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Examinaremos cada uno de estos factores o tipos de habilidad por separado. La primera
capacidad que se considera importante en la producción de formas visuales es la capacidad de
tratar el material con el cual va a realizarse la forma. Toda forma artística es un objeto o evento
público en el sentido de que alguien, algún artista, debe tomar una imagen, idea o sentimiento
privados y transformarlos en una serie de cualidades que otros puedan experimentar. Para
hacerlo, este individuo debe trabajar con y a través de las cualidades características y potenciales
de cierto material. El material que un
'individuo decide utilizar no es una decisión insignificante en el curso de la creación artística. El
material afecta profundamente a la obra del artista como mínimo en dos sentidos. En primer lugar,
por la naturaleza del material. Si, por ejemplo, se está trabajando con acuarela, pintura al óleo,
madera blanda o acero, cualquiera de estos materiales contribuye significativamente al carácter
del producto final. Todo material tiene su propio carácter visual y táctil, carácter que dará cuerpo a
la forma que uno otorga al material. Esta interdependencia de material y forma ofrece dos de los
parámetros más importantes de la obra terminada.
En segundo lugar, el material que un artista decide utilizar plantea demandas concretas a su
propia habilidad. En este sentido, el material no es sólo un agente pasivo a la espera de la
intuición y sensibilidad del artista; sus características concretas establecen límites al respecto de
qué formas pueden realizarse y cómo. Algunas formas que pueden conseguirse con vidrio o
plástico no son posibles con arcilla o madera. Cada material establece límites distintos a la obra
del artista. Es más, cada material requiere un conjunto de habilidades técnicas en cierto modo
distinto. El modo como se sujeta un pincel de cerdas comparado con uno de marta cuando se
trabaja con óleo o con acuarela es distinto. El tiempo que se debe esperar antes de volver a pintar
en el cuadro dependerá de si se está trabajando con caseína o con óleo. Una persona hábil
manejando un material puede ser inepta para otro; por lo tanto, el material afecta al producto final
otorgando sus características peculiares a la obra y estableciendo una serie única de demandas a
quien decide utilizarlo.
La importancia del material en el dominio productivo del aprendizaje de arte es considerable. A
menos que como mínimo se haya desarrollado cierto control sobre el material que se espera
utilizar como medio de expresión artística, existe poca posibilidad de que el material pueda
conseguir su categoría de medio. Esto significa que un individuo no sólo debe haber desarrollado
cierta habilidad en el tratamiento del material, sino que debe haber desarrollado también cierta
habilidad en el manejo de las herramientas necesarias para trabajar con dicho material.
La capacidad de tratar el material de modo que actúe como medio o agente de expresión artística
es una condición necesaria para dicha expresión. Sin embargo, no es condición suficiente. La
expresión artística no sólo requiere la capacidad de controlar el material con el cual se trabaja;
requiere también que el material se pueda organizar en formas que se correspondan con la
intención del artista o satisfagan su sensibilidad visual una vez que dichas formas hayan sido
creadas o descubiertas en su obra. En la mayor parte de las artes visuales del pasado, esto
significaba que se debía prestar cierta atención al problema de la representación del mundo
visual, al intento de crear ilusión a través del arte. ¿Cómo se puede crear en una lámina de papel,
o en una tela, una imagen que proporcione al observador un sentido de la tercera dimensión?
¿Cómo se puede crear una imagen que otros pueden reconocer como representativa de un
objeto del entorno? En el lenguaje discursivo no esperamos que los ruidos que hacemos, a los
que llamamos palabras, imiten las formas ante las que nos hallamos. Duranfe siglos, ha sido
característico de las artes visuales el intento de realizar cierta imagen que representase el mundo
visual. En los niños, el deseo de representar ha sido típico en el dibujo y la pintura. El problema al
que nos enfrentamos ahora es el de determinar cómo se ha llegado a esta proeza. ¿Cómo se
crea en una superficie plana la ilusión de un mundo conocido en un contexto tan distinto?
