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Semana de la cultura y fiestas del carriel

“Envigado una sola celebración”

MEMORIAS
VI Seminario Internacional de Arqueología
de Envigado

RECONSTRUYENDO EL PASADO:
PERSPECTIVAS TEÓRICO-METODOLÓGICAS
DESDE LA ARQUEOLOGÍA
Julio 11 de 2012

Secretaría de Educación para la cultura


Dirección de Cultura
Archivo Histórico de Envigado
Sala-Museo Arqueológico

1
Presentación:

La VI versión del Seminario Internacional de Arqueología es una constatación que: ratifica


el espacio de discusión en torno a la investigación arqueológica, realiza la puesta en escena
de marcos metodológicos y tendencias interpretativas, y construye con dicho recurso, un
aporte a la disciplina desde las diversas voces en contrastación. Conceptualizaciones desde
los contextos locales, nacionales e internacionales que permiten desde la diferencia,
abordar la investigación.

El municipio de Envigado conoce su papel mediador en estos procesos. Integra la


academia, los investigadores y la entidad territorial sobre un tejido conjunto de re-
construcción e interpretación de las memorias de los grupos humanos y, por ende, de sus
culturas materiales.

Yadira Muñoz Mejía


Profesional universitaria
Dirección de Cultura

2
Organización:
Municipio de Envigado
Secretaría de Educación para la cultura
Dirección de Cultura
Archivo Histórico de Envigado
Sala-Museo Arqueológico

Ponentes:
Gustavo Santos Vecino
Antropólogo Universidad Nacional Bogotá
Investigador Dirección de Cultura del Municipio de Envigado
Casa de la Cultura del Municipio de Envigado

Wilhem Londoño
Antropólogo Universidad del Cauca. Doctor en Ciencias Humanas de la Universidad
Nacional de Catamarca (Argentina)
Docente del Departamento de Antropología
Universidad del Magdalena

Rodrigo Navarrete
Antropólogo, Magíster y Candidato doctoral del Departamento de Antropología
Universidad de Binghamton (State University of New York)
Profesor del Departamento de Arqueología, Etnohistoria y Ecología Cultural de la Escuela
de Antropología Facultad de Ciencias Económicas y sociales.
Universidad Central de Venezuela

Mesa de diálogo:
SAG (Servicios Ambientales y Geográficos).
Luis Carlos Cardona.
Antropólogo.

Oscar Julián Moscoso


Antropólogo

EPM
Leonardo de Jesús Henao
Ingeniero Geólogo
Profesional proyectos de expansión EPM.

3
Luis Fernando Pineda Montoya
Ingeniero Civil
Profesional proyectos de expansión EPM.

Pablo Aristizábal Espinoza


Antropólogo

INTEGRAL S.A.
Silvia Botero Arcila
Antropóloga

Helda Otero de Santos


Antropóloga

Dionalver Tabares Sanmartín


Antropólogo

Justificación:

Desde las últimas décadas del siglo pasado los cuestionamientos de la condición
postmoderna y el paradigma postprocesual a la arqueología han llevado a declarar que el
pasado no existe como un objeto perdido al que hay que descubrir, y que el pasado es una
construcción desde el presente, a partir de contextos sociales y políticas particulares. En
esta óptica, la cultura material está constituida simbólicamente y es considerada como un
texto, sujeto a múltiples interpretaciones, y éstas son siempre hermenéuticas, es decir,
suponen significados y valores implícitos. Cuáles son entonces las perspectivas de la
arqueología en el siglo XXI? Cuáles son las propuestas de la arqueología latinoamericana?
Hasta dónde podemos seguir empleando modelos y categorías producidos bajo intereses
coloniales o capitalistas occidentales? La arqueología para quién? Cuál es la arqueología
que debe desarrollarse en los municipios u otros espacios no académicos? Este seminario
ha sido pensado como un espacio para discutir las reflexiones que generan estos
interrogantes.

4
Nota:
Las ponencias presentadas en éstas memorias se ofrecen tal y como fueron propuestas por
sus respectivos autores, por ello, el diseño, organización y estilo son responsabilidad de
cada uno de ellos.

El uso de las memorias, de acuerdo con la reglamentación vigente sobre derechos de autor,
debe estar acompañado por la cita correspondiente al autor intelectual y a la institución a la
que éste pertenece, además del marco académico en el que los artículos se dan a conocer, es
decir, el seminario sobre “Reconstruyendo el Pasado: Perspectivas teórico-
metodológicas desde la arqueología”. El mal uso de textos, imágenes e información se
encuentra penalizado por la ley.

5
Índice:

Problemas e Implicaciones Teórico-Metodológicas en la Reconstrucción del Pasado


7

Adiós a la arqueología: percepciones del tiempo y el espacio en la sociedad


posnacional 20

LA CASA (EMPALIZADA) DE LOS ESPEJOS: más allá de los reflejos entre el


orientalismo y el occidentalismo. Análisis transmoderno de la representación
“colonial” de los grupos indígenas Palenque de la Depresión del Unare 44

Apuntes Sobre la Práctica Arqueológica en SAG Servicios Ambientales y


Geográficos 101

Entre la Arqueología y el Corporativismo: El Mercadeo de los Objetos y los


Lugares de Memoria 104

Forma de abordar la metodología de estudio arqueológico EPM 117

Gestión del Patrimonio Arqueológico en el Lote los Guayabos, Barrio el Poblado,


Medellín 122

Presentación del Trabajo de Arqueología desarrollado desde la firma Integral S.A.


124

Estudios Arqueológicos en Algunos Proyectos de Impacto Ambiental 133

Arqueología Aplicada en Antioquia 139

6
Problemas e Implicaciones Teórico-Metodológicas en la
Reconstrucción del Pasado

Gustavo Santos Vecino


Archivo Histórico. Secretaría de Educación para la Cultura
Municipio de Envigado.

La arqueología colombiana, como la latinoamericana, en alguna medida se ha nutrido de


los enfoques teóricos y metodológicos de la arqueología norteamericana e inglesa. Por esto,
para hablar de los problemas e implicaciones que conlleva la reconstrucción del pasado,
asumiendo que la arqueología es el estudio del pasado a partir de restos materiales, es
necesario hacer referencia inicialmente a los distintos enfoques que se han sucedido en la
arqueología anglosajona.

Desde los años 60s del siglo pasado, con el surgimiento de la “Nueva Arqueología” o
arqueología Procesual, el estudio del pasado se convirtió en algo complejo. El pasado no
era ya un objeto perdido que el arqueólogo descubría o excavaba. Los restos materiales de
las sociedades pasadas y su distribución, es decir, el “registro arqueológico”, fue asumido
como algo que sólo existe en el presente, en “el aquí y el ahora”, como un fenómeno
contemporáneo y estático, no evidente por sí mismo, y por tanto el arqueólogo debía
reconstruir las actividades humanas que producían este registro, es decir debía reconstruir
la dinámica del pasado. Era necesario entonces hacer inferencias, pero sobre todo
evaluarlas o contrastarlas.

Aunque la elaboración de inferencias para superar el abismo entre el presente y el pasado, o


la elaboración de hipótesis en el presente para explicar acontecimientos y procesos del
pasado, así como su evaluación de una manera científica o su contrastación mediante el
método hipotético deductivo, al estilo de las ciencias naturales, ha sido un método
cuestionado posteriormente por su carácter positivista, es innegable que el surgimiento de
la arqueología Procesual llevó a lo que se llamó la “pérdida de la inocencia” de la

7
arqueología1. Desde entonces, se admitió que la sola presencia física del material
arqueológico o la mera recolección de datos no nos dice nada sobre el pasado, y que más
allá de la descripción y clasificación de materiales, actividades que caracterizaban la
arqueología tradicional2, era necesario reconstruir comportamientos o actividades humanas.
Este fue el punto de partida para el reconocimiento de la importancia de la teoría en
arqueología y del desarrollo de los diferentes puntos de vista sobre la teoría arqueológica,
especialmente debido al enfoque crítico del método y la teoría por la Nueva Arqueología.
Así mismo, la creencia en las posibilidades de la ciencia y los métodos objetivos llevaron a
una pensar de una manera optimista que la arqueología era una disciplina con una
perspectiva unificada y global, y que por lo tanto era posible una metodología general3.

Pero, de donde debían surgir las inferencias sobre la dinámica del pasado humano? Si la
reconstrucción del pasado se hacía en el presente, el arqueólogo debía observar y medir
actividades comparables en el presente, es decir, estudiar el presente para entender el
pasado, complementariamente a la idea de que había que estudiar el pasado para
comprender el presente. De aquí surgieron entonces la etnoarqueología, la experimentación
y estudio de registros escritos y fotográficos para entender la formación del registro
arqueológico y para establecer proposiciones de “alcance medio” que permitieran
relacionar lo estático o las observaciones particulares del registro arqueológico con lo
dinámico o las teorías generales sobre el funcionamiento de los sistemas culturales del
pasado, su desarrollo y transformación. Fue así como la analogía etnográfica o las
proposiciones de alcance medio derivadas de estudios etnográficos, la etnoarqueología o

1
“En un célebre artículo David Clarke (1973) había presentado el procesualismo como la "pérdida de la inocencia" de la
Arqueología, es decir, la puesta en discusión de la creencia en la posibilidad de una lectura directa y pre-
teórica del registro arqueológico en términos de identidad etno-cultural” (Vicente García 1995).
2
Hasta ese entonces, la llamada arqueología Tradicional, o Histórico-Cultural, concebía el pasado como una
serie objetos o rasgos materiales que el arqueólogo clasificaba para asociar en complejos o culturas con
distribuciones cronológicas y espaciales específicas, las cuales eran la expresión material de los pueblos. Las
culturas estaban compuestas por normas, expresadas por los objetos, y no cambiaban con el tiempo, sólo
como resultado de migraciones o de difusión de rasgos.
3
Además, el crecimiento de la gestión de recursos culturales llevó a la necesidad de su control y del control
de las investigaciones arqueológicas. Los procedimientos estandarizados y reproducibles fueron acogidos
tanto por el compromiso con el positivismo como por la necesidad de hacer frente y dar cuenta públicamente
de una expansión de los recursos arqueológicos (Hodder 1999). El estado-nación legisla y define los
objetivos de conservación y preservación, y los museos e instituciones regulan la supervivencia del pasado,
mientras que los grupos marginales subordinados o desfavorecidos reclaman una interpretación del pasado
que les es propia. En lugar de un pasado detrás de rejas de hierro o de vidrio, para estos movimientos el
pasado es vivo, no muerto, y participa de las actividades de su vida diaria (Hodder 1999).

8
estudio de la cultura material del presente, y la experimentación o manufactura y uso de
réplicas de herramientas de piedra tallada o pulida se convirtieron en la fuente de
inspiración para la reconstrucción del pasado. Además, el desarrollo de las técnicas de la
arqueología, como el método de datación por C14, el estudio de restos botánicos y los
diagramas de polen, los estudios de geomorfólogicos de suelos, la paleopatología, y el uso
de computadores especialmente para el manejo de la variabilidad del registro arqueológico
contribuyeron a las pretensiones científicas de la arqueología Procesual y fueron
fundamentales en su desarrollo. Así, los arqueólogos se dedicaron a estudiar el pasado con
base en teorías de alcance medio, no necesariamente contrastadas, y en el empleo de
técnicas modernas.

A partir de los 80s del siglo pasado, con el surgimiento de la arqueología Postprocesual, se
presenta un cambio más fuerte en la manera de concebir el pasado y su reconstrucción por
parte del arqueólogo, como una respuesta a los problemas de la teoría de alcance medio4, a
las limitaciones de la epistemología positivista, que suponía la separación del método y la
teoría, y a la necesidad de incluir los factores cognitivos en la formación del registro
arqueológico. En consecuencia, aunque se mantuvo la idea de era necesario estudiar los
procesos que tienen lugar en el presente y su relación con los patrones del registro
arqueológico para entender las actividades del pasado, o de una “arqueología del presente”
como fuente de inferencias, se consideró que la separación de la teoría del método era un
fraude y se introdujo un factor nuevo y decisivo, la importancia de las creencias de la gente
y su poder de simbolización. La arqueología Postprocesual asumió entonces que no hay
una investigación objetiva pura basada en la comprobación de hipótesis y que la cultura
material (o el registro arqueológico) encierra significados o está constituida
simbólicamente, de manera que la interpretación del pasado es hermenéutica, es decir, es
como la interpretación de un texto, y que, quiérase o nó, todos los arqueólogos asumen
implícitamente significados y valores de los pueblos antiguos, y participan de un “círculo
hermenéutico”, razón por la cual este enfoque teórico es llamado también arqueología
“Interpretativa”. Así, aunque como en la arqueología Procesual se reconoce el poder de la

4
Una analogía, aunque refrendada por la teoría de alcance medio, no prueba nada, además, la gente se ve
influenciada por sus ideas culturales (Jhonson 2000).

9
“empatía” (o capacidad de imaginar que acciones o pensamientos que llevan a las acciones
observadas en el registro arqueológico), la arqueología Postprocesual insistió en la
necesidad de indagar los pensamientos y los valores de la gente en el pasado, y puso énfasis
en otros aspectos como el papel del individuo, la agencia y los contextos históricos.
Además, al cuestionar la separación de observador y lo observado, introdujo duda e
incertidumbre y socavó la idea de la arqueología como una ciencia y una metodología
universal. Se produjo así lo que podría considerarse como una segunda pérdida de la
inocencia.

Pero, si la cultura material es como un texto, cómo podemos indagar sus significados? Para
ello hay que tener en cuenta que un texto puede tener distintas interpretaciones y que los
significados que encierra pueden ser manipulados implícitamente. No existe, por tanto, una
lectura definitiva, y, como en el caso de los textos clásicos, cada generación o individuo
puede hacer una lectura diferente, sin que ninguna sea correcta o incorrecta. Además, todo
texto puede ser siempre “deconstruido” para mostrar que tiene significados ocultos, que
pueden contradecir los significados más aparentes e incluso las intenciones del autor, y toda
interpretación es hecha desde el presente y por tanto no escapa de juicios políticos y
morales. Esto lleva a suponer entonces que existen múltiples interpretaciones, desde
distintos intereses, sin que haya una conclusión verdadera. Ante esta situación la
arqueología Postprocesual plantea que el “contexto” (simbólico, no funcional), es un
elemento central y definidor de la arqueología, que permite establecer una red de
asociaciones significativas para aproximarnos a los significados de los objetos, razón por la
cual es conocida también como arqueología “Contextual”.

Este enfoque se apoya en el Postmodernismo (aunque se ha planteado que se trata de


desarrollos paralelos), el cual niega la existencia de propiedades esenciales del mundo real,
es decir niega el esencialismo. El mundo real es construido, es pura apariencia y es como
un texto donde los significados fluyen sin ningún punto de referencia final. Por esto, el
postmodernismo, o “la condición postmoderna”, han sido definidos como una incredulidad
hacia las metanarrativas o discursos que reivindican la posesión de una verdad absoluta. No
existen entonces certezas ni un método científico. Además, si toda la cadena de significados

10
fluye sin un punto de interpretación definitivo, no tiene sentido la existencia de disciplinas.
Así por ejemplo, si los documentos históricos son textos literarios, y si la literatura se
escribe con base en contextos históricos, no existen fronteras entre la historia y la literatura.
No hay historias verdaderas. Esto se traduce en arqueología como la negación de la
existencia de un pasado independiente de su construcción por parte del arqueólogo, y la
negación de un método arqueológico y de reconstrucciones o interpretaciones válidas o
mejores que otras, lo cual abre las puertas al relativismo, es decir a la validez de otras
formas del conocimiento, o de otras formas alternativas de concebir el pasado5.

Esta situación Postprocesual genera una serie de preguntas que reflejan los temores y la
incertidumbre de un mundo bajo la influencia de la condición postmoderna: Si no existe
una interpretación correcta del pasado, si toda interpretación desde el presente es siempre es
política, y si no existe un método arqueológico, ni fronteras disciplinarias, para qué la
arqueología? Para quién se reconstruye el pasado? Hasta donde el conocimiento
arqueológico tiene un sesgo androcéntrico o machista? Se mantiene un sesgo colonialista en
arqueología o una mirada estereotipada sobre la inferioridad de los pueblos del tercer
mundo? Es importante políticamente la versión de los indígenas americanos sobre su
pasado? Qué hacer con la arqueología profesional y académica? Estas preguntas que
inquietan la arqueología contemporánea han llevado a asumir una posición crítica y
prevenida por parte de los arqueólogos.

Sin embargo, muchos arqueólogos continúan sus investigaciones despreocupados de este


debate teórico, aunque cada vez es mayor el número de arqueólogos que toman conciencia
de los cuestionamientos a la disciplina. Como una respuesta a estos cuestionamientos
algunos arqueólogos de renombre dentro de la tradición anglosajona como Bruce Trigger y
Ian Hodder han asumido una posición intermedia entre el positivismo de la arqueología
Procesual y el relativismo de la arqueología Postprocesual, y han señalado que aunque el
pasado y la arqueología están social y políticamente determinados es necesario un

5
No obstante, frente a un relativismo extremo o desbocado se ha señalado que “El relativismo implica una
falacia lógica: <<todos los puntos de vista tienen el mismo valor: incluso éste>>. El relativismo recorta el
valor de la arqueología como forma de conocimiento. Para mucha gente la crítica más importante y dañina al
relativismo es que destruye nuestra capacidad de luchar contra opiniones políticamente indeseables e incluso
detestables acerca del pasado. Un ejemplo de ello es la negación del Holocausto” (Johnson 2000).

11
conocimiento más riguroso de los datos y un compromiso con el método científico. En este
sentido, pocos arqueólogos se declararían positivistas de “línea dura” y negarían la idea de
que los “datos en bruto” no existen y que inevitablemente están influenciados por
circunstancias política y sociales, pero también, a la inversa, ningún arqueólogo se
declararía abiertamente relativista, y muy pocos negarían la importancia de los datos, los
cuales tejen una “red de resistencia” a las interpretaciones que deseamos darles. Hodder
(1999) uno de los exponentes más representativos de la arqueología Postprocesual ha
reconocido que a pesar del debate teórico la arqueología sigue haciéndose a nivel mundial,
aunque con una mayor diversidad teórica y metodológica paralela a una aceptación más
amplia de la multivocalidad y el pluralismo en el ámbito del patrimonio (a pesar de que esto
ha sido visto como una amenaza por parte de muchos arqueólogos), de manera que “la
aparente disciplina de la arqueología parece entonces muy indisciplinada”. Resalta que la
excesiva diversidad y disidencia no permite mantener una visión global sobre la teoría y el
método, que la teoría arqueológica parece haberse fragmentado en un millar de teorías, y
que la arqueología ha perdido su identidad hegemónica anterior como una disciplina6. De
otro lado, la expansión y la especialización de la disciplina han llevado a una
diversificación de los objetivos y métodos de la arqueología, y las diferentes
especializaciones han desarrollado cada vez más sus propias perspectivas y métodos, así
como sus propios discursos, e incluso han desarrollado distintos métodos de excavación7.

En América Latina, de acuerdo con Gustavo Politis, la Historia Cultural fue el enfoque
empleado hasta los 60s del siglo pasado y sigue siendo el paradigma dominante que
estructura la investigación arqueológica regional8. Esto sin desconocer que muchos

6
Ejemplos de la nueva apertura a perspectivas alternativas son los numerosos casos de arqueólogos y nativos
americanos trabajando juntos en los Estados Unidos y Canadá, y la renovación del interés de los arqueólogos
por las tradiciones orales de los indígenas americanos (Hodder 1999).
7
Hodder considera, incluso, que la arqueología tiene una nueva madurez, en la medida en que mantiene
relaciones estrechas con otras disciplinas en campos relacionados con la teoría, que involucra la aceptación de
la diversidad y la diferencia, y en la medida en que no necesariamente toma prestado de otras disciplinas sino
que contribuye a ellas por la naturaleza distintiva de la evidencia arqueológica en dos áreas en la que
convergen las diversas posiciones teóricas: el manejo de perspectivas de largo término (o perspectiva
multiescalar) y la cultura material (y su significación para los humanos) (Hodder 2001).
8
“El enfoque histórico cultural tuvo un impacto directo en la arqueología practicada en todos los países de
Latinoamérica. Los hallazgos arqueológicos fueron organizados en un marco temporal de culturas, periodos y
fases. Las divisiones tecnológicas como las basadas en la cerámica y la lítica, ubicaron los artefactos en
secuencias seriadas, estilos compartimentalizados, complejos tecnológicos e industrias. Esta obra fue

12
desarrollos e innovaciones metodológicas han transformado la arqueología en una
disciplina más flexible y dinámica, con múltiples direcciones de investigación, que muchos
arqueólogos han desarrollado métodos originales y han generado sus propios modelos y
marcos conceptuales, y que la forma moderna de Historia Cultural hoy en día es un
paradigma diferente aliado a enfoques Procesuales y Postprocesuales. Dentro de esta
fundamentación Histórico-Cultural, los arqueólogos de la región han desarrollado tres
estrategias principales: a) adopción de mejores y sofisticados métodos y técnicas para la
identificación y organización temporo-espacial de los restos arqueológicos; b) recurrencia a
la arqueología ambiental con un fuerte interés ecológico; y c) investigación orientada por
problemas, combinando los resultados de análisis detallados (líticos, cerámicos, faunísticos,
arquitectónicos, etc, centrados en problemas específicos sobre conductas pasadas. Aunque
las dos últimas estrategias podrían ser consideradas como arqueología procesual, en muchas
investigaciones se han orientado a reconstrucciones espacio-temporales más precisas del
pasado.

La arqueología procesual ha tenido una aplicación muy limitada en Latinoamérica y sus


enfoques con un énfasis en una orientación ecológica y funcionalista fueron importados por
arqueólogos norteamericanos que investigaron en Latinoamérica, y luego seguidos por
arqueólogos latinoamericanos que iniciaron sus carreras en las décadas de los 70s y 80s. La
región se convirtió así en un laboratorio para probar modelos o hipótesis desarrolladas en
otros lugares. Paralelamente, a partir de los 80s, se desarrolla una escuela original de
pensamiento, la llamada <<la arqueología social latinoamericana>>, con un programa
dirigido a hacer la práctica arqueológica socialmente relevante y políticamente activas,
aunque esta no constituye un cuerpo unificado de teoría, y su énfasis desproporcionado en
la teoría en contraposición a un esfuerzo significativamente menor en el desarrollo de
metodología y evaluación empírica de datos arqueológicos limitaría seriamente su
influencia.

realizada, principalmente, por arqueólogos norteamericanos, en algunos casos con la colaboración de


arqueólogos locales...Durante las décadas de 1950 y 1960 algunos prominentes investigadores
latinoamericanos continuaron estos enfoques organizativos temporales y espaciales respecto del registro
arqueológico y produjeron sus propias secuencias locales o regionales” (Politis 2006).

13
El Postprocesualismo aun tiene un impacto modesto en la arqueología Latinoamericana,
básicamente a través de la obra de Ian Hodder. No obstante, varios temas de interés
Postproceusal han formado parte desde hace tiempo de la obra de muchos arqueólogos
latinoamericanos, y la existencia de grandes poblaciones indígenas y movimientos sociales
populares en varios países sudamericanos hacen que los intereses Postprocesuales sean
relevantes, y que cuestiones como la etnicidad, los derechos humanos y la multivocalidad
sean pertinentes9. Aquí, son importantes las observaciones hechas al artículo de Politis por
Rodrigo Navarrete (2006), en el sentido de que, aunque tenemos el obstáculo de estar
subordinados a los sistemas de producción distribución y consumo del conocimiento
arqueológico dictados desde los centros hegemónicos de poder económico, político y
cultural, por otro lado, contamos con la posibilidad de producir cuerpos teóricos y
metodológicos alternativos o contrapuestos y reinterpretar los modelos de los centros
académicos norteamericanos y europeos.

Desafortunadamente, en Colombia, como en Suramérica, la mayoría de los arqueólogos


siguen haciendo arqueología Tradicional o Histórico-Cultural, al margen de estas
discusiones teórico-metodológicas, en muchos casos bajo la creencia de que con el uso de
técnicas modernas, como la palinología, los análisis de radiocarbono y de suelos, y el
manejo de programas estadísticos por computador, están haciendo una rigurosa arqueología
científica10. Algunos trabajos como los Robert Drennan y Karl Langebaeck podrían
considerarse como Procesualistas, por su interés por el surgimiento de las sociedades
complejas o “cacicazgos” y por su metodología basada en la contrastación de modelos y en
el manejo estadístico de la variabilidad mediante el método del muestreo sistemático
regional, aunque Langebaeck no lo considera así. De todas maneras, son interesantes los
planteamientos hechos por Langebaeck en un artículo reciente (2006), en el sentido de que,
aunque se han realizado estudios en los que se analizan las formas de hacer arqueología con
el fin de identificar el contexto social y político en el cual se desarrollan las teorías que

9
Seguramente, la globalización y el desarrollo de las tecnologías de información y comunicación han
favorecido la difusión de los postulados de la arqueología Postprocesual, a diferencia de lo que ocurrió con la
arqueología Procesual.
10
“Mucha de la arqueología que aún se hace en el país es de carácter normativo, anterior a la arqueología
procesual. Lamentablemente las discusiones a fondo de carácter teórico para muchos se ha reducido a
cuestiones formales…muchos de los arqueólogos trabajan aún con los presupuestos teóricos inductivos y
positivistas que fueron criticados hace ya 50 años o más” (Langebaeck 2005).

14
explican el pasado, o la forma como el pasado genera discursos de poder, es insuficiente
señalar que la arqueología maneja un discurso colonial, o que hay discursos disidentes, o
que la práctica favorece discursos hegemónicos, porque el verdadero desafío consiste en
hacer estas críticas relevantes mediante investigaciones rigurosas que se refieran a casos
concretos. Señala además, que la crítica postmoderna, además de hacer resonancia y de
“criollizar” las propuestas de la academia del primer mundo, no van más allá, excepto por
su aparatosa terminología, de lo que los académicos de izquierda de los 60s y 70s ya le
habían criticado a la arqueología normativa.

No obstante, es necesario resaltar los trabajos de autores como Cristóbal Gnecco y Wilhelm
Londoño, quienes retomando una discusión de la arqueología Postprocesual (Gosden
2001) han revelado la persistencia de la ideología colonialista en el discurso arqueológico y
en el manejo del Patrimonio Arqueológico por parte del estado y llaman a una reflexión
crítica de la arqueología como disciplina académica y científica. Gnecco (2002 y 2007), por
ejemplo, ha señalado que institucionalización de la arqueología en Colombia se articuló a
un proyecto identitario nacionalista que se fundaba en la construcción de una identidad
homogenista de la nación, y por tanto, de dominación y subordinación de otras identidades.
Así, a los indígenas contemporáneos, con los que se competía por las tierras y recursos, se
les negaba su la continuidad histórica con sus antepasados representados en el patrimonio
arqueológico para así deslegitimar sus reivindicaciones. Sin embargo, como consecuencia
de las crisis de los estados nacionales y la aceptación de la diferencia y la multivolcalidad
se estaría generando en Colombia y otros países del tercer mundo un proceso de re-
indigenización o descolonización del discurso arqueológico, expresado como adaptaciones
locales o vernáculas de la cultura, a pesar del ideal moderno de una cultura global de los
discursos metropolitanos, proceso en el cual la arqueología jugaría un papel fundamental11.

11
En América latina “La relación entre arqueología y las comunidades nativas es ambivalente: o es
problemática…o un lugar para el encuentro intercultural…La concepción nacional del patrimonio, a la cual
suscriben los arqueólogos, supone que la historia de otros se transforma en la historia de nosotros…El
tratamiento estatal del patrimonio se ha limitado a establecer marcos legales y a implementar su funcionalidad
policiva, produciendo un fetichismo de objetos y una saturación preocupante de museos y
depósitos…Desconoce, eso sí, que una protección y puesta en valor de los patrimonios sería más exitosa,
acaso, si se involucraran las comunidades locales y si se tienen en cuenta sus preocupaciones, expectativas y
disensos.” De otro lado, “La arqueología postnacional (multicultural) abre su práctica a la participación de
actores locales…e incluye otros horizontes históricos en sus interpretaciones”, pero, “para muchos
arqueólogos la continuidad histórica es un argumento discutible de la demanda indígena por el control de los

15
Así, el interés creciente de un amplio número de actores sociales por asuntos que los
expertos históricos, incluyendo a los arqueólogos, consideraban suyos estaría ampliando el
significado del pasado para incluir otras cosmovisiones y proyecciones diferentes del
presente y del futuro. La interpretación arqueológica ya no se limitaría entonces al pasado
sino que incluiría el presente, el locus temporal de su producción, y el futuro.

Por su parte, Londoño (2007) ha señalado que las implicaciones de la cultura colonial en la
configuración del pensamiento moderno son más que evidentes, y que más allá de una
conciencia de interconexión global y de la existencia de diversos grupos con diversos
sistemas de creencias, configuró la percepción temporal con base en los preceptos políticos
que adquirieron forma con el descubrimiento de América. En adelante el tiempo sería el
proceso de colonización o de concreción de la civilización. La historia como una
descripción del pasado, describía la sucesión de estadios que habían llevado a Europa al
lugar privilegiado que ocupaba (una alegoría del espacio eurocéntrico), y la arqueología,
basada en la descripción de artefactos y la búsqueda de ruinas, monumentos y vestigios de
otras épocas, comprobaba lo que la modernidad había creado como realidad, la existencia
de un pasado la inexistencia de otras configuraciones culturales en el presente12.

Por último, en Antioquia, la mayoría de los estudios que se han realizado se inscriben
también dentro del enfoque Histórico-Cultural, que ha dominado la arqueología de América
Latina y del país. Incluso muchos estudios se dedicaron a precisar o a discutir los marcos
cronológicos y espaciales planteados en los primeros estudios realizados por Castillo y
Santos entre 1988 y 1998 (Santos 1989, 1993 y 1998; Castillo 1988 y 1985). No obstante,
algunos estudios se orientaron a problemáticas específicas, como la explotación indígena de

vestigios y discursos del pasado, un hecho que debe ser demostrado por quienes pretenden ser herederos del
pasado precolombino, más aún por quienes demandan la propiedad del registro arqueológico” (Gnecco y
Rocabado 2010).
12
“…la arqueología, en tanto saber, construyó un objeto de discurso, el registro arqueológico, que estaba
prefigurado desde que, con la emergencia de la modernidad, fue posible pensar en el pasado; tal fue el mojón,
donde se articularon todo los desarrollos conceptuales posteriores de la disciplina, que tratarían de desplegar
esa impresionable percepción temporal de la modernidad. Desde las definiciones iniciales que establecería a
la arqueología como la contraparte del proyecto historiográfico -ya que se encargaba del estudio de las
sociedades ágrafas-, hasta las sentencias de Lewis Binford que definían la arqueología por su vinculación con
la antropología neoevolucionsta, pasando por las propuestas de arqueología conductual y de arqueología
analítica. El movimiento fue el mismo: depurar el ruido del objeto de estudio para que emergieran sus
características más singulares” (Londoño 2007).

16
sal y la forma y simbología de las pautas de enterramiento prehispánicas (Santos
1986,1993, 1995 y 1998). Con el auge de la arqueología de rescate, desde la década de los
90s, modalidad bajo la cual se han realizado la casi totalidad de los estudios en Antioquia,
muchos estudios desarrollados con bajos presupuestos o con limitaciones de tiempo han
producido básicamente informes técnicos o descripciones y clasificaciones de materiales
arqueológicos, en ocasiones con aportes radiocarbónicos, y la mayoría de ellos no han sido
publicados o no están disponibles para su consulta. Una excepción a las limitaciones de la
arqueología de rescate la constituyen los estudios de Porce (Castillo et al. 2000; Otero de
Santos y Santos 2006), los cuales se realizaron a largo plazo y contaron con el apoyo de
análisis especializados de radiocarbono, suelos, geología y paleobotánica (incluyendo
polen, y análisis de micro y macrorestos botánicos).

Vale la pena anotar que algunos estudios han incorporado elementos de la arqueología
Procesual, como los realizados en las Obras de Infraestructura de Porce IIII (Otero de
Santos y Santos 2006) y recientemente en Envigado (Santos 2010 y 2011), los cuales,
además de precisar secuencias cronológicas, se han orientado hacia la reconstrucción de
comportamientos culturales y hacia problemáticas como el surgimiento y desarrollo de la
agricultura, y el surgimiento y desarrollo de la complejización social, mediante la
aplicación de la metodología del muestreo sistemático regional, que había sido ya
implementado por Langebaeck y un equipo de colaboradores en el Valle de Aburrá para
contrastar el modelo de cacicazgos propuesto por Carneiro (y que, como ya se anotó, puede
considerarse como Procesual). No se ha realizado estudios bajo el enfoque Postprocesual,
ni siquiera sobre los planteamientos teóricos de este enfoque, ni sobre los cuestionamientos
derivados del Postmodernismo. Por esto, se espera que con este seminario sobre las
perspectivas teórico-metodológicas en la reconstrucción del pasado se abra un espacio de
discusión que permita a los estudiantes de arqueología asumir una posición crítica frente a
la disciplina, y a los arqueólogos reflexionar sobre el ejercicio de la profesión.

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19
Adiós a la arqueología: percepciones del tiempo y el
espacio en la sociedad posnacional
Wilhelm Londoño
Universidad del Magdalena
wlondonodiaz@gmail.com

Las disciplinas como invenciones: Entrada

A inicios del siglo XVI el pintor neerlandés Jerónimo Bosch pintó un cuadro que sería
famoso por representar uno de los temas más importantes para la sociedad europea: se
trataba de los locos, o mejor aún de la locura. El académico que mejor caracterizó esta
temática fue sin duda Michel Foucault (Foucault 1993). El mencionado autor se preocupó
por las dimensiones de la locura al finalizar la edad media y los inicios del renacimiento. A
través de la consulta de textos que van desde el siglo XIII hasta el XVI, Foucault logró
trazar lo que podría ser un comportamiento generalizado de la sociedad europea en relación
a la figura del loco. Según Foucault, el loco, aquel cuya conducta no era del todo acorde
con las expectativas sociales, era un sujeto que se recluía en lugares alejados de las
emergentes ciudades, pero que no era tratado. Sobra decirlo, no existía una relación entre
reclusión y terapia. Es con esa articulación cuando se genera un discurso psiquiátrico,
mientras esa relación no se daba dicha disciplina no existía.

