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PRESENTACION
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Desarrollo Psicosocial en la niñez y en la adolescencia Lic. Mery López Tito
OBJETIVOS GENERALES
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Desarrollo Psicosocial en la niñez y en la adolescencia Lic. Mery López Tito
1.1. Emociones
Los seres humanos normales tienen el mismo rango de emociones: Estos
sentimientos subjetivos, placenteros o desagradables, como tristeza, alegría,
motivan el comportamiento. Las personas difieren en la frecuencia con que
sienten una emoción en particular en las clases de experiencias que la producen y
en su manera de actuar como resultado de ese sentimiento. Las reacciones
emocionales ante sucesos y personas, que están relacionadas con las
percepciones cognoscitivas, son un elemento básico de la personalidad
UNIDAD
Las expresiones de ira pueden movilizar a los bebés de nueve meses a ayudarse.
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Los recién nacidos básicamente manifiestan sus emociones cuando no están felices. Emiten
un llanto agudo y penetrante, agitan piernas y brazos y ponen rígido su cuerpo. Es más difícil
precisar cuando están felices. Durante el primer mes, comienzan a tranquilizarse al escuchar
una voz humana o cuando los alzan, y sonríen cuando se les mueven las manos para seguir
las palmas de una ronda. Gradualmente, los infantes responden más ante las personas
sonriendo, gorjeando, extendiendo sus brazos y eventualmente yendo hacia ellos.
Estas señales iníciales o claves de los sentimientos de los bebés son pasos importantes en el
desarrollo. Cuando los bebes quieren o necesitan algo, lloran, cuando tienen sentimientos
de socialización, sonríen o ríen.
El llanto es la forma más poderosa y en ocasiones la única con que los bebes puede comunicar
sus necesidades. Existen cuatro patrones de llanto:
• El llanto por hambre básico (rítmico que no siempre está asociado con
hambre
• El llanto por ira (una variación del llanto rítmico, en donde el exceso de aire es
forzado a través de las cuerdas vocales).
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Piensa y responde
1.2. Temperamento
Es la manera característica que una persona tiene para acercarse y reaccionar ante
los demás y ante las situaciones, se ha llamado él como del comportamiento, es
decir, no que hace la gente sino como lo hace.
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Responde bien ante la novedad y el Bajo nivel de respuesta ante la novedad y Responde con lentitud ante la novedad y el
cambio. el cambio. cambio
Desarrolla con rapidez horarios de sueño Duerme y come con irregularidad Duerme y come con mas regularidad que
y alimentación. el niño difícil, pero con menos regularidad
que el niño fácil.
Muestra una respuesta inicial
Toma nuevos alimentos con Acepta nuevos alimentos con lentitud. moderadamente negativa ante nuevo
facilidad estimulo (el primer encuentro con una
Es suspicaz ante extraños. persona, lugar o situación)
Sonríe ante extraños
Se adapta con lentitud ante nuevas
Acepta con facilidad nuevas situaciones. situaciones.
Acepta la mayoría de frustraciones con Reacciona ante frustración con Gradualmente desarrolla nexos hacia
poco fastidio. pataletas. nuevos estímulos después de
exposiciones repetidas y sin presión.
Se adapta con rapidez a nuevas rutinas y Se ajusta con lentitud a nuevas rutinas
a las reglas de juegos nuevos.
Las experiencias de infantes y niños en la etapa de los primeros pasos con el padre y la
madre, por lo general, difieren; las madres y padres de algunas culturas tienen estilos de
juego diferentes con sus hijos.
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La mayoría de los niños hoy en día tienen dos de sus cuatro abuelos. La distancia
geográfica y emocional puede disminuir la relación con los abuelos; sin embargo,
especialmente durante la infancia y la etapa de los primeros pasos, algunos abuelos;
sin embargo, especialmente durante la infancia y la etapa de los primeros pasos,
algunos abuelos tienen gran vínculo con la vida de sus nietos y una gran influencia
en su desarrollo.
La primera de ocho crisis, o etapas críticas del desarrollo, que Erikson identifica es la
de confianza básica versus desconfianza básica.
Esta etapa comienza en la infancia y continúa hasta cerca de los 18 meses de edad.
Durante estos meses iniciales, los bebés desarrollan un sentido de confianza en la
gente y en los objetos de su mundo. Ellos necesitan lograr un equilibrio entre la
confianza (que les permite establecer relaciones íntimas) y la desconfianza (que les
permite protegerse). Si predomina la confianza, como debería ser, los niños
desarrollan la "virtud" de la esperanza: la creencia de que pueden satisfacer a
plenitud sus necesidades y alcanzar sus deseos (Erikson, 1982). Si predomina la
desconfianza, los niños verán el mundo como poco amistoso e impredecible y
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Las madres u otras personas encargadas en primera instancia del cuidado de un niño
no son la única influencia importante en el desarrollo de la confianza o la
desconfianza. La propia contribución del niño puede ser sustancial.
Para recordar:
El vínculo afectivo es un nexo emocional recíproco y fortalecido entre un infante y
la persona que lo cuida, cada uno de los cuales contribuye a la calidad de la
relación
Los vínculos afectivos tienen un valor adaptativo para los bebés, garantizando que
sus necesidades psicosociales y físicas serán satisfechas. Como ha afirmado Mary
Ainsworth.
Casi toda actividad por parte de un bebé que conduce a una respuesta en un adulto
puede ser, un comportamiento en busca de un vínculo afectivo: succionar, llorar,
sonreír, abrazarse y mirar los ojos de la persona que lo cuida. A las ocho semanas
de vida, los bebés dirigen algunos de estos comportamientos más hacia sus madres
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que hacia cualquier otra persona. Estas expresiones tienen éxito cuando la madre
responde con calidez, expresa deleite y da al bebé contacto psicosocial frecuente,
así como libertad para explorar (Ainsworth, 1969).
Ainsworth (1964) describió cuatro etapas sobrepuestas del comportamiento del vínculo
afectivo durante el primer año:
1. Antes de los dos meses, los infantes responden de manera indiscriminada ante
cualquier persona.
2. Alrededor de las semanas 8 a 12, los bebés lloran, sonríen y balbucean más a la
madre que a cualquier otro, pero siguen respondiendo a los demás.
3. A los 6 ó 7 meses, los bebés muestran un vínculo afectivo profundamente definido
hacia la madre. El miedo ante los extraños puede aparecer entre el sexto y el octavo
mes.
4. Entre tanto, los bebés desarrollan un vínculo con una o más figuras familiares, como
el padre y los hermanos.
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Muchos estudios demuestran que las madres de infantes y niños en la etapa de los
primeros pasos cuyo vínculo es seguro, tienden a ser sensibles y a tener una mejor
capacidad de respuesta. Sin embargo, la sensibilidad no es el único factor
importante. Otros aspectos de la maternidad, como interacción mutua, estímulo,
actitud positiva, calidez y aceptación, y apoyo emocional tienen igual importancia
(De Wolff & van Uzendoorn, 1997, en Desarrollo Humano de Papalia).
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Alrededor del año y medio de edad, los bebés entran en la etapa de los primeros
pasos. Esta transformación se puede ver no sólo en destrezas físicas y cognoscitivas
como caminar y hablar, sino en la manera como los niños manifiestan su
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personalidad y en el modo como interactúan con los demás. Hay tres aspectos
psicológicos que los niños en esta etapa y las personas que los cuidan tienen que
manejar: la formación del sentido de sí mismo, el crecimiento de la autonomía o
autodeterminación, y la interiorización de los patrones de comportamiento.
Antes de que los niños puedan asumir la responsabilidad de sus propias actividades,
deben tener un sentido cognoscitivo de sí mismos como personas físicamente diferentes
-separadas del resto del mundo- cuyas características y comportamiento se pueden
describir y evaluar. El conocimiento de sí mismo es el primer paso hacia el desarrollo de
normas de comportamiento; permite a los niños entender que la respuesta de uno de los
padres ante algo que han hecho está dirigida a ellos y no sólo al acto mismo.
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De acuerdo con las madres en un estudio, los niños de 14 meses demostraron una
necesidad clara de autonomía o autodeterminación, rehusando ayuda, actuando en
sentido contrario y resistiéndose a los intentos de las madres por vestirlos, ponerles el
pañal o alzarlos (Stipek et al, 1990). A continuación se estudia lo que dice la teoría de
Erikson acerca de este importante desarrollo de la etapa de los primeros pasos.
