Vous êtes sur la page 1sur 19

Evolución

historica de la
tributación

Régimen
tributario y
previsional

1
Evolución histórica de
la tributación
Enseña García Vizcaíno que:

Con el advenimiento del Estado moderno aparecieron los "tributos" en


sentido estricto, esto es, como manifestaciones del poder de imperio
estatal. Sin embargo, a lo largo de la historia, antes de ese advenimiento
se sucedieron prestaciones exigidas por los reyes, los príncipes, los
señores feudales, a las cuales también denominaremos "tributos",
aunque en el sentido lato del término. (García Vizcaíno, 2015, p. 9).

La autora menciona que un remoto principio de la India contenido en el


Arthashastra o la ciencia de la riqueza, de Kantilya, que data del año 300 A.C.,
que luego retomaría Adam Smith para su teoría económica, expresa "así como
los frutos deben ser cosechados del árbol cuando estén maduros, así los
recursos deben recaudarse cuando las rentas estén presentes" (García
Vizcaíno, 2015, p. 10).

También refiere que:

En el Antiguo Egipto, había ciertos gravámenes sobre los consumos y los


réditos en la época de los Ptolomeos. Además (…)un impuesto en
cereales pagadero por todos, y quienes no cultivaban cereales debían

2
comprarlos (esto fue un antecedente de la tributación extrafiscal o
imposición de ordenamiento) (…) El Génesis (capítulo 41) se refiere a la
imposición de la quinta parte en cereales (20 %) para afrontar el hambre
del pueblo que José interpretó en los sueños del faraón.” (García
Vizcaíno, 2015, p. 10).

La misma autora repasa los impuestos que se registraron en Grecia,


mencionando los siguientes tributos: “sobre el capital de la eisfora, por las
necesidades de la guerra contra Esparta; la liturgia, para las fiestas públicas, los
gastos de lujo y otros (…); y la triearquía, para armar la flota (…) impuesto
progresivo sobre la renta.” (García Vizcaíno, 2015, p. 10).

Añade que también en Roma existieron: “tributos importantes, que sirvieron


de antecedente de tributos modernos; p. ej, la vicesima hereditatum (impuesto
sobre las herencias) (…), ciertos impuestos sobre las ventas (…) y antecedentes
de extrafiscalidad (…) los ultro tributa…” (García Vizcaíno, 2015, p. 10).

García Vizcaíno cita varias referencias bíblicas sobre imposición de tributos en


la Edad Antigua, de las cuales transcribimos unas de las más célebres y
trascendentes, sin duda, es la contenida en el Evangelio de San Mateo:

Más adelante en el mismo Evangelio (Mt. 22, 17-22) se ilustra sobre la


pregunta hecha a Jesús acerca de si "'¿Está permitido pagar el impuesto
al César o no?'. Pero Jesús, conociendo su malicia, les dijo: 'Hipócritas
¿por qué me tienden una trampa? 19 Muéstrenme la moneda con que
pagan el impuesto' Ellos le presentaron un denario. 20 Y él les preguntó:
'De quién es esta figura y esta inscripción'. 21 Le respondieron: 'Del
César'. Jesús les dijo: 'Den al César lo que es del César, y a Dios lo que es
de Dios'. 22 Al oír esto quedaron admirados, y dejando a Jesús, se
fueron". No olvidemos que la profesión del primer evangelista, San
Mateo, era la de cobrador de tributos. (García Vizcaíno, 2015, p. 10).

Comenta la autora que en el Imperio Romano a partir de la Lex Julia Municipalis


se crearon “localidades denominadas fora y conciliabula, que constituían
ciudades independientes, tenían la facultad de ordenar su administración
interior, y sus habitantes, el derecho de ciudadanía al mismo tiempo que se les
fijó (…) la obligación de contribuir a las cargas impuestas (munera).” (García
Vizcaíno, 2015, p. 10).

3
En relación a los tributos en la Edad Media (época feudal), Hegel señala que las
notas distintivas de los tributos medievales derivaban de una obligación privada
del vasallo para con el señor feudal, que tiene que ver con la contingencia, la
arbitrariedad y la violencia.

En ese periodo los reyes podían cobrar distintos tributos, por ejemplo sobre la
tierra, impuestos personales, consumos, entre otros. Destaca la autora que “las
palabras ´tributo´ e ´impuesto´ implicaban un signo de servidumbre o vasallaje
que se pagaba a cambio de protección” y que bajo ese criterio “los
conquistadores imponían tributos a los pueblos conquistados”. (García
Vizcaíno, 2015, p. 10).

