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Taller de Historia Universal

Egipto, religión y caída


En Egipto la religión no solo significó un orden cósmico sino también
social. Según la visión egipcia, la realeza existía desde el mismísimo comienzo
del mundo. El creador había ya sido el primer Rey y el faraón, su primer hijo.
La realeza era, entonces, considerada una institución divina.

El Faraón encarnaba el ma’at; término que podría traducirse como la


verdad, el recto orden, pero también la justicia y el derecho. Constituía un
modelo ejemplar a seguir para sus súbditos y por ello durante muchos años
no se tuvo ni sublevaciones populares ni se puso en tela de juicio a la
institución monárquica.

Aunque pueda sonarnos exagerado, el faraón aseguraba la estabilidad del


cosmos y el Estado, y por ende, la continuidad de la vida.

La muerte

Significaba el punto de partida para la inmortalización. Era un viaje a la


transmutación del ser terrenal al invenciblemente celestial.

Esta idea venía sostenida gracias a la historia de Osiris, único dios muerto
de manera violenta por su hermano Seth y despertado gracias a su hijo Horus.

De allí que las tumbas egipcias fuera un lugar sagrado con todas las letras;
pues era donde se daba la transfiguración antes nombrada.

Osiris se había tomado como modelo de cada individuo ya que los difuntos
lograban convertirse en “almas”, seres espirituales y por ello indestructibles.

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Crisis y anarquía

Pero no todo fue color de rosa. Cuando Pepi II, el último faraón de la
dinastía VI, hubo muerto; Egipto sufre una guerra civil y el Estado se hunde. El
desorden y el caos asolan al país.

La figura del faraón es entonces puesta en duda y con él, la vida más allá
de la muerte. Egipto sufre vandalismo no solo de un pueblo a otro, sino
también con los saqueos de las tumbas. Colapsa la realiza como símbolo
divino, la muerte se empieza a ver subestimada. Esta crisis también pone en
jaque el significado de la vida misma.

Egipto debilitado fue atracción de otros pueblos que también intentaban


expandirse. Con la invasión de los Hicsos, de origen sirio, Egipto entra en una
guerra. Guerra que se suma ya al desbastado estado que tenía el país de las
fronteras para dentro.

Tutmosis III logra reconquistar territorios y llevar con éxito las luchas de
liberación. Se muestra piadoso con sus enemigos y la vida entre unos y otros
se funde. Egipto ahora adopta dioses y creencias de los hicsos también. La
cultura tradicional del país se ve amenazada y por ello poco a poco Amon-Ra
va universalizándose como uno de los dioses más importantes y al que unos y
otros más valoraban.

Con esta situación y con Amon Ra como centro del resto de los dioses, los
sacerdotes se fortalecen cada vez más como figuras de poder, casi tanto como
para someter muchas veces las voluntades de los faraones. Por ello, Akenatón
intentó instaurar el monoteísmo diciendo haber sido iluminado y enviado por
Atón. Algo que no gustó en absoluto a los sacerdotes.

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Akenatón establece, más que un monoteísmo, una nueva tríada divina:
Atón, él mismo y su reina, Nefertiti. Sólo el faraón y su consorte poseen las
claves del nuevo culto. El pueblo ha de adorarlos a ellos y sólo a través de ellos
llega a Atón. El atonismo fue en la práctica un instrumento de control político.

No fue sino hasta la llegada de Tutankamón al trono que Egipto no vio su


cultura religiosa restaurada.

Propuesta:

1. Investiga acerca de la historia de Osiris para entender sobre la


importancia que tuvo como modelo de la vida egipcia.

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