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UN VIAJE A LA INGENIERÍA

Jaime Glaría

Departamento de Electrónica, Universidad Técnica Federico Santa María


Valparaíso, Chile
_________________________________________________________________________________________
ÍNDICE

1. Presentación
2. El carácter de las técnicas
3. Selección y asociación
4. Elementos, relaciones y estructuras
5. Estructuras temporales, etapas, transiciones y secuencias
6. Estructuras espaciales, recintos, pasadas y viajes
7. Estructuras taxonómicas, parecidos, diferencias, especies y conversiones
8. Conjuntos y disyuntivas
9. Estructuras causales, variables, identidades, estados, dependencias y dominaciones
10. Tablas
11. Fórmulas
12. Gráficos cartesianos
13. Diagramas de bloques
14. Interpolaciones
15. Conjuntos de dependencias
16. Conjuntos de dependencias estrictas entre variables binarias
17. Conjuntos de dependencias estrictas entre variables graduales
18. Retardos y evoluciones
19. Conjuntos de dependencias estrictas, con retardos
20. Estructuras causales y resoluciones
21. Estructuras temporales y métodos de computación
22. Estructuras espaciales, viajeros eternos y acumulaciones
23. Estructuras temporales, espaciales, taxonómicas y causales, en acción
24. Ejercicios de adiestramiento
25. Conclusión
__________________________________________ __________________________________________
1. PRESENTACIÓN 2. EL CARÁCTER DE LAS TÉCNICAS

Las ingenierías son oficios centrados en las técnicas; y Cotidianamente vemos, oímos, olemos; percibimos; co-
el rasgo central en las técnicas es que apuntan a actuar nocemos. El conocimiento a veces va aparejado con una
voluntariamente en la realidad, prediciendo en lo posible sensación que llamamos desagrado y que nos mueve a
las variaciones resultantes. una acción que en primera instancia es inconsciente: lo
Este es un libro técnico que apunta a esa acción trasgre- que hacemos es querer que lo conocido sea diferente de
diendo el estilo de los textos estándares, porque no com- como es. En ocasiones la variación ocurre pronto; en
parte el gusto habitual por centrifugar esplendores frag- otras, no. En estas últimas, cuando lo desagradable se re-
mentarios y pretende una compensación centrípeta. siste a variar, reaccionamos de varias maneras:
Por eso, el libro elude premeditadamente las jergas y ° descubrimos nuestra acción primera, notamos que
celebraciones gremiales; prueba con el lenguaje domésti- queremos cosas, e ideamos o reforzamos el concepto
co, algunos diagramas y el pasado; y en varios pasajes de voluntad;
arriesga parecer una excentricidad literaria o erudita que ° descubrimos la oposición que algunas cosas presen-
no es. tan a la voluntad, nos damos cuenta de los porfiados
Celebra más algunos aspectos del lenguaje doméstico hechos, sospechamos que la voluntad no es lo único
que los primores de la literatura técnica y científica, por- que cuenta, e ideamos o reforzamos el concepto de
que confía en él la compensación centrípeta. Se dedica a realidad;
algunos diagramas, porque ellos le permiten aflojar las ° descubrimos que el mismo suelo que se niega a mos-
trabas de secuenciación del lenguaje doméstico. Y acoge trarse blando en una caída se presta de apoyo para la
retazos del pasado, porque pretende exorcizar la ansiedad reincorporación, que la realidad no es oposición pu-
frenética. ra, que la voluntad tiene acceso a algunas cosas re-
Con tales retazos no promociona ni un retorno a un ales, que otras cosas reales dependen de aquellas a
pretérito, ni una detención en un presente, ni una huida a las cuales tenemos acceso, y que, forcejeando, po-
un futuro, porque, en su ocupación por las variaciones, el demos variar directa o indirectamente lo real;
mismo libro repasa, callando, que lo nuestro es pasar. ° descubrimos que el forcejeo trae consigo otro des-
También dice que la predicción del futuro viene del agrado llamado cansancio, del que aprendemos a de-
presente y del pasado. Y dice esto apoyándose sobre todo jar de querer lo que queríamos, a variar nuestro de-
en el pasado del siglo 17 de la Europa occidental, que hoy signio, a resignarnos; y en nuestra resignación nos
nos rige por la razón y la fuerza. descubrimos a nosotros mismos como partes de la
En ese pasado fue propuesto abiertamente lo que pode- realidad, con cuerpos, conciencias y hasta voluntades
mos resumir así: la predicción mejor de las variaciones porfiados, que nos obligan a forcejear con nosotros
predecibles es, principalmente, una labor de animación mismos.
escena a escena, donde el realismo de cada escena depen- Las técnicas germinan en este terreno; presuponen la
de de la sensatez de las cuentas en las escenas anteriores. voluntad y la realidad, y están para la acción de la volun-
Casi todo lo que sigue es una explicación de esa pro- tad sobre la realidad.
puesta intentando devolverle la vida provinciana. Pero las técnicas no son las acciones. Hay actos técni-
Si no resulta fácil de leer, valga este consuelo: fue harto cos y actos no técnicos. Para dilucidar el asunto nos con-
más difícil de escribir. viene aventurar una narración, en caricatura, haciendo al-
gunos cortes y exagerando algunos rasgos hasta clasificar
en tres especies las técnicas surgidas con el afán humano
de variar la realidad: en técnicas fortuitas, artesanales e
industriales 1.
Primitivamente, no tenemos noción clara de nuestra ca-
pacidad para variar la realidad y, por tanto, no buscamos
técnicas con premeditación. En la realidad hallamos im-
previstamente circunstancias con visos de acción (un cor-
te hecho por una piedra filosa, por ejemplo) y quedamos
asombrados, sentimos que recibimos de improviso un po-
der mágico. Las técnicas fortuitas son eso: asombro y
magia. Y, ya que la magia invita a la ceremonia para re-
petirse, estas técnicas se transmiten volviéndose rituales.
Los ritos no transmiten sólo las técnicas (para cortar, si-
guiendo el ejemplo); también transmiten las partes de la
realidad que acompañan a las técnicas: los utensilios (las
piedras filosas, en el ejemplo). Estas técnicas y sus uten-
silios nos son tan simples, que se esparcen sin pedir mu-
cha noción de ellos.

1
Adaptación de: J. Ortega y Gasset, 1966, Meditación de la
técnica, Espasa-Calpe, Madrid.
Posteriormente, las técnicas se vuelven artesanales por humanas, la evolución personal, y aún el estado personal
la destilación lenta de tradiciones transmisible en forma en diferentes ámbitos de la vida.
de escuelas. Esta es la etapa de los maestros y los apren- A menudo calificamos de técnico a quien ejerce la in-
dices cogidos en el aprendizaje largo de la imitación. Lo geniería (o parte de ella); pero puede reclamar el califica-
que acompaña a las técnicas ya no son meras partes de la tivo quienquiera que se ha formado algún conocimiento
realidad halladas por fortuna, sino partes sobre las cuales para variar la realidad predeciblemente, y se dedica a va-
las mismas técnicas han hecho variaciones. Los utensilios riarla ocupándolo; cualquiera que sabe lo que hace.
dan paso a las herramientas (por ejemplo, a cuchillos ela- Cualquiera sabe técnicas y realiza actos técnicos. Las
borados según cánones). Estas técnicas y sus herramien- técnicas están en el contexto vital humano.
tas ya no nos son tan simples. Es preciso que algunos se Eso, que se dice tan rápidamente, ha tenido por lo me-
encarguen de algunas de ellas, que les dediquen sus vidas. nos una consecuencia: para someter la realidad a los de-
Esto crea conciencia de las técnicas como de algo espe- seos, la humanidad ha instaurado una fronda enorme de
cial y aparte; por lo pronto, como de destrezas que poseen técnicas, estudios, máquinas y especialistas; es decir, ha
quienes se han hecho cargo: los artesanos. instaurado sobre el mundo natural un mundo artificial.
Las técnicas industriales vienen después. Las técnicas Esta frondosidad exuberante le permite un dominio nunca
se han vuelto sobre sus acompañantes, las herramientas, alcanzado antes sobre la realidad primitiva de la naturale-
elaborándolas a voluntad. Ahora se vuelven sobre sí mis- za; pero se impone, a su vez, como una segunda realidad
mas: ya no son algo que se encuentre fortuitamente o se obstinada y, en ocasiones, desagradable.
transmita artesanalmente, sino algo que también se elabo-
ra. Surgen técnicas para hacer técnicas. La imitación de
un maestro ya no sirve. El discípulo debe estudiar para
aventajar al maestro. Con todo eso, las herramientas tam-
bién experimentan un vuelco: se complican y, en medida
creciente, se independizan de los seres humanos en su ac-
ción: se convierten en máquinas. Estas técnicas y sus má-
quinas son cada vez más inaccesibles; por lo tanto, quie-
nes les dedican sus vidas deben conformarse sólo con al-
gunas porciones. Unos saben estas técnicas, otros saben
aquéllas; unos usan tales máquinas, otros emplean tales
otras. Esa disparidad, exacerbada por el espectáculo de
las destrezas ajenas, demanda poderosamente una con-
ciencia de las técnicas: ¿qué es lo que divide así a los in-
dividuos? La respuesta, que se viste con la mera fortuna,
la suerte, el talento o la gracia divina en las técnicas for-
tuitas, se insinúa menos celeste en las artesanales, y se
muestra terrena en las industriales: las llamativas destre-
zas de los técnicos se forman con los ritos, aprendizajes y
estudios; además, se legan y reforman de unas mentes a
otras: las técnicas son conocimientos. Para variar dies-
tramente la realidad, hay que conocer qué cosas obedecen
a la voluntad y qué otras se someten a ellas, extendiendo
la acción. Acto técnico es el que se apoya consciente-
mente en un saber para predecir las variaciones resultan-
tes del acto mismo. Las técnicas son conocimientos for-
mados para actuar en la realidad con destreza, variándola
directa o indirectamente y prediciendo en lo posible lo
que va a ocurrir 2.
En buena medida, la narración terminada ahí esboza la
evolución colectiva de la humanidad que nos ha pre-
cedido, el estado actual de diferentes colectividades

2
“técnica (De técnico) f. Conjunto de procedimientos y re-
cursos de que se sirve una ciencia o un arte //2. Pericia o
habilidad para usar de esos procedimientos y recursos”;
“técnico, ca. (Del lat. technìcus, y este del gr. τεχνικóζ, de
τεχνη, arte)...”; “arte (Del lat. ars, artis) amb. Virtud,
disposición e industria para hacer alguna cosa... //3. Conjunto de
preceptos y reglas necesarios para hacer bien alguna cosa...”
[de: Real Academia Española, 1984, Diccionario de la lengua
española, Espasa-Calpe, Madrid]. “Técnica” habría aparecido
en el castellano escrito durante el siglo 18; “arte” habría
aparecido durante el 12 [de: J. Corominas, 1961, Breve
diccionario etimológico de la lengua castellana, Gredos,
Madrid.
___________________________________________ “aliar”, “acompañar”, “agrupar”, “desunir”, “divorciar”,
3. SELECCIÓN Y ASOCIACIÓN “hermanar”, “juntar”, “reunir”, “separar”, “unir”.
No se trata de una asociación torpe, que sólo hermana o
divorcia un par de percepciones: tiene muchas tonalida-
des entre lo unido, plural, y lo separado, también plural.
Ya que las técnicas son conocimientos, nos conviene Al juntar las letras de una palabra, no dejamos de reunir a
detenernos a conocer, aunque sea en caricatura otra vez, ésta con la siguiente.
un poco del conocimiento humano. Tampoco se trata de una asociación rígida: varía, jun-
El tema obliga a andar como el perro para morderse la tando y separando una y otra vez.
cola: dando vueltas en una cacería circular algo cómica, La selección y la asociación se parecen en graduación y
donde el perseguido se persigue a sí mismo. variabilidad
En vista de que el perro suele cumplir su tarea afirman- Además, dependen la una de la otra, de manera que ca-
do los cuartos traseros en tierra, hagamos una exploración be preguntarse, como en lo del huevo y la gallina, cuál va
terrena de la formación de conocimientos. primero. La figura 1 sirve para ilustrar el caso.
Mientras leemos, la conciencia no suele repartirse pare-
jamente por lo leído y por todo lo que advertimos, sino
atender disparejamente de modo que algunas cosas (como
los renglones leídos) nos resultan más patentes que otras.
En la formación de conocimientos es habitual que selec-
cionemos, que prefiramos algunas cosas entre las co- Fig. 1: Ilustración
nocidas (o, en contra, que las despreciemos). El lenguaje
En la figura 1 es bastante fácil seleccionar los cuatro
doméstico acusa esta actividad cognitiva, que, por uso de
círculos dándoles papeles de protagonistas, y dejando a
ella misma, percibimos replicada en nuestras demás ac-
las líneas rectas en la comparsa. Si hacemos eso, la aso-
ciones, con una multitud de verbos como “seleccionar” 3,
ciación puede apoyarse en esas líneas dejadas como se-
“atender”, “desatender”, “despreciar”, “elegir”, “esco-
ger”, “preferir”. cundarias entre los círculos protagónicos.
Pero puede ocurrir que entonces las líneas pasen de hil-
No se trata de una selección burda, que sólo prefiere o
vanes a soldaduras, variando la selección: los cuatro
desprecia algo: tiene una multitud de grados entre lo
círculos pueden convertírsenos en un círculo, arriba, y al-
atendido, que es plural, y lo desatendido, que también es
go como una V, abajo. Esto nos obliga a variar la asocia-
plural. Podemos mirar letras, como esta A y esta Z, sin
ción buscando otro apoyo, por ejemplo, en dichas nocio-
despreciar del todo la página, ni los sonidos circundantes,
nes de arriba y abajo.
ni la dureza del suelo en los pies, ni los ensueños.
En general, la selección es gradual y el conocimiento
Tampoco se trata de una selección quieta: desprecia lo
manifiesta diversos niveles de interés. La asociación no
considerado a medias antes, prefiere lo desatendido re-
se ocupa de los niveles preferenciales solamente, y parece
cién, varía insistentemente. Podemos mirar los trazos que
apoyarse en lo que la selección deja, de momento, en ni-
conforman la Z anterior, la coma que la sigue; podemos
escuchar los sonidos que ocurren a la izquierda, un poco veles de menor interés que las cosas reunidas.
La asociación también es gradual y el conocimiento ex-
más atrás, algo más adelante; podemos atender lo que to-
hibe grados diferentes de trabazón. La selección lidia con
camos con partes diferentes de la piel, algunas sensacio-
muchos de ellos y se agarra de lo que la asociación ha
nes en el estómago, algunos recuerdos.
usado de trabazón más sólida.
La selección no es la única actividad digna de consi-
Volvámonos. La definición de tres técnicas en el capí-
derar en la formación de conocimiento. Ante una palabra
tulo 2, denuncia la tendencia selectiva; y la narración de
como AZUL, que empieza con la A y la Z seleccionadas
esas técnicas en secuencia, delata la tendencia asociativa.
antes, podemos ver cuatro letras; pero, no las miramos
La mención de dos actividades (la selección y la asocia-
aisladas por mucho tiempo: las aliamos. Parecidamente,
ción) para explicar la conducta del conocimiento en este
podemos oír las pisadas de un andante, bípedo o cuadrú-
mismo capítulo 3, acusa la tendencia selectiva; y la li-
pedo, pero no solemos escucharlas mucho rato como so-
gazón de esas actividades por parecidos o dependencias
nidos divorciados; en vez, les buscamos cadencias jun-
tando unos sonidos con otros, y con las visiones de los mutuas, revela la tendencia asociativa. En nuestro intento
por formarnos un conocimiento de la formación de cono-
pies del andante. En la formación de conocimiento tam-
cimiento, hemos dado una vuelta y nos mordemos la cola
bién es habitual que asociemos, que hermanemos unas
obedeciendo a la presunta conducta de esa formación.
cosas conocidas con otras (o, en contra, que las divorcie-
Es una mordida complaciente. Pero hay otras molestas.
mos). El lenguaje doméstico revela esta otra actividad
Una de estas últimas consiste en que, según quedó es-
cognitiva, que percibimos repetida en nuestras demás ac-
crito, la selección y la asociación dependen de la voluntad
ciones, con otra multitud de verbos como “asociar” 4,
de quien conoce; por consiguiente, es arbitrario elegir y
reunir precisamente la selección y la asociación para ex-
plicar el conocimiento, y son arbitrarias las ideas sacadas
3
“seleccionar tr. Elegir, escoger por medio de una selección”; de ello.
“selección (del lat. selectìo, -onis) f. Acción y efecto de elegir a El tema es delicado porque la reputación de la arbitra-
una persona o cosa entre otras, como separándola de ellas y riedad no es buena.
prefiriéndola...”. Reconsideremos algo que también quedó escrito: algu-
4
“asociar (Del lat. associare, de ad, a, y socius, socio)... //2. nas cosas conocidas dan una sensación curiosa de no alte-
Juntar una cosa con otra, de suerte que se hermanen o concurran rarse por variar su papel ante la conciencia, ni por querer-
a un mismo fin...”.
las diferentes de como las conocemos. Esa sensación de ___________________________________________
porfía es, seguramente, la raíz del concepto de realidad. 4. ELEMENTOS, RELACIONES Y ESTRUCTURAS
Real es también lo externo y ajeno, pero ese carácter, que
no es idéntico al anterior, se añade a él porque la porfía
de las cosas resulta importante y no todas la ostentan
igualmente, lo que nos mueve a considerar las cosas re- Aparte de los verbos con que el lenguaje doméstico de-
ales de un lado y las dóciles de otro. Como las últimas nuncia las actividades selectivas y asociativas, hay tres
van asociadas a la voluntad propia, podemos elegir dos sustantivos vulgares que ratifican esas actividades, pues
mundos: uno propio, el del yo, y otro ajeno, el de la rea- sin duda les deben la existencia y la importancia. Se trata
lidad. Lo paradójico del caso es que a veces sentimos que de “elemento”, “relación” y “estructura” (u otros pareci-
no dominamos del todo el mundo propio (el cuerpo, la dos respectivamente).
conciencia y aún la voluntad, que se nos enferman), de Es notorio que “elemento” se debe a que la selección
manera que nos parecemos reales y ajenos a nosotros hace dispareja la conciencia que tenemos de las cosas, a
mismos. Con la selección y la asociación cognitivas ocu- que preferimos algunas. Llamamos “elemento” 5 (“com-
rre eso: ambas parecen ajenas a que, arbitrariamente, las ponente”, “pieza”, “unidad”) a lo que queremos como
seleccionemos (o no) y las asociemos (o no), y ambas pa- singular y protagónico en el conocimiento, con una selec-
recen ajenas a que las queramos o las dejemos de querer. ción. Los círculos fueron elementos al ser elegidos pro-
Parecen reales. La arbitrariedad que hay en elegir y reunir tagonistas tras la figura 1.
la selección y la asociación para explicar el conocimiento, Además es claro que “relación” se debe al afán de aso-
no es tan grave después de todo. ciar y de buscar motivos para ello. Pero motivos pareci-
Existe otra mordida fastidiosa, que surge con el argu- dos sirven para seleccionar. Llamamos “relación” 6 (“co-
mento reciente. Los motivos para definir el mundo del yo nexión”, “correspondencia”, “enlace”, “nexo”, “vínculo”)
y el de la realidad, no son del todo convincentes. Y me- a lo que queremos como pretexto para asociar y seleccio-
nos lo son si la realidad misma se desperfila a medida que nar en el conocimiento. Las líneas rectas de la figura 1
surgen técnicas y máquinas con las que se nos hace fácil fueron relaciones al dar pie para asociar círculos y variar
variar lo que se nos torna desagradable. Pero aún nos luego la selección.
quedan las desgracias, las enfermedades y las catástrofes Y también es manifiesto que “estructura” se debe a que
como antídotos: con ellas nos vuelven fervorosamente los la asociación junta las cosas seleccionadas. Llamamos
motivos para la definición, y el perfil de la realidad ajena “estructura” 7 (“organización”, “sistema”) a lo que que-
y la voluntad propia. remos como plural y enlazado en el conocimiento, con
una asociación de lo seleccionado. La figura 1, completa,
fue una estructura cuando la actividad asociativa terminó
de darle un aspecto compuesto.
“Elemento”, “relación” y “estructura” son sustantivos
viejos, al menos para nuestra avidez actual de novedades.
Además, tienen aspecto poco serio: como la selección y
la asociación obedecen a la voluntad de quien conoce, las
relaciones podrán ser elementos o estructuras cuando éste
lo decida, los elementos podrán ser estructuras o relacio-
nes, y las estructuras podrán ser relaciones o elementos.
Por otro lado, ninguno de esos sustantivos hace justicia
a quien conoce pues cada uno queda limitado a lo más
notorio: los elementos, al primer plano; las relaciones, al
segundo; y las estructuras, a ambos. Los tres sustantivos
son ineptos en los planos inferiores. Pero, pese a su limi-

5
“elemento (Del lat. elementum) m. Principio físico o químico
que entra en la composición de los cuerpos. //2. CUERPO
SIMPLE. //3. En la filosofía natural antigua, cada uno de los
cuatro principios fundamentales que se consideraban en la
constitución de los cuerpos y se simbolizaban en la tierra, el
agua, el aire y el fuego. //4. Fundamento, móvil o parte
integrante de una cosa... //10. pl. Fundamentos y primeros prin-
cipios de las ciencias y artes...”. “Elemento” habría aparecido en
el castellano escrito en el siglo 15.
6
“relación (Del lat. relatìo, -onis) f.... //3. Conexión, co-
rrespondencia de una cosa con otra. //4. Conexión, corres-
pondencia, trato, comunicación de una persona con otra. U. m.
en pl. ... ”. “Relación” habría aparecido en el castellano escrito a
principios del siglo 13.
7
“estructura (Del lat. structura) f. Distribución y orden de las
partes importantes de un edificio. //2. Distribución de las partes
del cuerpo o de otra cosa. //3. fig. Distribución y orden con que
está compuesta una obra de ingenio, como poema, historia, etc.
…”. “Estructura” habría aparecido en el castellano escrito en el
siglo 16.
tación, arbitrariedad y vejez, los tres son fecundos y re- jos, las representaciones naufragan. Para indicar transi-
presentarlos en diagramas tiene una utilidad técnica im- ciones o dependencias, por ejemplo, es mejor agregar
portante. puntas de flechas a las relaciones que confiar en las ubi-
Comúnmente, representamos a los elementos dibujando caciones. Pero si nos ponemos demasiado rigurosos, las
líneas cerradas, cuyo efecto principal, por la carencia de representaciones también acaban en naufragio: lo que lo-
extremos, es selectivo; por ejemplo, como en la figura 2. gramos es un rigor mortis. Como la voluntad exige viva-
cidad a la conciencia, hay que darse algunas libertades,
como la de dibujar unos diagramas delante de otros para
Fig. 2: Un elemento mostrar algunas etapas en las variaciones de punto de vis-
ta, según el ejemplo de la figura 6.
Así, extendiendo una frontera entre cada elemento y el
sinnúmero de cosas que lo rodean, es como empezamos a
hacer algunos dibujos o a destacar partes de ellos.
También comúnmente, representamos a las relaciones
mediante líneas simples, como la de la figura 3.
Fig. 6: Una variación de punto de vista

Tales diagramas, hechos según la presunta conducta del


conocimiento, son útiles en el conocimiento técnico. Por
Fig. 3: Una relación
ahora, sírvanos uno para volvernos a morder la cola pla-
De costado, esa línea se comporta como motivo de se- centeramente, resumiendo el capítulo 4 y este mismo en
paración, como muro divisorio, aunque pone de manifies- la figura 7.
to los contactos de lo separado. No es fortuito que dibu-
jemos así los bordes de los cuerpos y las fronteras de los
mapas. A lo largo, en cambio, la línea se comporta de
preferencia como motivo de unión, como tubo comuni-
cante, aunque pone de manifiesto el distanciamiento de lo
unido. Por eso dibujamos así los enlaces de las constela-
ciones y de las moléculas. Pero hay en esto una dificul-
tad: cualquier línea simple, por poseer sólo dos extremos,
no puede juntar más que dos cosas; esta es una restricción
que el concepto de relación, restringido como es, no tie-
ne. En consecuencia, nos conviene poder representar a las
relaciones entre más que dos elementos mediante líneas
compuestas como la de la figura 4. Fig. 7: Resumen

Fig. 4: Una relación

Por último, también comúnmente, representamos a las


estructuras juntando las representaciones de los elemen-
tos mediante líneas no cerradas, cuyo efecto principal es
asociativo. La figura 5 muestra un ejemplo; o, más bien,
repite el de la 1.

Fig. 5: Una estructura

Los árboles genealógicos, los dibujos de las constela-


ciones y los esquemas de las moléculas son así. También
son así los rosarios del catolicismo, que escapan de las
superficies propias de los dibujos y recurren a los volú-
menes propios de las esculturas.
Todas estas representaciones quedan a merced de facto-
res que pueden perturbar su significado. Las proximida-
des y lejanías, por ejemplo, pueden insinuar relaciones
impertinentes en los dibujos, y el patrón de ubicaciones
puede sugerir transiciones o dependencias que no inten-
tábamos presentar. Si no hallamos manera de dibujar lo
que queremos escribir y de leer lo que hemos dibujado,
en otras palabras, si no ponemos algún rigor en los dibu-
___________________________________________ pas más que nombrarlas con letras. Sin embargo, la lectu-
5. ESTRUCTURAS TEMPORALES, ra, las letras y los números son demasiado rígidos.
ETAPAS, TRANSICIONES Y SECUENCIAS Para declarar “antes” y “después”, nos conviene más
representar a las transiciones mediante líneas con puntas
de flechas, apuntando para después, a cuando las flechas
se clavan. La figura 8 es un ejemplo tomado de la 6.
Para mostrar variaciones de punto de vista en el trans-
curso del tiempo, podemos dibujar unos diagramas delan-
te de otros, como en la figura 6.
Entonces, nuestro afán selectivo pide que segmentemos
el tiempo de las variaciones en etapas, y que dibujemos
Fig. 8: Una estructura temporal de dos etapas y una transición
las representaciones respectivas usando recursos como
entre ellas (la etapa izquierda antes, y la derecha después)
colores o grosores de línea diferentes, donde distinguir las
representaciones y, por ello, notar las etapas. Ahora podemos describir mejor la rigidez de las labores
Por otro lado, nuestro afán asociativo pide que la seg- de leer, recitar alfabetos y contar. Al leer en voz alta,
mentación del tiempo no sea dislocada, sino considerando mencionamos una palabra inicial (por ejemplo, “Un”);
las transiciones entre unas etapas y otras, y que los recur- después otra, que es única (“viaje”); después otra, que
sos con los cuales distinguimos las etapas reflejen esas también es única (“a”); y así sucesivamente. Al recitar un
transiciones; por ejemplo, que los grosores de línea nos alfabeto ocurre algo parecido: mencionamos una letra ini-
den sensaciones de hondura adecuadas, como si se tratase cial (como “a”); después otra, que es única (“b”); después
de un hundimiento de recuerdos en la memoria. otra, que también es única (“c”); y así sucesivamente,
Si el dibujo se enreda demasiado, en vez de mostrar hasta la última. Al contar, ocurre lo mismo: mencionamos
unas etapas delante de otras, podemos dibujarlas al lado un número inicial (“1”); después otro, que es único (“2”);
agregando algún recurso para representar a las transicio- después otro, que también es único (“3”); y así sucesiva-
nes. Entonces nos surgen con claridad las estructuras mente. En los tres casos, la voz sólo nos permite transi-
temporales. ciones entre pares de etapas (las menciones de palabras,
Profundicemos un poco. letras o números), nunca entre tríos o conjuntos mayores,
Llamamos “etapa” 8 (“época”, “era”, “estadio”, “mo- y lo hace de manera tan cómoda, que ha producido otro
mento”, “ocasión”, “temporada”, “vez”) a una parte del sustantivo: “secuencia”, cuya mera explicación atrae las
tiempo que queremos como elemento de una estructura formas adjetivas “primero”, “segundo”, “tercero”,... de
temporal. los números “uno”, “dos”, “tres”,...
Llamamos “transición” 9 (“mudanza”, “mutación”, “re- Llamamos “secuencia” 10 (“serie”, “sucesión”) a una es-
novación”) a una parte del tiempo que queremos como re- tructura temporal cuyos elementos son etapas y cuyas re-
lación orientada de unas etapas a otras. laciones son transiciones entre pares de etapas; en parti-
Es notable que las transiciones van aparejadas con una cular, a cualquiera con una primera etapa antes por una
sensación que porfía sin parecer alterarse por quererla o transición que es la única para esa etapa; si quedan varias
por no quererla, y que hace diferentes a las etapas rela- etapas más, con una segunda después por esa transición y
cionadas: con “antes” para unas etapas y “después” para antes por otra, que es la única adicional para esa etapa; si
otras. La transición de la vida a la muerte (o de esta vida aún quedan etapas, con una tercera después por esa tran-
a otra), por ejemplo, no nos es una transición de la muerte sición y antes por otra más, que es la única adicional para
a la vida (o de otra vida a esta). esa etapa; y, así, al fin, con una última etapa después por
Podríamos insinuar “antes” y “después” apelando a que una transición que es la única para esa etapa, según mues-
la manera occidental de leer supone después lo que va tran los ejemplos de la figura 9.
abajo y a la derecha, y ubicando las etapas según ese
patrón. En lugar de eso, podríamos declarar “antes” y
“después” apelando a que recitamos unas letras antes y
otras después en los alfabetos, y nombrando las etapas
según este otro patrón. Por esa misma vía, podríamos
hacer algo mejor: la recitación de los alfabetos pone unas
letras antes y otras después arbitrariamente, y las letras
son pocas; en cambio, los números son muchos, y la labor
de contar pone unos números antes y otros después jus-
tificadamente; por tanto, sería preferible numerar las eta-

8
“etapa. (Del fr. étape, y este del germ. Stapel, emporio ) f... Fig. 9: Cuatro secuencias
fig. Época o avance en el desarrollo de una acción u obra”.
“Etapa” habría aparecido en el castellano escrito en el siglo 18 o
comienzos del 19.
9
“transición. (Del lat. transitio,-onis) f. Acción y efecto de
10
pasar de un modo de ser o estar a otro distinto. //2. Paso más o “secuencia. (Del lat. sequentia, continuación; de sequi, se-
menos rápido de una prueba, idea o materia a otra, en discursos guir)... //2. Continuidad, sucesión ordenada. //3. Serie o
o escritos. //3. Cambio repentino de tono y expresión...”. sucesión de cosas que guardan entre sí cierta relación...”.
“Transición” habría aparecido en el castellano escrito en el siglo “Secuencia” habría aparecido en el castellano escrito en el siglo
13, como “tránsito” entre vida y muerte. 17.
Obviamente, nos estamos acercando a la animación es- estructuras temporales de etapas y transiciones más am-
cena a escena, como la del caso fílmico insinuado por la plias. Pero el tema quedará pendiente hasta el capítulo 21
figura 10. porque necesitamos ensanchar el horizonte por otro lado.
De momento, advirtamos que los diagramas de este li-
bro pueden confundir en el espacio de las páginas cosas
diferentes. El diagrama con líneas más gruesas en la figu-
ra 8, es de una estructura de dos etapas, como elementos,
y una transición, como relación, que son asuntos del
tiempo; los diagramas con líneas más tenues son de es-
tructuras con elementos y relaciones que también podrían
ser asuntos del tiempo (refiriéndose a un punto de vista
más detallado, en cada etapa); pero podrían no ser asun-
tos del tiempo sino, por ejemplo, del espacio. Las páginas
Fig. 10: Animación escena a escena
y, mucho antes que éstas, la memoria permiten confundir-
El título de este libro sigue una secuencia; la narración lo todo. Tenemos todo lo que tenemos, presente en el pre-
de las técnicas en el capítulo 2, también; la redacción sente. Todo lo que tenemos se parece así, y eso tiene al-
principal, también. Nos volvemos a morder la cola, con gunas ventajas; pero no podemos dejar impunemente de
gusto, en el intento de formarnos un conocimiento de la percibir diferencias como las establecidas recién entre lo
formación de conocimiento. temporal y lo espacial.
Podemos variar el punto de vista considerando las que Para enfatizar, consideremos la figura 12, que se cons-
eran etapas (elementos) como transiciones (relaciones), y truye secuencialmente según el alfabeto y se puede rema-
viceversa; o las que eran secuencias (estructuras) como tar con una pregunta, como prueba de inteligencia.
etapas (elementos); y así sucesivamente. De hecho, di- A E F H I K L
ciendo “una secuencia” casi pedimos variar el punto de B C D G J .
vista para tomar en un elemento nuevo, singular, las eta- Fig. 12: Prueba
pas y transiciones percibidas antes pluralmente. Esta am-
La pregunta involucra un aspecto temporal y otro espa-
bigüedad afecta a muchas expresiones parecidas, inclu-
cial: ¿qué va después, y dónde?
yendo a “una estructura”; pero probablemente no es de-
La respuesta es: después va la M, arriba, a la derecha de
masiada si, cuando decimos “una estructura”, “una se-
la L.
cuencia” o algo parecido, hacemos explícitos los elemen-
Lo interesante está en esta explicación de la respuesta:
tos y relaciones percibidos antes de la eventual variación
estamos mostrando las letras mayúsculas del alfabeto;
en el punto de vista. Confiemos en ello. Así queda a
hemos llegado hasta la L; después va la M; estamos mos-
nuestro alcance presentar, por ejemplo, las cuatro secuen-
trando arriba las letras hechas sólo con trazos rectos, y
cias de la figura 9... en la secuencia de la figura 11.
abajo las que incluyen trazos curvos; la M, que es de pu-
ros trazos rectos, va arriba, a la derecha de la L.
No se trata, pues, de inteligencia en el sentido de una
capacidad misteriosa y excelsa, sino en el de una compli-
cidad que puede ser prosaica si el secreto resuena fácil-
mente en el oficio de quien pregunta (por ejemplo, un
tipógrafo). De hecho, aún si éste deja saber que el secreto
involucra al alfabeto y a la geometría, quien no se dedica
a la tipografía puede pensar que estamos punteando una
forma como la de la figura 13.

Fig. 13: Punteado de forma

Consecuentemente, quien no se dedica a la tipografía


puede pensar que lo que va después es la M, pero abajo, a
la derecha dela J. Después iría la N, abajo, a la derecha de
la M; enseguida, la Ñ o la O, según el alfabeto tácito, aba-
jo, a la derecha de la N; y finalmente, la O ó la P, según
el alfabeto tácito otra vez, arriba, a la derecha de la L.
Fig. 11: Una secuencia de cuatro etapas que eran secuencias Amparados por los sustantivos “elemento”, “relación” y
“estructura”, algunos diagramas de este libro serán tem-
Conviene destacar que no todas las estructuras tempora- porales, con etapas como elementos y transiciones como
les son secuencias: dejan de serlo apenas se quita la res- relaciones; otros serán espaciales, con recintos como ele-
tricción de que las transiciones sean sólo entre pares de mentos y pasadas como relaciones; otros serán
etapas, por ejemplo; y al leer, recitar el alfabeto, contar o taxonómicos, con diferencias y parecidos como relacio-
cantar ocurre esto último apenas se dispone, no de una nes; y otros serán causales, con variables como elementos
voz sola, en singular, sino de un coro de voces, en plural. y dependencias como relaciones (o al revés). En las figu-
Con diagramas como los que propicia este capítulo, po- ras del capítulo 4 hay una ambigüedad intencional. Espe-
demos aflojar las trabas de la secuenciación y presentar
remos que, en las demás, las confesiones sean suficientes ___________________________________________
para la inteligencia. 6. ESTRUCTURAS ESPACIALES,
RECINTOS, PASADAS Y VIAJES

Vamos ahora al espacio y las estructuras espaciales.


Las viviendas humanas son, primariamente, proteccio-
nes contra las lluvias, los vendavales, las nieves, los in-
sectos, las fieras, los otros seres humanos. En suma, son
defensas contra las inclemencias atmosféricas y las hosti-
lidades de los enemigos. Algunas pueden amparar a un
morador único y desprovisto de enseres; pero, por el
carácter gregario y precavido de los seres humanos, lo
normal es que den cobijo a varios habitantes, a los que se
añaden enseres y animales domésticos. Los cobijados de-
ben resguardarse entonces unos de otros, y el asunto se
complica repitiéndose.
La construcción de viviendas revela un intento de defi-
nir recintos en el espacio, mediante recursos como techos,
pisos, muros, desniveles, barandas y cortinas. En los ca-
sos más simples, este intento sólo define en el espacio un
exterior inclemente y un interior protegido; en los casos
más complicados, por repetición, define en el interior
piezas, patios, terrazas. Esto acusa el afán selectivo.
Pero la construcción de viviendas también revela una
intención de no segregar puramente: entre los diversos
recintos en que separamos el espacio, tanto en los casos
sencillos como en los complicados, dejamos pasadas a
través de puertas, ventanas, escalas y otros medios. Esto
acusa el afán asociativo.
Y todo ello resulta manifiesto en planos arquitectónicos
como el de la figura 14.

Fig. 14: Plano de vivienda

En el espacio es fácil ver recintos, que hacen de ele-


mentos, y pasadas, que hacen de relaciones.
Llamamos “recinto” 11 (“comarca”, “región”, “sector”,
“sitio”, “zona”) a una parte del espacio que queremos
como elemento de una estructura espacial.
Llamamos “pasada” 12 (“acceso”, “vía”) a una parte del
espacio que queremos como relación, fácil o difícil, entre
recintos.
Así podemos representar al plano arquitectónico de la
figura 14 en un diagrama como el de la 15.

11
“recinto (Del lat. re y cinctus, cercado, rodeado.) m. Espacio
comprendido dentro de ciertos límites”. “Recinto” habría
aparecido en el castellano escrito en el siglo 17.
12
“pasada. f. ... //8. Sitio por donde se pasa...”. “Pasada” habría
aparecido en el castellano escrito a comienzos del siglo 15.
Entonces es sencillo trazar, por ejemplo, el plano de la
figura 18.

Fig. 15: Una estructura espacial de trece recintos y trece pasa-


das

Las representaciones de esa especie sirven para resolver


algunos problemas técnicos. Por ejemplo, imaginemos
que en un clima cálido queremos construir una vivienda
de un piso con: cuatro dormitorios, cuatro closets, dos Fig. 18: Plano de vivienda
baños, un lavadero, una despensa, una cocina, un come-
dor, una sala, un recibidor y un patio que aproveche el Otros casos se pueden resolver parecidamente. Pero la
clima con nostalgias rurales (diecisiete recintos); además, solución falla cuando aparecen partes que no podemos
supongamos que queremos poder pasar entre: cada dor- aplanar, como la de la figura 19.
mitorio y un closet, cada dormitorio y el patio, cada baño
y el patio, el lavadero y el patio, el lavadero y la cocina,
la despensa y la cocina, el comedor y la cocina, el come-
dor y el patio, el comedor y la sala, el recibidor y la sala,
el recibidor y el patio, el recibidor y un baño (diecinueve
pasadas). Para dibujar un plano, es útil la figura 16.
Fig. 19: Problema

Entonces, variando el punto de vista, podemos tomar la


maraña de pasadas como una sola relación y convertirla
en un elemento: en un recinto especial: en un pasillo. Tal
solución, por supuesto, es vieja; y aparece secuencial-
mente en la figura 20.

Fig. 20: Solución


Fig. 16: Una estructura espacial de diecisiete recintos y dieci-
nueve pasadas
Imaginemos ahora que en un clima frío queremos cons-
truir un museo de un piso, con varios recibidores donde
La figura 16 evidencia un problema: en una vivienda de
acoger y atender, cobrando, a los visitantes; con pasillos
un piso, las pasadas no pueden traslaparse unas sobre
largos, entre los recibidores, donde exhibir los objetos
otras. Hay que aplanar la representación moviendo líneas
unos al lado de otros (utensilios, herramientas, máquinas,
y círculos hasta evitar superposiciones. El resultado pue-
esculturas, pinturas, tapices, dibujos…) para que sean vis-
de ser la figura 17.
tos en secuencia por los visitantes que crucen longitudi-
nalmente dichos pasillos; y con la estructura espacial que
muestra la figura 21, donde las letras mayúsculas señalan
a los recibidores, considerados como recintos, y las
minúsculas señalan a los pasillos, considerados como pa-
sadas.

Fig. 21: Una estructura espacial de cuatro recintos (recibido-


res) y ocho pasadas (pasillos largos)
Fig. 17: Estructura espacial de diecisiete recintos y diecinueve
pasadas
Quizás la idea no sea buena. Una pregunta decisiva es:
un visitante, en singular, ¿podría mirar todos los objetos
exhibidos en el museo, pero sin repetirse ninguno; es de-
cir, podría viajar cruzando longitudinalmente todos los mento de la ciudad tomada como estructura; o así sucesi-
pasillos, pero ninguno más que una vez? vamente.
La respuesta es: de cualquier recinto al que el visitante Rematemos. Es notable que, al enfrentar estructuras es-
entre con pretensión de seguir viajando, debiera salir tan- paciales formadas por recintos y pasadas, nos ha surgido
tas veces como entra; si las entradas y salidas han de el sustantivo “viaje” y hemos presentado estructuras tem-
hacerse por pasadas distintas, el número de pasadas usa- porales con etapas y transiciones donde hay puntas de fle-
das para salir debiese ser igual que el de las usadas para cha que no había en las pasadas. Esto no es inusual.
entrar; en consecuencia, el número de pasadas disponi- Llamamos “viaje” 13 (“desplazamiento”, “migración”,
bles en el recinto tendría que ser par. Ocurre que el núme- “recorrido”, “traslado”, “trayecto”) a una estructura espa-
ro es impar en A (cinco: a, b, c, d y e), en B (tres: b, f y cial de recintos y pasadas y, conjuntamente, a una estruc-
g), en C (tres: c, d y h) y en D (cinco: a, e, f, g y h); por lo tura temporal de etapas y transiciones por la estructura
tanto, es imposible que el visitante viaje de la manera espacial o por parte de ésta. La estructura espacial puede
planteada. apoderarse del sustantivo “viaje” confundiendo las pasa-
Si eliminásemos rabiosamente los pasillos a, g y h, co- das y las transiciones; pero la estructura temporal pone
mo en la figura 22, el viajante tendría varias opciones. los adverbios “antes” y “después” con las transiciones,
haciendo diferentes las entradas y las salidas, las idas y
los regresos.
Para un viajero suficientemente singular (por ejemplo,
un visitante humano o una de sus manos, cada uno visto
globalmente), las transiciones son entre pares de etapas y,
a la postre, las estructuras temporales de sus viajes son
Fig. 22: Estructura espacial de cuatro recintos (A, B, C, D) y secuencias; tal restricción se desvanece apenas dispone-
cinco pasadas restantes (b, c, d, e, f)
mos de viajantes más plurales (por ejemplo, las dos ma-
nos, los varios dedos de una mano, los miembros de una
Por ejemplo, el viajero podría pasar de C á A por c, de
tribu, o un líquido), que pueden derramarse por varias pa-
A á B por b, de B a D por f, de D á A por e, y de A á C
sadas a la vez. Dejemos esto pendiente hasta el capítulo
por d. Así viajaría por el museo, sin salir a la intemperie,
22.
cruzando una vez única cada pasillo, hasta cruzarlos to-
dos. Y terminaría el viaje en el recibidor donde lo em-
pezó, como resulta notorio en la figura 23.

Fig. 23: Seis etapas y cinco transiciones en un viaje por cuatro


recintos y cinco pasadas, que vuelve al recinto inicial

Como ejercicio adicional, variemos el punto de vista


considerando los pasillos como recintos y los recibidores
como pasadas, según la figura 24.

Fig. 24: Una secuencia de dos etapas y una transición, para


una variación de punto de vista desde una estructura espacial de
cuatro recintos (A, B, C, D) y cinco pasadas (b, c, d, e, f), hasta
otra de cinco recintos (b, c, d, e, f) y cuatro pasadas (A, B, C, D)

El recibidor A, que ahora relaciona cuatro pasillos, fue


usado dos veces, lo cual no estaba prohibido. La primera
vez fue usado con dos pasillos (c y b); la segunda vez fue
usado con los otros dos (e y d). Tomando esto en cuenta,
volvamos a presentar el viaje con la figura 25.

Fig. 25: Seis etapas y cinco transiciones en un viaje por cinco


recintos y cuatro pasadas
13
Hemos tomado los recibidores y pasillos del museo “viaje1 (Del dialect. y cat. viatge, y este del lat. viaticum). m.
como recintos (elementos) y pasadas (relaciones), respec- Acción y efecto de viajar. //2. Jornada que se hace de una parte
a otra por mar o por tierra.//3. Camino por donde se hace...”;
tivamente, en un punto de vista; y hemos tomado las co-
“viajar. Intr. Trasladarse de un lugar a otro, generalmente
sas al revés, en otro. Podríamos tomar uno de los recibi- distante, por cualquier medio de locomoción”. “Viaje” habría
dores como estructura; o el museo completo como ele- aparecido en el castellano escrito durante el siglo 13.
___________________________________________ intercambio impune. Las cosas que se parecen se nos
7. ESTRUCTURAS TAXONÓMICAS, pueden confundir en la mente, se nos pueden intercam-
DIFERENCIAS, PARECIDOS, ESPECIES biar en los recuerdos sin que preocupe mucho si se nos
Y CONVERSIONES intercambian o no.
Muy a menudo usamos parecidos o diferencias como
relaciones.
Démonos otro mordisco placentero: por un parecido
Los recibidores A y C están repetidos en la figura 23; asociamos antes, en parte, la selección y la asociación.
en la 25 están repetidos el recibidor A y, tontamente, el Por otro solemos asociar también el conejo y la liebre, o
pasillo c. Podríamos tapar el desaguisado alegando que el lobo, el perro y el zorro; como en la figura 26.
ningún viajero pasa dos veces por el mismo pasillo; c no
es el mismo cuando lo repetimos; A tampoco es el mismo
recibidor; y C, tampoco. Tenemos dos recibidores C dife-
rentes, dos recibidores A diferentes y dos pasillos c dife-
rentes. Pero por ese rumbo el viaje nunca termina en el
recinto donde empezó, como dijimos con la figura 23, y Fig. 26: Dos elementos y un parecido, y tres elementos y un
se nos pone difícil la filosofía: ningún viajero pasa dos parecido
veces por el mismo pasillo; ningún pasillo deja pasar dos
veces al mismo viajero; ningún relato de viaje es del Al descubrir parecidos como relaciones entre elemen-
mismo viaje ni del mismo relator; ningún escrito es del tos, formando estructuras, podemos variar el punto de
mismo escritor; ninguna lectura es del mismo lector; vista para convertir esas estructuras en elementos nuevos.
¿quiénes cruzan qué pasillos?; ¿quiénes escribimos o La prontitud con que usamos los parecidos de esta mane-
leemos qué libros? ra, origina otro concepto: el de especie.
Hay relaciones más difíciles de explicar que las de los Llamamos “especie” 17 (“categoría”, “clase”, “tipo”) a
capítulos 5 y 6, pero no tienen apariencia menos porfia- una estructura taxonómica que componemos de ele-
damente real. mentos relacionados por un parecido y, consecuentemen-
Hablemos un poco de taxonomías 14, empezando con te, con algún permiso de confusión. Así hacemos la espe-
las diferencias. cie de los roedores, por un lado, y la de los cánidos, por
Intentando definirlas, los diccionarios dan vueltas poco otro, como en la figura 27.
airosas (aunque no peores que las de este libro) entre sus-
tantivos como “diferencia”, “disimilitud”, “disparidad”,
“distinción”, de manera parecida a la del diccionario de
cuento que definía: “conejo m. Animal parecido a la lie-
bre”, y “liebre f. Animal parecido al conejo”. Lo que po-
demos hacer aquí ante tales vueltas es agregarles esto:
llamamos “diferencia” 15 a una advertencia de no confun-
Fig. 27: Dos especies
dir, de no intercambiar lo conocido.
Extremando las diferencias, no nos queda un viajero, ni Diciendo “una especie” casi pedimos variar el punto de
un pasillo: no nos quedan singulares, sino plurales; y no- vista para tomar en un elemento nuevo, singular, los ele-
sotros mismos tampoco quedamos singulares, sino plura- mentos y parecidos percibidos antes pluralmente. Así nos
les. El antídoto viene con los parecidos. Intentando defi- queda a nuestro alcance presentar, por ejemplo, las dos
nirlos, los diccionarios dan vueltas entre sustantivos co- especies de la figura 27 en una secuencia, relacionándolas
mo “parecido”, “semejanza”, “similitud”. Llamamos “pa- mediante una transición, o en una especie nueva, rela-
recido” 16 a una falta de advertencia de no confundir lo cionándolas mediante un parecido.
conocido; dicho al revés, a un permiso de confusión o de Merece agregarse que, a veces, reconocemos el pareci-
14
do en que fundamos la especie sólo después de descubrir
“taxonomía (Del gr. ταξιζ, ordenación, y νοµοζ, ley) f. un parecido entre cada par de elementos, y de reinterpre-
Ciencia que trata de los principios de la clasificación…”. tar el enjambre de relaciones de todos con todos como
15
“diferencia (Del lat. differentìa) f. Cualidad o accidente por
una sola relación, en el estilo de la figura 28 que, por
el cual una cosa se distingue de otra. //2. Variedad entre cosas
de una misma especie...”; “distinguir (Del lat. distinguère) tr. cierto, recuerda a la 20. Al respecto: el descubrimiento de
Conocer la diferencia que hay de unas cosas a otras. //2. Hacer un parecido como relación entre cada par de elementos,
que una cosa se diferencie de otra por medio de una parti- se manifiesta en que la representación de la estructura se
cularidad, señal, divisa, etc. U. t. c. prnl. //3. Manifestar, parece a un polígono con todas sus diagonales.
declarar la diferencia que hay entre una cosa y otra con la cual
se puede confundir...”; “variedad (Del lat. variètas, -atis) f.
Calidad de vario //2. Diferencia dentro de la unidad...”; “vario,
ria (Del lat. varius) adj. Diverso o diferente...”. “Diferencia”
habría aparecido en el castellano escrito durante el siglo 13.
16
“parecido... //5. m. Semejanza...”; “semejanza f. Calidad de
semejante //2. Símil retórico”; “semejante (De semejar) adj.
Que semeja o se parece a una persona o cosa. U. t. c. s.... //5.
Semejanza, imitación...”; “semejar (De semeja) intr. Parecerse
17
una persona o cosa a otra; tener conformidad con ella”. “especie (Del lat. specìes) f. Conjunto de cosas semejantes
“Parecido” habría aparecido en el castellano escrito durante el entre sí por tener uno o varios caracteres comunes...”. “Especie”
siglo 10. habría aparecido en el castellano escrito durante el siglo 15.
4. elija otro elemento y repita la etapa 3, sin considerar
entre los elementos restantes al elegido (o a los elegi-
dos) anteriormente;
5. repita la etapa 4 mientras queden elementos que no
hayan sido elegidos.

Fig. 28: Una secuencia de dos etapas y una transición, para


una reinterpretación

A veces damos un nombre sustantivo a la especie mis-


ma; por ejemplo, “humanidad”. También damos un sus-
tantivo común a los elementos de la especie, para enfati-
zar el parecido entre ellos; por ejemplo, hablando de
“humanos” en la humanidad, “roedores” en la especie iz- Fig. 30: Siete elementos y doce parecidos aceptables
quierda de la figura 27, y “cánidos” en la especie derecha.
Y también damos un adjetivo común a dichos elementos, En la figura 30 podemos notar los diecinueve polígonos
para no ignorar otros parecidos; por ejemplo, hablando de con todas sus diagonales que aparecen en la figura 31
“seres humanos”, o de “técnicas fortuitas”, “técnicas arte- (aceptando como tales polígonos a las líneas simples). De
sanales” y “técnicas industriales”, como en el capítulo 2. cada uno de esos polígonos podríamos hacer una especie.
Así hemos puesto antes “relaciones”, “elementos”, “es-
tructuras”, “pasadas”, “recintos”, “transiciones”, “eta-
pas”, “secuencias”, “diferencias”, “parecidos”, “espe-
cies”: nos volvemos a morder la cola con gozo en nuestra
formación de conocimiento.
Tan habitual es el uso de los parecidos como relaciones,
que cuesta sacarlos de ese papel y considerarlos como
elementos; pero, si lo hacemos, es fácil encontrar que…
se parecen (lo que da motivo para ponerlos en una espe-
cie y darles el sustantivo común). Sin embargo, algunos
se diferencian: hay parecidos de forma, de color, de soni-
do, de sabor.
Parecidamente, las diferencias... se diferencian… y se
parecen.
Fig. 31: Diecinueve polígonos con diagonales
Y los perros, también; sin diferenciarse, no les valdría
la forma plural; y, sin parecerse, no llevarían el nombre
Pero es interesante que dos polígonos sin elementos
común.
comunes abarcan, entre ambos, todos los elementos: el
Como ejercicio abstracto, supongamos que, tratando de
único con cuatro elementos y el quinto de los con tres
clasificar siete elementos numerados (de 1 a 7), en-
elementos.
contramos diferencias decisivas entre: el 1 y el 4, el 2 y el
La respuesta es: podríamos reducir el caso a las dos es-
5, el 2 y el 6, el 2 y el 7, el 3 y el 5, el 3 y el 6, el 3 y el 7,
pecies de la figura 32: una constituida con los elementos
el 4 y el 5, y el 4 y el 6. La pregunta es: ¿a cuántas espe-
1, 5, 6 y 7 (y su relación de parecido), y otra constituida
cies podemos reducir el caso?
con los elementos 2, 3 y 4 (y su relación de parecido).
La representación de la figura 29 ayuda.