En consecuencia de lo anterior, no había, en la época clásica, la obligación de desarrollar en


los sujetos recluidos mecanismos que soslayaran lo que les permitía ser loco para así poder
pensar en su inserción social. Como se infiere de la citada obra de Foucault, la sociedad
europea de ese entonces tolera la locura, no intenta reprimirla ni suprimirla. Además de
estos espacios de reclusión, los locos eran, en muchas ocasiones, entregados a los marineros
para que se los llevaran. Bajo esta modalidad, muchas ciudades portuarias comenzaron a
tener más locos de los que podían producir. Asimismo, se dio la situación de que muchos
lugares comenzaron a convertirse en rutas de peregrinación, lo cual permitía que el loco,
disfrazado de peregrino, terminara quedándose, confundiéndose. Dice Foucault que esta
20
situación hizo que fuera muy difícil distinguir la ciudad que era depositaria de los locos de
las ciudades que eran centro de peregrinaje.

Como lo menciona el pensador francés, la locura en el siglo XV y aún en el XVI, es un


espacio desde el cual es posible producir representaciones, discursos, actos simbólicos que
tienen peso social, que producen imaginarios, lo que nosotros denominaríamos
"conocimiento". De ello da prueba no sólo el cuadro de Bosch sino también el famoso texto
"La nave de los necios" de Sebastian Brand a finales del siglo XV. En la investigación que
hace Foucault sobre la producción de conocimiento a partir de la locura, este pensador
logró encontrarse, inclusive, iconografías de ordenes místicas donde el alma se
representaba como una pequeña barca que surcaba mares embravecidos. De tal suerte lo
sujetos de esa época y ese contexto llegaban a representar su tránsito por la vida
imaginándolo como un viaje donde la inmensidad de caprichos de los elementos sólo puede
ser compensada aferrándose a la fe. Uno de los que mejor representa la aventura de la vida
es entonces el loco.

Pero el viaje de los locos no es sólo uno de los motivos más importantes para representar la
experiencia vital. Asimismo la comedia y el teatro han comenzado a usar el personaje del
loco, del necio, del bobo, como aquel donde es posible que resida la verdad. Sin duda
alguna es el loco en quien reposa el sentido de las cosas, los demás tendrán sólo apariencias
que serán filtradas por sentimientos más centrales como el orgullo y la envidia. El loco es
un sujeto libre y su viaje será una forma de representación de los valores centrales de la
cultura europea de ese momento.

Dice Foucault que en el siglo XVII el esquema que hacía el reparto de la locura, por un
lado haciendo que el loco viajara abrazando en su situación liminal una forma de verdad, y
del otro configurando ciudades centros de peregrinación y residencia de locos, se rompe y
da paso a formas de reclusión que serían el germen de las formas actuales de tratamiento de
la locura. Como lo nota Foucault, en épocas de crisis como la ocurrida a inicios del siglo
XVII en Inglaterra, las ordenanzas señalan claramente que los ociosos deberán ser recluidos
y se les deberá ocupar en un oficio. Es de esta manera como emergen centros de reclusión

21
donde se enseñan oficios básicos. Desde esta perspectiva ser recluido supone una forma de
normalización hacia una cultura del trabajo en medio de una sociedad que comienza a
depender cada vez más de la industrialización y el capitalismo. Entonces la psiquiatría tuvo
como génesis la articulación entere reclusión y reducción de la ociosidad en un momento
donde el capitalismo se convertía en la forma económica dominante.

En menos de 300 años, los ociosos que podrán ser locos, y en ese orden de ideas montados
en una barca para un peregrinaje eterno, tal vez una forma de recompensa, serán calificados
de improductivos y de allí se legitimará el uso de ciertas formas de coerción para hacer que
lo sujetos entreguen algo de su trabajo para la financiación de su propio mantenimiento. Es
en esta época que se sugiere que la mera reclusión no es satisfactoria y se requerirá del
sujeto actos que sean calificados como positivos en medio de un complejo social que cada
vez más ve la producción de mercancías y su distribución como las únicas formas
económicas validas.

La condena de la ociosidad, del eterno viaje en la barca, hará entonces que se genere la
pregunta por la locura. Bajo la supremacía de una sociedad que ve en el ocio una forma de
mal que debe ser extirpado, el loco no será más representativo de una forma de verdad, de
un camino de conocimiento. El loco será entonces un sujeto que deberá ser tratado desde
dos puntos de vista. Deberá ser categorizado en un sistema taxonómico que configurará su
comportamiento como una expresión patológica. Asimismo deberá ser categorizado en un
sistema taxonómico que determinará la distancia que separa al loco del criminal.

Como lo sugiere Foucault, lo que hace la sociedad moderna es filtrar las posibilidades de
usar la locura como una forma de conocimiento13. La psiquiatría, como estrategia y
dispositivo de filtración, no podría ser definida netamente como una herramienta
terapéutica, pues esa es precisamente la definición que la legítima dentro de la sociedad
moderna; en consecuencia la psiquiatría, como fenómeno de análisis, puede ser definida

13
Podrá verse este argumento de Michel Foucault en el siguiente enlace:
http://www.youtube.com/results?search_query=michel+foucault+por+si+mismo&oq=Michel+Foucault&aq=
3&aqi=g10&aql=&gs_l=youtube.1.3.0l10.572.7254.0.10265.29.21.4.4.4.3.205.2729.6j13j2.21.0...0.0.Rnfe0E
7ykkw

22
como un dispositivo de filtración útil para la reproducción y funcionamiento de la sociedad
industrial. Sirve para señalar a los improductivos, categorizarlos, insertarlos o recluirlos.
No existe un horizonte de verdad que la psiquiatría haya descubierto, su campo de acción
será el que le imponga una sociedad que necesitar sujetos con un determinado cuerpo y
psiquis que se amolden a las necesidades de un sistema basado en las ideas modernas de la
economía capitalista y el sistema político democrático.

La arqueología como invención de un objeto de discurso

Con esta breve descripción lo que deseo señalar es que las disciplinas científicas son, desde
la perspectiva del análisis discursivo, dispositivos de filtración, mecanismos que permiten
que diversos ordenes del mundo sean recortados, cercados, extraídos de sus matrices,
permitiendo marcos de representación de acuerdo al sistema de coordenadas epistémicas de
la modernidad. De tal suerte, las disciplinas científicas no serían herramientas de
descubrimiento, sino de descripción de un paisaje cuyos límites ya están trazados de
antemano y que son concomitantes con los objetivos que una sociedad se traza como
prioritarios. Otra característica de las disciplinas científicas es obvia, su principal función es
domesticar las formas de generar conocimiento prohibiendo que los sujetos hurguen más
allá de las fronteras de conocimiento establecidas. Los mecanismos de control son diversos.
Incluyen la imposición de teorías y metodologías; ello se da por la generación de políticas
de distribución de recursos y de generación de controles estatales sobre los objetos de
investigación. Otra de las formas de control son menos conscientes aunque igual de
evidentes. Por ejemplo la arqueóloga norteamericana Joan Gero hace tiempo señaló cómo
existían en arqueología una división sexual de los objetos de investigación. El poder, las
estructuras coercitivas, la dominación, eran materia prima de los hombres; las mujeres tenía
objetos más livianos relacionados con el ámbito doméstico. De allí las preguntas por las
semillas, las plantas, la alfarería (Gero 1999).

La consecuencia más problemática de la función de filtración disciplinar es que obliga a


pensar los objetos de investigación como inmanentes a la naturaleza de la realidad y no
tiene en cuenta que son el efecto de una serie de imposiciones que son determinantes para

23
la existencia de la sociedad misma. En la actualidad, por ejemplo, el registro arqueológico
es un efecto de la interacción entre sistemas policivos, instituciones académicas, sujetos
altamente entrenados que operan bajo la idea de que la naturaleza del registro arqueológico
es ser evidencia del pasado. Esa idea inhibe preguntarse, como sobre la genealogía de ese
problema y su relación con las necesidades de la sociedad contemporánea. Podría agregar
otra idea y señalar que además de que la arqueología, en tanto disciplina, es un dispositivo
de filtración, es también un artefacto que sirve para relacionar la materialidad del pasado
con las formas legítimas de su manipulación. En este sentido, el alto valor que tiene lo
arqueológico, como evidencia del pasado, es producto de la idea de que esa materialidad
representa las evidencias de un tiempo lejano, el tiempo pre-estatal. No sobra señalar que la
arqueología fue instrumental a la pregunta por la vida de las sociedades sin-estado, como si
dicha ausencia fuera la marca distintiva de las culturas no occidentales. Ya que subyace al
registro su valor como evidencia pre-estatal, la mano del arqueólogo, quien es el encargado
de su identificación, al tocar el registro, convierte, lo que eran antes tinajas rotas, en datos
antropológicos. El proceso de levantar un fragmento de cerámica, por ejemplo, en un área
que está siendo intervenida de manera oficial, es decir que sobre dicha área recaen una
infinidad de veedores que certifican tratamientos adecuados a diversos elementos (plantas,
animales, rocas, tiestos, etc.), produce en el fragmento levantado la misma sustanciación
que produce el sacerdote al santificar la hostia. Estas similitudes, por ejemplo, son ángulos
de lo que podría llamarse el punto ciego de la visión del arqueólogo. En ese punto residirían
todas aquellas preguntas apócrifas que le reclamarían a la arqueología sus similitudes con
los rituales, su cercanía con el teatro, el carácter de lo arqueológico como performativo (la
generación de experiencias) más que como ostensivo (la representación del pasado)14.

La arqueología sería en consecuencia un dispositivo de filtración y un dispositivo de


contención. Filtra lo que los objetos tienen que decir en contra de la propia sociedad que los
desea conservar. Asimismo contiene al sujeto arqueológico en un campo de enunciaciones
cuyas convenciones le son impuestas. Así como el psiquiatra tiene que reducir el ocio del
loco, el arqueólogo tiene que preguntarse por la acción que los vestigios materiales sugieren
dentro de la idea de que son parte de un pasado remoto.

14
La distinción entre lo ostensivo y lo permormativo se la debo a Bruno Latour (cf. Latour 2008).

24
Ahora que he sugerido algunas posibilidades extra-arqueológicas resultantes de mirar más
allá del punto ciego, quisiera proponer un ejemplo para discutir opciones de investigación
más allá de la arqueología.

El ejemplo

Dado que he hablado de la arqueología como un dispositivo de filtración quisiera referirme


a un ejemplo que he estado investigando. Es decir, un ejemplo de cómo la arqueología ha
emergido como dispositivo que produce información en sistemas de pensamiento
regulados. Se trata del problema que ha originado a lo largo de la historia el reconocimiento
de unas materialidades que ponen en cuestión el orden donde los objetos son posibles para
la sociedad moderna. Hablo de ciertas piezas de cerámica y orfebrería que han sido
fabricadas en lo que se ha denominado la Sierra Nevada de Santa Marta.

Una de las primeras relaciones que da cuenta del problema que significó que los indios
construyeran "cosas" (en cerámica y oro o tumbaga) e hicieran ofrendas con ellas o para
ellas, y que las hicieran en lugares acondicionados, modificados, o intervenidos, data de
1691 (cf. Langebaek 2007). Fue en ese año cuando el padre agustiniano Francisco Romero
emprendió una expedición a lo que se consideraba la zona arahuaca en el flanco oriental de
la Sierra Nevada de Santa Marta. No sobra decir que la denominación "Sierra Nevada de
Santa Marta" responde a una ubicación geopolítica relacionada con el hecho de que Santa
Marta era el puerto más importante de la región y que para ubicar la ruta al puerto no había
que hacer otra cosa que divisar los picos nevados (cf. Finestrad [1789]2001:95).

En la descripción del documento de Romero que hace Carl Langebaek (2007), se infiere
que era una expedición armada que iba a normalizar ciertos colectivos que tenían como
práctica la "idolatría". En ese momento histórico la manera como la episteme colonial
clasificaba estas materialidades estaba constituida por una moral. En tanto discurso moral
era imperativo respetar la reglamentación que regulaba la fabricación de objetos rituales lo
cual sólo le competía a la iglesia. En consecuencia, lo que se reprochaba, desde el orden

25
oficial, era que estos indígenas realizaran actos que a la final cuestionaban una serie de
principios establecidos que permitían que la cultura colonial tuviera su propia ley de
regulación de construcción de objetos y sus usos rituales. En ese sentido se infiere que la
búsqueda de estos objetos, lo cual motivó el viaje de Romero, estaba precedida por una
conceptualización de lo que eran: un desafío moral. En criterio de Romero, lo que haría la
expedición sería
"...reconocer unos templos, que en su idioma se llaman
Sansamarias, los cuales estaban dedicados al demonio y donde
sabía que ellos le hacían los sacrificios de piedras labradas, de
ropas, de alhajas y de horribles mortificaciones, como era ayunar
quince días, sin otro mantenimiento que un poco de grano de maíz
(...) y otras asperezas que el demonio les hacía hacer... (Citado por
Langebaek 2007: 225)

Hay que mencionar que esta cita es una versión pública de las expediciones de extirpación
de idolatrías; Langebaek analiza también un documento sobre el mismo evento del padre
Romero que es no público y donde la narración de los ayunos y los ídolos labrados no se
da como evento ("reconocer unos templos") sino como certeza. Dice el otro documento:

"Me han dicho que sois idolatra, adorando al diablo para lo cual
tenéis muchos templos los cuales llamaís Cansas Marias, y en ellos
hacen muchos ayunos ásperos, y muchos sacrificios al demonio que
os habla por los ídolos = y vos como no conocéis su engaño lo
creéis y para que lo conozcáis me ha traído dios aquí y a que me
mostréis los templos que están en diversas partes de la Sierra"
(Citado por Langebaek, 2007: 226)

Según lo que se entiende del documento, Romero se dirigió a San Isidro de los Atanques y
después de "reconocer" la idolatría se dedicó a propagar la palabra de dios y en los casos
que lo requirieron a bautizar a los indígenas y preguntar por los lugares de adoración los
cuales deberían ser destruidos. Dice Langebaek que en el documento inédito de la misión
de Romero se cuenta que este sacó un lienzo con la imagen de Cristo y señaló que era
enviado por dios mismo para extirpar la idolatría entre ellos so pena de ser castigados. En
criterio de Romero lo que él estaba haciendo se hacía por mandato escrito. En tanto
documento escrito denotaba entonces el carácter de soporte de un acto de la administración
eclesial. No hay que desdeñar este acto performativo en el proceso de imposición de la

26
episteme colonial, pues con dicho proceder se establecería, en muchos contextos étnicos,
un sistema de reglas que prescribían la construcción y uso ritual de objetos.

Al parecer de estas expediciones del finales del siglo XVII el padre Romero llevó algunos
de estos objetos a Europa. Hace notar Langebaek que muchos de estos objetos son
extraordinariamente similares a ciertos artefactos que Henning Bischof describió de una
colección del Vaticano. Podrían tratarse de los mismos. Ello indicaría que los preceptos de
la conservación no sólo son específicos de la episteme científica sino de la colonial y su
matriz eclesial.

Hasta la fecha se conocen estos proyectos de extirpación para el flanco oriental del macizo.
No ocurre lo mismo para el flanco occidental. Como se desprende de un análisis hecho por
Henning Bischof (1982), la región que correspondía a lo que sería el actual parque Tayrona
se comenzó a despoblar a finales del siglo XVI. Inclusive señala Bischof que después de
1599 algunos encomenderos abandonaron las concesiones que tenían en el área. Las
razones de este abandono tenía que ver, tal vez, con las ventajas relativas que existían en el
proceso de colonizar el sur de la provincia de Santa Marta y él área del Valle de Upar;
ambos lugares más aptos para labores agrícolas.

Al analizar la información disponible es evidente que el proceso colonial fue más fuerte en
lo que se considerarían las comunidades kankuamas y arahuacas que habitarían la región
oriental de la Sierra Nevada de Santa Marta. Además de las extirpación de idolatrías, con
el inicio de la república se generarían nuevos proyectos de catequismo como el que ocurrió
en la comunidades arahuacas quienes lograron romper el yugo de las misiones capuchinas
recientemente sólo en la década de 1960 (Friede 1963).

Según fuentes como las de Romero, a finales del siglo XVII existían varios grupos de la
región convertidos y unos pocos por convertir. La verdad es poco conocemos qué sucedió
durante todo el siglo XVIII y parte del XIX en términos de proyectos de civilización, pues
sólo tenemos los datos de la década de 1960 sobre la expulsión de los capuchinos de
comunidades Arahuacas lo que fue analizado por Juan Friede a inicios de la década de

27
1960. Se sospecharía que entre un periodo de casi 200 años las comunidades indígenas de
esta región adoptaron ciertas prácticas cristianas y no siguieron celebrando, por lo menos
públicamente, rituales locales.

La prohibición de la iglesia alejó a los indígenas de ciertas prácticas locales que tenían que
ver con la fabricación de objetos y paisajes rituales. No sorprende que en lugares como
Atanques a mediados del siglo XX, los esposos Alicia Dussán y Reichel-Dolmatoff
señalaran que había una tendencia casi maniaca de los pobladores locales por parecer
españoles (cf. Morales 2011: 86). Sin embargo esta apreciación debe tomarse con calma
por cuanto es muy probable que ante los esposos Reichel y Dussán se ejecutaran actos
performativos que buscaban permitir que realmente se registraran procesos de mestizaje.
No sobra mencionar que las apreciaciones de los esposos Reichel y Dussán han sido
criticadas por actuales movimientos kankuamos de Atanques. Aunque no es el lugar para
discutir la situación kankuama, baste decir que existe una serie académicos locales que
están trabajando en la re-construcción de la memoria kankuama y están hablando sobre el
cuestionamiento a la política civilizatoria que por varios siglos prohibió prácticas locales.
La reciente investigación de Patrick Morales (Morales 2011) muestra cómo la celebración
del corpus cristi, en Atanques, está íntimamente relacionada con prácticas indígenas
kankuamas que a su vez se entretejen con las ontologías de los otros tres restantes pueblos
del macizo: los kogi, los arahuacos y los wiwa.

En el caso que narra Morales, cuando el movimiento indígena comenzó a exigir formas de
gobierno autónomas, surgió el debate sobre lo cierto que resultaba conceder algunas
prerrogativas dada la condición étnica. Morales participó en un proceso que tenía como
objetivo evaluar la etnicidad. De su trabajo se desprende que la fiesta cristiana
mencionada, la cual consta de unos recorridos que se dan en el poblado, toma como puntos
de llegada lugares de pagamento. Como lo señala Morales, en la memoria es claro que
dichos lugares son los espacios donde es correcto hacer los correspondientes pagamentos.
También se tiene la conciencia de que esas acciones están proscritas pues como hemos
visto ha existido una campaña insistente desde finales del siglo XVII por prohibir estas
prácticas.

28
Las preguntas que se pueden plantear desde la investigación de Morales son inquietantes.
En primer lugar habría que establecer una cuestión obvia y es el papel de la arqueología en
las formas de organización territorial contemporáneas dentro de los Estados
multiculturales. Habría que preguntar si corresponde que las investigaciones arqueológicas
interroguen sobre la naturaleza sincrética de ciertos rituales cristianos, basados en las ideas
de la procesión, de los cuales podría apreciarse paisajes ancestrales. Tomo esta idea de la
propuesta de Christopher Tilley de una fenomenología del paisaje (Tilley 1994). Como lo
señala Tilley, para algunas partes del globo el paisaje que se experimenta cuando se
camina por él guarda similitudes importantes con paisajes estructurados hace milenios
(Tilley 1994:74); desde esa experiencia de movilidad entonces vale más pensar en las
continuidades que en las rupturas. En consecuencia, estas similitudes entre paisajes y sus
constantes usos, podría ser marcadores de alteridad que podrían usarse para la adquisición
de formas de discriminación positivas tal como lo planteó Morales. Ello supondría pensar
en una arqueología que se descentre de las rupturas y se posicione en las continuidades (cf.
Londoño 2008 y 2011a).

Dado este panorama, la primera gran filtración arqueológica tendría que ver con el desdén
en analizar las estrategias desplegadas en el proceso de desvincular a ciertos sujetos de sus
paisajes sagrados; la arqueología estaría en deuda con las comunidades de la Sierra Nevada
de Santa Marta, por ejemplo, por no haber documentado el peso del colonialismo en las
prohibiciones de prácticas simbólicas sagradas. En términos históricos, los procesos de
formación del registro arqueológico de ciertas áreas de la Sierra Nevada de Santa Marta,
tendría que ver con el abandono producto de la presión de la frontera colonial. Dicho
abandono no significaría necesariamente una desconexión de estos lugares dado que en
ellos hay lugares de pagamento. Inclusive la situación actual ha llevado a que los indígenas
tengan que negociar con el Estado y particulares la visita a algunas desembocaduras de ríos
en el mar que son áreas de pagamento.

En una investigación que adelantaron arqueólogos de la Universidad Nacional en el Alto


Río Ranchería, la cual se hace para el proyecto de represamiento de este afluente, el equipo

29
de trabajo encontró varias estructuras de roca en un sitio que se denominó El Espinito
(Rodríguez, Cifuentes y Aldana 2010). Como lo muestran tres fechas radio-carbónicas los
eventos deposicionales que implicaron la construcción del sitio van desde 600 años antes
del presente hasta el presente. Además de las fechas, la investigación cita el testimonio de
varios mamos que dan cuenta del sentido de los hallazgos. La voz constante de los mamos,
pero reducida a ser mera anécdota, cuestiona el sentido de que esos hallazgos son
realmente hallazgos y realmente del pasado. En el Espinito hay evidencias de tributaciones
actuales que serán borradas por el proyecto de la presa. En todo caso lo que no se explica
en el informe, es la historia de la emergencia de un mercado de tierras en las riveras del
Ranchería que paulatinamente alejó a ciertos colectivos de lugares sagrados.

Los procesos de declaración patrimonial que implica toda investigación arqueológica


sugieren entonces que esos espacios y esos objetos requieren un tratamiento especial
porque son "señales" de un pasado remoto, un pasado que tiene en cuenta la historia de las
instituciones políticas y económicas. La valoración altamente excesiva que acompaña a
ciertas vasijas de barro, por ejemplo, representa un "régimen de cuidado", para usar una
categoría del arqueólogo sudafricano Nick Shepherd. Se trata de la aplicación de una serie
altamente ritualizada de acciones en torno a la manipulación de objetos que sirven para
vincular la experiencia actual con eventos imaginados en un relato evolutivo. Dichas
materialidades son, la palabra no podía ser más precisa, la materia prima de otros
dispositivos más complejos que son los museos. En ellos no sólo se representa el pasado
sino que se produce un efecto de "historicismo" que da la sensación de que la sociedad
actual ocupa un lugar en la historia. Uso el nombre "historicismo" para referirme entonces
al efecto de percepción temporal que producen los museos, los cuales no permiten
comprender otra dimensión de la historia, "la historicidad" o el proceso de construcción de
la realidad, la cual implica segregaciones, exclusiones, controles, formas de explotación,
perpetuación de las desigualdades y otros miles de males más. Los museos entonces son
artefactos que producen memoria y son alimentados por arqueólogos, antropólogos e
historiadores cuyo trabajo es una extensión de la episteme moderno-estatal.

30
A pesar de que El Espinito vincula tradiciones culturales que se creen son del posformativo
(2000 años antes del presente), en especial por el hallazgo de cerámica Portacelli, se sigue
pensando en esas tradiciones como situadas en el pasado y poco se discute sobre las
continuidades y las maneras como actualmente, tal vez de manera más sofisticada, se hace
la expropiación territorial. Así como Juan Friede trazó una historia centrada en conocer
cómo se hizo una expropiación territorial y cultural a los arahuacos, habría que pensar en
una arqueología del colonialismo y sus formas de apertura de mercado de tierras. Es
imperativo entonces la emergencia de una arqueología del capitalismo en Colombia15.

En este momento quisiera hacer un balance de mis argumentos para señalar que la
arqueología, en tanto disciplina científica, es un artefacto, un dispositivo tecnológico que
permite producir evidencias del pasado. Con esas evidencias se produce un doble efecto.
Por un lado, se legitima al Estado, no únicamente como dotado del poder de la violencia
legítima, sino con la posesión de las formas legítimas de hacer historia, de manipular
evidencias. De otro, se generan monumentos que permiten a los ciudadanos imaginar el
pasado según un relato pre-establecido, lo que el historiador colombiano Germán
Colmenares sugería como "Las convenciones contra la cultura" (Colmenares 1987). Valga
señalar que esos monumentos son exhibidos en museos, los cuales a su vez se convierten
en monumentos de monumentos.

Asimismo he señalado que la arqueología, en tanto disciplina científica, supone dos


filtraciones. En la primera, la arqueología se desvincula de los procesos de formación del
registro arqueológico en tanto este es "producido" por las prácticas de expropiación
territorial. Muchas veces dichos "abandonos" suponen repliegues lo que no necesariamente
significa que ciertos lugares quedan desvinculados de epistemes locales. En la segunda
filtración algunos objetos son desvinculados de las matrices humanas y no humanas en que
yacían y son manipuladas por un grupo de expertos. Dichas manipulaciones permiten

15
Un trabajo que representa una investigación de este talante se puede encontrar en la obra de Mónica
Espinosa (2009) sobre las luchas de Manuel Quintín Lame. Espinosa muestra claramente cómo el movimiento
indígena en el Tolima grande, a inicios del siglo XX, se opuso al régimen de apertura de mercado de tierras.
Dicho texto muestra como ciertos funcionarios estatales negaban la indianidad para legitimar la usurpación y
como los indígenas apelaban a la ancestralidad para mantener territorios.

31
entonces que esas materialidades adquieran un alto valor y ese valor se vuelve expresión
del valor histórico que es sustantivo de la experiencia de pasado que se desea producir.

Y ciertamente el trabajo arqueológico es una producción no muy alejada de las


producciones cinematográficas. Implican largas temporadas, recorridos, recursos
financieros y humanos, fotografía y dibujo. A diferencia de creaciones más libres como las
del cine, la producción arqueológica depende un poco de complejas tecnologías como las
usadas en los fechamientos por radio carbono. Además de esa producción, la arqueología
también genera una dinámica de la conservación. Para que ciertos materiales estén
asegurados se debe controlar la luz, el aire, la humedad. Inclusive las piezas arqueológicas
requieren mantenimientos que suponen limpiar los hongos que aprovechadamente escalan
sus paredes. Entonces una pieza arqueológica, cuando es conservada, está realmente en
interacción con otros muchos más actores, unos humanos, otros que no lo son. Entonces
una pieza arqueológica es una pieza de un engranaje relativamente complejo en donde hay
involucradas instituciones públicas y privadas, hombres y mujeres, tradiciones de estudio,
etc.

Como se puede apreciar desde el análisis discursivo que propone Foucault, las disciplinas
científicas son instrumentos de filtración que producen realidades y materialidades por
medio de algunas tecnologías que en algunos casos resultan ser complejas. Como lo sugirió
Emilio Piazzini, la investigación arqueológica implica una interacción entre
procedimientos in-situ (sitios) y ex-situ (laboratorios) (Piazzini 2010). De tal suerte, hay
una compleja red de actores no humanos que son los que facilitan las formas de producción
arqueológica. Ver la arqueología como un artefacto supone la facultad de trasladarse del
marco epistémico que legitima la arqueología como una ciencia que "descubre" el pasado a
una que lo "produce". Lamentablemente, y los hechos lo indican, nadie "descubre" una
huella arqueológica sin antes haberla producido.

Es tanto el peso de las preconcepciones arqueológicas que en algunos lugares los


arqueólogos han "falsificado" la información con el fin de que el registro se amolde al
guión que naturaliza al Estado como la máxima expresión de la racionalidad. Un caso bien

32
documentado es el de la domesticación de camélidos en la región conocida como Puna de
Atacama. Antes de las investigaciones de Alejandro Haber (2006), se pensaba que desde la
domesticación de la llama el registro de lo que sería el formativo de los Andes
meridionales estaría conformado sólo por animales domésticos. Según este argumento se
valía la pregunta: ¿Qué sentido tenía cazar si ya se conocía la domesticación? Realmente
nadie se preocupó por corroborar que efectivamente una vez usada la domesticación se
abandonara la caza. En una investigación adelantada por Alejandro Haber en el oasis de
Tebenquiche Chico, en el norte de Argentina, este arqueólogo logró demostrar que a pesar
de que dichos colectivos conocían la "domesticación", siguieron consumiendo recursos no
domésticos como las vicuñas. Dada esta particularidad, los pobladores de la Puna de
Atacama no basaban su economía en elementos aparentemente más funcionales y
predecibles como las llamas, sino que seguían cazando vicuñas; de ello da fe las altas
frecuencias de huesos de vicuñas en los contextos de Tebenquiche Chico, las cuales
sobresalen de las relativas bajas frecuencias de consumo de llamas. Lo que mostró Haber
es que la domesticación, a pesar de lo que enseña el discurso evolucionista, no fue una
innovación que determinara las economías locales, sino una forma que no desplazó
economías tradicionales.

Un ejemplo del norte de Colombia también es ilustrativo de cómo operan las


"convenciones arqueológicas". Como es de conocimiento general, en el Caribe
Colombiano es usual encontrarse concheros. Tradicionalmente los arqueólogos no se han
preguntado por la naturaleza de los concheros pues se supone que son la evidencias de
"explotación" de recursos de mar. Sin embargo en una investigación adelantada cerca de
Santa Marta en el 2009 (Londoño 2011b) se hallaron moluscos thais hacmastoma
floridana. Según las investigaciones hechas por biólogos marinos, este tipo de moluscos
tiene la capacidad de alimentarse de otros moluscos. Para ello dicho animal perfora las
conchas con el objetivo de extraer la parte carnosa del animal. Como se puede apreciar en
varios de los moluscos recolectados en el Litoral, estos tienen una perforación lo que hace
suponer que fueron acumulados cuando ya habían sido consumidos. De tal suerte esos
concheros podrían ser evidencias de actividades rituales más que de actividades
económicas.

33
La arqueología desde el punto de vista del nativo y otros puntos de vista

Una opción interesante para desprenderse de las "convenciones arqueológicas" es intentar


concebir la arqueología desde la visión de algunos grupos nativos. Tal vez uno de los
documentos más interesantes al respecto de esto sea la visita de unos mamos al Museo
Nacional que filmó el documentalista arahuaco Amado Villafaña. Amado Villafaña es un
reconocido realizador Arahuaco que trabaja en Zhigoneshi, Centro de comunicación
indígena, de la Sierra Nevada de Santa Marta.

Dicho documental, denominado Sewá, narra los problemas a los que se han enfrentado los
grupos de la sierra pues algunos actores armados han usado espacios sagrados para
habitarlos como campamentos o puntos de estrategia militar. Dichos parajes están poblados
de puntos de contacto con las deidades, lo cual se hace con pagamentos; en esos puntos de
contacto los mamos hacen adivinaciones que permiten tomar decisiones al respecto de
diversas situaciones. En esos espacios hay Sewá y esos Sewá se ven alterados por los
actores armados. Como lo sugirió Amado Villafaña, lo que nosotros llamaríamos "rocas"
son para los indígenas catedrales.

Villafaña además de mostrar cómo los indígenas están indignados por el tratamiento que se
le da los Sewá, muestra a unos mamos que han ido al Museo Nacional y han visitado
algunos espíritus. Sin que el documental muestre que el Museo Nacional fue una cárcel, los
mamos se lamentan de que estos espíritus estén como en "prisión". Como lo comentaba el
antropólogo argentino Alejandro Haber a propósito del documental, impresionaba el rostro
de la directora del museo por expresar el asombro ante un hecho inusual: Qué se cuestione
el principio que permite que en ese antiguo panóptico se guarden dichas deidades. Sin duda
alguna la visita de estos indígenas al antiguo panóptico causó sorpresa porque se cuestionó
el mecanismo de funcionamiento de la historia que señala que la misma solo puede ser
producida por expertos; lo que se puso en cuestión fue entonces la función de filtración

34
arqueológica. La visita hizo visible el sistema de reglas de enunciación arqueológica pues
sorprendía que personajes no autorizados académicamente para hablar de la historia y la
arqueología, visitaran el museo y no vieran piezas sino espíritus.

Lo interesante de la filmación de Villafaña, además de representar un proceso de


cuestionamiento de la arqueología desde otra episteme, es que señala cómo los preceptos y
prescripciones que regulan los enunciados arqueológicos pueden ser cuestionados en orden
a proponer otros puntos de referencia, otras formas de prescripción. Es decir, estos
ejercicios hacen posible que se generen otras pautas de interacción para producir
conocimiento.

Además de la experiencia de Villafaña, existen otras más en Colombia y en el mundo. En


un taller que organizaron Les Field y Cristóbal Gnecco en el 2011, se pidió a varios
académicos que expresaran sus opiniones sobre el Museo del Oro. El arqueólogo indígena
de Nueva Zelanda, Paul Tapsell, habló del museo como un espacio ambiguo que generaba
una superficie, la superficie del colonialismo. Como buen habitante del mar, Tapsell decía
que había que reflexionar sobre el Museo del Oro pensando en el pez volador que roza la
superficie. La pregunta que genera Tapsell es interesante: ¿Qué superficie genera el Museo
del Oro?

Otra de las interpretaciones interesantes fue la del arqueólogo sudafricano Nick Shepherd.
Para Shepherd el Museo del Oro plantea la pregunta: ¿qué significa vivir como herederos
de la violencia colonial? Increíblemente para muchos colombianos no es perceptible toda
la violencia que se expresa en el Museo del Oro. Inclusive, como lo ha sugerido Les Field,
sería posible pensar en un "lavado", que como el de activos, llevó a que una pieza que
había sido extraída de forma ilegal terminara exhibida en un museo. Las ideas de Field son
interesantes pues permiten pensar cómo el Museo del Oro esconde el pasado de muchas
piezas que fueron extraídas por guaqueros en empresas no siempre carentes de conflicto.

Para el arqueólogo norteamericano Joe Watkins, quien es también indígena de Oklahoma,


sorprendía todo el despliegue simbólico por medio de las piezas arqueológicas el cual no

35
decía nada desde el punto de vista arqueológico. Como buen etnógrafo, Watkins reclamaba
por estrategias heurísticas que permitieran comprender la relación de esos objetos de oro
con fenómenos más complejos como los intercambios y las relaciones sociales. Según los
argumentos de Watkins, resulta más que sorprendente que el Museo del Oro esté tan
alejado de los discursos científicos de la arqueología. Como se desprende de su guión,
poco interesa el relacionar la evidencia arqueológica con fenómenos antropológicos. El
reclamo de Watkins se fundamenta entonces en la carencia de contenidos académicos en la
exhibición. Este reclamo está bien fundamentado si se tiene en cuenta que en los Estados
Unidos y Canadá hace ya varias décadas los museos hicieron un giro poscolonial y
reconfiguraron los discursos que veían en los objetos trofeos del colonialismo. En los casos
descritos por James Clifford (1999) para Canadá, por ejemplo, quedó claro que muchas
exhibiciones tribales y metropolitanas comenzaron a cuestionarse por los sentidos locales y
por la manera como se incorporaba y resistía la globalización desde las localidades. Eso
llevó a que los indígenas participaran activamente en la construcción de la lógica de la
exhibición.

