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294 sonas La aavotucrou PUNDI-.CIÓN (II): NOVUS ÚRDD Srl ECLÚRUM 295
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que, a fin de captar su signi cado original, podríamos para-


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_ _____'_"¦: |
"_I;_\¦'-`_'É'_ r ción única en su género; en efecto, esta Revolución no fue re-
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frasear del siguiente modo: «E1 origen, debido a que contiene -_ _-'_¬;;<'_f._. l
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sultado de un estallido, sino que fue preparada por hombres
su propio principio, es también un dios que mientras vive _ 'J`¬'›*1r:_-=:_'_.
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que obraban de común acuerdo y con la fortaleza que se de-
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entre los hombres, mientras inspira sus empresas, salva -_:-7: cf. 1
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rivaba de las promesas mutuas. El principio que se abrió
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todo». La misma experiencia, siglos después, le hizo decir a --_-_\_\
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paso durante los fatídicos años en que se establecieron las
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Polibio: «El origen no es simplemente una parte de la totali- _ ›\_
I _2*;'.\j.v¿'1515
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fundaciones -no por la fuerza de un arquitecto sino gracias
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dad, sino que penetra hasta el fin››5f* “_ Fue la misma concep- <
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! al poder combinado de muchos- fue el principio combinado
ción acerca de la identidad de príncipium y principio la que, _
de la promesa mutua y la deliberación en común; el propio
en su día, persuadió a la comunidad americana a dirigir la iïlšl-í`fÍ:' ¦
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acontecimiento fue el que decidió, como Hamilton había di-
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vista «a sus orígenes para lograr una explicación de sus cua- -


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cho repetidamente, que los hombres «son realmente capa-
ces [...] de establecer buenos gobiernos a partir de la refle-
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lidades características y, con ello, un indicio de lo que les re- É-:<'_,_,¿


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servaba el futuro»56, la misma que anteriormente había con- _ P mïí _ xión y la elección», que no «están eternamente condenados
ducido a Harrington -que, sin duda, no conocía los textos :Í':?¿-'¿Zf,¡;;-_ i
--_-1: ff,-A-_
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a que sus constituciones políticas dependan del accidente y
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citados de Agustín y Platón- a decir:


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Del mismo modo que nadie podrá mostrarme una república


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que habiendo nacido rectamente se haya torcido nunca, tampo- =__'__=__=-a=›_::


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-_.-__».
co ningún hombre podrá mostrarme una república que habien-
1.

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do nacido defectuosa se haya enderezado alguna vez”. -_:.-_<_<;¦_<_¦_


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Por admirables y significativas que sean estas concepcio- :-¿/,-ku;
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nes, su importancia política se hace patente sólo cuando se -_ /:_-_-_--
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reconoce que están en agrante contradicción con las ideas 2

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antiguas y todavía corrientes del papel de la violencia, nece- ___,
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saria en toda fundación y, por tanto, inevitable en todas las


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revoluciones. En este sentido, el curso de la Revolución ame- -_;§=$_-


-›-_-fr,...
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ricana tiene una historia inolvidable y nos enseña una lec- -Ésa-=-'

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55a_ Polibio V 32.1. «El origen es más de la mitad de la totalidad», según


un antiguo proverbio, citado como tal por Aristótdes, Ética a Nicórnaco, _5?'›U¿¿,__
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1 1981:.
56. W. F. Craven, ob. cit_, p. 1. ':'/,ig
wz
57. Oceana, ed. Liljegren, Lund y Heidelberg, 1924, p. 168. Zera Pink, ' W.:
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ob. cit_, p. 63, señala que «la preocupación de Harrington por el “Estado __^,
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perpetuo” se asemeja a los conceptos platónicos y especialmente a las


Leyes, cuya in uencia sobre Harrington es indeterminable». p ft
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58. Véase Tl1eFederalist, núm_ 1.


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I lliïfi i 2!
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s. La 'rasntctoiu asvoI_uctoN_«1u_«_ v su Tasoao Panotno 29?


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,¬~-;_ mencionar el hecho de que, a partir de la Segunda Guerra
6. La tradición revolucionaria G I
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--_›,_'Íf_~'_¬;f,l
:_-¿_j_/¢›- Mundial, los historiadores se han mostrado más inclinados
y su tesoro perdido que nunca, desde principios del siglo xtx, a considerar el
mundo occidental como una totalidad.
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'_,. L* Í` __
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Independientemente de lo que nos reserve el futuro, el
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Notre heritage rfestprécédé dlaucun restarnent. -


U.

distanciamiento operado entre los dos continentes tras las


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revoluciones del siglo xvuï, ha constituido un hecho de gran
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importancia. Durante esta época, el Nuevo Mundo perdió
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-f;_'â__-:-_ significación política para los hombres de las clases dirigen-
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tes de Europa, América dejó de ser el país de la libertad para
~/ convertirse casi exclusivamente en la tierra prometida para
los pobres. Sin duda, la actitud asumida por las clases supe-
we

riores de Europa frente al supuesto materialismo y vulgari-


/»_
-_

dad del Nuevo Mundo fue un producto automático del esno-


M.

1 ; bismo social y cultural de las clases medias en ascenso y, en


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cuanto tal, no tuvo una importancia decisiva. Lo realmente
Si hubo un único acontecimiento que rompió los lazos entre importante fue que la tradición revolucionaria europea del
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el Nuevo Mundo y los países del viejo continente, éste fue la __- ¦§_':-: siglo xtx no mostró más que un interés pasajero por la Revo-
Revolución francesa, la cual, a juicio de sus contemporá- -_.¡_¿g:;:
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'¦- |' lución americana o por el progreso de la República america-


neos, no hubiera podido producirse nunca sin el ejemplo 1
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na. En franco contraste con el siglo xvtu, cuando, mucho an-
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glorioso dado al otro lado del Atlántico. En realidad, no fue tes dela Revolución americana, el pensamiento político de
la revolución en sí misma, sino su desastrosa historia y el .w
los philosophes se amoldaba a los acontecimientos e institu-
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colapso de la República francesa los que, en su día, conduje- N
ciones del Nuevo Mundo, el pensamiento político revolucio-
ron ala ruptura de los fuertes vínculos espirituales y políti- N\\_-

nario de los siglos xix y xx se ha comportado como si nunca


cos que se habían establecido entre América y Europa a lo I ¦Ñ'¿'h_¦
:
_ ._fi=ƒ_:-'_-: _- se hubiera producido una revolución en el Nuevo Mundo,
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largo de los siglos xvn y xvru. Por eso, la In uence de la Revo- __p›;s_:f_ como si nunca hubieran existido ideas y experiencias ameri-
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lution d'Amérique sur l*Europe de Condorcet, publicada tres '_"' - :M I'_ -_ _
_ .:s>.~' =-_
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canas en la esfera constitucional y política sobre las que va-
años antes de la toma de la Bastilla, iba a marcar, al menos of liera la pena meditar.
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por un tiempo, el fin y no el comienzo de una civilización _


_- ''_J' _-_' I
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_'<`.">: En los últimos tiempos, cuando la revolución se ha con-
atlántica. No faltan motivos para confiar en que las grietas 'I
¿LI_-_ I vertido en uno de los fenómenos más corrientes de la vida
abiertas a finales del siglo xvlu están a punto de cerrarse a ;_, ___. I
: _/H-:
':_-_ /_' política de casi todos los países y continentes, el hecho de no
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mediados del siglo xx, una vez que se ha puesto de manifies- __¿.
haber sabido incorporar la Revolución americana ala tradi-
to que la última oportunidad de supervivencia que le queda If-irá
_\ ,- ción revolucionaria se ha vuelto como un bumerán contra la
___:

a la civilización occidental es una comunidad atlántica; entre _:¡


política exterior de los Estados Unidos, que comienzan a pa-
los indicios que pueden justificar esta esperanza debemos gar de este modo un precio exorbitante por la ignorancia de
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293 SOBRE LA REVOLUCION ' _--gs-_.


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s_ La "rasntctou asvotuctouxaia v su "rasoao tu-:anino 299
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los demás y por su propio olvido. Este fenómeno adquiere _ iii


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riqueza y el bienestar económico son los frutos de la libertad,
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tintes especialmente desagradables cuando hasta las revolu- `_Í=v__¢ __ _ pese a que debiéramos haber sido los primeros en saber que
ciones que se producen en el continente americano se expre- ¿}"Í`-'E -,›-.> este tipo de «felicidad» constituía la bendición de América
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san y actúan como si se supieran de memoria los textos revo- ___¢ -

f! con anterioridad ala Revolución y que su razón de ser era la


|
lucionarios de Francia, Rusia y China, pero no hubieran oído _.,:;<š=.
`¦= abundancia natural bajo «un gobierno moderado» y no lali-
hablar nunca de la Revolución americana. Aunque quizá
_ _ _-E' _ _-:'_

___-§ . __ bertad política ni la «iniciativa privada», libre y sin freno, del


menos espectaculares, no son menos reales las consecuen- capitalismo, el cual ha conducido en todos los países donde
cias que se han derivado de la propia ignorancia americana, Jívåëïí-__ no existían riquezas naturales a la infelicidad y a la pobreza
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de su propia falta por no tener presente que fue una revolu- _


__:
1;
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de las masas. En otras palabras, la libre empresa sólo ha sido
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ción la que dio nacimiento a los Estados Unidos y que la '


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al
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una bendición para Estados Unidos y aun así no es la bendi-
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república vino al mundo no en virtud de una «necesidad _
1
_ ción mayor de que gozamos si se compara con las libertades
histórica» o de un desarrollo orgánico, sino como conse- --=¬_-=›__-,_
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I verdaderamente políticas, tales como la libertad de palabra
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cuencia de un acto deliberado: la fundación de la libertad.
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co _ -
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y de pensamiento, la libertad de reunión y de asociación. No
Esta falta de memoria es, en buena medida, la causa del ex- Í'->'-K/.›'^-'
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es imposible que, a la larga, el desarrollo económico nos trai-
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traordinario temor que suscita en Estados Unidos la revolu- -,.,_-_ 1
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fr.=_'| ga más calamidades que bienestar; lo que sí es seguro es que
ción, y es precisamente este temor el que confirma al resto '.¦'

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en ningún caso puede conducirnos a la libertad ni constituir
del mundo su justeza de miras al concebir la revolución ex- .dí-«
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una prueba de su existencia. Puede que en muchos aspectos
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clusivamente por referencia a la francesa. El miedo a la revo- _- ¦^_<'_
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resulte de gran interés una competencia entre América y Ru-
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lución ha constituido el leitmotiv oculto que ha guiado la po- _,


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!
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sia en lo que se refiere a cifras de producción y nivel de vida,
a
lítica exterior americana después de la guerra en su intento '_ :
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_ 2'.-:-'lv' ':_- ¦
viajes a la luna y descubrimientos cientificos, y nada se opo-
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desesperado por estabilizar el statu quo, con el resultado de .___
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ne a que los resultados de dicha competencia sean interpre-
que se usase y abusase del poder y del prestigio americanos __-_,__ ax-_ _
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tados como prueba del vigor y recursos de las dos naciones y
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para apoyar regímenes políticos anticuados y corrompidos, ¦_ __- <_¬-/-
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Í del valor de sus diferentes normas y sistemas sociales. Pero,


que se habían atraído, desde hacía mucho tiempo, el odio y
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2-13241". I
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cualesquiera que sean sus resultados, nunca podrán decidir
..-_:2______.
f»`¿-*_›f_-;'. _
el desprecio de sus propios ciudadanos. _:;:«;§`<f_=
fi”. '
_ el problema de la mejor forma de gobierno, el problema de si
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Falta de memoria y, con ella, falta de comprensión se han __¬-¿-;'___.-
s'_-'- 1 es mejor una tiranía o una república libre. A causa de ello, y
puesto siempre de mani esto en las raras ocasiones en que el
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_ __¦/-i-_
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__1»_,,¿-,-;- _
- '-I-/'¦`I: :
por lo que atañe a la Revolución americana, la respuesta al
diálogo hostil con la Rusia soviética tocó cuestiones de prin- "_=a"_Í_f:-
-.mc-_ =
-=¦'_-'¬:-_-_ reto comunista para igualar y sobrepasar a los países occi-
cipios. Cuando se nos decía que la libertad era para nosotros I-;;1ç__: _
|
-`›`f-"*='I :
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dentales en la pro ducción de bienes de consumo y en desa-
la libre empresa, fue muy poco lo que hicimos para destruir _-;f$__<.'
l rrollo económico debiera haber constituido motivo de rego-
..II
tan enorme falsedad, y muy a menudo nos hemos conduci- _ :_-r_\`
______¡ |I cijo a causa de las nuevas perspectivas de bienestar que se
do como si también nosotros creyésemos que lo que estaba fi
abren al pueblo de la Unión Soviética y de sus satélites, por
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en juego en el con icto posbélico que enfrentaba a países - :'_\ï`¿
__¢:_~ä'¡| haber servido al menos para poner de manifiesto que la con-
ì""`-;'|
«revolucionarios» del Este y de Occidente era la riqueza y la ¡|I'
quista de la pobreza a escala mundial puede representar per-
-_`_'›-*_ '¦
abundancia. Hemos a rmado que en los Estados Unidos la __; ; _
_=_-_ _-
fectamente un punto de interés común y por recordar a
-il* l"i:;:E;r. ¬-=_--'_'
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a i__-i Taanicioiv iiavoiucionaaia v su 'rssoao i=-iiiioioo 301
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nuestrosoponentes que no tiene por qué surgir ningún con- _
_ < -¬-_-_~ =
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secuencia de una educación <<1ibresca›› ni de la Ilustración,


.i
icto serio de la disparidad entre dos sistemas económicos, ___'-=-_'1;_r
'=-f›.='»”f=i sino de las experiencias aprácticass del período Colonial» 1218
` 'Ii,
sino únicamente del con icto entre libertad y tiranía, entre 3.552 ¿fi
cuales, por su propia virtud, dieron nacimiento a la república.
las instituciones de la libertad, nacidas de la victoria de una É. Esta tesis, defendida hábilmente v con abundancia de argu-
revolución, y las diversas formas de dominación (desde la _ ___~*,. '¡

mentos por Daniel Boorstin, tiene sus méritos, porque subra-


_ <« ¿-'_¦
dictadura del partido de Lenin al totalitarismo de Stalin y a -':=_==_^.;>Z-ad:
_ _ _.'¿f-¦'¿3ì§=_ 5
-»_ ¿- 3->: M' l
ya debidamente el gran papel desempeñado por la experien-
',: f*.>›-›\'
\›,.* _~ ~ '
losensayos realizados por Kruschev en la dirección de un --«fs-W-
_ , -__,-¿,›-.` -
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.`¡¡_=¦$¿_¿
'-
cia colonial en la prep aración de la Revolución y en el
despotismo ilustrado) que se produjeron en el ocaso de una '--H' FéSi;}Í-
\ _ |
_ _ ,'_'Ä¿f¿§-:'_-';:_
_-§`Í'Í'3'ÍP2~;ͧI
-1-1¬.__
_

| establecimiento de la república, pese a lo cual difícilmente re-


`ìÍ*:É."\`í'I^E ¦
derrota revolucionaria. '.,_-.,¡_-;
::,-:,'±}_.'c;-.
-.._~.
-_,--¿i /-'
;:.- .
.
sistiría un examen atento dela mismai. No hay duda de que
' '-'_=`l* $2* ¿id-'I '
Por último, es totalmente cierto, aunque sea triste recono- _-__,:?~`-5.3.'-',

__
`. V..
. '. .'- Í) 7. _
.\/'52
..._.|
._Ir' ¿..___
1-2'
'
una parte de la herencia inglesa consistió en un cierto menos-
-'._,›u›,'-
'
C€I'10› que la mayor parte de las llamadas revoluciones, lejos ,,¿._,¿¡___ .
_:.,_;¬_~--
519%;

/v
precio por las generalidades losófìcas patente en los Padres
de realizar la corisritutio iibertatis, no han sido nisiquiera ca- 2
Fundadores, pero basta echar una rápida ojeada a sus escritos
ví*
paces de crear garantías constitucionales para los derechos y para darse cuenta de que ellos estaban más familiarizados con
libertades civiles, las bendiciones propias del «gobierno Ii- J' los métodos de «la prudencia antigua y moderna» que sus co-
H11fHC10>>, Y es indiscutible que en nuestras relaciones con las ¿I
¡ti
mil
demás naciones y sus gobiernos deberemos recordar que la /x.
».-
1_ La prueba más convincente de que los hombres de la Revolución
distancia existente entre tiranía y gobierno constitucional li- americana estaban predispuestos contra el pensamiento teórico pode-
;¡ .
mitado es tan grande, cuando no más, como la que hay entre .-,_j §¿,-.:_: _'_
.___;¢t_
_..-o.-,,;-_
».,_,. 1.
mos encontrarla en los e:-tabruptos, no muy frecuentes pero muy signi -
gobierno limitado ylibertad. Pero estas consideraciones, por _`__,____
-__r_-t..
I
cativos, dirigidos contra la filosofia y los lósofos del pasado. Además
importantes que puedan ser en la práctica, no deben signi -
---_;-_-__
:_-_,_\-__-_-_
2
.' ¦"7.-\ I'.'
i
_
de Jefferson, que creyó poder denunciar los -sdesatiiios de Platón», tene-
mos a Iohn Adams, que se lamentaba de todos los lósofos posteriores a
car que confundamos derechos civiles y libertad política, o Platón, debido a que <-:ninguno de ellos, al establecer los fundamentos de
Ñ
que identifiquemos los postulados de todo gobierno civiliza- sus teorías, toma la naturaleza humana tal cual esa (Véase Zoltán Ha-
do con la sustancia misma de una república libre. En efecto, raszti: John Adams and the Prophets of Progre äi Cami:-ridg i MHSS-i
o la libertad política, en su acepción más amplia, signi ca el .K 1952, p_ 258). I-Iay que decir que esta predisposición ni es antiteórica en
cuanto tal, ni específica de una sestructura mental:-› americana. La hos-
derecho -<<_a participar en el gobierno», o no significa nada, tilidad entre losofia Y politica, apenas disimulada por una Filosofía de
la política, ha 'sido el azote del arte de gobierno de Occidente, asi como
¬¬'í*
de la tradición filosófica desde que los hombres de acción se separaron de
r iunque las consecuencias que se han derivado de la ignoran- los hombres de pensamiento, es decir, desde la muerte de Sócrates. El
cia, el olvido yla falta de memoria son notorias y de naturaleza viejo conflicto sólo tiene relevancia para la esfera estrictamente secul ri
I y, por consiguiente, sólo jugó un papel secundario durante los siglos en
elemental y sin complicaciones, no ocurre lo mismo con el ¡J que la religión y las preocupaciones religiosas dominaron la esfera poli-
proceso histórico en el que se gestaron. En fecha reciente se ha /
A L
tica, pero era natural que recobrase de nuevo importaricia durante el na-
vuelto a sostener, de forma un tanto agresiva y a menudo con- _; !
_ _ _':`_~',
.-0 .
__'_rå_ I
| cimiento o renacimiento de una esfera auténticamente polítlü i ES ¿Ei-111',
durante el curso de las revoluciones modernas. Para la tesis de Daniel I.
_ ¿$5 _

vincente, que uno de los rasgos distintivos de la «estructura _;


_:>I-¿gi-: 4`
'-3?'-3?
Boorstin, véase The Genius eƒflrnericnn Politics, Chicago, 1953, v, en es-
mental americana» es una tendencia general a no preocuparse 3=ɧ~`
_:Ä',?¦
_-=É'
-,¬_.§_ pecial, su libro más reciente The Americans: The Colonial Experience,
- :~o^

por la « losofía›› y que la Revolución en particular no fue con- 'ÍÍST


i;
Nueva York, 1958.
T.”
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' ¦_?f`~*-rt-
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.__¿_._ _ _
302 SOBRE LA Ravotuoióiv ¡;:¿:-¿_-_-_: i a La raanicióii asvoiucionaaia v su Tasoao aaaoino 303
-_-ra?-' f
_,._ .
___'¬__|.-___: |

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legas del Viejo Mundo y acudían mas frecuentemente que és- --ter-«-
`-É ¡ff
¬/\
QI:
lución, pese a su fin desastroso, tuvo en el mundo. La falta de
___,,-..;
tos a los libros en busca de la luz para su acción. Por otra parte, -'_---"_='=
x
_\'¿__-¬ií_'_
' :Ã-fll.-ïìä'-:,:'l I' memoria americana puede remontarse hasta este error fatal
- ~-eri'
los libros que consultaban eran exactamente los mismos que _ ._t'f§§š_%=.1 del pensamiento posrrevolucionarioi. Si es cierto que todo
influían en la época sobre las tendencias dominantes del pen-
- '-:_-f ¡.': I

- --'_\«
- --3 _: -f-:_ pensamiento se inicia con el recuerdo, también es cierto que
samiento europeo yaunque es cierto que la experiencia real de --,gi /' -
-__,._.- ...sw-_
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Eïšfìfš
-1.. ›`___:! ningún recuerdo está seguro a menos que se condense y des-
i
ser «partícipe en el gobierno» era relativamente corriente I'--'L_f\«
;›Éà>:;
,ue __;-ff.-_
._»--..
¡
tile en un esquema conceptual del que depende para su ac-
-- t><_'f5`›`~`- 1 I

en América con anterioridad a la Revolución, en una época en _ .If-",_{f*/'-_-'=


;:›'\'¦:--':',_;
-.\`3.
._«.*.›2,-:-- i'
¡__ _
' tualización. Las experiencias y las narraciones que surgen de
que los hombres de letras europeos tenían que descubrir toda- .' '-\\- ._ -
_
los actos y sufrimientos humanos, de los acontecimientos y
'
vía su signi cado mediante la construcción de utopías o «en- '\-.fc
3~'
<^¿_`¦
_
I- ›-^†<`-Í-"- '_
|'j
_f,_. rw _ ' . sucesos, caen en la futilidad inherente al acto y a la palabra
trando a saco en la historia antigua», no es menos cierto que i-¿-1. 4.,_. _
f,r"g--
-«_<,'2-rw
-_,-_'_---iv
_.¿ ,,_-_ 4- _!
viva si no son recordados una y otra vez. Lo que salva a los
io” |':2. I
-=.sis-- -
los contenidos de lo que, en un caso, era realidad y, en el otro, - ›,r›2:
.-<,›_- _- i
.. ._._..\f¿,_
. |
'---';--4:» si._|I asuntos del hombre mortal de su futilidad consustancial no
-- '-("
z
pura fantasíaifueron singularmente idénticos. No puede des- es otra cosa que la incesante recordación de los mismos, la
*___ _
conocerse un hecho que es de suma importancia política: -- '-*'
;-,fi-.et-_
»-_:- I
. -'f_*':f,f2 I,
¬.'~`?Û _- ¦
_-
cual, a su vez, sólo es útil a condición de que produzca ciertos
_
aproximadamente hacia la misma fecha fue derrocada la for- ___¬,-'_\- -
_.,,>>,-,' ¢,¡_ -
___,_4,_ _¿¿_
,asii
4- -"'- É
4' conceptos, ciertos puntos de referencia que sirvan para la
_ _›.1 1 Wii _

ma monárquica de gobierno respetada durante siglos y se es- '-'sirï¿¿:.'_


'-'Lt f-~: 1
tablecieron repúblicas a ambos lados del Atlántico. .-, - ¦
_. «___ _
“',f:Á:ï'i'

3. El método más sencillo y quizá más recomendable para describir la



- -Jr." ' -' -
-
Sin embargo, si es indiscutible que la erudición y un pen- -.---3: !
~_Í¿'~'_~':. i
-'-rc;-.-¦
. _--.N-_.-_-_ _ incapacidad para recordar sería un análisis de la liistoriografia posrre-
'_"¦-\`1'-`fïì_
samiento conceptual de alto calibre fueron las bases sobre las . ~-';:-¿pj-_
_-"kr-2
/.›<
|
-_ vr'.-*F3 ¦ volucionaria americana. Ciertamente, ido que ocurrió después de la Re-
..-_-¬;;;-._5:I
.___
que se construyó la República americana, no es menos cier- - __|-\.<_
____¡.__-_;_
- i- ,_\-t¬-
volución fue [___] 'un cambio de enfoque [de los puritanos] a los peregri-
to que este interés por la teoría y el pensamiento político
-*L-Í_fï,_eì§_
vr1-- :
1. -_ f
nos, transfiriendo todas las virtudes tradicionalmente atribuidas a los
desapareció casi inmediatamente después que la empresa ha- if puritanos a los más aceptables peregrinos». i[Wes1ey Frank Craven, The
NV Legend cƒtiie Foiiridirig Fntiiers, Nueva York, 1956, p, 82.) Sin embargo,
bía sido realizadai. Como ya he indicado, creo que esta pérdi- /-çf

1€; este cambio de enfoque no fue permanente y la historiografía amor1C I12l›


da de interés, que se supone puramente teórico, por los pro- NIA
cuando no estuvo completamente dominada por categorias europeas, es-
blemas políticos no ha constituido el «genios dela historia _`i;¦Q¦;=j
/_ É j
'-`¬2'.'-`-'.: ¦-
pecialmente marxistas, y se negó a admitir la existencia de una revolu-
--,,~\,- _

americana, sino, al contrario, la razón principal de que la Re- -'_-;:¬f=:'_ -'


_ __-.'.›-'*_-
_.-,.-_-_ _.
ción en America, se volvió cada vez más al énfasis prerrevolucionario so-
_- c-to-`:
_
bre el puritanismo como el factor más influyente en la política y la moral
volución americana haya sido estéril para la política mundial. _ <;~:___~-I
JV

i5*?ÍäÍ' E americanas Independientemente de los méritos del caso, su obstinada


'_':§`<' _=_ï .
Por la misma razón, me inclino a pensar que fue precisamen- _-_-/I 1"'-i.I'_-i-_ _
.-
Ii Ifil' .
resistencia quizá se haya debido, al menos en parte, al hecho de que los
te el enorme interés teórico y conceptual que los pensadores =_=¿›',ä-:_ _
= puritanos, a diferencia tanto de los peregrinos como de los hombres de
y lósofos europeos prodigaron sobre la Revolución francesa
151-Íäìï _
---vo'- ;
-is›_~;:= la Revolución, se preocuparon profundamente por su propia historia;
el que contribuyó decisivamente a la resonancia que la Revo-
__ ___. .
I:/<.<«: '
'.'?e;_- -.
_-_¢;¢_¿_.
creían que aunque perdieran, su espíritu no se perdería mientras supie-
_:¿§:_¿` I
__«.-¿__ ` ran recordarlo. Así, Cotton Mather escribió: «Debo considerar perdida
`ïI=åì?§ i
mi Patria junto con la pérdida de los prìineros principios y las primeras
2. William _S_ Carpenter, The Development of American Political '_ l

prácticas sobre los cuales' fue establecida. Pero no hay duda de que un
Thought, Princeton, 19%0,'observó muy acertadamente: «No exista una buen camino para salvar esa pérdida sería hacer algo [___] quegla historia
teoria politica caracteristicamente americana [...] La base de la teoria -_ »ff .
_:; _- .|
-§<ï`=»›`š 1
I
de las circunstancias que se dieron en la Fundación y Formación de este
política se buscó más frecuentemente en el origen de nuestro desarrollo país y de su preservación hasta ahora pueda ser transmitida imparcial-
constituciona1››(p_ 164), mente a la Posteridad» (Magnolia, libfü IL 349)-
2-. < ¡
'.`.< _' -_
_,
.'11 - ¦
¡.-

_. ___,_
_ ,_-"_ -
___-¿_-'__-_§_- _
_ 'ii _:\¡j_'\| 1

-_:-_-:._¿-í:-L.
-3_¢'-:r=_- -._

_`:_'__¬._,_
§_§`-_'\-C:' _i

¬_v\

3Ú4 SÚBRE LA REVOLUCIÓN K


a La Ta.-ini-ción navoiucioivaaia v su “rasoiio Paaoino 305
__ .I
I_I'-fiì'-:_ :

conmemoración futuraf. En cualquier caso, la aversión


_-_Ã_'x`.-i`x_ ¦
_-¿fic-_¿_-¦
.- ¡
_ _
_

_-11-./¢ |
___¦_r__.--
_-_¦:-'1¦1*.-`-
I
I
| mitir que la tradición de la Revolución francesa -que es la
<<americana›› por el pensamiento conceptual ha sido la causa - _-,±±=. ¿-- '
única tradición revolucionaria de alguna importancia- no
'1 l
de que la interpretación de la historia americana, a partir de ,,
' ' f¿fr~›-\“-.ì= _
/7'

les ha preservado mejor que lo han hecho las tendencias libe-


Tocqueville, sucumbiese a teorias cuyas raíces estaban consti- ›_\
-,-_-F .-
:
rales democráticas y, en lo fundamental, antirrevoluciona-
tuidas por experiencias ajenas, hasta que, en nuestro propio -._,ì.'. ,=_;
Í.Í:Éiivï5`_
____¡,,`_¿,¿-'_/,__ _
.__-__¿¿_¿__g¿-_å
rias del pensamiento político americanoi. Ya nos hemos re-
siglo, América ha mostrado una inclinación deplorable a __›_~.›___»1 _ É
`- __->r¿-,;f~>_ ferido antes a estos principios y, de acuerdo con el lenguaje
magni car y a sucumbir ante todas las farsas y novedades que -_ --;=.† .f__ _
=
político del siglo XVIII, los hemos llamado libertad pública,
-_ ;;1eä-3; -
la desintegración del edi cio social y político de Europa -no '«t=;'¿sa4¿.-2 '
-:<_~›»r.<,-_-1 1
-=1fI€~'=a: -
_ _ _¦*l°›¿*_*'- Í felicidad pública, espíritu público. Lo que quedó de ellos en
la de Occidente-, tras la Primera Guerra Mundial, puso de ï_É`5É`:f”Ã*`›"-`
-:- !|
-.i< -4. *___
<› _/ I
~.' I América, una vez que había sido olvidado el espíritu revolu-
moda entre los intelectuales. Esta extraña magni cación y, en -.we
-J 4;
.ri
---.}`ç›:¢.~_
_- .^',¡~< -
.»¿ fc
.;-
.,. _
_ `;,_ 1 cionario, fueron las libertades civiles, el bienestar individual
ocasiones, distorsión de una multitud de absurdos seudo- _ _;_"'-`š_,'}_",'2:
é.;¿r¿ìE_ _
;;_f›r;'
_¡_wì
~'í'<`Í'_` del mayor número y la opinión pública como la fuerza mas
cientí cos -especialmente en el campo de la psicología y la /:Z
,A
/">
I
importante que gobierna la sociedad democrática e igualita-
Ma
sociología- quizá se haya debido a que estas teorías, tras ha- '?›,_'.9.
f-iva I ¡ ria. Esta transformación se corresponde casi exactamente
2_-mir.--. -
ber atravesado ei Atlántico, perdieron toda base real de sus- EfÍ¿`§>é;'2
;;«_¬/,
_, .. con la invasión de la esfera pública por la sociedad; es como
tentación y, con ella, todas las limitaciones impuestas por el _;f-i_Q;-
i"f- _ ›. x
'<r_¿¿:;_
-
'| si principios que fueron políticos en su origen se hubieran
123€-
sentido común. Ahora bien, la razón por la cual América se . |___,
¿Q-/.~_=
traducido a valores sociales. Esta transformación no fue po-
ha mostrado tan dispuesta a aceptar ideas tan artificiosas y Vi

sible en los países afectados por la Revolución francesa. Los


-grotescas quizá consista siinplemente en que el espíritu hu- revolucionarios que frecuentaron su escuela aprendieron
mano no puede cumplir su función si carece de conceptos; __;-¡___;_: que los principios inspiradores de la primera hora habían
-¿_,.'_¿i_ri-______ _
por eso, estará dispuesto a aceptar cualquier cosa antes que "_\
-\-_:'-,\¦_:-:_
M /__._;_ f
sido derrotados por las fuerzas desnudas de la indigencia y la
==-.<a<=. -
ver comprometida su tarea fundamental: la comprensión de f?_'ï_T=l-,-;__-'Í"'
_-:-.,' |
necesidad, se graduaron con la firme convicción de que ha-
la realidad yla elaboración de un compromiso con ella. ¬:_†çi;_
bía sido precisamente la Revolución la que había revelado lo
Es evidente que lo que se perdió, como consecuencia de 1-'

que estos principios eran en realidad: un montón de basura.


esta incapacidadpara el pensamiento y el recuerdo, fue el v
No les fue difícil denunciar esta «basuras como un prejuicio
espíritu público. Si dejamos de lado motivos personales y _,. (H ._

_'¦'_-:-vt:/_;
l

pequeño burgués, puesto que era cierto que aquella sociedad


propósitos prácticos, e identificamos este espíritu con los ¿fi-'š:<\
-':--i=:-_f_'- -
'f'-ïf~'_-_ - había monopolizado estos principios y los había presentado
principios que, a ambos lados del Atlántico, inspiraron ori- 'mii-:_ -
-1-'-y_-;f-_i
É'/_-_^_:-_- 1.
'--_f¦~::-_
`-f'¦Íi='=

ginalmente alos hombres de las revoluciones, debemos ad- -_"-:-SÉ-'¦`;


'__~;._;_-_- 5. Siempre que el pensamiento político americano se entregó a las ideas
_;;ëi'j¦¡__¦- ¡
'
e ideales revolucionarios, o siguió tras las tendencias revolucionarias
2'), vi- .
;
europeas, fruto de las experiencias e interpretaciones de la Revolución
4__ Las' novelas de William Faull-:ner nos proporcionan un excelente tes- _
-ii'-*">vI
francesa, o sucumbió a las tendencias anarquistas inherentes al tempra-
timonio de que tales hitos para la referencia y el recuerdo futuros fueron l_<ì-Qšlf .

