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Muerte

Concepto de muerte

La RAE (2018) define la muerte como el cese o término de la vida.


Proviene del latin mors o mortis, cuyo significado es homónimo. (Diccionario)
Amplia el significado de la palabra no solamente a la vida, sino a todo fenómeno
que implique una cesación. Coloquialmente, puede entenderse como algo
exclusivamente humano, ya sea por cuestiones netamente terminológicas, o bien
por ser la muerte humana dónde aparentemente se alcanza un grado de
significación elevado.

Evolución del concepto

Hablar de la evolución del término muerte, supone un detallado análisis de


las diversas concepciones de esta en el mundo (autor x, año x) a través del curso
del pensamiento humano, por tanto haremos un abordaje un tanto más
generalizado a partir de etapas significativas en la historia humana.

El culto a los muertos en la antigúedad

El hombre de Neanderthal, quien hábito la tierra alrededor de hace 60 a 90


mil años, es considerado como el primer homo sapiens, del cual nuestra especie
proviene directamente, e igualmente es la primer especie de homínidos que deja
muestra de la “espiritualidad” primitiva, a través de los entierros que hacían, ya
que en estos no solamente se procedía a enterrar el cadáver sin más, si no que tal
parece que llevaba cierta disposición como los cantos rodados que acompañaban
el cuerpo, el cual se situaba en una posición fetal e igualmente iban de la mano de
ofrendas, tal parece que la muerte no pasaba inadvertida para estos hombres que
poco a poco iban dotándose de más inteligencia. (Cita tal, año tal)

Son precisamente estos ritos, los que llevan a pensar que estos
enterramientos no solo se hacían en pos de respeto al difunto, sino que los
preparaban para “la vida después de la muerte”. En ocasiones se les colocaba
comida, quizá bajo la incógnita del saber si este era un estado permanente o
transitorio, o si bien lo necesitarían en aquel lugar desconocido.
A partir de estos primeros momentos en la evolución del hombre, se
constata que no hay una sociedad humana que no someta a sus difuntos a
atenciones específicas, cuya función es el integrar el fenómeno de la muerte y en
cierta forma, negarla.

La forma en la que este culto se presenta varían a lo largo de la historia,


pero generalmente constituyen un tema de atención para las diferentes culturas,
desde los egipcios y chinos con sus entierros ostentosos hacia sus monarcas,
hasta las cremaciones de los vikingos o los zapotecos en México dan cuenta del
culto que se ha tenido a la muerte en la antigüedad.

¿Cuándo se considera que alguien ha muerto?

Por otra parte, el cuándo se considera a alguien muerto ha variado a lo


largo del tiempo, esto dependiendo de la situación en la que el cuerpo se
encuentre, al principio se tomaba que la muerte se daba cuando el cuerpo dejaba
de respirar, y se verificaba a través de pruebas relativas a la respiración;
posteriormente se tomó como referente al latido cardiaco como único y definitivo
signo vital, sin embargo esto resultaba no ser del todo correcto y se uso como
referente la putrefacción, inclusive alrededor del siglo XVII hubo un auge en el uso
de campanillas en los sepulcros de los difuntos, para saber si no se había
enterrado a alguien vivo.

Hoy por hoy, se tiene como referente de que alguien ha muerto, el cese de
las funciones cerebrales y se le denomina muerte encefálica, de la cual derivan
otros tipos de concepciones. Este concepto puede permanecer inamovible por
alguna cantidad de años, debido a la imposibilidad de la realización de un
transplante encefálico, que si bien resulta un reto para la medicina ya se han
comenzado a realizar los primeros ensayos, así que este concepto podría
modificarse en unos pocos años.
Aspectos psicológicos, sociales y religiosos.

Estos tres aspectos, van de la mano del modo de ver y afrontar la muerte.
Desde un punto de vista social, la muerte hoy día se puede ver desde la óptica de
algo inevitable o bien como algo indeseado. En la sociedad occidental actual, la
muerte se ve como un fracaso, los médicos centran sus esfuerzos en aumentar los
tiempos de vida de los pacientes, y las propias personas se aferran a un esquema
en lo que lo más preciado es la vida en sí, llegando inclusive a olvidarse del hecho
de vivir.