Ante el fenómeno que notaba Watkins se podría preguntar por la biografía colonial que
reposa en el Museo del Oro. Cuando uno indaga sobre dicha institución, como artefacto,
las cosas que se encuentran son sorprendentes. Dice la historia que la primera pieza que
adquirió la Junta Directiva del Banco de la República en 1939 fue el poporo Quimbaya.
Desde esas fechas se siguieron adquiriendo piezas que eran exhibidas en unas vitrinas en la
sala de juntas. Estas vitrinas, desde 1944 hasta 1959, eran enseñadas sólo a personalidades
públicas (Sánchez 2003). A inicios de la década de 1960 las piezas eran tantas que se
acondicionó un espacio que no era público. Sólo en 1968 se abrió un edificio que estaba
dedicado a la exhibición y que era público. En un panegírico del museo hecho por Efraín
Sánchez, éste decía del edifico que “semeja en su exterior una caja blanca sobre un
pedestal de cristal” (Sánchez 2003:18)

La primera pregunta que puede hacerse es porqué la colección sólo se exhibía para
personalidades de la vida pública. La otra cuestión que se suscita es: ¿qué era lo que se
quería decir con la exhibición? La respuesta a la primera pregunta es más complicada de lo

36
que parece. Pero algunas respuestas se pueden ensayar. Si se apelara a la sociología de
Pierre Bourdieu (1977 y 1998) se podría encontrar que algunas oposiciones binarias
estructurarían el juicio sobre estos objetos. En un primer momento el inicio de la colección
supuso extraer de un contexto público y profano unos objetos extraños y únicos, valiosos
en su doble condición de ser de oro y de tener representaciones indígenas. Dada esta
extracción el valor del objeto es directamente proporcional a su custodia. De allí que en un
primer momento la colección no fuera pública. Dicha restricción direccionó la mirada
hacia un espacio donde es posible asumir que dichos objetos deben ser custodiados por una
macro-entidad estatal pues se trata objetos que al no pertenecer a nadie pertenecen a todos,
son parte del patrimonio nacional. Bajo este esquema se genera una estructura
estructurante que inhibe preguntar si realmente dicho objetos están sin dueño16. Hay que
señalar que el carácter de bien privado del registro arqueológico no fue diseminado en la
apertura del Museo del Oro en 1968. Por el contrario se lo reformuló al permitir apreciar
las piezas pero en un lugar que semejaba una bóveda bancaria. ¿Cuál es la necesidad de
producir ese efecto?

Al respecto de la otra pregunta las cosas son un poco más interpretables. Se sabe de plano
que el Museo del Oro nunca ha tenido como objetivo hablar de las representaciones locales
asociadas a esas piezas arqueológicas. Es decir, el discurso científico nunca ha sido una
necesidad de la exhibición. Lo que se puede apreciar es que el Museo compró grandes lotes
de piezas para hablar de algo más que de las piezas. En 1942 el Banco de la República
compró la colección de León María Arango, coleccionista que era amigo personal del
falsificador de precolombinos Julián Álzate. Dice Luis Molina (1990) que a la muerte de
Arango, este defendía a Álzate de las acusaciones de fraude. En todo caso en la cadena de
generación de valor que producían estas piezas, resultaba funcional producirlas y hacerlas
pasar por antiguas. Entonces es sobre el carácter de antiguo que se puede montar un
discurso que habla de otras cosas como el valor social y el poder económico. Funcionan,
para retomar de nuevo a Bourdieu, como indicadores de distinción (Bourdieu 1998). En

16
El reciente proceso de "restitución" de unas estatuas en una comunidad del Cauca señala claramente que
hay muchos objetos arqueológicos que hacen parte del imaginario de estas colectividades, en ese sentido no
son reliquias. Como lo mostró el reporte hecho por C. Gnecco y C. Hernández (Gnecco y Hernández 2008)
sobre este caso, una vez la comunidad descolonizó las trabas eclesiales que impedían acercarse a estas
materialidades, se inició el proceso de petición.

37
otro nivel, las exhibiciones funcionan como condicionantes de una experiencia, la visita al
museo, que se autorepresenta como una experiencia con el pasado a través de los objetos.

Desde hace muchas décadas ha sido clara la asociación entre la arqueología y la


construcción del Estado Nacional (Trigger 1992). En este sentido la arqueología ha
producido espacios y objetos que permiten una sedimentación de las representaciones que
se tienen del tiempo y del espacio. En dichos espacios, los sujetos que visitan los museos
pueden imaginar una secuencia temporal que transita desde las manifestaciones sociales
menos avanzadas, hasta la actual sociedad industrializada configurada localmente como un
Estado-Nación. Sin embargo, el actual panorama intercultural demanda nuevas
representaciones del Estado. La inquietud que surge entonces es por el papel de la
arqueología en un campo que se transforma.

Salida: La arqueología en la sociedad posnacional

La relación entre la arqueología y los Estados-Nacionales fue determinante para que las
primeras nociones de cultura arqueológica intentaran visibilizar áreas arqueológicas
definidas por rasgos estilísticos compartidos (Trigger 1992:144-196). Esta connivencia
entre el campo teórico de la cultura y el ejercicio del poder político a través de las
instituciones estatales, pronto permitió naturalizar la idea de que las sociedades eran
estables, ubicadas en áreas específicas y conformadas por sujetos con características
similares. Como lo ha mostrado la teórica feminista Donna Haraway (1991) las
instituciones encargadas de la salud pública aplicaron teorías tomadas de las industrias
militares en lo que se denominaría la gestión de la población. Con la gestión de la
población lo que se buscaba entonces era homogeneizar la sociedad a través de la
eugenesia. Vacunas, antibióticos, vitaminas, construcción de paisajes urbanos,
estructuración de sistemas policivos, construcción de cárceles, centros psiquiátricos,
exterminación de poblaciones originarias, por ejemplo, sirvieron para construir tales
comunidades homogéneas.

38
A pesar de lo anterior, si se incursiona en el campo de la especulación, es claro que la
supuesta estabilidad de dichas sociedades está puesta en cuestión. Cada vez más diversas
poblaciones tienen que negociar sus identidades en el marco de la movilidad que resulta de
la actual conformación del sistema económico global. Ciertamente las teorías de la cultura
que dan cuenta de la situación social contemporánea no están siendo construidas en el
campo antropológico. Es por el contrario desde la literatura donde es posible encontrar
nuevos dispositivos conceptuales. Dentro de esta incursión a la literatura, varios autores se
han apoyado en la obra de Gloria Anzaldúa (1999). Según la experiencia de esta escritora
chicana, vivimos en el borderland, un lugar donde se es mestizo, donde se vive en medio
del fuego cruzado. Lo dice claramente Anzaldúa (1999), en el espacio fronterizo uno es "el
campo de batalla".

Si se toman las ideas de Anzaldúa es claro que la movilidad dentro del campo fronterizo
convierte a las personas, sus cuerpos, en el espacio de la dominación. La migración
constante de centroamericanos hacia los Estados Unidos ha configurado enormes ciudades
dentro del espacio fronterizo. Entonces el espacio fronterizo es cada vez menos una
anomalía que una generalidad. Una de esas ciudades dentro del borderland es ciudad
Juárez. Esa ciudad es lamentablemente conocida por el asesinato sistemático de mujeres, la
mayoría migrantes, que trabajaban en las maquilas. Como se puede apreciar en diversos
medios de comunicación, existe un grupo de personas, o varios, que se dedican al
secuestro, tortura y violación de mujeres jóvenes en esa ciudad. Otra manifestación de esta
experiencia posnacional se dan en las constantes matanzas de migrantes centroamericanos
en México. De tal suerte Centroamérica se ha convertido en uno de los lugares donde es
visible la ruina de los iconos nacionales y la proliferación de identidades transnacionales
como las que representan las pandillas, en especial la Mara Salvatrucha.

La configuración de estas identidades posnacionales reduce la nacionalidad a ser una mera


cuestión administrativa, las naciones son cada vez más instituciones cuya función no sólo
es la gestión de la población, sino su clasificación para permitir los procesos de movilidad.
Es bajo este fenómeno, el repliegue del Estado, donde emergen movimientos sociales que

39
reclaman la configuración de los determinantes que estructuran la experiencia
contemporánea.

Un caso interesante donde los movimientos sociales exigen salirse de las coordenadas de la
modernidad ha sido el descrito por Marisol de la Cadena (De la Cadena 2010). Como lo
sugiere esta antropóloga, el actual sistema político estatal basado en la idea de que sólo los
humanos pueden hacer política, está desconociendo el sistema andino basado en la teoría
de la crianza. Según esta teoría local, también descrita por Alejandro Haber (2009) para los
Andes septentrionales argentinos, los seres humanos están en una red de relaciones (Haber
la denomina "relacionalidad") donde unos seres crían a otros. De tal suerte, los cerros son
los encargados de criar a los humanos, quienes a su vez son los que crían las llamas y los
oasis. De igual manera, seres como las vicuñas son criados por la Pachamama, así como las
llamas son criadas por los humanos. Las llamas les pertenecen a los humanos y las vicuñas
a la Pachamama. Por ello cuando se caza una vicuña hay que pedir permiso a la
Pachamama y además ofrecerle parte del alimento. Bajo esta lógica seres no humanos son
sujetos de derecho, son entidades con las cuales uno está obligado en una relación de co-
dependencia.

El problema que emerge en muchos de estos contextos, es que el Estado, sobre todo en el
esquema de desarrollo contemporáneo de la minería a gran escala, concibe a los cerros
como "cosas", materia inerte de la cual es posible extraer recursos. Bajo esta teoría, de que
los cerros son inertes, el Estado invita a negociar con pobladores locales. Obviamente este
esquema de política intercultural niega los contenidos locales y supone una imposición por
cuanto los referentes desde los que se hace la negociación están predefinidos. Es por esta
razón que Marisol de la Cadena habla de una "más allá" de la política (De la Cadena 2010),
pues si va a haber negociación horizontal el Estado debe deconstruir la mirada que concibe
a la naturaleza como un recurso. Evidentemente el caso que reseña De la Cadena y del que
habla Haber, muestran cómo el Estado está siendo cuestionado como la única forma de
organización posible.

40
En los comentarios de Walter Mignolo sobre los movimientos sociales en América Latina
(Mignolo 2005) quedó claro que estas organizaciones cada vez más se alejan de las
denominaciones republicanas que se le dieron a territorios ancestrales. Con base en un
ejercicio crítico el continente está siendo llamado Abya Yala. Así se está cuestionado la
historia republicana y la nominación eurocéntrica América Latina. En suma, estos
movimientos sociales demandan no sólo participación política, sino cambios epistémicos
que generen una geopolítica diferente.

Resulta evidente entonces que los fundamentos que dieron origen a una arqueología que se
pregunta por los vestigios que antecedieron al Estado, son irrelevantes por cuanto las voces
pre-estatales aún sobreviven. Inclusive es posible, como se sugirió en la investigación de
reseñada de Patrick Morales (2011), hacer un rastreo de la continuidad de esas
manifestaciones. Sin duda alguna las condiciones que dieron origen a la arqueología están
cambiando, lo cual supone que a futuro emergerá un nuevo dispositivo discursivo. Los
síntomas de esta nueva emergencia están ya sobre el horizonte.

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43
LA CASA (EMPALIZADA) DE LOS ESPEJOS: más
allá de los reflejos entre el orientalismo y el
occidentalismo. Análisis transmoderno de la
representación “colonial” de los grupos indígenas
Palenque de la Depresión del Unare.
Rodrigo Navarrete
Universidad Central de Venezuela

De las hormigas los aztecas aprendieron a hacer


las pirámides y los Cumanagotos Caribes aprendieron
que es necesaria una autoridad en la comunidad.
También se aprendió que los obreros son necesarios
y en una comunidad no pueden haber muchos jefes
(Alvarado, El Lenguaje de las Hormigas, 2006?, 24)

Este trabajo fluctúa entre la compleja y contradictoria dinámica de la producción del


conocimiento de Europa sobre América y, a su vez, de la propia producción americana a
partir de nociones europeas. Su propia constitución pareciera un juego de representaciones
que se reflejan unas en otras y que, a manera de uno de esos salones de espejos en los
cuales nos distorsionamos y nos perdemos en un parque de atracciones, finalmente
sentimos la vertiginosa sensación de no poder distinguir entre la entidad real de nuestra
propia existencia y las múltiples imágenes que se refractan como un calidoscopio histórico
y político.

En este sentido, a la manera de una arqueología del saber, hemos decidido ir decapando
cada una de estas versiones de la historia de los grupos indígenas del oriente de Venezuela
denominados Palenque con el fin de poder entender la interacción entre realidad y
representación histórica. Metodológicamente, intentamos realizar una estratigrafía
hermenéutica de las sucesivas capas interpretativas desde una perspectiva transmoderna, es

44
decir, que sea capaz no sólo de considerar y contrastar las nociones que el occidente
moderno ha construido sobre el otro, en este caso ese otro cultural denominado Palenque,
sino que intente incorporar otras posibles versiones de ese pasado. No somos tan optimistas
como para pretender a través de esta reconstrucción obtener una visión objetiva y real de lo
que sucedió en la Depresión del Unare durante el período de contacto de los europeos con
la sociedad Palenque; de hecho, esto sería contrario a la concepción histórica y relativista
que reconocemos en relación al saber de las disciplinas sociales. Sin embargo, esperamos al
menos dejar en claro la forma en que Europa ha construido al otro a partir de una versión
contrastable, pero a la vez homologable consigo mismo y, de la misma manera, reconocer
la manera en que ese otro llamado América, en su contradictoria condición de occidental
no-occidental, o al menos periférico dentro de un sistema global, ha utilizado modelos tanto
similares como diferenciales para su propia explicación.

En consecuencia, a manera de una suerte de zigzag, iremos analizando históricamente cada


una de estas formaciones de lugar y tiempo conocido pasando del orientalismo al
occidentalismo sucesivamente. No será una tarea fácil ni diáfana ya que, así como los
estratos naturales, muchas de estas versiones se sobreponen, contraponen y mezclan de
manera indistinguible. Por esta razón, iniciaremos el trabajo haciendo referencia a los
conceptos y categorías asociados a la teoría de la colonialidad del saber que nos puedan ser
útiles para el análisis para luego entrar en la descripción y discusión de nuestro caso de
estudio.

En primer lugar, abordaremos la realidad palenque en sí misma y, ya que sólo contamos


con sus restos materiales, en esta sección será la arqueología la que nos narre lo poco que
sabemos sobre el lugar, el momento y las condiciones culturales -al menos de cultura
material- que nos han legado hasta el presente. En segundo lugar, nos concentraremos en
las descripciones y narraciones que los primeros europeos realizaron sobre estas sociedades
tratando de entender como cronistas, clérigos y militares percibieron y representaron desde
un visión de mundo entre medieval y moderno la realidad indígena americana Palenque. En
tercer lugar, analizaremos como los propios antropólogos fundacionales venezolanos como
Miguel Acosta Saignes y Marc de Civrieux, en general con un corte nacionalista pero bajo

45
modelos teórico-metodológicos heredados de la tradición norteamericana, interpretaron las
evidencias arqueológicas y etnohistóricas. En cuarto lugar, contrapondremos a estas
visiones las de la antropología moderna norteamericana, a través de autores como Steward,
Whitehead y Hill, para distinguir las convergencias y divergencias que pueden producirse
desde distintos lugares de producción del conocimiento sobre un mismo fenómeno
histórico. En quinto lugar, volveremos al contexto académico venezolano para examinar las
explicaciones que nuevos antropólogos como Rodríguez Yilo, Amodio y Tiapa, cargados
con nuevos modelos teórico-metodológicos y políticos, ofrecen sobre la complejidad de la
realidad indígena regional para el período de contacto con los europeos. En sexto lugar,
intentaremos desarrollar una sección dialógica, en la que pondremos a comunicarse e
interactuar todas estas diversas visiones intentando una suerte de parlamento habermasiano
pero reconociendo las relaciones de poder existentes entre los distintos saberes. En séptimo
lugar, incluiremos un interesante fenómeno de resemantización o apropiación de las
identidades étnicas supuestamente extintas en la región, el cual denominamos los
Neopalenques, mediante el cual algunos sectores de la población han comenzado muy
recientemente a identificarse como Palenque, como el caso de la Comunidad Indígena de
Santa Clara de Maicana o la Asociación Civil Palenque, según criterios y necesidades muy
disímiles promovidos tanto por los cambios que el Estado ha marcado en la composición
sociocultural venezolana actual como en necesidades locales muy específicas. Finalmente,
en octavo lugar, intentaremos concluir con una serie de cuestionamientos sobre la
posicionalidad de los agentes sociales, la identidad individual y colectiva como factor
político, la historia como legitimador del presente y el lugar como locación del poder
dentro del estado nacional venezolano actual.

Entrando al salón de los espejos: la colonialidad no quedó en la colonia

Supuestamente, los europeos ofrecieron espejos a los indígenas americanos a cambio del
oro y sus riquezas. Muy por el contrario, pareciera que fuimos nosotros, los americanos, los
que les proveímos los espejos para que ellos se miraran y entendieran en su reflejo.
América es la sala de los espejos de Europa.

46
Como plantea Lander, los saberes coloniales cobran sentido en la contraposición entre un
nosotros eurocéntrico, definido históricamente por los valores e ideas de una Europa
moderna occidental que, a su vez, se ubica ubica geopolíticamente como centro-imperial y
modelo civilizatorio, y otros, definidos culturalmente por un conjunto de diferencialidades
exóticas, primitivas y orientalizadas, como es el caso de las colonias americanas, africanas
o asiáticas. Así, a partir del siglo XV, Europa comienza a expandirse hacia otros territorios
del mundo y a apropiarse mediante violentos procesos de conquista y colonización de los
territorios, contingentes humanos y recursos naturales de estos territorios. Su control
político ultramarino las conformó en colonias e instaló el colonialismo como estrategia
político de control global imperial. Sin embargo, lo interesante del fenómeno de la
condición colonial es que no desaparece históricamente junto con la formación económico
social y política que la caracteriza o instaura.

Desde finales del siglo XVIII, especialmente durante todo el XIX pero también durante el
XX, movimientos independentistas propiciaron la formación de nuevos estados nacionales
que experimentaron distintos modelos de repúblicas y gobiernos supuestamente
antagónicos al colonialismo previo. El asunto es que la colonialidad, más allá de la
situación colonial correspondiente a un período de la historia de una nación, representa una
suerte de modo de vida que continúa reproduciendo y reproduciéndose en sus propios de
contextos de producción excoloniales. La colonialidad persiste, entonces, en las prácticas y
discursos, del nuevo orden sociopolítico postcolonial y juega un papel central en la toma de
decisiones políticas y en la interpretación simbólica de la realidad nacional e internacional.

El asunto de la colonialidad del saber, esto es, el carácter no sólo


eurocéntrico sino articulado a formas de dominio colonial y
neocolonial de los saberes de las ciencias sociales y las
humanidades, no tienen que ver sólo con el pasado, con las
herencias coloniales” de las ciencias sociales, sino que también
juegan un papel medular en el dominio imperial/neocolonial del
presente (Lander, 2000, 1).

Siguiendo a Quijano, la ideología que sustenta a esta colonialidad, el eurocentrismo es tanto


una visión del mundo enfocada desde un centro de poder político impuesto (ya que, ni
geográfica ni históricamente se encuentra realmente al centro de ninguna posible historia

47
humana universal sobre el globo terráqueo) como una epistemología en el sentido de
conocimiento histórico contextual que, en el orden jerárquico global de los saberes, se
autoproclama como cúspide. Toda tendencia histórica o visión de mundo, así, se acomoda
dentro de este esquema universal en que las condiciones sociales de igualdad y desigualdad,
tanto a lo interno de las sociedades como entre ellas, son naturalizadas y legitimadas como
procesos y consecuencias necesarias para arribar al nivel de progreso occidental moderno.
En general, aunque sabemos que la mayoría de las culturas son etnocéntricas en el sentido
que sólo pueden percibir al otro a partir de sus propios parámetros culturales, los cuales son
usualmente considerados mejores, el eurocentrismo se impone como opción única a partir
de la constitución del sistema mundial global, colocando a Europa y sus parámetros,
necesidades e intenciones como la vara para medir, entender y asimilar a todo otro que
pudiese afectarlo (incluso, a veces, la propia existencia de la diferencia puede ser
políticamente incómoda). Por ejemplo, la utilización de las categorías raciales y étnicas
durante este proceso de extrañamiento fueron centrales para construcción de estrategias de
control, dominación e, incluso, genocidio. Sólo pensar el caso de la cruenta aniquilación de
inmensas aldeas caribes en las costas venezolanas bajo la excusa de que representaban
tribus antropófagas, bárbaras e impías es una imagen suficientemente esclarecedora; sin
embargo, la persistencia de su utilización como representación del pueblo caribe
actualmente hace aún más patente el poder de la colonialidad del saber en el sentido de una
visión evolucionista de las razas, las culturas y las organizaciones sociales.

Said es un autor fundamental para entender la manera como Occidente se construye a si


mismo y, a su vez, elabora las estrategias de control de los otros coloniales a partir de la
elaborada confección de categorías que los comparaban y distinguían espacial, temporal y
culturalmente con respecto a otros. Nos referimos al concepto de Orientalismo, según el
cual Europa desarrolló una constelación de prejuicios, preconcepciones y predisposiciones
con respecto al oriente. Este conjunto de falsos axiomas y prejuicios que inicialmente
fueron aplicados hacia el Próximo Oriente por representar la contrapartida cultural
primigenia de Europa, se fueron extendiendo hacia el resto de las culturas ultramarinas,
pretéritas o simplemente diferentes ya que se convirtió en un dinámico modelo para

48
entender las relaciones entre colonizados y colonizadores en diversos contextos y desde su
sentido político y simbólico.

Con una un fuerte influencia de Foucault respecto a las relaciones entre el poder y el
conocimiento, Said afirmaba que Oriente y Occidente fueron construidos como términos
opuestos, siendo el mundo islámico Oriente representado como la inversión,
frecuentemente negativa, de la cultura occidental. Sin embargo, a esta representación
negativa también se conjugaron imágenes de romanticismo, exotismo y primitivismo que
hasta el momento actual han servido para la promoción y justificación implícita de acciones
y discursos de conquista -incluso en el sentido amoroso-, apropiación, extrañamiento,
intromisión o protección colonialistas e imperialistas de Europa y Estados Unidos sobre el
otro.

Afortunadamente, a pesar de su posición subalterna en el sistema mundial global, ese otro


colonial no es una víctima pasiva y muda de la sujeción política. Sus colectivos e
individuos reaccionan permanentemente frente al poder, visto como externo, con discursos
y acciones que pueden legitimar, transgredir o, en otros casos, desestabilizar a la condición
colonial. Así, la imagen del orientalismo rebota de oriente otra vez hacia occidente y vuelve
a su destino en una nueva conformación. De hecho, la dependencia cultural colonial supone
que políticos, intelectuales, académicos y, en general, el mundo de las ideas y acciones de
la colonia estén profundamente perneadas de colonialidad, es decir, de las nociones que
Europa construyó sobre ellas y que ahora utilizan desde el lugar de la otredad para fomentar
nociones nacionalistas. Frente a la construcción del orientalismo, plantea Coronil, es
necesario que ahora Occidente se construya en el reflejo;

…Occidentalismo” como un “conjunto de prácticas


representacionales que participan en la reproducción de
concepciones del mundo que 1) divide los componentes del mundo
en unidades aisladas; 2) desagregan sus historias de relaciones; 3)
convierte la diferencia en jerarquía; 4) naturalizan esas
representaciones; y 5) intervienen, aún sea de forma inconsciente,
en la reproducción de las actuales relaciones asimétricas de poder”
(Coronil, 1999, 214). Estas modalidades de representación
estructuradas en términos de oposiciones binarias oscurece la mutua

49
constitución de “Europa” y sus colonias, y de “Occidente” y sus
postcolonias. Ocultan la violencia del colonialismo y del
imperialismo dentro del embellecedor manto de visiones
civilizatorias y planes de modernización. (Coronil, 2000, 123)

En este sentido, una geopolítica del poder como la que propone Escobar no sólo está basada
en la posición geográfico de los centros de poder hegemónicos y subalternos en una escala
global, sino con la relación entre la cultura, los colectivos e individuos y el medio ambiente
como espacio de locación y existencia. Más importante aún, el lugar se construye ha partir
de la posicionalidad no sólo espacialmente, sino también temporal, cultural y política de los
agentes sociales. Así, en un juego dialéctico similar al presente entre orientalismo y
occidentalismo, lo global se localiza y lo local se globaliza. En consecuencia, actualmente,
pero también en el pasado indígena y colonial temprano que nos compete, los actores
discurrren desde su lugar biográfico, contextual e histórico de manera diferencial, aunque
compartiendo ciertos elementos de una episteme común que muchas veces combina de
manera ambigua, y otras bastante consistente, nociones orientalistas con occidentalistas.
De la misma manera, Mignolo, al igual que Coronil (2003, 16) distingue, pero a la vez
resalta, el valor de la localización geográfica del contexto de producción del conocimiento
y lo que denomina localizaciones epistemológicas, las cuales pueden estar relacionadas
pero no implican el mismo fenómeno. Mientras la primera acepción supone la comprensión
geopolítica del sitio desde donde se produce el conocimiento (p.e. los departamentos de
América Latina en las universidades norteamericanas), la segunda apunta hacia el lugar o la
posicionalidad cognoscitiva que asume el discruso o la acción (p.e. reinvindicación de
saberes indígenas en el contexto académico suramericano). Igualmente, la propia existencia
de una tajante división entre un saber colonialista hegemónico y uno colonizado subalterno
es altamente cuestionada por este autor a partir de la proposición de la existencia y del
potencial político de una epistemología de fronteras. No es sólo que existe una relación
dialéctica y no dicotómica entre ambos saberes, sino que las propias contradicciones del
sistema moderno han permitido la intromisión o usurpación de unos y otros, obviamente
dentro de la estructura de poder preestablecida para lograr una subalternización del
conocimiento.

50
Finalmente, consideramos que la propuesta metodológica transmoderna de Dussel puede
servir como un apropiado cierre interpretativo para el trabajo que intentamos acometer.
Como el plantea mismo, no es lo mismo el rechazo absoluto de los preceptos de la
Modernidad mediante el rescate de visiones premodernas o la construcción de posiciones
antimodernas o postmodernas -cosa absolutamente imposible en cualquier proceso histórico
dialéctico-, que redituarlo y colocarlo en contacto e interacción crítica con otros mundos de
discursos y acciones.

No se trata de un proyecto premoderno, ni un proyecto anti-


moderno de grupos conservadores, de derecha, e grupos nazis o
fascistas o populistas; ni un proyecto post-moderno como negación
de la modernidad como crítica de toda razón, para caer en un
irracionalismo nihilista. Debe ser un proyecto “trans-moderno”
(sería entonces una “Trans-Modernidad”) por subsunción real del
carácter emancipador racional de la modernidad y de su alteridad
negada (“el Otro” de la Modernidad) por la negación de su carácter
mítico (que justifica la inocencia de la Modernidad sobre sus
víctimas y por ello se torna contradictoriamente irracional) (Dussel,
2000, 72).

Aún cuando sabemos que este diálogo difícilmente será simétrico debido a las relaciones de
poder preexistentes, al menos supone la revisión crítica de los preceptos de los distintos
mundos de saber a través de su contrastación y sería capaz de lograr un conocimiento
producido precisamente desde un lugar epistemológico conciente de su posicionalidad y,
por lo tanto, capaz de cuestionar del uso sociopolítico y simbólico del conocimiento
producido. Sólo con la intención de la polivocalidad y la multiposicionalidad constratada y
negociada ganamos un amplio terreno en la producción de un conocimiento más integral y
socialmente útil, unos indígenas palenque que tengan sentido para alguien.

Primer reflejo: lo que la arqueología puede decir (o describir)

En los inicios de la arqueología sistemática durante la primera mitad del siglo XX, Irving
Rouse planteó que a los tiestos había que saberlos escuchar y dejarlos hablar por si solos.
Posteriormente, con el desarrollo de un positivismo más sofisticado Lewis Binford afirmó
que los tiestos no podían hablar a menos se les hiciese preguntas pertinentes y consistentes.

51
Finalmente, ya a fines del siglo XX, con el advenimiento del constructivismo y la
postmodernidad, Ian Hodder planteó que, a pesar de jugar un papel activo en la cultura del
pasado, los tiestos no tenían voz en si mismos si no se las otorgamos desde nuestra propia
experiencia presentes. En esta dicotomía entre una casi absoluta autonomía del objeto con
respecto al sujeto cognoscente y una sujeción casi total de la evidencia al mundo del sujeto
se ha debatido el discurso y la práctica arqueológica en relación a la cultura material como
fuente de información de las sociedades pasadas. Consideramos que tratar de resolver este
dilema en este trabajo sería fútil e inapropiado pero al menos queremos dejar sentadas
ciertas nociones epistemológicas que sustentan nuestro uso de la evidencia arqueológica.
Alyson Wyllie plantea que, aún cuando, pueden existir diversas versiones sobre un mismo
pasado ya que el conocimiento en general y el análisis del registro de datos depende de la
posicionalidad social y política de los agentes sociales, también es verdad que no todas las
versiones deberían ser igualmente válidas según las convenciones establecidas por el saber
occidental para conocer la realidad. Así, mientras la cultura material pretérita puede ser
polivocal y ambigua en su lectura desde el presente, es también verdad que es ella misma la
que pone los límites de lo que podemos decir sobre dicho pasado. Es decir, los pasados son
tanto relativos al objeto como al sujeto y el balance epistemológico debería surgir de una
autocrítica de los marcos teóricos, metodologías, procedimientos y técnicas utilizadas para
describir, clasificar, reconstruir, explicar y/o interpretar dicha experiencia histórica desde
un presente que tiene intereses al respecto.

La Depresión del Unare en el nororiente venezolano abarca los límites entre los estados
Guárico y Anzoátegui, con una extensión de 12.030 Km2. Representa la principal cuenca
hidrográfica de la región en el típico paisaje de los llanos orientales venezolanos. Junto con
la cuenca Zuata-Pao-Caris, es considerada una vía de penetración fluvial clave desde el río
Orinoco hasta la costa Caribe venezolana y las Antillas. La mayoría de los trabajos sobre
los movimientos de tierras bajas hacia el norte se han concentrado en otras vías alternas
como el delta del Orinoco o la vía occidental formada por los ríos Apure, Portuguesa,
Cojedes y Yaracuy (Lathrap 1970, Tarble 1985, Zucchi 1984, 1985). A pesar de su
importancia, el trabajo arqueológico en el Unare han sido casi inexistente y sólo
recientemente se han desarrollado algunos estudios etnohistóricos regionales que han

52
permitido comenzar a abrir interesantes caminos interpretativos para la historia regional
(Amaiz 2000, Cruz 1997, Navarrete 2000, Rodríguez 1999, Rodríguez y Navarrete 1995).
El objetivo del proyecto arqueológico que hemos dirigido en los últimos diez años,
denomindo “Reconstrucción arqueológica y etnohistórica del poblamiento tardío indígena
de la Depresión del Unare, llanos orientales venezolanos (siglos XV-XVIII)”, extensivo a
todo el Unare pero centrado en su sección baja, es el de verificar arqueológicamente la
supuesta singular sociedad Palenque para el período de contacto. Aún cuando similar al
resto de los Caribe orientales venezolanos, este grupo, parecía tener una estructura socio-
política más compleja que la sus vecinos, interpretada en ocasiones como evidencia cacical,
a través de los documentos etnohistóricos tempranos -siglos XVI y temprano XVII- y
tardíos -tardío XVIII y XVIII-.

La limitada evidencia arqueológica del Unare indica relaciones con el Orinoco Medio.
Entre 600-1000 años d.C. grupos portadores de una alfarería con cauxí dominaron el
Orinoco, y cerca de 1000 años d.C. se movieron a los llanos, conjuntamente con
expansiones dabajuroide, valencioide y guayabitoide costeras. Los Caribes orinoquenses
ocuparon los llanos orientales desde 1000 años d.C. Debido a la sobrepoblación local, la
semicultura y el incremento comercial, bélico y la competencia, se movieron al norte por
dichas cuencas. Simultáneamente, grupos de tierra adentro (valloide) se desplazaban. Las
características estratigráficas, cerámicas, cronológicas y de asentamiento memoides parecen
asociarse con este proceso (Tarble 1985).

Desarrollamos, entonces, a partir del año 1995, un trabajo de prospección arqueológica


regional con el fin de: a) localizar sitios arqueológicos y recolectar evidencias, b) elaborar
un marco estilístico-cultural del poblamiento indígena tardío comparando datos
arqueológicos y etnohistóricos en relación con sus áreas de influencia, c) definir un modelo
de dispersión y de transformaciones socioculturales para el período de contacto, d)
interpretar el problema de complejidad social y la recomposición sociopolítica Palenque. La
metodología arqueológica integral se dividió en cuatro bloques:

53
1. Prospección regional: esta estrategia consistió en un reconocimiento extensivo e
intensivo controlado de áreas claves del Bajo Unare. Se seleccionaron dos
centroides, por su papel como posibles centros principales Palenque referidos en los
documentos, rodeados por dos círculos de 12 km. de diámetro: la confluencia de los
ríos Güere y Unare (Círculo 1) y la ciudad de Clarines (Círculo 2). A partir de cada
uno se marcaron líneas rectas de 6 km. en direcciones cardinales, las cuales fueron
recorridas y examinadas sistemáticamente. El método de detección georeferenciado
consistió en inspección ocular y pozos de prueba intercalados cada 100 m.

2. Definición espacial estilística de sitios: Luego de haber mapeado los puntos con
material, se determina la extensión de cada sitio, asumiendo posible
contemporaneidad dentro de un sistema tribal regional, y corroborar un posible el
patrón de asentamiento. Se marcó con GPS cada perímetro según la ausencia-
presencia de material aflorado. El listado de extensiones lleva a un análisis de
histogramas que evidencie escalas diferenciadas -centro principal y centros
regionales- y un estudio de Tamaño-Rango para probar el tipo de relación. La
verificación, lamentablemente, de la simultaneidad de los sitios ha sido un problema
básico debido al escaso control estratigráfico que la muestra conlleva. Durante esta
etapa preliminar también hemos estudiado los estilos para aclarar las filiaciones
culturales y la cronología cultural regional.

3. Excavaciones intensivas puntuales: ocasionalmente, en sitios -Matiyure, La


Gomera, Madre Vieja, Torotocón y Guara- con mayor abundancia,
representatividad y variedad de material o con presencia de prácticas funerarias, se
excavó para lograr información estratigráfica y contextual. Un indicador clave para
definir sociedades jerárquicas es la presencia de patrones funerarios diferenciales no
necesariamente asociados con la edad o sexo de los individuos.

