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ENSAYO
REFLEXIONES SOBRE ESTRATEGIAS DE GUERRA Y POLITICA

Jose Camilo Luna Benavides.

Universidad Surcolombiana.
Administración de empresas.
Política de empresa.
Garzón
2017
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ENSAYO
REFLEXIONES SOBRE ESTRATEGIAS DE GUERRA Y POLITICA

Jose Camilo Luna Benavides.

Presentado a:
German Darío Hembuz Falla

Universidad Surcolombiana.
Administración de empresas.
Política de empresa.
Garzón
2017
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ESTRATEGIAS DE GUERRA Y POLITICA

En este ensayo partiré hablando del concepto de la estrategia el cual proviene del campo militar.
Es probable que el primer texto sobre el tema sea “El arte de la guerra”, de Sun Tsu escrito
aproximadamente en el año 500 a.c, en el cual nos habla sobre tácticas y estrategias militares,
esta obra fue el primer intento conocido sobre lecciones de guerra y de estrategia. En ella, el
autor nos muestra con gran inteligencia y habilidad, sus conocimientos en la batalla, así como los
preparativos para la guerra. Uno de los conceptos de este pensador oriental, quien en el primero
Capítulo, llamado “Sobre la evaluación”, señala que “la guerra es de vital importancia para el
Estado; es el dominio de la vida o de la muerte, el camino hacia la supervivencia o la pérdida del
Imperio” (Tzu, 2001, pág. 3), es algo que se ve en la organización empresarial actual, ya que la
vida está inmersa en una competencia permanente y agresiva, de no saber cómo hacerlo pueden
morir, ya que este mundo globalizado en el que vivimos no ha hecho sino acrecentar los niveles
de competencia.

Por otro lado según la etimología griega la palabra estrategia significa conductor del ejército,
siendo el ámbito militar el primero que la usó para referirse a los medios y la
disposición adecuada de los mismos para llegar al fin perseguido, que en este caso era el de
ganar las batallas. Ordenar los soldados de determinada forma, atacar en determinados momentos
del día o de la noche, investigar al enemigo, utilizar determinadas armas, son todas maniobras
que tenían como fin asegurar la victoria. Entonces podemos definir la estrategia como un plan de
acción, eligiendo los recursos adecuados y los modos de operar para lograr resultados concretos.

Las consideraciones estratégicas siempre se hacían necesarias cuando había que conducir
grandes contingentes humanos y para lo cual se requería una orientación. En el pasado el caso se
daba, sobre todo, cuando debían o tenían que librarse guerras. Hasta el inicio de la
industrialización, el concepto estrategia conservó un significado casi exclusivamente militar.
Más tarde, al volverse necesario dirigir grandes contingentes humanos en el campo económico,
nació la estrategia empresarial para dirigir de manera planificada a las personas de una empresa.

En el caso de los empresarios modernos con inclinación competitiva, las raíces del concepto de
estrategias se presentan con un atractivo evidente. Aunque los estrategas de las empresas no
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proyectan la destrucción de sus competidores en el mercado, sí tratan de vender más que sus
rivales y obtener más y mejores resultados que ellos. Dentro de los diferentes puntos de vista
tenemos que los primeros estudiosos que ligaron el concepto de estrategia a los negocios fueron
Von Neumann y Morgenstern, en su obra la teoría del juego. Allí definieron la estrategia como la
serie de actos que ejecuta una empresa, los cuales son seleccionados de acuerdo con una
situación concreta.

Peter Drucker, en su libro The Practice of Management (1954), afirma que “la estrategia requiere
que los gerentes analicen su situación presente y que la cambien si es necesario.” Parte de su
definición partía de la idea que los gerentes deberían saber qué recursos tenía su empresa y
cuáles debería tener.

Alfred Chandler definió estrategia empresarial, en su obra Strategy and Structure (1962), basado
en su análisis de cuatro grandes de la industria estadounidense, a principios del siglo XX:
DuPont, Estándar Oil of New Jersey, General Motor y Sears Roebuck. Chandler (1962) “la
estrategia es el elemento que determinaba las metas básicas de una empresa, a largo plazo, así
como la adopción de cursos de acción y la asignación de los recursos necesarios para alcanzar
estas metas”.