En tanto a la religión, desde la teología judeo-cristiana se entiende a la


muerte como el castigo por el pecado, sin embargo es honrada como un proceso
de paso hacia la siguiente vida; caso contrario se da cuando tiene lugar el suicidio,
este es visto como algo horroroso desde el punto de vista religioso, en la teología
católica se les niega el sepulcro y los ritos de entierro a las personas que hayan
cometido suicidio, esto a su vez puede llegar a generar un estigma social para los
sobrevivientes, lo cual complica severamente el proceso de duelo y la forma en la
que se percibe la muerte.

El aspecto psicológico compete a la percepción de la muerte en sí, está a


su vez es multifactorial, llendo de la mano de la cultura y creencias de la persona,
y va de la mano de los otros dos factores, igualmente está relacionado con el nivel
de desarrollo cognoscitivo, no es lo mismo el como un niño afronte la muerte a
como un adulto mayor lo haga.
Actitudes

Generales

Las actitudes de una persona hacia la muerte son variables, dependiendo


de una gran cantidad de factores como lo son el estilo de vida, la cultura, el
contexto socio-histórico al igual que el desarrollo cognoscitivo de las personas.

Jose Luis Aranguren (1958) distingue y clasifica cinco actitudes que pueden darse
ante la muerte;

 Muerte eludida: No plantearse en ningún momento el hecho de morir,


viviendo como si se fuese inmortal.
 Muerte negada: Consiste en hacer de la muerte en una apariencia,
tomándola como un pasaje.
 Muerte apropiada: Se trata de intentar ser dueño de la propia muerte.
 Muerte buscada: Apadrinada por Sigmund Freud, es la actitud del ser
humano de buscar la muerte.
 Muerte absurda: La nadificación de toda posibilidad. Debido a su carácter
externo, no debe uno de preocuparse por el cuándo, ya que llegara sin
saberse.

Por su parte, Aries (1983) relata que las actitudes varian dependiendo del periodo
histórico, el las nombra por etapas:

 La primera fase llamada muerte domesticada, es cuando no existen


improvisaciones, se muere sabiendo que se va a morir.
 La segunda etapa, situada entre los siglos XIV y XV, supone la
personalización, la muerte aparece como propia.
 A partir del siglo XVIII, la muerte se observa desde una óptica de
exaltación, pero no en la muerte propia, si no que cautiva la muerte del otro.
 La última etapa, se da desde el siglo XX, y es donde la muerte se convierte
en algo prohibido.
Sánchez (2015) presenta las actitudes respecto a la muerte, en virtud de la
aceptación de la misma:

 Aceptación neutral: No se teme, ni se desea, se acepta como uno de los


hechos inalterables de la vida y se intenta sacar el máximo provecho de la
vida.
 Aceptación de acercamiento: Se cree en una vida después de la muerte, se
relaciona con creencias y prácticas religiosas.
 Aceptación de escape: Cuando el sufrimiento y el dolor agobian, la muerte
aparece como escape.

Igualmente, Sánchez plantea las actitudes en el adulto mayor de la siguiente


forma:

 Actitud de temor: Se trata de evitar cualquier aspecto relacionado con la


muerte.
 Actitud de descanso: El tema de la muerte es entendido como la
culminación de un sufrimiento.
 Actitud de serenidad: Cuando se siente satisfecho con lo vivido, y se esta
preparado para la muerte.

Actitudes negativas ante el proceso de muerte

En este aspecto influyen factores como la personalidad, duración de la


enfermedad, interacción con el personal, edad, lugar, tipo de enfermedad, entre
otros factores, así como la presencia o no del dolor.

En tanto a las actitudes negativas sobre la muerte, se toma en cuenta la


agonía y el sufrimiento, esto en relación a que el miedo a la muerte se encuentra
directamente relacionado con la angustia que le generan al paciente algunos
factores, esto puede estar cimentado en el miedo al proceso de la agonía en sí; a
perder el control de la situación; a lo que acontecerá con los suyos tras su muerte;
al miedo de los demás; al aislamiento y a la soledad; a lo desconocido; y el miedo
a que la vida que se ha tenido no haya tenido algún significado.
Conclusión

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