El problema de explicar cómo una persona, especialmente un niño, aprende a dibujar ha intrigado
a los investigadores de los últimos cien años. Durante ese tiempo, se han formulado varias
teorías y explicaciones. Nos centraremos en primer lugar en las teorías cuyo objetivo básico
consiste en dar cuenta de las características de los dibujos de los niños y a continuación nos
desplazaremos a un nivel de explicación más general al respecto del problema de la realización
de imágenes artísticas.
“Existen principios rudimentarios del arte y se los encuentra más bien en las colecciones
etnográficas o en casa, en la habitación de los niños…”
Paul. Klee1
“ Cuando tenía la edad de estos niños, yo pintaba como Rafael; ¡Me llevó muchos años
aprender a pintar como estos niños!”
Pablo Picasso2
“Hay que saber seguir siendo niño toda la vida, aún cuándo se es hombre…”
Henry Matisse 3
En este contexto surge, a mediados del siglo XX, una postura que reacciona ante la
imposición de modelos por parte del adulto y valora la autoexpresión: la “Didáctica
de la libre expresión”, basada en los postulados de Herbert Read, Arno Stern y los
norteamericanos Viktor Lowenfeld y Lambert Brittain, cuyo texto “Desarrollo de la
capacidad creadora” fue base de la formación de los maestros argentinos durante
décadas. Al concebir a la niñez como un período privilegiado para la creatividad, se
propone a los educadores generar un clima de confianza, estímulo y respeto por lo que el
niño hace como condición para el fluir de la espontaneidad “natural” de lo chicos.
Las consecuencias negativas de una interpretación errónea de esta didáctica fue que
muchas veces los docentes temían enseñar, al considerar que cualquier intervención
interferiría con la creatividad de los niños, oponiendo enseñanza y libertad. Los chicos
lejos de ser libres para hacer lo que querían hacían, apenas, lo que podían aumentando
sus frustraciones. La intervención docente se limitaba a ofrecer materiales y decir un qué
lindo poco creíble y sin fundamento alguno.
Durante este período la formación de docentes del nivel inicial se centraba en proponer
las llamadas técnicas gráfico-plásticas, combinaciones de materiales que posibilitaban
entretener a los chicos con la novedad y hacer trabajitos que engrosaban una carpeta,
fin último y preciado que, supuestamente, garantizaba el desarrollo creativo. Algunas
de estas combinaciones hubiesen sido interesantes, utilizadas de otra manera, con
continuidad suficiente para que los niños pudiesen descubrir sus posibilidades expresivas.
Pero el saltar de una cosa a otra sólo sirvió para llenar hojas, los chicos nunca llegaban
a apropiarse de los secretos de esas técnicas. Los docentes desarrollaban una especie
de adicción por lo novedoso buscando nuevas técnicas y mientras en el Arte adulto
existen la pintura, el dibujo, la escultura, el collage, el grabado y sus combinaciones
y procedimientos; en el del jardín reinaban las pluviomanías, boligrafías, sellos con
formitas, etc. Este “Sucumbir al encanto de la novedad”4 llevó a los maestros a incurrir
en propuestas poco felices tales como agregar arroz a la pintura y a la masa, pintar con
yerba y a usar herramientas poco desafiantes y continentes en lugar de dar espacio a la
exploración y la reflexión .Y así como un artista se dedica a profundizar en la técnica para
lograr expresarse, en la escuela se paseaba a los niños por una “gradación de técnicas”
y materiales sin que pudiesen comprender su sentido ni apropiarse de sus posibilidades.
La posibilidad de combinar, experimentar, elegir, incluir y transformar lo propuesto no
existía.
La enseñanza de un lenguaje
En Buenos Aires, la publicación de Diseño Curricular 89, marcó un cambio de enfoque.