Erikson (1950) identificó el periodo entre los 18 meses y los 3 años como la segunda
etapa, o crisis, en el desarrollo de la personalidad, autonomía versus vergüenza y duda,
que está marcada por un cambio del control externo al autocontrol. Habiendo avanzado
a través de la infancia con un sentido de confianza básica en el mundo y un despertar de
la conciencia de sí mismo, los niños en la etapa de los primeros pasos comienzan a
sustituir su propio criterio por el de las personas que los cuidan, la "virtud" que surge
durante esta etapa es la voluntad. El entrenamiento para usar el baño es un paso
importante hacia la autonomía y el autocontrol. Igual sucede con el lenguaje; cuando los
niños tienen mejor capacidad para hacer entender sus deseos, obtienen más poder e
independencia.
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reglas razonables. Los niños en la etapa de los primeros pasos necesitan que los
adultos determinen límites apropiados, y la vergüenza y la duda les ayudan a
reconocer la necesidad de esos límites.
Los "terribles dos años" son una manifestación normal del camino hacia la autonomía.
Los niños en la etapa de los primeros pasos tienen que poner a prueba la nueva
noción de que son individuos, que tienen algo de control sobre su propio mundo y que
poseen nuevas y emocionantes facultades. Ellos están tratando de aplicar sus
propias ideas, ejercer sus propias preferencias y tomar sus propias decisiones. Esta
manera de conducirse la demuestran en la forma de negativismo, la tendencia a
gritar "¡No!" como una forma de resistencia a la autoridad. Casi todos los niños
manifiestan algún grado de negativismo; suele comenzar a los dos años de edad,
tiende a llegar a su máximo entre los 31/2 y 4 años, y desciende alrededor de los 6
años. Los padres y otras personas encargadas del cuidado del niño que consideran
las expresiones de voluntad de éste como una expresión normal y saludable de
independencia y no de testarudez, pueden ayudar a los pequeños a mejorar en su
autocontrol, contribuir a su sentido de competencia y evitar demasiados conflictos.
Desarrollo de la autorregulación
Los padres son las personas más importantes en la vida de un niño en la Etapa de
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los primeros pasos y su aprobación importa más que cualquier otra cosa en el
mundo. A medida que los pequeños procesan, almacenan y actúan de acuerdo con
esta información, su fuerte deseo de complacer a sus padres los llevan a hacer lo
que éstos quieren que hagan, sea que estén o no presentes. Este crecimiento de la
autorregulación se da paralelo al desarrollo de las emociones autoconscientes,
como empatia, vergüenza y culpa. No obstante, cuando los pequeños
decididamente quieren hacer algo, olvidan las reglas con facilidad; pueden correr y
atravesar la calle para recuperar un balón o tomar una galleta prohibida. En la
mayoría de los niños el desarrollo completo de la autorregulación tarda casi tres
años (Kopp, 1982).
Los niños cuyas madres los calificaron como poseedores de reglas domésticas
interiorizadas demostraron el mayor compromiso de cumplimiento.
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miedo y tristeza.
Los niños que en la etapa de los primeros pasos habían demostrado cumplimiento por
compromiso tuvieron más posibilidad de continuar demostrándolo a medida que
crecieron y su posibilidad de interiorizar las reglas en la edad adulta también fue
mayor.
Algunos interiorizaron los patrones sociales con más rapidez que otros. La manera
como los padres abordan su trabajo junto con el temperamento de un niño y la
calidad de la relación padre-hijo pueden ayudar a predecir que tan difícil o fácil
resultara para un niño su socialización. Los factores en el éxito de la socialización
pueden incluir la segundad del vínculo afectivo, el aprendizaje por observación del
comportamiento de los padres y la capacidad de la respuesta mutua de padre e hijo
(E.E. Maccoby, 1992). Todos estos aspectos, así como factores socioeconómicos y
culturales pueden incidir en la motivación para cumplir.
En un estudio que exploro los efectos de los estilos de paternidad, se tuvo los siguientes
resultados:
Las madres que tenían un estilo de paternidad autoritario, con énfasis en supervisión
estricta, poder, control y castigo, usaron más prohibiciones: "No golpees", "No escribas
en la pared", "Deja de tirar los bloques". Las madres con un estilo democrático, con
énfasis en una orientación racional, fortalecimiento de la independencia y comunicación
abierta de sentimientos- hicieron exigencias que favorecieron la competencia social o
dieron instrucciones para el comportamiento futuro: "Guarda los crayones", "Comparte
tus galletas", "Pórtate bien mientras no estoy". Los niños en la etapa de los primeros
pasos tendieron más a cumplir con estas exigencias y los hijos de quienes las hicieron
tuvieron menos problemas de comportamiento a la edad de cinco años; los hijos de
madres autoritarias tuvieron más problemas (los estilos de paternidad autoritario y
democrático, lo mismo que un tercer estilo -el permisivo.
Se puede crear un círculo entre los padres que responden a niños resistentes al ejercer
control demasiado estricto y hacen menos esfuerzos para socializar al niño en una forma
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positiva. Por el contrario, cuando el padre y su hijo se llevan bien desde el principio, se
puede desarrollar "un habito de comportamiento competente y de cooperación".
Esquematiza
Aunque los padres ejercen una influencia importante en la vida de sus hijos, las
relaciones con otros niños, tanto en el hogar como fuera de él, también son
importantes desde la infancia.
1.6.1. Hermanos
Si usted tiene hermanos o hermanas sus relaciones con ellos serán probablemente
las más duraderas de su vida. Cuando niños pueden haber peleado continuamente
o pueden haber sido los mejores amigos. De cualquier manera, comparten sus
raíces; ellos conocieron, aceptaron o rechazaron los mismos valores paternos y
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probablemente lo traten con más gentileza que cualquier otra persona que usted
conozca.
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RECUERDA:
Gran parte de la alteración en la adaptación de los niños a un nuevo; bebé puede originarse
en factores como la edad del hermano mayor, la calidad de su relación con la madre y la
atmósfera familiar. No sorprende que el vínculo afectivo con la madre se vuelva menos
seguro, y el alcance de este descenso en la seguridad puede indicar qué tan adaptado es un
niño.
Un estudio con 194 familias con ambos padres sugiere que los primogénitos que tienen más
de 24 meses de edad o cuyas madres presentan problemas emocionales son más propensos
a verse en problemas (Teti, Sakin, Kucera, Corns & Eiden, 1996). Los niños cuyas madres
mostraron signos de depresión, ansiedad u hostilidad también mostraron una
disminución sustancial de su seguridad.
El nacimiento de un hermano puede cambiar la manera como una madre actúa hacia un
hijo mayor. Es probable que tienda a jugar menos con el otro hijo, a ser menos sensible a
sus intereses, a darle más órdenes, a tener más enfrentamientos y a iniciar menos
conversaciones y juegos (Dunn, 1985; Dunn & Kendrick, 1982). Los niños que toman la
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iniciativa para entablar una conversación o jugar con la madre manifiestan menos
rivalidad con sus hermanos que aquellos que se vuelven retraídos. Además, los
hermanos mayores, por lo general, se adaptan mejor si sus padres les conceden tiempo
extra y atención para adaptarse a la situación relacionada con la dedicación de la madre
al infante (Lamb, 1978).
RECUERDA:
Los padres pueden preparar a su hijo mayor para el nacimiento de un nuevo bebé
haciendo con anticipación algunos cambios en la vida del niño (trasladándolo a otro
cuarto o colocando una cuna junto a su cama o llevándolo a una guardería), para
minimizar los sentimientos de desplazamiento (Spock & Rothenberg, 1992). Los padres
deben aceptar la ansiedad y los celos de un niño como algo normal, a la vez que protegen
al nuevo bebé de cualquier expresión de esos sentimientos que pueda causarle daño.
Ellos pueden estimular al hijo mayor a jugar y ayudar con el cuidado del bebé y hacer
énfasis en cuánto valoran a cada hijo.
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Los altercados surgen en parte por lo que los padres hacen o dejan de hacer. Es más
probable que esos problemas se presenten cuando los padres muestran preferencia por
uno de los hijos, son fríos, hostiles o castigadores, deprimidos o tristes, no prestan
suficiente atención a sus hijos, pelean entre ellos o manejan de manera variable los
conflictos de los hermanos. Los conflictos son menos frecuentes y más constructivos
cuando los padres razonan con los hijos, reconocen sus sentimientos y necesidades,
explican el comportamiento de un niño menor a otro mayor, se remiten a las normas
establecidas y sugieren soluciones (Vandell & Bailey, 1992).
El ambiente que los hermanos crean entre sí puede afectar no sólo sus relaciones en el
futuro sino el desarrollo de su propia personalidad. Los niños también enseñan a sus
hermanos menores y por consiguiente influyen en el desarrollo cognoscitivo de éstos (R.