_ ;.-:'s~¿.a'- .-
2-1- "ï- «

no anarquismo de los pioneros, (Debemos recordar al lector, una vez


resultado de esa incesante conversación, no, por supuesto, en forma de -'_-_!›,- _
____,¡.,_ más, la historia de John Adams referida en la nota 32 del capitulo III.)
âïlg åïtås tääio gp la fornga de breves sentencias y aforismos condensa- se-1,
WÉÍ: i Este anarquismo, como señalábamos, fue en realidad aritirrevoluciona-
do ¿IE su Dpjmcìl miento iterario utilizado por Faulkner, no el conteni- _.- _:
-_.

- ¦_Í'\'fi:_I
i
¡-

rio, dirigido contra los hombres de la Revolución. Por lo que a nosotros


_ › que BS lf m f <<po1it1co›› y pese a muchas imitacio- «FN
interesa, podemos dejar de lado ambas tendencias, supuestamente revo-
nes, sigue siendo el único autor que lo ha empleado. lucionarias.
_ _f_~._ -_-'__-_
,~>-ï-;
_-
t-
' `¬f`1-\ --`f_ _
- --_?, -¦_;'_
'-:::-/.Í-_;--_

395 sonas La Ravoiucioiv


-'-_`i-' -'_`I:
«-
i s. La i'a_-micioii aavoiucionania v su 'rasoiio Paiioioo 307
É
-I»--4 i
¦
l
falsamente como avalores». Obsesionados siempre por la ta- | profunda y constantemente frustrado y, en parte, porque sa-
rea desesperada y urgente de la «cuestión social», es decir, -'.'-*f"'Í._"-"l
-- '==_¬!{-wi'
--;?Í=.¬_-.5"¦-
-_ 0 -5
_f¿HI bían que «es la acción, no el descanso, lo que constituye
por el espectro delas masas pobres a las que toda revolución `-_» _,-
-nl" __-i
nuestro placer». En este sentido, la frase de Tocqueville (een
se proponía libertar, se identificaron, de forma invariable y
__ 1 _§__-¿_
_
i_5_
.Fu
- i América, los hombres tienen las opiniones y las pasiones de
¡-
mi =
quizá inevitable, con los acontecimientos más violentos de la - 1.1:
if'-*zi
1
la revolución»-'-“') ha seguido siendo válida hasta bien entrado
Revolución francesa, con ando, contra toda esperanza, que _~<
.-'Q-__~Í`íf1;'e~_›_-_-
il
nuestro siglo. Pero estas pasiones y opiniones tampoco su-
la violencia conquistaría la pobreza. Era, sin duda, un conse- ` É
'f,"°
5% 'NI-g
I:
5-*
pieron preservar el espíritu revolucionario, por la sencilla ra-
__:_¿ì,
fi
jo propio de la desesperación; si hubieran reconocido que la '_:'_<
_,__“ , ~ ¡
1
:É i zón de que nunca lo encarnaron; por el contrario, fueron
lección más clara que se desprendía de la Revolución france- _ I\'°'“' "15.
l `:`
___;
= Í
"*Â' _
precisamente estas pasiones y opiniones, «desencadenadas
'se |
sa era que lo terreui; como instrumento para alcanzar le bon- _ Í-_-_ '\¦2'¡
:'.`=-. ¡2-
_:_ 2
por la Revolución francesa, las que ya entonces sofocaron su
-¡gh ó\
_-:_:

heun significa el fin de las revoluciones, hubieran tenido que '_€2›F~,_-


-,,_, 1». 1
J
espíritu primigenio, es decir, los principios de la libertad pú-
›¿'
,_¿'_ 143 .I
¡__,__~_

reconocer igualmente que ninguna revolución, ninguna


¿_, _
_ ----¡s-'Él"_-|
- '2-_.¿.;.,_^¿
3-';,a*.'><§¿?-.¡
.-,. ››.,¡¡_
-
blica, la felicidad pública y el espíritu público que inspiraron
fundación de un cuerpo político nuevo, era posible donde _
:-1 <.;--
|
ix»

fffifo
( .
:mí--_2
en un principio a sus actores.
las masas estuviesen agobiadas por la miseria. -_ _~;ì_;_-;,*›i:¿,¡~j_: 2
2 Si nos limitamos a un plano abstracto y superficial, no pa-
_ _. Q.
Los revolucionarios de los siglos xix y xx, en franco con- _ _-
,EF
ze. f;-_
1.4; -
rece difícil remontar la dificultad principal que se presenta
traste con sus predecesores del siglo xviii, fueron hombres -;:., 5..
_, ,fi
._¿;¡%¿.: 5
- c`~'.~¬'¬-csç ï ¦
cuando se quiere llegar a una definición plausible del espíritu
-,vgtf-_ =
desesperados, la causa de la revolución atrajo cada vez más a -/-\f.-'“_- _
-*_-:=f_~/rr:
-¿_;;ë¿=¦$_= i,
_ _ _¬~:§t_-< -_,:I
-'J-_-_
__.t:>__¿_,
-_-_-,¿,
revolucionario sin tener que confiar exclusivamente, como
los desesperados, es decir, a esa _____,_,_\-,__
.<?,_-eine". _2
hicimos antes, en una terminología que fue acuñada con an-
-_\-_- _,¦_: :
_'-'--¿NW-I
_-_-..-_,,_-___
,--_.,_¡__ _
'- _-`.f
-'.-.~i-__-:=-
¿__ ;=_ terioridad a las revoluciones. Dado que, en toda revolución,
especie desgraciada de seres [...] que, mientras dura el sosiego -'-"w_-'-_-_'
-_-'iw ,__ _I
t__›,¿,¿_ _
el acontecimiento mas importante es el acto de fundación, el
del gobierno regular, viven como infrahombres, pero que en las 1*
Í
_ -'_=`¬f'J-J -__ì
_ _†">ÍfEÍ,' ' espíritu revolucionario contiene dos elementos que nos pare-
horas tempestuosas de la violencia civil, pueden elevarse al ni- 1'., -w ¦

vel humano y conferir la superioridad de la fuerza al partido al . ¿--


¡
|
cen irreconciliables e incluso contradictorios. De un lado, el
5;__,w
_ . ..,t
_
,___ _
que se hayan asociado'5_
___, |
-2'
I `_l'="-l`\,_.-:
w›~.
..i_:'_-s__¬;-_=-
-i¡f'~¿H¬"\_¦- '
acto de fundar un nuevo cuerpo politico, de proyectar la nue-
ë`¦`§<`fFE_' ¦
';í_'i”›.'-: :
_____,-_--_

-_-,;-;.-_¿:-- _
_
va forma de gobierno, conlleva una profunda preocupación
:- iq--:

Aunque estas palabras de Madison son perfectamente `:-ir_-"-j1:Í`_-


_ __--,i/»__;,\-_;¦_
_.
por la estabilidad y durabilidad de la nueva estructura; la ex-
I
periencia, por otro lado, con que deben contar quienes se
-r -'_'

ciertas, debemos añadir, si queremos aplicarlas a las revolu-


_ __:._.?°' .--__- .
_.___ __

ciones europeas, que esta mezcla de los desgraciados y de los _ie


__-¡|_ -|¦.--
-_.- x.--
¦ comprometen en estos graves asuntos consiste en sentirse es-
:;_1¦§_Í`¡ _

peores tuvo la posibilidad de elevarse de nuevo «al nivel hu- v'if2-"::- -_


:t*ti';'~ ;
_ ___¬¿¢,t __
.,_Mi __._-
timulados por la capacidad humana para todo origen, en po-
"_\>.`š'
__; z_~'_ : ¦
mano» gracias ala desesperación de los mejores, quienes, seer el elevado espíritu que siempre ha acompañado al naci-
tras los desastres de la Revolucion francesa, debieron de dar- -ifv,-tí'f.1' !
`.. __\__°i__-9;; |
-rx°'\'<:› |
.<_ -
miento de algo nuevo sobre la tierra. El hecho de que estos
_-_:b

se cuenta que apenas tenían nada que hacer, pese a lo cual no ein; dos elementos, la preocupación por la estabilidad y el espíritu
_ irr âi; '

abandonaron la causa de la revolución, en parte porque esta- _ `=`-2°`}ìf:-


____':_
_-57
¿__
de novedad hayan terminado por oponerse en la terminolo-
ban movidos por la compasión y por un sentido de justicia ¡Ñ
gía y el pensamiento políticos -identificándose el primero
$4:
if.
¿_ _=

6. En The Federalist, núm_ 43. -IE :É ,-`


`/~`1
7. En Democracy in Americo, vol. II, p. 256.
-Q
:É-1'
2 Ã'
_' se
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*- '32
l. *'17 Í;
_-_ I ¡
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I-<<':`-Ei`-

303 soaiu-1 La asvoiucioiv s. La Tiiaoicióiv nevoi_Ucioi~iani_-i v su Tasoito i=-enomo 309

con el conservadurismo, y habiendo sido monopolizado el ¬-C nos ofrece en términos de oposición y contradicción. A tal
segundo por el liberalismo progresista- quizá debe conside- _,_~/,_±_ - tin, quizá resulte útil que dirij amos de nuevo nuestra aten-
\.`-`-.i- _
rarse como síntoma de nuestra perdición. En último término, -_.:›;;
__.__.

se
_
; ción al espíritu público que, como ya vimos, fue anterior a
- .si-tfïf~;a= ,
no hay nada que comprometa hoy tanto la comprensión de "-ííäïšïzs: : las revoluciones y tuvo su primera expresión teórica más en
-- -¡c\I
-
los problemas políticos y la discusión fecunda de los mismos --/_--_-_
_ ¿'_¿__
_»,-Q.-,_ Iames Harrington y Montesquieu que en Locke y Rousseau.
y-.U |

como la reacción mental automática condicionada por los ca- K


Aunque es cierto que el espíritu revolucionario nació duran-
minos trillados de las ideologías, todas las cuales nacieron en -"\

te las revoluciones y no antes, no será vano el esfuerzo que


la aurora y en el ocaso de las revoluciones. No carece de im- <- dediquemos a examinar aquellos grandes ejercicios de pen-
portancia que nuestro vocabulario político o bien se remonta 4-f'

K
samiento político, prácticamente contemporáneos de la
r f
a la antigüedad clásica, griega y romana, o bien data, sin lu- zz
Z Edad Moderna, mediante los cuales los hombres se prepara-
gar a dudas, de las revoluciones del siglo Xvlil. En otras pala- /v

ron para un acontecimiento cuya magnitud no estaban en


bras, en la medida en que nuestra terminología política es condiciones de adivinar. Este espíritu de la Edad Moderna se
moderna, tiene un origen revolucionario. La característica
Iv

preocupó desde el principio -y esto es interesante y signifi-


principal de este vocabulario moderno y revolucionario es, cativo-, por el problema de la estabilidad y durabilidad de
segun parece, que se presenta siempre en pares de conceptos una esfera puramente secular y mundana, lo cual significa,
opuestos: derecha e izquierda, reaccionario y progresista, |
N

entre otras cosas, que su expresión política estaba en abierta


"V-i.
4:
`\

conservadurismo y liberalismo, para mencionar unos pocos contradicción con las manifestaciones científicas, filosóficas
al azar. La medida en que este hábito de pensamiento ha ido e incluso artísticas de la época, todas las cuales estaban mu-
asociado a la historia de las revoluciones puede verse perfec-
(

N
cho más interesadas por la novedad en cuanto tal que por
tamente cuando contemplamos el desarrollo del nuevo signi- ¬/ J
cualquier otra cosa. En otras palabras, el espíritu político de
cado atribuido a palabras antiguas, tales como democracia «-
-¿tr
\
la modernidad nació cuando los hombres dejaron de aceptar
y aristocracia; en efecto, la idea de aristócratas versus demó- »_-«-
x
resignadamente la sucesión sempiterna de los imperios;
cratas no existió con anterioridad a las revoluciones. No hay _/_`_
`-'_..'.;---
_ì¿_"-_¡ ahora parecían deseosos de establecer un mundo en que se
duda de que estos conceptos opuestos tienen su origen y, en
_--¦;'¦`š$`~¡:--
-_,--i¬f_›_--
___.-_-___/r., g
-ns--_
_,\,,___ _ pudiese con ar para siempre, debido precisamente a que co-
I
último término, su justificación en la totalidad de la expe- :-;i`=`f'i- '
-'--5,12-=§_'_-¡ nocían el carácter novedoso de todas las empresas que inten-
__ ,_\.;1-,_- I

riencia revolucionaria, pero lo que importa ahora es que en el '__'-fšf/*Q-' i


_ -¦'_¬g2¿_'_¡_ |
taba realizar 'su época. _
wey;-g~
acto de fundación no se concibieron como términos exclu- ' =-_-;. `\¬.I
---_--:-»,:;
¡__|
1
Por ello, si la forma de gobierno republicana parecía la
____f__-^-.-¡__-

yentes, sino como dos aspectos del mismo acontecimiento; x'i'¬I¬'f- _


¦'¬.'< I -'_' . '
más recomendable alos pensadores políticos prerrevolucio-
_ -_,,_--,¬_-1-,_
sólo después de que las revoluciones tocaron a su fin, victo- -_,,,-
_`_:Ó,Í-¦-_
/y-___.,_ _|
i--fo.
zìi '/~=_ '
¿.i-,<-__ narios, ello no se debió a su carácter igualitario (la identidad,
riosas o derrotadas, dichos términos se separaron, cristaliza- :>"¿3'Í'-_'
:_;É¢_§I`,_

confusa y desorientadora, de gobierno republicano y demo-


ron en ideologías y comenzaron a oponerse. _'-:W
-:\'¦i.”'f_-_
_`,¡. Yi“__ _
; crático data del siglo xix), sino a que prometía gran durabili-
Desde un punto de vista lológico, el esfuerzo que se reali- -_`<¿f¬«' É
-___?-ri
-M A'/_-¡
_ 1-"}'*'_I
dad. Esto explica igualmente el enorme respeto que los siglos
za para reconquistar el espíritu perdido de la revolución _`;'_§§f§
"1¬iif E
. I\'I ii'
'I--flïr
i.\1' . xvii y xvili mostraron por Esparta y Venecia dos repúblicas
d
debe consistir, en buena parte, en repensar y combinar de que, incluso para el grado limitado del conocimiento histó-
modo signi cativo todo lo que nuestro vocabulario político __¡
.'¦
__
__..
rico de entonces, se recomendaban casi exclusivamente por
r'-I

sf _:1
-:I
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31 9 sonas La iii-;voi_ucioi~i ¬_'-É' I1¦
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2' ¡E s. La 'raanicioiv aavoiucioi-ninia v su 'resoao vaaoioo 31 I
-_I'_:§'.~;_¿É
:¦Fi}^,=`a=;

haber sido los gobiernos más estables y duraderos de toda la ':'Íf,'r`§}fš


`:_l`.¬-";'i4_¬`_~Í .
ellos. Cuando son gobernados por una pasión común, sus
historia. A ello se debe también la curiosa predilección que _.›<-- -'<' ¦
_-_.__¿?f-¿__
_ W _i opiniones, si se pueden llamar así, serán idénticas»“. Este tex-
mostraron los hombres de las revoluciones por los «sena- w-¿Ã

to es notable en diversos aspectos. Su sencillez es un tanto en-


dos», una palabra que aplicaban a instituciones que nada te- gañosa, pues es resultado de una oposición, eilustrada» y un
nian en común con el modelo romano, o incluso, el venecia- Eïì.,
¬|¿
_
_*
=_ tanto mecánica, de razón y pasión, debido a la cual no nos
;-;_'.-.-,1.:-_
- -_-.†--u .___;
no, pero a las que amaban debido a que les sugería una _~<. ›__ _
-§¿«z§¿=__- ilustra mucho acerca del tema de las facultades del hombre,
;_-_›'.¦"-.¿_-_-

estabilidad sin par montada sobre la autoridad”. Ni siquiera - . ¿jpe›:_- _


__`›, ¿__:_ ¡-
aunque tiene el gran mérito práctico de evitar la facultad de la
los conocidos argumentos de los Padres fundadores contra Mg-<__ _
›;_ ,_:_:--
-.~›
1
voluntad, el más peligroso y engañoso de los conceptos y
-*I-il $3; _

el gobierno democrático toman en cuenta su carácter iguali- _ _.f 1


__, -_ .-.,..
_.lÍ""€¦~:'
_ .,.- ,3
,',¿;.-gía,
._-_~;- *_-si_. _ pseudoconceptosli. Pero esto no nos interesa aquí; para noso-
_ __,_,_¿<;,_4¿.___
tario; la objeción que le oponen es que tanto la historia anti- .
-_ -f.g-¿hi
¡.¦| *tj-:_ _
.r,_¬›..«,"
;-;_i_.›,›-,iii '
tros es de mayor importancia la alusión del texto citado a la
'-_,, -;,~.s_-,-_
'_›-c¢_fw:--.'\ì-'_¬_':
A' _

gua como la teoría habían probado la naturaleza <<turbi11en- - --`,>3'f›°›'ä.f_"'


~'rï¿'4-'/;'_' .
7,..
-

:
,- __ I incompatibilidad total que se da entre el gobierno de una
--; -›__-.c-_

ta» de la democracia, su inestabilidad -las democracias «han


___\,¡_,..,.
--;--_-
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«opinión pública» unánime y la libertad de opinión, pues lo


.iz
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- ~~_::/~_;-;-
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sido generalmente de vida tan corta como violenta fue su __¿¿¿¿___
_--f 'f(_--_ |
-'_~;r,e/<f-' :
cierto es que resulta prácticamente imposible la formación de
muerte››*"- y la veleidad de sus ciudadanos, su falta de espíri- -'_=';-:'f¦¡i;*- _
:-iii*--:f
`!-)1`}-'/ opinión cuando todas las opiniones han llegado a ser idénti-
_*-<"r;
tu público, su disposición natural a gobernarse por la opi- __
<Í-fe tb
:','-'/,if-;_f;¡_ _
-Was-1 -
%(`{_,__:_:
_ cas. Puesto que nadie es capaz de formar su propia opinión
nión publica y los sentimientos de las masas. Por eso, «lo -- '\.-1-_ ›.J
_ _.-/;:r_,:¿:¿:__
._ -V
_,_` i~./'
_ _ -¿Q
W.
sin contrastarla con las opiniones de los demás, el gobierno de
'_-__,-,'t=:;_ I
unico que puede frenar la imprudencia de la democracia es 2--2;;-_f_._ -
:-1_~ïf>;-;f-'- -
-'_='-'-__-:~:-
ï¦`;_\'«"-II :i
la opinión pública pone incluso en peligro la opinión de aque-
-:'='-'-f-2'-'_
-'-'_¬f_f__- ¦_
un cuerpo permanente»“*. ._-.- -ti-*_-'_'_' '
_ -."=f--'-=
'--'_=:-:ë"- ;
llos pocos hombres que se sienten con fuerzas para no com-
La democracia que, para el siglo xvili era todavía una for- _;-_==::-'.- :
2-252: i
._-.'=t::_*. 1
__-t.-¿¿;_»_-_::_ partirla. A esto se debe el carácter curiosamente negativo yes-
ma de gobierno y no una ideología ni un indicio de las prefe-
___-¡___-y__-¡__ .-
_-._-.II-._;__
____¬
¦-N '5__¦-'_ _ 1_
_-'-'1- _- -
-1_.==,i_-,._- = téril que tienen todas las opiniones que se oponen a una
rencias de clase, fue aborrecida debido a que pretendía que ;:è'?";ö'-'
___-./._

prevaleciera la opinión pública sobre el espíritu público, sien- '---_=-¿.'{_=;,-_


' -' 52€ _¬-'_'
11. The Federnlist, núm_ 50.
':_'¦¡§:;_'_ '
do expresión de esta perversión la unanimidad de la ciudada- 2-:_'.=i_¢';: '
';5"¿5;_I'-_-_
-_-_-v_;_;-_-
_i_C¦',¬,l'_-'_' '
12. Esto no significa, por supuesto, negar que haya referencias a la vo-
_--_-ao. -
nía: «cuando los hombres ejercen su razón serenay libremen- -_-.-¬- <-_-_
_--_-2.'-1-:_ -
luntad en los discursos y escritos de los Padres Fundadores. Pero si se
te en torno a un cierto número de problemas diversos, es '==¿t¿'t^_-' '
_-';¬a-.- '
compara con la razón, la pasión y el poder, la facultad de la voluntad
desempeña un papel secundario en su pensamiento y en su terminolo-
inevitable que surjan diferentes opiniones sobre alguno de ~`Ã~'
5;'-2-.~_'-_
__.-,___-f_:-'_'
'-_=_j'_f,§¿.-__-
“'Í¿5=Í' : gía. Hamilton, quien utilizó el vocablo con más frecuencia que los de-
--_- ,_-_\ -
Í=EëÍ=`_íe-`í~Â=
-
más, habló significativamente de ima «voluntad permanente» -lo Gual
:_'_-_¡=_;__:'§/___;'____
"Éi'§iɦ:_` ¦ es una contradicción en los términos- y entendió por ella una institu-
8. Desde el Renacimiento había correspondido a Venecia el honor de -'_-vi
:,Í:2§=,_
-`_iÍ~ì`f3'Í~_` = ción «capaz de resistir la corriente popular» (Vid. Works, vol. II, p_ 415).
_._,¿.;,¡.__
representar la invalidez de la antigua teoria de una forma mixta de go- _ °"¡¿§_'
Lo que sin duda le interesaba era la permanencia y utilizó la palabra avo-
bierno, capaz de detener el ciclo de cainbio_ Podemos percibir lo grande '_ 53%/2:-_ _
1-fr'-2:.
T limrad» ambiguainente, pues, no hay nada menos permanente y menos
que debió de ser la necesidad de una creencia en una ciudad potencial- _ _ I:ë=i' -¿fr ¦
_;-¡~¿,:_
susceptible de fundar la permanencia que la voluntad. Interpretando ta-
rriente inmortal al considerar la ironía que supone ver a Venecia conver- -
_____\$¿ [
:i
les frases con referencia a las fuentes francesas contemporáneas, nos
tida en un modelo de permanencia en la misma época de su decadencia. -
. .sui-_ -:
`-`/_\`*2'f_'
l damos cuenta de que, en circunstancias semejantes, los franceses no hu-
9. Véase The Federolist, núm_ 10. _ - _:_I› ,
' -':r\'

bieran invocado una «voluntad permanente», sino una «voluntad uná-


10. Hamilton en jonathan Elliot, Debates oĉtote Conveiitioris ori the -__:ff,

nime» de la nación. Los americanos trataban precisamente de evitar la


Adoptioii ofthe Federal Constitution, 1861, vol. I, p. 422.
_* 2%,
I`Ã__ I

"¦:.¬
constitución de tal unanimidad.
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3-1*
,_ r.

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-
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-_-¦¡_¦ «-- '

312 SOBRE La Ravoiucioiv --_-,-3---_<_ _


s. La 'raanicioi-i aavoiocioivaaia v su 'rasoiio vaanino 31 3
-_-I'_3'§;F_'É =
''-__'-,-¦-
_f-'i-i¬'-5f: _-I
-_1--_'1-<-= .
- _ __,r¬-,,,_-
_-__-.1_,¿._,¿

tiranía aclamada por el pueblo. El poder arrollador de la ma- __ 1


-_ -_= ~¡-_-_'_;-_: ¿
-: I ¦ inglesa; fueron las ideas originales que tenían los fundadores
- _-:¬,-
yoría no es la única razón, ni siquiera la fundamental, en vir- Ap; _ _ __
I-`:`$_';,"_-"ï: 1
:li'i.^"¬P_É acerca del papel de la opinión en el gobierno las que les lleva-
tud dela cual la opinión de los pocos pierde pujanza y plausi- ron a añadir a la Cámara Baja, en la que estaban representa-
bilidad en tales circunstancias; la opinión pública, debido a su _ __,a¿±jp;_ dos la «multiplicidad de los intereses», una Cámara Alta, de-
ii*
unanimidad, provoca una oposición unánime y, por tanto, ;L'.
dicada totalmente a la representación de la opinión sobre la
iiåigj-
elimina toda opinión verdadera que aparezca. Ésta es la razón , _
-ff, *%;; -
ví- \-¦"|
que, en definitiva, «descansa todo gobierno>›15_ La multiplici-
'--/_-'A Ej-

por la cual los Padres Fundadores se inclinaron a identificar el ` """?_3J3%5E=:'


'\`<__¡¿\`

-'---I'í_;{§:1_ > dad de intereses y la diversidad de opiniones se consideraban


gobierno basado en la opinión pública con la tiranía; en este --=_--§f;'-”¢<±._- , como características del «gobierno libre»; su representación
_ _ __ __¡,..c_`-___
>¿¿___
sentido, la democracia fue para ellos una nueva forma de des- i ,_-.- -
I±ïú'1-$5-22'
--'ff_I~.f:¦'f. .'
pública era lo que constituía a una república como una reali-
_- /-.,g,; . .

potismo. Su aborrecimientó de la democracia no era tanto re-


ic -
'_..._.~.
-.¬f:.~:::-
_',"›f_§f¿'¿<¿†_' :
__:-4 - -, _
'---*/_' 3:
-;.
dad diferente de la democracia, donde «un escaso número de
'N-RPM, I
sultado del viejo temor que suscitaba el libertinaje o la posibi- ~_;^;:
'1;<›.~_',
ciudadanos [...] representa y ejerce el gobierno en persona».`
lidad de la lucha de facciones, como de su aprensión ante la "i Pero el gobierno representativo era, para los hombres de la
inestabilidad básica de un gobierno desprovisto de espíritu Revolución, mucho más que un instrumento técnico para el
público y gobernado por «pasiones» unánimes. F/
gobierno de un gran número de ciudadanos; circunscrito a
/4

El Senado fue la institución concebida originariamente un cuerpo reducido y selecto de ciudadanos, iba a servir
M.

para salvaguardarse del gobierno de la opinión pública o de- como el gran purificador del interés y de la opinión, el guar-
mocracia. A diferencia del control judicial, que se presenta dián «contra la confusión propia de la multitud».
corrientemente como la «única contribución de América a la Interés y opinión son fenómenos políticos completamen-
ciencia constitucional»13, la novedad y singularidad que re- te diferentes. Desde un punto de vista político, los intereses
presenta el Senado americano no ha sido entendida en sus sólo importan en cuanto son intereses de grupo; para la pu-
justos términos, en parte debido a que nadie se dio cuenta de rificación de tales intereses basta con que estén representa-
que el antiguo nombre era inapropiado (véase página 274) y, dos de tal forma que quede a salvo su particularidad en todas
en parte, porque automáticamente se tendió a identificar una las circunstancias, incluso en el supuesto de que el interés de
cámara alta con la Cámara de los Lores de Inglaterra. La de- un grupo resulte ser el de la mayoría. Las opiniones, por el
cadencia política de esta última dentro del cuadro constitu- contrario, nunca son de grupos, sino de individuos, que
cional inglés del último siglo, resultado inevitable del desa- «ejercen su razón serena y libremente», pues ninguna multi-
rrollo de la igualdad social, debe considerarse como prueba tud, ya sea la multitud de una parte de la sociedad o de toda
suficiente de que una institución tal nunca hubiera tenido ella, será nunca capaz de configurar una opinión. Habrá opi-
sentido en un país sin una aristocracia hereditaria o en una <' niones donde quiera que los hombres se comuniquen libre-
república que insistía en la «prohibición absoluta de títulos de Y

nobleza››“. En realidad, no se trató de imitar la Constitución _',-`\.

