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El pasado, trauma e identidades

2018

Historia y trauma en la construcción identitaria de las minorías sociales

Introducción

A lo largo del siglo XX, las sociedades fueron experimentando un rápido desarrollo de
ideas y manifestaciones culturales, no así también, a mediados del siglo hubo una fuerte
manifestación de violencia ejercida desde aquellos grupos totalitarios. Esta manifestación
de violenta llevo a interrogarse sobre la nueva relación de los sujetos con la sociedad, la
cultura y la historia. En el último cuarto del siglo XX, la historia y la memoria han
trabajado significativamente en el proceso de simbolización y transmisión de aquellos
hechos violentos que afectaron a los diferentes grupos sociales como lo fue la comunidad
judía.

En un principio este dialogo con el pasado próximo seguido de una política de la memoria,
llevo a simbolizar el sufrimiento de los pueblos oprimidos por las fuerzas totalitarias, pero
he aquí donde el trabajo realizado parece insuficiente. La experiencia traumática de la
violencia social y de Estado, la atravesó todo el cuerpo social en diferentes grados,
contextos y tiempos. La historia no deja de tener esa carga subjetiva producto de las
experiencias vividas y es a partir de ello que podemos construir nuestros relatos históricos,
esa simbolización que busca ser transmitida, con su carga real, de ganancias o pérdidas, y lo
traumático que pudo ser esa experimentación en el tiempo. Las minorías sociales en la
actualidad consta de un amplio abanico de manifestaciones, cada una de ellas visibilizadas
por sus costumbres y prácticas, pero que algunas muchas veces estuvieron “invisivilizadas”
y que sus expresiones quedaron reprimidas. En este escrito trataremos la movilización de la
comunidad transexual en busca del reconocimiento de sus identidades y derechos en todo
el marco social. La construcción de su historia como comunidad inserta en la sociedad lleva
a movilizar al campo académico sobre los desafíos que se nos presentan a la hora de
relacionar la memoria con el pasado en un contexto de globalización, de deconstrucción de
identidades, de libertad y libertades, de angustias y enmarcadas en una sociedad global
consumista.

Muchas veces la carga del pasado recae en deuda y es desde allí donde surge la necesidad
de rescatar de aquel pasado abierto, una relectura a lo acontecido que es a su vez es un acto
de justicia con aquella experiencia vivida. También nos cabe indagar porque rescatamos las
historias de manera selectiva en diferentes tiempos y momentos ¿Qué es lo que las hace
importantes? Hoy en día la reducción de escala de observación a la vida común y cotidiana
hace cada vez más necesario que el pasado sea inolvidable y que no rompa la pretensión de
ser absoluto, solo así podríamos ir construyendo los espacios para ser uno mismo
recuperando aquello que no tuvo lugar.
Vivir en los límites de la historia

Entre las décadas del 80’ y 90’ el filósofo e historiador Tzvetan Todorov, refresca con su
nueva mirada los diferentes estudios sobre la historia, alineado en la corriente humanista
sus aportes hablan sobre la verdad, las injusticias y la memoria. Todorov plantea que la
experiencia totalitaria aun continúa de algún modo camuflada en las democracias recientes,
y que ello representa una amenaza para la construcción de la historia. Este autor da pie para
pensar una sociedad libre de exclusiones y que para ello hay que mantener el recuerdo vivo,
que a través de esa herramienta se pueda llegar a un futuro más inclusivo. Hoy en día la
reconstrucción del pasado a través de la memoria ha dejado de ser en cierto grado
criminalizada, la influencia de las nuevas políticas sociales han llevado a valorar aquellas
palabras y actos de reminiscencia por mas minúsculos que sean, las huellas del pasado
arrojan cada vez mas información que ayudan a combatir el olvido. Pero Todorov menciona
también aquellos puntos que hay que tener en cuenta a la hora de reconstruir ese pasado, ya
que una sobre abundancia de información o una sacralización de la memoria puede poner
en jaque a la memoria, y “Por lo tanto, con menor brutalidad pero más eficacia…, los
Estados democráticos conducirían a la población al mismo destino que los regímenes
totalitarios,…”1. La memoria “justa” dice Todorov se enreda en la encrucijada ¿para qué
puede servir y con qué fin? “no todos los recuerdos del pasado son igualmente
admirables”2 ¿Qué criterios nos llevaría a hacer una buena selección? Los criterios que nos
permitan distinguir los buenos usos de los abusos consiste en indagar sobre qué tipo de
resultados esperamos y que necesariamente creemos que sería el buen acto rescatado de ese
pasado.

Mircea Eliade nos menciona que la historia recae en el hombre como un sufrimiento
constante, Todorov nos dice que ese acontecimiento recuperado puede ser leído de
diferentes maneras, un suceso doloroso del pasado permanece “intransitivo y no
conduciendo mas allá de sí mismo”3 Lo sustancial ocurre cuando se indagan las causas y
consecuencias de ese acto y es allí donde se re significa la experiencia y el sufrimiento que

1
Todorov, T. (2000). Los abusos de la memoria. Barcelona. pp. 15

2
Todorov, T. (2000). Los abusos de la memoria. Barcelona. pp. 29
3
Ibídem., pp 30
pudo haber pasado. Este análisis ayuda a trazar en los individuos el ser que fue y el que es
ahora individual o colectivamente en la distancia temporal de aquel suceso. Si bien hasta
aquí las conductas pueden variar de acuerdo a la singularidad propia en donde existe la
posibilidad de neutralizar y marginar los recuerdos, la escala se abre cuando esa operación
de reminiscencia entra en la esfera pública.