A partir de esas imposiciones injustas es que se produjeron a la largo de la


historia gran cantidad diferentes contiendas, levantamientos, incluso guerras.
García Vizcaíno al analizar los efectos políticos de los impuestos manifiesta:

La palabra "gravamen", de por sí, alude a lo gravoso o pesado del pago


que se requiere del contribuyente. Cuando el "peso" del impuesto es
excesivo, ello provoca descontento en los contribuyentes; si la
insatisfacción se generaliza, aparecen las protestas, que pueden llegar a
levantamientos, y hasta revoluciones y guerras.
P. ej., el triunfo de los barones ingleses sobre el monarca al lograr que
se otorgara la Carta Magna de 1215, estableciendo que ningún tributo
—salvo casos excepcionales— podía ser impuesto sin el consentimiento
del Consejo del Reino, concepto reproducido en la Petición de Derechos
de 1628, y con la sanción del Bill de Derechos de los Lores y los Comunes
de 1689, que sentó la ilegalidad de toda cobranza de impuestos sin el
consentimiento del Parlamento; el alzamiento de Nápoles de 1777, en
que un hombre del pueblo, Masaniello, aprovechó el descontento
producido por el impuesto sobre las frutas para promover la revolución
contra el gobierno tiránico. (…)
El 24/8/1215 el rey Juan Sin Tierra logró anular la Carta del 15/6/1215,
y al año siguiente, habiendo muerto el rey, los nobles que tenían en
custodia a Enrique III —en ese entonces de sólo nueve años—
promulgaron en nombre del nuevo rey una versión corregida ("Carta de
Libertades" y "Carta del Bosque"). En el año 1225 Enrique III promulgó
—con leves enmiendas— la "Magna Carta" y la "Carta de la Foresta". El
título " Magna Carta de Libertatibus Angliae " —o "Gran Carta de las
Libertades de Inglaterra"— comenzó a usarse en 1297, en que el rey
Eduardo I, al resolver una disputa con los terratenientes, debió
confirmar las cartas anteriores.
En Holanda se tiene memoria de revueltas provocadas por el impuesto
sobre el pescado.

4
La guerra de la independencia de los Estados Unidos de América (de
1775 a 1783) se originó en la imposición de derechos aduaneros e
impuestos sobre el comercio del papel, del vidrio y del té, que fueron
considerados contrarios a la Carta Magna, por haber sido establecidos
por el gobierno inglés sin el previo consentimiento de la Colonia.
La Revolución Francesa de 1789 también tuvo una de sus causas
principales en la voracidad fiscal.
La emancipación de las Provincias Unidas del Río de la Plata reconoce
como uno de sus orígenes el monopolio instaurado por España.
La perdurabilidad de impuestos excesivamente elevados, demagógicos
y, por ende, insoportables para la economía nacional fue una de las
causas de la revolución fascista en Italia.
Linares Quintana señala que "la historia del hombre es la historia de su
lucha por la libertad", y que la libertad fiscal está íntimamente vinculada
con el derecho de propiedad. (García Vizcaíno, 2015, p. 73/75).

Figura 1: Il pagamento del tributo (Masaccio)

Fuente: Masaccio, 1425. Recuperada de http://goo.gl/1Z9Twz

Evolución del pensamiento financiero

Villegas (2012) refiere que los estudios financieros sufrieron grandes


oscilaciones, por lo que se los consideró, en algunas épocas, como parte de la
política general del Estado y, en otras, como un sector de la actividad
económica. Luego, la ciencia de las finanzas se independizó y comenzó a ser
tratada de manera autónoma por la doctrina.

Es importante, entonces, conocer cómo fue evolucionando el pensamiento


financiero hasta llegar a constituirse como ciencia de las finanzas.

5
Villegas (2012) considera que no es posible extraer antecedentes de épocas
remotas, como la Edad Antigua o la Edad Media, que resulten útiles a las
ciencias financieras debido a que en esos periodos nos encontramos con un
régimen político-social que en nada se parece al Estado Moderno.

García Vizcaíno (2015) analiza cronológicamente las corrientes más


importantes surgidas a partir de la instauración del Estado moderno:

 Mercantilismo:

Los mercantilistas pensaban en la riqueza, principalmente, como oro y


plata (en esa época se decía "tesoro"), y para ellos era más deseable la
abundancia de dinero que los bienes. El camino hacia la riqueza era una
balanza favorable de las exportaciones sobre las importaciones, que se
debería pagar en "tesoro". Durante la administración financiera de
Colbert, en Francia, y Cromwell, en Inglaterra, se dio a los principios
mercantilistas la aplicación más concreta de que hayan podido gozar
jamás. El mercantilismo era una filosofía práctica sobre cómo obtener
riqueza. (García Vizcaíno, 2015, p. 12).

Villegas (2012) resalta que para esta teoría las ganancias se lograban gracias al
comercio internacional y al atesoramiento de metales preciosos.

Los exponentes de esta corriente fueron Thomas Mun, quien en La riqueza de


Inglaterra por el comercio exterior, obra póstuma publicada en 1664,
recomendaba no aplicar impuestos sobre los productos fabricados para
exportación y por el contrario gravar las importaciones de bienes para consumo
interno; y sir William Petty (1662), quien en Tratado sobre los impuestos y
contribuciones, consideraba que “los hombres debían contribuir (…) según sus
´posesiones o riquezas´” y que “los impuestos no debían ser tan altos como
para reducir los fondos que eran menester para mantener el comercio de la
nación; no eran perjudiciales en tanto se los invirtiera en productos
nacionales.” (García Vizcaíno, 2015, p. 12).