'ix
deliberantes_ El gobierno americano, según lo estableció la Constitu-
¡__-â¿
ción, carece de una institución consultiva_ Los brain trusts organizados
1 :ea por Roosevelt y Kennedy son una prueba de la necesidad de tal órgano
._-.so-_. |
13. W. Carpenter, ob. cit., p. 84, atribuye este punto de vista a Madison. I-ise.
¿;__r
consultivo.
-¿¿_,_ ¡
14. Elunico precedente del Senado americano que se nos ocurre es el -_.`_/
__:-\_=_
3') ¡I
--..{`_5_<
15. Para la «multiplicidad de intereses», vid. The Federaiist, Húm- 51;
'-"-í-f//`:
COHSBJU d l RG?, cuyas funciones, sin embargo, fueron consultivas, no -_-')_.›:_›-_
_-_`›_\<`;_
_:1^=-
-¬ _,
para la importancia de la eopinión» , iliid, núm_ 49.
__¿_¡_
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- '_'_IÉ5_?¿,¿¡'
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- _ ---*_\'_ _
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_ _¡_-__-___

3i 4 sosiia La iiavoiucioii a La rii_-inicioiv aavoiucioivania v su rasoiio if-aiioioo 315


_-_:¿rg-_'_

mente entre sí y tengan derecho a hacer públicas sus ideas; _ ¡__-:'_-_:§_:,'¿ 4 los demagogos de todas las especies y colores, pero ¿qué
_--';-;=f¡3-'15.
también estas ideas, en su variedad infinita, requieren de la -_
I-¿In?
_-_-es.-¿ai
_`-:_-›'¿\;-_
--_-:ro-:_=_'
-_,-_\--/~
prueba la demagogia revolucionaria si no es la necesidad de
_-¿,¬és e
depuración y de la representación, y la función concreta que ,¿.
«_--
1-,iii
s_'j:f
que todos los regímenes, antiguos y nuevos, «descansen so-
se asignó originalmente al Senado fue la de ser el «interme- N ¡¡'_
`^ :I5
bre la opinióm? A diferencia de la razón humana, el poder
diario» a través del que deben pasar todas las ideas públi- --_=1-:ass del hombre no sólo es «tímido y cauto cuando se le deja
cas”. Aunque las opiniones son obra de los individuos y de- _`:'-ï`-1.¿
`: `- < -` -.'}'¿I
:_; if. =-<=-
solo», sino que desaparece pura y simplemente si no puede
ben ser, por así decirlo, de su propiedad, ningún individuo , j¡›-›š(t:-
\'.;-_-__c`:
;,';-'_\':_ _
<-<›j-:-_-_-__ _
____¡'^`,<,¡__
contar con otros hombres; el rey más poderoso y el tirano
aislado -ni el sabio de los lósofos, ni la razón de inspiración -¿vs .a=--
\__
-«--¡`__
-__-«-«-_\›_-
menos escrupuloso quedan ineriries si nadie les obedece, es
divina, común a todos los hombres de la Ilustración- puede
_-^<- A-__
-Yi:
' '-'lffízlf/Íti_-Í
'-._ff:---_-_
'
.
.._..
i-.__ ,.--
-ef
¦Íjl_i1f*'2~¿'_
U ` decir, si nadie les presta su apoyo mediante la obediencia,
nunca hacerse cargo de la tarea de cribar las opiniones, de :5-_.-É~<¿-1.
_,_1'/_¬.4f'f'-- _
-7.

É-;=ì'ífìEïI '
'

puesto que en política obediencia y apoyo son la misma cosa.


'_ --'<?å¿'r:'-
_'-_--¿i-i_=.f. ;1
hacerlas pasar por el tamiz de una inteligencia que separe lo _ j.
1 __-,,¬.,;¦ ._
5
-
La opinión fue descubierta por las Revoluciones francesa y
2
arbitrario y lo puramente idiosincrático, depurándolas en --'<\-:-¬.~=- -
- -.v/¡I/*;,'
-,;,._f- '- americana, pero sólo la última -lo que viene a probar una vez
_- ...Kc;;-_ y
ideas públicas. En efecto, «la razón humana, como el hom- ïftìfií
_-_-:ig
-_
L más su alto nivel de genio político creador- supo construir
bre, es tímida y canta cuando se la deja sola, pero adquiere fv-
ri
Q' una institución perdurable para la formación de las ideas pú-
consistencia y seguridad en proporción al número de razo- 4, ¿_:
--_ ,K-te
-J¿í'Z}
__,€_~:-` °¡_ i blicas dentro de la propia estructura de la república. Sabe-
nes a que se asocia»”. Por formarse y verificarse las opinio- *'Fš`$<if§i
-:.c¬.-_-*Á--__ J
_-_t¬¿¿_/t-'__ :_
,.'~,--\-_-
mos muy bien lo que significó no hacer frente a esta tarea
c{_^.f.“;-¿,

nes en un proceso de confrontación de opiniones, sus dife- .of


:<;iÍÍ=_-'
-.--¿›x_- -
-_ _-t-,L-<¬-__;-_¦_-_
I gracias a la Revolución francesa y a las demás revoluciones
---:-_.~_-- ¦
rencias sólo pueden resolverse haciéndolas pasar a través de - -_: '--__:_ |
L-';*§-_*-'=' I
.iii |
que se inspiraron en ella, En todas ellas, el caos de opiniones
un cuerpo de hombres elegidos con este n; estos hombres, C I
-Liìieï no representadas ni depuradas, por no existir ningún medio
ii-4*-i'
considerados en sí mismos, no son sabios, pero su objetivo .-'.;e.-o;-_-
--,=-=-_\'. F
-\1-›`-`2'.M- '
a través del cual se las hiciese pasar, cristalizó en una serie de
_
común es la sabiduría, la sabiduría que es posible dadas la fa- _'¦Í`f1"H:`¦-`
-_--c-'<_f_:
l sentimientos antagónicos de las masas, las cuales, bajo la pre-
-:¡,,¬.-

libilidad y flaqueza de la mente del hombre. 'ìE_>i',=-_'f;“;;~


'_¦--¬f;;;¿':-- _
,-»_.-J _ I'¬-.'_- . sión de la necesidad, aguardaban la llegada de un «hombre
_-mi-.
Desde un punto de vista histórico, la importancia de la -re; '
._ _,».-:-
--_- ._
'='-são '
fuerte» que los moldease en «opinión pública» unánime, lo
opinión para la política en general y, en particular, su papel
.-vi..:_(›f|-.-
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___ _ ____r¿¿__
.. /-'-' ¬.' '
_--:_'/_-if.--' _
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. :_-.-_>;¿-_r.-:_: I
que signi caba la muerte de todas las opiniones. En realidad,
en el gobierno, fueron descubiertos como consecuencia de la - -_'-_;'“:\';i_-2.»-<:_
__-:ri-I:
'--3.2'-'Z""'f¢`¦`I_`: ;
'- ig->f<'t'= -
'
la alternativa era el plebiscito, la única institución que se co-
revolución y con ocasión de ésta. No debe sorprendernos =='-:-
I
= rresponde exactamente al gobierno irrestricto de la opinión
que así fuera. El hecho de que toda autoridad descansa, en úl- ~"¢-°"'É`:I I
*if-
;_j_=<':'fš=`_ '
¡ pública; del mismo modo que la opinión pública significa la
-'=1i'¿f:-:'_ -_
timo término, en la opinión se demuestra más convincente- ' :__.ZCr-'-LC."
"_':'_¬1-'(1-'_'_ I
-_¿_;__ .I muerte de las opiniones, el plebiscito acaba con el derecho al
mente cuando, de modo súbito e inesperado, se produce una
- __.__ _|
__Í'_-==*2f`f-`:
-_*,_:;¿-: _-
voto de los ciudadanos, a elegir y controlar su gobierno.
2-;-af-1.
denegación universal de obediencia que inicia lo que termina Í-“fä ` 'Í- `
_:_›¦ -;1_ 1
La institución del Senado iguala en novedad y originali-
siendo una revolución. Por supuesto, este -instante -quizá el ;_:§§'-ÉC: :
›..¿',-_ - dad al descubrimiento del control judicial según aparece
¿'_- i

más dramático de la historia- abre las puertas de par en par a ¦ configurado en la institución de los tribunales supremos.
_» /
-'_-1'¿K
-»E i
-'_-Y-Í, `i 5
Teóricamente, sólo nos queda por señalar que, en estas dos
16. Este párrafo se basa fundamentalmente en The Federalist, núm_ 10. -:ze fiì l
Ii
Iza
adquisiciones de la Revolución -una institución duradera
17. Iln'd_, núm_ 49. '- _ :.-*-
j<_
'- 1 ..'.
j:= para la opinión y otra para la jurisdicción--, los Padres Fun-
-ai-
_<_t,<_.
-0'.
fi
+-;.
J
'-_-_"
. ._._f.-.¬.--_--
_, \¡\,,._., _
._a.:r~;.-
.'¡.=ëÍ'.¡ï¡ -

316 sonar La Rsvotuctou _-_; .\- =.


6. LH TRFLDICIÓN REVULUCIUNARIA. Y SU 'I`|`:iSÚRG PERIJI DG .gl 7
.-. K _ ___-_,-_. -
f.'-,'¦:;.:
¦.¦ |-'.'.- r
- -'--I¦.'¦21I¦

dadores trascendieron su propio esquema conceptual, ante- -.

'_ .':«I:.ì=:»; E
I
permanencia, por un «estado perpetuo» que, como los colo-
rior sin duda a la Revolución; respondieron así al horizonte =_._¡._,_,¬_.,_.,a
'_ _ '_'_,;f.›_:;-_
l - nos nunca se causaron de repetir, debía asegurarse para su
más amplio de experiencias que había abierto Ia propia Re- ' -"I-'¿-;»,~;:;
' " -*f-V4
-_ -_:-_-:¿-:,>$¿ç-
_ ':'::f:`¡.~1;-..-_
eposteridad». Sería un error confundir estas pretensiones
----_-»-_-'AQ'
volución. Los tres conceptos fundamentales sobre los que se _ __-1-" '1N;-¿Q
,_
“ff›`2=;-I
_ _ -_,\:-2_*' ›~`›;- I
,Ho-
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_-«-U. _
con el deseo, más tardío, de la burguesía de proveer al futuro
,_.._-¡~¿_; _

había basado el pensamiento prerrevolucionario del siglo y ,_,¬¿/A.,


«..›

N!
de sus hijos y nietos. Las inspiraba el deseo, profundamente
que dominaban todavía los debates revolucionarios eran el 'S
I
sentido, de una Ciudad Eterna sobre la tierra, aparte de la
poder, la pasión y la razón; se suponía que el poder del go- convicción de que «una república rectamente ordenada pue-
bierno controlaba la pasión de los intereses sociales y era de, en virtud de causas internas, ser tan inmortal o longeva
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Qe.
»_ f_1_-
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controlado, a su vez, por la razón individual. En este esque-


....13-'.~."-'

como el mundonli. Esta convicción era tan poco cristiana,


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ma, opinión y juicio se contaban entre las facultades de la .--.f/53.,. -
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tan ajena al espíritu religioso de la época que separa la Anti-
razón, pero lo importante es que estas dos facultades racio- ..;_,¡.
güedad de la Edad Moderna que debemos remontarnos has-
nales -políticamente, las más importantes» habían sido des- ta Cicerón para encontrar algo semejante en espíritu y enfa-
/v

cuidadas por completo, tanto por la tradición política como »_

sis. La noción pauliana de que «el premio del pecado es la


por el pensamiento filosófico. Evidentemente no fue un inte- muerte» no es más que una resonancia en el plano individual
rés teórico 'o losó co el que determinó que los hombres de lo que Cicerón había afirmado como ley que rige las co-
de la Revolución adquirieran conciencia de la importancia de munidades: Civitutibus uutem mors ipsu poenu est, quee vi-
estas facultades; quizá recordasen borrosamente los severos detur tt poenu sirtgulos virtdtcure; debet enim cortstitutu sic
golpes que, primero Parménides, y después Platón, asestaron esse civitus ut ueternu sit 19 (<<Dado que un cuerpo político
a la reputación de la opinión, la cual, desde entonces, ha sido debe constituirse como si fuese eterno, la muerte es para las
entendida como lo opuesto ala verdad, pero no se esforzaron comunidades el castigo [de sus iniquidadesl, la misma
conscientemente en rea rmar el rango y dignidad de la opi- muerte que parece anular el castigo de los individuoss.) Des-
nión en la jerarquía de las facultades racionales humanas. Lo de un punto de vista político, la principal característica de la
mismo puede decirse del juicio, sobre cuyo carácter esencial era cristiana había sido que esta antigua concepción del
v máxima importancia para los asuntos humanos, nos puede mundo y del hombre -de hombres mortales que se movían
decir mucho más la losofía de Kant que los hombres de las en un mundo sempiterno o potencialmente sempiterno- se
revoluciones. Lo que hizo posible que los Padres Fundadores invertía: hombres en posesión de una vida sempiterna se
trascendieran el marco estrecho y tradicional de su sistema movían en un mundo en perpetuo movimiento cuyo destino
de conceptos generales fue el deseo apremiante de asegurar nal era la muerte; de otra parte, la característica principal
la estabilidad a su nueva criatura y de estabilizar to dos los de la Edad Moderna era su vuelta a la Antigüedad a fin de ha-
factores de ia vida política en una «institución perdurable». llar un precedente para su propia y nueva preocupación por
el futuro del mundo construido por el hombre sobre la tie-
rra. El mejor modo de medir la secularización del mundo Y
Es probable que el hecho más evidente de que las revolucio- `--:`-2-14; i

nes descubrieron los anhelos nuevos, seculares y mundanos _ _-__/_, ¡

18. Harrington, Oceana, ed. Lìljegren, Heidelberg, 1924, pp. 185-186.


de la Edad Moderna fue esta preocupación penetrante por la 19. En De Republica, III 20.
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318 sonas La Rsvotucton :I-`=*'I. s. La Taantctou Revotuclouauta Y su Trsono If-Enoloo 31 9
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la mundanidad del hombre en una época dada es el grado en en todas las revoluciones, encontró su definición más breve
que la preocupación por el futuro del mundo predomina y grandiosa. A un nivel inferior, pero no menos significativo,
en la mente del hombre sobre la preocupación por su propio En -4-i encontramos la preocupación por la permanencia y la esta-
destino en un más allá. Por ello, debe interpretarse como un _-_;, r bilidad como el hilo conductor de todos los debates consti-
.Ey -¡

signo de la secularidad de la nueva época el que incluso per- ^- -1 tucionales, cuyos dos polos estaban representados por Ha-
sonas que eran profundamente religiosas deseaban no sólo milton y Jefferson; Hamilton sostenía que las constituciones
un gobierno que les dejase en libertad de procurarse por sí :<\.-.";'
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«deben ser, por necesidad, permanentes y no pueden pro-
yectarse en función del posible cambio de las cosas»”, mien-
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mismas su salvación individual, sino que deseaban «estable- -' 'Ã Í
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cer ungobierno [...] más en consonancia con la dignidad de tras que Jefferson, aunque no menos preocupado por las
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la naturaleza humana {...] y transmitir tal gobierno a su pos- 111:;

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«bases sólidas de una república, libre, duradera Y bien gober-
teridad con los medios de asegurarlo y preservarlo para siem- nada», estaba firmemente convencido de que lo único «in-
pre»2“'. En todo caso, éste fue el móvil esencial que John mutable son los derechos inalienables e innatos del hom-
Adams atribuyó a los puritanos, yla medida en que haya teni- bre», debido a que no son obra del hombre, sino de su
do razón es la misma en que los puritanos dejaron de ser pe- "=1:e¿ ¦ Creador”. De este modo, toda la discusión en torno a la dis-
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regrinos sobre la tierra, para convertirse en «Padres Peregri- ._ l1
tribución y equilibrio del poder, el tema central de los deba-
nos», fundadores de colonias con sus intereses y pretensiones tes constitucionales, giró parcialmente en torno a la vieja
- se_. idea de una forma mixta de gobierno que, por combinar los
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no en el mas allá, sino en este mundo de hombres mortales. .N


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Lo que era cierto para el pensamiento político moderno y


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elementos monárquico, aristocrático y democrático en el
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prerrevolucionario y para los fundadores de las colonias ter- :_-;e/$3.
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mismo cuerpo político, fuera capaz de detener el ciclo de
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minó por ser aún más cierto para las revoluciones Y los Pa- - ¦
› cambio sempiterno, el nacimiento y caída de los imperios, Y
dres Fundadores. Fue la moderna «preocupación por el esta- de establecer una ciudad inmortal.
do perpetuo», tan evidente en los escritos de Harrington”, la Tanto la opinión popular como la cultivada coinciden en
que hizo que Adams llamasé «dlvina» a la nueva ciencia polí- _,,, -t..'
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que los dos instrumentos institucionales, completamente
tica que trataba de las «instituciones que perduran a través ¬« nuevos, de la república americana, el Senado Y el Tribunal Su-
de las generaciones»; y fue en la frase de Robespierre «la '<?Í' f>*-'.fr-.
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! premo, representan los factores más « conservadores» del


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muerte es el origen de la inmortalidad» donde el acento, es- /if
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cuerpo político y, sin duda, estan en lo cierto. El problema
pecí camente moderno, sobre la política, puesto de relieve -_ iv
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consiste únicamente en saber si todo lo que hicieron en favor
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de la estabilidad y la forma en que respondieron a la tempra-
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20. John Adams en Dissertotion on Canon and Feudol Low.


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na preocupación moderna por la permanencia era suficiente
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21. Por lo que se re ere al papel que desempeñó la preocupación por


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- \
para preservar el espíritu que se había manifestado en el cur-
la permanencia del cuerpo político en el pensamiento político del si- f so dela misma revolución. Evidentemente, no fue éste el caso.
glo xvn, debo mucho al importante estudio de Zeta Fink, The Ciussicnl ¿
'-1 a
Republictms, Evanston, 1945. La importancia del estudio de Pink se debe Í-ff”í|;< 32
a que demuestra que esta preocupación trascendió la preocupación por _,¿,-¿'
' GM _ I
;
22. En Elliot, ob. cit., vol. II, p. 364.
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la simple estabilidad, lo cual puede explicarse por la lucha religiosa y las 23. Véase The Complete ƒe erson, ed. por Padover, Modern Library ed.,
I
guerras civiles del siglo. -1%; i pp. 295 yss.
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320 sonas La Revc-Luclón s. La raantcróu aevotnctoni-uu» v su Tssoeo Petunno 321

2 píritu y lo 1mpulsase a nuevas empresas sería contraprodu-


cente. De lo cual, desgraciadamente, parece deducirse que
El fracaso del pensamiento posrrevolucionario para conser- no hay nada que amenace de modo más peligroso e intenso
var el recuerdo del espíritu revolucionario y para compren- \ las adquisiciones de la revolución que el espíritu que les ha
derlo conceptualmente fue precedido por el fracaso de -la dado vida. ¿Será la libertad, en su más elevado sentido deli-
misma revolución para dotarla de una institución perdura- bertad para la acción, el precio que debe pagarse por la fun-
ble; La revolución, que no tuvo como fin desastroso el terror, dación? Esta perplejidad, es decir, la necesidad de que el
había concluido con el establecimiento de una república, la principio de la libertad y de la felicidad pública, sin el cual no
cual era, según los hombres de las revoluciones, «la única se hubiera producido ninguna revolución, fuera privilegio
forma de gobierno que no se encuentra eternamente en gue-
¿

de la generación fundacional, no sólo ha producido las teo-


rra abierta u oculta con los derechos de la humanidad››24. rías, desesperanzadas e inquietantes de Robespierre sobre la
Pero ahora resultaba que en esta república no existía un distinción entre gobierno revolucionario y constitucional,
espacio reservado, ningún lugar destinado al ejercicio de mencionada ya anteriormente, sino que ha constituido des-
aquellas cualidades que habían sido precisamente el instru- de entonces una obsesión constante para todo el pensamien-
mento con el que había sido construida. No se trataba de una to revolucionario.
simple inadvertencia, que hubiera sido incomprensible en En América, nadie ha percibido este defecto, al parecer
unos hombres que habían sabido disponer muy bien de todo inevitable, de la estructura de la República con mayor clari-
cuanto era necesario para el poder de la comunidad y las li- dad y preocupación más apasionada que Jefferson. Su anta-
bertades de sus ciudadanos, el juicio y la opinión, los intere- gonismo circunstancial, pero a veces violento, contra la
ses y derechos, y no se puede suponer que estos mismos Constitución y, en particular, contra quienes «miran las
hombres olvidasen lo que les importaba más que todo, las /
constituciones con reverencia beata y las consideran como el
potencialidades de la acción y el privilegio honroso de ser los arca de la alianza, demasiado sagrada para que se la pueda
iniciadores de algo completamente nuevo. Es cierto que no
Y*

tocar»25, tenía su origen en un sentimiento de ultraje motiva-


pretendían negar este privilegio a sus sucesores, pero tampo- do por la injusticia que para él representaba que sólo su ge-
co podían negar su propia obra, pese a lo cual Jefferson, más neración pudiera «dar origen de nuevo al mundo», para él,
preocupado que cualquier otro por esta dificultad, casi llegó \
como para Paine, constituía una absoluta «vanidad y pre-
a este extremo. La dificultad era muy simple y, enunciada en sunción [gobernar] desde la tumba», además de ser «la más
términos lógicos, parecía irresoluble: si la fundación era el ridícula e insolente de las tiranías»2'5_ Cuando decía que «no
propósito y el fin de la revolución, entonces el espíritu revo- contamos todavía con constituciones tan perfectas como
/

lucionario no era simplemente el espíritu de dar origen a "t para correr el riesgo de hacerlas inmutables», se cuidaba de
algo nuevo, sino de poner en marcha algo permanente y du- \«
Z

añadir en seguida, ante el temor de esa posible perfección,


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radero; una institución perdurable que incorporara este es- :$5
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25. En una carta a Samuel Kercheval, de 12 de julio de 1816.
24. Así Jefferson en una carta dirigida a William Hunter, de 11 de marzo \'~_--
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_ .Q-1?”.-`;
____x›,I__ 26. Las dos citas proceden de Paine y aparecen, respectivamente, en
de 1790. -'_1-ña:
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322 sonas La asvotucton s. La riraoicton asvoructonanu, r su 'rssot-to rsanino 323


I

«¿es que pueden ser inmutables? Creo que”no»; y concluía: M-


real o imaginario, con anterioridad ala Revolución, el impac-
«Lo único inmutable son los derechos innatos e inalienables :
*=”_/_`;~'ã_-É I
\-~«-¢=-
to de la experiencia revolucionaria había borrado to da idea
de libertad que no fuese precedida de una liberación, que no
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del hombre», entre los que contaba los derechos a la rebelión


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y ala revolución”. Cuando se enteró en París de la rebelión


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derivase su pothos del acto de liberación. Por la misma razón,
de Shay en Massachusetts, no se sintió en modo alguno alar-
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en la medida en que contaban con un concepto positivo de li-
mado y, pese a que pensaba que los motivos que le habían
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bertad capaz de trascender la idea de una liberación victorio-
impulsado «eran consecuencia de su ignorancia», la saludó sa de la tiranía y de la necesidad, esta noción se identi caba
con entusiasmo: «No permita Dios que pasen nunca veinte
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con el acto de la fundación, es decir, con la elaboración de una
años sin que se produzca una rebelión de este tipo». Le bas-
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constitución. Jefferson, por consiguiente, una vez que apren-
taba saber que el pueblo se mostraba dispuesto a la rebelión
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dió la lección que se desprendía de las catástrofes de la Revo-
y ala acción, sin importarle la justicia o la injusticia de sus lución francesa, donde la violencia de la liberación había
actos. Pensaba que «el árbol de la libertad debe ser regado, de frustrado todos los esfuerzos para fundar un espacio seguro
vez en cuando, con la sangre de los patriotas y de los tiranos. para la libertad, dejó de identificar la acción con la rebelión y
Es el abono que le conviene»2*. 'V
la destrucción, para identi carla ahora con la fundación y la
Estas últimas frases, que fueron escritas dos años antes del /f
-/'
construcción. Propuso entonces que la Constitución con-
comienzo de la Revolución francesa y que no tienen paralelo templase «su propia revisión a plazos regulares», que se co-
rresponderían aproximadamente con los períodos de una
s/

en los escritos posteriores de Jefferson”, pueden darnos una


pista para descubrir el sofisma que iba a oscurecer todo el generación. Su idea de que toda nueva generación tiene «de-
problema de la acción en el pensamiento de los hombres de recho a elegir por si misma la forma de gobierno que estime
/'

las revoluciones. Debido a la naturaleza de sus experiencias, I más adecuada para su felicidad» parece un tanto fantástica
vieron el fenómeno de la acción exclusivamente desde una _,.-
(especialmente si se tienen en cuenta las tasas de mortalidad
perspectiva de destrucción y construcción. Aunque habían V-.›-P'
de la épo ca, según las cuales se producía «una nueva mayo-
conocido la libertad pública y la felicidad pública, de modo ría» cada diecinueve años) para ser tomada en serio; por otra
parte, Jefferson era la persona menos indicada de todas para
2?. En la famosa carta dirigida al mayor John Cartwright, de 5 de junio
N- que se le ocurriera conceder a las generaciones futuras la po-
de 1824. _ 1"
-Y
N-
sibilidad de establecer formas de gobierno no republicanas.
28. Las palabras citadas proceden de una carta escrita en París al coro- .J
Lo principal para él no era el cambio real de la forma de go-
nel William Stephens Smith, de 13 de noviembre de 1787. bierno, ni siquiera una disposición constitucional para
29. Posteriormente, especialmente después de haber adoptado el siste- transmitir la Constitución «con enmiendas periódicas de ge-
ma de distritos electorales como «el principio más querido», Jefferson, >,_:'-'-
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-_¿¿¿~~_.

estuvo mucho más dispuesto a hablar de «la necesidad espantosa» de la


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_ neración en generación hasta el final de los tiempos», sino la
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insurrección. (Véase especialmente su carta a Samuel Kercheval, de 5 de


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'E-.t-ML :
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pretensión un tanto desmañada de asegurar a cada genera-
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septiembre de 1816.) Atribuir este cambio de acento -pues, no se trata _-_1rx<;;' -
___, r ción el «derecho a enviar representantes a una convención»,
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de otra cosa- al cambio de ánimo producido en un hombre mucho más :-';-KL; |
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de hallar procedimientos y medios para que las opiniones de
viejo, no parece justificado si se considera que Jefferson concibió su sis- _- ,-._›-- _-
--_§_u¦›:;- '

tema de distritos como la única alternativa posible a lo que, de otro `:3<í7É:" `


--”fa:~:Í=` ã todo el pueblo «se expresasen, discutiesen y decidiesen libre,
modo, sería una necesidad, aunque una necesidad espantosa. -
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completa y pacíficamente por la razón común de la socie-
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324 sonas LA Rsvotuctótv s. La Taantctou asvotuctonaata v su Tssono ser-,nino 325

dad>›5“. En otras palabras, lo que Jefferson quería procurar confería su competencia, a eclipsar en autoridad política a
era una repetición exacta de todo el proceso operacional que los municipios y a sus asambleas -hasta que se hubo marchi-
había acompañado a la Revolución, y mientras en sus prime- -z
tado lo que Emerson todavía consideraba como la «unidad
ros escritos consideró fundamentalmente esta actividad des- I
de la república» y la «escuela del pueblo» en materia políti-
de la perspectiva de la liberación, de la violencia que había ca”-, podría pensarse incluso que existían menos oportuni-
precedido y seguido a la Declaración de Independencia, pos- dades para el ejercicio de la libertad pública y el goce de la fe-
teriormente se mostró mucho más preocupado por la elabo- licidad pública en la república de los Estados Unidos que las
ración de la Constitución y por el establecimiento de un nue- que habían existido en las colonias británicas de América.
vo gobierno, esto es, por aquellas actividades que constituían En fecha reciente, Lewis Mumford ha puesto de relieve que
por sí mismas el espacio de la libertad. r los fundadores nunca entendieron la importancia política
Sólo una gran perplejidad y una calamidad real pueden del municipio, yha afirmado que no haberlo incorporado en
explicar que Jefferson -tan consciente de su sentido común y las constituciones estatales o en la federal constituyó «uno de
tan famoso por su sentido practico- propusiera este esque- los descuidos trágicos de la historia política posterior a la
ma de revoluciones recurrentes. Incluso en su forma menos Revolución». Entre los fundadores, únicamente Jefferson
extrema, como remedio contra «el círculo sin fin de opre- advirtió claramente esta tragedia y su mayor temor procedía
sión, rebelión y reforma», hubiera significado la desarticula- de que «el sistema político abstracto de la democracia care-
ción periódica del cuerpo político o, más probablemente, la ciese de órganos concretos»32.
degradación dela fundación a un acto puramente rutinario, Es perfectamente explicable que los fundadores no acerta-
en cuyo caso hasta el recuerdo de aquello que con más ardor sen a incorporar el municipio y la asamblea municipal en la
deseaba salvar -«hasta el nal de los tiempos, si aún hay vida Constitución o, mejor dicho, que no supiesen imaginar expe-
humana sobre la tierra»- se hubiera perdido. La razón de dientes y procedimientos para llevar a cabo su transforma-
que Jefferson se viese, a lo largo de toda su vida, seducido por ción ante las nuevas circunstancia-1s..Su atención estuvo diri-
ideas tan impracticables era que sabía, aunque fuese oscura- gida principalmente hacia el problema más difícil de todos
mente, que la Revolución, si bien había dado la libertad al cuantos les rodeaban, el problema de la representación; hasta
pueblo, no había acertado a procurar un espacio donde pu- tal punto les absorbía esta cuestión que llegaron a definir la
diese ejercerse esta libertad. Sólo los representantes del pue- república como forma distinta de la democracia, por referen-
blo, no el pueblo mismo, tenian oportunidad de entregarse a cia al gobierno representativo. No era cuestión, por supues-
aquellas actividades de «expresión, discusión y decisión» Ñ
to, de la democracia directa, aunque sólo fuese porque «no
que constituyen, en su aspecto positivo, las funciones de la li- H hay lugar capaz de albergar a todos» (como, cien años antes,
bertad. Si se considera que los gobiernos estatales y federal, había dicho John Selden, al describir la causa principal que
los productos más majestuosos de la revolución, estaban explica la aparición del Parlamento). El principio de la repre-
destinados, debido a la incomparable importancia que les
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s;›f;=. -"2
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31. Véase el Journal de Emerson, 1853.
30. En este párrafo y en el siguiente cito de nuevo la carta de Jefferson a - _`

