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FIDELIDAD

FIDELIDAD la lealtad humana y la eleva al orden de la


gracia. En esa línea, acostumbra a recurrir
1. Fidelidad, lealtad y perseverancia. 2. Fi- a imágenes y modelos de lealtad humana
delidad de Dios y fidelidad del cristiano. 3.
para ilustrar la fidelidad cristiana como tal,
Fiel en lo poco. 4. Lealtad a la Iglesia.
sin olvidar que, para él, lo humano y lo di-
La fidelidad es una virtud que lleva a vino deben estar siempre armónicamente
ser firme y constante en la ejecución de unidos.
los compromisos moralmente rectos que Íntimamente ligada a la fidelidad está
se han adquirido y a no faltar a la palabra también la “perseverancia”, que vendría
dada. Es virtud esencial para el buen de- a ser su consecuencia principal, su ma-
sarrollo de la vida social y en las relacio- nifestación más visible. Más aún, no hay
nes con Dios. La referencia a la fidelidad verdadera fidelidad si no es perseverante,
es muy frecuente en la enseñanza de san si no se vive siempre y para siempre. Por
Josemaría. No es extraño porque la fideli- eso, son virtudes muy relacionadas con la
dad pertenece al ámbito de la justicia, que, esperanza: “A mí, y deseo que a vosotros
desde una perspectiva bíblica, se identifica os ocurra lo mismo, la seguridad de sen-
con la santidad. En todo caso, san Jose- tirme –de saberme– hijo de Dios me llena
maría la ve íntimamente unida a la santidad de verdadera esperanza que, por ser vir-
misma y al apostolado, en cuanto llamada tud sobrenatural, al infundirse en las cria-
divina –vocación– y respuesta a esa lla- turas se acomoda a nuestra naturaleza, y
mada: “Cristo ha puesto como condición, es también virtud muy humana. Estoy feliz
para el influjo de la actividad apostólica, la con la certeza del Cielo que alcanzaremos,
santidad; me corrijo, el esfuerzo de nues- si permanecemos fieles hasta el final; con
tra fidelidad, porque santos en la tierra no la dicha que nos llegará, quoniam bonus,
lo seremos nunca. Parece increíble, pero porque mi Dios es bueno y es infinita su
Dios y los hombres necesitan, de nuestra misericordia” (AD, 208).
parte, una fidelidad sin paliativos, sin eu-
femismos, que llegue hasta sus últimas
2. Fidelidad de Dios y fidelidad del cris-
consecuencias, sin medianías ni compo-
tiano
nendas, en plenitud de vocación cristiana
asumida y practicada con esmero” (AD, 5). El principal apoyo para la fidelidad del
cristiano es, para san Josemaría, la mis-
Éste es el contexto en el que habla ha-
ma fidelidad de Dios. Dios, que es siem-
bitualmente de fidelidad: fidelidad a la vo-
pre fiel, es la garantía mayor, el principal
cación cristiana, a la llamada universal a la
fundamento de nuestra propia lealtad. Con
santidad y al apostolado, y a la concreción
la gracia de Dios, el cristiano se atreve a
que Dios mismo hace a través de la vo-
proponerse ser fiel: “¿Que cuál es el fun-
cación personal de cada uno en la Iglesia.
damento de nuestra fidelidad? –Te diría, a
grandes rasgos, que se basa en el amor de
1. Fidelidad, lealtad y perseverancia Dios, que hace vencer todos los obstácu-
En los escritos y la predicación del los: el egoísmo, la soberbia, el cansancio,
fundador del Opus Dei, junto a la fideli- la impaciencia...” (F, 532). Y esto con con-
dad ocupa un lugar importante la lealtad, fianza plena, sabiendo que “si no le dejas,
como si fueran conceptos prácticamente Él no te dejará” (C, 730); “Dios no se deja
equivalentes (cfr. Burkhart - López, II, pp. ganar en generosidad, y –¡tenlo por bien
433-434). A veces, sin embargo, parece cierto!– concede la fidelidad a quien se le
que la distingue, considerándola como el rinde” (F, 623). Incluso si en algún momen-
sustrato meramente humano de la fideli- to le dejáramos, Él acudiría con su gracia
dad que, como virtud sobrenatural, asume para ayudarnos a reemprender el camino,

