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Luis bruno Ferreira Arndt

Lectura de Textos filosóficos III Prof. Francisco Frank


Filosofia III-UNSTA

Dios y el genio maligno presentado en las meditaciones metafísicas por


Descartes

Las Meditaciones Metafísicas cuyo título original es “Meditationes de prima philosophia, in qua
Dei existentia et animae immortalitas demonstrantur”, es una obra escrita en latín por el Francés
Rene Descartes (S. XVII). en la cual intenta demostrar la existencia de Dios y la distinción real
entre el alma y el cuerpo del hombre. Esta obra está dividida en seis conjuntos de meditaciones.
Descartes en una carta escrita a los Decanos y Doctores de la facultad de Teología de Paris escribe
el porqué de su obra y explica:

“Está manifiesto, parece advertírsenos que todo lo que puede saberse de Dios es ostensible
mediante razones que no es preciso buscar en otro lugar que, en nosotros mismos, y que nuestro
espíritu puede suministrarnos por sí solo. Por todo lo cual he pensado que no sería impertinente
que yo hiciese ver aquí cómo puede eso llevarse a cabo, y qué vía debe seguirse para llegar al
conocimiento de Dios con facilidad y certeza que al de las cosas de este mundo (…) no obstante,
puesto que los condena el Concilio de Letrán, habido bajo León X, y ordena expresamente a los
filósofos cristianos responder a sus argumentos y emplear todas sus fuerzas en manifestar la
verdad, me he atrevido a emprender esa tarea en el presente escrito.”

Por tal Razón Descartes escribe esta obra impulsado por sus convicciones y sin dudar de que Dios
es, Pues le parece oportuno buscar razones claras de modo que ya nadie pueda dudarlo, así, él
descubre un nuevo método de hacer filosofía, ya que para él la existencia de Dios se puede
demostrar dentro del propio entendimiento, incluso antes que las cosas fuera del mismo, y para
ello el afirma haber alcanzado un nuevo método. Justamente este método está expuesto en las
meditaciones 1.
Con este método Descartes afirma que es necesario dudar de todo. Y justamente esto es su
método, dudar de todo hasta alcanzar una idea que sea Clara y distinta de otras ideas, que tal idea
deba ser clara, evidente y verdadera. De este modo seria claro y evidente para todos, y ya nadie
podría dudar sobre la existencia de Dios y el alma del hombre una vez demostrado su existencia
por medio de dicho método.
Así de esta manera descartes emprende su duda metódica, dudando de la existencia de las cosas
sensibles argumentando que los sentidos engañan a veces:

“Todo lo que he admitido hasta el presente como más seguro y verdadero, lo he aprendido de los
sentidos o por los sentidos; ahora bien, he experimentado a veces que tales sentidos me
engañaban, y es prudente no fiarse nunca por entero de quienes nos han engañado una vez”.
Y no duda solamente de lo sensible sino también de lo inteligible, como las verdades matemáticas,
y es este punto que nos gustaría reflexionar. Es donde Descartes se pregunta:

