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294 sonas La aavotucrou PUNDI-.CIÓN (II): NOVUS ÚRDD Srl ECLÚRUM 295
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dad, sino que penetra hasta el fin››5f* “_ Fue la misma concep- <
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! al poder combinado de muchos- fue el principio combinado
ción acerca de la identidad de príncipium y principio la que, _
de la promesa mutua y la deliberación en común; el propio
en su día, persuadió a la comunidad americana a dirigir la iïlšl-í`fÍ:' ¦
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acontecimiento fue el que decidió, como Hamilton había di-
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servaba el futuro»56, la misma que anteriormente había con- _ P mïí _ xión y la elección», que no «están eternamente condenados
ducido a Harrington -que, sin duda, no conocía los textos :Í':?¿-'¿Zf,¡;;-_ i
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a que sus constituciones políticas dependan del accidente y
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Por admirables y significativas que sean estas concepcio- :-¿/,-ku;
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antiguas y todavía corrientes del papel de la violencia, nece- ___,
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56. W. F. Craven, ob. cit_, p. 1. ':'/,ig
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57. Oceana, ed. Liljegren, Lund y Heidelberg, 1924, p. 168. Zera Pink, ' W.:
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ob. cit_, p. 63, señala que «la preocupación de Harrington por el “Estado __^,
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6. La tradición revolucionaria G I
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:_-¿_j_/¢›- Mundial, los historiadores se han mostrado más inclinados
y su tesoro perdido que nunca, desde principios del siglo xtx, a considerar el
mundo occidental como una totalidad.
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Independientemente de lo que nos reserve el futuro, el
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una bendición para Estados Unidos y aun así no es la bendi-
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república vino al mundo no en virtud de una «necesidad _
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_ ción mayor de que gozamos si se compara con las libertades
histórica» o de un desarrollo orgánico, sino como conse- --=¬_-=›__-,_
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I verdaderamente políticas, tales como la libertad de palabra
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cuencia de un acto deliberado: la fundación de la libertad.
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y de pensamiento, la libertad de reunión y de asociación. No
Esta falta de memoria es, en buena medida, la causa del ex- Í'->'-K/.›'^-'
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es imposible que, a la larga, el desarrollo económico nos trai-
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traordinario temor que suscita en Estados Unidos la revolu- -,.,_-_ 1
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fr.=_'| ga más calamidades que bienestar; lo que sí es seguro es que
ción, y es precisamente este temor el que confirma al resto '.¦'
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en ningún caso puede conducirnos a la libertad ni constituir
del mundo su justeza de miras al concebir la revolución ex- .dí-«
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una prueba de su existencia. Puede que en muchos aspectos
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clusivamente por referencia a la francesa. El miedo a la revo- _- ¦^_<'_
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resulte de gran interés una competencia entre América y Ru-
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sia en lo que se refiere a cifras de producción y nivel de vida,
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lítica exterior americana después de la guerra en su intento '_ :
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viajes a la luna y descubrimientos cientificos, y nada se opo-
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desesperado por estabilizar el statu quo, con el resultado de .___
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ne a que los resultados de dicha competencia sean interpre-
que se usase y abusase del poder y del prestigio americanos __-_,__ ax-_ _
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tados como prueba del vigor y recursos de las dos naciones y
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para apoyar regímenes políticos anticuados y corrompidos, ¦_ __- <_¬-/-
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cualesquiera que sean sus resultados, nunca podrán decidir
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el desprecio de sus propios ciudadanos. _:;:«;§`<f_=
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_ el problema de la mejor forma de gobierno, el problema de si
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Falta de memoria y, con ella, falta de comprensión se han __¬-¿-;'___.-
s'_-'- 1 es mejor una tiranía o una república libre. A causa de ello, y
puesto siempre de mani esto en las raras ocasiones en que el
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por lo que atañe a la Revolución americana, la respuesta al
diálogo hostil con la Rusia soviética tocó cuestiones de prin- "_=a"_Í_f:-
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-=¦'_-'¬:-_-_ reto comunista para igualar y sobrepasar a los países occi-
cipios. Cuando se nos decía que la libertad era para nosotros I-;;1ç__: _
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dentales en la pro ducción de bienes de consumo y en desa-
la libre empresa, fue muy poco lo que hicimos para destruir _-;f$__<.'
l rrollo económico debiera haber constituido motivo de rego-
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tan enorme falsedad, y muy a menudo nos hemos conduci- _ :_-r_\`
______¡ |I cijo a causa de las nuevas perspectivas de bienestar que se
do como si también nosotros creyésemos que lo que estaba fi
abren al pueblo de la Unión Soviética y de sus satélites, por
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en juego en el con icto posbélico que enfrentaba a países - :'_\ï`¿
__¢:_~ä'¡| haber servido al menos para poner de manifiesto que la con-
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«revolucionarios» del Este y de Occidente era la riqueza y la ¡|I'
quista de la pobreza a escala mundial puede representar per-
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abundancia. Hemos a rmado que en los Estados Unidos la __; ; _
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fectamente un punto de interés común y por recordar a
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una parte de la herencia inglesa consistió en un cierto menos-
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C€I'10› que la mayor parte de las llamadas revoluciones, lejos ,,¿._,¿¡___ .
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precio por las generalidades losófìcas patente en los Padres
de realizar la corisritutio iibertatis, no han sido nisiquiera ca- 2
Fundadores, pero basta echar una rápida ojeada a sus escritos
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paces de crear garantías constitucionales para los derechos y para darse cuenta de que ellos estaban más familiarizados con
libertades civiles, las bendiciones propias del «gobierno Ii- J' los métodos de «la prudencia antigua y moderna» que sus co-
H11fHC10>>, Y es indiscutible que en nuestras relaciones con las ¿I
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mil
demás naciones y sus gobiernos deberemos recordar que la /x.
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1_ La prueba más convincente de que los hombres de la Revolución
distancia existente entre tiranía y gobierno constitucional li- americana estaban predispuestos contra el pensamiento teórico pode-
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mitado es tan grande, cuando no más, como la que hay entre .-,_j §¿,-.:_: _'_
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mos encontrarla en los e:-tabruptos, no muy frecuentes pero muy signi -
gobierno limitado ylibertad. Pero estas consideraciones, por _`__,____
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cativos, dirigidos contra la filosofia y los lósofos del pasado. Además
importantes que puedan ser en la práctica, no deben signi -
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de Jefferson, que creyó poder denunciar los -sdesatiiios de Platón», tene-
mos a Iohn Adams, que se lamentaba de todos los lósofos posteriores a
car que confundamos derechos civiles y libertad política, o Platón, debido a que <-:ninguno de ellos, al establecer los fundamentos de
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que identifiquemos los postulados de todo gobierno civiliza- sus teorías, toma la naturaleza humana tal cual esa (Véase Zoltán Ha-
do con la sustancia misma de una república libre. En efecto, raszti: John Adams and the Prophets of Progre äi Cami:-ridg i MHSS-i
o la libertad política, en su acepción más amplia, signi ca el .K 1952, p_ 258). I-Iay que decir que esta predisposición ni es antiteórica en
cuanto tal, ni específica de una sestructura mental:-› americana. La hos-
derecho -<<_a participar en el gobierno», o no significa nada, tilidad entre losofia Y politica, apenas disimulada por una Filosofía de
la política, ha 'sido el azote del arte de gobierno de Occidente, asi como
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de la tradición filosófica desde que los hombres de acción se separaron de
r iunque las consecuencias que se han derivado de la ignoran- los hombres de pensamiento, es decir, desde la muerte de Sócrates. El
cia, el olvido yla falta de memoria son notorias y de naturaleza viejo conflicto sólo tiene relevancia para la esfera estrictamente secul ri
I y, por consiguiente, sólo jugó un papel secundario durante los siglos en
elemental y sin complicaciones, no ocurre lo mismo con el ¡J que la religión y las preocupaciones religiosas dominaron la esfera poli-
proceso histórico en el que se gestaron. En fecha reciente se ha /
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tica, pero era natural que recobrase de nuevo importaricia durante el na-
vuelto a sostener, de forma un tanto agresiva y a menudo con- _; !
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| cimiento o renacimiento de una esfera auténticamente polítlü i ES ¿Ei-111',
durante el curso de las revoluciones modernas. Para la tesis de Daniel I.
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legas del Viejo Mundo y acudían mas frecuentemente que és- --ter-«-
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lución, pese a su fin desastroso, tuvo en el mundo. La falta de
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tos a los libros en busca de la luz para su acción. Por otra parte, -'_---"_='=
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' :Ã-fll.-ïìä'-:,:'l I' memoria americana puede remontarse hasta este error fatal
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los libros que consultaban eran exactamente los mismos que _ ._t'f§§š_%=.1 del pensamiento posrrevolucionarioi. Si es cierto que todo
influían en la época sobre las tendencias dominantes del pen-
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- --3 _: -f-:_ pensamiento se inicia con el recuerdo, también es cierto que
samiento europeo yaunque es cierto que la experiencia real de --,gi /' -
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-1.. ›`___:! ningún recuerdo está seguro a menos que se condense y des-
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ser «partícipe en el gobierno» era relativamente corriente I'--'L_f\«
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tile en un esquema conceptual del que depende para su ac-
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prácticas sobre los cuales' fue establecida. Pero no hay duda de que un
Thought, Princeton, 19%0,'observó muy acertadamente: «No exista una buen camino para salvar esa pérdida sería hacer algo [___] quegla historia
teoria politica caracteristicamente americana [...] La base de la teoria -_ »ff .
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de las circunstancias que se dieron en la Fundación y Formación de este
política se buscó más frecuentemente en el origen de nuestro desarrollo país y de su preservación hasta ahora pueda ser transmitida imparcial-
constituciona1››(p_ 164), mente a la Posteridad» (Magnolia, libfü IL 349)-
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| mitir que la tradición de la Revolución francesa -que es la
<<americana›› por el pensamiento conceptual ha sido la causa - _-,±±=. ¿-- '
única tradición revolucionaria de alguna importancia- no
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de que la interpretación de la historia americana, a partir de ,,
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en un principio a sus actores.
las masas estuviesen agobiadas por la miseria. -_ _~;ì_;_-;,*›i:¿,¡~j_: 2
2 Si nos limitamos a un plano abstracto y superficial, no pa-
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Los revolucionarios de los siglos xix y xx, en franco con- _ _-
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rece difícil remontar la dificultad principal que se presenta
traste con sus predecesores del siglo xviii, fueron hombres -;:., 5..
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cuando se quiere llegar a una definición plausible del espíritu
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desesperados, la causa de la revolución atrajo cada vez más a -/-\f.-'“_- _
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revolucionario sin tener que confiar exclusivamente, como
los desesperados, es decir, a esa _____,_,_\-,__
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hicimos antes, en una terminología que fue acuñada con an-
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¿__ ;=_ terioridad a las revoluciones. Dado que, en toda revolución,
especie desgraciada de seres [...] que, mientras dura el sosiego -'-"w_-'-_-_'
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el acontecimiento mas importante es el acto de fundación, el
del gobierno regular, viven como infrahombres, pero que en las 1*
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_ _†">ÍfEÍ,' ' espíritu revolucionario contiene dos elementos que nos pare-
horas tempestuosas de la violencia civil, pueden elevarse al ni- 1'., -w ¦
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va forma de gobierno, conlleva una profunda preocupación
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se cuenta que apenas tenían nada que hacer, pese a lo cual no ein; dos elementos, la preocupación por la estabilidad y el espíritu
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con el conservadurismo, y habiendo sido monopolizado el ¬-C nos ofrece en términos de oposición y contradicción. A tal
segundo por el liberalismo progresista- quizá debe conside- _,_~/,_±_ - tin, quizá resulte útil que dirij amos de nuevo nuestra aten-
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rarse como síntoma de nuestra perdición. En último término, -_.:›;;
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; ción al espíritu público que, como ya vimos, fue anterior a
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no hay nada que comprometa hoy tanto la comprensión de "-ííäïšïzs: : las revoluciones y tuvo su primera expresión teórica más en
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los problemas políticos y la discusión fecunda de los mismos --/_--_-_
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_»,-Q.-,_ Iames Harrington y Montesquieu que en Locke y Rousseau.
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samiento político, prácticamente contemporáneos de la
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a la antigüedad clásica, griega y romana, o bien data, sin lu- zz
Z Edad Moderna, mediante los cuales los hombres se prepara-
gar a dudas, de las revoluciones del siglo Xvlil. En otras pala- /v
conservadurismo y liberalismo, para mencionar unos pocos contradicción con las manifestaciones científicas, filosóficas
al azar. La medida en que este hábito de pensamiento ha ido e incluso artísticas de la época, todas las cuales estaban mu-
asociado a la historia de las revoluciones puede verse perfec-
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cho más interesadas por la novedad en cuanto tal que por
tamente cuando contemplamos el desarrollo del nuevo signi- ¬/ J
cualquier otra cosa. En otras palabras, el espíritu político de
cado atribuido a palabras antiguas, tales como democracia «-
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la modernidad nació cuando los hombres dejaron de aceptar
y aristocracia; en efecto, la idea de aristócratas versus demó- »_-«-
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resignadamente la sucesión sempiterna de los imperios;
cratas no existió con anterioridad a las revoluciones. No hay _/_`_
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_ì¿_"-_¡ ahora parecían deseosos de establecer un mundo en que se
duda de que estos conceptos opuestos tienen su origen y, en
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último término, su justificación en la totalidad de la expe- :-;i`=`f'i- '
-'--5,12-=§_'_-¡ nocían el carácter novedoso de todas las empresas que inten-
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constitución de tal unanimidad.