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ya que, como dice san Pablo, “Dios es fiel, sin volver la cara atrás” (F, 420). El pun-
y no puede negarse a sí mismo” (2 Tm 2, to recién citado parece clave para captar
13). Por eso, san Josemaría, que acudía y toda la hondura y la importancia que el
enseñaba a acudir para todo a Dios, lo ha- fundador del Opus Dei atribuye a la fideli-
cía con más intensidad cuando se trataba dad como virtud cristiana: es una fidelidad
de ser fiel: “Señor, solamente confiaré en que se apoya en Dios mismo, eternamen-
Ti. Ayúdame, para que te sea fiel, porque te fiel e inmutable, todopoderoso, firme e
sé que de esta fidelidad en servirte, dejan- inquebrantable. Por eso, basta un instante
do en tus manos todas mis solicitudes y de contemplación de esa eterna fidelidad
cuidados, puedo esperarlo todo” (F, 903). divina para seguir adelante con la propia
Sin embargo, la confianza en Dios, de- fidelidad, que viene de Él. La fidelidad es
cisiva e imprescindible, no excusa de la ne- confianza en Dios mismo.
cesidad del esfuerzo personal por ser fiel, Hay dos textos importantes de san Pa-
más bien al contrario: la fidelidad es lucha blo, en los que san Josemaría se apoyaba
y correspondencia a la gracia: “Ser fiel a especialmente para esta enseñanza. Cita-
Dios exige lucha. Y lucha cuerpo a cuerpo, mos un pasaje en el que aparecen unidos:
hombre a hombre –hombre viejo y hombre “No podemos abandonar nunca la con-
de Dios–, detalle a detalle, sin claudicar” fianza de llegar a ser santos, de aceptar las
(S, 126). En la práctica, san Josemaría es invitaciones de Dios, de ser perseveran-
muy consciente de los altibajos que puede tes hasta el final. Dios, que ha empezado
sufrir el alma, aunque sepa que la ayuda en nosotros la obra de la santificación, la
nunca falta. Por eso, insiste en el valor de llevará a cabo (cfr. Flp 1, 6). Porque si el
las sombras tanto como en el de las luces, Señor está por nosotros, ¿quién contra no-
en el conjunto de la perseverancia: “Me sotros? El que ni a su propio Hijo perdonó,
confiabas que Dios, a ratos, te llena de luz; sino que le entregó a la muerte por todos
en otros, no. Te recordé, con firmeza, que nosotros, ¿cómo, después de habernos
el Señor es siempre infinitamente bueno. dado a su Hijo, dejará de darnos cualquier
Por eso, para seguir adelante, te bastan otra cosa? (Rm 8, 31-32)” (ECP, 176).
esos tiempos luminosos; aunque los otros A la hora de desglosar el objeto de la
también te aprovechan, para hacerte más fidelidad, a san Josemaría le gustaba ha-
fiel” (S, 341). “¡Anímate!..., también cuando cer especial referencia a tres realidades
el caminar se hace duro. ¿No te da alegría nucleares: “Suelo afirmar que tres son los
que la fidelidad a tus compromisos de cris- puntos que nos llenan de contento en la
tiano dependa en buena parte de ti? Llé- tierra y nos alcanzan la felicidad eterna del
nate de gozo, y renueva libremente tu de- Cielo: una fidelidad firme, delicada, ale-
cisión: Señor, yo también quiero, ¡cuenta gre e indiscutida a la fe, a la vocación que
con mi poquedad!” (F, 361). cada uno ha recibido y a la pureza. El que
En la línea de un posible alternarse se quede agarrado a las zarzas del camino
de luces y sombras, san Josemaría evo- –la sensualidad, la soberbia...–, se queda-
ca incluso la posibilidad de un predominio rá por su propia voluntad y, si no rectifica,
claro de estas últimas en la vida espiritual será un desgraciado por haber dado la es-
de una persona. El criterio es, todavía en- palda al Amor de Cristo” (AD, 187).
tonces, la fidelidad firmemente apoyada Como queda patente, san Josemaría
en la confianza en Dios: “Tú, que has visto ve una estrecha relación entre felicidad y
clara tu condición de hijo de Dios, aunque fidelidad (cfr. S, 84): el parecido de esos
ya no la volvieras a ver –¡no sucederá!–, términos en castellano le permite realizar
debes continuar adelante en tu camino, un cierto juego gramatical que le sirve para
para siempre, por sentido de fidelidad, mostrar algo muy profundo: si la fidelidad

