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Luis Miguel Mancilla Jiménez 22/09/2017

Grupo 2 4to semestre


Antes de comenzar con abordar el tema de este ensayo, me gustaría iniciar con una breve reflexión,
para la cual es pertinente hacernos la siguiente pregunta, ¿Alguna vez has considerado por qué
recibiste el nombre que hoy en día tienes? Suena algo muy simple, pero en realidad es una pregunta
que no muchos nos hacemos o que pasamos por alto, esto debido a que podría no presentar alguna
relevancia para algunos.

El nombre no es una elección, y me atrevería a considerarlo como una decisión un tanto egoísta,
puesto que cuando uno nace no se le pregunta cómo le gustaría que le llamen, es entonces que
entran a escena los padres, quienes deberán escoger un nombre adecuado para el recién nacido.
Este podrá tener muchas razones por las cuales fue escogido: porque es el nombre del padre, el de
algún ídolo, de algún familiar muerto o lejano así como ser elegido por el día en que nació en relación
con el calendario, sin importar la razón por la que se haya escogido, el niño tendrá que cargar con
ese nombre.

Hay diversos casos en los que las personas optan por investigar más sobre este, para lograr entender
mejor porque los llaman así, debido a esto es que muchas deciden buscar en libros o internet ese
significado, tal como escribe la Doctora Stella Maris Rivadero “Suele suceder que alguien busque el
origen o significado del nombre, las etimologías verdaderas o falsas de un apellido, como si eso
determinara un destino” (Maris, 2011). Por ejemplo, Edgar etimológicamente significa “que
defiende sus dominios con la lanza”, pero ¿Este representa su realidad o su destino? ¿Se identifica
realmente con ese significado?

Es debido a esto que decidí hacer la siguiente pregunta, y es en la cual estará basado el ensayo,
¿Qué importancia tiene el significado del nombre en el desarrollo del aparato psíquico?, mi interés
en este tema surge a raíz de mi propio nombre, puesto que desde niño yo constantemente me
cuestionaba por qué me llamaba así, y no solo el mío, sino también los de las demás personas u
objetos, lo cual no muchos me contestaban. Fue hasta segundo semestre de universidad, en una
conferencia dirigida por el Dr. Heli Morales Ascencio que mi intereses por este tema reapareció, ya
que él lo abordo diciéndonos que este sería la cicatriz en nuestra historia, haciendo énfasis en que
va a ser parte importante en nuestro desarrollo personal el nombre que tengamos.

Hay diversas teorías y personajes que han abordado este tema, pero me centrare en dos posturas,
de dos áreas diferentes. Tal como en varios de sus escritos, en especial en los que competen a la
forma en que se fue desarrollando el psicoanálisis, Freud nos menciona varias corrientes que se
oponían a sus planteamientos, uno de ellos sería la Filosofía, por lo que me remontare a uno de los
clásicos exponentes de esta corriente, quien será Sócrates, para entender que concepción podían
tener ellos del significado del nombre y ver qué diferencias habría con el psicoanálisis.

Platón hará una serie de registros acerca de los diálogos que sostuvo su maestro (Sócrates) con otros
pensadores de la época, uno de ellos se titula “Cratilo y del lenguaje”, en el que Sócrates sostendrá
una mayéutica con Cratilo y Hermógenes, acerca de la importancia de los nombres.

A través de este dialogo concluirán que estos, sin importan de lo que se trate (ya sea una persona o
un objeto), tienen una esencia especial, mandada por los dioses, y debido a esta es que recibirán tal
nombre, hacerlo de una forma diferente sería ir en contra de lo que la naturaleza propone y lo
convertiría en alguna mentira, “No cabe la menor duda de que los seres tienen en sí mismos una
esencia fija y estable;… no dependen de nosotros… sino que existen en sí mismos según la esencia
que les es natural” (Platón & Larroyo, 2012). Además de que deberá de haber alguien que sea un
gran conocedor de los nombres y sus variantes para decidir que nombre poner acorde a su esencia,
tal como lo haría un herrero al construir la pieza que se le solicita, para él este papel lo jugara el
legislador, de tal forma que el nombre pasara a ser una herramienta o un instrumento, que será útil
para poder crear una identidad y diferenciarse de los otros.