Kenneth Andrews, colega de Chandler en Harvard, ofreció una definición similar, la cual cautivó
la atención de una generación de estudiantes de la Escuela de Negocios de Harvard y de todo el
mundo, Andrews (1971) afirma “Estrategia es el patrón de los objetivos, propósitos o metas y las
políticas y planes esenciales para conseguir dichas metas, establecidas de tal manera que definan
en qué clase de negocio la empresa está o quiere estar y qué clase de empresa es o quiere ser. Es
un modo de expresar un concepto persistente de la empresa en un mundo en evolución, con el fin
de excluir algunas nuevas actividades posibles y sugerir la entrada de otras.” Con base en esta
definición la estrategia se puede diseñar una serie de objetivos y planes que revelen el campo de
actividad de la empresa, así como la forma en que se enfoca esta actividad.

Igor Ansoff, ofreció una definición más analítica, enfocada hacia la acción. Ansoff (1965)
consideró que “la estrategia era un hilo conductor que corría entre las actividades de la empresa y
los productos o mercados”. La estrategia se convierte así en la una regla para tomar decisiones;
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un hilo conductor con cuatro componentes, el alcance del producto o mercado, el vector de
crecimiento, la ventaja competitiva, y la sinergia.

Todas las definiciones anteriores, tienen cuatro elementos en común. En primer lugar está el
concepto de un ambiente, es decir, una serie de condiciones ajenas a la empresa, a las que ésta
debe responder. Algunas de estas condiciones son negativas es decir amenazas y otras positivas
que se convierten en oportunidades. En segundo lugar, la empresa debe establecer metas u
objetivos básicos. El objetivo de más alto nivel se suele conocer como la misión; es decir, una
definición de la razón de ser de le empresa. En tercer lugar, la gerencia debe realizar un análisis
de la situación, con el fin de determinar su posición en el ambiente y su cantidad de recursos.
Este análisis se suele conocer como Fuerzas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas, FODA
por sus siglas en español. Por último la empresa proyecta como aplicar sus recursos, a efecto de
alcanzar sus metas y lograr adecuarse lo mejor posible a su ambiente.

El enfoque de la estrategia se basa fundamentalmente en dos supuestos. El primero es que el


análisis siempre debe ir antes que la acción. La definición de metas, el análisis de la situación y
la planificación deben ir antes de cualquier acción que emprenda la empresa. A esto se le suele
llamar formulación de la estrategia. El segundo supuesto es que la acción, con frecuencia
llamada ejecución de la estrategia, está a cargo de personas que no son analistas, gerentes de
niveles superiores ni planificadores. Estas son personas que ponen en práctica sus fórmulas, con
el mínimo de sorpresas posible.

Henry Mintzberg (1991), en su libro El Proceso Estratégico, Conceptos, Contextos y Casos,


define estrategia de la siguiente manera “es el patrón o plan que integra las principales metas y
políticas de una organización y, a la vez, establece la secuencia coherente de las acciones a
realizar”. Una estrategia bien formulada ayuda a poner en orden y asignar, tomando en cuenta
sus atributos y deficiencias internas, los recursos de una organización, con el fin de lograr una
situación viable y original, así como anticipar los posibles cambios en el entorno y las posibles
acciones de los oponentes.

Poco a poco el concepto fue abarcando sectores cada vez más amplios de la sociedad; pero sin
dejar atrás su naturaleza inicial que fue la guerra, y podemos decir que la guerra es uno de los
hechos más comunes de la historia del hombre, ya que gracias a esta se ha garantizado su
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supervivencia. Tal vez no haya sido la forma más adecuada de subsistencia pero es una realidad
que debemos asimilar. Debido a la importancia que ha tenido a lo largo de la historia, la guerra
ha sido estudiada por muchas personas y gracias a esto actualmente se conocen muy bien los
factores que llevan al éxito de la misma, por ende al éxito de las organizaciones. Cuando se
habla sobre estrategias de guerra y política inevitablemente se habla sobre los grandes artífices y
pensadores de este tema, como Napoleón, Alejandro Magno, Sun–Tzu, Foucault, Rousseau,
Clausewitz, Maquiavelo, entre otros. Todos de diferentes épocas pero cada uno con sus virtudes
y defectos.

Según Clausewitz, (1832) “la estrategia como el arte del empleo de batallas, como forma de
ganar”. Por su parte Liddel Hart, (1941) afirma “la estrategia como el arte de distribución y
aplicación de los medios militares para la consecución de los fines”. Por lo tanto podemos decir
que la estrategia no solo incumbe los movimientos de la fuerza y de las personas, sino que
también está inmersa en los efectos que tienen estos movimientos en su entorno.

