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María Sabina se hace popular gracias a

Robert Gordon Wasson


Proveniente de una familia de curanderos (su abuelo, su bisabuelo, su tía y otros
miembros de su familia habían sido destacados chamanes) desde muy joven
aprendió el uso de los hongos y plantas con fines medicinales. Durante años se
dedicó a la siembra del frijol y del maíz y a la sanación a través de sus
conocimientos. Era una persona muy humilde que no lucraba con su trabajo, lo
hacía a voluntad, esperando a cambio lo que cada paciente pudiera dejarle. Pero
en 1953 fue visitada por el antropólogo estadounidense Robert Gordon Wasson
y a partir de allí se volvió conocida internacionalmente.

Wasson venía investigando el uso de los hongos alucinógenos por diferentes


culturas y en 1952 llegó a sus manos un artículo de prensa acerca de la
utilización que de éstos se hacía en la cultura mexicana. Esto interesó mucho al
antropólogo, quien viajó a la sierra mazateca en 1953 para conocer más sobre la
temática.

Luego de varias idas y venidas, María Sabina recibió a Wasson y lo hizo


participar de un ritual enseñándole el uso de los hongos e invitándolo a
probarlos. Todas las charlas y experiencias que mantuvo con ella fueron
grabadas y pasados los años, fueron publicadas en libros (como ser: El hongo
maravilloso: Teonanácatl Micolatría en Mesoamérica, en el cual se da a conocer
el uso de los hongos y el ritual que se realiza en torno a ellos en la cultura
mazateca, The Wonderous Mushroom), revistas e incluso un disco en el que se
registran los cánticos de la curandera durante los rituales.

El eje de los libros y artículos de Wasson, fue la figura de María Sabina, que se
volvió muy popular y conocida, sobre todo para la cultura hippie que en esos
años estaba en auge y deliraba por las sustancias alucinógenas. Se convirtió así
en una especie de ícono para los hippies que invadieron las montañas de
Oaxaca en la búsqueda de los ansiados hongos.

La vida de María Sabina dio un giro de 180 grados a partir de entonces, ya que
comenzó a recibir visitas de muchísimos turistas locales y extranjeros con fines
científicos o atraídos por una experiencia psicodélica. Entre las personalidades
más conocidas que llegaron a conocer a la curandera están: los integrantes
de The Rolling Stones, The Beatles, Bob Marley, Aldous Huxley, entre otros.

La muerte de María Sabina


María Sabina falleció el 22 de noviembre de 1985, a los 91 años, en medio de la
miseria y la indiferencia. Ya que si bien su popularidad pudo haberle dado un
buen pasar económico, ella no lucró con sus conocimientos y por momentos,
junto con el reclamo de su comunidad, ella misma se cuestionó haber dado a
conocer el poder de sus hongos al mundo. Pese a todo, fue enaltecida por su
pueblo y glorificada por el mundo como símbolo de búsqueda del conocimiento y
la sabiduría.

“Aquí reposan los restos de una mujer mazateca que con su


sabiduría fue admirada por propios y extraños”
Epitafio de María Sabina

¿Por qué la historia de María Sabina, una mujer indígena de


vida sencilla ha dado la vuelta al mundo? Es la mirada del
Occidental la que busca entender quién era ella, un pueblo
cómplice de su arte que sólo la observa y admira. Muchos
mitos se han construido al rededor de ella, sobre sus
ceremonias y rituales pero tuvo que entrar la perspectiva del
extranjero, el investigador Gordon Wasson, para que con sus
investigaciones le diera voz en el mundo.

María Sabina, es sólo la puerta para ver a los pueblos que hay
detrás de ella; es una ventana para entender que existen otras
formas de mirar el mundo. El consumo del peyote como
sustancia alucinógena es el umbral a otras realidades y en los
pueblos ancestrales, cuando se percibe el mundo la realidad
de esta forma, se encuentra la comunión con los seres
inanimados y los animales, se es montaña, río, cielo, águila…
¿Qué vio Sabina?, ¿Qué veía que podía no sólo curar sino
trascender y atravesar mundos? En los rituales, el consumo de
hongos es parte del tránsito a otros recintos, pero en ese
camino hay que saber entrar para no perderse. Sabina pide:
“¡Dame! ¡Dame lo que es verdadero!" Al cigarro le pide una
respuesta, un camino para recorrer y él le susurra verdades
con su voz de humo.

Conoceremos aquí a la mujer sin sangre, la mujer de humo que


atrajo a las más diversas personalidades del mundo que en
Occidente se muestran sedientas ante las manifestaciones
espirituales de otras tradiciones. Sabemos que los Beatles
visitaron la India en la búsqueda de paz espiritual, del mismo
modo, medios como la revista Life difundieron la historia de
Sabina en el mundo y muchos artistas buscaron conocerla
como “gurú” o guía.
Ella era auténtica y ordinaria; periodistas de todo el mundo se
aprestaron a conocerla y fue tal la euforia que se inventó
incluso la visita de artistas con la fama de John Lennon o Paul
McCartney. Notas realmente absurdas se escribieron en las
columnas de los periódicos, pese a ello, Sabina siguió siendo
sólo Sabina. Sin necesidad de conocer a celebridades, de ser
reconocida o defendida, ella construyó una vida ordinaria en la
que visitó mundos extraordinarios.

