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EL PRECIO DE LA DESIGUALDAD
JOSEPH E. STIGLITZ
COMENTARIO CRÍTICO
Introducción:
El presente texto es un comentario crítico del ensayo de Joseph E. Stiglitz, “El precio de
la desigualdad”. La obra trata de manera crítica los supuestos problemas del sistema
de mercado actual, que tienen como principal consecuencia la desigualdad de recursos
y posibilidades entre los ciudadanos, y explora nuevas soluciones para resolver este
problema así como la crisis económica mundial.
Con respecto a Estados Unidos, el autor comienza el análisis con esta reflexión:
“A los estadounidenses les gusta pensar en su país como una tierra de oportunidades, pero lo
que en verdad cuentan son las estadísticas: ¿Hasta qué punto las oportunidades que tendrá
una persona a lo largo de su vida dependen de los ingresos y la educación de sus padres? En la
actualidad, estas cifras muestran que el sueño americano es un mito”.
Por lo tanto, el autor tratará en el presente libro de desmontar la eterna idea de que
América es la tierra de las oportunidades en la que cualquier individuo puede llegar a
Presidente del Gobierno sin importar su extracción social. Es así como el autor
pretende demostrar que el sistema económico mundial no es igualitario, ni en materia
de recursos, ni en materia de oportunidades, ni en materia de resultados. La tesis que
podemos extraer es que nuestra situación en el momento de nacer nos predetermina
para alcanzar una situación u otra en nuestra vida adulta, y es esto lo que Stiglitz critica
e intenta resolver en “El precio de la desigualdad”.
Comenzamos pues, sin más demora, con el análisis del libro, que abordaremos capítulo
a capítulo, intentando después establecer una serie de conclusiones finales.
Stiglitz busca una serie de “por qués” a este fenómeno: La disparidad de patrimonio y
salarios, la polarización de la población activa respecto a su cualificación, la ausencia
de red de seguridad en el mercado de trabajo, que fuerza a los jóvenes sin una
seguridad económica propia a emigrar, etc.
Para Stiglitz, sin embargo, el mayor problema se encuentra en la educación: Las élites
económicas estadounidenses han recibido una educación al más alto nivel mundial,
mientras que las clases medias y bajas han recibido una educación mediocre y
deficiente. Esto, por lógica, predispone las condiciones para que los ricos se hagan más
ricos y los pobres más pobres.
Otro dato que apoya la tesis de Stiglitz acerca de la desigualdad que existe en la
sociedad norteamericana son los coeficientes del Índice de Ginni: Mientras que las
sociedades más igualitarias del mundo tienen un índice de Ginni de 0’3, y las menos
igualitarias lo tienen de un 0’5 o más, la de EEUU es del 0’47, un dato alarmantemente
alto y que supera con creces a todos los países de la Unión Europea.
Además, el autor dedica una pequeña parte del capítulo a la Unión Europea, afirmando
que Europa también tiene serios problemas económicos que afrontar, consecuencia de
convertirse en una unión monetaria sin haber tomado antes las medidas pertinentes.
El autor también explora el tema de los monopolios, ya sean estatales o dados por
otros factores (patentes), y cómo las grandes empresas pueden cerrar al mercado a la
competencia, lo cual perjudica al consumidor y contribuye al mayor enriquecimiento
de los ricos y mayor empobrecimiento de los pobres.
El autor hace referencia a tres factores explicativos fundamentales para esta situación:
- En primer lugar, el Gobierno que condiciona las fuerzas del mercado, pero
también sus normas e instituciones sociales. Stiglitz hace especial hincapié en
que se pide un gran esfuerzo fiscal a las capas bajas de la sociedad, mientras
que a los de arriba no se les pide nada.
- En segundo lugar, la evasión fiscal. Los más ricos utilizan sus propias empresas
para proteger su dinero de la recaudación, aprovechándose de la Ley según la
cual los beneficios de una empresa que actúa en el extranjero no han de ser
declarados hasta que el dinero regresa a América. Esto provoca que muchos
grandes empresarios protejan su dinero en paraísos fiscales en el extranjero.