Habíamos aprendido de la didáctica de la libre expresión a crear un clima de afecto y
valoración, a tomar en cuenta la edad y los conocimientos de los chicos, a propiciar lo
lúdico. Las ideas de Vigotsky y Brunner permitieron superar las concepciones innatistas
acerca del talento y dones ligadas a la educación artística, cediendo paso al desafío de
enseñar y aprender. La pregunta acerca del contenido planteó que lo que se enseña
es un lenguaje que expresa y comunica ideas, emociones y sentimientos mediante
imágenes, realizadas con diferentes técnicas y procedimientos, con determinados
materiales y herramientas. Éste, como todo lenguaje artístico se aprende en varias
direcciones, haciendo y observando imágenes: las del entorno, las que hacen los chicos
y las obras de la cultura universal y regional. Se enunciaron los contenidos organizados
por disciplina, en este caso se incluyeron como contenidos los elementos propios del
lenguaje: formas, colores, espacio, texturas. Los maestros formados para “hacer técnicas
grafo-plásticas” se preguntaban ¿cómo enseñarlos? En ocasiones se pasó del listado de
técnicas al listado de contenidos, lo que se hizo evidente en la transformación del sello
que llevaban aquellos trabajitos: Unidad didáctica, fecha, técnica. Por otro que incluía el
contenido, allí consignaban: color, textura, etc.
Muchos docentes enfrentaron estos cambios tomando cursos de capacitación, pero
no era la única disciplina en la que debían actualizarse. Pese a que los documentos
curriculares expresan que los elementos del lenguaje plástico no están aislados, sino
que se materializan en imágenes, algunos maestros se planteaban: hoy doy color,
cuando utilizaban papeles, marcadores, o témperas de colores, o doy textura, cuando
recurrían la técnica gráfico.-plástica: “dibujo con crayón sobre lija” intentando articular
(bastante forzadamente) su formación con lo que leían en los documentos. Y aunque
el diseño curricular de 1989 decía: 5 “En nuestra concepción el niño es el verdadero
hacedor de la actividad plástica. “ aún suelen verse tapas de carpetas con figuras
elaboradas por los docentes y trabajos a partir de plantillas y fotocopias, o se corrige
al niño que quiere pintar seis soles, cielos verdes y figuras voladoras, sabiendo que
un lenguaje posibilita representar la realidad y también la fantasía. Los diseños fueron
haciéndose más accesibles a medida que transitaban la experiencia de enseñar a los
chicos a pintar, a modelar, a hacer grabado, collage y también un aporte importante
del enfoque actual es la inclusión de la observación de imágenes. La irrupción y reinado
de los medios tecnológicos instaló la necesidad de alfabetización visual, y en muchos
casos este abordaje pretendió enseñar el lenguaje sólo a partir de analizar sus elementos
constitutivos pagando el costoso peaje que también pagó la literatura: ser desarmada,
destripada, descuartizada en pos del análisis de su sintaxis y morfología. Es importante
no perder de vista que los elementos plásticos se perciben siempre dentro de una
imagen, y que ésta es generada por determinado contexto que la carga de sentido, que
además cada espectador le otorga nuevos significados a partir de su propia experiencia y
del impacto emocional que le genera cada obra.
¿Y cómo enseñamos en este siglo XXI donde los celulares son más familiares que
las témperas y dónde múltiples pantallas saturan el ambiente con innumerable
imágenes. ¿Cómo pueden discriminar los niños qué es ficción y qué documento? ¿Cómo
comprender, cómo leer cada intertexto, cada guiño, sin ser manipulados?
Muchas veces los docentes sienten sus propias dificultades para enseñar a ver en
esta iconosfera extendida y en un lenguaje en el que se sienten analfabetos. Así
surgen, desde la matriz del enfoque tradicional, propuestas de pintar como, o hacer la
reproducción de , luego de elegir un cuadro fácil de imitar y de poner en las mesas, sólo
los colores de la obra. La incitación a la copia emplea esfuerzo, materiales y tiempo en
desarrollar habilidades imitativas (algo que fácilmente hace una máquina) en lugar de
ofrecer la oportunidad de observar de conmoverse, de ampliar su experiencia.
Enseñar este lenguaje es ayudar a que los niños desarrollen capacidades que les
permitan crear imágenes, aprender a mirarlas, a comprenderlas, a disfrutarlas, a
construir sus propios sentidos a partir de lo que ven y a comprender en parte a las
culturas que las producen.