B. Stewart, 1983). La falta de hermanos también afecta la vida de los niños.
Aunque la familia es el centro del mundo social de un niño, los infantes - y más que ellos
- los niños en la etapa de los primeros pasos manifiestan interés por personas diferentes
a las de su casa, en particular por otros niños dé su tamaño. Ahora que más infantes y
niños en la etapa de los primeros pasos pasan parte de su tiempo en guarderías, en
contacto directo con otros niños, los investigadores están en mejores condiciones de
estudiar cómo reaccionan entre sí.
Durante los primeros meses de vida, los pequeños manifiestan interés por otros bebés
casi de la misma forma como responden a sus madres: mirando, sonriendo y gorjeando
(T. M. Field, 1978). Durante el segundo semestre, sonríen más, tocan y balbucean
cuando se encuentran con otro bebé, especialmente si no están distraídos por la
presencia de adultos o juguetes (Hay, Pedersen & Nash, 1982).
Alrededor de su primer año, cuando los asuntos más importantes de su agenda son
aprender a caminar y manipular objetos, los bebés prestan más atención a los juguetes y
menos a otras personas. Sin embargo, esta etapa no dura mucho; entre la edad de 11/2
y 3 años, los niños manifiestan más interés en lo que otros pequeños hacen y entienden
cada vez más cuál es la manera de tratarlos.
primeros pasos sabe cuándo la oferta tiene la mejor posibilidad de ser aceptada y cómo
responder a las actitudes de apertura de otro niño.
Los niños en la etapa de los primeros pasos aprenden por imitación uno del otro. Los
pequeños entre 14 y 18 meses imitan el juego de los demás, inclusive dos días después y
en un contexto diferente. Los juegos de imitación como el de seguir al líder ayudan a los
niños que se encuentran en la etapa de los primeros pasos y relacionarse con otros niños
y a allanar el camino hacia juegos más complejos durante los años de preescolar
(Eckerman et al., 1989).
Los conflictos también pueden tener un propósito: adaptar a los niños al aprendizaje de
negociar y de resolver sus disputas. En un estudio, se observó a grupos de tres chicos en
Ig etapa de los primeros pasos y que no se habían conocido antes, mientras jugaban con
juguetes. En general, ¡os niños trabajaron bastante bien compartiendo, mostrando y
demostrando el funcionamiento de los juguetes entre sí, incluso antes y después de reñir
por ellos. A la edad de dos años, los niños tienen más conflictos que al año de edad pero
los resuelven con más frecuencia, a menudo compartiendo los juguetes cuando no hay
suficientes alrededor. (M. Caplan, Vespo, Pederson & Hay, 1991).
Algunos niños, claro está, son mas sociables que otros, reflejando rasgos de
temperamento como su estado de ánimo habitual, su prontitud para aceptar nuevas
personas y la capacidad para adaptarse al cambio. La sociabilidad también recibe la
influencia de la experiencia, los bebes que pasan más tiempo con otros son mas
sociables a una edad mas temprana que quienes permanecen solos en casa la mayor
parte del tiempo.
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GLOSARIO
Interiorización Proceso mediante el cual los niños aceptan como propios los patrones
sociales de conducta; es fundamental para la socialización.
Autorregulación Control independiente del comportamiento del niño para ajustarse a las
expectativas sociales que entinde.
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ACTIVIDADES DE EVALUACIÓN
1. ¿En que crees que son diferentes los niños y niñas pequeños de los adultos? Da
ejemplos
2. ¿Cuáles crees que son los cambios más significativos en la transformación de un niño
en una persona adulta?
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Gradualmente, los infantes aprenden que están separados de las demás personas
y cosas. Alrededor de los 18 meses pueden tener su primer momento de
autorreconocimiento, cuando se miran en un espejo y comprenden que están mirando su
propia imagen. Durante el siguiente año de vida, hacen intentos por lograr una
autodescripción y una autoevaluación, a medida que su creciente capacidad de
representación les permite reflejarse en sí mismos y en su comportamiento.
¿Significa esto que estos niños se reconocieron en un espejo pero no en una fotografía o
en una cinta de vídeo? Eso no parece probable, como tampoco es probable que no
recordaran haber sido fotografiados unos minutos antes. Una explicación más posible es
que debido a que los recuerdos de los niños más pequeños son genéricos y no
autobiográficos, no pueden pensar que los sucesos mostrados en las cintas o en las
fotografías les hayan pasado a ellos. Además, hasta cerca de los 3!/2 años, los niños pueden
no tener un concepto claro de sí mismos como seres continuos en el tiempo. Tal vez, así
como los más pequeños tienen problemas para aceptar más de una representación del mismo
objeto como verdadera, ellos no identifican el yo que fue con el yo que es. Por consiguiente,
no comprenden que las personas que ven en las cintas o en las fotografías son ellos mismos
(Povinelli, Landau & Perilloux, 1996).
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A la edad de cuatro años, los intentos de Jason para una autodefinición se vuelven más
completos cuando el niño comienza a identificar un conjunto de características para
describirse a sí mismo:
Mí nombre es Jason y vivo en un apartamento con mi mamá y mi papá. Tengo una gatica y
su nombre es Pumpkin. Nosotros tenemos un televisor y a mí me gusta ver los dibujos
animados……..Tengo el cabello negro. Yo voy al preescolar. Realmente soy fuerte. Yo
puedo levantar esta silla, ¡mírenme! (adaptado de Harter, 1993, p. 2)*
La manera como Jason se describe es típica de los niños de esa edad. Él habla
principalmente de comportamientos concretos y observables; características externas,
como sus rasgos físicos; preferencias, pertenencias y los integrantes de su hogar. El niño
menciona destrezas en particular (correr y trepar) en lugar de cualidades generales (ser
atlético). Sus autodescripciones aluden a demostraciones; lo que él piensa de sí mismo es
casi inseparable de lo que hace. No es sino hasta la niñez intermedia que el chico se
describirá en términos de generalizaciones como popular, brillante o callado.
Los teóricos neopiagetianos describen este cambio en tres pasos, que en realidad forman
una progresión continua (Fischer, 1980). A los cuatro años, Jason está en el primero de
esos pasos: las frases acerca de sí mismo son representaciones sencillas, aisladas una
de otra. Su pensamiento aún es transductivo; pasa de un aspecto en particular a otro, sin
conexiones lógicas. En esta etapa no puede imaginar que tiene dos emociones a la vez
("Tú no puedes estar feliz y tener miedo"). Debido a que no puede descentrar, el niño no
puede considerar aspectos diferentes de sí mismo, al mismo tiempo. Su pensamiento es
de todo o nada. No puede reconocer que el yo real, la persona que en realidad es, no es
el mismo yo ideal, la persona que le gustaría ser; de modo que se describe como un
modelo de virtud y habilidad.
Hacia los cinco a seis años, Jason avanza al segundo paso, cuando comienza a
relacionar un aspecto de sí mismo con otro: "Yo puedo correr rápido y trepar alto.
También soy fuerte. Yo puedo lanzar una bola muy lejos. ¡Voy a pertenecer a un equipo
algún día!" (Harter, 1993, p. 9). Sin embargo, esta elaboración de mapas
representacionales -conexiones lógicas entre partes de la imagen que tiene de sí
mismo- todavía las expresa en términos de todo o nada. Como lo bueno y lo malo son
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opuestos, el niño no puede ver que él podría ser bueno en algunas cosas y no en otras.
Entender las propias emociones es importante para la socialización. Ayuda a los niños a
controlar la forma como demuestran sus sentimientos y a ser sensibles a la manera
como los demás se sienten (P. W. Garner & Power, 1996). Sin embargo, el confuso
estado emocional de Maya no es raro a esa edad. La vergüenza -en oposición al orgullo-
es una emoción compleja que los niños pequeños rara vez entienden.
En un estudio (Harter, 1993), a niños entre cuatro y ocho años se les narraron dos
historias. En la primera, un niño toma dinero antes de decirle que no lo haga; en la
segunda, un niño realiza una difícil prueba gimnástica. Cada historia se presentó en dos
versiones: una en donde el padre ve al niño durante la acción, y otra en donde el niño no
era observado. Se preguntó a los niños cómo se sentirían ellos y sus padres en cada
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circunstancia.
• Emociones simultáneas
Nivel 0: al comienzo los niños no entienden que cualquiera de los dos sentimientos
puede coexistir. En esta etapa, un niño puede decir "Tú no puedes tener dos
sentimientos al mismo tiempo porque ¡tienes una sola mente!". El niño ni siquiera
puede reconocer que siente dos emociones similares a la vez (como felicidad y
orgullo).
