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Universidad Católica Santo Domingo

Sustentantes
Penélope Orosa 2016-0260
Luis Felipe 2015-1618
Nicol Abreu 2015-1688
Expedición Académica a la Comunidad de
Las Charcas
El domingo 6 de noviembre del 2016 emprendimos un viaje académico hacia
la provincia de Azua, principalmente a la comunidad de Las Charcas con el
motivo de realizar un trabajo de campo orientados por los profesores de
antropología y compartiendo con los locales de la comunidad desde temas
tan clásicos como cuáles son sus tradiciones hasta temas tan
contemporáneos como cuales son los problemas que los afectan como
comunidad. Esto fue realizado tomando en cuenta los objetivos pautados
por los profesores que hicieron posible este viaje y apoyándonos en la
técnica antropológica de la entrevista. En este informe se expondrán las
respuestas obtenidas del encuentro con los habitantes de esta comunidad
junto a las reflexiones de los que realizaron el estudio.

Nos basamos en las siguientes pautas dadas por nuestros maestros para
tener objetivos comunes y precisos.
 Identificar que situaciones afectan a la comunidad.
 Identificar sus tradiciones; juegos, comidas, festividades, etc.
 Enumerar sus principales actividades económicas.
 Describir las características de las viviendas.
 Identificar los sevicios y/o compañías que se les ofertan.

El primer enfoque fue en los problemas que afectan la sociedad,


probablemente fue en esto que se destacó más el encuentro, ya que las
diferentes respuestas dieron evidencia de las diferentes percepciones que
pueden existir en un solo pueblo, pero con puntos fundamentalmente
comunes. No era tanto el hecho de que entre los lugareños entrevistados
hubiera diferentes preocupaciones, si no el grado de estas.
Por ejemplo, un problema claro era la electricidad, la cual está sujeta a un
horario aparentemente arbitrario en vez de estar disponible 24 horas los 7
días de la semana. La mayoría de los lugareños expone que no hay
electricidad desde las 10 de la mañana hasta las 3 o 6 de la tarde. Lo
interesante es la actitud que toman los habitantes del pueblo, algunos están
acostumbrados a esta ocurrencia y hasta agradecen que en la noche
puedan tener electricidad, mientras que otros se quejan apasionadamente
de esto y hasta aseguran que la luz tiende a tardar mucho más en volver,
por lo que es importante destacar que es un nombrado como un problema
de manera unánime, pero la actitud que toman las personas sigue siendo
diferente.
Al ser preguntados por la delincuencia, todos estaban de acuerdo que el
sector donde residían era tranquilo y más seguro que los demás, alegando
que el verdadero problema radicaba en sectores vecinos, más adentrados
al pueblo. Algo curioso es que consideraban cualquier acto que pudiera
perturbar la paz como delincuencia, desde robos hasta motoristas
“calibrando” sus motores a gran velocidad, culpando a los últimos como el
origen de la mayoría de las ocurrencias criminales en el lugar.
Mientras algunos habitantes exponían que el agua no es problema, otros
expusieron con frustración que el agua solo llegaba a una parte de la
comunidad. También expresaron una preocupación por una creciente
presencia de drogas.
En cuanto a las ocupaciones y sustento del pueblo, dos son las que
predominan mayormente. El centenario uso de los conucos,
tradicionalmente emblemático del campo dominicano, y el transporte de
mercancías agrícolas a través del uso de camiones, también un
emblemático componente de las sociedades rurales contemporáneas del
país. Los habitantes al parecer siguen dependiendo en cierta medida de las
temporadas de cosecha, al ser los productos que más se den cada cierto
tiempo los que son transportados hacia la capital para su venta.
Esto comenzó a ser fomentado por la venta de productos agrícolas de
INESPRE dirigida al mismo pueblo, pero que al parecer apenas ha
comenzado y todavía no causa mucho impacto en los locales.
En cuanto actividades recreativas estas son dominadas completamente por
el deporte, sea el baloncesto o el juego de pelota, pero ninguno de estos se
realiza en el pueblo a falta de estructura y abecés de integrantes, por lo que
los aficionados se trasladan a Baní para jugar con sus compatriotas. Una
tradición característica de toda comunidad rural dominicana son las fiestas
patronales, las cuales reportan ser cada vez menos por lo religioso y más
por el ocio de beber y festejar. Tal vez sea evidencia de una necesidad
inherente que tienen todas las sociedades de tener un tiempo especial para
dedicarlo al festejo y la algarabía, y más una que cuente con el carácter
festivo de las culturas de Latinoamérica.

En cuanto a sus hábitos gastronómicos, el hondear de “La bandera” se hace


presente sin falta en cada hogar donde se pueda, acompañada de otros
platos comunes en las sociedades rurales y urbanas como el mangú, los
espaguetis, pescado y “un chivo muy bueno”. Acompañados en un buen día
con una arepa o un pan de batata. En palabras de una anciana del lugar: “lo
que aparezca”.
La comunidad estaba privilegiada con viviendas con infraestructura
comparable a la de los centros urbanos, existiendo una beneficiosa escases
de casas de zinc en las partes del pueblo que logramos explorar, con las
típicas casas de madera pintadas con colores brillantes que han sido
reconocidas como uno de los símbolos del campesinado dominicano.

El trabajo de campo demuestra que es imposible el estudiar una comunidad


de forma antropológica sin entrar en contacto con ella lo más cerca posible.
Algunos antropólogos como los arqueólogos no pueden viajar en el tiempo
y estudiar sociedades de las cuales solo quedan algunas pruebas de apenas
sus existencias, por lo que es importante aprovechar el privilegio de tener
acceso a las comunidades que se desea estudiar y poder entrar en contacto
con ellas cara a cara.
De esa forma participando en un minúsculo pero importante proceso de
transculturación donde ambas partes aprendan la una de la otra… Y mucho
que estábamos dispuestos por aprender, lo que hacía mucho más
placentero el encuentro personal con las personas de la comunidad.
Anexos

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