 Cameralismo:

El mercantilismo recibió ese nombre de autores alemanes y en Austria en los


siglos XVII y XVIII. “Las ciencias camerales comprenden nociones de
administración y gobierno, de economía y política económica y de finanzas
públicas”. (García Vizcaíno, 2015, p. 13)

6
Los exponentes de esta corriente fueron: en Alemania, Johann Heinrick Gottlob
von Justi (1717-1771); y en Austria, Joseph Freiherr von Sonnenfels (1732-
1817).

Von Justi sostenía que:

Los impuestos debían ser de tal índole que se los pagara de buen grado,
no correspondía que restringieran la industria ni el comercio, tenían que
recaer en forma relativamente equitativa, había que recaudarlos sólo
sobre las personas u objetos respecto de los cuales fuese posible
efectuar la recaudación. Además, los impuestos debían ser aplicados de
modo que su recaudación no exigiese muchos empleados; la época de
pago y el monto de los impuestos tenían que ajustarse a la conveniencia
del contribuyente. Estos postulados tienen vigencia actual. (García
Vizcaíno, 2015, p. 13).

 Fisiocracia:

Etimológicamente, significa gobierno de la naturaleza.


Corriente fundada en Francia, en el siglo XVIII, por un grupo de filósofos sociales
inspirados en François Quesnay (1694-1774).
Con su tesis de que la riqueza proviene de la tierra, presentaron el primer
esquema orgánico de una teoría económica.
Los aportes de la corriente fueron:

1) limitación de las funciones estatales (garantizar la vida, la libertad y


la propiedad) y eliminación de las trabas a las actividades individuales,
propiciando el lema laissez faire, laissez passer (según Turgot, fue el
grito dirigido a Colbert por un comerciante, llamado Legendre, en una
asamblea). Tal propuesta era revolucionaria, teniendo en cuenta que
Quesnay fue médico del rey Luis XV —que aplicó impuestos
mercantilistas— y de madame de Pompadour;
2) el impuesto debía gravar el único acrecentamiento neto de la riqueza,
es decir, la renta de la tierra (las rentas percibidas por la clase
terrateniente);
3) la doctrina del impuesto único sobre la renta de la tierra, como
reacción contra la gran cantidad de impuestos, licencias, gabelas y
derechos de todo tipo de la monarquía francesa;
4) la teoría de la amortización y capitalización del impuesto;
5) la crítica contra los impuestos indirectos a los consumos y la defensa
de la imposición directa; la teoría de la limitación de los gastos públicos

7
al producto de la recaudación del impuesto, límite del "orden natural".
(García Vizcaíno, 2015, pp. 13-14).

 La escuela liberal:

La escuela clásica inglesa significó el comienzo de los estudios sistemáticos


sobre los recursos y gastos del Estado.
Su fundador fue Adam Smith (1723-1790), a quien se considera “el padre de la
economía política, a la cual sistematizó en su famosa obra An Inquiry into the
Nature and Causes of the Wealth of Nations (…), publicada en 1776, de amplia
difusión mundial.” (García Vizcaíno, 2015, p. 14).

Smith entiende que deben limitarse o restringirse los gastos del soberano o de
la comunidad “a la defensa, la administración de justicia, las obras públicas y
otras instituciones públicas (…) y al sostenimiento de la dignidad del soberano.”
(García Vizcaíno, 2015, p. 14).

Pretende el autor probar que “la competencia y el ánimo de lucro hacían que
los individuos (en la búsqueda de sus propios intereses privados) sirvieran al
interés público (…) la economía se conducía, como por una mano invisible, (…)
siendo necesaria la división del trabajo.” (García Vizcaíno, 2015, p. 14).

En cuanto a los impuestos, entiende que “los ingresos individuales surgen de


tres fuentes: la renta (la que deriva de la tierra y se le paga al terrateniente),
los beneficios y los salarios.” (García Vizcaíno, 2015, p. 14).

Enumera los cuatro axiomas o principios de la imposición:

1) Principio de equidad: "Los súbditos de un Estado deben contribuir al


sostenimiento del gobierno en la cantidad más aproximada posible a la
proporción de sus respectivas capacidades; es decir, en proporción a los
ingresos de que respectivamente disfrutan bajo la protección del
Estado" (García Vizcaíno, 2015, pp. 15-16).

2) Principio de la certeza (antecedente del moderno “principio de


legalidad”): “El impuesto que debe pagar cada individuo debe ser fijo y
no arbitrario. Todos los detalles: el momento del pago, la cantidad a
pagar, deben ser claros y patentes para el contribuyente y para
cualquier persona”. (García Vizcaíno, 2015, p. 16).

3) Principio de la comodidad: “Todo impuesto debe cobrarse en la época,


o de la manera, que mayor conveniencia pueda ofrecerle al
contribuyente el pago”. (García Vizcaíno, 2015, p. 16).