Nivel 1: los niños pueden ser conscientes de dos emociones al mismo tiempo, pero
sólo si ambas son positivas o negativas y están dirigidas al mismo objetivo ("Si mi
hermano me golpea, estaré mal y triste"). Un niño en este nivel no puede entender la
posibilidad de sentir emociones simultáneas hacia dos personas diferentes o de
sentir emociones contradictorias hacia la misma persona.
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Nivel 2- los niños pueden reconocer que tienen dos sentimientos de la misma clase
enfocados a objetivos diferentes ("Yo estaba emocionado por ir a Méjico y feliz de
ver a mis abuelos"). Sin embargo, no pueden reconocer que experimentan
sentimientos contradictorios (¡"Yo no puedo estar feliz y tener miedo al mismo
tiempo; yo tendría que ser dos personas a la vez!").
Nivel 3: los niños pueden entender que tienen dos sentimientos opuestos al
mismo tiempo, pero solamente si éstos están enfocados a dos objetivos
diferentes. Maya puede expresar un sentimiento negativo hacia su hermano
menor ("Yo me sentí mal por culpa de Tony, por eso lo pellizqué") y un
sentimiento positivo hacia su padre ("Estoy feliz por que mi padre no me castigó"),
pero ella no puede reconocer que tiene sentimientos positivos y negativos (amor y
odio) hacia ambos.
Nivel 4: en este punto, los niños pueden describir sentimientos opuestos hacia el
mismo objetivo ("Estoy emocionada por ir a mi nueva escuela, pero también
siento un poco de miedo").
Los niños en preescolar pueden y quieren hacer cada vez más cosas. Al tiempo que
aprenden que algunas de las cosas que quieren hacer (como cantar una linda canción)
requiere de aprobación social, mientras que otras (como llevarse el reloj de mami), no.
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Una fuente importante de autoestima en los niños es el juicio que sus padres expresan
sobre su competencia. Esta madre manifiesta entusiasmo por el trabajo de artes de su
hijo de tres años, haciéndole saber que él es importante. Al sentirse amado y
respetado, es probable que el niño se sienta bien consigo mismo.
Este conflicto marca una diferencia entre dos partes de la personalidad: la que sigue
siendo un niño, lleno de vitalidad y deseo de hacer cosas nuevas y de poner a prueba
sus nuevos poderes, y la parte que se está convirtiendo en adulto, examinando
constantemente lo apropiado de los motivos y acciones. Los niños que aprenden a
regular estas directrices opuestas desarrollan la virtud del propósito, el coraje para
avizorar y perseguir metas sin sentirse indebidamente inhibidos por la culpa o el miedo
al castigo (Erikson, 1982).
2.2. Autoestima
Los niños no pueden articular un concepto de su propio valor sino hasta la edad de
ocho años, aproximadamente, pero con su comportamiento demuestran que tienen un
concepto (Harter, 1990, 1993). En los niños pequeños, la autoestima -la opinión que
una persona tiene de su propio valor- no se basa en una valoración realista de las
capacidades o de los rasgos de la personalidad. De hecho, los niños entre cuatro y siete
años suelen sobrevalorar sus habilidades. Por una parte, aún no cuentan con las
destrezas cognoscitivas y sociales para compararse con precisión con respecto a otros
niños; además, aunque los pequeños pueden emitir conceptos sobre su competencia en
diferentes actividades, aún no pueden clarificarlas según su importancia, y deben
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aceptar el criterio de los adultos quienes, a menudo, les dan retroalimentación positiva
sin críticas (Harter, 1990).
La autoestima a esta edad tiende a ser global: "Soy bueno" o "Soy malo". Esta
perspectiva global de sí mismo puede depender de la aprobación de los adultos
(Burhans & Dvveck, 1995). La actitud de apoyo por parte de los padres -escuchar a su
hijo, leerle cuentos, preparar comidas juntas, secar sus lágrimas con besos-son
contribuciones importantes a la autoestima (Haltiwanger & Harter, 1988). No es sino
hasta la niñez intermedia que las evaluaciones personales de la competencia y la
capacidad adquieren sentido crítico en la formación y el mantenimiento de un sentido
del valor de sí mismo (Harter, 1990).
Cuando la autoestima es alta, un niño está motivado para lograr sus metas (Harter,
1990). No obstante, si la autoestima está supeditada al éxito, los niños pueden ver el
fracaso como una condena de su valor y sentirse desamparados para hacerlo mejor. Entre
un tercio y la mitad de los niños de preescolar muestran elementos de este patrón de
"desamparo". En lugar de ensayar otro orden para completar un crucigrama, como lo haría
un niño con una autoestima incondicional, los niños "desamparados" se sienten
avergonzados y desisten, o cambian a un rompecabezas más fácil que ya habían resuelto.
Ellos no esperan tener éxito y por eso no lo intentan; interpretan su bajo desempeño como
un signo de ser "malo" y creen que no pueden superarlo. Este sentido de ser una mala
persona puede persistir hasta la edad adulta. Para evitar el afianzamiento del patrón de
"desamparo", padres y maestros pueden dar a los niños retroalimentación específica y
dirigida en lugar de criticarlos como personas (Burhans & Dweck, 1995).
2.2.1. Genero
Ser hombre o mujer afecta a la gente en su aspecto, en la manera de mover su cuerpo,
y en su forma de trabajar, jugar y vestir. Esto influye en lo que piensan acerca de sí
mismos y en lo que otros piensen de ellos. Todas estas características -y otras más-
están incluidas en la palabra género: lo que significa ser hombre o mujer.
La identidad de género, la conciencia del género que la persona tiene y todo lo que esto
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Desarrollo Psicosocial en la niñez y en la adolescencia Lic. Mery López Tito
Aunque algunas diferencias se vuelven más notorias a partir de los tres años, en promedio
varones y niñas siguen siendo más semejantes que diferentes. Tres diferencias
cognoscitivas -capacidad verbal superior en las niñas y mejores capacidades matemáticas y
espaciales en los muchachos- no aparecen sino hasta la edad de 10 u 11 años (E.
Maccoby & Jacklin, 1974). Análisis más recientes encontraron diferencias de género en las
destrezas verbales tan pequeñas que se consideraron insignificantes (J- Hyde & Linn,
1988). Las diferencias en capacidades matemáticas y espaciales han disminuido en los
últimos años. En la población en general, el sexo tampoco manifiesta una mejor
comprensión de los conceptos matemáticos; las niñas son excelentes en computación
(sumar, restar, entre otros) y los muchachos no presentan dificultades para la solución de
problemas superiores hasta la secundaria
Con respecto a la personalidad, el resultado más evidente es que los muchachos tienden a
ser más agresivos que las niñas (P. J. Turner & Gervai, 1995). Algunos estudios sugieren
que las niñas manifiestan más empatía, obediencia, son más colaboradoras con los
padres y buscan la aprobación de los adultos en mayor grado que los muchachos. Una
de las diferencias de género que aparece más pronto, alrededor de los dos años y de
manera más consistente a los tres, es la elección de los juguetes y de las actividades de
juego, así como de compañeros de juego del mismo sexo (P. J. Turner & Gervai, 1995).
Claro está que se debe recordar que las diferencias de género son válidas para grupos
grandes de muchachos y chicas, pero no necesariamente para los individuos (P. J.
Turner & Gervai, 1995). Al saber el sexo de un niño, no se puede predecir que ese
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Desarrollo Psicosocial en la niñez y en la adolescencia Lic. Mery López Tito
varón o esa chica en particular serán, más rápidos, más fuertes, más listos, más
obedientes o más asertivos que otro niño.
La tipificación del género es el aprendizaje de un niño acerca del papel de su género. Los
niños aprenden estos papeles a través de la socialización y la gente varia en el grado en
que los asume.
Los estereotipos del género son generalizaciones exageradas acerca del comportamiento
masculino o femenino ("Todas las mujeres son pasivas y dependientes; todos los hombres
son agresivos e independientes"). Los estereotipos del género se presentan en muchas
culturas y se encuentran en niños desde los tres años (Haugh, Hoffman & Cowan, 1980; j.
E. Williams & Best, 1982). Los estereotipos del género, si se incorporan en los papeles del
género, pueden restringir la perspectiva que los niños tienen de sí mismos y de su futuro.
Los estereotipos del género pueden afectar las actividades más elementales de la vida
diaria, así como las decisiones trascendentales en la vida. Los niños que absorben estos
estereotipos pueden convertirse en hombres "torpes" a la hora de dar el biberón a un bebé
o en mujeres que "no pueden" clavar una puntilla (Bem, 1976).
