfrutando de la contemplación de una hermana chupando el coño a la
otra, hasta que finalmente Anna se estremeció con su segundo orgasmo y
finalmente nos separamos unos de otros. Nos tumbamos a descansar unos
instantes, sonriéndonos y comentando lo que acabábamos de hacer, tal como nos
gustaba hacer siempre después de nuestras sesiones, y finalmente mis dos
hermanas recogieron sus respectivos trajes de baño y toallas y se dirigieron al
cuarto de baño antes de que nuestros padres volvieran de la piscina para comer.
2.
Esta escena sucedió este verano, y fue una de nuestras mejores sesiones
de sexo que recuerdo, pero ha habido muchas más a lo largo de estos últimos
años. Sé que la mayoría de vosotros pensará que son fantasías e invenciones,
creo que yo pensaría lo mismo si un día leyera una historia como ésta. Pero si
alguien ha tenido la ocasión de practicar y disfrutar de este tipo de sexo, espero
que me crea y disfrute con la lectura. Habrá quien se escandalice o piense que es
antinatural hacer algo así, que nuestra relación como hermanos se deteriorará
debido a esta situación. Pero yo creo que en realidad, el haber compartido
nuestros cuerpos ha hecho que nos tengamos un cariño muy especial entre
nosotros, es cierto que hemos pensado bastante sobre si lo que estábamos
haciendo podría algún día perjudicar nuestra relación, pero hemos decidido que
lo único que puede hacer es conseguir que estemos siempre mucho más unidos
gracias al secreto que compartimos y con el que gozamos juntos.
Mis hermanas también tienen sexo entre ellas, aunque muy pocas veces lo
han hecho sin estar yo presente, ya que a Anna no suele apetecerle. A Mariona si
le encanta: disfruta del cuerpo de su hermana casi tanto como yo. Durante
nuestras relaciones entre los tres, aprovecha cualquier oportunidad para tocar o
chupar el cuerpo de Anna, especialmente mientras yo la estoy penetrando. Anna
no tiene reparos en que Mariona lo haga con ella, y llega fácilmente al orgasmo
cuando le chupa el coño, y aunque no le desagrada hacerlo, se la ve ligeramente
incómoda cuando es ella la que tiene que darle sexo oral a su hermana.
Físicamente, si tuviera que escoger sólo a una, creo que me quedaría con
Mariona, aunque sería una elección muy difícil puesto que ambas son muy guapas
y con unos cuerpos preciosos. Pero Mariona tiene algo que no sé definir pero que
me vuelve loco cuando la tengo desnuda en mis brazos. Cuando la veo vestida,
no puedo dejar de fijarme en cómo se marca su precioso culo con la ropa que
lleva, e invariablemente entonces me entran unas ganas enormes de desnudarla
y dejar que me lleve hasta el éxtasis con las ganas de sexo que siempre tiene. No
es que a Anna la desee menos, también adoro tener su cuerpo de piel suave en
mis manos y disfruto enormemente con nuestras más tranquilas sesiones de sexo,
pero no siento ese impulso de sexo salvaje que noto cuando tengo a Mariona.
Pero Anna es muy especial para mí: disfruté de su cuerpo cuando todavía era una
niña, y he tenido la suerte de poder tenerlo cuando año tras año se iba
convirtiendo en una mujer. A ella la inicié en el sexo cuando sólo sentía poco más
que una infantil curiosidad por él (Mariona ya sabía lo que era tener ganas de sexo
cuando le hice el amor por primera vez), maduró sexualmente conmigo, por lo
que conozco perfectamente todos sus gustos, deseos y necesidades, sé en todo
momento lo que le puede gustar, lo que desea en cada preciso instante y sé cómo
dárselo, mientras que Mariona no es tan restrictiva, conozco sus preferencias y
mayores deseos pero cuando tiene ganas de sexo no le importa mucho como lo
hagamos, siempre que no sea aburrido ni repetitivo. Además, aunque no lo hace
con frecuencia, Mariona alguna vez ha dejado que me corriera dentro de su boca,
mostrándome como se lo tragaba todo. No le gusta demasiado, pero no le da asco
hacerlo y algunas veces como digo me ha recompensado de esta forma si le he
dado buenos orgasmos, puesto que sabe lo mucho que me excita poder correrme
en su boca. A Anna, en cambio, le da mucho reparo hacer esto. La primera noche
que me la follé, lo hice sin avisarle aunque se la saqué enseguida y trató de no
tragarse nada. Años más tarde, tras mucho pedírselo, me dejó que lo hiciera de
nuevo pero volvió a darle asco y no se lo volví a pedir de nuevo. De todas formas
ya hace muchas otras cosas que me dan placer, y a mí me importa mucho que
mis hermanas disfruten cuando les doy sexo. Y además, ya está Mariona que me
lo permite de vez en cuando.