Sugerencias y recomendaciones para trabajar con imágenes en la sala
Hay básicamente dos formas de mirar imágenes artísticas en la sala: de cerca, con un
libro o una imagen en la mano, una observación personal o compartida con una persona;
a cierta distancia, con la imagen pegada a la pared. Esta disposición posibilita retroceder,
acercarse, ver con otro, comparar una imagen con otra, circular. También nos permite a
los docentes escuchar las conversaciones y comentarios espontáneos de los chicos, leer
sus expresiones y sus gestos antes de irrumpir en sus propias lecturas espontáneas.
La experiencia de los museos y galerías de arte demuestra la efectividad de sus modos
de exhibición: imágenes colgadas en sus muros, con espacio entre obra y obra, con la
información mínima en un discreto cartel a la derecha y debajo de cada imagen, con
espacio para circular y alejarse, con marcos, si los hay, neutros y a veces un silencio
blanco entre la obra y el marco. Esta forma de exhibir favorece la contemplación, el
disfrute, el descubrimiento, la autonomía del observador, el clima.
Si la sala cuenta con espacio podremos reproducir estas maneras de exhibir colocando
una buena cantidad de imágenes para que los chicos puedan recorrer. En las salas que
no tienen paredes libres pueden generarse espacios móviles, preparando sobre un gran
rollo de cartón corrugado las imágenes, ubicadas separadas unas de otras con cartelitos
blancos pequeños con el título de la obra y el autor, o algún otro dato como técnica o
medidas( esto nos ayudará a contarles la relación de ésta reproducción con el original)
Este friso podrá colocarse temporariamente parado, a la altura de los chicos y luego
pegarlo más alto cuando se necesita el espacio para otra actividad.
Las imágenes pueden ser, por ejemplo, fotocopias ampliadas (las buenas fotocopias
realzan la imagen) en tamaño doble carta, en cartulina ilustración semi mate. Muchos
maestros les pegan en la parte posterior cinta de embalar transparente y sobre ella
colocan el rulo de cinta enmascarar, de este modo las imágenes durarán más tiempo.
Como las fotocopias no son costosas es posible hacerse un equipo de material para
trabajar con los chicos, esta pinacoteca irá creciendo en relación a los proyectos que
se trabajen y en caso de que alguna imagen se deteriore será necesario volver a sacar
fotocopias desde un libro o una foto. No es conveniente sacar fotocopias de una fotocopia
porque se desvirtúan los colores de la imagen original. Un material excelente son los
fascículos de Ediciones Banco Velox, que están en todas las bibliotecas de las escuelas
primarias de la ciudad, y aún se consiguen en algunas librerías “de viejo”. También
pueden hacerse impresiones a partir de un CD con imágenes de alta definición. Las
imágenes bajadas de Internet son útiles para mirar en pantalla o hacer un power point,
pero al imprimirlas pierden su calidad y definición.
Será el momento de crear el clima necesario para que los chicos realicen sus propias
lecturas, para que disfruten, se extrañen se interroguen. Nosotros como adultos
podremos brindarles algunos datos contextuales para que cada uno construya sus
propios sentidos, sus propios lazos de significación. No preguntemos que quiso de decir
el artista,
Ayudémoslos a desentrañar ¿qué les dicen?
1 Hess Walter. “Documentos para al comprensión del arte moderno“Nueva visión. Buenos Aires.1994
2 Valentin, Antonia. “Vida de Picasso” Hachete. Buenos Aires. 1957
3 Lothe, A. “Los grandes pintores hablan sobre su arte” Hachette. Buenos Aires.1946
4 E. Eisner. Educar la visión artística. Paidós.
5 Diseño Curricular, (1989), Dirección General de Planeamiento-Educación, Secretaría de Educación,
MCBA
¿Me ayudas a dibujar?
