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Evangelizadora: Nos congrega un Carisma especial “Evangelizar a los pobres en

aquellas situaciones misioneras donde la Iglesia más nos necesite”, Carisma


nacido al calor de la misión y del encuentro con los pueblos originarios de la selva
peruana, es en el rostro de cada hermano y hermana donde descubrimos y
experimentamos a Dios como Padre/Madre y la urgencia de vivir como hermanos
y hermanas.
Queremos dar testimonio de Jesús Resucitado como lo hicieron las primeras
testigos de la resurrección, acogemos con alegría el mandato misionero de hacer
discípulos y discípulas y de ser testigos del Dios de la Vida. Nos sentimos
rodeadas por una nube de testigos, de hombres y mujeres de todas las culturas,
épocas y pueblos que han hecho suyas las palabras de Jesús “Vayan y hagan
discípulos a todos los pueblos”.

Servidora de los más pobres: Al igual que nuestro Maestro, Jesús de Nazareth,
quien se hizo pobre y dedicó toda su existencia a servir a los preferidos de Dios,
nosotras acogemos esta misión como regalo que nos compromete a compartir
nuestra vida con los más pobres, acompañando sus esperanzas, luchas y
sufrimientos.

Misionera: En un mundo en que hombres y mujeres dejan sus pueblos, nosotras


nos sentimos enviadas a romper fronteras y diferencias, porque creemos en la
presencia de Dios en cada pueblo, en la diversidad de búsquedas y horizontes,
tenemos la esperanza de una humanidad de cielos nuevos y tierra nueva.

Liberadora: En un mundo en que la vida se niega a miles de personas por la falta


de alimento, educación, identidad y libertad, nosotras al igual que Jesús nos
comprometemos en la tarea de la liberación integral de nuestros pueblos,
anunciando y celebrando la presencia salvadora de Cristo. Para nosotras hablar
de Dios es hablar de la necesidad de trabajar por la justicia y exigir justicia.
Encarnada: Desde el contacto profundo con Dios que quiso hacer su morada entre
nosotros, nos solidarizamos con los pueblos que sueñan con un mañana más
luminoso, con cada ser humano que busca, cree y trabaja por una vida más digna
y justa, con toda cultura que guarda innumerables riquezas y es habitada por las
semillas del Verbo.

Mariana: Descubrimos en María un referente importante en nuestro discipulado, la


mujer fiel, valiente, que canta y se alegra por la presencia de Dios en su historia y
en la historia de su pueblo. La que acompaña y fecunda la esperanza de la
comunidad desolada de los discípulos y es testigo de la irrupción del Espíritu.
Orante: El silencio es el espacio en el que Dios nos habla, es la experiencia que
nos unifica y nutre nuestro proyecto de vida, como Domingo queremos hablar con
Dios y de Dios a los demás.
Buscadora de la Verdad: Es el estudio descubierto como “manantial de esperanza”
el que nos permite como comunidad buscar la verdad, necesitamos escudriñar la
Palabra de Dios y las ciencias humanas, nos formamos responsablemente para
servir mejor.
Conciencia de Género: Nuestra espiritualidad nos invita y urge a potenciar nuestro
ser de mujeres, conscientes de la riqueza que nos habita y de la explotación que
sufren muchas mujeres en el mundo, es por esto que nos sentimos solidarias con
las mujeres que luchan y trabajan por defender y cuidar la vida. Creemos en que
el Dios Padre/ Madre acompaña y fortalece nuestra esperanza y la de las mujeres
de nuestros pueblos en su peregrinar hacia una sociedad de iguales.

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