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lleva a la santidad, lleva a la felicidad plena recomendando en orden a la santificación


y definitiva, pero también, por lo mismo, en medio del mundo que enseñaba.
“llena de contento en la tierra”. Como, por Sobre el segundo polo de ese binomio
lo demás, lo confirma la experiencia, basta –doctrina de teólogos–, podemos recordar
mirar a nuestro alrededor: una mujer o un esta otra reflexión de nuestro autor: “La
hombre fieles suelen rebosar felicidad, y lealtad exige hambre de formación, porque
siembran paz y alegría por donde pasan. –movido por un amor sincero– no deseas
En los escritos y la predicación de correr el riesgo de difundir o defender, por ig-
san Josemaría encontramos también re- norancia, criterios y posturas que están muy
ferencia a los medios para ser fieles que, lejos de concordar con la verdad” (S, 346).
en suma, son todos los elementos que for- El ser humano, en efecto, debe ser
man parte de una vida cristiana vivida en consciente de la necesidad de la fidelidad
plenitud. También aquí le gustaba destacar respecto a los demás; y esto tanto en lo
algunos: “En este clima de la misericor- humano –lealtad al compromiso, fidelidad
dia de Dios, se desarrolla la existencia del en las relaciones y en el trabajo– como en
cristiano. Ése es el ámbito de su esfuerzo, lo sobrenatural, ya que nuestra vida influye
por comportarse como hijo del Padre. ¿Y en la vida de otros. Esa consideración debe
cuáles son los medios principales para lo- espolear el empeño personal por unir de
grar que la vocación se afiance? Te seña- forma coherente la fe cristiana y la lealtad:
laré hoy dos, que son como ejes vivos de “Hay muchas personas a tu alrededor, y no
tienes derecho a ser obstáculo para su bien
la conducta cristiana: la vida interior y la
espiritual, para su felicidad eterna. –Estás
formación doctrinal, el conocimiento pro-
obligado a ser santo: a no defraudar a Dios,
fundo de nuestra fe” (ECP, 8).
por la elección de que te ha hecho objeto;
El binomio vida interior y formación ni tampoco a esas criaturas, que tanto es-
doctrinal es coherente con toda su ense- peran de tu vida de cristiano” (F, 20).
ñanza espiritual, que busca siempre un El deseo sincero y el propósito firme
equilibrio entre la inteligencia y el corazón: de ser fiel estaban afirmados en lo más
por ejemplo, cuando insiste en la necesi- hondo del alma de san Josemaría, y lo ex-
dad de tener “piedad de niños y doctrina presaba con frecuencia en una jaculatoria
de teólogos” (ECP, 10). Y está relacionado consistente de una sola palabra latina que
directamente con su insistencia en el cum- invitaba a repetir: Serviam!, Te serviré. “Ese
plimiento de las que solía llamar “normas” grito –”serviam!”– es voluntad de “servir”
del plan de vida espiritual, como desplie- fidelísimamente, aun a costa de la hacien-
gue práctico de la vida interior, y por tanto da, de la honra y de la vida, a la Iglesia de
como garantía de esa fidelidad: “Y ¿cómo Dios” (C, 519). “El “non serviam” de Sa-
adquiriré “nuestra formación”, y cómo tanás ha sido demasiado fecundo. –¿No
conservaré “nuestro espíritu”? –Cumplién- sientes el impulso generoso de decir cada
dome las normas concretas que tu Director día, con voluntad de oración y de obras,
te entregó y te explicó y te hizo amar: cúm- un “serviam” –¡te serviré, te seré fiel!– que
plelas y serás apóstol” (C, 377). Consejo supere en fecundidad a aquel clamor de
que hace referencia a las concretas prác- rebeldía?” (C, 413).
ticas de vida espiritual recibidas de la Tra-
dición (oración mental, santa Misa, rosario, 3. Fiel en lo poco
lectura espiritual, confesión, exámenes de Coherentemente con su enseñanza
conciencia, etc.), que san Josemaría reco- sobre la santificación de la vida ordinaria y
mendaba desde el inicio de su labor sa- el valor de las cosas pequeñas en las que
cerdotal (cfr. CECH, p. 287) y que continuó esa vida suele consistir, a san Josemaría