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'¡' :Í-`_ ' 32. Véase Lewis Mumford: The City in History, Nueva York, 1961, pp.
Samuel Kercheval, de 12 de julio de 1816. 1 <<-'e 238 y ss.
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326 sonas La asvotucton s_ La Ta.-mtcton nsvoLuclouaara Y su Tssono Psnnlno 327

sentación fue discutido todavía en estos términos en Filadel- _-_: í_.'.-


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'-:J¿_=-¿¿.
aunque quizá con algún recelo, a Benjamín Rush cuando
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fia; se entendía por representación un mero sustituto de la _
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_-;-›_¡¬-;=¿.
-1
proponía la nueva y peligrosa doctrina según la cual si bien
- it'/_§-_'3_'›
acción política directa del pueblo y se suponía que los repre- --WY:
___9`_..,.;_
__»,- -.__
«todo poder se deriva del pueblo, éste sólo lo posee en el día
5;
sentantes elegidos por el pueblo actuaban de acuerdo con las -'šd›`
A
-_';::*>';«;›
de las elecciones. Después se convierte en propiedad de sus
_`=`›Íf~§;~`

instrucciones recibidas de sus electores, sin que pudiesen re- -ÉÉ


___,/_¦=__
'=._ fr¡_-›,\__
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gobernantesr .
solver los asuntos de acuerdo con sus propias opiniones, se-
;__-:_z,`:
Las citas anteriores nos muestran en pocas palabras que
gún se configurasen éstas a lo largo del proceso”. No obstan- v'
"\
todo el problema de la representación, uno de los temas más
te, los fundadores, a diferencia de los representantes elegidos /
fundamentales e inquietantes de la política moderna a partir
durante la época colonial, deben haber sido los primeros en K de la época de las revoluciones, supone en realidad la necesi-
K

darse cuenta de lo apartada que se encontraba esta teoría de dad de decidir previamente acerca de la propia dignidad de
la realidad. «Por lo que se re ere a los sentimientos del pue- \
la esfera política. La alternativa tradicional entre la represen-
blo», James Wilson pensaba, en la época de la convención, tación como un simple sustituto de la acción directa del pue-
que «era difícil conocerlos con precisión» y Madison sabía vt blo, y la representación como un gobierno de los represen-
muy bien que «ningún miembro de la convención podía de- / tantes del pueblo sobre el pueblo, controlado popularmente,
*n

cir cuáles eran las opiniones de sus constituyentes en ese mo- Lv-
constituye un dilema insoluble. Si -los representantes electos
mento; aún menos podía decir lo que pensarían si dispusie- ;,_~,g:'
› -- están tan vinculados a las instrucciones recibidas que su reu-
sen de la información y luces que poseemos nosotros››34. - :`_>-`i::_¡`

_ .-_r.;-_-:,-.
nión sólo tiene por objeto ejecutar la voluntad de sus seño-
Debido a ello, podían escuchar con signos de aprobación, '- -::.-=-.-
res, no les queda otra alternativa que considerarse recaderos
de excepción o expertos a sueldo que, a semejanza de los
33. William S. Carpenter, ob. cit_, pp. 43-4?, señala la divergencia entre abogados, son especialistas en representar los intereses de
las teorías inglesas y las coloniales de la época con respecto a la represen- X
:(9 sus clientes. En ambos casos se da por supuesto que la fun-
tación. En Inglaterra, con Algernon Sidney y Burke, «se iba afianzando
/"

¬/
ción del electorado es más urgente y más importante que la
la idea de que después de que los representantes habían sido elegidos y suya; son agentes pagados por el pueblo, el cual, por la razón
tomado posesión de sus asientos en la Cámara de los Comunes no de- `\

bían ya depender de' aquellos a quienes representaban». En América, que sea, no puede o no quiere ocuparse de los asuntos públi-
por el contrario, «el derecho del pueblo a instruir a sus representantes F-7¿ cos. Si, por el contrario, se concibe a los representantes como
[era] una característica propia de la teoría colonial de la representa- gobernantes, designados por un determinado período de
.'¦ .l v-Í
.-_v"
4;,
V.. -

-.~tf:-';_-
ción». En apoyo de esto, Carpenter cita una fuente contemporánea de _-_'x_¬.1_---
_ "I'°"_¦"'.'.
--'-¡<¡¦_'-__
tiempo, de sus electores -no hay gobierno representativo en
Pennsylvania: «El derecho de instrucción pertenece exclusivamente a i¿3;¬r_'-
_,_,_.¡_

los constituyentes, quedando los representantes vinculados a ellos en la


¿<.¦-_-_
-___-_'-_j-:_- sentido estricto si no hay rotación en el oficio- la representa-
: 5.;

misma forma que a sus dueños, y no tienen libertad para obrar de acuer-
__;-;y¿§__j
:H:-$11.
W.
,¬,;_
ción significa que los votantes renuncian a su propio poder,
-_ :;r,ç_'¦¡:
do con ellos o rechazarlos, según les parezca». _'_§,;_ƒ_`-
- =,<;,«
aunque sea voluntariamente, y el antiguo adagio «todo el po-
f=-\ ¿r
34. Citado por Carpenter, ob. cit., pp. 93-94. Los representantes actua- -_-`.- ._

les no tienen la misma facilidad que antes para interpretar los deseos y _-:f¿_=';

sentimientos de sus representados. «El político nunca sabe qué es lo que _ ,_-,,_.
__1y
_` Ã ¦
toral en la promesa de satisfacer deseos que él mismo ha creado» Véase
los constituyentes desean hacer. No pueden dedicarse a una encuesta -`_E-ìì'ï'.¿2_

=;f:e¿;~.
iïë'-I C. W. Cassinelli, The Politics ofFreedom: Art Analysis ofthe Modern De-
permanente para descubrir lo que ellos desean que el gobierno haga_» 2.- sz-;
_-j!›-ip;
:'_*¢._,- mocratic State, Seattle, 1961, pp. 41 y 45-46.
z- __
Hasta duda de que existan tales deseos. «En efecto, confía su él-Lito elec- --_-Išrãìll-'
'_ -_
_ ~'<. ,-__
35. Carpenter, ob. cit., p. 103.
›¬~Í.v'u_w'u_' "'».'
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328 sonas La RsvoLUc1óN s. La Taantclon aevotoctouanta r su 'rssoao Psaoloo 329

der reside en el pueblo» es sólo cierto durante el día de la No había para tales males ningún remedio, puesto que la
elección. En el primer caso, el gobierno ha degenerado en vs rotación en el oficio, muy estimada por los fundadores que
I

simple administración, la esfera pública se ha esfumado; no la elaboraron cuidadosamente, apenas podía lograr otra cosa
queda espacio alguno, sea para contemplar y ser contempla- que impedir que el grupo gobernante se constituyese como
do en actividad, el spectemur agenda de John Adams, sea grupo separado con sus propios intereses. Con la rotación
para la discusión y la decisión, el orgullo de ser «partícipe en no se podía conseguir que todos, y ni siquiera una porción
el gobierno», según la expresión de Jefferson; los asuntos po- considerable de la población, tuviesen oportunidades para
líticos son aquellos que dicta la necesidad y que deb en ser llegar a ser temporalmente «un partícipe en el gobierno». Si
decididos por expertos, sin que estén abiertos a las opiniones el mal hubiera estado limitado al pueblo en sentido amplio,
ni a una decisión libre; no existe, por ello, necesidad alguna habría representado ciertamente una desgracia, puesto que
de «intermediario de un cuerpo elegido de ciudadanos» de to do el litigio entre la forma de gobierno republicana y la
que habla Madison, a través del cual pasen las opiniones y se monarquía o la aristocracia giraba en torno a la esfera públi-
depuren en ideas públicas. En el segundo caso, no tan aleja- ca de la política; sin embargo, podemos pensar que no les
do de la realidad, la distinción secular entre gobernante y go- hubiera sido muy difícil el consuelo a los fundadores al con-
bernado que la Revolución se había propuesto abolir me- siderar que la Revolución había abierto la esfera de la política
diante el establecimiento de una república se a rma de al menos a aquellos cuya inclinación por la «disposición vir-
nuevo; una vez más el pueblo no es admitido a la esfera pú- tuosa» era intensa y cuya pasión por la distinción era lo sufi-
blica, una vez más la función gubernamental se ha converti- cientemente ardiente como para embarcarse en los riesgos
do en el privilegio de unos pocos, únicos que pueden «ej er- extraordinarios que conlleva una carrera política. Jefferson,
cer [sus] virtuosas disposiciones» (como Jefferson llamaba sin embargo, rehusó tal especie de consuelo. Le asustaba la
todavía al talento político del hombre). El resultado es que el idea de un «despotismo colectivo», tan malo, cuando no
pueblo debe sucumbir al «letargo, precursor de la muerte peor, que la tiranía contra la que se había rebelado: «Si algu-
para la libertad pública», o «preservar el espíritu de resisten- na vez [nuestro pueblo] desatiende los asuntos públicos, en-
cia» frente a cualquier tipo de gobierno que haya elegido, ya tonces, vosotros yyo, el Congreso y las Asambleas, los Jueces
que el único poder que conserva es el «poder de reserva de la y los Gobernadores, todos nos convertiremos en lobos››?'i. Si
revolución››3'5. es cierto que la historia de los Estados Unidos no ha venido a
confirmar este temor, también es cierto que ello se ha debido
36. Ésta es, ciertamente, la opinión de Jefferson sobre un tema que ex-
i
puso principalmente en cartas. Véase en especial la carta citada ante-
riormente a W, S. Smith, de 13 de noviembre de 1787_ Acerca del «ejerci- ante nosotros el campo de la imaginación», un campo que, si Se limitartl
cio de disposiciones virtuosas» y de «sentimientos morales», se explaya a la vida real, contendría pocos sucesos y acciones memorables, pues las
en una carta anterior a Robert Skipwith, de 3 de agosto de 17? 1. Para él «lecciones de la historia no serían muy abundantes:-›; en cualquier caso,
se trata fundamentalmente de un ejercicio de imaginación, debido a lo «un sentimiento vivo y perdurable del deber filial se imprime más efi-
cual los grandes maestros en este tipo de actividad son más los poetas cazmente sobre el espíritu de los hijos a través de la lectura del Rey Lear
que los historiadores, ya que la «fìngida muerte de Duncan por Macbeth
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que mediante todos los áridos tratados de ética y teología que han sido
escritos».
51
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en Shakespeare» excita en nosotros «un horror tan grande de la villanía 'o-'›;'

como el asesinato real de Enrique IV». A través delos poetas «se abre _^-'___-
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37. - En una carta al coronel Edward Carrington, de 16 de enero de 178?.
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339 sonas La Revotocton s. La Taanicióu sEvoLoc1oi-mata v su Tssoao rsaoloo 331

casi exclusivamente a la «ciencia política» de los fundadores,


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I
de dirigir nuestra atención, una vez más, a los acontecimien-
que establecieron un gobierno en el cual las divisiones de po- ¬._
'-Í-'- to de la Revolución francesa, donde sucedió exactamente lo
der han constituido, mediante un sistema de equilibrios y __tj
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contrario. Lo que para el pueblo americano había sido una
frenos, su propio control. Lo que con el tiempo salvó a los Es- -
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experiencia prerrevolucionaria, sin que, por tanto, requirie-
tados Unidos delos peligros temidos por Jefferson fue el me- & ra fundación ni reconocimiento formal, fue en Francia el re-
canismo del gobierno; pero este mecanismo no pudo salvar r
I
sultado espontáneo e inesperado dela propia Revolución.
al pueblo del letargo y de la desatención de los asuntos públi- Las famosas cuarenta y ocho secciones de la Comuna de Pa-
\-

cos, ya que la Constitución ofrecía espacio público sólo a los I'


rís tuvieron su origen en la falta de cuerpos populares legal-
representantes del pueblo, pero no al pueblo mismo. ` mente constituidos que eligiesen representantes y enviasen
Puede parecer extraño que de todos los hombres de la Re-
'2-

delegados a la Asamblea Nacional. Estas secciones, sin em-


volución americana,:solo Jefferson se plantease el problema bargo, se constituyeron de inmediato en cuerpos autónomos
\.
obvio de cómo preservar el espíritu revolucionario una vez y, aunque no eligieron de su seno delegados para la Asam-
\

que la Revolución había concluido. Lo que explica esta falta blea Nacional, sí formaron el consejo municipal revolucio-
de perspicacia no es que no fuesen revolucionarios; por el nario, la Comuna de París, que estaba llamado a desempeñar
contrario, lo malo era que dicho espíritu les parecía algo na- un papel tan decisivo en la historia de la Revolución. Por otra
tural, ya que se trataba del mismo espíritu que se había for- parte, junto a estos cuerpos municipales, aunque sin ser in-
mado y crecido a lo largo de la época colonial. Puesto que el uidos por ellos, encontramos un gran número de clubs y
pueblo disfrutaba pacíficamente de aquellas instituciones sociedades formados espontáneamente -las sociétés popu-
que habían sido las semillas de la Revolución, difícilmente iaires-, cuyo origen nada tiene que ver con la función repre-
podían darse cuenta del error fatal cometido por la Consti- sentativa, con la función de enviar delegados acreditados
tución al no saber incorporar, constituir legalmente y fundar ante la Asamblea Nacional; sus únicos objetivos eran, según
de nuevo, las fuentes originales de su poder yla felicidad pú- Robespierre, «instruir e ilustrar a sus conciudadanos acerca
blica. La enorme autoridad de la Constitución y de las expe- de los verdaderos principios de la constitución y a propagar
riencias derivadas de la fundación de un nuevo cuerpo polí- una luz sin la cual la constitución no podrá sobrevivir»; en
tico determinó que el fracaso en incorporar los municipios y efecto, la supervivencia de la constitución dependía del «es-
las asambleas municipales, como manantiales primigenios píritu público», el cual, a su vez, sólo existía en las «asambleas
de donde manaba toda la actividad política del país, signi - donde los ciudadanos [podían] ocuparse en común de estos
case su condena de muerte. Puede parecer paradójico, pero asuntos [públicos], de los intereses más preciados de su pa-
lo cierto es que el espíritu revolucionario comenzó a marchi- tria». Para Robespierre, que hablaba en septiembre de 1791
tarse en América bajo el impacto de la Revolución, siendo la ante la Asamblea Nacional a fin de impedir que los delegados
propia Constitución, la mayor hazaña del pueblo americano, cercenasen el poder político de clubs y sociedades, el espíritu
la que terminó por despojarlos de su bien más preciado. público se identificaba con el espíritu revolucionario. La
A fin de lograr una mayor precisión en la comprensión de 'rïïtšr |
Asamblea daba por supuesto que la Revolución había con-
_¿:_f>,: _-
estos problemas y de valorar debidamente la gran sabiduría «-_-,r_-
_W_ _ cluido que las sociedades que surgieron de la Revolución ha-
que encierran las olvidadas propuestas de Jefferson, hemos ,-
bían dejado de ser necesarias, que «había llegado el momen-
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332 sonas La RevoLUcIóN s_ La ram:-¡cion asvoI_uc:o1~a-_a1a_ v su Tesoao resumo 333

to de romper el instrumento que tan buenos servicios había cesa”. La única excepción que estaba dispuesto a hacer era
prestado». Robespierre no negaba el supuesto, pero añadía en favor de los jacobinos, no sólo porque su club pertenecía a
que no entendía bien qué es lo que la Asamblea se proponía; su propio partido, sino, lo que era más importante, porque
si suponían, como él mismo suponía, que el fin de la revolu- nunca había sido un club o sociedad «popular»; se había for-
ción era»«la conquista y la conservación de la libertad», en- mado en 1789, con ocasión de la primera reunión de los Es-
tonces, insistía Robespierre, clubs y sociedades eran los úni- tados Generales y desde esa fecha había sido un club para los
coslugares del país en donde esa libertad podía manifestarse diputados.
y ser ejercitada por los ciudadanos. Por tanto, constituían los - Es evidente y está suficientemente demostrado que este
verdaderos «pilares de la constitución», no sólo por haber conflicto entre gobierno y pueblo, entre los que estaban en el
surgido de su seno «un buen número de hombres que ven- poder y los que les habían ayudado a alcanzarlo, entre los re-
drán a reemplazarnos», sino también porque constituían las presentantes y los representados, se transformó en el tradicio-
auténticas «fundaciones de la libertad:-›; quienquiera que nal conflicto entre gobernantes y gobernados y, esencialmen-
perturbase su actividad era culpable de «atacar la libertad» y, te, constituyó una lucha por el poder. El propio Robespierre,
entre los crímenes contra la Revolución, «el mayor era la per- antes de llegar a ser jefe del gobierno, acostumbraba a denun-
secución de las sociedades»3*. Sin embargo, tan pronto como ciar «la conspiración de los diputados del pueblo contra el
Robespierre se hubo elevado al poder yllegó a ser el jefe polí- pueblo» y la «independencia de los representantes» respecto
tico del nuevo gobierno revolucionario -lo cual ocurrió du- de sus representados, lo cual, según él, equivalía a la opre-
rante el verano de 1793, pocas semanas, nisiquiera meses, sión”. Tales acusaciones fueron, sin duda, más frecuentes
después de haber expresado algunas de las ideas que acabo en los discípulos de Rousseau, los cuales, para comenzar, no
de citar- sus posiciones se invirtieron totalmente. Ahora era creían en la representación («un pueblo representado no es li-
él quien luchaba sin descanso contra «las llamadas socieda- bre, porque la voluntad no puede ser representada» )í1; pero si
des populares», como las denominó, y, frente a ellas, invoca- se considera que la doctrina de Rousseau exigía la union sa-
ba «la gran sociedad popular de todo el pueblo francés», 11110 crée, la eliminación de todas las diferencias y distinciones,
e indivisible. Ésta, desgraciadamente, no podía, a diferencia incluida la diferencia entre pueblo y gobierno, no existía teó-
de las pequeñas sociedades populares de artesanos o veci- ricamente ninguna dificultad para afirmar todo lo contrario.
nos, reunirse en ningún sitio, ya que «no hay lugar capaz de Cuando Robespierre invirtió sus posiciones ys_e enfrentó a las
albergar a todos»; sólo podía cobrar existencia bajo la forma sociedades, hubiera podido invocar de nuevo el nombre de
de la representación, en una Cámara de Diputados que de- Rousseau y decir con Cothon que mientras existiesen las so-
tentase el poder centralizado e indivisible de la nación fran-
39. Véase Soboul, ob. cit.
38. Cito el informe de Robespierre a la Asamblea sobre los derechos de 40. Citado por el núm_ 1 1 de Le Déƒenseur de la Constitution, 1?92_ Vid.
las sociedades y clubs, de 29 de septiembre de 1791 (en Oeuvres, ed. Le- Oeuvres Cornplètes, ed. G. Laurent, 1939, vol. IV; p_ 328.
febvre, Soboul, etc., París, 1950, vol. VII, núm_ 36); para el año 1793, cito 41. La fórmula es de Leclere, según la cita Albert Soboul: «An den Urs-
por Albert Soboul: «Robespierre und die Volksgesellschaften», en Ma- prüngen der Volksdemokratie: Politische Aspekte der Sansculottende-
ximilien Robespierre, Beiträge zu seinem 200. Geburstag, ed. Walter Mar- mokratie im Jahre II», en Beitrage zum neuen Geschichtsbiid: Ferstschrift
kow, Berlin, 1958. 1rAlfre¢:i Meusel, Berlín, 1956.

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334 sonas La Rnvotoclon s. La Taaotcion azvorootonaata Y sn T1-:soso Pzaotno 335

ciedades «no podía haber una opinión uni cada››42. En reali- .;.-¦.-vt..
mandas violentas de una «felicidad» que constituye, sin
dad, Robespierre no tuvo que acudir a grandes teorías, sino
_ I `:'}`.

É duda, un requisito para la libertad, pero que, desgraciada-


únicamente a una estimación realista del proceso revolucio- mente, no puede ser otorgada por ninguna acción política,
\

nario para darse cuenta de que la Asamblea apenas tenía par- WM r nos encontramos con un espíritu totalmente diferente y con
ticipación en los asuntos y decisiones más importantes de la _ _- `-:¡.___-¿EE f
t
definiciones completamente distintas de cuáles son las tareas
Revolución y de que el gobierno revolucionario había actua- J
de las sociedades. En los estatutos de una de las secciones pa-
,-¿†;ïf== 2
debajo la presión de las secciones y sociedades parisinas en risinas leemos, por ejemplo, la forma de organizar una socie-
una medida que ningún gobierno ni forma de gobierno era dad (con presidente v vicepresidente, cuatro secretarios,
capaz de soportar. Si echamos una mirada sobre las numero- '\
/'
ocho censores, un tesorero y un archivero; tres reuniones re-
sas peticiones y demandas de aquellos años (que ahora han gulares cada diez días, rotación mensual para la presidencia)
K

sido publicadas por primera vez)""3, nos daremos cuenta de las »_


y el modo en que se definía su principal tarea:
dificultades a que tuvieron que hacer frente los hombres del
gobierno revolucionario. Se les recordaba que «únicamente fc
La sociedad se ocupará de to do lo que concierne a la libertad, la
los pobres les habían ayudado» y que los pobres deseaban /
igualdad, la unidad y la indivisibilidad de la república; [sus
ahora «comenzar a gozar del fruto» de sus fatigas; que siem- W
miembros] se ilustrarán mutuamente v, en especial, se comunica-
pre «era culpa del legislador» si la «piel [del pobre] tenía el co- rán las faltas cometidas contra las leyes v decretos promulgados
lor de la indigencia y la miseria» y su alma «obraba sin ener-
gía y sin virtud»; que había llegado la hora de demostrar a los _ :>,'<-,j»_'
nos informa igualmente de los procedimientos previstos para
hombres que la constitución era «realmente capaz de hacerlos -_-fr-.<. mantener el orden en las discusiones: si un orador se aparta
felices, ya que no basta con decirles que su felicidad se acerca». del tema o abusa de su tiempo, se le retira la palabra. Desde
En resumen, el pueblo, organizado al margen de la Asamblea (
otra sección se nos habla de un discurso «sobre el desarrollo
Nacional en sus propias sociedades políticas, informaba a sus H
'li

I de los principios republicanos que deben inspirar a las socie-


representantes de que «la República debe garantizar a todos .N
dades populares», pronunciado por uno de los ciudadanos Y
los medios de subsistencia», que la tarea fundamental de los publicado por decisión de sus miembros. Hubo sociedades
legisladores era abolir la miseria. que adoptaron entre sus normas estatutarias la prohibición
Sin embargo, este problema puede ser planteado de otra /
2
explícita de «no entrometerse o tratar de influir sobre la
Asamblea General», las cuales consideraban evidentemente
/4

forma, y no le había faltado razón a Robespierre cuando ha- N-

bía saludado a las sociedades como las primeras manifesta- como su función principal, si no la única, discutir todos los
asuntos concernientes a la república, tratar de ellos e inter-
N-

Í ciones de la libertad y del espíritu público. Junto a estas de-


`i _ ¿_,-¡_,¡ =
__ ¡
cambiar opiniones, sin que ello signi case necesariamente la
E
4_2_ Citado por Soboul: «Robespierre und die Volksgesellschaften», ob, -.\_',;'-;- `
: f¿fÍ-`- adopción de propuestas, peticiones, demandas o cosas por el
'ÍÃÄÍ/_
c1t. _ _-ÍÍÍIÉ estilo. No es casual que sea precisamente de una de estas so-
¦
43. Die Sanskulotten von Paris: Dokumente zur Geschíchte der Volksbe- 'IÍ-1?»-_ï !

wegung 1793-1794, ed. Walter Markow y Albert Soboul, Berlín (Este), . ;_ me:«
I
ciedades que habían renunciado a los métodos de acción di-
¿:<_<-:

recta sobre la Asamblea de donde procede el elogio más elo-


- _›,__,
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1957. Edición bilingüe. En lo que sigue, cito principalmente de los ...gw


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núms. 19, 28, 29, 31, -.,.'<<.-


>'\ cuente y más conmovedor de la institución en cuanto tal:
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SOBRE LA REVOLUCIÓN s. La *riiaoicioi-1 asvoiucioitairia v su ii-:sono saaoioo 337

Ciudadanos: la palabra “sociedad popular” se ha gonna;-mi@ en suscrita por la sociedad popular, aún en funciones. En su
una palabra sublime [...] Si el derecho de asociación fuera aboli-
_»-

respuesta, Saint-Just acudió al argumento estereotipado de


do o cercenado, la libertad sería una palabra vacía, la igualdad -.-'

que había tenido que hacer frente a una -:<conspiración»; lo


una quimera y la república perdería su bastión más seguro [...]
La inmortal Constitución que acabamos de abrazar [...] ga;-ami-
-/'

A
cierto es que ya no volvió a tomar en cuenta a las sociedades
za a todos los franceses el derecho a reunirse en sociedades po- populares, salvo que espiasen por cuenta del gobiernoi . La
pulares...»'“f_ consecuencia inmediata de este cambio de actitud fue-que in-
sistiese sobre la siguiente idea: «La libertad del pueblo está en
1 Saint-Just -en un escrito que data, poco más o menos, de su vida privada; no la perturbemos El gobierno debe em-
a misma época en que Rob espierre era todavía el defensor plear su fuerza únicamente para proteger la sencillez de sus
de los derechos de las sociedades frente a la Asamblea- pen- vidas contra la fuerza misma››“”. Estas palabras significan la
saba más en estos nuevos y prometedores órganos de la Re- sentencia de muerte de todos los órganos del pueblo y expre-
pública que en los grupos de presión de los sans-culortes, san de modo excepcionalmente inequívoco el fin de todas las
cuando a rmaba: esperanzas que había suscitado la Revolución.
La Comuna de París, con sus-secciones, v las sociedades
Los distritos de París constituían una democracia que hubiera populares que se habían propagado por toda Francia duran-
ïailpbåado todo Í, en vez de convertirse en presa de las facciones, tela Revolución constituyeron, sin duda, los poderosos gru-
e u ieran con ucido de acuerdo con su propio espíritu. El dis- pos de presión de los pobres, la «punta de diainante» de la
trito delos cordeleros, que era el más independiente de todos, necesidad perentoria a la «que nada podía resistir» (Lord Ac-
fue también el más perseguido, ton); pero contenían igualmente los gérmenes, los primeros
v aún endebles principios, de un tipo nuevo de organización
ya que se oponía a los proyectos de quienes se hallaban en el política, de un sistema que permitiría a los hombres del pue-
P0Ci@I“*5. Pero, al igual que Robespierre, Saint-Iust cambió de blo convertirse en los «partícipes en el gobierno» de que ha-
actitud v se volvió contra las sociedades una vez que llegó al blaba Iefferson_ A causa de esta doble dimensión, Y pese a
poder. En consonancia con la política del gobiernojacobino, que el primer aspecto pesaba más que el segundo, es posible
que transformó con éxito las secciones en órganos de gobier- interpretar de dos formas distintas el con icto planteado en-
no y en instrumentos de terror, pedía, en una carta dirigida a tre el movimiento comunal y el gobierno revolucionario. De
la sociedad popular de Estrasburgo, que le dieran «su opi.. un lado, es el con icto entre la calle Y el cuerpo político, entre
nión sobre elpatriotismo ylas virtudes republicanas de cada
uno de los miembros de la administración» de su provincia.
46. Durante su comisión de guerra en Alsacia en el otoño de 1893 pare-
al quedar sin respuesta, procedió al arresto de todos los fun- ce haber dirigido una sola carta a una sociedad popular, a la de Estras-
cionarios, tras lo cual recibió una enérgica carta de protesta burgo, enla que dice: <<Frères et amis, Nous vous invitons de nous don-
ner votre opinion sur le patriotismo et les vertus républicaìnes de
chacun des membres qui composent lladministration du département
44. Ibid., núms_ 59y62. du Bas-Rhin. Salut et Fraternite»_ Vid. Oeiivres, vol. II, p. 121.
45. En Esprit de la Revolution etde la Constitution de France 1?91' vid 47. En Fnignients sur les Institutions Répiiblicoines, Oeuvres, vol. II,
0““W~“f-'S C mpfèf-rr- ed- Ch- Vellay, Paris, isos, val. 1, p. 262. p. 507.