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El Senado fue la institución concebida originariamente un cuerpo reducido y selecto de ciudadanos, iba a servir
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para salvaguardarse del gobierno de la opinión pública o de- como el gran purificador del interés y de la opinión, el guar-
mocracia. A diferencia del control judicial, que se presenta dián «contra la confusión propia de la multitud».
corrientemente como la «única contribución de América a la Interés y opinión son fenómenos políticos completamen-
ciencia constitucional»13, la novedad y singularidad que re- te diferentes. Desde un punto de vista político, los intereses
presenta el Senado americano no ha sido entendida en sus sólo importan en cuanto son intereses de grupo; para la pu-
justos términos, en parte debido a que nadie se dio cuenta de rificación de tales intereses basta con que estén representa-
que el antiguo nombre era inapropiado (véase página 274) y, dos de tal forma que quede a salvo su particularidad en todas
en parte, porque automáticamente se tendió a identificar una las circunstancias, incluso en el supuesto de que el interés de
cámara alta con la Cámara de los Lores de Inglaterra. La de- un grupo resulte ser el de la mayoría. Las opiniones, por el
cadencia política de esta última dentro del cuadro constitu- contrario, nunca son de grupos, sino de individuos, que
cional inglés del último siglo, resultado inevitable del desa- «ejercen su razón serena y libremente», pues ninguna multi-
rrollo de la igualdad social, debe considerarse como prueba tud, ya sea la multitud de una parte de la sociedad o de toda
suficiente de que una institución tal nunca hubiera tenido ella, será nunca capaz de configurar una opinión. Habrá opi-
sentido en un país sin una aristocracia hereditaria o en una <' niones donde quiera que los hombres se comuniquen libre-
república que insistía en la «prohibición absoluta de títulos de Y
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deliberantes_ El gobierno americano, según lo estableció la Constitu-
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ción, carece de una institución consultiva_ Los brain trusts organizados
1 :ea por Roosevelt y Kennedy son una prueba de la necesidad de tal órgano
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13. W. Carpenter, ob. cit., p. 84, atribuye este punto de vista a Madison. I-ise.
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consultivo.
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14. Elunico precedente del Senado americano que se nos ocurre es el -_.`_/
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15. Para la «multiplicidad de intereses», vid. The Federaiist, Húm- 51;
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COHSBJU d l RG?, cuyas funciones, sin embargo, fueron consultivas, no -_-')_.›:_›-_
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para la importancia de la eopinión» , iliid, núm_ 49.
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mente entre sí y tengan derecho a hacer públicas sus ideas; _ ¡__-:'_-_:§_:,'¿ 4 los demagogos de todas las especies y colores, pero ¿qué
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también estas ideas, en su variedad infinita, requieren de la -_
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prueba la demagogia revolucionaria si no es la necesidad de
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depuración y de la representación, y la función concreta que ,¿.
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que todos los regímenes, antiguos y nuevos, «descansen so-
se asignó originalmente al Senado fue la de ser el «interme- N ¡¡'_
`^ :I5
bre la opinióm? A diferencia de la razón humana, el poder
diario» a través del que deben pasar todas las ideas públi- --_=1-:ass del hombre no sólo es «tímido y cauto cuando se le deja
cas”. Aunque las opiniones son obra de los individuos y de- _`:'-ï`-1.¿
`: `- < -` -.'}'¿I
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solo», sino que desaparece pura y simplemente si no puede
ben ser, por así decirlo, de su propiedad, ningún individuo , j¡›-›š(t:-
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contar con otros hombres; el rey más poderoso y el tirano
aislado -ni el sabio de los lósofos, ni la razón de inspiración -¿vs .a=--
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menos escrupuloso quedan ineriries si nadie les obedece, es
divina, común a todos los hombres de la Ilustración- puede
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U ` decir, si nadie les presta su apoyo mediante la obediencia,
nunca hacerse cargo de la tarea de cribar las opiniones, de :5-_.-É~<¿-1.
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É-;=ì'ífìEïI '
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más dramático de la historia- abre las puertas de par en par a ¦ configurado en la institución de los tribunales supremos.
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Teóricamente, sólo nos queda por señalar que, en estas dos
16. Este párrafo se basa fundamentalmente en The Federalist, núm_ 10. -:ze fiì l
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adquisiciones de la Revolución -una institución duradera
17. Iln'd_, núm_ 49. '- _ :.-*-
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j:= para la opinión y otra para la jurisdicción--, los Padres Fun-
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permanencia, por un «estado perpetuo» que, como los colo-
rior sin duda a la Revolución; respondieron así al horizonte =_._¡._,_,¬_.,_.,a
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l - nos nunca se causaron de repetir, debía asegurarse para su
más amplio de experiencias que había abierto Ia propia Re- ' -"I-'¿-;»,~;:;
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eposteridad». Sería un error confundir estas pretensiones
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volución. Los tres conceptos fundamentales sobre los que se _ __-1-" '1N;-¿Q
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con el deseo, más tardío, de la burguesía de proveer al futuro
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la mundanidad del hombre en una época dada es el grado en en todas las revoluciones, encontró su definición más breve
que la preocupación por el futuro del mundo predomina y grandiosa. A un nivel inferior, pero no menos significativo,
en la mente del hombre sobre la preocupación por su propio En -4-i encontramos la preocupación por la permanencia y la esta-
destino en un más allá. Por ello, debe interpretarse como un _-_;, r bilidad como el hilo conductor de todos los debates consti-
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signo de la secularidad de la nueva época el que incluso per- ^- -1 tucionales, cuyos dos polos estaban representados por Ha-
sonas que eran profundamente religiosas deseaban no sólo milton y Jefferson; Hamilton sostenía que las constituciones
un gobierno que les dejase en libertad de procurarse por sí :<\.-.";'
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«deben ser, por necesidad, permanentes y no pueden pro-
yectarse en función del posible cambio de las cosas»”, mien-
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mismas su salvación individual, sino que deseaban «estable- -' 'Ã Í
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cer ungobierno [...] más en consonancia con la dignidad de tras que Jefferson, aunque no menos preocupado por las
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la naturaleza humana {...] y transmitir tal gobierno a su pos- 111:;
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«bases sólidas de una república, libre, duradera Y bien gober-
teridad con los medios de asegurarlo y preservarlo para siem- nada», estaba firmemente convencido de que lo único «in-
pre»2“'. En todo caso, éste fue el móvil esencial que John mutable son los derechos inalienables e innatos del hom-
Adams atribuyó a los puritanos, yla medida en que haya teni- bre», debido a que no son obra del hombre, sino de su
do razón es la misma en que los puritanos dejaron de ser pe- "=1:e¿ ¦ Creador”. De este modo, toda la discusión en torno a la dis-
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regrinos sobre la tierra, para convertirse en «Padres Peregri- ._ l1
tribución y equilibrio del poder, el tema central de los deba-
nos», fundadores de colonias con sus intereses y pretensiones tes constitucionales, giró parcialmente en torno a la vieja
- se_. idea de una forma mixta de gobierno que, por combinar los
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minó por ser aún más cierto para las revoluciones Y los Pa- - ¦
› cambio sempiterno, el nacimiento y caída de los imperios, Y
dres Fundadores. Fue la moderna «preocupación por el esta- de establecer una ciudad inmortal.
do perpetuo», tan evidente en los escritos de Harrington”, la Tanto la opinión popular como la cultivada coinciden en
que hizo que Adams llamasé «dlvina» a la nueva ciencia polí- _,,, -t..'
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que los dos instrumentos institucionales, completamente
tica que trataba de las «instituciones que perduran a través ¬« nuevos, de la república americana, el Senado Y el Tribunal Su-
de las generaciones»; y fue en la frase de Robespierre «la '<?Í' f>*-'.fr-.
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cuerpo político y, sin duda, estan en lo cierto. El problema
pecí camente moderno, sobre la política, puesto de relieve -_ iv
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consiste únicamente en saber si todo lo que hicieron en favor
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de la estabilidad y la forma en que respondieron a la tempra-
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lucionario no era simplemente el espíritu de dar origen a "t para correr el riesgo de hacerlas inmutables», se cuidaba de
algo nuevo, sino de poner en marcha algo permanente y du- \«
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constitución. Jefferson, por consiguiente, una vez que apren-
taba saber que el pueblo se mostraba dispuesto a la rebelión
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dió la lección que se desprendía de las catástrofes de la Revo-
y ala acción, sin importarle la justicia o la injusticia de sus lución francesa, donde la violencia de la liberación había
actos. Pensaba que «el árbol de la libertad debe ser regado, de frustrado todos los esfuerzos para fundar un espacio seguro
vez en cuando, con la sangre de los patriotas y de los tiranos. para la libertad, dejó de identificar la acción con la rebelión y
Es el abono que le conviene»2*. 'V
la destrucción, para identi carla ahora con la fundación y la
Estas últimas frases, que fueron escritas dos años antes del /f
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construcción. Propuso entonces que la Constitución con-
comienzo de la Revolución francesa y que no tienen paralelo templase «su propia revisión a plazos regulares», que se co-
rresponderían aproximadamente con los períodos de una
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las revoluciones. Debido a la naturaleza de sus experiencias, I más adecuada para su felicidad» parece un tanto fantástica
vieron el fenómeno de la acción exclusivamente desde una _,.-
(especialmente si se tienen en cuenta las tasas de mortalidad
perspectiva de destrucción y construcción. Aunque habían V-.›-P'
de la épo ca, según las cuales se producía «una nueva mayo-
conocido la libertad pública y la felicidad pública, de modo ría» cada diecinueve años) para ser tomada en serio; por otra
parte, Jefferson era la persona menos indicada de todas para
2?. En la famosa carta dirigida al mayor John Cartwright, de 5 de junio
N- que se le ocurriera conceder a las generaciones futuras la po-
de 1824. _ 1"
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N-
sibilidad de establecer formas de gobierno no republicanas.
28. Las palabras citadas proceden de una carta escrita en París al coro- .J
Lo principal para él no era el cambio real de la forma de go-
nel William Stephens Smith, de 13 de noviembre de 1787. bierno, ni siquiera una disposición constitucional para
29. Posteriormente, especialmente después de haber adoptado el siste- transmitir la Constitución «con enmiendas periódicas de ge-
ma de distritos electorales como «el principio más querido», Jefferson, >,_:'-'-
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dad>›5“. En otras palabras, lo que Jefferson quería procurar confería su competencia, a eclipsar en autoridad política a
era una repetición exacta de todo el proceso operacional que los municipios y a sus asambleas -hasta que se hubo marchi-
había acompañado a la Revolución, y mientras en sus prime- -z
tado lo que Emerson todavía consideraba como la «unidad
ros escritos consideró fundamentalmente esta actividad des- I
de la república» y la «escuela del pueblo» en materia políti-
de la perspectiva de la liberación, de la violencia que había ca”-, podría pensarse incluso que existían menos oportuni-
precedido y seguido a la Declaración de Independencia, pos- dades para el ejercicio de la libertad pública y el goce de la fe-
teriormente se mostró mucho más preocupado por la elabo- licidad pública en la república de los Estados Unidos que las
ración de la Constitución y por el establecimiento de un nue- que habían existido en las colonias británicas de América.
vo gobierno, esto es, por aquellas actividades que constituían En fecha reciente, Lewis Mumford ha puesto de relieve que
por sí mismas el espacio de la libertad. r los fundadores nunca entendieron la importancia política
Sólo una gran perplejidad y una calamidad real pueden del municipio, yha afirmado que no haberlo incorporado en
explicar que Jefferson -tan consciente de su sentido común y las constituciones estatales o en la federal constituyó «uno de
tan famoso por su sentido practico- propusiera este esque- los descuidos trágicos de la historia política posterior a la
ma de revoluciones recurrentes. Incluso en su forma menos Revolución». Entre los fundadores, únicamente Jefferson
extrema, como remedio contra «el círculo sin fin de opre- advirtió claramente esta tragedia y su mayor temor procedía
sión, rebelión y reforma», hubiera significado la desarticula- de que «el sistema político abstracto de la democracia care-
ción periódica del cuerpo político o, más probablemente, la ciese de órganos concretos»32.
degradación dela fundación a un acto puramente rutinario, Es perfectamente explicable que los fundadores no acerta-
en cuyo caso hasta el recuerdo de aquello que con más ardor sen a incorporar el municipio y la asamblea municipal en la
deseaba salvar -«hasta el nal de los tiempos, si aún hay vida Constitución o, mejor dicho, que no supiesen imaginar expe-
humana sobre la tierra»- se hubiera perdido. La razón de dientes y procedimientos para llevar a cabo su transforma-
que Jefferson se viese, a lo largo de toda su vida, seducido por ción ante las nuevas circunstancia-1s..Su atención estuvo diri-
ideas tan impracticables era que sabía, aunque fuese oscura- gida principalmente hacia el problema más difícil de todos
mente, que la Revolución, si bien había dado la libertad al cuantos les rodeaban, el problema de la representación; hasta
pueblo, no había acertado a procurar un espacio donde pu- tal punto les absorbía esta cuestión que llegaron a definir la
diese ejercerse esta libertad. Sólo los representantes del pue- república como forma distinta de la democracia, por referen-
blo, no el pueblo mismo, tenian oportunidad de entregarse a cia al gobierno representativo. No era cuestión, por supues-
aquellas actividades de «expresión, discusión y decisión» Ñ
to, de la democracia directa, aunque sólo fuese porque «no
que constituyen, en su aspecto positivo, las funciones de la li- H hay lugar capaz de albergar a todos» (como, cien años antes,
bertad. Si se considera que los gobiernos estatales y federal, había dicho John Selden, al describir la causa principal que
los productos más majestuosos de la revolución, estaban explica la aparición del Parlamento). El principio de la repre-
destinados, debido a la incomparable importancia que les
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31. Véase el Journal de Emerson, 1853.
