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Identificar la función predominante en un texto

¿Qué tipo de texto es?

¿Qué funciones cree que tiene?

¿Cuál es la función que predomina?

¿Cuál es la Trama textual?

¿Qué particularidad tiene este texto?

El empleo de las características del texto, ¿es útil para facilitar la comprensión del mismo?
¿Por qué?

¿Qué características hay en este texto?

Todo lo contrario

- Veamos –dijo el profesor-. ¿Alguno de ustedes sabe qué es lo contrario de IN?

- OUT- respondió prestamente un alumno.

- No es obligatorio pensar en inglés. En español lo contrario de IN (como prefijo privativo, claro)


suele ser esa misma palabra, pero sin esa sílaba.

- Sí, ya sé: insensato y sensato, indócil y dócil, ¿no?

- Parcialmente correcto. No olvide, muchacho, que lo contrario de invierno no es el vierno sino


el verano.

- No se burle, profesor.

- Vamos a ver. ¿Sería capaz de formar una frase, más o menos coherente, con palabras que, si
son despojadas del prefijo IN, no confirman la ortodoxia gramatical?

- Probaré, profesor: ‹‹Aquel dividuo memorizó sus cógnitas, se sintió dulgente pero dómito, hizo
ventario de las famias con que tanto lo habían cordiado, y aunque se resignó a mantenerse
cólume, así y todo en las noches padecía de somnio, ya que le preocupaban la flación y su
cremento››.

- Sulso pero pecable -admitió sin euforia el profesor.


La tolerancia

Ser tolerante no significa solo respetar las ideas, creencias o prácticas del otro. No es “permitir”
que otros se expresen de modo distinto según su ideología, cultura o concepción de la vida.
Significa respetar y defender el derecho a la libre expresión de las opiniones y modos de vida,
respetuosos de los valores humanos de todos, aunque no sean compartidos por nosotros.

Más aún, implica la aceptación y acogida del “otro diferente”, con sus creencias, cultura o
prácticas. No es, por tanto, ser indiferente a las ideas o modos de vida de otros. Tolerar es una
acción que primariamente está dirigida a la persona. Y sólo en segundo lugar, a las ideas,
creencias y modos de vida.

Tolerar no es hacer a alguien una concesión gratuita. Por el contrario, cuando toleramos no
hacemos más que manifestar nuestro reconocimiento de la dignidad del otro, de su radical
alteridad y diversidad, que le viene dada no por concesión nuestra, sino por su condición de
persona. E implica reconocer que cada hombre es en sí mismo “diverso” en la forma propia de
realizar una existencia humana concreta en una cultura también concreta
Las palabras

… Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan…
Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto
las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se asechan, hasta que de
pronto caen… Vocablos amados, brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces,
son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo algunas palabras… Son tan hermosas que quiero
ponerlas todas en mi poema… Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio,
las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales,
aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas… Y entonces, las revuelvo, las
agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las libero… Las dejo como
estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de
naufragio, regalos de la ola… Todo está en la palabra… Una idea entera cambia porque una
palabra cambió de sitio, o porque se sentó como una reina dentro de la frase que no la esperaba,
y la obedeció… Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les
fue agregando, de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria en patria, de tanto ser
raíces… Son antiquísimas y recientes… viven en el féretro escondido y con la flor apenas
comenzada… Qué buen idioma es el mío (…)
“Darse la buena vida”

¿Qué pretendo decirte poniendo un «haz lo que quieras» como lema fundamental de esa ética
hacia la que vamos tanteando? Pues sencillamente hay que dejarse de órdenes y costumbres de
premios y castigos, en una palabra de cuanto quiere dirigirte desde fuera, y que tienes que
plantearte todo este asunto desde ti mismo, desde el fuero interno de tu voluntad. No le
preguntes a nadie qué es lo que debes hacer con tu vida: Pregúntatelo a ti mismo. Si deseas
saber en qué puedes emplear mejor tu libertad, no la pierdas poniéndote ya desde el principio
al servicio de otro o de otros, por buenos, sabios y respetables que sean: interroga sobre el uso
de tu libertad... a la libertad misma.

