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“Mientras la tierra permanezca, habrá cultivos y cosechas, frío y calor, verano e invierno, día y
noche”. Génesis 8:22
SIEMBRA, AUNQUE TUS SENTIMIENTOS Y EMOCIONES NO TE APOYEN… SIEMBRA, PUES ESE ACTO
ACOMPAÑADO DE LA PALABRA DE FE, TE PROYECTARÁ A DONDE QUIERES LLEGAR (Salmo 126:5-
6).
Abraham no estaba sembrando sin sentido. Él lo hacía, porque Dios le había dado una Palabra; y
“por fe”, ofreció a su hijo sin titubear, declarando la providencia de Dios (Génesis 22:8), confiado
en que Él tenía el poder para volverlo a la vida, y cumplir así con Su Pacto. Asimismo, cuando la
iglesia de Corinto estaba dispuesta a sembrar, el apóstol le recuerda por qué sembrar:
“Efectivamente, serán enriquecidos en todo sentido para que siempre puedan ser generosos. Y,
cuando llevemos sus ofrendas a los que las necesitan, ellos darán gracias a Dios” (2 Corintios 9:11).
Puedes cosechar bastante rápido, pero no existe una cosecha instantánea (Gálatas 6:9; Marcos
4:28-29).
La mejor tierra para sembrar es el Reino de Dios (Gálatas 6:10). ¡Apunta a lo excelente!
Tu siembra determina tu futuro (2 Corintios 9:6-8; 1 Corintios 15:37). ¡Visualiza lo que quieres
cosechar!
La cosecha dependerá del tipo de semilla que siembres (Génesis 1:11; 1 Corintios 15:38). Hay
personas que siembran dinero, y quieren cosechar bienes; siembra conforme a lo que quieres
cosechar.
“El agricultor que espera el clima perfecto nunca siembra; si contempla cada nube, nunca
cosecha” (Eclesiastés 11:4).
Siembra en buena tierra, confiesa la Palabra, y disfruta tu cosecha, la cual te preparará para tus
próximas siembras.