8
4) Principio de la economicidad:

Todo impuesto debe estar ideado de tal manera que extraiga de los
bolsillos de la población o que impida que entre en ellos la menor
cantidad posible por encima de la que hace ingresar en el tesoro público
del Estado". Éste es el principio de economicidad , que se altera de
cuatro formas: 1) si el cobro del impuesto requiere muchos
funcionarios, cuyos salarios consumen gran parte de su producto; 2) si
constituye un obstáculo para las actividades de la población,
desalentándola a dedicarse a negocios "que podrían dar sustento y
ocupación a grandes multitudes"; 3) "los embargos y demás castigos en
que incurren los desgraciados individuos que intentan sin éxito esquivar
el impuesto, pueden constituir con frecuencia la ruina de los mismos,
acabando de ese modo con el beneficio que podría producir a la
comunidad la inversión de sus capitales"; 4) "el someter a las gentes a
las visitas frecuentes y a los registros odiosos de los recaudadores de
impuestos, puede exponerlas a molestias, vejaciones y tiranías
innecesarias. (García Vizcaíno, 2015, p. 16).

Sus seguidores, David Ricardo y John Stuart Mill, se ocuparon de los problemas
financieros y, especialmente, de tributación.

 Teoría del sacrificio:

Formulada por John Stuart Mill (1806-1873), quien propuso cambios en el


sistema impositivo inglés para introducir reformas sociales.

En su obra Principles of Political Economy (1848) expuso sus ideas sobre


la nacionalización gradual de la tierra mediante un impuesto sobre los
aumentos de valor no debidos a las mejoras individuales, sino a la
actividad de la comunidad (p. ej., mejoras generales).
Refutó el principio del "beneficio" y lo reemplazó por el de "capacidad
contributiva ", que desembocó en los principios de igualdad,
proporcionalidad y minimización del sacrificio, y en la imposición
progresiva, en tanto que el principio del beneficio puede implicar el
impuesto regresivo. Para Mill, la igualdad de impuestos equivalía a la
igualdad de sacrificio. (García Vizcaíno, 2015, p. 18).

9
 Teoría del cambio:

Frédéric Bastiat (1801-1850) y William Nassau Senior (1790-1864),


considerados optimistas de las finanzas públicas, “definieron el fenómeno
financiero como un fenómeno de cambio, por el cual el Estado es un factor
positivo que presta servicios (orden, justicia y seguridad), recibiendo a
cambio impuestos.” (García Vizcaíno, 2015, p. 18).

A esa concepción se contrapone la sustentada por Jean Baptiste Say (1767-


1832), conocida como teoría pesimista del consumo, ya que éste “no considera
como bienes a los servicios estatales por los cuales son cobrados los impuestos,
y para quien la actividad financiera es un fenómeno de consumo, no de creación
o cambio de riquezas.” (García Vizcaíno, 2015, p. 18).

Ambas teorías se sintetizan en Francesco Ferrara (1810-1900), quien sostiene


que “el impuesto consiste en la sustitución de un consumo por otro, de modo
que el mérito o demérito de aquél radica en que el consumo reemplazante sea
más o menos útil que el consumo impedido.” (García Vizcaíno, 2015, p. 19).

 Marginalismo:

La escuela de la utilidad marginal (o utilidad final), que tuvo por cultor


a Hermann Heinrich Gossen (1810-1858), entiende que el valor de las
cosas es proporcional a su capacidad para procurar satisfacciones, pero
a medida que la cantidad disponible aumenta, la satisfacción que da
cada unidad siguiente decrece; el valor se establece en el punto en que
la utilidad marginal y la inutilidad marginal se equilibran (…)

La escuela marginalista austríaca sostiene que las finanzas públicas


consisten en un problema de valor. Las necesidades públicas son
necesidades individuales que los sujetos ordenan según su urgencia y la
cantidad de renta disponible, de modo que se igualen las utilidades
marginales ponderadas logradas por la satisfacción de esas
necesidades. La riqueza sólo puede ser gravada con tributos cuando su
utilidad para el gasto público es mayor que el empleo que de ella hacen
los particulares (…)

Se criticó a esta escuela que en sus inicios considerara al individuo como


sujeto de la actividad financiera, la imposibilidad de que los individuos
efectúen tan precisas valoraciones, y atento a que las necesidades
públicas no son apreciadas individualmente, sino satisfechas por el
Estado por medio de servicios indivisibles (…)

10
En virtud de las críticas, la teoría financiera se bifurca:

1) Da lugar a una corriente marginalista renovada, que procura


enmendar sus fallas, siendo sus cultores, entre otros, Emil
Sax (1845-1927), Ugo Mazzola (1863-1899), Maffeo
Pantaleoni (1857-1924), Knut Wicksell (1851-1926; ver punto
2.2.9), Antonio De Viti de Marco (1858-1943). Este último autor
realiza una tipología de Estados según que los intereses de los
productores de servicios públicos coincidan o no con el interés
de los consumidores o gobernados (Estado democrático o
autocrático, respectivamente); entiende que la renta individual
es índice de la demanda de servicios públicos, y que el impuesto
debe ser proporcional a la renta; el impuesto progresivo , en
cambio, tiende a transformarse en un arma de lucha contra las
clases pudientes, y concluye que la política que tiende a la
nivelación de las fortunas está en conflicto con la que tiende a
desplazar la carga tributaria de las clases pobres a las ricas;
critica la clásica teoría de la traslación , al acotar que si los
bienes y servicios públicos son eficientes, su utilidad supera el
sacrificio del impuesto y éste no hace aumentar el costo de
producción.