Si te digo «haz lo que quieras» parece que te estoy dando de todas formas una orden, «haz eso
y no lo otro», aunque sea la orden de que actúes libremente. Si la cumples, la desobedeces
(porque no haces lo que eres, sino lo que quiero yo que te lo mando), si la desobedeces, la
cumples (porque haces lo que tú quieres en lugar de lo que yo te mando... ¡Pero eso es
precisamente lo que te estoy mandando!): no se trata de pasar el tiempo, sino de vivirlo bien.
La aparente contradicción que encierra ese «haz lo que quieras» no es sino un reflejo del
problema esencial de la libertad misma: a saber, que no somos libres de no ser libres, que no
tenemos más remedio que serlo. Por eso un filósofo francés de nuestro siglo, Jean-Paul Sartre,
dijo que «estamos condenados a la libertad». Para esa condena no hay indulto que valga...

De modo que mi «haz lo que quieras» no es más que una forma de decirte que te tomes en serio
el problema de tu libertad, lo de que nadie puede dispensarte de la responsabilidad creadora de
escoger tu camino. No te preguntes con demasiado morbo si «merece la pena» todo este jaleo
de la libertad, porque quieras o no eres libre, quieras o no tienes que querer. Aunque digas que
no quieres saber nada de estos asuntos tan fastidiosos y que te deje en paz, también estarás
queriendo no saber nada, queriendo que te dejen en paz aun a costa de aborregarte un poco o
un mucho. Pero no confundamos este «haz lo que quieras» con los caprichos de que hemos
hablado antes. Una cosa es que hagas «lo que quieras» y otra bien distinta que hagas «lo primero
que te venga en gana». No digo que en ciertas ocasiones no pueda bastar la pura y simple gana
de algo.

La vida está hecha de tiempo, nuestro presente está lleno de recuerdos y esperanzas. Si te digo
que hagas lo que quieras, lo primero que parece oportuno hacer es que pienses con
detenimiento y a fondo qué es lo que quieres. Sin duda te apetecen muchas cosas, a menudo
contradictorias, como le pasa a todo el mundo: quieres tener una moto pero no quieres
romperte la crisma por la carretera, quieres tener amigos pero sin perder tu independencia,
quieres tener dinero pero no quieres avasallar al prójimo para conseguirlo, quieres saber cosas
y por ello comprendes que hay que estudiar pero también quieres divertirte, quieres que yo no
te dé la lata y te deje vivir a tu aire pero también que esté ahí para ayudarte cuando lo necesites,
etc. Eso mismito es lo que yo quería aconsejarte: cuando te dije «haz lo que quieras» lo que en
el fondo pretendía recomendarte es que te atrevieras a darte la buena vida. Y no hagas caso a
los tristes ni a los beatos, la ética no es más que el intento racional de averiguar cómo vivir mejor.
Si merece la pena interesarse por la ética es porque nos gusta la buena vida. Sólo quien ha nacido
para esclavo o quien tiene tanto miedo a la muerte que cree que todo da igual se dedica a las
lentejas y vive de cualquier manera...

Quieres darte la buena vida: estupendo. Pero también quieres que esa buena vida no sea la
buena vida de una coliflor o de un escarabajo, sino una buena vida humana. Es lo que te
corresponde, creo yo. Y estoy seguro de que a ello no renunciarías por nada del mundo. Ser
humano, consiste principalmente en tener relaciones con los otros seres humanos.
Precisamente la gracia de todas esas cosas estriba en que te permiten relacionarte más
favorablemente con los demás! Por medio del dinero se espera poder deslumbrar o comprar a
los otros; las ropas son para gustarles o para que nos envidien, y lo mismo la buena casa, los
mejores vinos, etcétera. Muy pocas cosas conservan su gracia en la soledad; y si la soledad es
completa y definitiva, todas las cosas se amargan irremediablemente. La buena vida humana es
buena vida entre seres humanos o de lo contrario puede que sea vida pero no será ni buena ni
humana.

Las cosas pueden ser bonitas y útiles, los animales resultan simpáticos, pero los hombres lo que
queremos ser es humanos, no herramientas ni bichos. Y queremos también ser tratados como
humanos, porque eso de la humanidad depende en buena medida de que los unos hacemos con
los otros. El hombre no es solamente una realidad natural sino también una realidad cultural.
No hay humanidad sin aprendizaje cultural y para empezar sin la base de toda cultura, el
lenguaje. El mundo en el que vivimos los humanos es un mundo lingüístico, una realidad de
símbolos y leyes sin la cual no sólo seríamos incapaces de comunicarnos entre nosotros sino
también de captar la significación de lo que nos rodea. Pero nadie puede aprender a hablar por
sí solo porque el lenguaje no es una función natural y biológica del hombre sino una creación
cultural que heredamos y aprendemos de otros hombres.