Fig. 32: Dos especies


Fig. 29: Siete elementos y nueve diferencias decisivas
También es interesante que el método para construir la
En la figura 29 notamos que las diferencias decisivas figura 30 y, de ella, la 31 y la 32, es una estructura tem-
faltan entre algunos pares de elementos. En esas faltas poral de cinco etapas y varias transiciones tácitas.
podemos aceptar parecidos con que fundar las especies y, Y también es interesante que, según el mismo método,
con ello, podemos construir la figura 30 mediante el si el elemento 1 variase adoptando una diferencia decisi-
método siguiente: va con el 5 y caducando la que tenía con el 4, la especie
1. represente a los elementos; izquierda de la figura 32 quedaría constituida con los ele-
2. elija uno; mentos 5, 6 y 7, y la derecha con los elementos 1, 2, 3 y
3. en secuencia, suponga un parecido aceptable entre el 4. En otras palabras: 1 dejaría de pertenecer a una especie
elemento elegido y cada uno de los restantes, según y comenzaría a pertenecer a otra, convirtiéndose, como si
los espacios disponibles en la figura 29; saliera de un recinto y entrara a otro, viajando.
Aquí nos damos otra mordida de cola, en parte compla- ___________________________________________
ciente, pues ya hemos invocado coherentemente la pala- 8. CONJUNTOS Y DISYUNTIVAS
bra “conversión” antes, y en parte molesta, pues la invo-
cación nos complica el parecido entre conversión y viaje:
recién, después de la figura 26, anotamos que “podemos
variar el punto de vista para convertir… estructuras en Enrarezcamos un poco más el ambiente, para que apa-
elementos…”; y, anteriormente, de la figura 1 dijimos rezcan otras claves.
que “los cuatro círculos pueden convertírsenos en un Variando el punto de vista, podemos convertir una es-
círculo, arriba, y algo como una V, abajo”. Esto último tructura en un elemento nuevo.
indica que, por ejemplo, un número de elementos de una Para la variación no necesitamos, entre los elementos,
especie (cuatro de la especie de los círculos) puede con- relaciones de una especie particular (por ejemplo, pareci-
vertirse en un número menor de elementos de otras espe- dos) ni enjambres de relaciones. La variación puede sur-
cies (dos: uno de la especie de los círculos y otro de la de gir con unas pocas relaciones ralas y antojadizas. Hasta
las letras V). Como ése, hay una multiplicidad de casos existe un sustantivo para cuando las relaciones nos im-
que complican no sólo el parecido entre conversión y via- portan tan poco, que las callamos: “conjunto”.
je (con ribetes fantasmales de apariciones y desaparicio- Llamamos “conjunto” 19 (“agregado”, “conglomerado”,
nes de elementos), sino también las cuentas de las que “cúmulo”, “grupo”) a una estructura que hemos compues-
depende el realismo de las predicciones mejores (lo cual to de elementos relacionados secretamente y que, va-
es, técnicamente, desagradable). riando el punto de vista, queremos entera como un ele-
Las cuentas y el parecido pueden pulirse en varios ca- mento nuevo.
sos, de manera que podemos anotar lo siguiente: llama- Existe una conjunción para ayudarnos en esto: “y”.
mos “conversión” 18 (“metamorfosis”, “transformación”, “Y” 20 nos pide que hagamos un conjunto con todos los
“transmutación”) a una estructura taxonómica que consi- elementos sugeridos en su rededor, sin relaciones explíci-
deramos parecida a una espacial, con especies parecidas a tas entre ellos; es decir, que tomemos todos los elementos
recintos y algo como pasadas, y, conjuntamente, a una es- sugeridos en uno nuevo. La figura 33 esboza una repre-
tructura temporal de etapas y transiciones por la estructu- sentación correspondiente.
ra taxonómico-espacial o por parte de ella. La estructura
temporal pone los adverbios “antes” y “después” en las
conversiones, como hace en los viajes.
Tal anotación está emparentada con la factibilidad, por
lo menos hipotética, de colocar los elementos de las espe- Fig. 33: Un conjunto: “1 y 2”
cies (taxonómicas) diferentes en recintos (espaciales) se-
parados (suponiendo un recinto por cada especie y, si se Pero las palabras “conjunto” e “y” se quedan cortas. En
quiere el complemento, una especie por cada recinto), y vez de pedir que hagamos un conjunto con todos los ele-
de ir pasando dichos elementos de unos recintos a otros mentos sugeridos, podemos pedir que lo hagamos con al-
según las conversiones y con los cuidados pertinentes en gunos. Existe otra conjunción para ese oficio: “o”.
los viajes. “O” 21 nos pide que hagamos un conjunto transitorio
Por supuesto, necesitamos más explicaciones o, cuando con todos los elementos sugeridos alrededor, sin relacio-
menos, algún ejemplo aclaratorio; pero no estamos listos nes explícitas entre ellos, y que enseguida seleccionemos
aún y nos conviene posponer el tema hasta el final del alguno(s) de los elementos de ese conjunto como ele-
capítulo 23, asociándolo allí con otro ámbito como último mento nuevo; esto es, nos pide que tomemos algunos de
avance de conocimiento correspondiente a este libro. los elementos sugeridos en uno nuevo. Tal conjunción
suele tener implícitas algunas suposiciones dependientes
del contexto. Por ejemplo, a veces nos pide que en el ele-
mento nuevo haya un elemento único del conjunto transi-

19
“conjunto (Del lat. coniunctus, de coniungere, unir, juntar)...
4. m. Agregado de varias personas o cosas...”; “agregado p. p.
de agregar...”; “agregar (Del lat aggregare, de ad, a, y grex,
gregis, rebaño)...”. “Conjunto” habría aparecido en el castellano
escrito a mediados del siglo 15.
20
“y (Del lat. et) conj. copulat. cuyo oficio es unir palabras o
cláusulas en concepto afirmativo. Cuando son varios los
vocablos o miembros del período que han de ir enlazados, sólo
se expresa, por regla general, antes del último... //2. Fórmanse
18
“conversión (Del lat. convertio, -onis) f. Acción y efecto de con esta conjunción grupos de dos o más palabras entre las
convertir o convertirse. //2. Mutación de una cosa en otra…”; cuales no se expresa... //3. Omítese a veces por la figura
“convertir (Del lat. convertère) tr. Mudar o volver una cosa en asíndeton... //4. Repítese otras veces por la figura
otra. U. t. c. prnl. ...”; “mudar2 (Del lat. mutare) tr. Dar o tomar polisíndeton...”. “Y” habría aparecido en el castellano escrito a
otro ser o naturaleza, otro estado, figura, lugar, etcétera…”; mediados del siglo 12; desde el 10 se habría usado “e”.
21
“transmutar (Del lat. transmutare) tr. Mudar o convertir una “o (Del lat. aut) conj. disyunt. que denota diferencia, separa-
cosa en otra. U. t. c. prnl.”; “transformar (Del lat. ción o alternativa entre dos o más personas, cosas o ideas...” La
transformare) tr. Hacer cambiar de forma a una persona o cosa. conjunción latina “aut” pedía un único elemento de los
U. t. c. prnl. //2. Transmutar una cosa en otra. U. t. c. prnl. …”. sugeridos y difería de la conjunción “vel”, que aceptaba varios.
“Conversión” habría aparecido en el castellano escrito durante “O” habría aparecido en el castellano escrito a fines del siglo
el siglo 12. 10.
torio, y ninguno ajeno a ese conjunto; otras veces nos pi-
de que haya al menos un elemento del conjunto transito-
rio, aceptando que haya más: hasta todos los del conjunto
pero ninguno ajeno; en otras ocasiones, nos pide que haya
a lo más uno de los elementos del conjunto transitorio,
aceptando que no haya ninguno. Muy mayoritariamente,
lo que nos pide es lo primero: que haya un elemento úni- Fig. 37: Un conjunto de dos disyuntivas: “1 o 2; y 3, 4 o 5”
co y que no sea ajeno al conjunto transitorio.
En particular, hay un sustantivo para lo planteado por la Lo interesante en este conjunto de dos disyuntivas de la
conjunción “o” en esa petición mayoritaria: “disyuntiva”. figura 37 es que, si en la primera disyuntiva elegimos 1 y
Llamamos “disyuntiva” 22 a una estructura que hemos en la segunda 3, el conjunto nos queda como el que pide
compuesto de elementos relacionados secretamente, de la “1 y 3”; además, que si en la primera disyuntiva elegimos
cual queremos elegir un elemento único como elemento 1 y en la segunda 4, el conjunto nos queda como el que
nuevo, descartando el resto, con una variación arbitraria pide “1 y 4”; y así sucesivamente, de modo que, al final,
de la selección. La figura 34 esboza una representación. el conjunto de dos disyuntivas “1 o 2; y 3, 4 o 5”, de la
figura 37, nos resulta muy parecido a la disyuntiva de seis
conjuntos “1 y 3; o 1 y 4; o 1 y 5; o 2 y 3; o 2 y 4; o 2 y
5”, de la figura 38. El parecido radica en que ambas ex-
presiones parten aludiendo a los mismos cinco elementos
Fig. 34: Una disyuntiva: “1 o 2” (Un único círculo punteado carentes de relaciones explícitas, plantean iguales canti-
debe completarse, mientras el otro se borra). dades de variaciones de punto de vista, y acaban even-
tualmente en la selección de un mismo elemento (un con-
Usando las conjunciones “y” y “o” combinadas con junto con dos de los elementos originales). Las diferen-
signos de puntuación domésticos, podemos plantear di- cias, por otro lado, son manifiestas; digna de mención es
versas situaciones y pedir variaciones de punto de vista una de uso: la disyuntiva de seis conjuntos es más larga
para ellas. Así queda a nuestro alcance presentar, por de expresar pero más corta de interpretar que el conjunto
ejemplo, un conjunto de dos conjuntos como “1 y 2; y 3, de dos disyuntivas, y así exige más esfuerzo a quien la
4 y 5”, que aparece esbozado en la figura 35. expone y menos a quien la contempla.

Fig. 35: Un conjunto de dos conjuntos: “1 y 2; y 3, 4 y 5”

“Conjunto de conjuntos” es, por supuesto, una abrevia-


tura de “conjunto, en un punto de vista, de elementos que
eran conjuntos en un punto de vista anterior”. Fig. 38: Una disyuntiva de seis conjuntos: “1 y 3; o 1 y 4; o 1
Parecidamente, “disyuntiva de conjuntos” es una abre- y 5; o 2 y 3; o 2 y 4; o 2 y 5”
viatura de “disyuntiva, en un punto de vista, de elementos
que eran conjuntos en un punto de vista anterior”. Como En tono aritmético, un conjunto de d disyuntivas (dos,
ejemplo, cabe “1 y 2; o 3, 4 y 5”, esbozada en la figura en el ejemplo de la figura 37) con e1, e2,... y ed elementos
36. respectivamente (dos y tres, en el ejemplo), se parece
mucho a una disyuntiva de e1·e2·...ed conjuntos (dos por
tres, es decir seis, en el ejemplo de la figura 38) con d
elementos cada uno (dos, en el ejemplo). Y, por la di-
ferencia dicha recién, conviene cambiar aquel conjunto
por esta disyuntiva en beneficio de quien la contempla.
Hay que reconocer que con las conjunciones “y” y “o”
Fig. 36: Una disyuntiva de dos conjuntos: “1 y 2; o 3, 4 y 5” podemos construir expresiones perversas, para someter a
prueba la paciencia del interlocutor; por ejemplo, “1, o 2
“Conjunto de disyuntivas” es otra abreviatura parecida. y 3; y 5 o 6”, y “1; y 2, o 3 y 4; y 5 o 6”. De hecho, la
Cabe como ejemplo “1 o 2; y 3, 4 o 5”, correspondiente a puntuación puede flaquear ante esa perversidad. Por eso
la figura 37. hay otras palabras que refuerzan las expresiones.
“Y” nos pide colocar todos los elementos presentes
dentro del nuevo. “O” nos pide, muy mayoritariamente,
poner uno cualquiera dentro y todos los otros fuera. Así,
22
“disyuntiva (Del lat. disiuntiva, t. f. de -vus, disyuntivo) f. “1, o 2 y 3” nos pide poner 1 dentro, solo, y 2 y 3 fuera, o
Alternativa entre dos cosas por una de las cuales hay que optar”. 2 y 3 dentro, juntos, y 1 fuera.
La cantidad (dos) es una limitación molesta; pero no hay
problemas serios en ofrecer “una pera, una manzana, una
naranja o un melón” y en decir que esto es una disyuntiva.
“Disyuntiva” habría aparecido en el castellano escrito a princi-
pios del siglo 17.
El adverbio “no” 23 nos pide poner fuera del elemento ___________________________________________
nuevo un elemento presente que pudiéramos colar dentro, 9. ESTRUCTURAS CAUSALES,
equivocada o maliciosamente, cuando la mera puntuación VARIABLES, IDENTIDADES, ESTADOS,
flaquea. La conjunción “ni” 24 nos pide poner fuera varios DEPENDENCIAS Y DOMINACIONES
elementos presentes que pudiéramos colar de manera pa-
recida. Así, “1, no 2 ni 3; o 2 y 3, no 1” nos pide lo mis-
mo que “1, o 2 y 3”; pero con refuerzos. También hemos invocado el verbo “variar” varias ve-
Nos mordemos la cola otra vez. ces. Volvamos a mordernos la cola, con ferocidad mayor.
Desde el capítulo 1 hemos invocado las palabras “y”, La selección cognitiva puede asentarse calmosamente
“o”, “no” y “ni” muchas veces, aunque no dimos explica- en toda una estructura de elementos relacionados por pa-
ciones ni preceptos anteriores a los del capítulo presente; recidos. Sin embargo, como los elementos que se parecen
y en este mismo párrafo del capítulo presente, las estamos también se diferencian, la selección puede pararse intran-
invocando todas... o casi todas. quilamente en alguno de los elementos originales. Esto
ocurre, por ejemplo, al tener presentes en una página va-
rios retratos de un ser humano ya difunto: podemos mi-
rarlos todos, quizás llorosamente, en conjunto; pero ten-
demos a mirarlos de a uno disyuntivamente, y a recono-
cer en la trama de parecidos y diferencias la variación de
un mismo ser por estados distintos.
Así nos surge hablar de variables, y hacerlo empleando
los verbos “ser” y “estar”. Las etimologías son elocuen-
tes: “ser” viene del latín “sedere”, quedarse sentado, y
“estar” viene de “stare”, quedarse de pie 25. Usamos “ser”
confundiendo calmosamente todos los elementos, con
asiento en los parecidos: nos referimos a la identidad de
la variable que, quizás sin completar los polígonos con
diagonales del capítulo 7 y pese a las diferencias, perma-
nece la misma. Usamos “estar” distinguiendo intranqui-
lamente alguno de los elementos, con apuro en las dife-
rencias: nos referimos a los estados de la variable que,
pese a los parecidos, no es del todo la misma.
Llamamos “variable” 26 a una estructura de elementos
relacionados por parecidos y diferencias, en la que permi-
timos confundir todos los elementos con alguna calma y
distinguir alguno con alguna intranquilidad.
Con el sustantivo “identidad” 27 aludimos a los pareci-
dos entre los elementos de una variable que permiten con-
fundir calmosamente tales elementos como un mismo ser,
como lo mismo, a pesar de las diferencias.
Llamamos “estado” 28 a cada elemento original de una
variable en que la selección puede pararse inquietamente
porque hay otros diferentes, a pesar de los parecidos.
El tema es complicado, pero no lo podemos evitar al
hablar de variar y predecir.

25
“Ser” y “estar” habrían aparecido en el castellano escrito du-
rante los siglos 10 y 12, respectivamente.
26
“variable (Del lat. variabìlis) adj. Que varía o puede variar
//2. Instable, inconstante o mudable...”; “variar (Del lat.
variare) Hacer que una cosa sea diferente en algo de lo que
antes era. //2. Dar variedad...”. Aunque la palabra “variable”
23
“no. (Del lat. non) adv. neg. que con este sentido se emplea aparece como adjetivo, nos queda el derecho a usarla también
principalmente respondiendo a pregunta...”; “negativo, va. (Del como sustantivo según se hace, por ejemplo, con “azul”.
lat. negativus) adj. ... //2. Perteneciente a la negación...”; “Variable” habría aparecido en el castellano escrito durante el
“negación. (Del lat. negatio, onis) f. Acción y efecto de siglo 13.
27
negar...”; “negar. (Del lat. negare) tr. Decir uno que no es “identidad (Del lat. identìtas, -atis, de ídem, lo mismo) f.
verdad, que no es cierta una cosa acerca de la cual se Calidad de idéntico...”; “idéntico, ca (de ídem) adj. Dícese de lo
preguntaba. //2. Dejar de reconocer alguna cosa, no admitir su que en substancia y accidentes es lo mismo que otra cosa con
existencia. //3. Decir que no a lo que se pretende o se pide, o no que se compara. U. t. c. s. //2. Muy parecido”. “Identidad”
concederlo. //4. Prohibir o vedar, impedir o estorbar...”. “No” habría aparecido en el castellano escrito durante el siglo 15.
28
habría aparecido en el castellano escrito durante el siglo 10. “estado (Del lat. stàtus) m. Situación en que está una persona
24
“ni. (Del lat. nec.) conj. copulat. que enlaza vocablos o frases o cosa, y en especial cada uno de los sucesivos modos de ser de
que denotan negación, precedida o seguida de otra u otras...”. una persona o cosa sujeta a cambios que influyen en su
“Ni” habría aparecido en el castellano escrito durante el siglo condición...”. “Estado” habría aparecido en el castellano en la
14. primera mitad del siglo 13.
Un problema es decidir hasta dónde pueden ralearse los
parecidos que sostienen la identidad de una variable, des-
baratando los polígonos con diagonales del capítulo 7, y
dónde empiezan las diferencias a centrifugar los estados,
desintegrando la variable.
No hay solución hecha para eso; pero hay algo que con-
Fig. 39: “Varíe x a 1 o a 2”
siderar en este diálogo presuntamente gracioso:
° “¡Luchito! ¡Cuántos años sin verte! ¡Casi no te reco-
La descripción es mejor si la variación de x pertenece a
nozco! Parece que has progresado en la vida. Cam-
la realidad ajena; pero la petición es mejor si la variación
biaste de facha con esa pelada, esos anteojos y ese
pertenece a la voluntad del interlocutor, y por ello resulta
traje de hombre importante. ¿Cómo estás, Luchito?”
más atrayente cuando se apunta a la acción voluntaria.
° “Perdón. No soy Luchito; soy José Andrés.”
Vamos a apegarnos un poco más a las peticiones y, si las
° “¡Ah! ¿También cambiaste de nombre?”
variaciones aludidas pertenecen a la realidad más que a la
En el caso de las especies, damos nombres comunes a
voluntad, vamos a considerar tales peticiones como libre-
sus elementos para acentuar las relaciones de parecido
tos para representar a las variables, poniéndolas en esce-
entre ellos (por ejemplo, los llamamos “humanos”), y
na. Así, “varíe x a 1 o a 2” pedirá al interlocutor que, en
esos nombres pueden originar otros para las especies mis-
su mundo propio y aunque sea en ficción, se encargue del
mas (por ejemplo, “la humanidad”). En el caso de las va-
alma de la variabilidad, que la anime, cumpliendo inquie-
riables, los nombres se funden con las identidades: el
tamente una de las peticiones elementales.
humano difunto y variable cuyos estados vimos en los re-
Parecidamente, una vez identificadas dos variables co-
tratos; Luchito (¿José Andrés?) variable con o sin su pe-
mo x e y, y distinguidos sus estados respectivos como 1 o
lada y demás accidentes.
2 y como 3, 4 o 5, por ejemplo, podemos revelar el carác-
En la Francia de fines del siglo 16, François Viète (Vie-
ter del conjunto de las dos variables pidiendo, con un
ta, 1540-1603) inició la costumbre de identificar variables
conjunto de dos disyuntivas de peticiones elementales es-
con letras solas, como las famosas x e y, en vez de expre-
bozado por la figura 40: “varíe x a 1 o a 2; e y a 3, a 4 o a
siones más largas, como “el humano de los retratos”,
5”.
“Luchito”, “José Andrés”, “Francia” o “Vieta”, en cuanto
varíen.
Pese a que en el capítulo 6 no hicimos caso de eso al
usar letras para nombrar recibidores y pasillos cuya va-
riabilidad no nos importaba, en lo que sigue vamos a
identificar las variables con letras (preferentemente cursi-
vas), en el estilo de Vieta y para abreviar.
Otro problema es decidir si la variación de una variable Fig. 40: “Varíe x a 1 o a 2; e y a 3, a 4 o a 5”
pertenece a la voluntad de quien se forma un conocimien-
to parando inquietamente la selección, o a la realidad que Esa última expresión se parece mucho, en el sentido
le es ajena. descrito por el capítulo 8, a una disyuntiva de seis conjun-
Tampoco hay solución hecha para ello. En el ejemplo tos de peticiones elementales esbozada por la figura 41:
de la página con retratos, podemos creer que la variación “varíe x a 1 e y a 3; o x a 1 e y a 4; o x a 1 e y a 5; o x a 2
pertenece a la voluntad de quien mira. Este sería también e y a 3; o x a 2 e y a 4; o x a 2 e y a 5”.
el caso de los recuerdos, porque tenerlos en la memoria es
como tener presentes los retratos en la página: podríamos
creer que la variación pertenece a la voluntad de quien
recuerda. Sin embargo, nuestros recuerdos colindan con
nuestras percepciones del mundo ajeno; con lo que ve-
mos, oímos, olemos en directo; con... ¿José Andrés? Los
parecidos y diferencias entre recuerdos, se extienden des-
de éstos hasta las percepciones; así, la variación de una
variable abarca tanto el mundo propio de quien se forma
el conocimiento, como el que le es porfiadamente ajeno.
Si las percepciones directas sobrepasan en preferencia a
los recuerdos, podemos creer que la variación de la varia-
ble pertenece a la realidad ajena más que a la voluntad
propia; si no, podemos creer lo contrario.
Abreviemos: una vez que los parecidos y diferencias Fig. 41: “Varíe x a 1 e y a 3; o x a 1 e y a 4; o x a 1 e y a 5; o x
subyacentes permiten identificar una variable como x y a 2 e y a 3; o x a 2 e y a 4; o x a 2 e y a 5”
distinguir sus estados como 1 o 2, por ejemplo, podemos
revelar el carácter de la variable describiendo, con una Estamos rozando otros conceptos.
disyuntiva de descripciones elementales, “x varía a 1 o x Con “varíe x a 1 o a 2; e y a 3, a 4 o a 5” o, parecida-
varía a 2” (donde “variar a un estado” no niega “perma- mente, “varíe x a 1 e y a 3; o x a 1 e y a 4; o x a 1 e y a 5;
necer en él”), o, abreviando suavemente, “x varía a 1 o a o x a 2 e y a 3; o x a 2 e y a 4; o x a 2 e y a 5”, se nos otor-
2”; en vez de ello, podemos revelar su carácter pidiendo, ga una independencia mutua entre las variaciones de x e
con una disyuntiva de peticiones elementales esbozada y: seleccionando “varíe x a 1” en la primera disyuntiva, la
por la figura 39: “varíe x a 1 o a 2”. segunda nos pide “varíe y a 3, a 4 o a 5”; seleccionando
“varíe x a 2” en la primera, la segunda nos sigue pidiendo e y a 8, x a 2 e y a 4, o x a 2 e y a 8”. Esa falta de inde-
“varíe y a 3, a 4 o a 5”; seleccionando “varíe y a 3” en la pendencia mutua entre x e y, nos lleva otra vez a una figu-
segunda disyuntiva, la primera nos pide “varíe x a 1 o a ra como la 42.
2”; seleccionando “varíe y a 4” en la segunda, la primera Pero imaginemos también que, después de la anotación
también nos pide “varíe x a 1 o a 2”; y, seleccionando del libreto en el muro y sin contravención de su validez,
“varíe y a 5” en la segunda, la primera nos sigue pidiendo la campanilla se silencia y la comida se ausenta demasia-
“varíe x a 1 o a 2”. do tiempo; que, hambrientos, forcejeamos hasta que lo-
Supongamos alguna negación en el libreto; por ejem- gramos escapar de la celda; y que, al salir, encontramos la
plo: “varíe x a 1 o a 2; e y a 3, a 4 o a 5; pero no varíe campanilla a nuestro alcance.
conjuntamente x a 2 e y a 5”, esto es, de manera parecida, ¿La hacemos sonar?
“varíe x a 1 e y a 3; o x a 1 e y a 4; o x a 1 e y a 5; o x a 2 La mera pregunta se aparta del carácter casi demente y
e y a 3; o x a 2 e y a 4”. Seleccionando “varíe x a 1” en la limpiamente científico manifestado por la anotación en el
primera disyuntiva, la segunda nos pide “varíe y a 3, a 4 o muro, y delata que tenemos varias sospechas de afán
a 5”; pero seleccionando “varíe x a 2” en la primera, la técnico:
segunda se nos reduce a “varíe y a 3 o a 4”. Entonces, fal- ° que la falta de independencia mutua entre la sonori-
ta la independencia mutua entre las variaciones. dad x y la oferta y pertenece a la realidad ajena más
Para un conjunto de v variables con e1, e2,... y ev estados que a la voluntad propia y, en vez de pedir “varíe x a
diferentes cada una, respectivamente, la frase “indepen- 1 e y a 4, o x a 2 e y a 8” a un interlocutor presunto,
dencia mutua” (“autonomía mutua”, “libertad mutua”) se- para que éste se encargue de la variabilidad, quizás
ñala que el conjunto puede ser planteado como un con- hubiéramos debido describir “x varía a 1 e y a 4; o x
junto de v disyuntivas con e1, e2,... y ev peticiones elemen- a 2 e y a 8”, porque la realidad se hace cargo;
tales cada una, respectivamente, en el estilo de la figura ° que podemos actuar en la campanilla voluntaria y re-
40, y también como una disyuntiva de e1·e2·...ev conjuntos almente, haciéndola que suene con tanta falta de in-
con v peticiones elementales cada uno, en el estilo de la dependencia mutua entre la voluntad propia (diga-
figura 41. mos, v) y la sonoridad x como la existente entre x e y,
La independencia mutua falta cuando la última disyun- y con una falta de independencia mutua que, como la
tiva es reducida con alguna negación a menos que existente entre x e y, pertenece a la realidad más que
e1·e2·...ev conjuntos con v peticiones elementales cada a la voluntad;
uno. ° y que la falta de independencia mutua entre la volun-
Podemos emplear las independencias mutuas como re- tad propia v y la sonoridad x incluye una diferencia
laciones entre variables; pero a menudo hacemos lo con- pues pone en v un supuesto de mando y en x uno de
trario: usamos las faltas de independencias mutuas en el obediencia.
estilo de la figura 42. Tales sospechas para la acción son fundamentadas,
ciencia aparte, al menos porque algunas parecidas a las
dos últimas tuvieron que estar presentes en el forcejeo pa-
ra salir de la celda, y salimos.
Fig. 42: Dos variables (x e y) y una falta de independencia En efecto, podemos hacer sonar la campanilla y encon-
mutua trarnos con lo siguiente:
° con que la comida no se nos ofrece y la falta de inde-
Más: en el ámbito técnico, las relaciones claves entre pendencia mutua entre x e y languidece ya que x var-
las variables son las faltas de independencias mutuas de ía a 1 e y no varía a 4, contrariando el libreto anota-
una especie... especial: las dependencias o, dicho inver- do;
samente, las dominaciones. Y aquí nos volvemos a mor- ° o con que la comida sí se nos ofrece y la falta de in-
der satisfechamente la cola, porque hemos invocado de- dependencia mutua entre x e y se adorna con dulces
pendencias desde el capítulo 1; porque “porque” es una promesas técnicas ya que y se muestra dependiente
conjunción causal; y porque hemos usado esta conjunción de x y x se muestra dependiente de v, todo lo cual nos
causal también desde el capítulo 1, aunque olvidamos da una clave para superar el hambre: hacer sonar la
añadirla en el 8. campanilla.
Imaginemos que estamos presos en una celda silencio- Como sea, se nos afirma la tercera sospecha: x obedece
sa; que una campanilla suena fuera y se nos ofrece comi- a v.
da enseguida; que la celda vuelve al silencio; que tiempo Las ideas de dependencia y dominación van con un
después la campanilla suena y se nos ofrece comida ense- cúmulo de sustantivos: “dependencia”, “obediencia”,
guida; que así van transcurriendo repetida y porfiadamen- “subordinación”, “sujeción”, “sometimiento”, “conten-
te nuestras vidas; que, acercándonos a la demencia, lla- ción”, “represión”, “subyugación”, “avasallamiento”,
mamos x a la sonoridad (variable) de la campanilla, 1 a su “dominación”, “dominio”, “señorío”, “autoridad”, “man-
sonido efectivo, 2 a su silencio, y a la oferta (variable) de do”, “imperio”, “potestad”, “poder”. Este cúmulo parte de
comida, 4 a su ofrecimiento efectivo y 8 a su ausencia; y la idea de falta de independencia mutua y exige algo más.
que, ya en el borde mismo de la locura, anotamos en el “Dependencia” 29 y “dominación” 30 nombran a una falta
muro de la celda lo siguiente como libreto para quien
quiera montar una representación póstuma de nuestras
29
existencias: “varíe x a 1 e y a 4, o x a 2 e y a 8”. “dependencia (De dependiente) f. Subordinación a un poder
Lo anotado delata que entre x (la sonoridad de la cam- mayor. //2. Relación de origen o conexión..”; “dependiente p.
panilla) e y (la oferta de comida) falta la independencia a. de depender...”; “depender (Del lat. dependere, colgar,
pender) intr. Estar subordinado a una autoridad o jurisdicción...
mutua que habría si se tratara de “varíe x a 1 e y a 4, x a 1 //2. Producirse o ser causado o condicionado por otro... //3.
de independencia mutua entre variables, aparejada con un go, postulando que la redacción es un poco antojadiza,
supuesto que añadimos al de reducción característica de podemos hacerla al revés: si seleccionamos “varíe y a 3”
esas faltas, y que hace diferentes a las variables relacio- en la segunda disyuntiva, la primera nos pide “varíe x a 1
nadas: con el supuesto de que unas variables dominan con o a 2”; si seleccionamos “varíe y a 4” en la segunda, la
la reducción, pero otras dependen con ella; que unas man- primera también nos pide “varíe x a 1 o a 2”; pero si se-
dan y las otras obedecen; que unas estimulan y las otras leccionamos “varíe y a 5” en la segunda, la primera se re-
responden; que unas son causas y las otras, efectos. duce a “varíe x a 1”. Entonces la redacción induce a ima-
La diferencia entre los que dominan y los que dependen ginar que x queda con sus estados reducidos y es depen-
se asocia desde tiempos remotos con una diferencia de al- diente por eso, al revés que en la figura 43. El criterio de
turas: suponemos encima al que manda y debajo al que que dependería quien resulta con sus estados más reduci-
obedece. Hay al menos dos motivos sicológicos para esto: dos, es equívoco.
la presencia más alta de los adultos mientras somos niños, En segunda instancia, podemos afirmarnos en una cre-
y las ventajas guerreras (por la gravitación terrestre y el encia: no son dominantes las variables cuyas variaciones
efecto psicológico anterior) de quien se ubica arriba. percibimos que ocurren después. Esa creencia hace pe-
Para insinuar mandatos y obediencias, podríamos poner rentoria la presencia de la realidad ajena pues, por sí
las variables dominantes arriba de las dependientes, como mismas, las peticiones como “varíe x a 1 e y a 3; o x a 1 e
se hace en algunos diagramas de organización de las em- y a 4; o x a 1 e y a 5; o x a 2 e y a 3; o x a 2 e y a 4” no
presas. Pero ya hemos pasado por un tema parecido ponen “después” ni retardos entre las variables. Además,
hablando de transiciones: también podríamos poner unas es algo suelta por sí sola: a veces no nos deja dictaminar
variables a la izquierda de otras según acostumbramos en qué variables que varían después son dependientes de qué
la lectura, o podríamos nombrar las variables con letras otras; por ejemplo, las dos estructuras de la figura 44 nos
según recitamos los alfabetos, o podríamos numerar las resultan indistinguibles si en la izquierda la variable x
variables según contamos; sin embargo, nos conviene obedece a la z con algún retardo y la y obedece a la x con
más agregar puntas de flechas a las relaciones, como en la un retardo parecido, mientras en la derecha la variable x
figura 43, apuntando a quien someten las flechas. obedece a la z con el mismo retardo y la y obedece a la z
con un retardo doble; y la confusión es peor si las varia-
ciones se hacen cíclicas o se detienen, porque entonces se
torna difícil notar qué ocurre después y qué, antes.
Fig. 43: Una estructura causal de dos variables (x e y) y una
dependencia (x dominando e y dependiendo)

El criterio para decidir hacia qué lado va la dependen-


cia, no es evidente. En primera instancia, parecería de-
Fig. 44: Dos estructuras causales de tres variables (x, y y z) y
pendiente quien resulta con sus estados más reducidos;
dos dependencias (z dominando, x dependiendo y dominando, o
pero a menudo las reducciones resultan bastante pareci- dependiendo, e y dependiendo)
das. Supongamos que, saliendo del cuento de la campani-
lla, representamos a las variables x e y de la figura 43 pi- Antes de buscar otro criterio para orientar con más niti-
diendo “varíe x a 1 o a 2” y “varíe y a 3, a 4 o a 5” respec- dez las dependencias, decidiendo cuáles son las variables
tivamente, y que representamos a la falta de independen- dominantes y cuáles las dependientes, nos conviene pre-
cia mutua entre ellas pidiendo “varíe x a 1 e y a 3; o x a 1 guntarnos por qué insistir en tal orientación. La respuesta
e y a 4; o x a 1 e y a 5; o x a 2 e y a 3; o x a 2 e y a 4”, de técnica es ésta: porque, para variar diestramente la reali-
manera que ocurre lo de hace algunos párrafos: si selec- dad, hay que saber qué cosas obedecen a la voluntad, qué
cionamos “varíe x a 1” en la primera disyuntiva, la se- otras dependen de ellas y así sucesivamente, hasta saber
gunda nos pide “varíe y a 3, a 4 o a 5”; pero si seleccio- cómo someter las cosas que interesa dominando a las que
namos “varíe x a 2” en la primera, la segunda se nos re- las dominan.
duce a “varíe y a 3 o a 4”. Esa redacción induce a imagi- Y ahí está la clave.
nar que y queda con sus estados reducidos y es depen- Podemos decidir la orientación imponiendo estados vo-
diente por eso, coincidiendo con la figura 43. Sin embar- luntariamente en las presuntas variables dominantes, y
observando si las supuestas variables dependientes adop-
Estar o quedar al arbitrio de una voluntad...”; “subordinación tan los estados correspondientes, o no. Si los adoptan, en-
(Del lat. subordinatìo, -onis) f. Sujeción a la orden, mando o tendemos que las presuntas variables dominantes sí son
dominio de uno...”; “sujeción (Del lat. subiectìo, -onis) f.
dominantes; si no, estimamos que no lo son. De hecho,
Acción de sujetar o sujetarse...”; “sujetar (del lat. subiectare,
intens. de subiicère, poner debajo) tr. Someter al dominio,
volviendo al ejemplo de la campanilla, las sospechas
señorío o disposición de alguno. U. t. c. prn. //2. Afirmar o implícitas en la pregunta acerca de hacerla sonar coinci-
contener una cosa con la fuerza”; “contener (Del lat. den del todo con esto, y la interpretación de lo que pode-
continere)... //2. Reprimir o sujetar el movimiento o impulso de mos encontrar tras el campanilleo también es coincidente:
un cuerpo, U.t.c.prnl...”. “Dependencia” habría aparecido en el si la comida sí se nos ofrece, entendemos que la sonori-
castellano escrito durante el siglo 15. dad x, supuestamente dominada antes por alguna variable
30
“dominación (Del lat. dominatio, -onis) f. Acción y efecto de ajena (digamos, z) a la que hemos reemplazado por la vo-
dominar. //2. Señorío o imperio que tiene sobre un territorio el luntad propia v, domina realmente a la oferta y (lo que
que ejerce la soberanía. //3. Mil. Monte, colina o lugar alto que
nos pone, agradablemente, ante la estructura izquierda de
domina una plaza y desde el cual puede batirla o hacerle daño al
enemigo...”; “dominar (Del. lat. dominare) tr. Sujetar,
la figura 44); en cambio, si la comida no se nos ofrece,
contener, reprimir,...”. “Dominación” habría aparecido en el estimamos que x no domina a y sino que, quizás, z nos
castellano escrito durante el siglo 14. engañaba dominando tanto a x como a y (lo cual nos po-
ne, decepcionantemente, ante la estructura derecha de la tentes. De esa manera, por ejemplo, podríamos hacer so-
figura 44 y ante la necesidad de esforzarnos después del nar la campanilla arrebatando el campanilleo a otras va-
reemplazo como un titiritero, haciéndolo todo pues el riables y, si la dependencia entre la sonoridad y la oferta
campanilleo es inútil para aplacar el hambre). de comida persistiera como la habíamos conocido, apla-
Es justo confesar aquí algunos recelos. Muchas varia- caríamos el hambre. Pero, como está dicho ya, quizás
bles son difíciles de alcanzar para imponerles estados a hayamos sido engañados y esta última dependencia no
voluntad, y sólo las podemos percibir. Otras son difíciles persista tras el arrebato.
hasta de percibir. Además, para creer que imponemos es- De todas maneras, la situación merece pensarse porque
tados en algunas variables de la realidad, debemos creer avisa que hay dependencias variables y, a la postre, de-
que las dominamos. ¿Con qué criterio decidimos eso? pendencias dependientes, en lo cual cabe una explicación
¿Cómo podemos imponer estados en nuestra voluntad v como la de los conjuntos de conjuntos. Por supuesto, se
para decidir si dominamos a la sonoridad x en el campa- trata otra vez de una abreviatura: la sugerencia presupone
nilleo, o si es al revés? ¿Acaso la realidad no nos domina que, con una variación en el punto de vista, podemos to-
coartándonos, por ejemplo, con el cansancio, el dolor o la mar las relaciones de dependencia como elementos varia-
parálisis? ¿No es posible que un Gran Titiritero domine bles, dependientes de otras variables. Como ilustración,
todas las variables, incluyendo las nuestras, de manera en la estructura izquierda de la figura 45 hay una de-
que las dependencias y dominaciones en que creemos se- pendencia que relaciona una variable dominante x con
an ilusorias? otra dependiente y, y, en otro punto de vista, la dependen-
En lo técnico, donde el afán es la acción voluntaria, es- cia misma es variable y depende de una variable domi-
tas preguntas parecen irrelevantes. Pero, en el fondo, son nante z. En la estructura derecha hay una situación como
devastadoras. la planteada por la pregunta que revisamos recién: z im-
Dominados por un Gran Titiritero, actuamos, no con pone estados a x y, a la vez, varía la dependencia entre x e
acciones, sino con actuaciones de títeres; todo el discurso y.
de lo técnico es huero; más: es irremediablemente huero
porque es de títere que discursea sin poder evitar el dis-
curso, ni las palabras anteriores, ni estas mismas, ni las
posteriores.
No dominados de ese modo, se nos abren resquicios.
Si intentamos decidir acaso dominamos algunas varia- Fig. 45: Dependencias variables y dependientes
bles de la realidad (de manera que podamos imponerles
estados para decidir acaso ellas dominan a otras más) im- Mirando con más distancia, en la estructura derecha de
poniendo estados en nuestra voluntad y observando acaso la figura 45 y queda dependiendo de z; y en la izquierda y
una de las variables de la realidad adopta los estados co- queda dependiendo tanto de z como de x, según la estruc-
rrespondientes, nos rebota la pregunta: ¿con qué criterio tura de tres variables y una dependencia que muestra la
decidimos que imponemos estados en nuestra propia vo- figura 46.
luntad? Nos queda el criterio anterior: podemos percibir
que variamos a querer una variación de la variable (por
ejemplo, el campanilleo) antes, y que la variación se hace
efectiva después, de manera que la variable no domina a
la voluntad en el episodio (por ejemplo, donde nos pre- Fig. 46: Una estructura causal de tres variables (x, y y z) y una
guntamos acaso hacemos sonar la campanilla). El criterio dependencia (x y z dominando, e y dependiendo)
de que no domina quien varía después, complementa al
de la imposición de estados. Una dependencia puede relacionar a más que dos varia-
Aún así, debemos aceptar que la parálisis, el dolor, el bles.
cansancio y la sonoridad pueden dominarnos, suponiendo La figura 47 muestra un caso más complejo, de una de-
que las dependencias por las cuales nos dominan ahí son pendencia que relaciona a cuatro variables: dos dominan-
otras que aquellas por las que dominamos más arriba: que tes y dos dependientes. Este caso merece un comentario
unas son provistas por los sentidos y las otras, por los adicional.
músculos.
Lo temible es que las enfermedades y la muerte las
amenazan a todas, desde la realidad. En retorno, amena-
zamos a la realidad: al imponer estados, ¿podemos asegu-
rar que no variamos las dependencias? Fig. 47: Cuatro variables (w, x, y y z) y una dependencia (x y z
La esperanza es que las variables dominan y dependen dominando, y w e y dependiendo)
por dependencias diferentes, y que la restricción de esta-
dos en algunas variables puede variar las dependencias El comentario es que podemos interpretar la dependen-
por las cuales esas variables dependen, sin variar las de- cia de la figura 47 como un conjunto de dos dependen-
pendencias por las cuales dominan. Así podemos aspirar cias: una para cada variable dependiente. Podría ser, por
a variar diestramente la realidad: las variables reales que ejemplo y como ilustra la figura 48, que tanto y como w
dependen de la voluntad propia por unas dependencias y dependan de x y z; o, más simplemente, que w dependa de
dominan a otras por otras dependencias que persisten, y y ésta dependa de z y x; o, más complejamente, que w
permiten someter las cosas que interesan dominando a las dependa de z, x e y, y que ésta dependa de z y x; o, aún
que las dominan, y predecir lo que va a ocurrir usando el más complejamente, que w dependa de z, x e y, y que ésta
conocimiento que tengamos de esas dependencias persis- dependa de z, x y w.
tado con que ninguna variable depende por dos o más de-
pendencias diferentes (lo cual no impide que dependa de
dos o más variables diferentes) y con que ninguna varia-
ble domina variando después.
Ahora sí: vamos a abreviar más los libretos.

Fig. 48: Cuatro estructuras causales de cuatro variables (w, x,


y y z) y dos dependencias (x y z dominando, y w e y dependien-
do, o dependiendo y dominando)

Al parecer, cada vez que hay una dependencia para va-


rias variables dependientes, podemos interpretar que esa
dependencia es un conjunto de varias dependencias: una
para cada variable dependiente. Este parecer y la presen-
cia circular de dependencias mutuas (como la que hay en-
tre w e y en la estructura inferior derecha de la figura 48),
merecen tratamientos que son largos con abreviaturas tan
suaves como la de reducir “varíe x a 1 o varíe x a 2” a
“varíe x a 1 o a 2”, y que quedarán pendientes hasta el
capítulo 15.
Antes de introducir abreviaturas más drásticas en los li-
bretos, y para rematar un poco mejor el tema de la orien-
tación de las dependencias, agreguemos lo siguiente al
cuento de la campanilla: olvidando la oferta de comida y,
esto es, la mejor parte del cuento, la sonoridad de la cam-
panilla x aparece dependiente de una variable ajena z
mientras estamos presos, y de la voluntad propia v tras el
escape. Quizás la pregunta acerca de hacer sonar la cam-
panilla delate un par de sospechas adicionales (con algún
temor a una golpiza o a otro efecto lateral y doloroso):
que debemos variar de la estructura izquierda de la figura
49, a la siguiente por la derecha; y que, por reclamo de la
realidad, podemos hallarnos con la estructura viciada que
sigue a la segunda por la derecha. Dolor aparte, esa terce-
ra estructura es viciada porque, como ejemplo, la imposi-
ción de 1 en x según v, por una dependencia, y la de 0 en
x según z, por otra dependencia, parecen posibles y no
son cuerdas: obligan al rompimiento de la estructura o,
cuando menos, a la variación de una de las dependencias;
vale decir, a la estructura izquierda de la figura 49 (si per-
siste z), a la segunda (si persiste x) o, de acuerdo con lo
expuesto en torno a las figuras 45 y 46, a la derecha (si se
combinan ambas). No es cuerda ninguna estructura causal
en la que una variable parece depender por dos o más de-
pendencias diferentes, donde los estados impuestos en di-
cha variable por las dominantes serían contradictorios
fácilmente y sin otro remedio que el rompimiento de to-
das esas dependencias, la persistencia de una, alguna va-
riación que combine varias o alguna que las combine to-
das.

Fig. 49: Tres estructuras causales, y una viciada causalmente

Resumiendo: hasta el capítulo 23, supondremos que la


orientación de las dependencias se va zanjando con el cri-
terio de la imposición voluntaria de estados, complemen-
___________________________________________ ra de un renglón a otro cuando necesitemos saltar en la
10. TABLAS expresión de un pedazo secuenciado a otro.
Tal propuesta no es nueva: para abreviar las representa-
ciones de independencias mutuas, faltas de independen-
cias mutuas y dependencias entre variables, durante mile-
Volvamos, por ejemplo, a la expresión “varíe x a 1 e y a nios se ha escrito tablas 31. “Varíe x e y a 1 y 3, a 1 y 4, a
3; o x a 1 e y a 4; o x a 1 e y a 5; o x a 2 e y a 3; o x a 2 e y 1 y 5, a 2 y 3, a 2 y 4, o a 2 y 5, respectivamente”, por
a 4; o x a 2 e y a 5”, que ya incorpora las abreviaturas ejemplo, se abrevia según la tabla de la figura 50 (u otra
suaves del fin del capítulo 9. Todavía le podemos incor- parecida).
porar otras abreviaturas parecidas, como la supresión de x y
la conjunción “o” hasta el final. En complemento, le po- 1 3
demos entremeter el adverbio “respectivamente”: la po- 1 4
demos expresar como “varíe x e y a 1 y 3, a 1 y 4, a 1 y 5, 1 5
2 3
a 2 y 3, a 2 y 4, o a 2 y 5, respectivamente”. Pese a la in-
2 4
tromisión, esta segunda expresión elimina repeticiones y 2 5
resulta un poco más breve que la primera. Si la primera Fig. 50: Una tabla
hubiese sido más larga, las eliminaciones habrían com-
pensado con creces al entremetimiento: habríamos abre- La figura 51 termina de dar la clave escénica: los ren-
viado bastante. Y eso ocurre a menudo. glones de la tabla de la figura 50 son como escenas para
Pero el adverbio “respectivamente” exige una variación los mismos actores (x e y) en varias actitudes alternativas
importante en el punto de vista: pide pensar en secuen- (1 o 2 en el caso de x; 3, 4 o 5 en el de y).
cias, no en meros conjuntos. En la segunda expresión del
párrafo anterior, por ejemplo, ya no se trata de “x e y”, “1
y 3”, “1 y 4” y demás, a secas; se trata de una secuencia
con x antes e y después, de otra con 1 antes y 3 después,
de otra con 1 antes y 4 después, y así sucesivamente. Ca-
da una pone deliberadamente un elemento antes y otro
después, de manera que se nos haga fácil asociar x con 1
o x con 2, por el lado de los elementos puestos antes, e y
con 3, y con 4 o y con 5, por el lado de los puestos des-
pués. “Varíe x e y a 1 y 3, a 1 y 4, a 1 y 5, a 2 y 3, a 2 y 4,
o a 2 y 5, respectivamente”, es en el fondo “varíe x antes Fig. 51: Clave
e y después a 1 antes y 3 después, a 1 antes y 4 después, a
1 antes y 5 después, a 2 antes y 3 después, a 2 antes y 4 En la Babilonia de entre los siglos 19 y 16 a.C., alguien
después, o a 2 antes y 5 después”. escribió una tabla en la tablilla llamada actualmente
Por cierto, esta secuenciación de expresiones exigida Plimpton 322. En el Egipto del siglo 17 a.C., Ahmes es-
por el adverbio “respectivamente”, no tiene obligación de cribió otras en el papiro llamado actualmente Rhind. Y en
coincidir con una secuenciación en la realidad ajena ni el Egipto helenístico del siglo 2 d.C., Claudio Ptolomeo
con una orientación de dependencias en esa realidad; pero (¿100-170?) escribió otras en su Syntaxis Mathematica
tampoco tiene obligación de oponerse. De hecho, si tra- (“Almagesto”); por ejemplo, escribió una tabla de cuer-
tamos de representar a una dependencia con una orienta- das que es célebre y representa a la falta de indepen-
ción real y conocida, nos conviene hacer la secuenciación dencia mutua entre el ángulo tendido en el centro de un
exigida por el adverbio de manera que los elementos círculo y la longitud de la cuerda correspondiente, en la
últimos (los derechos, en la escritura occidental) sean pa- Geometría de la figura 52.
ra la variable dependiente y sus estados, porque eso coin-
cide con el criterio de que no domina quien varía después.
Sin embargo, no conviene sobrevalorar la coincidencia
porque, si en la dependencia hay dos o más variables do-
minantes de la dependiente pero independientes entre sí,
el adverbio exige secuenciarlas también a ellas y sus es- 31
tados. Por lo demás, ante una expresión como “varíe x e y “tabla. (Del lat. tabula) f. Pieza de madera, plana, más larga
a 1 y 3, a 1 y 4, a 1 y 5, a 2 y 3, a 2 y 4, o a 2 y 5, respec- que ancha, de poco grueso relativamente a sus demás di-
mensiones, y cuyas dos caras son paralelas entre sí. //2. Pieza
tivamente”, es el interlocutor quien tiene que hacer todas
plana y de poco espesor de alguna otra materia rígida... //8.
las variaciones. desus. Mesa de comer... //10. Tablilla en que se comunica algo.
Pues bien, podemos tratar la secuenciación de expresio- //11. Índice que se pone en los libros, regularmente por orden
nes exigidas por el adverbio “respectivamente” apelando alfabético, para que con mayor facilidad se busquen y hallen las
a que la manera occidental de leer supone después lo que materias o puntos que contienen. //12. Lista o catálogo de cosas
va a la derecha, secuencialmente; es decir, a un convenio puestas por orden sucesivo o relacionadas entre sí. //13. Cuadro
que procuramos superar en el capítulo 5, aunque rige la o catálogo de números de especie determinada, dispuestos en
escritura de este mismo escrito. forma adecuada para facilitar los cálculos... //17. Pedazo cuadri-
Como la secuenciación exigida por el adverbio es váli- longo de tierra dispuesto para plantar legumbres, vides o
árboles... //pitagórica. Arit. tabla de multiplicación de los
da por pedazos, podemos despedazar la apelación a supo-
números dígitos dispuesta en forma de cuadro...”. “Tabla”
ner después lo que va a la derecha, saltando en la escritu- habría aparecido en el castellano escrito a comienzos del siglo
12.
marcas. Contando los intervalos establecemos las lon-
gitudes, y contando los cuadrados establecemos las áreas.
Si contamos según la manera occidental de leer, de iz-
quierda a derecha y de arriba hacia abajo, resulta bastante
cuerdo anotar los totales en los extremos derechos infe-
riores, al final de las cuentas, como muestra la figura 55.
Fig. 52: El ángulo y la cuerda en el círculo. 4
La figura 53 imita tres renglones de la tabla de cuerdas
2 8
del Almagesto, según una reedición suiza de 1538.
Fig. 55: Longitudes y área de un rectángulo.
κγ κγ νε κζ
κγs” κδ κς ιγ Y si repetimos lo anterior para varios rectángulos su-
κδ κδ κς νη perpuestos, el resultado muestra el aspecto de la tabla pa-
Fig. 53: Tres renglones de la tabla de cuerdas ra multiplicar de la figura 56, donde las longitudes han
sido omitidas por pereza, aprovechando que coinciden
Para entender esta figura, necesitamos algunas claves con las primeras áreas.
específicas. Una es que la tabla dedica las localidades de
la columna izquierda a los estados del ángulo en grados
(desde 0 hasta 180, cada ½), y las de la derecha, descom-
puesta en tres, a los estados de la longitud en sexagésimos
del radio del círculo, más sexagésimos de los sexagési-
mos, más sexagésimos de los sexagésimos de los sexagé-
simos. Otra clave es que la simbología original y la actual
son diferentes pero no independientes; y que, por lo tanto,
podemos emplear la tabla de la figura 54 para traducir. La
última clave necesaria es que, al escribir fracciones, se
anotaba una vez el numerador seguido de un acento y dos
veces el denominador seguido de dos acentos (por ejem- Fig. 56: Tabla para multiplicar europea de fines del siglo 15
plo, ιγ’κθ’’κθ’’ en vez de 13/29); pero, tratándose de
numerador 1, sólo se anotaba una vez el denominador se- En la Roma desmembrada del siglo 6, Anicio Manlio
guido de dos acentos (κθ’’ en vez de 1/29); y la fracción Torcuato Severino (“Boecio”, 480-524) escribió tablas
½ se anotaba como s’’. como la de la figura 56. La falta de independencia mutua
símbolo símbolo queda de manifiesto en forma apretada: los estados de
original actual una longitud se ubican en el borde superior, de izquierda
α 1 ζ 7 µ 40 a derecha; los de la otra longitud se ubican en el izquier-
β 2 η 8 ν 50 do, de arriba hacia abajo; y los del área se ubican dentro
γ 3 θ 9 ξ 60 del rectángulo, bajo los de la primera longitud, en la co-
δ 4 ι 10 ο 70 lumna correspondiente, y al lado de los que interesan de
la otra longitud, en el renglón adecuado.
ε 5 κ 20 π 80
Las tablas con esa fisonomía han sido generalizadas pa-
ς 6 λ 30 ρ 90 ra representar a otras faltas de independencias mutuas
Fig. 54: Tabla para traducir (entre tres o más variables). Como ejemplo, la figura 57
muestra lo que pudo haber sido una tabla para sumar de la
Así, suponiendo que R es el radio del círculo, podemos
edad media europea, con menos omisiones perezosas.
traducir el renglón central de la figura 53 como:
23½ 24⋅R/60+26⋅(R/60)/60+13⋅((R/60)/60)/60
o, parecidamente:
23,5 0,407282407⋅R.
Hoy, con más precisión, escribiríamos:
23,5 0,407283502⋅R.
La tabla de la figura 54 tendía a ocupar muchos reglo-
nes; por eso, fue partida y escrita por pedazos, unos al la-
do de otros. Es una solución vieja. Cuando las tablas se
refieren a independencias mutuas, faltas de independen- Fig. 57: Tabla para sumar, disfrazada de europea medieval
cias mutuas o dependencias entre más variables, la ten-
dencia a ocupar muchos renglones crece; es el caso, por Intercambiando ubicaciones, “varíe x a 1 e y a 3” nos
ejemplo, de las tablas que representan a la falta de inde- pide lo mismo que “varíe y a 3 y x a 1”; además, “varíe x
pendencia mutua entre las longitudes de los lados de un a 1 e y a 3; o varíe x a 1 e y a 4;...” nos pide lo mismo que
rectángulo y el área correspondiente: las tablas para mul- “varíe x a 1 e y a 4; o varíe x a 1 e y a 3;...”. Por consi-
tiplicar, que aportan una solución más radical, también guiente, hay varias secuenciaciones posibles para abreviar
vieja. la representación de una independencia mutua, una falta
Para determinar rudimentariamente las áreas de los de independencia mutua o una dependencia, y la tabla co-
rectángulos y las longitudes de sus lados, marcamos éstos rrespondiente se puede escribir de varias maneras.
a intervalos regulares y cuadriculamos aquéllas según las
Aquí debemos dejar constancia que, para la escritura de
una tabla correspondiente a una dependencia con orienta-
ción conocida, existe una manera convenida: la columna
derecha (la última en la tradición occidental), si la tabla
se parece a la figura 50, o el interior del rectángulo, si se
parece a la figura 56, debe dedicarse a la variable depen- Fig. 61: Una secuencia de cuatro etapas y tres transiciones,
diente. Como algunas personas no respetan este convenio, con una inversión de una dependencia
ejercitémonos un poco intercambiando las localidades
dadas a los estados de x e y en la figura 58, que muestra La tabla de la etapa final en la figura 60, se parece a la
dos escrituras diferentes y no estándares de una misma de la etapa inicial. Eso es fortuito. En general, pueden ob-
tabla para una dependencia entre x y z (dominantes) e y tenerse resultados bastante diferentes y hasta molestos.
(dependiente) como la de la figura 46. Como ejemplo, intercambiemos las localidades dedicadas
y z x a los estados de z y de y en la tabla de la figura 62.
1 3 6 3 4 z 0 0 1 1 x
1 4 5 1 6 5 0 1 0 1 y
2 3 5 2 5 6 0 2 3 2 3
2 4 6 y x 1 3 3 2 2
Fig. 58: Dos escrituras de una tabla w z
Fig. 62: Una tabla
Para enmendar la escritura izquierda de la figura 58,
basta intercambiar las columnas dedicadas a x y a y. Lo Ahora tenemos problemas con los renglones y no con
que puede entorpecer, es que queramos que las dos pri- las columnas; en vista de ello, podemos seguir un método
ligeramente diferente:
meras columnas queden con un orden preestablecido; pe-
1. repita el renglón dedicado a y sobre cada renglón de-
ro esto se resuelve después, intercambiando renglones.
dicado a z, observando que con ello se forman tablas
Observemos la figura 59.
pequeñas tumbadas (una para cada combinación de
estados de w y x);
2. intercambie los renglones dedicados a y y a z en cada
tabla pequeña;
3. intercambie columnas en cada tabla pequeña, para
que su primer renglón muestre un orden preestable-
Fig. 59: Una secuencia de tres etapas y dos transiciones, para cido;
una re-escritura de una tabla.
4. desande la etapa 1 (con los renglones dedicados a z).
Para enmendar la escritura derecha de la tabla en la fi- La figura 63 ilustra este caso.
gura 58, necesitamos pensar un poco más. Hay varias op-
ciones pero, como los problemas están en las columnas,
cabe el método siguiente:
1. repita la columna dedicada a y ante cada columna
dedicada a x, notando que así se forman tablas pe-
queñas (una para cada estado de z);
2. intercambie las columnas dedicadas a y y a x en cada
tabla pequeña, e intercambie renglones en cada tabla
pequeña para que su primera columna quede con un
orden preestablecido;
3. desande la etapa 1 (con las columnas dedicadas a x, Fig. 63: Una secuencia de cinco etapas y cuatro transiciones,
no a y). para una re-escritura de una tabla
La figura 60 ilustra la situación.
Veamos otros ejemplos: en la Europa medieval pudo
haberse hecho con la tabla para sumar de la figura 57 y
con la tabla para multiplicar de la figura 56, lo que sugie-
re la figura 61; y con eso pudo haberse obtenido la tabla
para restar y la parte de la tabla para dividir de la figura
Fig. 60: Una secuencia de cuatro etapas y tres transiciones, 64.
para una re-escritura de una tabla

Si las tablas de la figura 60 pretendieran representar a


dependencias orientadas realmente, por lo menos dos
trasgredirían el convenio al respecto por la inversión rea-
lizada entre las etapas segunda y tercera. La figura 61
procura recalcar el asunto.
___________________________________________
11. FÓRMULAS

Rellenar localidades vacías como las de la izquierda de


la diagonal de unos en la tabla para restar, fue una labor
que exigió decretar la existencia del cero (0, por ejemplo
para la primera localidad del primer renglón) y la de los
números negativos (como –1 para la segunda localidad de
la primera columna). Rellenar localidades vacías como
las de la izquierda de la diagonal de unos en la tabla para
dividir, exigió decretar la existencia de los números frac-
cionarios (como 0,5 para la segunda localidad de la pri-
mera columna). Rellenar localidades vacías como las que
surgen en las tablas para sumar y para multiplicar con las
existencias del cero, de los números negativos y de los
números fraccionarios, exigió otros ajustes que llevaron
de vuelta a las localidades de las tablas para restar y para
dividir.
Fig. 64: Una tabla para restar y parte de una para dividir dis- Una labor de siglos indujo tablas para sumar, restar,
frazadas de europeas medievales multiplicar y dividir imposibles de escribir completas.
Por esa imposibilidad surgieron maneras de formarlas a
Con el intercambio de localidades, las tablas como las pedido, y de pedirlas con fórmulas 32.
tratadas recién pueden quedar con unas localidades vacías Actualmente, damos por sabidos, de la Aritmética
y otras ocupadas por varios estados en una disyuntiva. aprendida cuando éramos niños: una tabla parcial para
Eso molesta porque las tablas con rectángulos para las va- sumar como la de la figura 57 (donde el “o” implícito pi-
riables dependientes fueron concebidas en una tradición de un renglón único, también implícito, pero que puede
larga de acostumbramiento a casos especialmente cómo- ser ajeno a la tabla); un método para completarla (con
dos. Cada caso de esos involucra a una variable depen- renglones agregables); y el símbolo “+”, que data de la
diente, tiene las otras (las dominantes) independientes en- Holanda de principios del siglo 16 y pide formar lo que
tre sí, y restringe tan estrictamente a la dependiente que, se necesite para sumar, mediante esa tabla parcial y ese
junto a cada combinación de estados de las dominantes, método. Con la tabla para restar y “-”, con la tabla para
la obliga a un estado único. En la tabla de cuerdas de la multiplicar y “⋅”, con la tabla para dividir y “:”, y con
figura 53, por ejemplo, entendemos (fingidamente, al otras tablas y otros símbolos, ocurre lo mismo.
menos) que la longitud de la cuerda es la variable depen- Al respecto: el símbolo “⋅” nos hace mordernos la cola
diente, que el ángulo es la dominante y que el estado κγs” otra vez, porque apareció en los capítulos 8 y 9 para afi-
del ángulo obliga a la longitud a estar únicamente en narnos las nociones de independencia mutua y de falta de
κδ κς ιγ. En la tabla para multiplicar de la figura 56, por ella, que desembocaron en este. Y la conjunción “o”
su lado, entendemos que el área del rectángulo es la va- implícita en las tablas nos queda con algunas suposi-
riable dependiente, que las longitudes de los lados son las ciones dependientes del contexto, por la existencia de ta-
dominantes y que, si una longitud debe variar a 2 y la otra blas parciales: (casi) siempre nos pide considerar un
a 4, el área debe variar estrictamente a 8, sin otra opción. renglón único por vez, pero en algunos casos nos prohíbe
cualquier renglón ajeno a la tabla y en otros casos nos lo
acepta. Hay tablas cabales y tablas parciales. He aquí un
secreto travieso que niega la inteligencia a quienes no
están en la complicidad.
Sigamos. Los símbolos como “+”, “-”, “⋅” y “:”, son
partes de las fórmulas; pero faltan las variables, como d,
e1, e2,... ed, v y ev en los capítulos 8 y 9.
Para hacer presentes las variables hay varios convenios.
Vamos a la tabla para sumar de la figura 57 del capítulo
10. Una vez identificadas las tres variables involucradas,
digamos x y z por los bordes del rectángulo e y adentro, la

32
“fórmula. (Del lat. formula). f. Medio práctico propuesto
para resolver un asunto controvertido o ejecutar una cosa difícil.
//2. Receta del médico o para confeccionar alguna cosa... //4.
Mat. Resultado de un cálculo, cuya expresión, reducida a sus
más simples términos, sirve de pauta y regla para resolución de
todos los casos análogos...”. “Fórmula” habría aparecido en el
castellano escrito a comienzos del siglo 17, precedida por
“horma”, a fines del 15, “forma”, a comienzos del 15, y
“formar”, en el 13.
fórmula para sumar es con una de las primeras a cada la-
do del símbolo “+”: x+z. Una justificación para este con- x z x:z
venio es que así se tiene una ventaja tipográfica porque se 1 1 1
respeta la secuenciación horizontal de la escritura; otra es 1 2 0,5
que se aprovecha el símbolo “+” para destacar por se- 1 3 0,333...
parado las variables x y z. Pero la tercera variable, y, cu-
yos estados se ubican dentro del rectángulo, se oculta. La 2 1 2
excusa es que queda tan restringida porque cada combi- 2 2 1
nación de estados de las otras le permite un estado único, 2 3 0,666...
que es como si no tuviera existencia propia y esas otras la
engendrasen cada vez. Esa excusa se ciñe a la conducta 3 1 3
empleada en el lenguaje doméstico cuando se da a un 3 2 1,5
efecto el nombre de la acción que lo provoca (por ejem- 3 3 1
plo, en “interpolación. (Del lat. interpolatio, -onis) f.
Acción y efecto de interpolar”), y también a la conducta Fig. 65: Una tabla parcial para dividir
usada con los esclavos a quienes se les reemplazaba sus
identidades por las de sus amos. Así se insinúa que la ter- La tabla de la figura 65 muestra 1 2 0,5 en su segundo
cera variable depende de las dos primeras. En verdad, an- renglón de estados, y no muestra 2 1 0,5 en ninguno;
te una expresión como “x+z” es el interlocutor quien tiene además, muestra 2 1 2 unos renglones más abajo, y no
que hacer todas las variaciones; pero la insinuación se 1 2 2 en ninguno. Para no olvidar eso, se da nombres di-
afirma porque, en el uso, la tercera variable, oculta, se
ferentes a las variables dominantes: “numerador” para
varía después que las dos primeras, explícitas, lo que nie-
cualquiera que vaya antes tanto en la tabla (a la izquierda)
ga a la tercera variable el carácter de dominante. Todo
eso introduce un par de ambigüedades primordiales: la como en las fórmulas “x:z” (a la izquierda) y “ ”(arriba);
secuenciación por la que llamamos “primeras” a las va-
y “denominador” para cualquiera que vaya después, tanto
riables x y z, y “tercera” a la y oculta tras x+z, es la exigi-
en la tabla (más a la derecha) como en las fórmulas “x:z”
da por el adverbio “respectivamente” para las abreviatu-
ras del capítulo 10, y afecta tanto a la tercera variable (a la derecha) y “ ”(abajo). Aunque en el uso x e y se
como a las dos primeras (esto es, a la primera y a la se-
varían sin respetar cuál fue puesta por el adverbio “res-
gunda, que, en el uso, se varían sin respetar cuál fue pues-
pectivamente” antes y cuál después, no podemos ignorar
ta por el adverbio antes y cuál fue puesta después); pero,
impunemente su secuenciación en las fórmulas, porque
por lo expuesto aquí, suele fingirse que x y z son domi-
ésta recuerda la secuenciación convenida para las colum-
nantes y que y es dependiente (y existe un convenio
nas de las tablas correspondientes.
según el cual, si se trata de representar a una dependencia
Para que los diagramas que corresponden tanto a las ta-
con orientación conocida mediante la fórmula, la variable
blas como a las fórmulas declaren la secuenciación nece-
oculta debe ser la dependiente); por otro lado, suele usar-
saria sin provocar confusiones de inteligencia ni coarta-
se “x+z” para representar igualmente tanto a la estructura
ciones inútiles de la soltura, podemos agregarles números
fingidamente causal de variables x, z e y relacionadas por
consecutivos cerca de las variables dominantes (más que
+, como a la variable fingidamente dependiente y. En lo
líneas de transición con puntas de flechas, porque éstas
que sigue, vamos a usar tales ambigüedades sin adverten-
tienden a confundírsenos con las de dependencia y se nos
cias.
enredan fácilmente). Pero, como sugiere la figura 66, si la
La fórmula para restar es parecida a la fórmula para su-
secuenciación ha originado apelativos diferentes para las
mar, con una variable dominante a cada lado del símbolo
variables dominantes, podemos agregar las letras iniciales
“-”, y sin la dependiente: x-z. La fórmula para multiplicar
de esos apelativos en vez de los números; y si la secuen-
a veces es con una variable dominante a cada lado del
ciación es fortuitamente irrelevante (como en la fórmula
símbolo “⋅”, y sin la dependiente: x⋅z; otras veces es con para multiplicar, a cuyas variables dominantes se da el
el símbolo “×” en vez del “⋅”: x×z; y muy a menudo es sin apelativo indiferente de “factores”), podemos abreviar
símbolo: xz. La fórmula para dividir a veces es con una evitando los agregados.
variable dominante a cada lado del símbolo “:”, sin la de-
pendiente: x:z; otras veces es con el símbolo “/” en vez
del “:”: x/z; y otras veces es con el símbolo “___” en vez
de los anteriores, cambiando la secuenciación horizontal
por una vertical ya que es con una variable dominante so-
bre ese símbolo y con la otra debajo: .