¿Me ayudas a dibujar?
por Patricia Berdichevsky
Comenzaré analizando la pregunta que nos convoca. Pedir ayuda implica tomar conciencia sobre
una dificultad, éste que pide ayuda es, posiblemente, un niño que descubre, a partir de su propia
capacidad de ver, que aquello que ha producido no lo satisface. Tal vez, hasta ese momento le
bastaba con la exploración de sus gestos gráficos, el placer de hacerlos, el asombro al descubrir
las huellas dejadas en la superficie. Pero a medida que se entrena como espectador comienza a
desarrollar su juicio crítico. Mira sus trazados y mira también su entorno, las imágenes en los libros,
las que producen sus adultos cercanos u otros niños más grandes. Descubre que la realidad puede
ser representada gráficamente. Observa las diferencias entre lo que él produce y lo que producen los
otros.
Ayudar a un niño puede implicar diferentes actitudes: hacerlo por él, hacerlo con él, acompañarlo para
que él mismo lo logre. Esto requiere poder discriminar si el niño está en condiciones de alcanzar lo
que
se propone. Está quien decreta que el niño no puede, entonces hace por él; está quien muestra cómo
se debe hacer para que el niño lo imite y está quien tiene la capacidad y la
intención de ayudarlo para que pueda alcanzar lo que se propone buscando su propio camino. Aquí
surge un problema ¿cómo ayudar? Si el niño ha pedido ayuda debemos indagar acerca de lo que ve y
piensa que debe modificar. Este pedido muchas veces tiene que ver con lo afectivo y será suficiente
acompañarlo, observarlo y escucharlo mientras dibuja.
Lurçat afirma…la atención condescendiente del adulto, su interés real por cada niño, el ánimo que le
sepa
aportar y los consejos, oportunamente dados, son indispensable.
En los primeros años de vida, ver al adulto dibujar es un estímulo. El niño imitará el gesto de tomar la
herramienta, e intentará dejar trazos. Pero cuando éste sea más grande el adulto deberá impulsarlo a
hacerlo solo.
En ocasiones los chicos piden ¿me haces una casita? Los papás y abuelos, si tienen tiempo le
dibujan
una casita. El niño quedará conforme y con el tiempo hará el esfuerzo de imitar la casa dibujada por
el adulto. Copiará la resolución, en lugar de hacer su propio camino observando las formas de su
entorno, buscando su manera personal de sintetizarlas en un plano. Empleará su tiempo y su
esfuerzo
en reproducir el esquema elaborado por otro.
Los docentes, valorando la autoexpresión genuina del niño dirán: - hazla tú. Pero posiblemente el
niño insista: no me sale, poniendo de manifiesto que tiene una imagen mental pero no consigue
representarla en el soporte.
Las respuestas de los adultos reflejan posturas diferentes que responden a diferentes enfoques: el
que hace por el niño y quiere adiestrarlo en la copia de su propio modelo, responde a una didáctica
tradicional de la enseñanza. El que lo impulsa a que lo haga según sus posibilidades y valora lo
que surge espontáneamente responde a la didáctica de la libre expresión. Postura que surge como
reacción a la imposición de modelos rígidos por parte del adulto y sostiene que basta con crear un
clima propicio y estimular al alumno para que la creatividad natural surja. Esta postura generó una
actitud de respeto y valoración por lo que el niño hace, pero sus consecuencias negativas son el
temor
a enseñar por considerar que cualquier intervención interferirá en el desarrollo espontáneo del niño.
Se oponen, erróneamente enseñanza y libertad. Sin embargo, nada nos hace más libres que el
conocimiento. Alguien que sabe podrá realmente hacer lo que quiera;si no, se limitará a hacer sólo lo
que pueda. Dominar el lenguaje de la imagen, observar cómo es la forma, seleccionar la herramienta
adecuada para plasmarla en el papel y desarrollar las habilidades para usarla posibilitará una genuina
expresión. Todo esto puede enseñarse.
Volviendo entonces a no me sale, diré también que para que algo salga de nosotros
tiene que haber entrado. Entrar en términos de imagen tiene que ver con la percepción. La imagen
es captada a través de los sentidos como una entidad altamente compleja. El niño dice no me sale
porque la imagen de la casa percibida no se aproxima a la imagen que él puede producir y entonces
pide ayuda. Si somos docentes nuestra ayuda, nuestro contrato profesional es enseñar ¿cómo
enseñar
a dibujar?