4. Síntesis integrativa: la interpretación integral de documentos coloniales, evidencias


arqueológicas recolectadas e interpretaciones antropológicas, permitirá elaborar una
reflexión hermenéutica que permita el diálogo entre evidencias de diversa

54
naturaleza para construir un escenario comprensible para la situación indígena
durante el período de contacto regional.

Las evidencias arqueológicas preliminares han arrojado información estilística


importante para construir una cronología regional. Para nuestra región, Cruxent y Rouse
(1950) recolectaron y excavaron en Guaribe y definieron la serie memoide e
investigaciones recientes han colaborado a la calibración estilística, cronológica y étnica.
Específicamente desde el Bajo Unare, hemos refinado al menos tres aspectos:

1. Agregar nuevos rasgos diagnósticos a la definición de la serie memoide. Los


trabajos de Amaiz (2000) y Cruz (1997) en la zona de Guaribe en El Cedro y Las
Raíces han demostrado una proporción menor de motivos decorados pintados que la
referida previamente y una mayor abundancia y variedad de técnicas corrugadas
como mamelones múltiples aplicados en la parte alta de la vasija.

2. Definir variantes regionales que podrían preliminarmente conformar nuevos estilos


dentro de la serie, como las presentes en las siguientes zonas de sur a norte: a)
Pariaguán: comprende el Alto Unare en las mesetas centrales, cerca de la cuenca
Zuata-Pao-Caris. Reproduce esquemas orinoquenses con singulares combinaciones.
Además de los fragmentos con claros rasgos diagnósticos arauquinoides y valloides
- cauxí, incisión con canutillo, ojos grano-de-café elongado-; otros presentan una
pasta arauquinoide sobre la que aplicaron técnicas decorativas barrancoides -
incisión curvilineal ancha superficial, volutas con punto central-. b) Zaraza-Onoto:
siendo la sección media y presenta algunos rasgos comunes el memoide del norte -
corrugado y aplicaciones múltiples-. Sin embargo, posee típicas aplicaciones y tiras
muy finas múltiples en intersecciones, asas tubulares o extremidades de figurinas. c)
Clarines-Matiyure: corresponde al Bajo Unare, donde está focalizada nuestra
investigación actualmente, a describir luego. d) Guaribe: límite oeste sobre el río
Guaribe, afluente del Unare, presenta dos estilos, Memo y Guaribe, de la tardía serie
memoide, períodos IV-V (1150 años d.C. hasta Indohispano). El estilo Memo
proviene de un sitio cercano a Valle de la Pascua. Sus tiestos son delgados,
desengrasados con arena y formas sencillas. La decoración característica es plástica

55
aplicada-incisa pero también es diagnóstica la pintura rojo/blanco lineal geométrica.
No presenta restos europeos, por lo que es anterior a Guaribe. El estilo Guaribe
comprende una serie de estaciones alrededor de Memo variante local, y presenta
características similares con tiestos más gruesos, ásperos, superficies toscas,
ausencia de pintura y aplicación, y presencia de material europeo.

3. Definir microvariantes intraregionales en el área Clarines-Matiyure que podrían


evidenciar ocupaciones distintas. Tomemos los siguientes ejemplos.

Madre Vieja (Círculo I, confluencia Unare-Güere) concentra la mayoría del material


diagnóstico. Comprende espesores de 1,01 cm. promedio, oxidación incompleta dominante,
superficies alisadas simples o burdas y pastas rojizo-amarillentas o marrones-grisáceas.
Dominan bordes de labios redondeados, seguidos planos, biselados y engrosados y
tendencia a orientaciones salientes y directas. Hay inflexiones convexas de cuello, bases
planas, escasas anulares y/o semianulares, y son características las patas macizas tubulares
o bulbosas. Sus apéndices son falsas asas tubulares, acintadas y lobulares, verticales con
diversas variantes de protuberancias fungiformes superiores y redondeadas laterales, tipo de
apéndice aplicado-incisión-punteado característico de la región. El aplicado es decoración
plástica el más popular con recubrimiento rugoso masivo y rodetes no alisados, con
abundantes impresiones digitales o marcas de instrumentos, principalmente en panza
inferior y base, u otros como mamelones simples, punteados o incisos, “ojo grano de café”,
tiras o cadenetas simples en zig-zag o curvilíneas -a veces punteadas o incisas- en labios o
área sublabial. Presenta crestas en la parte superior de patas macizas bulbosas. La incisión
abarca bandas horizontales de líneas finas cortas verticales, línea fina o ancha horizontal,
muescas, labiales o sublabiales. El punteado forma líneas en panzas y cuellos -
ocasionalmente de canutillo-. La escasa decoración pintada posee engobes marrones y
crema y los motivos son lineales simples o geométricos en negro y rojo sobre crudo.

El material de Guara (Círculo II, noreste del Unare), asociado a un enterramiento


secundario con vasija, posee un espesor promedio de 0,9 cm. con tendencia a oxidación
incompleta y alta proporción de completa. Las superficies son alisadas simples. Los colores

56
van del rojizo-amarillento al grisáceo. Sus bordes tienden a labios redondeados, biselados y
planos salientes y escasos entrantes con inflexiones de cuellos. Dominan las bases planas y
hay patas macizas bulbosas. Predomina el recubrimiento rugoso con ocasionales rayados e
incisiones múltiples finas paralelas, impresión digital, mamelones simples, incisos o
punteados, tiras punteadas horizontales sobre inflexiones o área labial y sublabial externa, y
corrugado simple o combinado con impresión digital o de instrumentos cuadrangulares. La
incisión es de líneas finas y cortas cuellos, bordes y rodetes. Combina modelado-inciso-
aplicado en mamelones con puntos centrales. Es notoria la ausencia de apéndices
fungiformes, asas y decoración pintada.

Santa Clara (Círculo II, Laguna de Santa Clara) representa otro patrón. Su espesor
promedio es 1 cm., oxidación incompleta predominante y tratamiento de superficie alisado
simple o burdo con colores entre muy rojizos y marrones-grisáceos. Sus bordes tienden a
ser redondeados, biselados, planos, engrosados o con pestaña lateral, principalmente
salientes con inflexiones de cuello. Predominan las bases planas, seguidas por anulares y
una pata maciza bulbosa. Los apéndices son tubulares, falsas asas acintadas y tubulares. La
decoración plástica aplicada abunda en modalidades y combinaciones: recubrimiento
rugoso, prolongación labial semiengrosada con incisiones verticales paralelas internas,
protuberancias labiales incisas o punteadas, tiras semicirculares, falsas asas tubulares, y
mamelones con punto central. La incisión es de líneas anchas o finas poco profundas y
horizontales, líneas verticales externas, o bandas horizontales de líneas verticales en labio o
inflexión de cuello. El corrugado incluye rodetes no alisados simples, con impresión digital,
incisiones verticales cortas paralelas, surcos impresos longitudinales, remarcados con
incisión ancha profunda e impresiones digitales e incisiones transversales verticales y
paralelas. La restante plástica combina técnicas en apéndices cónicos zoomorfos con
impresiones angulares, mamelones punteados, incisiones profundas rectas o curvilíneas,
protuberancias puntiagudas, aplicaciones “ojo grano-de-café” y tiras aplicadas. El color de
superficie, apéndices zoomorfos y antropomorfos, imitación de impresión de cestería,
variaciones de corrugado y ausencia de apéndices tipo Unare lo diferencian.

57
4. Determinar rasgos cerámicos que evidencien complejidad sociocultural dentro de la
esfera de interacción prehispánica y colonial entre grupos occidentales y orientales
en la costa oriental venezolana. Un hecho claro y diferencial en la colección son las
influencias orinoquenses tardías (valloide), costeras centro-orientales (valencioide,
ocumaroide, guayabitoide) y occidental (dabajuroide, tierroide). Estas filiaciones
culturales no sólo muestran una compleja dinámica de movilidad cultural sino una
interacción intersocietal con posibles implicaciones sociopolíticas. Uno de los temas
más debatidos para el Unare es el de la singularidad Palenque. Sin ser
determinantes, nuestras evidencias presentan ciertos rasgos diagnósticos,
probablemente asociados a sociedades cacicales occidentales tardías, posiblemente
dabajuroides. El último conformó un extenso horizonte a lo largo de la costa
venezolana que, desde su origen en la zona de Dabajuro (Falcón), se extendió -
excepto en la región central, bajo la hegemonía cultural valencioide- hasta alcanzar
las costas de Sucre y la Isla de Margarita (Cruxent y Rouse 1982). Podríamos
pensar que esta influencia estilística estuvo a su vez asociada a influencias socio-
políticas y aventurarnos a reconsiderar el posible proceso de “arawakización”. No
descartamos la hipótesis de que la supuesta complejidad Palenque sea expresión de
la traducción cultural y de las necesidades expresadas en los documentos coloniales,
reinterpretadas por la antropología actual. También, debido a la variabilidad
cultural, es posible que los indicadores de complejidad que funcionen para otras
regiones no sean válidos para el caso. A nivel macroregional, existe una relación
con los supuestos grupos complejos tardíos del Orinoco y con la complejidad
antillana. Sin asegurar que los cacicazgos caribeños se deban a la reestructuración
sociopolítica del Unare, podemos pensar posibles convergencias o desarrollos
paralelos.

Segundo reflejo: europeos haciendo la América

Las fuentes históricas locales se han interpretado siguiendo una hipótesis general que se
enfoca en las transformaciones nativas durante el período de conquista española (Acosta
Saignes 1983, Amodio 1991a, Civrieux 1980, Rodríguez 1992). Este modelo asume que los
Palenque, pertenecientes al tronco lingüístico Caribe -del que formaban parte la mayoría de

58
los grupos indígenas orientales venezolanos para el contacto-, mantuvieron originalmente
una estructura jerárquica que se fue deteriorando progresivamente debido al impacto
colonial. Sin embargo, este análisis no contextualiza las fuentes ni sus propias
presuposiciones antropológicas al seleccionar e interpretar la información. Un enfoque
crítico debe reconocer su propia inmersión dentro de una compleja red de modos culturales
de explicación e interpretación, así como de relaciones de poder (Hulme 1986, Pagdem
1982, 1990, 1993, 1995, Whitehead 1988, 1989).
Las fuentes coloniales y sus lecturas e interpretaciones antropológicas poseen implicaciones
ideológicas. La ideología es uno de los conceptos más discutidos en la ciencia social,
balanceándose entre la culturología y el marxismo (Eagleton 1991, McLelland 1995). La
primera la concibe como un inventario etnográfico total de ideas, valores y normas,
científica y políticamente neutral, compartidos por una cultura particular en un momento
histórico que permiten la adaptación productiva y organizativa (Demarest y Conrad 1992).
Por el contrario, Marx la define como falsa conciencia, la imposición de una visión del
mundo de las clases dominantes sobre la totalidad de la sociedad con el fin de mantener las
relaciones de explotación y legitimar su poder económico y político, distorsionando la
conciencia de los sectores o clases dominadas para encubrir la desigualdad. (Marx 1982).
La ideología es una praxis involucrada con las relaciones vivenciales y sociales, con las
acciones individuales y grupales, y con las representaciones y visiones del mundo
relacionadas con la legitimación del poder por parte de un grupo o clase dominante que
supone complejas estrategias tales como la promoción de intereses faccionales, la
naturalización o universalización de valores, la denigración de ideales contrarios o
subordinados, la represión de la oposición y el enmascaramiento de contradicciones
sociales. La realidad es mistificada mediante creencias o valores parciales, sesgados o
falsos que obscurecen el conflicto, surgidos de los intereses dominantes para cubrir la
totalidad social. Ésta promueve a un grupo y les permite suprimir la resistencia, la
trasgresión y los constantes intereses opuestos por medio de discursos y prácticas tendientes
a la opresión y dominación. (Althusser 1971, Comaroff 1985, Eagleton 1991, Foucault
1984, Gramsci 1990, Scott 1990).

59
Las crónicas coloniales no son simples textos sino que representan también prácticas
políticas y económicas. Su naturaleza ideológica, especialmente durante la colonia
temprana americana, se inserta en de una compleja red de relaciones de poder que
controlaba y manipulaba la información. La competencia en las destrezas de escritura y de
lectura, por ejemplo, representaba una tecnología muy escasa y privilegiada entre los
europeos modernos tempranos. Pocos entre las elites intelectuales y políticas estaban
capacitados para usar esta tecnología del conocimiento, así como para producir y consumir
sus correlatos materiales, los documentos impresos. Como artefactos, los documentos
fueron medios ideales para producir y reproducir mensajes ideológicos ya que no sólo se
ofrecían como interpretaciones o versiones de eventos sino como verdades en competencia
(Beaudry 1988, Bond and Gilliam 1994, Hulme 1986).

Por otro lado, estaban lejos de conformar un discurso monolítico. Su naturaleza


contradictoria y ambigua reside en que consisten en versiones producidas por grupos y
agentes sociales en competencia que reclamaban conocer la verdad histórica frente al poder
imperial y la opinión pública europea con el fin de acceder a recursos o discursos
económicos, políticos o culturales. Se constituyeron en sitios políticos para la negociación,
la competencia y la contienda (Cooper y Stoler1997, Dirks 1992, Galloway 1992, 1995).
En el Caribe, los documentos coloniales representan una de las pocas y más valiosas
evidencias del período de contacto. Ideológicamente, un documento como fuente de
información histórica no implica ni el tratamiento de un artefacto neutral ni un proceso
interpretativo neutral al involucrar la acción de seleccionar, analizar y escribir sobre el
pasado (Beaudry 1988, Hulme 1986, Trouillot 1995, Whitehead 1988, 1989).

Desde el propio nombre que les fue atribuido, Palenque -referido a las empalizadas
defensivas-, los españoles enfatizaron los rasgos jerárquicos y los atributos de las elites
nativas -presencia de caciques y milicias étnicas, diferenciación comunal jerárquica y
posesión de objetos de prestigio por parte de los líderes-. Sin embargo, la misma
denominación Palenque es problemática al ser una etiqueta impuesta por Europa. De hecho,
inicialmente fueron llamados siguiendo los nombres de sus líderes, cambiando luego por
Palenque como nombre genérico (Navarrete 2000). Según se ha sido inferido de crónicas

60
tempranas (Aguado 1963, Castellanos 1958, Fernández de Oviedo y Valdés 1959, Simón
1963), la sociopolítica Palenque comprendió una estructura múltiple jerárquica regional, y
un sistema de diferenciación y subordinación intra e intercultural. Participaban de una
compleja y amplia red de intercambio por la que circulaban materias primas y bienes
elaborados, hacia la costa y los llanos (Rodríguez Yilo1992).

Desde la primera experiencia intercultural, la obsesión española por el oro y las perlas
construyó una imagen mercantilizada de los nativos como ricos y opulentos. La meta era la
de obtener provecho económico y lograr interlocutores locales compatibles así como fuerza
de trabajo. Sin embargo, el proceso de asentamiento colonial regional no fue una tarea fácil.
Primero, la resistencia indígena local era lo suficientemente fuerte para acabar con los
recursos financieros y políticos para la colonización. Segundo, la competencia era desigual
debido a que la colonización fue más exitosa en el oeste de Venezuela. Tercero, Venezuela
era geopolíticamente marginal para la conquista. En desventaja, los cronistas tempranos de
la zona podrían haber decidido sobrevaluar los rasgos culturales locales (Navarrete 2000).
Europa percibía a América bajo dos visiones de mundo que se solaparon ya que una
construcción medieval de la realidad, llena de ideas bíblicas y clásicas, se combinó y
contrastó con el proyecto mercantil de recientes sectores poderosos europeos asociados con
el resurgimiento tecnológico y pragmático renacentista. Esto produjo un complejo
panorama de discursos en conflicto que variaron a medida que la colonización avanzaba
según las intenciones, participación y valores de grupos/individuos (Acosta 1992, Laredo
Quesada 1994, Pagden 1990, 1993).

La conquista colonial no sólo desplegó el poder militar, económico y político sino acciones
culturales complejas. Creó categorías culturales basadas en conocimientos políticos previos
y en el potencial creativo de las nuevas situaciones (Dirks 1992, Thomas 1994). España,
transformándose en una sociedad clasista, pudo imponer, por oposición o coincidencia,
modelos de complejidad en América. La representación de los Palenque pudo haber tratado
de confirmar lo que las audiencias en casa querían escuchar para legitimar la continuidad
institucional/individual colonial. Existía también la necesidad de traducir la otredad cultural
americana a los modelos europeos. Los criterios con los que España se evaluaba fueron

61
frecuentemente utilizados para otros. Debido a que la nobleza y la arquitectura eran
expresiones de diferenciación y jerarquía, se enfatizaron empalizadas y estructuras de las
elites en casos como el Palenque:

Donde les salió a recibir el cacique acompañado de sus caballeros (…) y aposentó
al capitán y a todos los que iban con él, con su servicio y jumentos, en una muy
bien fabricada ramada (Simón 1963, II: 14).

De la misma manera, concibieron el intercambio y la posesión de bienes de prestigio como


signos de poder, tal como lo refiere Fernández de Oviedo y Valdés en su detallada
descripción de la aldea Palenque principal de Anoantal:

Aquel pueblo de las tres cercas, llamados él y la provincia Anoantal, no están


dentro de aquellos muros sino siete casas del señor, que es como quien dice
alcázar o aposento real. Y la primera y principal es la de su persona; la segunda es
donde están las mujeres; y la tercera es donde están las mujeres que sirven a él y a
ellas; la cuarta casa es de las armas, y en está tiene muchos arcos y flechas y otras
municiones para la guerra; la quinta es donde están sus hijos y crían a los que son
de ellos pequeños; y la sexta casa es de los bastimentos y despensa, de donde se
provee todo lo necesario para comer; y la séptima y última es la cocina, donde se
guisa de a comer al señor y a todos los que están en estas cercas adentro.
(Fernández de Oviedo y Valdés 1959: 138)

La capacidad del cacique para centralizar y redistribuir el excedente productivo es también


frecuentemente resaltada por los cronistas tempranos, tal como lo demuestra Castellanos en
sus comentarios sobre Guaramental, cacique principal Palenque:

Generosas despensas y cocinas / Abundantísimas de sus manjares / Bodegas de


bebidas peregrinas / de maíz y de piñas singulares (…) (Castellanos 1987: 66)

De la misma manera, Aguado enfatizó las áreas y estructuras de acceso restringido


exclusivamente utilizadas o explotadas por el cacique:

Tenían los señores sus sotos y cotos de caza y lagunas de pesquería, y cualquier
particular que en ellos entraba a pescar o a cazar tenía pena de muerte, y sus
bienes perdidos y confiscados y sus hijos y mujeres esclavos del cacique
(Aguado, II 1987: 17).

Es posible que, enmarcados por todos los signos del poder imperial, los Palenque hubiesen
sido tan complejos como fueron descritos. Esta tensión entre la sociedad de hecho y su

62
representación podría explicar el fracaso colonial temprano ya que la inteligibilidad
intercultural resultó un obstáculo político (Navarrete 2000).

Otro aspecto a explorar es el modo como los actores sociales específicos se insertaron en el
contexto. Aún cuando existan modelos o imágenes compartidas, los proyectos coloniales
pueden ser cultural y estratégicamente contradictorios. Homogeneizar a los colonizadores
supondría ignorar que este proceso incorporó una serie de proyectos religiosos,
comerciales, administrativos y exploratorios con puntos de armonía y tensión. Categorías
como cronista o misionero representan identidades altamente maleables (Thomas 1994).
Por ejemplo, las visiones religiosas de los misioneros Aguado (1963) y Simón (1963)
asumieron que los nativos se originaron en las bíblicas Tribus Perdidas de Israel, malditas
por Dios luego del pecado original. Probablemente debido a que sus doctrinas promovían el
sacrificio y la austeridad como virtudes, presentaron favorablemente a los indígenas,
incluso sobrevaluando sus rasgos culturales y éticos. Debido a que la capacidad para
organizarse complejamente era positiva para los europeos del momento, los frailes lo
enfatizaron. Estos misioneros invirtieron la ideología del salvaje que necesitaba ser
dominado y civilizado, imponiendo una complejidad que daba a los actores locales acceso
al dinero y a la atención real en la competencia colonial. Además, exaltando la
complejidad, balancearon la desigual competencia con otras órdenes en centros virreinales,
homologando estructuras locales con nucleares (Hulme 1986, Navarrete 2000).

Como militar, Oviedo y Valdés (1959) describió a los Palenque de manera similar, a pesar
de que siendo Gobernador de Cartagena y Cronista General de Indias se enfrentó a los
agentes eclesiásticos. En sus textos, el fracaso y la violencia de la conquista no fue
presentado a la Corona como consecuencia de la debilidad estratégica militar española sino
como valorización de la defensa nativa. Magnificó el poder del enemigo con el fin de
justificar los conflictos y legitimar su papel en América. En sus textos vemos a unos
Palenques demasiado complejos para ser enfrentados pero suficientemente jerárquicos y
políticamente desarrollados para ser aliados políticos.

63
Una tercera estrategia de aproximación es cronológica, comparando referencias tempranas
con tardías. En la segunda mitad del siglo VII surge una representación diferente de los
Palenque del Unare en los documentos, caracterizada por la ausencia de referencias sobre
jerarquía o complejidad y la exhaustiva descripción del simple modo de vida nativo
(Brizuela 1957, Caulín 1966, Gilij 1966, Gumilla 1993, Ruíz Blanco 1965). Las aldeas son
pequeñas, autosuficientes y descentralizadas. El liderazgo ya no era heredable y se había
transformado básicamente en poder militar. Aparecen nuevas alianzas con otros grupos y
con poderes europeos, y la ruta del Unare, inicialmente controlada por los Palenque para el
comercio de la sal, el pescado y la cerámica, se reestructuró debido a la inclusión de bienes
europeos (Civrieux 1980, Rodríguez 1992).

Por ejemplo, Caulín describe las aldeas y espacios domésticos de estos grupos sin
mencionar en ningún momento empalizadas u otras estructuras especializadas:

Son unas casas largas de paja, en que se agregan los de una parentela. Allí
cuelgan sus hamacas, o chinchorros, en que duermen al ayre, teniendo
toda la noche fuego encendido bajo de la cama, para suplir la falta de
ropa, y abrigarse del frío de la noche. En cada población de estas tienen
formado un patio con una enrramada, o Barraca, donde se reparan del sol,
y hacen sus fiestas, bayles, y consultas. (Caulín 1987, I: 145).

Estas nuevas descripciones podrían resultar de la creciente modernización de la mirada


europea y también expresar contradicciones en la supremacía y la crisis colonial. España
perdía su poder comercial mientras Inglaterra y Francia desarrollaban nuevas herramientas
capitalistas. Con los Borbones, las ideas francesas modernizaron a España pero debilitaron
a su clase gobernante y quebrantaron el poder en América. A la vez, el fortalecimiento
económico colonial consolidó una elite local mercantil que comenzó a reaccionar contra el
poder español mediante proyectos independentistas (Arcila Farias 1973). Las
representaciones, como las del la inferioridad ambiental y cultural americana y la del Mal
Salvaje, legitimaron el poder colonial demostrando su efectividad en el control y
asimilación de los nativos. El éxito colonial supuso que ya no era necesario justificar más
las estrategias militares o magnificar la fiereza y complejidad del enemigo (Laredo Quesada
1994, Padgen 1993, 1995). Al mismo tiempo, los conflictos con nativos, esclavos y criollos
se intensificaron y el orden colonial era incapaz de erradicarlos. Posiblemente por esto,

64
oficiales como Brizuela (1957) dibujaron a los indígenas locales como salvajes
incontrolables y desorganizados incapaces de notar las ventajas de encontrarse bajo el
gobierno español (Navarrete 2000). Algunos misioneros (Caulín 1966, Gumilla 1993, Ruíz
Blanco 1965) promovieron otra visión. Debido al fracaso militar, en el siglo XVIII las
misiones se consolidaron en Venezuela oriental y se convirtieron en las instituciones
básicas para el control indígena. Los misioneros eran uno de los grupos más actualizados
con acceso privilegiado a textos europeos. Basados en las ideas ilustradas del Buen Salvaje
y la vuelta a la bondad original corrupta por la civilización, representaron a los nativos en
positivo, como seres puros más susceptibles de convertirse en buenos cristianos que los
mismos corruptos europeos:
El indio en general (…) es ciertamente hombre; pero su falta de cultivo le ha
desfigurado tanto lo racional, que en el sentido moral me atrevo a decir que el
indio bárbaro y silvestre es un monstruo nunca visto, que tiene cabeza de
ignorancia, corazón de ingratitud, pecho de inconstancia, espaldas de pereza, pies
de miedo, y su vientre para beber y su inclinación a embriagarse son dos abismos
sin fin. Toda esta tosquedad se ha de ir desbastando a fuerza de tiempo, paciencia
y doctrina (…) entre la monstruosidad de tan fieras costumbres (…) se descubren
las preciosas margaritas de aquellas almas, que a tan caro precio compró nuestro
Redentor, y se animan los misioneros, con especial favor de Dios, a cooperar a la
salud eterna de ellas (Gumilla 1993: 103)

Así que, mezclando visiones éticas y empíricas, los Palenque se vieron como una
sociedad armónica igualitaria capaz y propensa de transitar el virtuoso camino de la
buena y ética civilización (Navarrete 2000):

Su común trage es andar por los montes desnudos como fieras silvestres; y à lo
más usan, como los recién poblados, de una faxa de algodón, con que cubren su
honestidad en las funciones, que salen à público, hasta que con el tiempo, y el
cuidadoso zelo del P. Misionero, se ván aplicando al trabajo, y al uso de camisa,
y calzón y otra ropa decente para los días de Fiesta, especialmente los que entre
ellos se reputan por dignos de ser preferidos para la vara de Alcaldes. (Caulín
1966:144-145)

Tercer reflejo: la antropología venezolana defiende lo suyo

La antropología venezolana actual está lejos de ser neutral en su recepción de la


información etnohistórica. De hecho, una nueva versión actualizada de la dicotomía Buen
Salvaje/Bárbaro reaparece en la dualidad Caribe/Arawako (Acosta Saignes 1983, Amodio
1991a, 1991b, Civrieux 1980, Rodríguez Yilo 1992, Steward 1948, 1955, Tarble 1985,
Zucchi 1985). En esta dualidad, los arawakos son vistos como pacíficos y complejos
mientras cualquier grupo hostil debe ser caribe debido a su organización tribal más simple.
65
Los Palenque han sido percibidos tanto como arawakos, dóciles y civilizados, o como
caribes, salvajes que obligaron a una violenta dominación (Navarrete 2000).

En relación con los Palenque, se han presentado tres enfoques asociados con diferentes usos
de las fuentes etnohistóricas y de los sistemas conceptuales. El primero, desarrollado por
Acosta Saignes (1952), propone que este desarrollo puede entenderse como un caso
excepcional de sociedad jerárquica en el oriente venezolano dentro de un contexto regional
de sociedades igualitarias. Indicó que la sociedad Palenque era distinta de la de sus vecinos
ya que, a pesar de compartir la lengua caribe, presentaban rasgos culturales que los
asociaban con los arawakos, específicamente con los Caquetíos de Coro. Esta
interpretación, establece una relación clásica entre complejidad cultural y Andes y, por el
contrario, entre simplicidad cultural y contexto amazónico. Acosta Saignes percibió a los
arawakos como una sociedad progresista y en vías hacia la civilización, mientras los caribes
se mantenían simples, igualitarios y agresivos. Esta clasificación, está también relacionada
con el modelo de percepción colonial, el cual consideró a los caribes como bárbaros y a los
arawakos como civilizados (Hulme 1986). Igualmente, su mirada está también
condicionada por las fuentes ya que se centró en los cronistas tempranos y, por ende, el
dato estuvo relacionado con una imagen de complejidad social. Aún cuando estaba
influenciado por la Teoría de Áreas Culturales norteamericana, la posición política de
Acosta Saignes manifestó un postura nacionalista y progresista hacia el pasado. Es probable
que por estas razones, intentando verificar y legitimar la complejidad social prehispánica
venezolana, magnificó las culturas del período de contacto mediante el mismo modelo
evolucionista que tanto criticó.

En su artículo “La Sociología del Cacique”, publicado por primera vez en 1958, Miguel
Acosta Saignes asevera que “Diversos sociólogos venezolanos se han desempeñado en
demostrar que el caudillismo ha sido, en nuestro país, un fenómeno hereditario de la
sociedad, cuyos orígenes habrían estado en la existencia de gobernantes de tipo autoritario,
en los caciques, que ellos conciben como régulos despóticos de nuestras sociedades
prehispánicas” (Acosta Saignes 1980: 101). De hecho, asegura que este cacique despótico
representado por estos sociólogos no existió en el pasado americano ya que los gobiernos

66
pre-estatales fundan su poder sobre el ejercicio democrático y, más aún, nunca son
mencionados como tales por los cronistas.

Desde inicios de la década de los sesenta, la presencia del modelo neoevolucionista en la


teoría antropológica reinstauró la discusión sobre la complejidad social en el pasado
americano y venezolano. Sin embargo, como es el caso de Acosta Saignes, existen en
nuestro continente claros antecedentes a esta discusión en algunos científicos sociales
influenciados por las teorías marxistas y evolucionistas clásicas, así como por el estudio de
Áreas Culturales. Hacia mediados de los 50, la arqueología venezolana comienza a dar
signos de madurez intelectual e institucional. Por una parte, Cruxent y Rouse, quienes
habían comenzado a trabajar en 1941, desarrollaron una asociación profesional para un
programa de arqueología nacional que se prolongó y sistematizó hasta 1963. Desde su
perspectiva, el rescate del pasado venezolano se centraba en una visión artefactual y
descriptiva que pretendía ofrecer una síntesis cronológica cultural a través de la definición
estilística artefactual. Otros, como Acosta Saignes reivindicaron una tradición socio-
histórica nacionalista que había caracterizado una parte de la arqueología nacional en
autores como Lisandro Alvarado –a quien reconoce como su maestro y el primer gran
etnógrafo de Venezuela-, Julio C. Salas, Alfredo Jahn o Tulio Febres Cordero. Acosta
Saignes se acercó al mismo objeto de estudio desde una perspectiva diametralmente
opuesta a la del pensamiento normativo, y analizó las sociedades prehispánicas partiendo
principalmente de los documentos históricos y de las crónicas. Con esto no queremos decir
que Acosta Saignes descartó completamente la investigación arqueológica de campo como
método para obtener información sobre el pasado, sino que prefirió obtener información
utilizando la metodología del historiador. Su obra más importante, Estudios de etnología
antigua de Venezuela (1983) en 1954 representó un estudio social global y detallado de las
etnias, basado en la información de los distintos cronistas, viajeros e investigadores del
pasado.

Básicamente, Acosta Saignes basa su posición metodológica en una hábil utilización del
aporte clasificatorio- interpretativo bajo el concepto norteamericano de área cultural como
una unidad geográfica con condiciones medioambientales relativamente homogéneas y con

67
desarrollos culturales que podrían caracterizar también como particulares a esta área,
conforma el modelo sobre el cual Acosta Saignes estructura su propuesta de áreas
culturales venezolanas. Conjuga de esta manera los aportes de autores como Kriekeger para
todo el continente americano, Steward y Murdock para Suramérica y Metraux para el área
guyano-amazónica para darle forma al mapa cultural de nuestro territorio. De la misma
manera, estas obras le sirvieron como bases de datos etnográficos y arqueológicos y
conformaron en gran medida su fuente de información general externa principal para
colocar a Venezuela dentro del contexto continental.

A pesar de que en ella existen ciertos elementos deterministas ambientales, la obra de


Acosta Saignes abogó por una comprensión más particularista y social de las culturas
amerindias. Abordó el problema partiendo de una perspectiva epistemológica y ética en la
que existe un compromiso con el conocimiento de las sociedades del pasado. Aportó así los
elementos de una antropología más crítica, probablemente derivada de los discursos
nacionalistas, que continuaron agitando a la intelectualidad venezolana de los
convulsionados años 50 y 60. Dentro del marco más general continental, también existe un
acercamiento a una perspectiva más allá de la geografía cultural. Con frecuencia alude a la
división que Steward realiza a lo interno del área de Selva Tropical, especialmente a la
distinción entre Tribus de Selva Tropical y Tribus Circumcaribes. Aún cuando duda “si se
trata en realidad de una entidad históricamente real o si debemos aceptar la denominación
de Circumcaribe, propuesta por Steward y Kirchoff, simplemente como un auxiliar
metodológico para el estudio” (Acosta Saignes 1983, p.33), define el Área Caribe –y en
cierta medida de los Arawakos Occidentales-. Lo que realmente subyace a esta distinción es
que permite diferenciar a los grupos más complejos asociados a estas áreas de los grupos de
las áreas de Guayana Venezolana y de Recolectores, Cazadores y Pescadores (según su
propia distinción) que ocupaban gran parte del sur y de los llanos centro-orientales
venezolanos, los cuales fueron caracterizados como culturas tribales muy simples. Acosta
Saignes, más allá de una mera descripción etnográfica o clasificación cultural exhaustiva
intentaba abrir puertas interpretativas para la comprensión de los procesos socioculturales
venezolanos, frecuentemente dejando ver un modelo socio-evolutivo en su caracterización
histórica.

68
Es indiscutible que esta visión social, cargada hacia una visión materialista al enfatizar los
sistemas productivos como base para definir a algunas sociedades pretéritas, marcó la pauta
para el desarrollo de los primeros acercamientos materialistas históricos en la arqueología
venezolana. De hecho, consideramos que la Arqueología Social en Venezuela, sin lugar
dudas la primera escuela de pensamiento que asume una perspectiva abiertamente social
para la comprensión del pasado venezolano, debe gran parte de su visión a Acosta Saignes
como antecedente. Esta tendencia, al igual que Acosta Saignes, privilegió una discusión
social vinculando el pasado indígena con el presente en un mismo proceso del cual somos
partícipes directos. Su incorporación al panorama teórico de la arqueología venezolana
favoreció la discusión de nuestras categorías y enfoques, mientras permitía la competencia
epistemológica, política e institucional entre los distintos sectores de la tribuna
arqueológica nacional.

Durante la optimista era de post-guerra, el evolucionismo resurge en la teoría antropológica


americana. El enfrentamiento con la aridez del empirismo histórico-cultural previo se
reviste de una nueva teoría social general con este neoevolucionismo. Uno de los autores
que antecedió y dio base a esta nueva concepción fue Julian Steward con su evolucionismo
multilineal. En primer lugar, definió una relación determinante entre medio ambientes y
tipos de sociedades desde una perspectiva adaptativa. En segundo lugar, supuso que la
variabilidad cultural afecta los procesos y mecanismos evolutivos produciendo múltiple
trayectorias culturalmente particulares. Sin embargo, un elemento faltaba en el esquema: el
cacicazgo como categoría social intermedia entre la sociedad tribal igualitaria y la
estructura estatal de clases. El cacicazgo se convirtió, así, en el paradigma para explicar en
modelos generales esta transición.