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Desarrollo Psicosocial en la niñez y en la adolescencia Lic. Mery López Tito
Define
1. La autoestima
2. Genero
3. Estereotipos de género
"Papi, ¿dónde vivirás cuando yo crezca y me case con mami?" pregunta Timmy, a la edad de
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Desarrollo Psicosocial en la niñez y en la adolescencia Lic. Mery López Tito
cuatro años. Desde la perspectiva psicoanalítica, la pregunta del niño es parte de su
adquisición de la identidad de género. Ese proceso, de acuerdo con Freud, es de
identificación: la adopción de características, creencias, actitudes, valores y
comportamientos del padre del mismo sexo. Freud y otros teóricos clásicos del
psicoanálisis consideraron la identificación como un avance importante de la
personalidad en la niñez temprana; algunos estudiosos del aprendizaje social también
han empleado el término.
De acuerdo con Freud, la identificación ocurrirá para Timmy cuando él reprima o alcance
el deseo de poseer al padre del otro sexo (su madre) y se identifique con el padre del
mismo sexo (su padre).
Anna, a la edad de cinco años, insistía en vestirse de una nueva manera. Ella quería
vestir medias pantalón con una blusa encima y botas, tanto para salir como para estar en
casa. Cuando Diane le preguntó el porqué, la niña replicó: "Porque Katie se viste así y
Katie es ¡la reina de las niñas!".
En la teoría del aprendizaje social, los niños aprenden la identidad y los papeles de
género de la misma manera como aprenden otros comportamientos: observando e
imitando modelos. En su forma habitual, un modelo es el padre del mismo sexo, pero los
niños también se moldean a sí mismos imitando a otras personas.
Aunque la teoría del aprendizaje social parece tener sentido, ha sido difícil de demostrar.
Los niños imitan a los adultos, pero no siempre al de su mismo sexo. Los hijos no son
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Desarrollo Psicosocial en la niñez y en la adolescencia Lic. Mery López Tito
más parecidos a sus padres en su personalidad que a otros padres elegidos al azar, y si
son como sus propios padres, no son más semejantes al padre del mismo sexo que al otro
(Heiheringion, 1965; Mussen & Rutherford, 1963).
El análisis de una gran cantidad de estudios sugiere que los padres, en especial los varones,
estimulan actividades tipificadas por el género en juegos y actividades domésticas. Sin
embargo, no está claro si el comportamiento que se refuerza surge de la imitación, de las
propias preferencias del niño o por alguna otra causa (Lytton & Romney, 1991). El
aprendizaje social puede tener algo que ver con la adquisición por parte de los niños de la
identidad y de los papeles de género, pero la simple imitación y el refuerzo no parecen
explicar a satisfacción cómo sucede esto.
En parte, Anna aprende que es una niña porque la gente se lo dice. Ella deduce qué es lo
que se supone que hacen las niñas y lo hace. Aprende acerca del género de la misma
manera como aprende todo lo demás: pensando en su experiencia. Éste es el fundamento
de la teoría del desarrollo cognoscitivo de Lawrence Kohlberg (1966).
Para aprender su identidad de género, dice Kohlberg, los niños no dependen de los adultos
como modelos o dispensadores de refuerzos o castigos. En cambio, ellos se clasifican y
clasifican a los demás en hombres o mujeres y luego organizan su comportamiento alrededor
de esa clasificación. La razón para que una niña prefiera las muñecas a los camiones no
está en que ella obtenga la aprobación para jugar con muñecas (como en la teoría del
aprendizaje social). Por el contrario, la razón se encuentra en su conocimiento de que jugar
con muñecas es consistente con su idea de sí misma como niña. Según Kohlberg, la
identidad del género suele aparecer alrededor de los dos años; cerca del tercero, la mayoría
de los niños tienen una idea firme de cuál es el sexo al que pertenecen. Una niña con un
corte de cabello "masculino" corregirá con indignación a las personas que la confundan con
un muchacho.
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Desarrollo Psicosocial en la niñez y en la adolescencia Lic. Mery López Tito
cuatro años, dijo que ella siempre sería una niña y David siempre sería un niño, aunque él
jugara con muñecas. David no había alcanzado la constancia del género; Anna sí De
acuerdo con Kohlberg, la constancia del género precede la adquisición de los roles del
mismo, y una vez que los niños entienden que siempre serán varones o mujeres, adoptan lo
que ellos ven como comportamientos apropiados al género.
Una excepción parece ser las preferencias en cuanto a los programas de televisión de los
niños. Los muchachos de cinco años que han logrado la constancia de género prestan más
atención a los personajes masculinos de la televisión y ven más programas de deportes y
acción que los niños que no la han alcanzado.
Resulta evidente, que el desarrollo de la constancia del género no es de una sola pieza; a
medida que los niños adquieren experiencia e información acerca de qué significa el género,
tienen ¡deas más flexibles acerca de lo que implican las categorías del mismo. Por lo tanto,
parece razonable buscar factores adicionales en el desarrollo del papel de género además
de la constancia de éste.
¿……? ¿Por qué los niños prestan tanta atención al sexo para establecer
las clasificaciones mediante las cuales le dan sentido a su mundo?
Para responder esta pregunta, Sandra Bem (1983, 1985) desarrolló la teoría del esquema
del género, un enfoque socio-cognoscitivo que combina elementos de las teorías del
desarrollo cognoscitivo y del aprendizaje social, y hace énfasis en el rol de la cultura. Un
esquema (como los esquemas en la teoría de Piaget) es un patrón de comportamiento
organizado mentalmente que ayuda a un niño a escoger información. Un esquema del
género es un patrón de comportamiento organizado alrededor del género.
De acuerdo con la teoría del esquema del género, los niños se socializan en sus papeles de
género al desarrollar un concepto de lo que significa ser hombre o mujer en su cultura. Para
hacerlo, organizan sus observaciones alrededor del esquema del género. Ellos disponen la
información sobre esta base porque ven que su sociedad clasifica a la gente de esa manera:
hombres y mujeres visten diferente, juegan con distintos juguetes, utilizan baños separados y
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Desarrollo Psicosocial en la niñez y en la adolescencia Lic. Mery López Tito
hacen filas diferentes en la escuela. Entonces, los niños adaptan sus propias actitudes y
comportamiento al esquema del género de su cultura: lo que se "supone" que son y hacen
niños y niñas. Cuando actúan de manera apropiada según el género, su autoestima
aumenta; cuando no lo hacen, se sienten incómodos.
La situación familiar hace más fácil recordar la información consistente con el género y más
difícil recordar la que se desvía de él.
RECUERDA
En este modelo, los niños van a través de tres fases para asimilar y aplicar la formación
relacionada con el género:
Como en la teoría del aprendizaje social, dado que el esquema del género se aprende, se
puede modificar. Por tanto, Bem (1974, 1976) sugiere que los adultos pueden enseñar a
los niños a sustituir otros esquemas por el esquema prevaleciente en la cultura que
promueve los estereotipos del género. Los adultos pueden hacer esto compartiendo
tareas domésticas, dando regalos que no sean estereotipos (muñecos para los niños y
camiones a las niñas), exponiendo a los niños ante hombres y mujeres con profesiones
no tradicionales y haciendo énfasis en la anatomía y la reproducción antes que en la
ropa y el comportamiento, como las principales distinciones entre hombres y mujeres. Un
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Desarrollo Psicosocial en la niñez y en la adolescencia Lic. Mery López Tito
niño educado de esta manera puede desarrollar una personalidad andrógina, la cual
integra características positivas que normalmente se consideran masculinas con las que
normalmente se consideran femeninas.
Parece claro que tanto naturaleza como crianza ocupan una parte de lo que significa ser
hombre o ser mujer.
Factores biológicos
En los animales, las hormonas que circulan en el torrente sanguíneo antes o casi al
momento del nacimiento parecen influir en las diferencias del género. La hormona
masculina testosterona ha sido relacionada con el comportamiento agresivo en ratones,
conejillos de Indias, ratas y primates, y la hormona femenina prolactina está relacionada
con el comportamiento materno en animales jóvenes o machos (Bronson & Desjardins,
1969; D. M. Levy, 1966; R. M. Rose, Cordón & Bernstein, 1972). De hecho, los seres
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Desarrollo Psicosocial en la niñez y en la adolescencia Lic. Mery López Tito
humanos reciben la influencia mucho mayor del aprendizaje con respecto a los animales,
de modo que las conclusiones fruto de estudios con animales no se aplican.
Este caso y varios otros similares contradicen la creencia prevaleciente entre muchos
médicos, de que un ajuste sexual saludable depende principalmente de la presencia de
órganos sexuales apropiados y en crecimiento.