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333 sonas La Revotu-ción s. La Tiiariictóii Ravorucioivaiua i' su Tssoiio Pziioioo 339


i
los que «actuaban no con el fin de elevar a nadie, sino de en- ..;,. 1
- -'.`=i¿{-' í
-.'=f_-;- | ca por su supervivencia contra la presión del sansculotismo,
vilecer a todos»'“' y aquellos a quienes las olas de la revolu- -.'-fI:';_';;- t
esto es, la lucha por la libertad pública frente al peso ago-_
ción había elevado tanto en sus esperanzas y aspiraciones -2-'eat biante dela miseria. El segundo frente era la lucha de la fac-
`525'i'Í?`f -'
que podían exclamar con Saint-Just: «E1 mundo ha estado vw.- ¡
¡ ción jacobina por el poder absoluto contra el espíritu públi-
vacío desde los romanos, cuyo recuerdo constituye ahora '/›"›:?ï
šjfäšì-'I
_ -_;f_.¦;~_-
.:-¢,±¿:_'.|
co de las sociedades; era, en teoría, la lucha por la opinión
- -I-1?-=›` I
nuestra única profecía de libertad», o con Robespierre: «La pública unificada, por una «voluntad general», contra el es-
muerte es el comienzo de la inmortalidad». De otro lado, es "fÉfì;›Í€ ¡
'.=;.¿;.ì-'_ 5
píritu público, contra la diversidad inherente a la libertad de
el con icto entre el pueblo y un aparato de poder centraliza- ,W

pensamiento y de palabra; en la práctica, era la luclia de los


do y despiadado que, con el pretexto de representar la sobe- «-
¢\

intereses de partido contra la chose publique, contra el bien-


ranía de la nación, en realidad despojaba al pueblo de su po- â
N estar común. El tercer frente era la lucha del monopolio gu-
der, persiguiendo, por tanto, a cuantos órganos de poder /

M.
›^ | bernamental del poder contra el principio federal, con su se-
habían nacido de modo espontáneo de la Revolución.
| paración y división de poderes, es decir, la lucha del Estado
A nosotros nos interesa fundamentalmente el último as- |

.f nacional contra los primeros principios de una república au-


pecto del con icto, debido a lo cual es importante señalar /

A.
¬/

téntica. El choque en estos tres frentes puso de relieve un


que las sociedades, a diferencia de los clubs y, en especial, del \
I
profundo desacuerdo entre los hombres que habían hecho la
club de los jacobinos, fueron en principio independientes de
Revolución Y, gracias a ella, se habían elevado a la esfera pú-
los partidos y «se proponían el establecimiento de un nuevo
blica y la idea que tenía el pueblo acerca de lo que debía y po-
federalismoi i. Robespierre y el gobiernojacobino, en cuan- f
'\
día hacer una revolución. No hay duda de que la primera de
to rechazaban la idea misma de una separación y división de
todas las nociones revolucionarias del pueblo fue la felici-
poderes, no tenían más remedio que mutilar los poderes de
dad, el lionheinç del que muy acertadamente Saint-Iust dijo
las sociedades y de las secciones de la Comuna; admitido el ¬ø-

que era una palabra nueva en Europa; debemos recono-


principio de la centralización del poder, tanto las sociedades, ¬/

N cer que, a este respecto, el pueblo desechó pronto los motivos


en cuanto constituían pequeñas estructuras dotadas de po-
que habían movido a sus dirigentes con anterioridad a la Re-
der, como el gobierno autónomo de las comunas, represen- /

volución, pues ni los entendían ni los compartían. Ya hemos


taban indudablemente un peligro para el poder centralizado ;-¿_-
I:-:§-_:-I
__-'___'_-j_¦,-,'-_'__,=_ |
- _ `- É-i ›'-_-`- - visto que «de cuantas ideas y sentimientos prepararon la Re-
del Estado. _::-.'¡'¢Q';I-
_¿¿¿¿¿_,_ __
__; r.-_
¦ ._?.§-¡-_. _
volución, la idea y el gusto por la libertad pública, en sentido
En sus términos más simples, el con icto planteado entre :f¿Í*¡' i'<?." _
si-<-/_'

estricto, han sido las primeras en desaparecer» (Tocquevi-


K'/,,¢*.';
:`/-'f_“_'-
qm.

el gobierno jacobino y las sociedades revolucionarias se libró ?


lle), debido a que no pudieron resistir el asalto de la miseria
en tres frentes distintos. El primero era la lucha de la repúbli-
puesta al descubierto por la Revolución y, por expresarle en
'J-`-
':.<.*›ï›'
"-.”<*¿f¿'
términos psicológicos, se desvanecieron bajo el impacto de
`<'›-1"-__ '- !

48_ Esta observación --«Après la Bastille vaincue [___] on vit que le peu- '.=:f la compasión por la miseria humana. Sin embargo, si la Revo-
-I-:¢`:§%I- I
ple n'agissait pour Félévation de personne, mais pour Pabaissement de
_ `-{-'äfI- E
“ !.
--rata, '=
lución enseñó a los hombres importantes una lección sobre
=.f-92;; i
tous»- es sorprendentemente de Saint-Just. Véase su primera obra cita- 5-Ífätf j
=:.~:;2<sI\ | la felicidad, también enseñó al pueblo una primera lección
da en la nota 45; vol. I, p. 258. - 'f 1 ~¿
,_-_<__,,_
rrfâíë.- sobre «la idea y el gusto por la libertad pública». Un apetito
49. Éste fue el juicio de Collot d'Herbois, citado por Soboul, ob. cit. ìäš-.5
.
-: =,-me
.e __» __- enorme por la discusión, la instrucción, la ilustración y el
__-¡ $5. | i

.~`*_ï.- tiza
' :WI
I

340 sosiis La iisvoincion s. La iiiasición ssvoiucioivaiii». v su riisoao easnino 341


mutuo intercambio de opiniones, incluso aunque no tuvie- J


sa para convertirse después en las bases sobre las que se le-
ran aplicación inmediata al poder, se desarrolló en las socie- vantaría el sistema continental de partidos, tuvieron su ori-
dades y secciones; cuando, en virtud de órdenes superiores, gen enla Asamblea, y las ambiciones y fanatismos a que die-
los hombres delas secciones tuvieron que limitarse a escu- ron lugar -en mayor medida que los motivos que movieron a
char los discursos y a obedecer, dejaron simplemente de acu- «:/:_« _
_«;___

los hombres de la Revolución con anterioridad a ésta- no fue-


dir a las reuniones. Finalmente, y de modo bastante inespe- Í
.'.-;_\-
ron ni entendidos ni compartidos por el pueblo. Sin embargo,
rado, el principio federal -desconocido prácticamente en `II\`šï E

al no existir ningún terreno de entendimiento entre las distiii-


Europa, cuando no totalmente rechazado- fue desvelado tas facciones parlamentarias, se convirtió en una cuestión de
como consecuencia de la espontánea actividad organizativa vida o muerte para ellas lograr el dominio sobre las restantes,
del pueblo, el cual vino, de este modo, a descubrir un princi- y la única forma de conseguirlo era organizar las masas fuera
pio que no conocían ni de nombre. Si es cierto que las seccio- del Parlamento y aterrorizar a la Asamblea con esta presión
nes parisinas se habían constituido desde arriba, con el fin que procedía del exterior. Por ello, la forma para dominar a la
K |'
de preparar las elecciones para la Asamblea, es igualmente Asamblea era infiltrarse y, en su dia, apoderarse de las socie-
cierto que estas asambleas electorales se transformaron, por dades populares, declarar-que sólo una facción parlamenta-
propia voluntad, en cuerpos municipales que eligieron de su ria, los jacobinos, era auténticamente revolucionaria, que
propio seno al gran consejo municipal de la Comuna de Pa- sólo las sociedades afiliadas a ella eran dignas de confianza y
ris. Fue este sistema de consejos comunales, no las asambleas I que todas las demás sociedades populares eran «sociedades
electorales, el que se propagó, en forma de sociedades revo- I
II
bastardas»_ Vemos aquí como en los propios orígenes del sis-
lucionarias, por toda Francia. tema de partidos, la dictadura de partido único surgió de un
Aún debemos decir unas palabras acerca del triste tin que sistema multipartidista. El gobierno del terror de Robespie-
aguardaba a estos primeros órganos de una república que rre no fue otra cosa que el intento de organizar a todo el pue-
nunca llegó a existir. Fueron aplastados por el gobierno cen- |'

I blo francés en un único y gigantesco aparato de partido -«la


tral y centralizado, no porque supusiesen una amenaza real gran sociedad popular es el pueblo francés»-, gracias al cual
para él, sino porque su sola existencia significaba una compe- el club jacobino tendería una red de células sobre toda Fran-
tencia para el poder público. En Francia probablemente nadie cia; sus funciones ya no eran la discusión y el intercambio de
iba a olvidar las palabras de Mirabeau, según las cuales «diez opiniones, la instrucción y la información mutua sobre los
hombres unidos para la acción pueden hacer temblar a diez /-, |
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asuntos públicos, sino espiarse entre sí y denunciar tanto a
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mil». El método que se empleó para su liquidación fue tan ;,-_» |¦
sus miembros como al común de los ciudadanos5"_
simple e ingenioso que puede decirse que ninguna de las mu- '-=ïi¡I ¦
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Todo esto ha llegado a sernos muy familiar a través de la
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chas revoluciones que se iban a inspirar en el gran modelo ÍSGÍ


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Revolución rusa, en la cual el partido bolchevique cercenó y
francés descubriría nada nuevo en este sentido. Es interesante -_-;=f›:{
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corrompió el sistema revolucionario de los sóviets exacta-
senalar que el punto de tensión máxima entre las sociedades y _ _,>,
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mente con los mismos métodos. Sin embargo, tan nefasta fa-
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el gobierno fue consecuencia del carácter apolítico delas so-
ciedades. Los partidos o, mejor dicho, las facciones, que des- 50, «Los jacobinos y sus sociedades afiliadas son aquellos que han ex-
empenaron un papel tan desastroso en la Revolución france- >~ pandido el terror entre los tiranos y los aristócratas» Iln'd_
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342 sosireia Ravoroción s. La Tioioición asvotucionasia if su 'rssoiio if-siinino 343

miliaridad no debe impedirnos reconocer que ya en plena blea con-las palabras plenas de orgullo «tu igual». Aunque
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Revolución francesa encontramos planteado el conflicto en- sea cierto que el terror jacobino haya tenido una sensibilidad
tre el moderno sistema de partidos y los nuevos órganos re- especial para la fraternidad social, lo cierto es que abolió esta
volucionarios de gobierno autónomo. Ambos sistemas, pese
«-


igualdad; el resultado no se hizo esperar, pues cuando le lle-
a ser totalmente diferentes y excluyentes, nacieron en el mis- gó la hora de perder en la incesante lucha de facciones que se
mo momento. El éxito espectacular que aguardaba al siste- libraba en la Asamblea Nacional, el pueblo se mostró indife-
ma de partidos y el fracaso no menos espectacular del sis- rente y las secciones de París no acudieron en su ayuda. Los
tema de consejos se debieron ambos al nacimiento del Estado hechos vinieron a demostrar que la fraternidad no era un
nacional, que encumbró a uno para aplastar al otro, por lo / sustitutivo de la igualdad. «
cual los partidos revolucionarios e izquierdistas han mostra-
dotanta hostilidad al sistema de consejos como la derecha
conservadora o reaccionaria. Hemos terminado por estar
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tan acostumbrados a concebir la política nacional en fun- '.'__¿
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ción delos partidos, que tendemos a olvidar que el conflicto «Del mismo modo que Catón terminaba todos sus discursos
entre los dos sistemas siempre ha sido en realidad un con ic- con las palabras Cartago delenda est, todas mis consideracio-
to entre el Parlamento, la fuente y asiento del poder en el sis- nes contienen un requerimiento: la división de los condados
tema de partidos, y el pueblo, que ha abandonado su poder en distritos_»51 Así resumía en cierta ocasión Jefferson su
en manos de sus representantes; por mucho éxito que pueda idea política mas cara, la cual, desgraciadamente, no ha -sido
tener un partido, una vez que ha decidido apoderarse del po- mejor comprendida por la posteridad que por sus contem-
der-y establecer una dictadura de partido único, al aliarse wi

poráneos. La referencia a Catón era algo mas que un lapsus


con las masas en la calle y volverse contra el sistema parla- gratuito de alguien habituado a las citas latinas; su propósito
mentario, nunca podrá negar que su propio origen está en la v era subrayar la idea de que, para Iefferson, la ausencia de una
lucha de facciones del Parlamento y que, por consiguiente, subdivisión tal del pais constituía una amenaza vital para la
continúa siendo un cuerpo cuya comunicación con el pueblo existencia de la república. De igual manera que Roma no po-
se opera desde fuera y desde arriba. día, según Catón, sentirse segura mientras existiese Cartago,
Cuando Robespierre estableció la fuerza tiránica de la fac- la república, según Jefferson, carecería de fundamentos sóli-
ción jacobina contra el poder no violento de las sociedades H
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dos sì no contaba con un sistema de distritos. «Llegó un mo-
populares, afirmó y restableció el poder de la Asamblea fran- mento en que me di cuenta de que debía considerarlo como
cesa con toda la profunda discordia y lucha partidista que el principio de salvación de la república y decir con el viejo
implicaba. El asiento del poder, lo supiese él o no, estaba de Simeón: “Nunc dimittis Domine”»52.
nuevo en la Asamblea y no, pese a su oratoria revolucionaria, « ”; _\'_

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en el pueblo. Por ello, quebró la ambición política mas acen-
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51. En la carta a John Cartwright, de 5 de junio de 1824.
tuada del pueblo según se había manifestado en las socieda-
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3? 52. Esta cita procede de un período un poco anterior, cuando Jefferson
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.'¿,<r; , proponía dividir los condados en «hundredsa ÍCEHÍUTÍHS-l flfíff- C fï H
des, _la ambición a la igualdad, la pretensión de poder rmar -_`¦:`ɦ:`
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l Iohn Tyler de 26 de mayo de 1810.) Sin duda los distritos en los que pen-
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peticiones y demandas dirigidas a los delegados o a la Asam- ,-Í?,

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saban se compondrían de unos cien hombres.
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344 sosiis La asvotucioii s. La Titaoiclón iiEvoLUCioi~1aiiia Y su Tzsono Piiiinino 345

Si el plan de las «repúblicas elementales» propuesto por prender lo que realmente pensaba Jefferson cuando afirmó
Jefferson se hubiera realizado, habría superado en mucho los con toda seguridad: «El genio del hombre no puede imagi-
debiles gérmenes de una nueva forma de gobierno que po- nar base más sólida sobre la que asentar una república libre,
demos hallar en las secciones de la Comuna de París y en las duradera ybien gobernada»53_ _
sociedades de la Revolución francesa. Pese a que la imagina- Merece la pena señalar que no encontramos ninguna refe-
ción politica de Jefferson les sobrepasaba en perspicacia y rencia al sistema de distritos en ninguna de las obras de Jef-
amplitud, sus ideas se movían todavía en la misma dirección. ferson destinadas a la imprenta, y quizá sea aún de mayor
Tanto el plan de Jefferson como las sociétés révoluttonnaires importancia que la totalidad de las pocas cartas en las que se
francesas anticiparon con increíble precisión los consejos, ocupó del asunto con tal insistencia datan del último perío-
sóviets y Rate, que iban a hacer su aparición en todas las re- do de su vida. Es cierto que, al mismo tiempo, esperaba que
voluciones dignas de ese nombre que se han producido alo Virginia, debido a que había sido «la primera de las naciones
largo de los siglos XIX y xx. Siempre que hicieron su apari- del mundo que congregó pacíficamente a sus sabios repre-
ción, surgieron como órganos espontáneos del pueblo, no sentantes para formar una constitución fundamental», sería
sólo al margen de todo partido revolucionario, sino en for- también la primera «en adoptar la subdivisión de nuestros
ma inesperada para ellos y sus dirigentes. Al igual que había condados en distritos››5**, pero lo verdaderamente significa-
ocurrido con las propuestas de Jefferson, fueron totalmente tivo es que la idea parece habérsele ocurrido cuando ya se
descuidados por políticos, historiadores, teóricos de la polí- había retirado de la vida pública y se mantenía apartado de
tica y, lo que es mas importante, por la propia tradición revo-
los asuntos de gobierno. Quien se había mostrado tan explí-
lucionaria. Hasta los historiadores cuyas simpatías estaban, cito en sus críticas ala Constitución debido a que no conte-
sin lugar a dudas, del lado de la revolución y que no podían
nía una Declaración de Derechos, no se refirió nunca al error
dejar de mencionar la aparición de los consejos populares en que suponía no haber incorporado a ella los distritos muni-
el cuadro de su historia, no los consideraron más que como
cipales, los cuales constituían, sin duda, el modelo en que se
órganos de naturaleza temporal en la lucha revolucionaria inspiraron sus «repúblicas elementales» donde «la opinión
por la liberación; en otras palabras, no acertaron a compren- de to do el pueblo se expresase, discutiese y decidiese libre,
der que el sistema de consejos les ponía en contacto con una completa y pacíficamente por la razón común» de todos los
forma de gobierno enteramente nueva, con un espacio pú-
ciudadanos”. En función del papel que jugó en los asuntos
blico nuevo para la libertad, constituido y organizado du- de su patria y del resultado de la Revolución, la idea del siste-
rante el curso de la propia revolución.
ma de distritos fue, sin duda, tardía; en relación con su pro-
Debemos matizar nuestra a rmación. Representan dos pia biografía, su machacona insistencia en el carácter «pací-
notables excepciones unas observaciones hechas por Marx
fico» de los distritos demuestra que tal sistema constituía
con ocasión de la resurrección de la Comuna de París duran- para él la única alternativa no violenta posible a su idea ante-
tela breve revolución de 1871 y algunas re exiones que me- tip' !
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reció a Lenin, no el texto de Marx, sino el curso real de la Re- ':'-';_\'- _
_ ..'¬\(¦. 1

volución de 1905 en Rusia. Pero antes de dedicar nuestra


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_ = f¿_-_ 53. Carta a Cartwrlght, citada antes.
`-Í?
54. Ibid.
atención a estos puntos, haríamos mejor en tratar de com- »_ M-
-se
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55. Carta a Samuel Kercheval, de 12 de julio de 1816.
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345 sosiis La Rsvoiuciou s. La Tioioicion aavorucioivaaia Y su Ttsoiio Psiioioo 347

rior sobre la deseabilidad de una revolución recurrente. `:'f-É-§':' É


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l do y eran, teóricamente, la fuente y el asiento de todo poder
Como quiera que sea, la única descripción detallada de su -« ,_

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quedaban para siempre más allá de sus fronteras. Tal orden
pensamiento al respecto está contenida en cartas que fueron A
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de cosas debería haber bastado a Jefferson si este hubiera
escritas durante 1816, todas las cuales repiten el mismo tema ›';_
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creído realmente (como en ocasiones pretendió) que la feli-
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sin que ninguna añada nada a las otras. -,c=:/- |


cidad del pueblo consiste exclusivamente en la felicidad pri-
Jefferson sabía muy bien que lo que proponía como «sal- .(3 :_ E __
vada de los individuos; en efecto, debido al modo en que se
vación de la república» significaba en realidad la salvación había constituido el gobierno de la Unión -con su división y
del espíritu revolucionario de la república. Todas sus explica- separación de poderes, con controles, pesos y contrapesos
ciones del sistema de distritos comenzaba con un recordato- I que regulaban todo el mecanismo-, era sumamente impro-
rio del papel desempeñado por las «pequeñas repúblicas» en «- bable, aunque no imposible, que se implantase una tiranía.
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la «energía que en su origen animó a nuestra revolución», de /-,=Ã -
2¿_-,.
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Lo que sí podía ocurrir, que de hecho ha ocurrido en repeti-
la forma en que «pusieron a toda la nación en plena activi- _ | das ocasiones desde entonces, era que «los órganos represen-
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dad», de la manera que en una ocasión posterior había senti-
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tativos terminasen por corromperse ypervertirse››5i', pero tal
do «estremecerse los fundamentos del gobierno bajo [sus] ==;-:se:
2'=-j%N.`:'2_ corrupción era poco probable que se debiese (y en realidad
pies a causa" de los distritos municipales de Nueva Inglate- -.-_:=¡'.j. -
“_-_-zx; ¡
.?_.(¡¡¿;. I
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casi nunca ha sido así) a una conspiración de los órganos re-
rra», animados de tan poderosa «energía en su organiza- presentativos contra el pueblo que representaban. En este
ción» que «no hubo un solo individuo en sus asambleas que A
tipo de gobierno es mucho más probable que la corrupción
no se lanzase con todo ímpetu a la acción». De aquí que con- provenga del seno de la sociedad, esto es, del mismo pueblo.
fìase en los distritos como el instrumento para lograr que los -! La corrupción y la perversión tienen efectos más nocivos,
ciudadanos siguiesen haciendo lo que se habían mostrado a la vez que son más frecuentes, en una república igualitaria
capaces de hacer durante los años de revolución, es decir, ac- que en cualquier otra forma de gobierno_ En términos gene-
tuar responsablemente y participar en los asuntos públicos rales, se producen cuando los intereses privados invaden el
según se iban presentando éstos. En virtud de la Constitu- dominio público o, lo que es lo mismo, proceden de abajo,
ción, los asuntos públicos de la nación habían sido transferi- no de arriba. Precisamente a causa de que la república exclu-
dos a Washington y eran despachados por el gobierno fede- yó por principio la antigua dicotomía de gobernante y go-
ral, al que aún imaginaba Jefferson como el «departamento I
bernado, la corrupción del cuerpo político no dejaba incólu-
exterior» de la republica, cuyos asuntos domésticos eran /
me al pueblo, como ocurre cuando se trata de otra forma de
atendidos por los gobiernos de los Estados”. Ahora bien, el gobierno, donde sólo los gobernantes o la clase gobernante
gobierno estatal e incluso el aparato administrativo del con- eran necesariamente contaminados y. donde, por tanto, un
dado eran excesivamente extensos e inmanejables para per- pueblo «inocente» debía primero sufrir y, posteriormente,
mitir la participación directa; en todas estas instituciones en su momento, llevar a cabo una terrible, pero necesaria, in-
eran los delegados del pueblo, no el pueblo, los que constituían surrección. La corrupción del propio pueblo, a diferencia de
la esfera pública, en tanto que quienes les habían comisiona- la de sus representantes o la de las clases gobernantes, sólo es
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'ãë-§'.=Ffiat?$šéf:';¿l~.-'xšf?í-
`¿?Í §€ |_
56. Las citas pertenecen a las cartas ya citadas. ïfixf-
É
57. Carta a Samuel Kercheval, de 5 de septiembre de 1816.
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343 sósiis La asvoiucion


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Í s_ Lariiaoicioii asvotucionaaia if su 'rssoiio Psaoino 349

posible bajo un gobierno que le ha concedido una participa- hecho que se produce dentro de sus fronteras, en la visibili-
ción en el poder público al tiempo que le ha enseñado la for- s1;a_=f¿_=,-_;i:-. ¿±:«;
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dad ala que quedan expuestos cuantos penetran en su inte-
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ma de manejarlo. Cuando se ha salvado el abismo que separa __,__.._
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rior. Pese a que no se conocía aún el voto secreto, Jefferson
a gobernantes y gobernados siempre cabe la posibilidad de '

a
tuvo al menos el presentimiento de los peligros que podía
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que se difumine y hasta llegue a desaparecer la línea diviso- _†r¿-f_-
v : suponer atribuir al pueblo una participación en el poder pú-
ria de lo público y lo privado. Con anterioridad a la Edad blico sin darle, al mismo tiempo, más espacio público que las
Moderna y al despliegue de la sociedad, tal peligro, inheren- le urnas electorales y más oportunidades para hacer oír sus
/
te al gobierno republicano, solía provenir de la esfera públi- opiniones en la esfera pública que las representadas por el
ca, de la tendencia del poder público a expandirse y a violar Y*
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día de las elecciones. Se dio cuenta de que el peligro mortal
los intereses privados. El remedio tradicional para hacer Í
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para la república consistía en que la Constitución había dado
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frente a este peligro consistió en asegurar el respeto por la v'
todo el poder a los ciudadanos sin darles la oportunidad de
/
propiedad privada, esto es, la elaboración de un sistema de ser republicanos o de actuar como ciudadanos. En otras pa-
W I
normas mediante las cuales quedaban garantizados pública- I labras, el peligro consistía en haber dado todo el poder al
mente los derechos de la persona, a la vez que se protegía le- pueblo a título privado y en no haber establecido ningún es-
galmente la línea divisoria entre lo privado y lo público. La /
pacio donde pudieran conducirse como ciudadanos. Cuan-
Declaración de Derechos de la Constitución americana cons-
:«-
`*v.
vt

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do, al nal de su vida, Jefferson resumió lo que para él consti-
tituye el último baluarte legal, y el mejor provisto, para la de- tuía la esencia de la moralidad privada y pública («Ama a tu
fensa de la esfera privada contra los ataques del poder públi- vecino como a ti mismo, y a tu patria más que a ti mismo:-›)5*,
co, siendo de sobra conocida la preocupación de Jefferson |'
sabía que esta maxima no pasaba de ser una exhortación
por los peligros que representa el poder público y por el re- I vana, a menos que la «patria» pudiera hacerse tan presente al
medio contra dichos peligros. Sin embargo, cuando las cir- /

-samor» de sus ciudadanos como el «vecino» lo era al amor de


cunstancias existentes no son las propias de una tipica situa- su prójimo. Del mismo modo que no tendría sentido el amor
ción de prosperidad, sino las que se derivan de un desarrollo de buen vecino si nuestro prójimo sólo hace ima breve apari-
económico, rápido y constante, es decir, las que resultan de ción cada dos años, tampoco tendría sentido la admonición
una constante expansión de la esfera privada -justamente las de amar a nuestra patria más que a nosotros mismos a no ser
condiciones que han predominado durante la Edad Moder- i
que la patria sea una presencia viva para sus ciudadanos.
na-, es mucho más probable que los peligros de corrupción y O
Por eso, según Jefferson, el principio mismo del gobierno
perversión broten de los intereses privados que del poder pú- republicano exigía «la subdivisión de los condados en distri-
blico. Todo ello dice mucho en favor de las cualidades de es- tos», es decir, la creación de «pequeñas repúblicas» gracias a
í\
tadista de Jefferson, por su capacidad de percibir este peligro, las cuales «todo hombre de Estado» pudiese llegar a ser «un
pese a haber estado preocupado por las amenazas tradiciona- rx
«-
f _; miembro activo del gobierno común, ejerciendo personal-
les y mejor conocidas de corrupción en el cuerpo político. - =¿-¿Í-2 É
_=å*Í”5 I¦ mente una gran parte de sus derechos y deberes, en un plano
Los únicos remedios para hacer frente alos abusos de po- - l
-.12 |
subordinado ciertamente, pero importante y en pleno uso de
der público realizados por personas privadas se encuentran '_ '/É

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en la propia esfera pública, en la luz que se desprende de cada .-_->;,- |


58. Carta a Thomas Jefferson Smith, de 21 de febrero de 1825.
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350 soi-ias La Revoiucion s. La riiaoicion asvoiucioivaaia it su 'rssoiio Pniioioo 351

su competencia››5*"'. «Estas pequeñas repúblicas constituirían -.:;='f_. -


-;'-'-1"-3:- : tructura gubernamental de la Unión, concebida para la tota-
la
la espina dorsal de la gran república»“`; como quiera que el A 1
_'=§<'.;
,N --
ï`,'›'-`s¦ lidad, su respuesta fue la siguiente:
___,¿s _Í-
gobierno republicano de la Unión se basaba en el supuesto de _:
-A-¬.¦:

=-/»-*-
--..,_ _ 1
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que el asiento del poder estaba en el pueblo, la condición mis- =»-¿al Las repúblicas elementales de los distritos, las repúblicas de los
ma de su correcto funcionamiento dependía de un esquema -_vi;-_- _
_`; '
'ïflëfë l
condados, las repúblicas de los Estados y la república de la
«que dividiese» el gobierno entre la mayoría, asignando a :J
.l
!E Unión formarían una gradación escalonada de autoridades, to-
- ="?s:` al
cada uno exactamente las funciones para las que [estaban]
.zììia -'
- -Q' ;_- .
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das las cuales reposarían sobre la ley, gozarían por delegación de
calificados». De otra forma, nunca podría realizarse el prin-
L.”-;`_
-- Í..35
r *É
_ una parte de los poderes y constituirían un auténtico sistema de
^_`\-
pesos y contrapesos fundamentales para el gobierno.
cipio del gobierno republicano, con lo cual el gobierno de los "-?'<
1-,`.«._.
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-:J^~< -~;__-

Estados Unidos sólo sería republicano de nombre. :-.iso -


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-_:r1a~.< -
:f,,._,-;- _ No obstante, hay un punto sobre el que Jefferson se mos-
Si se pensaba en la seguridad de la república, el problema --,¿'?_€_t;,
--,:._t,_
-,Ne--i
._¿;¿¬;- j. 1
tró curiosamente silencioso: el problema de cuáles debían
consistía en impedir «la degradación de nuestro gobierno», y vé* : f
1
22%
,¿;-¿_ _
_', ss-_-¦_ ser las funciones específicas de las repúblicas elementales.
para Jefferson un gobierno en el que todos los poderes estu- ~_:-,gi 2
_-__, -,_ _
nt- i Mencionó, de pasada, como «una de las ventajas de la divi-
viesen concentrados «en manos de uno, de un grupo, de los ;,, .aq-_
/Q"
2.,/i;=
4 sión en distritos por mí propuesta», el que proporcionarían
privilegiados por el nacimiento o de la mayoría» era un go- se
P'
/V-
un modo más adecuado para hacer oír la voz del pueblo que
bierno degenerado. Por eso, el sistema de distritos no signi - W
fra- l
lilfïffl
W,.!
los mecanismos del gobierno representativo; estaba conven-
caba fortalecer el poder de la mayoría, sino el de «cada uno» __--›\-.- I
-ya-; ¦
.te-t; ,
I cido, sobre todo, de que bastaría «instituirlas con un propó-
dentro de los límites de su competencia; sólo mediante la di-
_ ':_.;¿_
:Fra-'
=.<,_-4;
=_r.r.f_-
._.,. .
:`_¡_ͦE¦I .
sito definido» para que «mostrasen muy pronto ser los ins-
visión de la «mayoría» en asambleas donde cada cual pueda :_:-§.:"
_ _-_' ¬__¬-¡E I'
_-...gi _
:t/~.f.' |
-' 9:- .
;ɦi_;¦ . trumentos más adecuados para otros objetivos»"~“.
contar y ser estimado «seremos tan republicanos como pue- 2;;-2.1;-:,= |
'¦-F_¦;{_-' '
' :'.`_v'_f;: É
. \^`
Esta vaguedad de propósito, lejos de ser consecuencia de
de serlo una gran sociedad». Por lo que se re ere a la seguri- I
una falta de claridad, nos pone de relieve, en forma quizá
dad de los ciudadanos de la república, el problema consistía I'-El-il-'I
"'¦iÍ:(--

en lograr que todo el mundo sintiese


1"
más llamativa que cualquier otro de los puntos de la pro-
'_3f^¡<=- 5
-I';'1<_':
puesta de Jefferson, que la idea tardía en que cristalizaron y
¦

que es partícipe en el gobierno de los asuntos, no simplemente a


¦
cobraron realidad sus recuerdos más queridos de la Revolu-
_-__?.-

través de una elección celebrada una vez al año, sino todos los
'---_-:-_-
¡;;_;;,~__- |'
_;-¿=_==_'
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-\ I
____I,__-
ción significaba en realidad más una nueva forma de gobier-
días; cuando no haya nadie en el Estado que no sea miembro de
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_ -_-r
|
=;s_;::.__
|
I
no que una simple reforma o un mero suplemento de las ins-
._:-

alguno de estos consejos, grandes o pequeños, preferirá que se =«'¿:. 5


tituciones existentes. Si el fin último de la Revolución era la
le arranque el corazón antes de que le sea arrebatado su poder __¿__§=¿_ I

¡-
libertad y la constitución de un espacio público donde pu-
por un César o un Bonaparte. `-.Ã-"-`-' ¡
'_<1›"/_: -
l
diera manifestarse la libertad, la constitntío líbertatis, enton-
`-5š¢= r
__=_"¢; |
ces las repúblicas elementales de los distritos, el único lugar
Por último, en cuanto al problema de integrar estos orga- tangible donde cada uno podía ser libre constituía realmente
nismos menores, planeados con vistas a cada uno, en la es- el fin de la gran república, cuyo principal propósito en los
_.._-A;_.
_'*-'ì>$_¬_
"t€¦E
'-=_-:1›'_-:
59_ Carta a Cartwright, ya citada. __:;¦§¿ 61. Las citas proceden de la carta a Joseph C. Cabell, de 2 de febrero de
,___ _
_,_,,
60. Carta a John Tyler, ya citada. ¿K 1816, y de las dos cartas a Samuel Kercheval ya citadas.
›. -II¿›ìï: l

1.'-_ .-

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352 soii12.sLa iisvoiucióit Ij:`§ I s_ La raiiolcióiv itsvotucioivaaia if su Tssoiio ssantuo 353
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_ :=,X=;' I¦

asuntos domésticos debiera ser poner a disposición del pue- En cierta medida ocurre lo mismo con el aspecto concreto
-1:15; ¦
blo tales lugares de libertad y protegerlos. El postulado bási- _ -_=-<«_; -_
ku de la Revolución al que debemos referirnos aliora_ Este aspec-
__,_,_
_|:},

co del sistema de distritos, lo supiese o no Jefferson, era que _`w~C


_'/_'?Ã r
«fi ffi |' to consiste en la aparición regular, durante el curso de la Revo-
`^|
nadie podía ser feliz si no participaba en la felicidad pública, I
lución, de una forma nueva de gobierno que se parecía de ma-
que nadie podía ser libre si no experimentaba la libertad pú- _-__,_
:¦_§i
Í
nera asombrosa al sistema de distritos de Jefferson y parecía
5;'-Í

blica, que nadie, finalmente, podía ser feliz o libre si no parti- `-`~`:~: l
reproducir, cualesquiera que fuesen las circunstancias, las so-
-~r.f_=_=;;
cipaba y tenía parte en el poder público. :-sc; |
--/-:_ _ ciedades revolucionarias y los consejos municipales que se
habían propagado por toda Francia después de 1789. Entre
_'_'//- _

~.