Al respecto, podemos reescribir la tabla para dividir de


la figura 64, con omisiones y rellenos, según la 65.
Fig. 66: x+z, x-z, x⋅z, y x:z (“m”, “s”, “n” y “d” por “minuen-
do”, “sustraendo”, “numerador” y “denominador”, respectiva-
mente)

Otra fórmula parecida porque alude a un trío de va-


riables declarando dos, ocultando una y fingiendo una
dependencia orientada, es, por ejemplo, la fórmula para
elevar a potencia: xz. Su instauración fue lenta. Su escritu- “y=sin(x)”, o “y=x+z”, lo que da las estructuras de la figu-
ra es sin ningún símbolo, como la de xz, y se diferencia ra 69.
por apelar a un superíndice derecho que abandona la se-
cuenciación horizontal y la reemplaza por una inclinada.
La ocultación de las variables dependientes es cómoda
cuando se quiere simplificar el punto de vista dejando de
percibir algunas variables. Pero cuando se trata de lo con- Fig. 69: y=sin(x) e y=x+z
trario, de recuperar la percepción de algunas variables,
esa ocultación es, por supuesto, molesta. No se anota “y=<x”, con la excusa de que en “<x”
El símbolo “=”, para igualar, data de la Inglaterra de habría una variable dependiente que no queda restringida
mediados del siglo 16 y permite recuperar las identidades a un estado único ante cada estado de la dominante, x.
de las variables dependientes. La fórmula completa es Tampoco se anota “y=>x” ni “y=≠x”, con excusas pareci-
con una variable a cada lado del símbolo “=”; por ejem- das. Tampoco se anota y= =x”, aunque en “=x” sí podría
plo: x=z. Así, la escritura es muy parecida a la de x+z, con haber una variable dependiente que queda restringida a
respeto por la secuenciación horizontal y aprove- un estado único ante cada estado de la dominante, porque
chamiento del símbolo “=” para destacar a x y a z por se- se cree ridículo. Y sí se anota “y=±x”, entendiendo que en
parado; pero el significado es muy diferente pues “x=z” “±x” hay una variable dominante y una dependiente res-
no alude a un trío de variables, como “x+z”, sino sólo a
tringida a dos estados ante cada estado de la dominante
un par: a x y z, ambas declaradas. Y a veces se trata de
(excepto 0).
una variable dominante y una dependiente, que se escribe
Estos son algunos otros secretos traviesos que niegan la
por convenio en el lado izquierdo (al revés que en las ta-
inteligencia a quienes no están en la complicidad. Se
blas y quizás como homenaje a los árabes, que escriben
agrega a ellos los del uso de paréntesis de tres especies,
de derecha a izquierda); pero a menudo se trata de dos va-
un poco a la manera de signos de puntuación domésticos,
riables con una falta de independencia mutua cuya orien-
y los de la supresión de paréntesis según convenios.
tación no se clarifica ni finge. La figura 67 bosqueja am-
Hay más. Se acostumbra leer “x+z” como “x más z”,
bas estructuras.
“x=z” como “x es igual que z”, y “sin(x)” como “seno de
x”. La disparidad de lecturas es evidente. En la primera
lectura no hay una oración completa, porque el oculta-
Fig. 67: x=z miento de la variable dependiente amputa un elemento e
impide tenderle una relación mediante un verbo; hay sólo
Otras fórmulas parecidas a x=z porque aluden a pares una secuencia de nombres de símbolos, como en un dele-
de variables declarándolas todas y a menudo no fingiendo treo “a zeta u ele” de la palabra “AZUL”. Según esto, en
dependencias orientadas, son, por ejemplo, x<z y x>z, que la última lectura se deletrearía “ese i ene paréntesis abier-
datan de la Inglaterra de principios del siglo 17, y x≤z, to x paréntesis cerrado”; pero no se hace así; no hay una
x≥z y x≠z, que surgieron algo después. oración completa ni un deletreo; hay una frase sustantiva:
Pero desde el siglo 18 también hay fórmulas que aluden la que ha sustituido al nombre propio de la variable de-
a pares de variables sin declararlas todas, y fingen depen- pendiente, bautizándola como esclava de la dominante.
dencias; por ejemplo, sin(x) y cos(x). En estas fórmulas, Según esto, en la primera lectura se frasearía “suma de x
cuya situación aparece ilustrada en la figura 68, se vuelve y de z”; pero no se hace así. En la lectura intermedia no
a ocultar la variable dependiente (con la excusa de antes), se frasea “x, igual de z” y, aunque puede deletrearse “x
y se vuelve a representar igualmente tanto a la estructura igual z”, normalmente se dice una oración completa: “x es
causal como a la variable dependiente. igual que z”. Es una oración en modo indicativo: una des-
cripción.
Para sopesar mejor el embrollo, repasemos algunas
fórmulas europeas que dieron paso a las actuales 33:
Fig. 68: sin(x) 1494, Luca Pacioli (1445-1517):
“Trovame.1.no.che gi o to al suo q drato facia.12”
Otras fórmulas parecidas a sin(x) porque aluden a pares (“x+x2=12”).
de variables ocultando las dependientes, son, por ejem- 1514, Giel van der Hoecke (usó el símbolo “+” para su-
plo, x2, x3, y , que venían fraguándose al menos mar):
desde el siglo 15 y culminaron en xz; y también cos(x), “4 Se.-51Pri.-30N. dit is ghelijc 453/4”
tan(x), cot(x), sec(x), csc(x), ex y ln(x). (“4⋅x2-51⋅x1-30⋅x0=45,75”).
En resumen, actualmente hay por lo menos fórmulas de 1525, Christoff Rudolff (1499-1545):
tres especies: unas que aluden a tríos de variables fin- “Sit 1 aequatus 12 -36”
giendo la orientación de la dependencia pero ocultando (“1·x2=12⋅x-36”).
las variables dependientes (como x+z), otras que aluden a 1546, Niccolò Fontana (Tartaglia, 1500-1557):
pares de variables declarándolas todas pero esquivando la “Trovame uno numero che azontoli la sua radice
orientación (como x=z), y otras que aluden a pares de va- cuba venghi sei, cioè. 6”
riables fingiendo la orientación pero ocultando las varia-
bles dependientes (como sin(x)). (“x+ =6”).
Para recuperar la variable dependiente y si se la ha
ocultado escribiendo sin(x), o x+z, se suele anotar 33
Recorte intervenido de: D. Smith, 1958, History of
Mathematics, Dover, New York.
1557, Robert Recorde (¿1510?-1558; usó el símbolo “=” elevar a potencia insinuada en la figura 71, y según la es-
para igualar): tructura de la 72”.
“14 . 15. 71. ”
(“14⋅x1+15⋅x0=71⋅x0”).
1572, Raffaele Bombelli (1526-1572): x z xz
“1 P. 8 eguale à 20” 1 1 1
(“x6+8⋅x3=20”). 1 2 1
1586, Pierre de la Ramée (Ramus, 1515-1572): 1 3 1
“lq 8l aequatus sit 65”
(“1·x +8⋅x1=65”).
2
2 1 2
1590, Vieta (después usó letras para identificar varia- 2 2 4
bles): 2 3 8
“lQC-15QQ+85C-225Q+274N, aequatus 120”
(“1·x6-15⋅x4+85⋅x3-225⋅x2+274⋅x1=120”). 3 1 3
1608, Christoph Klau (Clavius, 1538-1612): 3 2 9
“Sit aequatio inter 1.3 & 800. -156751” 3 3 27
(probablemente, “1·x3=800⋅x1-156751”).
Fig. 71: Una tabla parcial para elevar a potencia
1631, William Oughtred (1574-1660):
“ Z±√ q: Zq-AE =A”

(“0,5⋅z± =A”).
1631, Thomas Harriot (¿1560?-1621; usó los símbolos
“<” y “>” para hacer menor y mayor; edición póstuma): Fig. 72: xz (“b” y “e” por “base” y “exponente”, respectiva-
“aaa-3⋅bba +2⋅ccc” mente)
3 2 3
(“a -3⋅b ⋅a=2⋅c ”).
La figura 72 se parece a la 50. Podemos regresar otra
1637, René Descartes (1596-1650):
vez al caso izquierdo de la figura 45, interpretando que
“yy cy-- y+ay-ac” estamos ante una dependencia variable y dependiente de
z. Además, como hicimos en la figura 60 al re-escribir
(“y2=c⋅y- ⋅y+a⋅y-a⋅c”) una tabla, podemos mantener fijo un estado de z; por
ejemplo, 3 para que surja x3 aludiendo a un par de varia-
1693: John Wallis (1616-1703): bles: a x y “x3”. Observemos la figura 73.
“x4+bx3+cxx+dx+e=0”
(“x4+b⋅x3+c⋅x2+d⋅x+e=0”).
1736: Isaac Newton (1643-1727):
“x3-ax2+axy-y3=0”
(“x3-a⋅x2+a⋅x⋅y-y3=0”). Fig. 73: Una secuencia de cuatro etapas y tres transiciones,
1748: Leonhard Euler (1707-1783; usó las expresiones para “x3”
simbólicas “sin” y “cos”):
“ev√ -1=cos.v+√-1⋅sin.v” De manera parecida surgen “1·x3”, “x1”, “800⋅x1” y
(“ev⋅i=cos(v)+i⋅sin(v)”). “800⋅x1-156751”, cada una aludiendo a un par de va-
“Trovame” (“encuéntrame”) y “sit” (“sea”), las formas riables como sugiere la figura 74.
verbales que aparecen entre las fórmulas repasadas, no
están en modo indicativo, sino imperativo. Originaria-
mente, “x=z” no describe “x es igual que z” sino pide
“iguale x a z” o, mejor, “varíe z y x (las variables) según
la tabla para igualar insinuada en la figura 70: a 1 y 1, a 2
y 2, a 3 y 3,... etcétera, respectivamente”. Fig. 74: Una secuencia de cuatro etapas y tres transiciones,
para “800⋅x2”
z =z
1 1
Ahora podemos poner la petición de Clavius en la figu-
2 2
ra 75.
3 3

Fig. 70: Una tabla parcial para igualar

Revisemos, por ejemplo, la petición de Clavius (enten-


dida como “1·x3=800⋅x1-156751”).
Para ello, consideremos primero “xz”. La expresión alu-
de a un trío de variables y oculta la dependiente. En parti- Fig. 75: La petición de Clavius (en una estructura viciada cau-
cular, la fórmula pide “varíe x, z y xz según la tabla para salmente)
La figura 75 aclara más la petición y delata su carácter
problemático, porque hace evidente que x, como variable
dominante, repercutiría en las dos dependientes inferio-
res, 1·x3 y 800⋅x1-156751, cuya igualación no es una tri-
vialidad. Peor: hace evidente que, con cualquier orienta-
ción de la igualación, estamos obligados a declarar vicia-
da la figura como estructura causal, porque intenta mos-
trar una variable dependiente por dos dependencias dife-
rentes.
Como explicaremos en el capítulo 20, podemos resolver
la petición de Clavius con esta petición parcial: “varíe x a
-58,851508917837...” (y, así, x3 y 800⋅x-15675 a
-203832,207134...). Pero en este libro no alcanzamos a
tratar las resoluciones más cabalmente. Sólo podemos
exponer que las peticiones problemáticas parecidas a la
de Clavius, se estiman resueltas cuando se las reemplaza
por disyuntivas de peticiones sin carácter problemático
(como “varíe x a -58,851508917837...”, la cual es una de
tres opciones en la disyuntiva cabal) y que, aparte de lo
que explicaremos, hay resoluciones basadas en variar
paulatina y cautelosamente las estructuras de las peticio-
nes, sin afectar a las disyuntivas que las resuelven, hasta
dar con esas disyuntivas. Por ejemplo, en el caso de la pe-
tición de Clavius y sin pretender resolverla así, podríamos
variar la estructura (viciada) de la figura 75, complicán-
dola hasta la segunda (también viciada) de la 76 que, en
fórmula, es “1·x3+156751=800⋅x1-156751+156751”; eso
no afecta a la disyuntiva que resuelve el problema por-
que, según las tablas para sumar y restar, la igualación de
las dos variables dependientes inferiores de la figura 75
asegura la igualación de las dos agregadas como infe-
riores en la segunda estructura de la figura 76, y vi-
ceversa; enseguida podemos variar esa segunda estructu-
ra, simplificándola hasta la tercera (también viciada) de la
misma figura que, en fórmula, es “1·x3+156751=800⋅x1”;
esto tampoco afecta a la disyuntiva que resuelve el pro- Fig. 76: Una secuencia de tres etapas y dos transiciones, para
blema porque, según las tablas para sumar, -156751 una variación de la petición de Clavius
+156751=0 y 0, como sumando, es inocuo; etcétera.
En la Arabia de principios del siglo 10, Muhammad ibn
Musa al-Jwarizmi (¿780-850?) inició en su Al-jabr w’al-
mukabalah las resoluciones de la especie señalada, expo-
niendo, medularmente, que la disyuntiva que resuelve
“y=x-z” no es afectada por variar tal fórmula a “y+z=x”.
Esas son las resoluciones algebraicas, que desbordan al
libro actual aunque usemos, de vez en cuando, algo de lo
que de ellas aprendimos mientras éramos niños.

Fig. 77: Al-jabr

Es importante comparar la figura 77 con las dos etapas


extremas de la 61 y reconocer, en la inversión entre las
etapas intermedias de la 61, la contravención de la orien-
tación de la causalidad.
El Álgebra campea en la desorientación, con la ambiva-
lencia que conlleva ese sustantivo apegado a la confu-
sión: por un lado, la sensación de perdimiento, y, por el
otro, la concesión de parecidos asociativos y, a la postre,
unificadores.
___________________________________________
12. GRÁFICOS CARTESIANOS

Las tablas y las fórmulas representan abreviadamente a


las independencias mutuas, faltas de independencias mu-
tuas y dependencias entre variables, pidiendo al interlocu-
tor que, en ficción al menos, se encargue del “alma” de
las libertades y restricciones que se imponen las variacio-
nes entre sí. Así como las tablas pueden ser demasiado
largas, las fórmulas pueden ser demasiado pocas. Hay
otro modo tradicional de hacer la representación. Recurre
a conocimientos más antiguos que los algebraicos: a co-
nocimientos geométricos.
Nuestra visión terrenal está muy marcada por dos per- Fig. 78: Una secuencia de seis etapas y cinco transiciones, pa-
cepciones del mundo natural: la verticalidad de las caídas ra la explicación de Pitágoras, y un dibujo árabe del siglo 13
al suelo, y la horizontalidad del encuentro lejano entre el
suelo y el cielo. Ambas, cruzadas, definen el ángulo recto La explicación sería ésta: ante cualquier triángulo con
que copiamos en herramientas triangulares elaboradas pa- un ángulo recto, como el de la primera etapa de la figura
ra transportarlo al mundo artificial: las escuadras. 78, se puede formar un cuadrado cuyos lados tienen la
En la Babilonia de entre los siglos 19 y 16 a.C., los longitud de la hipotenusa, como el de la segunda etapa de
constructores no sólo escribían tablas: también usaban la- la figura; ese cuadrado se puede formar poniendo en po-
drillos y eran diestros en mover escuadras para formar siciones adecuadas cuatro triángulos como el original, y
rectángulos y cuadrados. Además, tenían modos canóni- agregando un relleno cuadrado en el centro si los triángu-
cos de formar las escuadras mismas; por ejemplo, me- los tienen catetos con longitudes diferentes, según la ter-
diante el método siguiente: cera etapa; dos de esos triángulos (los derechos) se pue-
1. trace un cateto; den desplazar para formar otro cuerpo, según insinúa la
2. proyecte el otro desde un extremo girando una cuer- cuarta etapa de la figura; ese cuerpo también se puede
da como compás, con una longitud que sea tres cuar- formar poniendo en posiciones adecuadas dos cuadrados
tos de la longitud del cateto original; cuyos lados tienen las longitudes de los catetos de los
3. proyecte la hipotenusa desde el otro extremo girando triángulos, según muestra la quinta etapa; un razonamien-
otra cuerda cuya longitud sea cinco cuartos de la lon- to adicional leve, concluye el legado: la suma de las áreas
gitud del cateto original; de estos dos cuadrados últimos, debe ser igual que el área
4. y concluya la escuadra donde se encuentren las pun- del primero.
tas de las cuerdas. En otro ámbito, Pitágoras halló algunas relaciones entre
Los catetos son los dos lados del ángulo recto de la es- la armonía melódica que lograban los músicos pulsando
cuadra, y la hipotenusa es el tercer lado. Los egipcios instrumentos de cuerdas, y las longitudes de las partes vi-
hacían lo mismo, después. Así, en vez de acarrear gran- brantes de esas cuerdas: haciendo vibrar una cuerda tensa
des escuadras para trabajar en grande, probablemente los en toda su longitud, se produce una nota; haciéndola vi-
constructores babilonios y egipcios llevaban cuerdas. brar en la mitad de su longitud, se produce una nota más
En la Grecia del siglo 6 a.C., Pitágoras de Samos (582- aguda que resulta armónica con la anterior; haciéndola
507 a.C.) puso más atención a los cuadrados, a los vibrar en un tercio de su longitud, se produce una nota
rectángulos y a los triángulos propios de las escuadras. aún más aguda, que resulta armónica con las dos anterio-
Como resultado legó un conocimiento geométrico nota- res; y así en muchos casos donde la longitud de la parte
ble: en el triángulo de cualquier escuadra (con un ángulo vibrante de la cuerda corresponde a un número frac-
recto), las longitudes de los lados no pueden ser indepen- cionario de la original. Haciendo vibrar la cuerda en otras
dientes entre sí porque el área de un cuadrado cuyos lados longitudes, se pierde la armonía. Tal hallazgo tuvo un
tienen la longitud de la hipotenusa del triángulo, debe ser carácter mágico que Pitágoras supuso replicado en los
igual que la suma de las áreas de dos cuadrados cuyos la- cielos, donde los cuerpos celestes orbitarían en esferas,
dos tienen las longitudes de los catetos del triángulo. Esto oscilando y constituyendo una música divina armonizada
se confirma, particularmente, en las escuadras formadas por números.
por los babilonios y egipcios, porque el área del cuadrado Por eso, en la Grecia del siglo 4 a.C., se concebía la
cuyos lados tienen la longitud del cateto proyectado es ciencia como fundada en cuatro sapiencias: la Geometría
nueve dieciseisavos del área del cuadrado cuyos lados (teoría de las formas terrenales), la Música (teoría de las
tienen la longitud del cateto original, de modo que la su- armonías), la Esférica (teoría de los cielos) y la Aritméti-
ma de ambas áreas es veinticinco dieciseisavos de la se- ca (teoría de los números).
gunda, y el área del cuadrado cuyos lados tienen la longi- Esta concepción fue respetada y difundida por los ro-
tud de la hipotenusa proyectada es, justamente, veinticin- manos.
co dieciseisavos de la segunda. Para la Música, la notación griega y la romana eran al-
Para poder referirse en ese legado a cualquier triángulo fabéticas. Pero, en la Europa del siglo 8 d.C. se empeza-
con un ángulo recto, Pitágoras se confió en una explica- ron a representar a las notas mediante puntos (“neumas”)
ción razonada que habría obedecido a la figura 78 y alen- puestos sobre las palabras del canto, como en la figura
tado después a al-Jwarizmi y a los algebristas. 79.
mostrar. Después de eso, tomando un punto a gusto en la
curva, como C, sobre el cual supongo que el instrumento
que sirve para describirla es apoyado, dibujo desde ese
punto C la línea CB paralela a GA y, porque CB y BA
son dos cantidades indeterminadas y desconocidas, las
llamo y a una y a la otra x. Pero, con el fin de encontrar el
nexo entre una y otra, considero también las cantidades
conocidas que determinan la descripción de esta línea
curva, como GA, a la cual llamo a; KL, que llamo b; y
Fig. 79: Neumas del siglo 10
NL paralela a GA, que llamo c. Después digo, ya que NL
Mientras más se distanciaba un neuma hacia arriba, más es a LK, o c a b, como CB, o y, es a BK, que es por con-
aguda se entendía la nota, como si un dedo variase la lon- siguiente ; y BL es , y AL es .
gitud de la parte vibrante de una cuerda tensa, o de una
columna de aire, encima de él. Ese fue el germen del pen- Además, ya que CB es a LB, o y a , como a, o
tagrama, por un lado, y de las cajitas de música, por otro.
Por cierto, los números fraccionarios de Pitágoras esta- GA, es a LA, o , multiplicando la segunda
ban cerca.
En la Francia de principios del siglo 17, Descartes deci- por la tercera se obtiene que es igual que
dió asociar las variables numéricas con longitudes varia-
bles. Empezó desdeñando los ángulos y contrariando la , la cual se obtiene multiplicando la primera
asociación de expresiones como “a⋅b” y “a2” con áreas de
rectángulos y cuadrados, al declarar: “por a2 o b2 o cosas por la última. Y así la ecuación que se requería encontrar
parecidas, no concibo ordinariamente más que líneas”. es , de la cual se conoce que la
Luego sentenció: “considerando la Geometría como una
ciencia que enseña a conocer las medidas de todos los línea EC es de la primera especie, como que en efecto no
cuerpos, no debe excluirse de ella más las líneas más es otra sino una hipérbola”.
complicadas que las más simples, mientras se las pueda El texto seguía largamente; y, a la larga, hizo tradicio-
imaginar descritas por un movimiento continuo, o por va- nal otra representación para las independencias mutuas,
rios que se siguen mutuamente y de los cuales los últimos faltas de independencias mutuas y dependencias entre va-
son enteramente regidos por los que los preceden, porque riables: los gráficos cartesianos, de la Geometría variable
34
de esta manera puede tenerse siempre un conocimiento . La figura 81 ilustra parte de la evolución de esta repre-
exacto de su medida”. Enseguida, entre varios ejemplos, sentación: ante el caso expuesto, podemos encargar al in-
puso el de la figura 80 como “el caso en que yo quiero terlocutor el “alma” de la falta de independencia mutua
saber de qué especie es la línea a la cual imagino descrita entre x e y, reemplazando las sujeciones, la regla GL y el
por la intersección de la regla GL y el plano rectilíneo plano CNKL por dos escuadras sueltas, y pidiéndole que
CNKL, cuyo costado KN se prolonga indefinidamente las deslice personalmente por las líneas AB y GA de ma-
hacia C y que, siendo movido sobre el plano de abajo en nera que cada escuadra mantenga un cateto apoyado en
línea recta, es decir de tal manera que su diámetro KL se una de estas líneas y cruce su otro cateto con el de la otra
encuentra siempre apoyado en algún lugar de la línea BA escuadra delante de la curva punteada EC, como en la se-
prolongada por una parte y la otra, hace mover cir- gunda etapa de la figura; luego, confiando en que el inter-
cularmente esta regla GL en torno al punto G, a causa de locutor se hará cargo, podemos dibujar graduaciones re-
que está de tal modo sujeto a ella que pasa siempre por el gulares en las líneas de apoyo para facilitarle la medición
punto L”. de x e y, y dejar las escuadras en calidad de virtuales para
despejarle el panorama, según la tercera etapa.

Fig. 80: Un caso dibujado por Descartes

“Escojo”, escribió después, “una línea recta, como AB,


para conectar a sus diversos puntos todos los de la línea
curva EC, y en esta línea AB escojo un punto, como A,
para comenzar por él el cálculo. Digo que escojo uno y
otra, debido a que es posible tomarlos de la manera que
34
se quiera. Porque, aún cuando hay muchas elecciones pa- “gráfico, ca. (Del lat. graphicus, y este del gr. γραφικοσ)....
ra volver la ecuación más corta y más fácil, de cualquier 4. m. y f. Representación de datos numéricos de cualquier clase
manera que se los tome, puede siempre hacerse que la por medio de una o varias líneas que hacen visible la relación o
línea resulte de la misma especie, lo cual es fácil de de- gradación que esos datos guardan entre sí”. “Gráfico” habría
aparecido en el castellano escrito durante el siglo 18.
una fórmula y dejó z afuera; lo curioso es que, según su
propia descripción, BA (“x”) y CB (“y”) dependerían de
LA (“z”), que da movimiento vertical a la escuadra NLK y
movimiento circular a la regla GL. Este par de fórmulas
pone a z explícitamente en su papel dominante:

A, B y C también aparecen como variables dominantes.


Pero un repaso más sutil de la descripción de Descartes
deja de manifiesto que hay puntos de vista diferentes. La
figura 83 intenta expresarlos.

Fig. 81: Una secuencia de tres etapas y dos transiciones, para


el surgimiento de los gráficos actuales

Actualmente, cada uno de tales gráficos consta de: dos


líneas de apoyo rectas y graduadas regularmente, una ver-
tical y otra horizontal cruzadas (dos “ejes”); dos escua- Fig. 83: Dependencias y variables en el caso de Descartes.
dras virtuales, que se deslizarían por los ejes, cada una
apoyada en un cateto, e intersecarían sus otros catetos; y A menudo se usan, sin aclaración suficiente para la in-
puntos, líneas o superficies que piden al interlocutor que teligencia, variables dominantes en puntos de vista
haga virtualmente las intersecciones sobre ellos, desli- diferentes: unas manteniendo fijos sus estados y fijando
zando las escuadras. Así, el interlocutor debe encargarse con ellos algunas dependencias, como GA (“A”), KL
del “alma” de las libertades y restricciones entre las varia- (“B”) y NL (“C”) en el caso de Descartes; otras variando
ciones. y terminando de dominar a las variables dependientes,
Falta agregar que hay un convenio según el cual las lon- como LA (“z”) que Descartes subestimó en su esfuerzo
gitudes verticales de cualquier gráfico deben dedicarse a por la Geometría variable.
la variable dependiente, si se conoce la orientación de la Ya que las variables x e y dependen de la z en el caso de
dependencia. Descartes, y no la una de la otra, podemos dejar el último
Repasemos. Geométricamente, la figura 80 puede verse gráfico de la figura 81 como quedó.
como muestra la 82, con una escuadra abajo y otra, pro- Si quisiéramos considerar z, según el convenio mencio-
longada, arriba. nado antes y apelando al último par de fórmulas, habría
que esbozar la figura 84 con los ejes verticales señalados
en ella.

Fig. 82: Dos escuadras en el caso de Descartes

Descartes usó denominaciones de dos especies para las


longitudes: unas de dos letras (como CB) y otras de una
letra (como y). Las primeras son desastrosas en el Álge-
bra, donde dos letras suelen servir de fórmula para multi-
plicar (como cy, del mismo Descartes). La figura 82 usa
denominaciones de una letra, y pone de manifiesto una
longitud adicional: z (correspondiente a LA). Por propor- Fig. 84: Un par de gráficos en el caso de Descartes
ciones en la escuadra de abajo y en la prolongada arriba:
Para precisar mejor las claves de los gráficos, es conve-
niente estudiar un caso más simple que el de Descartes;
por ejemplo, la petición “varíe x e y a 1 y 2, a 2 y 4, o a 3
y 6, respectivamente” que, abreviada, corresponde a la
tabla parcial para duplicar de la figura 85.
Algebraicamente, se pueden hallar varios pares de
fórmulas con las mismas opciones. Descartes propuso
x y tinguir una fórmula particular para cada estado de z: una
1 2 para igualar (si z=1), una para duplicar (si z=2, como an-
2 4 tes), otra para triplicar (si z=3). Eso sugiere un gráfico pa-
3 6 ra cada estado de z. Se los puede dibujar superpuestos,
Fig. 85: Una tabla parcial para duplicar con leyendas apropiadas para no confundirlos. La figura
90 los muestra rellenos respecto a x, pero parciales en lo
Un gráfico que también abrevia la petición, es el de la que respecta a z.
figura 86.

Fig. 86: Un gráfico parcial para duplicar


Fig. 90: Tres gráficos parciales para multiplicar, superpuestos
La figura 87 insinúa una clave, con una ubicación vir-
tual de escuadras. Esa es otra clave de los gráficos. Y aún falta otra más,
que exige algún esfuerzo. El eje horizontal x de la figura
90 se parece a la primera columna de la tabla de la figura
89. Tendría que haber un eje horizontal z que se parezca
al primer renglón. La solución, tomando en cuenta que el
gráfico dedica las longitudes verticales a y, está en imagi-
narnos mirando la tabla de la figura 89 desde el rincón iz-
quierdo superior, y viendo, no un dibujo, sino una escul-
Fig. 87: Una clave con ubicación de escuadras tura: un eje vertical y erguido delante, apuntando al cielo;
un eje horizontal x tendido oblicuamente hacia la derecha,
Una fórmula que abrevia la petición original, es: pegado al suelo; un eje horizontal z tendido oblicuamente
hacia la izquierda, también pegado al suelo; y nueve pun-
tos suspendidos sobre el suelo según lo pedido a y para
Esta fórmula es más amplia en la petición de duplicar las distintas combinaciones de estados de x y z. Está cla-
que el gráfico y la tabla de las figuras 85 y 86, porque ro, entonces, que el gráfico completo requiere tres ejes:
hace una labor de relleno como la descrita en el capítulo uno horizontal para x, otro horizontal para z y uno vertical
11, que por lo menos permite pasar al gráfico de la figura para y. La figura 91 ilustra el resultado insinuando parte
88. del relleno total, que convierte al gráfico en una superfi-
cie rellena de puntos, extendida por el espacio. Pero esta-
mos ante un dibujo, sobre papel, de una situación tridi-
mensional. Eso siempre ocasiona dificultades de entendi-
miento por la falta de hondura en el papel. Para atenuar-
las, la figura tiene, ilícitamente, algo como sombras de
líneas en lo que sería el suelo.

Fig. 88: Un gráfico para duplicar más completo

Pero también permite pensar que alude sólo a las varia-


bles x e y como caso particular (en el estilo de las figuras
83, 74, 73, 63, 61 y 60, inducido por la 46 y la 45) de la
fórmula que sigue:

y de la tabla que muestra la figura 89.


1 2 3 z Fig. 91: Un gráfico para multiplicar más completo
1 1 2 3
2 2 4 6 Como refuerzo para el entendimiento, conviene: apode-
3 3 6 9 rarse de una caja de cartón con forma de paralelepípedo;
x y abrirle una cara; marcar por fuera, con líneas rectas, dos
Fig. 89: Una tabla parcial para multiplicar bordes consecutivos de la cara del fondo; marcar pareci-
damente las dos diagonales consecutivas que unen, por
En la tabla de la figura 89, es fácil repetir la columna dos caras laterales, a los extremos libres de las líneas
dedicada a x ante cada columna dedicada a y, notando que marcadas antes; hacer un número convenido de agujeros
así se puede obtener una tabla pequeña para cada estado (por ejemplo, siete) en cada línea marcada, desde un ex-
de z, de la misma manera que en la fórmula se puede dis- tremo hasta el otro y a distancias regulares (que no serán
las mismas para todas las líneas); zurcir la caja con un En la figura 94, los gráficos originales de la derecha son
hilo, a través de los agujeros, como sugiere la figura 92; y parecidos a los de la izquierda. Esto es fortuito otra vez.
estudiar con benevolencia la superficie insinuada por el Hablando de restar o de dividir, no ocurre lo mismo.
hilo (porque habrá detalles en el aire y, probablemente, Aprovechemos esta última aseveración para justificar
proporciones que no calcen). un ejercicio final acerca de los gráficos y de la multitud
de visiones diferentes que aceptan.
La figura 95 muestra tres gráficos parciales para dividir,
que corresponden a y=x:z.

Fig. 92: Una caja zurcida


Fig. 95: Tres gráficos parciales para dividir, superpuestos
La caja zurcida puede ayudar bastante porque la figura ¿Cómo quedan los gráficos si se rellena la información
92 acepta una multitud de visiones diferentes. Por ejem- respecto a z pero se restringe la visión a tres estados de x:
plo, puede ser mirada desde la derecha, justo frente al eje a 1, a 2 o a 3?
x, y restringiendo la visión a tres estados de x: a 1, a 2 o a Sin fórmulas ni gráficos espaciales ni cajas zurcidas, se
3. Así surgen los gráficos de la figura 93, que constan puede ejecutar el método siguiente con la figura 95:
sólo de líneas rectas y son, fortuitamente, muy parecidos 1. deslice una escuadra virtual por el eje x y fíjela cum-
a los originales de la figura 90. pliendo x=1;
2. observe las intersecciones de los tres gráficos con el
cateto en que no se apoya la escuadra, y tabule la de-
pendencia que las intersecciones indican entre z e y;
3. grafique lo tabulado y ponga una leyenda de lo cum-
plido;
4. repita lo anterior pero cumpliendo x=2 y, luego, x=3.
La figura 96 ilustra flojamente el caso y termina, efecti-
vamente, en gráficos que no son parecidos a los origina-
les de la figura 95.
Fig. 93: Tres gráficos parciales para multiplicar, superpuestos

La figura 92 también puede mirarse desde delante, obli-


cuamente por el costado derecho, y restringiendo la vi-
sión al perfil superior de la superficie graficada. Entonces
se aprecia que esa superficie tiene una curvatura.
Es digno de observarse que, pese a tal curvatura, el hilo
dentro de la caja se extiende en líneas rectas, como las
marcas hechas por fuera, y se cruza consigo mismo
tocándose sin presiones. Lo mismo ocurre, sin ninguna
curvatura, si se habla de sumar. La figura 94 da cuenta
apretada de este caso. Convendría zurcir otra caja.

Fig. 96: Una secuencia de cuatro etapas y tres transiciones,


para una re-escritura de gráficos

Aquí hace falta una confesión: como la tabla de la se-


gunda etapa es rala y no se ha usado la minuciosidad de
la fórmula correspondiente, los rellenos de las etapas pos-
teriores son riesgosos. Pero, aunque este no sea justamen-
te el caso, conviene resignarse a enfrentar rellenos riesgo-
sos porque sólo hay fórmulas minuciosas para algunas
dependencias y definir más fórmulas puede traer consigo
un cansancio grande.

Fig. 94: Gráficos para sumar


______________________________________________ forzar las coincidencias entre estructuras espaciales y es-
13. DIAGRAMAS DE BLOQUES tructuras causales.
Dejemos de lado esas coincidencias, que son inválidas
en general (incluso dentro de una célula neuronal y de un
bloquecito de plástico negro), y quedémonos con los me-
Las tablas, las fórmulas y los gráficos representan a in- ros diagramas resultantes, en las estructuras causales, de
dependencias mutuas, faltas de independencias mutuas y la variación en el punto de vista que ilustra la figura 98.
dependencias entre variables, de maneras conveniente-
mente abreviadas para quienes comparten la inteligencia
de algunos convenios, ambigüedades y secretos traviesos.
Sin embargo, son algo débiles en representar a las estruc-
turas causales de manera panorámica.
En tales estructuras, y en primera instancia, las depen-
dencias hacen de relaciones entre las variables que hacen
de elementos. Pero basta una variación ligera en el punto Fig. 98: Una secuencia de dos etapas y una transición, para
de vista, para convertir las dependencias en elementos y una variación de punto de vista acerca de xz
las variables, en relaciones.
En la Europa del siglo 19, varios biólogos investigaron En principio, los elementos de los diagramas de bloques
los tejidos vegetales y animales, y formaron y reformaron se representan con formas rectangulares, dentro de cada
conocimientos progresivos respecto a sus texturas celula- una de las cuales se anotan los detalles relevantes de la
res hasta que, cerca del fin del siglo, algunos se volvie- dependencia constituyente del elemento: números o letras
ron, circularmente, a investigar las texturas celulares de para la secuenciación de las variables; una contraseña
los tejidos en que radicarían las investigaciones y los co- simbólica, una tabla, una fórmula o un gráfico para la
nocimientos: los tejidos nerviosos y cerebrales. En estos identificación de la dependencia. Sin embargo, los ele-
tejidos conocieron células que poseen dendritas y axones mentos de los diagramas de bloques se representan a me-
delgados donde exhiben variables electroquímicas, y nudo con formas diferentes, convenidas para especificar
cuerpecitos más abultados donde establecen dependencias las dependencias ahorrando la anotación de detalles. La
entre esas variables: células neuronales. La figura 97 ex- figura 99 da algunos indicios al respecto.
hibe el dibujo de una, hecho por Santiago Ramón y Cajal
(1852-1934)

Fig. 99: Dependencias en bloques

Algunas formas, como la del diagrama derecho inferior


en la figura 99, se parecen suficientemente a las puntas de
Fig. 97: Una célula neuronal flechas para sugerir orientaciones en las dependencias re-
presentadas; otras no. Para sugerir orientaciones en estas
Así, en los cuerpecitos abultados y los axones y dendri- otras, convengamos en exportar las puntas de flechas des-
tas delgados de las texturas cerebrales aparecieron algu- de las dependencias hasta sus variables dominantes
nas coincidencias entre las estructuras espaciales y las es- (alejándolas de las dependientes, al revés de lo hecho en
tructuras causales: parecieron coincidir los recintos con los capítulos 11 al 12 y aunque quizás no sea lo más
las dependencias, como elementos, y las pasadas con las cuerdo). Como cada variable, en el punto de vista actual,
variables, como relaciones. puede relacionar a dos o más dependencias y ser domi-
A mediados del siglo 20, varios ingenieros se embelesa- nante en una o más, ese convenio puede ocasionar líneas
ron con la posibilidad de construir cerebros electrónicos y simples con una punta de flecha o líneas compuestas, con
discurrieron diagramas parecidos gruesamente a las célu- varias; por supuesto, si los elementos se refirieran a faltas
las neuronales, con dependencias como elementos y va- de independencias mutuas cuyas orientaciones no se han
riables como relaciones: los diagramas de bloques 35. clarificado, las líneas correspondientes podrían resultar
En la segunda mitad del siglo 20, los ingenieros simples o compuestas, pero sin puntas de flechas. La fi-
electrónicos se dedicaron a depurar artefactos parecidos a gura 100 hace aportes al tema.
los diagramas y a las células neuronales, y terminaron por
envasarlos en bloquecitos de plástico negro provistos de
terminaciones delgadas de metal, con los que procuraron
Fig. 100: Variables entre bloques

Hay que reconocer que algunas líneas pueden quedar


35
“bloque. (Del fr. bloc, y este del germ. block, bloque). m. con extremos en suspenso. Esa es una molestia concep-
Trozo grande de piedra sin labrar. //2. Sillar artificial hecho de tual al considerar las variables como relaciones, porque
hormigón. //3. Paralelepípedo recto rectangular de materia en los extremos suspendidos no hay elementos relaciona-
dura...”. “Bloque” habría aparecido en el castellano escrito
durante el siglo 19.
dos. Pero no necesitamos poner rigor en esto: podemos
dejar las variables problemáticas con sus extremos suel- fundimos con estructuras espaciales, los diagramas de
tos, en espera de dependencias que relacionar. bloques reducen los enredos porque permiten escribir
Lo que sí necesitamos, porque las células neuronales y concentradamente los detalles relevantes de cada depen-
los bloquecitos de plástico negro incitan a algunos vicios, dencia.
es repetir que las coincidencias entre las estructuras cau- La figura 101 sugiere un diagrama de bloques para la
sales y las estructuras espaciales son inválidas en general. petición de Clavius puesta antes en la 75. Pero, claro, la
Uno de tales vicios consiste en suponer un recinto (espa- figura 101 también es viciada como estructura causal.
cial) por cada dependencia (causal); otro, complementa-
rio, consiste en suponer una dependencia por cada recin-
to; otro, derivado de los anteriores, consiste en suponer
que los diagramas de bloques son representaciones de re-
cintos y pasadas, y que las variables viajan por ellos; y
otro consiste en hablar de “entradas” y “salidas” en cada
bloque, según las puntas de flechas apunten hacia adentro
o hacia fuera, y de “transformaciones” o “conversiones” Fig. 101: La petición de Clavius (en una estructura viciada
dentro del bloque. causalmente)
Hay moléculas neurotransmisoras que salen de las célu-
las neuronales por los axones, constituyendo caudales sa-
lientes; también hay moléculas de esas, que se adosan a
las dendritas sin entrar ni salir. Hay cargas eléctricas que
salen de los bloquecitos de plástico negro por unas
terminaciones, constituyendo corrientes salientes, y hay
cargas eléctricas que entran por otras terminaciones,
constituyendo caudales entrantes. Pero no es sensato
considerar que los caudales y corrientes entrantes a un
recinto dominan por el hecho de entrar, mientras los
caudales y corrientes salientes del recinto dependen por el
hecho de salir.
Para confundir “dominaciones” y “dependencias” con
“entradas” y “salidas”, respectivamente, añadiendo
“transformaciones” o “conversiones” al paso, tendríamos
que decidir que los viajeros importantes no son moléculas
ni cargas eléctricas ni algo parecido, sino “datos” o “in-
formación”. Pero nos sería muy difícil identificar como
información que entra a un recinto y sale de él trans-
formada, a una cantidad de moléculas que no entra ni sale
y a dos caudales salientes que se muestran dependientes
de esa cantidad, respectivamente, o a una corriente salien-
te y a una corriente entrante que se muestra dependiente
de la saliente, respectivamente. Y también nos sería muy
difícil perfilar la información para que viaje por una pa-
sada como la que le presentaría el segundo diagrama de la
figura 100, sin elegir una ruta en desmedro de otra ni par-
tirse en dos transitando por ambas.
Valga lo dicho antes: los diagramas de bloques son re-
presentaciones de dependencias o faltas de independen-
cias mutuas tomadas como elementos, entre variables
(dependientes y dominantes) tomadas como relaciones.
Porque toman las dependencias y variables de esa mane-
ra, los diagramas de bloques tienen una ventaja de escri-
tura que justifica su uso. Consideremos de nuevo la figura
66, que toma, al revés, las dependencias como relaciones
y las variables como elementos. Las líneas que retratan
allá a las dependencias, no permiten apuntar dentro de
ellas los números que proclaman la secuenciación de las
variables dominantes, ni las letras iniciales de los apelati-
vos de esas variables, ni contraseñas simbólicas como
“+” y “-” que identifican a las dependencias, ni tablas, ni
fórmulas, ni gráficos. Así, dispersan detalles y enredan
los diagramas cuando se trata de situaciones complejas.
Es cierto que las líneas que retratan a las variables en los
diagramas de bloques, tampoco permiten apuntar dentro
de ellas las identidades de esas variables; pero sólo hay
una identidad para cada línea. En definitiva, si no los con-
______________________________________________
14. INTERPOLACIONES

Observemos el comportamiento de las fracciones a me-


dida que x varía hacia X0 o hacia X1. La primera se hace
Las tablas no son rígidas como las fórmulas, y no se en-
1 cuando x=X0 (habilitando a Y0 en la suma) y 0 cuando
redan con el número de variables como los gráficos; pero
crecen mucho cuando aumentan ese número, la minucio- x=X1 (inhabilitando a Y0). Al revés, la segunda se hace 1
sidad o ambos. Al menos por eso, suelen sufrir podas, de cuando x=X1 (habilitando a Y1) y 0 cuando x=X0 (in-
habilitando a Y1). Esta es una observación clave.
manera que las tablas disponibles a veces son parciales,
Ahora consideremos la tabla de la figura 104, que invo-
advertidamente o no.
lucra a dos variables dominantes (e independientes entre
En algunos casos, si ha habido poda, podemos remediar
sí), x1 y x2, y a una dependiente, y; y que también se su-
el desmoche haciendo interpolaciones 36 mediante grá-
pone podada.
ficos y fórmulas simples, y aceptando que los rellenos
X20 X21 x2
son tan riesgosos como el punteo al final del capítulo 5.
La simpleza de los gráficos y fórmulas se asegura si se X10 Y00 Y01
limita el tratamiento a algunas tablas, exigiendo que cada X11 Y10 Y11
una de éstas cumpla tres condiciones conjuntas: x1 y
Fig. 104: Una tabla con dos variables dominantes y una de-
° que todas sus variables sean numéricas;
pendiente
° que sus variables dominantes, si son varias, sean in-
dependientes entre sí; La observación anterior sugiere la fórmula siguiente pa-
° que su variable dependiente sea una y dependa tan ra interpolar:
estrictamente de las dominantes que, junto a cada
combinación de estados de éstas, quede restringida a
un estado único.
Consideremos la tabla de la figura 102, que cumple esas
condiciones, involucra a una variable dominante, x, y a
una dependiente, y, y se supone podada entre renglones.
x y Un gráfico correspondiente es el de la figura 105.
X0 Y0
X1 Y1
Fig. 102: Una tabla con una variable dominante y una depen-
diente

La tabla de la figura 102 demanda dos puntos de vista


como los ilustrados en la figura 83: se trata de mantener
fijos los estados de X0, X1, Y0 e Y1 y de continuar varian-
do sólo x e y; de hecho, estamos suponiendo que X0 y X1
son estados (invariables) de la variable x, mientras Y0 e
Y1 son estados (invariables) de la variable y.
Para interpolar en la tabla, podemos apelar al gráfico de
la figura 103. Fig. 105: Un gráfico para interpolar riesgosamente en la tabla
de la figura 104

Si mantenemos fijo un estado de x2, el gráfico se reduce


a una línea recta (que no es la misma para todos los esta-
dos de x2); y si mantenemos fijo un estado de x1 ocurre
algo parecido. La situación es como la del hilo en la caja
zurcida de la figura 92.
Fig. 103: Un gráfico para interpolar riesgosamente en la tabla La extensión para más variables dominantes, es fácil.
de la figura 102 Para tres variables dominantes, por ejemplo, la fórmula es
como sigue:
El gráfico de la figura 103 es en línea recta. Hay varias
fórmulas para ella. Una interesante es:

36
con:
“interpolación. (Del lat. interpolatio, -onis)... f. Acción y
efecto de interpolar”; “interpolar. (Del lat. interpolare,
mejorar, rehacer, cambiar) tr. Poner una cosa entre otras. // 2.
Intercalar algunas palabras o frases en el texto de un manuscrito
antiguo, o en obras y escritos ajenos... // 4. Fís. Averiguar el
valor de una magnitud en un intervalo cuando se conocen
algunos de los valores que toma a uno y otro lado de dicho
intervalo”. “Interpolación” habría aparecido en el castellano
escrito durante el siglo 16.
En tablas más largas, tenemos que ubicar primero entre Ya está. En lo que era borrador tenemos la fórmula para
qué estados varían las variables dominantes, y entre qué interpolar.
estados obligan a variar a las dependientes; y, enseguida, Algebraicamente, podemos variarla sin afectar a la dis-
tenemos que plantear las fórmulas adecuándolas a esas yuntiva que la resuelve, hasta reformularla, encogida,
variaciones. como:
Volvamos a una variable dominante, x, y una depen-
diente, y, pero con una tabla más larga; por ejemplo, con
la de la figura 106.
x y
X0 Y0
X1 Y1
(No está demás terminar el asunto revisando que la
X2 Y2
fórmula encogida cumpla, por lo menos, lo expuesto en la
Fig. 106: Una tabla con una variable dominante y una depen-
diente tabla).
Para más variables dominantes, los tratamientos son
La primera fórmula de este capítulo sirve mientras x muy parecidos, con la salvedad de que se necesitan más
varía entre X0 y X1, obligando a que y varíe entre Y0 e Y1. factores fraccionarios. Como ejemplo, supongamos:
Si x varía entre X1 y X2, obligando a que y varíe entre Y1 4 6 7 x2
e Y2, tenemos que adecuarla de esta manera: 1 1 6 8
2 5 8 8
3 9 10 8
x1 y
Podemos efectuar todo de una manera bastante rutina-
ria, para cuya explicación basta un ejemplo de uso. Su- y supongamos también que x1 varía entre 2 y 3 y que x2
pongamos: varía entre 4 y 6, obligando a que y varíe entre 5, 8, 9 y
x y 10.
1 4 Escuetamente:
2 6 4 6 x2
3 4
2 5 8
Supongamos también que x varía entre 2 y 3, obligando 3 9 10
a que y varíe entre 6 y 4. x1 y
La última suposición nos exige concentrarnos en los
renglones inferiores de la tabla:
x y

2 6
3 4

Podemos empezar el planteamiento de la fórmula pre-


parando un borrador que deje a la variable dependiente, y,
en situación expresa de resultar como una suma pondera-
da de los estados 6 y 4 entre los que varía según la última
tabla, con factores de ponderación fraccionarios:

Después podemos intentar una aproximación de los fac-


tores fraccionarios anotando tanto en los numeradores
como en los denominadores la resta de los estados 3 y 2
entre los que varía la variable dominante, x, según la úl-
tima tabla:

A continuación, reconociendo que lo anterior es equi-


vocado porque fija a los dos factores fraccionarios en 1,
en el numerador de la fracción que acompaña a cada es-
tado de y anotado, podemos reemplazar por x el estado de
x que obliga a ese estado anotado de y:
______________________________________________
15. CONJUNTOS DE DEPENDENCIAS

En la estructura izquierda de la figura 44, una variable


(y) depende de otra (x) y ésta depende de otra más (z),
conjuntamente. En la estructura izquierda de la figura 69,
una variable (y) depende de otra (sin(x)) y ésta depende
de otra más (x), conjuntamente. En el lado derecho de la
figura 75 (haciendo caso omiso del lado izquierdo), una
variable depende de otra, ésta depende de otra más, y ésa
depende de otra más aún (x), conjuntamente. Etcétera.
Pues bien, si una variable depende de otra, ésa depende
b de otra más, y así sucesivamente, en conjunto, basta una
variación ligera en el punto de vista para percibir que la
variable dicha al principio queda dependiendo de la cita-
da al final, como en la figura 107.