Dibujar, la última palabra del título. ¿Qué es dibujar para este niño? Hasta ahora estuvo
garabateando,
hizo trazos sobre diversas superficies, tal vez haya adquirido habilidad, auto-entrenándose, para
hacer
segmentos y cerrar formas, seguramente ya puede volver su mano, voluntariamente, a un trazado
anterior: ha comenzado a dirigir visualmente sus trazos. Todo esto es parte de lo que llamamos
dibujar. Pero posiblemente, a lo que un niño se refiere cuando pide ayuda es a una actividad compleja
que exige dirigir su movimiento con vistas a la realización intencional de
¿Me ayudas a dibujar? Patricia Berdichevsky
formas.1 Esto sucede frecuentemente alrededor de los tres años cuando el niño descubre la
posibilidad
de simbolizar gráficamente, de representar lo que ve, lo que recuerda o lo que imagina.
Enseñar a dibujar, en cierta forma es enseñar a ver. El niño que es espectador desde que nace, ha
desarrollado su capacidad de ver formas, de compararlas, de descubrirlas. Pero se ha iniciado más
tarde en la producción, hay un desfasaje entre sus capacidades motrices y perceptivas2. Si bien ha
empezado a dominar sus trazos, deberá adquirir habilidad en esta nueva experiencia. Experimentar,
volver a hacer, autoentregarse acompañado por adultos que respetan sus tiempos y estimulan sus
logros ayudándolo a descubrirlos. Surgirá la posibilidad de representar gráficamente. Al principio
serán
representaciones sumamente sintéticas (ideogramas), un círculo para la cabeza y dos segmentos
para
las piernas, ese mismo círculo será una torta y una línea ondulada - una víbora. Con tres rectas hará
una mesa y el mayor asombro será que el otro la reconoce. Se habrá iniciado en el proceso de relatar
a través de la imagen. Cuando los niños alcanzan esta etapa ideográfica sienten un enorme placer al
comunicarse a través de sus esquemas. Saben como es una persona, saben que tiene cuello y
orejas.
Pero les basta un círculo con tres puntos y cuatro segmentos para indicar persona.
A medida que transitan esta etapa se hacen más exigentes con sus propios dibujos que, a veces no
los conforman. Es allí cuando piden ayuda y es necesario ayudarlos a mirar. ¿Cómo es el cuerpo del
perro? ¿Qué forma tiene? ¿De dónde salen las patas? ¿Qué forma tienen las orejas? El niño
observará
o recordará focalizando su atención en lo percibido.
Es importante tener en cuenta que se busca ayudarlo a hacer lo que él necesita, no lo que nosotros
hubiésemos hecho. Ayudarlo a construir su propia capacidad de ver forma en las formas y su manera
personal de representarlas.
1 Liliane Lurcat. Pintar dibujar escribir pensar. Madrid: Cincel. 1980
2 “En la primera infancia los niños construyen un repertorio de sensaciones, rutinas y expectativas. A
partir de su
experiencia, confieren sentido práctico a sus mundos físico y social. Basándose en esta experiencia
entre los 2 y los 6
años…recorren el enorme camino que los transforma de animales exploradores en seres humanos
usuarios de
símbolos…Consecuencia de esta explosión en el desarrollo de los símbolos es que los niños que
hasta entonces sólo
han sido espectadores pictóricos comienzan a ser productores pictóricos”.
D. Palmer Wolf
Bibliografía
• Arnheim, Rudolf. Arte y percepción Visual. Alianza. España.1995
• Arnheim, Rudolf. Consideraciones sobre la educación artística. Paidós. Argentina. 1989
• Lurcat, Liliane Pintar, dibujar, escribir, pensar. Cincel, Madrid 1986.
• Palmer Wolf, D. En Hardgraeves. El aprendizaje artístico como conversación en Infancia y
Educación artística, Morata. Madrid 1991
• Martinez García, M. y R. Gutiérrez Pérez Las Artes Plásticas y su función en la escuela. Ediciones
Aljibe. Málaga. 1998