Según Carneiro (1981, pp. 38-44) este concepto comenzó precisamente a formarse a partir
de la obra Steward Handbook of South American Indians, no como una categoría social
establecida sino como un tipo de sociedad específica. El término cacicazgo como tal es
utilizado por primera vez por Kalervo Oberg en su artículo “Tipos de Estructuras Sociales
entre las Tribus de Tierras Bajas de Centro y Suramérica” (1955), considerando los

69
cacicazgos caribeños como prototípicos de sociedades con organizaciones de control
regional gobernadas por un cacique principal que controla las aldeas periféricas a través de
una jerarquía de caciques subordinados (Redmond y Spencer 1994, 190). En la obra de
Acosta Saignes el caso de los Palenques (o Guarinos como también los denominó) de la
Depresión del Unare es un caso emblemático en relación con esta discusión. Apoyándose
en el análisis de documentos coloniales especialmente cronistas tempranos del siglo XVI e
inicios del XVII, así como en frecuentes exploraciones arqueológicas que realizó en la zona
del Unare y de la Selva de Tamanaco (área que suponía de ocupación para este grupo), este
autor desarrolla una interesante teorización sobre la conformación sociopolítica Palenque.

“A tan numerosos habitantes correspondía, naturalmente, una organización política


congruente con los grandes pueblos y con la gran extensión donde se encontraban
distribuidos. Había surgido un cierto tipo de estratificación, que aunque muy lejos todavía
de la estructura de clases, se alejaba en muchos aspectos de la estructura puramente
comunal.” (Acosta Saignes 19??, p.153)

Acosta Saignes insiste en que el grupo Palenque para el período de contacto, a pesar habitar
dentro de la gran área Caribe oriental venezolana y formar parte de dicho tronco lingüístico,
mostraba características culturales más bien emparentadas con el tronco arawako,
especialmente aquéllas a asociadas con su complejidad social.

Consideramos que esta particular caracterización Palenque por Acosta Saignes responde a
una visión dicotómica en la que Venezuela –al menos para el período de contacto- estaba
dividida en dos grandes bloques geográfico-culturales con distintos potenciales y
tendencias de desarrollo sociopolítico: el occidente, principalmente ocupado por grupos
arawakos con una fuerte propensión hacia la jerarquización y la complejización, y el
oriente, ocupado por grupos caribes que mantenían organizaciones sociopolíticas más
simples en las que las jefaturas sólo quedaban subordinadas a circunstancias bélicas
específicas. El mismo Acosta Saignes reconoce haber heredado este modelo de autores
como Salas y aunque reconoce que debe flexibilizarse asegura que “como en la costa
venezolana se encontraron grupos guerreros, de filiación Caribe, y otros, Arahuacos, como

70
los Caquetíos quienes, por el contrario, eran mansos y amigables, desde el primer momento
quedó establecida la diferencia que habría de convertirse, andando el tiempo, en base de
una clasificación de aspiraciones científicas”. (Acosta Saignes 1983, p.51).

En este sentido, el caso Palenque representaba una especie de anomalía geográfica dentro
del esquema general para la sociopolítica nativa. Los rasgos culturales referidos por las
crónicas como la presencia de empalizadas defensivas, la construcción de montículos, la
jerarquía regional de asentamientos, la designación de jefes de guerra o el ritual de llevar en
sillas cubiertas de oro al cacique, manifestaban una “arawakización” de un grupo Caribe.
Es decir, niveles de complejidad social mayores a través de la influencia cultural lo que, a
su vez, los acercaba a lo que las sociedades estratificadas definidas por Steward para el área
circumcaribe (Acosta Saignes 1983, p.75).

Como lo manifiesta claramente en las siguientes aseveraciones,

A tan numerosos habitantes correspondía, naturalmente, una organización política


congruente con los grandes pueblos y con la gran extensión donde se encontraban
distribuidos. Había surgido un cierto tipo de estratificación, que aunque muy lejos
todavía de la estructura de clases, se alejaba ya en algunos aspectos de la estructura
puramente comunal. Existían jefes de alto rango, a quienes estaban sometidos otros de
menos significación. Los españoles encomiaron sobre todo a Guaramental… (Acosta S.
1973, 153)

Como los guarinos eran caribes por su origen, se esperaría hallar entre ellos familias
extendidas; mas como parecen haberse transculturado de pueblos arawacos, podrían
haber desarrollado clanes (Acosta S. 1973, 154-155).

Sus rasgos corresponden más con los de los arawacos occidentales que con los del resto
de habitantes de la costa caribe. Nuestra hipótesis es la de que se trató de un pueblo de
filiación lingüística caribe con larga residencia en las regiones del Unare, donde
sustituyó por conquista a antiguos residentes arawacos. Quizá conservaría a las mujeres
y los niños, y tal vez a algunos prisioneros en forma de esclavos incipientes, quienes
contribuirían a transculturarlos. Por eso nos preguntamos si acaso adoptaron el sistema
de organización clánico (Acosta S. 1973,160).

Sin embargo, en su obra también existe siempre un consciente compromiso entre el


conocimiento y sistemático del pasado y su contexto político de producción. Y es aquí
donde entra en el juego la otra noción de cacique, aquella asociada con el proceso de
conformación colonial de Venezuela y con el uso político de esta figura de líder en la
formación del pensamiento político venezolano. Este vuelco político de la discusión alude

71
con más énfasis a la acepción de cacique como realidad política formalizada –o al menos
reconocida- bajo el mandato colonial. Dichos caciques, dentro de un proceso de etnogénesis
como el planteado por Whitehead o Hill para el Norte de Suramérica, se deben -si no
exclusivamente, al menos en gran medida- a la presión de las estructuras de poder
coloniales sobre las organizaciones nativas para formar mecanismos de control político
cónsonos con sus estrategias. Para Acosta Saignes, el uso del concepto de cacique por parte
de sociólogos positivistas para legitimar el caudillismo (recordemos que este artículo fue
escrito en 1958) carece de fundamento científico. Autores como Arcaya o Gil Fortoul
intentan encontrar en el pasado las razones para legitimar el despotismo al suponer que
dichos caciques representaban líderes autoritarios individualistas. Por el contrario, Acosta
Saignes plantea que “la característica de los gobiernos pre-estatales es el ejercicio
democrático” (1980, p.95). Más que en los individuos, el poder está en la colectividad que
concede consensualmente el poder al líder. Así, “el rango no significa de ninguna manera
una preponderancia individual” (1980, p.96).

Es así como en la obra de Acosta Saignes se conjugan tanto la base epistemológica sobre la
que, en gran medida, se asienta la visión de los modelos de complejización social para el
pasado, así como una discusión de dicho pasado a luz de las necesidades políticas del
presente. Dentro de su visión, ya sea que los caciques existieran o fuesen construidos desde
el presente, Acosta Saignes apuesta siempre a un debate que transfiere función social a la
interpretación del pasado.

Por el contrario, Marc de Civrieux (1980) desarrolló una visión más empirista, descriptiva y
funcional de las sociedades. Su visión funcionalista enfatizó el papel de la cultura material
y las estructuras organizacionales. Basó su análisis en los cronistas tempranos y tardíos y
afirmó que la información era insuficiente para establecer que los Cumanagotos y los
Palenque fuesen jerárquicos. Su preferencia por las fuentes tardías, las cuales estructural e
informativamente se asemejan al discurso etnográfico, y su antropología objetiva y neutral,
favoreció la imagen Palenque como sociedad tribal.

Cuarto reflejo: la antropología norteamericana hace su parte

72
La arqueología se ha alimentado frecuentemente de modelos sociales, económicos,
políticos y culturales establecidos sobre la base de fuentes actuales conocidas –tanto las
propias de la sociedad occidental como de otras culturas- para poder interpretar la sociedad
pretérita (Trigger 1989).

Un caso ejemplar de esta analógica de las fuentes presente al conocimiento del pasado se
observa en la construcción del concepto de cacicazgo a partir del estudio de las sociedades
iniciales, pre-estatales, intermedias, jerárquicas o cacicales -o como se les desee denominar
según la posición teórica, tradición académica esgrimida-. Siendo una categoría o estadio
social sin nombre por mucho tiempo -y recordemos la premisa foucaultiana de que lo que
no tiene nombre, no existe en la realidad cultural-, requirió de una cuidadosa construcción
por parte de la teoría antropológica, a partir precisamente del estudio etnográfico e histórico
de la particularidad de las sociedades del norte de Suramérica y el Caribe -y, por otro lado,
de Polinesia- (Earle 1987, 1991, 1997, Service 1972, Spencer 1987).

Oberg (1955) y Steward (1959) elaboraron la etiqueta para esas sociedades intermedias
geográfica y culturalmente -por encontrarse entre las áreas nucleares, así como entre las
tribus tropicales y los Estados andinos- y establecieron los límites diagnósticos para su
comprensión, pero también para su encasillamiento. De la descripción primigenia -sin
intenciones evolucionistas explícitas-, surge, entonces, una definición evolutiva modélica
que ha servido para englobar toda situación social que se encontrara entre la tribu
igualitaria y la sociedad de clases, a veces olvidando las particularidades de las
transformaciones socioculturales de cada contexto.

En gran medida, el concepto de cacicazgo se elaboró en base a “estudios de casos”


pretéritos mediante la interpretación analógica de situaciones sociales desaparecidas
descritas en documentos históricos y reportes etnográficos (Earle 1991). Debido a la escasa
referencia de contextos sistémicos existentes para justificar, alimentar, ejemplificar y
verificar al objeto cacical, en gran medida la construcción de este tipo social evolutivo
“intermedio” se basó en la comprensión actual de los tipos sociales que preceden y

73
suceden: la sociedad tribal igualitaria y, más importante aún, la sociedad estatal-. El uso de
términos y lógicas económicas y políticas propias de la sociedad capitalista occidental
moderna y hacen de nuestra propia sociedad la fuente primordial para la interpretación -a
través de analogías relacionales- de la sociedad cacical. Bajo una visión tecnocrática y
economicista capitalista, definiciones como estratificación, tributación, centralización,
redistribución, élites, hegemonía, drenan analógicamente desde teorías económicas
originalmente elaboradas para entender el funcionamiento de la sociedad capitalista hacia el
cacicazgo (Earle 1991, Gándara 1992, Patterson 1986). Dos casos son emblemáticos para
este estudio: la Teoría del Lugar Central y la Teoría del Sistema Mundial.

La Teoría del Lugar Central fue desarrollada por el geógrafo alemán Walter Christaller en
la década de los treinta del siglo XX para explicar el funcionamiento y distanciamiento de
la ciudades modernas del sur de Alemania utilizando la producción, distribución y consumo
de bienes y servicios como variables dependientes (Renfrew 1991). Afirmó que dentro de
un paisaje ideal uniforme ecológica y topográficamente, la distribución espacial de los
asentamientos formaría una perfecta red hexagonal de control, en la cual un lugar central
principal estaría ubicado equidistante a otros de su mismo tamaño y naturaleza y rodeado
de una constelación de sitios secundarios las cuales a su vez están rodeadas de pequeñas
comunidades periféricas. En cada área de control hexagonal, el lugar principal centraliza y
redistribuye ciertos bienes y servicios y así controla las decisiones económicas, políticas de
la comunidad regional, y de la misma manera legitima el poder de las élites centrales sobre
las periféricas de éstas a su vez sobre la población en general. Este modelo, como recurso
analógico, ha sido frecuentemente utilizado para la comprensión de las sociedades cacicales
y estatales prístinas mesoamericanas (Earle 1991, Flannery 1972, 1976, Kristiansen 1991,
Willey 1989) y el norte de Suramérica, el Caribe y Venezuela (Gassón 1997, Navarrete
2006).

Otro modelo de de dinámica social compleja, la Teoría del Sistema Mundial, desarrollada
por teóricos sociales como Fernando Ortiz y Immanuel Wallerstein para comprender las
relaciones entre centro imperialista y periferia colonial dentro del sistema mundial
capitalista, ha sido frecuentemente utilizada como fuente para interpretar las sociedades

74
cacicales pretéritas (Earle 1991, Kristiansen 1991, Renfrew 1991). Esta teoría
originalmente fue elaborada para entender la relación entre las Indias Occidentales y
Europa durante el siglo XVI, cuando la economía americana estaba íntimamente imbricada
como colonia con las potencias económico-político-culturales europeas. Su tesis supone,
bajo estas condiciones imperialistas, las redes de intercambio se extienden más allá de los
límites de las unidades sociales generando relaciones de dependencia política y económica.
Wallerstein utiliza el término para definir una unidad económica, articulada por redes de
intercambio que se extienden más allá de los límites de las unidades políticas individuales y
las vinculan a una unidad funcional mayor pretéritas (Renfrew 1991). Esta teoría ha sido,
entonces, utilizada -muchas veces de manera forzada- para explicar la escala o alcance del
funcionamiento económico efectivo de los sistemas sociales cacicales y la interconexión o
dependencia entre unidades políticas independientes pretéritas (Earle 1991, Kristiansen
1991, Renfrew 1991).

Elsa Redmond, por su parte, propone que las organizaciones sociales complejas como los
cacicazgos no siempre mantenían una estructura rígida y permanente sino que fluctuaban
por ciclos en los que la jerarquía y la concentración de recursos y decisiones podría ser
implementada o disuelta según las necesidades internas o de relaciones interétnicas. Esta
autora distingue entre cacicanías y cacicazgos, el primero de las cuales respondía a esta
flexibilidad organizativa adaptativa mientras que el segundo mantenía con más estabilidad
las estructuras jerárquicas típicas de este tipo de organización.

Precisamente vinculando el modelo propuesto por Redmond, para el caso específico de


Venezuela, Neil Whitehead propone que las organizaciones indígenas originarias
americanas tuvieron que desarrollar estrategias sumamente complejas para adaptarse a las
nuevas condiciones sociopolíticas impuestas por el sistema colonial. Dichas
recomposiciones variaron de acuerdo a los tipos de organización social pero, muy
especialmente, según las sistemas de alianzas y guerras preexistentes entre los distintos
grupos indígenas y su reforzamiento o reformulación a partir de la inserción en las regiones
de contingentes coloniales que a su vez mantenían sistemas de alianzas y enfrentamientos
entre si. En este sentido, la imposición de nuevas pautas de comportamiento cultural,

75
nuevos patrones de asentamiento, nuevas redes y rutas comerciales, la inserción de nuevos
productos en el mercado como los machetes y las telas, la sujeción a nuevos códigos legales
y normativos y la conversión hacia un nuevo sistema de creencias, modificó de manera
radical y muy abrupta las condiciones prehispánicas. Tanto así que, para Whitehead, sería
bastante dudosa la reconstrucción de los modos de vida originarios a partir de su analogía
con los de los indígenas actuales. Una de las estrategias más comúnmente citadas por
Whitehead, especialmente para la costa oriental venezolana, sería la de la retribalización,
proceso que consiste en la disolución de las estructuras jerárquicas por sistemas de relación
más igualitarios, dispersos y autárquicos que ya formaban parte de la experiencia histórica
indígena americana. Dicha retribalización, además de representar una consecuencia de la
violenta conquista y colonización europea, también conformaban estrategias adaptativas
por parte de los indígenas para poder participar de una manera menos negativa en la
dinámica colonial. Por ejemplo, en el caso palenque, con frecuencia se aliaron con grupos
holandeses y obtuvieron el control por un tiempo de las rutas comerciales de algunos
productos europeos. En otras ocasiones, sólo se replegaron hacia regiones menos más
internas y menos accesibles, como la Selva de Tamanaco en Guárico, con el fin de
defenderse de los ataques europeos. Este patrón más disperso hacia, además, más difícil el
control colonial sobre la unidad tribal e impedía la negociación con ciertas elites que ya no
controlaban el territorio cacical.

En un tono similar, Jonathan Hill plantea que la recomposición impuesta por el sistema
colonial sobre las comunidades indígenas originarias reconfiguró totoalmente no sólo los
mecanismos de relaciones interétnicas sino, más aún, la adscripción o denominación de los
grupos. Así, el panorama indígena venezolano se modificó de tal manera que se haría casi
imposible homologar las sociedades prehispánicas con las surgidas a partir de la imposición
colonial y, mucho menos, con las que actualmente habitan nuestro territorio a partir de las
transformaciones impuestas por la república. Este proceso, denominado etnogénesis, pone
el énfasis transformativo en las acciones de los agentes colonizadores más que en los
indígenas, ya que son las decisiones impuestas por los colonizadores las que crean un
nuevo sistema de unidades étnicas. En el caso de los palenque, podríamos postular que,
precisamente, la confusión étnica de su unidad como grupo homogéneo o su pertenencia a

76
una entidad cumanagota mayor sería consecuencia de esta etnogénesis. De esta manera,
quizás los palenque nunca existieron como grupo diferenciado, sino que fueron distinguidos
por los europeos a partir de ciertos rasgos culturales. Curiosamente, tanto en Venezuela
como en otros territorios de América, el término palenque es utilizado para definir otros
grupos étnicos.

Quinto reflejo: arremeten los antropólogos venezolanos

Rodríguez Yilo (1992), a través de un estudio histórico comparativo de los documentos


coloniales y de los trabajos de Acosta Saignes y Civrieux, identificó dos etapas en la
historia Palenque. Durante el siglo XVI, caracterizó una sociedad compleja jerárquica, con
caciques principales y secundarios, un patrón de asentamiento regional jerárquico de tres
niveles, diferenciado a su vez por construcciones especializadas y objetos suntuarios o de
acceso restringido y una red comercial de materias exóticas y objetos de prestigio. Para el
siglo XVIII, considera que esta sociedad se hizo igualitaria y no presenta ningún indicio de
patrón regional aldeano diferencial. La autora interpretó estos cambios como un proceso
forzado de simplificación o retribalización, explicado por el impacto negativo de la
conquista (Whitehead 1989). Rodríguez Yilo (1992) seleccionó la información Palenque
que enfatizara los niveles de complejidad en distintos momentos de su historia:
diferenciación estructural o arquitectónica entre aldeas, consumo diferencial de bienes,
jerarquía regional de asentamientos de múltiples niveles, presencia de burocracia, división
social del trabajo, redes de intercambio comercial internas y externas multidireccionales y
grupos dominantes y subordinados.

Una primera aproximación a la región que usó interpretativamente el razonamiento


analógico fue el trabajo realizado por Amaiz (2000), el cual se enfocó en la identificación
de áreas de actividad, al interior del sitio prehispánico El Cedro, ubicado al noreste del
estado Guárico. Sobre su análisis contextual y en referencia al conjunto de datos
arqueológicos, lingüísticos y etnohistóricos disponibles para la región, Amaiz planteó que
los antiguos habitantes de la región eran fundamentalmente de filiación lingüística caribe y

77
estaban representados por la cerámica tradicionalmente conocida como memoide. En este
sentido, el reconocimiento de espacios funcionales se desarrolla a partir de la variedad de
modelos de organización sociopolítica asociados a grupos actuales de esta familia
lingüística, especialmente los Kariñas de los llanos orientales. Según sus presupuestos, la
organización espacial de las áreas de actividad debería mantener un patrón homogéneo o
diferenciado, en correspondencia con la estructura sociopolítica que regía para sus
ocupantes.

Para probar la hipótesis, Amaiz planteó que la organización de los espacios funcionales del
sitio se rigió por un sistema sociopolítico igualitario, en el que las unidades funcionales,
con la excepción algunas de posible índole funcional o temporal, eran equivalentes entre si.
Basado en datos arqueológicos y etnohistóricos no sólo de la Depresión del Unare, sino
también del área de influencia de los llanos orientales, realizó un análisis contextual
intrasitio con el fin de determinar la organización de los espacios funcionales dentro del
asentamiento. Según los datos etnohistóricos disponibles, esas sociedades pudieron haberse
caracterizado por dos formas sociopolíticas: jerárquica -como el caso Palenque- o
igualitaria -como los Tesermas y Tomuzas-. Amaiz comparó, entonces, estos modelos
sociopolíticos con el dato arqueológico sobre la tesis de que las sociedades igualitarias no
deberían generar mayores especializaciones espacio-funcionales, mientras que una sociedad
más compleja pueden relacionarse con la presencia de espacios diferenciados o
especializados.

Como conclusión, Amaiz propone un acercamiento sobre la base de tres modelos


alternativos de utilización social del espacio. El modelo A supone la presencia de
estructuras habitacionales domésticas individuales que en conjunto conformaban una
estructura comunal, como sucede comúnmente en los asentamientos caribes actuales,
mientras que en los espacios vacíos intermedios se desarrollaban diversas actividades como
la preparación de alimentos, con la acumulación de desechos depositados en sus contornos
y resultando en los basureros. Sin embargo, tomando en cuenta que en los pueblos caribes,
son recurrentes los procesos de reocupación, reuso y abandono de los sitios, consideró la
posibilidad que estas acumulaciones de basura sean el producto de desecho de múltiples

78
ocupaciones, al igual que supuso, debido al carácter multifuncional de los espacios caribe,
que las áreas domésticas se hayan sobrepuesto con las de trabajo y desecho. El modelo B
mantiene la idea previa pero propone que las diversas configuraciones espaciales presentes
podrían corresponder a diferentes momentos históricos y no necesariamente a una
estructuración sincrónica- Para Amaiz, luego de que el crecimiento poblacional de El Cedro
llegó a alcanzar su madurez o consolidación, pudo haberse producido una fisión y
abandono, quizás parcial o total del asentamiento. Esto podría corresponderse con los
cambios experimentados por la sociedad Palenque a raíz de su contacto con los españoles,
lo que llevó a una reorganización de sus asentamientos de estructuras diferenciadas a una
distribución igualitaria. El modelo C supone que es posible que estas unidades espaciales
no sean evidencia de basureros, sino que correspondan a áreas de actividad presentes dentro
de las hipotéticas estructuras. Según referencias etnográficas caribes, es común el
desarrollo de varias actividades, básicamente relacionadas con la subsistencia, dentro del
mismo espacio doméstico, por lo que la agrupación heterogénea de material arqueológico
en cada unidad representaría el ajuar utilitario de cada familia o personas que ocupaban las
estructuras habitacionales y de trabajo. Suponiendo que los conglomerados pudiesen
representar unidades domésticas, sus formas elípticas guardan relativa similitud con
diversas plantas de viviendas caribes.

Desde una perspectiva más etnohistórica, Emanuele Amodio se centra en las estrategias de
defensa y resistencia de las tierras comunales indígenas de la región nororiental en la
primera mitad del siglo XIX, especialmente con respecto a la figura jurídica denominada
resguardo, la cual consistía en una institución creada por los europeos que otorgaba
personalidad jurídica de propiedad comunal, exclusiva e inalienable, producto de la propia
interpretación española respecto a la utilización de ese preciado bien por parte de los
indígenas, resultado de su particular percepción sobre la tenencia de la tierra en función del
uso que las comunidades agrícolas organizadas daban a ese bien raíz. (Samudio, 2006). En
consecuencia, la visión del pasado indígena en Amodio es mucho más interactiva y
posibilita la recuperación de la acción del colonizado dentro de la compleja red de
negociaciones y tensiones que el marco colonial generó.

79
Por su cuenta, de manera similar, Francisco Tiapa (2007, 2008) reflexiona sobre los
procesos de identidad y resistencia indígena en la conquista y colonización del Oriente de
Venezuela (Tiapa, 2004) a través de una reconstrucción de los sistemas interétnicos
indígenas del Oriente de Venezuela entre el siglo XVI y el XVIII, intentando colocar su
foco de tención informativo e histórica de lado de las estrategias y articulaciones
cooperativas para las alianzas y guerras dentro del orden colonial. Sin embargo, lo central
del trabajo de Tiapa es que al ubicarse en el lugar epistemológico de la antropología,
necesariamente tuvo que reflexionar y cuestionar las limitaciones y potencialidades
modelos interpretativos y de su trasfondo político para un presente que discurre sobre su
pasado.
El ámbito político, en particular, trajo a colación la mayor cantidad de dudas,
particularmente alrededor de la paradoja que presenta hacer historia de la
supresión la diferencia cultural en el mundo colonial desde los patrones culturales
resultados del mismo proceso de dominación que se estaba estudiando. Estas
dudas se produjeron con mayor fuerza una vez que se hizo explícito que la
diferencia histórica no sólo era patente en la realidad objeto de estudio sino que
también era determinante para la configuración del sentido de subjetividad de la
mirada histórica. Pronto, hablar sobre la diferencia colonial, en el pasado, se
convirtió en un esfuerzo por hablar desde la diferencia colonial en el presente, la
cual, claro está, se ubica en el lugar de la exterioridad subalterna. Esto tuvo una
fuerza especial por tratar de hablar desde los modelos teóricos de la antropología
pues, como disciplina, ésta ha convertido en “objetos de estudio” a aquellos
pueblos que en realidad han sido objetos de dominación imperial, ocultándola y
naturalizándola. Sin embargo, este artificio no tuvo resultados al momento de
hablar de una realidad en la que el poder ejercido por Europa sobre otros pueblos
fue el principal eje de debate. Al ser una investigación sobre una forma de
dominación colonial en el pasado, surgieron preguntas y reflexiones sobre las
formas contemporáneas, especialmente aquellas relacionadas con la manera de
reconstruir el pasado (Tiapa, 2008, en prensa).

Sexto reflejo: el parlamento “ideal” de las versiones históricas

La intención de esta sección es propiciar, desde una visión hermenéutica y, si se quiere,


transmoderna, un diálogo entre los documentos, los tiestos y los antropólogos con el fin de
generar una integración de las evidencias que permita entender la colonialidad del saber en
términos de la explicación de esos otros lejanos en el pasado pero que a la vez nos ceda un
espacio para pensar la historia de otra forma.

Empecemos por el documento. En sí, tanto como objeto de cultura material como en su
contenido comunicativo, es un artefacto (Hodder 1988). Posee dimensiones físicas que lo

80
colocan y le permiten interactuar en el mundo cultural con el resto de los objetos culturales
y entrar dentro de la red de prácticas de la vida social. Igualmente, como texto comunica y
difunde cierta información y visión del mundo que también incide en la dinámica
sociocultural, política e ideológica de la comunidad. Por esto, debe ser comprendido en
estas dos dimensiones para poder ser interpretado, por lo que variables como el tipo de
papel y tintas utilizadas, su formato, encuadernación, fechas de impresión, ubicación actual,
tipo de escritura, presencia de dibujos o añadidos gráficos, su reproducción y distribución,
etc., son datos tan importantes como aquéllos concernientes al contenido mismo en el texto.
Por otro lado, la necesaria contextualización del documento no sólo se refiere a su
condición de artefacto sino, ampliando el marco de acción a un campo más amplio: el
contexto cultural ideológico, político y cultural de producción del documento.
Considerando que cualquier acción comunicativa -y un texto escrito lo es por excelencia-
contempla al menos un emisor y un receptor o decodificador del mensaje, podemos
considerar al escritor (cronista, misionero, militar, etc.) por un lado y al potencial lector o
audiencia (autoridades, la Corona, público en general, etc.) por el otro. En el primer caso,
son determinantes en el análisis variables del autor como contexto histórico-cultural,
biografía, autoridad, intención, nivel y tipo de instrucción, posición frente al evento,
genealogía, rol social, género, protagonismo (informante de primera o segunda mano),
eventos circunstanciales influyentes, etc. Por el lado del receptor -la audiencia potencial
para el momento histórico- sería necesario considerar las necesidades sociopolíticas y
culturales para la producción del documento, el destinatario oficial y el ampliado, los
mecanismos de distribución y reproducción del texto, etc.

Gran parte de las variables antes mencionadas no sólo pueden -y deben- ser aplicadas al
documento sino a cada una de sus reimpresiones, relecturas e interpretaciones, incluyendo
la nuestra. La contextualización de las necesidades sociohistóricas, políticas y científicas de
releer y colocar estos textos en la tribuna pública deberían ser incorporados a un estudio de
su función social y cultural. Por esto, al identificar un nuevo intérprete de la información
histórica, sería apropiado, una vez más, incorporar un análisis de este individuo -
antropólogo, político, historiador, etc.-, en términos de su biografía, tipo y nivel de
instrucción, trayectoria profesional, intención, rol social, posición política y ética, posición

81
académica y política en el momento, acceso a la información, transcripción o traducción del
texto, posición y crítica antecedente, traducción del texto al contexto actual, etc.

Y aún no hemos entrado en el análisis de la información contenida en el texto. Numerosos


historiadores y etnohistoriadores se han concentrado en discutir las variables a considerar
en la lectura de un documento colonial, por lo que no profundizaremos en este tema
(Amodio 1993, 1999a, 1999b, Beaudry 1988, Galloway 1995, Hulme 1986, Laredo
Quesada 1994, Rogers y Wilson 1993, Wood 1990). Pero sí es importante introducir un
elemento interpretativo apropiado para la comprensión de casos como el de los Palenques
durante el período de contacto en el área del Unare. Más allá de la condición fáctica del
proceso de simplificación como verdad histórica -si es que se presentó- es necesario
enfatizar las ramificaciones políticas de la resistencia nativa y la dominación colonial.
Debemos entonces evaluar, por ejemplo, nuestro énfasis en los aspectos negativos del
contacto, mediante lo que asumimos, guiados por un enfoque evolucionista implícito, que
la expansión de las sociedades con mayores niveles de desarrollo hacia regiones habitadas
por grupos “subdesarrollados” produce inexorablemente la destrucción de los últimos. Este
tipo de análisis sigue colocando el poder en las manos de los grupos dominantes sin ofrecer
una oportunidad a la sociedad nativa de cambiar por su propia disposición política o
cultural. Es posible que, defendiendo a los Palenque u otros grupos, los antropólogos
frecuentemente los convertimos en mudas víctimas pasivas (Clendinnen 1987, Fuglestad
1992).

Es por esto que es necesario potenciar la capacidad de escuchar –o visualizar- el otro lado
de la historia. Aún cuando las comunidades indígenas venezolanas no produjeron
documentos escritos, no podemos olvidar que otros elementos de su cultura material,
accesibles mediante la arqueología, poseen también capacidades comunicativas. De hecho,
la cultura material de cualquier sociedad en el pasado no sólo es reflejo de sus actividades
socioeconómicas, políticas y culturales, sino que su capacidad simbólica intrínseca los
convierte en agentes activos en la construcción y transformación de los contenidos sociales
y culturales (Appadurai 1986, Beaudry, Cook y Mrozowski 1991, Lemmonier 1986, Miller
1988).

82
Como lo demuestran Galloway (1992,1995) en su trabajo sobre los Choctaw en
Norteamérica o Clendinnen (1987) con los Mayas de Yucatán, durante los siglos XVI y
XVII se produce la superposición y confrontación de dos visiones de mundo que no sólo se
manifiesta dramáticamente en las prácticas y en las acciones de los diversos agentes
sociales, sino también en cada uno de sus productos culturales. De esta manera, la
producción de artefactos y/o ideofactos correspondiente a cada tradición cultural particular
interactuante participa activamente reflejando y construyendo una visión de mundo, en este
momento colonial reactiva frente a la presencia de una otredad. En nuestro caso, por un
lado, los documentos históricos reflejan como producto cultural la visión del invasor que
intenta según su percepción occidental entender un mundo social que le es absolutamente
extraño, mientas por el otro, la cultura material indígena refleja y actúa en este contacto
desde una cotidianidad invadida. Sin embargo, este reconocimiento mutuo no es en ningún
sentido simétrico sino que está intrínsecamente marcado por relaciones de poder y
negociaciones de intereses entre dominados y dominantes. Esta condición política de la
relación entre producciones culturales en contextos históricos concretos debe tener
repercusiones en la perspectiva teórica que postulamos, al considerar las contradicciones
como parte de la interpretación y, a su vez, debe repercutir en el campo metodológico.
Lejos de ver la relación entre los distintos tipos de evidencias o fuentes -en este caso, entre
documentos coloniales europeos y cultura material indígena- como armónica o
complementaria, debemos entender que las tensiones, ambigüedades y contradicciones del
contexto histórico se trasladan a ellas y a través de ellas se reflejan y se actúan. Los
distintos tipos de productos culturales, al convertirse metodológicamente para el
antropólogo o historiador en fuente de información, dato o evidencia, continúan
manteniendo su relación dialéctica en el campo de la interpretación histórica. Es por esto
quizás que haya existido en nuestra tradición académica una predilección y privilegio del
documento histórico -producto cultural del dominante- y de la historia como disciplina
sobre la cultura material -producto cultural del dominado- y la arqueología para la
interpretación de la historia americana.

83
La articulación de evidencias e interpretaciones arqueológicas y etnohistóricas es, entonces,
una necesaria alternativa metodológica para comprender los contenidos ideológicos en y
sobre el pasado (Demarest y Conrad 1992). No afirmamos con esto que la arqueología es la
solución metodológica definitiva. Ella acarrea sus propias ambigüedades y contradicciones,
pero está en capacidad de ofrecer nuevas perspectivas (Galloway 1992, 1995). Solo así
podremos entender que las transformaciones sociopolíticas Palenque y los cambios en su
representación son productos de visiones de mundo históricamente en competencia, de los
diferentes intereses políticos de los actores sociales coloniales que escribieron los
documentos, así como de los antropólogos que los interpretaron (Bond y William 1994,
Gathercole y Lowenthal 1990).

En el caso Palenque del Bajo Unare, podemos aventurarnos a desarrollar algunas


consideraciones intepretativas sobre la situación sociopolítica de estos grupos para el
momento del contacto con la cultura europea. En principio, no descartamos la posibilidad
que, en gran medida, la supuesta complejidad Palenque, asumida acríticamente por la
antropología moderna, no haya sido sino el producto de una lectura políticamente
interesada de los actores coloniales y de los documentos históricos coloniales, sin
considerar otras fuentes de información como la arqueológica. De hecho, pareciera que la
evidencia arqueológica preliminarmente podría desmentir esta hipótesis. Sin embargo, ya
que toda lectura del pasado implica un cierto margen de interés desde el presente, podrías
también suponer que la selección del caso Palenque como caso único del complejidad en el
oriente de venezolano -y su relación con los Caquetíos de Coro según Acosta Saignes- debe
responder a ciertas peculiaridades de su cultura del mismo orden de las filiaciones
estilísticas que actualmente estamos encontrando entre los elementos memoides y de los
dabajuroides en el Bajo Unare. Esto nos hace suponer que aún es posible demostrar la
presencia de un cierto grado de complejidad inducida en esta área. Por otro lado, la
ausencia de evidencias arqueológicas tradicionales de cacicazgo en la región no implica
necesariamente la inexistencia de este tipo de organización. Es posible que en las regiones
de tierras bajas, las condiciones ambientales e interculturales generaran una dinámica más
flexible y menos estable, como por ejemplo, la presencia de cacicanías circunstanciales
(Redmond 1998) que supondrían un patrón de asentamiento menos jerárquico y

84
centralizado pero con la presencia de una alta variabilidad interna en la unidad tribal, lo que
preliminarmente estamos encontrando. Igualmente, es posible que las recomposiciones
estratégicas de estos grupos frente a la amenaza colonial hayan generado una estructuración
adaptativa y reactiva que, por un lado, concentraría ciertos sectores de la población
indígena alrededor de los enclaves europeos tempranos a la vez que dispersaría a otro sector
de la población indígena hacia áreas menos accesibles o ambientalmente codiciados. Esto
se manifestaría en la tensión existente entre sitios de fundación colonial y áreas de
repliegue y defensa de los grupos Palenque. Sabemos que aún falta mucha información e
interpretación para terminar de armar el rompecabezas de la historia indígena colonial
oriental venezolana, pero por hoy interpretativamente nos atrevemos a ofrecer estas
posibles versiones sobre ese pasado.