2) Abandona el enfoque económico, escindiéndose en una rama


sociológica —Vilfredo Pareto (1848-1923) y sus discípulos— y
una rama política — Benvenuto Griziotti (1884-1956) y Gaston
Jèze (1869-1953) — (…)
Pareto propuso eliminar la palabra "utilidad" y sustituirla
por ophelimite uofelimidad, palabra, ésta, derivada del griego y que fue
empleada para denotar la capacidad de satisfacer necesidades; (…)
La teoría del "óptimo" de Pareto entiende que las asignaciones
eficientes consisten en asignar recursos que mejoren el bienestar de
una persona sin empeorar el de otra.
Con relación a los impuestos, sostenía que sus formas y calidades,
"como también, en parte, las formas de los gastos del Estado y de las
comunas, son uno de los síntomas más seguros del estado económico y
social de un país; porque siempre la clase dominante hace pesar todo lo
que puede los impuestos sobre la clase dominada, y hace volver los
gastos en su provecho. Es un puro sueño hablar de 'la justicia en el
impuesto'; hasta aquí el globo terrestre no la ha visto jamás." (García
Vizcaíno, 2015, pp. 18-19-20).

11
 Austríacos modernos

Corriente del siglo XX en la que se destacaron Ludwig von Mises (1881-


1973), Friedrich von Hayek (1899-1992) y Joseph A. Schumpeter (1883-1950).

Von Mises considera que es posible:

Un sistema impositivo neutral que al no interferir el funcionamiento del


mercado le permitiera deslizarse por aquellos cauces que naturalmente
habría de seguir en el supuesto de la total inexistencia de cargas
tributarias´. Alerta que cuando en cambio proliferan
desmesuradamente los impuestos, quedan desnaturalizados y se
convierten en mecanismo capaz de aniquilar la economía de mercado.
El talón de Aquiles del mecanismo fiscal ´radica en la paradoja de que
cuanto más se incrementan los impuestos, tanto más se debilita la
economía de mercado y consecuentemente el propio sistema
impositivo´ (García Vizcaíno, 2015, pp. 21-22).

Hayek por su parte sostuvo que “la depresión tiene lugar cuando deja de haber
fondos disponibles para la inversión. Identifica la economía política con la
economía de mercado y confía en la disciplina impersonal del mercado,
oponiéndose a Keynes”. Afirma el autor que es “establecer un principio que
marque un límite máximo de los impuestos directos en relación con la carga
fiscal en su conjunto, límite que sugiere que sea igual al porcentaje de la renta
nacional que el Estado absorbe con sus gastos” (García Vizcaíno, 2015, pp. 22).

Schumpeter, por último, discrepa fuertemente con Keynes, defendiendo a los


empresarios y a los monopolios, entendiendo que:

El poder del monopolio como un incentivo adecuado y una recompensa


merecida por el empresario innovador, quien sólo podría disfrutar de
este poder por un tiempo limitado, hasta que fuera roto y reemplazado,
en una cadena de "destrucción creativa", por otro monopolio de
innovadores. (García Vizcaíno, 2015, p. 22).

 Contribución sueca:

Escuela representada por Johan Gustav Knut Wicksell (1851-1926), crítico de la


regresividad del sistema impositivo sueco, es partidario de aportar
progresividad a ciertos impuestos como por ejemplo “impuesto sobre los

12
ingresos personales, sobre el patrimonio y sobre las sociedades; entiende que
los impuestos sobre el lujo funcionan, en realidad, como un racionamiento.
Para llegar a una mejor estructura impositiva hacen falta instituciones políticas
más democráticas.” (García Vizcaíno, 2015, p. 22).

Su discípulo, Erik Lindahl (1891-1960) sostiene que:

Los impuestos constituyen un medio para convertir la propiedad


privada en pública, y que hay un fuerte lazo entre la justicia impositiva
y la justicia en la distribución de la propiedad, de modo que el precio a
pagar por los servicios públicos tiene que ser determinado de la misma
manera que el precio en el mercado privado. (García Vizcaíno, 2015, p.
23).

Otro de los exponentes, Gunnar Myrdal (1898-1987), proclamaba que:

Los países industrializados estaban impidiendo que los subdesarrollados


obtuviesen un satisfactorio nivel de crecimiento. Estudia los efectos
económicos de la política fiscal, entendiendo, entre otros aspectos, que
una tributación fuerte y progresiva de la renta, en épocas de depresión,
tiende a reducir el progreso de la vida económica. (García Vizcaíno,
2015, p. 23).