,¿_:_,l___ 1
J las razones que explican nuestro interés poreste aspecto de-
bemos mencionar, en primer lugar, que se trata del mismo fe-
_'_/-5:1 i
.-_--_
4 ¦'_'ff' I
'fi f
22;; _
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_- _-:W:
_ .HW
__¡_, I_
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= _:;'- I
nómeno que tanto impresionó a los dos revolucionarios más
,¬_
Es una historia triste y extraña la que nos queda por contar. .11-`\'«;-' |
_¬g;<-
;'.'v 1'- I
| grandes de todo el período, Marx y Lenin, cuando fueron tes-
f

La historia de la revolución sobre cuya trama el historiador '-$^: :


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tigos de su aparición espontánea, el primero durante la Co-
muna de París de 1871, y el segundo en 1905, durante la pri-
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podría tejer la historia del siglo xix en Europa”, no es la de


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4-A

una revolución cuyos orígenes podían remontarse hasta la `;'<_*¿2 _2


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mera Revolución rusa. Lo que les sorprendió no fue sólo el
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Edad Media, cuyo progreso había sido irresistible «durante TW;
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2-ía:
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hecho de encontrarse totalmente desprevenidos para este
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siglos a pesar de todos los obstáculos», según Tocqueville, y a .__,_
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tipo de acontecimientos, sino saber que tenían que hacer
la cual Marx, generalizando las experiencias de varias gene- '_:¡__,y_
frente a una repetición que no podía ser explicada como una
__--__r

raciones, llamó «el motor de toda la historia»63. No dudo que __¬._,_

. I, imitación consciente o como una simple rememoración del


pasado. Sin duda, ninguno de ellos debía de conocer el siste-
:-up. ,
la Revolución constituyó el leittnotiv oculto del siglo anterior _§_-_.
_-_;É _ _.
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-°:. ,
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al nuestro, aunque sí pongo en duda las generalizaciones ,_
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ma de distritos de Jefferson, pero conocían muy bien el papel
propuestas por Tocqueville y Marx, en especial su convic- Y

v
revolucionario que habían jugado las secciones de la primera
ción de que la Revolución había sido más resultado de una I
Comuna de París en la Revolución francesa, aunque nunca las
fuerza irresistible que producto de ciertos acontecimientos y I
'^ |
|
I
habían considerado como el origen posible de una forma
«_-
acciones humanas. Lo que parece estar más allá de toda duda |
I-_`____-_ I nueva de gobierno, sino como simples instrumentos de los
o creencia es que ningún historiador será nunca capaz de na-
_-¬¬-_.
>Í{4'_l
_;-_,ì_-«¿_ ¦
____¦.¡ _
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que había que prescindir una vez que se consumaba la Revolu-
rrar la historia de nuestro siglo sin tejerla sobre «la trama de __ om ,-¡ _
Í ción. Ahora, sin embargo, tenían que hacer frente a órganos
x'

las revoluciones»; por el momento, y mientras su fin esté -_-:lx


populares -las comunas, los consejos, los Rate, los sóviets-
P

oculto entre las brumas del futuro, se trata de un relato que <~ que estaban, sin duda, dispuestos a sobrevivir a la Revolución.
su

aún no se puede contar. -É


'iìf
Todo ello contradecía sus teorías y, lo que era más importan-
- `-I iíi
_;'/ig te, se encontraba en con icto flagrante con una serie de pos-
62. 3George Souls: The Comingflmerican Revolution, Nueva York, 1934, tulados acerca de la naturaleza del poder y de la violencia que
p. 5 _ - <.-

63. Para Tocqueville, véase la introducción del autor a Democracy in


ellos compartían, aim sin saberlo, con los gobernantes de los
America; para Marx, Die Kassenkiimpƒe in Franlcreich, 1840-1850 regímenes condenados del pasado. Anclados firmemente en
-Vh-

(1850), Berlín, 1951, p. 124. - la tradición del Estado nacional, concebían la Revolución
_~_, _
'T

354 sonar; La Revotución +5. Lili 'l`Rñ DICIÚIH-T REVGLUCIUNA RIA Y SU TESORO PERDIDO 355

corno un medio para alcanzar el poder e identificaban a este cambio de actitud se repite, una generación más tarde, en
con el monopolio de los instrumentos de la violencia. La rea- Lenin, quien, por dos veces en su vida, en 1905 Y en 1917, su-
lidad, sin embargo, era otra; se produjo una rápida desinte- .-:

| frió el impacto directo de los acontecimientos, lo cual equi-


gración del poder existente, la pérdida repentina de control ls |
vale a decir que se vio liberado por algún tiempo de la in-
sobre los instrumentos de la violencia y, al propio tiempo, la fluencia perniciosa de una ideología revolucionaria. Gracias
formación asombrosa de una estructura nueva de poder y 2
a ello, pudo enaltecer con gran sinceridad en 1905 «el espíri-
que debía su existencia a los impulsos organizativos del pue- tu de creación revolucionaria del pueblo», el cual, de modo
blo. En otras palabras, llegado el momento de la Revolución, F
espontáneo, había empezado a establecer una estructura de
se vio que no había poder alguno del que apoderarse, de tal poder completamente nueva en plena revolución ä, del mis-
modo que los revolucionarios se encontraron ante la alterna- v~
Z

mo modo que, doce años después, pudo desencadenar y ga-


tiva nada agradable de poner el «poder›› con que contaban /'
¿ nar la Revolución de Octubre con la consigna «todo el poder
antes de la Revolución, es decir, la organización del aparato del a los sóviets». Ahora bien, durante los años que separan am-
partido, en el lugar que ocupaba el poder del gobierno desa- bas fechas, no había hecho nada para dar una nueva orienta-
parecido, o bien simplemente unirse a los nuevos centros de F
ción a su pensamiento y para incorporar los nuevos órganos
poder revolucionario que se habían constituido sin su ayuda. \
en cualquiera de los diversos programas del partido; el resul-
Durante un instante, Marx, que era simple testigo de algo É
>
tado fue que, al producirse el mismo proceso espontáneo en
que nunca había esperado, comprendió que la Kommunal- .5
K 1917, ni él ni su partido estaban más preparados que en 1905
verƒassung de la Comuna de París de 1871, en cuanto se con- í
para hacer frente a los acontecimientos. Cuando, al fin, du-
fiaba en que se convertiría en «la forma política de toda ciu- J

¦' rante la rebelión de Kronstadt, los sóviets se alzaron contra


dad, incluso la menor imaginable», podía llegar a ser «la a
la dictadura del partido y se puso de manifiesto la incompa-
forma política, al fin descubierta, para la liberación econó- .if

tibilidad entre los nuevos consejos Y el sistema del partido,


mica dei trabajo». Pero pronto se dio cuenta Marx de que
'N

fx casi inmediatamente tomó la decisión de aplastar alos con-


esta forma política contradecía en buena medida to das las sejos, ya que suponían una amenaza para el monopolio del
ideas de una «dictadura del proletariado» ejercida por un -'.ì.'-_'›,'.'_\_¦'
.;,¿,^,¿
.:'<4;'.;-- .'
ä1_' |É
po der por parte del partido bolchevique. El nombre de
partido socialista o comunista, cuyo monopolio del poder y al 1
|

de la violencia estaba inspirado en el gobierno aitamente .-'Í\2'_\". |


_ _/__ç4¦::- .
a ken. Sie dürfen sich durch das demokratische Gerede von Freiheit der
.;¿+p¿,- .
centralizado del Estado nacional, llegando, de este modo, a '
:_'.;2Qf;='_ ¦
; Gemeinden, von Selbstregierung usvv. nicht irre machen lassen:-› (en
la conclusión de que los consejos comunales eran, después .-=;_ -_
'.--.';.¬;.-:; '
fi'-:fc
Enthiillungen über den Kornmunistenprozess zu Köln {Soazia1demokra-
de todo, órganos provisionales de la Revolución@ El mismo `, tische Biblithek Bd. IV] , I-Iattingen Ziirich, 1885, p. 81). De aquí que Os-
1
:'.§¡ ¿_ j.
¿ :Ji - _ f kar Anvreiler, a cuyo importante estudio sobre el sistema de consejos Die
ãI Rätebewegung in Rnssiand 1905-1921, debo mucho, tenga razón cuan-
64. En 1871 Marx llamó a la Comuna die endiichi entdeckte poiitische .'=:-*¬"¬
_ .-.,-.É do a rma: «Die revolucionären Gemeindëräte sind für Marx nichts wei-
Form, unter der die ökonomische Befreiung der Arbeit sich voiiziehen ter als zeirweilig politische Kampforgane, die Revolution vorwärtstrei-
Ífö fëi Y dijo que este era «su verdadero secreto». (Véase Der Burger- ben sollen, er sieht in ihnen nicht die Keimzellen für eine grundlegende
krieg in Frankreich (1871), Berlín, 1952, pp. 71 y 76.) Sin embargo, sólo Umgestaltung der Gesellschaft, die vielmehr von oben, durch die prole-
dos años después escribió: «Die Arbeiter müssen [...] auf die entschie- tarische zentralistische Staatsgewalt, erfolgen soll» (p. 19) .
denste Zentralisation der Gevvalt in die I-Iände der Staatsmacht hinwir- _-_.`,¡¿`,¡1, F
65. Sigo a Anweiler, ob. cit., p. 101.
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ea*
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:Í É?.-
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356 sonas Laasvotucioiv E. LA TRA DICIÚN REVÚLUCIÚNJN. Rift Y SU TESORÚ PERDIDÚ 35 7

«Unión Soviética» con el que, desde entonces, se designa a ta de una explicación parcial Y, hasta cierto punto, constituye
Rusia constituye una falsedad, pero esta mentira ha signi - un círculo vicioso, ya que da por supuesta la influencia pre-
cado, a partir de entonces, la admisión vergonzante de la in- v'
ponderante de Marx sobre el movimiento y la tradición re-
mensa popularidad, no del partido bolchevique, sino del sis- volucionarios, una influencia que, a su vez, habría que expli-
tema delos sóviets que el partido redujo a la impotencia ü. car. Después de todo, los marxistas no fueron los únicos
Ante la alternativa de adaptar sus ideas y actos a una situa- I

revolucionarios que no estaban preparados para hacer frente


ción nueva e imprevista, o de llegar a los extremos de la tira- a las realidades de la revolución. Esta falta de preparación es
nía vla represión, se decidieron, sin apenas vacilación, por la tanto más notable cuanto no se puede atribuir a incapacidad
última solución; si se exceptúan unas cuantas ocasiones sin intelectual o a falta de interés por la revolución. Es sabido
importancia, su conducta, desde el principio hasta el fin, es- / que la Revolución francesa dio entrada en el escenario de la
tuvo determinada por consideraciones de lucha partidista, la política a un personaje completamente nuevo, el revolucio-
cual, ausente de la historia los consejos, había sido de decisi- nario profesional, cuya vida estaba dedicada no a la agita-
va importancia en los parlamentos prerrevolucionarios. K
ción revolucionaria, para la que no existían muchas oportu-
Cuando, en 1919, los comunistas decidieron «abrazar única- I
nidades, sino _al estudio Y a la reflexión, a la teoría y a la
mente la causa de una república soviética en la que los sóviets discusión, actividades centradas exclusivamente en torno a
tienen una mayoría comunista››6i, en realidad se comporta- la Revolución. En realidad, ninguna historia de las clases
ron como politicastros. Como se ve, hasta los hombres más ociosas europeas sería completa sin una historia de los revo-
radicales ymenos rutinarios sienten pavor por las cosas nun- lucionarios profesionales de los siglos xix y xx, los cuales,
ca vistas, las ideas nunca imaginadas, las instituciones nunca junto con los artistas y escritores modernos, se han conver-
ensayadas. _.x ._ tido en los auténticos herederos de los hornmes de ietrres de
%l;i.:?' I
Si la tradición revolucionaria no ha sabido dotar de bagaje :f:- -
;> los siglos xvrl Y xvln. Artistas y escritores se unieron a los re-
intelectual a la única forma nueva de gobierno surgida de la volucionarios debido a que «la propia palabra de burgués
revolución, ello puede atribuirse en parte a la obsesión de I
adquirió un signi cado odioso, tanto desde el punto de vista
Marx por la cuestión social y a su renuencia a prestar la debi- estético como po1ítico›> $; de su unión nació «Bohemia››, un
da atención a las cuestiones de Estado y del gobierno. Se tra- islote de ocio bendito en medio del activísimo siglo de la Re-
volución Industrial. Incluso con relación a los miembros de
^\

esta nueva clase ociosa los revolucionarios profesionales go-


óó. Es de sobra conocida la enorme popularidad de que gozaron los
consejos en todas las revoluciones del siglo xx. Durante la revolución de zaron de privilegios especiales, va que su modo de vida no
1918 y 1919 en Alemania, incluso los conservadores se entendieron con _|
l_fl:7'* ¦ exigía ningún trabajo específico. Si de algo no podían que-
los Räte en sus campañas electorales.
Í:-`¡ il* ¦
,
É.`§{1\ -'
.`.f-§'§f_-
f
jarse era de falta de tiempo para pensar, sin que tenga gran
67. Según Leviné, un revolucionario profesional prominente durante la :.ï'¿¿=.'
`.:'I',`¿
-`:¦?/ [ importancia que tal modo de vida esencialmente teórico
revolución en Baviera: «Die Kommunisten treten nur für eine Räterepu- I-'Ís`.5=

blik ein, in der die Räte eine Kommunistische Mehrheit haben». Véase
¦
- transcurriese en las famosas bibliotecas de Londres y París, o
'1
-:_-P». F|
Helmut Neubauer: «München und Morkau 1918-1919; Zur Geschichte
.;.\*-›
.'.-"` |
I.
-`-;É-E: ,-
.._t,;.
der Rätebewegung in Bayern», Iahrbucherƒür Geschichte Osteuropas, -z -f
-, .\-; 68. Véase el excelente estudio de Frank Iellinek: The Paris Commnne de
Beiheft 4, 1958. i
;'^a:`; ¬ 1871, Londres, 1937, p. 2?.
`l'äƒ:j':J
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L. .
- -'-}¿f.`;;: l
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I-

358 sonas La Rsvotocion s_ La Taanlclon Rsvotuclonxaia r su Tssoao PERnino 359

en los cafés de Viena y Zúrich, o en las tranquilas y no dema- con que cuentan en esta lucha por el poder depende menos
siado incómodas cárceles de los diversos Anciens Régimes. de sus teorías o preparación intelectual y de su organización
El papel que los revolucionarios profesionales desempe-
_'¿ \ 'Í '
\_¢,. ;
` ,1.._ _
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;.`-*.-if, -
que del simple hecho de que sus nombres son los únicos que
ñaron en todas las revoluciones modernas es importante y _
--=r- ,-
,..¬¿~<3:
.,« , |
`v=f>`=-
se conocen públicamente”. La causa de la revolución no es la
`\~_,':,_

muy significativo, pero desde luego no consistió en la prepa-


r›.\;1::
conspiración, y las sociedades secretas, si bien pueden tener
éxito en la comisión de unos cuantos crímenes espectacula-
v'

ración delas mismas. Los revolucionarios contemplaban y N-

analizaban la desintegración progresiva del Estado y de la res -generalmente con la cooperación de la policía secreta”-
sociedad, pero era poco lo que hacían, o lo que podían hacer, son, por regla general, demasiado secretas para que puedan
para precipitarla y dirigirla_ Incluso la ola de huelgas que ba- /
v~

I
hacer oír su voz en público. La pérdida de autoridad de los
rrió Rusia en 1905 y terminó por desencadenar la primera
o/
1». poderes existentes que procede siempre a toda revolución no
Revolución, fue completamente espontánea, sin que contara we
constituye en realidad un secreto para nadie, ya que sus ma-
con el apoyo de ninguna organización política o sindical, las 2
nifestaciones se producen de modo público y tangible, aun-
"-1
cuales, por el contrario, sólo se hicieron presentes durante el I
que no necesariamente espectacular; pero sus síntomas
X.
curso de la Revoluciónég. El estallido de la mayor parte de las x !
;,;¿:;: I
(descontento generalizado, malestar y desprecio por los go-
,V-

revoluciones ha sorprendido a los grupos y partidos revolu- /ff


-p5¿¡: I
bernantes) son difíciles de discernir, ya que siempre son de
cionarios en no menor medida que a los demás, y apenas
-..,¡¬,_
.zm
- r.,
_¬~.-.-,
_
'
I
_'
carácter equivoco”. Sin embargo, el desprecio, aunque no
i.
existe ninguna revolución cuyo estallido pueda ser atribuido % |
1
-.-

a sus actividades. Normalmente ocurrió al contrario: la Re- Ñ


.¬/
¿ I ?'0_ Maurice Duverger -cuyo libro Political' Parties. Their Organization
volución estalló y liberó, por así decirlo, a los revoluciona- K,-
I
I
ondricrivitjz in the Modern State (ed. francesa, 1951), Nueva York, 1961, es
rios profesionales de dondequiera que éstos se encontraran: _^-_\'--_
\"_"¿'Q'_-
'=--=x=__-
_'-¬-\._-- _
-,¬y:~_-
muy superior a todos los estudios anteriores sobre el tema- menciona un
'\.-_ l,
_,922- t-.__
la cárcel, el café o la biblioteca. Ni siquiera el partido de Le- .(

.-__$f_`~í“.>'_Í',_. .
ejemplo interesante. En las elecciones para la Asamblea Nacional de 1871
nin, constituido por revolucionarios profesionales, hubiera .¬.<¿,,_
'-'¢_<`- ¡ el sufragio ya era libre, pero, dado que no existían partidos, los nuevos vo-
_¡`¦¦'f_-'
tantes tendieron a dar sus votos a los fmicos candidatos que conocían, con
sido nunca capaz de «hacer›> una revolución; lo más que po-
_ I

-l1"-_-
__, : el resultado de que la nueva república fue la «república de los duquesa.
dían hacer era estar atentos y volver rápidamente a la patria ai

%
2
71. La actividad de la policia secreta para fomentar, en vez de prevenir,
en el momento preciso, es decir, cuando se producía el colap- _ :1¦1¦' I
er f
las actividades revolucionarias es especialmente notable en Francia du-
so. La observación hecha por Tocqueville en 1848 de que la si I
-*K
Ã-'.¦`-Q:-'I `.
rante el Segundo Imperio yen la Rusia zarista después de 1880. Al pare-
`;
monarquía cayó «antes de que la alcanzaran los golpes de los W./'_-`i¿_ E-
=a`ìi cer, no hubo ni una sola acción antigubernamental bajo el gobierno de
N I
- -¬-:__
Luis Napoleón que no hubiese sido inspirada por la policía; todos los
vencedores, los cuales se asombraron tanto de su triunfo siii
ataques terroristas mas importantes producidos en Rusia con anteriori-
como los vencidos de su derrota» ha probado su exactitud en ` _/ `-I * dad a la guerra y a la Revolución parecen haber sido obra de la policía_
diversas ocasiones. 1 =_<'.t¿ =
72. Así, la notable intranquilidad del país durante el Segundo imperio,
El papel de los revolucionarios profesionales normalmen- _-'\¬- ¦
por ejemplo, vino a ser contradicha por los resultados sumamente favora-
I
bles obtenidos en los plebiscitos organizados por Napoleón III, anteceso-
te no consiste en hacer una revolución, sino en llegar al po- --'-.:

res de nuestras encuestas de opinión pública. El último de ellos, en 1869,


der una vez que aquélla se ha producido, y la gran ventaja ma..isrä1silšz
.ski
.;.,< ¡I fue de nuevo una gran victoria para el emperador; lo que nadie señaló en
la época, y constituyó un factor decisivo un año después, fue que casi el 15
69. Vid. Anvveiler, ob. cit., p. 45. por ciento de las fuerzas armadas habian votado contra el emperador.
T

360 sonas La Rsvotucion s. La Taxnicion Rsvotocronaata r su Tssoao PERnino 361

haya sido uno de los motivos que han movido al revolucio- de la historia sagrada, la única institución completamente
nario profesional típico es, sin duda, uno de los resortes más nueva y espontánea de la historia revolucionaria pasase
potentes de la revolución; apenas ha existido una revolución inadvertida hasta el punto de ser olvidada.
a la que no se pueda aplicar la observación que Lamartine 'K
v' Armados con la sabiduría que nos da el tiempo transcu-
hizo sobre la de 1848: «La Revolución del desprecio». rrido, habría que matizar la a rmación anterior. Existen
No obstante, si bien es cierto que el papel desempeñado ciertos párrafos en los escritos de los socialistas utópicos, es-
por los revolucionarios profesionales en el estallido de la re- pecialmente en Proudhon y Bakunin, de los que cabe dedu-
\-

volución ha sido generalmente insignificante o inexistente, cir un cierto conocimiento del sistema de consejos. Lo cierto
su influencia sobre el curso real de la revolución ha demos- '\
es que estos pensadores políticos, esencialmente anarquis-
trado ser muy grande. Dado que hizo su aprendizaje en la es- /
\
'I

tas, no eran los más llamados a tratar de un fenómeno que


cuela de las revoluciones del pasado, ejercerá invariablemen- venía a demostrar con toda claridad que una revolución no
te su in uencia no en favor de lo nuevo e inesperado, sino de (
terminaba con la abolición del Estado y del gobierno, sino
aquello que viene a confirmar el pasado. Dado que su tarea que, por el contrario, se proponía la fundación de un nuevo
consiste en asegurar la continuidad de la revolución, tenderá Estado y el establecimiento de una nueva forma de gobierno_
a apoyarse en el precedente histórico, de tal modo que la imi- Más recientemente, los historiadores se han ocupado de las
tación consciente y nociva del pasado, a la que nos hemos re- semejanzas que sin duda existen entre los consejos y las co-
ferido antes, es, al menos parcialmente, consustancial a la munas medievales, los cantones suizos, los «agitadoress -o
naturaleza de su profesión. Mucho antes de que el revolucio- mejor dicho «ajustadores>›, según se les llamó originalmen-
nario profesional hubiese hallado en el marxismo su guía ofi- te- ingleses del siglo xvn y el Consejo General del ejército de
cial para la interpretación y la glosa de toda la historia pasa- Cromwell, pero lo realmente importante es que ninguno de
da, presente y futura, Tocqueville, ya en 1848, pudo escribir: éstos, con la posible excepción de la ciudad medieval”, ha te-
nido la más leve in uencia sobre los hombres que en el curso
La imitación [es decir, la imitación de 1789 por la Asamblea re- de las revoluciones se organizaron de manera espontánea en
volucionaria] era tan evidente que ocultó la terrible originalidad
de los hechos; tuve' siempre la impresión de que se había pro-
consejos.
puesto más interpretar la Revolución francesa que continuarlai3_ I
I
Por tanto, no se puede acudir a ninguna tradición, ni re-
volucionaria ni prerrevolucionaria, para explicar la apari-
< I

De nuevo, durante la Comuna parisina de 1871, sobre la 2'


1
ción y la reaparición del sistema de consejos a partir de la
'. :'_ É
que no tuvieron ninguna in uencia Marx ni los marxistas, al I":;:'E i
; Revolución francesa. Si dejamos de lado la Revolución de fe-
- '_f,\
=_:¬',~_
menos uno de los periódicos, Le Père Duchêne, adoptó los brero de 1848 en París, donde una cornrnission pour les tro-
nombres del viejo calendario revolucionario para designar _
`- 1
i
|
los meses del año. Resulta ciertamente extraño que en medio _`_¿,g¡__
74. Uno de los pronunciamientos oficiales de la Comuna de París
de esta atmósfera, en la que cada acontecimiento del pasado
Wi: subrayó esta relación de la forma siguiente: «C'est cette idée commun le
-id: }
__g3¿_: _!5 poursuivie depuis le douzieme siècle, af rmée par la morale, le droit
revolucionario era pensado y repensado como si fuera parte ___.,/_
- |
-__::¬¦,_-¦
P et la science qui vient de triompher le 18 mars 1871:-›_ Véase Heinrich
_ si-_
-3 .-S'i
_-,'-2» I
-_¦-<;c_
I
¡ Koechlin: Die Pariser Cornrnune von 1871 irn Bewnsstsein iirrer Anhrin-
73. Citado por Iellinek, ob. cit., p. 194. _-ffrs ¦
__›¿'.¿›
gen Basilea, 1950, p. 66.
¦
¬«.
P
T

ó. LA TRA DICI ON REVOLUCIONA RIA Y SU TESORO PERDIDO 363


352 sonas La Revotocioii

vaillears, fundada por el propio gobierno, se propuso como De las características compartidas en común por los conse-
única tarea las cuestiones de legislación social, las fechas jos resalta, en primer lugar, la espontaneidad de su naci-
principales de aparición de estos órganos de acción y gérme- /` miento y constitucíón, y ello porque contradice de modo
nes de un nuevo Estado, son las siguientes: 1870, cuando la
«Í

"- evidente y agrante «el modelo de revolución [teórico] del


capital francesa, asediada por el ejército prusiano, «se reor- siglo xx, planeada, preparada y ejecutada casi con exactitud
ganizó espontáneamente en un cuerpo federal en miniatu- científica por los revolucionarios profesionales»”'_ Es cierto
rar›," que formó después el núcleo de la Comuna de París en la que en todos los países donde la Revolución no fue derrota-
primavera de 187175; 1905, cuando la oleada de huelgas es- da ni seguida por algún tipo de restauración, la dictadura de
pontáneas a través de Rusia determinó la formación espon- partido único, es decir, el modelo propuesto por los revolu-
tánea de una dirección política al margen de todos los gru- cionarios profesionales, terminó por prevalecer, pero ocu-
pos y partidos revolucionarios, y los obreros de las fábricas rrió así sólo tras una lucha violenta con los órganos e institu-
se organizaron en consejos, sóviets, con el propósito de insti- ciones dela propia Revolución. Los consejos, por otra parte,
tuir un gobierno autónomo representativo; la Revolución de siempre fueron tanto órganos de orden como de acción, y
febrero de 1917 en Rusia, cuando «a pesar de existir diferen- fue su aspiración fundar el nuevo orden la que les enfrentó
tes tendencias políticas entre los trabajadores rusos, la orga- a los grupos de revolucionarios profesionales, quienes pre-
nización, es decir, el sóviet, no se discutió»i* ; 1913 y 1919 en tendían rebajarlos al nivel de simples órganos ejecutivos de
Alemania, cuando, tras la derrota del ejército, soldados y ui/ la actividad revolucionaria. Es cierto que a los miembros
obreros, en abierta rebelión, se constituyeron en Arbeiter de los consejos no les satisfacía discutir e «ilustrarse» acer-
and Soldarenra te y exigieron, en Berlín, que este Rätesystern ca de las disposiciones adoptadas por los partidos o las
fuese la clave de la nueva Constitución alemana y establecie- asambleas, de modo consciente y explícito deseaban la par-
ron, untocon los bohemios que frecuentaban los cafés en ticipación directa de todos los ciudadanos en los asuntos pú-
Múnich, durante la primavera de 1919, la Rrìterepablik báva- blicos del paísii' y, mientras existieron, no cabe duda de que
ra que tan corta vida tuvoii; la última fecha es, en fin, el oto- «cada individuo tuvo su propia esfera de acción y podía con-
ño de 1956, cuando la Revolución húngara dio nacimiento templar, por así decirlo, con sus propios ojos su contribución
M

desde el principio al sistema de consejos en Budapest, desde personal a los sucesos del día»3i_
dondelse propagó por todo el país «con rapidez increíble»f"3. Y
Y'

79. Sigmund Neumann: «The Structure and Strategy of Revolution:


"R

La simple enumeración de estas fechas puede sugerir una \.I'


.K

1848 and 1489» en The Journal ofPolitics, agosto, 1949.