Según Von moltke, (1870) “el objetivo primordial de la estrategia será conducir la batalla en las
circunstancias más ventajosas posibles. Este mejor posicionamiento facilitará, una menor
proporción de pelea y como consecuencia un menor desgaste”.

Teniendo en cuenta lo anterior, Pasamos a la filosofía de Sun-Tzu que se basa en seis conceptos
“Gane todo sin combatir, evite la fortaleza y ataque la debilidad, engaño y conocimiento previo,
velocidad y preparación influencia en su oponente y liderazgo fuerte” (Droznes, 2011). Por lo
tanto Sun-Tzu en su libro el arte de la guerra escrito hace más de 2.000 años, nos dice que para
ganar una guerra o una competencia se debe contar con dos puntos clave. El primero es contar
con una organización bien estructurada que obtenga una ventaja competitiva por sobre su rival.
Esta ventaja competitiva se obtiene por distintos factores como los recursos humanos, la posición
geográfica, la innovación y la correcta ejecución de las labores asignadas. En consecuencia la
organización que al final cometa menos errores tendrá una mayor posibilidad de obtener la
victoria. El segundo punto clave para obtener la victoria en una guerra es tener un estratega ideal
o como él lo llama el estratega ideal que es el que gana la guerra antes de que empiece la lucha.
Esto lo hace de dos maneras. La primera es forjando su carácter a través del tiempo y por medio
de la experiencia conseguida en el campo de batalla. Este carácter no es forjado por todas las
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personas ya que para formarse como líder es un camino largo y escabroso que no todas las
personas quieren recorrer.

Es aquí cuando se puede citar una famosa frase de Rousseau, (1762) en su libro el contrato social
que dice “unos nacen para ser gobernantes y otros para ser gobernados”

La segunda forma de conocer un estratega ideal es por medio de la ventaja estratégica obtenida.
Es decir. Cuando el general obtiene una posición estratégica, es cuando sitúa su organización en
un lugar en donde difícilmente puede ser derrotada, en donde está a la espera de que su enemigo
muestre sus puntos débiles para atacar y derribar su talón de Aquiles. Por lo tanto se dice que un
general ideal no comete errores, por lo tanto la organización que dirige tampoco los debe
cometer. Es ahí cuando se encuentran las dos bases para conseguir la victoria en una guerra o
competencia.

Por otra parte cuando hablamos de estrategias de guerra podemos referirnos a Napoleón
Bonaparte que es uno de sus principales exponentes, ya que gracias sus métodos utilizados logro
conquistar gran parte de Europa. Según (Manas, 2002) dice que Napoleón era un gran conocedor
de la historia de las guerras de antaño y que los principios que regían su vida militar habían sido
basados en los principios del ya antes mencionado Sun – Tzu.

El primero de estos principios era la fuerza moral, que se refería a los motivos por los cuales las
personas realizaban sus acciones. En este caso sus soldados y hacía referencia a tres palabras
claves para obtener la fuerza moral necesaria para combatir “Honor, gloria y amor”. El segundo
principio era la Velocidad es decir a reducir la resistencia, aumentar la urgencia de las cosas que
se debían hacer y esto realizarlo con la mayor concentración posible para poder cumplir los
objetivos. El tercer principio es la Simplicidad que se basaba en la máxima sencillez de los
procesos que se realizaban; es decir la comunicación debía ser lo más sencilla posible y en
palabras que todos entendieran para asegurar una comprensión adecuada de los objetivos
buscados.

El cuarto principio es la exactitud, Manas (2002, Napoleón on Project Management) asegura que
Napoleón estaba obsesionado con la exactitud de sus movimientos. Además dice que en su
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mente planteaba todas las posibles variantes que podían suceder durante la batalla y a partir de
estas posibilidades era que planteaba sus estrategias.