 Escuela de Cambridge (keynesianos)

Esta corriente “fue producto de la obra de Alfred Marshall (1842-1924), quien


en 1885 obtuvo la cátedra de Economía Política de Cambridge, convirtiendo a
esta institución en un centro de estudios económicos de renombre universal.”
El autor entendía “que un impuesto sobre una cosa es una de las muchas causas
que pueden elevar su precio normal de oferta.” (García Vizcaíno, 2015, p. 23).

Lo sucede en la cátedra su discípulo fue Arthur C. Pigou (1877-1959), quien


fuera a su vez profesor de Keynes. En su obra titulada “La economía del
bienestar” (1920), el autor considera que:

El bienestar económico podía mejorar con el aumento de la renta


nacional, su distribución y su estabilidad. La economía del bienestar de
Pigou tiene su imagen en el Estado de bienestar social, que proporciona

13
seguridad social y brinda oportunidades para un consumo casi uniforme
en sectores como la educación, la vivienda y la sanidad. Se oponía, sin
embargo, a la empresa pública.
La teoría de Pigou sobresalió en dos campos: el dinero y los impuestos.
Para la intervención del gobierno en pos de elevar el bienestar, era
preciso hablar de tributación y finanzas públicas, y del concepto de
equidad. Definió su principio impositivo básico como el del mínimo
sacrificio total, el cual exigía que se tomase en cuenta el tamaño de la
familia y el tipo de ingreso; al afirmar la noción de comparabilidad con
la satisfacción, se convirtió en la justificación teórica del sistema
tributario progresivo. Rechazó por ambigua la idea de sacrificio igual,
aunque debía lograrse la igualdad de los sacrificios marginales para
todos los miembros de la comunidad. Pigou creyó que ni el rico ni el
pobre eran buenos sujetos para la tributación, e insistió en que un
impuesto debía fomentar la expansión del trabajo, o al menos reducirlo
en menor proporción que lo que se reduciría sin ese impuesto. (García
Vizcaíno, 2015, p. 24).

El gran referente de esta escuela es sin dudas quien le aporta el nombre, John
Maynard Keynes (1883-1946), quien publica una serie de obras importantes
para la economía y las finanzas públicas.

Para Keynes, el Estado debe cumplir el papel de reactivador de la


economía por medio de inversiones que suplan la insuficiente inversión
privada, de modo de estimular la propensión media a consumir (esta
propensión es mayor en los grupos de menores ingresos, ya que la
propensión marginal a consumir se refiere al aumento de la demanda
de bienes de consumo correspondiente a un incremento unitario de
ingreso). La relación entre el aumento del ingreso total y el de la nueva
inversión constituye el multiplicador que depende de la propensión
marginal a consumir. Es decir, el multiplicador es el factor por el cual se
multiplica el monto de un aumento neto de inversión (o, más en
general, de un gasto), dando como resultado el incremento de la renta
nacional y de la ocupación.
Keynes entiende que las consecuencias de esta teoría son
moderadamente conservadoras, pues si bien destaca la gran
importancia de establecer ciertos controles centrales respecto de
asuntos que en esos momentos estaban en manos de la iniciativa
privada, hay muchos campos de actividad a los cuales no afecta. (…)

La propensión del individuo a ahorrar —el atesoramiento que implica la


no inversión atenta contra los efectos del multiplicador— depende de

14
los futuros rendimientos que espera, no sólo por la tasa de interés, sino
porque está ligada con la política fiscal del gobierno. Los impuestos
sobre el ingreso (en especial, cuando gravan el ingreso "no ganado"),
sobre las ganancias de capital, sobre las herencias y otros similares son
tan importantes como las tasas de interés. (García Vizcaíno, 2015, pp.
24-25).

 Poskeynesianos:

Uno de los representantes de esta corriente es el economista Alvin


Hansen (1887-1975), quien se manifiesta a favor de que:

El Estado, mediante el gasto público, impulse el desarrollo económico


recurriendo al endeudamiento, que no drena fondos del sector privado,
aunque sostiene que el crecimiento de la deuda pública intensificaría la
desigual distribución de la riqueza (los ricos absorberían la mayor
cantidad de valores emitidos). Por ello, a fin de mitigar esta desigualdad,
considera menester que se financie la mayor parte de los gastos
públicos por medio de impuestos, aunque si no fuera por el hecho de
que una deuda pública que crece con rapidez tiende a la concentración
de la riqueza, siempre debiera preferirse los empréstitos a los
impuestos, ya que aquéllos constituyen un método más expansionista
de financiar los gastos hasta un punto cercano a la ocupación plena,
para evitar la inflación. Agrega que el Estado debe procurar —mediante
los empréstitos o los impuestos— ejercer un control que asegure una
oferta suficiente de capital y a efectos de evitar una concentración
indebida de la riqueza, asumiendo el consumo mayor importancia.
Entiende que se debe crear la estructura fiscal más favorable para que
surjan nuevas inversiones privadas, eliminando o modificando aquellos
impuestos que tienden a detener la corriente normal de tales
inversiones (p. ej., el impuesto sobre las utilidades no distribuidas y
los impuestos sobre las ganancias del capital: la carga impositiva no
debe ser pesada sobre los ingresos y la propiedad para lograr la
expansión de la economía). Sostiene que el aumento en los impuestos
al consumo tiende a obstaculizar la recuperación económica; reconoce
que tal aumento tiene efectos deflacionarios, y aconseja la elevación de
las tasas de esos impuestos en épocas de fuerte auge y su reducción
durante la depresión. (García Vizcaíno, 2015, p. 25).