continuidad que, en realidad, no existió. Lo que hace preci- v~
-› 80. Aniveiier, ob. cit_, p. 6, enumera las siguientes características genera-
samente tan extraordinaria la identidad de estos fenómenos _'-`¡«:
_f;§
Íšš |
i

les: «1_ Die Gebundenheit an eine bestimmte abhiingige oder unter-


es la falta de continuidad, tradición e in uencia organizada. - ¿te |I
-`-_i¿;`- -
drückte soziale Schicht, 2. die radikale Demokratie als Form, 3. die Revo-
-_`_\_$')
_'_\'.{
Pc*
“été
lutionäre Art der Entstehung», para concluir entonces: «Die diesen Räten
75. Iellinek, ob. cit., p. 71. .› {:'¿_| .
zugrundeliegende Tendenz, die man als “Riitegedanlten” bezeichnen
75- AHW¢11€1“› ob. cit., p. 127, cita esta frase de Trotsky.
fE:›">¿ :
kann, ist des Streben nach einer móglichst unmittelbaren, weitgerenden
77. Para lo iíltimo, véase Helmut Neubauer, ob. cit. :`t`fã,°`°ï'- und unbeschränkten Teilnahme des Einzelnen am óffentlichen Leben___»_
78. Véase Osl-:ar Anvveiler: «Die Räte in der ungarischen Revolution», 81. Según el socialista austriaco Max Adler, en el panfleto Dernokratie
en Ostearopa, vol. VIII, 1958. »M and Riitesystern, Viena, 1919. El librito, escrito en medio de la Revolu-

ai

|
T
I'
|

364 sositsui iuivotucioii «_ La ritanicioii asvotucioioiair-_ r su rssoito ii-siinino 365

Testigos presenciales de su actividad reconocieron a me- -=-'I> i


_-,.,-:_. | efecto, estos programas, por revolucionarios que fueran, no
nudo que la Revolución había producido una «regener-ación `_IÍ'/.`:`; Í
__-«y-,¡
_-_-_-/__; .
eran más que «fórmulas confeccionadas» que no exigían la
_;/ia ;
directa de la democracia», para, a partir de ahí, deducir que -_-›f';_' =
±'_f,›_- =
:ng-
;'.¦f_<¡`.
acción, sino la ejecución, «ser puestos vigorosamente en
_- J
tales formas de regeneración estaban condenadas, desgra- .I /_' ¦
-__f;§:_:±
_,,2,¿ ¦
práctica», según señaló Rosa Luxemburgo con notable pers-
ciadamente, al fracaso, ya que era evidente que la gestión di- 3-:_ _-
,-'_
picaciaiï Ahora sabemos la rapidez con que la fórmula teóri-
recta" de los asuntos públicos por el pueblo era imposible en /~
l
l
ca se disolvió al ponerse en ejecución, pero aunque la fórmu-
I'

las circunstancias del mundo moderno. Consideraron los la hubiese sobrevivido a su ejecución y hubiese demostrado
consejos como ensoñaciones románticas, como una especie incluso ser la panacea para todos los males, políticos y socia-
de utopía fantástica hecha realidad durante un instante efí- les, los consejos hubiesen terminado por rebelarse de todos
I
mero, a n de poner de relieve el carácter desesperadamente modos contra una política de tal índole, puesto que la dis-
/
romántico de los anhelos del pueblo, al que escapaba la reali- »V tancia entre los expertos de partido que «sabían» ylas masas
dad profunda de la vida. Estos realistas se inspiraron en el /'
I
populares que debían aplicar ese conocimiento no permitía
sistema de partidos, dando por supuesto que no existía otra tomar en cuenta la capacidad del hombre común para actuar
alternativa para el gobierno representativo y olvidando que y formar su propia opinión. En otras palabras, los consejos
la caída del Antiguo Régimen se había debido, entre otras estarían de sobra si el espíritu del partido revolucionario
cosas, a ese sistema. prevalecía. Siempre que se separa el conocimiento de la ac-
Lo verdaderamente notable delos consejos no fue sólo 'L ción, se pierde el espacio para la libertad.
que borrasen las líneas divisorias entre los partidos, que los No hay duda de que los consejos eran espacios de liber-
4
miembros delos diversos grupos se sentasen juntos en los |
|
tad. En cuanto tales, se opusieron sistemáticamente a pre-
consejos, sino que, en su seno, la existencia de los partidos
perdiese toda significación. Los consejos fueron en realidad vt
82_ El panfleto de Rosa Luxemburgo The Russian Revolution, traducido
los únicos órganos donde tenían asiento los hombres que no por Bertram D. Wolfe, 1940, de donde cito, fue escrito hace más de cua-
pertenecían a ningún partido. Debido a ello, entraron inevi- ,__- i tro décadas_ Su crítica de la «teoría de la dictadura de Lenin-Trotsky» no
_;_~ |
tablemente en conflicto con todas las asambleas, tanto con
__-lx"-if
:=;,;=- ¡
_'_;;_¿;_: ¡
I
ha perdido nada de su oportunidad y actualidad Ciertamente no podía
__;-I\¦_¡_.
.
prever los horrores del régimen totalitario de Stalin, pero sus palabras
los antiguos parlamentos como con las nuevas «asambleas -_\"-='\"I |
'-If.-¦=: i proféticas poniendo en guardia contra la supresión de la libertad políti-
'-Ir_<ì: I
constituyentes», por la sencilla razón de que éstas, incluso en -'-¿i¿: |
l
| ca y, con ello, de la vida pública parece todavía hoy una descripción rea-
sus alas más extremas, eran aún criaturas del sistema de par- I
lista de la Unión Soviética bajo el gobierno de Iruschov: «Sin elecciones
tidos. estas alturas de los acontecimientos, es decir, en me- '¦
I
generales, sin libertad total de prensa y reunión, sin un enfrentamiento
dio mismo de la Revolución, lo que separó sobre todo a los de la opinión, la vida desaparece de todas las instituciones públicas, lle-
ga a convertirse en una apariencia de vida, en la cual sólo la burocracia
consejos de los partidos fueron los programas de éstos; en z|^P
es el elemento activo. La vida pública se va adormeciendo, unas cuantas
5?
“Í


docenas de dirigentes del partido, de energía inagotable y con una expe-
ción, tlcn Cl rto Interés, porque_Adler, pese a darse cuenta de que los -¬ riencia ilimitada, dirigen y gobiernan. Entre ellos, en realidad sólo una
Y

CUHWJOS gozaban de una popularidad inmensa, sin embargo se precipi- t ä


V
| docena de individuos prominentes hacen todo y una élite de la clase tra-
a riepetir la antigua fórmula marxista según la cual no serían más que *Wi bajadora es invitada de vez en cuando [___} para aplaudir los discursos de
¡mp es «eine revolutionare Uebergansgsform», en el mejor de 103 casos, »¬
§¦ los dirigentes, y para ratificar las resoluciones propuestas por unanimi-
«eine neue Kampfform des sozialistischen Klassenl-:amfes»_ gig =
`2 dad: se trata, pues, del asunto de unos pocos.. _».
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355 suene La Ravoiucion i


s. La rasnicion asvoiucioivriiria r su rssoiio esaniiio 367
f__f_-:- .
_ .-»i-¢:-
uz-f¡: |i
_-_-_,
sentarse como órganos provisionales de la Revolución y, por `;}:›I |
ag. |
restaurados tras la derrota de la Europa de Hitler. En cual-
el contrario, hicieron cuanto pudieron para constituirse .mí
\`:'¦'-3'.
_.,__¦
-__, __ l
_-._._

,-ci"- i' quier caso, el papel desempeñado por los revolucionarios


como organos permanentes de gobierno. Lejos de ellos el
°'<l
öf-
_f-'¿."F,`1

"-ro-_f ì
profesionales y los partidos revolucionarios en estos desas-
deseo de una revolución permanente; su propósito declara- ni.,
_ _f¦'.<¿:¦: _
-vaig: I tres fue de bastante importancia y, por lo que a nosotros
do era «poner las bases de una república llevada hasta las úl- _`
-` I '_¦_'.~'›-
\
I;

nos interesa, fue el decisivo. Sin la consigna de Lenin


timas consecuencias, el único gobierno que clausurará para :xv-
1=:-s
.xt _à («todo el poder para los sóviets») nunca se hubiera pro du-
siempre la era de las invasiones y de las guerras civiles»; la
-;-ix:
vw ¡-
W L
lt cido la Revolución de octubre en Rusia, pero independien-
«recompensa>› que se esperaba al fin de la lucha no era nin- -'fx'-: ii
-§¡\`\__
:=-/_;_ 1
i temente de la sinceridad de Lenin al proclamar la Repú-
iìs;=_ 1
gun paraiso sobre la tierra, ninguna sociedad sin clases, _ \;__ -_
::;-:-" '.
--¢.
_, -_
- .-.'11 '
._--¿._..
f _ _ __
_'_” blica de los sóviets, lo realmente importante fue que su
ninguna fraternidad imaginaria socialista o comunista, sino ,W I
M
/-/-
pg l.

consigna estaba en abierta contradicción con los propósi-


«J
el establecimiento de «la verdadera república›› 3. Lo que ha- >^ tos proclamados por el partido bolchevique de «apoderar-
bía sido cierto para el París de 1871, era igualmente cierto " | se del poder», es decir, de reemplazar la maquinaria del Es-
para la Rusia de 1905, donde las intenciones «no simple- M.
-i/' tado por el aparato del partido. Si Lenin realmente hubiera
mente destructivas, sino constructivas» de los primeros
/vt

'X

deseado entregar todo el poder a los sóviets, hubiera con-


sóviets fueron tan evidentes que los testigos de la época «po- denado al partido bolchevique a la misma impotencia que
\ _-1
dían sentir la aparición y la formación de una fuerza que al- Á _' '
-e-
__,|,¡¿,_
.¿..__
_
caracteriza actualmente al parlamento soviético, cuyos
2 -'
gún día sería capaz de llevar a cabo la transformación del i
miembros, comunistas o no, son designados por el partido,
-'
EStado›>34_ K...-_ ¦'
'|______
I
sin lista rival y no son ni siquiera elegidos, sino aclamados
-zrišfa ¦
Fue justamente esta esperanza en la transformación del -::\`}¦_-`
os; `F
-«_§<_
`-fr'_:<Í- = por los votantes. Aunque el con icto entre el partido y los
'=:-/-'-'-
____¿:_¡¡ i!

Estado, en una forma nueva de gobierno que permitiría consejos se agudizó debido a la pretensión de estos últimos
'|
a cada miembro de la sociedad igualitaria moderna llegar a de ser los únicos representantes «verdaderos» de la Revolu-
ser «partícipe» en los asuntos públicos, la que iba a ser se- ción y del pueblo, lo que se debatía era de mucha mayor
pultada por los desastres de las revoluciones del presente trascendencia.
siglo. Sus causas fueron múltiples y variaron según los paí- , Lo que ponían en cuestión los consejos era el sistema de
ses, pero las fuerzas delo que generalmente se llama reac- '_¿_-=-- ¦
-,_,_ .
partidos en cuanto tal, en todas sus formas, y este con icto
ción y contrarrevolución no fueron las más importantes. Al 'ft
í_\I-2';,
_.ä___

-:--_-
-__< se agudizó en todas las ocasiones en que los consejos, naci-
im;

repasar la historia de la Revolución en nuestro siglo, lo que _¡¡j'-¡'x-?`--'1__'.:¦-_-**:-


fi
f_-Í dos de la Revolución, se enfrentaron al partido o a los par-
más impresiona no es la solidez de dichas fuerzas, sino su _'-:9: |
i
tidos cuyo único objetivo había sido siempre la revolución.
_-_'/,<:;
debilidad, la frecuencia con que fueron derrotadas, la faci- zëaéi Considerado desde la avanzadilla de una república soviética
1--ii i
lidad con que triunfó la Revolución y, en fin, aunque no la :__}-_; '
-'_\`_ f

auténtica, el partido bolchevique era desde luego más peli-


menos importante, la extraordinaria inestabilidad yla falta __/-_
¡
groso, aunque no menos reaccionario, que todos los demás
de autoridad de la mayor parte de los gobiernos europeos ll-iii
`_-fe?
partidos del régimen derrotado. Por lo que se re ere a la for-
'_-ri

ma de gobierno -y en to das partes los consejos, a diferencia


83. Véase Iellinelc, ob. cit_, pp. 129 yss_ .sl
de los partidos revolucionarios, estaban muchísimo más in-
84. Véase Anweiler, ob. cit., p. 1 10. -si ».-
:,¿¿-,`¦

L-Íïff I
teresados en el aspecto político de la revolución que en el so-
.'¡<_I~
-.-1

i
i
I-Él:
363 sonas La asvoLUcióN I s. La Taanicion anvotuciouaiiia r su 'riisoao Pai-:nino 369
J
l
<
___x_ -

cialis-, la dictadura del partido único es sólo la última etapa __¬_¬,


_:
l federativo. A fin de probar que Odysse Barrot estaba en lo
en el desarrollo del Estado nacional en general y del sistema iii li
-_,_<_
l cierto, tenemos que dirigir nuestra atención a la Revolución
multipartidista en particular. Actualmente, todo esto puede i¡'~'€
__`.<¡
Sa
¿--
-vai
-r". de febrero de 1917 en Rusia y a la Revolución húngara de
n-
Q.
parecer un lugar común, cuando las democracias multipar- - wi. /_-

1956, las cuales duraron lo suficiente como para mostrarnos


tidistas europeas han declinado hasta tal punto que lo que se .X1
Ã.¿,
«/tf 'I a grandes rasgos qué tipo de gobierno se proponían y qué
»Jo

pone en juego en cualquier elección francesa o italiana son _-gg


_\¿-¡-
r--_
-==¿:= tipo de república hubiera surgido si ambos se hubiesen fun-
«las propias fundaciones del Estado y la naturaleza del ré- dado sobre los principios del sistema de consejos. En ambos
gimen››86_ Es instructivo comprobar cómo ya en 1871 se i casos, consejos o sóviets habían surgido por todas partes, to-
›_\›
l
presentó el mismo con icto, durante la Comuna de París, .,(, I
¢-;~ É
»-._ talmente independientes los unos de los otros, consejos de
i

cuando Odysse Barrot formuló con extraña precisión la di- K


K i
v
I
obreros, soldados, campesinos en Rusia y los tipos más dis-
ferencia principal, sobre la base de la historia de Francia, en- /-'
M' pares de consejos en el caso de Hungría: consejos de vecinos
tre la nueva forma de gobierno propugnada por la Comuna 4
Z |
I (que aparecieron en todos los distritos residenciales), conse-
y el antiguo régimen que pronto iba a ser restaurado bajo un /'
jos llamados revolucionarios (que surgieron de la lucha en
ropaje diferente, no monárquico: 1 común en las calles), consejos de escritores y artistas (naci-
“7 I
-»_
dos en los cafés de Budapest), consejos de estudiantes y jóve-
En tant que révolution sociale, 1871 procede directement de .Á
N
nes en las universidades, consejos de obreros en las fábricas,
1793, qu il continue et qu'il doit achever.._ En tant que révolution -
'›-f..
~ tb
consejos en el ejército, entre los funcionarios, y otros mu-
politique, au contraire, 1871 est réaction contre 1793 et retour à x--_
_//."'

-lef- chos más. La formación de un consejo en cada uno de estos


1789... li a eƒjfacé du programme les rnots “une er indivisible” et '§Ãl'_:'-
:¦'-,\`_'

grupos tan dispares convirtió en institución política una se-


rejetté liidée autoritaire qui est une idée monarchique... pour se '< e.:
/_-'_-11.

railier a_i'idéeƒ.e'dérarive, qui estpar exceiience Fidée libérale et ré-


'.š¬-

5 mejanza más o menos accidental. Lo que más llama la aten-


pubhcainegi (la cursiva es mía). l¬'\ '
ción en este proceso espontáneo de crecimiento es que en
.I
ambos casos la constitución de estos órganos independien-
tj, i
¦.- tes y completamente distintos no duró más de unas semanas
Son sorprendentes estas palabras, porque fueron escritas _. q.
¦_'f?,'
en Rusia y sólo unos pocos días en Hungría, para iniciar un
en un momento en que apenas existía ninguna prueba -so- -3:'
v-.
2,1:
7-=:
_/_\__ pro ceso de coordinación e integración mediante la forma-
bre todo para personas que no estaban familiarizadas con la
Q'- ción de consejos superiores de carácter provìncial o regional
historia de la Revolución americana- de la estrecha cone- lg.
IÍ'=¡"'
donde podían ser elegidos delegados para asistir a una
xión existente entre el espíritu revolucionario y el principio Y*

asamblea que representase a todo el país”. Al igual que los


primitivos pactos, «coasociaciones» y confederaciones de la
85. Es característico que al justi car la disolución de los consejos obre- *Ó
`f
rw
época colonial de Norteamérica, aquí vemos surgir el princi-
ros en chciembre de 1956, el gobierno húngaro alegase: «Los miembros -A
¿fe
WN
pio federal, el principio de liga y alianza entre entidades in-
del consejo de obreros de Budapest deseaban ocuparse exclusivamente Qgot
____,
3-

de los asuntos políticos». Véase Oskar Anweiler en el artículo citado an- Â'

ri
teriormente. - Il-fa
'_~'5^
\ç-- 88. Para los detalles de este proceso en Rusia, véase el libro de Anvvei-
86. Así Duverger, ob. cit., p. 419. ler, ob. cit_, pp. 155-158 y también el artículo del mismo autor sobre
87. Citado por Heinrich Koechlin, ob. cit., p. 224. :_-`.*¿'

Hungría.
~. .

i
-¡-ø-`

re<=-sf;Í _"iš.;¿›fx
370 sosiista aiivotuciou s. i_r¬_ Taanicioiv itevoi_i.icioi«~i_fiiii_-i. r su Tssoao rsiinioo 371

dependientes, a partir de las condiciones elementales de la impregna a todo el cuerpo político”. Si tuviéramos que cla-
acción misma, sin que se dé ninguna in uencia de la especu- .M
Z
sificar los regímenes contemporáneos de acuerdo con el
É
lación teórica acerca de las posibilidades del gobierno repu- \«

principio del poder sobre el que reposan, veríamos que la
blicano en territorios extensos y sin que la coherencia sea re- 2
4,
_-f
distinción entre dictaduras de partido único y sistemas mul-
H.
sultado de la amenaza que representa un enemigo común. El tipartidistas es mucho menos importante que la diferencia
objetivo común era la fundación de un nuevo cuerpo políti- que separa a ambos respecto a los sistemas bipartidistas.
co, un nuevo tipo de gobierno republicano que reposase so- Después de que la nación «habia calzado las botas del prín-
bre las «repúblicas elementales» de tal modo que su poder cipe absoluto» en el siglo Xix, llegó la hora en el siglo xx de
central no despojase a los cuerpos constituyentes de su ori- «-

M
que el partido se pusiese las botas de la nación. Por tanto, es
'*<

ginario poder constituyente. En otras palabras, los consejos, perfectamente natural que las características típicas del par-
;~;›_:
celosos de su capacidad para la acción y para la configura- tido moderno -su estructura aristocrática y oligárquica, su
i
ción de la opinión, estaban llamados a descubrir la divisibili- _:¿r;
_-412 falta de libertad y de democracia interna, su tendencia a «ha-
ftšïš
dad del poder así como su consecuencia más importante: la tv”,
- if,.-
Í:'<zf- i cerse totalitario», su pretensión de infalibilidad- brillen por
necesaria separación de poderes dentro del gobierno. ,gg
su ausencia en los Estados Unidos y, en grado menor, en
rÉ›'s›:s
Se ha observado frecuentemente que Estados Unidos y ._ |
.,\¡,i_~._¡
_¿,_.
i Gran Bretaña”.
-.=/.~:
Gran Bretaña son dos de los pocos países donde el sistema de 2_†Í5ÍE_';
,_¿_,_ 1
1-.zi l
- ,K I.
Sin embargo, aunque pueda ser cierto que, en cuanto ins-
partidos ha funcionado de forma adecuada para asegurar la trumento de gobierno, sólo el sistema bipartidista ha proba-
estabilidad y la autoridad. Lo que ocurre en ambos casos es
_ _¿¦$.¡`_.
=_;-ff,
I
do su viabilidad y, al propio tiempo, su capacidad para ase-
que el sistema bipartidista coincide con una constitución :$31: '
-_;'¿:
2
*«-
gurar las libertades constitucionales, no es menos cierto que
que descansa sobre la distribución del poder entre las diver- l
A | su mejor logro ha sido un cierto control de los gobernantes
sas ramas del gobierno y lo que, en último término, asegura 1”

f i
I
por parte de los gobernados, pero no ha permitido que el
su estabilidad es, por supuesto, el reconocimiento de la opo- -»_¦_
='_;:_>- l
ciudadano se convierta en «partícipe» en los asuntos públi-
sición como una institución del gobierno. Tal reconocimien- _=,, |
~-_»,:

to, sin embargo, sólo es posible si se parte del principio de `__`3".c 5


:|
___¦¦,--_
___¿¿ I
.st-;-_ . 89. Duverger, ob. cit_, p. 393, señala acertadamente: «Gran Bretaña y los
que la nación no es une et indivisible y que la separación de '(4'/Í '
:_._¦¿¿¿§ I
wi: 'I
Dominios, con un sistema bipartidista, se diferencian mucho de los paí-
poderes, en vez de ser causa de impotencia, genera y estabili- `_:_1=-_-=:
_,`¿¦_ jI
_.,._¦
_¡___;¿ ,_ ses continentales, con un sistema multipartidista, y [___j están mucho
za el poder. Es el mismo principio el que permitió a Gran
I-'_¡`¬'æ'¿ É
I_§}',- _:

I
más cerca de los Estados Unidos a pesar de su régimen presidencialista_
Bretaña organizar sus vastas posesiones y colonias en una En efecto, la distinción entre sistemas de partido único, bipartidistas y
multipartidistas tiende a convertirse en el criterio fundamental para cla-
(
_Z

Commonwealth e hizo posible que las colonias británicas de G1-_

sificar los regímenes contemporáneos». Sin embargo, cuando el sistema


América del Norte se unieran en un sistema federal de go- bipartidista no es más que un artificio técnico y no está acompañado del
bierno. Lo que diferencia a los sistemas bipartidistas de estos reconocimiento de la oposición como instrumento de gobierno como,
países, independientemente de cuáles sean sus diferencias, por ejemplo, en la Alemania actual, es probable que termine siendo tan
de los sistemas multipartidistas de los Estados nacionales *_-se = inestable como el sistema multipartidista.
M-
la-S-2. .
90. Duverger, quien señala esta diferencia entre los países anglosajones
europeos no es de ningún mo do un simple artificio técni- -f
¦

y los Estados nacionales continentales, se equivoca, a mi juicio, al atri-


_,gfj_
co, sino un concepto radicalmente diferente del poder que buir al liberalismo «anticuado» las ventajas del sistema bipartidista.
-_- '
.. .lí

372 sonas La Rsvottlcloiv '| s. Lx Taxnrcion asvotuctonaam r su 'rssoao Psamno 373


l
cos. Lo más que puede esperar el ciudadano es ser «represen- _'i-?-
bierno de los pocos en su propio interés; lo que ahora llama-
tado>›; ahora bien, la única cosa que puede ser representada _ L',L-_-C
_ ,_/_¡
.='~-
,›-¿_ I.
r mos democracia es una forma de gobierno donde los pocos
y delegada es el interés o el bienestar delos constituyentes,
-.<':_- |`
2523: i
gobiernan en interés de la mayoría, o, al menos, así se supo-
-1211
Í
pero no sus acciones ni sus opiniones. En este sistema son in- 'Í-Âif
-ÉÍILÍ
_/_>¿. a
i
ne. El gobierno es democrático porque sus objetivos princi-
v'

discernibles las opiniones de los hombres, por la sencilla ra~ pales son el bienestar popular y la felicidad privada; pero
zón de que no existen. Las opiniones se forman en un proce- `.'$'/`-
~ :'-
puede llamársele oligárquico en el sentido de que la felicidad
so de discusión abierta y de debate púbiico, y donde no pública y la libertad pública se han convertido de nuevo en el
existe oportunidad para la formación de las opiniones, pue- J privilegio de unos pocos.
¡
den existir estados de ánimo -estados de ánimo de las masas Los defensores de este sistema, que en realidad es el siste-
y también de los individuos, "no siendo éstos menos velei- .-. /_
..;¡<;-_
--:;\.-
ma del Estado del bienestar, no tienen más remedio, supues-
._\_.

dosos e indignos de confianza que las primeras-, pero no 22;.-


. /Á-.'.'
tas sus convicciones democráticas y liberales, que negar la
opiniones. Por eso, lo mejor que pueden hacer los represen- É ,'-.N

1 ;-'= misma existencia de la felicidad pública Y de la libertad pú-


: 7;-*.'

tantes es actuar como actuarían sus constituyentes por blica; deben insistir en que la política es una carga y que su
sí mismos si tuvieran oportunidad de hacerlo. No ocurre lo objetivo nal no es en sí mismo político. Estarán de acuerdo
mismo con lo que atañe al interés y al bienestar, los cuales .É con Saint-Iust: <<La1iberté du peuple est dans sa vie privée; ne
¿.5-
s
pueden ser determinados de modo objetivo, y donde la ne- .I,'vf-I-
Ó. . .
¿rx2'
I

la troublez point. Que le gouvernement '[...] ne soit une force


I
cesidad de acción y decisión surge de los diversos con ictos i que pour proteger cet état de simplicité contre la force
existentes entre los grupos de intereses. Los votantes, a tra- .-.\.
¦›'*Í¡Ã'
._'.¿¿:
meme». Si, por otra parte, las conmociones profundas de
ves de los grupos de presión, Iobbies Y otros intermediarios, -ji:
_ ¿__
.'-XC:
nuestro siglo les han enseñado a perder su ilusión liberal en
._-.,,

pueden in uir sobre las acciones de sus representantes por lo 'J una cierta bondad innata del hombre, estarán dispuestos a
que respecta al interés, es decir, pueden forzara sus repre- -12:3
.. ¦'.-NI
._,;_
---....- a rmar que «nunca se ha visto a un pueblo que se gobernara
sentantes a ejecutar sus deseos a costa de los deseos e intere- ¦-¿:¦
a sí mismo», que la «voluntad del puebio es profundamente
ses de otros grupos de votantes. En todos estos casos, el vo- .¢:»¿. anárquica: quiere hacer lo que le place», que su actitud hacia
tante actúa movido por el interés de su vida y bienestar -.-'<1:
«-_-_
I-!'.'¦.
'.`1'.5¦ todo gobierno es <<hosti1›› debido a que «gobierno Y coerción
privados, y ei residuo de poder que se reserva se asemeja más _.,§.
»-
›.._<-
son inseparables» y la coerción por definición «es exterior al
:-;;-r-

a la coerción vergonzante con que el chantajista exige la obe- _».-_:



$1 ,.
constreñido››91, _
diencia de su víctima que al poder que resulta de Ia acción Y 5.15-'
Tales afirmaciones, difíciles de probar, son más difíciles
la deliberación colectivas. Sea como fuere, el pueblo, en ge-
2':-"|¿.
='-'t'.¿-
._,y__
._\<¿
gg
i aún de refutar, pero los postulados sobre los que se basan no
neral, y los científicos dela política, en particular, han tendi- x son difíciles de identificar. Teóricamente, el más importante
do a creer que los partidos, debido a que monopolizan las
`<.-
-<
3'
P Y pernicioso de todos ellos es la identidad que se ha estable-
3
candidaturas, no pueden ser considerados como órganos É* cido entre epueblo» y masas, identidad que se presenta como
populares, sino que, por el contrario, son instrumentos muy
Í», |
eficaces para cercenar y controlar el poder del pueblo. El go- «-.-
M
¢'3«<
91. De nuevo utilizo a Duverger -ob. cit., pp, 423 Y ss.- quien en estos
bierno representativo se ha convertido en la práctica en `=.~Í¿
'.;-x-
-'SÉ
párrafos no es, sin embargo, muy original, pues se limita a expresar un
.fšï
gobierno oiigárquico, aunque no en el sentidoclásico de go- .-_,Pr,

=`š*-ìf;
|
sentimiento muy extendido en Francia Y Europa durante la postguerra.
.-.;---.f.