El quinto principio es la Flexibilidad y no era solo la capacidad que tenía Napoleón para cambiar
de planes dependiendo de las circunstancias, si no que para Manas la flexibilidad de Napoleón
fue mucho más que eso, era la capacidad de unificar todos los fuertes de batalla para trabajar en
un conjunto casi invencible que lograra amortiguar todos los embates del rival. El sexto y último
principio es el Carácter que estaba entrelazado con el principio de la fuerza moral, ya que
también trataba de algo intangible pero que sabemos que siempre está ahí. Napoleón decía “La
batalla más difícil la tengo todos los días conmigo mismo”.
Teniendo en cuenta estos principios podemos caracterizar a Napoleón en palabras de Sun-Tzu
como el general ideal. Ya que siempre tenía claro cuáles eran sus objetivos planeaba todas sus
acciones meticulosamente y transmitía sus pensamientos a sus subordinados de la manera más
sencilla posible, por ende su organización (ejercito) gano alrededor de 100 batallas gracias a que
era la que planeaba todos sus movimientos con anterioridad y posiblemente cometía menos
errores. Finalizo con una famosa frase del mismo. “Sin política, solo hay divisiones, victimas y
opresores” Tomado de (Manas, 2002, Napoleón on Project Management.)

Siguiendo con las estrategias tenemos las empleadas por el gran emperador Alejandro Magno
que tenía tan solo 20 años cuando se puso al frente de sus tropas y según (Borja Antela, 2012)
“Alejandro Magno era un jefe excelente para sus soldados, el haber organizado un ejército
totalmente equilibrado, junto a su gran capacidad de estratega, de prever los movimientos del
adversario y su adecuada elección de sus generales. Fueron las principales claves que lo llevaron
a sus victorias. Esta gran capacidad de planeación y pensamiento estratégico fue desarrollada
gracias a las enseñanzas de uno de sus maestros, Aristóteles.”

Su ejército era un conjunto equilibrado de guerreros con armas diferentes, algunas muy
novedosas como la infantería pesada, la falange macedonia de armamento pesado, con la
característica lanza larga, la infantería ligera; los arqueros cretenses y, por encima de todos, la
caballería pesada, el principal cuerpo de choque, apoyados por la caballería ligera. Sus
estrategias estaban caracterizadas por una velocidad de ataque impresionante, Alejandro lideraba
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pequeños grupos de soldados que lograban infiltrarse e irrumpir en las líneas enemigas antes de
que pudieran reaccionar.

Terminando las estrategias de guerra se puede hablar de Maquiavelo pero no precisamente de


estrategias ya que su escrito sobre el arte de la guerra fue un gran crítico con el arte militar de su
tiempo y demasiado idealizador con respecto al antiguo. Del libro “Del arte de la guerra" el cual
es una gran exhibición de teorización política y militar que, por su concepción, planteó en su
época el problema de la socialización de la virtud, lo que es lo mismo que decir las cualidades
políticas que hacen del soldado un ciudadano democrático. Como conclusión de esa obra
Maquiavelo dice que, aunque un hombre fuerte debe fundar un estado o levantarlo de su
decadencia, la mejor forma de gobierno es la república en que participen todos los ciudadanos,
además Aboga por la creación de un ejército poderoso, pero formado no por mercenarios, sino
por ciudadanos. Siendo así que todos los estados cambian por evolución o por revolución, por lo
que Maquiavelo (1521) dice que “un estado que desee conservar su libertad o independencia
debe mantenerse siempre en guardia”.

Con el correr del tiempo, el concepto de estrategia fue refinándose cada vez más, siendo
adaptado primero a las necesidades militares y luego también a las empresariales y políticas. Así
se introdujo la distinción entre estrategia y táctica. Hasta el siglo XVIII los ejércitos constituían
una unidad táctica, esencialmente durante las batallas, y el comandante del ejército era, a su vez,
el líder táctico supremo en el combate. Posteriormente los ejércitos fueron divididos en
segmentos operativos cada vez más autónomos, con lo que se hizo necesario diferenciar entre
aspectos estratégicos generales, estratégicos militares y tácticos. En su tratado filosófico sobre la
naturaleza de la guerra, Carl von Clausewitz elaboró la definición, aún válida, de que la táctica es
la teoría del uso de las fuerzas armadas en el combate y que la estrategia es la teoría del uso de
los combates para el propósito de la guerra.

“la estrategia es el uso del combate para los fines de la guerra; así pues, tiene que fijar todo el
acto bélico una meta que corresponde con el mismo objetivo del mismo, es decir, desarrolla el
plan de guerra y enlaza con ese objetivo la serie de acciones que deben conducir al mismo, o sea,
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los diseños de las diversas campañas y dispone en ellas los distintos combates”. (Clausewitz, el
arte de la estrategia, 1832).