1 antes de las meditaciones ya en su obra “Discurso del método” Descartes había tratado
sobre ello.
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“Y, sin embargo, hace tiempo que tengo en mi espíritu cierta opinión, según la cual hay un Dios
que todo lo puede, por quien he sido creado tal como soy. Pues bien: ¿quién me asegura que el
tal Dios no haya procedido de manera que no exista tierra, ni cielo, ni cuerpos extensos, ni figura,
ni magnitud, ni lugar, pero a la vez de modo que yo, no obstante, sí tenga la impresión de que
todo eso existe tal y como lo veo?”
E introduce la posibilidad de que este Dios sea causa de todo engaño incluso de las verdades
evidentes como las matemáticas:
“Y más aún: así como yo pienso, a veces, que los demás se engañan, hasta en las cosas que creen
saber con más certeza, podría ocurrir que Dios haya querido que me engañe cuantas veces sumo
dos más tres, o cuando enumero o cuando juzgo de cosas aún más fáciles que ésas, si es que son
siquiera imaginables.”
De este modo abre una posibilidad, a considerar que las ideas que el asume como verdaderas sea
producto de un engaño.
¿Pero podría Dios ser causa de semejante acto? A lo cual responde Descartes:
“Es posible que Dios no haya querido que yo sea burlado así, pues se dice de Él que es la
suprema bondad. Con todo, si el crearme de tal modo que yo siempre me engañase repugnaría a
su bondad, también parecería del todo contrario a esa bondad el que permita que me engañe
alguna vez, y esto último lo ha permitido, sin duda.”
Entonces ¿no hay Dios?, Pues para comenzar la duda metódica no, se debe dudar de todo, nada
puedo afirmar o tomarlo como verdadero, más allá de ideas que sean claras y distintas.
“Así pues, supondré que hay, no un verdadero Dios —que es fuente suprema de verdad (…)”
¿Qué es lo que pretende Descartes con esta idea? El asume a tal punto, el método, que por ello es
necesario introducir esta idea: a saber, que no hay Dios sino un genio maligno que lo engaña a él
haciéndole pensar que lo que en la realidad es verdadero podría ser un engaño de tal genio.
“(…) (hay) cierto genio maligno, no menos artero y engañador que poderoso, el cual ha usado
de toda su industria para engañarme.”
De este modo Descartes emprende su nuevo método y con la idea del genio maligno logra una
vía dentro de las meditaciones, que le permite dudar de todo, absolutamente de todo y comenzar
el método como una Tabula Rasa.
“Pensaré que el cielo, el aire, la tierra, los colores, las figuras, los sonidos y las demás cosas
exteriores, no son sino ilusiones y ensueños, de los que él (genio maligno) se sirve para atrapar
mi credulidad. Me consideraré a mí mismo como sin manos, sin ojos, sin carne, ni sangre, sin
sentido alguno, y creyendo falsamente que tengo todo eso. Permaneceré obstinadamente fijo en
ese pensamiento, y, si, por dicho medio, no me es posible llegar al conocimiento de alguna
verdad, al menos está en mi mano suspender el juicio. Por ello, tendré sumo cuidado en no dar
crédito a ninguna falsedad, y dispondré tan bien mi espíritu contra las malas artes de ese gran
engañador que, por muy poderoso y astuto que sea, nunca podrá imponerme nada.”
Una vez emprendida la vía de la Duda metódica, Descartes descubre que de una cosa esta seguro,
en el cual el genio no le puede engañar:
“Ya estoy persuadido de que nada hay en el mundo; ni cielo, ni tierra, ni espíritus, ni cuerpos,
¿y no estoy asimismo persuadido de que yo tampoco existo? Pues no: si yo estoy persuadido de
algo, o meramente si pienso algo, es porque yo soy. Cierto que hay no sé qué engañador
todopoderoso y astutísimo, que emplea toda su industria en burlarme. Pero entonces no cabe
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duda de que, si me engaña, es que yo soy; y, engáñeme cuanto quiera, nunca podrá hacer que yo
no sea nada, mientras yo esté pensando que soy algo.”
Entonces, para Descartes ¿qué es una cosa que piensa?
“Es una cosa que duda, que entiende, que afirma, que niega, que quiere, que no quiere, que
imagina también, y que siente.”
Una vez demostrado que el existe puede, demostrar la existencia de Dios comenzando por la idea
que tiene de Dios:
“Por “Dios” entiendo una substancia infinita, eterna, inmutable, independiente, omnisciente,
omnipotente, que me ha creado a mí mismo y a todas las demás cosas que existen (si es que existe
alguna).”
De este modo dice demostrar la existencia de Dios y que este Dios no puede ser un engañador ya
que si fuese seria imperfecto contrario a la idea de Dios.
“Pues bien, eso que entiendo por Dios es tan grande y eminente, que cuanto más atentamente lo
considero menos convencido estoy de que una idea así pueda proceder sólo de mí. Y, por
consiguiente, hay que concluir necesariamente, según lo antedicho, que Dios existe.”
Y concibe que este Dios no puede ser engañador ni causa de ello:
“Pues, en primer lugar, reconozco que es imposible que Dios me engañe nunca, puesto que en
todo fraude y engaño hay una especie de imperfección. Y aunque parezca que tener el poder de
engañar es señal de sutileza o potencia, sin embargo, pretender engañar es indicio cierto de
debilidad o malicia, y, por tanto, es algo que no puede darse en Dios.”
Entonces de ¿Dónde proviene el engaño sino proviene de Dios?
“Además, experimento en mí cierta potencia para juzgar, que sin duda he recibido de Dios, como
todo lo demás que poseo; y supuesto que Dios no quiere engañarme, es cierto entonces que no
me la ha dado para que yerre, si uso bien de ella.”
Pero es patente para él que el error si existe
“más volviendo luego sobre mí, la experiencia me enseña que estoy sujeto a infinidad de errores”
Entonces agrega cual es la causa del error e introduce la idea del no ser.
“Al buscar la causa de ellos, noto que no se presenta sólo a mi espíritu una real y positiva idea
de Dios, o sea, de un ser sumamente perfecto, sino también, por decirlo así,(…)y advierto que
soy como un término medio entre Dios y la nada, es decir, colocado de tal suerte entre el supremo
ser y el no ser que, en cuanto el supremo ser me ha creado, nada hallo en mí que pueda llevarme
a error, pero, si me considero como partícipe, en cierto modo, de la nada o el no ser (…)De ese
modo, entiendo que el error, en cuanto tal, no es nada real que dependa de Dios, sino sólo una
privación o defecto, y, por tanto, que no me hace falta para errar un poder que Dios me haya
dado especialmente, sino que yerro porque el poder que Dios me ha dado para discernir la verdad
no es en mí infinito.”
A lo cual luego infiere que del libre arbitrio y del juicio del entendimiento se sigue el error
“¿De dónde nacen, pues mis errores? Sólo de esto: que, siendo la voluntad más amplia que el
entendimiento, no la contengo dentro de los mismos límites que éste, sino que la extiendo también
a las cosas que no entiendo, y, siendo indiferente a éstas, se extravía con facilidad, y escoge el
mal en vez del bien, o lo falso en vez de lo verdadero. Y ello hace que me engañe y peque.”
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De este modo Descartes no solamente adquiere una nueva vía para la filosofía, sino también una
nueva manera de filosofar totalmente original para su época, partiendo de la duda metódica se
llega a la demostración de todas las cosas, Así la idea del genio Maligno es necesaria en el método
para comenzar como una tabula raza y dudar de todo para luego demostrar la existencia de toda
la cosa incluyendo de la existencia de Dios.
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Bibliografía

Meditaciones metafísicas con objeciones y respuestas, introducción, traducción y notas


de Vidal Peña, KRK, Oviedo 2005.

Cardona, Carlos, René Descartes: Discurso del método, EMESA, Madrid 1975.

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