Fig. 107: Estructuras causales y variaciones en el punto de


vista

Este tema está en el epicentro técnico porque, para va-


riar diestramente la realidad, hay que conocer qué varia-
bles obedecen a la voluntad, qué otras dependen de ellas,
qué otras más se someten a estas, y así en lo sucesivo,
hasta que la acción se extienda suficientemente. Más: hay
que saber lo mejor que se pueda cómo quedan depen-
diendo las variables que interesa dominar, de las variables
que obedecen a la voluntad.
Para encontrar la clave del asunto, veamos la estructura
izquierda superior de la figura 107 (que es la izquierda de
la 44), sin más dependencias que las dos puestas allí, y,
sin más abreviaturas que las necesarias para encargarnos
de animar dichas dependencias representándolas median-
te disyuntivas, supongamos que se trata de: “varíe z y x a
1 y 2, a 2 y 1, a 3 y 2, o a 3 y 3, respectivamente; y varíe
x e y a 1 y 1, a 2 y 2, a 2 y 3, o a 3 y 2, respectivamente”.
Estamos ante un conjunto de dos disyuntivas de cuatro
conjuntos de peticiones elementales cada una (en varios
puntos de vista), que se puede expresar así: “varíe z y x, y
x e y a 1 y 2, y 1 y 1; a 1 y 2, y 2 y 2; a 1 y 2, y 2 y 3; a 1
y 2, y 3 y 2; a 2 y 1, y 1 y 1; a 2 y 1, y 2 y 2; a 2 y 1, y 2 y
3; a 2 y 1, y 3 y 2; a 3 y 2, y 1 y 1; a 3 y 2, y 2 y 2; a 3 y
2, y 2 y 3; a 3 y 2, y 3 y 2; a 3 y 3, y 1 y 1; a 3 y 3, y 2 y
2; a 3 y 3, y 2 y 3; o a 3 y 3, y 3 y 2; respectivamente”.
Ahora estamos ante una disyuntiva de dieciséis conjun-
tos de peticiones elementales, en cada uno de los cuales
hay dos peticiones respecto a x. En algunos de los conjun-
tos, las dos peticiones respecto a x son diferentes de ma-
nera que dichos conjuntos resultan irresolubles. Si los
eliminamos de la disyuntiva, quedamos ante: “varíe z y x,
y x e z a 1 y 2, y 2 y 2; a 1 y 2, y 2 y 3; a 2 y 1, y 1 y 1; a
3 y 2, y 2 y 2; a 3 y 2, y 2 y 3; o a 3 y 3, y 3 y 2; respecti-
vamente”.
Ahora estamos ante una disyuntiva de seis conjuntos de z x x y
peticiones elementales, y en cada uno de esos conjuntos 1 2 2 2
hay dos peticiones repetidas respecto a x. Si eliminamos 1 2 2 3
las repeticiones (y nos permitimos algunas licencias acer- 2 1 1 1
ca de los varios puntos de vista), quedamos ante: “varíe z, 3 2 2 2
x e y a 1, 2 y 2; a 1, 2 y 3; a 2, 1 y 1; a 3, 2 y 2; a 3, 2 y 3; 3 2 2 3
o a 3, 3 y 2; respectivamente”. 3 3 3 2
Si ignoramos x para concentrarnos en cómo queda de- Fig. 110: Tabla conjunta, sin renglones irresolubles
pendiendo y de z, quedamos ante: “varíe z e y a 1 y 2; a 1
y 3; a 2 y 1; a 3 y 2; a 3 y 3; o a 3 y 2; respectivamente”. z x y
Y si eliminamos las repeticiones, quedamos ante: “varíe z 1 2 2
e y a 1 y 2; a 1 y 3; a 2 y 1; o a 3 y 2; a 3 y 3; respectiva- 1 2 3
mente”. 2 1 1
Ya está: sabiendo cómo animar la dependencia entre z y 3 2 2
x y la dependencia entre x e y, hemos descubierto cómo 3 2 3
animar la dependencia entre z e y. Ya sabemos cómo 3 3 2
queda dependiendo y de z. Fig. 111: Tabla conjunta, sin renglones irresolubles y sin co-
Al respecto, si, en vez de ignorar x, hubiésemos ignora- lumna repetida
do y, habríamos quedado ante: “varíe z y x a 1 y 2; a 1 y
2; a 2 y 1; a 3 y 2; a 3 y 2; o a 3 y 3; respectivamente”; y, z y
eliminando las repeticiones, hubiéramos quedado ante: 1 2
“varíe z y x a 1 y 2; a 2 y 1; a 3 y 2; o a 3 y 3; respectiva- 1 3
mente”, lo cual coincide con la suposición inicial. Por el 2 1
contrario, si, en vez de ignorar x, hubiésemos ignorado z, 3 2
habríamos quedado ante: “varíe x e y a 2 y 2; a 2 y 3; a 1 3 3
y 1; a 2 y 2; a 2 y 3; o a 3 y 2; respectivamente”; y, elimi- 3 2
nando las repeticiones e intercambiando ubicaciones, Fig. 112: Tabla conjunta, sin renglones irresolubles, sin co-
lumna repetida e ignorando la de x
hubiéramos quedado ante: “varíe x e y a 1 y 1; a 2 y 2; a 2
y 3; o a 3 y 2; respectivamente”, lo cual también coincide
z y
con la suposición inicial.
1 2
Habiendo encontrado la clave, podemos volver a la su-
1 3
posición inicial y rehacer todo con las abreviaturas de las
2 1
tablas, según las figuras 108 a 113.
3 2
z x x y
3 3
1 2 1 1
Fig. 113: Tabla final
2 1 2 2
3 2 2 3 A base de adiestramiento ocular, se puede transitar de la
3 3 3 2 tabla de la figura 108 a la tabla de la 113 sin tabular las
Fig. 108: Un conjunto de dos tablas iniciales
intermedias. La parte más difícil es transitar de la tabla de
la figura 108 a la tabla de la 110. La 114 insinúa suelta-
z x x y
mente las transiciones oculares que suelen usarse para ese
1 2 1 1
tránsito y que, por supuesto, tampoco suelen registrarse.
1 2 2 2
1 2 2 3
1 2 3 2
2 1 1 1
2 1 2 2
2 1 2 3
2 1 3 2
3 2 1 1 Fig. 114: Transiciones oculares para transitar de la figura 108
3 2 2 2 a la 110.
3 2 2 3
3 2 3 2 Hay una manera interesante de facilitar las transiciones
3 3 1 1 oculares, mediante las abreviaturas de los gráficos.
3 3 2 2 Veamos.
3 3 2 3 Las suposiciones iniciales pueden abreviarse según los
3 3 3 2 gráficos de la figura 115.
Fig. 109: Tabla conjunta
Fig. 115: Un conjunto de dos gráficos iniciales.

A esos gráficos se les puede añadir el de la figura 116,


que representa a una dependencia extraña entre una va-
riable (x) y ella misma, que tiene como eje vertical al del
gráfico izquierdo de la figura 115, y que tiene como eje
Fig. 118: Primeras transiciones.
horizontal al del gráfico derecho de la misma 115.

Fig. 116: Gráfico añadido.

La gracia es que, en las condiciones señaladas, los


gráficos de las figuras 115 y 116 pueden ubicarse de ma-
nera que el eje vertical del gráfico izquierdo de la figura
115 enfrente horizontalmente al eje vertical del gráfico de
la 116, y el eje horizontal del gráfico derecho de la figura
115 enfrente verticalmente al eje horizontal del gráfico de Fig. 119: Transiciones completas.
la 116. Más: también se puede ubicar un borrador de
gráfico cuyo eje horizontal sea el del gráfico izquierdo de
la figura 115 y se enfrente a él verticalmente, y cuyo eje
vertical sea el del gráfico derecho de la figura 115 y se
enfrente a él horizontalmente. Ese borrador queda listo
para representar a la dependencia entre z (como variable
dominante) e y (como variable dependiente), como se
aprecia en la figura 117.
Fig. 120: Gráfico final.

Ya está. En lo que era borrador tenemos el gráfico que


representa cómo queda dependiendo y de z.
Con las claves para tabular y para graficar cómo queda
dependiendo y de z si y depende de x y x depende de z,
podemos acometer otros casos más amplios; por ejemplo,
el del conjunto de cuatro gráficos de la figura 121, donde
la pregunta es cómo queda dependiendo y de w.

Fig. 117: Enfrentamientos.

Las transiciones oculares que intentábamos facilitar,


ahora son, simplemente, verticales u horizontales. La fi-
gura 118 muestra algunas. La 119 las muestra todas. Y la
120 muestra cómo queda el borrador. Fig. 121: Un conjunto de cuatro gráficos iniciales.

Sin pensar mucho, a esos gráficos se les puede añadir


los de la figura 122, cada uno de los cuales representa a
una dependencia extraña entre una variable (v, w, x, y o z)
y ella misma, parecido al de la figura 116 y en condicio-
nes parecidas para los ejes. Lo novedoso es la ubicación
de los gráficos añadidos, que se hallan todos, a propósito,
en secuencia diagonal.
Fig. 122: Gráficos añadidos. Fig. 124: Primeras transiciones.

En las condiciones sugeridas y con la disposición di- Lo que resulta evidente en la figura 124, es que gran
agonal de la figura 122, es fácil ubicar los gráficos inicia- parte de ella es inútil. Las figuras 122 a 124 son intere-
les enfrentando ejes a la manera de la figura 117. Y tam- santes y podrían ser útiles en varias ocasiones. Pero en
bién es fácil ubicar así un borrador listo para representar a ésta, donde sólo importa la dependencia entre w e y, de-
la dependencia entre w (como variable dominante) e y bimos haber empezado pensando en la estructura causal y
(como variable dependiente), según la figura 123. en la variación en el punto de vista involucrada; es decir,
debimos haber considerado la figura 125 (aunque no fue-
se de manera escrita).

Fig. 125: Estructura causal y variación en el punto de vista.

Según la figura 125, en vez de apurarnos dibujando la


122, la 123 y la 124 sin pensar mucho, debimos concen-
trarnos en los enfrentamientos de la 126, en las transicio-
nes de la 127, y en el gráfico final de la 128.

Fig. 123: Enfrentamientos.


Fig. 126: Enfrentamientos.
Ahora podemos intentar transiciones verticales u hori-
zontales para descubrir la dependencia entre w e y. Las
primeras aparecen en la figura 124.

Fig. 127: Transiciones.


0 y 1, y 1 y 1; a 1 y 0, y 0 y 0; a 1 y 0, y 0 y 1; o a 1 y 0, y
1 y 1; respectivamente”. Como no hay peticiones diferen-
tes respecto a una misma variable en ningún conjunto de
la última disyuntiva, permitiéndonos algunas licencias
quedamos ante: “varíe w, x, z e y a 0, 1, 0 y 0; a 0, 1, 0 y
Fig. 128: Gráfico final. 1; a 0, 1, 1 y 1; a 1, 0, 0 y 0; a 1, 0, 0 y 1; o a 1, 0, 1 y 1;
respectivamente”; ignorando x y z quedamos ante: “varíe
Ya está. w e y a 0 y 0; a 0 y 1; a 0 y 1; a 1 y 0; a 1 y 1; o a 1 y 1;
En términos generales, ante un conjunto de dependen- respectivamente”; y eliminando las repeticiones termina-
cias como los que hemos venido explorando en este capí- mos ante: “varíe w e y a 0 y 0; a 0 y 1; a 1 y 0; o a 1 y 1;
tulo, podemos ayudarnos con el método siguiente: respectivamente”.
1. piense en la estructura causal y en la variación en el Ahora consideremos el caso menos trivial del conjunto
punto de vista debida, considerando el conjunto de de dos gráficos de la figura 132, donde la pregunta es,
dependencias iniciales y la de interés; otra vez, cómo queda dependiendo y de w.
2. seleccione los gráficos iniciales involucrados en esa
variación;
3. para cada variable presente en los gráficos involu-
crados (excepto las presentes en el gráfico incógnito
de interés), añada otro gráfico que represente a una
Fig. 132: Un conjunto de dos gráficos iniciales.
dependencia (extraña) entre esa variable y ella mis-
ma, procurando coincidencias adecuadas para los
Al parecer, la respuesta ya estaría en el gráfico izquier-
ejes (respecto a los de los gráficos iniciales) y ubi-
do de la figura 132. Pero la estructura causal, que aparece
cando todos los gráficos añadidos en secuencia di-
en la figura 133, basta para sospechar que debemos pen-
agonal (si se necesita más que uno);
sar algo más porque estamos ante la presencia circular de
4. ubique los gráficos de las dependencias iniciales y un
dependencias mutuas entre variables, a la manera del caso
borrador del gráfico de la dependencia de interés, en-
derecho inferior de la figura 48 en el final del capítulo 9.
frentando adecuadamente sus ejes con los de los
gráficos añadidos en diagonal;
5. rellene el borrador transitando vertical u horizontal-
mente de unos gráficos a otros (según la estructura
causal y la variación en el punto de vista debida). Fig. 133: Estructura causal.
Es imposible teorizar para la multiplicidad de casos po-
sibles; pero, antes de dar por acabado el capítulo, convie- En el caso presente, se trata de: “varíe w e y a 0 y 1, o a
ne comentar acerca de dos. 1 y 0, respectivamente; y varíe y y w a 0 y 0, a 0 y 1, o a 1
Consideremos el caso trivial del conjunto de dos gráfi- y 1, respectivamente”; es decir, de: “varíe w e y, e y y w a
cos de la figura 129, donde la pregunta es cómo queda 0 y 1, y 0 y 0; a 0 y 1, y 0 y 1; a 0 y 1, y 1 y 1; a 1 y 0, y 0
dependiendo y de w. y 0; a 1 y 0, y 0 y 1; o a 1 y 0, y 1 y 1; respectivamente”.
Hay dos peticiones diferentes respecto a y en tres conjun-
tos de la última disyuntiva, y también hay dos peticiones
diferentes respecto a w en tres conjuntos (uno de los cua-
les es uno de los anteriores), de manera que dichos con-
Fig. 129: Un conjunto de dos gráficos iniciales. juntos resultan irresolubles. Eliminándolos, quedamos an-
te: “varíe w e y, e y y w a 1 y 0, y 0 y 1; respectivamente”;
La estructura causal, que aparece en la figura 130, basta y eliminando las repeticiones terminamos ante: “varíe w e
para sospechar que y no queda dependiendo de w; más: y a 1 y 0, respectivamente”. Así, la respuesta es que a y
que y y w quedan independientes mutuamente, de manera no le quedan estados por los cuales variar dependiendo de
que, sin importar el resto del método enunciado recién, el w, y a w tampoco.
gráfico de interés es el de la figura 131. Una manera abreviada y tradicional de llegar a esa res-
puesta gráficamente, consiste en re-dibujar, sobre el
gráfico izquierdo de la figura 132, el gráfico derecho in-
vertido de manera que quede con el eje vertical dedicado
a y y el horizontal dedicado a w, y en quedarse sólo con
Fig. 130: Estructura causal.
los puntos de los gráficos que se superponen en ambos.
El resultado aparece en la figura 134 y, por supuesto,
concuerda con la respuesta anterior.

Fig. 131: Gráfico final.


Fig. 134: Gráfico final.
En realidad, la sospecha es válida, pues se trata de:
“varíe w y x a 0 y 1, o a 1 y 0, respectivamente; y varíe z Para invertir el gráfico derecho de la figura 132 de ma-
e y a 0 y 0, a 0 y 1, o a 1 y 1, respectivamente”; es decir, nera que quede con los ejes indicados, se puede poner la
de: “varíe w y x, y z e y a 0 y 1, y 0 y 0; a 0 y 1, y 0 y 1; a
página por el reverso, girarla 90° en sentido del reloj, y
mirarla a trasluz. En vez de eso, se puede usar un método ______________________________________________
parecido al puesto antes, según insinúa la figura 135 omi- 16. CONJUNTOS DE DEPENDENCIAS ESTRICTAS
tiendo las transiciones. ENTRE VARIABLES BINARIAS

En la Alemania del principio del siglo 18, Gottfried


Wilhelm Leibniz (1646-1716) conocía bien el código
estándar para los números naturales, que consiste en in-
terpretar cada número como una suma de productos de
coeficientes decimales (iguales que 0, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8
o 9) por potencias de 10, y en escribir una secuencia hori-
Fig. 135: Gráfico derecho de la figura 132 (el derecho infe- zontal de esos coeficientes decimales; por ejemplo, en in-
rior), gráficos añadidos (el derecho superior y el izquierdo infe- terpretar un número como 1·102+6·101+4·100 (“una cen-
rior) y gráfico invertido (el izquierdo superior).
tena, seis decenas y cuatro unidades”), y en escribir 164.
También conocía bien que los métodos para completar las
Obviamente, el gráfico invertido contraviene la orienta-
tablas parciales para sumar, restar, multiplicar y dividir
ción de la causalidad, y su inserción en la figura 135 im-
de la Aritmética aprendida mientras somos niños, descan-
plica que el método aludido recién también sirve en casos
san en tal escritura y tal interpretación. De ello, ideó un
desorientados.
código más largo en las secuencias pero más austero en
Como el gráfico de la figura 134 y la respuesta concor-
los coeficientes, que consiste en interpretar cada número
dante anterior desdibujan la causalidad sin contravenirla
como una suma de productos de coeficientes binarios
abiertamente pese a la inversión subrayada recién, deje-
(iguales que 0 o 1, solamente) por potencias de 2, y en
mos eso así y destaquemos que todavía nos falta conside-
escribir una secuencia horizontal de estos coeficientes;
rar conjuntos de dependencias donde al menos una se
por ejemplo, en interpretar un número como
tienda entre tres o más variables.
1·23+1·22+0·21+1·20 (semi-musicalmente, “un octeto, un
Destaquemos, además, que el método al que nos hemos
cuarteto, ningún par y una unidad”; domésticamente,
referido varias veces se puede complicar grandemente
“una decena y tres unidades”: 13 en el código estándar), y
con tales conjuntos de dependencias necesitados de con-
en escribir 1101; también ideó métodos y tablas parciales
sideración, y que se trata de un método con gráficos. De
para sumar, restar, multiplicar y dividir en Aritmética, ya
hecho, como en este capítulo hemos mencionado sólo
no decimal, sino binaria.
gráficos y tablas, también nos falta considerar las fórmu-
De lo que se enteró Leibniz enseguida, es que un códi-
las y los diagramas de bloques.
go así había sido ideado antes, en la China del siglo 29
Para acometer las consideraciones pendientes, reduz-
a.C., por Fu-Hsi (Fu-Xi, Fo-Hi, Fohy u otro nombre pare-
camos primero la variabilidad según hicimos tácitamente
cido, 2852-2738 a.C.).
en el caso de las figuras 132 a 135: empecemos restrin-
De lo que no pudo enterarse, es que el mismo código,
giéndonos a dependencias estrictas entre variables cuyos
tan austero en coeficientes y por ello tan nítido para la
estados sólo son iguales que 0 o 1.
certeza, iba a ser erigido como puntal de las computacio-
nes después, en la segunda mitad del siglo 20, por los in-
genieros que, buscando construir cerebros electrónicos,
depuraron artefactos parecidos a las células neuronales y
a los diagramas de bloques.
En verdad, los ingenieros hicieron más que reproducir
el código de Leibniz y Fu-Hsi: notaron que el método pa-
ra sumar, por ejemplo, se refiere repetidamente a tres co-
eficientes iguales que 0 o 1 como variables binarias do-
minantes (una reserva anterior, ra, y dos sumandos adi-
cionales, s1 y s2) y a dos coeficientes iguales que 0 o 1
como variables binarias dependientes estrictamente de las
dominantes (una suma, s, y una reserva, r); también nota-
ron que la dependencia puede representarse mediante una
tabla parcial para sumar, con esas variables; también no-
taron que tal tabla parcial, con dos variables de-
pendientes, se puede interpretar como un conjunto de dos
tablas parciales más breves, con una variable dependiente
cada una (a la manera de las figuras 47 y 48 en el final
del capítulo 9); y también notaron que cada una de esas
dos tablas con una variable dependiente tiene tres varia-
bles dominantes y se puede interpretar, a su vez, como un
conjunto de varias tablas parciales mínimas, con una o
dos variables dominantes cada una. La figura 136 preten-
de resumir todos esos argumentos, excepto el último.
Veamos ahora las alternativas posibles con tres varia-
bles binarias: dos dominantes y una dependiente.
Imaginemos una tabla parecida a la de la figura 50, con
dos columnas izquierdas dedicadas a dos variables domi-
nantes pero independientes mutuamente, x e y, y una co-
lumna derecha dedicada a una variable dependiente es-
ra s1 s2 r s
trictamente de x e y, z (o tácita). Considerando que x e y
0 0 0 0 0
son 2 variables independientes mutuamente, con 2 esta-
0 0 1 0 1
dos cada una, la tabla debe tener 2·2 (=22) renglones: de-
0 1 0 0 1
bemos poner un estado de x e y en uno de los 22 (=4) ren-
0 1 1 1 0
glones de las columnas izquierdas, otro estado en otro
1 0 0 0 1
renglón y así sucesivamente. Y si queremos formalizar
1 0 1 1 0
arbitrariamente una dependencia estricta, debemos empe-
1 1 0 1 0
zar por poner uno de los estados de z en cada uno de los 4
1 1 1 1 1
renglones de la columna derecha. Así, considerando que
0 1 ra 0 1 ra la dependencia es estricta y que z también es una variable
0 0 0 0 0 0 0 1 con 2 estados, podemos empezar por imaginar 2·2·2·2
0 1 0 1 0 1 1 0 (=24= ) columnas dedicadas a z, diferentes; esto es,
1 0 0 1 1 0 1 0 (=16) tablas diferentes.
1 1 1 1 1 1 0 1 Esas tablas serían las que aparecen, amontonadas, en la
s1 s2 r s1 s2 s figura 139.
Fig. 136: Adición parcial, tabla parcial con tres variables do- x y z1 z2 z3 z4 z5 z6 z7 z8 z9 z10 z11 z12 z13 z14 z15 z16
minantes y dos dependientes, y conjunto de dos tablas con tres
0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 1 1 1 1 1 1 1
variables dominantes y una dependiente cada una.
0 1 0 0 0 0 1 1 1 1 0 0 0 0 1 1 1 1
1 0 0 0 1 1 0 0 1 1 0 0 1 1 0 0 1 1
El problema era formalizar las tablas mínimas, y los in-
1 1 0 1 0 1 0 1 0 1 0 1 0 1 0 1 0 1
genieros echaron mano a algunas formalizaciones ma-
Fig. 139: Dieciséis tablas amontonadas
temáticas un poco delirantes, que nos conviene eludir.
Veamos las alternativas posibles con dos variables bi-
Pero no se ve que z1 y z16 dependan de x ni de y (z1=0 y
narias: una dominante y una dependiente.
z16=1); tampoco se ve que z4 y z13 dependan de y (z4=x y
Imaginemos una tabla parecida a la de la figura 50, con
z13= ), ni que z6 y z11 dependan de x (z6=y y z11= ); y z5
una columna izquierda dedicada a una variable dominan-
te, x, y una columna derecha dedicada a una variable de- y z12 dependerían de x y de y como z3 y z14 dependerían
pendiente estrictamente de x, y (o tácita). Considerando de y y de x, respectivamente.
que x es 1 variable con 2 estados, la tabla debe tener 2 Pensando en z2, z7, z8, z9 y z15, se ha formalizado las ta-
(=21) renglones: debemos poner un estado de x en uno de blas, las fórmulas y los diagramas de bloques de la figura
los 21 (=2) renglones de la columna izquierda y el otro es- 140 (que incluye gráficos, para completar).
tado en el otro renglón. Y si queremos formalizar arbitra- 0 1 x
riamente una dependencia estricta, debemos empezar por 0 0 0
poner uno de los estados de y en cada uno de los 2 ren- 1 0 1
glones de la columna derecha. Así, considerando que la y z
dependencia es estricta y que y también es una variable 0 1 x
con 2 estados, podemos empezar por imaginar 2·2 0 0 1
(=22= ) columnas derechas diferentes; esto es, (=4) 1 1 0
tablas diferentes. y z
Esas tablas serían las que aparecen, amontonadas, en la 0 1 x
figura 137. 0 0 1
x y1 y2 y3 y4 1 1 1
0 0 0 1 1 y z
1 0 1 0 1 0 1 x
Fig. 137: Cuatro tablas amontonadas 0 1 0
1 0 0
Pero no se ve que y1 e y4 dependan de x (y1=0 e y4=1); y z
y, aburridamente, y2 sería igual que x (y2=x). 0 1 x
Pensando en y3, se ha formalizado la tabla, la fórmula y 0 1 1
el diagrama de bloques de la figura 138 (que incluye un 1 1 0
gráfico para completar). y z
x y Fig. 140: Tablas, fórmulas, gráficos y diagramas de bloques
de cinco dependencias entre dos variables binarias dominantes y
0 1
una dependiente.
1 0
Fig. 138: Tabla, fórmula, gráfico y diagrama de bloques de Pensando en z10 y z14, se ha formalizado las tablas y las
una dependencia entre una variable binaria dominante y otra fórmulas de la figura 141 (que incluye gráficos y diagra-
dependiente
mas de bloques, para completar).
0 1 x
0 1 0
1 0 1 Fig. 143: Tres diagramas de bloques tradicionales
y z
0 1 x El método de Karnaugh es bastante simple y se desem-
0 1 0 peña bien con dos variables dominantes y una dependien-
1 1 1 te, tres dominantes y una dependiente, o cuatro dominan-
y z tes y una dependiente.
Fig. 141: Tablas, fórmulas, gráficos y diagramas de bloques
En una primera etapa, el método pide plantear cada ca-
de dos dependencias entre dos variables binarias dominantes y
una dependiente. so en una tabla parecida a la de la figura 56, con los esta-
dos de una o dos variables binarias dominantes ubicados
Y sin pensar en z3, no se ha formalizado la figura 142 en el borde superior, de izquierda a derecha, con los de
(que incluye una tabla, una fórmula, un gráfico y un dia- una o dos variables binarias dominantes ubicados en el
grama de bloques, para completar). izquierdo, de arriba hacia abajo, y con los de la variable
0 1 x binaria dependiente ubicados dentro del rectángulo, en las
0 0 0 columnas y renglones adecuados. Pero, específicamente,
1 1 0 pide que la ubicación de estados de las variables domi-
y z nantes se haga en una de dos secuencias, por los bordes: 0
Fig. 142: Tabla, fórmula, gráfico y diagrama de bloques de antes y 1 después, si se trata de una variable dominante;
una dependencia entre dos variables binarias dominantes y una 00 antes, 01 después, 11 después y 10 después, si se trata
dependiente. de dos variables dominantes. Por ejemplo, para el conjun-
to inferior de la figura 136, donde habíamos dejado in-
Veamos ahora las alternativas posibles con tres varia- conclusa la tabla parcial para sumar, el método pide un
bles binarias dominantes y una dependiente. conjunto como el de la figura 144.
Imaginemos una tabla parecida a la de la figura 50, con 0 1 ra 0 1 ra
tres columnas izquierdas dedicadas a tres variables domi- 0 0 0 0 0 0 0 1
nantes pero independientes mutuamente, x, y y z, y una 0 1 0 1 0 1 1 0
1 1 1 1 1 1 0 1
columna derecha dedicada a una variable dependiente es-
1 0 0 1 1 0 1 0
trictamente de x, y y z, w (o tácita). Considerando que x, y s1 s2 r s1 s2 s
y z son 3 variables independientes mutuamente, con 2 es- Fig. 144: Conjunto de dos tablas con tres variables binarias
tados cada una, la tabla debe tener 2·2·2 (=28) renglones: dominantes y una dependiente cada una, según el método de
debemos poner un estado de x, y y z en uno de los 23 (=8) Karnaugh
renglones de las columnas izquierdas, otro estado en otro
renglón y así sucesivamente. Y si queremos formalizar En una segunda etapa y en el rectángulo de cada tabla,
arbitrariamente una dependencia estricta, debemos empe- el método pide agrupar los estados de la variable depen-
zar por poner uno de los estados de w en cada uno de los diente que sean iguales que 1 y que sean vecinos horizon-
8 renglones de la columna derecha. Así, considerando tal o verticalmente, en unidades, pares, cuartetos u octetos
que la dependencia es estricta y que w también es una va- rectangulares tan grandes como se pueda, hasta que todos
riable con 2 estados, podemos empezar por imaginar los estados iguales que 1 queden incluidos al menos en
2·2·2·2·2·2·2·2 (=28= ) columnas dedicadas a w, dife- una agrupación. Por ejemplo, para el conjunto de la figura
144, el método pide agrupaciones como las de la 145. Al
rentes; esto es, (=256) tablas diferentes. respecto, cabe añadir que el método pide agrupar, si es
Con menos alternativas que esas, se puede perder la necesario, los unos que formarían rectángulos si se pega-
cordura. ran los costados por detrás; así, por ejemplo, si los unos
El caso es que cualquiera de esas (=256) alternati- agrupados en un par rectangular horizontal por el frente
vas con 3 variables dominantes y 1 dependiente, cual- de la tabla izquierda de la figura 145 no se agruparan así,
quiera de las (=65536) con 4 variables dominantes y debieran agruparse por detrás, pegando los costados.
1 dependiente, cualquiera de las (=4294967296) con
5 variables dominantes y 1 dependiente, y, si 6<n, cual-
quiera de las con n variables dominantes y 1 depen-
diente, se puede estructurar a base de algunas de las 9 de-
pendencias con 1 o 2 variables dominantes y 1 depen- Fig. 145: Agrupaciones rectangulares de unos en el conjunto
diente formalizadas antes. Y a base de esas mismas de- de dos tablas de la figura 144, según el método de Karnaugh
pendencias formalizadas antes, también se puede estruc-
turar las otras. En una tercera etapa, y para cada agrupación hecha en
Para tal efecto, se han vuelto tradicionales las tres de- el rectángulo de cada tabla, el método pide observar qué
pendencias representadas por los diagramas de bloques de variables dominantes no varían en los bordes y en qué es-
la figura 143, y un método propuesto en los Estados Uni- tados se mantienen, y plantear una fórmula en la cual ca-
dos norteamericanos de mediados del siglo 20 por Mauri- da una de esas variables aparezca como tal si se mantiene
ce Karnaugh (1924-). en 1 y con si se mantiene en 0, y todas aparezcan pues-
tas en una secuencia horizontal con entre cada par. Por
ejemplo, para los casos de las agrupaciones de unos de la
figura 145, el método pide fórmulas como las que apare- pletando una clave, y para negar la pasada y encender una
cen más o menos respectivamente a continuación: alarma a quien las varíe violentando la clave (lo que no es
muy diferente de la negación de la inteligencia a quienes
no están en la complicidad de algunos secretos traviesos).
En particular, especifiquemos que el dispositivo tenga
cuatro interruptores verticales puestos de izquierda a de-
recha (en secuencia horizontal, como los coeficientes de
los códigos numéricos anteriores); que las posturas res-
pectivas de esos interruptores se llamen a, b, c y d, y cada
Y en una cuarta etapa, y para cada tabla completa, el
una sea una variable con estados iguales que 0 (baja) o 1
método pide plantear una fórmula en la cual la variable
(alta); que el encendido de la alarma se llame e, y sea otra
dependiente aparezca igualada a todas las fórmulas ante-
variable con estados iguales que 0 (desactivado) o 1 (ac-
riores puestas (entre paréntesis si se necesita) en una se-
tivado); que el franqueo de la pasada se llame f, y sea otra
cuencia horizontal con entre cada par. Por ejemplo, pa-
variable con estados iguales que 0 (inhabilitado) o 1
ra los casos de las fórmulas planteadas recién, pide plan-
(habilitado); que la clave se complete estando a, b, c y d
tear las fórmulas que siguen:
en 1, 1, 0 y 1, respectivamente (lo cual se parece al 13 del
inicio de este capítulo y debiese franquear la pasada sin
encender la alarma); que la clave se prepare sin violentar-
Las fórmulas del final del método corresponden a las la variando respectivamente a, b, c y d de 0, 0, 0 y 0, a 0,
tablas del inicio y, si se quiere, a diagramas de bloques 0, 0 y 1, a 0, 1, 0 y 1, y, por fin, a 1, 1, 0 y 1 (esto es, mo-
bastante obvios. Por ejemplo, las fórmulas planteadas viendo bien los interruptores de derecha a izquierda, lo
últimamente corresponden tanto a la tabla parcial para cual, hasta antes del fin, no debiese franquear la pasada ni
sumar de la figura 136, como al diagrama de bloques de encender la alarma); y que la clave se violente variando a,
la figura 146. b, c y d a cualesquiera otros estados (es decir, moviendo
mal los interruptores, lo cual debiese encender la alarma
sin franquear la pasada).
Esa especificación parece tan cercana a la demencia
como la anotación respecto a la campanilla y la comida
en el muro de la celda del capítulo 9; sin embargo, nos
permite hacer un diseño remedando el que hicimos antes
para obtener el diagrama de bloques de la figura 146.
Escuetamente, el diseño sería como sigue entre las figu-
ras 148 y 150, inclusive.
a b c d e f
0 0 0 0 0 0
0 0 0 1 0 0
0 0 1 0 1 0
0 0 1 1 1 0
0 1 0 0 1 0
0 1 0 1 0 0
0 1 1 0 1 0
0 1 1 1 1 0
1 0 0 0 1 0
1 0 0 1 1 0
Fig. 146: Diagrama de bloques parcial para sumar 1 0 1 0 1 0
1 0 1 1 1 0
Ya está. Ahora podemos considerar el diagrama de blo- 1 1 0 0 1 0
ques de la figura 146, en otro punto de vista, como un 1 1 0 1 0 1
bloque para sumas mayores; por ejemplo, según insinúa 1 1 1 0 1 0
la figura 147. 1 1 1 1 1 0
Fig. 148: Tabla con cuatro variables binarias dominantes y
dos dependientes

Fig. 147: Adición y diagrama de bloques para sumar


Fig. 149: Conjunto de dos tablas con cuatro variables binarias
Por cierto, no necesitamos restringirnos a las ideas de dominantes y una dependiente cada una, y agrupaciones rectan-
Leibniz acerca de sumar, restar, multiplicar y dividir. gulares de unos, según el método de Karnaugh
Diseñemos un dispositivo para franquear una pasada a
quien varíe las posiciones de algunos interruptores com-
Fig. 155: Diagrama de bloques

Repitiendo el rediseño anterior, podemos obtener el


diagrama de bloques, las fórmulas y las tablas puestos en-
tre las figuras 156 y 160, inclusive.

Fig. 150: Diagrama de bloques Fig. 156: Diagrama de bloques

Ya está.
También podemos hacer análisis y rediseños. Como
x y z x z y
ejemplo, consideremos la figura 151.
0 0 0 0 0 0
0 1 0 0 1 1
1 0 0 1 0 1
1 1 1 1 1 1
Fig. 157: Conjunto de dos tablas

Fig. 151: Diagrama de bloques x y z x z y


0 0 0 0 0 0
En esa figura, z queda dependiendo de w, x e y según la 0 0 0 0 1 1
fórmula siguiente: 0 0 0 1 0 1
z = (( w∨x ) ∨ y ) ∧ ( y ∧ x ) 0 0 0 1 1 1
0 1 0 0 0 0
0 1 0 0 1 1
y no es difícil plantear la tabla de la figura 152. 0 1 0 1 0 1
w x y w∨x (w∨x)∨y y∧x z 0 1 0 1 1 1
0 0 0 0 0 0 0 1 0 0 0 0 0
0 0 1 0 1 0 0 1 0 0 0 1 1
0 1 0 1 1 0 0 1 0 0 1 0 1
1 0 0 1 1 1
0 1 1 1 1 1 1
1 1 1 0 0 0
1 0 0 1 1 0 0 1 1 1 0 1 1
1 0 1 1 1 0 0 1 1 1 1 0 1
1 1 0 0 0 0 0 1 1 1 1 1 1
1 1 1 0 1 1 1 Fig. 158: Tabla conjunta
Fig. 152: Tabla
x y z x z y
El resto es un remedo de lo anterior, y sigue entre las 0 0 0 0 0 0
figuras 153 y 154, inclusive. 1 1 1 1 1 1
Fig. 159: Tabla conjunta, sin renglones irresolubles

x y z
0 0 0
1 1 1
Fig. 153: Tabla con tres variables binarias dominantes y una Fig. 160: Tabla final
dependiente, y agrupación rectangulares de unos, según el
método de Karnaugh

Por cierto, la tabla de la figura 160 y las fórmulas que la


siguen desdibujan la causalidad; pero llegando a ellas
hemos cumplido con las consideraciones pendientes en el
capítulo 15: sin pretender que hemos terminado, hemos
Fig. 154: Diagrama de bloques lidiado con conjuntos de dependencias donde al menos
una se tiende entre conjuntos de más que dos variables, y
Y también podemos emprender ejercicios un poco más hemos lidiado con fórmulas y diagramas de bloques.
rudos. Como ejemplo, consideremos la figura 154 con un Lo que nos hace falta ahora, es justificar el método de
agregado, según muestra la 155. Karnaugh. Para ello, empecemos advirtiendo que: las ex-
presiones como y re-
quieren juegos de paréntesis para convertirse en fórmulas
formales (esto es, requieren estructuraciones a base de c y d están en 1, 1, 1 y 0. La segunda tabla tiene a e6 con
bloques de las mismas especies pero con dos variables dos unos que resultan vecinos rectangularmente: donde a,
dominantes cada uno); hay varios juegos de paréntesis b y están en 1, 1 y 1, independientemente de d; esto es,
posibles; según análisis tabulares como el dedicado a la donde a, b y c están en 1, 1 y 0. La tercera tabla tiene a e7
figura 151, variando los juegos de paréntesis (esto es, con cuatro unos vecinos rectangularmente: donde a y
cambiando las estructuras), las dependencias entre las va- están en 1 y 1, independientemente de c y de d; esto es,
riables dominantes a, b, c, d... y la dependiente (tácita) no donde a y b están en 1 y 0. Y la cuarta tabla tiene a e8 con
varían, y, variando las secuencias de letras (esto es, inter- ocho unos que resultan vecinos rectangularmente: donde
cambiando las variables dominantes), las dependencias está en 1, independientemente de b, de c y de d; esto
tampoco varían; y, específicamente, la tabla de la depen-
es, donde a está en 0. La figura 162 refuerza lo dicho
dencia establecida por tiene a la variable
ahora.
dependiente (tácita) con un 1 en el renglón donde a, b, c,
d,... están en 1, 1, 1, 1,..., respectivamente, y un 0 en
cualquier otro renglón, mientras la dependencia estable-
cida por tiene a la variable dependiente
con un 0 en el renglón donde a, b, c, d,... están en 0, 0, 0,
0,..., respectivamente, y un 1 en cualquier otro renglón.
Enseguida, planteemos algunas tablas en un mismo Fig. 162: Cuatro tablas en un mismo formato, y agrupaciones
formato: en el estilo de Karnaugh y con cuatro variables rectangulares de unos.
dominantes (presuntamente), a, b, c y d. Por ejemplo,
planteemos una para , otra para Eso debiera justificar suficientemente el uso de en el
, otra para y otra para . La método. Por fin, planteemos una tabla de la misma espe-
primera involucra a las cuatro variables dominantes y tie- cie, pero donde aparece en el estilo de Karnaugh; por
ne a e1 con un uno solo: donde a, b, c y d están en 1, 1, 1 ejemplo, la tabla para , que pue-
y 1, respectivamente. La segunda tabla involucra a tres de entenderse como un conjunto de cuatro fórmulas:
variables dominantes y, por ello, tiene a e2 con dos unos , , y . Las
que resultan vecinos rectangularmente gracias a las se-
tablas para las tres primeras de ellas, debieran estar claras
cuencias que siguen las variables dominantes en los bor-
por lo puesto en los párrafos anteriores: son las tres iz-
des del rectángulo, según el método de Karnaugh: donde
quierdas de la figura 163. La tabla para la cuarta fórmula
a, b, c y d están en 1, 1, 1 y 0, y donde están en 1, 1, 1 y
se basa en que la dependencia establecida por
1; resumiendo: donde a, b y c están en 1, 1 y 1, indepen-
tiene a la variable dependiente con un 0
dientemente de d. La tercera tabla involucra a dos varia-
bles dominantes y tiene a e3 con cuatro unos que resultan donde e9, e10 y e11 están en 0, 0, 0 y 0, respectivamente, y
vecinos rectangularmente gracias a las secuencias aludi- un 1 en cualquier otra ubicación, de lo cual resulta que es
das antes: donde a, b, c y d están en 1, 1, 0 y 0, donde la tabla derecha de la figura 163.
están en 1, 1, 0 y 1, donde están en 1, 1, 1 y 0, y donde
están en 1, 1, 1 y 1; resumiendo: donde a y b están en 1 y
1, independientemente de c y de d. Y la cuarta tabla invo-
lucra a una variable dominante y tiene a e4 con ocho unos
que resultan vecinos rectangularmente: donde a, b, c y d
están en 1, 0, 0 y 0, donde están en 1, 0, 0 y 1, donde
están en 1, 0, 1 y 0, y donde están en 1, 0, 1 y 1, donde Fig. 163: Cuatro tablas en un mismo formato, y agrupaciones
rectangulares de unos.
están en 1, 1, 0 y 0, donde están en 1, 1, 0 y 1, donde
están en 1, 1, 1 y 0, y donde están en 1, 1, 1 y 1; resu-
Eso debiera justificar suficientemente el uso de en el
miendo: donde a está en 1, independientemente de b, de c
método.
y de d. La figura 161 refuerza lo dicho.
Como la tabla derecha de la figura 163 es, de vuelta, la
tabla izquierda de la figura 149, podemos abandonar las
justificaciones del método de Karnaugh.
Para más que cuatro variables binarias dominantes y
una dependiente, tal método se vuelve difícil y es preferi-
ble recurrir a métodos de computación como el de Wi-
Fig. 161: Cuatro tablas en un mismo formato, y agrupaciones llard Van Orman Quine (1908-2000) y Edward McClus-
rectangulares de unos. key (1929-).
Pero necesitamos volver a las variables con más esta-
Eso debiera justificar suficientemente el uso de en el dos.
método. A continuación, planteemos otras tablas de la Para ello, apoyémonos en que, según las fórmulas para
misma especie, pero donde a, b, c o d aparece con . Por interpolar puestas en el capítulo 14, las fórmulas siguien-
tes para variables binarias x, y y z cuyos estados son
ejemplo, planteemos una para , otra para
números iguales que 0 o 1:
, otra para y otra para . La
primera tiene a e5 con un uno solo: donde a, b, c y
están en 1, 1, 1 y 1, respectivamente; esto es, donde a, b,
______________________________________________
17. CONJUNTOS DE DEPENDENCIAS ESTRICTAS
ENTRE VARIABLES GRADUALES

Las dependencias formales que aparecen en las fórmu-


las para interpolar con que termina el capítulo 16, son las
se interpolan así, suponiendo que se trataba de fórmulas usadas domésticamente al sumar, restar y multiplicar con
parciales, para variables graduales x, y y z cuyos estados variables cuyos estados son números cualesquiera.
son números cualesquiera entre 0 y 1, inclusive: La figura 164 muestra los diagramas de bloques respec-
tivos sin explicaciones, porque ya debieran ser innecesa-
rias (y porque, de hecho, dos de esos diagramas ya apare-
cieron en la figura 99).

Fig. 164: Tres diagramas de bloques tradicionales

La figura 165 muestra un diagrama de bloques corres-


pondiente a la cuarta de las fórmulas para interpolar seña-
ladas, también sin explicaciones y como ejemplo.

Fig. 165:

La figura 166 muestra el conjunto que ella misma indi-


ca.

Fig. 166:

Usando el Álgebra que aprendimos cuando éramos ni-


ños:

luego,
luego,

Con el fin de plantear diagramas de bloques correspon-


dientes a las dos fórmulas últimas (y a muchas otras),
formalicemos en la figura 167 uno para elevar a potencia
constante y otro para multiplicar por un factor constante
(aunque podrían estructurarse con el diagrama derecho de
la figura 164, y porque, de hecho, aparecieron en la 101).
A la derecha de la flecha o del punto hay que agregar la
potencia o el factor que faltan.

Fig. 167: Otros dos diagramas de bloques tradicionales (fal-


tando un número en cada caso)

Con eso (y con una licencia menor), los diagramas de


bloques correspondientes a las dos fórmulas últimas
podrían ser los que muestra la figura 168.
______________________________________________
18. RETARDOS Y EVOLUCIONES

Fig. 168:
Repitámonos: en el ámbito técnico, las relaciones cla-
Obviamente, la causalidad se ha desdibujado de nuevo. ves entre las variables son las dependencias o, inversa-
Dejemos el tema una vez más, para comentar lo si- mente, las dominaciones. Se trata de faltas de in-
guiente: cuando las variables son graduales, igual que dependencias mutuas aparejadas con un supuesto añadido
cuando son binarias, cualquier tabla con varias variables al de reducción característica de esas faltas: con el su-
dependientes se puede interpretar como un conjunto de puesto de que unas variables dominan y otras dependen;
varias tablas más breves, con una variable dependiente que unas mandan y otras obedecen; que unas estimulan y
cada una; y cualquiera de esas tablas más breves con más otras responden; que unas son causas y otras, efectos.
que dos variables dominantes se puede interpretar, a su El criterio para decidir quién depende y quién domina,
vez, como un conjunto de varias tablas mínimas, con una no es evidente. Pero, pese a las ocasiones en que hemos
o dos variables dominantes cada una; pero, cuando las va- desdibujado la causalidad, desde el capítulo 9 suponemos
riables son graduales, a diferencia de cuando son binarias, que la orientación de las dependencias se va zanjando con
la formalización de las tablas mínimas es un problema el criterio de la imposición voluntaria de estados, com-
muy difícil. En efecto, si las variables tienen e estados plementado con que ninguna variable depende por dos o
con e suficientemente grande para hablar de gradualidad más dependencias diferentes, y con que ninguna variable
(por ejemplo, y muy conservadoramente, 1000), las tablas domina variando después.
alternativas posibles con una variable dominante y una Lo último nos pone frontalmente ante un tema que ini-
dependiente son (por ejemplo, 10001000: un número ciamos en el capítulo 9, y que hasta aquí hemos tratado
colosal), y con dos variables binarias dominantes y una con demasiada liviandad: la presencia de retardos.
dependiente son (por ejemplo, 10001000000: un número Como está puesto cerca de la figura 44, no cabe dicta-
más colosal aún). Así, cuando las variables son graduales minar sencillamente que las variables que varían después
es muy difícil hacer formalizaciones exhaustivas como son dependientes, porque, según ese dictamen, las dos es-
las que muestran las figuras 138, 140, 141 y 142, para va- tructuras de la figura nos resultan indistinguibles si en la
riables binarias; y no es cuerdo pensar en estructurar izquierda x obedece a z con algún retardo e y obedece a x
cualquier dependencia a base de algunas de las formali- con un retardo parecido, mientras en la derecha x obedece
zadas, mediante un método como el de Karnaugh. a z con el mismo retardo e y obedece a z con un retardo
Cuando las variables son graduales, las nociones pro- doble; y la confusión es peor si las variaciones se hacen
fundas son parecidas a las usadas cuando las variables cíclicas o se detienen, porque entonces se torna difícil no-
son binarias; pero, en realidad, la diversidad de casos es tar qué ocurre después y qué, antes.
entonces tan grande, que hay que lidiar con muchos de Pero ese argumento merece algunas explicaciones.
ellos según aparezcan, manteniendo alguna esperanza en Redibujemos la figura 44 según la 169.
las resoluciones algebraicas (que, si son sólo de inserción
de unas fórmulas en otras, no hacen más que insinuar las
estructuras ocultando variables dependientes y, si no, nos
desbordan con facilidad). Fig. 169: Dos estructuras causales de tres variables (x, y y z) y
Para aumentar la desazón, aún nos faltan las dependen- dos dependencias (z dominando, x dependiendo y dominando, o
cias que no son estrictas (y que también nos desbordan), y dependiendo, e y dependiendo), con retardos (desdibujados)
por lo menos un tema pendiente desde el capítulo 9.
Vamos a ese tema, ignorando los desbordantes. Lo que pretendemos insinuar mediocremente en el caso
izquierdo de la figura 169, es que x depende de z, e y de-
pende de x; esto es, que x e y son efectos de z y x, respec-
tivamente; pero son efectos retardados: x, y y z varían se-
cuencialmente (esto es, evolucionan escena a escena), y
en cualquier etapa (esto es, escena) x depende más de
cómo estaba z en la anterior, que de cómo está en la pre-
sente, e y depende más de cómo estaba x en la anterior,
que de cómo está en la presente. Parecidamente, lo que
pretendemos insinuar en el caso derecho de la figura 169,
es que x e y son efectos retardados de z: en cualquier eta-
pa (escena), x depende más de cómo estaba z en la ante-
rior, que de cómo está en la presente, e y depende más de
cómo estaba z en la anterior a la anterior, que de cómo
está en la presente o estaba en la anterior.
Podemos mejorar un poco las insinuaciones procurando
desmontar en las dependencias los retardos que pudieran
incluir, y lo demás. Para ello, formalicemos como “retar-
do Δt” a una igualación retardada en Δt; esto es, a una
dependencia según la cual una variable dependiente y
otra dominante evolucionan de manera que el estado de la
dependiente en cualquier escena iguala al que tenía la Desde ahora y hasta el fin de este libro, supongamos
dominante en la escena anterior (entendiendo que la sepa- que Δt es el retardo que media entre los estados consecu-
ración temporal entre ambas escenas es, precisamente, tivos de las secuencias representativas de todas las varia-
Δt); o, dicho al revés, el estado de la dominante en cual- bles que evolucionan temporalmente, que t es una varia-
quier escena presente será igualado por el de la depen- ble que evoluciona y sirve como medida oficial del tiem-
diente en la escena siguiente. po, y que Tk=k·Δt para cualquier k que es un número en-
Con esa formalización y como ejemplo, podemos vol- tero (de manera que, efectivamente, cualquier Tk y cual-
ver a dibujar la figura 169 según la 170 o, equivalente- quier Tm tienen negado parecerse para k≠m).
mente, según la 171, suponiendo que los retardos son los En tal circunstancia, podemos representar a la evolu-
señalados y que (1) se repite en ambos casos. Entonces x ción de t con la secuencia de la figura 173.
queda dependiendo de z por igual en ambos casos, incon-
dicionalmente, mientras y queda dependiendo de z por Fig. 173: Evolución de la variable t, en secuencia de estados
igual en ambos, con la condición de que la dependencia
(3) en el caso derecho equivalga al conjunto de las de- También podemos representar a la evolución de t y a,
pendencias (1) y (2) en el izquierdo. conjuntamente, con la secuencia de la figura 174.

Fig. 174: Evolución conjunta de las variables t y a, en secuen-


cia de estados

Fig. 170: Dos estructuras causales de tres variables (x, y y z) y También podemos representar a esa evolución con la
dos dependencias (z dominando, x dependiendo y dominando, o lista vertical de la figura 175 (apelando a la manera occi-
dependiendo, e y dependiendo), con retardos (desdibujados) dental de leer hacia abajo).
T1 A1
T2 A2
... ...
Tk Ak
Fig. 171: Dos estructuras causales de tres variables (x, y y z) y ... ...
dos dependencias (z dominando, x dependiendo y dominando, o Fig. 175: Evolución de t y a, en lista vertical de estados
dependiendo, e y dependiendo), con retardos (dibujados)
También podemos representar a la evolución con la ta-
Pero, para mejorar en definitiva las insinuaciones, de- bla de la figura 176.
bemos hacernos cargo de que estamos ante variables que t a
evolucionan variando secuencialmente. Δt A1
Volvamos, pues, a las secuencias del capítulo 5 y to- 2⋅Δt A2
memos como ejemplo a una variable de la figura 170 o de ... ...
la 171; en particular, tomemos a la variable dominante en k⋅Δt Ak
el retardo cuya variable dependiente es x, y llamémosla a. ... ...
Si, con notación parecida a la del capítulo 14, llamamos Fig. 176: Evolución de t y a, en tabla
A1 al primer estado de a, A2 al segundo, y en general Ak
al k-ésimo (donde k es un número entero), podemos re- Y también podemos representar a la evolución con el
presentar a la evolución de a con la secuencia de la figura gráfico de la figura 177 (donde A2=Ak como ilustración
172 (que no es una estructura causal, sino temporal). de los parecidos posibles).

Fig. 172: Evolución de la variable a, en secuencia de estados

Sin las transiciones de la secuencia, estaríamos como


ante la página con retratos de un ser humano (difunto o Fig. 177: Evolución de t y a, en gráfico
no) en el comienzo del capítulo 9; volveríamos a los con-
ceptos de variable, identidad y estado sin poder concluir- Es notorio que la tabla y el gráfico de las figuras 175 y
los; y nos aburriríamos un poco si hubiera dos estados 176 corresponden a “varíe t y a a Δt y A1, o a 2·Δt y A2,...
(retratos) muy parecidos. o a k·Δt y Ak,... , respectivamente”, y que el “o” faculta
Queden aquellos conceptos inconclusos, definitivamen- para hacer las variaciones sin preocupación por las se-
te. cuencias indicadas recientemente. Y también es notorio
En la secuencia de la figura 172, completa, los estados que podemos hacer tablas y gráficos parecidos para la
Ak y Am son diferentes por ser uno el k-ésimo y el otro el evolución conjunta de t y cualquier otra variable que evo-
m-ésimo (para k≠m); pero quizás sean tan parecidos en luciona parecidamente (incluyendo t).
todo lo demás, que se los puede confundir. Esto último, que se dice tan rápido, merece sosegarse
Si se tratara de una variable t en que cualquier estado Tk un poco con un comentario: como en las tablas estamos
y cualquier estado Tm tienen negado parecerse de esa ma- dedicando las columnas izquierdas a t y las derechas a las
nera (para k≠m), tal variable serviría como medida del otras variables, como en los gráficos estamos dedicando
tiempo. los ejes horizontales a t y los verticales a las otras varia-
Eso queda para meditar. bles, y como existe el vicio de llamar “variable indepen-
diente” a t y “variables dependientes” a las otras, pudiera Xk+1 y Ak como variables, no como estados (no variables)
parecer que pretendemos erigir al tiempo en el Gran Titi- de las variables a (dominante) y x (dependiente). Y la
ritero dominante de todas las variables que evolucionan; consumación de la travesura está en la representación
pero la pretensión no es ésa: desdibujamos la causalidad igual de estructuras causales y variables dependientes,
de nuevo. vista en el capítulo 11, y en las maniobras algebraicas de
Repitámonos otra vez: dominados por cualquier Gran reemplazo a la rápida, que nublan las variables.
Titiritero, actuamos, no con acciones, sino con actuacio- De los cuatro diagramas de la figura 178, el izquierdo
nes de títeres, y todo el discurso de lo técnico es irreme- superior es el único serio como representación de una de-
diablemente huero. En cualquier caso, no podemos deci- pendencia. Los otros tres, incluido el derecho superior, se
dir la orientación de una dominación presunta por parte permiten licencias un poco abusivas, como mostrar los
del tiempo, ni imponiendo estados voluntariamente en el estados de las variables que evolucionan secuencialmente
tiempo, ni constatando que el tiempo no varía después (escena a escena), durante una sola etapa (escena, con las
que las otras variables. Para mantener la esperanza técni- variaciones detenidas) en que no se puede apreciar la cau-
ca y la cordura, las tablas y los gráficos de que hablamos salidad.
carecen de pretensión causal, y sólo tienen las columnas y Las fórmulas apuntadas antes adolecen de lo mismo.
los ejes donde los tienen, porque los necesitan en alguna Desafortunadamente, no hay fórmulas mejores y es ne-
parte. cesario manejar todo esto entendiendo los secretos travie-
Dejemos, pues, el asunto, retornemos a las figuras 170 sos que acabamos de develar.
y 171, y tomemos como ejemplo a la variable x. Terminemos, pues, lo que habíamos empezado tomando
Si a=A1 cuando t=Δt, entonces x=A1 cuando t=2⋅Δt co- como ejemplo a la variable x de la figura 170 o 171.
mo resultado de la igualación retardada en Δt; y si x=X2 Según las fórmulas, X2=A1, X3=A2, Xk+1=Ak, etcétera;
cuando t=2⋅Δt por denominación, entonces X2=A1. Pare- luego, si nos atenemos a la figura 177, la evolución con-
cidamente, X3=A2, Xk=Ak-1, Xk+1=Ak, etcétera. junta de t y x debiese ser la de la figura 179, donde es no-
De hecho, fórmulas como esas dos últimas son las más torio que falta X1 (=A0) por desconocimiento de A0.
habituales para representar a una igualación retardada
como la de la dependencia de la figura 170 o 171cuya va-
riable dominante es a y cuya variable dependiente es x:

Fig. 179: Evolución de t y x, en gráfico

Y así en todos los demás bloques de igualación tras un


retardo Δt.
Esto, que también se dice rápido, merece otro comenta-
rio: las fórmulas apuntadas y las maniobras algebraicas
rápidas implican un desdoblamiento mental que ya se
asomó en la figura 83 y en el capítulo 14, y que aquí se
agrava. Por ellas podemos dibujar diagramas como los de
la figura 178, escribiendo a y x, o Ak en lugar de a y Xk
en lugar de x, o Ak en lugar de a y, por reemplazo, Ak-1
(=Xk) en lugar de x, o Xk+1 (=Ak) en lugar de a y Xk en
lugar de x.

Fig. 178: Cuatro diagramas

Lo malo del diagrama derecho inferior de la figura 178,


es que en él podríamos leer que Xk (x cuando t=k·Δt) de-
pende de Xk+1 (x cuando t=(k+1)·Δt, después), lo cual
atentaría contra el criterio de que no domina quien varía
después; lo malo del diagrama izquierdo inferior es que
en él podríamos leer que Ak (a cuando t=k·Δt) domina a
Ak-1 (a cuando t=(k-1)·Δt, antes), lo cual perpetraría el
mismo atentado; y, para más confusión, lo raro es que en
ambos diagramas tenemos las flechas al revés que las so-
licitadas por la figura 172.
El germen de la maldad está en las fórmulas mismas,
donde podríamos leer que Xk depende de Ak-1 y que Xk+1
depende de Ak, lo cual implicaría considerar a Xk, Ak-1,
______________________________________________
19. CONJUNTOS DE DEPENDENCIAS ESTRICTAS,
CON RETARDOS

Vamos ahora a la figura 171, entera; pero, para que la


complicación no sea mucha de improviso, restrinjámonos
primero a variables binarias y supongamos que los blo-
ques (1), (2) y (3) corresponden respectivamente a:

Vale decir, supongamos que la figura 171 es, más bien,


la 180.

Fig. 180: Variables binarias en dos estructuras causales con


retardos

Atendiendo a la figura 180, al capítulo 18 y a las ma-


niobras algebraicas habituales, no es difícil plantear gran Fig. 181: Gráficos para el caso izquierdo de la figura 180
cantidad de fórmulas; por ejemplo, para el caso izquierdo:

y, para el caso derecho:

Luego, para ambos:

Así se corrobora que x queda dependiendo de z por


igual en ambos casos, e y también, por cumplirse que (3)
en el caso derecho equivale al conjunto de (1) y (2) en el
izquierdo (aunque las variables dependientes no son las
mismas).
Dando por impuesta la evolución de z, tampoco es difí- Fig. 182: Gráficos para el caso derecho de la figura 180
cil deducir gráficos como los de las figuras 181 y 182.
En las figuras 181 y 182 es notorio que faltan X1, B1,
Y1 e Y2 por desconocimiento de Z1.
Eludiendo esas faltas y ocupando el método del capítulo
15 (con la causalidad desdibujada) podemos intentar des-
cubrir cómo quedan dependiendo x e y de z, según mues-
tra la figura 183.
Fig. 183: Gráficos originales (los tres izquierdos), gráfico Fig. 186: Gráficos originales (los tres izquierdos), gráfico
añadido (el derecho superior) y gráficos resultantes (el derecho añadido (el derecho superior) y gráficos resultantes (el derecho
central y el derecho inferior). central y el derecho inferior).