15
Otros de los exponentes fue Abba Lerner (1905-1982), quien “estima que el
sistema tributario de un país tiene, además de su función de cobertura de los
gastos públicos, el papel de un instrumento para absorber poder adquisitivo del
sector privado a fin de impedir o combatir la inflación.” Resalta el autor que
más que el objeto de los impuestos no debe ser la recaudación de ingresos sino
el comportamiento económico que generan en la gente. (García Vizcaíno, 2015,
pp. 25-26)

Destaca García Vizcaíno (2015) que no hubo en los Estados Unidos una escuela
formada por los discípulos de Keynes.

Otro de los economistas destacados es Paul A. Samuelson (1915-2009), quien


obtuvo el premio Nobel de Economía de 1970.

Entre otros aportes, se hizo famoso por un trabajo de 1939 acerca de


las interacciones entre el multiplicador y el principio de aceleración.
Además, escribió un texto de iniciación en la economía —del cual fueron
vendidos más de un millón de ejemplares en todo el mundo—,
estableciendo nuevos modelos de enseñanza. Ha entendido que los
sistemas fiscales pueden, en un grado limitado, reducir los males más
evidentes de la desigualdad, pero que un sistema centrista puede
generar daños si actúa con demasiada fuerza para reducir la
desigualdad. Preconizó el "Estado Centrista Limitado", atento a que la
derecha y la izquierda demostraron ser tan poco adecuadas, por lo cual
la racionalidad y su experiencia lo llevaron hacia el centro dinámico.
(García Vizcaíno, 2015, p. 26).

Otro ganador del premio Nobel de Economía 2001, Joseph Stiglitz, sostuvo en
relación a “la crisis de 2007/2009 que bajarles los impuestos a los pobres y
aumentar los beneficios de desempleo al mismo tiempo que se aumentan los
impuestos a los ricos puede estimular la economía, reducir el déficit y disminuir
la desigualdad.”. (García Vizcaíno, 2015, p. 26)

En este sentido García Vizcaíno recomienda prudencia respecto de incrementos


impositivos “para no generar pérdidas de fuentes de trabajo, éxodo de
capitales y otras condiciones recesivas.” (García Vizcaíno, 2015, p.26)

Los autores que no comulgaban con las ideas económicas de Keynes formaron
un grupo, reducido, que se conoció como “Escuela de Chicago”. Entre sus
representantes se encuentran Jacob Viner (1892-1970), Henry Simons (1899-
1946) y Milton Friedman (1912-2006).

16
Este grupo se caracterizó por sus ideas conservadoras, tanto en política
como en ciencias, y consagró el neoliberalismo.
Milton Friedman (premio Nobel de Economía), con preferencias por el
impuesto a los gastos y no a los ingresos, propicia el reemplazo del
impuesto personal, global y progresivo a la renta por un impuesto del
16% (proyecto de flat rate tax), con lo cual el Estado obtendría un
producido equivalente al de una alícuota progresiva de entre el 12% y
el 50%. Brega por la disminución de impuestos, como forma de reducir
el gasto público, eliminando el impuesto a las empresas, que quedaría
en cabeza de los accionistas. Asimismo, propugna un impuesto negativo
sobre la renta a las familias por debajo de la línea de pobreza (en lugar
de pagar un impuesto, el Estado les brinda un complemento a su renta),
de modo de proveerles un vale, a fin de que opten por la educación para
sus hijos que prefieran (parroquial, laica, etc.), dando lugar a la
competencia entre instituciones educativas a fin de mejorar los servicios
educativos. (…)
Milton y Rose Friedman publicaron el libro Libertad de elegir en 1980.
(…) Discrepan de las políticas proteccionistas con el objetivo de tener
una balanza comercial positiva, puesto que las importaciones consisten
en lo que consume la nación mientras que las exportaciones son el
trabajo de los ciudadanos para consumir dichas importaciones. (García
Vizcaíno, 2015, pp. 26-27).

Uno de los autores que se destaca en este grupo conservador es Arthur Laffer,
creador de la conocida teoría denominada “Curva de Laffer”, que pretende
demostrar que:

El aumento de las tarifas tributarias produce un decaimiento creciente


de la recaudación, ya que, en tales circunstancias, los contribuyentes
disminuyen su nivel de actividad por pérdida de incentivos o desarrollan
sus actividades en el mercado negro; en este caso, los impuestos actúan
como desestabilizadores automáticos. En cambio, este autor sostiene
que una reducción de la presión fiscal genera un aumento de la
recaudación como efecto de la denominada "elasticidad tasa", en virtud
de que los contribuyentes son estimulados a intensificar sus
operaciones y a cumplir correctamente con sus obligaciones fiscales; en
este supuesto, los impuestos cumplen el rol de estabilizadores
automáticos. (García Vizcaíno, 2015, p. 27).