Séptimo reflejo: los Neopalenques contraatacan

Durante nuestras prolongadas y recurrentes visitas a la región del Unare, uno de los
principales problemas que siempre confrontamos fue la falta de interés e información por
parte de la población local sobre la historia indígena regional. De hecho, la información
demográfica sobre la región afirma que la mayor parte de la población local actual es
relativamente reciente y se ha movilizado a la zona desde otras zonas llaneras y la costa
centro-oriental como consecuencia de las potencialidades agropecuarias de la región, lo
cual es validado por los locales. Esto no niega que la historia del lugar, como por ejemplo
Clarines, se remonte a los propios orígenes del período de contacto colonial en el oriente
venezolano, como lo atestigua su actual iglesia.

Sin embargo, para la propia población local, tanto para quienes se definían como
campesinado, algunos de los cuales curiosamente llevan apellidos de origen indígena como
Paraqueima, Quiaro, Curupe, como para los terratenientes de abolengo regional, como las
familias Armas o Alfonso, ese pasado indígena perecía ajeno y poco atractivo. Numerosos
fueron nuestros intentos a través de charlas, clases en colegios y liceos, exposiciones en el
Museo Histórico de Clarines, jornadas de valorización patrimonial e histórica,
conversaciones con los dueños y trabajadores de las haciendas, que nos dejaron una amarga

85
decepción en nuestra interacción con la comunidad, con escasas excepciones, como la elite
intelectual local, que parecía ver nuestro interés más como una curiosidad que como un
factor histórico de legitimación identitaria regional.

Sin embargo, en nuestras últimas visitas de los años 2007 y 2008 se ha producido un
sorprendente cambio que apuntan hacia una resignificación de las categorías étnicas y hacia
un uso político del pasado sin precedentes en la región. Es obvio que no pretendemos que
nuestra acción como investigadores haya tenido un impacto tan eficiente en la comunidad
como para relocalizar el pasado indígena en el centro de su conformación identitaria. Sin
embargo, es también posible que los discursos y prácticas académicas, de manera incidental
y tangencialmente, hayan resurgir ciertas inquietudes en el resto de la población y, debido
al prestigio social del conocimiento científico frente a otras saberes, sea incorporado a su
visión de mundo.

No obstante, en este caso el factor crucial para el resurgimiento de los que llamamos
Neopalenques está centrado en una nueva lectura de la historia local promovida por una
ideología nacionalista, indigenista y localista por parte de agentes del Estado, la cual parece
haber ensamblado de manera idónea con ciertas necesidades prácticas y discursivas de
algunos agentes sociales lugareños. Aún cuando una gran parte de los habitantes de la
región continúan poco interesados en el tema, otros han apropiado sus posibilidades y las
han repotenciado para su uso social y político cotidiano. En general, podríamos también
suponer que este fenómeno responde a la iniciativa tomada por el Instituto Nacional de
Tierras (INTI) hace unos años de conceder derechos y propiedad histórica sobre terrenos a
comunidades que demostrasen su permanencia en el sitio mediante documentos u
ordenanzas coloniales.

A continuación narraremos algunas de estas experiencias con el fin de ejemplificar el


proceso en plena formación tratando de transcribir, pero no de manera textual, las
conversaciones e interacciones que mantuvimos con diversos personajes durante el mes de
febrero de 2008.

86
Santa Clara es un pequeño y plácido pueblo a unos seis km. entre Clarines y Piritu
desviándose unos dos km. al norte. Depende de la existencia de un Embalse, Santa Clara, el
cual surte de agua a gran parte de la región y está conformado por una reducida población
de trabajadores del embalse, comerciantes y pequeños agricultores. Entre ellos destacó, a
partir de un encuentro fortuito, un personaje que concentraba una serie de interesantes
rasgos promovidos por la resemantización de las categorías étnicas que actualmente se
produce en Venezuela, Latinoamérica y el mundo. Bernardo Díaz, según sus propias
palabras, “el humilde campesino de Santa Clara”, se autoproclama ahora Cacique de los
pueblos piritu, guamana, cumanagoto, tagare, pachana, Karña, pariacoto, core, tomaza,
palenque y trece otras tribus. Y con soltura, en cualquier circunstancia despliega su
dominio de la lengua cumanagota.

Hasta hace poco el poblado era conocido sólo como Santa Clara. Pero debido a su a su
acción política ahora, se reconoce bajo un Acta Constitutiva notariada y Títulos de
Propiedad como la Comunidad Indígena de Santa Clara de Maicana. Su nueva identidad
colectiva, aunque no representa al total de la población local, se fundamenta en base a
cooperativas y grupos organizados a partir a una identidad indígena y, sobretodo, en una
relación directa con la tierra como medio de producción propio.

Lo recogimos en su casa, una pequeña vivienda de bahareque de aspecto más humilde en


comparación con las que la circundaban. Apenas llegamos tomó un portafolio en donde
tenía todos los documentos y entrevistas sobre el tema indígena de la comunidad y nos
pidió que le tomáramos una fotografía con unos racimos de cambures de su cultivo que
estaban siendo amenazados por el ganado de sus vecinos, lo que utilizaría como evidencia
para la denuncia ante la Alcaldía. Sin embargo, antes de posar entró a su casa y regresó con
lo que llamó una caisana, una corona de plumas confeccionada por el mismo con fieltro
rojo, incrustaciones de semillas y plumas de aves locales –aún cuando hizo énfasis en que
la pluma más importante era una que le enviaron de Alemania y debía estar siempre al
frente-. Luego de posar con orgullo con su investidura de cacique, nos condujo hacia el
poblado de Unare ya que tenía información de unos cementerios indígenas en esa localidad.

87
Cuando salíamos del pueblo, nos señaló una casita de bahareque en ruinas para la cual
estaba haciendo una solicitud de ayuda para convertirla en la casa de cultura indígena.

Nos refirió que fue llamado por la Presidenta del Ministerio de Indios del estado
Anzoátegui, María Victoria Caicuto a una reunión en Barcelona en la Alcaldía. Por medio
del periódico, un vocero presidencial se informó y lo visitó en su casa, le pidió copias de mi
currículo y todos mis documentos. El funcionario, según el Sr. Bernardo, fue con todos los
recaudos a Barcelona, de allí para Caracas y luego con Noemí Pocaterra para Colombia por
el problema allá en la frontera. Así, fue juramentado y elegido en elecciones populares y
nombrado cacique el 9 de agosto del 2006, Día Internacional del Indígena, en Caigua.
Existen por ahora 17 comunidades indígenas registradas legalmente con documento con sus
17 caciques; por ejemplo, Cruz Guacarán es el cacique de San Pablo.

También destacó que los medios de comunicación (radio, televisión y prensa local) se
interesan y lo visitan para saber qué es un cumanagoto y cómo surgieron. Según su versión,
un cumanagoto es un sotomauno de origen caribano. Su nombre original es Cumana Yoto,
que en dialecto guarina significa tigre de dos cabezas o salvajes de terror, porque cuando
los hombres blancos vinieron a invadir el territorio venezolano los primeros que se les
enfrentaron fueron los cumanagotos caribes. Los blancos traían armas de fuego y los indios
sólo tenían macanas y arcos y flechas, así que mataban muchos indios, pero los indios
mataban unos pocos con sus flechas envenenadas; además, los indios eran muchos y los
españoles pocos porque venían importados. Lo de tigre de dos cabezas viene de que en las
guerras algunos indígenas se volvían tigres y cada uno colocaba la cabeza para un lado, lo
que para los españoles eran signos del demonio y por eso llamaron a los evangelizadores
para acabar con estos seres que no eran gentes sino diablos.

Siguiendo su narración, explicó que los cumanagotos están ubicados en el norte de


Venezuela desde el marco de Cabo Codera hasta la península de Paria en el estado Sucre y
navegaban hasta 80 leguas en el mar con la ayuda de los caribes y guaraunos que tenían
embarcaciones con quillas y velas, combinación que dio origen a la guaiqueries de
Margarita. En la zona del Unare vivían principalmente palenques, pero también

88
cumanagotos, porque eran más y gobernaban toda el área de las distintas tribus que tenían
como lengua oficial común la cumanagota, además de su lengua local. Aún podemos ver en
esta narración, como continúa la indefinición de quienes son los palenque, aunque en esta
versión parecen adscribirse a una entidad mayor como la cumanagota.

Según el Sr. Bernardo, las mujeres no podían ser cacicas. Sólo María Yaguara, hija de
cacique, vio que algunos caciques tesermas y cumanagoto ayudaban a los españoles a
amarrar, golpear, vender y herrar a los indios. Ella vio que eran caciques cobardes y
cuatreros y le fue concedido el permiso de ser cacica por el espíritu de Maguare, o mejor
dicho de “espíritu de león”. Ganó todas las batallas y se quedó en la Laguna de Unare. Una
vez que venía un barco perlero a buscar más indios, los hombres se armaron y dejaron a las
indias con los arcos y las flechas adelante desnudas para llamar la atención de los
españoles, quienes apenas se lanzaron a violarlas fueron asesinados por las flechas de las
indias. Los europeos pensaron que era una mujer muy recia y que la única manera de
dominarla era lograr que se enamorara de un hombre blanco; de hecho, cuando perdieron el
sitio de Santa Clara fue porque su marido ya era un español. Aunque a la batalla vinieron
los aliados paragotos, cumanagotos, caribes, chacopatas, palenque, tomazas y guaicas al
llamado de las señales de humo de ataque, a pelear por su territorio igualmente perdieron.
Luego Cayaurima mató a Fernández de Zerpa y de allí surgió la guerra a muerte de los
españoles a los cumanagotos caribes. Su hijo vino a vengar la muerte de su padre y se
encontró con indígenas en 18 piraguas en la Laguna de Piritu, a quienes mataron, pero al
día siguiente los indígenas eran más numerosos y los vencieron. Luego construyeron el
fortín español, aniquilaron a todos los indios y apresaron a Cayaurima. Los indígenas
hicieron las paces con la condición de construir las casas para los españoles y, luego de
terminarlas después de 14 meses, mataron otra vez a todos los españoles y destruyeron las
casas. Igualmente, destacó que la naturaleza también ha cambiado porque los ríos han sido
canalizados para las represas y todo se ha hecho más seco y menos productivo, lo cual es
culpa del hombre blanco.

En la narración histórica previa podemos reconocer lo que podríamos llamar una


mitohistoria en el sentido de que existe una construcción narrativa, no necesariamente

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secuencial del pasado indígena desde una perspectiva alternativa, no necesariamente
surgida exclusivamente de la población local, que reinterpreta eventos, personajes y fechas
según una versión distinta a la oficial. Sin embargo, a su vez se hace uso de elementos de la
historia oficial y académica en situaciones que requiere legitimar su discurso, como por
ejemplo en los casos que el Sr. Bernardo refirió a Acosta Saignes. Siguiendo a Amodio,
podríamos definirla como otra etnohistoria, en el sentido de que cada grupo étnico
construye su propia versión de la historia, incluyendo la occidental moderna, por lo que es
posible observar las tensiones, convergencias y divergencias entre dos etnohistorias: la
oficial occidental moderna y la cumanagota actual local.

El reconocimiento de su condición indígena y su aprendizaje de la lengua, costumbres,


historias y leyendas proviene de su participación en una serie de cursos gratuitos para la
formación de Facilitadores y Divulgadores de la Lengua y la Cultura Cumanagota, dictados
por Prof. Leonardo Alvarado, de los cuales también posee certificados de participación.
Explicó que la lengua se aprende mediante glosarios y cuestionarios. Sin embargo, como el
mismo afirmó, hasta ese momento desconocía su origen aborigen aunque reconocía en sus
rasgos físicos y carácter -como la terquedad o la soberbia- su posible herencia indígena. No
obstante, fue a partir de los cursos que comenzó su proceso de reconocimiento étnico, la
comprensión de sus derechos indígenas y notó que esta herencia le era de fácil aprehensión,
ya que en sus palabras, la sangre india llama. En su opinión, el pequeño grupo de Santa
Clara que se reconoce como indígena siente inicialmente vergüenza de asumir esa etnicidad
pero, como le fue recomendado en la Asamblea Indígena, se debe hacer el trabajo cotidiano
de hormiguita de conseguirles becas, cestas alimentarias, operativos de viviendas y
limpieza, jornadas comunitarias, para que la gente vaya reconociendo que su condición de
indígenas les da poder para pedir bienes o servicios.

A esta estrategia educativa se suma la publicación del libro Origen cumanagoto. Cuentos y
leyendas, publicado por el “lingüista cumanagoto” Leonardo Alvarado a través de la
Gobernación del Estado Anzoátegui, el cual es distribuido gratuitamente en las
comunidades que refuerza, mediante sus narraciones, el sentido de una identidad
cumanagota aún viva. Igualmente, el interés de la Dirección de Cultura de Anzoátegui por

90
transmitir este saber ha generado un programa de charlas escolares y discursos políticos
comunales, así como la enseñanza del himno nacional en cumanagoto en los colegios. De
hecho, durante el trayecto el Sr. Bernardo lo cantó y luego lo escuchamos interpretado por
una niña en Clarines, a quien se lo enseño la maestra.

Sin embargo, este proceso no parece carecer de tensiones internas entre los actores políticos
estadales y locales. Según relató el Sr. Bernardo, en su primer encuentro con la María
Victoria Caicuto, Viceministra de los Asuntos Indígenas hubo un contacto espiritual y
ancestral, pero luego reconoció que ella representaba al indio malo y traicionero al renegar
del conocimiento del prof. Alvarado, quien fue que le enseñó la lengua que ella nunca
aprendió. Además, agregó que en su egoismo y desconfianza personal hacia él ha querido
destituirlo de su rango de cacique para sustituirlo por su marido, Julio. Esto molesta a
nuestro informante ya que ellos no saben hablar y ni siquiera saludar en cumanagoto, viven
en otro poblado, Caigua, y su apellido es Triana. Más aún, sentenció que los caciques
cumanagotos no tienen revocatorio y son vitalicios y que su comunidad posee el Acta
Constitutiva original mientras que los otros crearon una nueva que no es válida por no
revocar a la anterior. Sin embargo, lograron hacerlo retirar de una de las reuniones de
caciques; no obstante, para la siguiente reunión, el Sr. Bernardo fue convocado en vez del
otro grupo. Pero ella, continúa el Sr. Bernardo, mediante su corrupción, ha colocado a su
marido en una posición privilegiada que lo ha marginado.

Para apoyar su denuncia, nos refirió que la Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades
Indígenas expone que cuando una comunidad elige un cacique es vitalicio y no tiene
revocatorio y que en la Ley Orgánica del Régimen Municipal del Gobierno Civil en la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (art.72) se señala que todos los
cargos y magistraturas que sean elegidas a través de asambleas de ciudadanos y ciudadanas
son revocables luego de la mitad de su mandato, lo cual no ha sucedido.

Fuimos a Unare a buscar a la Sra. Carmen al Sr. Damaso y en el camino el Sr. Bernardo
contó la historia del Castillo Encantado del Cerro El Morro y la de una india que fue
raptada en Unare y llevada a La Guaira, en donde todavía se escucha su llanto de nostalgia

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(ambas casi recitadas con extraordinaria similitud a su narración en el libro publicado por el
Prof. Leonardo Alvarado).

La recepción en la comunidad de Unare, localizada en la albufera entre el mar y la Laguna


de Unare fue menos cordial de lo que esperábamos a pesar de todos los intentos de empatía
que el Sr. Bernardo improvisó. De hecho, al poco tiempo, fue obvio que la molestia de la
Sra. Carmen y su hija, una mujer que ha trabajado en el sector cultural local, no era con
nosotros sino con la asumida impostada posición de indígena del Sr. Bernardo. La tensión
entre agentes locales que intentaban validar y utilizar el pasado indígena local era evidente.
Mientras el Sr. Bernardo se apropiaba libremente de una identidad a la cual el Estado le
estaba dando derechos, la Sra. Carmen y su sobrina, utilizando la figura de la Cooperativa
Los Palenques, se dedicaban a la labor de rescate sociohistórico del poblamiento indígena
de la región a partir de las evidencias de un pasado ya desaparecido con el cual se sentían
identificadas sólo en el sentido de una herencia cultural regional colectiva. En pleno
escenario, veíamos el distanciamiento objetivista del intelectual o letrado frente una
condición indígena que considera importante validar como parte de la historia y, por otro
lado, la usurpación pragmática de una resemantización de las categorías étnicas por parte de
un sector del campesinado que intenta sacar provecho práctico de esta identificación o
identidad.

Sin embargo, ¿quién es quién para definir cuál versión es más cierta o más útil?

Mareado en el salón de los espejos: y por fin ¿para quién son Palenques?

Por ser secundarios y menos destacados los palenque no son menos importantes. Hay que
rescatarlos de su ambigüedad y su subalternidad en el discurso de la etnología antigua
venezolana y, precisamente, valorar su carácter liminal tanto en su esencia étnica como en
su construcción como entidad étnica desde Occidente y, muy especialmente, su
reivindicación política en el presente venezolano. Preferimos enraizarlos nuevamente, bajo
una visión crítica e histórica, en las nuevas condiciones de un mundo que mientras tiende a
borrar la diferencia mediante la globalización, permite reconocer la particularidad de lo

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local en el marco global. De un mundo que es capaz de ser justamente moderno:
transmoderno.

Contra el racionalismo universalista no negaremos su núcleo racional, sino su


momento irracional del mito sacrificial. No negamos entonces la razón, sino la
irracionalidad de la violencia del mito moderno; no negamos la razón, sino la
irracionalidad postmoderna; afirmamos la “Razón del Otro” hacia una
mundialidad Trans-moderna (Dussel, 19992, 22).

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Apuntes Sobre la Práctica Arqueológica en SAG


Servicios Ambientales y Geográficos
La puesta en valor del patrimonio arqueológico en el marco de los proyectos de
infraestructura

Luis Carlos Cardona Velásquez


Antropólogo

RESUMEN

El presente texto tiene como objetivo exponer de manera sucinta los lineamientos
metodológicos y conceptuales de la práctica arqueológica que se viene realizando en la
empresa Servicios Ambientales y Geográficos S.A. – SAG –.

Como su nombre lo indica, SAG, es una empresa de consultoría ambiental y la arqueología


que realiza, Integra la orientación de su accionar basada en el respeto, la responsabilidad y
compromiso social, lo que quiere decir, que las acciones que se emprenden buscan realizar
un trabajo acorde con las expectativas de la dinámica de la investigación arqueológica del
país, con un respeto por nuestro pasado y con actives para hacer llegar el conocimiento que
se genere a la comunidad en general.

La Práctica que se realiza se enmarca dentro de la llamada arqueología preventiva, para lo


cual resulta fundamental trabajar con los conceptos de patrimonio arqueológico, evaluación

101
de impactos y medidas de manejo, los cuales atraviesan el plano de la investigación
científica (que se interviene y para qué), y el de la ética y de la responsabilidad social.

En el plano de la investigación científica se trabajan aspectos que consideramos


fundamentales como son:

La configuración del área de estudio, lo que tiene que ver con la escala de la
investigación que se quiere desarrollar, con las preguntas que se pretenden responder, lo
que se relaciona con colección de datos, interpretación de eventos y planteamiento de
hipótesis.

Preguntas de investigación, El análisis de la información obtenida, en conjunción con la


existente, la usamos para validar o desvirtuar hipótesis planteadas en estudios previos,
refinar datos que permiten hacer ajustes y precisiones en aspectos relacionados con la
ordenación cronológica del registro arqueológico, con los modelos de poblamiento y con
las hipótesis sobre cambio social y para hacer énfasis en el estudio del registro arqueológico
en aspectos que no se hubieren tenido en cuenta o no se profundizaron en estudios previos y
que permitan caracterizar el grupo humano o el período que se está estudiando.

Las fases de la investigación, entendidas como una secuencia lógica de acciones, en las
que los datos recopilados en una fase por ejemplo prospección, resultan indispensables para
la toma de decisiones en la fase siguiente, excavaciones. Desde lo anterior, la prospección
arqueológica es entendida como una fase exploratoria o de muestreo arqueológico,
orientado a obtener información arqueológica en sus dimensiones espacial, temporal, y
sociocultural. Desde esta perspectiva, utilizamos la prospección arqueológica, para
acercarnos a un conocimiento preliminar, del área estudiada y al planteamiento de hipótesis
sobre la dinámica de poblamiento. Con la realización de las excavaciones en área, se busca
la recuperación de un corpus estructurado de información arqueológica en aspectos como la
realización de inferencias sobre la secuencia de ocupación y la diferenciación del uso del
espacio dado por el hombre a través del tiempo; la identificación de los componentes del
sitio: cantidad de ocupaciones y su ordenación en la secuencia estratigráfica y deposicional

102
de materiales y la importancia social y/o política del contexto excavado en el patrón de
asentamiento que se está estudiando

El Cambio social, es asumido como la alteración significativa de las estructuras sociales,


incluyendo las consecuencias y manifestaciones de estas estructuras incorporadas en
normas (reglas de conducta), valores, y productos y símbolos culturales (Moore, 1968. En:
Espinosa, 2000: 11). En los elementos que intervienen en el proceso de cambio, se
considera el concurso de diversas variables en contextos históricos y geográficos
específicos, como las ecológicas, la organización del trabajo, las instituciones sociales y
políticas, la tecnología, la ideología y la interacción social.

103
Entre la Arqueología y el Corporativismo:
El Mercadeo de los Objetos y los Lugares de Memoria

Oscar Julián Moscoso Marín


Antropólogo – Universidad de Antioquia
Estudiante de Maestría en Historia – Universidad Nacional Sede Medellín

Se plantea abordar el análisis de las formas de mercadeo y permanente resignificación de


objetos y lugares que han recibido un tratamiento arqueológico y que a la vez están
investidos como referentes de memoria y atravesados por discursos académicos que los
historizan. Debido a los diversos espacios del poder en los cuales se produce el saber
arqueológico en la sociedad colombiana contemporánea, la investigación arqueológica se
debate entre las tensiones que se generan de los intereses confrontados de empresas
privadas que intervienen la geografía nacional y por consiguiente lo que se ha definido en
la legislación colombiana como “Patrimonio arqueológico”, la academia como productora
de sujetos entrenados para las demandas del mercado por fuerza laboral especializada en
arqueología y a la vez como productora de un cuerpo de conocimientos en el campo. En
este escenario también se encuentran las comunidades locales, los grupos políticos con
alguna representación en los poderes públicos y el estado, que juega un papel ambiguo a la
vez como supuesto garante en la protección del patrimonio arqueológico nacional y

104
conformado en su mayor porcentaje en todas las ramas del poder por representantes de las
corporaciones17.

En un reciente artículo, Diego Sanín plantea que el estado colombiano tiene vocación de
estado vendedor, de estado “marca” que concibe el patrimonio cultural como una
mercancía que circula entre culturas del mundo global orientadas al consumo.18 Además,
para Chaves, Montenegro y Zambrano, en Colombia “no es fácil identificar una acción
estatal sostenida frente a la conceptualización, la conservación y la configuración social de
los diferentes acervos, colecciones y bienes culturales, tangibles o intangibles; tampoco
estrategias de coordinación entre las diferentes entidades encargadas de la gestión del
patrimonio cultural.”19

Si los lugares y objetos que estudia la arqueología están cargados de significado desde
diferentes marcos sociales que les dan sentido, éstos sentidos en ocasiones se superponen y
no necesariamente sus lógicas son compatibles entre sí, generando conflictos de
representación. Éstos objetos y lugares representan la posibilidad de acceso a un
conocimiento histórico, son objetos de la investigación arqueológica e histórica, pero
también pueden tener un valor económico para los comerciantes de objetos e íconos, un
valor religioso y geopolíticamente estratégico para las comunidades locales indígenas y no
indígenas, un valor ideológico para el discurso del estado-nación, un valor recreativo y
cultural para los turistas, un valor simbólico-estratégico para los publicistas o incluso
pueden representar un antivalor para otros grupos motivados por otros intereses, como las
compañías que invierten en la renta del suelo, por ejemplo.

17
Poderes corporativos que ven la legislación para protección del patrimonio arqueológico como un obstáculo
para sus inversiones. Una de las problemáticas más graves en materia legislativa en la actualidad es la ley que
se encuentra en proceso de aprobación actualmente en el congreso de Colombia sobre patrimonio material
sumergido, que levanta la inembargabilidad, la imprescriptibilidad y la inenajenabilidad a los bienes
arqueológico recuperados en las exploraciones subacuáticas, lo que abre la puerta a exploraciones basadas en
el comercio casi indiscriminado de dichos bienes
18
Sanín, J. Made in Colombia. La construcción de la colombianidad a través del mercado. En: Revista
Colombiana de Antropología. Vol 46, No 1, 2010:30-32
19
Chaves, M.; Montenegro, M. y Zambrano, M. Mercado, consumo y patrimonialización cultural. En: Revista
Colombiana de Antropología, Vol. 46, No 1, 2010:10

105
En este sentido, se abordan preguntas de relevancia actual, puesto que se exploran toda una
serie de aspectos de la valoración cultural y patrimonial de lugares que hacen parte del
tiempo presente y su relación con nuevas formas culturales más orientadas al consumo y
con espacios que son objeto de estudio de la arqueología y la historia.

¿Cómo se retroalimentan y autorregulan los procesos de producción de memoria y


producción de historia en contextos de crisis de la modernidad como son los encuentros
entre diferentes formas de generar espacio social y espacio patrimonial -lugares de
memoria-?

¿Cómo se establece la relación ente memoria e historia en los objetos y lugares que se
abordan desde la arqueología en contextos de investigación, de consultoría y de turismo
cultural?

¿Cómo podrían articularse de una manera más productiva en términos de conocimiento


arqueológico e histórico y de espacios de interacción de saberes, los procesos postmodernos
de producción arqueológica y los movimientos sociales, o comunidades locales?
Comunidades que como dice Nora, son la quintaesencia de la memoria.20

La arqueología para el desarrollo definida de manera análoga a como define Escobar la


antropología para el desarrollo,21 sería una mera tecnología de instrumentalización de un
saber académico con el único objetivo de viabilizar las inversiones de las corporaciones que
construyen grandes proyectos de infraestructura.

20
Nora, P. Between memory and history: Les lieux de Mémoire. En: Representations, N 26, The Regents of
University of California, 1989:7
21
La antropología para el desarrollo no ha cuestionado históricamente la incapacidad del discurso
desarrollista para reconocer las diferencias culturales, los antropólogos para el desarrollo actúan como
intermediarios entre quienes implementan el desarrollo y las comunidades locales, no cuestionan la realidad
general del desarrollo sino que lo aceptan como un hecho ineludible, mientras que la antropología del
desarrollo es una disciplina deconstructiva, que intenta poner a prueba los postulados generales de la
antropología del desarrollo a partir de un análisis de las condiciones históricas de su aparición e
implementación. Escobar, A. El final del salvaje, naturaleza, cultura y política en la antropología
contemporánea. Bogotá, Instituto Colombiano de Antropología e Historia – CEREC, 1999:102-108

106
La práctica de la ciencia en general en Colombia, y de esto por supuesto no se escapa la
arqueología, está cada vez más constreñida a la estrecha limitación de los presupuestos
oficiales para la investigación básica, los cuales a nivel mundial han sufrido fuertes recortes
en las últimas décadas. Lo que presupone que la gran mayoría de las intervenciones
arqueológicas en el territorio nacional se han hecho bajo la modalidad de consultorías para
proyectos de infraestructura, e implica que las áreas de intervención no están siendo
seleccionadas con criterios derivados de preguntas de investigación de alcance regional
sino por las determinaciones de las áreas de impacto de los proyectos y como consecuencia,
el ámbito de las interpretaciones se limita a estudios de caso o microarqureologías.

El no generar verdaderas preguntas de investigación de alcance regional para el diseño de


los proyectos, agrava la condición del registro arqueológico el cual una vez excavado o
retirado de sus contextos no se puede recomponer, lo que obliga a un registro total que no
tiene sentido, además de que es económicamente inviable. Ésta situación genera graves
deficiencias en la representatividad espacial de las fuentes en las cuales se basan las
interpretaciones arqueológicas en Colombia, y de ésta manera una debilidad esencial en el
alcance histórico de su producción, con la subsiguiente debilidad institucional. Podría
decirse que el saber arqueológico ha sido marginal dentro del contexto académico y social
en Colombia.

De otro lado, la emergencia de nuevas formas de mercadeo de la memoria relacionada con


objetos y lugares arqueológicos, ha tenido sus consecuencias en la producción de saber
académico, por lo que el encuentro del discurso académico con las comunidades locales
alrededor de estos objetos y lugares ha puesto en evidencia las diferentes formas como se
estructuran la memoria y la arqueología.

Al examinar las diferencias epistemológicas y de uso social de las nociones de memoria e


historia, es posible ver que la memoria es la forma por excelencia de control de las
representaciones del pasado de las sociedades no letradas: La memoria por naturaleza es
afectiva, emotiva, abierta a todas las transformaciones, susceptible de permanecer latente
durante tiempo indefinido y de bruscos despertares. La historia es una construcción

107
problemática e incompleta de aquello que ha dejado de existir, pero que dejó rastros. A
partir de esos rastros, entrecruzados, controlados, comparados, el historiador y el
arqueólogo tratan de reconstituir lo que pudo pasar e integrar esos hechos en un discurso
explicativo. La memoria depende en gran parte de lo mágico y sólo recuerda lo que le
conviene, la historia por el contrario es una operación puramente intelectual, laica, que
exige un análisis y un discurso críticos. La historia permanece, la memoria va demasiado
rápido. La historia reúne, la memoria divide. La memoria es un fenómeno perpetuamente
actual, un pacto que nos ata a un presente eterno, la historia en cambio es una
representación del pasado, la memoria puede ser específica, plural, individual, colectiva,
pero la historia reclama autoridad universal.22 La memoria se ata a los sitios como la
historia se ata a los eventos.23 Sin embargo, paradójicamente para occidente, la historia es
un medio de la memoria, toda gran revisión histórica ha buscado el ensanchamiento de la
base de la memoria colectiva.24
Para Candau, en un planteamiento muy cercano al de Nora “La historia es una antimemoria
y recíprocamente la memoria es una antihistoria”.25 También podría decirse que la historia
quiere recordarlo todo, pretende ser una memoria total, pareciera que no tiene claro qué
retener y qué olvidar como consecuencia de la aceleración de los tiempos contemporáneos
caracterizados por una obsesión por el cambio. La memoria se estructura según marcos
sociales que le dan significado en tanto históricamente situados. Los marcos sociales de la
memoria son “…los instrumentos que la memoria colectiva utiliza para reconstruir una
imagen del pasado acorde con cada época y en sintonía con los pensamientos dominantes
de la sociedad.” 26

Pero a pesar del deber ser de la historia como un discurso crítico “El control histórico de la
memoria social está profundamente atravesado por relaciones de poder, puesto que su locus
no es el pasado sino el presente y el futuro. El pasado legitima el orden social
contemporáneo y la movilización histórica de la memoria social legitima la acción y

22
Nora, P. Between memory and history: Les lieux de Mémoire. En: Representations, N 26, TheRregents of
University of California, 1989:8
23
Ibídem: 22
24
Ibídem: 9
25
Candau, J. Antropología de la memoria. Buenos Aires, Nueva Visión, 2003:57
26
Halbwachs, E. Los marcos sociales de la memoria. Barcelona, Antrhopos, 2004 [1925]: 10

108
aglutina los colectivos sociales.”27 Ese control también genera conflictos y abusos en la
manipulación de la memoria, como el problema de las sociedades contemporáneas señalado
por Candau y su síndrome de hipertrofia de la conmemoración. O en el otro extremo el
síndrome del olvido como estrategia de convivencia, de supervivencia o de proyecto futuro.

Aunque desde el punto de vista epistemológico y como estrategia de control social, se ha


tratado de hacer una diferenciación entre los conceptos de memoria e historia –y la
arqueología como una forma de esa historia, también está claro que existen múltiples flujos
que los comunican. Uno de los conceptos que más permite esa exploración es el de
patrimonio cultural. En la Francia postrevolución, “…la idea de un progreso continuo de la
sociedad, hacía necesario prestar atención a la herencia del pasado…”28, que dio lugar a un
proceso de patrimonialización. Se podría decir que la patrimonialización funciona
específicamente como un aparato ideológico de la memoria, en el que no siempre están
claros los criterios de selección y de valoración, privilegiándose tal vez los usos políticos,
pero en cuya construcción de significado intervienen también la historia y la arqueología.