Lo malo ahora es que, en los gráficos resultantes (el de-


recho central y el derecho inferior, en la figura 183), x y z
parecen independientes mutuamente, e y parece depender
de z según una igualación.
La figura 184 muestra otra faceta, que proviene de ob-
Fig. 187: Gráficos resultantes, con transiciones insinuadas en
servar las evoluciones en los gráficos izquierdos e insi- gris.
nuar con gris las transiciones en los gráficos resultantes.
Con la sola presencia de las figuras 181 a 187, la confu-
sión acerca de la causalidad puede ser mucha: para acabar
tal confusión no basta la evolución impuesta a z; habría
que seguir probando.
Fig. 184: Gráficos resultantes, con transiciones insinuadas en Una vez aclarada la causalidad de la figura 180, no es
gris. difícil predecir las evoluciones de x e y dando por im-
puesta la evolución de z. Hagamos otro ejercicio (con una
Por cierto, las transiciones se representan mejor grafi- evolución de z diferente, para amenizar) intentando com-
cando también un eje t; por ejemplo, como aparece el pletar secuencialmente la tabla de la figura 188.
gráfico derecho de la figura 184 en la 185 (donde dicho t z x y
gráfico derecho se podría percibir mirando desde la punta 0 0
del eje t). Δt 1
2·Δt 0
3·Δt 0
4·Δt 1
5·Δt 1
6·Δt 0
7·Δt 0
8·Δt 0
9·Δt 1
10·Δt 1
Fig. 185: Gráfico resultante, con transiciones insinuadas en 11·Δt 1
gris. ...
Fig. 188: Tabla incompleta para los casos de la figura 180
El asunto está en que, si la evolución de z no es la de las
figuras 181 y 182 (aunque z sea binaria), es posible que ni La dificultad mayor, que es chica, está en realizar tran-
las transiciones ni los gráficos resultantes sean los de las siciones oculares sin enredarse, y puede aliviarse con un
figuras 184 y 185. esbozo como el izquierdo o el derecho de la figura 189,
Consideremos, por ejemplo, las figuras 186 y 187 (sal- que insinúan en qué renglones y columnas se ubican, re-
tando las evoluciones de a, b y c y las diferencias entre petidamente, los estados anteriores necesarios para el
los dos casos de la figura 180, para abreviar). cómputo de los posteriores según las dependencias co-
rrespondientes.

Fig. 189: Esbozos de transiciones oculares para lograr la tabla


de la figura 190 (el izquierdo para el caso izquierdo de la 180, y
el derecho para el caso derecho).
t z x y
t z x y 0 0
0 0 Δt 1 0
Δt 1 0 2·Δt 2 0,5 0
2·Δt 0 1 1 3·Δt 3 1 0,5
3·Δt 0 0 0 4·Δt 3 1,5 1
4·Δt 1 0 1 5·Δt 2 1,5 1,5
5·Δt 1 1 1 6·Δt 1 1 1,5
6·Δt 0 1 0 7·Δt 0 0,5 1
7·Δt 0 0 0 8·Δt -1 0 0,5
8·Δt 0 0 1 9·Δt -2 -0,5 0
9·Δt 1 0 1 10·Δt -3 -1 -0,5
10·Δt 1 1 1 11·Δt -3 -1,5 -1
11·Δt 1 1 0 ...
... Fig. 192: Tabla para los casos de la figura 191
Fig. 190: Tabla para los casos de la figura 180
Ya está.
Ahora podemos aventurarnos con variables graduales. Enseguida, recortemos una parte de la figura 191, y
Supongamos, por ejemplo, que (1), (2) y (3) de la figura agreguémosle una complicación según la figura 193.
171 corresponden respectivamente a:

Vale decir, supongamos que la figura 171 es, más bien, Fig. 193: Variables graduales en una estructura causal con un
la 191. retardo

En la estructura de la figura 193, x sigue dependiendo


de z por una dependencia (multiplicación por 0,5 y retar-
Fig. 191: Variables graduales en dos estructuras causales con do), pero z depende de x por otra (igualación vulgar, sin
retardos retardo). Por lo tanto, ya no se trata de dar por impuesta
la evolución de z, sino de computarla como la de x.
Para el caso izquierdo: En fórmulas:
X k = Ak -1
Bk−1 = X k−1

Ak−2 = 0,5 ⋅ Z k−2


Luego:
y, para el caso derecho: X k = Ak -1
Ak -1 = 0,5 ⋅ Z k -1
Z k -1 = X k -1
C k−2 = 0,5 ⋅ Z k−2
y luego:
Ak−1 = 0,5 ⋅ Z k−1 X k = 0,5 ⋅ Z k -1
Z k -1 = X k -1
Luego, para ambos:
Yk = 0,5 ⋅ Z k−2 Si nos damos X0 (por ejemplo, si X0=16), podemos usar
X k = 0,5 ⋅ Z k−1 el esbozo de la figura 194 para lograr la tabla de la 195 y
el gráfico de la 196.
Así, si imponemos la evolución de z, podemos usar los
esbozos de la figura 189 para predecir, también por ejem-
plo, las evoluciones de x e y en ambos casos de la figura
191 mediante la tabla de la 192. Fig. 194: Esbozo de transiciones oculares para lograr la tabla
de la figura 195.

t x z
0 16 16 Eso significa que x se puede quedar quieta estando en 0,
Δt 8 8 lo cual se verifica fácilmente suponiendo X0=0 y compu-
2·Δt 4 4 tando la tabla correspondiente.
3·Δt 2 2 t x z
4·Δt 1 1 0 0 0
5·Δt 0,5 0,5 Δt 0 0
6·Δt 0,25 0,25 ...
7·Δt 0,125 0,125 Fig. 197: Otra tabla para el caso de la figura 193
8·Δt 0,0625 0,0625
... Según muestra la figura 197, si X0=0, el estado de z y x
Fig. 195: Tabla para el caso de la figura 193 cuando t=0 empieza a repetirse cuando t=Δt: estando en
0, z se queda quieta y x, también.
Lo que aporta, además, la resolución algebraica recien-
te, es que, en el caso tratado, no hay otro estado en el que
z y x se puedan quedar quietas. Y lo que muestra el gráfi-
co de la figura 196, es que, en el caso tratado, x tiende a
aquietarse en ese estado único.
Hay muchos casos donde una variable puede quedarse
quieta en un estado único; muchos casos donde una va-
riable puede quedarse quieta en cualquiera de varios esta-
dos; y muchos donde no puede quedarse quieta en ningu-
no. Todo eso se aclara con el Álgebra, si se anulan men-
talmente los retardos y se logran las resoluciones alge-
braicas correspondientes.
Por otro lado, hay muchos casos donde una variable
Fig. 196: Gráfico para el caso de la figura 193 puede quedarse quieta y tiende a aquietarse; muchos ca-
sos donde una variable puede quedarse quieta y no tiende
En las figuras 195 y 196, es notorio que x evoluciona a aquietarse; muchos donde una variable puede quedarse
tendiendo a 0; esto es, que, secuencialmente, sus estados quieta, está casi quieta y se intranquiliza; y muchos donde
se van pareciendo a 0 hasta que las diferencias entre los una variables puede quedarse quieta en cualquiera de va-
finales, y entre éstos y dicho 0, son insignificantes. rios estados, está casi quieta en alguno de ellos, se intran-
Hay en eso algo que merece ser destacado: cuando las quila y tiende a aquietarse en otro. Eso no se aclara con el
diferencias entre los estados de una variable son insigni- Álgebra que aprendimos mientras éramos niños y, en este
ficantes, su estado (k-1)-ésimo, su estado k-ésimo y su libro, queda por verse computando tablas como las de es-
estado (k+1)-ésimo son parecidos en todo (excepto en te capítulo, según el caso.
que uno es el (k-1)-ésimo, otro es el k-ésimo y otro es el Retomemos las variables binarias, recortemos otra parte
(k+1)-ésimo), y por ello podemos anular mentalmente los de la figura 180, y agreguémosle una complicación según
retardos reemplazando las igualaciones tras retardos por la figura 198.
igualaciones vulgares. En retorno, al anular así los retar-
dos quedamos ante el Álgebra de los capítulos 11 a 17 y,
si logramos una resolución algebraica, descubrimos cada
Fig. 198: Variables binarias en una estructura causal con un
estado en que la variable se puede quedar quieta o, dicho
retardo
más profusamente, se puede quedar evolucionando de
manera que las diferencias entre sus estados, y entre éstos Anulando el retardo:
y el aludido, son insignificantes.
Por ejemplo, si anulamos el retardo en el caso de las fi-
guras 193 a 196:
luego:

luego:
Eso significa que z no se puede quedar quieta en ningún
estado; y c, tampoco.
Sin anular el retardo:
Z k = C k -1
luego:
C k -1 = Z k -1

Si Z0=0, podemos usar el esbozo de la figura 199 para


lograr la tabla de la 200; y si Z0=1, podemos usarlo para
y luego (ignorando z=x=±∞):
lograr la tabla de la 201.
La posibilidad de estructurar y construir bloques para
recordar, como el de esta figura 204, y para computar,
como el de la 146, constituyó la base para uno de los le-
Fig. 199: Esbozo de transiciones oculares para lograr tablas. gados técnicos máximos del siglo 20: los computadores
electrónicos y el conocimiento asociado con ellos.
t c z Entre otros logros, nos hemos acercado a ese legado.
0 1 0
Δt 0 1
2·Δt 1 0
...
Fig. 200: Tabla para el caso de la figura 198

t c z
0 0 1
Δt 1 0
2·Δt 0 1
...
Fig. 201: Otra tabla para el caso de la figura 198

Según indican las figuras 200 y 201, las secuencias de


estados de c y z entre t=0 y t=Δt, inclusive, empiezan a
repetirse cíclicamente cuando t=2·Δt.
¿Qué más?
En la segunda mitad del siglo 20, los ingenieros diseña-
ron y construyeron “memorias” electrónicas. Inventemos
una simple, con variables binarias, con el diagrama de
bloques de la figura 202, y con comportamiento según es-
tas especificaciones:
° cuando x=0 e y=0, o x=0 e y=1, que z permanezca
como está (“decidida” a “recordar” el 0 o el 1 “re-
cordado”);
° cuando x=1 e y=0 durante un tiempo suficiente, que z
varíe a 0 (si no lo ha hecho) y permanezca así (“de-
cidida” a “recordar” el 0 “percibido”);
° cuando x=1 e y=1 durante un tiempo suficiente, que z
varíe a 1 (si no lo ha hecho) y permanezca así (“de-
cidida” a “recordar” el 1 “percibido”).

Fig. 202: Diagrama de bloques (“d”, “p” y “r” por variable de


“decisión”, de “percepción” y de “recuerdo”, respectivamente)

El diseño correspondiente, según el método de Kar-


naugh, aparece escuetamente entre las figuras 203 y 204,
inclusive.
0 0 1 1 Xk
0 1 1 0 Yk
0 0 0 1 0
1 1 1 1 0
Zk Zk+1
Fig. 203: Tabla (¡con los estados como variables!)

( )
Z k +1 = Z k ∧ X k ∨ ( X k ∧ Yk )

Fig. 204: Diagrama de bloques


______________________________________________
20. ESTRUCTURAS CAUSALES
Y RESOLUCIONES POR COMPUTACIÓN

Fig. 208: Variables graduales en una estructura causal con dos


retardos
Volvamos una vez más a la figura 180; en particular al
caso izquierdo, complicándolo según la 205.
Anulando los retardos:

Fig. 205: Variables binarias en una estructura causal con dos y luego (ignorando y=x=z=±∞):
retardos

Estamos ante dos retardos.


Eso significa que y se puede quedar quieta estando en 0;
Anulándolos:
x, también; y z, también.
Sin anular los retardos:

luego:

Si X0=0 e Y0=16, por ejemplo, podemos usar el esbozo


de la figura 206 para lograr la tabla de la 209.
t x y z
0 0 16 16
Eso significa que x no se puede quedar quieta en ningún Δt 8 0 0
estado; y, tampoco; y z, tampoco. 2·Δt 0 8 8
Sin anular los retardos: 3·Δt 4 0 0
4·Δt 0 4 4
5·Δt 2 0 0
6·Δt 0 2 2
7·Δt 1 0 0
8·Δt 0 1 1
Si X0=0 e Y0=0, por ejemplo, podemos usar el esbozo ...
de la figura 206 para lograr la tabla de la 207. Fig. 209: Tabla para el caso de la figura 208

Es notorio que x evoluciona tendiendo a 0 otra vez


Fig. 206: Esbozo de transiciones oculares para lograr tablas.
(aunque, ahora, brincando).
Parece, pues, que podríamos abandonar aquí el tema.
t x y z Pero hay dos comentarios que agregar.
0 0 0 0 El primero puede iniciarse volviendo al caso derecho de
Δt 0 1 1 la figura 191, y complicándolo según la 210.
2·Δt 1 1 1
3·Δt 1 0 0
4·Δt 0 0 0
...
Fig. 207: Tabla para el caso de la figura 205 Fig. 210: Variables graduales en una estructura viciada cau-
salmente
La secuencia de estados de x, y y z entre t=0 y t=3⋅Δt,
inclusive, empieza a repetirse cuando t=4⋅Δt. El comentario es éste: la figura 210 nos muestra una va-
riable (a gusto, x o y) que dependería de otra (z) por dos
Y el asunto es parecido cuando los estados son otros pa-
dependencias. Eso nos obliga a declarar viciada la figura
ra t=0 (si X0=0 e Y0=1, por ejemplo, el cómputo de la ta-
210 como estructura causal, porque, por ejemplo, la im-
bla empieza para t=0 como muestra la de la figura 207
posición de 0 y 1 en z cuando t=0 y cuando t=Δt, respec-
para t=Δt, y continúa parecidamente). La complejidad de
tivamente, obliga al rompimiento de la estructura cuando
las evoluciones aumenta con dos retardos; y la dificultad
de los cómputos, también; pero no en lo conceptual. t=2⋅Δt, o, por lo menos, a la variación de una dependencia
Retomemos, pues, las variables graduales volviendo al en ella. Y ni siquiera podemos intentar la inversión de las
caso izquierdo de la figura 191, y complicándolo según la flechas en uno de los dos lados, porque tal inversión es
208. incompatible con los retardos puestos allí. Lo mismo ocu-
rre con otras figuras que muestran, de manera parecida,
retardos y variables presuntamente dependientes por dos
o más dependencias diferentes.
El segundo comentario puede iniciarse comparando la
figura 210 con la 101, correspondiente a la petición de
Clavius (del capítulo 11).
El comentario es este: la figura 101 también nos mues-
tra una variable que dependería de otra por dos depen-
dencias, obligándonos a declararla viciada como estructu- Fig. 213: Dos estructuras causales con dos retardos cada una
ra causal. Pero la ausencia de retardos nos permite en-
mendar la figura causalmente invirtiendo flechas y blo- Si X0=-10, por ejemplo, podemos usar el esbozo de la
ques, e intercalarle enseguida un par de retardos como los figura 214 para predecir, en el diagrama izquierdo de la
de las figuras 205 y 208, para provocar evoluciones que 213, las evoluciones que muestra la tabla de la 215.
se aquieten en los estados con que se resuelve la petición,
aunque no sepamos completar las resoluciones algebrai-
cas que son necesarias sin retardos.
Vamos más despacio. Fig. 214: Esbozo de transiciones oculares para lograr la tabla
Simplificando un poco, la petición es: de la figura 215.

t x y
0 -10
Podemos reformularla algebraicamente de manera ru-
Δt -164751
dimentaria (apenas accesible para Clavius, gracias a la
2⋅Δt -55,820461394931...
notación de Vieta), según:
3⋅Δt -200607,369159449...
4⋅Δt -58,539493541773...
5⋅Δt -203582,594833418...
lo cual da el diagrama de bloques viciado de la figura
6⋅Δt -58,827457597867...
211. ...
Fig. 215: Tabla para el diagrama izquierdo de la figura 213

x tiende a -58,851508917837...
Así, podemos resolver la petición problemática de Cla-
vius con esta petición parcial, no problemática: “varíe x a
-58,851508917837...” (lo cual completa la resolución que
en el capítulo 11 prometimos explicar).
Fig. 211: La petición Por el otro lado, si X0=-10, podemos usar el esbozo de
la figura 214 para predecir, en el diagrama derecho de la
Podemos enmendarla causalmente despejando x en vez 213, las evoluciones que muestra la tabla de la 216.
de y en una de las dos fórmulas, según:
t x y
0 -10
o: Δt -1000
2⋅Δt 194,68875
3⋅Δt 7379425,79888...
4⋅Δt 9420,22099...
lo cual equivale a una inversión de flechas y bloques en
5⋅Δt 835955721242,82109...
uno de los dos lados de la figura 211, y da uno de los dos
...
diagramas de bloques no viciados de la 212. Fig. 216: Tabla para el diagrama derecho de la figura 211

x tiende a ∞.
Para entender mejor lo que ocurre, grafiquemos la re-
formulación rudimentaria de la petición en forma suelta
(e inaccesible para Clavius, antes de Descartes), según la
figura 217 (donde (i) y (d) se refieren a la fórmula iz-
Fig. 212: Dos estructuras causales quierda y a la fórmula derecha, respectivamente).

Podemos intercalarle enseguida un par de retardos, arbi-


trariamente, según:

o:
Fig. 217: Gráficos

lo cual da uno de los dos diagramas de bloques de la figu- En el primer despeje, la fórmula izquierda se encarga de
ra 213, que se parecen a la 205 y a la 208. variar x según y: en la figura 217, pone el gráfico (i) co-
mo meta de transiciones horizontales; y la fórmula dere- Hablemos ahora de la predicción de evoluciones en es-
cha se encarga de variar y según x: pone el gráfico (d) tructuras, como las de este capítulo, donde hay más que
como meta de transiciones verticales. Así, lo que ocurre un retardo.
con el primer despeje es lo que ilustra sueltamente la fi-
gura 218: una tendencia al punto en que los dos gráficos
se superponen y, según el final del capítulo 15, resuelven.

Fig. 218: Transiciones con el primer despeje

En el segundo despeje, al revés que en el primero, la


fórmula izquierda se encarga de variar y según x: pone el
gráfico (i) como meta de transiciones verticales; y la
fórmula derecha se encarga de variar x según y: pone el
gráfico (d) como meta de transiciones horizontales. Así,
lo que ocurre con el segundo despeje es lo que ilustra
sueltamente la figura 219: una tendencia a escapar infini-
tamente.

Fig. 219: Transiciones con el segundo despeje

Por lo tanto, decidiendo los despejes obtenemos las


transiciones y tendencias. Y, al revés, decidiendo las ten-
dencias y transiciones, diseñamos los despejes que nos
convienen.
Esto significa que podemos aventurar un método para
resolver (al menos parcialmente) peticiones problemáti-
cas parecidas a la de Clavius, cada una con una variable
numérica aparentemente dominante.
Para una petición de esa especie, el método es el si-
guiente:
1. reformule algebraicamente la petición en dos, me-
diante igualaciones con otra variable;
2. grafique sueltamente las fórmulas resultantes de la
etapa 1;
3. y estructure las fórmulas en un diagrama de bloques
como el de la figura 220, despejándolas según con-
venga para las tendencias y transiciones deseadas en
los gráficos de la etapa 2.

Fig. 220: Estructura causal para evoluciones que resuelven pe-


ticiones parecidas a la de Clavius

Por cierto, el método permite varias reformulaciones y


despejes con dificultades diferentes. Más: puede que no
llegue a ninguna solución, que llegue a una o que llegue a
varias; pero en ningún caso desdiciendo a las algebraicas,
y en el último quizás con despejes variantes para variar
de solución a solución.
______________________________________________ número o estado, afuera, y varíe la variable a lo leído”;
21. ESTRUCTURAS TEMPORALES por ejemplo, “ →x”.
Y MÉTODOS DE COMPUTACIÓN Y otras, cuyo aspecto podemos suponer como “…→”
donde los puntos suspensivos dan cabida a una variable,
en el lado izquierdo, piden: “averigüe el estado de la va-
riable izquierda tras la última etapa en que varió, y ense-
Las dificultades de cómputo para predecir las evolucio- guida varíe a ese estado alguna variable fuera de las eta-
nes en estructuras causales con retardos, aumentan con el pas del método”; dicho de otro modo (agregando un quin-
número de retardos. to verbo): “averigüe el estado de la variable, y escriba lo
Para aliviarlas, conviene estructurar temporalmente los
averiguado, afuera”; por ejemplo, “y→ ”.
cómputos notando que algunos deben hacerse antes que
Así, las peticiones se parecen a las de las fórmulas habi-
otros, por los datos necesarios en ellos; es decir, conviene
tuales; pero tienen flechas (→) en lugar de símbolos para
estructurar métodos de computación.
igualar (=), y esa es una diferencia decisiva. Compare-
Ya hemos invocado métodos antes: para construir una
mos, por ejemplo, “2⋅x→y” con “2⋅x=y”; “2⋅x=y” pide
figura en el capítulo 7, para enmendar escrituras de tablas
en el 10, para formar escuadras y para replantear un “varíe x e y a 1 y 2, o a 2 y 4,… respectivamente, según la
gráfico en el 12, para ayudarnos ante un conjunto de de- tabla para duplicar”; en cambio, “2⋅x→y” pide “averigüe
pendencias en el 15, para estructurar dependencias a base el estado de x tras la última etapa en que varió, pero no
de algunas formalizadas en el 16, para resolver peticiones varíe x; compute el estado de (la variable dependiente
problemáticas parecidas a la de Clavius en el 20. Todos oculta en) 2⋅x y enseguida (apenas pueda después de lo
esos métodos 37 (algoritmos, procedimientos, programas, anterior) varíe y al estado de 2⋅x”.
recetas) son estructuras temporales cuyas etapas, honran- Las peticiones se han alejado del Álgebra, se han con-
do la voluntad y la capacidad de acción del interlocutor, tagiado con la causalidad y, con sus flechas, delatan a las
son de peticiones hechas mediante formas verbales impe- variables dependientes: en la etapa “2⋅x→y”, y, que debe
rativas como “represente”, “elija”, “trace”, “proyecte”, variar después, no puede ser dominante.
“deslice”, “observe”, “piense”, “grafique”, “reformule”, Por otro lado, para que se pueda averiguar el estado de
“estructure” (si no se desdibuja esas formas balbuceando x tras la última etapa donde varió, y para que se pueda
infinitivos). computar el estado de 2⋅x, se necesita con qué recordar y
Los métodos de computación son de la misma especie, computar, en el mundo propio, en el de la realidad ajena o
y de poca diversidad de verbos. en ambos.
Algunas de sus etapas, cuyo aspecto podemos suponer Y nos volvemos a morder la cola con deleite: ya hemos
como “...→…” donde los puntos suspensivos dan cabida hablado de bloques para recordar (en el capítulo 19) y pa-
a un número en el lado izquierdo de la flecha y a una va- ra computar (en el 16).
riable en el lado derecho, piden (con un verbo): “ensegui- La versatilidad de las etapas de computación propues-
da, varíe la variable derecha al número izquierdo”; por tas, es notable. Para insinuarla, volvamos a tomar como
ejemplo, “0→x”. ejemplo la petición de Clavius (del capítulo 11):
Otras etapas, cuyo aspecto podemos suponer como
“...→…” donde los puntos suspensivos dan cabida a una
variable en el lado izquierdo y a otra en el derecho, piden que reformulamos y despejamos con éxito para la resolu-
(agregando un segundo verbo): “averigüe el estado de la ción (en el 20), como:
variable izquierda tras la última etapa del método en que
varió, y enseguida varíe la variable derecha a ese estado”;
por ejemplo, “x→y”.
y que podemos abreviar ahora como:
Otras, cuyo aspecto podemos suponer como “...→…”
donde los puntos suspensivos dan cabida a la fórmula de
una dependencia estricta en el lado izquierdo y a una va-
riable en el derecho, piden (agregando un tercer verbo): Según esta fórmula, X0 es necesario para computar X2;
“averigüe los estados de las variables dominantes de la X2 es necesario para X4; X4 para X6; y así sucesivamente.
fórmula izquierda tras las últimas etapas del método en Todos ellos son estados de x. Por lo tanto, podemos es-
que variaron, compute el estado de la variable dependien- tructurar el método de la figura 221, donde xp es una va-
te oculta en esa fórmula según aquellos estados, y ense- riable que podríamos denominar “x próxima” aludiendo a
guida varíe la variable derecha al estado de tal variable su papel en “xp→x”; pero, de manera más descarnada, x y
dependiente oculta”; por ejemplo, “2⋅x→y”. xp son variables para tener presentes los estados Xk y
Otras, cuyo aspecto podemos suponer como “→…” Xk+2, respectivamente (aprovechando que Xk+1 carece de
donde los puntos suspensivos dan cabida a una variable importancia en la fórmula).
en el lado derecho, piden: “averigüe un número o el esta-
do de una variable, fuera de las etapas del método, y en-
seguida varíe la variable derecha a ese número o estado”;
dicho de otro modo (agregando un cuarto verbo): “lea el

37
“método (Del lat. methodus, y este del gr. µεθοδοζ) m.
Modo de decir o hacer con orden una cosa...”. “Método” habría
aparecido en el castellano escrito durante el siglo 16.
sólo para el final, cuando ya hayamos dado por resuelta la
petición de Clavius; pero, con las transiciones de retorno,
no sabemos cuándo finalizar. Para disipar tal desgracia,
los métodos de computación permiten plantear transicio-
nes condicionadas por descripciones que, estando válidas,
franquean dichas transiciones y, estando inválidas, las
niegan.
Con tranquilidad, podemos anotar las descripciones
condicionantes al lado de las transiciones condicionadas
por ellas; pero la notación misma merece algunas dudas:
tradicionalmente, se anota fórmulas como las habituales
desde el capítulo 11, cuyo carácter es más imperativo que
indicativo; vale decir, pese a que se trata más de peticio-
nes que de descripciones.
Aprovechando que en las etapas nos estamos descol-
gando de las peticiones habituales y estamos usando
fórmulas con flechas en lugar de símbolos para igualar,
donde podemos notar el descuelgue, hagamos el desagui-
sado tradicional: en las transiciones anotemos fórmulas
como las habituales interpretándolas, no como peticiones,
sino como descripciones de sus cumplimientos presuntos;
por ejemplo, no interpretemos “y=x” como “varíe x e y a
0 y 0, o a 1 y 1,… respectivamente, según la tabla para
igualar” ni, más brevemente, como “iguale y y x”, sino
como “y y x están iguales”, que puede considerarse como
válida o inválida según los estados de x e y tras las últi-
mas etapas del método en que variaron.
Este será otro secreto travieso que negará la inteligencia
a quienes no estén en la complicidad.
En la petición de Clavius, para dejar la escritura sólo
para el final, cuando ya hayamos dado por resuelta la pe-
tición, necesitamos describir el final; y podemos hacerlo,
por ejemplo, re-escribiendo la petición misma así:

luego, así:
Fig. 221: Método de computación

Por desgracia, la figura 221 repite etapas iguales abu-


rrida y onerosamente. luego, así:
Cuando las transiciones sólo son capaces de originar
secuencias puras, como la de la figura 221, los métodos
pueden resultar largos por repetición de etapas iguales. y luego, con alguna tolerancia, así:
Para abreviar, retornemos al capítulo 5, adonde asevera-
mos que podemos presentar estructuras de etapas y tran-
siciones más amplias que las de las secuencias: por lo
pronto, los métodos de computación permiten plantear Entonces podemos reestructurar el método de resolu-
transiciones de retorno (¡qué mordida de cola!). Así, co- ción según la figura 223, dejando la escritura sólo para el
mo ejemplo, permiten acortar la figura 221 según la 222. final.

Fig. 223: Método de computación para resolver la petición de


3
Clavius (“1⋅x =800⋅x-156751”).
Fig. 222: Método de computación
Ya está.
Una desgracia evidente entonces, es que estamos pi- Las resoluciones mediante métodos de computación
diendo escribir demasiado: nos conviene dejar la escritura más o menos estructurados y parecidos a los expuestos,
tienen milenios de antigüedad: son mucho más viejas que ______________________________________________
las algebraicas. 22. ESTRUCTURAS ESPACIALES, VIAJEROS
Hay tal abundancia de posibilidades con lo que hemos ETERNOS Y ACUMULACIONES
expuesto aquí, que lo mejor es dejar el tema abierto tras
añadir lo siguiente.
Así como en el capítulo 13 advertimos que los diagra-
mas de bloques son estructuras causales y no estructuras En el capítulo 6, la figura 21 muestra la estructura espa-
espaciales (aunque las páginas en que se dibujan permiten cial de un museo, en proyecto, con cuatro recibidores,
confundirlo todo), advirtamos que los métodos de compu- como recintos, y ocho pasillos, como pasadas que un via-
tación son estructuras temporales y no estructuras causa- jero, en singular, no podría cruzar todas sin repetirse nin-
les: en ellos no se trata de variar la petición de una etapa guna; la 22 muestra una estructura espacial reducida, con
y de observar acaso varía o estamos obligados a variar cuatro recibidores, como recintos, y cinco pasillos, como
otra petición (posterior o anterior), aunque la variación de pasadas que el viajero sí podría cruzar de aquella manera;
aquella petición pudiera variar lo escrito al ejecutar un y el final opone a la singularidad del viajero, la pluralidad
método, y la validez de las descripciones condicionantes de otros, derramados.
domina al franqueo de las transiciones condicionadas. Hablemos ahora del derrame plural por las estructuras
Además, advirtamos que los métodos de computación espaciales.
tampoco son estructuras espaciales, aunque hay aspectos Si los viajeros son muchos más que los recintos, mucho
que tientan a transitar entre los sustantivos “transición” y más barato que conocer en qué recinto se halla cada via-
“tránsito”, y por eso se suele hablar de “diagramas de flu- jero, es conocer cuántos viajeros hay en cada recinto.
jo”, como si en los métodos hubiese algo que viaja, de- Eso, por supuesto, presupone que los viajeros nos son tan
rramado, por las transiciones y etapas. Cuando las transi- parecidos, que los podemos confundir con toda impuni-
ciones de los métodos son tales que sus estructuras tem- dad.
porales son secuencias puras, como en la figura 221, es Apeguémonos a ese último presupuesto y conocimien-
fácil imaginar algún viajero pasando de un recinto a otro, to, que es lo que hacemos, por ejemplo, ante el agua.
entrando en cada uno, encontrando en él una misión que Imaginemos un estanque cilíndrico de eje de simetría
cumplir, y saliendo de él con la misión cumplida. Sin vertical (un recinto especial), y un caudal de masa de
embargo, cuando existen transiciones de retorno, como en agua q. En particular, imaginemos los cuatro casos de la
la figura 222, hay que enfrentar varios viajeros entrando figura 224.
en algún recinto (por ejemplo, dos en el segundo de la fi-
gura 222, si aún cabe hablar de “segundo”) y un solo via-
jero saliendo del recinto; y hay que esforzarse un poco
alegando que los varios viajeros son uno solo, que entra
en tiempos distintos por dos pasadas distintas y sale en
tiempos distintos por una misma pasada. Y en la figura
223, el alegato puede repetirse para el segundo recinto y
acomodarse para el tercero, alegando que allí entra algo
por una pasada y sale por una de dos, alternativamente y Fig. 224: Cuatro casos con un estanque y un caudal
según sean las condiciones del tránsito. Pero hay métodos
(fuera de este libro) que permiten transiciones no sólo en- No es difícil conjeturar los comportamientos siguientes:
tre pares de etapas, como aquí, sino también entre tríos o I. el nivel de agua en el estanque aumentará cada vez
conjuntos mayores, conjunta y no alternativamente. En más, porque el volumen de agua aumentará cada
ellos podríamos imaginar, no un viajero solo, en singular, vez más, porque la masa de agua aumentará cada
sino viajantes más plurales, como dejamos insinuado en vez más por causa del caudal q, que es un flujo de
los capítulos 5 y 6. Entonces se nos hace evidente que es- masa viajante del lado derecho al estanque;
tamos abusando de que las páginas permiten confundirlo II. el nivel aumentará como en I, porque el volumen
todo, y se nos pone más difícil la imaginación. aumentará como en I, porque la masa aumentará
como en I por causa del caudal q, que es un flujo
de masa viajante del lado izquierdo al estanque;
III. el nivel disminuirá cada vez más, porque el volu-
men disminuirá cada vez más, porque la masa dis-
minuirá cada vez más por causa del caudal q, que
es un flujo de masa viajante del estanque al lado
derecho;
IV. el nivel disminuirá como en III, porque el volumen
disminuirá como en III, porque la masa disminuirá
como en III por causa del caudal q, que es un flujo
de masa viajante del estanque al lado izquierdo.
La figura 225 esboza estructuras espaciales bastante
evidentes, donde los círculos y las flechas con extremos
en las fronteras de los círculos procuran representar a los
estanques, como recintos, y a los viajes de las masas flu-
yentes por las pasadas disponibles, respectivamente.
dales q, que son dos flujos de masa viajantes del
estanque derecho al izquierdo;
B. los niveles en ambos estanques se mantendrán
(porque los volúmenes se mantendrán, porque las
masas se mantendrán), por causa de los dos cauda-
les q, uno que es un flujo de masa viajante del es-
tanque derecho al izquierdo, y otro que es un flujo
de masa viajante del izquierdo al derecho;
Fig. 225: Estructuras espaciales de los cuatro casos con un es- C. el nivel en el estanque izquierdo disminuirá doble-
tanque y caudal mente cada vez más (porque el volumen disminuirá
así, porque la masa disminuirá así), y el nivel en el
Si dibujamos otro estanque en el extremo suelto de ca- derecho aumentará doblemente cada vez más (por-
da flecha de la figura 224, sólo nos quedan los dos casos que el volumen aumentará así, porque la masa au-
diferentes que la figura 226 muestra en el lado izquierdo, mentará así), por causa de los dos caudales q, que
con sus estructuras espaciales en el derecho. son dos flujos de masa viajantes del estanque iz-
quierdo al derecho;
D. los niveles en ambos estanques se mantendrán
(porque los volúmenes se mantendrán, porque las
masas se mantendrán), por causa de los dos cauda-
Fig. 226: Dos casos con dos estanques y un caudal les q, uno que es un flujo de masa viajante del es-
tanque izquierdo al derecho, y otro que es un flujo
Tampoco es difícil conjeturar los comportamientos si- de masa viajante del derecho al izquierdo.
guientes: Y tampoco es difícil conjeturar los comportamientos
1. el nivel de agua en el estanque izquierdo aumentará para más estanques y caudales, suponiendo que éstos no
cada vez más (porque el volumen aumentará cada se atropellan mutuamente.
vez más, porque la masa aumentará cada vez más), Pero, ¿por qué hemos expuesto tan largamente las con-
y el nivel del derecho disminuirá cada vez más jeturas? ¿Por qué, para el caso 1 de la figura 226, por
(porque el volumen disminuirá cada vez más, por- ejemplo, no hemos predicho simplemente “el nivel de
que la masa disminuirá cada vez más), por causa agua en el estanque izquierdo aumentará cada vez más, y
del caudal q, que es un flujo de masa viajante del el nivel en el derecho disminuirá cada vez más, por causa
estanque derecho al izquierdo; del flujo de nivel viajante del estanque derecho al iz-
2. el nivel en el estanque izquierdo disminuirá cada quierdo”? Porque las masas fluyen; y los niveles, no 38.
vez más (porque el volumen disminuirá cada vez Hagamos, del caso 1 de la figura 226, los dos casos de
más, porque la masa disminuirá cada vez más), y el la 228, suponiendo que el área transversal de uno de los
nivel del derecho aumentará cada vez más (porque estanques es el doble de la del otro.
el volumen aumentará cada vez más, porque la ma-
sa aumentará cada vez más), por causa del caudal
q, que es un flujo de masa viajante del estanque iz-
quierdo al derecho.
Si agregamos otro caudal, surgen los cuatro casos dife-
rentes que la figura 227 muestra en el lado izquierdo, con Fig. 228: Dos casos
sus estructuras espaciales en el derecho.
En el caso a, desde hace siglos las reglas y balanzas in-
dican que el aumento de nivel de agua en el estanque iz-
quierdo es la mitad de la disminución de nivel en el dere-
cho; y, sin embargo, el aumento de masa en el izquierdo
es igual que la disminución de masa en el derecho.
En el caso b, las mediciones indican que el aumento de
nivel en el izquierdo es el doble de la disminución de ni-
vel en el derecho; y, sin embargo, el aumento de masa en
el izquierdo es igual que la disminución de masa en el de-
recho.
Ahí está la clave.
Fig. 227: Cuatro casos con dos estanques y dos caudales
Para asentarla un poco más, imaginemos que, en vez de
agua (líquida), usamos aire (gaseoso). En el caso a, el
Tampoco es difícil conjeturar los comportamientos si-
aumento de nivel de aire en el estanque izquierdo es nulo
guientes:
(si el estanque no cede): el aire llega hasta el techo; en el
A. el nivel de agua en el estanque izquierdo aumentará
derecho, también; más: el aumento de volumen de aire en
doblemente cada vez más (porque el volumen au-
el estanque izquierdo también es nulo; y en el derecho,
mentará así, porque la masa aumentará así), y el
nivel en el derecho disminuirá doblemente cada
vez más (porque el volumen disminuirá así, porque 38
“fluir (Del lat. fluere) intr. Correr un líquido o gas. Ú. t. c.
la masa disminuirá así), por causa de los dos cau- tr.”. “Fluir” habría aparecido en el castellano escrito durante el
siglo 17.
también; sin embargo, el aumento de masa de aire en el podemos decidir si el caudal es de masa fluyente hacia
izquierdo no es nulo, y es igual que la disminución de adentro del estanque o hacia afuera de él, sin mirar las
masa en el derecho. En el caso b, el aumento de nivel en flechas de la figura 224, por el signo del diagnóstico: si el
el estanque izquierdo, la disminución de nivel en el dere- signo es positivo, ha habido aumento y, consecuentemen-
cho, el aumento de volumen en el izquierdo y la disminu- te, el caudal es de masa fluyente hacia adentro; si el signo
ción de volumen en el derecho, son nulos; sin embargo, el es negativo, el caudal es de masa fluyente hacia afuera.
aumento de masa de aire en el izquierdo no es nulo, y es Por cierto, estamos dando por supuesto que, en el retar-
igual que la disminución de masa en el derecho. do, Δt es positivo y, si el caudal evoluciona lentamente,
¿Y para qué sirve la clave? Sirve para la sensatez de las podemos usar un retardo positivo grande; pero si el cau-
cuentas. dal evoluciona más rápidamente y queremos diagnosti-
Contamos lo que tenemos pasándolo de un recinto a carlo bien, necesitamos usar un retardo positivo más pe-
otro: de aquél donde está lo por contar, a aquél donde está queño (más parecido a 0), que no nos oculte las variacio-
lo contado. Para el paso, movemos real o fingidamente lo nes. En general, tenemos que tolerar errores de diagnósti-
que estamos contando, los recintos o una combinación. Y co y decidir Δt haciéndolo tender a 0 lo suficiente para
para la sensatez de las cuentas, esperamos que lo por con- que dichos errores se mantengan en lo tolerado. Eso, que
tar vaya disminuyendo tanto como va aumentando lo con- desborda al libro como muchos otros temas, es asunto del
tado, hasta que estemos listos. Cálculo y se anota con esta fórmula:
Lo último pide que lo que estamos contando dure por lo
menos lo que dura la cuenta. Y si vamos a contar viajeros
en una pasada específica todo el tiempo, lo ideal es que
tales viajeros sean tan eternos 39 (duraderos, perdurables, donde se da por entendido que dm es la resta entre esta-
perennes, permanentes, perpetuos), en sus existencias dos de m en dos estados del tiempo, que dt es la resta en-
más que en sus viajes, como el tiempo mismo: así, si no tre esos dos estados del tiempo, y que esta segunda resta
hay más pasadas y no nos equivocamos contando, no ca- asegura que los errores de diagnóstico de q según la
ben causas imprevistas que nos hagan desconfiar de que fórmula, se mantienen en lo tolerado.
conocemos cuántos viajeros tenemos en los recintos de Con esa anotación se dice, curiosamente, que q es la de-
los extremos de la pasada. rivada (entendamos: tasa de crecimiento) de m y que la
La clave está, pues, en lo dicho antes, y la eternidad de fórmula anterior es una aproximación para la derivada
lo que viaja (la masa, no el volumen ni el nivel) se reco- mientras no esté claro que Δt asegura lo dicho. Más: se
noce en que el aumento en uno de dos recintos con una dice que dm/dt es la derivada de m y que, como ella,
pasada entre ellos, siempre es igual que la disminución en cualquier dx/dt es la derivada de x, sin más condiciones
el otro, de manera que, mirando todo como un solo recin- que la variabilidad evolutiva de x; por ejemplo, se dice
to, la cuenta total da siempre lo mismo. que dh/dt es la derivada de h, donde h es el nivel de agua,
Para diagnosticar los aumentos o las disminuciones, en [m], sin considerar la clave anterior que hace diferen-
podemos restar las cuentas en etapas diferentes, con un tes a h y m de manera decisiva para este capítulo.
retardo Δt entre medio: si la resta es positiva, ha habido Volviendo a m y q, conviene hacer notar que las fórmu-
aumento; y si es negativa, ha habido disminución. Pero, si las expuestas para el diagnóstico de q contravienen la
las que aumentan o disminuyen son cantidades de viaje- causalidad por un ingrediente de ésta imprevisto en los
ros eternos en recintos, podemos hacer algo mejor que capítulos 9 y 18, al suponer que la orientación de las de-
sólo restar: podemos dividir las restas por el retardo, para pendencias se zanja con el criterio de la imposición vo-
diagnosticar, además, los flujos de dichos viajeros, por- luntaria de estados, complementado con que ninguna va-
que así la resta en el numerador delata el aumento o la riable depende por dos o más dependencias diferentes y
disminución, debidos exclusivamente al caudal, y el re- con que ninguna variable domina variando después.
tardo en el denominador delata el tiempo neto en que han Rescatemos el sustantivo “acumulación” 40 (acopio, al-
ocurrido el caudal y el aumento o la disminución; por macenamiento), que alude al paso de viajeros (como m,
ejemplo, en cualquiera de los cuatro casos de la figura idealmente eternos) hacia o desde recintos, y a su exis-
224, podemos diagnosticar lo siguiente: tencia en ellos.
M − M k−1 Con ese rescate es fácil formular lo que sigue para pre-
Qk = k
Δt decir m:
M k +1 = M k + Q k ⋅ Δt
donde Qk es el estado de q cuando t=k·Δt, Mk es el de m
cuando t=k·Δt, Mk-1 es el de m cuando t=(k-1)·Δt, q es el donde Mk+1 es el estado de m cuando t=(k+1)·Δt, Mk es el
caudal de masa, en [kg s-1], y m es la masa en el estanque, de m cuando t=k·Δt, Qk es el de q cuando t=k·Δt, m es la
en [kg]. masa en el estanque, en [kg], y q es el caudal de masa en-
Más aún: con esta fórmula: trante netamente, en [kg s-1].
M − M k−1 Si la masa evoluciona lentamente, podemos usar un re-
Qk = k tardo positivo grande; pero si evoluciona más rápidamen-
Δt
te y queremos predecirla bien, necesitamos usar un retar-

39 40
“eterno, na (Del lat. aeternus) adj. Que solo es aplicable “acumulación (Del lat. accumulatio, -onis) f. Acción y efecto
propiamente al Ser divino, que no tuvo principio ni tendrá fin. de acumular”. “acumular (Del lat. accumulare; de ad, a, y
//2. Que no tiene fin...”. “Eterno” habría aparecido en el caste- cumulare, amontonar) t. Juntar y amontonar...”. “Acumulación”
llano escrito durante el siglo 14. habría aparecido en el castellano escrito durante el siglo 16.
do positivo más parecido a 0, que no nos oculte las varia-
(2)
ciones. En general, tenemos que tolerar errores de predic-
ción y decidir Δt haciéndolo tender a 0 lo suficiente para
que dichos errores se mantengan en lo tolerado. Eso tam- (3)
bién es asunto del Cálculo y se anota con esta fórmula:

y eso corresponde a la estructura causal de la figura 230


si, al despejar una variable en el lado izquierdo de una
Con esa anotación se dice, curiosamente, que m es la in- fórmula, pretendemos decir que la variable aludida en ese
tegral de q, que la fórmula anterior es la aproximación de lado depende de las aludidas en el derecho.
Euler para la integral mientras no esté claro que Δt asegu-
ra lo dicho, y que cualquier es la integral

de x, sin más condiciones que la variabilidad evolutiva de


x.
Hay que advertir que, según las aproximaciones ex-
puestas:
M k +1 = M k + Q k ⋅ Δt Fig. 230: Estructura causal
M − M k−1
Qk = k
Δt Pero la estructura causal de la figura 230 es dudable
luego, M k +1 = M k + M k − M k−1 ⋅ Δt pues cada una de las 3 ecuaciones contiene 3 variables
Δt que evolucionan; y, por tanto, despejando una de esas va-
luego, riables en el lado izquierdo de cada una de las ecuaciones,
y luego, se puede plantear se puede plantear 33 (=27) sistemas de
ecuaciones distintos pero equivalentes algebraicamente al
Esto, que no necesita ser válido del todo con las formulado recién.
aproximaciones, nos da un criterio, parecido al del méto- La tabla de la figura 231 insinúa los 27 sistemas de
do de computación en la figura 223, para dar por finaliza- ecuaciones equivalentes algebraicamente, numerándolos
do el afán por hacer tender Δt a 0: la validez de una des- de I a XXVII y sugiriendo las variables despejadas en los
cripción como: lados izquierdos de sus ecuaciones. I es el formulado an-
tes.
(1) (2) (3)
-12 I m1 m2 m3
donde 10 está allí sólo como ejemplo. II m1 m2 q1,3
Pues bien, las fórmulas que concuerdan con la causali- III m1 m2 q2,3
dad son las expuestas para la predicción de m, no las ex- IV m1 q1,2 m3
puestas para diagnosticar q. V m1 q1,2 q1,3
VI m1 q1,2 q2,3
Imaginemos tres recintos mutuamente excluyentes pero VII m1 q2,3 m3
colindantes, cada uno con masa y conectado a los otros VIII m1 q2,3 q1,3
dos por aberturas que dejan pasar caudales de masa según IX m1 q2,3 q2,3
la figura 229. Las aberturas han sido dibujadas como pa- X q1,2 m2 m3
XI q1,2 m2 q1,3
sarelas sólo para enfatizar la estructura espacial; m1(t), XII q1,2 m2 q2,3
m2(t) y m3(t) representan respectivamente a las masas en XIII q1,2 q1,2 m3
los recintos 1, 2 y 3, en [kg]; q1,2(t), q1,3(t) y q2,3(t) repre- XIV q1,2 q1,2 q1,3
sentan respectivamente a un caudal de masa simultánea- XV q1,2 q1,2 q2,3
XVI q1,2 q2,3 m3
mente saliente del recinto 1 y entrante al 2, a otro caudal XVII q1,2 q2,3 q1,3
de masa simultáneamente saliente del recinto 1 y entrante XVIII q1,2 q2,3 q2,3
al 3, y a un tercer caudal de masa simultáneamente salien- XIX q1,3 m2 m3
te del recinto 2 y entrante al 3, en [kg s-1]. XX q1,3 m2 q1,3
XXI q1,3 m2 q2,3
XXII q1,3 q1,2 m3
XXIII q1,3 q1,2 q1,3
XXIV q1,3 q1,2 q2,3
XXV q1,3 q2,3 m3
XXVI q1,3 q2,3 q1,3
XXVII q1,3 q2,3 q2,3
Fig. 231: Tabla