30. En este párrafo y en el siguiente cito de nuevo la carta de Jefferson a - _`
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'¡' :Í-`_ ' 32. Véase Lewis Mumford: The City in History, Nueva York, 1961, pp.
Samuel Kercheval, de 12 de julio de 1816. 1 <<-'e 238 y ss.
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darse cuenta de lo apartada que se encontraba esta teoría de dad de decidir previamente acerca de la propia dignidad de
la realidad. «Por lo que se re ere a los sentimientos del pue- \
la esfera política. La alternativa tradicional entre la represen-
blo», James Wilson pensaba, en la época de la convención, tación como un simple sustituto de la acción directa del pue-
que «era difícil conocerlos con precisión» y Madison sabía vt blo, y la representación como un gobierno de los represen-
muy bien que «ningún miembro de la convención podía de- / tantes del pueblo sobre el pueblo, controlado popularmente,
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cir cuáles eran las opiniones de sus constituyentes en ese mo- Lv-
constituye un dilema insoluble. Si -los representantes electos
mento; aún menos podía decir lo que pensarían si dispusie- ;,_~,g:'
› -- están tan vinculados a las instrucciones recibidas que su reu-
sen de la información y luces que poseemos nosotros››34. - :`_>-`i::_¡`
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nión sólo tiene por objeto ejecutar la voluntad de sus seño-
Debido a ello, podían escuchar con signos de aprobación, '- -::.-=-.-
res, no les queda otra alternativa que considerarse recaderos
de excepción o expertos a sueldo que, a semejanza de los
33. William S. Carpenter, ob. cit_, pp. 43-4?, señala la divergencia entre abogados, son especialistas en representar los intereses de
las teorías inglesas y las coloniales de la época con respecto a la represen- X
:(9 sus clientes. En ambos casos se da por supuesto que la fun-
tación. En Inglaterra, con Algernon Sidney y Burke, «se iba afianzando
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ción del electorado es más urgente y más importante que la
la idea de que después de que los representantes habían sido elegidos y suya; son agentes pagados por el pueblo, el cual, por la razón
tomado posesión de sus asientos en la Cámara de los Comunes no de- `\
bían ya depender de' aquellos a quienes representaban». En América, que sea, no puede o no quiere ocuparse de los asuntos públi-
por el contrario, «el derecho del pueblo a instruir a sus representantes F-7¿ cos. Si, por el contrario, se concibe a los representantes como
[era] una característica propia de la teoría colonial de la representa- gobernantes, designados por un determinado período de
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ción». En apoyo de esto, Carpenter cita una fuente contemporánea de _-_'x_¬.1_---
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tiempo, de sus electores -no hay gobierno representativo en
Pennsylvania: «El derecho de instrucción pertenece exclusivamente a i¿3;¬r_'-
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misma forma que a sus dueños, y no tienen libertad para obrar de acuer-
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ción significa que los votantes renuncian a su propio poder,
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do con ellos o rechazarlos, según les parezca». _'_§,;_ƒ_`-
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aunque sea voluntariamente, y el antiguo adagio «todo el po-
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34. Citado por Carpenter, ob. cit., pp. 93-94. Los representantes actua- -_-`.- ._
les no tienen la misma facilidad que antes para interpretar los deseos y _-:f¿_=';
sentimientos de sus representados. «El político nunca sabe qué es lo que _ ,_-,,_.
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toral en la promesa de satisfacer deseos que él mismo ha creado» Véase
los constituyentes desean hacer. No pueden dedicarse a una encuesta -`_E-ìì'ï'.¿2_
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iïë'-I C. W. Cassinelli, The Politics ofFreedom: Art Analysis ofthe Modern De-
permanente para descubrir lo que ellos desean que el gobierno haga_» 2.- sz-;
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:'_*¢._,- mocratic State, Seattle, 1961, pp. 41 y 45-46.
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Hasta duda de que existan tales deseos. «En efecto, confía su él-Lito elec- --_-Išrãìll-'
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35. Carpenter, ob. cit., p. 103.
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der reside en el pueblo» es sólo cierto durante el día de la No había para tales males ningún remedio, puesto que la
elección. En el primer caso, el gobierno ha degenerado en vs rotación en el oficio, muy estimada por los fundadores que
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simple administración, la esfera pública se ha esfumado; no la elaboraron cuidadosamente, apenas podía lograr otra cosa
queda espacio alguno, sea para contemplar y ser contempla- que impedir que el grupo gobernante se constituyese como
do en actividad, el spectemur agenda de John Adams, sea grupo separado con sus propios intereses. Con la rotación
para la discusión y la decisión, el orgullo de ser «partícipe en no se podía conseguir que todos, y ni siquiera una porción
el gobierno», según la expresión de Jefferson; los asuntos po- considerable de la población, tuviesen oportunidades para
líticos son aquellos que dicta la necesidad y que deb en ser llegar a ser temporalmente «un partícipe en el gobierno». Si
decididos por expertos, sin que estén abiertos a las opiniones el mal hubiera estado limitado al pueblo en sentido amplio,
ni a una decisión libre; no existe, por ello, necesidad alguna habría representado ciertamente una desgracia, puesto que
de «intermediario de un cuerpo elegido de ciudadanos» de to do el litigio entre la forma de gobierno republicana y la
que habla Madison, a través del cual pasen las opiniones y se monarquía o la aristocracia giraba en torno a la esfera públi-
depuren en ideas públicas. En el segundo caso, no tan aleja- ca de la política; sin embargo, podemos pensar que no les
do de la realidad, la distinción secular entre gobernante y go- hubiera sido muy difícil el consuelo a los fundadores al con-
bernado que la Revolución se había propuesto abolir me- siderar que la Revolución había abierto la esfera de la política
diante el establecimiento de una república se a rma de al menos a aquellos cuya inclinación por la «disposición vir-
nuevo; una vez más el pueblo no es admitido a la esfera pú- tuosa» era intensa y cuya pasión por la distinción era lo sufi-
blica, una vez más la función gubernamental se ha converti- cientemente ardiente como para embarcarse en los riesgos
do en el privilegio de unos pocos, únicos que pueden «ej er- extraordinarios que conlleva una carrera política. Jefferson,
cer [sus] virtuosas disposiciones» (como Jefferson llamaba sin embargo, rehusó tal especie de consuelo. Le asustaba la
todavía al talento político del hombre). El resultado es que el idea de un «despotismo colectivo», tan malo, cuando no
pueblo debe sucumbir al «letargo, precursor de la muerte peor, que la tiranía contra la que se había rebelado: «Si algu-
para la libertad pública», o «preservar el espíritu de resisten- na vez [nuestro pueblo] desatiende los asuntos públicos, en-
cia» frente a cualquier tipo de gobierno que haya elegido, ya tonces, vosotros yyo, el Congreso y las Asambleas, los Jueces
que el único poder que conserva es el «poder de reserva de la y los Gobernadores, todos nos convertiremos en lobos››?'i. Si
revolución››3'5. es cierto que la historia de los Estados Unidos no ha venido a
confirmar este temor, también es cierto que ello se ha debido
36. Ésta es, ciertamente, la opinión de Jefferson sobre un tema que ex-
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puso principalmente en cartas. Véase en especial la carta citada ante-
riormente a W, S. Smith, de 13 de noviembre de 1787_ Acerca del «ejerci- ante nosotros el campo de la imaginación», un campo que, si Se limitartl
cio de disposiciones virtuosas» y de «sentimientos morales», se explaya a la vida real, contendría pocos sucesos y acciones memorables, pues las
en una carta anterior a Robert Skipwith, de 3 de agosto de 17? 1. Para él «lecciones de la historia no serían muy abundantes:-›; en cualquier caso,
se trata fundamentalmente de un ejercicio de imaginación, debido a lo «un sentimiento vivo y perdurable del deber filial se imprime más efi-
cual los grandes maestros en este tipo de actividad son más los poetas cazmente sobre el espíritu de los hijos a través de la lectura del Rey Lear
que los historiadores, ya que la «fìngida muerte de Duncan por Macbeth
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que mediante todos los áridos tratados de ética y teología que han sido
escritos».
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como el asesinato real de Enrique IV». A través delos poetas «se abre _^-'___-
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37. - En una carta al coronel Edward Carrington, de 16 de enero de 178?.
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de dirigir nuestra atención, una vez más, a los acontecimien-
que establecieron un gobierno en el cual las divisiones de po- ¬._
'-Í-'- to de la Revolución francesa, donde sucedió exactamente lo
der han constituido, mediante un sistema de equilibrios y __tj
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contrario. Lo que para el pueblo americano había sido una
frenos, su propio control. Lo que con el tiempo salvó a los Es- -
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experiencia prerrevolucionaria, sin que, por tanto, requirie-
tados Unidos delos peligros temidos por Jefferson fue el me- & ra fundación ni reconocimiento formal, fue en Francia el re-
canismo del gobierno; pero este mecanismo no pudo salvar r
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sultado espontáneo e inesperado dela propia Revolución.
al pueblo del letargo y de la desatención de los asuntos públi- Las famosas cuarenta y ocho secciones de la Comuna de Pa-
\-
que la Revolución había concluido. Lo que explica esta falta blea Nacional, sí formaron el consejo municipal revolucio-
de perspicacia no es que no fuesen revolucionarios; por el nario, la Comuna de París, que estaba llamado a desempeñar
contrario, lo malo era que dicho espíritu les parecía algo na- un papel tan decisivo en la historia de la Revolución. Por otra
tural, ya que se trataba del mismo espíritu que se había for- parte, junto a estos cuerpos municipales, aunque sin ser in-
mado y crecido a lo largo de la época colonial. Puesto que el uidos por ellos, encontramos un gran número de clubs y
pueblo disfrutaba pacíficamente de aquellas instituciones sociedades formados espontáneamente -las sociétés popu-
que habían sido las semillas de la Revolución, difícilmente iaires-, cuyo origen nada tiene que ver con la función repre-
podían darse cuenta del error fatal cometido por la Consti- sentativa, con la función de enviar delegados acreditados
tución al no saber incorporar, constituir legalmente y fundar ante la Asamblea Nacional; sus únicos objetivos eran, según
de nuevo, las fuentes originales de su poder yla felicidad pú- Robespierre, «instruir e ilustrar a sus conciudadanos acerca
blica. La enorme autoridad de la Constitución y de las expe- de los verdaderos principios de la constitución y a propagar
riencias derivadas de la fundación de un nuevo cuerpo polí- una luz sin la cual la constitución no podrá sobrevivir»; en
tico determinó que el fracaso en incorporar los municipios y efecto, la supervivencia de la constitución dependía del «es-
las asambleas municipales, como manantiales primigenios píritu público», el cual, a su vez, sólo existía en las «asambleas
de donde manaba toda la actividad política del país, signi - donde los ciudadanos [podían] ocuparse en común de estos
case su condena de muerte. Puede parecer paradójico, pero asuntos [públicos], de los intereses más preciados de su pa-
lo cierto es que el espíritu revolucionario comenzó a marchi- tria». Para Robespierre, que hablaba en septiembre de 1791
tarse en América bajo el impacto de la Revolución, siendo la ante la Asamblea Nacional a fin de impedir que los delegados
propia Constitución, la mayor hazaña del pueblo americano, cercenasen el poder político de clubs y sociedades, el espíritu
la que terminó por despojarlos de su bien más preciado. público se identificaba con el espíritu revolucionario. La
A fin de lograr una mayor precisión en la comprensión de 'rïïtšr |
Asamblea daba por supuesto que la Revolución había con-
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estos problemas y de valorar debidamente la gran sabiduría «-_-,r_-
_W_ _ cluido que las sociedades que surgieron de la Revolución ha-
que encierran las olvidadas propuestas de Jefferson, hemos ,-
bían dejado de ser necesarias, que «había llegado el momen-
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332 sonas La RevoLUcIóN s_ La ram:-¡cion asvoI_uc:o1~a-_a1a_ v su Tesoao resumo 333
to de romper el instrumento que tan buenos servicios había cesa”. La única excepción que estaba dispuesto a hacer era
prestado». Robespierre no negaba el supuesto, pero añadía en favor de los jacobinos, no sólo porque su club pertenecía a
que no entendía bien qué es lo que la Asamblea se proponía; su propio partido, sino, lo que era más importante, porque
si suponían, como él mismo suponía, que el fin de la revolu- nunca había sido un club o sociedad «popular»; se había for-
ción era»«la conquista y la conservación de la libertad», en- mado en 1789, con ocasión de la primera reunión de los Es-
tonces, insistía Robespierre, clubs y sociedades eran los úni- tados Generales y desde esa fecha había sido un club para los
coslugares del país en donde esa libertad podía manifestarse diputados.