Otra de las características que tendrá el nombre en Sócrates es la propiedad, en la que nos dirá que
cada uno tiene una razón de ser, un significado que seguirá a este, por lo que el debate se tornara
en que el nombre va a cumplir una función en relación a una serie de características que deberá de
tener uno para recibirlo, por lo que pasara a ser algo que se hereda al otro en relación a la
descendencia que tiene, pero esta cadena puede ser rota si el otro no tienen la misma cualidad que
el padre, a lo que Sócrates llamaría “un monstruo”

Sin embargo, para él los nombres que reciben los hombres no cumplen esa función, puesto que se
les hereda el mismo que a los antepasados, por lo que ya no tendrán la misma esencia con la que
fueron pensados anteriormente, “los nombres de los héroes y los hombres podrían inducirnos a un
error... Muchos son tomados de sus antepasados, y ninguna relación tienen con los que lo reciben”
(Platón & Larroyo, 2012), de esta forma se pierde el significado que había adquirido el nombre y se
tendrá que cargar con uno que no fue hecho para el otro.

Desde la postura psicoanalítica también se aborda este tema, Freud en su texto de “Tótem y tabú”
nos dirá que este juega un papel muy importante, ya que ayudara y será un medio por el cual se
formara la identidad del individuo, “La necesidad practica de distinguirse compelió a los diversos
linajes a adoptar nombres, y por eso tomaron aquel que cada uno había recibido de los demás”
(Freud, Etcheverry and Strachey, 2005). El nombre también será un medio por el cual se satisface la
necesidad que tiene el individuo de diferenciarse de los demás.

Sin embargo será Lacan, a lo largo de sus seminarios, quien desarrollara más a fondo este tema.
Para él la descendencia del nombre, asi como las cargas pulsionales y deseos que los padres tienen
en relación con el que escogieron serán transmitidas al hijo.

Esta forma de transmitir esos deseos es a través del “nombre de la madre”, en el cual irán dirigidos
los deseos que son depositados en el hijo, es lo que hará que este sea dependiente de la madre por
tanto tiempo, poco a poco se volverá más independiente gracias al “nombre del padre” (una de sus
características es que ejerce la función de nombrar las cosas) en el cual encontrara una identificación
y liberación de los brazos de la madre, esto comenzara a desarrollarse después del sepultamiento
del complejo de Edipo.

A través del “nombre del padre”, el cual es por cierto similar a lo que para Freud seria la “función
del padre”- al igual que en Freud, Lacan se referirá a una función, la cual no necesariamente debe
ser ejercida por el padre biológico, sino por cualquiera que asuma esa función como un tío, abuelo
o un amigo- , se le será transmitido una estructura libidinal acorde a su contexto, sería uno de los
componentes del súper yo, el cual se asumirá a través del proceso de identificación, será también
un significante que servirá de apoyo al deseo de la madre para dar una ley al sujeto, esta ley servirá
como una guía en su formación.

Así el “nombre del padre” transmitirá de igual forma al niño sus deseos y faltas que tenga, a través
de una cadena de remisión significante, el cual tiene un rasgo en común que define a los que la
siguen, esta cadena estará compuesta por varios nombres del padre, y traerá en ella los deseos que
fueron depositados antes (desde generaciones atrás).

En este punto jugara un papel muy importante la cadena significante, puesto que se tendrá que
diferenciar entre “el padre del nombre”, el cual es la singularidad del individuo, no llevara ninguna
carga libidinal por parte de otros y “el padre que nombra” en la cual estarán depositados los deseos
y faltas que los padres tuvieron al escoger un nombre, la falta en “el nombre del padre” dará como
resultado otro nombre para lidiar con su falta anterior. El nombre será un significante que ayudara
a crear la estructura a través del complejo de Edipo, esta estará delimitada por el deseo libidinal y
la carga emocional que lleva.