Factores paternos
Existe más probabilidad de que los padres se muestren inconformes con el hecho de que
un muchacho juegue con muñecas que si una niña juega con un camión. Las niñas tienen
mucha más libertad para vestirse, jugar y relacionarse con las personas con quienes
juegan (Miedzian, 1991).
Los padres con una tipificación del género alta no tuvieron hijos con la misma condición,
sino que al parecer influyeron más en el conocimiento que los niños tuvieron de los
estereotipos del género que en su comportamiento. Esto fue especialmente válido para la
elección de compañeros de juego: los niños jugaron con otros pequeños del mismo sexo
sin considerar lo que pensaban sus padres. De hecho, los grupos de compañeros del
mismo sexo pueden ejercer sobre ellos mismos una influencia importante en la tipificación
del género. Los padres tuvieron una influencia más consistente que las madres. Resultó
sorprendente, sin embargo, que influyeran en niños y niñas en el mismo sentido; las
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Desarrollo Psicosocial en la niñez y en la adolescencia Lic. Mery López Tito
hijas y los hijos de padres altamente "masculinos" tendieron a ser más autoasertivos y
menos expresivos que los hijos e hijas de padres menos "masculinos". No causó sorpresa
que los hijos de los padres que hacían labores domésticas y cuidaban de los niños fueran
menos conscientes de los estereotipos del género y se vincularan menos a juegos
tipificados en este sentido.
Factores culturales
Un canal importante en la transmisión de actitudes culturales acerca del género es la
televisión, y de ella han absorbido una alta dosis de actitudes de estereotipos de género.
Aunque, en la actualidad, las mujeres que ven televisión tienen más posibilidad de
trabajar fuera de su hogar y en ocasiones los hombres se encargan de cuidar a los hijos
o de hacer el mercado, la mayor parte de la vida que se presenta en televisión es más
estereotipada que en la vida real.
La teoría del aprendizaje social predice que los niños que ven mucha televisión tendrán
más tipificación del género por la imitación de los modelos que ven en la pantalla.
Los libros de los niños son otra fuente de estereotipos de género, como lo indicó la
investigación realizada en la década de 1970. En la actualidad, la amistad entre
muchachos y chicas se representa con más frecuencia, y las niñas son más decididas y
recursivas. No obstante, predominan los personajes masculinos y las mujeres tienden
más a necesitar ayuda y es más probable que los hombres la brinden (Beal, 1994).
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Desarrollo Psicosocial en la niñez y en la adolescencia Lic. Mery López Tito
GLOSARIO
Identidad de género Conciencia que una persona desarrolla en la niñez temprana, acerca
de ser hombre o mujer.
Papel de género Comportamientos, intereses, actitudes, destrezas y rasgos que una cultura
considera apropiados para hombres y mujeres.
Tipificación del género Proceso de socialización mediante el cual los niños, a una edad
temprana, aprenden el comportamiento que su cultura considera apropiado para un niño o
una niña.
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Desarrollo Psicosocial en la niñez y en la adolescencia Lic. Mery López Tito
Estereotipos del género Generalizaciones exageradas acerca del comportamiento del rol
femenino o masculino.
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Desarrollo Psicosocial en la niñez y en la adolescencia Lic. Mery López Tito
ACTIVIDADES EVALUATIVAS
1. Describe
a. El entendimiento de emociones centradas en si mismo
b. Las emociones simultáneas
2. Indica y describe de manera breve el desarrollo del autoconcepto entre las
edades de tres a seis años.
3. Explica el significado de la tercera crisis de Ericsson en el desarrollo de la
personalidad
4. Observa un niño entre O a 3 años y valida la teoría de la adquisición de la
identidad del genero y de sus roles
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Desarrollo Psicosocial en la niñez y en la adolescencia Lic. Mery López Tito
Q
3.1. El juego: asunto de la niñez temprana
Cuando Carmen, de tres años, llega a desayunar, imagina que los trozos de
cereal flotan en su tazón como "pececitos" nadando en la leche, y ella los
"pesca", cucharada tras cucharada. Después del desayuno, la niña se pone
el sombrero viejo de su madre, levanta una maleta que ya no se usa v es
una "mami" que va a trabajar. La niña corre fuera de la casa en su triciclo a
través de los charcos, tiene conversaciones imaginarias por teléfono, luego
mete un bloque de madera en un camión de juguete y hace los efectos de
sonido apropiados. El día de Carmen es una ronda de un juego tras otro.
UNIDAD
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Desarrollo Psicosocial en la niñez y en la adolescencia Lic. Mery López Tito
En la década de 1920, Mildred B. Parten (1932), identificó seis tipos de juego, desde
el menos social hasta el más social, y encontró que a medida que un niño crece, su
juego tiende a ser más social y cooperativo. Al principio juegan solos, luego al lado
de otros niños y, finalmente, juntos.
Sin embargo, en un estudio similar realizado cuarenta años más tarde, con 44 niños
entre tres y cuatro años, el juego fue mucho menos social que en los niños del grupo
de Parten (K. E. Barnes, 1971). La diferencia puede haber reflejado un cambio en el
ambiente. Debido a que los niños ven televisión, puede haberse vuelto más pasivos;
como los juguetes son más elaborados y tienen menos hermanos, es probable que
hayan jugado más tiempo solo.
Se podría esperar que niños que han pasado un tiempo considerable en grupo, en
entros de cuidado diario, jueguen más socialmente. Esta expectativa ha sido
comprobada con chicos que asisten a centros de cuidado diario con énfasis en las
destrezas sociales, grupos de edad mixtos y un alto índice de relación adulto-niño.
Sin embargo, no parece aplicable a los niños en centros pequeños con grupos de la
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Desarrollo Psicosocial en la niñez y en la adolescencia Lic. Mery López Tito
misma edad y énfasis en las destrezas académicas (Schindler, Moely & Frank,
1987).
Parten así lo pensó. Ella y otros observadores sugieren que los niños pequeños que
juegan solos pueden estar en riesgo de desarrollar problemas sociales, psicológicos y
educativos. Actualmente, sin embargo, gran parte del juego no social consta de
actividades para fortalecer el desarrollo cognoscitivo, físico y social. Por consiguiente,
el juego solitario puede reflejar independencia y madurez, no un deficiente ajuste
social.
CATEGORÍA DESCRIPCIÓN
Comportamiento de El niño no parece estar jugando pero mira todo con interés por momentos.
desocupado
El niño dedica la mayor parte del tiempo a observar a otros chicos que
Comportamiento de juegan. El observador habla con ellos, les hace preguntas o sugerencias,
observador pero no participa en el juego. El observador está definitivamente
apreciando grupos particulares de niños y no algo que sucede que sea
emocionante.
Juego solitario independiente
El niño juega solo, con juguetes diferentes de los que utilizan otros niños
Juego paralelo que se encuentren cerca y no hace ningún esfuerzo por acercarse a ellos.
Juego asociativo El niño juega de manera independiente pero en medio de otros niños, con
juguetes como los que usan los demás, pero no necesariamente jugando con
ellos en la misma forma. Jugando al lado y no con los demás, el jugador
Juego complementario paralelo no trata de influir en el juego de los otros niños.
cooperativo u organizado El niño juega con otros niños. Hablan acerca del juego, toman prestados y
prestan juguetes, siguen uno al otro y tratan de controlar quién puede jugar en
el grupo. Todos los niños juegan de manera similar pero no idéntica; no hay
división del trabajo ni ninguna organización para alcanzar una meta. Cada
niño actúa como desea y se interesa más en estar con los demás niños que
en la actividad misma.
El niño juega en un grupo organizado para alguna meta: hacer algo, jugar un
juego formal o dramatizar una situación. Uno o dos niños controlan quién
pertenece al grupo y dirigen las actividades. A través de una división del
trabajo, los niños asumen diferentes papeles y complementan los esfuerzos
de todos
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Desarrollo Psicosocial en la niñez y en la adolescencia Lic. Mery López Tito
Los niños necesitan algo de tiempo solo para concentrarse en tareas y problemas, y
algunos simplemente disfrutan más las actividades no sociales que las de grupo. Es
necesario observar lo que hacen los niños cuando juegan, no sólo si juegan solos o con
alguien más.
Juego cognoscitivo
Carol, de 21/2 años, "hablaba" con una muñeca, utilizando una voz más grave que la
suya, como si la muñeca fuera en realidad una persona. Michael, a los tres años, se
puso una de las toallas de la cocina a manera de capa y "voló" como Batman. Anna, a
los 31/2 años, tenía varios compañeros de juego imaginarios.
