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ISSN: 1405-6313
lacolmena@uaemex.mx
Universidad Autónoma del Estado de
México
México
“Aquel para quien todo resulta muy natural, para quien todo resulta muy fácil de entender, para
Aceptado: 29 de mayo de 2014 Keywords: philosophy; ethics; Garcia Morente, Manuel; research
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como el niño que no entiende nada y para quien
todo es problema (García, 1975: 24-25).
anuel García Morente (1886-1942) fue El filósofo, sugiere García Morente, ha de ser como
un filósofo español que se desempeñó principalmen- un niño: inquieto, curioso, entrometido, pregun-
te como profesor universitario, aunque también fue tón, explorador infatigable. Porque el pensamien-
traductor al castellano de algunas obras de pensa- to es eso, viaje y aventura, travesía y travesura. El
dores alemanes como Immanuel Kant (1724-1804), filósofo debe entonces, como el infante, maravillar-
Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716), Edmund se de sí mismo y del mundo que lo rodea en su afán de
Husserl (1859-1938) y Oswald Spengler (1880- saber lanzarse a lo desconocido. Filosofar es jugar
1936). Escribió pocos textos, pero quizá el más —como el niño— a hacer preguntas; pero hacerlas
conocido sea Lecciones preliminares de filosofía, que ‘en serio’. Filosofar es con-jugar la conciencia de la
surgió luego de que impartió en 1937 un curso de ausencia con el deseo de saber, con el ansia de lle-
filosofía en la Universidad de Tucumán, Argentina. nar el vacío que nos carcome.
En esa obra, García Morente sostiene que la filoso- El niño que es mordido por el asombro y la curio-
La Colmena 83 julio-septiembre de 2014 ISSN 1405-6313
fía, para ser entendida, debe ser ‘vivida’; es decir, sidad pregunta incansablemente y no teme pasar por
no basta una idea o una definición de ella, se pre- ignorante, porque sabe que lo es y no se apena de ser-
cisa una vivencia. La filosofía, agrega, es algo que lo. Al niño, en su deseo de saber, en esa inclinación
el hombre hace, que ha hecho históricamente. Es hacia el conocimiento, no le incomoda cuestionar; sabe
entonces un hacer que surge de la inquietud y la que hacerlo es una vía para responder sus inquie-
intranquilidad; que-hacer que emana del desconoci- tudes. Sus interrogantes nacen del asombro, de esa
miento, pero también del deseo de saber. Así, la filo- formidable capacidad humana de mirar y admirar el
sofía emerge a partir de una insaciable curiosidad y universo, de saberse, a un tiempo, iguales al mundo
es, ante todo, una disposición de ánimo. Ésta, vale y diferentes a él. La filosofía es, bajo esta perspectiva,
precisar, ha de ser como la de un niño que, ignoran- un modo de ser, pero también de conocer.
do, se esmera en preguntar, en aprender. La palabra griega que alude al asombro del que
emerge la filosofía es thaûma. y experimentar eso
Es absolutamente indispensable que el aspiran- que se llama admiración es, dice Platón en el "Teete-
te a filósofo se haga bien cargo de llevar a su to", característico del filósofo. Pero ¿cómo admirar-
estado una disposición infantil. El que quiere ser nos en un mundo aletargado, entumecido?, ¿cómo
filósofo necesitará puerilizarse, infantilizarse, hacer brotar esa ‘divina inquietud’ si al crecer, enve-
hacerse como el niño pequeño. jecer, madurar, envejece también nuestra mente y
¿En qué sentido hago esta paradójica afirmación se endurece? ¿Cómo hacer brotar la duda, la curio-
de que el filósofo conviene que se puerilice? La sidad y el deseo de saber en un mundo donde
hago en el sentido de que la disposición de áni- creemos saber demasiado? ¿Cómo dejar de vivir
mo para filosofar debe consistir esencialmente en anestesiados?
percibir y sentir por dondequiera, en el mundo Es difícil tener ‘una’ respuesta, sin embargo, la
de la realidad sensible, como en el mundo de los filosofía es en sí misma una reacción ante lo descono-
objetos ideales, problemas, misterios; admirarse cido; una que nos lleva a interrogar, a formular pre-
de todo, sentir lo profundamente arcano y miste- guntas. Algunos se cuestionan, por ejemplo, ¿por qué
rioso de todo eso; plantarse ante el universo y el existimos?, ¿de dónde viene el ser humano?, ¿por qué
propio ser humano con un sentimiento de estupe- tenemos que morir?, ¿cómo se creó Dios?, ¿qué es la
facción, de admiración, de curiosidad insaciable, vida?, ¿qué es la nada?, ¿existe el destino?, ¿existe
moral. Filosofar no sólo trae consigo el deseo de ne vivir en el tiempo sabiendo que el tiempo existe,
saber y conocer la verdad, también implica respon- me estoy preguntando qué significa despertarme
sabilidad y compromiso con el propio pensamien- por las mañanas, saber que me voy a morir. Me
to y la propia acción. Lo anterior hace de la filosofía estoy preguntando por el significado de ser humano
una tarea personal y una experiencia intransferible (Savater, 2012: 76).