Tal como mencione antes hay un sinfín de razones por las que los padres deciden escoger el nombre
para su hijo, sin importar las razones por las que hayan decidido llamarle así representara un carga
emocional el llevarlo y formara una parte importante en su historia. Uno de los motivos más
populares para su elección es por la muerte de algún familiar y se le nombrara de la misma forma,
ya sea para conmemóralo o recordarlo.

“Sin embargo, en una serie de estos pueblos primitivos ha adquirido carta de ciudadanía una
práctica compensadora destinada a evocar los nombres de los difuntos pasado un largo
periodo de duelo: se los imponen a niños, de los cuales se dice, entonces, que son el
renacimiento de los muertos” (Freud, Etcheverry and Strachey, 2005)

Es de esta forma que los nombres se convierten en un tabú, una forma de poder recordar al familiar
fallecido, pero es a la vez de lo que no se puede hablar, “obligan en el curso de una vida a cargar
con el peso peyorativo o discordante de ese nombre de pila” (Maris, 2011). Asi adquirirán una
característica transgeneracional, en la que no solo afectara al desarrollo del niño la naturaleza del
nombre, sino también las características que tenía la persona por la que se lo pusieron.

Sin embargo hay una forma de poder dejar esto atrás, la cual es a través de un periodo de duelo,
en la cual el individuo tiene que buscar “el nombre propio”, con lo que se debería renunciar al
carácter significante que fue depositado en ese nombre, así se adquirirán las características que el
posee y dejara de lado la carga libidinal que fue impuesta en él desde antes de tener posibilidad de
elección, por lo que no debemos de olvidar lo que la Doctora Maris dice: “Aquel que se identifica
plenamente al nombre olvida que es un nombre elegido por el Otro o los Otros que conlleva un
sentido, un deseo, un goce y un enigma en juego” (Maris, 2011).

En conclusión, la importancia del nombre es mucha, y lo mejor sería estudiarla caso por caso debido
a sus diferentes implicaciones que puede tener en el individuo, desde los deseos que fueron
depositados en él, como las características que serán impuestas en su estructura libidinal a causa
del “Padre que nombra” por la descendencia transgeneracional.

Sin embargo no comparto la misma forma de pensar de Lacan, o la forma en que se refiere al
significante del nombre y que es en relación a este en el que se va a construir la importancia del
nombre, la estructura de apoyo que funcionara como guía y la carga emocional que este tendrá a
través de la transmisión de los deseos y la carga libidinal a consecuencia de no ser un “nombre
propio”, sino uno que ya fue transmitido con anterioridad.

Considero que la palabra significante no es la adecuada para expresar la forma en que este afectara
a la construcción del aparato psíquico, puesto que el significante representa únicamente la parte
gramatical de las palabras, en mi opinión lo adecuado sería hacer referencia al significado, puesto
que este envuelve la forma en la que es entendida e interpretada la palabra, asi el cómo se hace la
referencia, lo que va a ser parte importante en la forma en que afecta la modificación del aparato
psíquico. Al hacer referencia al significado no envolvería solo su historia con el nombre, así como
en los deseos que son puestos en él, sino una parte igual de importe, la cual es la voz y la forma en
la que se le va a estar diciendo el nombre.

Bibliografía:

 Freud, S., Etcheverry, J. y Strachey, J. (2005). Totem y tabu y otras obras. 13th ed. Argentina:
Amorrortu, pp.60-64, 113-115.
 Maris Rivadero, Stella (2011). El nombre propio y el propio nombre en revista Imago
Agenda. No. 156. Argentina.
 Platón y Larroyo, F. (2012). Diálogos. 32nd ed. México: Porrúa, pp.349-413.

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