Asomémonos a la vida de Sabina que los periodistas del


mundo, en su avidez por sacar una gran nota, poca atención
prestaron en los pequeños detalles de su historia.
La católica no canonizada

Wasson era, cuando la conoció, un funcionario de la banca de


Estados Unidos. Costó trabajo decidir si hacer o no pública la
vida de Sabina, pero sabía que el mundo debía conocerla. Su
experiencia con ella se describe en “Mushrooms, Rusia and
history” y “Flesh of the Gods”. A sus 87 años y con la salud
deteriorada, Watson escribía a un amigo en una carta: “La
iglesia debe canonizarla. Su carácter fue impecable. Siempre
fue fiel católica. Aún de la gente que la odiaba”.
Evidentemente, María nunca sería canonizada, Sabina era
sabia y curandera, reconocida en la Iglesia por su labor, pero
considerada como algo “aparte”. No se arriesgarían a
canonizar la imagen de una maestra y conocedora que usaba
sustancias consideradas psicotrópicas, que conocía y veía al
modo de los hechiceros.
La curandera que fue madre

Tuvo 3 hijos, podría parecer que no tiene nada de


extraordinario, pero la mujer que cura no debe tener trato con
los hombres, cuatro días antes y cuatro días después. Cuando
quedó viuda por segunda vez, entendió que debía entregarse a
su destino y ser curandera para ello emprendería ese viaje
sola. Ella se conformó como la mujer sin sangre, la madre de
todos que leía y curaba.
Los “niñitos” que son ciencia que cura

Igual que ocurrió a Castaneda con Don Juan, María Sabina.


Las investigaciones del investigador Gordon Wasson de Nueva
York, han ayudado al desarrollo de la etnomicología, el uso
ritual de los hongos por los pueblos. Los
“niñitos”, hongos sagrados, la acompañaban en sus rituales de
curación. Son ellos los que curan, decía ella, después de
ingerirlos ella junto con sus pacientes, ambos vomitaban “el
mal” que habían absorbido y que ahora “los niñitos” le habían
ayudado a liberar del cuerpo de los enfermos.

El sueño como un viaje

Cuando dormimos, el espíritu vaga como tlacuache, tigre o


zopilote. Cuando no se duerme y se toman hongos, la velada
permite otro viaje para ver a través del tiempo y curar. Los
hongos hablan por la voz de Sabina y sus palabras levantan a
los enfermos, a quienes se unta con un San Pedro, que es una
mezcla con cal y ajo, que les da fuerza y valor. Los hongos
divinos hacen para ella el resto del trabajo; sin embargo, no
todos pueden “ver” comiendo hongos. Para Sabina quienes no
nacían para ser sabios, no pueden alcanzar a entender el
lenguaje de los hongos, aunque hagan muchas veladas.
Huahutla, su tierra, hoy un pueblo mágico

Hoy el pueblo que vio nacer a María Sabina es pueblo


mágico. Oaxaca , que es representativa de belleza natural y
tradición, ha sido el corazón de la Sierra Mazateca, donde
suben los chamanes, sabios y curanderos a pedir paz,
armonía, fertilidad. Sabina pedía a las ánimas el poder para
enfrentar el mal.
Saber y conocer no es lo mismo

De manera paralela que Castaneda con hizo con Don Juan, el


indígena yaqui, la relación entre Wason y Sabina permitió al
mundo conocer, más que a la mujer anciana que fumaba
marihuana. Más allá de la ciencia, existen otros modos de ver
el mundo y de acceder a otras formas de conocimiento. Al
contrario de los conquistadores españoles, que buscaban
destruir la raíz india, los saberes ancestrales deben ser
cuidados, resguardados por los pueblos indios, son hoy ante la
crisis de nuestra civilización, de valor incalculable para la
humanidad.

Cantos chamánicos: la conexión con otra realidad


Sus cantos fueron grabados por Wason y traducidos,
desenmarañando además las palabras secretas de los
chamanes. Sus cantos están marcados por elementos clave:
un instrumento musical que acompaña el canto, invocaciones a
San Pedro y Jesucristo, ritmo, (a jum, jum, jum), movimiento
corporal como sentarse y pararse, significativo de quien tiene
vida.
Uno de los cantos chamánicos de Sabina reza:
Soy mujer que mira hacia adentro
Soy mujer luz del día
Soy mujer luna
Soy mujer estrella de la mañana
Soy mujer estrella dios
Soy la mujer reloj
Soy la mujer constelación
Soy la mujer constelación bastón
Porque podemos subir al cielo
Porque soy la mujer pura
Soy la mujer del bien
porque puedo entrar y salir del reino de la muerte.

Hasta hoy día se han realizado documentales que merecen una


atenta mirada para romper el morbo sobre una
mujer indígena de 69 años que fumaba marihuana y consumía
peyote. Para ella estos eran medios para acceder a su labor de
curar. El conocimiento ancestral que engendra esta práctica
seguirá, pese a su muerte, siendo práctica por los pueblos
indios.
Wason fue un traductor de Sabina para mostrarla al mundo,
sólo la relación personal entre ambos dio la posibilidad de
contar su historia más allá del morbo de las cámaras, retratarla
con la palabra fiel de quien tuvo que traducir y contar la
historia de otra cultura, la de los pueblos indios y su visión
sobre el conocer, ver y sentir.
Son ellos, los guardadores del tiempo, los que miran más allá
del humo y del tiempo, los que siguen como Sabina, cuidando
los umbrales del mundo. Ella es la mujer reloj, la que mide el
tiempo, su propio tiempo. Mujer simple, sembradora de maíz y
de sueños.

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