Fig. 229: Estructura espacial


Pero no es cuerdo suponer que una variable depende de
otras por dos o más dependencias diferentes.
Considerando la figura 229 y los párrafos anteriores, es
IX, XIII, XIV, XV, XVIII, XX, XXIII, XXVI y XXVII
fácil formular lo siguiente para los recintos 1, 2 y 3, res-
tienen una variable despejada en los lados izquierdos de 2
pectivamente:
ecuaciones y, con ello, suponen que una variable depende
(1) de otras según dos dependencias (por ejemplo, IX tiene
q2,3 en los lados izquierdos de (2) y (3)). Así, no son ocho casos de la figura 232, que sugiere repulsiones me-
cuerdos causalmente. diante flechas en forma de lanza y atracciones mediante
X, XI, XII, XIII, XIV, XV, XVI, XVII, XVIII, XIX, flechas en forma de garfio, porque durante milenios se ha
XX, XXI, XXII, XXIII, XIV, XXV, XXVI y XXVII tie- usado lanzas y garfios para repeler y atraer, respectiva-
nen un caudal saliente despejado en el lado izquierdo de mente. En los casos I, II, V y VI (con las flechas apun-
(1) y otro en el derecho, sin despejar (por ejemplo, X tie- tando adentro del cuerpo), el cuerpo es repelido o atraído;
ne q1,2 en el lado izquierdo de (1) y q1,3 en el derecho). en los casos III, IV, VII y VIII (con las flechas apuntando
Así, no son ecuánimes ni cuerdos causalmente, lo cual se afuera del cuerpo), el cuerpo repele o atrae.
acentúa en cuanto surgen más pasadas y reafirma lo afir-
mado en el capítulo 13: considerar que los caudales sa-
lientes de un recinto dependen por el hecho de salir, es
vicioso.
II, III, V, VI, VIII, IX, XI, XII, XIV, XV, XVII, XVIII,
XX, XXI, XXIII, XXIV, XXVI y XXVII tienen un cau-
dal entrante despejado en el lado izquierdo de (3) y otro
en el derecho, sin despejar (por ejemplo, II tiene q1,3 en el
lado izquierdo de (3) y q2,3 en el derecho). Así, tampoco
son ecuánimes ni cuerdos causalmente, lo cual también
reafirma lo del capítulo 13: considerar que los caudales
entrantes a un recinto dominan por el hecho de entrar, es
vicioso.
IV y VII dejan de ser ecuánimes y cuerdos causalmente,
en cuanto surgen más pasadas.
De los 27 sistemas de ecuaciones, 26 no son cuerdos
causalmente. Fig. 232: Ocho casos con un cuerpo y una fuerza
Sólo hay 1 que mantiene la ecuanimidad y la cordura
causal: I; es decir, el formulado. En palabras, la figura 232 sugiere que:
Hablando de viajeros eternos, no es cuerdo plantear que I. el cuerpo es repelido hacia la izquierda por algo en
un flujo a través de la frontera de un recinto depende de el lado derecho;
los otros flujos a través de ella y, por derivación, de la II. es atraído hacia la izquierda por algo en el lado iz-
cantidad en el recinto, sino que la cantidad depende por quierdo;
integración de todos los flujos. III. atrae hacia la izquierda algo en el lado derecho;
Ese era el ingrediente imprevisto de la causalidad: en IV. repele hacia la izquierda algo en el lado izquierdo;
adelante, supondremos que la orientación de las depen- V. es repelido hacia la derecha por algo en el lado iz-
dencias se zanja con el criterio de la imposición volunta- quierdo;
ria de estados, complementado con que ninguna variable VI. es atraído hacia la derecha por algo en el lado dere-
depende por dos o más dependencias diferentes, con que cho;
ninguna variable domina variando después, y con que, en VII. atrae hacia la derecha algo en el lado izquierdo;
una falta de independencia entre una variable de una es- VIII. repele hacia la derecha algo en el lado derecho.
pecie y otras varias de otra especie, ninguna de las varia- No es difícil conjeturar los comportamientos siguientes,
bles últimas depende del resto de ellas y de la primera sin y verificarlos, por ejemplo, observando apartadamente
mediar algo que contradiga la ecuanimidad. algunos ejercicios musculares hechos a bordo de botes en
Ahora podemos preocuparnos acerca de los movimien- aguas quietas y sin vientos:
tos de los viajeros y embarcarnos en el desarrollo siguien- I. el cuerpo se moverá hacia la izquierda si estaba
te. quieto, más rápido hacia la izquierda si se movía
En la Grecia del siglo 3 a.C., Aristóteles argumentó que hacia la izquierda, o más despacio hacia la derecha
hay movimientos terrenos horizontales y verticales, de si se movía hacia la derecha;
tierras, aguas, aires y fuegos, que necesitan fuerzas para II. se moverá como en I;
ocurrir; y movimientos celestes orbitales, de dioses, que III. se moverá hacia la derecha si estaba quieto, más
no las necesitan (quizás, pensando en “fuerzas” como rápido hacia la derecha si se movía hacia la dere-
“alimentos”). cha, o más despacio hacia la izquierda si se movía
En la Francia del siglo 14, Jean Buridan (¿1295?-1358), hacia la izquierda;
para quien eran incompatibles el carácter divino de los IV. se moverá como en III;
movimientos celestes y la unicidad de Dios, argumentó V. se moverá como en III;
que los cuerpos se mueven porque tienen acumulados VI. se moverá como en III;
ímpetus (momenta) eternos que, en los cuerpos celestes, VII. se moverá como en I;
fueron puestos por Dios apenas antes del séptimo día de VIII. se moverá como en I.
la creación, y, en los cuerpos terrenos, son sacados por las Suponiendo que cada cuerpo se mueve por la diferencia
resistencias de los pesos (¿?) y pueden ser repuestos por entre un momentum eterno hacia la izquierda (izquierdis-
las fuerzas. ta) y otro hacia la derecha (derechista), que se alojan cir-
Teología aparte, en tal reforma podemos adivinar evi- cunstancialmente en el cuerpo y pueden viajar, tampoco
dencias terrenas. es difícil aventurar que:
Imaginemos un cuerpo y una fuerza horizontal f, de re- I. el cuerpo se moverá de manera más izquierdista
pulsión o atracción. Exhaustivamente, imaginemos los (equivalentemente, menos derechista), porque su
momentum neto será así después de recibir un
momentum izquierdista por la derecha;
II. se moverá como en I, porque su momentum neto
será como en I después de recibir un momentum
izquierdista por la izquierda;
III. se moverá de manera más derechista, porque su
momentum neto será así después de entregar un
momentum izquierdista por la derecha;
IV. se moverá como en III, porque su momentum neto
será como en III después de entregar un momen-
tum izquierdista por la izquierda;
V. se moverá como en III, porque su momentum neto
será como en III después de recibir un momentum
derechista por la izquierda;
VI. se moverá como en III, porque su momentum neto
será como en III después de recibir un momentum
derechista por la derecha; Fig. 233: Estructuras espaciales de los ocho casos con un
VII. se moverá como en I, porque su momentum neto cuerpo y una fuerza
será como en I después de entregar un momentum
derechista por la izquierda; Si dibujamos otro cuerpo en el extremo suelto de cada
VIII. se moverá como en I, porque su momentum neto flecha de la figura 233, sólo nos quedan los cuatro casos
será como en I después de entregar un momentum diferentes que la 234 muestra en el lado izquierdo, con
derechista por la derecha. sus estructuras espaciales en el derecho.
Y reconociendo que lo anterior corresponde sólo a una
escena de una evolución, tampoco es difícil concluir que:
I. el cuerpo se moverá de manera cada vez más iz-
quierdista, porque su momentum neto será así por
causa de la fuerza f, que es un flujo de momentum
izquierdista viajante de la derecha al cuerpo;
II. se moverá como en I, porque su momentum neto
será como en I por causa de la fuerza f, que es un
flujo de momentum izquierdista viajante de la iz- Fig. 234: Cuatro casos con dos cuerpos y una fuerza
quierda al cuerpo;
III. se moverá de manera más derechista, porque su En palabras:
momentum neto será así por causa de la fuerza f, 1. el cuerpo derecho repele hacia la izquierda al iz-
que es un flujo de momentum izquierdista viajante quierdo (y el izquierdo es repelido así por el dere-
del cuerpo a la derecha; cho); ambos se alejarán mutuamente si estaban a
IV. se moverá como en III, porque su momentum neto distancia constante, se alejarán más rápido si se
será como en III por causa de la fuerza f, que es un alejaban, o se acercarán más despacio si se acerca-
flujo de momentum izquierdista viajante del cuerpo ban; el izquierdo se moverá hacia la izquierda si es-
a la izquierda; taba quieto, más rápido hacia la izquierda si se
V. se moverá como en III, porque su momentum neto movía hacia la izquierda, o más despacio hacia la
será como en III por causa de la fuerza f, que es un derecha si se movía hacia la derecha; el derecho se
flujo de momentum derechista viajante de la iz- moverá hacia la derecha si estaba quieto, más rápi-
quierda al cuerpo; do hacia la derecha si se movía hacia la derecha, o
VI. se moverá como en III, porque su momentum neto más despacio hacia la izquierda si se movía hacia
será como en III por causa de la fuerza f, que es un la izquierda; el cuerpo izquierdo se moverá de ma-
flujo de momentum derechista viajante de la dere- nera cada vez más izquierdista y el derecho, más
cha al cuerpo; derechista, porque sus momenta netos serán así por
VII. se moverá como en I, porque su momentum neto causa de la fuerza f, que es un flujo de momentum
será como en I por causa de la fuerza f, que es un izquierdista viajante del cuerpo derecho al izquier-
flujo de momentum derechista viajante del cuerpo do;
a la izquierda; 2. el izquierdo atrae hacia la izquierda al derecho;
VIII. se moverá como en I, porque su momentum neto ambos se acercarán mutuamente si están a distancia
será como en I por causa de la fuerza f, que es un constante, se acercarán más rápido si se acercaban,
flujo de momentum derechista viajante del cuerpo o se alejarán más despacio si se alejaban; el iz-
a la derecha. quierdo se moverá hacia la derecha si estaba quie-
La figura 233 intenta ilustrar las explicaciones usando to, más rápido hacia la derecha si se movía hacia la
flechas largas con extremos en las fronteras de los círcu- derecha, o más despacio hacia la izquierda si se
los para representar a los viajes de los momenta fluyentes movía hacia la izquierda; el derecho se moverá
por las pasadas disponibles, y flechas cortas bajo las le- hacia la izquierda si estaba quieto, más rápido
tras f para sugerir el carácter izquierdista o derechista de hacia la izquierda si se movía hacia la izquierda, o
tales momenta. Las explicaciones son, así, de estructuras más despacio hacia la derecha si se movía hacia la
espaciales. derecha; el cuerpo izquierdo se moverá de manera
cada vez más derechista y el derecho, más izquier- ambos se moverán como en A, porque sus momen-
dista, porque sus momenta netos serán así por cau- ta netos serán como en A por causa de las dos fuer-
sa de la fuerza f, que es un flujo de momentum iz- zas f, una que es un flujo de momentum izquierdis-
quierdista viajante del cuerpo izquierdo al derecho; ta viajante del cuerpo derecho al izquierdo, y otra
3. el izquierdo repele hacia la derecha al derecho; que es un flujo de momentum derechista viajante
ambos se moverán como en 1, porque sus momenta del izquierdo al derecho;
netos serán como en 1 por causa de la fuerza f, que D. el derecho repele hacia la izquierda al izquierdo, y
es un flujo de momentum derechista viajante del lo atrae hacia la derecha; ambos se moverán como
cuerpo izquierdo al derecho; en B, porque sus momenta netos serán como en B
4. el derecho atrae hacia la derecha al izquierdo; am- por causa de las dos fuerzas f, una que es un flujo
bos se moverán como en 2, porque sus momenta de momentum izquierdista viajante del cuerpo de-
netos serán como en 2 por causa de la fuerza f, que recho al izquierdo, y otra que es un flujo de mo-
es un flujo de momentum derechista viajante del mentum derechista también viajante del derecho al
derecho al izquierdo. izquierdo;
Si agregamos otra fuerza, surgen los diez casos diferen- E. el izquierdo atrae hacia la izquierda al derecho, do-
tes que la figura 235 muestra en el lado izquierdo, con sus blemente; ambos se moverán como en 2, pero más
estructuras espaciales en el derecho. exageradamente; el izquierdo se moverá de manera
cada vez doblemente más derechista y el derecho,
doblemente más izquierdista, porque sus momenta
netos serán así por causa de las dos fuerzas f, que
son dos flujos de momenta izquierdistas viajantes
del cuerpo izquierdo al derecho;
F. el izquierdo atrae hacia la izquierda al derecho, y lo
repele hacia la derecha; ambos se moverán como
en B, porque sus momenta netos serán como en B
por causa de las dos fuerzas f, una que es un flujo
de un momentum izquierdista viajante del cuerpo
izquierdo al derecho, y otra que es un flujo de mo-
mentum derechista también viajante del izquierdo
al derecho;
G. el izquierdo atrae hacia la izquierda al derecho, y el
derecho atrae hacia la derecha al izquierdo; ambos
se moverán como en E, porque sus momenta netos
serán como en E por causa de las dos fuerzas f, una
que es un flujo de momentum izquierdista viajante
del cuerpo izquierdo al derecho, y otra que es un
flujo de momentum derechista viajante del derecho
al izquierdo;
Fig. 235: Diez casos con dos cuerpos y dos fuerzas H. el izquierdo repele hacia la derecha al derecho, do-
blemente; ambos se moverán como en A, porque
En palabras: sus momenta netos serán como en A por causa de
A. el cuerpo derecho repele hacia la izquierda al iz- las dos fuerzas f, que son dos flujos de momenta
quierdo, doblemente; ambos se moverán como en derechistas viajantes del cuerpo izquierdo al dere-
1, pero más exageradamente; el cuerpo izquierdo cho;
se moverá de manera cada vez doblemente más iz- I. el izquierdo repele hacia la derecha al derecho, y el
quierdista y el derecho, doblemente más derechista, derecho atrae hacia la derecha al izquierdo; ambos
porque sus momenta netos serán así por causa de se moverán como en B, porque sus momenta netos
las dos fuerzas f, que son dos flujos de momenta serán como en B por causa de las dos fuerzas f, una
izquierdistas viajantes del cuerpo derecho al iz- que es un flujo de momentum derechista viajante
quierdo; del cuerpo izquierdo al derecho, y otra que es un
B. el derecho repele hacia la izquierda al izquierdo, y flujo de momentum derechista viajante del derecho
el izquierdo atrae hacia la izquierda al derecho; al izquierdo;
ambos seguirán con sus movimientos, estando a J. el derecho atrae hacia la derecha al izquierdo, do-
distancia constante si estaban a distancia constante, blemente; ambos se moverán como en E, porque
alejándose si se alejaban, o acercándose si se acer- sus momenta netos serán como en E por causa de
caban; ambos se moverán como se movían, porque las dos fuerzas f, que son dos flujos de momentum
sus momenta netos serán como eran por causa de derechista viajantes del cuerpo derecho al izquier-
las dos fuerzas f, una que es un flujo de momentum do.
izquierdista viajante del cuerpo derecho al izquier- Así no es difícil conjeturar los comportamientos para
do, y otra que también es un flujo de momentum más cuerpos y fuerzas, incluyendo en éstas a las de aguas
izquierdista pero viajante del izquierdo al derecho; borrascosas, vientos, roces y pesos, y suponiendo que ta-
C. el derecho repele hacia la izquierda al izquierdo, y les fuerzas (como las lanzas y garfios iniciales) no se vul-
el izquierdo repele hacia la derecha al derecho; neran mutuamente.
Las expuestas son evidencias terrenas para el argumen- entre sí, y se diagnostican computando cada uno de sus
to de Buridan, y sugieren que los cuerpos celestes pueden componentes, por separado, como producto de la masa y
mantener sus movimientos sin fuerzas y sin ser divinos. de la componente respectiva de la velocidad.
Pero, claro, sólo hemos mencionado movimientos rectilí- En el diagnóstico podemos adivinar otras evidencias te-
neos, no orbitales. rrenas.
En la Italia del siglo 17, Galileo Galilei (1564-1642) Hablemos de componentes y hagamos, de la generali-
hizo mediciones de velocidad en cuerpos que dejaba caer zación de la figura 236, los dos casos de la 237, donde se
por superficies con inclinaciones y lubricaciones varia- trata de suponer que uno de los cuerpos es el doble del
das, y concluyó que: las velocidades se pueden interpretar otro; o, más pedestremente, que uno en realidad son dos
como compuestas por componentes rectilíneas, perpendi- parecidos al otro, pero puestos en conjunto por un cambio
culares entre sí, y separables; las componentes de las ve- en el punto de vista espacial.
locidades son variadas por componentes similares de las
fuerzas de roce y peso; y, extrapolando, los cuerpos man-
tienen las componentes de sus velocidades en ausencia de
fuerzas de roce y peso.
Esta conclusión merece algunos comentarios. Uno es
que la descomposición de velocidades y fuerzas en com- Fig. 237: Dos casos
ponentes rectilíneas perpendiculares, y el deslizamiento
rectilíneamente horizontal o vertical de escuadras en el
En el caso a, si la fuerza es un flujo de momentum
seguimiento de los gráficos del capítulo 12, se parecen
sin duda ni sorpresa: Galilei y Descartes usaban la Geo- eterno que viaja del cuerpo pequeño al grande, en reali-
metría recopilada en la Alejandría del siglo 3 a.C. por el dad viaja de un cuerpo a dos, todos parecidos, y debiera
griego Eukleides (Euclides, ¿325-265? a.C.) o sus discí- disminuir el momentum de aquel uno tanto como aumen-
pulos, y vivieron simultáneamente durante más que cua- ta el de estos dos, en total; pero el aumento en cada uno
tro décadas. Otro es que tal descomposición permite tran- de estos dos, que debieran repartírselo, debiera ser la mi-
sitar intelectualmente de los movimientos orbitales a los tad de la disminución en aquel uno. Las mediciones indi-
rectilíneos y vice versa, para calzar con lo expuesto en can que el aumento de velocidad del cuerpo grande es la
torno al argumento de Buridan. Y otro es que permite re- mitad de la disminución de la del pequeño, y sugieren,
sumir los movimientos rectilíneos. Escojamos el primer por consiguiente, que la velocidad resulta de un reparto
caso de la figura 234. La idea de la descomposición auto- de momentum.
riza a suponerlo como análisis de componentes en una so- En el caso b, si la fuerza es un flujo de momentum
la dirección. A su vez, eso autoriza a generalizarlo según eterno que viaja del cuerpo grande al pequeño, en reali-
el lado izquierdo de la figura 236, con la flecha del mo- dad viaja de dos cuerpos a uno, todos parecidos, y debiera
mentum fluyente, bajo la letra f, inclinada de cualquier disminuir el momentum de aquellos dos, en total, tanto
manera. Esto último se acostumbra simbolizar, curiosa- como aumenta el de este uno; pero el aumento en este
mente, según el lado derecho de la figura 236, dibujando uno debiera ser el doble de la disminución en cada uno de
sobre la f una flecha hacia la derecha y diciendo que f es aquellos dos, que debieran repartírsela. Las mediciones
un vector. Así el cuarto caso de la figura 234 (cuya flecha indican que el aumento de la velocidad del cuerpo peque-
bajo la f era hacia la derecha por mera coincidencia) se ño es el doble de la disminución de la del grande, y sugie-
incorpora al de la 236. ren, consistentemente, que la velocidad resulta de un re-
parto de momentum.
Pero, al hablar aquí de cuerpos parecidos, ¿de qué pare-
cido hablamos?
Fig. 236: Generalización
No es del parecido de forma ni del de tamaño, porque
no da lo mismo repeler o atraer una bola de fierro hueca y
Por supuesto, podríamos hacer una labor parecida a la
otra parecida en forma y tamaño, pero maciza.
de la flecha del momentum fluyente con la flecha del via-
Y precisamente ahí debiera estar la respuesta: las dos
je del momentum fluyente, que tiene sus extremos en las
bolas son atraídas por la Tierra y la atracción, que corres-
fronteras de los círculos; pero no lo haremos porque nos
ponde a la fuerza de peso o, mejor, que delata a la masa,
obligaría a hablar más allá de los vectores, y falta aclarar
es lo que manifiesta la diferencia decisiva entre ellas, y
algo más importante.
puede manifestar un parecido igualmente decisivo, por
En la Francia o la Holanda del siglo 17, Descartes pos-
ejemplo, entre la bola maciza y otro cuerpo de forma y
tuló que, computando el producto de la masa y la veloci-
tamaños distintos.
dad de un cuerpo, se diagnostican momenta eternos que
Hablamos del parecido de masa.
se alojan circunstancialmente en el cuerpo y pueden via-
Ya está. ¿Qué es, entonces, un cuerpo como los que es-
jar.
tamos mencionando 41 ? Es un recinto espacial, según
En la Inglaterra, la Holanda y la Francia del siglo 17,
algún punto de vista; y puede tener acumulados momenta
Wallis, Christopher Wren (1632-1723), Christiaan Huy-
y masas. La velocidad del cuerpo (total) depende del
gens (1629-1695), Edme Mariotte (1620-1684) y Robert
momentum neto y de la masa (totales), por reparto (divi-
Hooke (1635-1703) hicieron mediciones de masa, veloci-
dad y otras variables de cuerpos sólidos chocantes (que se
41
repelen violenta y brevemente) y afinaron el postulado de “cuerpo (Del lat. corpus) m. Lo que tiene extensión limitada
Descartes concluyendo que los momenta se pueden des- y produce impresión en nuestros sentidos por calidades que le
componer en componentes rectilíneas y perpendiculares son propias…”. “Cuerpo” habría aparecido en el castellano
escrito en el siglo 10.
sión); el momentum neto depende de las fuerzas entrantes atrás por el carruaje. Pero, entonces, la piedra que repele
netamente, por acumulación; y la masa depende de los al dedo es repelida hacia atrás por el dedo, el carruaje que
caudales de masa entrantes netamente, también por acu- repele al caballo es repelido hacia atrás por el caballo, y
mulación: no se entiende cuáles son las acciones y reacciones del
dedo, la piedra, el caballo y el carruaje. Tampoco se en-
tiende acaso debemos pensar en estructuras espaciales
como las de los casos C y G de la figura 235, con dos
fuerzas, una de ida y otra, opuesta, de vuelta, amenazando
o, mejor: introducir un factor 2 en las fórmulas; o acaso debemos
pensar, apegándonos al carácter habitual de los sustanti-
vos “acción” y “reacción”, en estructuras causales como
la de la figura 133, donde hay una variable (fuerza o mo-
mentum) que depende de otra (fuerza o momentum) que
depende de la primera. Seguramente, no es que debamos
pensar dos fuerzas entre el dedo y la piedra, ni dos fuer-
zas entre el caballo y el carruaje, ni dos fuerzas entre los
donde t es el tiempo, en [s]; es la velocidad del cuerpo, cuerpos en los cuatro casos de la figura 237, ni dos cau-
en [m s-1], es su momentum neto, en [N s], m es su dales entre los estanques en los dos casos de la 228; no es
masa, en [kg], es la fuerza entrante netamente en él, en que la piedra reaccione a la acción del dedo con otra ac-
[N], y q es el caudal entrante netamente en él, en [kg s-1]. ción igual y opuesta, ni el carruaje a la del caballo, ni el
De esa manera, contraviniendo la causalidad, se puede cuerpo izquierdo a la del derecho en los cuatro casos de la
diagnosticar que: figura 237, ni el estanque izquierdo a la del derecho en
los dos de la 228; sino que tanto el momentum del dedo
como el de la piedra dependen de la fuerza entre el dedo
y la piedra, tanto el del caballo como el del carruaje de-
En la Inglaterra de fines del siglo 17, Newton decretó penden de la fuerza entre el caballo y el carruaje, tanto el
las definiciones siguientes: del cuerpo izquierdo como el del derecho dependen de la
I. La cantidad de materia (masa) es la medida de la fuerza entre tales cuerpos en los casos de la figura 237, y
misma, resultando de su densidad y tamaño (volu- tanto la masa en el estanque izquierdo como en el dere-
men) conjuntamente. cho dependen del caudal de masa entre ambos estanques
II. La cantidad de movimiento (momentum) es la medi- en los casos de la figura 228.
da de la misma, resultando de la velocidad y la canti- La figura 238 propone estructuras espaciales y causales
dad de materia (masa) conjuntamente. para los primeros casos de la 228 y de la 237, como ejem-
y las leyes siguientes: plos. En la figura 238, m, q, V, h, , y sugieren una
I. Todo cuerpo continúa en su estado de reposo, o de
movimiento uniforme en una línea recta, a menos masa, en [kg], un caudal, en [kg s-1], un volumen, en
que sea compelido a variar ese estado por fuerzas [m3], un nivel, en [m], un momentum, en [N s], una fuer-
ejercidas en él. za, en [N], y una velocidad, en [m s-1], respectivamente, e
II. La variación de movimiento es proporcional a la i y d refieren esas variables al estanque o cuerpo izquier-
fuerza motriz ejercida; y es hecha en la dirección de do y al estanque o cuerpo derecho, respectivamente.
la línea recta en que la fuerza es ejercida.
III. Para cada acción siempre hay opuesta una reacción
igual; o, las acciones mutuas de dos cuerpos entre sí
son iguales siempre, y dirigidas a partes contrarias.
Estas definiciones y leyes tienen el estilo axiomático de
la Geometría de Euclides, usada también por Newton, pa-
ra resumir. Desafortunadamente, ese estilo y el esplendor
de los desarrollos de Newton las han convertido en obje-
tos de idolatría y, sobre todo por ésta, conviene añadir las
anotaciones siguientes.
La definición II y la ley II parecen decir que el momen-
tum depende de la velocidad y la masa, y que el momen-
tum depende de la fuerza, respectivamente. Pero no es
sensato que el momentum dependa por dos dependencias.
Seguramente, la definición II sólo repite el diagnóstico
puesto antes; y, según lo puesto aún antes que el dia-
gnóstico, la velocidad depende del momentum y la masa
(por división), y el momentum depende de la fuerza (por
acumulación).
La ley III esgrime los sustantivos “acción” y “reacción”
de manera desprolija. Para explicarse, Newton anotó cer-
ca que un dedo que empuja (repele) a una piedra es em-
pujado (repelido) hacia atrás por la piedra; y que un caba-
llo que tira (atrae) a un carruaje es tirado (atraído) hacia
como del absoluto, en cada caso) y algunas dificultades
para la determinación (si descartamos la medición) del
tiempo absoluto, del espacio absoluto, del lugar absoluto
y del movimiento absoluto.
La insistencia de Newton en las diferencias entre tiem-
pos, entre espacios, entre lugares y entre movimientos, y
en el perfilamiento de algunos especiales, es notable y
está emparentada con algo propuesto con suavidad en es-
te libro: cerca de la figura 232, lo propuesto para verificar
los comportamientos de los cuerpos repelidos o atraídos
mediante lanzas o garfios es observar apartadamente al-
gunos ejercicios musculares hechos a bordo de botes; no
es actuar en esos ejercicios.
El asunto está en que nuestros músculos y sentidos son
de nuestros cuerpos, y, si repelemos o atraemos otros
cuerpos, vemos que ellos se mueven, y, más, que casi to-
do el universo se mueve (aunque no como dichos cuer-
pos); pero no vemos que nos movemos nosotros, y, sin
embargo, por momentos, percibimos algunos indicios
cinéticos en nosotros mismos. Resumiendo, está en que,
según nuestra visión, con el acto de repulsión o atracción
parecen haber nacido momenta (no eternos) en los cuer-
Fig. 238: Estructuras espaciales (en el lado izquierdo) y cau- pos repelidos o atraídos, y en casi todo el universo, sin
sales (en el derecho) de los primeros casos de la figura 228 concesiones nuestras; en que nuestros indicios cinéticos
(arriba) y 237 (abajo) concuerdan más (pero al revés) con el nacimiento presun-
to de los momenta que con nuestra visión; en que ese na-
En las definiciones I y II, las masas y los momenta se cimiento presunto no concuerda con las presunciones de
confunden con las medidas de ellos mismos: con números los otros actores del ejercicio, ni con las de los observa-
puros. Pero así no se entiende que las medidas según es- dores; y en que las presunciones de los observadores con-
calas de medición diferentes puedan ser de una misma cuerdan mucho más entre sí que las nuestras y las de los
masa o de un mismo momentum. Tampoco se entiende otros actores.
que algunos números puros se muevan en línea recta y Ese dilema induce a pensar en ilusiones, a buscar algún
varíen en proporción con las fuerzas. Tampoco se entien- absolutismo cercano a los observadores para corregir lo
de acaso debemos confundir también las fuerzas, que no ilusorio, y a perfilar e incluso bautizar a los observadores
aparecen definidas, con la medida de ellas mismas: con más confiables, que pudieran ser varios o, como quería
otros números puros. Este es un rompecabezas para el Newton, uno solo.
que aquí no aventuraremos ninguna escapatoria. Actualmente, se los considera varios, se los llama ob-
En verdad, reducir los desarrollos de Newton a las defi- servadores inerciales, se les otorga permiso para mante-
niciones y leyes citadas es un exceso de reduccionismo, ner velocidades constantes entre sí, y se les exige afina-
pues ellas son partes ínfimas de un tratado tremendo. En mientos de las observaciones cuando son rápidos.
sus inmediaciones, Newton anotó lo siguiente, que en En la Alemania de fines del siglo 17, Leibniz postuló
primera instancia parece opuesto a algunas confusiones que, computando (la mitad de) el producto de la masa y el
con medidas: “No defino tiempo, espacio, lugar y movi- cuadrado de la magnitud de la velocidad de un cuerpo, se
miento, por ser conocidos para todos... (pero): I. el tiem- diagnostican viajeros eternos (energías) que se alojan cir-
po absoluto, verdadero y matemático fluye parejamente cunstancialmente en el cuerpo y pueden viajar constitu-
sin relación con nada externo; y el... relativo, aparente y yendo flujos (potencias 42) a otros cuerpos o sus inmedia-
común... es alguna medida... externa... mediante el mo- ciones.
vimiento... II. el espacio absoluto permanece siempre Etcétera.
parecido e inmóvil; (y) el... relativo es una... medida...
que nuestros sentidos determinan por su posición
respecto a cuerpos... III. el lugar es una parte del espacio
que un cuerpo se toma... IV. el movimiento absoluto es la
traslación de un cuerpo de un lugar absoluto a otro; y el...
relativo es la traslación de un lugar relativo a otro...”.
Pero no es difícil notar ahí que la preocupación de
Newton no está en las diferencias entre tiempo, espacio,
lugar y movimiento, por un lado, y sus medidas, por otro,
sino en las diferencias entre tiempos, entre espacios, entre
lugares y entre movimientos. Tampoco es difícil
sospechar algunas penurias en el perfilamiento (si
descartamos la definición) del tiempo absoluto y del 42
Aquí va otro secreto travieso: estas “potencias” no son las
espacio absoluto. Tales penurias se confirman en las
aludidas en los capítulos 11 y 17 al esgrimir fórmulas para “ele-
anotaciones posteriores, donde Newton expuso algunas var a potencia”, ni las “potencias” de 10 y de 2 mencionadas en
características de los tiempos, espacios, lugares y el capítulo 16.
movimientos (tanto de los relativos como del absoluto, en
______________________________________________ md(t) es la masa en el agua dentro del estanque derecho,
23. ESTRUCTURAS TEMPORALES, ESPACIALES, en [kg]; ρ es la densidad del agua, en [kg m3]; mi(t) es la
TAXONÓMICAS Y CAUSALES, EN ACCIÓN masa en el agua dentro del estanque izquierdo, en [kg]:
(9)

En el capítulo 22 hay caudales de masa (flujos de ma- (10)


sa), fuerzas (flujos de momentum) y potencias (flujos de
(11)
energía) dominando a masas, momenta y energías (eter-
nos), respectivamente y por acumulación. También hay
masas dominando a volúmenes y niveles, y masas y mo-
menta dominando a velocidades. Pero aún no hay varia- md(0) es la masa en el agua dentro del estanque derecho
bles dominando a caudales de masa, fuerzas o potencias. inicialmente, en [kg]; mi(0) es la masa en el agua dentro
Hagámoslas aparecer. del estanque izquierdo inicialmente, en [kg]:
Volvamos al primer caso de la figura 228. (por ejemplo) (12)
(por ejemplo) (13)

Fig. 239: Primer caso de la figura 228

En la Italia de la primera mitad del siglo 17, Evangelis-


ta Torricelli (1608-1647) dio indicios suficientes para
considerar que, por lo menos aproximadamente, el caudal
q evoluciona dependiendo de un coeficiente K, que no
evoluciona mucho, y de los niveles de líquido hi y hd, que
sí evolucionan, según la fórmula siguiente:

con la cual q queda positiva cuando hd está mayor que hi,


Fig. 241: Estructura causal (si ignoramos las variables que no
y negativa cuando está menor, indicando, sensatamente, evolucionan y si, al despejar una variable en el lado izquierdo
que el caudal es de derecha a izquierda, como presupues- de una fórmula, pretendemos decir que la variable aludida en
ta la figura, mientras el nivel derecho está más alto que el ese lado depende de las aludidas en el derecho)
izquierdo, y al revés mientras está más bajo.
Si queremos predecir la evolución del caudal que viaja La estructura causal es dudable pues, aunque (2), (6),
entre los estanques, podemos plantear lo que sigue, de (8), (10), (12) y (13) no contienen ninguna variable que
manera escueta, ordenada, y con alguna liberalidad en la evoluciona: (3), (4), (5), (7), (9) y (11) contienen 2 cada
notación y en las forma verbales. una; (1) contiene 3; y, por tanto, despejando una de esas
variables en el lado izquierdo de cada una de las 7 ecua-
ciones donde aparecen, se puede plantear 26⋅31 (=192)
Fig. 240: Estructura espacial
sistemas de ecuaciones distintos pero equivalentes alge-
braicamente a (1)-(13).
t es el tiempo, en [s].
Pero no es cuerdo plantear que un caudal de masa a
q(t) es el caudal de agua entre los estanques, en [kg s-1]:
través de la frontera de un recinto depende de los otros a
q( t ) = K ⋅ hd ( t ) − hi ( t ) ⋅ sgn( hd ( t ) − hi ( t )) (1) través de la frontera y, por derivación, de la masa en el
recinto, sino que la masa depende por integración de to-
K es el coeficiente aludido antes, en [kg m-1/2 s-1]; hd(t) dos los caudales.
es el nivel de agua en el estanque derecho, en [m]; hi(t) es (9) y (11) tienen masas despejadas en sus lados izquier-
el nivel en el estanque izquierdo, en [m]: dos, como corresponde según ese argumento; por consi-
(por ejemplo) (2) guiente, los 2 despejes imaginables en cada una de ellas
(3) se reducen al que está planteado y, de los 192 sistemas de
ecuaciones equivalentes algebraicamente a (1)-(13), los
(4)
cuerdos causalmente son, a lo más, 24⋅31 (=48).
Pero no es cuerdo suponer que una variable depende de
Vd(t) es el volumen de agua en el estanque derecho, en otras por dos o más dependencias diferentes.
[m3]; Ad es el área transversal del estanque derecho, en De los 48 sistemas de ecuaciones restantes, 47 tienen
[m2]; Vi(t) es el volumen en el estanque izquierdo, en por lo menos una variable despejada en los lados izquier-
[m3]; Ai es el área transversal del estanque izquierdo, en dos de dos ecuaciones, y no son cuerdos causalmente.
[m2]: Sólo hay 1 que sí es (y con retardos en todas las depen-
(5) dencias mutuas): (1)-(13).
(por ejemplo) (6) Si nos interesa la evolución de q; si queremos hacer
(7) predicciones usando la estructura causal y la aproxima-
ción de Euler con retardo Δt para las integraciones en (9)
(por ejemplo) (8) y (11); si queremos estructurar temporalmente un método
de computación para hacer las predicciones; y si preferi-
mos dejar md inicial, mi inicial, K, Ad, Ai, Δt y t inicial a la
voluntad del usuario; entonces, podemos replantear (1)-
(13) como:
(2’)
(6’)
(8’)
(12’)
(13’)
(10’)
(5’)
(7’)
(3’)
(4’)
(1’)
(9’)
(11’)

Fig. 243: Predicciones

En la figura 243, es interesante comparar los aumentos


de hi con las disminuciones de hd y los aumentos de mi
con las disminuciones de md, recordando lo puesto en el
capítulo 22 al respecto.
Ya está.
Para pasar de las masas y los caudales a los momenta y
las fuerzas, volvamos ahora al primer caso de la figura
237, imaginando dos cuerpos y una fuerza, y suponiendo
que la fuerza es de un resorte que une a los cuerpos soli-
tariamente, como en la figura 244.

Fig. 244: Dos cuerpos y un resorte

En la Inglaterra de la segunda mitad del siglo 17, Hoo-


ke dio indicios suficientes para considerar que, por lo
menos aproximadamente, la fuerza f a través del resorte
evoluciona dependiendo de un coeficiente K, que no es el
de Torricelli ni evoluciona mucho, de la longitud L del
resorte relajado, que tampoco evoluciona mucho, y de la
longitud efectiva l del resorte, que sí evoluciona, según la
fórmula siguiente:
f = K⋅ l−L
Fig. 242: Estructura temporal (de método de computación)
con la cual sólo tenemos acceso a magnitudes.
Un método parecido (con los datos originales, Δt=1 y Necesitamos precisar. Afortunadamente, en la figura
algunos detalles adicionales) graficó la figura 243. 244 podemos restringirnos a los movimientos horizonta-
les, simplificar el carácter vectorial de , y alivianar
nuestros pensamientos.
No hablemos, pues, de sino de f, y precisemos, en
ese escenario, indagando a qué nos lleva esta otra fórmu-
la:
f = K ⋅ (l − L )

con la cual f queda positiva cuando l está mayor que L, y


negativa cuando está menor.
Cuando l está mayor que L, el resorte está estirado, y cuerpo derecho al izquierdo por la elasticidad del resorte,
cuando l está menor que L, el resorte está encogido. Y no en [N] hacia la derecha; pd(0) es el momentum en el
es difícil conjeturar que, cuando el resorte está estirado, cuerpo derecho inicialmente, en [N s] hacia la derecha:
atrae sus extremos; y que, cuando está encogido, los repe- (por ejemplo) (11)
le. Por lo tanto, la f que queda positiva cuando l está ma-
yor que L, es de una fuerza de atracción. (
f ( t ) = K ⋅ x d (t ) − x i ( t ) − L ) (12)
Tampoco es difícil advertir (por ejemplo, en las figuras (por ejemplo) (13)
232 y 233) que las fuerzas de atracción se distinguen por
la oposición entre el viaje y el carácter de los momenta K es el coeficiente del resorte, en [N m-1]; L es la longi-
fluyentes (y las repulsiones, por la coincidencia). Conse- tud del resorte relajado, en [m]:
cuentemente, la f que queda positiva cuando l está mayor K = 5 (por ejemplo) (14)
que L, es la fuerza de atracción donde se oponen el viaje L = 0,75 (por ejemplo) (15)
y el carácter de los momenta fluyentes.
Estamos, efectivamente, en el primer caso de la figura
237.
Quedan para meditar, las fórmulas de las posiciones.
Si queremos predecir las evoluciones de las posiciones
de los dos cuerpos, suponiendo despreciables los roces y
la masa en el resorte, podemos plantear lo que sigue, de
manera escueta, ordenada, con alguna liberalidad en la
notación y en las formas verbales, y con reinicio de las
fórmulas.

Fig. 245: Estructura espacial Fig. 246: Estructura causal (si ignoramos las variables que no
evolucionan y si, al despejar una variable en el lado izquierdo
de una fórmula, pretendemos decir que la variable aludida en
t es el tiempo, en [s]. ese lado depende de las aludidas en el derecho)
xi(t) es la posición del cuerpo izquierdo, en [m] hacia la
derecha de una referencia; x2(t) es la del derecho, en [m] La estructura causal es dudable pues, aunque (3), (5),
hacia la derecha de la referencia: (8), (10), (11), (13), (14) y (15) no contienen ninguna va-
(1) riable que evoluciona: (1), (2), (7) y (9) contienen 2 cada
una; (4), (6) y (12) contienen 3; y, por tanto, despejando
una de esas variables en el lado izquierdo de cada una de
(2)
las 7 ecuaciones donde aparecen, se puede plantear 24⋅33
(=432) sistemas de ecuaciones distintos pero equivalentes
algebraicamente a (1)-(15).
xi(0) es la posición del cuerpo izquierdo inicialmente, Pero no es cuerdo plantear que una fuerza a través de la
en [m] hacia la derecha de la referencia; vi(t) es la veloci- frontera de un recinto depende de las otras a través de la
dad del cuerpo izquierdo, en [m s-1] hacia la derecha; frontera y, por derivación, del momentum en el recinto,
xd(0) es la posición del derecho inicialmente, en [m] hacia sino que el momentum depende por integración de todas
la derecha de la referencia; vd(t) es la velocidad del dere- las fuerzas.
cho, en [m s-1] hacia la derecha: (7) y (9) tienen momenta despejados en sus lados iz-
(por ejemplo) (3) quierdos, como corresponde según ese argumento; por
(4) consiguiente, los 2 despejes imaginables en cada una de
(por ejemplo) (5) ellas se reducen al que está planteado y, de los 432 siste-
mas de ecuaciones equivalentes algebraicamente a (1)-
(6)
(15), los cuerdos causalmente son, a lo más, 22⋅33 (=108).
Pero no es cuerdo suponer que una variable depende de
pi(t) es el momentum en el cuerpo izquierdo, en [N s] otras por dos o más dependencias diferentes.
hacia la derecha; mi es la masa en el cuerpo izquierdo, en De los 108 sistemas de ecuaciones restantes, 107 tienen
[kg]; pd(t) es el momentum en el derecho, en [N s] hacia por lo menos una variable despejada en los lados izquier-
la derecha; md es la masa en el derecho, en [kg]: dos de dos ecuaciones, y no son cuerdos causalmente.
(7) Sólo hay 1 que sí es (y con retardos en todas las depen-
dencias mutuas): (1)-(15).
(por ejemplo) (8) Si nos interesan las evoluciones de xi y xd; si queremos
hacer predicciones usando la estructura causal y la
(9) aproximación de Euler con retardo Δt para las integracio-
nes en (1), (2), (7) y (9); si queremos estructurar tempo-
(por ejemplo) (10) ralmente un método de computación para hacer las pre-
dicciones; y si preferimos dejar xi inicial, xd inicial, pi ini-
cial, pd inicial, mi, md, K, L, Δt y t inicial a la voluntad del
pi(0) es el momentum en el cuerpo izquierdo inicial-
usuario; entonces, podemos plantear (1)-(15) como:
mente, en [N s] hacia la derecha; f(t) es la fuerza del
(8’)
(10’)
K = ... (14’)
L = ... (15’)
(3’)
(5’)
(11’)
(13’)
(4’)
(6’)
f k = K ⋅ ( x d ,k − x i,k − L) (12’)
x i,k +1 = x i,k + v i,k ⋅ Δt (1’)
x d ,k +1 = x d ,k + v d ,k ⋅ Δt (2’)
pi,k +1 = pi,k + f k ⋅ Δt (7’)
pd ,k +1 = pd ,k − f k ⋅ Δt (9’)

Fig. 248: Predicciones

En la figura 248, es interesante comparar las variacio-


nes de xi con las xd, las de vi con las de vd, y las de pi con
las de pd. También es interesante observar las inversiones
de f, que corresponden a reemplazos de atracciones por
repulsiones y vice versa. Y también es interesante que,
pese a que se nota poco en un lapso de tiempo tan corto,
las amplitudes de las oscilaciones predichas van aumen-
tando. Eso no ocurre realmente. Hay errores de predic-
ción que tolerar porque, si usamos la aproximación de
Euler para las integraciones con Δt más pequeño que
0,001 (más parecido a 0), los errores disminuyen pero no
acaban.
Ya está.
Volvamos ahora a las aguas, cambiando los botes por
un barco y los ejercicios musculares por disparos.
Imaginemos un barco de guerra a la deriva sobre aguas
quietas, disparando con sus cañones de estribor, uno tras
otro, una andanada horizontal de balas a quemarropa,
como en la figura 249.

Fig. 247: Estructura temporal (de método de computación)

Un método parecido (con los datos originales, Δt=0,001


y algunos detalles adicionales) graficó la figura 248.

Fig. 249: Andanada de balas desde un barco


Los disparos son de masas con momenta a bordo, y
constituyen caudales de masa con fuerzas de repulsión a (por ejemplo) (15)
bordo; todo junto.
Quedan para meditar, las fórmulas de las fuerzas.
Si queremos predecir la evolución de la posición del
barco, podemos plantear lo que sigue, de manera escueta, vx(t) es la velocidad con que las balas son disparadas
ordenada, con alguna liberalidad en la notación y en las por los cañones, en [m s-1] hacia la derecha:
formas verbales, y, otra vez, con reinicio de las fórmulas. (por ejemplo) (16)

Fig. 250: Estructura espacial

t es el tiempo, en [s].
xb(t) es la posición del barco, en [m] hacia la derecha de
una referencia:
(1)

xb(0) es la posición del barco inicialmente, en [m] hacia


la derecha de la referencia; vb(t) es la velocidad del barco,
en [m s-1] hacia la derecha:
(por ejemplo) (2)
(3)
Fig. 251: Estructura causal (si ignoramos las variables que no
evolucionan y si, al despejar una variable en el lado izquierdo
de una fórmula, pretendemos decir que la variable aludida en
pb(t) es el momentum en el barco, en [N s] hacia la de- ese lado depende de las aludidas en el derecho)
recha; mb(t) es la masa en el barco, en [kg]:
(4) La estructura causal es dudable pues, aunque (2), (6),
(9), (12) y (13) no contienen ninguna variable que evolu-
ciona: (14) y (15) contienen 1 cada una; (1), (5) y (8) con-
(5) tienen 2; (3), (4), (7), (10) y (11) contienen 3; y, por tan-
to, despejando una de esas variables en el lado izquierdo
de cada una de las 10 ecuaciones donde aparecen, se pue-
pb(0) es el momentum en el barco inicialmente, en [N s] de plantear 12⋅23⋅35 (=1944) sistemas de ecuaciones dis-
hacia la derecha; f(t) es la fuerza del barco al ambiente tintos pero equivalentes algebraicamente a (1)-(16).
con el caudal de balas, en [N] hacia la derecha; fr(t) es la Pero no es cuerdo plantear que una fuerza o un caudal
suma neta de las otras fuerzas que viajan al barco (fun- de masa a través de la frontera de un recinto depende de
damentalmente, por el roce con el agua que suponemos las otras o los otros a través de la frontera y, por deriva-
quieta), en [N] hacia la derecha; mb(0) es la masa en el ción, del momentum o la masa en el recinto, sino que el
barco inicialmente, en [kg]; q(t) es el caudal de balas momentum o la masa depende por integración de todas
(promediado entre disparos), en [kg s-1]: las fuerzas o los caudales de masa.
(por ejemplo) (6) (4) tiene un momentum despejado en su lado izquierdo
(7) y (5) tiene una masa, como corresponde según ese argu-
( )
f r ( t ) = − D1 + D2 ⋅ v b ( t ) ⋅ v b ( t ) (8) mento; por consiguiente, los despejes imaginables en ca-
da una de ellas se reducen al que está planteado y, de los
(por ejemplo) (9) 1944 sistemas de ecuaciones equivalentes algebraicamen-
(10) te a (1)-(16), los cuerdos causalmente son, a lo más,
14⋅22⋅34 (=324).
Pero no es cuerdo suponer que una variable depende de
v(t) es la velocidad de las balas buscando al enemigo, otras por dos o más dependencias diferentes.
en [m s-1] hacia la derecha; D1 es un coeficiente de roce De los 324 sistemas de ecuaciones restantes, 323 tienen
entre el barco (de costado) y el agua, en [N m-1 s]; D2 es por lo menos una variable despejada en los lados izquier-
otro coeficiente de roce entre el barco y el agua, en [N dos de dos ecuaciones, y no son cuerdos causalmente.
m-2 s2]; m es la masa en cualquier bala, en [kg]; T(t) es la Sólo hay 1 que sí es (y con retardos en todas las depen-
periodicidad de los disparos, en [s]: dencias mutuas): (1)-(16).
(11) Si nos interesa la evolución de la posición xb; si quere-
mos hacer predicciones usando la estructura causal y la
D1 = 5000 (por ejemplo) (12)
aproximación de Euler con retardo Δt para las integracio-
D2 = 1000 (por ejemplo) (13) nes en (1), (4) y (5); si queremos estructurar temporal-
(por ejemplo) (14) mente un método de computación para hacer las predic-
ciones; y si preferimos dejar xb inicial, pb inicial, mb ini- Un método parecido (con los datos originales, Δt=0,01
cial, T, vx, D1, D2, m, Δt y t inicial a la voluntad del usua- y algunos detalles adicionales) graficó la figura 253.
rio; entonces, podemos plantear (1)-(16) como:
D1 = ... (12’)
D2 = ... (13’)
(14’)
(2’)
(6’)
(9’)
(15’)
(16’)
(3’)

(11’)
(10’)

(7’)
(8’)
(1’)
(4’)
(5’)

Fig. 253: Predicciones

Ya está.
Intentemos un último avance de conocimiento.
Hasta aquí hemos supuesto viajeros limpiamente eter-
nos, viajando por estructuras espaciales y acumulándose
circunstancialmente en sus recintos.
Hay quienes son (casi) eternos en algunos aspectos y
efímeros en otros, lo cual permite clasificarlos efímera-
mente en especies, y acumularlos circunstancialmente en
recintos respectivos. Así, podemos imaginarlos viajando
por estructuras taxonómico-espaciales, y predecirles
comportamientos como en los párrafos anteriores de este
capítulo.
Son fáciles de hallar.
La expresión química más simple de una reacción que
Fig. 253: Estructura temporal (de método de computación)
involucra moléculas de especies diferentes, es como si-
gue:
y, enseguida, que en ese recinto:

donde nr1,... y nrM son los coeficientes estequiométricos


para las moléculas de los reactantes; r1,... y rM son las ex-
presiones químicas de las moléculas de los reactantes;
np1,... y npN son los coeficientes estequiométricos para las
moléculas de los productos; p1,... y pN son las expresiones
químicas de las moléculas de los productos; + indica co- donde mr1,... mrM, mp1,... y mpN son las masas totales en
existencia en una etapa; y → indica una transición. Por los reactantes o productos con moléculas r1,... rM, p1,... y
ejemplo: pN, respectivamente, en [kg], y q es el caudal que transita
del conjunto de los reactantes al de los productos, en
2NO+2H2→ N2+2H2O
[kg·s-1]; además, - es la fórmula para restar, y ___ es la
fórmula para dividir.
Esta no es una fórmula en el sentido matemático del
q(t) evoluciona porque las reacciones son discontinuas;
capítulo 11: r1,... rM, p1,... y pN no son variables numéri-
pero, ignorando eso lisamente, también lo hace porque
cas; + no es la fórmula para sumar; las ausencias de
los reactantes se van agotando, y cada vez es menos pro-
símbolos entre nr1 y r1,... nrM y rM, np1 y p1,... y npN y pN,
bable que sus moléculas se encuentren.
no son fórmulas para multiplicar. La expresión abusa de
Al respecto, si los reactantes están gaseosos podemos
la notación para insinuar, a la izquierda, una etapa en que
especular lo siguiente:
hay nr1 moléculas r1... y nrM moléculas rM, de los reactan-
tes, y, a la derecha, una etapa posterior en que ya no hay 1. en el recinto, el número de moléculas r1 es mr1/µr1;
tales moléculas sino np1 moléculas p1... y npN moléculas 2. en una parte del recinto con volumen v, en [m3], el
pN, de los productos. En el ejemplo, se trata de algo como número de moléculas r1 sería (mr1/µr1)·(v/V), donde V es
la figura 254. el volumen del recinto completo, en [m3];
3. en una parte del recinto con volumen v=V/(mr1/µr1), en
[m3], habría 1 molécula r1;
4. la probabilidad de que haya 1 molécula r1 en esa parte
del recinto con volumen V/(mr1/µr1) sería 1;
5. la probabilidad de que haya 1 molécula r1 en una parte
más chica, con volumen nr1·ϖr1+... nrM·ϖrM donde ϖr1 es
el volumen de cada molécula r1,... y ϖrM es el de cada
molécula rM, todos en [m3], sería (nr1·ϖr1+...
nrM·ϖrM)/(V/(mr1/µr1)) (menor que 1); es decir, Cr1⋅(mr1/V),
donde Cr1=(nr1·ϖr1+... nrM·ϖrM)/ µr1;
6. la probabilidad de que haya nr1 moléculas r1 en esa par-
te más chica sería (Cr1⋅(mr1/V))nr1;
Fig. 254: Reacción química
7. la probabilidad de que haya nr1 moléculas r1,... y nrM
moléculas rM en esa misma parte (chocando, porque ca-
Pero, ya que cada molécula tiene una masa y su medida
sí es un número, sí podemos plantear algunas fórmulas en ben justas) sería (Cr1⋅(mr1/V))nr1⋅... (CrM⋅(mrM/V))nrM; es
el sentido matemático. Por lo pronto: decir, C⋅(mr1/V)nr1⋅...(mrM/V)nrM, donde C=Cr1nr1⋅... CrMnrM;
43 8. la probabilidad de que tales moléculas reaccionen allí,
chocando, sería c⋅(mr1/V)nr1⋅...(mrM/V)nrM con c menor que
C y dependiente de la energía del choque: si la energía
donde µp1 es la masa de cada molécula p1,... µpN es la de
fuera poca, no habría reacción.
cada molécula pN, µr1 es la de cada molécula r1,... y µrM En la Europa de fines del siglo 19, Jacobus Van´t Hoff
es la de cada molécula rM, todas en [kg]; además, + es la (1852-1911) y Svante August Arrhenius (1859-1927)
fórmula para sumar, ⋅ es la fórmula para multiplicar, y = concluyeron que c es proporcional a e-B/T, donde B es un
es la fórmula para igualar. En el ejemplo: coeficiente, en [K] y T es la temperatura del recinto (es
decir, un síntoma que permite diagnosticar la energía de
los choques), en [K].
Eso nos permite retomar lo puesto antes en este mismo Eso ratifica nuestras especulaciones, pero podemos po-
capítulo, y conjeturar que, dentro de un recinto cerrado ner en duda a nr1,... y nrM como exponentes adecuados si
donde ocurren reacciones de la especie descrita recién: se alejan de 1, porque un choque numeroso es poco pro-
bable y es más probable que la reacción original sea un
resumen de varias con coeficientes estequiométricos me-
nores, en secuencia.
Por consiguiente, si los reactantes están gaseosos, para
el recinto completo podemos suponer:

43
Esto es válido para unas 6 o 7 cifras significativas en las reacciones
entre moléculas; más allá de esas cifras aparecen discrepancias, porque
las masas no son eternas estrictamente.
donde A es otro coeficiente, en [kg1-(εr1+...εrM) m3·(εr1+...εrM)
s-1], y εr1,... y εrM son exponentes adecuados.
Vamos a la reacción del ejemplo:
2NO+2H2→ N2+2H2O

imaginando que ocurre en un estanque cerrado, con tem-


peratura mantenida artificialmente cerca de 1073, en [K],
de manera que todas las sustancias estén gaseosas.
Si queremos predecir las evoluciones de las masas de
NO, H2, H2O y N2, podemos plantear lo que sigue, de
manera escueta, ordenada, con alguna liberalidad en la
notación y en las formas verbales, y, una vez más, con re-
inicio de las fórmulas. Fig. 256: Estructura causal (si ignoramos las variables que no
evolucionan y si, al despejar una variable en el lado izquierdo
de una fórmula, pretendemos decir que la variable aludida en
ese lado depende de las aludidas en el derecho)

La estructura causal es dudable pues, aunque (5), (6),


(7), (9), (10), (11), (12), (13), (14) y (15) no contienen
Fig. 255: Estructura taxonómico-espacial ninguna variable que evoluciona: (1), (2), (3) y (4) con-
tienen 2 cada una; (8) contiene 3; y, por tanto, despejando
t es el tiempo, en [s]. una de esas variables en el lado izquierdo de cada una de
mNO(t) es la masa de NO dentro del estanque, en [kg]; las 5 ecuaciones donde aparecen, se puede plantear 24⋅31
mH2(t) es la masa de H2, en [kg]; mN2(t) es la de N2, en (=48) sistemas de ecuaciones distintos pero equivalentes
[kg]; mH2O(t) es la de H2O, en [kg]: algebraicamente a (1)-(15).
(1) Pero no es cuerdo plantear que un caudal de masa a
través de la frontera de un recinto depende de los otros a
través de la frontera y, por derivación, de la masa en el
(2) recinto, sino que la masa depende por integración de to-
dos los caudales.
(3) (1), (2), (3) y (4) tienen masas despejadas en sus lados
izquierdos, como corresponde según ese argumento; por
consiguiente, los 2 despejes imaginables en cada una de
(4) ellas se reducen al que está planteado y, de los 48 siste-
mas de ecuaciones equivalentes algebraicamente a (1)-
(15), los cuerdos causalmente son, a lo más, 14⋅31 (=3).
mNO(0) es la masa de NO inicialmente, en [kg]; µNO es Pero no es cuerdo suponer que una variable depende de
la masa molecular del NO, en [kg]; µH2 es la masa mole- otras por dos o más dependencias diferentes.
cular del H2, en [kg]; q(t) es el caudal de NO y H2 que De los 3 sistemas de ecuaciones restantes, 2 tienen por
transita a N2 y H2O con la reacción, en [kg s-1]; mH2(0) es lo menos una variable despejada en los lados izquierdos
la masa de H2 inicialmente, en [kg]; µN2 es la masa mole- de dos ecuaciones, y no son cuerdos causalmente.
cular del N2, en [kg]; µH2O es la masa molecular del H2O, Sólo hay 1 que sí es (y con retardos en todas las depen-
dencias mutuas): (1)-(15).
en [kg]; mN2(0) es la masa de N2 inicialmente, en [kg];
Si nos interesan las evoluciones de mNO, mH2, mN2 y
mH2O(0) es la masa de H2O inicialmente, en [kg]:
mH2O; si queremos hacer predicciones usando la estructu-
mNO (0) = 0,18 (por ejemplo) (5)
ra causal y la aproximación de Euler con retardo Δt para
µNO = (2,326 + 2,657) ⋅10 −26
(6) las integraciones en (1), (2), (3) y (4); si queremos estruc-
µ H 2 = (0,1673⋅ 2) ⋅10 −26
(7) turar temporalmente un método de computación para
⎛ m ( t ) ⎞2 m (t ) hacer las predicciones; y si preferimos dejar mNO inicial,
q( t ) = K ⋅ ⎜ NO ⎟ ⋅ H 2 (8) mH2 inicial, mN2 inicial, mH2O inicial, K, V, Δt y t inicial a
⎝ V ⎠ V la voluntad del usuario; entonces, podemos plantear (1)-
m H 2 (0) = 0,012 (por ejemplo) (9) (15) como:
mN 2 (0) = 0 (por ejemplo) (10) K = ... (14’)
µN 2 = (2,326 ⋅ 2) ⋅10−26 (11) V = ... (15’)
mNO,0 = ... (5’)
µ H 2O = (0,1673⋅ 2 + 2,326) ⋅10−26 (12)
m H 2,0 = ... (9’)
m H 2O (0) = 0 (por ejemplo) (13)
mN 2,0 = ... (10’)
K es un coeficiente que resume a A· e-B/T cuando la tem- m H 2O,0 = ... (13’)
peratura en el estanque es la señalada, en [kg-1 m6 s-1]; V (6’)
es el volumen del estanque, en [m3]: (7’)
K = 0,698 (14)
(11’)
V = 1 (por ejemplo) (15)
(12’) Un método parecido (con los datos originales, Δt=0,1 y
algunos detalles adicionales) graficó la figura 258.
⎛m ⎞ m 2
(8’)
qk = K ⋅ ⎜ NO,k ⎟ ⋅ H 2,k
⎝ V ⎠ V
2 ⋅ µNO (1’)
mNO,k +1 = mNO,k − ⋅ qk ⋅ Δt
2 ⋅ µNO + 2 ⋅ µ H 2
2 ⋅ µH 2 (2’)
m H 2,k +1 = m H 2,k − ⋅ qk ⋅ Δt
2 ⋅ µNO + 2 ⋅ µ H 2
µN 2 (3’)
mN 2,k +1 = mN 2,k + ⋅ qk ⋅ Δt
µN 2 + 2 ⋅ µ H 2O
2 ⋅ µ H 2O (4’)
m H 2O,k +1 = m H 2O,k + ⋅ qk ⋅ Δt
µN 2 + 2 ⋅ µ H 2O

Fig. 258: Predicciones

Ya está.
Y ya basta.

Fig. 257: Estructura temporal (de método de computación):


______________________________________________
24. EJERCICIOS DE ADIESTRAMIENTO

Como aparece en el final del capítulo 2, es técnico


quien se ha formado algún conocimiento para variar la
realidad predeciblemente, y se dedica a variarla ocupán-
dolo.
Es más técnico quien se ha formado ese conocimiento
de manera tan diestra, en buena parte por ejercicio, que le y declarando lo siguiente: “Mi método se apoya”... “en
aflora espontáneamente en cuanto tiene que actuar. que usé letras mayúsculas, A, B, C y D, para nombrar los
Ejercitémonos en este capítulo; pero, como muchos te- diversos sectores separados por el río. Así, cuando una
mas desbordan al libro, hagámoslo con prudencia sufi- persona va del sector A al B a través del puente a o b,
ciente para que lo que nos aflore espontáneamente des- anoto este cruce con las letras AB, la primera de las cua-
pués nos sea corregible donde se necesite. les designa el sector de donde vino y la segunda el sector
adonde llega después de cruzar el puente”. Así, Euler
________________________________________ empezó asentando una estructura espacial de cuatro sec-
{1} tores como recintos, mayúsculos, y siete puentes entre
ellos como pasadas, minúsculas.
Imaginemos que, en una tarjeta electrónica, se necesita
instalar seis módulos (1, 2, 3, 4, 5, 6) y un conector de
comunicación con otras tarjetas (C), y tender diez cami-
nos de cobre simples y separados, entre 1 y 2, 1 y 3, 1 y
C, 2 y 6, 2 y C, 3 y 4, 3 y 6, 4 y C, 5 y 6, y 5 y C.

{1.1} Diseñe una estructura espacial plana con el conector La explicación restante fue larga y amplia. Pero, para la
y los módulos como recintos, principales, y los caminos pregunta misma, se reduce a lo puesto en el capítulo 6
como pasadas, secundarias, sin que ninguno se traslape acerca del número de pasadas disponibles en cada recinto.
con otro.
{2.1} Determine cómo podría cruzar el viajero todos los
{1.2} Rediseñe la estructura agregando un conector de puentes, pero ninguno más que una vez; y cómo podría
alimentación (A) y un camino entre él y cada módulo. hacerlo terminando el viaje en el sector donde lo empezó.

{1.3} Rediseñe la estructura añadiendo, además, un co- {2.2} Determine cómo podría hacer lo pedido en {2.1} si
nector de “tierra” (T) y un camino entre él y cada módu- se demoliera los puentes a y g.
lo.
{2.3} Determine lo mismo si, en vez de demoler los puen-
Solución: tes a y g, se construyera otro puente, h, entre los sectores
{1.1} Por ejemplo, A y D, al lado del puente e.

Solución:
{2.1} En el sector A, en el B, en el C y en el D, el número
de puentes disponibles es impar. No podría.
{2.2} Podría, por ejemplo, según la secuencia
{1.2} La estructura no se deja aplanar o, por lo menos, se
resiste mucho.
{2.3} En el sector B y en el C, el número de puentes dis-
{1.3} La estructura no se deja aplanar.
ponibles es impar. Podría cruzar todos los puentes y nin-
guno más que una vez, pero empezando el viaje en uno
________________________________________
de esos dos sectores y terminándolo en el otro; por ejem-
{2}
plo, según la secuencia:
En la Prusia Oriental de comienzos del siglo 18, la ciu-
dad de Königsberg tenía cuatro sectores separados por el
río Pregel, y siete puentes tendidos sobre el río para unir ________________________________________
esos sectores. De ello había surgido una pregunta que no {3}
se dejaba responder: ¿cómo podría cruzar un viajero, en
singular, todos los puentes, pero ninguno más que una Imaginemos que la estructura espacial siguiente es de
vez?. siete pueblos (A, B, C, D, E, F, G), como recintos, y once
En 1736, Euler escribió su Solutio problematis ad geo- caminos simples entre ellos, como pasadas, y que los
metriam situs pertinentis, donde zanjó el tema usando números indican las longitudes de los caminos, en [km].
una figura parecida a ésta:
________________________________________
{5}

Imaginemos que, en un afán taxonómico ante ocho es-


pecímenes de fósiles extraños (1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8), algu-
nos paleontólogos concuerdan en que hay diferencias de-
cisivas entre 1 y 3, 1 y 5, 1 y 7, 1 y 8, 2 y 5, 2 y 7, 2 y 8, 3
Anote todos los viajes posibles para ir desde A hasta G y 4, 3 y 6, 4 y 5, 4 y 7, 4 y 8, 5 y 6, y 6 y 7.
sin repetir ningún pueblo ni camino, y señale la longitud
total de cada viaje, en [km], para averiguar el más corto y {5.1} Clasifique los especímenes en pocas especies.
el más largo.
{5.2} Reclasifique los especímenes aceptando otras dos
Solución: diferencias decisivas: una entre 3 y 7, y una entre 2 y 6.
: 92
Solución:
: 92 {5.1}
: 48
: 94
: 94
: 48
: 96
Por ejemplo, 1, 2, 4 y 6 en una especie, y 3, 5, 7 y 8 en
: 92 otra.
{5.2}
: 48
: 96
: 92
: 46
: 95
: 91 Por ejemplo, 1, 4 y 6 en una especie, 5, 7 y 8 en otra, y 2
y 3 en otra (lo que es curioso porque, para obtener pocas
: 47
especies, los especímenes 2 y 3 fueron clasificados en
: 99 {5.1} como de dos especies distintas: las taxonomías no
son triviales).
: 95
: 49 ________________________________________
{6}
________________________________________
{4} Rellene la tabla para restar de la figura 64 del capítulo
10, que se refiere a una estructura causal de tres variables
Imaginemos que, en un afán taxonómico ante seis es- y una dependencia:
pecímenes de plantas raras (1, 2, 3, 4, 5, 6), algunos botá-
nicos encuentran diferencias decisivas entre 1 y 2, 1 y 3,
1 y 4, 1 y 5, 2 y 6, y 4 y 6.
Clasifique los especímenes en pocas especies.

Solución: pero quedó parcial, con varias localidades vacías:

Por ejemplo, 1 y 6 en una especie, y 2, 3, 4 y 5 en otra.


Solución:
{7.3}
0 1 2 3 x
0 3 3 2 1
1 2 2o1 1 1
2 1 1 1o0 0
3 0 0 0 0
y z
(Según la tabla resultante, las variables dominantes no
restringen a la dependiente muy estrictamente: algunos
estados de x e y dejan dos estados optativos a z)
________________________________________
{7} ________________________________________
{8}
Imaginemos que una variable, z, depende de otras dos, x
e y, en una estructura causal como esta: Imaginemos que un palo recto es deslizado apoyando
cada uno de sus extremos en una pared distinta de una es-
quina en ángulo recto, que la longitud del palo es 10, en
[m], y que nos interesa el movimiento del punto central
del palo según la figura siguiente.
Dedique a z el interior del rectángulo de la tabla en cada
uno de los casos siguientes, para acatar los convenios.

{7.1}
0 1 2 x
0 2 0 1
1 1 2 0
2 0 1 2 {8.1} Renombrando las distancias OX y OY como x e y,
z y respectivamente, formule cómo depende y de x, fingida-
mente al menos.
{7.2}
0 1 2 3 x {8.2} Grafique la dependencia.
0 2 3 0 1
1 1 2 3 0 Solución:
2 0 1 2 3 {8.1}
z y

{7.3} Según el legado de Pitágoras:


0 1 2 3 x
0 3 3 3o2 3o2
1 2 2o1 2o1 1o0
2 1 1 0
3 0 0 {8.2}
z y

Solución:
{7.1}
0 1 2 x
0 2 0 1
1 1 2 0
2 0 1 2
y z
(Es curioso: la tabla resultó igual) ________________________________________
{7.2} {9}
0 1 2 3 x
0 2 0 1 En 1637, Descartes escribió su Géometrie, de la que
1 1 2 0 provienen las citas y la figura 80 del capítulo 12. Allí di-
2 0 1 2 bujó también esta figura:
3 0 1 2
y z
(La tabla, que parecía completa, resultó con localidades
vacías)
y redactó lo siguiente: “Vea las líneas AB, AD, AF y
otras parecidas, que supongo haber sido descritas con la
ayuda del instrumento YZ, el cual está compuesto de va-
rias reglas de tal manera unidas, que al estar la señalada
YZ detenida sobre la línea AN, se puede abrir o cerrar el
ángulo XYZ; y que cuando está cerrado del todo, los pun-
tos B, C, D, E, F, G, H están todos reunidos en el punto
A; pero a medida que se lo abre, la regla BC, que está
unida en ángulo recto con XY en el punto B, repele hacia
Z la regla CD, que corre sobre YZ formando siempre
ángulos rectos con ella, y CD repele DE, que corre
igualmente sobre YX permaneciendo paralela a BC, DE
repele a EF, EF repele a FG, ésta repele GH. Y puede
concebirse una infinidad de otras, que se repelen consecu-
tivamente de la misma manera, y de las cuales unas for-
man siempre los mismos ángulos con YX y las otras con
YZ. Ahora, mientras se abre así el ángulo XYZ, el punto
B describe la línea AB, que es un círculo, y los otros pun-
tos D, F, H, donde se efectúan las intersecciones de las
{9.2}
otras reglas, describen otras líneas curvas AD, AF, AH,
las cuales son por orden más complicadas que la primera,
y ésta que el círculo”.

