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La formación de ilusiones va constantemente acompañada de “asociaciones extrañas” que no

pueden ponerse de acuerdo con las ilusiones, el lector constantemente tiene que levantar las
restricciones que aplica al “sifnificado” del texto. Puesto que es él el que crea las ilusiones, él
muestra una oscilación entre el sentirse implicado por dichas ilusiones y el observarlas; se abre al
mundo desconocido sin estar aprisionado por el. Mediante este proceso el lector penetra en el
mundo de ficción y experimenta así las realidades del texto a medida que van ocurriendo.

En la oscilación entre el sentirse implicado en la ilusión y la observación de esta, el lector ha de


dirigir su propia operación equilibradora, y esto es lo que conforma la experiencia estética ofrecida
por el texto literario. Al buscar el equilibrio tenemos que partir con ciertas expectativas, cuyo
aniquilamiento es esencial para la experiencia estética.

Es un hecho evidente de que gran parte de nuestro disfrute se deriva de las sorpresas, de las
traiciones a nuestras expectativas. La solución a esta paradoja es encontrar alguna distinción
entre “sorpresa” y “frustracion”. La frustración bloquea u obstaculiza la actividad. Necesita una
nueva orientación para nuestra actividad. Por consiguiente, abandonamos el objeto que causa
nuestra frustración. Por otro lado,la sorpresa ocasiona meramente un cese temporal de la fase
explotaría de la experiencia y un recurso a la contemplación y examen intensos. Los elementos
sorprendentes se ven en conexión con lo que ha sucedido antes y el disfrute intenso. Parece que
debe haber siempre un grado de novedad o sorpresa en cualquier experiencia estética.

Una interacción entre “deduccion” e “induccion” aflora mediante el proceso de lectura y


representa su “intencion”. Al leer descubrimos la parte no formulada del texto y está misma
indeterminación es la fuerza que nos conduce a elaborar un significado mientras que al mismo
tiempo nos concede el grado necesario de libertad para hacerlo.

A medida que vamos elaborando un esquema coherente en el texto, encontramos nuestra


“interpretacion” amenazada, por asi decir, por la presencia de otras posibilidades de
“interpretación”.

A medida que vamos leyendo, oscilamos en mayor o menor grado entre la creación y la ruptura de
ilusiones. En este proceso organizamos y reorganizamos los diversos datos que nos ofrece el texto.
Estos son los puntos fijos en los cuales basamos nuestra “interpretacion” intentando encajarlos de
la manera en que creemos que el autor pretendió hacerlo.

Para percibir un espectador debe crear su propia experiencia y su creación debe incluir relaciones
comparables a aquellas q sintió el producto original y que, en sentido estricto, no son las mismas.

El acto de recreación no es un proceso tranquilo o incesante, sino que depende de interrupciones


en su curso para q sea eficaz. Miramos hacia atrás, hacia adelante, tomamos decisiones, las
cambiamos, creamos expectativas, nos extraña que no se cumplan, pregúntamos, meditamos,
aceptamos, rechazamos. Este proceso es guiado por dos componentes principales del texto:

- En primer lugar, un repertorio de esquemas literarios conocidos y de temas literarios


recurrentes, alusiones a contactos socio-historicos.
- En segundo lugar, diversas técnicas y estrategias para situar lo conocido frente a lo
desconocido.
Esto último refiere a que es posible que nos enfrentemos a técnicas narrativas que establezcan
vínculos entre cosas que nos resultan difícil de conectar, de manera que nos vemos forzados a
reconsiderar datos que habíamos tomado ya por “claros”.

Nos encontramos entonces sometidos a una interaccion de formación y ruptura de ilusiones que
hace de la lectura un proceso esencialmente recreativo y en el que participamos como lectores.

Pero en el texto literario nos encontramos con la situación de que el lector no puede saber lo que
realmente supone su participación. Sabemos que participamos de ciertas experiencias pero no
sabemos lo que ocurre en el trascurso de este proceso. Este es el motivo por el cual cuando un
libro nos ha impresionado sentimos la necesidad de hablar de él; sentimos la necesidad de
librarnos de la obra hablando sobre ella.

En fin, quizás sea está la utilidad primordial de la crítica literaria: ayuda a hacer conscientes
aquellos aspectos del texto que de otro modo quedarían ocultos en el subconsciente; satisfacer
nuestro deseo de hablar sobre lo que hemos leido.

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