y ser ejercitada por los ciudadanos. Por tanto, constituían los - Es evidente y está suficientemente demostrado que este
verdaderos «pilares de la constitución», no sólo por haber conflicto entre gobierno y pueblo, entre los que estaban en el
surgido de su seno «un buen número de hombres que ven- poder y los que les habían ayudado a alcanzarlo, entre los re-
drán a reemplazarnos», sino también porque constituían las presentantes y los representados, se transformó en el tradicio-
auténticas «fundaciones de la libertad:-›; quienquiera que nal conflicto entre gobernantes y gobernados y, esencialmen-
perturbase su actividad era culpable de «atacar la libertad» y, te, constituyó una lucha por el poder. El propio Robespierre,
entre los crímenes contra la Revolución, «el mayor era la per- antes de llegar a ser jefe del gobierno, acostumbraba a denun-
secución de las sociedades»3*. Sin embargo, tan pronto como ciar «la conspiración de los diputados del pueblo contra el
Robespierre se hubo elevado al poder yllegó a ser el jefe polí- pueblo» y la «independencia de los representantes» respecto
tico del nuevo gobierno revolucionario -lo cual ocurrió du- de sus representados, lo cual, según él, equivalía a la opre-
rante el verano de 1793, pocas semanas, nisiquiera meses, sión”. Tales acusaciones fueron, sin duda, más frecuentes
después de haber expresado algunas de las ideas que acabo en los discípulos de Rousseau, los cuales, para comenzar, no
de citar- sus posiciones se invirtieron totalmente. Ahora era creían en la representación («un pueblo representado no es li-
él quien luchaba sin descanso contra «las llamadas socieda- bre, porque la voluntad no puede ser representada» )í1; pero si
des populares», como las denominó, y, frente a ellas, invoca- se considera que la doctrina de Rousseau exigía la union sa-
ba «la gran sociedad popular de todo el pueblo francés», 11110 crée, la eliminación de todas las diferencias y distinciones,
e indivisible. Ésta, desgraciadamente, no podía, a diferencia incluida la diferencia entre pueblo y gobierno, no existía teó-
de las pequeñas sociedades populares de artesanos o veci- ricamente ninguna dificultad para afirmar todo lo contrario.
nos, reunirse en ningún sitio, ya que «no hay lugar capaz de Cuando Robespierre invirtió sus posiciones ys_e enfrentó a las
albergar a todos»; sólo podía cobrar existencia bajo la forma sociedades, hubiera podido invocar de nuevo el nombre de
de la representación, en una Cámara de Diputados que de- Rousseau y decir con Cothon que mientras existiesen las so-
tentase el poder centralizado e indivisible de la nación fran-
39. Véase Soboul, ob. cit.
38. Cito el informe de Robespierre a la Asamblea sobre los derechos de 40. Citado por el núm_ 1 1 de Le Déƒenseur de la Constitution, 1?92_ Vid.
las sociedades y clubs, de 29 de septiembre de 1791 (en Oeuvres, ed. Le- Oeuvres Cornplètes, ed. G. Laurent, 1939, vol. IV; p_ 328.
febvre, Soboul, etc., París, 1950, vol. VII, núm_ 36); para el año 1793, cito 41. La fórmula es de Leclere, según la cita Albert Soboul: «An den Urs-
por Albert Soboul: «Robespierre und die Volksgesellschaften», en Ma- prüngen der Volksdemokratie: Politische Aspekte der Sansculottende-
ximilien Robespierre, Beiträge zu seinem 200. Geburstag, ed. Walter Mar- mokratie im Jahre II», en Beitrage zum neuen Geschichtsbiid: Ferstschrift
kow, Berlin, 1958. 1rAlfre¢:i Meusel, Berlín, 1956.
ciedades «no podía haber una opinión uni cada››42. En reali- .;.-¦.-vt..
mandas violentas de una «felicidad» que constituye, sin
dad, Robespierre no tuvo que acudir a grandes teorías, sino
_ I `:'}`.
nario para darse cuenta de que la Asamblea apenas tenía par- WM r nos encontramos con un espíritu totalmente diferente y con
ticipación en los asuntos y decisiones más importantes de la _ _- `-:¡.___-¿EE f
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definiciones completamente distintas de cuáles son las tareas
Revolución y de que el gobierno revolucionario había actua- J
de las sociedades. En los estatutos de una de las secciones pa-
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debajo la presión de las secciones y sociedades parisinas en risinas leemos, por ejemplo, la forma de organizar una socie-
una medida que ningún gobierno ni forma de gobierno era dad (con presidente v vicepresidente, cuatro secretarios,
capaz de soportar. Si echamos una mirada sobre las numero- '\
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ocho censores, un tesorero y un archivero; tres reuniones re-
sas peticiones y demandas de aquellos años (que ahora han gulares cada diez días, rotación mensual para la presidencia)
K
bía saludado a las sociedades como las primeras manifesta- como su función principal, si no la única, discutir todos los
asuntos concernientes a la república, tratar de ellos e inter-
N-
wegung 1793-1794, ed. Walter Markow y Albert Soboul, Berlín (Este), . ;_ me:«
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ciedades que habían renunciado a los métodos de acción di-
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Ciudadanos: la palabra “sociedad popular” se ha gonna;-mi@ en suscrita por la sociedad popular, aún en funciones. En su
una palabra sublime [...] Si el derecho de asociación fuera aboli-
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cierto es que ya no volvió a tomar en cuenta a las sociedades
za a todos los franceses el derecho a reunirse en sociedades po- populares, salvo que espiasen por cuenta del gobiernoi . La
pulares...»'“f_ consecuencia inmediata de este cambio de actitud fue-que in-
sistiese sobre la siguiente idea: «La libertad del pueblo está en
1 Saint-Just -en un escrito que data, poco más o menos, de su vida privada; no la perturbemos El gobierno debe em-
a misma época en que Rob espierre era todavía el defensor plear su fuerza únicamente para proteger la sencillez de sus
de los derechos de las sociedades frente a la Asamblea- pen- vidas contra la fuerza misma››“”. Estas palabras significan la
saba más en estos nuevos y prometedores órganos de la Re- sentencia de muerte de todos los órganos del pueblo y expre-
pública que en los grupos de presión de los sans-culortes, san de modo excepcionalmente inequívoco el fin de todas las
cuando a rmaba: esperanzas que había suscitado la Revolución.
La Comuna de París, con sus-secciones, v las sociedades
Los distritos de París constituían una democracia que hubiera populares que se habían propagado por toda Francia duran-
ïailpbåado todo Í, en vez de convertirse en presa de las facciones, tela Revolución constituyeron, sin duda, los poderosos gru-
e u ieran con ucido de acuerdo con su propio espíritu. El dis- pos de presión de los pobres, la «punta de diainante» de la
trito delos cordeleros, que era el más independiente de todos, necesidad perentoria a la «que nada podía resistir» (Lord Ac-
fue también el más perseguido, ton); pero contenían igualmente los gérmenes, los primeros
v aún endebles principios, de un tipo nuevo de organización
ya que se oponía a los proyectos de quienes se hallaban en el política, de un sistema que permitiría a los hombres del pue-
P0Ci@I“*5. Pero, al igual que Robespierre, Saint-Iust cambió de blo convertirse en los «partícipes en el gobierno» de que ha-
actitud v se volvió contra las sociedades una vez que llegó al blaba Iefferson_ A causa de esta doble dimensión, Y pese a
poder. En consonancia con la política del gobiernojacobino, que el primer aspecto pesaba más que el segundo, es posible
que transformó con éxito las secciones en órganos de gobier- interpretar de dos formas distintas el con icto planteado en-
no y en instrumentos de terror, pedía, en una carta dirigida a tre el movimiento comunal y el gobierno revolucionario. De
la sociedad popular de Estrasburgo, que le dieran «su opi.. un lado, es el con icto entre la calle Y el cuerpo político, entre
nión sobre elpatriotismo ylas virtudes republicanas de cada
uno de los miembros de la administración» de su provincia.
46. Durante su comisión de guerra en Alsacia en el otoño de 1893 pare-
al quedar sin respuesta, procedió al arresto de todos los fun- ce haber dirigido una sola carta a una sociedad popular, a la de Estras-
cionarios, tras lo cual recibió una enérgica carta de protesta burgo, enla que dice: <<Frères et amis, Nous vous invitons de nous don-
ner votre opinion sur le patriotismo et les vertus républicaìnes de
chacun des membres qui composent lladministration du département
44. Ibid., núms_ 59y62. du Bas-Rhin. Salut et Fraternite»_ Vid. Oeiivres, vol. II, p. 121.
45. En Esprit de la Revolution etde la Constitution de France 1?91' vid 47. En Fnignients sur les Institutions Répiiblicoines, Oeuvres, vol. II,
0““W~“f-'S C mpfèf-rr- ed- Ch- Vellay, Paris, isos, val. 1, p. 262. p. 507.
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›^ | bernamental del poder contra el principio federal, con su se-
habían nacido de modo espontáneo de la Revolución.
| paración y división de poderes, es decir, la lucha del Estado
A nosotros nos interesa fundamentalmente el último as- |
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48_ Esta observación --«Après la Bastille vaincue [___] on vit que le peu- '.=:f la compasión por la miseria humana. Sin embargo, si la Revo-
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ple n'agissait pour Félévation de personne, mais pour Pabaissement de
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lución enseñó a los hombres importantes una lección sobre
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tous»- es sorprendentemente de Saint-Just. Véase su primera obra cita- 5-Ífätf j
=:.~:;2<sI\ | la felicidad, también enseñó al pueblo una primera lección
da en la nota 45; vol. I, p. 258. - 'f 1 ~¿
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rrfâíë.- sobre «la idea y el gusto por la libertad pública». Un apetito
49. Éste fue el juicio de Collot d'Herbois, citado por Soboul, ob. cit. ìäš-.5
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.e __» __- enorme por la discusión, la instrucción, la ilustración y el
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asuntos públicos, sino espiarse entre sí y denunciar tanto a
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mil». El método que se empleó para su liquidación fue tan ;,-_» |¦
sus miembros como al común de los ciudadanos5"_
simple e ingenioso que puede decirse que ninguna de las mu- '-=ïi¡I ¦
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Todo esto ha llegado a sernos muy familiar a través de la
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342 sosireia Ravoroción s. La Tioioición asvotucionasia if su 'rssoiio if-siinino 343
miliaridad no debe impedirnos reconocer que ya en plena blea con-las palabras plenas de orgullo «tu igual». Aunque
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Revolución francesa encontramos planteado el conflicto en- sea cierto que el terror jacobino haya tenido una sensibilidad
tre el moderno sistema de partidos y los nuevos órganos re- especial para la fraternidad social, lo cierto es que abolió esta
volucionarios de gobierno autónomo. Ambos sistemas, pese
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igualdad; el resultado no se hizo esperar, pues cuando le lle-
a ser totalmente diferentes y excluyentes, nacieron en el mis- gó la hora de perder en la incesante lucha de facciones que se
mo momento. El éxito espectacular que aguardaba al siste- libraba en la Asamblea Nacional, el pueblo se mostró indife-
ma de partidos y el fracaso no menos espectacular del sis- rente y las secciones de París no acudieron en su ayuda. Los
tema de consejos se debieron ambos al nacimiento del Estado hechos vinieron a demostrar que la fraternidad no era un
nacional, que encumbró a uno para aplastar al otro, por lo / sustitutivo de la igualdad. «
cual los partidos revolucionarios e izquierdistas han mostra-
dotanta hostilidad al sistema de consejos como la derecha
conservadora o reaccionaria. Hemos terminado por estar
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tan acostumbrados a concebir la política nacional en fun- '.'__¿
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ción delos partidos, que tendemos a olvidar que el conflicto «Del mismo modo que Catón terminaba todos sus discursos
entre los dos sistemas siempre ha sido en realidad un con ic- con las palabras Cartago delenda est, todas mis consideracio-
to entre el Parlamento, la fuente y asiento del poder en el sis- nes contienen un requerimiento: la división de los condados
tema de partidos, y el pueblo, que ha abandonado su poder en distritos_»51 Así resumía en cierta ocasión Jefferson su
en manos de sus representantes; por mucho éxito que pueda idea política mas cara, la cual, desgraciadamente, no ha -sido
tener un partido, una vez que ha decidido apoderarse del po- mejor comprendida por la posteridad que por sus contem-
der-y establecer una dictadura de partido único, al aliarse wi
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en el pueblo. Por ello, quebró la ambición política mas acen-
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51. En la carta a John Cartwright, de 5 de junio de 1824.
tuada del pueblo según se había manifestado en las socieda-
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3? 52. Esta cita procede de un período un poco anterior, cuando Jefferson
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.'¿,<r; , proponía dividir los condados en «hundredsa ÍCEHÍUTÍHS-l flfíff- C fï H
des, _la ambición a la igualdad, la pretensión de poder rmar -_`¦:`ɦ:`
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l Iohn Tyler de 26 de mayo de 1810.) Sin duda los distritos en los que pen-
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peticiones y demandas dirigidas a los delegados o a la Asam- ,-Í?,
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saban se compondrían de unos cien hombres.