Por eso hablar a alguien y escucharle es tratarle como a una persona, por lo menos empezar a
darle un trato humano. Es sólo un primer paso, desde luego, porque la cultura dentro de la cual
nos humanizamos unos a otros, parte del lenguaje pero no es simplemente lenguaje. Hay otras
formas de demostrar que nos reconocemos como humanos, es decir, estilos de respeto y de
miramientos humanizadores que tenemos unos para con otros. Todos queremos que se nos
trate así y si no, protestamos. Lo más importante de todo esto: la humanización es un proceso
recíproco. Para que los demás puedan hacerme humano, tengo yo que hacerles humanos a ellos;
si para mí todos son como cosas o como bestias, yo no seré mejor que una cosa o una bestia
tampoco. Por eso darse la buena vida no puede ser algo muy distinto a fin de cuentas de dar la
buena vida.
Telefonema

De espalda a las gentes que esperamos en la cola de la caseta telefónica de la esquina, un


hombre, medio encorvado y vestido de traje verde seco, está mordiendo el teléfono desde hace
diez minutos; cuando se vuelve hacia nosotros, descubrimos que se ha puesto la bufanda del
teléfono a pesar del calor que nos ahoga. Levanta el brazo izquierdo en especie de saludo
marcial, junta los dedos índice y pulgar a manera de espérenme tantito, y entonces el teléfono
es la barba negrísima que se rasca. Pero la cola no está dispuesta a tolerar el abuso de este cínico
que ahora usa un barbiquejo de hule azabache; empezamos a discutir en forma desordenada
sobre política nacional, fútbol y el precio de las verduras. Ante esto, el tipo le mete los dedos a
la caja tragamonedas; al recibir una respuesta tan fría del artefacto, decide enredarse el cable
ondulado alrededor del cuello. Se deja caer de golpe; su lengua amoratada es una corbata
guinda que alguien cortó a la mitad con unas tijeras para podar el césped.
Reglas para viajar

1. Recuerde que para viajar en vuelo nacional debe llegar con dos horas de anticipación a la
salida de su vuelo y tres horas antes, cuando es vuelo internacional.

2. Una vez que esté en el aeropuerto, lleve a la mano su tiquete aéreo y su pasaporte.

3. Averigüe una vez llegando al aeropuerto o con anticipación a la agencia de viajes o aerolínea,
si tiene que pagar algún tipo de impuesto aeroportuario y si éste debe pagarlo directamente en
la aerolínea o en la Oficina de Impuestos Aeroportuarios. Visite esta guía para saber cuánto debe
pagar por impuesto según su destino.

4. Diríjase al counter de la aerolínea por la cual va a viajar y realice su check in, esto significa que
usted debe pasar su equipaje para que sea pesado y etiquetado. Allí debe mostrar su tiquete
aéreo (muchos ya son electrónicos) igualmente debe mostrar su pasaporte. No olvide pedir la
tirilla para marcar su equipaje de mano y no lleve equipaje pesado, ya que será multado. El peso
permitido es de 23 kilos por maleta.

5. Una vez tenga su pasabordo, debe tener muy presente la hora en la que debe estar en la sala
de espera, igualmente el número de la sala donde debe estar y asimismo, averigüe dónde queda
la salida hacia el muelle nacional o internacional, según sea el caso.

6. Importantísimo, trate de no llevar tanto equipaje de mano, ya que éste será previamente
revisado. No lleve alimentos en su equipaje de mano, tampoco armas corto punzantes como
navajas, limas metálicas, corta uñas, entre otros. Ni tampoco lleve en su equipaje, frascos de
vidrio ni frascos en aerosol como perfumes, ya que todo esto será decomisado.

7. Una vez que entre al muelle internacional o nacional, debe presentar en la puerta su
pasabordo, tiquete aéreo y pasaporte. Para vuelo nacional, mostrar la cédula de ciudadanía o
identificación.

8. De allí pasará a migración, esto quiere decir que debe pasar por unos cubos plásticos. Su
equipaje de mano será revisado por los rayos “X” y usted debe quitarse todo lo que sea metálico,
como monedas, cinturones, aretes, collares, entre otros.

9. Terminado este proceso, pasará a migración donde le preguntarán quién es usted, a dónde
viaja y a qué viaja. Revisarán su pasaporte. Este proceso para muchos, es causante de nervios.
No infunda miedo, ni se sienta atemorizado ya que podría tornarse sospechoso y si usted no
hace nada malo, no tiene por qué sentirse así.