I
|
J
374 SOBRE Let REVOLUCIÓN
s. La Taxntcion sevotuctonaaia v su 'rasoao Psaoioo 375

la propia evidencia a todo el que vive en una sociedad de ma- realismo de Saint-Iust, en el empeño, más o menos conscien-
Ju

sas y está expuesto constantemente a sus numerosas irrita- te, de ignorar la realidad de los consejos y dar por supuesto
ciones, Esto es cierto para todos nosotros, pero el autor al que no existe ni nunca ha existido ninguna alternativa al sis-
que cito vive, por si fuera poco, en uno de esos países donde /«-
tema actual.
¿'

los partidos han degenerado hace mucho tiempo en movi- Lo cierto, desde el punto de vista histórico, es que los sis-
mientos de masas que operan al margen del Parlamento y :`ï›;›_-
temas de partidos y consejos son casi coetáneos; no se cono-
han invadido las esferas privada y social de la vida familiar, =}ì`¿
cían con anterioridad a las revoluciones y ambos son conse-
de la educación y de los asuntos económicos y culturales”. cuencia del dogma moderno y revolucionario de que todos
Donde ha ocurrido así, la identidad a la que me refería tiene los habitantes de un determinado territorio tienen derecho a
todos los visos de la evidencia. Es cierto que el principio de (`

ser admitidos en la esfera pública y política. Los consejos, a


organización de tales movimientos se corresponde con la Iv

diferencia de los partidos, han surgido siempre del seno mis-


existencia de las masas modernas, pero su enorme atracción mo de la revolución, han brotado del pueblo como órganos
es consecuencia dela hostilidad y suspicacia del pueblo fren- \.-

espontáneos para la acción y el orden. Vale la pena detenerse


te al sistema de partidos existente y al modo de representa- en esta última consideración; no hay nada que se oponga
ción predominante. Donde no existe esta desconfianza, tal tanto al antiguo adagio, según el cual la ausencia de coerción
como ocurre en los Estados Unidos, la sociedad de masas no gubernamental determina la aparición inmediata de las in-
šég-
conduce a la formación de movimientos de masas, en tanto -.;._-_-f
_ ,.=<.;:
-_-__ ,
clinaciones enaturales» del pueblo hacia la anarquía, como la
que hay países que, pese a no haberse desarrollado por com- -
:¿.'..<E-_-

- E Z-'_ constitución de los consejos, los cuales en todas las circuns-


rr

pleto tal tipo de sociedad, como es el caso de Francia, son /

tancias en que se presentaron, y de modo muy especial en la


presa de los movimientos de masas como consecuencia de la N-
Revolución húngara, se preocuparon por la reorganización
hostilidad existente contra el sistema de partidos y parla- de ia vida politica y económica del pais y del establecimiento
mentario. Desde un punto de vista terminológico, podría de un orden nuevoii. Los partidos -a diferencia de las típicas
"` |'
afirmarse que cuanto más notorios son los fracasos sufridos |^
facciones de todos los parlamentos y asambleas, fuesen éstos
por el sistema de partidos, resultará tanto más fácil para un v
I
hereditarios o representativos- no han surgido nunca, hasta
movimiento no sólo atraer y organizar al pueblo, sino tam- '.'¦`-'í
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_/-_ ahora, de una revolución; o la han precedido, como ha ocu-
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bien hacer de él una sociedad de masas. En la práctica, el M


rrido en el siglo xx, o se han desarrollado con la extensión
<< realismo» corriente, la falta de confianza en las facultades -'\`I¢¦ '_
-“:'_-2-r-:
-Ef-.`Í¡
-_?-__._ del sufragio popular. Debido a ello, el partido, fuese una ex-
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políticas del pueblo, se asienta sólidamente, al igual que el __ |
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tensión de la facción parlamentaria o una creación realizada
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al margen del parlamento, ha constituido una institución
92. El defecto mayor y en cierto modo inexplicable del libro de Duver- _-_y-'_

destinada a suministrar al gobierno parlamentario la nece-


ger es su renuncia a distinguir entre partido y movimiento. Seguramen- :~'/
f,
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fi., saria sustentación popular, por lo cual siempre se entendió
te se da cuenta de que sería incapaz de contarnos la historia del partido =Él'-
J.,-_

comunista sin tener que señalar el momento en que el partido de revolu- _¦f`¿\'
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_-_,-¬ _

cionarios profesionales se convirtió en un movimiento de masas. Las dì- 5?»-


_-_r '_
sv.«ÉX'- 93. Ésta fue la evaluación del Report en the Problem eƒHungnry de las
ferencias enormes existentes entre los movimientos fascista o nazi y los `-`5?'Z_'
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ÉÍ«/" Naciones Unidas, 1959. Para otros ejemplos que apuntan en la misma
ef
partidos de los regímenes democráticos fueron aún más obvias. xf:

dirección, véase el artículo de Anwelier ya citado.


-1..
.-,¡_
-.«.
376 soaiu-:LaRavo1_uc1oN s. La Taaotctoxv Rsvotuctonaaln r su Tssono Psanloo 377

que el pueblo, mediante el voto, expresaba su sufragio, en tar eran en el fondo problemas de administración, que de-
tanto que la acción política era una prerrogativa del gobier- bían ser tratados y decididos por expertos, en cuyo caso has-
no. Si los partidos se convierten en órganos militantes e in- ta los representantes del pueblo carecerían de una esfera de
tervienen activamente en el dominio de la acción política, acción verdaderamente propia, sino que serían funcionarios
violan tanto el principio que los inspira como la función que administrativos, cuya actividad, aunque de interés público,
están llamados a desempeñar en el gobierno parlamentario, no se diferenciaría en lo esencial de la gestión privada. Si el
es decir, se hacen subversivos, cualquiera que pueda ser su último de estos postulados fuese cierto -¿y quién podría ne-
doctrina e ideología. La desintegración del gobierno parla- gar que, en nuestras sociedades de masas, la esfera política se
mentario -en Italia o Alemania, después de la Primera Gue- ha retraído mucho y ha sido reemplazada por aquella «admi-
rra Mundial, por ejemplo, o en Francia, después de la Segun- nistración de las cosas» que Engels predecía para la sociedad
da- ha puesto de relieve en repetidas ocasiones que hasta sin clases?--, entonces no hay duda de que los consejos debe-
partidos que apoyaban el start: que en realidad minaban el rían ser considerados como instituciones atávicas sin tras-
régimen desde el momento en que rebasaban sus limitacio- cendencia alguna en la esfera de los asuntos humanos. Ahora
nes institucionales. La acción y la participación en los asun- bien, lo mismo, o algo muy similar, hubiera terminado por
tos públicos, una aspiración lógica de los consejos, no son ocurrir muy pronto con el sisteina de partidos; en efecto, ad-
forzosamente señales de salud y vitalidad, sino de decaden- ministración y gestión, en cuanto actividades dictadas por
cia y perversión en una institución cuya función primaria ha ±
las necesidades que subyacen a todo proceso económico, son
4
sido siempre la representación. D ':1_ï='
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por esencia no sólo no políticas, sino también no partidistas.
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Es cierto que la característica esencial de los sistemas de i En una sociedad de abundancia los intereses de los grupos
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partidos, por lo demás muy diferentes entre sí, es que <<“de- __ ¦,¿_.¦.
=_;:f.
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en con icto ya no necesitan ser resueltos unos a costa de
signan” los candidatos que deben ocupar los cargos electivos otros, y el principio de oposición es válido únicamente en la
del gobierno representativo», y quizá no sea equivocado a r- -`i¿:'
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medida en que existan posibilidades de elección verdaderas
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mar que «sel acto de designación basta para dar nacimiento a tas-
.-.?.; que trasciendan las opiniones objetivas yverificables de los
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un partido políticos”. Por ello, desde su origen, el partido en expertos. Cuando el gobierno se ha transformado realmente
cuanto institución dio por supuesto sea que la participación -t.¿~¡,
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:-Q-|_ en administración, el sistema de partidos sólo puede produ-
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de los ciudadanos en los asuntos públicos estaba garantiza-


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cir incompetencia y despilfarro. La única función no anti-
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da por otros órganos públicos, sea que tal participación no .gw-
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cuada que el sistema de partidos puede llevar a cabo en tal
era necesaria y que los estratos de población recientemente rìút '
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régimen sería mantenerlo a salvo de la corrupción de los
!
admitidos debían contentarse con la representación, sea, en
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funcionarios públicos, y para eso dicha función sería reali-
ršì .
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fin, que todas las cuestiones políticas del Estado del bienes- zada mucho mejor y más eficazmente por la policíai .
\

12%-éiäiäïšs $5. Cassinelli, ob. cit_, p. 77, ilustra con un ejemplo divertido el carácter
94. Véase el interesante estudio del sistema de partidos realizado por C. minoritario de los grupos de votantes que poseen una preocupación ge-
W. Cassinelli, ob. cit., p. 21. El libro es sólido en cuanto se re ere a la po- _¡_ nuina y desinteresada por los asuntos públicos. Supongamos, nos dice,
lítica americana, pero es demasiado técnico y superficial cuando discute que se ha producido un gran escándalo en el Gobierno y que, como re-
los sistemas europeos de partidos. sultado del mismo, el partido de la oposición es elegido para ocupar el
...,,,¿:___
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¿_-.-

378 sosatta asvotuclou s. La Titamelón RsvoLUcIoNatua Y su Trasono Psnnmo 3 79

El conflicto entre estos dos sistemas, el de partidos y el de favor del partido y la dictadura de partido único no fue sólo la
consejos, ocupó un lugar privilegiado en todas las revolucio- superioridad de poder o de decisión para aplastar a los conse-
nes del siglo xx. Lo que se ponía en juego era el problema de la `<«
I jos mediante el uso despiadado de la violencia.
representación frente a la acción yla participación. Los conse- I
| Si es cierto que los partidos revolucionarios no compren-
jos eran órganos de acción, los partidos revolucionarios eran |
dieron nunca hasta qué punto el sistema de consejos se con-
órganos de representación y, aunque los partidos revoluciona- .I
fundía con la aparición de una nueva forma de gobierno, no
rios reconocieron sin entusiasmo a los consejos como instru- es menos cierto que los consejos jamás fueron capaces de en-
mentos dela «lucha revolucionaria», intentaron en plena revo- tender que el aparato gubernamental de toda sociedad mo-
lución apoderarse de ellos desde dentro; sabían muy bien que derna debe realizar necesariamente funciones de adminis-
ningún partido, por revolucionario que fuese, sería capaz de --.f
.Íf2.ì;1 I
'

tración. El error fatal cometido siempre por los consejos ha


sobrevivir a la transformación del gobierno en una verdadera ~_Ä'/; I sido que no supieron distinguir claramente entre la partici-
república soviética. Desde el punto de vista de los partidos, la pación en los asuntos públicos y la administración o gestión
necesidad de acción era transitoria y estaban seguros de que, de las cosas en interés público. Bajo la forma de consejos de
tras la victoria de la Revolución, toda acción ulterior sería in- obreros, han intentado repetidas veces hacerse cargo de la
necesaria o subversiva. No fueron ni la fe ni el ansia de poder gestión de las fábricas y todos estos ensayos han terminado
los factores decisivos que determinaron esta nueva actitud de I
en lúgubres fracasos. «E1 deseo de las clases trabajadoras -se
¦- los revolucionarios profesionales contra los órganos revolu- f nos dijo- ha sido cumplido. Las fábricas serán administra-
i

1" cionarios del pueblo; ello se debió, sobre todo, a las conviccio- das por los consejos de obreros>›9'f'_ El llamado deseo de las
nes fundamentales que los partidos revolucionarios compar- clases trabajadoras parece más bien un esfuerzo del partido
i'
tían con los demás partidos. Como ellos, creían que el objetivo x __-
uç- _- |
_¬¡_-___¦
1 _ -_-_
revolucionario para contrarrestar las aspiraciones políticas
del gobierno era el bienestar del pueblo y que la esencia de la de los consejos, expulsar a sus miembros de la esfera política
¬f_,.«-.vw-¿_
politica no era la acción, sino la administración. En este pun- y con narlos en las fábricas. Esta sospecha se apoya en dos
to, debemos reconocer que todos los partidos, desde la dere- -55:?-:¡ !
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datos: los consejos han sido siempre órganos fundamental-
1
cha a la izquierda, tienen mucho más de común entre sí que lo mente políticos, con pretensiones sociales y económicas de
-I que tenían en común los grupos revolucionarios y los conse- i
segundo rango, y fue precisamente esta falta de interés por
jos. Por otra parte, lo que iba a decidir en su día el problema en |
las cuestiones sociales y económicas la que, a juicio del parti-
do revolucionario, era una señal indudable de su mentalidad
poder. <<Si, por ejemplo, el 70 por ciento del electorado vota en las dos
ocasiones y el partido recibe 55 por ciento de los votos antes del escán- -_<.-_ J eburguesa, abstracta y 1iberal››9i_ En realidad era signo de su
dalo y 45 por ciento después, sólo se puede atribuir una preocupación 11;-. I
Í?`¿;-_*
_

por la honestidad del gobierno a un 7 por ciento del electorado, sin que 17,. '
ze; -
«_ | 96. Con estas palabras los sindicatos húngaros se unieron a los conse-
en este cálculo se tomen en cuenta otras posibles motivaciones para el _=_›*¿ I
122€ i
Lili
jos obreros en 1956. Conocemos el mismo fenómeno durante la Revolu-
cambio de voto». Se trata de una simple suposición, pero se acerca mu- «-
ción rusa y durante la guerra civil española.
cho a la realidad. Lo importante no es que el electorado, según toda evi- lo

97_ Éstos fueron los reproches dirigidos contra la Revolución húngara


dencia, no se encuentre preparado para descubrir la corrupción en el
-_¡_|_< I

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por el partido comunista yugoslavo_ Véase el artículo de Anvveilen Estas
gobierno, sino que no pueda confiarse en él para que elimine la corrup- ~< - ¦
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_-åÍ< '
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objeciones no son nuevas; se utilizaron muchas veces en términos casi
ción mediante el voto. '_.¿,,..
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idénticos durante la Revolución francesa.
- ›.

II
330 sosiis La asvotuciou s_ La T1"-otntclotv asvotuctonaatx Y su Tssoao Pi-:animo 331

madurez politica, en tanto que el deseo de los trabajadores les hizo tan poco dignos de crédito para cualquier propósito
de dirigir ellos mismos las fábricas era un signo de la com- político.
prensible aspiración, aunque irrelevante desde el punto de La libertad, donde quiera que haya existido como realidad
vista político, a elevarse a puestos que hasta entonces habían tangible, ha estado siempre limitada espacialmente. Ello se
estado monopolizados por la burguesía. pone especialmente de manifiesto en la más elemental e im-
No hay por qué pensar que los hombres de la clase traba- portante de todas las libertades negativas, la libertad de mo-
jadora carezcan de talento para la gestión administrativa; la vimiento; las fronteras del territorio nacional o los muros de
dificultad residía simplemente en que los consejos no eran la ciudad-estado abarcaban y protegían un espacio dentro
los órganos más apropiados para ejercer esas facultades. En del cual los hombres podían moverse libremente. Tratados y
efecto, los hombres en quienes depositaban su confianza y garantías internacionales hacen posible una ampliación de
que eran elegidos de su propio seno eran seleccionados de esta libertad territorialmente limitada a los ciudadanos que
acuerdo a criterios políticos, a su lealtad, a su integridad están fuera de su propio país, pero, incluso bajo el supuesto
personal, a su capacidad de juicio y, a veces, a su valor físi-
/-
de las actuales circunstancias, sigue siendo evidente la coin-
co. Los mismos hombres que eran capaces de desenvolverse cidencia fundamental entre libertad y un espacio limitado.
perfectamente en la actividad política, estaban destinados a Lo dicho de la libertad de movimiento es también válido en
fracasar en la administración de una fábrica o en otras fun- buena medida para la libertad en general. La libertad en su
ciones administrativas_ En efecto, las cualidades del estadis-
___¿,<_
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N..
'.-11».
aspecto positivo es sólo posible entre iguales, y la igualdad
'I¬f,'_ïI

ta o del político y las cualidades del gestor o del administra-


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»_,
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no es en modo alguno un principio universalmente válido,
dor no son las mismas y es raro que se den en el mismo ,_ I
I
sino que, a su vez, es únicamente aplicable con limitaciones
I

individuo; el uno debe saber tratar a los hombres en el cam- /.-`:':' |


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e incluso dentro de límites espaciales. Si identi camos estos
espacios de libertad -que de acuerdo con el espíritu, si no a
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po delas relaciones humanas, cuyo principio es la libertad, *_--

y el otro debe saber administrar cosas y personas en una es- :'Í

|
la terminología de John Adams, también podríamos llamar
fera de la vida cuyo principio es la necesidad. Los consejos Í
espacios de las apariencias- con la propia esfera política, los
de las fábricas introdujeron un elemento de acción en la ad- podríamos concebir como islas en el mar o como oasis en el E i

-i
l
ministración de las cosas, lo cual sólo podía crear el caos. .-1
desierto. La imagen, según creo, nos es sugerida no sólo por
la plasticidad de la metáfora, sino por la propia historia.
F
f_|

A estos intentos condenados de antemano deben precisa- I


i
-i
l
mente su mala fama los consejos. Pero aunque es cierto que El fenómeno que hay tras todo esto es generalmente cono- ii
l

fueron incapaces de organizar o, mejor dicho, reconstruir el cido con el nombre de <<é1ite>>, término que me incomoda, no
sistema económico del país, también es cierto que la princi- a causa de que dude que el modo de vida político haya sido
pal razón de su fracaso no fue la anarquía del pueblo, sino nunca ni llegue a ser nunca el modo de vida de la mayoría, y
sus cualidades políticas. Por otra parte, la razón por la que ello pese a que la actividad política atañe por definición a
los aparatos de los partidos lograron, pese a todos sus de- algo más que a la mayoría, es decir, en sentido estricto, a la
fectos -corrupción, incompetencia y despilfarro- tener éxi-
v'
suma total de los ciudadanos. Las pasiones políticas -el valor,
to donde los consejos habían fracasado reside en su estruc- la búsqueda de la felicidad pública, el gusto por la libertad
tura originalmente oligárquica y hasta autocrática, lo que pública, una ambición por la superación independientemen- !

f'
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-_-.1
¡É
332 SOBRE La RsvoLUc1óN e_ La 'rnaotclou tu-Lvotuctonaala Y su Tssono Psaumo 333

te no sólo de la posición social y de los cargos públicos, sino poco los notorios abusos practicados, tales como haber in-
también del éxito y del reconocimiento- no son probable- troducido en la política los métodos de la Avenida Madison,
mente tan raras como solemos pensar por vivir en una socie- a través de los cuales la relación entre representantes y elector
dad que ha corrompido todas las virtudes, transformándolas se transforma en la relación propia de vendedor y compra-
en valores sociales; pero ciertamente son excepcionales en dor. Incluso si existe una comunicación entre representante y
cualquier circunstancia. Lo que me disgusta del término «éli- votante, entre la nación y el parlamento -y la existencia de tal
te» es que supone una forma oligárquica de gobierno, el do- comunicación constituye la diferencia más visible entre los
minio de la mayoría por unos pocos. A partir de aquí se pue- gobiernos británico y norteamericano y los de Europa Occi-
de a rmar -y así lo ha hecho todo el pensamiento político- dental- esta comunicación nunca se establece entre iguales,
que la esencia de la política es el poder y que la pasión políti- sino entre quienes aspiren a gobernar y quienes consienten
ca predominante es la pasión de poder y de gobierno. Todo 1'
en ser gobernados. Es consustancial al sistema de partidos
esto, según creo, es profundamente falso. El hecho de que las sustituir «la fórmula “gobierno del pueblo y por el pueblo”
eélites» políticas hayan determinado siempre el destino polí- por esta otra: “gobierno del pueblo por una elite que procede
tico de la mayoría y hayan ejercido, en muchos casos, un do- d€lpu6l9l0”››93.
minio sobre ella, indica, de un lado, la cruel necesidad en que
I'
Se ha dicho que «el signi cado más profuiido de los parti-
se encuentran los pocos de protegerse contra la mayoría o, dos políticos» reside en que suministran «la estructura nece-
para ser más exactos, de proteger la isla de libertad en que ha- saria para que las masas puedan reclutar entre sus miembros a
bitan contra el mar de necesidad que les rodea; también indi- .ac-_ sus propias élites››99, y es cierto que fueron principalmente los
ca, de otro lado, la responsabilidad que recae automática- partidos los que abrieron las puertas de la carrera política a
mente sobre quienes se interesan por el destino ajeno. Pero ni los miembros de las clases inferiores. El partido, en cuanto
esta necesidad ni esta responsabilidad afectan a la esencia, a institución básica del gobierno democrático, corresponde sin
la sustancia de sus vidas, que es la libertad; ambas son acci- duda a una de las tendencias principales de la Edad Moderna,
dentales y secundarias con respecto a lo que realmente ocu- ;_,~_-:-
la nivelación constante y universalmente creciente de la socie-
rre dentro del espacio limitado de la isla. Traducido allen- dad; pero esto no signi ca de ningún modo que se correspon-
-if.-`:
,¿,_____
guaje de las instituciones actuales, el lugar donde la vida -_*-2-2';
17. :-`-
da con el signi cado más profundo de la revolución en nues-
I.

política de un miembro del gobierno representativo se actua-


-¦_\\
vx L
!
tros tiempos. La «élite que procede del pueblo» ha sustituido a
liza sería en el parlamento y en el congreso, donde se mueve las élites anteriores reclutadas por el nacimiento o la riqueza;
entre sus iguales, sin que interese el tiempo que pueda gastar no ha signi cado nunca la posibilidad de que el pueblo que
en sus campañas de propaganda, en la recolección de votos I
pueblo entrase en la vida política y llegase a participar en los
y en escuchar a los votantes. Lo que importa no es simple- asuntos públicos. La relación entre una élite gobernante y el
mente la evidente falsedad de este diálogo en el gobierno mo-
4
Í
pueblo, entre los pocos que constituyen entre sí un espacio
derno de partidos, donde el votante tiene que limitarse a público, y la mayoría cuyas vidas transcurren al margen y en
prestar su consentimiento o a expresar su descontento res- 7°'

pecto a una decisión que (a excepción de las elecciones pri- 98. Duverger, ob. cit., p. 425.
marias norteamericanas) se adopta sin contar con él, ni tam-
-/Â
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ri:-'_
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..,.›;«
_- ,.. _
99. rafa., p. 426.
W
:Íïf-1
334 sosiisiaasvoiuciou s. La Titaoicioiv aevoiucioic-iaiii r su Tasoiio ver-.nino 335

la oscuridad, sigue siendo la misma de siempre. Desde el pun- propuesto y comprometido en una empresa común. Tras ser
to de vista de la revolución y de la supervivencia del espíritu elegido y recibido por el consejo superior inmediato, el dipu-
revolucionario, la dificultad no estriba en la aparición de una tado se encontraba de nuevo entre sus pares, puesto que los
nueva élite; no es el espíritu revolucionario, sino la mentali- diputados en todos los escalones de este sistema eran quienes
i
dad democrática de una sociedad igualitaria la que tiende a 2!
habían recibido un especia.-Í voto de confianza. No hay duda
negar la incapacidad evidente y la notoria falta de interés de de que si se hubiera desarrollado completamente, esta for-
|
grandes sectores de la población para los asuntos políticos en Í
ma de gobierno habría adoptado una estructura piramidal,
cuanto tales. La dificultad consiste en la falta de espacios pú- 1 que es, desde luego, la forma propia del gobierno autoritario.
blicos alos que pudiera tener acceso el pueblo y en los cuales Pero si en todos los gobiernos autoritarios que conocemos la
pudiera seleccionar una élite, o, más exactamente, donde pu- autoridad es filtrada desde arriba, en este caso la autoridad
diera seleccionarse a si misma. En otras palabras, la dificultad no se hubiera generado ni en el vértice ni en la base, sino en
reside en que la pohtica se ha convertido en una profesión y en l todos los escalones de la pirámide; lo cual constituiría, sin
i

una carrera y que, por tanto, la élite es elegida de acuerdo con


.Ii
I
duda, la solución a uno de los problemas más graves de toda
normas y criterios que son no políticos por naturaleza. Es in-
I
I
la política moderna, que consiste no en reconciliar libertad e
!- herente al sistema de partidos que los auténticos talentos polí- F igualdad, sino en reconciliar igualdad y autoridad.
s
ticos se revelan en rarísimas ocasiones, y aún es más raro que (Debemos decir algo, a fin de evitar malentendidos: Los
r
las cualidades específicamente políticas sobrevivan a las ma- ¦ principios para la selección de los mejores, según se deduce
l
~:¬'\' niobras mezquinas de la política de partido con sus exigen- _¢-
:-.ç
|
l
del sistema de consejos -el principio de autoselección en los
r

li cias de auténticas técnicas comerciales. Por supuesto, los órganos políticos populares y el principio de confianza per-
i-_ -
¡_-<_
E¡__ hombres que tuvieron asiento en los consejos eran también -':c
N.
l sonal en su despliegue en una forma federal de gobierno- no
ais-
¦-
¦-
una élite, la única élite política popular surgida del pueblo =;<-_-_'
l son válidos universalmente; sólo son aplicables dentro de la
hasta entonces en el mundo moderno, pero no eran- nombra- esfera política. Las élites culturales, literarias, artísticas,
dos desde arriba ni apoyados desde abajo. Con respecto a los .¿_,,¿._
_; científicas, profesionales e, incluso, sociales de un país de-
consejos rudimentarios que surgieron de la convivencia o el
.'_i 2'.”

penden de criterios muy diversos, si bien brilla por su ausen-


trabajo en común, podría decirse que fueron resultado de un `f_E','-
/fi:
¡'<_¦¦"2
cia el criterio de la igualdad. Otro tanto ocurre con el princi-
proceso de autoselección; los que se organizaron espontánea- :,'Ir_:I_
- - 'Six
pio de autoridad_ El rango de un poeta, por ejemplo, no es
1-fï

mente fueron quienes lo deseaban ytomaron la iniciativa; for-


-=._-.-_
decidido por un voto de confianza de sus colegas, ni por una
maron la élite política del pueblo alumbrada por la revolu- ( orden superior, sino, al contrario, por aquellos que aman la
ción. Desde estas «repúblicas elementales», los consejeros ei»
poesia pero son incapaces de escribir un verso. El rango de
eligieron después a sus diputados para el consejo superior in- ,G
ra
un científico, por otra parte, lo determinan sus colegas, pero
mediato, y estos diputados, a su vez, fueron seleccionados por no sobre la base de cualidades personales, sino por criterios
sus iguales, sin estar sometidos a ninguna presión ni de arriba 5 objetivos que están situados más allá de la discusión o la per-
ni de abajo. Su título sólo reposaba sobre la confianza de sus -.a|
-:-_
suasión. Las élites sociales, en n, al menos en una sociedad
' !
iguales y esta igualdad no era natural, sino política, pues no 3. igualitaria donde no cuenta ni el nacimiento ni la riqueza,
-al
eran iguales por nacimiento; era la igualdad de quienes se han son el resultado de un proceso de discriminación.)
.vw
"i?¬i_t›'¿*¿
K
É

33,5 sosite La Rsvoiucioii s. La raanicióiir Rsvoiucioivaaia r sU TI-¿sono P-Eimiuo 337

Podría resultar tentador ampliar las competencias de los Todo esto, y probablemente mucho más, lo perdimos
consejos, pero es mucho más prudente decir con Iefferson: cuando el espíritu de la Revolución -un espiritu nuevo y, a la
«Instituyámoslos con un propósito de nido; pronto mostra- vez, el espíritu de dar origen a algo nuevo- no logró encon-
rán ser los instrumentos más adecuados para otros objeti- trar su institución adecuada. No hay nada que pueda com-
vos››; los instrumentos más adecuados, por ejemplo, para di- pensarnos de esta pérdida ni de evitar su carácter irrepara-
solver la sociedad de masas moderna, con su tendencia ble, salvo la memoria y el recuerdo. Dado que el depósito de
peligrosa a la formación de movimientos de masas pseudo- la memo-ria es custodiado y vigilado por los poetas, cuya ta-
políticos, o los instrumentos más naturales y adecuados para rea consiste en descubrir y crear las palabras con las que vi-
conferir arraigo popular a una aélite» que no es elegida por vimos, quizá sea prudente volvernos hacia dos de ellos (uno
nadie, sino que se constituye a sí misma. El gozo de la felici- moderno, el otro antiguo) a fin de hallar la articulación
dad pública Y las responsabilidades por los asuntos públicos aproximada del contenido real de nuestro tesoro perdido. El
serían compartidos entonces por aquellos pocos hombres de poeta moderno es René Char, probablemente el más lúcido
todas las clases sociales que tienen el gusto por la libertad de cuantos escritores franceses se unieron a la Resistencia
pública y no pueden sentirse <<fe1ices›› sin ella. Desde un pun- durante la Segunda Guerra Mundial. Su libro de aforismos lo
-'. to de vista político, éstos son los mejores y constituye la tarea escribió durante el último año de la guerra y era una antici-
`/`.
IP-

de un buen gobierno y la señal de una república bien ordena- pación francamente pesimista de la liberación; sabía que en
da asegurarles su puesto en la esfera pública. Ahora bien, tal lo que les atañía se trataría no sólo de la liberación bien reci-
,_
¿_ forma earistocráticas de gobierno significaría el fin del su- bida de la ocupación alemana, sino también de la liberación
s-=
if fragio universal como lo entendemos hoy; en efecto, sólo de la «cargas de los asuntos públicos. Significaría regresar de
-.~.
-2,
ii
-1,__ aquellos que como miembros voluntarios de una «república nuevo al épaisseur triste de sus vidas y ocupaciones privadas,
,..
4.. e1en1ental›› han demostrado que les preocupa algo más que a la «depresión estéril» de los años anteriores a la guerra,
.¦.

¦'.
su felicidad privada y que se preocupan por la situación del cuando parecía que una maldición pesaba sobre todo lo que
t-:; -
;.
mundo tendrian derecho a hacer oír sus opiniones en el go- ellos hacían: «Si sobrevivo, sé que tendré que prescindir de la
bierno de los asuntos de la república. Sin embargo, esta ex- fragancia de estos años fundamentales, que tendré que re-
if
2--
clusión de la política no sería peyorativa, pues una élite poli- nunciar (no reprimir) a mi tesoro». Para él, el tesoro era ha-
berse «enconrrado a sí mismo», no tener que dudar más de su
<._
|I.
tica no es en modo alguno lo mismo que una élite social,
cultural o profesional. La exclusión, por otra parte, no de- propia esinceridad», no necesitar de máscara ni de ficción
pendería de un cuerpo extraño; si los miembros del mismo =:¢=_ para mostrarse en público, poder presentarse ante los demás
son auto-elegidos, los no miembros son autoexcluidos. Tal I
¦|
L
y ante si mismo como era en realidad, poder, en fin, soportar
É

autoexclusión, lejos de ser una discriminación arbitraria, en


¬<- I
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«su propia desnudez››“'°. Estas meditaciones son significati-
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realidad daría sustancia y realidad a una de las libertades ne- »Q


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vas por cuanto son testimonio de un autodescubrimiento in-
gativas más importantes de que hemos gozado desde la Anti- \
voluntario, del gozo de manifestarse en la palabra y en los
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güedad, es decir, la libertad de la política, que fue desconoci- hechos sin los equívocos ni las autocríticas que son inheren-
da en Roma y Atenas y que políticamente es quizá la cuota \`v>'\2ï
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más importante de nuestra herencia cristiana. _ 100. René Char: Feuiiiets d'Hyprios, París, 1946. -
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tes a la acción. Pese a todo, quizá sean demasiado «moder-


Bibliografia
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nas», demasiado centradas en su autor, para que puedan pe-


netrar hasta el meollo de esa «herencia que nos fue legada sin
necesidad de testamento alguno».
Sófocles, en Edipo en Cc-lona, la obra de su vejez, escribió
estos famosos y espantosos versos:

M tpüvou. 'còv áiitotvrot vt.-


) itöi 1,6-fov. to 3” šrtei. cpotvij,
Bñvott xsïp” örcóbev nep “ij-
xei. noìtö Ssú-tspov dir; tdxtpta.

«No haber nacido es la mayor de las venturas, y una vez


nacido, lo menos malo es volverse cuanto antes allá de donde
Acroit, Lord: Lectures on the French Revoiation ( 1910), Nueva York,
es uno venido.›› También nos hace saber, por boca de Teseo,
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el fundador legendario de Atenas y su portavoz, lo que hacía ADAMS, John: Works (10 vols.), Boston, 1851.
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