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344 sosiis La asvotucioii s. La Titaoiclón iiEvoLUCioi~1aiiia Y su Tzsono Piiiinino 345
Si el plan de las «repúblicas elementales» propuesto por prender lo que realmente pensaba Jefferson cuando afirmó
Jefferson se hubiera realizado, habría superado en mucho los con toda seguridad: «El genio del hombre no puede imagi-
debiles gérmenes de una nueva forma de gobierno que po- nar base más sólida sobre la que asentar una república libre,
demos hallar en las secciones de la Comuna de París y en las duradera ybien gobernada»53_ _
sociedades de la Revolución francesa. Pese a que la imagina- Merece la pena señalar que no encontramos ninguna refe-
ción politica de Jefferson les sobrepasaba en perspicacia y rencia al sistema de distritos en ninguna de las obras de Jef-
amplitud, sus ideas se movían todavía en la misma dirección. ferson destinadas a la imprenta, y quizá sea aún de mayor
Tanto el plan de Jefferson como las sociétés révoluttonnaires importancia que la totalidad de las pocas cartas en las que se
francesas anticiparon con increíble precisión los consejos, ocupó del asunto con tal insistencia datan del último perío-
sóviets y Rate, que iban a hacer su aparición en todas las re- do de su vida. Es cierto que, al mismo tiempo, esperaba que
voluciones dignas de ese nombre que se han producido alo Virginia, debido a que había sido «la primera de las naciones
largo de los siglos XIX y xx. Siempre que hicieron su apari- del mundo que congregó pacíficamente a sus sabios repre-
ción, surgieron como órganos espontáneos del pueblo, no sentantes para formar una constitución fundamental», sería
sólo al margen de todo partido revolucionario, sino en for- también la primera «en adoptar la subdivisión de nuestros
ma inesperada para ellos y sus dirigentes. Al igual que había condados en distritos››5**, pero lo verdaderamente significa-
ocurrido con las propuestas de Jefferson, fueron totalmente tivo es que la idea parece habérsele ocurrido cuando ya se
descuidados por políticos, historiadores, teóricos de la polí- había retirado de la vida pública y se mantenía apartado de
tica y, lo que es mas importante, por la propia tradición revo-
los asuntos de gobierno. Quien se había mostrado tan explí-
lucionaria. Hasta los historiadores cuyas simpatías estaban, cito en sus críticas ala Constitución debido a que no conte-
sin lugar a dudas, del lado de la revolución y que no podían
nía una Declaración de Derechos, no se refirió nunca al error
dejar de mencionar la aparición de los consejos populares en que suponía no haber incorporado a ella los distritos muni-
el cuadro de su historia, no los consideraron más que como
cipales, los cuales constituían, sin duda, el modelo en que se
órganos de naturaleza temporal en la lucha revolucionaria inspiraron sus «repúblicas elementales» donde «la opinión
por la liberación; en otras palabras, no acertaron a compren- de to do el pueblo se expresase, discutiese y decidiese libre,
der que el sistema de consejos les ponía en contacto con una completa y pacíficamente por la razón común» de todos los
forma de gobierno enteramente nueva, con un espacio pú-
ciudadanos”. En función del papel que jugó en los asuntos
blico nuevo para la libertad, constituido y organizado du- de su patria y del resultado de la Revolución, la idea del siste-
rante el curso de la propia revolución.
ma de distritos fue, sin duda, tardía; en relación con su pro-
Debemos matizar nuestra a rmación. Representan dos pia biografía, su machacona insistencia en el carácter «pací-
notables excepciones unas observaciones hechas por Marx
fico» de los distritos demuestra que tal sistema constituía
con ocasión de la resurrección de la Comuna de París duran- para él la única alternativa no violenta posible a su idea ante-
tela breve revolución de 1871 y algunas re exiones que me- tip' !
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reció a Lenin, no el texto de Marx, sino el curso real de la Re- ':'-';_\'- _
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quedaban para siempre más allá de sus fronteras. Tal orden
pensamiento al respecto está contenida en cartas que fueron A
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de cosas debería haber bastado a Jefferson si este hubiera
escritas durante 1816, todas las cuales repiten el mismo tema ›';_
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creído realmente (como en ocasiones pretendió) que la feli-
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tativos terminasen por corromperse ypervertirse››5i', pero tal
do «estremecerse los fundamentos del gobierno bajo [sus] ==;-:se:
2'=-j%N.`:'2_ corrupción era poco probable que se debiese (y en realidad
pies a causa" de los distritos municipales de Nueva Inglate- -.-_:=¡'.j. -
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casi nunca ha sido así) a una conspiración de los órganos re-
rra», animados de tan poderosa «energía en su organiza- presentativos contra el pueblo que representaban. En este
ción» que «no hubo un solo individuo en sus asambleas que A
tipo de gobierno es mucho más probable que la corrupción
no se lanzase con todo ímpetu a la acción». De aquí que con- provenga del seno de la sociedad, esto es, del mismo pueblo.
fìase en los distritos como el instrumento para lograr que los -! La corrupción y la perversión tienen efectos más nocivos,
ciudadanos siguiesen haciendo lo que se habían mostrado a la vez que son más frecuentes, en una república igualitaria
capaces de hacer durante los años de revolución, es decir, ac- que en cualquier otra forma de gobierno_ En términos gene-
tuar responsablemente y participar en los asuntos públicos rales, se producen cuando los intereses privados invaden el
según se iban presentando éstos. En virtud de la Constitu- dominio público o, lo que es lo mismo, proceden de abajo,
ción, los asuntos públicos de la nación habían sido transferi- no de arriba. Precisamente a causa de que la república exclu-
dos a Washington y eran despachados por el gobierno fede- yó por principio la antigua dicotomía de gobernante y go-
ral, al que aún imaginaba Jefferson como el «departamento I
bernado, la corrupción del cuerpo político no dejaba incólu-
exterior» de la republica, cuyos asuntos domésticos eran /
me al pueblo, como ocurre cuando se trata de otra forma de
atendidos por los gobiernos de los Estados”. Ahora bien, el gobierno, donde sólo los gobernantes o la clase gobernante
gobierno estatal e incluso el aparato administrativo del con- eran necesariamente contaminados y. donde, por tanto, un
dado eran excesivamente extensos e inmanejables para per- pueblo «inocente» debía primero sufrir y, posteriormente,
mitir la participación directa; en todas estas instituciones en su momento, llevar a cabo una terrible, pero necesaria, in-
eran los delegados del pueblo, no el pueblo, los que constituían surrección. La corrupción del propio pueblo, a diferencia de
la esfera pública, en tanto que quienes les habían comisiona- la de sus representantes o la de las clases gobernantes, sólo es
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'ãë-§'.=Ffiat?$šéf:';¿l~.-'xšf?í-
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56. Las citas pertenecen a las cartas ya citadas. ïfixf-
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57. Carta a Samuel Kercheval, de 5 de septiembre de 1816.
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posible bajo un gobierno que le ha concedido una participa- hecho que se produce dentro de sus fronteras, en la visibili-
ción en el poder público al tiempo que le ha enseñado la for- s1;a_=f¿_=,-_;i:-. ¿±:«;
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dad ala que quedan expuestos cuantos penetran en su inte-
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ma de manejarlo. Cuando se ha salvado el abismo que separa __,__.._
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rior. Pese a que no se conocía aún el voto secreto, Jefferson
a gobernantes y gobernados siempre cabe la posibilidad de '
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tuvo al menos el presentimiento de los peligros que podía
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que se difumine y hasta llegue a desaparecer la línea diviso- _†r¿-f_-
v : suponer atribuir al pueblo una participación en el poder pú-
ria de lo público y lo privado. Con anterioridad a la Edad blico sin darle, al mismo tiempo, más espacio público que las
Moderna y al despliegue de la sociedad, tal peligro, inheren- le urnas electorales y más oportunidades para hacer oír sus
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te al gobierno republicano, solía provenir de la esfera públi- opiniones en la esfera pública que las representadas por el
ca, de la tendencia del poder público a expandirse y a violar Y*
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día de las elecciones. Se dio cuenta de que el peligro mortal
los intereses privados. El remedio tradicional para hacer Í
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para la república consistía en que la Constitución había dado
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frente a este peligro consistió en asegurar el respeto por la v'
todo el poder a los ciudadanos sin darles la oportunidad de
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propiedad privada, esto es, la elaboración de un sistema de ser republicanos o de actuar como ciudadanos. En otras pa-
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normas mediante las cuales quedaban garantizados pública- I labras, el peligro consistía en haber dado todo el poder al
mente los derechos de la persona, a la vez que se protegía le- pueblo a título privado y en no haber establecido ningún es-
galmente la línea divisoria entre lo privado y lo público. La /
pacio donde pudieran conducirse como ciudadanos. Cuan-
Declaración de Derechos de la Constitución americana cons-
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do, al nal de su vida, Jefferson resumió lo que para él consti-
tituye el último baluarte legal, y el mejor provisto, para la de- tuía la esencia de la moralidad privada y pública («Ama a tu
fensa de la esfera privada contra los ataques del poder públi- vecino como a ti mismo, y a tu patria más que a ti mismo:-›)5*,
co, siendo de sobra conocida la preocupación de Jefferson |'
sabía que esta maxima no pasaba de ser una exhortación
por los peligros que representa el poder público y por el re- I vana, a menos que la «patria» pudiera hacerse tan presente al
medio contra dichos peligros. Sin embargo, cuando las cir- /
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350 soi-ias La Revoiucion s. La riiaoicion asvoiucioivaaia it su 'rssoiio Pniioioo 351
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que el asiento del poder estaba en el pueblo, la condición mis- =»-¿al Las repúblicas elementales de los distritos, las repúblicas de los
ma de su correcto funcionamiento dependía de un esquema -_vi;-_- _
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condados, las repúblicas de los Estados y la república de la
«que dividiese» el gobierno entre la mayoría, asignando a :J
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!E Unión formarían una gradación escalonada de autoridades, to-
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cada uno exactamente las funciones para las que [estaban]
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das las cuales reposarían sobre la ley, gozarían por delegación de
calificados». De otra forma, nunca podría realizarse el prin-
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-- Í..35
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_ una parte de los poderes y constituirían un auténtico sistema de
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pesos y contrapesos fundamentales para el gobierno.
cipio del gobierno republicano, con lo cual el gobierno de los "-?'<
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:f,,._,-;- _ No obstante, hay un punto sobre el que Jefferson se mos-
Si se pensaba en la seguridad de la república, el problema --,¿'?_€_t;,
--,:._t,_
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tró curiosamente silencioso: el problema de cuáles debían
consistía en impedir «la degradación de nuestro gobierno», y vé* : f
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22%
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_', ss-_-¦_ ser las funciones específicas de las repúblicas elementales.
para Jefferson un gobierno en el que todos los poderes estu- ~_:-,gi 2
_-__, -,_ _
nt- i Mencionó, de pasada, como «una de las ventajas de la divi-
viesen concentrados «en manos de uno, de un grupo, de los ;,, .aq-_
/Q"
2.,/i;=
4 sión en distritos por mí propuesta», el que proporcionarían
privilegiados por el nacimiento o de la mayoría» era un go- se
P'
/V-
un modo más adecuado para hacer oír la voz del pueblo que
bierno degenerado. Por eso, el sistema de distritos no signi - W
fra- l
lilfïffl
W,.!
los mecanismos del gobierno representativo; estaba conven-
caba fortalecer el poder de la mayoría, sino el de «cada uno» __--›\-.- I
-ya-; ¦
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I cido, sobre todo, de que bastaría «instituirlas con un propó-
dentro de los límites de su competencia; sólo mediante la di-
_ ':_.;¿_
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=.<,_-4;
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._.,. .
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sito definido» para que «mostrasen muy pronto ser los ins-
visión de la «mayoría» en asambleas donde cada cual pueda :_:-§.:"
_ _-_' ¬__¬-¡E I'
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;ɦi_;¦ . trumentos más adecuados para otros objetivos»"~“.
contar y ser estimado «seremos tan republicanos como pue- 2;;-2.1;-:,= |
'¦-F_¦;{_-' '
' :'.`_v'_f;: É
. \^`
Esta vaguedad de propósito, lejos de ser consecuencia de
de serlo una gran sociedad». Por lo que se re ere a la seguri- I
una falta de claridad, nos pone de relieve, en forma quizá
dad de los ciudadanos de la república, el problema consistía I'-El-il-'I
"'¦iÍ:(--
través de una elección celebrada una vez al año, sino todos los
'---_-:-_-
¡;;_;;,~__- |'
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ción significaba en realidad más una nueva forma de gobier-
días; cuando no haya nadie en el Estado que no sea miembro de
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no que una simple reforma o un mero suplemento de las ins-
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libertad y la constitución de un espacio público donde pu-
por un César o un Bonaparte. `-.Ã-"-`-' ¡
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diera manifestarse la libertad, la constitntío líbertatis, enton-
`-5š¢= r
__=_"¢; |
ces las repúblicas elementales de los distritos, el único lugar
Por último, en cuanto al problema de integrar estos orga- tangible donde cada uno podía ser libre constituía realmente
nismos menores, planeados con vistas a cada uno, en la es- el fin de la gran república, cuyo principal propósito en los
_.._-A;_.
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'-=_-:1›'_-:
59_ Carta a Cartwright, ya citada. __:;¦§¿ 61. Las citas proceden de la carta a Joseph C. Cabell, de 2 de febrero de
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60. Carta a John Tyler, ya citada. ¿K 1816, y de las dos cartas a Samuel Kercheval ya citadas.
›. -II¿›ìï: l
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352 soii12.sLa iisvoiucióit Ij:`§ I s_ La raiiolcióiv itsvotucioivaaia if su Tssoiio ssantuo 353
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_ :=,X=;' I¦
asuntos domésticos debiera ser poner a disposición del pue- En cierta medida ocurre lo mismo con el aspecto concreto
-1:15; ¦
blo tales lugares de libertad y protegerlos. El postulado bási- _ -_=-<«_; -_
ku de la Revolución al que debemos referirnos aliora_ Este aspec-
__,_,_
_|:},
blica, que nadie, finalmente, podía ser feliz o libre si no parti- `-`~`:~: l
reproducir, cualesquiera que fuesen las circunstancias, las so-
-~r.f_=_=;;
cipaba y tenía parte en el poder público. :-sc; |
--/-:_ _ ciedades revolucionarias y los consejos municipales que se
habían propagado por toda Francia después de 1789. Entre
_'_'//- _
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J las razones que explican nuestro interés poreste aspecto de-
bemos mencionar, en primer lugar, que se trata del mismo fe-
_'_/-5:1 i
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nómeno que tanto impresionó a los dos revolucionarios más
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Es una historia triste y extraña la que nos queda por contar. .11-`\'«;-' |
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| grandes de todo el período, Marx y Lenin, cuando fueron tes-
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revolucionario que habían jugado las secciones de la primera
ción de que la Revolución había sido más resultado de una I
Comuna de París en la Revolución francesa, aunque nunca las
fuerza irresistible que producto de ciertos acontecimientos y I
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habían considerado como el origen posible de una forma
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acciones humanas. Lo que parece estar más allá de toda duda |
I-_`____-_ I nueva de gobierno, sino como simples instrumentos de los
o creencia es que ningún historiador será nunca capaz de na-
_-¬¬-_.