10. Luego de este proceso, usted debe iniciar la búsqueda de la sala correspondiente, misma
que está escrita en el pasabordo, es decir, no debe memorizarla. Cuando llegue a la sala, un
asistente de vuelo estará en la puerta revisando los pasabordos. Ingrese, tome asiento y espere
que los asistentes de vuelo den las indicaciones para comenzar a subir al avión.

11. Una vez que esté en el avión, busque la silla que le corresponde o pida ayuda a la azafata.
Ubique su equipaje de mano en los compartimentos que están ubicados en la parte de arriba de
las sillas. Tome asiento, abroche su cinturón, y preste atención a las indicaciones de seguridad
del mismo.

12. No olvide viajar con ropa cómoda, llevar un suéter ya que dentro del avión colocan el aire
acondicionado para evitar la presurización del avión y hace mucho frío.
13. Si se siente nervioso, tome un calmante antes de viajar y medicamentos que eviten que se
enferme del estómago.

14. Es recomendable llevar un libro, un dispositivo móvil, aproveche ver las películas que el avión
ofrece a sus pasajeros como parte de la diversión de viajar y si es una persona sociable, hable
con sus compañeros de viaje, esto evitará que sienta que es eterno el viaje.

15. Y no deje de disfrutar de su viaje. Dentro del avión es muy poco el movimiento del mismo,
se recomienda viajar en la noche para que no se mueva el avión por las turbulencias. 16
135 detenidos en elecciones

Un total de 135 ciudadanos fueron detenidos el fin de semana durante el proceso electoral en
los 200 recintos electorales. Cerca de 600 policías vigilaron las afueras de los recintos en toda la
provincia. Con su estadía de más de 10 horas en las puertas de los establecimientos educativos,
evitaron posibles enfrentamientos entre simpatizantes de los diferentes movimientos políticos
o personas en estado de embriaguez.

Luis Ramos, jefe de operaciones del Comando de la Subzona del Azuay, indicó que las causas de
las detenciones fueron: 28 por boletas de captura, 103 por boleta de apremio, 4 por violencia
intrafamiliar y hubo 26 citaciones al Consejo Nacional Electoral (CNE), por incumplir la “Ley
Seca”. La sanción para los infractores ya no es con prisión, sino con citación para el pago de una
multa de 170 dólares, que lo harán en el CNE. La Policía también intervino en la detención de
103 ciudadanos por no cumplir con la pensión alimenticia de sus hijos. Las parejas de los
infractores solicitaron la ayuda de los policías que estaban a las afueras de los recintos, para que
detengan a sus ex parejas y paguen, según la Ley, las pensiones adeudadas. (FCS) 17
Proyecto cultural acerca a los autores con escolares

El escritor Oswaldo Encalada Vásquez, mantendrá un diálogo personal con niños y niñas
escolares que acudirán mañana a las 0:00, a la librería “Pedro Páramo” de la Casa de la Cultura
Núcleo del Azuay (calle Luis Cordero y Presidente Córdova).

El objetivo de Encalada, doctor en Filología, catedrático universitario y autor de 22


publicaciones, es “contar” algunos de sus cuentos e intercambiar opiniones con los niños, para
escuchar también su visión sobre la literatura e incentivar el interés por la lectura y creatividad
literaria en los niños. El presente proyecto espera reunir a niños de varios planteles con
escritores locales.

Los cuentos que les leerá son: “La casita de nuez”, “Los pergaminos de Jarislandia” (11
narraciones dedicadas a los niños, en las que se cuenta el mundo de fantasía de la “gente
bichita”), “Los asaltamontes”, “El milixho”, “El mago de goma”, “Esperando la noche buena” y
otros. (ACR) 18
El origen de las especies

Cuando comparamos los individuos de la misma variedad o subvariedad de nuestras plantas y


animales cultivados más antiguos, una de las primeras cosas que nos impresionan es que
generalmente difieren más entre sí que los individuos de cualquier especie en estado natural; y
si reflexionamos en la gran diversidad de plantas y animales que han sido cultivados y que han
variado durante todas las edades bajo los más diferentes climas y tratos, nos vemos llevados a
la conclusión de que esta gran variabilidad se debe a que nuestras producciones domésticas se
han criado en condiciones de vida menos uniformes y algo diferentes de aquellas a que ha
estado sometida en la naturaleza la especie madre.
Art.

Art. 238.- Los gobiernos autónomos descentralizados gozarán de autonomía política,


administrativa y financiera, y se regirán por los principios de solidaridad, subsidiariedad, equidad
interterritorial, integración y participación ciudadana. En ningún caso el ejercicio de la
autonomía permitirá la secesión del territorio nacional.