{9.1} Renombrando las distancias YC, YE, YG, CD, EF y


GH como x1, x2, x3, y1, y2 e y3, respectivamente, y supo-
niendo que la distancia YB es 10, formule cómo depen-
den y1 de x1, y2 de x2 e y3 de x3, fingidamente al menos.

{9.2} Grafique las dependencias y compare los gráficos


con AD, AF y AH en el dibujo de Descartes.

Solución:
{9.1}

________________________________________
{10}

Imaginemos que una variable, z, depende de otras dos, x


e y, en una estructura causal como esta:
y que alguien graficó la dependencia mediante gráficos
parciales superpuestos, recortando la variabilidad de y a
unos pocos estados, con un punto de vista como este:
________________________________________
{11}

Imaginemos que una variable, y, depende de otra, x, en


Represente a cada caso siguiente mediante otros gráfi- una estructura causal como esta:
cos superpuestos, rellenando respecto a y pero recortando
la variabilidad de x a los estados indicados, con un punto
de vista como este otro:
y que alguien tabuló la dependencia, pero la tabla se ha
deteriorado de manera que sólo es legible lo siguiente:
x y
4 2
8 6
{10.1} x=2, x=3 o x=4, y: 10
11 8
12
20 15

{11.1} Grafique lo que pueda de la tabla, rellene el gráfi-


co a ojo y, usando el gráfico relleno, sugiera estados para
las localidades que están vacías por ilegibles.

{11.2} Plantee fórmulas para interpolar y, con ellas, su-


giera estados para las localidades que estaban vacías ori-
{10.2} x=1, x=2 o x=3, y: ginalmente.

Solución:
{11.1}

Solución:
{10.1} x y
0 1 2 3 y 4 2
2 2 1 0,5 0,25 8 6
3 3 1,5 0,75 0,375 10 ¿7,5?
4 4 2 1 0,5 11 8
x z ¿17? 12
20 14
{11.2}
x y
4 2
8 6
10
11 8
12
{10.2} 20 14
0 1 2 y
1 0 1 3
2 0 0,5 2
3 0 1
x z
{12.6} w=1, 0≤x≤1, 0≤y≤1 y:
w x y z
0 0 0 -2
0 0 1 -1
0 1 0 0
0 1 1 0
1 0 0 1
1 0 1 2
x y 1 1 0 3
4 2 1 1 1 0
8 6
10 {12.7} w=0, 0≤x≤1, 0≤y≤1 y la misma tabla que en
11 8 {12.6}.
12
20 14 {12.8} 0≤w≤1, x=1, 0≤y≤1 y la misma tabla que en
{12.6}.

{12.9} 0≤w≤1, 0≤x≤1, y=1 y la misma tabla que en


{12.6}.

{12.10} 0≤w≤1, 0≤x≤1, 0≤y≤1 y la misma tabla que en


{12.6}.
(Este es un diagnóstico orientado al revés que la depen-
dencia: de la variable dependiente a la dominante). Solución:
{12.1}
________________________________________
{12}

Plantee fórmulas para interpolar las tablas parciales


puestas a continuación, con las condiciones indicadas pa-
ra las variables en cada caso:

{12.1} 0≤x≤1, 5≤y≤10 y:


0 1 x
5 13 4 {12.2}
10 11 5 2 5 x
y z 1 2 6
3 7 5
{12.2} 2≤x≤5, 1≤y≤3 y: 8 3 1
2 5 x y z
1 2 6 5 − x 3− y x −2 3− y
z= ⋅ ⋅2+ ⋅ ⋅6
3 7 5 5 − 2 3 −1 5 − 2 3 −1
8 3 1 5 − x y −1 x − 2 y −1
y z + ⋅ ⋅7+ ⋅ ⋅5
5 − 2 3 −1 5 − 2 3 −1
−31+ 14 ⋅ x + 27 ⋅ y − 6 ⋅ x ⋅ y
{12.3} 2≤x≤5, 3≤y≤8 y la misma tabla que en {12.2}. =
6
{12.3}
{12.4} 0≤x≤1, -1≤y≤0 y:
2 5 x
x y z
1 2 6
-1 -1 1
3 7 5
-1 0 1
8 3 1
-1 1 0
y z
0 -1 1
0 0 0
0 1 0
1 -1 -1
1 0 0
1 1 1

{12.5} -1≤x≤0, 0≤y≤1 y la misma tabla que en {12.4}.


{12.4} 1− w 1− y w − 0 1− y
z= ⋅ ⋅0+ ⋅ ⋅3
-1 0 1 x 1− 0 1− 0 1− 0 1− 0
-1 1 1 -1 1− w y − 0 w −0 y −0
0 1 0 0 + ⋅ ⋅0+ ⋅ ⋅0
1− 0 1− 0 1− 0 1− 0
1 0 0 1 = 3⋅ w − 3⋅ w ⋅ y
y z {12.9}

0 0 1 1 w
0 1 0 1 x
{12.5} 0 -2 0 1 3
-1 0 1 x 1 -1 0 2 0
-1 1 1 -1 y z
0 1 0 0
1 0 0 1
y z

{12.10}

{12.6}
1− w 1− x 1− y w − 0 1− x 1− y
z= ⋅ ⋅ ⋅ (−2) + ⋅ ⋅ ⋅1
1− 0 1− 0 1− 0 1− 0 1− 0 1− 0
0 0 1 1 w 1− w x − 0 1− y w − 0 x − 0 1− y
+ ⋅ ⋅ ⋅0+ ⋅ ⋅ ⋅3
0 1 0 1 x 1− 0 1− 0 1− 0 1− 0 1− 0 1− 0
0 -2 0 1 3 1− w 1− x y − 0 w − 0 1− x y − 0
+ ⋅ ⋅ ⋅ (−1) + ⋅ ⋅ ⋅2
1 -1 0 2 0 1− 0 1− 0 1− 0 1− 0 1− 0 1− 0
y z 1− w x − 0 y − 0 w −0 x −0 y −0
+ ⋅ ⋅ ⋅0+ ⋅ ⋅ ⋅0
1− 0 1− 0 1− 0 1− 0 1− 0 1− 0
= −2 + 3⋅ w + 2 ⋅ x + y − x ⋅ y − 3⋅ w ⋅ x ⋅ y

________________________________________
{13}
{12.7}
En el capítulo 14 hay fórmulas para interpolar.
0 0 1 1 w
Demuestre algebraicamente que podemos variar dos de
0 1 0 1 x esas fórmulas sin afectar a las disyuntivas que las resuel-
0 -2 0 1 3 ven, hasta reformularlas, respectivamente, como:
1 -1 0 2 0
y z

e
X11 ⋅ X 21 ⋅ Y00 − X11 ⋅ X 20 ⋅ Y01 − X10 ⋅ X 21 ⋅ Y10 + X10 ⋅ X 20 ⋅ Y11
y=
(X11 − X10 ) ⋅ (X 21 − X 20 )
X 21 ⋅ Y10 − X 21 ⋅ Y00 − X 20 ⋅ Y11 + X 20 ⋅ Y01
+ ⋅ x1
{12.8} (X11 − X10 ) ⋅ (X 21 − X 20 )
X11 ⋅ Y01 − X11 ⋅ Y00 − X10 ⋅ Y11 + X10 ⋅ Y10
+ ⋅ x2
(X11 − X10 ) ⋅ (X 21 − X 20 )
Y00 − Y01 − Y10 + Y11
+ ⋅ x1 ⋅ x 2
(X11 − X10 ) ⋅ (X 21 − X 20 )
0 0 1 1 w
0 1 0 1 x ________________________________________
0 -2 0 1 3 {14}
1 -1 0 2 0
y z Consideremos algunos pares de dependencias para los
que vale la variación siguiente en el punto de vista:
(Para interpolar, hemos supuesto que la tabla original de
la derecha era parcial; si el supuesto no es válido, el
renglón intermedio de la tabla final, tampoco)

Tabule cómo queda dependiendo z de x en cada uno de ________________________________________


los pares de dependencias tabuladas a continuación. {15}

{14.1} Tabule cómo queda dependiendo c de f en el conjunto


x y y z de tablas siguiente.
1 4 3 10 a f c b d c f e c d
2 6 4 7 0 6 0 4 0 1 2 8 0 0
4 3 6 8 1 2 1 1 1 1 4 6 1 2
2 4 2 1 2 1 6 4 2 2
{14.2} 3 8 3 4 3 3 8 2 3 3
x y y z
0 0 0 0 Solución:
0 1 1 0
1 1 1 1

{14.3}
x y y z
1 3 3 8 c no queda dependiendo de f: ambas variables son inde-
2 4 5 9 pendientes mutuamente; pero c no es tan libre como pue-
5 6 6 7 de parecer.
d c y c d luego c d luego c luego f c
Solución: 0 1 0 0 1 2 1 2 1
{14.1} 1 1 1 2 3 3 3 2 3
x z 2 1 2 2 4 1
1 7 3 3 3 3 4 3
2 8 6 1
4 10 6 3
(De dos dependencias cuyos gráficos son líneas curvas, 8 1
resultó una dependencia cuyo gráfico es una línea recta) 8 3
{14.2}
x z ________________________________________
0 0 {16}
0 1
1 0 Grafique cómo queda dependiendo z de w en cada uno
1 1 de los conjuntos de dependencias graficadas a continua-
(¡De dos dependencias poco estrictas, resultó lo que pare- ción.
ce una independencia mutua!)
{14.3} {16.1}
x y y z
1 3 3 8
2 4 5 9
5 6 6 7

{16.2}

x y e y z
1 3 3 8
2 4 4 8,5
5 6 5 9
6 7
luego x z
1 8
2 8,5
5 7
{16.3}

(Compare con {16.1}. Los gráficos iniciales son los mis-


mos; la estructura es diferente; el gráfico final, también).
{16.3}
{16.4}

{16.5}

w x z
0 0 0
0,5 0,5 0
1 1 0,5
1,5 0,5 0
2 0 0
3 -1 1
Solución: 4 0 0
{16.1} {16.4}

z no queda dependiendo de w: ambas variables son inde-


pendientes mutuamente.

{16.5}

{16.2}
________________________________________
{18}

En el final del capítulo 11, está puesto que hay resolu-


ciones de peticiones basadas en variar paulatina y caute-
losamente las estructuras de las peticiones, sin afectar a
las disyuntivas que las resuelven; y que así son las reso-
luciones algebraicas.
Como ejemplo de circunstancias en que se puede hacer
tales variaciones, considere cada uno de los pares de
fórmulas que siguen, exprese las estructuras de ambas
fórmulas del par mediante diagramas de bloques, observe
que las dependencias están orientadas igualmente en am-
________________________________________ bas (lo cual no es obligatorio en las resoluciones alge-
{17} braicas), y, mediante tablas, demuestre que las variables
dependientes quedan dependiendo de las dominantes por
igual en ambas. Ya que las fórmulas son peticiones y las
igualdades dichas debieran quedar demostradas, la posibi-
lidad de variar de una estructura a otra sin afectar las re-
soluciones debiese quedar franqueada.

{18.1}

{18.2}

{18.3}

{17.1} Grafique cómo queda dependiendo y de x según {18.4}


los dos gráficos superiores.
{18.5}
{17.2} Tabule cómo quedan x e y en la estructura total.
{18.6}
Solución:
{17.1} {18.7}

{18.8}

{18.9}

{18.10}

{18.11}

{18.12}

{17.2}
{18.13}

{18.14}

Solución:
{18.1}
(La figura tiene superpuestos el gráfico establecido en
{17.1} y el original inferior orientado al revés que la de-
pendencia, de la variable dependiente a la dominante, x y x˅y y˅x
aunque se nota poco) 0 0 0 0
x y 0 1 1 1
2 1 1 0 1 1
1 1 1 1
{18.2}
x y x˄y y˄x w x y x˅y w˅x w˅( x˅y) (w˅x)˅y
0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
0 1 0 0 0 0 1 1 0 1 1
1 0 0 0 0 1 0 1 1 1 1
1 1 1 1 0 1 1 1 1 1 1
{18.3} 1 0 0 0 1 1 1
1 0 1 1 1 1 1
1 1 0 1 1 1 1
x 0 x˅0 1 1 1 1 1 1 1
0 0 0 {18.12}
1 0 1
{18.4}

w x y x˄y w˄x w˄( x˄y) (w˄x) ˄y


x 0 x˄0 0 0 0 0 0 0 0
0 0 0 0 0 1 0 0 0 0
1 0 0 0 1 0 0 0 0 0
{18.5} 0 1 1 1 0 0 0
1 0 0 0 0 0 0
1 0 1 0 0 0 0
1 1 0 0 1 0 0
x 1 x˅1
1 1 1 1 1 1 1
0 1 1
1 1 1
{18.13}
{18.6}

x 1 x˄1
0 1 0
1 1 1 w x y w˅x w˅y x˄y (w˅x)˄( w˅y) w˅( x˄y)
{18.7} 0 0 0 0 0 0 0 0
0 0 1 0 1 0 0 0
0 1 0 1 0 0 0 0
0 1 1 1 1 1 1 1
x x x˅x
1 0 0 1 1 0 1 1
0 0 0
1 0 1 1 1 0 1 1
1 1 1
1 1 0 1 1 0 1 1
{18.8}
1 1 1 1 1 1 1 1
{18.14}
x x x˄x
0 0 0
1 1 1
{18.9}
w x y w˄x w˄y x˅y (w˄x)˅( w˄y) w˄( x˅y)
0 0 0 0 0 0 0 0
0 0 1 0 0 1 0 0
x x˅ 0 1 0 0 0 1 0 0
0 1 1 0 1 1 0 0 1 0 0
1 0 1 1 0 0 0 0 0 0 0
{18.10} 1 0 1 0 1 1 1 1
1 1 0 1 0 1 1 1
1 1 1 1 1 1 1 1
x x˄ ________________________________________
0 1 0 {19}
1 0 0
{18.11} En 1703, Leibniz escribió su Explication de l'arithméti-
que binaire, qui se sert des seuls caractères 0 et 1, avec
des remarques sur son utilité, et sur ce qu'elle donne le
sens des anciennes figures chinoises de Fohy, en la cual
puso la Aritmética binaria aludida en el capítulo 16 de es-
te libro.
Diseñe un diagrama de bloques parcial para restar en
Aritmética binaria, usando el método de Karnaugh ________________________________________
{20}
Solución:
En el caso de la suma, la reserva indica cuántos pares se
deben restar al coeficiente de la potencia de 2 en estudio
para que dicho coeficiente quede igual que 0 o 1, y se de-
ben sumar como unidad al coeficiente de la potencia in-
mediatamente superior, para que la suma global quede
correcta. En el caso de la resta, el préstamo indica cuántas
unidades se deben restar al coeficiente de la potencia in- {20.1} Formule cómo queda dependiendo z de v, w, x e y.
mediatamente superior y se deben sumar como pares al
coeficiente de la potencia en estudio. Obviamente, el {20.2} Complete la tabla siguiente:
préstamo final puede constituirse en un problema, impli- 0 0 1 1 v
cando una resta global negativa, fuera de los números na- 0 1 1 0 w
turales y con necesidad de un código más depurado; pero 0 0
este libro no alcanza para atenderlo. 0 1
1 1
1 0
x y z

pa m s p r {20.3} Rediseñe el diagrama usando el método de Kar-


0 0 0 0 0 naugh.
0 0 1 1 1
0 1 0 0 1 Solución:
0 1 1 0 0 {20.1}
1 0 0 1 1 {20.2}
1 0 1 1 0 (v˅(w˄x))˅
v w x y w˄x v˅(w˄x) v˄(v˅(w˄x)) z
1 1 0 0 0
0 0 0 0 0 0 0 1 1 0
1 1 1 1 1
0 0 0 1 0 0 0 0 0 0
0 0 1 0 0 0 0 1 1 0
0 1 pa 0 1 pa 0 0 1 1 0 0 0 0 0 0
0 0 0 1 0 0 0 1 0 1 0 0 0 0 0 1 1 0
0 1 1 1 0 1 1 0 0 1 0 1 0 0 0 0 0 0
1 1 0 1 1 1 0 1 0 1 1 0 1 1 0 1 1 0
1 0 0 0 1 0 1 0 0 1 1 1 1 1 0 0 1 0
m s p m s r 1 0 0 0 0 1 1 1 1 1
1 0 0 1 0 1 1 0 1 1
1 0 1 0 0 1 1 1 1 1
1 0 1 1 0 1 1 0 1 1
1 1 0 0 0 1 1 1 1 1
1 1 0 1 0 1 1 0 1 1
1 1 1 0 1 1 1 1 1 1
1 1 1 1 1 1 1 0 1 1

0 0 1 1 v
0 1 1 0 w
0 0 0 0 1 1
0 1 0 0 1 1
1 1 0 0 1 1
1 0 0 0 1 1
x y z
{20.3}

________________________________________
{21}

Plantee fórmulas para cada uno de los diagramas de


bloques que siguen, y ponga en tablas las disyuntivas que
los resuelvan.
{21.1} {21.12}

{21.2}
{21.13}

{21.3}
{21.14}

{21.4}
{21.15}

{21.5}
{21.16}

{21.6}
Solución:
{21.1}

{21.7} x y

{21.2}

{21.8}

x y z
0 0 0
1 0 0
1 1 1
{21.9} {21.3}
x y z
0 1 1
{21.4}
x y z
{21.10} 0 0 0
0 1 1
1 1 1
{21.5}
x y z
{21.11} 1 0 0
{21.6}
x y z
0 0 0
0 1 1
{21.7}
x y z {22.6}
1 0 0
1 1 1 {22.7}
{21.8}
{22.8}

{22.9}
x y z
0 0 0 Solución:
1 1 1 {22.1}
{21.9} {22.2}
x y z {22.3}
0 0 0 {22.4}
{21.10} {22.5}
x y z {22.6}
{21.11} {22.7}
x y z {22.8}
0 0 0 {22.9}
1 1 1
{21.12} ________________________________________
x y z {23}
1 1 1
{21.13}
x y z

{21.14}
x y z
0 0 0
{21.15}
x y z Deduzca cómo quedan w e y cuando q está en 1/3 y r
1 1 1 está en 9/2.
{21.16}
Solución:

x y
0 1
1 0

________________________________________
{22}

En el capítulo 16 están formalizadas nueve dependen-


cias estrictas entre variables binarias.

Plantee fórmulas para interpolar cada una de esas de-


pendencias, ignorando el carácter binario de las variables:
________________________________________
{22.1} {24}

{22.2}

{22.3}

{22.4}

{22.5}
{24.1} Formule cómo queda dependiendo z de x e y.
bla que resuelva esa petición, sin pretender una depen-
{24.2} Rediseñe el diagrama algebraicamente. dencia entre las constantes.

Solución: Solución:
{24.1}

{24.2} Ambos resultados quedan dependiendo de x igualmente si


y sólo si:
K·C2=C, 2·K2·C=0 y K3=K2.
Luego, si y sólo si:
C=0 o K·C=1; K=0, C=0, o K=0 y C=0; y K=0 o K=1.
Luego, como disyuntiva de conjuntos, si y sólo si:
________________________________________ C=0, K=0 y K=0; C=0, K=0 y K=1; C=0, C=0 y K=0;
{25} C=0, C=0 y K=1; C=0, K=0, C=0 y K=0; C=0, K=0, C=0
y K=1; K·C=1, K=0 y K=0; K·C=1, K=0 y K=1; K·C=1,
C=0 y K=0; K·C=1, C=0 y K=1; K·C=1, K=0, C=0 y
K=0; o K·C=1, K=0, C=0 y K=1.
Luego, sin lo repetido en los conjuntos, si y sólo si:
C=0 y K=0; C=0, K=0 y K=1; C=0 y K=0; C=0 y K=1;
C=0 y K=0; C=0, K=0 y K=1; K·C=1 y K=0; K·C=1,
K=0 y K=1; K·C=1, C=0 y K=0; K·C=1, C=0 y K=1;
K·C=1, K=0 y C=0; o K·C=1, K=0, C=0 y K=1.
Luego, sin los conjuntos irresolubles, si y sólo si:
C=0 y K=0; C=0 y K=0; C=0 y K=1; o C=0 y K=0.
Luego, sin lo repetido en la disyuntiva, si y sólo si:
C=0 y K=0; o C=0 y K=1.
Grafique cómo queda dependiendo y de x. C K
0 0
Solución: 0 1

________________________________________
{27}

Para cada uno de los diagramas de bloques que siguen,


plantee tablas que los resuelvan (recordando que, en las
tablas parecidas a la de la figura 50, las columnas dere-
chas son para las variables dependientes).

{27.1}

________________________________________
{26} {27.2}

Estructuremos estos diagramas con los mismos blo-


ques:

Fije K y C de manera que ambos resultados derechos


terminen dependiendo de x igualmente, y plantee una ta-
(La fórmula sirve para -2≤x≤2, incluyendo los renglones
Solución: intermedios de la tabla)
{27.1}

x y
1 -1
4 2
y x
{27.2}
-1 1
2 4
(Revise el ejercicio {27.1})
{28.2}
r x y e y x
-1 -1 1 -1 1
-1 1 -1 1 1
1 -1 3 3
1 1 1

luego r x y
-1 1 -1
1 1 1

________________________________________
{28} luego y = 1+ r − y 2
luego y 2 + y − (1+ r) = 0
Para cada uno de los diagramas de bloques que siguen,
−1± 1+ 4 ⋅ (1+ r) 3 + 2 ⋅ r  1+ 4 ⋅ (1+ r)
plantee una fórmula para interpolar la tabla, plantee otra luego y = y x=
fórmula para representar al gráfico, y tabule cómo quedan 2 2
x e y o grafique cómo quedan dependiendo de r.

{28.1}

{28.2}

En la rama superior del gráfico derecho, exceptuando su


punto izquierdo, x queda fuera de lo supuesto al interpo-
lar; esa rama corresponde a la inferior del gráfico izquier-
do; por lo tanto, lo sensato es aceptar la rama superior y
el punto izquierdo de la rama inferior del gráfico izquier-
do, y la rama inferior y el punto derecho de la rama supe-
rior del gráfico derecho. (Revise el ejercicio {27.2}).

________________________________________
{29}

Para cada uno de los diagramas de bloques que siguen,


Solución:
formule cómo queda dependiendo y de x.
{28.1}
{29.1}

Además:
{29.2}

{29.3}

(La variable dominante no restringe a la dependiente muy


estrictamente: cada estado de x deja dos estados optativos
a y).

________________________________________
Solución: {30}
{29.1}
La fórmula siguiente se refiere a dos variables binarias,
x e y, de las cuales la dependiente, y, delata las bajadas de
la dominante, x.

luego y = 2 ⋅ v = 2 ⋅ ( x − w ) = 2 ⋅ ( x − 2 ⋅ y ) {30.1} Plantee un diagrama de bloques correspondiente.


luego y = 2 ⋅ x − 4 ⋅ y
{30.2} Si Δt=0,5 y si:
luego y = 0,4 ⋅ x

{29.2}

prediga las evolución de y completando la tabla siguiente.

t x y
y = u + w, u = x 2 , w = 2 ⋅ v y v = u − y 0
Δt
2⋅Δt
3⋅Δt
4⋅Δt
5⋅Δt
{29.3} 6⋅Δt
7⋅Δt
...

Solución:
{30.1} Por ejemplo:

{30.2}
t x y ...
0 0
Δt 0 0 ________________________________________
2⋅Δt 1 0 {32}
3⋅Δt 1 0
La fórmula siguiente se refiere a dos variables gradua-
4⋅Δt 1 0
les, x e y, de las cuales la dependiente, y, es una aproxi-
5⋅Δt 1 0 mación de la derivada de la dominante, x.
6⋅Δt 0 1
7⋅Δt 0 0
...
{32.1} Plantee un diagrama de bloques correspondiente.
________________________________________
{31} {32.2} Si Δt=0,5 y si:

La fórmula siguiente se refiere a dos variables binarias,


x e y, de las cuales la dependiente, y, delata las subidas de
la dominante, x.

{31.1} Plantee un diagrama de bloques correspondiente. prediga la evolución de y completando esta tabla:

{31.2} Si Δt=0,5 y si: t x y


0
Δt
2⋅Δt
3⋅Δt
4⋅Δt
prediga la evolución de y completando esta tabla: 5⋅Δt
t x y 6⋅Δt
0 7⋅Δt
Δt 8⋅Δt
2⋅Δt 9⋅Δt
3⋅Δt 10⋅Δt
4⋅Δt 11⋅Δt
12⋅Δt
5⋅Δt
...
6⋅Δt
7⋅Δt Solución:
... {32.1} Por ejemplo:

Solución:
{31.1} Por ejemplo:

{32.2}

{31.2}

t x y
0 0
t x y Δt 0 0
0 0 2⋅Δt 0,5 1
Δt 0 0 3⋅Δt 1 1
2⋅Δt 1 1 4⋅Δt 1,5 1
3⋅Δt 1 0 5⋅Δt 2 1
4⋅Δt 1 0 6⋅Δt 2 0
5⋅Δt 1 0 7⋅Δt 2 0
6⋅Δt 0 0 8⋅Δt 1,5 -1
7⋅Δt 0 0 9⋅Δt 1 -1
10⋅Δt 0,5 -1 2⋅Δt
11⋅Δt 0 -1 3⋅Δt
12⋅Δt 0 0 4⋅Δt
... ...

________________________________________ hasta que las evoluciones (excluyendo las de t) empiecen


{33} a repetirse.

Prediga las evoluciones de las variables en los diagra- {34.1} Xk=0 si 0≤k, Z0=0 y:
mas de bloques que siguen, con las condiciones indicadas
en cada caso, completando tablas como esta:
t x y
0
Δt
{34.2} Xk=0 si 0≤k, Z0=1 y el mismo diagrama de blo-
2⋅Δt ques que en {34.1}.
3⋅Δt
4⋅Δt {34.3} Xk=1 si 0≤k, Z0=0 y el mismo diagrama de blo-
... ques que en {34.1}.

hasta que las evoluciones (excluyendo las de t) empiecen {34.4} Xk=1 si 0≤k, Z0=1 y el mismo diagrama de blo-
a repetirse. ques que en {34.1}.

{33.1} Y0=0 {34.5} Xk=0 si 0≤k, Z0=0 y:

{33.2} Y0=1 y el mismo diagrama de bloques que en {34.6} Xk=0 si 0≤k, Z0=1 y el mismo diagrama de blo-
{33.1}. ques que en {34.5}.

Solución: {34.7} Xk=1 si 0≤k, Z0=0 y el mismo diagrama de blo-


{33.1} ques que en {34.5}.

{34.8} Xk=1 si 0≤k, Z0=1 y el mismo diagrama de blo-


ques que en {34.5}.
(Revise el ejercicio {21.1})
t x y
{34.9} Xk=0 si 0≤k, Z0=0 y:
0 0 0
Δt 1 1
2⋅Δt 0 0
...
(La secuencia de estados de x e y entre t=0 y t=Δt, inclu-
sive, empieza a repetirse cuando t=2⋅Δt) {34.10} Xk=0 si 0≤k, Z0=1 y el mismo diagrama de blo-
ques que en {34.9}.
{33.2}
t x y
{34.11} Xk=1 si 0≤k, Z0=0 y el mismo diagrama de blo-
0 1 1
ques que en {34.9}.
Δt 0 0
2⋅Δt 1 1 {34.12} Xk=1 si 0≤k, Z0=1 y el mismo diagrama de blo-
... ques que en {34.9}.
(La secuencia de estados de x e y entre t=0 y t=Δt, inclu-
sive, empieza a repetirse cuando t=2⋅Δt). {34.13} Xk=0 si 0≤k, Z0=0 y:

________________________________________
{34}

Prediga las evoluciones de las variables en los diagra-


{34.14} Xk=0 si 0≤k, Z0=1 y el mismo diagrama de blo-
mas de bloques que siguen, con las condiciones indica-
ques que en {34.13}.
das, completando tablas como esta:
t x y z
{34.15} Xk=1 si 0≤k, Z0=0 y el mismo diagrama de blo-
0
ques que en {34.13}.
Δt
{34.16} Xk=1 si 0≤k, Z0=1 y el mismo diagrama de blo- Δt 1 1 1
ques que en {34.13}. ...
(El estado de x, y y z cuando t=0, empieza a repetirse
{34.17} Xk=0 si 0≤k, Z0=0 y: cuando t=Δt.)
{34.5}

(Revise el ejercicio {21.3}: si se anulara el retardo, x=0,


{34.18} Xk=0 si 0≤k, Z0=1 y el mismo diagrama de blo-
y=1 y z=1).
ques que en {34.17}.
t x y z
0 0 0 0
{34.19} Xk=1 si 0≤k, Z0=0 y el mismo diagrama de blo-
Δt 0 1 1
ques que en {34.17}.
2⋅Δt 0 1 1
{34.20} Xk=1 si 0≤k, Z0=1 y el mismo diagrama de blo- ...
ques que en {34.17}. (El estado de x, y y z cuando t=Δt empieza a repetirse
cuando t=2⋅Δt).
{34.21} Xk=0 si 0≤k, Z0=0 y: {34.6}
t x y z
0 0 1 1
Δt 0 1 1
...
{34.22} Xk=0 si 0≤k, Z0=1 y el mismo diagrama de blo- (El estado de x, y y z cuando t=0 empieza a repetirse
ques que en {34.21}. cuando t=Δt).
{34.7}
{34.23} Xk=1 si 0≤k, Z0=0 y el mismo diagrama de blo- t x y z
ques que en {34.21}. 0 1 0 0
Δt 1 1 1
{34.24} Xk=1 si 0≤k, Z0=1 y el mismo diagrama de blo- 2⋅Δt 1 0 0
ques que en {34.21}. ...
(La secuencia de estados de x, y y z entre t=0 y t=Δt, in-
Solución: clusive, empieza a repetirse cuando t=2⋅Δt)
{34.1} {34.8}
t x y z
0 1 1 1
(Revise el ejercicio {21.2}: si se anulara el retardo, x=0, Δt 1 0 0
y=0 y z=0; x=1, y=0 y z=0; o x=1, y=1 y z=1). 2⋅Δt 1 1 1
t x y z ...
0 0 0 0 (La secuencia de estados de x, y y z entre t=0 y t=Δt, in-
Δt 0 0 0 clusive, empieza a repetirse cuando t=2⋅Δt).
... {34.9}
(El estado de x, y y z cuando t=0 empieza a repetirse
cuando t=Δt).
{34.2}
t x y z (Revise el ejercicio {21.4}: si se anulara el retardo, x=0,
0 0 1 1 y=0 y z=0; x=0, y=1 y z=1; o x=1, y=1 y z=1).
t x y z
Δt 0 0 0
0 0 0 0
2·Δt 0 0 0
Δt 0 0 0
...
...
(El estado de x, y y z cuando t=Δt empieza a repetirse
(El estado de x, y y z cuando t=0 empieza a repetirse
cuando t=2⋅Δt).
cuando t=Δt).
{34.3}
{34.10}
t x y z
t x y z
0 1 0 0
0 0 1 1
Δt 1 0 0
Δt 0 1 1
...
...
(El estado de x, y y z cuando t=0, empieza a repetirse
(El estado de x, y y z cuando t=0 empieza a repetirse
cuando t=Δt).
cuando t=Δt).
{34.4}
{34.11}
t x y z
t x y z
0 1 1 1
0 1 0 0
Δt 1 1 1 t x y z
2⋅Δt 1 1 1 0 0 1 1
... Δt 0 1 1
(El estado de x, y y z cuando t=Δt empieza a repetirse ...
cuando t=2⋅Δt). (El estado de x, y y z cuando t=0 empieza a repetirse
{34.12} cuando t=Δt.)
t x y z
0 1 1 1 {34.19}
Δt 1 1 1 t x y z
0 1 0 0
...
(El estado de x, y y z cuando t=0 empieza a repetirse Δt 1 1 1
cuando t=Δt). 2⋅Δt 1 0 0
{34.13} ...
(La secuencia de estados de x, y y z entre t=0 y t=Δt, in-
clusive, empieza a repetirse cuando t=2⋅Δt.)
{34.20}
(Revise el ejercicio {21.5}: si se anulara el retardo, x=1, t x y z
y=0 y z=0). 0 1 1 1
t x y z
Δt 1 0 0
0 0 0 0
2⋅Δt 1 1 1
Δt 0 1 1
...
2⋅Δt 0 0 0
(La secuencia de estados de x, y y z entre t=0 y t=Δt, in-
...
clusive, empieza a repetirse cuando t=2⋅Δt).
(La secuencia de estados de x, y y z entre t=0 y t=Δt, in-
{34.21}
clusive, empieza a repetirse cuando t=2⋅Δt.)
{34.14}
t x y z
0 0 1 1 (Revise el ejercicio {21.7}: si se anulara el retardo, x=1,
Δt 0 0 0 y=0 y z=0; o x=1, y=1 y z=1).
2⋅Δt 0 1 1 t x y z
... 0 0 0 0
(La secuencia de estados de x, y y z entre t=0 y t=Δt, in- Δt 0 1 1
clusive, empieza a repetirse cuando t=2⋅Δt.) 2⋅Δt 0 0 0
{34.15} ...
t x y z (La secuencia de estados de x, y y z entre t=0 y t=Δt, in-
0 1 0 0 clusive, empieza a repetirse cuando t=2⋅Δt).
Δt 1 0 0 {34.22}
... t x y z
(El estado de x, y y z cuando t=0 empieza a repetirse 0 0 1 1
cuando t=Δt.) Δt 0 0 0
{34.16} 2⋅Δt 0 1 1
t x y z ...
0 1 1 1 (La secuencia de estados de x, y y z entre t=0 y t=Δt, in-
Δt 1 0 0 clusive, empieza a repetirse cuando t=2⋅Δt).
2⋅Δt 1 0 0 {34.23}
... t x y z
(El estado de x, y y z cuando t=Δt empieza a repetirse 0 1 0 0
cuando t=2⋅Δt). Δt 1 0 0
{34.17} ...
(El estado de x, y y z cuando t=0 empieza a repetirse
cuando t=Δt).
{34.24}
(Revise el ejercicio {21.6}: si se anulara el retardo, x=0, t x y z
y=0 y z=0; o x=0, y=1 y z=1). 0 1 1 1
t x y z
Δt 1 1 1
0 0 0 0
...
Δt 0 0 0
(El estado de x, y y z cuando t=0 empieza a repetirse
...
cuando t=Δt).
(El estado de x, y y z cuando t=0 empieza a repetirse
cuando t=Δt.)
________________________________________
{34.18} {35}
t x y z
0 1 0 0
Δt 1 1 1
2⋅Δt 1 0 1
3⋅Δt 0 1 1
4⋅Δt 0 0 1
5⋅Δt 0 1 1
...
(La secuencia de estados de x, y y z entre t=3⋅Δt y t=4⋅Δt,
{35.1} Plantee una fórmula que resuma la parte enmarca-
inclusive, empieza a repetirse cuando t=5⋅Δt si x=0 para
da en gris, como un solo bloque.
3⋅Δt≤t).
{35.2} Rediseñe ese bloque usando el método de Kar-
naugh. ________________________________________
{36}
{35.3} Formule cómo quedaría dependiendo z de x e y si
se anulara el retardo; y plantee una tabla que resuelva la Imaginemos que queremos una “memoria” electrónica
fórmula. simple, con variables binarias, con este diagrama de blo-
ques externo:
{35.4} Prediga la evolución de z completando esta tabla:
t x y z
0 1 0 0
Δt 1 1 y con el comportamiento siguiente:
2⋅Δt 1 0 ° cuando x=0 e y=1, o x=1 e y=0, que z permanezca
3⋅Δt 0 1 como está (“recordando” el 0 o el 1 que “recuerda”);
4⋅Δt 0 0 ° cuando x=0 e y=0 durante un tiempo suficiente, que z
5⋅Δt 0 1 varíe a 0 (si no lo ha hecho) y permanezca así (“re-
cordando” el 0 reforzado);
...
° cuando x=1 e y=1 durante un tiempo suficiente, que z
varíe a 1 (si no lo ha hecho) y permanezca así (“re-
hasta que dicha evolución empiece a repetirse.
cordando” el 1 reforzado).
Solución:
{36.1} Diseñe la memoria internamente, usando el méto-
{35.1}
do de Karnaugh.
{35.2}
Xk Yk Zk Xk˄ Yk Xk˄Yk (Xk˄Yk) ˅Zk Zk+1 {36.2} Formule cómo quedaría dependiendo z de x e y si
0 0 0 1 0 0 0 0 se anulara el retardo; y plantee una tabla que resuelva la
0 0 1 1 0 0 1 1 fórmula.
0 1 0 0 0 0 0 0
0 1 1 0 0 0 1 1 Solución:
1 0 0 1 1 0 0 1
{36.1}
1 0 1 1 1 0 1 1
1 1 0 0 0 1 1 1 0 0 1 1 Xk
1 1 1 0 0 1 1 1 0 1 1 0 Yk
0 0 0 1 0
0 0 1 1 Xk 1 0 1 1 1
0 1 1 0 Yk Zk Zk+1
0 0 0 1 1
1 1 1 1 1
Zk Zk+1

{35.3} Si se anulara el retardo:

(z no quedaría dependiendo de y)

x z {36.2} Si se anulara el retardo:


0 0
0 1
x y z
1 1
0 0 0
{35.4}
0 1 0
0 1 1
1 0 0
1 0 1
1 1 1

________________________________________
{37}

Prediga las evoluciones de y en los diagramas de blo-


ques que siguen, con las condiciones indicadas, comple-
(Si se anulara el retardo, y=0).
tando un gráfico como éste:

t y
0 3
Δt -2
{37.1} Y0=3 y: 2⋅Δt 1,5
3⋅Δt -1,25
4⋅Δt 1,125
5⋅Δt -1,0625
...
(y no tiende a 0)

{37.2} Y0=1 y el mismo diagrama que en {37.1}.

{37.3} Y0=0,5 y el mismo diagrama que en {37.1}.

{37.4} Y0=3 y: {37.2}


t y
0 1
Δt -1
2⋅Δt 1
...
(y no tiende a 0; la secuencia de estados de y entre t=0 y
{37.5} Y0=1 y el mismo diagrama que en {37.4}. t=Δt, inclusive, empieza a repetirse cuando t=2⋅Δt).

{37.6} Y0=0,5 y el mismo diagrama que en {37.4}.

{37.7} Y0=3 y:
{37.3}
t y
0 0,5
Δt -0,5
2⋅Δt 0,5
...
(y no tiende a 0; la secuencia de estados de y entre t=0 y
{37.8} Y0=1 y el mismo diagrama que en {37.7}.
t=Δt, inclusive, empieza a repetirse cuando t=2⋅Δt).
{37.9} Y0=0,5 y el mismo diagrama que en {37.7}.

{37.10} Y0=3 y:

{37.4}

(Si se anulara el retardo, y=0).


t y
{37.11} Y0=1 y el mismo diagrama que en {37.10}. 0 3
Δt -1,5
{37.12} Y0=0,5 y el mismo diagrama que en {37.10}. 2⋅Δt 0,75
3⋅Δt -0,375
Solución:
4⋅Δt 0,1875
{37.1}
5⋅Δt -0,09375
... {37.8}
(y tiende a 0). t y
0 1
Δt 0
2⋅Δt 0
...
(El estado de y cuando t=Δt empieza a repetirse cuando
t=2⋅Δt).

{37.5}
t y
0 1 {37.9}
Δt -0,5 t y
2⋅Δt 0,25 0 0,5
3⋅Δt -0,125 Δt 0
4⋅Δt 0,0625 2⋅Δt 0
5⋅Δt - 0,03125 ...
... (El estado de y cuando t=Δt empieza a repetirse cuando
(y tiende a 0) t=2⋅Δt).

{37.6} {37.10}
t y
0 0,5
Δt -0,25
2⋅Δt 0,125
3⋅Δt -0,0625
4⋅Δt 0,003125
5⋅Δt - 0,0015625
... (Si se anulara el retardo, -1≤y≤1).
(y tiende a 0) t y
0 3
Δt 0
2⋅Δt 0
...
{37.7} (El estado de y cuando t=Δt empieza a repetirse cuando
t=2⋅Δt).

{37.11}
t y
0 1
(Si se anulara el retardo, y=0).
t y Δt 1
0 3 ...
(El estado de y cuando t=0 empieza a repetirse cuando
Δt -1
t=Δt).
2⋅Δt 0
3⋅Δt 0
...
(El estado de y cuando t=2⋅Δt empieza a repetirse cuando
t=3⋅Δt). {37.12}
t y
0 0,5
Δt 0,5
...
(El estado de y cuando t=0 empieza a repetirse cuando
t=Δt).

________________________________________ {39.1} Plantee una fórmula para interpolar la tabla cuan-


{38} do 1≤x≤2, 1≤y≤3

{39.2} Formule cómo quedaría dependiendo y de x si se


anulara el retardo; y descubra las exigencias implícitas
para que x e y varíen dentro de lo supuesto.

{39.3} Prediga la evolución de y, cuando Xk=1,5 si 0≤k⋅Δt


Prediga las evoluciones de y, con las condiciones indi- e Y0=2, completando este gráfico:
cadas, completando un gráfico como este:

Solución:
{38.1} Y0=-2 {39.1}
1 2 Xk
{38.2} Y0=2 1 0 2
3 1 4
Solución: Yk Yk+1
{38.1}

(Si se anulara el retardo, y=0 o y=1,5).


t y
0 -2
Δt -1
{39.2} Si se anulara el retardo:
2⋅Δt -0,5
3⋅Δt -0,25
4⋅Δt -0,125
5⋅Δt -0,0625
...
(y tiende a 0)

{38.2}
t y
0 2
Δt 1
{39.3}
2⋅Δt 2
...
(La secuencia de estados de y entre t=0 y t=Δt, inclusive,
empieza a repetirse cuando t=2⋅Δt). (Si se anulara el retardo, y=1).
t y
0 2
Δt 1,75
2·Δt 1,5625
3·Δt 1,421875
________________________________________
4·Δt 1,31640625
{39}
5·Δt 1,2373046875
...
(y tiende a 1)
________________________________________
{41}

________________________________________
{40}

La fórmula siguiente se refiere a dos variables gradua- {41.1} Formule cómo quedaría dependiendo y de x si se
les, x e y, de las cuales la dependiente, y, es la aproxima- anulara el retardo.
ción de Euler de la integral de la dominante, x.
{41.2} Si Δt=0,5, si Y0=1 y si:
{40.1} Plantee un diagrama de bloques correspondiente.

{40.2} Si Δt=0,5, si Y0=0 y si:

prediga la evolución de y, completando esta tabla:

prediga la evolución de y, completando esta tabla:

t x y
0 t x y
Δt 0
2⋅Δt Δt
3⋅Δt 2·Δt
4⋅Δt 3·Δt
5⋅Δt 4·Δt
6⋅Δt 5·Δt
7⋅Δt ...
8⋅Δt
9⋅Δt Solución:
10⋅Δt {41.1} Si se anulara el retardo:
11⋅Δt
12⋅Δt
...

Solución:
{40.1} Por ejemplo: {41.2}

{40.2} (Si se anulara el retardo, y=0 si x=0).


t x y
0 0 1
t x y Δt 1 -0,5
0 0 0 2·Δt 2 2,25
Δt 0 0 3·Δt 1 2,875
2⋅Δt 1 0 4·Δt 0 0,5625
3⋅Δt 1 0,5 5·Δt 0 -0,28125
4⋅Δt 1 1 ...
1 1,5 (y tendería a 0 si x=0 para 4·Δt ≤t).
5⋅Δt
6⋅Δt 0 2 ________________________________________
7⋅Δt 0 2 {42}
8⋅Δt -1 2
9⋅Δt -1 1,5
10⋅Δt -1 1
11⋅Δt -1 0,5
12⋅Δt 0 0 {42.1} Plantee un diagrama de bloques.
...
{42.2} Formule cómo quedaría dependiendo y de x si se 2⋅Δt 2 -1,0483
anulara el retardo. 3⋅Δt 2 -1,03297763
4⋅Δt 2 -1,022347594693...
{42.3} Prediga las evoluciones de y completando tablas
5⋅Δt 2 -1,015064868125...
como esta:
...
t x y
(y tiende a -1).
0 2
t x y
Δt 2
0 2 -1
2⋅Δt 2 Δt 2 -1
3⋅Δt 2 ...
4⋅Δt 2 (y se mantiene en -1: su estado cuando t=0 empieza a re-
5⋅Δt 2 petirse cuando t=Δt).
... t x y
donde Y0 coincide con un estado de y si se anulara el re- 0 2 -0,9
tardo, con el 90% de ese estado o con el 110% de ese es- Δt 2 -0,936666666666...
tado. 2⋅Δt 2 -0,959114814814...
Solución: 3⋅Δt 2 -0,973300409332...
{42.1} Por ejemplo: 4⋅Δt 2 -0,982437895602...
5⋅Δt 2 -0,988394739571...
...
(y tiende a -1).

{42.2} Si se anulara el retardo:

________________________________________
{43}

{42.3}

(Si se anulara el retardo, y=-2 o y=-1).


t x y
0 2 -2,2 Prediga las evoluciones de y, con las condiciones indi-
Δt 2 -2,28 cadas, completando tablas como esta:
2⋅Δt 2 -2,399466666666... t x y
3⋅Δt 2 -2,585813428148... 0 3
4⋅Δt 2 -2,895477028397... Δt 3
5⋅Δt 2 -3,461262407325... 2⋅Δt 3
... 3⋅Δt 3
(y tiende a -∞). 4⋅Δt 3
t x y ...
0 2 -2
Δt 2 -2 {43.1} Y0=4.
...
(y se mantiene en -2: su estado cuando t=0 empieza a re- {43.2} Y0=3.
petirse cuando t=Δt).
t x y {43.3} Y0=2.
0 2 -1,8
Δt 2 -1,746666666666.... {43.4} Y0=-2.
2⋅Δt 2 -1,683614814814...
{43.5} Y0=-3.
3⋅Δt 2 -1,611519614887...
4⋅Δt 2 -1,532331823056... {43.6} Y0=-4.
5⋅Δt 2 -1,449346938650...
... Solución:
(y tiende a -1). {43.1}
t x y
0 2 -1,1
Δt 2 -1,07
(y se mantiene en -3: su estado cuando t=0 empieza a re-
petirse cuando t=Δt).
{43.6}
t x y
0 3 -4
Δt 3 -6,333333333333...
2⋅Δt 3 -16,703703703703...
3⋅Δt 3 -106,708276177411...
-
4⋅Δt 3
3899,260344429021...
...
(y tiende a -∞).

________________________________________
2
(En particular, si x=3 para 0<k⋅Δt, Yk=3+Yk-1-Yk-1 /3. {44}
Revise el ejercicio {29.3}: si se anulara el retardo, y=-3 o
y=3) Imaginemos que una variable, d, depende de otra, c, y
t x y ésta a su vez depende de otras dos, a y b, según:
0 3 4
Δt 3 1,666666666666...
2⋅Δt 3 3,740740740740... donde:
3⋅Δt 3 2,076360310928... 0 1 2 b y c d
4⋅Δt 3 3,639269597328... 0 1 3 4 1 0
... 2 2 3 5 2 1
(y tiende a 3). a c 3 2
4 1
5 0

{44.1} Plantee una fórmula para interpolar la tabla de c y


{43.2} d cuando 1≤c≤3, y otra para interpolarla cuando 3≤c≤5.
t x y
0 3 3 {44.2} Complete la tabla siguiente usando la fórmula para
Δt 3 3 interpolar establecida en {44.1}, cuando 3≤c≤5:
... c d
(y se mantiene en 3: su estado cuando t=0 empieza a re- 1
petirse cuando t=Δt). 2
{43.3} 3
t x y 4
0 3 2 5
Δt 3 3,666666666666...
2⋅Δt 3 2,185185185185... {44.3} Plantee una fórmula para interpolar la tabla de a, b
y c cuando 0≤a≤2 y 0≤b≤1, y otra para interpolarla cuan-
3⋅Δt 3 3,593507087334...
do 0≤a≤2 y 1≤b≤2.
4⋅Δt 3 2,289076025093...
...
{44.4} Complete la tabla siguiente usando la fórmula para
(y tiende a 3).
{43.4} interpolar establecida en {44.3}, cuando 0≤a≤2 y 1≤b≤2:
t x y
0 3 -2 0 1 2 b
- 0
Δt 3 2
0,333333333333...
2⋅Δt 3 2,629629629629... a c
3⋅Δt 3 3,324645633287...
{44.5} Formule cómo queda dependiendo d de a y b, si
4⋅Δt 3 2,640222770974... las fórmulas para interpolar planteadas en {44.1} y
... {44.3} son válidas, y si 0≤a≤2 y 1≤b≤2.
(y tiende a 3).
{43.5}
{44.6} Formule cómo queda dependiendo d de d y a si lo
t x y
formulado en {44.5} es válido y se estructura esto:
0 3 -3
Δt 3 -3
...
{44.7} Formule cómo quedaría dependiendo d de a si se 0≤a≤2 y 1≤b≤2
anulara el retardo en el diagrama de bloques de {44.6}. luego 3≤c≤5

{44.8} Prediga la evolución de d completando esta tabla:


t a d
0 2 1,5
Δt 2 {44.6}
2⋅Δt 2
3⋅Δt 2
4⋅Δt 2
5⋅Δt 2
... {44.7} Si se anulara el retardo:

{44.9} Prediga la evolución de d completando esta tabla:


t a d
0 0 1,333333333333…
Δt 0
{44.8}
2⋅Δt 0
3⋅Δt 0
4⋅Δt 0
t a d
5⋅Δt 0 0 2 1,5
... Δt 2 1
Solución: 2⋅Δt 2 2
{44.1} 3⋅Δt 2 0
4⋅Δt 2 4
5⋅Δt 2 -4
...
(Revise {44.6}: la fórmula es Dk=4-2·Dk-1, y se com-
plementa con Ck=1+2·Dk-1 y con Bk=Dk-1. Revise {44.7}:
si se anulara el retardo, d=1,333333333333... Revise Ck:
hay dos renglones equivocados por haber sido rellenados
{44.2} fuera de lo supuesto).
c d {44.9}
1 4 t a d
2 3 0 0 1,333333333333…
3 2 Δt 0 1,666666666666…
4 1 2⋅Δt 0 1,333333333333…
5 0
3⋅Δt 0 1,666666666666…
(Revise c: hay dos renglones equivocados por haber si-
do rellenados fuera de lo supuesto) 4⋅Δt 0 1,333333333333…
{44.3} 5⋅Δt 0 1,666666666666…
...
(Revise {44.6}: la fórmula es Dk=3-Dk-1, y se comple-
menta con Ck=2+Dk-1 y Bk=Dk-1. Revise {44.7}: si se anu-
lara el retardo, d=1,5)

________________________________________
{45}

Prediga las evoluciones de las variables en los diagra-


mas de bloques que siguen, con las condiciones indica-
das, completando tablas como esta:
t x y z
0
{44.4} Δt
0 1 2 b 2⋅Δt
0 2 3 4 3⋅Δt
2 1 3 5
4⋅Δt
a c
(Revise b: hay una columna equivocada por haber sido ...
rellenada fuera de lo supuesto)
{44.5}
hasta que las evoluciones (excluyendo las de t) empiecen
a repetirse.

{45.1} X0=0, Z0=0 y:

{45.14} X0=0, Z0=1 y el mismo diagrama de bloques que


en {45.13}.

{45.15} X0=0, Z0=0 y:


{45.2} X0=0, Z0=1 y el mismo diagrama de bloques que
en {45.1}.

{45.3} X0=0, Z0=0 y:

{45.16} X0=0, Z0=1 y el mismo diagrama de bloques que


en {45.15}.

Solución:
{45.4} X0=0, Z0=1 y el mismo diagrama de bloques que {45.1}
en {45.3}.

{45.5} X0=0, Z0=0 y:


(Revise el ejercicio {21.8}: si se anularan los retardos,
x=0, y=0 y z=0; o x=1, y=1 y z=1)
t x y z
0 0 0 0
Δt 0 0 0
...
{45.6} X0=0, Z0=1 y el mismo diagrama de bloques que (El estado de x, y y z cuando t=0 empieza a repetirse
en {45.5}. cuando t=Δt).
{45.7} X0=0, Z0=0 y:

{45.2}
t x y z
{45.8} X0=0, Z0=1 y el mismo diagrama de bloques que 0 0 1 1
en {45.7}. Δt 1 0 0
2⋅Δt 0 0 0
{45.9} X0=0, Z0=0 y:
3⋅Δt 0 0 0
...
(El estado de x, y y z cuando t=2⋅Δt empieza a repetirse
cuando t=3⋅Δt).
{45.3}
{45.10} X0=0, Z0=1 y el mismo diagrama de bloques que
en {45.9}.
(Revise el ejercicio {21.9}: si se anularan los retardos,
{45.11} X0=0, Z0=0 y: x=0, y=0 y z=0).
t x y z
0 0 0 0
Δt 0 0 0
...
(El estado de x, y y z cuando t=0 empieza a repetirse
{45.12} X0=0, Z0=1 y el mismo diagrama de bloques que cuando t=Δt).
en {45.11}. {45.4}
t x y z
{45.13} X0=0, Z0=0 y: 0 0 1 1
Δt 1 0 0
2⋅Δt 0 1 1
...
(La secuencia de estados de x, y y z entre t=0 y t=Δt, in- 0 0 1 1
clusive, empieza a repetirse cuando t=2⋅Δt). Δt 1 1 1
{45.5} 2⋅Δt 1 1 1
...
(El estado de x, y y z cuando t=Δt empieza a repetirse
cuando t=2⋅Δt).
(Revise el ejercicio {21.10}).
t x y z {45.11}
0 0 0 0
Δt 0 1 1
2⋅Δt 1 1 1 (Revise el ejercicio {21.13}).
3⋅Δt 1 0 0 t x y z
4⋅Δt 0 1 1 0 0 0 0
... Δt 0 1 1
(La secuencia de estados de x, y y z entre t=Δt y t=3⋅Δt, 2⋅Δt 1 0 0
inclusive, empieza a repetirse cuando t=4⋅Δt.) 3⋅Δt 0 0 0
{45.6} ...
t x y z (La secuencia de estados de x, y y z entre t=0 y t=2⋅Δt, in-
0 0 1 1 clusive, empieza a repetirse cuando t=3⋅Δt.)
Δt 1 1 1 {45.12}
2⋅Δt 1 0 0 t x y z
3⋅Δt 0 1 1 0 0 1 1
... Δt 1 0 0
(La secuencia de estados de x, y y z entre t=Δt y t=2⋅Δt, 2⋅Δt 0 0 0
inclusive, empieza a repetirse cuando t=3⋅Δt). 3⋅Δt 0 1 1
{45.7} ...
(La secuencia de estados de x, y y z entre t=0 y t=2⋅Δt, in-
clusive, empieza a repetirse cuando t=3⋅Δt)
{45.13}
(Revise el ejercicio {21.11}: si se anularan los retardos,
x=0, y=0 y z=0; o x=1, y=1 y z=1)
t x y z
0 0 0 0 (Revise el ejercicio {21.14}: si se anularan los retardos,
Δt 0 0 0 x=0, y=0 y z=0).
...
(El estado de x, y y z cuando t=0 empieza a repetirse
cuando t=Δt).
{45.8} t x y z
t x y z 0 0 0 0
0 0 1 1 Δt 0 0 0
Δt 1 1 1 ...
2⋅Δt 1 1 1 (El estado de x, y y z cuando t=0 empieza a repetirse
... cuando t=Δt).
(El estado de x, y y z cuando t=Δt empieza a repetirse {45.14}
cuando t=2⋅Δt). t x y z
{45.9} 0 0 1 1
Δt 1 1 1
2⋅Δt 1 0 0
3⋅Δt 0 1 1
(Revise el ejercicio {21.12}: si se anularan los retardos, ...
x=1, y=1 y z=1).
(La secuencia de estados de x, y y z entre t=0 y t=2⋅Δt, in-
t x y z
0 0 0 0 clusive, empieza a repetirse cuando t=3⋅Δt).
{45.15}
Δt 0 1 1
2⋅Δt 1 1 1
3⋅Δt 1 1 1
... (Revise el ejercicio {21.15}: si se anularan los retardos,
(El estado de x, y y z cuando t=2⋅Δt empieza a repetirse x=1, y=1 y z=1).
cuando t=3⋅Δt) t x y z
{45.10} 0 0 0 0
t x y z Δt 0 1 1
2⋅Δt 1 0 0 2⋅Δt
3⋅Δt 0 0 0 3⋅Δt
... 4⋅Δt
(La secuencia de estados de x, y y z entre t=0 y t=2⋅Δt, in- ...
clusive, empieza a repetirse cuando t=3⋅Δt).
{45.16} hasta que las evoluciones (excluyendo las de t) empiecen
t x y z a repetirse.
0 0 1 1
Δt 1 0 0 {47.1} W0=0, X0=0 y:
2⋅Δt 0 0 0
3⋅Δt 0 1 1
...
(La secuencia de estados de x, y y z entre t=0 y t=2⋅Δt, in-
clusive, empieza a repetirse cuando t=3⋅Δt). {47.2} W0=0, X0=1 y el mismo diagrama de bloques que
en {47.1}.
________________________________________
{46} {47.3} W0=1, X0=1 y el mismo diagrama de bloques que
en {47.1}.
Consideremos el diagrama de bloques que sigue:
{47.4} W0=0, X0=0 y:

donde la tabla correspondiente al bloque con la contrase-


ña simbólica “?” es: {47.5} W0=0, X0=1 y el mismo diagrama de bloques que
0 1 Xk en {47.4}.
0 0 1
1 0 0 {47.6} W0=1, X0=1 y el mismo diagrama de bloques que
Yk Xk?Yk en {47.4}.

