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Resulta curioso que en la exposición que actualmente se exhibe en el MUNAL, de todo lo ahí

exhibido, lo más novedoso de toda la muestra sean las fotografías de Carmen Mondragón /
Nahui Olin vestida, esa era una gran curiosidad que tenía: ¿Cómo se vestía en su vida cotidiana
ella? Porque hasta el momento, las fotografías que más fácilmente se pueden encontrar de
Nahui Olin de cuerpo completo son sus fotografías de desnudos y las de tipo credencial, donde
evidentemente está vestida pero el encuadre es sólo de los hombros para arriba. Al menos en
la red internet, buscando imágenes de ella, esas son las que se encuentran.

Por eso, al encontrarme a la Nahui Olin vestida, fue toda una conmoción, porque desnuda
resulta un ser atemporal, en cambio vestida adquiere la temporalidad o marco contextual para
ubicarla y pensarla en su justa dimensión temporal.

Con su sombrero de calle y sus vestidos de telas vaporosas y traslúcidas, de un corte recto, con
pliegues a la cintura hechos con un listón marcando la cintura, hasta el tobillo, medias negras,
zapatos de charol negros también.

O esa otra, donde está más elegante con un traje tipo sastre con saco y falda tres cuartos, con
unas encantadoras botas con botonadura lateral, bolsa de mano y sombrero de fieltro.

Pero de todas estas fotografías que no había tenido la oportunidad de ver, me quedo con la
secuencia de fotografías donde descubrí, no solo a la Nahui Olin de la vida cotidiana, descubrí
a la Nahui Olin Performancera, en dónde en un inmueble religioso está ella frente a un retablo
barroco, otra más en el jardín de ese mismo lugar, con una quinqué frente su rostro o con un
ramo de flores yaciente en las baldosas, vestida de monja.

Algo así como Santa Carmen del movimiento perpetuo.

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