Constituyen gobiernos autónomos descentralizados las juntas parroquiales rurales, los concejos
municipales, los concejos metropolitanos, los consejos provinciales y los consejos regionales.

Art. 239.- El régimen de gobiernos autónomos descentralizados se regirá por la ley


correspondiente, que establecerá un sistema nacional de competencias de carácter obligatorio
y progresivo y definirá las políticas y mecanismos para compensar los desequilibrios territoriales
en el proceso de desarrollo.
¿Anhelas ver el hosco misterio que me enturbia?

Pues, sube a mí luciendo silencio y paz de claustro.

Aunque si no has soñado más que cosas posibles,

bien poco ha de valerte despetalar lo abstracto.

Yo soy un cielo trágico oscuro a lente y sonda.

No intentes entenderme... no quiero hacerte daño.

¡Mejor rimemos la hora con la ignara inocencia,

igual que el angelito guardián de nuestros pasos!

II

Llevo abiertas las llagas del dolor cotidiano,

difundiendo ese verso sembrador de acritudes,

como aquel loco hereje que al gustar lo malsano

fue arrojando sofismos que estrangulan virtudes.

Y zozobro en parajes donde el crápula impera,

desahuciado por todos y escribiendo congojas:

pues allá en el Averno -- donde nadie me espera --

mi difunta esperanza yergue su árbol sin hojas!


Todo lo contrario

- Veamos –dijo el profesor-. ¿Alguno de ustedes sabe qué es lo contrario de IN?

- OUT- respondió prestamente un alumno.

- No es obligatorio pensar en inglés. En español lo contrario de IN (como prefijo privativo, claro)


suele ser esa misma palabra, pero sin esa sílaba.

- Sí, ya sé: insensato y sensato, indócil y dócil, ¿no?

- Parcialmente correcto. No olvide, muchacho, que lo contrario de invierno no es el vierno sino


el verano.

- No se burle, profesor.

- Vamos a ver. ¿Sería capaz de formar una frase, más o menos coherente, con palabras que, si
son despojadas del prefijo IN, no confirman la ortodoxia gramatical?

- Probaré, profesor: ‹‹Aquel dividuo memorizó sus cógnitas, se sintió dulgente pero dómito, hizo
ventario de las famias con que tanto lo habían cordiado, y aunque se resignó a mantenerse
cólume, así y todo en las noches padecía de somnio, ya que le preocupaban la flación y su
cremento››.

- Sulso pero pecable -admitió sin euforia el profesor.


La tolerancia

Ser tolerante no significa solo respetar las ideas, creencias o prácticas del otro. No es “permitir”
que otros se expresen de modo distinto según su ideología, cultura o concepción de la vida.
Significa respetar y defender el derecho a la libre expresión de las opiniones y modos de vida,
respetuosos de los valores humanos de todos, aunque no sean compartidos por nosotros.

Más aún, implica la aceptación y acogida del “otro diferente”, con sus creencias, cultura o
prácticas. No es, por tanto, ser indiferente a las ideas o modos de vida de otros. Tolerar es una
acción que primariamente está dirigida a la persona. Y sólo en segundo lugar, a las ideas,
creencias y modos de vida.

Tolerar no es hacer a alguien una concesión gratuita. Por el contrario, cuando toleramos no
hacemos más que manifestar nuestro reconocimiento de la dignidad del otro, de su radical
alteridad y diversidad, que le viene dada no por concesión nuestra, sino por su condición de
persona. E implica reconocer que cada hombre es en sí mismo“diverso” en la forma propia de
realizar una existencia humana concreta en una cultura también concreta. 23
Las palabras

… Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan…
Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto
las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se asechan, hasta que de
pronto caen… Vocablos amados, brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces,
son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo algunas palabras… Son tan hermosas que quiero
ponerlas todas en mi poema… Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio,
las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales,
aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas… Y entonces, las revuelvo, las
agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las libero… Las dejo como
estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de
naufragio, regalos de la ola… Todo está en la palabra… Una idea entera cambia porque una
palabra cambió de sitio, o porque se sentó como una reina dentro de la frase que no la esperaba,
y la obedeció… Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les
fue agregando, de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria en patria, de tanto ser
raíces… Son antiquísimas y recientes… viven en el féretro escondido y con la flor apenas
comenzada… Qué buen idioma es el mío.
El gran Amor

Leo un artículo sobre el Faraón Ramsés II en un número de la revista Nacional Geographic. El


autor del trabajo visita Saqqara, la necrópolis de Menfis, en donde están enterrados muchos de
quienes ocupaban altos cargos en la corte de Ramsés. En las paredes de las tumbas se pueden
ver aún unos cuantos graffitis de la época, frases en jeroglíficos que fueron formuladas hace ya
más de tres mil años. Algunas de ellas, cuenta el periodista, son de amor y reproduce lo que sin
duda salió de la mano puesto en el dedo para así ver a mi amor todos los días”.