En su opinión, las fuerzas armadas constituyen el medio para lograr el propósito de la guerra, es
decir, la victoria, pero la misma es sólo un medio para el propósito definitivo de la estrategia,
alcanzar la paz. Por tanto, la estrategia superior se aproxima cada vez más a la política para,
finalmente, convertirse en ella. Carl von Clausewitz plantea, entonces, que el objetivo de la
estrategia no es la victoria, que es lo ostensible, sino la paz, que es lo oculto. Esta idea es de
suma importancia para la planificación estratégica política; se trata, pues, de identificar lo que se
oculta detrás del objetivo de la victoria electoral.

Una pregunta que los políticos y los partidos, a veces incluso los gobiernos, formulan una y otra
vez es cómo compatibilizar la política y estrategia. Se escuchar decir muy a menudo “no
estamos en guerra” o “nuestro competidor político no es nuestro enemigo” o “nuestras
intenciones e ideas son tan buenas que podrán imponerse incluso sin una estrategia”. Claro que
no estamos en guerra cuando perseguimos objetivos políticos o libramos una lucha electoral,
pero toda idea política expresada por un individuo o por un grupo divide a la sociedad desde el
momento en que es conocida.

Y es que toda idea política apunta a cambiar una situación y toda situación tiene tanto víctimas
como beneficiarios. Algo que también sabía Maquiavelo, el hombre cuyo libro sobre el poder
ganó fama mundial. “Porque todo renovador tiene como enemigos a todos aquellos beneficiados
bajo el antiguo régimen y sólo tibios defensores entre los que esperan beneficios del nuevo”
(Maquiavelo, 1513, El Príncipe, cap. 6). Todo cambio genera ganadores y perdedores. Casi
siempre es así, razón por la cual toda idea tendrá defensores y adversarios, no se puede ser el
favorito de todos.

Quien otorgue una mayor protección medioambiental tendrá como aliados a aquellos que
padecen la contaminación o son conscientes del peligro que implica una contaminación excesiva,
pese a no verse directamente afectados. Pero quien otorgue una mayor protección
medioambiental, también tendrá adversarios como los que se han beneficiado de la situación
actual, que no siempre resultan ser los malvados empresarios o capitalistas, a muchos políticos
les sorprende sobremanera que también los obreros se opongan a sus ideas por temor a perder sus
puestos de trabajo. Suele ser difícil identificar a los defensores y a los adversarios de una
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propuesta porque los adversarios permanecen ocultos y realizan una labor encubierta más
acentuada contra las planificaciones, lo que los hace difícilmente reconocibles. Esta situación se
da, sobre todo, cuando existe una aprobación verbal generalizada.

Quien aboga por eliminar la corrupción será apoyado ampliamente sobre todo por quienes
estiman, en términos muy generales, que la corrupción es algo negativo. Será rechazado, en
cambio, por quienes hasta ahora se han beneficiado de ella. Pero, por no considerar el tipo de
corrupción existente en su país, más de un político ha cometido un error de cálculo al seguir una
línea anticorrupción, si se trata de corrupción a gran escala en la cúpula estatal y administrativa,
la masa de la población estará entre los que apoyan su combate; pero si se trata de corrupción a
pequeña escala a un nivel inferior, el apoyo no resultará en absoluto tan amplio, pues en tal caso
la población se preguntará cómo hará valer sus derechos en el futuro sin el pequeño soborno. Por
lo tanto pueden formarse alianzas entre quienes sobornan y son sobornados, lo cual implica que
la corrupción se ha vuelto un elemento natural en la cultura social. El combate estratégico a la
corrupción es sumamente duro porque están en juego mucho dinero y mucho poder.

Maquiavelo (1513), afirma: “Por eso ocurre que todos los profetas armados triunfaron y los
desarmados sucumbieron. A todo lo dicho se agrega la veleidad de la masa; es fácil convencerla
de una cosa, pero difícil mantenerla alineada” Esto significa que toda idea política, por buena
que sea, sólo puede imponerse luchando contra el adversario. Imponer una idea poco tiene que
ver con la razón y el entendimiento; sólo tiene que ver con el poder y con la influencia.

Se puede definir las estrategias políticas como aquellas que buscan imponer nuevas leyes o la
creación de una nueva estructura en la administración del estado o la ejecución de medidas de
regulación, privatización o descentralización. Como todo lo que a pasado en la actualidad se
muestra que ni los partidos políticos ni los gobiernos planean específicamente tales medidas
desde el punto de vista estratégico, pues, de lo contrario, no fracasarían la mayoría de proyectos
que estos pretenden realizar. Ya estando en la práctica, el resultado de tales medidas y
planificaciones suele ser que los afectados primero se defiendan y luego intenten eludir las leyes
o que ni siquiera las consideren por creer que el estado es demasiado débil para imponerlas.