En primer lugar, Stiglitz afirma que la mayoría de los ciudadanos ubicados en la parte
baja del estrato social se han empobrecido más y más cada año. Sumando esto a que
los ciudadanos más ricos necesitan que la base de la sociedad funcione para obtener
beneficios, pero son reacios a invertir en el bienestar de las clases bajas, puede
deducirse que semejante sociedad se dirige inevitablemente al colapso.
Para el autor, esta crisis no es casual, sino que viene precedida por décadas de un gran
aumento de la desigualdad, encubierta por el boom inmobiliario. Además, debido a
que las clases bajas suelen gastar todo lo que ingresan, mientras los ricos suelen
ahorrar un porcentaje de sus ingresos, la riqueza se ha ido acumulando cada vez más
en los sectores altos de la población, provocando esto un descenso alarmante de la
demanda. Es este el origen de la crisis económica y el colapso del sistema económico
americano.
Sin embargo, podemos poner entre paréntesis lo afirmado en este capítulo, ya que los
datos no nos animan a hablar de un colapso de la economía estadounidense. Si bien es
cierto que el sistema americano es un sistema profundamente desigual, su dato de
desempleo (principal aval del colapso del que Stiglitz nos habla) se sitúa en torno a un
6%, mucho menor que otros países más igualitarios de la UE como España, donde el
dato está en torno a un 25%.
¿En qué se basa Stiglitz para llegar a semejante conclusión? Parte del siguiente
razonamiento: La política refuerza las desigualdades en la medida en que se ocupa,
recurriendo a una metáfora algo manida, de repartir la tarta. Teniendo en cuenta que
la política ha contribuido de manera más que significativa a aumentar- o al menos
mantener- las desigualdades en Norteamérica, existe la posibilidad de que esto
desemboque en un grave problema de desafección política en la base de la sociedad,
de manera que los ciudadanos sientan que los costes de participar no compensan al no
obtener los resultados esperados. De esta manera, los únicos que asumirán los costes
serán los de arriba, ya que pueden permitírselo, y al ser los únicos que los asuman, los
Según Stiglitz, éstos moldean las ideas sobre lo que es justo y eficiente, los puntos
fuertes y flacos del Gobierno y el mercado e incluso el alcance de la desigualdad en
EEUU. El autor nos ofrece el siguiente dato para ilustrarnos: Tan sólo el 42% de los
estadounidenses opina que la desigualdad ha aumentado en los últimos 10 años. El
mundo subestima el aumento de desigualdad que ha venido produciéndose en la
última década, nos dice Stiglitz.
A este proceso lo bautiza Stiglitz como “batalla de ideas”, y le atribuye dos objetivos:
movilizar a los creyentes y convertir a los indecisos. El autor identifica una gran batalla
concreta dentro del proceso general: La batalla entre los que creen en el correcto
funcionamiento del libre mercado y aquellos que creen en el papel del Gobierno como
regulador. Para Stiglitz, la conclusión que debe sacarse es que un término medio entre
mercado y regulación gubernamental es la mejor solución y puede ser beneficioso para
todos.
fortunas y a las rentas más altas, consiguiendo así un sistema fiscal más igualitario. El
autor se muestra partidario también de gravar la contaminación, así como el sector
financiero, que según él también contamina, en este caso la economía nacional, con
activos tóxicos. Además, establecería medidas más duras para perseguir y castigar el
fraude fiscal de las grandes empresas. Por último, el Gobierno debería incentivar el
gasto para estimular la economía, reduciendo los impuestos a las clases medias y bajas.
En resumen: Para Stiglitz las políticas de austeridad son un error, la acción del Gobierno
debe centrarse en reducir el desempleo y aumentar la proporcionalidad del sistema
fiscal.
Para una mejor estructuración del resumen, lo dividiremos en dos apartados: Política
monetaria en EEUU y en Europa.
Sin embargo, unos cuantos países han adoptado políticas económicas orientadas a
alcanzar objetivos de inflación (coordinados con objetivos de empleo y de crecimiento
económico). Es el caso de Israel, R. Checa, Brasil, Corea del Sur, Nueva Zelanda, Canadá,
UK, Suecia, Noruega, Islandia, Australia y otros muchos.