Hay algo profundamente conmovedor en esta galantería: Se diría que la frase condensa, de una
manera muy especial, el peso y el polvo de los tiempos. La fugacidad de todo lo humano. Me
imagino a ese muchacho egipcio creciendo y olvidando, en pocos años, a la dueña de ese dedo
tan anhelado. Lo imagino soñando con otros sellos, otras pieles, otros contactos íntimos; con
otros amores que, en cada momento, juzgaría inagotables y absolutos.

Claro que también puede que el chico se casara con la chica, e incluso, puestos a imaginar que
fueran felices. Pero aun así, seguramente la frase perdió su contenido abrasador algún tiempo
después de vivir juntos. Porque la convivencia y el amor real son otra cosa, un asunto más
complejo; mientras que la inscripción responde a la pasión, a ese obnubilamiento de la carne y
del espíritu mediante el cual el tiempo se anula, la muerte se fulmina, la realidad se desdibuja.
Cuando amas así estás seguro de que esa pasión perdurará indefinidamente. Crees, en suma,
que querrás seguir siendo el sello de firmar para siempre jamás, todos los días, hasta que los
soles se enfríen y el universo se detenga. Pero la pasión, como la borrachera, es pasajera.
Seguramente la frase perdió sentido para su autor mucho antes de que se acabaran los días del
muchacho, del hombre, del anciano. Y desde entonces hasta hoy han transcurrido otros tres mil
años, toneladas de polvo, de deseos olvidados, de pasiones marchitas.

Que la pasión amorosa es un espejismo es una verdad incuestionable. ¿Quién no ha tenido en


el pasado algún enamoramiento fulminante, uno de esos sentimientos que te atropellan y
ocupan, que te hacen pensar las veinte y cuatro horas en el ser amado y creer que, sin él, la vida
es imposible? ¿Y quién no ha mirado desamoradamente, años después, a esa misma persona,
con la incredulidad del que no se recuerda en la pasión, de quien no se conoce? Pasan los amores
eternos por nuestras vidas, uno detrás de otro, como estrellas fugaces.

De modo que la relatividad de la pasión es un hecho conocido de sobra. Y sin embargo se trata
de un tema delicado, que suele irritar a mucha gente. Pocas veces recibo tantas cartas de
protesta como cuando escribo en los periódicos que este tipo de delirio amoroso es un invento,
es hijo de nuestra imaginación y nuestro deseo. Se diría que los crédulos del amor son tan
susceptibles como los muy beatos salen en seguida a combatir, lo que suene a actitud crítica, a
herejía ante su fe.

Y es que la pasión amorosa puede ser como la religión, un apoyo para sobrellevar el vértigo de
la existencia, los terrores del ser y de la nada. Porque cuando crees estar enamorado de ese
modo tan alocado y frenético, te sientes tan lleno de vida que la muerte no existe: eres eterno.

Quizá es por todo eso que algunas gentes reaccionan de forma tan airada cuando les hablas de
lo relativo y de lo pequeño que es eso que ellos llaman “gran amor”: porque, para que el truco
funcione, necesitan creer en él a pie juntillas. Hay personas capaces de vivir una pasión, aun
conociendo que es una droga dulce, del mismo modo que pueden disfrutar del espectáculo de
un mago, aún a sabiendas que no ha aserrado en dos a su ayudante. Pero hay otras personas
que se alimentan exclusivamente de certidumbres.
También en el amor hay fanatismo. Pero sobre todo hay inocencia. No hay pasión más crédula
que la primera. Es un deseo en estado puro, un espejismo intacto. Quizá fuera eso, un primer
amor, el del muchacho egipcio, ese chico que quiso convertirse en sello labrado y acariciar el
dedo de su amada para siempre. Y sobre ese sueño de felicidad y de eternidad, tan
conmovedoramente humano, cayeron después los siglos y los milenios, los quejidos de tantos
nacimientos y los estertores finales de innumerables muertos.

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