Viendo esto desde otro punto de vista y a mi opinión no sólo los partidos políticos y los
gobiernos necesitan estrategias políticas, sino también las organizaciones no gubernamentales
que actúan en el campo político. Los cuales pueden se sindicatos, grupos ecologistas,
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organizaciones de derechos humanos entre otros, todas las entidades necesitan estrategias para
lograr sus objetivos a largo plazo. Los cambios a largo plazo o los grandes proyectos no son
realizables sin estrategias políticas. Por ejemplo, en las medidas de descentralización, es decir, al
introducir otro nivel político o municipal, debe haber una planificación minuciosa que abarque a
su vez varios aspectos como las competencias municipales, la forma organizativa, la
financiación, la elección de los representantes, la elección de la administración política, y
muchas cosas más. Sólo una planificación amplia, con una estrategia a largo plazo, podrá evitar
los errores cometidos a menudo en tantos países. Se eligieron representantes municipales sin que
sus competencias estuvieran reguladas. No se transfirieron competencias porque la burocracia se
negó a cederlas. Se transfirieron competencias, pero no se aseguró el financiamiento. Se
eligieron políticos municipales, pero no estaban preparados para su tarea.

Estas situaciones mencionadas se repiten, precisamente, al adoptar nuevas políticas. Y es que una
mayor participación de los ciudadanos no puede funcionar si éstos no están bien informados no
se puede introducir la protección medioambiental si los ciudadanos no fueron preparados; la
privatización pierde efecto y amenaza la existencia de muchos puestos de trabajo si se realiza en
contra de la población y no junto con ella; adoptar la economía de mercado significa, justamente,
no sólo invalidar la economía planificada, sino también crear muchos mercados, como los
mercado de bienes de consumo, mercado de prestación de servicios, mercado laboral, mercado
financiero, mercado de la vivienda, entre otros, que interactúan entre sí, en conclusión no basta
con privatizar algunas empresas y luego sentarse a esperar.

La planificación estratégica de procesos y cambios políticos implica un severo análisis de la


situación actual, una definición clara de adversarios y amigos, un análisis puntual de las
relaciones de poder, una clara idea del objetivo que se quiere alcanzar y la concentración de
todas las fuerzas para lograr el objetivo. Si ni siquiera los políticos elegidos saben con exactitud
lo que en realidad significan “economía de mercado” o “democracia”, ¿cómo esperar que
objetivos propuestos sean perseguidos con toda intensidad? No es extraño que fracasen tantos
proyectos si el legislativo, en vez de apoyar al ejecutivo en la ejecución de la estrategia política,
cuestiona constantemente los objetivos.
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REFERENCIAS

- Andrews, K. R. (1980). The concept of corporate strategy. (Edición revisada). R. D. Irwin


(Ed.). USA: Dow Jones.

- Arroyo, M, (1999). Alfred d. Chandler jr. Y el debate en torno a su obra intelectual. Revista
Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales. Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9796], Nº
141. Recuperado de http://www.ub.edu/geocrit/b3w-141.htm.

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Business Strategy, 5-14.

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estratégica. Recuperado de
http://rcientificas.uninorte.edu.co/index.php/pensamiento/article/viewFile/6115/3518.

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administrativa aplicada a la administración de la empresa farmacontrol s.a. (tesis de pregrado)
Facultad de ciencias económicas y administrativas postgrado alta gerencia universidad de
Medellín.

- Jackson, S. E. (2012). Five secrets to sucess in business strategy. Journal of Business Strategy.

- Lawson, J. (2008) El arte de la guerra para ejecutivos y directivos. Ediciones obelisco,


Barcelona, España.

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http://www.elmayorportaldegerencia.com/Libros/Proyectos/%5BPD%5D%20Libros%20-
%20Napoleon%20en%20la%20Gestion%20de%20proyectos.pdf.

-Poczynok, I, Batallas doctrinarias. Guerra, política y estrategia en los orígenes de la ciencia


militar. Recuperado de cuadernos de marte/ año 2, nro.3, julio 2012 http://www.iig
g.sociales.uba.ar/revistacuadernosdemarte.

-Tzu, S, (2001) El arte de la guerra. Ediciones en lenguas extranjeras. Pekín, China.

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