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_;-_,ì_-«¿_ ¦
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que había que prescindir una vez que se consumaba la Revolu-
rrar la historia de nuestro siglo sin tejerla sobre «la trama de __ om ,-¡ _
Í ción. Ahora, sin embargo, tenían que hacer frente a órganos
x'
oculto entre las brumas del futuro, se trata de un relato que <~ que estaban, sin duda, dispuestos a sobrevivir a la Revolución.
su
(1850), Berlín, 1951, p. 124. - la tradición del Estado nacional, concebían la Revolución
_~_, _
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354 sonar; La Revotución +5. Lili 'l`Rñ DICIÚIH-T REVGLUCIUNA RIA Y SU TESORO PERDIDO 355
corno un medio para alcanzar el poder e identificaban a este cambio de actitud se repite, una generación más tarde, en
con el monopolio de los instrumentos de la violencia. La rea- Lenin, quien, por dos veces en su vida, en 1905 Y en 1917, su-
lidad, sin embargo, era otra; se produjo una rápida desinte- .-:
:Í É?.-
,.-.
` ff-2:7
T
«Unión Soviética» con el que, desde entonces, se designa a ta de una explicación parcial Y, hasta cierto punto, constituye
Rusia constituye una falsedad, pero esta mentira ha signi - un círculo vicioso, ya que da por supuesta la influencia pre-
cado, a partir de entonces, la admisión vergonzante de la in- v'
ponderante de Marx sobre el movimiento y la tradición re-
mensa popularidad, no del partido bolchevique, sino del sis- volucionarios, una influencia que, a su vez, habría que expli-
tema delos sóviets que el partido redujo a la impotencia ü. car. Después de todo, los marxistas no fueron los únicos
Ante la alternativa de adaptar sus ideas y actos a una situa- I
blik ein, in der die Räte eine Kommunistische Mehrheit haben». Véase
¦
- transcurriese en las famosas bibliotecas de Londres y París, o
'1
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Helmut Neubauer: «München und Morkau 1918-1919; Zur Geschichte
.;.\*-›
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I.
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der Rätebewegung in Bayern», Iahrbucherƒür Geschichte Osteuropas, -z -f
-, .\-; 68. Véase el excelente estudio de Frank Iellinek: The Paris Commnne de
Beiheft 4, 1958. i
;'^a:`; ¬ 1871, Londres, 1937, p. 2?.
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en los cafés de Viena y Zúrich, o en las tranquilas y no dema- con que cuentan en esta lucha por el poder depende menos
siado incómodas cárceles de los diversos Anciens Régimes. de sus teorías o preparación intelectual y de su organización
El papel que los revolucionarios profesionales desempe-
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que del simple hecho de que sus nombres son los únicos que
ñaron en todas las revoluciones modernas es importante y _
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se conocen públicamente”. La causa de la revolución no es la
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analizaban la desintegración progresiva del Estado y de la res -generalmente con la cooperación de la policía secreta”-
sociedad, pero era poco lo que hacían, o lo que podían hacer, son, por regla general, demasiado secretas para que puedan
para precipitarla y dirigirla_ Incluso la ola de huelgas que ba- /
v~
I
hacer oír su voz en público. La pérdida de autoridad de los
rrió Rusia en 1905 y terminó por desencadenar la primera
o/
1». poderes existentes que procede siempre a toda revolución no
Revolución, fue completamente espontánea, sin que contara we
constituye en realidad un secreto para nadie, ya que sus ma-
con el apoyo de ninguna organización política o sindical, las 2
nifestaciones se producen de modo público y tangible, aun-
"-1
cuales, por el contrario, sólo se hicieron presentes durante el I
que no necesariamente espectacular; pero sus síntomas
X.
curso de la Revoluciónég. El estallido de la mayor parte de las x !
;,;¿:;: I
(descontento generalizado, malestar y desprecio por los go-
,V-
.-__$f_`~í“.>'_Í',_. .
ejemplo interesante. En las elecciones para la Asamblea Nacional de 1871
nin, constituido por revolucionarios profesionales, hubiera .¬.<¿,,_
'-'¢_<`- ¡ el sufragio ya era libre, pero, dado que no existían partidos, los nuevos vo-
_¡`¦¦'f_-'
tantes tendieron a dar sus votos a los fmicos candidatos que conocían, con
sido nunca capaz de «hacer›> una revolución; lo más que po-
_ I
-l1"-_-
__, : el resultado de que la nueva república fue la «república de los duquesa.
dían hacer era estar atentos y volver rápidamente a la patria ai
%
2
71. La actividad de la policia secreta para fomentar, en vez de prevenir,
en el momento preciso, es decir, cuando se producía el colap- _ :1¦1¦' I
er f
las actividades revolucionarias es especialmente notable en Francia du-
so. La observación hecha por Tocqueville en 1848 de que la si I
-*K
Ã-'.¦`-Q:-'I `.
rante el Segundo Imperio yen la Rusia zarista después de 1880. Al pare-
`;
monarquía cayó «antes de que la alcanzaran los golpes de los W./'_-`i¿_ E-
=a`ìi cer, no hubo ni una sola acción antigubernamental bajo el gobierno de
N I
- -¬-:__
Luis Napoleón que no hubiese sido inspirada por la policía; todos los
vencedores, los cuales se asombraron tanto de su triunfo siii
ataques terroristas mas importantes producidos en Rusia con anteriori-
como los vencidos de su derrota» ha probado su exactitud en ` _/ `-I * dad a la guerra y a la Revolución parecen haber sido obra de la policía_
diversas ocasiones. 1 =_<'.t¿ =
72. Así, la notable intranquilidad del país durante el Segundo imperio,
El papel de los revolucionarios profesionales normalmen- _-'\¬- ¦
por ejemplo, vino a ser contradicha por los resultados sumamente favora-
I
bles obtenidos en los plebiscitos organizados por Napoleón III, anteceso-
te no consiste en hacer una revolución, sino en llegar al po- --'-.:
haya sido uno de los motivos que han movido al revolucio- de la historia sagrada, la única institución completamente
nario profesional típico es, sin duda, uno de los resortes más nueva y espontánea de la historia revolucionaria pasase
potentes de la revolución; apenas ha existido una revolución inadvertida hasta el punto de ser olvidada.
a la que no se pueda aplicar la observación que Lamartine 'K
v' Armados con la sabiduría que nos da el tiempo transcu-
hizo sobre la de 1848: «La Revolución del desprecio». rrido, habría que matizar la a rmación anterior. Existen
No obstante, si bien es cierto que el papel desempeñado ciertos párrafos en los escritos de los socialistas utópicos, es-
por los revolucionarios profesionales en el estallido de la re- pecialmente en Proudhon y Bakunin, de los que cabe dedu-
\-
volución ha sido generalmente insignificante o inexistente, cir un cierto conocimiento del sistema de consejos. Lo cierto
su influencia sobre el curso real de la revolución ha demos- '\
es que estos pensadores políticos, esencialmente anarquis-
trado ser muy grande. Dado que hizo su aprendizaje en la es- /
\
'I
vaillears, fundada por el propio gobierno, se propuso como De las características compartidas en común por los conse-
única tarea las cuestiones de legislación social, las fechas jos resalta, en primer lugar, la espontaneidad de su naci-
principales de aparición de estos órganos de acción y gérme- /` miento y constitucíón, y ello porque contradice de modo
nes de un nuevo Estado, son las siguientes: 1870, cuando la
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desde el principio al sistema de consejos en Budapest, desde personal a los sucesos del día»3i_
dondelse propagó por todo el país «con rapidez increíble»f"3. Y
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las circunstancias del mundo moderno. Consideraron los la hubiese sobrevivido a su ejecución y hubiese demostrado
consejos como ensoñaciones románticas, como una especie incluso ser la panacea para todos los males, políticos y socia-
de utopía fantástica hecha realidad durante un instante efí- les, los consejos hubiesen terminado por rebelarse de todos
I
mero, a n de poner de relieve el carácter desesperadamente modos contra una política de tal índole, puesto que la dis-
/
romántico de los anhelos del pueblo, al que escapaba la reali- »V tancia entre los expertos de partido que «sabían» ylas masas
dad profunda de la vida. Estos realistas se inspiraron en el /'
I
populares que debían aplicar ese conocimiento no permitía
sistema de partidos, dando por supuesto que no existía otra tomar en cuenta la capacidad del hombre común para actuar
alternativa para el gobierno representativo y olvidando que y formar su propia opinión. En otras palabras, los consejos
la caída del Antiguo Régimen se había debido, entre otras estarían de sobra si el espíritu del partido revolucionario
cosas, a ese sistema. prevalecía. Siempre que se separa el conocimiento de la ac-
Lo verdaderamente notable delos consejos no fue sólo 'L ción, se pierde el espacio para la libertad.
que borrasen las líneas divisorias entre los partidos, que los No hay duda de que los consejos eran espacios de liber-
4
miembros delos diversos grupos se sentasen juntos en los |
|
tad. En cuanto tales, se opusieron sistemáticamente a pre-
consejos, sino que, en su seno, la existencia de los partidos
perdiese toda significación. Los consejos fueron en realidad vt
82_ El panfleto de Rosa Luxemburgo The Russian Revolution, traducido
los únicos órganos donde tenían asiento los hombres que no por Bertram D. Wolfe, 1940, de donde cito, fue escrito hace más de cua-
pertenecían a ningún partido. Debido a ello, entraron inevi- ,__- i tro décadas_ Su crítica de la «teoría de la dictadura de Lenin-Trotsky» no
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tablemente en conflicto con todas las asambleas, tanto con
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ha perdido nada de su oportunidad y actualidad Ciertamente no podía
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prever los horrores del régimen totalitario de Stalin, pero sus palabras
los antiguos parlamentos como con las nuevas «asambleas -_\"-='\"I |
'-If.-¦=: i proféticas poniendo en guardia contra la supresión de la libertad políti-
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constituyentes», por la sencilla razón de que éstas, incluso en -'-¿i¿: |
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| ca y, con ello, de la vida pública parece todavía hoy una descripción rea-
sus alas más extremas, eran aún criaturas del sistema de par- I
lista de la Unión Soviética bajo el gobierno de Iruschov: «Sin elecciones
tidos. estas alturas de los acontecimientos, es decir, en me- '¦
I
generales, sin libertad total de prensa y reunión, sin un enfrentamiento
dio mismo de la Revolución, lo que separó sobre todo a los de la opinión, la vida desaparece de todas las instituciones públicas, lle-
ga a convertirse en una apariencia de vida, en la cual sólo la burocracia
consejos de los partidos fueron los programas de éstos; en z|^P
es el elemento activo. La vida pública se va adormeciendo, unas cuantas
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docenas de dirigentes del partido, de energía inagotable y con una expe-
ción, tlcn Cl rto Interés, porque_Adler, pese a darse cuenta de que los -¬ riencia ilimitada, dirigen y gobiernan. Entre ellos, en realidad sólo una
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profesionales y los partidos revolucionarios en estos desas-
deseo de una revolución permanente; su propósito declara- ni.,
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-vaig: I tres fue de bastante importancia y, por lo que a nosotros
do era «poner las bases de una república llevada hasta las úl- _`
-` I '_¦_'.~'›-
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Estado, en una forma nueva de gobierno que permitiría consejos se agudizó debido a la pretensión de estos últimos
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a cada miembro de la sociedad igualitaria moderna llegar a de ser los únicos representantes «verdaderos» de la Revolu-
ser «partícipe» en los asuntos públicos, la que iba a ser se- ción y del pueblo, lo que se debatía era de mucha mayor
pultada por los desastres de las revoluciones del presente trascendencia.
siglo. Sus causas fueron múltiples y variaron según los paí- , Lo que ponían en cuestión los consejos era el sistema de
ses, pero las fuerzas delo que generalmente se llama reac- '_¿_-=-- ¦
-,_,_ .
partidos en cuanto tal, en todas sus formas, y este con icto
ción y contrarrevolución no fueron las más importantes. Al 'ft
í_\I-2';,
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-__< se agudizó en todas las ocasiones en que los consejos, naci-
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L-Íïff I
teresados en el aspecto político de la revolución que en el so-
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363 sonas La asvoLUcióN I s. La Taanicion anvotuciouaiiia r su 'riisoao Pai-:nino 369
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de los asuntos políticos». Véase Oskar Anweiler en el artículo citado an- Â'
ri
teriormente. - Il-fa
'_~'5^
\ç-- 88. Para los detalles de este proceso en Rusia, véase el libro de Anvvei-
86. Así Duverger, ob. cit., p. 419. ler, ob. cit_, pp. 155-158 y también el artículo del mismo autor sobre
87. Citado por Heinrich Koechlin, ob. cit., p. 224. :_-`.*¿'
Hungría.
