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El eje de los libros y artículos de Wasson, fue la figura de María Sabina, que se
volvió muy popular y conocida, sobre todo para la cultura hippie que en esos
años estaba en auge y deliraba por las sustancias alucinógenas. Se convirtió así
en una especie de ícono para los hippies que invadieron las montañas de
Oaxaca en la búsqueda de los ansiados hongos.
La vida de María Sabina dio un giro de 180 grados a partir de entonces, ya que
comenzó a recibir visitas de muchísimos turistas locales y extranjeros con fines
científicos o atraídos por una experiencia psicodélica. Entre las personalidades
más conocidas que llegaron a conocer a la curandera están: los integrantes
de The Rolling Stones, The Beatles, Bob Marley, Aldous Huxley, entre otros.
María Sabina, es sólo la puerta para ver a los pueblos que hay
detrás de ella; es una ventana para entender que existen otras
formas de mirar el mundo. El consumo del peyote como
sustancia alucinógena es el umbral a otras realidades y en los
pueblos ancestrales, cuando se percibe el mundo la realidad
de esta forma, se encuentra la comunión con los seres
inanimados y los animales, se es montaña, río, cielo, águila…
¿Qué vio Sabina?, ¿Qué veía que podía no sólo curar sino
trascender y atravesar mundos? En los rituales, el consumo de
hongos es parte del tránsito a otros recintos, pero en ese
camino hay que saber entrar para no perderse. Sabina pide:
“¡Dame! ¡Dame lo que es verdadero!" Al cigarro le pide una
respuesta, un camino para recorrer y él le susurra verdades
con su voz de humo.