17
Referencias
Álvarez Echagüe, J. M. (2002). Las tasas ecológicas. Un análisis desde la perspectiva
de la normativa de los municipios bonaerenses. En E. G. Bulit Goñi (Coord.), Derecho
tributario provincial y municipal. Buenos Aires: Ad-Hoc. Recuperado de
http://www.aeyasoc.com.ar/articulo6.pdf

Bulit Goñi, E. G. (2009). La Corte reitera su buena doctrina sobre las tasas
municipales. Revista La ley, 2009-D, p. 432.

Casás, J. O. (Dir.) (2001). Derecho Tributario Municipal. Buenos Aires: Ad- Hoc.

Casás, J. O. (2002). Derechos y garantías constitucionales del contribuyente. Buenos


Aires: Ad-Hoc.

CSJN. "Compañía Química" (1989). Fallos 312-1575. Recuperado de:


http://www.csjn.gov.ar/jurisp/jsp/fallos.do?usecase=mostrarHjFallos&falloId=60945

CSJN. “Laboratorios Raffo SA c/ Municipalidad de Córdoba” (2009). Fallos 332-1503.


Recuperado de:
http://www.csjn.gov.ar/jurisp/jsp/fallos.do?usecase=mostrarDocumento&falloId=48
02. Jurisprudencia mantenida en los fallos de la CSJN dictados en autos: “Syncro
Argentina S.A.Q.I.C.I.F. (Hoy Ivax Argentina S.A.) c. Municipalidad de Río Cuarto”
2010-08-10; “Productos Roche S.A.Q.E.I. c. Municipalidad de Río Cuarto” 2010-07-13;
“Syngenta Agro S.A. c. Municipalidad de Córdoba s/ contencioso administrativo”
2013-05-28; “BGH S.A. c. Municipalidad de Córdoba” 2010-11-09.

CSJN. “Llobet de Delfino, María Teresa c/ Provincia de Córdoba” (1969). Fallos 275-
407. Recuperado de:
http://www.csjn.gov.ar/jurisp/jsp/fallos.do?usecase=mostrarHjFallos&falloId=12429
2

CSJN, "Banco de la Nación Argentina c/ Municipalidad de San Rafael" (1956), Fallos


234:663. Recuperado de:
http://www.csjn.gov.ar/jurisp/jsp/MostrarSumario?id=358067&indice=2

CSJN. “San Juan, Provincia de c/A.F.I.P. s/impugnación de deuda” (2008). Fallos:


331:1468. Recuperado de:
http://www.csjn.gov.ar/jurisp/jsp/fallos.do?usecase=mostrarDocumento&falloId=37
46

CSJN. "Estado nacional v. Arenera El Libertador S.R.L." (1991). Fallos: 314-595.


Recuperado de:
http://www.csjn.gov.ar/jurisp/jsp/fallos.do?usecase=mostrarHjFallos&falloId=61886

CSJN. "Ferreyra, Víctor D. y Ferreyra, Ramón v. VICOB SA s/daños y perjuicios" (2006).


Fallos: 329-646. Recuperado de
http://www.csjn.gov.ar/jurisp/jsp/fallos.do?usecase=mostrarHjFallos&falloId=14653
7

18
García Vizcaíno, C. (2015). Manual de Derecho Tributario, Buenos Aires: Abeledo
Perrot.

Ley 24.430. (1994). Constitución de la Nación Argentina [Sancionada por el Congreso


General Constituyente el 1° de mayo de 1853; reformada y concordada por la
Convención Nacional Ad Hoc el 25 de septiembre de 1860 y con las reformas de las
Convenciones de 1866, 1898, 1957 y 1994]. Bs. As. Recuperada de
http://infoleg.mecon.gov.ar/infolegInternet/anexos/0-4999/804/norma.htm

Ley 58/2003. Ley General Tributaria española (BOE-A-2003-23186). Recuperado de:


https://www.boe.es/legislacion/codigos/codigo.php?id=030_Ley_General_Tributaria
_y_sus_reglamentos&modo=1

Masaccio (1425). Il pagamento del tributo [Pintura]. Florencia: Capilla Brancacci.


Recuperada de http://www.arteworld.it/wp-content/uploads/2014/09/il-
pagamento-del-tributo-masaccio-analisi.jpg

Schindel, A. (2003). Concepto y especies de tributos. En H. A. García Belsunce


(Director), Tratado de tributación, I. Buenos Aires: Astrea.

Villegas, H. (2012). Curso de Finanzas, Derecho Financiero y Tributario. Buenos Aires:


Astrea.

19

Vous aimerez peut-être aussi