- Bueno, yo…
- No me digas que no – dijo con una pícara sonrisa – he visto como le miras
siempre el culo, y cuando estamos en la piscina no le quitas un ojo de encima.
¿Creías que no me daba cuenta?
- Pues no sé, supongo que sí, me gustaría hacerlo también con ella. ¿A ti no
te importa?
- Pues sí, la verdad es que me encantaría estar con las dos, pero no sé de
qué manera se lo podría pedir…
Su mail de respuesta se hizo rogar dos o tres días, pero al fin me respondió
exactamente como yo deseaba que hiciera. No se mostró escandalizada ni mucho
menos, sino que con curiosidad me preguntó muchas cosas sobre qué hacíamos
exactamente, como empezamos, etc. En un extenso mail le conté la historia de
mi primera relación con Anna, le expliqué muchas otras que habíamos tenido, lo
que sentíamos al hacerlo, etc. Ella seguía mostrando sorpresa y curiosidad pero
no noté nada de repulsa por ese acto, de modo que fui directo y le pregunté si
ella no tenía ningún hermano o primo mayor y si no había sentido nunca ese
deseo. Me dijo que sí que tenía un hermano dos años mayor que ella, y que años
atrás se había preguntado algunas veces cómo sería su cuerpo, pero que no había
pasado de ahí. Yo fui al grano, y le pregunté si le gustaría hacerlo con su hermano
si éste se lo proponía, tal como había hecho el mío conmigo. Su respuesta fue un
poco vaga, no me decía que se negaría a desnudarse juntos, pero no estaba muy
segura con lo de follar, y que tampoco sabía sí su hermano querría se habría fijado
alguna vez con ella. Yo le contesté que, por experiencia, sabía que podía estar
completamente segura que su hermano la habría mirado con atención siempre
que la hubiera visto en pijama o bañador, pero que podía hacer una prueba sí
quería. Basta con que un día pasara por delante de su hermano llevando algo
que mostrara parte de su cuerpo y se fijara en si él la miraba o no. Esa misma
noche, mientras estábamos sentados en el sofá viendo la televisión, Mariona
aprovechó una pausa por publicidad para ir a su habitación y volver con un pijama
corto puesto. Se sentó justo a mi lado y estiró las piernas desnudas sobre la mesa
del café. Me pasé toda la velada mirándole “disimuladamente” sus bonitas piernas,
y mirando a Anna con una sonrisa de “lo conseguimos”. Al día siguiente tenía un
nuevo mail de Mariona: decía que efectivamente, su hermano la había estado
mirando todo el rato y que había pasado toda la noche fantaseando con la idea de
tener sexo con él. Entonces, le solté la “bomba”: le dije que en realidad yo era su
hermano, que todas las historias que le habíamos contado de sexo eran
auténticas, y que las habíamos escrito sólo para saber si estaba de acuerdo en
unirse a nosotros.
3.
Esa noche me costó mucho dormir, debido a la excitación de que por fin
podría contemplar y tocar el tan soñado cuerpo de Mariona, de modo que por la
mañana siguiente me levanté un poco más tarde de lo que quería. Cuando entré
en el cuarto de mis hermanas, ellas ya estaban despiertas, y se encontraban
sentadas con las piernas cruzadas en la cama de Mariona charlando. Les dije hola
y me senté entre las dos, pero enfrente de ellas para poder verlas bien.
- ¡Sí, Anna, fóllame bien que Mariona nos está mirando! ¡Así, así, muévete
así, oh que gusto! – Anna no decía nada, tan sólo gemía - ¿Qué tal, Mariona? ¿Te
gusta mirar? ¡Prepárate que luego te follaré a ti!
Mariona nos miraba atentamente, con los ojos fijos en mi polla que entraba y salía
del coño de Anna. No pasamos demasiado rato cabalgando, puesto que mi
excitación por estar follándome a Anna delante de Mariona era tan fuerte que en
pocos minutos tuve un fuerte orgasmo y me corrí dentro de Anna. Tras descansar
un rato dentro de ella, me saqué el condón, lo tiré a la papelera con un pañuelo
de papel y me acerqué a Mariona.