Para Nora, los lugares de memoria responden a rupturas, que deben apelar a su
materialización en lugares que representan de algún modo, una continuidad histórica. Hay
lugares de memoria, sitios de memoria, debido a que no hay medios de memoria,
verdaderos medioambientes de memoria.29 Es como si la pérdida de una continuidad en la
memoria, obligara a sacarla del cuerpo social en lugares, objetos o eventos. Los lugares de
la memoria son la materialización de una conciencia de la memoria, que escasamente
sobrevive en la actual edad de la historia que no le presta atención a la memoria, en una
sociedad absorbida en su propia transformación y renovación, profundamente atravesada
por una alta valoración social de lo nuevo en detrimento de lo viejo, del futuro en
detrimento del pasado.30 En ese desplazamiento hacia la historia, el imperativo de nuestra

27
Gnecco, C. Historias hegemónicas, historias disidentes: La domesticación política de la memoria social. En:
Cristóbal Gnecco y Marta Zambrano (Editores) Memorias hegemónicas, memorias disidentes. El pasado
como política de la historia. Bogotá, Instituto Colombiano de Antropología e Historia – Universidad del
Cauca, 2000: 172
28
Candau, J. Op. Cit. :88
29
Nora, P. Op. Cit.:7
30
Ibidem:12

109
época no es conservar todo, preservar todo indicador de memoria, sino producir archivos.31
Con la memoria completamente emboscada por la historia, el historiador y el arqueólogo ya
no son más una memoria-individual sino un lugar de memoria.32

Otra de las características importantes de los lugares de la memoria es que sólo existen a
causa de su capacidad de metamorfosis, un reciclaje infinito de su significado y una
impredecible proliferación de sus ramificaciones.33 Lo que hace que ciertos sitios
prehistóricos, geográficos, locaciones arqueológicas, sean importantes para la ciencia
histórica es a menudo precisamente aquello que los excluye de ser lugares de memoria, la
absoluta ausencia de voluntad de memoria, pero como una forma de compensación, el peso
cruzado impuesto por el tiempo, la ciencia y los sueños de los hombres.34

Los lugares de memoria son un elemento fundamental en la conformación de los discursos


de estado-nación, discursos en los que se encuentran imbricadas de igual manera las
nociones de patrimonio e identidad. Para Prats35 el verdadero patrimonio cultural de la
humanidad está constituido por el conocimiento, como cúmulo sistemático de estas
tradiciones de aprendizaje. El interés de Pratts sobre el patrimonio es indagar sobre el quién
y el para quién. En ese sentido el hecho de que el autor identifique diversas formas y
significados de contemplar lo patrimonial dentro de la sociedad, a niveles macro (nación) y
micro (localidad), y según sectores sociales: políticos, científicos, turísticos (público), pone
en evidencia el valor, no solo político sino económico de la gestión del patrimonio
enmarcado dentro de los procesos de búsqueda de una identidad. Para el autor, esta
búsqueda se da a partir de la necesidad de recuperar una memoria histórica perdida y de
crear y recrear signos para una nueva memoria colectiva.36

En la lucha por el control de la memoria y los flujos de poder se da paralelamente una


pugna por los discursos sobre el pasado. En ese sentido, tal vez estaremos ante lo

31
Ibidem:14
32
Ibidem:18
33
Ibidem:19
34
Ibídem: 21
35
Prats, L. 1997 Antropología y patrimonio. 3ª Ed., Barcelona, Ariel, 1997
36
Ibídem: 92

110
queplanteaba hace unos años Gnecco cuando decía con respecto a la visibilización de
nuevas voces en un escenario políticamente multivocal de la interpretación de la historia
que:
“… los grupos indígenas pueden reclamar y obtener el control sobre su pasado,
un pasado en el que lo arqueólogos también están interesados aunque por razones
distintas. Ese control podría significar que los intereses históricos de la
arqueología estarían sujetos a las decisiones de otros. Una situación de esta clase,
en la que la lucha por el control del pasado jugaría un papel protagónico, llevaría
al enfrentamiento de las distintas significaciones de conceptos tan centrales como
el de ‘identidad’ y ‘nación’; llevaría a preguntar y cuestionar, por ejemplo, si los
grupos indígenas que viven en el actual territorio colombiano son indígenas
primero y después colombianos o viceversa”. 37

Identidad y memoria son dos conceptos en estrecha relación, “No puede haber identidad sin
memoria (como recuerdos y olvidos), pues únicamente ésta facultad permite la conciencia
de uno mismo en la duración.”38 De alguna manera, el grado de identidad depende de la
relación que se establezca con los marcos sociales de la memoria colectiva. Para Nora, toda
memoria es colectiva, independientemente de las condiciones psicológicas en que se
produzca en cada individuo. En la sociedad occidental, la historia contribuye a la creación
de formas de memoria colectiva, pero hay múltiples formas de apropiación de la memoria.

El turismo de monumentos patrimoniales es una de esas formas de hacer entrar los lugares
de memoria dentro de los circuitos de comercio y exposición mediática. Los monumentos y
las esculturas tienen una gran vocación como lugares de memoria. “Los difusores de la
memoria por excelencia son los monumentos a los muertos, las necrópolislos, osarios,
etc.”39 Como sucede en Colombia con el parque arqueológico de San Agustín y la
iconografía procedente de la cultura material agustiniana.

El caso de San Agustín en Colombia es un caso emblemático de lugar de memoria,


construido a partir de la lógica olvido/memoria. “La conexión entre las estatuas de piedra
del alto Magdalena (y regiones vecinas) y los habitantes nativos contemporáneos no sólo

37
Gnecco, C. Multivocalidad Histórica. Hacia una cartografía poscolonial de la arqueología. Bogotá,
Universidad de los Andes, Departamento de Antropología, 1999:68
38
Candau, J. Op. Cit. :116
39
Candau, J. :92-93

111
fue ignorada; también fue cortada.”40 Para Gnecco, ésta desconexión estaría estrechamente
ligada al fenómeno de catástrofe demográfica de las sociedades nativas en el siglo XVI, que
sería concomitante a una desaparición retórica de la mayor parte de los grupos
prehispánicos de las narrativas que componen la historia nacional. “La desaparición
temporo-espacial de la civilización prehispánica recurre tantas veces en la literatura
arqueológica que se ha convertido en una estructura sólida y atemporal. Los grupos con
mayor capacidad de desaparición fueron los que poblaron el Alto Magdalena.”41

Este ejercicio de desarraigo, se hace necesario como un paso previo a la instalación de una
nueva memoria, articulada a las prácticas del turismo y al mercadeo de iconografías y
objetos artesanales. Porque la memoria no puede existir sin el olvido, de esta manera,
Barona ilustra la larga duración y las particularidades de los conflictos generados en el
contexto de las políticas de olvido, destinadas a extirpar el pasado, la alteridad de los
mundos encontrados en el “nuevo continente” en el siglo XVI, fue sometida al sentido de
historicidad de occidente, lo que implicaba aplicar la tábula rasa del olvido a la conciencia
agónica del final de sus épocas, como requisito previo para implantar una nueva memoria
colonial.42

En la última década, algunos grupos locales o movimientos sociales, de manera fortuita


unos y como parte de procesos de descolonialización de la memoria histórica otros, han
hecho toma de posesión simbólica de las materialidades arqueológicas para expresar
versiones propias de la historia, apoyadas en su memoria cultural. Podemos citar como
ejemplo a las comunidades Nasa del Cauca, quienes desde hace décadas han tomado
conciencia de la potencia de la memoria en los procesos de reafirmación de su identidad,43

40
Gnecco, C. y C. Hernández, La historia y sus descontentos: estatuas de piedra, historias nativas y
arqueólogos. En: Pueblos indígenas y arqueología en América Latina. Cristóbal Gnecco Valencia y Patricia
Ayala Rocabado (Autores compiladores). Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales –
Universidad de los Andes. Bogotá, 2010:105
41
Ibídem: 104
42
Barona, G. Memoria y olvido: pasión, muerte y renovación de la colonización del imaginario. En: Cristobal
Gnecco y Marta Zambrano (Editores) Memorias hegemónicas, memorias disidentes. El pasado como política
de la historia., Bogotá, Instituto Colombiano de Antropología e Historia – Universidad del Cauca, 2000.
43
Rappaport, J. La política de la memoria. Interpretación indígena de la historia en los Andes colombianos.
Popayán, Editorial Universidad del Cauca, 2000; Gnecco, C. y C. Hernández, La historia y sus descontentos:
estatuas de piedra, historias nativas y arqueólogos. En: Pueblos indígenas y arqueología en América Latina.

112
o los grupos arhuacos de la Sierra Nevada de Santa Marta, quienes ante la llegada de un
proyecto de infraestructura en los territorios de la Línea Negra, que implicó la intervención
de un lugar de enterramiento indígena y su excavación por medio de técnicas
arqueológicas, sentaron su posición y negociaron condiciones para la realización de los
trabajos arqueológicos.44 De esta manera, se hace evidente que la interpretación histórica se
construye sobre una dimensión intersubjetiva donde no sólo se encuentran el presente y el
pasado, sino que también hay un encuentro con un “otro” o con una sociedad distante,
donde el historiador y el arqueólogo asumen la responsabilidad de la construcción
discursiva del relato histórico.45

Las comunidades contemporáneas (y entre ellas las indígenas) han perdido la pista de los
referentes de memoria que los conecta con las materialidades arqueológicas. Ésta pérdida
de la memoria tiene sus raíces históricas dentro del contexto del orden colonial:

“La relación activa y significativa ente los pueblos indígenas y algunos aspectos
de la cultura material contemporánea existente en sus territorios (que forma parte
de lo que los arqueólogos ahora llaman registro arqueológico) fue cortada en
algún momento de la historia de su dominación colonial. El punto culminante de
la cruzada europea contra esa relación fue la llamada extirpación de idolatrías; la
tarea fue encomendada por el estado colonial a la iglesia porque la subsistencia de
prácticas religiosas nativas (y el sentido corporativo que significan) era un foco
potencial de resistencia contra la dominación cultural” 46

Sólo bajo ciertos estímulos como el encuentro súbito con esas materialidades, se producen
los despertares, la recuperación de la memoria de las comunidades locales, que en efecto
incomoda tanto a los arqueólogos tradicionales, porque las interpretaciones que se hacen a
partir de la memoria no siempre son compatibles con la historia que ellos escriben. Sólo
bajo ciertos estímulos como el encuentro súbito con esas materialidades, se producen los
despertares, la recuperación de la memoria de las comunidades locales, que en efecto

Cristóbal Gnecco Valencia y Patricia Ayala Rocabado (Autores compiladores). Fundación de Investigaciones
Arqueológicas Nacionales – Universidad de los Andes. Bogotá, 2010.
44
Moscoso, O. et al. Programa de rescates y monitoreos arqueológicos de la línea a 500 kV Bolívar – El
Copey– Ocaña – Primavera y obras asociadas, Medellín, Instituto de Estudio Regionales, Interconexión
Eléctrica S. A. 2008
45
Ricoeur, P. La Memoria, la Historia, el Olvido. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2004.
46
Gnecco, C. y C. Hernández. Op. Cit. :109

113
incomoda tanto a los arqueólogos tradicionales, porque las interpretaciones que se hacen a
partir de la memoria no siempre son compatibles con la historia que ellos escriben.

Para el caso colombiano, algunos procesos de reconstrucción de memoria histórica y


resignificación de lugares de memoria, han sido documentados desde algunos trabajos
etnohistóricos. La historia del pueblo Nasa, tal como es presentada por Johanne Rappaport,
está estrechamente relacionada con el activismo de algunos de sus líderes que a lo largo de
varios siglos han hecho visibles narrativas, mitologías, objetos y lugares de memoria con la
idea de construir una historia propia, que pueda ser transmitida y articulada a procesos de
construcción de identidad colectiva. Quintín Lame a principios del siglo XX, “fue un ávido
investigador de archivos, y el ejemplo de los caciques coloniales le proporcionó tanto el
marco para la formulación de sus reivindicaciones políticas, como un cuadro claro de los
límites territoriales de las comunidades que pretendía reconstruir.”47

Para Rappaport, “las cadenas de transmisión de conocimiento histórico son importantes


sólo en tanto que ayudan a sus receptores a crear imágenes sobre el pasado dotadas de gran
fuerza, imágenes que hacen que la gente entre en acción.”48 Este proceso incluye una
revaloración de la tradición oral, confrontada con la historia escrita que ha sido identificada
entre los Nasa como una tecnología más del dominio colonial. Pero la memoria para los
Nasa también es un elemento útil para el reforzamiento del sentido de territorio, ellos “han
codificado su historia de lucha en la geografía sagrada, de manera que el pasado se
encuentra con el presente en el mismo terreno en el cual viven, trabajan y caminan.”49

En las sociedades contemporáneas de occidente, la acción de la lógica cultural del


postmodernismo se ejerce sobre la disolución de la historicidad del pasado y su reemplazo
por el simulacro y el pastiche.50 En los contextos postmodernos, caracterizados por una
creciente dictadura del mercado capitalista a todos los rincones del planeta, la

47
Rappaport, J. Op. Cit. :50
48
Ibídem:51
49
Ibídem: 9
50
Zambrano, M. y C. Gnecco. Introducción. El pasado como política de la historia En: Memorias
hegemónicas, memorias disidentes. El pasado como política de la historia. Cristobal Gnecco y Marta
Zambrano

114
informatización de la economía y su flexibilización mediante una reestructuración de la
división internacional del trabajo, se ha puesto un inusitado interés por el pasado como
política de la memoria. Pero esa manipulación de la memoria, ha sido tremendamente
selectiva y reductiva, dándole un tratamiento como despensa de imágenes discretas e
intercambiables, en cuanto mercancía, separada de, y expropiada a, sus productores,
apelando a la nostalgia y vaciándola de su contenido histórico.51

De esta manera, se propone como hipótesis la existencia de un movimiento centrífugo que


acentúa cada vez más las distancias interpretativas sobre las materialidades que algunas
comunidades locales consideran como parte integral de su memoria histórica –políticas de
la memoria- y el trabajo efectivo de los arqueólogos. Se podría plantear adicionalmente que
los arqueólogos y los historiadores también trabajan de memoria, pero bajo otras políticas.

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51
Ibídem: 14-15

115
MOSCOSO, O. et al. Programa de rescates y monitoreos arqueológicos de la línea a 500
kV Bolívar – El Copey – Ocaña – Primavera y obras asociadas, Medellín, Instituto de
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ZAMBRANO M. Y C. GNECCO, Introducción. El pasado como política de la historia. En:


Cristobal Gnecco y Marta Zambrano (Editores) Memorias hegemónicas, memorias
disidentes. El pasado como política de la historia, Bogotá, Instituto Colombiano de
Antropología e Historia – Universidad del Cauca, 2000

116
Forma de abordar la metodología
de estudio arqueológico EPM
Sexto seminario internacional de arqueología

Leonardo de Jesús Henao


Luis Fernando pineda Montoya

Empresas Públicas de Medellín desde la etapa inicial de los proyectos hidroeléctricos –fase
de prediseño- contrata a través del consultor la ejecución de las labores de reconocimiento
(diagnóstico arqueológico) y de prospección en la fase de diseño. Para esta última es
necesario solicitar la respectiva licencia arqueológica ante el ICANH, la cual es
personalizada y debe ser tramitada por el antropólogo o arqueólogo que realizará el estudio.
Con base en los resultados de la prospección se formula el plan de manejo arqueológico el
cual se somete a aprobación del ICANH como uno de los prerrequisito para poder iniciar
obras.

En la etapa de preconstrucción se solicita una nueva licencia arqueológica, mediante la cual


se realizan las labores de rescate arqueológico para los sitios seleccionados o recomendados
en la fase de prospección.

117
Posteriormente para la etapa de construcción del proyecto se solicita una nueva licencia
arqueológica, mediante la cual se realizan las labores de monitoreo arqueológico para los
sitios seleccionados o recomendados en la fase de prospección y para otros sitios de interés
que surjan durante los trabajos de excavación. Esta labor debe ser contratada con una
entidad especializada, en general se ha contratado con la Universidad de Antioquia y en el
caso del proyecto Ituango se realiza a través de la firma Integral S. A.; si es necesario, se
renueva la licencia hasta terminar toda la fase completa de monitoreo y rescate en los sitios
definidos para ello.

Durante estas labores se fomenta por parte de EPM una relación estrecha entre el equipo de
arqueología, el contratista constructor y la interventoría, con el fin de efectuar una labor de
apoyo y coordinada entre las 3 partes: el contratista facilita maquinaria para excavaciones
de monitoreo arqueológico en sitios de interés y el contratista y la Interventoría reportan
hallazgos de vestigios de interés cultural al equipo de arqueología, el cual realiza las
labores de rescate y libera áreas que ya han sido monitoreadas, para poder avanzar con la
ejecución de las obras.

Toda la información recolectada en las diferentes fases es reportada a EPM en informes


periódicos para revisión y ajustes. Al terminar la ejecución de los trabajos se elabora un
informe final con destino al ICANH que da cuenta de todos los hallazgos obtenidos, en el
que se hace la descripción de los sitios donde se realizaron las diferentes labores:
prospección, rescate y monitoreo; se presenta la interpretación de los análisis de laboratorio
y los resultados de los análisis especializados llevados a cabo como: dataciones,
clasificación de muestras, análisis de polen, fitolitos, almidones, identificación de
macrorrestos botánicos, físico químico de suelos y residuos químicos, y además, presenta
unas conclusiones y aportes al conocimiento arqueológico de las áreas estudiadas.

Es importante anotar además, que los estudios arqueológicos se realizan no solo en el área
de ejecución del proyecto, sino también a lo largo del trazado de las líneas de transmisión
que se requieren para conectar el proyecto con el sistema interconectado nacional y las
redes que se requieren para llevar energía al proyecto durante la etapa constructiva.

118
Difusión

La entidad encargada de los estudios arqueológicos, realiza presentaciones en las oficinas


de EPM y posteriormente se llevan también a los municipios del área de influencia del
proyecto y a las comunidades del área; igualmente, se hacen presentaciones al personal de
los contratistas constructores y de la Interventoría en las áreas donde se construyen las
obras.

Las muestras de interés arqueológico obtenidas en las diferentes fases se conservan en


museos, como es el caso del museo de la Universidad de Antioquia y cuando hay
municipios que soliciten que se les asignen muestras para custodia, conservación y
exposición, se les hace entrega de las mismas, previa evaluación de la existencia de
condiciones adecuadas para el efecto, como fue el caso del municipio de Amalfi en el
trabajo de arqueología para el proyecto Porce III. Aclarando que la tenencia o custodia de
las muestras está reglamentada por Ley, lo mismo que la preservación de las mismas.

A continuación se presenta un resumen de las actividades realizadas en los proyectos


hidroeléctricos adelantados por EPM desde el año 1990.

Proyecto Porce II – municipios de Amalfi, Yolombó y Gómez Plata.


Fase Duración Alcance Observaciones
arqueológica
Prospección y De 1991 a 1992 Estudio de toda el área de Primer proyecto de EPM al que se le realiza
estudio arqueológico. Hallazgo de
evaluación. influencia directa. cementerio antiguo en el sector Puente
Prospección y evaluación de Morros.
hallazgos en 228 sitios Estudio de petroglifos en la vereda El
Encanto, Amalfi.
identificados. Contrato con la Universidad de Antioquia.
Rescate en 25 De 1993 a 1995 Monitoreo, rescate y Contrato con la Universidad de Antioquia.
sitios excavación en 25 sitios
considerados de mayor
interés científico.

119
Análisis de De 1995 a 1998 Interpretación y clasificación Contrato con la Universidad de Antioquia.
materiales de muestras
obtenidos

Proyecto La Herradura y La Vuelta – municipios de Frontino, Abriaquí y Cañasgordas.


Fase Duración Alcance Observaciones
arqueológica
Prospección, 2002 a 2005 Estudio de toda el área de Minicentrales a filo de agua.
Contrato con la Universidad de Antioquia.
monitoreo y influencia directa.
rescate.

Proyecto Jepirachi – municipio de Uribia, Guajira.


Fase Duración Alcance Observaciones
arqueológica
Prospección, 2002 a 2004 Estudio de toda el área de Planta eólica.
Contrato con la Universidad de Antioquia.
rescate y influencia directa.
monitoreo.

Proyecto Porce III – municipios de Amalfi, Anorí, Guadalupe y Gómez Plata.


Fase arqueológica Duración Alcance Observaciones

Prospección, De 2004 a 2006 Prospección, rescate y monitoreo En las excavaciones de las vías, incluyendo
para la construcción de las obras de la vía La Manguita – Casa de máquinas,
monitoreo y depósitos de las vías, campamentos, línea de
infraestructura. Análisis
rescate. especializados de radiocarbono, energía a 44 kV y subestaciones para
construcción, y en las vías industriales.
fitolitos, polen y almidones. Contrato con la Universidad de Antioquia.
Divulgación de resultados.
Prospección, De 2004 a 2006 Prospección, rescate y monitoreo En zonas de depósito, canteras,
para la construcción de las obras campamentos, vías industriales
monitoreo y y en el área del embalse, líneas de
principales. Análisis
rescate. especializados. Divulgación de transmisión.
Además, en los lotes de reubicación.
resultados. Contrato con la Universidad de Antioquia.
Monitoreo De 2006 a 2007 Monitoreo arqueológico para la En los sitios para la reubicación de
arqueológico. construcción de las obras viviendas, y en zonas de depósito.
principales del Proyecto. Análisis Contrato con la Universidad de Antioquia.
especializados.

Proyecto Porce IV – municipios de Amalfi y Anorí.


Fase arqueológica Duración Alcance Observaciones
Prospección De 2007 a 2009 Diagnóstico y prospección. Realizada por Ingetec, empresa diseñadora.

Prospección, y rescate. De 2009 a 2011 Prospección y rescate para la No se terminó la fase de monitoreo, debido a
construcción de las obras de que el proyecto se encuentra suspendido
infraestructura. Análisis indefinidamente.
especializados. Divulgación de Contrato con la Universidad de Antioquia.
resultados.

120
Proyecto Ituango – municipios de Ituango, Toledo, Briceño, Valdivia, San Andrés de Cuerquia, Yarumal, Sabanalarga,
Peque, Liborina, Buriticá, Santa fe de Antioquia y Olaya.

Fase arqueológica Duración Alcance Observaciones


Prospección, rescate y 2009 a 2013 Estudio de toda el área de El proyecto se encuentra en construcción de
monitoreo. influencia directa. obras de infraestructura, aún faltan las obras
principales que también requieren
actividades de monitoreo y rescate.
En ejecución por Integral S. A. diseñador del
proyecto.

121
Diagrama de procesos de arqueología preventiva en los proyectos de EPM
(Según lineamientos del ICANH)

122
Gestión del Patrimonio Arqueológico en el Lote los
Guayabos, Barrio el Poblado, Medellín

Pablo Aristizábal Espinosa


Arqueólogo PhD. De la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París
Director del programa de arqueología preventiva - Puente calle 4 sur, Alcaldía de Medellín
Director del programa de arqueología preventiva – Universidad Eafit

Resumen

El predio denominado “Los Guayabos” es tal vez uno de los últimos conjuntos
arqueológicos que nos permite un acercamiento al estudio de las poblaciones
precolombinas asentadas en las laderas bajas y suela plana del suroriente del Valle de
Aburrá, ya que en el barrio El Poblado se han construido centenas de inmuebles en los
últimos 30 años. Sin embargo, hasta ahora no se han hecho estudios arqueológicos a
profundidad, ni tampoco se conoce que ninguna obra de ingeniería haya reportado sus
hallazgos o haya trabajado de la mano de arqueólogos. Todo el patrimonio ha sido
saqueado o destruido por las obras de infraestructura y ampliación urbana, salvo algunas
vasijas cerámicas procedentes de tumbas guaquedas de El Poblado que reposan en el
Museo de la Universidad de Antioquia (MUUA) y en colecciones privadas.

Por tanto, allí radica la importancia y pertinencia de dicha investigación llevada a cabo
durante los Programas de Arqueología Preventiva del Puente de la calle 4 Sur (Secretaría de
Obras Públicas de la Alcaldía de Medellín) y la Universidad EAFIT, mediante las cuales se
obtuvieron datos paleoecológicos y arqueológicos correspondientes a una secuencia de
ocupación continua del Valle de Aburrá, desde el período Temprano, Colonial y
Republicano.

Durante ambos Programas de Arqueología Preventiva realizados en el predio Los


Guayabos, desde el sector público y privado (Puente de la Calle 4 Sur y Universidad
EAFIT), se excavaron y rescataron diversos contextos arqueológicos en un conjunto
arqueológico multicomponente, donde se resalta la presencia de contextos funerarios del

123
período Temprano, estructuras superficiales en piedra, bancos de polen y horizontes de
suelos con materiales arqueológicos.

En esta ponencia presentaremos una síntesis de los resultados de dos años de investigación
continua en este predio ubicado en las vegas del río Medellín y nos centraremos en los
instrumentos y mecanismos que han sido empleados para su gestión desde las etapas de
diagnóstico, prospección, rescate, monitoreo, conservación y puesta en valor. Dicha
investigación puede considerarse como un modelo de Gestión del Patrimonio Arqueológico
en zonas urbanas y puede aportar a la construcción del pasado y a la creación de procesos
de identidad y sentido de pertenencia por parte de la ciudadanía.

124
Presentación del Trabajo de Arqueología desarrollado
desde la firma Integral S.A.
Silvia Helena Botero Arcila
Coordinadora del grupo de arqueología
Integral S.A
shbotero@integral.com.co

PRESENTACION GENERAL DEL GRUPO DE ARQUEOLOGIA DE INTEGRAL

El grupo de arqueología de la empresa Integral S.A lleva una historia de 12 años, con una
interrupción entre el año 2003 a 2004, su inicio se concreto después de una prospección
arqueológica realizada en el proyecto Vía Alterna Troncal de Occidente Chinchina- Santa
Rosa De Cabal. INVÍAS 1995 – 1997, donde se concretó realizar el programa de
arqueología en sus dos fases posteriores de rescate y monitoreo. Hoy en día (año 2012) está
compuesto por 13 profesionales en antropología egresados de la Universidad de Antioquia.

COORDINACIÓN: Silvia Botero y Diana Muñoz


Alejandro Ortiz
Sandra Noreña
Bresnhev Villada
Santiago Montoya
Marilyn Arcila
Gloria Álvarez
Marcela Macea
Cindy Osorio
Gabriel Hernández
Juan Esteban Henao
Cristina Cuello

En contexto laboral donde actúa el grupo de arqueología está asociado a los estudios que
realiza la Unidad Ambiental de esta empresa

125
TIERRA
COMPONENTE
AIRE
FISICO
AGUA

COMPONENTE FLORA
UNIDAD BIOTICO FAUNA
AMBIENTAL

DEMOGRAFICO
ESPACIAL
COMPONENTE ECONOMICO
SOCIAL POLITICO
ARQUEOLOGICO
ORGANIZACIONAL
CULTURAL

Durante los 12 años ha realizado estudios de reconocimiento arqueológico asociado a los


Estudios Ambientales de Alternativas DAA, prospecciones arqueológicas en los Estudios
de Impacto Ambiental EIA, y programas de Arqueología Preventiva que incluyen la
ejecución de prospección, rescate y monitoreo dentro de las diferentes etapas de los
proyecto, a continuación se prsenta algunos de estos trabajos y su año de ejecución.

Reconocimientos Arqueológicos

• Proyecto Hidroeléctrico Sónson I. EADE 1995

• Carboeléctrica de Antioquia. CARBOCOL 1996

• Variante del Porce Carretera Zaragoza - Caucasia. INVÍAS 1996

• Proyecto Hidroeléctrico La Vuelta. EADE 1996

• Proyecto Hidroeléctrico Montañitas GENERADORA UNIÓN 1996

• Proyecto Hidroeléctrico río Frío Integral S.A. EMPRESA ANTIOQUEÑA DE


ENERGÍA, 1996

• Proyecto Hidroeléctrico Nechí. Línea de transmisión. EPM 1998

• Proyecto Hidroeléctrico Pescadero – Ituango Sociedad promotora Ituango. 1998

126
• Minas de Cerrejón Central y Oreganal (Fase I) CARBONES DEL CERREJON.
1999

• Estudios de fase III construcción variante el Encano – Santiago. INVÍAS 2003.

• Contratos mineros El Descanso, Similoa y Rincon Hondo DRUMMOND LTDA.


2004

• Proyecto Hidroeléctrico La Cortada CEMENTOS NARE. 2003

• Conexión vial Aburrá - Oriente 2009

• Conexión vial Aburrá - Oriente 2009.

• Reconocimiento arqueológico para el proyecto Metro Cable. Línea J. 2007

• Reconocimiento arqueológico PCH Penderisco III. EMGEA 2011

• Reconocimiento Arqueológico Central Hidroeléctrica Samaná 2011

• Reconocimiento arqueológico PCH Briceño 2011

Prospecciones Arqueológicas

• Proyecto Hidroeléctrico Nechí. EPM 1996

• Líneas de Transmisión Proyecto Hidroeléctrico Porce II. EPM 1997

• Proyecto Hidroeléctrico Río Piedras. GENERAR S.A. 1997

• Vial Altamira – Florencia Caquetá. INVIAS 1999

• Proyecto Hidroeléctrico rio Aures. Hidroeléctrica del rio Aures S.A E. S. P. 1998

• Proyecto minero Cerrejón zona centro. Cerrejón. 2000

• Proyecto minero Cerrejón Sur 2007

• Asesoría en la prospección del Proyecto Hidroeléctrico BONYIC Panamá 2010

• Carboeléctrica La Loma EPM 2010

• Línea de Transmisión Proyecto Hidroeléctrico La Cortada – ISAGEN. Municipio de


Puerto Nare 2010 Mina Cañaverales MPX. 2010

• Central hidroeléctrica Porvenir I y II. Integral S.A. 2010-2011

127
• Plataformas de exploración minera Mina Cañaverales MPX Prospección Ituango
Vía Puerto Valdivia - Presa 2010

• Línea de transmisión El Tigre Zaragoza EPM 2010

• Línea de transmisión y vía sustitutiva Mina Canaverales MPX 2010

• Mina Papayal, La Guajira. MPX 2011

• Plataformas de exploración Guajira Sur MPX 2012

• Reconocimiento y prospección arqueológica en la Mina Gramalote. San Roque


2011-2012

• Pequeña Central Hidroeléctrica San Andrés. CELSIA 2012

Planes De Manejo Arqueológico (Prospección, Rescate Y Monitoreo)

• Vía Alterna Troncal De Occidente Chinchina- Santa Rosa De Cabal. INVÍAS 1995
- 1997

• Línea de Distribución del Gasoducto Urbano Valle de Aburrá. EPM 1996 – 1997

• Conexión vial entre los valles de Aburrá - Cauca. INVÍAS.

• Carretera Caucasia –Nechí. VALORIZACIÓN DEPARTAMENTAL 1999

• Hidroeléctrica Ituango EPM 2005 – 2011

• Proyecto Marítimo Puerto Nuevo. PRODECO 2009-2010

• Acueducto de Bucaramanga. Embalse sobre el rio Toná. 2010

Monitoreos

• Monitoreo Proyecto Cable Arvi

• Monitoreo y Rescate en la Mina Calenturitas. Becerril. Cesar. PRODECO 2010-


2012

• Monitoreo arqueológico Proyecto Hidroeléctrico Ituango. EPM. 2011-2012

128
1 METODOLOGIA EN LOS ESTUDIOS DE IMPACTO AMBIENTAL- EIA

Atendiendo los lineamientos del ICANH, en los estudios de Impacto Ambiental EIA, se
efectúa la prospección arqueológica, en Integral S.A adicionalmente a lo propuesto por esta
autoridad, esta es entendida como una herramienta clave en el proceso de investigación,
que en si misma se convierte en un conjunto de registros e interpretaciones de un complejo
documento de información que contiene los resultados de un prolongado proceso de
actividad arqueológica en un paisaje, hoy intensamente humanizado. Dentro de la estrategia
metodológica se definen tres aspectos fundamentales:

• qué busca y documenta quien prospecta, esto es, las preguntas de investigación y el
tipo de elementos conforman el registro arqueológico.

• dónde se prospecta, esto es, acercarse a la aproximación de la reconstrucción del


paisaje del pasado y responder a las condicionantes que impone el paisaje a la
conservación, distribución y visibilización de las evidencias.

• cómo se prospecta, esto es, la estrategia seguida por el investigador para localizar
(los yacimientos) y documentar el registro arqueológico como tal (las
interpretaciones).

La estrategia diseñada para desarrollar las prospecciones arqueológicas depende de las


características de los proyectos ya que se requiere en este estudio atender el área total
impactada por estos, definir el grado de afectación de los yacimientos arqueológicos que se
identifiquen y establecer las medidas preventivas para la preservación de los bienes
patrimoniales.

Para ello es necesario efectuar un diseño de muestreo específico y definir la intensidad de


las intervenciones arqueológicas, a grandes rasgos, el procedimiento de la prospección en
campo se orienta tanto a la localización y delimitación de las áreas con material
prehispánico superior a 10 elementos (Yacimientos arqueológicos) como de aquellas sin
evidencias o menores a 10 elementos (Hallazgos ocurrencia).

129
En consecuencia, la estrategia metodológica debe ser una vía de consecución de los
siguientes objetivos:

Determinar la extensión y tipo de yacimiento


Determinar la secuencia ocupacional y la existencia o no de variaciones temporales
en la localización de zonas de actividad.
Obtener datos sobre la estructura y función de los asentamientos humanos.
Valorar los factores que han afectado hasta el presente la conservación de los
yacimientos arqueológicos y cuantificar su incidencia a través del área estudiada.
Estimar la influencia de estos y otros factores en la visibilidad del material
arqueológico en el terreno. Ésta es una cuestión crucial para poder ponderar la
representatividad del registro de superficie.
Proporcionar información para la evaluación de riesgos potenciales de afección a
los yacimientos.
Definir un plan de manejo arqueológico

En las prospecciones arqueológicas se pueden establecer muestreos que logren extraer


información del paisaje antiguo (palinología, análisis de suelos, análisis de C14 asociados a
la estratigrafía), sin embargo, en muchas zonas de país las características del paisaje actual
se asemejan, guardando ciertas proporciones, a las actuales por lo que en estos estudios se
levanta en detalle las características del paisaje actual y con ello se coteja la información
de tipo arqueológico que se recupera buscando elaborar un conocimiento sobre la
utilización del medio por parte de las sociedades del pasado.

Con esto establecemos que las metodologías se basan principalmente en los enfoques
ecológico-cultural e histórico – cultural, donde la prospección arqueológica es considerada
un eje fundamental de la investigación y la gestión arqueológica.

En este sentido, cualquier planteamiento teórico precisa de aplicaciones prácticas que


comprometan las mejores soluciones posibles en términos de calidad y economía de tiempo
y recursos, por lo tanto se considera que:

130
• Un método de prospección se manifestará en aplicaciones específicas dependiendo
de las características específicas del paisaje, de las preguntas concretas de la
investigación y de los recursos disponibles para realizarlo.
• El paisaje se considera en su totalidad como objeto de la práctica arqueológica, en
cuanto que es resultado de la acción humana sobre el medio natural contiene
información sobre aspectos cruciales de las sociedades que lo han construido.
• La idea de una "construcción social “propone al paisaje como unidad de
comprensión tanto de los datos procedentes del registro arqueológico como del
registro geográfico, considerados en una relación mutua.