Todos estos niños estaban involucrados en el juego fingido (también llamado juego de
fantasía, juego dramático, juego simbólico o juego imaginario) que incluye personas o
situaciones ficticias.
El juego fingido es una de las categorías de juego identificadas por Piaget y otros
investigadores como señal del desarrollo cognoscitivo (Piaget, 1951; Smilansky, 1968).
Los niños pequeños progresan a partir del juego repetitivo simple que incluye
movimientos musculares (como hacer rodar una pelota) a tres formas cada vez más
complejas: el juego constructivo (construir una torre de bloques), luego el juego fingido
Gugar al doctor) y después \osjuegos formales con reglas (rayuela y canicas).
La habilidad para fingir se basa en la capacidad para usar y recordar símbolos (Piaget,
1962), que surge casi al final de la etapa sensoriomotriz. El juego fingido suele comenzar
hacia el final del segundo año, aumenta durante los años tres y cuatro, y luego
desciende, a medida que los niños se interesan más en los juegos con reglas. Entre el
10% y el 17% del juego de los niños en preescolar es fingido, y la proporción aumenta al
33% entre los niños del jardín de infantes. La dimensión social del juego imaginativo
también cambia durante estos años, pasando del tipo solitario al sociodramático que
involucra a otros niños (D. G. Singer & Singer, 1990). Jessie, que a la edad de tres años
se metió en una caja pretendiendo que ella era la conductora de tren, a los seis años
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Desarrollo Psicosocial en la niñez y en la adolescencia Lic. Mery López Tito
A través de la imaginación, los niños logran entender mejor el punto de vista de otra
persona, desarrollan destrezas para resolver problemas sociales y expresan creatividad.
A menudo, los niños que juegan en forma imaginaria tienden a cooperar más con otros
niños y a ser más populares y más alegres que quienes no lo son (D. G. Singer & Singer,
1990).
Los padres de los niños que utilizan el juego fingido tienden a llevarse bien entre sí,
exponen a los niños a experiencias interesantes, los involucran en las conversaciones y
no los castigan físicamente (Fein, 1981), Ellos brindan a sus hijos tiempo y espacio para
jugar, y les suministran disfraces, bloques, pinturas y figuras humanas de juguete (D. G.
Singer & Singer, 1990). Los niños que ven mucha televisión tienden a ser menos
imaginativos, posiblemente debido a que adquieren el hábito de absorber imágenes en
forma pasiva en lugar de generarlas. Los niños en centros de cuidado diario de alta
calidad juegan a niveles cognoscitivos más complejos, con respecto a los niños que no
reciben un cuidado adecuado (Llowes & Malheson, 1992).
Las categorías sociales y cognoscitivas del juego pueden verse en muchas culturas. Por
ejemplo, categorías similares a las descritas por Parten y Smilansky se registraron en el
juego de niños taiwaneses (Pan, 1994). Sin embargo, la frecuencia de formas
específicas de juego difiere a través de las culturas y puede recibir la influencia del
ambiente que los adultos configuran para los niños que, a su vez, refleja los valores
culturales.
Un estudio estableció que los niños angloamericanos tuvieran más juego social, mientras
que los del otro grupo se dedicaron más a un comportamiento desocupado o al juego
paralelo. Este último grupo también mostró menos juego imaginativo, algo que no resulta
extraño, ya que en su salón de clase cuentan con pocos materiales que estimulen el
juego fingido, como disfraces o muñecos. Además, la mayor parte del juego fingido entre
los niños angloamericanos puede haber recibido la influencia del gran valor que la
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Desarrollo Psicosocial en la niñez y en la adolescencia Lic. Mery López Tito
A medida que los niños se convierten en las personas que les corresponde, su
crecimiento puede ser un reto complejo y deslumbrante. Los padres deben tratar con
estos pequeños individuos de mente y voluntad fuertes según su propio criterio, pero que
todavía tienen mucho que aprender acerca de cuáles son las clases de comportamiento
que funcionan bien en una sociedad civilizada. Los padres se esmeran por tomar las
decisiones correctas para educar a sus hijos. Ellos quieren que sean seres humanos que
disfruten de la vida, piensen bien de sí mismos y alcancen sus metas. También quieren
que sus hijos aprendan a vivir en armonía con los demás y a formar y a mantener
relaciones constructivas y cercanas. Para lograr estos fines, los padres tienen que usar la
disciplina.
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Desarrollo Psicosocial en la niñez y en la adolescencia Lic. Mery López Tito
Refuerzo y castigo
"¿Qué vamos a hacer con ese niño?", dice la madre de Noel. "¡Cuánto más se le castiga,
peor se comporta!".
Infortunadamente, los castigos físicos son muy comunes. Resulta irónico que en
ocasiones los golpes estimulen el comportamiento agresivo. Además del riesgo de
causar lesiones, la agresión física o el castigo verbal puede alentar a los niños a imitar
a la persona que los castiga y a considerar la violencia como una respuesta efectiva a
los problemas. Los niños a quienes se castiga con rudeza, con frecuencia llegan a
tener problemas para interpretar las acciones y las palabras de las demás personas, y
pueden atribuir intenciones hostiles en donde no las hay (B. Weiss, Dodge, Bates &
Pettit, 1992). De otro lado, estos niños pueden volverse pasivos porque se sienten
desamparados; pueden volverse temerosos si los padres pierden el control y gritan,
vociferan, persiguen o golpean al niño. A veces, un pequeño puede tratar de evitar a
un padre castigador, debilitando la capacidad de la persona para influir en su
comportamiento (Grusec & Goodnow, 1994).
A pesar de los efectos potencial mente negativos del castigo, en ocasiones algunas
formas de éste parecen necesarias. Los niños tienen que ser reprendidos de
inmediato y aprender a la fuerza a no atravesar una calle corriendo o a no golpear a
otro niño en la cabeza con juguetes pesados. Cuando se debe usar un castigo, los
siguientes factores influyen en su efectividad (Parke, 1977):
1. Inmediatez: cuanto menor sea el tiempo entre el mal comportamiento y el castigo,
más efectivo será éste.
2. Explicación: el castigo es más efectivo cuando está acompañado por una
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Desarrollo Psicosocial en la niñez y en la adolescencia Lic. Mery López Tito
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Desarrollo Psicosocial en la niñez y en la adolescencia Lic. Mery López Tito
¿Por qué Stacy golpea y muerde a la persona que está más cerca cuando no puede
terminar de armar un rompecabezas? ¿Qué hace que David se siente y se enfurruñe
cuando no puede terminar un rompecabezas, incluso cuando su maestra le ofrece
ayuda? ¿Por qué Consuelo trabaja en el rompecabezas durante 20 minutos y luego lo
tira e intenta con otro? ¿Por qué los niños son tan diferentes en sus respuestas ante la
misma situación? El temperamento es un factor importante sin duda alguna, pero
algunas investigaciones sugieren que los estilos de la paternidad también pueden
afectar la competencia del niño para manejar su mundo.
Diana Baumrind (1971, 1996; Baumrind & Black, 1967) describió patrones típicos de
comportamiento de los niños educados de acuerdo con ellos.
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Desarrollo Psicosocial en la niñez y en la adolescencia Lic. Mery López Tito
Una gran diferencia entre los estilos de paternidad y una fuente importante de conflicto
entre padres e hijos en la mayoría de la cultura estadounidense es la respuesta a la
pregunta de cuánta libertad se debe dar a los hijos. El área de autonomía de un niño
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Desarrollo Psicosocial en la niñez y en la adolescencia Lic. Mery López Tito
suele ampliarse en la niñez intermedia, pero incluso los padres con hijos en preescolar
tienden a creer que los pequeños están sujetos a sus opiniones y deben tener control
sobre algunos aspectos de la vida de éstos. Esta perspectiva se basa en la creencia
de que una autonomía limitada promueve importantes metas del desarrollo, en
general, competencia y autoestima (Nucci & Smetana, 1996).
¿Qué tipos de decisiones permiten los padres que sus hijos tomen? Los límites
precisos son aspectos de negociación y pueden variar entre grupos socioculturales y
económicos. En una investigación de un grupo de familias suburbanas, sus hijos de
cinco años tuvieron más probabilidad de que se les dieran opciones para sus
alimentos, mientras que en los de siete años fue más probable que eligieran sus
propias actividades. Aún así, los conflictos dentro de un área supuesta de autonomía
de un niño tendieron a aumentar con los muchachos, en cuanto a actividades, y con
las niñas en relación con su aspecto (Nucci & Smetana, 1996).