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re<=-sf;Í _"iš.;¿›fx
370 sosiista aiivotuciou s. i_r¬_ Taanicioiv itevoi_i.icioi«~i_fiiii_-i. r su Tssoao rsiinioo 371
dependientes, a partir de las condiciones elementales de la impregna a todo el cuerpo político”. Si tuviéramos que cla-
acción misma, sin que se dé ninguna in uencia de la especu- .M
Z
sificar los regímenes contemporáneos de acuerdo con el
É
lación teórica acerca de las posibilidades del gobierno repu- \«
\«
principio del poder sobre el que reposan, veríamos que la
blicano en territorios extensos y sin que la coherencia sea re- 2
4,
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distinción entre dictaduras de partido único y sistemas mul-
H.
sultado de la amenaza que representa un enemigo común. El tipartidistas es mucho menos importante que la diferencia
objetivo común era la fundación de un nuevo cuerpo políti- que separa a ambos respecto a los sistemas bipartidistas.
co, un nuevo tipo de gobierno republicano que reposase so- Después de que la nación «habia calzado las botas del prín-
bre las «repúblicas elementales» de tal modo que su poder cipe absoluto» en el siglo Xix, llegó la hora en el siglo xx de
central no despojase a los cuerpos constituyentes de su ori- «-
M
que el partido se pusiese las botas de la nación. Por tanto, es
'*<
ginario poder constituyente. En otras palabras, los consejos, perfectamente natural que las características típicas del par-
;~;›_:
celosos de su capacidad para la acción y para la configura- tido moderno -su estructura aristocrática y oligárquica, su
i
ción de la opinión, estaban llamados a descubrir la divisibili- _:¿r;
_-412 falta de libertad y de democracia interna, su tendencia a «ha-
ftšïš
dad del poder así como su consecuencia más importante: la tv”,
- if,.-
Í:'<zf- i cerse totalitario», su pretensión de infalibilidad- brillen por
necesaria separación de poderes dentro del gobierno. ,gg
su ausencia en los Estados Unidos y, en grado menor, en
rÉ›'s›:s
Se ha observado frecuentemente que Estados Unidos y ._ |
.,\¡,i_~._¡
_¿,_.
i Gran Bretaña”.
-.=/.~:
Gran Bretaña son dos de los pocos países donde el sistema de 2_†Í5ÍE_';
,_¿_,_ 1
1-.zi l
- ,K I.
Sin embargo, aunque pueda ser cierto que, en cuanto ins-
partidos ha funcionado de forma adecuada para asegurar la trumento de gobierno, sólo el sistema bipartidista ha proba-
estabilidad y la autoridad. Lo que ocurre en ambos casos es
_ _¿¦$.¡`_.
=_;-ff,
I
do su viabilidad y, al propio tiempo, su capacidad para ase-
que el sistema bipartidista coincide con una constitución :$31: '
-_;'¿:
2
*«-
gurar las libertades constitucionales, no es menos cierto que
que descansa sobre la distribución del poder entre las diver- l
A | su mejor logro ha sido un cierto control de los gobernantes
sas ramas del gobierno y lo que, en último término, asegura 1”
f i
I
por parte de los gobernados, pero no ha permitido que el
su estabilidad es, por supuesto, el reconocimiento de la opo- -»_¦_
='_;:_>- l
ciudadano se convierta en «partícipe» en los asuntos públi-
sición como una institución del gobierno. Tal reconocimien- _=,, |
~-_»,:
I
más cerca de los Estados Unidos a pesar de su régimen presidencialista_
Bretaña organizar sus vastas posesiones y colonias en una En efecto, la distinción entre sistemas de partido único, bipartidistas y
multipartidistas tiende a convertirse en el criterio fundamental para cla-
(
_Z
discernibles las opiniones de los hombres, por la sencilla ra~ pales son el bienestar popular y la felicidad privada; pero
zón de que no existen. Las opiniones se forman en un proce- `.'$'/`-
~ :'-
puede llamársele oligárquico en el sentido de que la felicidad
so de discusión abierta y de debate púbiico, y donde no pública y la libertad pública se han convertido de nuevo en el
existe oportunidad para la formación de las opiniones, pue- J privilegio de unos pocos.
¡
den existir estados de ánimo -estados de ánimo de las masas Los defensores de este sistema, que en realidad es el siste-
y también de los individuos, "no siendo éstos menos velei- .-. /_
..;¡<;-_
--:;\.-
ma del Estado del bienestar, no tienen más remedio, supues-
._\_.
tantes es actuar como actuarían sus constituyentes por blica; deben insistir en que la política es una carga y que su
sí mismos si tuvieran oportunidad de hacerlo. No ocurre lo objetivo nal no es en sí mismo político. Estarán de acuerdo
mismo con lo que atañe al interés y al bienestar, los cuales .É con Saint-Iust: <<La1iberté du peuple est dans sa vie privée; ne
¿.5-
s
pueden ser determinados de modo objetivo, y donde la ne- .I,'vf-I-
Ó. . .
¿rx2'
I
pueden in uir sobre las acciones de sus representantes por lo 'J una cierta bondad innata del hombre, estarán dispuestos a
que respecta al interés, es decir, pueden forzara sus repre- -12:3
.. ¦'.-NI
._,;_
---....- a rmar que «nunca se ha visto a un pueblo que se gobernara
sentantes a ejecutar sus deseos a costa de los deseos e intere- ¦-¿:¦
a sí mismo», que la «voluntad del puebio es profundamente
ses de otros grupos de votantes. En todos estos casos, el vo- .¢:»¿. anárquica: quiere hacer lo que le place», que su actitud hacia
tante actúa movido por el interés de su vida y bienestar -.-'<1:
«-_-_
I-!'.'¦.
'.`1'.5¦ todo gobierno es <<hosti1›› debido a que «gobierno Y coerción
privados, y ei residuo de poder que se reserva se asemeja más _.,§.
»-
›.._<-
son inseparables» y la coerción por definición «es exterior al
:-;;-r-
=`š*-ìf;
|
sentimiento muy extendido en Francia Y Europa durante la postguerra.
.-.;---.f.
I
|
J
374 SOBRE Let REVOLUCIÓN
s. La Taxntcion sevotuctonaaia v su 'rasoao Psaoioo 375
la propia evidencia a todo el que vive en una sociedad de ma- realismo de Saint-Iust, en el empeño, más o menos conscien-
Ju
sas y está expuesto constantemente a sus numerosas irrita- te, de ignorar la realidad de los consejos y dar por supuesto
ciones, Esto es cierto para todos nosotros, pero el autor al que no existe ni nunca ha existido ninguna alternativa al sis-
que cito vive, por si fuera poco, en uno de esos países donde /«-
tema actual.
¿'
los partidos han degenerado hace mucho tiempo en movi- Lo cierto, desde el punto de vista histórico, es que los sis-
mientos de masas que operan al margen del Parlamento y :`ï›;›_-
temas de partidos y consejos son casi coetáneos; no se cono-
han invadido las esferas privada y social de la vida familiar, =}ì`¿
cían con anterioridad a las revoluciones y ambos son conse-
de la educación y de los asuntos económicos y culturales”. cuencia del dogma moderno y revolucionario de que todos
Donde ha ocurrido así, la identidad a la que me refería tiene los habitantes de un determinado territorio tienen derecho a
todos los visos de la evidencia. Es cierto que el principio de (`
comunista sin tener que señalar el momento en que el partido de revolu- _¦f`¿\'
f_'¡ .E
_-_,-¬ _
ÉÍ«/" Naciones Unidas, 1959. Para otros ejemplos que apuntan en la misma
ef
partidos de los regímenes democráticos fueron aún más obvias. xf:
que el pueblo, mediante el voto, expresaba su sufragio, en tar eran en el fondo problemas de administración, que de-
tanto que la acción política era una prerrogativa del gobier- bían ser tratados y decididos por expertos, en cuyo caso has-
no. Si los partidos se convierten en órganos militantes e in- ta los representantes del pueblo carecerían de una esfera de
tervienen activamente en el dominio de la acción política, acción verdaderamente propia, sino que serían funcionarios
violan tanto el principio que los inspira como la función que administrativos, cuya actividad, aunque de interés público,
están llamados a desempeñar en el gobierno parlamentario, no se diferenciaría en lo esencial de la gestión privada. Si el
es decir, se hacen subversivos, cualquiera que pueda ser su último de estos postulados fuese cierto -¿y quién podría ne-
doctrina e ideología. La desintegración del gobierno parla- gar que, en nuestras sociedades de masas, la esfera política se
mentario -en Italia o Alemania, después de la Primera Gue- ha retraído mucho y ha sido reemplazada por aquella «admi-
rra Mundial, por ejemplo, o en Francia, después de la Segun- nistración de las cosas» que Engels predecía para la sociedad
da- ha puesto de relieve en repetidas ocasiones que hasta sin clases?--, entonces no hay duda de que los consejos debe-
partidos que apoyaban el start: que en realidad minaban el rían ser considerados como instituciones atávicas sin tras-
régimen desde el momento en que rebasaban sus limitacio- cendencia alguna en la esfera de los asuntos humanos. Ahora
nes institucionales. La acción y la participación en los asun- bien, lo mismo, o algo muy similar, hubiera terminado por
tos públicos, una aspiración lógica de los consejos, no son ocurrir muy pronto con el sisteina de partidos; en efecto, ad-
forzosamente señales de salud y vitalidad, sino de decaden- ministración y gestión, en cuanto actividades dictadas por
cia y perversión en una institución cuya función primaria ha ±
las necesidades que subyacen a todo proceso económico, son
4
sido siempre la representación. D ':1_ï='
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por esencia no sólo no políticas, sino también no partidistas.
l
Es cierto que la característica esencial de los sistemas de i En una sociedad de abundancia los intereses de los grupos
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partidos, por lo demás muy diferentes entre sí, es que <<“de- __ ¦,¿_.¦.
=_;:f.
*Jšì
en con icto ya no necesitan ser resueltos unos a costa de
signan” los candidatos que deben ocupar los cargos electivos otros, y el principio de oposición es válido únicamente en la
del gobierno representativo», y quizá no sea equivocado a r- -`i¿:'
I
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medida en que existan posibilidades de elección verdaderas
'-'-_\:
mar que «sel acto de designación basta para dar nacimiento a tas-
.-.?.; que trasciendan las opiniones objetivas yverificables de los
'<-G-.
lr
un partido políticos”. Por ello, desde su origen, el partido en expertos. Cuando el gobierno se ha transformado realmente
cuanto institución dio por supuesto sea que la participación -t.¿~¡,
`|
:-Q-|_ en administración, el sistema de partidos sólo puede produ-
,.-__.\ ¡
2.5`9'.-š_ :
funcionarios públicos, y para eso dicha función sería reali-
ršì .
I_¬«a
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fin, que todas las cuestiones políticas del Estado del bienes- zada mucho mejor y más eficazmente por la policíai .
\
12%-éiäiäïšs $5. Cassinelli, ob. cit_, p. 77, ilustra con un ejemplo divertido el carácter
94. Véase el interesante estudio del sistema de partidos realizado por C. minoritario de los grupos de votantes que poseen una preocupación ge-
W. Cassinelli, ob. cit., p. 21. El libro es sólido en cuanto se re ere a la po- _¡_ nuina y desinteresada por los asuntos públicos. Supongamos, nos dice,
lítica americana, pero es demasiado técnico y superficial cuando discute que se ha producido un gran escándalo en el Gobierno y que, como re-
los sistemas europeos de partidos. sultado del mismo, el partido de la oposición es elegido para ocupar el
...,,,¿:___
%.éssI
¿_-.-
El conflicto entre estos dos sistemas, el de partidos y el de favor del partido y la dictadura de partido único no fue sólo la
consejos, ocupó un lugar privilegiado en todas las revolucio- superioridad de poder o de decisión para aplastar a los conse-
nes del siglo xx. Lo que se ponía en juego era el problema de la `<«
I jos mediante el uso despiadado de la violencia.
representación frente a la acción yla participación. Los conse- I
| Si es cierto que los partidos revolucionarios no compren-
jos eran órganos de acción, los partidos revolucionarios eran |
dieron nunca hasta qué punto el sistema de consejos se con-
órganos de representación y, aunque los partidos revoluciona- .I
fundía con la aparición de una nueva forma de gobierno, no
rios reconocieron sin entusiasmo a los consejos como instru- es menos cierto que los consejos jamás fueron capaces de en-
mentos dela «lucha revolucionaria», intentaron en plena revo- tender que el aparato gubernamental de toda sociedad mo-
lución apoderarse de ellos desde dentro; sabían muy bien que derna debe realizar necesariamente funciones de adminis-
ningún partido, por revolucionario que fuese, sería capaz de --.f
.Íf2.ì;1 I
'
1" cionarios del pueblo; ello se debió, sobre todo, a las conviccio- das por los consejos de obreros>›9'f'_ El llamado deseo de las
nes fundamentales que los partidos revolucionarios compar- clases trabajadoras parece más bien un esfuerzo del partido
i'
tían con los demás partidos. Como ellos, creían que el objetivo x __-
uç- _- |
_¬¡_-___¦
1 _ -_-_
revolucionario para contrarrestar las aspiraciones políticas
del gobierno era el bienestar del pueblo y que la esencia de la de los consejos, expulsar a sus miembros de la esfera política
¬f_,.«-.vw-¿_
politica no era la acción, sino la administración. En este pun- y con narlos en las fábricas. Esta sospecha se apoya en dos
to, debemos reconocer que todos los partidos, desde la dere- -55:?-:¡ !