Aún cuando se pretenda controlar la inflación, hay otras herramientas políticas además
de los tipos de interés: La política fiscal o, en el ámbito monetario, elevar los requisitos
de reservas. En todo caso, la mejor forma de combatir la inflación dependerá del origen
de ésta.
Tras los rescates, el tipo de interés a los que los bancos demasiado grandes para
quebrar podían captar capital aumentó del 0’29% al 0’78%. Esto significa que los
bancos habían pasado a formar parte de la política oficial del Gobierno, e implica una
subvención de 34100 millones de dólares al año para los 18 bancos más grandes. La
Reserva Federal ayudó incluso a salvar algunos bancos europeos inyectando dinero en
sus filiales americanas. Esto extralimitaba las funciones de la Reserva Federal, que
consisten en prestar liquidez como último recurso a bancos nacionales que son
solventes.
En lo tocante al caso europeo, Stiglitz critica al Banco Central Europeo por no haber
insistido más en la transparencia y haber permitido que los bancos especulasen de tal
manera. Además opina que los bancos deberían haber contratado seguros.
Por otra parte afirma que el Euro, si bien no fue el origen de la crisis, sí provocó cierta
rigidez en las economías de los Estados de la UE, dificultando así su salida de la crisis.
En lo tocante a los mercados, según el autor, los bancos opinan que comerciar con
derivados de los mercados expone a mayores riesgos al sistema financiero, debido a la
Además, señala el papel de EEUU como divisa de reserva como uno de los motivos del
desequilibrio comercial mundial. Los Estados quieren dólares que respalden su país y
su divisa, lo que hace que Estados Unidos exporte Bonos en lugar de coches u otros
productos. Estados Unidos se resiste a cambiar esto, ya que ser la divisa de reserva
significa recibir préstamos de dinero barato.
En materia fiscal, según Stiglitz, los impuestos sobre el ingreso derivado de la renta
deberían ser más altos, ya que los impuestos sobre la renta no producen distorsiones y
son más justos. De esta manera, el público recibirá una mayor compensación por los
costes impuestos por los monopolios de renta (rentas más altas).
Las plusvalías de capital derivadas, por ejemplo, de las herencias –dice el autor- sí
distorsionan el sistema tributario. Por lo tanto, eliminar esta disposición crearía un
sistema tributario más eficiente e igualitario.
Por último, respecto al fraude fiscal, Stiglitz dice textualmente “como en todas las áreas
de política tributarias y normativas, la posibilidad de que se burlen las normas es un
problema, y un importante reto del Gobierno es anticiparse a ese tipo de intentos por
parte de las grandes empresas”.
Como último apunte al capítulo, con respecto al dilema de los Bienes Públicos, el autor
opina que es el Estado el que debe ofrecer esos bienes para garantizar un suministro
adecuado.
Conclusiones:
A lo largo de su ensayo, J. E. Stiglitz ha demostrado que el aumento de la desigualdad
es un problema real, no sólo en Estados Unidos, sino en todo el mundo. Cabe
preguntarse, eso sí, sobre si es un problema derivado de la crisis económica y que se
corregirá con el fin de la misma o sobre si es una tendencia que no cambiará hasta que
le pongamos fin.
Podemos preguntarnos también sobre el papel de las clases medias en todo este
asunto. Sin duda el aumento de la desigualdad condena a la floreciente clase media a
la desaparición y amenaza con establecer un mundo polarizado similar al de la
revolución industrial pero, ¿Puede sobrevivir el sistema económico mundial, tal y como
lo concebimos hoy en día, sin la clase media? La economía no es la que era en el siglo
XVIII, hoy en día el sector servicios es esencial, y este sector no parece poder sobrevivir
en ausencia de una clase media que lo sustente.
En resumen, ¿Nos hallamos ante un nuevo ciclo económico?, y, de ser así, ¿Puede este
nuevo modelo sobrevivir en el Siglo XXI? Lo que es seguro es que este modelo no es
deseable más que para la minoría dominante, y sería lamentable que en plena era de la
información la mayoría a la que se amenaza con oprimir no hubiese aprendido nada de
la historia de la humanidad y de todos los procesos emancipadores de las mayorías
oprimidas por la minoría.