Para finalizar, se presentan algunas de las aplicaciones específicas de la estrategia


metodológica que se desarrola en Integral S.A:

• Se parte del supuesto de que la información que se recolecte podría ser, en un


futuro, toda la información existente sobre el sitio, en el caso hipotético de
intervención súbita o destrucción parcial o total
• Se identifica, en lo posible, todos los yacimientos y sitios presentes en el área de
estudio; cualquiera sea su tamaño y característica.
• Se indican las posibles amenazas futuras para el sitio, o inminencia de destrucción,
alteración o intervención por terceros.
• Se presenta toda la información posible acerca del sitio. “Ficha de sitio” y se
efectúan los registros fotográficos respectivos.
• Mediante la utilización de SIG, se construye la cartografía de la zona prospectada,
indicando la ubicación de los sitios, según alguna tipología.
• Se analizan las evidencias recuperadas.
• Se efectúan los análisis especializados.
• Se postulan hipótesis
• Se elabora el informe final.
• Se diseña un Plan de Manejo Arqueológico.
• Se envía al ICANH para su aprobación.

Se quiere dejar constancia de que en la prospección arqueológica persiste el problema de


encontrar un equilibrio entre esfuerzo y rendimiento sin renunciar a una información de la
máxima calidad posible, para lo cual existe una gran diversidad de soluciones
metodológicas en función de los problemas de investigación, el grado de conservación de

131
los yacimientos encontrados y la logística de campo. Para ello se requiere de una
planeación del trabajo de campo y del trabajo de oficina, teniendo en cuenta que se
desarrolla siguiendo una secuencia lógica de actividades en las que los datos recuperados
en una actividad, resultan indispensables en la toma de decisiones de la siguiente.

2. ESTRATEGIA DE DIVULGACIÓN DE LOS RESULTADOS

En integral S.A el grupo de arqueología ha considerado como estrategias estrategias de


divulgación las publicaciones impresas y los medios audiovisuales y de comunicaciones.
Las publicaciones impresas tienen por objeto presentar los resultados y avances de las
distintas actividades de una investigación, entre ellos se encuentran libros, artículos en
revistas, plegables, cartillas.

Los medios audiovisuales y de comunicaciones constituyen herramientas de base


tecnológica y comunicativa; a la vez definen oportunidades de acceso a la divulgación por
medios visuales, virtuales y digitales, entre ellos se tienen presentaciones en Power Point,
exposiciones visuales, conferencias, videos, seminarios y congresos.

A continuación se presenta algunos ejemplos de la estrategia divulgativa que se ha


realizado en Integral.

PUBLICACIONES

• Botero Arcila, Silvia Helena. LOS RESTOS QUE SI IMPORTAN. Revista


Notivias. INVIAS. Bogotá 1998.

• Luis Carlos Múnera. Oscar Monsalve S. Botero Arcila, Silvia H, NUEVE MIL
AÑOS DE HISTORIA EN EL VIEJO CALDAS. Vías y Desarrollo Social.
Impactos Socio ambientales. Instituto Nacional de Vías. 1998. Bogotá.

• Silvia Botero, Oscar Monsalve y Luis Carlos C. Múnera. NUEVOS CONTEXTOS


ARQUEOLÓGICOS FECHADOS, EN EL MACIZO CENTRAL ANTIOQUEÑO.
Boletín de Antropología No. 29 Vol. 12. 1998 Departamento de Antropología.
Universidad de Antioquia. Medellín.

132
• Botero Arcila, Silvia Helena, Muñoz, Diana Patricia, Ortiz Cano, Alejandro
NUEVOS DATOS SOBRE PATRONES FUNERARIOS EN EL CAÑÓN DEL
RÍO CAUCA AL NOROCCIDENTE DE COLOMBIA. Boletín de Antropología,
Departamento de Antropología. Universidad de Antioquia. Medellín. Vol 25, No.
42 (2011)

PARTICIPACION EN CONGRESOS Y SEMiNARIOS

• Botero Arcila, Silvia Helena y Gómez Charry, Roberto León. ARQUEOLOGÍA


SOCIEDAD Y MEDIO AMBIENTE. Ponencia presentada al primer Congreso de
Arqueología Social. Sede Iberoamericana Santa María de la Rábida. España 1996.

• Luis Carlos Múnera, Oscar Monsalve S. LA ARQUEOLOGÍA PREVENTIVA EN


LOS ESTUDIOS DE IMPACTO AMBIENTAL: DIEZ MIL AÑOS DE HISTORIA
RECUPERADOS EN LA CONSTRUCCIÓN DE UNA VÍA EN LA
CORDILLERA CENTRAL DE COLOMBIA. Contribución a la educación y la
protección ambiental. Volumen 0, V Taller. Ministerio de Ciencia, Tecnología y
Medio Ambiente. 1999 La Habana, Cuba.

ELABORACIÓN DE PLEGABLES

• Luis Carlos Múnera. Oscar Monsalve S. ARQUEOLOGÍA DE RESCATE, Vía


Alterna de la Troncal de Occidente, Variante Chinchiná. Folleto publicado
(INTEGRAL S.A 1995). Medellín.

• Botero Arcila, Silvia Helena y Oscar Dario Monsalve. HISTORIA


PREHISPANICA DE CAUCASIA. Plegable, 1999.

En la actualidad estamos desarrollando una estrategia de divulgación para el proyecto


Hidroeléctrica Ituango.

Muchas Gracias

133
Estudios Arqueológicos en Algunos Proyectos de Impacto
Ambiental
Helda Otero de Santos
Investigadora Independiente

INTRODUCCIÓN

Los estudios arqueológicos realizados en el proyecto Porce III – Obras de infraestructura, y


en la construcción y adecuación de los núcleos El Tambo, Mazo y La Laguna de Guarne en
el Parque Arví, se inscriben en el marco de la arqueología de rescate, los cuales surgieron
ante la necesidad de cumplir con la Legislación Colombiana vigente sobre patrimonio
Arqueológico, por parte de empresas de economías mixtas (EEPPM y CPREA), o de
entidades del estado (Gobernación de Antioquia). Como lo contempla la legislación (Ley
397 de 1997, Decreto 833 de 2002, y Ley 1187 de 2008, entre otros), con anterioridad a la
construcción de los proyectos mencionados, se elaboraron los respectivos programas de
arqueología preventiva o planes de manejo arqueológico (PMA), los cuales fueron
aprobados por el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH), delegado por
el estado para la protección y conservación del patrimonio arqueológico.

El PMA, consistió en una serie de medidas de carácter técnico, científico y jurídico, como
mecanismos de mitigación y compensación del impacto por las obras civiles sobre el
patrimonio arqueológico. En este sentido, el PMA se orientó a la búsqueda de información
que aportará a las problemáticas arqueológicas locales y regionales, y para esto, se hicieron
prospecciones arqueológicas en predios definidos por las empresas para la identificación y
evaluación del patrimonio arqueológico. Complementariamente, se identificó y evaluó el
impacto potencial que podría generar la construcción de las obras. Las medidas de manejo
consistieron en rescate o excavaciones en área, y en monitoreo o seguimiento a las obras
civiles. Así mismo, se definieron los planes de divulgación, y, en el caso del Parque Arví,
se hicieron propuestas para la puesta en valor y la socialización de bienes patrimoniales
arqueológicos.

134
LA PROSPECCIÓN ARQUEOLÓGICA Y METODOLOGÍA

En la prospección arqueológica en el proyecto Porce III, se implementó la metodología del


“muestreo regional sistemático” desarrollada por Drennan (2000) y Langebaeck el al.
(2002) para el estudio de la organización social, en las regiones del Alto Magdalena y el
Valle de Aburrá, respectivamente. Sin embargo, teniendo en cuenta que el área del proyecto
se localiza en la cuenca baja del río que se caracteriza por ser un cañón en “V”, el muestreo
fue dirigido hacia las áreas susceptibles para los asentamientos humanos, es decir, hacia
aquellas áreas relativamente planas que contrastaban con las laderas abruptas del cañón.
Algunas áreas relativamente grandes propicias para asentamientos, formadas por depósitos
coluviales que han suavizado la pendiente, y por valles estrechos, fueron precisamente
escogidas por los ingenieros para algunas obras del proyecto. Las áreas planas pequeñas
son dispersas sobre cimas de colinas, lomos de cuchillas y descansos de laderas escarpadas.
En todas estas áreas, el muestreo fue sistemático y con diferentes grados de intensidad que
dependió del tamaño y del estado de conservación de los terrenos.

En el Parque Arví, la prospección se orientó a la identificación y valoración del paisaje


arqueológico y paisajístico, y a la diagnosis y evaluación del impacto, teniendo en cuenta la
metodología desarrollada por Barreiro (2000) en estudios de impacto ambiental. Las áreas
de los proyectos El Tambo, Mazo y Laguna de Guarne, se localizan en el Altiplano de
Santa Elena-Piedras Blancas, que se caracteriza por colinas erosionales con laderas de
variada pendiente, y que por su geomorfología son potencialmente aptas para los
asentamientos humanos. Aunque, en La Laguna de Guarne, las colinas están cerca al borde
del escarpe que separa el Altiplano del Valle de Aburrá, el cual, se caracteriza por laderas
de pendientes fuertes con grandes limitaciones para los asentamientos. Con base en la
diferenciación de paisajes, la prospección se orientó hacia las colinas, debido a una mayor
posibilidad de encontrar vestigios de ocupaciones humanas de sociedades extintas. Los
muestreos fueron dirigidos (tratando de abarcar centros y bordes de terrazas), y con
intensidades variables. También, se evaluaron las patologías que presentaba el camino
prehispánico conocido Camino de La Cuesta, con la participación de un especialista
(arquitecto); y se identificaron y registraron otras modificaciones antrópicas del paisaje,

135
consideradas productos conscientes o inconscientes, o como efectos de las prácticas
sociales generadas en la interacción entre los grupos humanos y los ecosistemas (Criado
1993).

EJECUCIÓN DEL PLAN DE MANEJO ARQUEOLÓGICO. METODOLOGÍA.

Solamente en el proyecto Porce III, hubo continuidad en el proceso de investigación hasta


la ejecución del PMA, y se contó con la participación de otros especialistas en edafología,
geología, palinología, macrorestos vegetales, y radiocarbono. En las excavaciones en área
se realizaron cortes estratigráficos para recuperar información significativa de los contextos
arqueológicos, es decir, que aportara al conocimiento de las formas de vida de los grupos
tempranos, cazadores-recolectores y hortícolas, relacionados con el surgimiento de
prácticas agrícolas, y a obtener información sobre contextos aldeanos de grupos agrícolas
que contribuyera al conocimiento de los patrones de asentamiento que podrían relacionarse
con formas complejas de organización social, económica y política, y con formas de
interacción social. Los cortes se hicieron con base en las características de los depósitos
arqueológicos como la estratigrafía, y la calidad, cantidad y distribución del registro del
registro arqueológico. También, se excavaron rasgos detectados como estructuras
independientes (interrupciones en la estratigrafía) siguiendo la forma de los mismos como
huellas de poste, fogones, áreas de almacenamiento y entierros humanos entre otros.

El monitoreo arqueológico consistió en un acompañamiento a los movimientos de tierras


para darle un tratamiento adecuado a los vestigios que resultaran durante las remociones de
suelos. El seguimiento se efectuó en los yacimientos arqueológicos, y como medida
preventiva en terrazas que presentaban modificaciones antrópicas pero que en la
prospección no arrojaron vestigios. El descapote con maquinaria se realizó por capas
delgadas y por sectores, para la revisión de las superficies raspadas y la recuperación de los
materiales. También se revisaron las acumulaciones de suelos removidos.

El análisis de los vestigios recuperados en el PMA, permitió identificar una secuencia de


ocupaciones de grupos humanos que poblaron la región desde finales del Pleistoceno

136
(10.260 años AP), hasta la época de la Conquista (Siglo XVI), aunque no se hallaron
vestigios de contacto hispano. Estas ocupaciones están asociadas a grupos de cazadores-
recolectores del Pleistoceno Final, a horticultores del Holoceno Temprano (8.000-6.850 año
AP), a horticultores y alfareros tempranos del Holoceno Medio (4.250-3.250 años AP), y a
sociedades agrícolas del Holoceno Tardío (2.080-370 años AP), estás últimas representadas
por los estilos Ferrería, Marrón Inciso y Picardía (Otero y Santos 2006). Los análisis se
basaron en la organización tecnológica y en la experimentación lítica, y en análisis de
densidades y distribución de materiales líticos y cerámicos, junto con los análisis de
jerarquías de asentamientos a lo largo de la secuencia de ocupaciones. Igualmente, los
análisis paleobotánicos (polen, fitolitos y almidones), mineralógicos, y de radiocarbono,
aportaron información para la reconstrucción de las condiciones paleoambientales y el
aprovechamiento y manejo de los recursos durante las ocupaciones, y dataciones absolutas.

DIVULGACIÓN DEL PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO

La divulgación consistió en la socialización del patrimonio arqueológico en las


comunidades del área de influencia de los proyectos, y en el público en general. En el
proyecto Porce III, se implementaron las siguientes estrategias para la divulgación:

- Charlas informativas sobre la legislación vigente en Colombia de patrimonio


arqueológico, y de los avances y resultados del estudio arqueológico, en los Municipios de
Amalfi, Anorí, y Guadalupe. Se emplearon medios audiovisuales y se presentaron muestras
arqueológicas.

- Visitas guiadas a las excavaciones de estudiantes de los municipios del área de influencia.

- Exposiciones itinerantes de materiales arqueológicos en los municipios del área de


influencia.

- Elaboración semestral de textos con avances del estudio arqueológico para el Banco
Interamericano de Desarrollo (BID).

137
- Elaboración de un texto para la publicación científica, el cual está a la espera de su
lanzamiento.

En los proyectos del Parque Arví, las charlas se efectuaron en las veredas Piedras Blancas,
Mazo y La Laguna. También se hicieron propuestas para la puesta en valor y socialización
del paisaje cultural, donde se resaltaran bienes patrimoniales arqueológicos como las
fuentes salinas, restos de basureros asociados a su explotación, y contextos domésticos.
Entre otros bienes se encuentran el Camino de La Cuesta, el Camino El Sango, y otras
estructuras en tierra y/o en piedra. Las propuestas fueron:

- Crear un “sendero de la sal”, el cual, implicaría un recorrido por los hitos arqueológicos
asociados a esta problemática y que darían significado al sendero, implementación de
textos que ilustren la historia de explotación de fuentes salinas, y de otros signos y
símbolos para la identificación del sendero, junto con la formación de guías.

- Crear una “ruta minera” con la adecuación del camino El Sango como ruta cultural y la
reconstrucción del Hotel La Cabuya, el cual, constituye un hito en la historia del camino y
complementaria el significado del mismo. Este camino fue una ruta minera que comunicaba
la vereda Piedras Blancas con la quebrada La Mosca donde había explotaciones mineras. El
hotel, era posada obligatoria de los arrieros procedentes del oriente en su viaje al Valle de
Aburrá.

- Aplicar primeros auxilios en los tramos que se conservan del “Camino de La Cuesta” para
detener los procesos que generan las patologías del mismo (desprendimiento de la calzada).
El camino hacia parte de una extensa red vial que debió permitir la interacción intra e
interregional, y fue construido por los grupos prehispánicos posiblemente como soporte
para un sistema de comercio. Las estrategias para la conservación son: corregir la causa de
la patología (tránsito vehicular), con la implementación de una vía alterna; recuperar los
niveles de la rasante de la carpeta de rodamiento perdida por lavado y erosión en los tramos
empedrados; reintegro del material pétreo a la calzada donde se presenta la patología, con

138
adecuación de sistemas de drenaje; y asegurar la carpeta de rodamiento con llaves de
confinamiento.

- Descombramiento en algunas estructuras en tierra y/o en piedra para evitar su deterioro,


como: el muro acompañante del Camino de La Cuesta, aljibes al lado del camino, y restos
de estructuras en tapia como la escuela Sabanas y la fonda La Cartufa, entre otros bienes.

BIBLIOGRAFÌA

Barreiro, David. Evaluación de Impacto Arqueológico, Criterios e Convencións en


Arqueoloxía da Paisaxe. Universidade de Santiago de Compostela: Laboratorio de
Arqueoloxía e Formas Culturais, IIT, Primera Edición, 2000.

Criado, Felipe. Visibilidad e interpretación del registro arqueológico. Trabajos de


Prehistoria. No. 50. Madrid. 1993. P.p. 39-56.

Drennan, Robert D. Las sociedades Prehispánicas del Alto Magdalena. Instituto


Colombiano de Antropología e Historia (ICANH), Bogotá, Colombia, 2000

Langebaeck, Carl H., Piazzini Emilio, Dever Alejandro y Espinosa Iván. Arqueología y
guerra en el Valle de Aburrá. Ediciones Uniandes, Vol. 154. Bogotá, Colombia, 2002

Otero, de Santos Helda y Santos Gustavo. Las ocupaciones prehispánicas del cañón del río
Porce. Prospección rescate y monitoreo arqueológico. Proyecto hidroeléctrico Porce III–
Obras de Infraestructura. Medellín: Universidad de Antioquia, Empresas Públicas de
Medellín, 2006 (S.p.).

139
Arqueología Aplicada en Antioquia
Dionalver Tabares Sanmartín
Grupo de Investigación en Arqueología de Colombia
Arqueolombia@gmail.com
www.arqueolombia.com

Planteamiento

Comprender qué es la arqueología en la actualidad y cómo se configura.

Entender la arqueología como una práctica socialmente constituida (no sólo


académicamente constituida).

Abordar algunos retos y desafíos que el presente y el futuro deparan a la disciplina.

Ayudar a evitar las dicotomías existentes entre una arqueología entendida como producción
de conocimientos, y una arqueología concebida como prestación de servicios.

Hacer frente al conflicto que genera el Patrimonio Arqueológico con las demandas
legítimas de las sociedades actuales: obras públicas, construcción de infraestructuras,
crecimiento urbano, desarrollo económico e industrial, cambio de usos tradicionales del
suelo, intereses de particulares, turismo… etc.

Aprovechar el auge de la preocupación política por la gestión del Patrimonio Arqueológico.

Diagnóstico

La dicotomía entre investigación y gestión (regulación y ejecución) es producto de otras


dicotomías, heredadas de la Modernidad.

Las Humanidades se han mantenido, supuestamente, al margen de la Racionalidad


Técnica. Ahora, mantenerse al margen del proceso de tecnificación no sólo es

140
contraproducente (no ha habido límites internos a su expansividad, sino imposible, por las
características que presenta la razón tecnológica.

Superar el prejuicio que postula el saber y la técnica como dos ámbitos humanos
dicotómicos.

Superar la dicotomía que se estableció entre teoría y práctica, basada en los prejuicios
intelectualista y pragmatista.

La propuesta Contribuir a la reintegración de la disciplina

La (gran) solución práctica: articular la investigación en forma de Research Programmes

Combinando:

- Crítica de la Cultura
- Definición epistemológico-teórica: interpretación
- Finalidad: descubrimiento de nuestra Racionalidad, y de la racionalidad de los otros
en la Historia.
- Apuesta por el método: objetividad, rigor, interdisciplinariedad, multiplicidad de
técnicas, desarrollo metodológico, estandarización de procedimientos, consenso
práctico, innovación.
- Combinar práctica científica y necesidad: IB comprometida, satisfacción de
demandas.
- Generación de recursos: desarrollo económico.
- Compromiso social y comunitario: producción de valor.

Ámbitos de la investigación y la gestión del Patrimonio Cultural

Arqueología del Paisaje y Paisajes Culturales.

Cultura Material y Procesos de Formalización del Patrimonio.

Cultural Arqueología y Sociedad: Patrimonio Arqueológico y Desarrollo Comunitario.

141
Arqueología Aplicada: investigación, gestión y socialización del Patrimonio Arqueológico.

Campos de Acción: Arte Rupestre, Arqueología Funeraria, Mundo Arcaico, Etnohistoria,


Arqueobotánica, Etnoarqueología, Arqueotectura, Arqueología Audiovisual,
Arqueometalurgia, Arqueología Urbana, Arqueología Industrial, Arqueología Histórica,
Arqueometría, Arqueozoología, Arqueología de Género, Arqueología Subacuática,
Arqueoastronomía, Gestión del Patrimonio Etnográfico, etc.

Arqueología Aplicada

Es una arqueología orientada a la investigación, la gestión y la socialización del Patrimonio


Arqueológico.

La Arqueología Aplicada es el lugar de la reintegración de las dos dimensiones de la


disciplina la “gestión” y la investigación”.

La Arqueología Aplicada postula que se reintegre la dimensión científica y la comercial.

La Inv. Aplicada es el sistema para incorporar el Patrimonio y las HH a la economía del


conocimiento... para producir valor a partir del Patrimonio.

La Arqueología Aplicada intenta superar dicotomías que paralizan tanto el conocimiento


como la acción y permite una gestión del patrimonio arqueológico integrada en la práctica
discursiva del sistema pero que apunta más allá de sus condicionantes inmediatos.

La arqueología aplicada es un saber hacer que implica y produce distintos tipos de


conocimiento (operacional, representacional, relacional) y que implica distintas acciones
(cognitivo-instrumentales, práctico-morales, expresivo-estéticas) orientadas según la
disposición y necesidad social de conocimiento, que a su vez es generado por dichas
acciones, en el marco de una práctica discursiva en la que conocimiento y acción se

142
integran. La definición de un marco teórico-crítico para la arqueología aplicada supone
aceptar que toda actividad racional, del tipo que sea, implica conocimiento y acción.

La Inv. Aplicada necesita un nuevo esquema teórico que toma la forma de un Programa de
Investigación en Patrimonio y Sociedad.

La Inv. en Patrimonio necesita un nuevo paradigma: una teoría para la gestión del
Patrimonio.

Esta teoría debe permitir construir un conocimiento interactivo con los procesos sociales.

La investigación no es sólo académica. En contra del axioma “la arqueología es


investigación o no es nada”.

En Patrimonio, la Investigación Básica es compatible con la Investigación Aplicada.

En tanto práctica social, la arqueología aplicada tiene acceso a la producción de una


determinada verdad dentro de la práctica discursiva del sistema y de la racionalidad técnica,
y se articula en torno de un concreto modo de integración social.

La aplicación de metodologías innovadoras permite proteger, conservar y documentar el


Patrimonio.

La intervención permite producir nuevos valores patrimoniales y recursos culturales.

La experiencia se transforma en docencia y formación especializada

El conocimiento se transforma en nuevas formas de acceso al Pasado y el Patrimonio a


través de actividades innovadoras de divulgación.

143
La intersubjetividad es la única salida para evitar una fragmentación del conocimiento
experto que sólo beneficia a intereses económicos inmediatos. Conviene evitar que el
objetivo cognoscitivo se subordine a intereses económicos ajenos.

Líneas de acción en Arqueología Aplicada


1. Reconocimiento y Diagnóstico del Potencial Arqueológico a nivel local y regional:
planes de ordenación del territorio, análisis de restricciones y susceptibilidades
ambientales en el prediseño de obras de infraestructura públicas y privadas-DAA.

2. Prospección y Evaluación de Impacto Arqueológico -EIA: inventario, catalogación


y valoración del Patrimonio Arqueológico, Formulación de cautelas Preventivas...

3. Planes de Manejo Arqueológico -PMA: diseño, formulación y aplicación de


medidas correctoras.

4. Intervenciones Arqueológicas: Excavaciones, Sondeos, Estratigrafía, Salvamentos,


Reconstrucciones, Compensación de impactos efectivos, Monitoreo: seguimiento y
control Arqueológico.

5. Gestión y Tratamiento de la Cultura Material mueble: estudios de evaluación,


diagnóstico, clasificación, análisis, restauración y conservación.

6. Gestión de Proyectos de Acuerdo municipales para la adopción de Planes


Especiales de Protección y Manejo del Patrimonio Arqueológico, y para la
Declaratoria de Bienes de Interés Cultural de carácter Nacional -BIC.

7. Asesoría en diseño y elaboración de Planes de Desarrollo Social y Planes de


Ordenamiento Territorial, Gestión de Proyectos Culturales.

144
8. Asesoría en diseño y elaboración de Planes de Proyección de Parques
Arqueológicos, Rutas Culturales…

9. Elaboración de mapas de potencialidad de recursos culturales. Toma y Procesado de


Datos de GPS y análisis territorial, MDT...

10. Revalorización del Patrimonio Arqueológico como recurso cultural: Programas de


rentabilización de Bienes Culturales como recursos turísticos; diseño de rutas e
itinerarios y parques histórico-arqueológicos urbanos y rurales.

11. Diseño de Museos y Exposiciones Arqueológicas: Guion Museológico y


Museográfico.

12. Ejecución de programas de Educación Pública y Sensibilización en temas de


Patrimonio Cultural y Ambiental: a partir de estrategias divulgativas cómo la
museografía, antropología visual, edición didáctica, seminarios, talleres, foros,
eventos académicos, etc.

13. Formación Especializada en Arqueología y Gestión del Patrimonio Cultural.

14. Interventoría de proyectos arqueológicos en estudios de impacto ambiental para


obras de infraestructura.

15. Dibujo Arqueológico: sistemas de proyección y orientación, y restitución en 3D.


Render...

145
Régimen Jurídico del PA

En principio, se debería intentar dar respuesta acertada a las diversas recomendaciones que
se formulan en la Carta Internacional para la Gestión del Patrimonio Arqueológico,
adoptada por el ICOMOS (1990), y en el Régimen Jurídico del Patrimonio Arqueológico
en Colombia (Constitución Política de Colombia 1991 y Ley General de Cultura 397 de
1997 y 1185 de 2008).

- UNESCO
- ICOMOS (Consejo Internacional de Monumentos y Sitios) 1965.
Comité de Patrimonio Mundial
Lista de Patrimonio Mundial.
- ICOM (Consejo Internacional de Museos)
- ICCROM (Centro Internacional para la Conservación y Restauración de Objetos de
Museos)
- OCPM (Organización de las Ciudades del Patrimonio Mundial)

146
147
Normas y reglas que rigen la arqueología aplicada

La Carta Internacional para la Gestión del Patrimonio Arqueológico (ICOMOS 1990) y la


legislación colombiana vigente en materia ambiental, patrimonial y de participación
comunitaria. En el contexto nacional, el patrimonio cultural y arqueológico se rige con
exclusividad por lo previsto en los artículos 7º, 8º, 63º, 70º, 71º y 72º de la Constitución
Política de 1991, al tenor de los artículos 12º y 14º de la ley 163 de 1959, reglamentada
por el decreto 264 de 1963, por el artículo 6º de la ley 397 de 1997, modificado por el
artículo 3º de la ley 1185 de 2008 y demás normas pertinentes, el artículo 1º del decreto
1397 de 1989, así como por lo establecido en el decreto 833 del 26 de abril de 2002 y las
disposiciones de Título IV del decreto 763 del 10 de marzo de 2009. También se ajusta a
los artículos 50º y 51º capítulo IX del Código Nacional de Policía decreto 522 de 1971:
“De las contravenciones especiales que afectan el patrimonio”; a los Artículos 21° y 24°,
numeral 9, del Decreto 2820 del 05 de agosto de 2010 “Por el cual se reglamenta el Título
VIII de la Ley 99 de 1993 sobre licencias ambientales”; y a lo preceptuado en los
numerales 2 del artículo 10º y el 4 del artículo 28º de la Ley 388 de 1997 o Ley Orgánica
de Ordenamiento Territorial -LOOT, sobre la prevalencia de estas normas como de
superior jerarquía porque tratan de la conservación, preservación y uso de las áreas e
inmuebles considerados Patrimonio Cultural de la Nación. De igual forma, se atiende a los
lineamientos científicos y técnicos establecidos por el Ministerio de Cultura a través del
Instituto Colombiano de Antropología e Historia -ICANH, a los acuerdos, convenios y
legislación internacional que hacen referencia a la defensa y conservación del Patrimonio
Arqueológico (Sociedad de Naciones, UNESCO, ICOMOS, ICOM, ICCROM y la OCPM);
al artículo único de la Ley 36 de 1936 "Por la cual se aprueba el Pacto Roerich para la
protección de las Instituciones Artísticas y Científicas y Monumentos Históricos"; y por la
Ley 14 de 1936 "Por la cual se autoriza al Poder Ejecutivo a adherir al Tratado sobre la
protección de muebles de valor histórico". Por último, desde el punto de vista de la
participación de las comunidades, se atienden algunas disposiciones de orden
constitucional y legal, como el artículo 79 de la Constitución Nacional donde se establece
que todas las personas tienen derecho a gozar de un ambiente sano y que la ley

148
garantizará la participación de las comunidades en todas las decisiones que puedan
afectarlas.

Gestión Integral del Patrimonio Arqueológico

Inventario, Registro y Catalogación Patrimonial


Artículo 9°, numerales 1 y 2, de la Ley 1185 de 2008 que modifica el artículo 14 de la Ley
397 de 1997.
- Diagnóstico y Valoración del Potencial Arqueológico
- Prospección y Evaluación del Impacto Arqueológico

Declaratoria de BIC -Bienes de Interés Cultural de carácter Municipal y Nacional

Artículo 5 de la Ley 1185 de 2008.


- Proyecto de Acuerdo ante Concejos…
- Trámite Administrativo

PEMP -Plan Especial de Manejo Patrimonial

Artículo 11, numeral 2, de la Ley 397 de 1997, complementada por el artículo 7 de la Ley
1185 de 2008.
- Plan de Arqueología Preventiva
- Intervenciones Arqueológicas
- Excavaciones Arqueológicas
- Salvamentos Arqueológicos

Arqueología Pública y Divulgación

- Museo Arqueológico
- Plan de Proyección de Parques – Reservas Arqueológicas
- Plan de Proyección de Rutas Culturales
- Vigías del PA

Tipos principales de proyectos de obra

- Ordenación del territorio y planeamiento urbanístico


- Conducciones lineales (Gasoductos, Oleoductos, Redes Eléctricas...)
- Infraestructuras de transporte (Autovías, Carreteras, Líneas de ferrocarril...)
- Proyectos en área (Minas, Embalses, Proyectos Hidroeléctricos, Parques Eólicos,
Repoblaciones, Concentración...)

149
- Sería necesario o conveniente particularizar la especificación adaptándose a la
casuística concreta de tipos distintivos de proyecto de obra.
- Sería pertinente elaborar modelos distintos de la misma especificación

Esquema periódico o estructural del campo de la teoría arqueológica

TEORÍA ARQUEOLOGÍA ARQUEOLOGÍA ARQUEOLOGÍA ARQUEOLOGÍA


ARQUEOLÓGICA TRADICIONAL PROCESUAL POSPROCESUAL PÚBLICA
METÁFORA ARQUEOLOGÍA DE ARQUEOLOGÍA DE ARQUEOLOGÍA DEL ARQUEOLOGÍA DE
LA FORMA LA FUNCIÓN SENTIDO LA GESTIÓN

MODELO DE Ha del Arte y Antropología Social Antropología Cultural Gestión de Recursos


Anticuarios
REFERENCIA
ONTOLOGÍA Objetos - Formas Registro Arqueológico Cultura Material Parq. (Reg.Arq). Pat.
Cul.

EPISTEMOLOGIA Positivismo pre-teórico Neo - Positivismo Neo- Racionalismo Realismo


Post-Positivismo Con. Comunicat.

TEORIA SOCIAL Evolucionismo Neo-evolucionismo. Teoría crítica Hermenéutica avanzada


Difusionismo Mat. Cultural, T de Teoría estructural de construcción
Historicismo cultural Sistemas
TEORÍA Antropología Histórico- Ant. Funcionalista Ant. Culturalista Antropologías Retóricas.
Cultural Ant. Sistemática Ant. Estructural Antropologías
ANTROPOLÓGICA Ant. Ecológica AntS. posmodernaS interpretativas
MODELO Empirismo Preteórico Objetivismo Fenomenología Cadena Valorativa
Pragmatismo
TEORÍCO-
METODOLOGICO
MÉTODO Descripción Hipotético-Deductivo Hermenéutica Validación social de la
Tradicional acción, las practicas y el
conocimiento
METODOLOGIA Tipología Ciencia Semiótica Investigación aplicada
Metodología Ciencias aux. e Interdis. Teoría Social- Marxismo en arq. Ej: Evaluación de
DE ANÁLISIS Arqueológica impacto arq.
METODOLOGÍA Excavación Excavación en Área Etno-Arqueología. Ej: Excavación por
estratigráfica Arqueología histórica unidades estratigráficas
DE CAMPO (Wheeler) (método Harris)
OBJETIVO Tiempo y Cronología Proceso social Interpretación del pasado Revalorizar el parq como
(Historia)- 1 Re-escritura del presente recurso administrar
(localizar-proteger-
valorar – revalorizar) El
parq
CRÍTICA Construcción de la Apogeo de la Crisis del orden Burgués Neo – liberalismo.
Mod. Constitución ord. modernidad Nuevo Crisis de la modernidad Soc. eidética, virtual,
Burgués ord. Internacional digital

Esquema de teoría para la gestión del Patrimonio

La creación de una Teoría de la Gestión Patrimonial debe ser una tarea colectiva, fruto de
una investigación conjunta por parte de los profesionales de cada uno de los tres ámbitos
que conforman la arqueología en la actualidad: Academia, Administración y Arqueólogos
autónomos.

150
Conviene entender el modo de Producción del PA, que incluye a lo producido –el propio
PA-, a los productores –los profesionales de la arqueología- y a los consumidores y/o
beneficiarios de ese producto.

TEORÍA ARQUEOLÓGICA ARQUEOLOGÍA PUBLICA


METÁFORA ARQUEOLOGIA DE LA GESTIÓN

MODELO DE REFERENCIA GESTION DE RECURSOS


INTERPRETACIÓN DEL PATRIMONIO
ONTOLOGÍA PARQ. (REG. ARQ). PAT. CUL.

EPISTEMOLOGIA REALISMO
CONSENSO COMUNICATIVO
POST- POSITIVISMO
TEORIA SOCIAL HERMENEUTICA AVANZADA
DE-CONSTRUCCION
TEORÍA ANTROPOLÓGICA ANTROPOLOGÍAS RETÓRICAS
ANTROPOLOGIAS INTERPRETATIVAS
MODELO TEORÍCO- CADENA VALORATIVA
METODOLOGICO
PRAGMATISMO
MODELOS INTERPRETATIVOS INVESTIGACIÓN BÁSICA EN ARQ.
MÉTODO VALIDACIÓN SOCIAL DE LA ACCIÓN,
LAS PRACTICAS Y EL CONOCIMIENTO
METODOLOGIA DE TRABAJO INVESTIGACIÓN APLICADA EN ARQ.
EJ.: EVALUACIÓN DE IMPACTO ARQ.
METODOLOGÍA DE CAMPO EJ.: EXCAVACIÓN POR UNIDADES
ESTRATIGRAFÍCAS (“MÉTODO HARRIS”)
OBJETIVO REVALORIZAR EL PARQUE COMO
RECURSO, (LOCALIZAR-PROTEGER-
VALORIZAR-REVALORIZAR)
CRÍTICA CRISIS DEL ESTADO DE BIENESTAR,
SOCIEDAD EIDÉTICA, VIRTUAL,
DIGITAL. NEO-LIBERALISMO.

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