De modo que la acerqué a mí mientras que Anna ocupaba su lugar sentada al pie
de la cama. Acaricié a Mariona por encima de su camisón de dormir y la besé en
la cara y los labios, e iba a desnudarla cuando recordé todas las fantasías que
había tenido cada vez que la veía con ese camisón que me gustaba tanto. Así que
en lugar de quitarle la ropa, metí las manos por debajo y suavemente le quité las
braguitas. Luego, me tumbé boca abajo y la senté a ella encima. Mi polla se
encontraba debajo de su camisón, tocando esas partes de ella que iba a penetrar
en breve sin haberlas visto nunca, cosa que me excitaba mucho. Rápidamente,
sin darle tiempo a que pudiera echarse atrás, ya que todavía se la veía un poco
incómoda con la situación, dirigí la polla con la mano hacia su abertura y
sujetándola por la cintura empecé a empujar hacia arriba. Sabía que Mariona
llevaba unos meses tomando anticonceptivos por prescripción médica a causa de
unos problemas que tenía con la menstruación, de modo que no tenía que
preocuparme por usar condón, como en mis antiguos tiempos con Anna. Cuando
empezó a gemir de dolor, en lugar de detenerme di un par de empujones todavía
más fuertes, y con el tercero noté que algo me dejaba paso y me encontré por fin
en el interior de mi hermana. Me quedé quieto unos segundos, mientras a ella se
le pasaban los últimos pinchazos de dolor, y entonces empecé a moverme
lentamente, subiendo y bajando, entrando y sacando mi polla del interior del coño
de Mariona. Mientras, mis manos no paraban quitas, acariciándole las piernas
desnudas, y tocándole los pechos y el culo a través del camisón. Mariona pronto
empezó a gemir, y entonces yo aumenté la fuerza de mis embestidas.
- ¡Oh sí, Mariona, por fin te estoy follando, no sabes cuánto he deseado este
momento! ¡Dime que te gusta, que te encanta que tu hermano te esté haciendo
el amor!
Sujetándola por la espalda, hice que se inclinara hasta que nuestras caras se
acercaron. Le recorrí toda la cara con la lengua, y cuando mis labios se posaron
en los suyos la encontré mucho más dispuesta de lo que había estado Anna la
primera vez que me la había follado. Así, me besó con gusto, entrelazando
nuestras lenguas y besándome todo el rostro, hasta que en un momento en que
nuestros labios seguían juntos, empezó a estremecerse y a gemir en el primer
orgasmo que yo le daba. Como yo había eyaculado en Anna hacía poco todavía
no estaba listo, de modo que seguí moviéndome dentro de ella durante un rato
más, hasta que decidí cambiar un poco. La puse a cuatro patas, con la cara
apoyada sobre la cama, y apartando un poco su camisón, pero sin mirar lo que
había debajo, volví a penetrarla, mientras mis manos sujetaban y tocaban por
encima de la ropa ese culo tan deseado. No pudiendo esperar más, le subí un poco
el camisón para dejar a la vista su bonito culo, que besé con pasión mientras la
seguía penetrando. Tras unos pocos minutos en esa posición la hice tumbar de
lado, y tras echar una ojeada a Anna, que seguía sentada desnuda a los pies de
la cama, con una sonrisita en la cara y una mano toqueteándose el coño mientras
nos miraba, me estiré panza arriba a su lado, cogí su mano y la acerqué a mi
polla. Empezó a hacerme una paja sin tener que pedirle nada, y contemplar a
Mariona en camisón de dormir haciéndome una paja mientras que Anna, desnuda
nos observaba, fue una imagen que no olvidaré nunca.
Con una mano iba acariciando el rostro y el bonito pelo rizado de Mariona,
y al cabo de unos instantes le pedí que me la chupara. Sin hacérselo rogar dos
veces, se inclinó hacia mí y se metió la polla en la boca. Sinceramente hay que
reconocer que lo hacía mucho mejor que Anna en su primera vez. Su timidez
inicial parecía haber desaparecido con su primer orgasmo, y ahora se mostraba
suelta y con ganas. Me hizo una fantástica mamada si tener que pedirle nada,
chupando con la boca y lamiendo sólo con su lengua de forma intermitentemente,
mientras yo pasaba una mano bajo su camisón, tocando su culo, y su coño por
primera vez sin la barrera de la ropa. Cuando le metí un dedo en el coño, Mariona
aumentó el ritmo de su mamada, y como creí estar cerca de la eyaculación le pedí
que se tumbara boca abajo y rápidamente me tumbé encima y la penetré de
nuevo. Con unas pocas embestidas sentí llegar el placer, por lo que acerqué mi
cara a la suya y mientras que la besaba, mi semen explotó en su interior. Ella
tuvo un segundo orgasmo en ese momento, y sus gemidos acompañaron a los
míos, de modo que permanecí dentro de ella, con mi polla sumergida en mi propio
semen que inundaba la vagina de Mariona, hasta que también se hubo relajado.