-.qc _
datos: los consejos han sido siempre órganos fundamental-
1
cha a la izquierda, tienen mucho más de común entre sí que lo mente políticos, con pretensiones sociales y económicas de
-I que tenían en común los grupos revolucionarios y los conse- i
segundo rango, y fue precisamente esta falta de interés por
jos. Por otra parte, lo que iba a decidir en su día el problema en |
las cuestiones sociales y económicas la que, a juicio del parti-
do revolucionario, era una señal indudable de su mentalidad
poder. <<Si, por ejemplo, el 70 por ciento del electorado vota en las dos
ocasiones y el partido recibe 55 por ciento de los votos antes del escán- -_<.-_ J eburguesa, abstracta y 1iberal››9i_ En realidad era signo de su
dalo y 45 por ciento después, sólo se puede atribuir una preocupación 11;-. I
Í?`¿;-_*
_
por la honestidad del gobierno a un 7 por ciento del electorado, sin que 17,. '
ze; -
«_ | 96. Con estas palabras los sindicatos húngaros se unieron a los conse-
en este cálculo se tomen en cuenta otras posibles motivaciones para el _=_›*¿ I
122€ i
Lili
jos obreros en 1956. Conocemos el mismo fenómeno durante la Revolu-
cambio de voto». Se trata de una simple suposición, pero se acerca mu- «-
ción rusa y durante la guerra civil española.
cho a la realidad. Lo importante no es que el electorado, según toda evi- lo
_/;-_ ¡
por el partido comunista yugoslavo_ Véase el artículo de Anvveilen Estas
gobierno, sino que no pueda confiarse en él para que elimine la corrup- ~< - ¦
.:.~f¿
v~'-
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objeciones no son nuevas; se utilizaron muchas veces en términos casi
ción mediante el voto. '_.¿,,..
',<›-,1- 1
__,._._J
idénticos durante la Revolución francesa.
- ›.
II
330 sosiis La asvotuciou s_ La T1"-otntclotv asvotuctonaatx Y su Tssoao Pi-:animo 331
madurez politica, en tanto que el deseo de los trabajadores les hizo tan poco dignos de crédito para cualquier propósito
de dirigir ellos mismos las fábricas era un signo de la com- político.
prensible aspiración, aunque irrelevante desde el punto de La libertad, donde quiera que haya existido como realidad
vista político, a elevarse a puestos que hasta entonces habían tangible, ha estado siempre limitada espacialmente. Ello se
estado monopolizados por la burguesía. pone especialmente de manifiesto en la más elemental e im-
No hay por qué pensar que los hombres de la clase traba- portante de todas las libertades negativas, la libertad de mo-
jadora carezcan de talento para la gestión administrativa; la vimiento; las fronteras del territorio nacional o los muros de
dificultad residía simplemente en que los consejos no eran la ciudad-estado abarcaban y protegían un espacio dentro
los órganos más apropiados para ejercer esas facultades. En del cual los hombres podían moverse libremente. Tratados y
efecto, los hombres en quienes depositaban su confianza y garantías internacionales hacen posible una ampliación de
que eran elegidos de su propio seno eran seleccionados de esta libertad territorialmente limitada a los ciudadanos que
acuerdo a criterios políticos, a su lealtad, a su integridad están fuera de su propio país, pero, incluso bajo el supuesto
personal, a su capacidad de juicio y, a veces, a su valor físi-
/-
de las actuales circunstancias, sigue siendo evidente la coin-
co. Los mismos hombres que eran capaces de desenvolverse cidencia fundamental entre libertad y un espacio limitado.
perfectamente en la actividad política, estaban destinados a Lo dicho de la libertad de movimiento es también válido en
fracasar en la administración de una fábrica o en otras fun- buena medida para la libertad en general. La libertad en su
ciones administrativas_ En efecto, las cualidades del estadis-
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aspecto positivo es sólo posible entre iguales, y la igualdad
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la terminología de John Adams, también podríamos llamar
fera de la vida cuyo principio es la necesidad. Los consejos Í
espacios de las apariencias- con la propia esfera política, los
de las fábricas introdujeron un elemento de acción en la ad- podríamos concebir como islas en el mar o como oasis en el E i
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ministración de las cosas, lo cual sólo podía crear el caos. .-1
desierto. La imagen, según creo, nos es sugerida no sólo por
la plasticidad de la metáfora, sino por la propia historia.
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fueron incapaces de organizar o, mejor dicho, reconstruir el cido con el nombre de <<é1ite>>, término que me incomoda, no
sistema económico del país, también es cierto que la princi- a causa de que dude que el modo de vida político haya sido
pal razón de su fracaso no fue la anarquía del pueblo, sino nunca ni llegue a ser nunca el modo de vida de la mayoría, y
sus cualidades políticas. Por otra parte, la razón por la que ello pese a que la actividad política atañe por definición a
los aparatos de los partidos lograron, pese a todos sus de- algo más que a la mayoría, es decir, en sentido estricto, a la
fectos -corrupción, incompetencia y despilfarro- tener éxi-
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suma total de los ciudadanos. Las pasiones políticas -el valor,
to donde los consejos habían fracasado reside en su estruc- la búsqueda de la felicidad pública, el gusto por la libertad
tura originalmente oligárquica y hasta autocrática, lo que pública, una ambición por la superación independientemen- !
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332 SOBRE La RsvoLUc1óN e_ La 'rnaotclou tu-Lvotuctonaala Y su Tssono Psaumo 333
te no sólo de la posición social y de los cargos públicos, sino poco los notorios abusos practicados, tales como haber in-
también del éxito y del reconocimiento- no son probable- troducido en la política los métodos de la Avenida Madison,
mente tan raras como solemos pensar por vivir en una socie- a través de los cuales la relación entre representantes y elector
dad que ha corrompido todas las virtudes, transformándolas se transforma en la relación propia de vendedor y compra-
en valores sociales; pero ciertamente son excepcionales en dor. Incluso si existe una comunicación entre representante y
cualquier circunstancia. Lo que me disgusta del término «éli- votante, entre la nación y el parlamento -y la existencia de tal
te» es que supone una forma oligárquica de gobierno, el do- comunicación constituye la diferencia más visible entre los
minio de la mayoría por unos pocos. A partir de aquí se pue- gobiernos británico y norteamericano y los de Europa Occi-
de a rmar -y así lo ha hecho todo el pensamiento político- dental- esta comunicación nunca se establece entre iguales,
que la esencia de la política es el poder y que la pasión políti- sino entre quienes aspiren a gobernar y quienes consienten
ca predominante es la pasión de poder y de gobierno. Todo 1'
en ser gobernados. Es consustancial al sistema de partidos
esto, según creo, es profundamente falso. El hecho de que las sustituir «la fórmula “gobierno del pueblo y por el pueblo”
eélites» políticas hayan determinado siempre el destino polí- por esta otra: “gobierno del pueblo por una elite que procede
tico de la mayoría y hayan ejercido, en muchos casos, un do- d€lpu6l9l0”››93.
minio sobre ella, indica, de un lado, la cruel necesidad en que
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Se ha dicho que «el signi cado más profuiido de los parti-
se encuentran los pocos de protegerse contra la mayoría o, dos políticos» reside en que suministran «la estructura nece-
para ser más exactos, de proteger la isla de libertad en que ha- saria para que las masas puedan reclutar entre sus miembros a
bitan contra el mar de necesidad que les rodea; también indi- .ac-_ sus propias élites››99, y es cierto que fueron principalmente los
ca, de otro lado, la responsabilidad que recae automática- partidos los que abrieron las puertas de la carrera política a
mente sobre quienes se interesan por el destino ajeno. Pero ni los miembros de las clases inferiores. El partido, en cuanto
esta necesidad ni esta responsabilidad afectan a la esencia, a institución básica del gobierno democrático, corresponde sin
la sustancia de sus vidas, que es la libertad; ambas son acci- duda a una de las tendencias principales de la Edad Moderna,
dentales y secundarias con respecto a lo que realmente ocu- ;_,~_-:-
la nivelación constante y universalmente creciente de la socie-
rre dentro del espacio limitado de la isla. Traducido allen- dad; pero esto no signi ca de ningún modo que se correspon-
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guaje de las instituciones actuales, el lugar donde la vida -_*-2-2';
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da con el signi cado más profundo de la revolución en nues-
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pecto a una decisión que (a excepción de las elecciones pri- 98. Duverger, ob. cit., p. 425.
marias norteamericanas) se adopta sin contar con él, ni tam-
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99. rafa., p. 426.
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334 sosiisiaasvoiuciou s. La Titaoicioiv aevoiucioic-iaiii r su Tasoiio ver-.nino 335
la oscuridad, sigue siendo la misma de siempre. Desde el pun- propuesto y comprometido en una empresa común. Tras ser
to de vista de la revolución y de la supervivencia del espíritu elegido y recibido por el consejo superior inmediato, el dipu-
revolucionario, la dificultad no estriba en la aparición de una tado se encontraba de nuevo entre sus pares, puesto que los
nueva élite; no es el espíritu revolucionario, sino la mentali- diputados en todos los escalones de este sistema eran quienes
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dad democrática de una sociedad igualitaria la que tiende a 2!
habían recibido un especia.-Í voto de confianza. No hay duda
negar la incapacidad evidente y la notoria falta de interés de de que si se hubiera desarrollado completamente, esta for-
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grandes sectores de la población para los asuntos políticos en Í
ma de gobierno habría adoptado una estructura piramidal,
cuanto tales. La dificultad consiste en la falta de espacios pú- 1 que es, desde luego, la forma propia del gobierno autoritario.
blicos alos que pudiera tener acceso el pueblo y en los cuales Pero si en todos los gobiernos autoritarios que conocemos la
pudiera seleccionar una élite, o, más exactamente, donde pu- autoridad es filtrada desde arriba, en este caso la autoridad
diera seleccionarse a si misma. En otras palabras, la dificultad no se hubiera generado ni en el vértice ni en la base, sino en
reside en que la pohtica se ha convertido en una profesión y en l todos los escalones de la pirámide; lo cual constituiría, sin
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li cias de auténticas técnicas comerciales. Por supuesto, los órganos políticos populares y el principio de confianza per-
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E¡__ hombres que tuvieron asiento en los consejos eran también -':c
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l sonal en su despliegue en una forma federal de gobierno- no
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una élite, la única élite política popular surgida del pueblo =;<-_-_'
l son válidos universalmente; sólo son aplicables dentro de la
hasta entonces en el mundo moderno, pero no eran- nombra- esfera política. Las élites culturales, literarias, artísticas,
dos desde arriba ni apoyados desde abajo. Con respecto a los .¿_,,¿._
_; científicas, profesionales e, incluso, sociales de un país de-
consejos rudimentarios que surgieron de la convivencia o el
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Podría resultar tentador ampliar las competencias de los Todo esto, y probablemente mucho más, lo perdimos
consejos, pero es mucho más prudente decir con Iefferson: cuando el espíritu de la Revolución -un espiritu nuevo y, a la
«Instituyámoslos con un propósito de nido; pronto mostra- vez, el espíritu de dar origen a algo nuevo- no logró encon-
rán ser los instrumentos más adecuados para otros objeti- trar su institución adecuada. No hay nada que pueda com-
vos››; los instrumentos más adecuados, por ejemplo, para di- pensarnos de esta pérdida ni de evitar su carácter irrepara-
solver la sociedad de masas moderna, con su tendencia ble, salvo la memoria y el recuerdo. Dado que el depósito de
peligrosa a la formación de movimientos de masas pseudo- la memo-ria es custodiado y vigilado por los poetas, cuya ta-
políticos, o los instrumentos más naturales y adecuados para rea consiste en descubrir y crear las palabras con las que vi-
conferir arraigo popular a una aélite» que no es elegida por vimos, quizá sea prudente volvernos hacia dos de ellos (uno
nadie, sino que se constituye a sí misma. El gozo de la felici- moderno, el otro antiguo) a fin de hallar la articulación
dad pública Y las responsabilidades por los asuntos públicos aproximada del contenido real de nuestro tesoro perdido. El
serían compartidos entonces por aquellos pocos hombres de poeta moderno es René Char, probablemente el más lúcido
todas las clases sociales que tienen el gusto por la libertad de cuantos escritores franceses se unieron a la Resistencia
pública y no pueden sentirse <<fe1ices›› sin ella. Desde un pun- durante la Segunda Guerra Mundial. Su libro de aforismos lo
-'. to de vista político, éstos son los mejores y constituye la tarea escribió durante el último año de la guerra y era una antici-
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de un buen gobierno y la señal de una república bien ordena- pación francamente pesimista de la liberación; sabía que en
da asegurarles su puesto en la esfera pública. Ahora bien, tal lo que les atañía se trataría no sólo de la liberación bien reci-
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¿_ forma earistocráticas de gobierno significaría el fin del su- bida de la ocupación alemana, sino también de la liberación
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if fragio universal como lo entendemos hoy; en efecto, sólo de la «cargas de los asuntos públicos. Significaría regresar de
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-1,__ aquellos que como miembros voluntarios de una «república nuevo al épaisseur triste de sus vidas y ocupaciones privadas,
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4.. e1en1ental›› han demostrado que les preocupa algo más que a la «depresión estéril» de los años anteriores a la guerra,
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su felicidad privada y que se preocupan por la situación del cuando parecía que una maldición pesaba sobre todo lo que
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mundo tendrian derecho a hacer oír sus opiniones en el go- ellos hacían: «Si sobrevivo, sé que tendré que prescindir de la
bierno de los asuntos de la república. Sin embargo, esta ex- fragancia de estos años fundamentales, que tendré que re-
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clusión de la política no sería peyorativa, pues una élite poli- nunciar (no reprimir) a mi tesoro». Para él, el tesoro era ha-
berse «enconrrado a sí mismo», no tener que dudar más de su
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tica no es en modo alguno lo mismo que una élite social,
cultural o profesional. La exclusión, por otra parte, no de- propia esinceridad», no necesitar de máscara ni de ficción
pendería de un cuerpo extraño; si los miembros del mismo =:¢=_ para mostrarse en público, poder presentarse ante los demás
son auto-elegidos, los no miembros son autoexcluidos. Tal I
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y ante si mismo como era en realidad, poder, en fin, soportar
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