que ha de nacer de cada uno y ser, por ello mismo, ori-
ginal, al partir de un compromiso vital, de una voca- Pero ¿cómo podemos distinguir una pregunta filosó-
ción, de un llamado a ser; preguntas que cada quien fica de una que no lo es? Fernando Savater sostiene
ha de plantearse en algún momento de la vida e inten- que una pregunta filosófica toca temas de interés
tar responder. general; es decir, aborda cuestiones que competen a
¿Cómo podemos saber si no estamos soñando?, cualquier persona. No tiene que ver, entonces, con
¿por qué los sentidos nos engañan?, ¿qué hay más lo que decimos, hacemos o queremos, sino con ‘lo
allá del mundo?, ¿existe vida en otros planetas?, que somos’. Interrogar filosóficamente implica escu-
¿cuántos cabellos hay en la cabeza de un ser huma- driñar algo más sobre nosotros mismos.
no?, ¿por qué crecen las uñas y no un dedo mutilado?, Pero digamos algo más, si hay preguntas ins-
¿por qué envejecemos?, ¿qué son las ideas?, ¿de trumentales y esenciales, también existen seudo-
dónde provienen?, ¿a dónde se van las ideas que preguntas y seudoproblemas. El filósofo deberá,
olvidamos?, ¿qué es el amor?, ¿es lo mismo amar en primera instancia, pasar por el tamiz de su con-
que estar enamorado?, ¿por qué discutimos con la ciencia cada desafío para discernir, para quitar lo
gente que queremos? Éstas y otras preguntas coti- accesorio de lo medular y reconocer cuándo un
dianas que emergen de las relaciones efectivas, rea- obstáculo es un problema falso y cuándo toca aspec-
les, de unos individuos frente otros, son cuestiones tos esenciales. Lo anterior implica, desde luego, una
que plantean desafíos prácticos y teóricos. Interro- actitud crítica, lo cual va más allá de la admiración
gantes como las que se plantea la gente común son y la perplejidad. Respecto a ésta, Aristóteles escribió
las que debe responder el filósofo en lugar de eva- que los hombres:
dirlas. Tal vez por esto Jean-François Revel sugirió
que “los filósofos deberían negarse un poco más a comenzaron a filosofar al quedarse maravillados
responder las preguntas de los filósofos y un poco ante algo, maravillándose en un primer momento
Respecto a la admiración, José Rubén Sanabria arreglo, de una desarmonía, de un alejamiento del
afirmó que ésta “es la actitud filosófica de quien vive hombre respecto a todo lo que le rodea. La filoso-
en la esperanza de que las cosas se abran graciosa- fía tiene que ver, como pensó José Blanco Regueira
mente a nuestra mirada” (1979: 26). Pero precisa: (1974-2004), con un disgusto ante la incapacidad
de resolver el más grande de los enigmas: la existen-
No toda extrañeza, ni toda reflexión, ni toda actitud cia humana (Blanco,1997).
problemática, tienen, sin más naturaleza filosófi- ¿Cuál es pues el valor de la filosofía?, ¿por qué
ca. El hombre común se admira; su admiración, debe ser estudiada? Russell responde:
empero, es momentánea y superficial. El cientí-
fico se admira, y su extrañeza es más duradera y la filosofía debe ser estudiada, no por las respues-
profunda, pero es parcial. En cambio, el filósofo se tas concretas a los problemas que plantea, pues-
admira y su admiración es radical y total. El filóso- to que, por lo general, ninguna respuesta precisa
fo se extraña de su propia extrañeza; se extraña de puede ser conocida como verdadera, sino más
sí mismo y de la totalidad de las cosas […] Enton- bien por el valor de los problemas mismos; porque
ces puede ser verdad lo que decían los antiguos, estos problemas amplían nuestra concepción de lo
que el filósofo, a fuerza de extrañarse de todo, aca- posible, enriquecen nuestra imaginación intelec-
ba por no extrañarse de nada. Se extraña de todo, tual y disminuyen la seguridad dogmática que cie-
aun de sí mismo, y, sin embargo, nada le es extra- rra el espíritu a la investigación; pero ante todo,
ño (1979: 26). porque por la grandeza del Universo que la filo-
sofía contempla, el espíritu se hace a su vez más
Para Sanabria, el filósofo ha de aprender a asom- grande y llega a ser capaz de la unión con el Uni-
brarse ante las cosas sin dejarse absorber por ellas. verso que constituye su supremo bien (1977: 187).
Y asombrarse supone una apertura vital que el sen-
tido común asfixia. Por ello la filosofía lucha en su La seguridad dogmática imposibilita la reflexión.
contra, porque el sentido común trae consigo juicios Por ello, el valor de la filosofía está en los problemas
sin reflexión, es decir, pre-juicios; también hábitos, frente a los que nos coloca. Como bien dice Fernan-
creencias y costumbres simples. Asimismo, el senti- do Savater, “la filosofía no sirve para salir de dudas,
do común teje un velo impenetrable que nos impide sino para entrar en ellas” (2012: 77). Preguntarnos