Para que los niños perciban un mensaje con precisión, los padres deben primero captar
su atención. Deben convencerse de que el tema es importante y que su intento es
ayudar al niño. Deben ser claros y consistentes acerca de sus expectativas. Para que
el niño acepte el mensaje, él mismo tiene que reconocer que es apropiado, de manera
que los padres deben ser justos y sinceros, y ajustar sus acciones a la infracción, lo
mismo que al temperamento y al nivel emocional y cognoscitivo del niño.
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Desarrollo Psicosocial en la niñez y en la adolescencia Lic. Mery López Tito
Entonces
Los procesos mediante los cuales padres e hijos resuelven conflictos pueden ser más
importantes que los resultados específicos. A través de la participación en los conflictos
de familia, los niños aprenden sobre normas y patrones de comportamiento, y sobre las
clases de temas que vale la pena discutir, así como qué estrategias pueden ser efectivas
(A. R. Eisenberg, 1996).
A largo plazo, las prácticas específicas de paternidad pueden ser menos importantes
que la manera como los padres se sienten con respecto a sus hijos, cómo demuestran
sus sentimientos y si les permiten demostrar los de ellos. Ésta es la conclusión de un
importante estudio de adultos jóvenes cuyas madres fueron entrevistadas 20 años atrás
en relación con sus técnicas de crianza (McClelland, Constantian, Regalado & Stone,
1978; Sears, Maccoby & Levin, 1957).
Los niños que se sintieron más amados, al crecer fueron los más tolerantes con las
otras personas, los más comprensivos y los que más probabilidad tuvieron de mostrarse
interesados en los demás. Los adultos menos maduros habían crecido en hogares en
donde se les consideraba como una molestia; sus padres habían sido intolerantes al
ruido, al desorden, a las peleas hogareñas y habían reaccionado con desagrado ante la
agresividad de los niños, el juego normal del sexo en la infancia y ante las expresiones
de dependencia.
¿Qué
sucede cuando las riñas de los hermanos
pasan a empujones, golpes u otras acciones agresivas?
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Desarrollo Psicosocial en la niñez y en la adolescencia Lic. Mery López Tito
La diferencia de edad entre los hermanos tuvo un efecto: en parejas muy cercanas,
los hermanos mayores iniciaron más el comportamiento prosocial. Los hermanos
del mismo sexo fueron un poco más cercanos y jugaron juntos más pacíficamente
que las parejas niño-niña. Los hermanos se llevaron mejor cuando la madre no
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Desarrollo Psicosocial en la niñez y en la adolescencia Lic. Mery López Tito
estaba con ellos (pelear puede ser una forma de llamar la atención paterna). En
general, estos investigadores encontraron que los comportamientos prosociales y
orientados hacia el juego eran más comunes que la rivalidad, la hostilidad y la
competencia.
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Desarrollo Psicosocial en la niñez y en la adolescencia Lic. Mery López Tito
A los cuatro años, Anna prefería mucho más jugar con otras niñas que con los
muchachos. Constantemente clasificaba juguetes, juegos y actividades como cosas
"niñas", o cosas "niños"; cuando no estaba segura de cómo clasificar un objeto,
preguntaba sobre él. Su amigo Stephen también estaba más interesado en jugar con
niños de su mismo sexo.
Una tendencia hacia la segregación sexual en el juego parece ser universal a través
de las culturas. Dicha tendencia resulta común entre los chicos de preescolar de tres
años, quienes tienden a aceptar con beneplácito a compañeros del mismo sexo para
jugar. Inclusive, se vuelve más común en la niñez temprana cuando los muchachos
acostumbran a jugar en las calles y en otros lugares públicos, mientras que las
niñas se reúnen en sus casas o en el prado
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aula de preescolar), los chicos pasarán la mayor parte de su tiempo con unos pocos
compañeros, usualmente aquellos con quienes han tenido experiencias positivas
previas. Quienes han tenido experiencias positivas frecuentes entre sí tienen mayor
posibilidad de convertirse en amigos (J- Snyder efa/, 1996).
Los rasgos que hacen a un niño deseable como compañero de juego son similares a
los rasgos que en la niñez temprana se buscan en los amigos. Los niños prefieren a
quienes demuestran comportamientos altruistas. En general, les agrada jugar con
compañeros que sonríen y ofrecen un saludo, un juguete o la mano, y que se
adaptan a lo que ya están haciendo o les agrada hacer. Ellos tienden a rechazar la
participación de niños que interrumpen con violencia, son exigentes, se entrometen o
son agresivos y no tienen en cuenta a quienes son tímidos, retraídos o dudan para
acercarse (Ramsey & Lasquade, 1996; J. Roopnarine & Honig, 1985).
Beneficios de la amistad
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hermanos pasa a las relaciones con otros niños; es posible que un chico agresivo
con sus hermanos también lo sea con sus amigos. Sin embargo, patrones
específicos establecidos con los hermanos no siempre se repiten con los amigos.
Un niño dominado por su hermano mayor puede alcanzar un rol de dominio sobre
un compañero de juego. Por lo general, los niños son más prosociales y juegan
más con sus compañeros que con sus hermanos (Abramovitch el al, 1986).
Las amistades pueden ayudar a preparar a los niños para la llegada de otro
hermano. Aprender a llevarse bien con un amigo y manejar los conflictos puede
ser un buen "ensayo" para llevarse bien con un hermano, y el juego de fantasía
permite a los niños prepararse para las preocupaciones por el cambio que implica
en sus vidas la llegada de un nuevo hermano. Obviamente, los mismos rasgos de
la personalidad y las destrezas sociales que hacen de un niño un buen amigo
también pueden contribuir a las relaciones positivas entre hermanos (Kramer &
Gottman, 1992).
Los niños cuyos padres se basan en la disciplina asertiva por poder o imposición
tienden a usar tácticas coercitivas en las relaciones con sus compañeros, mientras
que los chicos cuyos padres utilizan el razonamiento de toma y dame tienden más
a resolver los conflictos utilizando ese mismo mecanismo. Los niños cuyos padres
manifiestan desaprobación en lugar de ira, al igual que sentimientos positivos
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fuertes, son más altruistas, menos agresivos y se relacionan mejor (Boyum &
Parke, 1995). Los pequeños que se ven inmersos en intercambios de
sentimientos negativos (rabietas, quejas, ira, fastidio, mofas o aburrimiento)
durante el juego físico con sus padres, tienden a compartir menos que otros
niños, a ser más agresivos verbal y físicamente, y a evitar el contacto social
(Carson & Parke, 1996).
La relación propia de los padres puede ser un factor de influencia. Los niños
cuyos padres no se llevan bien, en ocasiones responden a la tensión resultante
tratando de evitar conflictos con otros niños. En consecuencia, no participan a
fondo en las actividades Indicas y no aprenden cómo relacionarse con los demás
(Gottman & Katz, 1989).
Los chicos, cuyos padres organizan reuniones de juego para ellos, tienen más
compañeros, los ven con más frecuencia e inician más reuniones por su cuenta.
Al organizar y supervisar reuniones de juego, los padres promueven el
comportamiento prosocial lo mismo que la sociabilidad al enseñar a los niños a
pensar en las necesidades y en los deseos de sus invitados. Como los niños que
tienen un comportamiento altruista tienden a ser más populares, esta orientación
puede tener consecuencias de larga duración (Ladd & Hart, 1992).
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Los padres que supervisan indirectamente el juego de sus hijos en edad preescolar
permaneciendo cerca, suelen lograr que éstos sean socialmente competentes. Los
chicos cuyos padres participan activamente en el juego no se ajustan igual de bien
en el salón de clase. Los estilos iniciales que utilizan los padres para controlar a los
pequeños pueden influir en la manera como éstos jugarán con los demás.
Practicar cómo manejar los problemas con los compañeros puede ser benéfico
(Mize & Pettit, 1997). Un estudio australiano encontró una estrecha relación entre
las destrezas sociales de los niños en el jardín de infantes y sus madres Las
madres de los chicos que eran populares tendieron más a ofrecer sugerencias
efectivas y orientadas hacia el grupo, que dirigían la atención de su propio hijo a lo
que los otros dos pequeños estaban haciendo. Hicieron comentarios positivos
acerca del juego de los niños y les dieron ideas para unirse a la pareja. Las madres
de los niños que resultaban desagradables o a quienes, por lo general, no tenían
en cuenta los demás compañeros de clase mostraron una falta de sensibilidad
hacia las necesidades de la pareja de niños que estaba jugando; ellas interrumpían
el juego para hacer lo que los otros niños estaban haciendo y así permitir al suyo
que participara, o dieron poca o ninguna ayuda eficaz a este último.
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GLOSARIO
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EVALUACION
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