Ese recuerdo se abre y se extiende como un ejemplo “El pasado se convierte por tanto en
principio de acción para el presente”4 tratando de preservar de alguna manera la propia
identidad buscando una explicación a los sucesos vividos tratando de evitar o advertir algo
injusto. Los individuos muchas veces no consiguen cerrar por completo sus realidades
vividas el impacto de su pasado sigue vivo constantemente y ardua es la tarea de integrar
ese pasado en el presente, controlar los recuerdos y ubicarlos de una manera útil es lo que
muchas veces hacen las comunidades en su seno y ello ayuda a fortalecer su integridad,
ejemplifiquemos el caso con la construcción de la memoria transgenero en el ámbito local.
Este grupo no consigue desligarse de la conmemoración obsesiva con el pasado le es difícil
y doloroso olvidar aquellos hechos vividos durante la última dictadura argentina, y que aun
hoy a pesar de algunas conquistas la sociedad resguarda resabios de aquella exclusión
marginal que los lleva a vivir un modo que no se merecen. Aun no nos explicamos cómo
esta sociedad ha mantenido “invisibles” estos grupos caracterizados erróneamente como
“perversos” pero que de algún modo hacían divertir en ciertos eventos a la sociedad. Tal
vez Todorov cuando menciona que “sacralizar la memoria es otro modo de hacerla
estéril”5 refiere en estos asuntos, de rescatar lo mas “importante” acosta del olvido de los
otros, todos tenemos derecho a recuperar nuestro pasado pero cuando existe una política
selectiva de culto unidireccional se tiende a caer en estas falacias, obviamente cada política
responde a una necesidad que plantea su contexto, pero nos pone a reflexionar que por mas
buenas que sean las políticas aun en los modelos democráticos, se nos escapan muchas
otras, deteriorando otras memorias y replegándolas casi al olvido.

Otros aportes como los de Paul Ricoeur, nos invita a indagar sobre hasta qué grado es
posible hablar de memoria colectiva e individual, ¿es lo mismo historia que memoria?

4
Ibídem., pp 31
5
Todorov, T. (2000). Los abusos de la memoria. Barcelona. pp. 33
Desde su revisión epistemológica logra distinguir que la memoria e historia son dos cosas
diferentes pero que ambas tienen puntos en común a la hora de rescatar el pasado. Reihart
Koselleck, es tomado por Ricoeur, y de el extrae la relación entre historia y tiempo entre
pasado y futuro y la conciencia de estar viviendo un tiempo abierto, la experiencia ha ido
cargando de nuevos contenidos que modifican el horizonte de espera, estos factores aportan
a la nueva formación de conciencia y de un lenguaje con nueva expresión. Y desde una
reflexión filosófica, la historicidad se vuelve inherente al ser humano, su ser esta en el
tiempo, y son los historiadores quienes deben estar al tanto rescatando ese pasado que hace
al ser en el tiempo.

Ricoeur reflexiona seguidamente sobre las dificultades insuperables de la memoria herida,


ello usualmente desemboca en una crisis de identidad y su dificultad de relacionarse con el
tiempo. Las amenazas a la identidad son múltiples, pero lo más nocivo es la violencia y por
ello la refacción cada vez se hace más compleja al tratar de de seguir las huellas a través de
la memoria, la distancia temporal y la violencia ejercida. “una relación que podemos
comparar sin titubeos con la guerra”6 pero también con la violencia de Estado, familiar,
social, de la naturaleza etc., todo ello tiende a acumular un conjunto de traumas individual o
colectivo que no siempre logran ser simbólicos. Al tratar de evocar esos recuerdos
traumáticos lo que se pretende lograr es la recuperación “justa” de la memoria una
<<reconciliación>> con ese pasado, oculto, silenciado o reprimido

Conclusión

La manera en que hoy los individuos generan historia es cada vez más amplia, y cada
nuevo fenómeno histórico debe ser analizado con carácter crítico, buscando dar respuestas
a las preguntas que van surgiendo en su tiempo, indagando sobre nuestro pasado, presente y
futuro tratando de discernir propósitos, principios o alguna finalidad en los hechos
históricos. Evidentemente los sujetos históricos sostienen a la historia y su estudio se ha
vuelto complejo, comprender esas acciones pasadas es un desafío constante y el uso del

6
Ricoeur, P. (1998). La lectura del tiempo pasado: memoria y olvido. Madrid: Arrecife. pp. 32
pasado con vista al presente nos permite sanear algunas injusticias como la de los grupos
minoritarios de la sociedad, y que en este caso tratamos de inferir sobre la comunidad
transexual a la cual la sociedad debe su aceptación, para tratar de reconciliarla con su
pasado, con sus memorias heridas. En este escrito breve se apuntaron las ideas básicas para
poner en escena aquellos seres marginados de la historia, incentivando a admitir que la
realidad de sus pérdidas nos compete a todos y a sacarlos de esos límites de la historia.

Bibliografía

 Eliade, M. (1994). El mito del eterno retorno. Altaya


 José Elena Teresa (1988) Algunas pautas para escribir un ensayo corto.
Universidad de Salta.
 Koselleck, R. (1993). Futuro pasado. Para una semántica de los tiempos históricos.
Paidos
 Ricoeur, P. (1998). La lectura del tiempo pasado: memoria y olvido. Madrid:
Arrecife.
 Todorov, T. (2000). Los abusos de la memoria. Barcelona.
 Yerushalmi, Y. (1998). Reflexiones sobre el olvido. Usos del olvido. Nueva Visión.

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