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le gustaba destacar la importancia de la fi- es en lo mucho (Lc 16, 10). Que es como
delidad en lo pequeño, recordando lo que si nos recordara: lucha cada instante en
dice el mismo Jesucristo en la parábola de esos detalles en apariencia menudos, pero
los talentos (Mt 25, 21-23): “Porque fuiste grandes a mis ojos; vive con puntualidad el
“in pauca fidelis” –fiel en lo poco–, entra cumplimiento del deber; sonríe a quien lo
en el gozo de tu Señor. –Son palabras de necesite, aunque tú tengas el alma dolori-
Cristo. –”In pauca fidelis!...” –¿Desdeñarás da; dedica, sin regateo, el tiempo necesa-
ahora las cosas pequeñas si se promete la rio a la oración; acude en ayuda de quien
gloria a quienes las guardan?” (C, 819). te busca; practica la justicia, ampliándola
Aunque afirme que esa fidelidad se con la gracia de la caridad” (ECP, 77).
manifiesta también en lo poco, san Jose- No estamos ante una consideración
maría tiene siempre presente que es una meramente teórica, sino también ante la
fidelidad grande, una fidelidad heroica, experiencia triste de quien renuncia a ser
como es propio de la única y verdadera fiel. San Josemaría la evoca remitiendo
santidad. La insistencia del fundador del a un texto de la Sagrada Escritura: “Me
Opus Dei en lo ordinario como medio de hace temblar aquel pasaje de la segunda
santidad no significa que rebaje el listón de epístola a Timoteo, cuando el Apóstol se
la santidad en cuanto tal, pues, en realidad, duele de que Demas escapó a Tesalónica
no se puede rebajar: si no es heroica, no es tras los encantos de este mundo... Por una
santidad, no es la santidad de Dios. La cla- bagatela, y por miedo a las persecuciones,
ve se encuentra, una vez más, en la inten- traicionó la empresa divina un hombre, a
sidad del amor: “Hacedlo todo por Amor. quien San Pablo cita en otras epístolas
–Así no hay cosas pequeñas: todo es gran- entre los santos. Me hace temblar, al co-
de. –La perseverancia en las cosas peque- nocer mi pequeñez; y me lleva a exigirme
ñas, por Amor, es heroísmo” (C, 813). fidelidad al Señor hasta en los sucesos que
San Josemaría presenta también la pueden parecer como indiferentes, por-
misma idea desde la perspectiva contra- que, si no me sirven para unirme más a Él,
ria, es decir, desde el peligro que suponen ¡no los quiero!” (S, 343).
para el alma una multiplicación o repetición Es claro, por lo demás, que la fideli-
de pequeñas infidelidades: ““Qui fidelis est dad en lo poco es “heroica” si es tenaz y
in minimo et in maiori fidelis est” –quien es constante; lo que nos reconduce a la es-
fiel en lo poco también lo es en lo mucho. trecha relación entre fidelidad y perseve-
–Son palabras de San Lucas que te señalan rancia, y permite señalar que una manifes-
–haz examen– la raíz de tus descaminos” tación clara y práctica de la fidelidad es el
(C, 243). “Hemos de convencernos de que esfuerzo por seguir avanzando en la vida
el mayor enemigo de la roca no es el pico o espiritual, aunque sea sólo un poco más
el hacha, ni el golpe de cualquier otro ins- cada día. En estas palabras, se advierte el
trumento, por contundente que sea: es ese propósito eficaz de no detenerse nunca:
agua menuda, que se mete, gota a gota, “Desde nuestra primera decisión cons-
entre las grietas de la peña, hasta arruinar ciente de vivir con integridad la doctrina
su estructura. El peligro más fuerte para el de Cristo, es seguro que hemos avanzado
cristiano es despreciar la pelea en esas es- mucho por el camino de la fidelidad a su
caramuzas, que calan poco a poco en el Palabra. Sin embargo, ¿no es verdad que
alma, hasta volverla blanda, quebradiza e quedan aún tantas cosas por hacer?, ¿no
indiferente, insensible a las voces de Dios. es verdad que queda, sobre todo, tanta
Oigamos al Señor, que nos dice: quien es soberbia? Hace falta, sin duda, una nueva
fiel en lo poco, también lo es en lo mucho, mudanza, una lealtad más plena, una hu-
y quien es injusto en lo poco, también lo mildad más profunda, de modo que, dis-