Tras un breve descanso, pensé que ya estaba preparada para nuestro primer trío,
por lo que les pedí que se pusieran ambas de cuatro patas, una al lado de la otra,
me coloqué detrás de ellas y empecé a besar sus culos y coños. Finalmente,
contemplando el bonito espectáculo que era tener a sus culos desnudos uno al
lado del otro dispuestos para mí, agarré a Anna por la cintura y la penetré. Empujé
unas cuantas veces, y entonces salí de ella y entré en el coño de Mariona, de
donde me metí y salí unas cuantas veces hasta volver a repetir con Anna otra vez.
Continué de esta forma, follándome a las dos intermitentemente a la vez que les
acariciaba los culos mientras ellas casi gritaban de placer, hasta que al cabo de
un rato, las empujé por la espalda para obligarlas a inclinar sus cabezas hasta
tocar la cama, quedando una a pocos centímetros de la otra y de forma que sus
culos quedaban más pronunciados y podía ver mejor sus coños abiertos hacia mí.
Continué como antes, follándome ahora a Mariona, ahora a Anna, hasta que al
cabo de unos largos minutos se me ocurrió hacerles juntar todavía más sus
cabezas hasta que casi se tocaron. No aguanté mucho rato estar follándome a mis
dos hermanas, contemplando sus preciosos culos, mientras sus caritas excitadas
por el momento estaban tan cerca que casi se rozaban, así que cuando noté que
el orgasmo me rondaba salí de ellas, las hice tumbar boca arriba una al lado de
otra y tras pajearme durante unos segundos estallé de placer, apuntando mi
chorro de semen hacia sus vientres y pechos, y acabando en la cara de Mariona,
que todavía no lo había probado. No pareció gustarle mucho esto último, pero
cerró los ojos y no intentó levantarse. Exhausto, me hice un hueco entre mis
hermanas mojadas con mi semen, mientras Mariona se apartaba toda la cantidad
de líquido blancuzco de la cara como podía con la mano, que se limpiaba en la
pierna.
- Creo que paso – dijo – pero todo lo demás ha estado muy bien. No me
extraña que os guste tanto follar como decís, a partir de ahora vas a tener que
hacérmelo cada día…
- Con mucho gusto – contesté – todavía hay muchas cosas que me gustaría
hacerte. Bueno, a las dos – corregí ante la mirada fruncida que Anna me dirigió.
Nos dirigimos juntos al baño, y nos metimos los tres juntos en la bañera.
Nos llenamos las manos de jabón y estuvimos frotándonos y limpiándonos unos a
otros hasta que todo el sudor y semen desapareció de nuestros cuerpos. Abrimos
el agua y, juntos bajo su chorro, empezamos a tocarnos para hacernos
desaparecer el jabón y por el placer que me producía tocar sus suaves pieles
chorreantes de agua. Tan excitante era la escena que, aunque ya me había corrido
tres veces en poco rato, volví a sentir el deseo dentro de mí. Sin decir nada, agarré
a Anna por la cintura, la acerqué a mí todo lo que pude, y bajo el chorro de caliente
agua la penetré de nuevo. Empecé a empujar arriba y abajo, entrando y saliendo
de nuevo de su mojado coñito, mientras mis manos, que no podían estar quietas,
no dejaban de toquetear su culo y sus pechos húmedos, con sus pezones otra vez
duros. Mientras, Mariona se encontraba detrás de ella, acariciándole la espalda y
alargando sus manos hasta tocarle los pechos, lo que me excitaba todavía más.
Noté su orgasmo al cabo de un rato, pero a mí todavía me faltaba bastante para
llegar a él, de modo que cuando dejó de estremecerse salí de ella, le di un beso y
agarré a Mariona para el siguiente asalto.
- Tu turno – le dije mientras que le hacía dar la vuelta para que quedara de
espaldas a mí, con su tan deseado y ahora mojado culo justo enfrente de mí, que
no pude dejar de tocar.
- Vaya, pues va a ser verdad que te encanta mi culo – me dijo Mariona con
una sonrisa
- Bueno, si es así, entonces puedes mirarle el culo a Mariona todas las veces
que quieras. Y por cierto, tu polla también es preciosa. ¿Verdad, Mariona?
- Vaya, pues gracias a las dos, os aseguro que la tendréis muchas más veces,
y siempre que queráis. Pero no nos despistemos, que hay trabajo que hacer…
- Jo Mariona, al final resultará que eres toda una guarrilla – dije con una
sonrisa.
- Qué va, sólo me lo he pasado muy bien y quería hacer lo que antes me
has dicho que te gustaría. Pero no te acostumbres, no me ha gustado mucho y no
pienso hacértelo muy a menudo. Sólo cuando te lo merezcas – añadió con una
sonrisa.
¡Hasta pronto!