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minuyendo nuestro egoísmo, crezca Cristo “Estamos contemplando el misterio de la


en nosotros, ya que illum oportet cresce- Iglesia Una, Santa, Católica, Apostólica.
re, me autem minui (Jn 3, 30), hace falta Es hora de preguntarnos: ¿comparto con
que Él crezca y que yo disminuya. No es Cristo su afán de almas? ¿Pido por esta
posible quedarse inmóviles. Es necesario Iglesia, de la que formo parte, en la que
ir adelante hacia la meta que San Pablo he de realizar una misión específica, que
señalaba: no soy yo el que vivo, sino que ningún otro puede hacer por mí? Estar en
Cristo vive en mí (Ga 2, 20). La ambición es la Iglesia es ya mucho: pero no basta. De-
alta y nobilísima: la identificación con Cris- bemos ser Iglesia, porque nuestra Madre
to, la santidad. Pero no hay otro camino, si nunca ha de resultarnos extraña, exterior,
se desea ser coherente con la vida divina ajena a nuestros más hondos pensamien-
que, por el Bautismo, Dios ha hecho nacer tos (…). Si acaso oís palabras o gritos de
en nuestras almas. El avance es progreso ofensa para la Iglesia, manifestad, con hu-
en santidad; el retroceso es negarse al de- manidad y con caridad, a esos desamo-
sarrollo normal de la vida cristiana. Porque rados, que no se puede maltratar a una
el fuego del amor de Dios necesita ser ali- Madre así. Ahora la atacan impunemente,
mentado, crecer cada día, arraigándose en porque su reino, que es el de su Maestro y
el alma; y el fuego se mantiene vivo que- fundador, no es de este mundo” (pp. 37-38).
mando cosas nuevas” (ECP, 58). Recojamos, para acabar, una impor-
tante enseñanza más de san Josemaría
4. Lealtad a la Iglesia sobre la fidelidad: el papel decisivo de la
Para san Josemaría, la fidelidad a Dios Santísima Virgen María, con su ejemplo y
es inseparable de la lealtad a la Iglesia, que su intercesión: “Cuando se ha producido la
es cuerpo de Cristo y templo del Espíritu desbandada apostólica y el pueblo embra-
Santo: ““Carga sobre mí la solicitud por vecido rompe sus gargantas en odio hacia
todas las iglesias”, escribía San Pablo; y Jesucristo, Santa María sigue de cerca a
este suspiro del Apóstol recuerda a todos su Hijo por las calles de Jerusalén. No le
los cristianos –¡también a ti!– la responsa- arredra el clamor de la muchedumbre, ni
bilidad de poner a los pies de la Esposa deja de acompañar al Redentor mientras
de Jesucristo, de la Iglesia Santa, lo que todos los del cortejo, en el anonimato, se
somos y lo que podemos, amándola fidelí- hacen cobardemente valientes para mal-
simamente, aun a costa de la hacienda, de tratar a Cristo. Invócala con fuerza: «Virgo
la honra y de la vida” (F, 584). fidelis!» –¡Virgen fiel!, y ruégale que los que
nos decimos amigos de Dios lo seamos de
En los últimos años de su vida, que
veras y a todas las horas” (S, 51).
coinciden con el periodo difícil que atrave-
só la Iglesia a partir de mediados de la dé- Voces relacionadas: Esperanza; Fe; Filiación di-
cada de 1960, sufrió intensamente, como vina; Santidad; Vocación.
destacan sus biógrafos, por la crisis de fe
y de lealtad que se manifestó en muchos Bibliografía: AIG, pp. 13-38; C, 983-999; S,
cristianos, también sacerdotes y religio- 340-371; Ernst Burkhart - Javier López, Vida
sos. Esto motivó que, además de su ora- cotidiana y santidad en la enseñanza de San
ción, su mortificación y el ofrecimiento de Josemaría. Estudio de teología espiritual, II, Ma-
su vida por la Iglesia, acentuara especialí- drid, Rialp, 2011; Francisco Fernández-Carvajal
simamente las llamadas a la fidelidad en su - Pedro Beteta, Hijos de Dios. La filiación divina
predicación y sus escritos. Basta recordar que vivió y predicó el Beato Josemaría Escrivá,
Madrid, Palabra, 1995; José Morales, Fidelidad,
la homilía que lleva por título, precisamen-
Madrid, Rialp, 2004.
te, Lealtad a la Iglesia (AIG, pp. 13-38), a
cuya parte final pertenecen estas palabras: Javier SESÉ

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