Prediga las evoluciones de las variables, con las condi- Solución:


ciones indicadas, completando esta tabla: {47.1}
t x y z
0 0 1
Δt
2⋅Δt
...
hasta que las evoluciones (excluyendo las de t) empiecen t w x
a repetirse. 0 0 0
Δt 0 0
Solución: ...
(El estado de w y x cuando t=0 empieza a repetirse cuan-
do t=Δt)
t x y z {47.2}
0 0 1 1 t w x
Δt 1 0 0 0 0 1
0 1 1 Δt 1 0
2⋅Δt
... 2⋅Δt 0 1
(La secuencia de estados de x, y y z entre t=0 y t=Δt, in- ...
(La secuencia de estados de w y x entre t=0 y t=Δt, inclu-
clusive, empieza a repetirse cuando t=2⋅Δt)
sive, empieza a repetirse cuando t=2⋅Δt)
________________________________________ {47.3}
{47} t w x
0 1 1
Prediga las evoluciones de las variables en los diagra- Δt 1 1
mas de bloques que siguen, con las condiciones indica- ...
das, completando tablas como esta: (El estado de w y x cuando t=0 empieza a repetirse cuan-
t w x do t=Δt)
0 {47.4}
Δt
{48.7} w=1 si 0≤t, X0=1, Y0=0 y z=0 si 0≤t.
(Revise el ejercicio {21.16}: si se anulara el retardo, w=0
{48.8} w=1 si 0≤t, X0=1, Y0=1 y z=0 si 0≤t.
y x=1; o w=1 y x=0)
t w x
Solución:
0 0 0
{48.1}
Δt 1 1
2⋅Δt 0 0
...
(Si se anularan los retardos, w=0, x=1, y=0 y z=1; w=0,
(La secuencia de estados de w y x entre t=0 y t=Δt, inclu- x=1, y=1 y z=0; w=1, x=0, y=1 y z=0; w=1, x=0, y=1 y
sive, empieza a repetirse cuando t=2⋅Δt) z=1; o w=1, x=1, y=0 y z=1)
{47.5} t w x y z
t w x 0 0 0 0 0
0 0 1 Δt 0 1 1 0
Δt 0 1 2⋅Δt 0 1 1 0
... ...
(El estado de w y x cuando t=0 empieza a repetirse cuan- {48.2}
do t=Δt) t w x y z
{47.6} 0 0 0 1 0
t w x Δt 0 1 1 0
0 1 1 2⋅Δt 0 1 1 0
Δt 0 0 ...
2⋅Δt 1 1 {48.3}
... t w x y z
(La secuencia de estados de w y x entre t=0 y t=Δt, inclu- 0 0 1 0 0
sive, empieza a repetirse cuando t=2⋅Δt) Δt 0 1 1 0
2⋅Δt 0 1 1 0
________________________________________ ...
{48} {48.4}
t w x y z
0 0 1 1 0
Δt 0 1 1 0
...
{48.5}
t w x y z
0 1 0 0 0
Prediga las evoluciones de las variables, con las condi-
Δt 1 1 1 0
ciones indicadas, completando tablas como esta:
2⋅Δt 1 0 1 0
3⋅Δt 1 0 1 0
t w x y z ...
0
Δt {48.6}
t w x y z
2⋅Δt
0 1 0 1 0
3⋅Δt
Δt 1 0 1 0
...
...
{48.7}
hasta que las evoluciones (excluyendo las de t) empiecen
t w x y z
a repetirse.
0 1 1 0 0
{48.1} w=0 si 0≤t, X0=0, Y0=0 y z=0 si 0≤t
Δt 1 1 1 0
2⋅Δt 1 0 1 0
{48.2} w=0 si 0≤t, X0=0, Y0=1 y z=0 si 0≤t 3⋅Δt 1 0 1 0
...
{48.3} w=0 si 0≤t, X0=1, Y0=0 y z=0 si 0≤t. {48.8}
t w x y z
{48.4} w=0 si 0≤t, X0=1, Y0=1 y z=0 si 0≤t. 0 1 1 1 0
Δt 1 0 1 0
{48.5} w=1 si 0≤t, X0=0, Y0=0 y z=0 si 0≤t. 2⋅Δt 1 0 1 0
...
{48.6} w=1 si 0≤t, X0=0, Y0=1 y z=0 si 0≤t.
________________________________________
{49}
t x y
Prediga las evoluciones de las variables en los diagra- 0 -2 -1
mas de bloques que siguen, con las condiciones indica-
Δt 1 -1
das, completando tablas como esta:
t x y 2⋅Δt 1 0
0 3⋅Δt 0 0
Δt 4⋅Δt 0 -1
2⋅Δt 5⋅Δt 1 -1
3⋅Δt ...
4⋅Δt
...

y graficando dichas evoluciones en un plano con x como


eje horizontal e y como eje vertical (lo que desdibuja la
(Aquí, las flechas grises insinúan transiciones)
causalidad pero perfila la temporalidad).
________________________________________
{49.1} X0=-2, Y0=-1 (según (1)) y:
{50}

Ignoremos que el bloque representado así:

presupone que las variables son binarias, y supongamos


que son graduales.

{50.1} Considere que la fórmula de interpolación puesta


hacia el final del capítulo 14 sugiere el gráfico puesto a
{49.2} X0=-2, Y0=-1 (según (1)) y: continuación:

y, plantee una tabla que resuelva el diagrama de bloques


siguiente, según este gráfico.

{50.2} Grafique cómo queda dependiendo y de w en el


diagrama de bloques que sigue, según el gráfico puesto
Solución: en {50.1}.
{49.1}

t x y {50.3} Plantee una tabla que resuelva el diagrama de blo-


0 -2 -1 ques siguiente, según el gráfico puesto en {50.1}.
Δt 2 -1
2⋅Δt 2 2
3⋅Δt -2 2
4⋅Δt -2 -1
...
{50.4} Prediga las evoluciones de las variables en el dia-
grama de bloques que sigue, según el gráfico puesto en
{50.1}:

(Aquí, las flechas grises insinúan transiciones)


{49.2}
completando esta tabla: Solución
t x y {50.1}
0 0,45 0,55
Δt
2⋅Δt
3⋅Δt
4⋅Δt x y
... 0,5 0,5
{50.2}
y graficando dichas evoluciones en un plano con x como
eje horizontal e y como eje vertical.

{50.5} Considere que el comportamiento del bloque ori-


ginal cuando es construido electrónicamente, por ejem-
plo, se ciñe más al gráfico puesto a continuación:

{50.3}

y plantee una tabla que resuelva el diagrama de bloques


siguiente, según este gráfico en vez del puesto en {50.1}.

No se puede tabular por completo: 0≤x≤1, 1≥y≥0 e y=1-x.


{50.4}

{50.6} Grafique cómo queda dependiendo y de w en el


diagrama de bloques que sigue, según el gráfico puesto
en {50.5}. t x y
0 0,45 0,55
Δt 0,45 0,55
...
{50.7} Plantee una tabla que resuelva el diagrama de blo-
ques siguiente, según el gráfico puesto en {50.5}.

(x e y se mantienen)
{50.5}

{50.8} Prediga las evoluciones de las variables en el dia-


gramas de bloques que sigue, según el gráfico puesto en
{50.5}:

x y
0,5 0,5
{50.6}
completando esta tabla:
t x y
0 0,49 0,55
Δt
2⋅Δt
3⋅Δt
4⋅Δt
...

y graficando dichas evoluciones en un plano con x como


eje horizontal e y como eje vertical. {50.7}
{51.3} K=1 e X0=0,4

{51.4} K=1 e Y0=0,4

{51.5} K=2, X0=0,4


x y
0 1
{51.6} K=2 e Y0=0,4
0,5 0,5
1 0
Solución:
{50.8}
{51.1}

t w x
0 0,49 0,55
Δt 0,25 0,55
2⋅Δt 0,25 1
3⋅Δt 0 1
4⋅Δt 0 1 (Si se anulara el retardo, x=0,333333333333... e
... y=0,666666666666... )
t x y
0 0,4
Δt 0,6
2⋅Δt 0,3
3⋅Δt 0,7
(x e y tienden a 0 y 1, respectivamente). 4⋅Δt 0,35
5⋅Δt 0,65
________________________________________ ...
{51} (x e y tienden 0,333333333333... y 0,666666666666...,
respectivamente).
Consideremos: {51.2}

cuyo diagrama de bloques, suponiendo que K es constan-


te en cada caso, puede ser como sigue:

t x y
0 0,4
donde (1) y (2) serían las fórmulas originales si se anula- Δt 0,2
ran los retardos: 2⋅Δt 0,8
(1) 3⋅Δt 0,4
(2) 4⋅Δt 0,6
5⋅Δt 0,3
En cada uno de los casos puestos a continuación, con ...
las condiciones indicadas, grafique (1) y (2) en un plano (x e y tienden 0,333333333333... y 0,666666666666...,
con eje horizontal x y eje vertical y, y prediga las evolu- respectivamente).
ciones de las variables completando tablas como esta: {51.3}
t x y
0
Δt
2⋅Δt
3⋅Δt
4⋅Δt
5⋅Δt
... (Si se anulara el retardo, x=0,5 e y=0,5)
t x y
{51.1} K=0,5 y X0=0,4 0 0,4
Δt 0,6
{51.2} K=0,5 e Y0=0,4 2⋅Δt 0,6
3⋅Δt 0,4 {52}
4⋅Δt 0,4
5⋅Δt 0,6 Según el capítulo 11, en 1494 Pacioli pedía: “Trovame.
... 1. no che gi to al suo drato facia. 12”; es decir,
(x e y oscilan sin tender a 0,5). “x+x2=12”. En ese tiempo, tal petición se dejaba resolver
{51.4} algebraicamente con alguna dificultad. En el nuestro, se
deja con facilidad. Al final: x=-4 o x=3.
Según el mismo capítulo, en 1525 Rudolff pedía: “Sit
1 aequatus 12 -36”; es decir, “1·x2=12⋅x-36”. En ese
tiempo, tal petición también se dejaba resolver algebrai-
camente con alguna dificultad. En el nuestro, se deja con
facilidad. Al final: x=6.
Y, en 1546 Tartaglia pedía: “Trovame uno numero che
azontoli la sua radice cuba venghi sei. cioè. 6”; es decir,
t x y
0 0,4 “x+ =6”. En ese tiempo, tal petición apenas se dejaba
Δt 0,4 resolver algebraicamente. En el nuestro, se deja con algu-
2⋅Δt 0,6 nas molestias.
3⋅Δt 0,6
4⋅Δt 0,4 Según lo puesto en el capítulo 20 de este libro, pode-
mos resolver cada una de las tres peticiones con este
5⋅Δt 0,4
método:
...
(x e y oscilan sin tender a 0,5).
1. reformule algebraicamente la petición en dos, mediante
{51.5}
igualaciones con otra variable (lo cual era inaccesible an-
tes de Vieta):

(1)
(2)

(1)
(Si se anulara el retardo, x=0,666666666666... e (2)
y=0,333333333333...)
t x y (1)
0 0,4 (2)
Δt 0,6
2⋅Δt 1,2
2. grafique sueltamente las fórmulas resultantes de la eta-
3⋅Δt -0,2 pa 1 (lo cual era inaccesible antes de Descartes):
4⋅Δt -0,4
5⋅Δt 1,4
...
(x e y tienden a ±∞).
{51.6}

t x y
0 0,4
Δt 0,8
2⋅Δt 0,2
3⋅Δt 0,4
4⋅Δt 0,6 3. y estructure las fórmulas en un diagrama de bloques
5⋅Δt 1,2 como el de la figura 220, despejándolas según convenga
... para las tendencias y transiciones deseadas en los gráficos
(x e y tienden a ±∞). de la etapa 2 (lo cual era inaccesible antes de los ingenie-
ros del siglo 20).
________________________________________
{52.1} Resuelva así la petición de Pacioli. Δt 84
2⋅Δt 9,165151389911...
{52.2} Resuelva también la de Rudolff. 3⋅Δt 73,981816678940...
4⋅Δt 8,601268318041...
{52.3} Y resuelva la de Tartaglia.
5⋅Δt 67,215219816495...
Solución: 6⋅Δt 8,198488873962...
{52.1} ...
x tiende a 6
Luego, x=6.
{52.3}
t x y
0 -5
Δt 17
- t x y
2⋅Δt 0 0
4,123105625617...
3⋅Δt 16,123105625617... Δt 0
- 2⋅Δt 6
4⋅Δt 3⋅Δt 1,817120592832...
4,015358716928...
5⋅Δt 16,015358716928... 4⋅Δt 4,182879407167...
- 5⋅Δt 1,611233370354...
6⋅Δt
4,001919379114... 6⋅Δt 4,388766629645...
... ...
x tiende a -4. x tiende a 4,365634706986...
Luego, x=4,365634706986...

________________________________________
{53}
t x y
0 0 Resuelva cada una de las fórmulas siguientes.
Δt 12
2⋅Δt 3,464101615137... {53.1} x3=6+7⋅x (que se deja resolver algebraicamente,
3⋅Δt 8,535898384862... aunque con algunas molestias: x=-2, x=-1 o x=3).
4⋅Δt 2,921625983055...
{53.2} x3=10-x (que se resiste a dejarse resolver algebrai-
5⋅Δt 9,078374016944...
camente).
6⋅Δt 3,013034021869...
... {53.3} log10(x)=10-x (que también se resiste a dejarse re-
x tiende a 3. solver algebraicamente)
Luego, x=-4 o x=3.
{52.2} {53.4} log10(x)=x3 (que también se resiste a dejarse resol-
ver algebraicamente)

Solución:
{53.1}
(1)
t x y (2)
0 0
Δt 0
2⋅Δt 3
3⋅Δt 9
4⋅Δt 3,75
5⋅Δt 14,0625
6⋅Δt 4,171875
...
x tiende a 6.

t x y
0 -10
Δt -64
t x y 2⋅Δt -4
0 10
3⋅Δt -22
-
4⋅Δt
2,802039330655...
-
5⋅Δt
13,614275314587...
-
6⋅Δt
2,387801255932...
...
x tiende a -2
t x y
0 0
t x y
Δt 1
0 -1
2⋅Δt 10
Δt -1
3⋅Δt 0,0000000001
2⋅Δt -1
... 4⋅Δt 1,000000000230...
Por fortuna, el estado de x cuando t=0 empieza a repetirse 5⋅Δt 0,099999999946...
cuando t=2⋅Δt: x se mantiene en -1. 6⋅Δt 1,258925411640...
...
x tiende a 1,168904543515...
Luego, x=1,168904543515...
{53.4}
(1)
t x y
0 0 (2)
Δt 6
2⋅Δt 1,817120592832...
3⋅Δt 18,719844149824...
4⋅Δt 2,655221419951...
5⋅Δt 24,586549939658...
6⋅Δt 2,907808915764... Por lo tanto, la disyuntiva que resolvería la fórmula es
... huera.
x tiende a 3
Luego, x=-2, x=-1 o x=3 ________________________________________
{53.2} {54}
(1)
Liste los seis primeros números que los métodos de
(2) computación siguientes piden escribir en secuencia.

t x y
0 0 {54.1}
Δt 1
2⋅Δt 1
3⋅Δt 0,1
4⋅Δt 0,464158883361...
5⋅Δt 0,343432282803...
6⋅Δt 0,700293946482...
...
x tiende a 0,620911302903...
Luego, x=0,620911302903...
{53.3}
(1)
(2)
{55.1}

{55.2}
{54.2}

{55.3}

Solución:
{54.1}
1
2
6
24
120
720
...
(El método pide escribir los números factoriales, secuen-
cialmente). Solución:
{54.2} {55.1}
1
2 (Es la fórmula del ejercicio {30}, donde la variable bina-
3 ria dependiente delata las bajadas de la binaria dominan-
5 te. Compare el método con el diagrama de bloques de ese
8 ejercicio)
13 {55.2}
...
(El método pide escribir los números de una secuencia (Es la fórmula del ejercicio {31}, donde la variable bina-
inventada por Leonardo Pisano Bigollo (“Fibonacci”; ria dependiente delata las subidas de la binaria dominan-
¿1170?-1250)). te. Compare el método con el diagrama de bloques de ese
ejercicio)
________________________________________ {55.3}
{55}

Formule lo que los métodos siguientes piden escribir,


entendiendo que y, x y xa (“a” por “anterior”) son varia- (Es la fórmula del ejercicio {32}, donde la variable gra-
bles para tener presentes los estados Yk, Yk y Xk-1, respec- dual dependiente es una aproximación de la derivada de
tivamente. la gradual dominante. Compare el método con el diagra-
ma de bloques de aquel ejercicio. Se trata de un método
importante)

________________________________________
{56}

Formule lo que el método siguiente pide escribir, en-


tendiendo que x, y e yp (“p” por “posterior”) son variables
para tener presentes los estados Xk, Yk e Xk+1, respecti-
vamente.

Solución:
{57.1} El método pide escribir los números que van sien-
do los mínimos entre los leídos, secuencialmente. (Revise
el ejercicio {3}: allí sería útil para averiguar el viaje más
corto; es decir, el de longitud total mínima).
{57.2} El método pide escribir los números que van sien-
do los máximos entre los leídos, secuencialmente. (Revi-
se el ejercicio {3}: allí sería útil para averiguar el camino
más largo; es decir, el de longitud total máxima).

________________________________________
{58} 44
Solución:
En 1947, Norbert Wiener (1894-1964) introdujo un
(Es la fórmula del ejercicio {40}, donde la variable gra- juego que supone un reticulado espacial (“tejido muscu-
dual dependiente es la aproximación de Euler de la inte- lar”) formado por rectángulos planos (“células”) según la
gral de la gradual dominante. Compare el método con el figura siguiente, y una variable ternaria xij cuyos estados
diagrama de bloques de aquel ejercicio y con el método son números iguales que -1 (“agotada”), 0 (“lista”) o 1
del ejercicio {55.3}. Se trata de dos métodos importan- (“activa”) en cada uno de los rectángulos (i según la posi-
tes). ción vertical y j según la posición horizontal):
x11 x12 x13
x21 x22 x23
________________________________________
x31 x32 x33
{57}
Cada variable xij evoluciona de acuerdo con la estructu-
Exprese lo que los métodos siguientes piden escribir.
ra temporal sugerida parcialmente a continuación, donde
Ni,j es el número de rectángulos vecinos, vertical u hori-
{57.1}
zontalmente (en diagonal, no), cuyas variables están en 1:

Prediga las evoluciones de las variables en el reticulado


completo, con las condiciones indicadas, suponiendo que
todas las transiciones ocurren con el mismo retardo Δt y
completando una tabla como esta:
x11 x12 x13
t x21 x22 x23
x31 x32 x33
0
Δt
2⋅Δt
3⋅Δt
4⋅Δt
...

{57.2}
44
Ejercicio sugerido por Daniel Erraz L.
hasta que las evoluciones (excluyendo las de t) empiecen {58.2}
a repetirse. x11 x12 x13
t x21 x22 x23
{58.1} x31 x32 x33
X11,0 X12,0 X13,0 0 0 0
X21,0 X22,0 X23,0 = 0 0 0 1 0 0
X31,0 X32,0 X33,0 0 0 1 0 0 -1 0
0 1 0
{58.2}
X11,0 X12,0 X13,0 1 0 0 -1 1 0
X21,0 X22,0 X23,0 = 0 -1 0 Δt 1 0 0
X31,0 X32,0 X33,0 0 1 1 1 -1 1
0 -1 1
Solución: 2⋅Δt -1 1 1
{58.1} -1 0 -1
x11 x12 x13 0 0 -1
t x21 x22 x23 3⋅Δt 0 -1 -1
x31 x32 x33 0 1 0
0 0 0 0 0 0
0 0 0 0 4⋅Δt 0 0 0
0 0 1 1 -1 1
0 0 0 0 0 0
Δt 0 0 1 5⋅Δt 1 0 1
0 1 -1 -1 0 -1
0 0 1 1 0 1
2⋅Δt 0 1 -1 6⋅Δt -1 1 -1
1 -1 0 0 0 0
0 1 -1 -1 1 -1
3⋅Δt 1 -1 0 7⋅Δt 0 -1 0
-1 0 0 0 1 0
1 -1 0 0 -1 0
4⋅Δt -1 0 0 8⋅Δt 0 0 0
0 0 0 1 -1 1
-1 0 0 0 0 0
5⋅Δt 0 0 0 9⋅Δt 1 0 1
0 0 0 -1 0 -1
0 0 0 ...
6⋅Δt 0 0 0 La secuencia de estados de las variables entre t=5⋅Δt y
0 0 0 t=8⋅Δt, inclusive, empieza a repetirse cuando t=9⋅Δt.
0 0 0
7⋅Δt 0 0 0 ________________________________________
0 0 0 {59}

... Estructure temporalmente un método para escribir en


El estado de las variables cuando t=6⋅Δt empieza a re- secuencia y del ejercicio {37.10}, dejando y inicial a la
petirse cuando t=7⋅Δt. voluntad del usuario.
Solución:

Estructura causal:

Notando que algunos cómputos deben hacerse antes que


otros, por los datos necesarios en ellos, podemos estructu-
rar temporalmente un método; por ejemplo:

________________________________________
{61}

Estructure temporalmente un método para resolver la


petición de Tartaglia, del ejercicio {52.3}, reemplazando:
________________________________________
{60}
por:
Estructure temporalmente un método para escribir en
secuencia x e y del ejercicio {48} dejando x inicial, y ini-
cial, w y z a la voluntad del usuario: Solución:
Estructura causal:

Notando que algunos cómputos deben hacerse antes que


otros, por los datos necesarios en ellos, podemos estructu-
Solución: rar temporalmente un método; por ejemplo:

Estructura causal:

Notando que algunos cómputos deben hacerse antes que


otros, por los datos necesarios en ellos, podemos estructu- (Aquí, xp es una variable para tener presente a Xk+2 con la
rar temporalmente un método; por ejemplo: excusa de que Xk+1 carece de importancia)

________________________________________
{62}

Estructure temporalmente un método para resolver la


petición del ejercicio {53.3}:
log10(x)=10-x

Solución:

luego,
Estructura causal: {63.2}
Estructura causal:

Notando que algunos cómputos deben hacerse antes que


otros, por los datos necesarios en ellos, podemos estructu-
rar temporalmente un método; por ejemplo: Notando que algunos cómputos deben hacerse antes que
otros, por los datos necesarios en ellos, podemos estructu-
rar temporalmente un método; por ejemplo:

(Aquí, xp es una variable para tener presente a Xk+2 con la


excusa de que Xk+1 carece de importancia)

________________________________________
{63}

Los bancos suelen pagar intereses mensuales a los due-


ños de capitales en cuentas. No resulta difícil deducir que,
en una de esas cuentas y suponiendo que Δt=1, en [mes]:
________________________________________
{64}
donde c es el capital en la cuenta, en [$]; d es lo deposita-
do, en [$]; r es lo retirado, en [$]; e I es el interés pagado Imaginemos un mercado de una mercadería aportada
mensualmente por el banco, en tanto por uno del capital por sus productores, negociada por sus mercaderes y reti-
en la cuenta. rada por sus consumidores.
Imaginemos que los mercaderes aumentan el precio de
{63.1} Si I=0,005, prediga la evolución del capital c com- la mercadería al disminuir la existencia de ella, que los
pletando esta tabla: productores aumentan sus aportes al aumentar el precio,
que los consumidores disminuyen sus retiros al aumentar
t d r c el precio y, con bastante ingenuidad, que todos actúan así
0 0 0 1.000.000 libre e ingenuamente.
Δt 0 10.000 Prediga la evolución del precio de la mercadería, con
2·Δt 0 10.000 las condiciones y formalidades que estime convenientes.
3·Δt 10.000 0
4·Δt 10.000 0 Solución:
5·Δt 0 0 Estructura espacial:
6·Δt 0 0
...

{63.2} Estructure temporalmente un método de computa-


ción para predecir la evolución de c, dejando c inicial, d y
r a la voluntad del usuario.

Solución:
{63.1}

t es el tiempo, en [s].
t d r c p(t) es el precio unitario de la mercadería, en [$ uni-
0 0 0 1.000.000 dad-1]:
Δt 0 10.000 1.005.000 (1)
2·Δt 0 10.000 999.975
3·Δt 10.000 0 994.925
P es un pedestal, en [$ unidad-1]; Kp es otro coeficiente,
4·Δt 10.000 0 1.009.949
en [$ unidad-2]; sm(t) es la existencia de la mercadería en
5·Δt 0 0 1.025.049
el mercado, en [unidad]:
6·Δt 0 0 1.030.174
(por ejemplo) (2)
...
(por ejemplo) (3)
(4) Sólo hay 1 que sí es (y con retardos en todas las depen-
dencias mutuas): (1)-(11)
Si nos interesa la evolución de p; si queremos hacer
sm(0) es la existencia inicialmente, en [unidad]; qpm(t) es predicciones usando la estructura causal y la aproxima-
el flujo de mercadería que viaja de los lugares de produc- ción de Euler con retardo Δt para la integral en (4); si
ción al mercado, en [unidad s-1]; qmc(t) es el flujo de mer- queremos estructurar temporalmente un método de com-
cadería que viaja del mercado a los lugares de consumo, putación para hacer las predicciones; y si preferimos de-
en [unidad s-1]: jar sm inicial, P, Kp, Qpm, Kpm, Qmc, Kmc, Δt y t inicial a la
(por ejemplo) (5) voluntad del usuario; entonces, podemos replantear (1)-
(6) (11) como:
(2’)
(3’)
(8’)
(7) (9’)
Qpm es otro pedestal, en [unidad s-1]; Kpm es otro coefi- (10’)
ciente, en [unidad2 s-1 $-1]; Qmc es otro pedestal, en [uni-
dad s-1]; Kmc es otro coeficiente, en [unidad2 s-1 $-1]: (11’)
(por ejemplo) (8) (5’)
(por ejemplo) (9) (1’)
(por ejemplo) (10)
(por ejemplo) (11) (6’)
Estructura causal (si ignoramos las variables que no
evolucionan y si, al despejar una variable en el lado iz-
quierdo de una fórmula, pretendemos decir que la varia-
ble aludida en ese lado depende de las aludidas en el de-
(7’)
recho):
(4’)
Estructura temporal (de método de computación):

La estructura causal es dudable pues, aunque (2), (3),


(5), (8), (9), (10) y (11) no contienen ninguna variable
que evoluciona: (1), (6) y (7) contienen 2 cada una; (4)
contiene 3; y, por tanto, despejando una de esas variables
en el lado izquierdo de cada una de las 4 fórmulas donde
aparecen, podríamos plantear 23⋅31 (=24) sistemas de
ecuaciones distintos pero equivalentes algebraicamente a
(1)-(11).
Pero no es cuerdo plantear que un flujo de mercadería a
través de la frontera de un recinto depende de los otros a
través de la frontera y, por derivación, de la existencia de
mercadería en el recinto, sino que la existencia depende
por integración de todos los flujos.
(4) tiene la existencia de la mercadería despejada en su
lado izquierdo, como corresponde según ese argumento;
por consiguiente, los 3 despejes imaginables en (4) se re-
ducen al que está planteado y, de los 24 sistemas de ecua-
ciones equivalentes algebraicamente a (1)-(11), los cuer-
dos causalmente son, a lo más, 11⋅23 (=8).
Pero no es cuerdo suponer que una variable depende de
otras por dos o más dependencias diferentes.
De los 8 sistemas de ecuaciones restantes, 7 tienen por
lo menos una variable que evoluciona despejada en los
lados izquierdos de dos ecuaciones, y no son cuerdos
causalmente.
Un método parecido (con los datos originales, Δt =50 y
algunos detalles adicionales) graficó la figura que sigue,
según la cual, al cabo de 85000 segundos, equivalentes a V(t) es el volumen del agua, en [m3]; R es el radio del
unos 10 días, se estarían vendiendo y comprando 300 estanque, en [m]:
unidades cada segundo, equivalentes a unos 26 millones m(t )
de unidades cada día, con 25 millones de unidades en V (t) = (2)
ρ
existencia y a $150 cada unidad). (por ejemplo) (3)
Predicciones: m(t) es la masa en el agua dentro del estanque, en [kg]; ρ
es su densidad, en [kg m-3]:
(4)

(5)
m(0) es la masa en el agua inicialmente, en [kg]; qi(t) es
el caudal de agua que viaja del ambiente al estanque, por
arriba, en [kg s-1]; qo(t) es el caudal de agua que viaja del
estanque al ambiente, por abajo, en [kg s-1]:
(por ejemplo) (6)

(por ejemplo) (7)

(8)
K es un coeficiente de salida del agua, en [kg m-1/2 s-1]:
K = 0,505 (por ejemplo) (9)
Estructura causal (si ignoramos las variables que no
evolucionan y si, al despejar una variable en el lado iz-
quierdo de una fórmula, pretendemos decir que la varia-
ble aludida en ese lado depende de las aludidas en el de-
recho):
________________________________________
{65}

Imaginemos un estanque cilíndrico con eje de simetría


vertical y con agua que entra sueltamente por arriba, re-
posa y sale por abajo, a través de un orificio.

La estructura causal es dudable pues, aunque (3), (5),


(6) y (9) no contienen ninguna variable que evoluciona:
(7) contiene 1; (1), (2) y (8) contienen 2 cada una; (4), 3;
y, por tanto, despejando una de esas variables en el lado
izquierdo de cada una de las 5 ecuaciones donde apare-
Prediga la evolución de la altura del agua que reposa, cen, se puede plantear 11⋅23⋅31 (=24) sistemas de ecuacio-
con las condiciones y formalidades que estime conve- nes distintos pero equivalentes algebraicamente a (1)-(9).
nientes, suponiendo que esa altura nunca desborda al Pero no es cuerdo plantear que un caudal de masa a
estanque. través de la frontera de un recinto depende de los otros a
través de la frontera y, por derivación, de la masa en el
Solución: recinto, sino que la masa depende por integración de to-
Estructura espacial: dos los caudales.
(4) tiene la masa despejada en su lado izquierdo, como
corresponde según ese argumento; por consiguiente, los 3
despejes imaginables en ella se reducen al que está plan-
teado y, de los 24 sistemas de ecuaciones equivalentes al-
gebraicamente a (1)-(9), los cuerdos causalmente son, a
lo más, 12⋅23 (=8).
t es el tiempo, en [s]. Pero no es cuerdo suponer que una variable depende de
h(t) es el nivel del agua, desde el extremo inferior del otras por dos o más dependencias diferentes.
estanque, en [m]: De los 8 sistemas de ecuaciones restantes, 7 tienen por
(1) lo menos una variable despejada en los lados izquierdos
de dos ecuaciones, y no son cuerdos causalmente.
Sólo hay 1 que sí es (y con retardos en todas las depen-
dencias mutuas): (1)-(9).
Si nos interesa la evolución de h; si queremos hacer
predicciones usando la estructura causal y la aproxima-
ción de Euler con retardo Δt para la integración en (4); si
queremos estructurar temporalmente un método de com-
putación para hacer las predicciones; y si preferimos de-
jar m inicial, qi, R, ρ, K, Δt y t inicial a la voluntad del
usuario; entonces, podemos replantear (1)-(9) como:
(3’)
(5’)
(9’)
(6’)
(7’)

(2’)

(1’)

(8’)
mk +1 = mk + (qi,k − qo,k ) ⋅ Δt (4’) (Debimos haber tomado precauciones para que los cau-
Estructura temporal (de método de computación): dales no se hagan negativos, como en el ejercicio {64};
pero, afortunadamente, no hubo problemas sin ellas)

________________________________________
{66}

Imaginemos una represa en el curso de un río cordille-


rano.

Prediga la evolución de la altura del agua que reposa en


la represa, con las condiciones y formalidades que estime
convenientes, suponiendo que a la represa se le extrae un
caudal para regadío, (casi) en el extremo inferior, y se le
permite desbordarse, en el superior.

Solución:
Estructura espacial:

Un método parecido (con los datos originales, Δt=1 y


algunos detalles adicionales) graficó la figura que sigue. t es el tiempo, en [s].
Predicciones: h(t) es la altura del agua, en [m]:
h ( t ) ≈ 1,2 ⋅10−4 ⋅ V 0,55 ( t ) (por ejemplo) (1)
3
V(t) es el volumen del agua, en [m ]:
m(t )
V (t) = (2)
ρ
m(t) es la masa en el agua dentro de la represa, en [kg];
ρ es su densidad, en [kg·m-3]:
t
m( t ) = m(0) + ∫ (q (τ ) − q (τ ) − q (τ )) ⋅ dτ
i or od
(3)
0
(4)
m(0) es la masa en el agua inicialmente, en [kg]; qi(t) es
el caudal de agua que viaja del ambiente a la represa, en
[kg s-1]; qor(t) es el caudal de agua que viaja de la represa
al ambiente, para regadío, en [kg s-1]; qod(t) es el caudal
de agua que viaja de la represa al ambiente, por desborde,
en [kg s-1]:
(por ejemplo) (5)
⎧ 4,6 ⋅10 5
si 0 ≤ t < 0,27 ⋅10 7


⎪ 3,3⋅10 si 0,27 ⋅10 ≤ t < 0,51⋅10
5 7 7

⎪ 2,3⋅10 si 0,51⋅10 ≤ t < 0,78 ⋅10 7


5 7 La estructura causal es dudable pues, aunque (4), (5),
⎪ (9) y (10) no contienen ninguna variable que evoluciona:
⎪ 2,4 ⋅10 si 0,78 ⋅10 ≤ t < 1,03⋅10
5 7 7

(6) contiene 1; (1), (2), (7) y (8) contienen 2 cada una;


⎪ 4,4 ⋅10 5 si 1,03⋅10 7 ≤ t < 1,30 ⋅10 7
⎪ (3), 4; y, por tanto, despejando una de esas variables en el
⎪ 4,7 ⋅10 5 si 1,30 ⋅10 7 ≤ t < 1,56 ⋅10 7 lado izquierdo de cada una de las 6 ecuaciones donde
qi ( t ) ≈ ⎨
⎪ 4,8 ⋅10
5
si 1,56 ⋅10 7 ≤ t < 1,83⋅10 7 aparecen, se puede plantear 11⋅24⋅41 (=64) sistemas de
⎪ 4,7 ⋅10 si 1,83⋅10 7 ≤ t < 2,10 ⋅10 7
5 ecuaciones distintos pero equivalentes algebraicamente a
⎪ (1)-(10).
⎪ 4,2 ⋅10 si 2,10 ⋅10 ≤ t < 2,36 ⋅10
5 7 7
Pero no es cuerdo plantear que un caudal de masa a
⎪ 4,5 ⋅10 5 si 2,36 ⋅10 7 ≤ t < 2,63⋅10 7
⎪ través de la frontera de un recinto depende de los otros a
⎪ 5,8 ⋅10 si 2,63⋅10 ≤ t < 2,89 ⋅10 través de la frontera y, por derivación, de la masa en el
5 7 7

⎪⎩ 5,9 ⋅10 5 si 2,89 ⋅10 7 ≤ t < 3,15 ⋅10 7 recinto, sino que la masa depende por integración de to-
(por ejemplo, mes a mes) (6) dos los caudales.
(3) tiene la masa despejada en su lado izquierdo, como
corresponde según ese argumento; por consiguiente, los 4
despejes imaginables en ella se reducen al que está plan-
teado y, de los 64 sistemas de ecuaciones equivalentes al-
gebraicamente a (1)-(10), los cuerdos causalmente son, a
lo más, 12⋅24 (=16).
Pero no es cuerdo suponer que una variable depende de
otras por dos o más dependencias diferentes.
De los 16 sistemas de ecuaciones restantes, 15 tienen
por lo menos una variable despejada en los lados izquier-
dos de dos ecuaciones, y no son cuerdos causalmente.
Sólo hay 1 que sí es (y con retardos en todas las depen-
dencias mutuas): (1)-(10).
Si nos interesa la evolución de h; si queremos hacer
predicciones usando la estructura causal y la aproxima-
ción de Euler con retardo Δt para la integral en (3); si
queremos estructurar temporalmente un método de com-
(por ejemplo, ídem) (7)
putación para hacer las predicciones; y si preferimos de-
(8)45 jar m inicial, qi, ρ, K, HT, una referencia para qor, Δt y t
inicial a la voluntad del usuario; entonces, podemos plan-
K es un coeficiente de salida del agua por desborde, en tear (1)-(10) como:
[kg m-1/2 s-1]; HT es la altura total de la represa, en [m]: (4’)
(por ejemplo) (9) (9’)
HT = 20 (por ejemplo) (10) (10’)
Estructura causal (si ignoramos las variables que no (5´)
evolucionan y si, al despejar una variable en el lado iz-
(6’)
quierdo de una fórmula, pretendemos decir que la varia-
ble aludida en ese lado depende de las aludidas en el de- (2’)
recho):
(1’)

(8´)

45
Probablemente, sería mejor ⎧ 0 si hk < 1
qor,k = ⎨ (7’)
⎩qor,ref ,k si 1 ≤ hk
(3´)
porque el área de pasada para el desborde no es constante sino
proporcional a la altura del desborde mismo. Estructura temporal (de método de computación):
Pero estos resultados piden algunas precisiones; en par-
ticular, por la presencia de partes ennegrecidas en los
gráficos de qor(t) y de qod(t).
Tales partes son ennegrecidas por oscilaciones cuya
frecuencia es tan alta como permite Δt, que no es una ca-
racterística de (1)-(10) sino de la aproximación de Euler
para la integración en (3).
En el gráfico qor(t), la duración de la parte ennegrecida
(por oscilaciones) coincide con la de h(t) cerca de 1. Las
oscilaciones se entienden si el caudal para regadío es ex-
traído a esa altura mediante una bomba que se encuentra
alternativamente con agua por extraer y sin ella tras
Un método parecido (con los datos originales, Δt =1000
haberla extraído. Pero lo que no se entiende bien es que
y algunos detalles adicionales) graficó la figura que sigue.
haya un retardo Δt=1000 entre una alternativa y otra. Se-
Predicciones
guramente, el retardo debiese ser menor; por ejemplo,
Δt=20. El problema está en que un retardo así es dema-
siado oneroso cuando la computación se extiende hasta
t=3.2⋅107.
En el gráfico de qod(t), por su parte, la duración de la
parte ennegrecida coincide con la de h(t) cerca de 20. El
caso es que ahí las oscilaciones no se entienden bien si el
caudal es de desborde. Es posible que haya una fluctua-
ción en el desborde, pero no con la violencia mostrada en
el gráfico, que resulta de un retardo Δt=1000 con el cual
es difícil dilucidar cuándo empieza el desborde y cuándo
acaba. Seguramente, el retardo debiese ser menor; por
ejemplo, Δt=20. Otra vez, el problema está en que un re-
tardo así es demasiado oneroso.
La conveniencia de hacer corto el retardo en dos cir-
cunstancias y de mantenerlo largo en el resto, aconseja
variar Δt, por ejemplo, según sugiere la figura siguiente.
Fig. xxx: Estructura temporal (de método de computa-
ción)
________________________________________
{67}

Imaginemos una bolita de naftalina que se evapora len-


tamente, sin violentar el ambiente.

Prediga la evolución del radio de la bolita, con las con-


diciones y formalidades que estime convenientes.

Solución:
Estructura espacial:

Un método parecido (con los datos originales, Δt1=20,


Δt2=1000 y algunos detalles adicionales) graficó la figura
que sigue (según la cual habría problemas de regadío en t es el tiempo, en [s].
abril y mayo, cuando la lluvia y el deshielo no alcanzar- r(t) es el radio de la bolita, en [m]:
ían para rellenar bien la represa, y habría desborde en no-
viembre y diciembre). (1)
Predicciones:
V(t) es el volumen de la bolita, en [m3]:
(2)

m(t) es la masa en la bolita, en [kg]; ρ es su densidad, en


[kg m-3]:
(3)

(por ejemplo) (4)


m(0) es la masa inicialmente, en [kg]; q(t) es su caudal
de evaporación, en [kg s-1]:
(por ejemplo)
(5)
(6)
c es un coeficiente de evaporación de la naftalina, en [kg
s-1 m-2]; A(t) es el área superficial de la bolita, en [m2]:
(por ejemplo) (7)
A( t ) = 4 ⋅ π ⋅ r 2 ( t ) (8)
Estructura causal (si ignoramos las variables que no
evolucionan y si, al despejar una variable en el lado iz-
quierdo de una fórmula, pretendemos decir que la varia-
ble aludida en ese lado depende de las aludidas en el de-
recho):

La estructura causal es dudable pues, aunque (4), (5) y


(7) no contienen ninguna variable que evoluciona: (1),
(2), (3), (6) y (8), contienen 2 cada una; y, por tanto, des-
pejando una de esas variables en el lado izquierdo de ca-
da una de las 5 ecuaciones donde aparecen, se puede
plantear 25 (=32) sistemas de ecuaciones distintos pero
equivalentes algebraicamente a (1)-(8).
Pero no es cuerdo plantear que un caudal de masa a
través de la frontera de un recinto depende de los otros a
través de la frontera y, por derivación, de la masa en el
recinto, sino que la masa depende por integración de to-
dos los caudales.
(2) tiene la masa despejada en su lado izquierdo, como Un método parecido (con los datos originales, Δt=1000
corresponde según ese argumento; por consiguiente, los 2 y algunos detalles adicionales) graficó la figura que sigue.
despejes imaginables en ella se reducen al que está plan- Predicciones:
teado y, de los 32 sistemas de ecuaciones equivalentes al-
gebraicamente a (1)-(8), los cuerdos causalmente son, a
lo más, 11⋅24 (=16).
Pero no es cuerdo suponer que una variable depende de
otras por dos o más dependencias diferentes.
De los 16 sistemas de ecuaciones restantes, 15 tienen
por lo menos una variable que evoluciona despejada en
los lados izquierdos de dos ecuaciones, y no son cuerdos
causalmente.
Sólo hay 1 que sí es (y con retardos en todas las depen-
dencias mutuas): (1)-(8).
Si nos interesa la evolución de r; si queremos hacer
predicciones usando la estructura causal y la aproxima-
ción de Euler con retardo Δt para la integración en (3); si
queremos estructurar temporalmente un método de com-
putación para hacer las predicciones; y si preferimos de-
jar m inicial ρ, c, Δt y t inicial a la voluntad del usuario;
entonces, podemos plantear (1)-(8) como:
(4’)
(7’)
(5’)
(2’) ________________________________________
{68}
(1’) En 1701, Newton publicó anónimamente su Scala gra-
duum caloris, un ensayo acerca de la temperatura y los
(8’) termómetros que incluía una conjetura respecto al en-
(6’) friamiento de los cuerpos más calientes que el ambiente.
(3’) Las explicaciones modernas no difieren decisivamente
de esa conjetura, aunque incluyen una distinción entre
Estructura temporal (de método de computación)
temperatura y calor, una cierta negación de éste en favor tanto, despejando una de esas variables en el lado iz-
del concepto de energía, y algunos otros refinamientos. quierdo de cada una de las 3 ecuaciones donde aparecen,
Parodiando la época de Newton, imaginemos una bala se puede plantear 23 (=8) sistemas de ecuaciones distintos
esférica de hierro inicialmente caliente, en un ambiente pero equivalentes algebraicamente a (1)-(10).
de aire quieto y frío. Pero no es cuerdo plantear que una potencia a través de
la frontera de un recinto depende de las otras a través de
la frontera y, por derivación, de la energía en el recinto,
sino que la energía depende por integración de todas las
potencias.
Prediga la evolución de la temperatura de la bala, con (2) tiene la energía despejada en su lado izquierdo,
las condiciones y formalidades que estime convenientes, como corresponde según ese argumento; por consiguien-
suponiendo que la temperatura del ambiente no se altera te, los 2 despejes imaginables en ella se reducen al que
apreciablemente. está planteado y, de los 8 sistemas de ecuaciones equiva-
lentes algebraicamente a (1)-(10), los cuerdos causalmen-
Solución: te son, a lo más, 11⋅22 (=4).
Estructura espacial: Pero no es cuerdo suponer que una variable depende de
otras por dos o más dependencias diferentes.
De los 4 sistemas de ecuaciones restantes, 3 tienen por
lo menos una variable que evoluciona despejada en los
lados izquierdos de dos ecuaciones, y no son cuerdos
t es el tiempo, en [s].
causalmente.
T(t) es la temperatura de la bala, en [K]:
Sólo hay 1 que sí es (y con retardos en todas las depen-
E ( t ) − e0 ⋅ m (1)
T (t) = dencias mutuas): (1)-(10).
cT ⋅ m Si nos interesa la evolución de la temperatura T; si que-
E(t) es la energía en la bala, en [J]; e0 es la energía es- remos hacer predicciones usando la estructura causal y la
pecífica de referencia de la bala (para T=0), en [J kg-1]; m aproximación de Euler con retardo Δt para la integración
es la masa en la bala, en [kg]; cT es el coeficiente de calor en (2); si queremos estructurar temporalmente un método
específico del hierro, en [J kg-1 K-1]: de computación para hacer las predicciones; y si preferi-
t
E ( t ) = E (0) − ∫ w (τ ) ⋅ dτ (2) mos dejar E inicial, e0, m, c, γ, A, Tamb, Δt y t inicial a la
0 voluntad del usuario; entonces, podemos plantear (1)-(10)
e0 = 0 (3) como:
m = 33,5 (por ejemplo) (4) e0 = ... (3’)
cT = 460 (5) m = ... (4’)
E(0) es la energía inicialmente, en [J]; w(t) es la poten- c = ... (5’)
cia de la bala al ambiente, por la superficie de contacto γ = ... (8’)
entre ambos, en [W]: A = ... (9’)
E (0) = 11760000 (por ejemplo) (6) Tamb = ... (10’)
w( t ) = γ ⋅ A ⋅ (T ( t ) − Tamb ) (7) E 0 = ... (6’)
E k − e0 ⋅ m (1’)
γ es el coeficiente de conductividad térmica de la super- Tk =
ficie entre el hierro y el aire, en [W m-2 K-1]; A es el área cT ⋅ m
de esa superficie, en [m2]; Tatm es la temperatura del aire w k = γ ⋅ A ⋅ (Tk − Tamb ) (7’)
ambiental, en [K]: E k +1 = E k − w k ⋅ Δt (2’)
γ = 10 (por ejemplo) (8) Estructura temporal (de método de computación):
A = 0,12 (por ejemplo) (9)
Tamb = 300 (10)
Estructura causal (si ignoramos las variables que no
evolucionan y si, al despejar una variable en el lado iz-
quierdo de una fórmula, pretendemos decir que la varia-
ble aludida en ese lado depende de las aludidas en el de-
recho):

La estructura causal es dudable pues, aunque (3), (4),


(5), (6), (8), (9) y (10) no contienen ninguna variable que
evoluciona: (1), (2) y (7), contienen 2 cada una; y, por
Prediga la evolución de la temperatura del agua que sa-
le, con las condiciones y formalidades que estime conve-
nientes, suponiendo que la altura del agua nunca desborda
al del estanque, y que la evaporación del agua es poco
significativa (lo cual es dudable).

Solución:
Estructura espacial:

t es el tiempo, en [s].
T es la temperatura del agua que sale y de la que está
dentro, en [K]:
e( t )
Un método parecido (con los datos originales, Δt=100 y T (t) = (1)
algunos detalles adicionales) graficó la figura que sigue. c
e(t) es la energía específica del agua que está dentro, en
Predicciones
[J kg-1]; c es el coeficiente de calor específico del agua,
en [J kg-1 K-1]:
E (t ) (2)
e( t ) =
m(t )
c = 4180 (3)
E(t) es la energía en el agua que está dentro, en [J]; m(t)
es la masa en el agua que está dentro, en [kg]:
t
E ( t ) = E (0) + ∫ (w (τ ) − w (τ ) − w (τ )) ⋅ dτ
1 2 3
(4)
0
t
m( t ) = m(0) + ∫ (q (τ ) − q (τ )) ⋅ dτ
i o
(5)
0
E(0) es la energía inicialmente, en [J]; w1(t) es la poten-
cia del ambiente al estanque, por arriba, con el agua en-
trante, en [W]; w2(t) es la potencia del estanque al am-
biente a través de la superficie superior del agua y de las
paredes, en [W]; w3(t) es la potencia del estanque al am-
biente, por abajo, con el agua saliente, en [W]; m(0) es la
masa inicialmente, en [kg]; qi(t) es el caudal de agua que
viaja del ambiente al estanque, por arriba, en [kg s-1];
qo(t) es el caudal que viaja del estanque al ambiente, por
abajo, en [kg s-1]:
E (0) = 3845683600 (por ejemplo) (6)
________________________________________
w1( t ) = qi (t ) ⋅ ei ( t ) (7)
{69}
⎛ π ⋅ R + 2 ⋅ π ⋅ R ⋅ h( t )
2 ⎞
w 2 ( t ) = ⎜ γ1 ⋅ π ⋅ R 2 + γ 2 ⋅ ⎟ ⋅ (T ( t ) − Tamb )
Volvamos a imaginar el estanque cilíndrico del ejerci- ⎝ ε ⎠
cio {65}, con eje de simetría vertical y con agua que entra (8)
sueltamente por arriba, reposa y sale por abajo, a través w 3 ( t ) = qo (t ) ⋅ e( t ) (9)
de un orificio; pero ahora el agua que entra está más ca-
m(0) = 3140 (por ejemplo) (10)
liente que el ambiente.
⎧0,500 si 0 ≤ t < 1800 las otras o los otros a través de la frontera y, por deriva-
⎪ (por ejemplo) (11)
qi ( t ) = ⎨0,733 si 1800 |≤ t < 19800 ción, de la energía o la masa en el recinto, sino que
⎪0,600 si 19800 ≤ t
energía o la masa depende por integración de todas las

potencias o todos los caudales.
qo ( t ) = K ⋅ h ( t ) (12) (4) tiene la energía despejada en su lado izquierdo y (5)
ei(t) es la energía específica del agua que viaja del am- tiene la masa, como corresponde según ese argumento;
biente al estanque, por arriba, en [J kg-1]; γ1 es el coefi- por consiguiente, los despejes imaginables en cada una de
ciente de conductividad térmica de la superficie entre el ellas se reducen a los que están planteados y, de los
agua y el aire, en [W m-2 ·K-1]; R es el radio del estanque, 10368 sistemas de ecuaciones equivalentes algebraica-
en [m]; γ2 es el coeficiente de conducción térmica a través mente a (1)-(22), los cuerdos causalmente son, a lo más,
de las paredes del estanque, en [W m-1 K-1); h(t) es la al- 14⋅25⋅33⋅40 (=864).
tura del agua, desde el extremo inferior del estanque, en Pero no es cuerdo suponer que una variable depende de
[m]; ε es el espesor de las paredes del estanque, en [m]; otras por dos o más dependencias diferentes.
Tamb es la temperatura del ambiente, en [K]; K es un co- De los 864 sistemas de ecuaciones restantes, 863 tienen
eficiente de salida del agua, en [kg m-1/2 s-1]: por lo menos una variable que evoluciona despejada en
⎧1224740 si 0 ≤ t < 3600 los lados izquierdos de dos ecuaciones, y no son cuerdos
ei ( t ) = ⎨ (por ejemplo) (13)
si 3600 ≤ t causalmente.
⎩1308340
Sólo hay 1 que sí es (y con retardos en todas las depen-
γ1 = 50 (por ejemplo) (14)
dencias mutuas): (1)-(22).
R = 1 (por ejemplo) (15) Si nos interesa la evolución de la temperatura T; si que-
γ 2 = 5 (por ejemplo) (16) remos hacer predicciones usando la estructura causal y la
V (t) aproximación de Euler con retardo Δt para las integracio-
h( t ) = (17)
π ⋅ R2 nes en (4) y (5); si queremos estructurar temporalmente
ε = 0,01 (por ejemplo) (18) un método de computación para hacer las predicciones; y
Tamb = 293 (por ejemplo) (19) si preferimos dejar E inicial, m inicial, qi, ei, c, γ1, R, γ2, ε,
K = 0,505 (por ejemplo) (20) Tamb, K, ρ, Δt y t inicial a la voluntad del usuario; enton-
V(t) es el volumen del agua, en [m3]: ces, podemos plantear (1)-(22) como:
m(t ) c = ... (3’)
V (t) = (21)
γ1 = ... (14’)
ρ
ρ es la densidad del agua, en [kg m-3]: R = ... (15’)
ρ = 1000 (22) γ 2 = ... (16’)
Estructura causal (si ignoramos las variables que no ε = ... (18’)
evolucionan y si, al despejar una variable en el lado iz- Tamb = ... (19’)
quierdo de una fórmula, pretendemos decir que la varia- K = ... (20’)
ble aludida en ese lado depende de las aludidas en el de- ρ = ... (22’)
recho) E 0 = ... (6’)
m0 = ... (10’)
qi,k = ... (11’)
ei,k = ... (13’)
E (2’)
ek = k
mk
m (21’)
Vk = k
ρ
V (17’)
hk = k 2
π⋅R
qo,k = K ⋅ hk (12’)
ek (1’)
Tk =
c
w1,k = qi,k ⋅ ei,k (7’)
⎛ π ⋅ R + 2 ⋅ π ⋅ R ⋅ hk
2 ⎞
La estructura causal es dudable pues, aunque (3), (6), w 2,k = ⎜ γ1 ⋅ π ⋅ R 2 + γ 2 ⋅ ⎟ ⋅ (Tk − Tamb ) (8’)
(10), (14), (15), (16), (18), (19), (20) y (22) no contienen ⎝ ε ⎠
ninguna variable que evoluciona: (11) y (13) contienen 1 w 3,k = qo,k ⋅ ek (9’)
cada una; (1), (8), (12), (17) y (21), 2 cada una; (2), (5),
E k +1 = E k + ( w1,k − w 2,k − w 3,k ) ⋅ Δt (4’)
(7) y (9), 3; (4), 4; y, por tanto, despejando una de esas
variables en el lado izquierdo de cada una de las 12 ecua- mk +1 = mk + (qi,k − qo,k ) ⋅ Δt (5’)
ciones donde aparecen, se puede plantear 12⋅25⋅34⋅41 Estructura temporal (de método de computación):
(=10368) sistemas de ecuaciones distintos pero equiva-
lentes algebraicamente a (1)-(22).
Pero no es cuerdo plantear que una potencia o un caudal
de masa a través de la frontera de un recinto depende de
________________________________________
{70}
Un método parecido (con los datos originales, Δt=100 y
algunos detalles adicionales) graficó la figura que sigue. En 1776, Alessandro Volta (1745-1827) investigó la
Predicciones: generación de gas inflamable (metano) en los barros de
pantanos y lagos. En 1806, Humprey Davy (1778-1829)
generó metano y anhídrido carbónico con desechos ani-
males fermentados en ambientes húmedos. En 1866, An-
toine Bechamp (1816-1908) demostró que la fermenta-
ción con que se genera el metano es un proceso biológico.
En 1881, Jean Louis Mouras desarrolló un estanque
séptico para limpiar por fermentación las aguas servidas,
en Vesoul. En 1895, Donald Cameron construyó un es-
tanque séptico en Exeter y usó el metano generado para
iluminación. En 1901, Nicolaas Louis Söhngen (1878-
1934) describió la actividad de los microorganismos que
generan metano. En 1904, Karl Imhoff (1876-1965) pa-
tentó un estanque séptico y William Owen Travis cons-
truyó uno parecido en Hampton. En 1916, Omelianski
aisló algunos microorganismos que generan metano y
que, en verdad, constituyen una mezcla de especies. En la masa en el agua con sustrato y microorganismos dentro
1941, G. Ducellier y M. Isman desarrollaron biodigesto- del biodigestor, en [kg]; ml(0) es la masa en los microor-
res para regiones rurales. En 1949, Jacques Monod ganismos inicialmente, en [kg]; qb(t) es el caudal de naci-
(1910-1976) propuso una fórmula para predecir la evolu- dos, en [kg s-1]; qd(t) es el caudal de muertos, en [kg s-1]:
ción de los microorganismos que digieren sustratos en (por ejemplo, ídem) (8)
biodigestores de funcionamiento por tandas. (por ejemplo) (9)
Imaginemos uno de esos biodigestores, con un sustrato
y microorganismos que reposan dentro bien mezclados. (por ejemplo) (10) 47
Los microorganismos digieren el sustrato y generan me- (por ejemplo) (11)
tano o más microorganismos como producto de la diges- (12)
tión, de manera que la fracción de sustrato que es digerida (13)
y no se convierte en metano, se convierte en nacimientos.
Rd es la tasa de mortalidad, en [kg (de microorganis-
Prediga la evolución de la masa de sustrato en el biodi- mos) kg-1 (de microorganismos) s-1]:
gestor y la evolución del caudal de metano que sale al (por ejemplo) (14)
ambiente con las condiciones y formalidades que estime Estructura causal (si ignoramos las variables que no
convenientes, suponiendo que las condiciones de vida de evolucionan y si, al despejar una variable en el lado iz-
los microorganismos varían poco (aparte de lo que con- quierdo de una fórmula, pretendemos decir que la varia-
cierne al sustrato del que se alimentan). ble aludida en ese lado depende de las aludidas en el de-
recho)
Solución:
Estructura taxonómico-espacial:

t es el tiempo, en [s].
ms(t) es la masa en el sustrato dentro del biodigestor, en La estructura causal es dudable pues, aunque (3), (5),
[kg]; qCH4 (t) es el caudal de metano del biodigestor al (8), (9), (10), (11) y (12) no contienen ninguna variable
ambiente, por arriba, en [kg s-1]: que evoluciona: (1), (2), (6), (12) y (13), contienen 2 cada
t
una; (4) y (7), 3 cada una; por tanto, despejando una de
ms ( t ) = ms (0) − ∫ q(τ ) ⋅ dτ (1)
esas variables en el lado izquierdo de cada una de las 7
0

qCH 4 ( t ) = (1− Fb ) ⋅ q( t ) (2) ecuaciones donde aparecen, se puede plantear 25⋅32


(=288) sistemas de ecuaciones distintos pero equivalentes
ms(0) es la masa en el sustrato inicialmente, en [kg];
algebraicamente a (1)-(14).
q(t) es el caudal de sustrato que es digerido por los mi-
Pero no es cuerdo plantear que un caudal de masa a
croorganismos dentro del biodigestor, en [kg s-1]; Fb es la
través de la frontera de un recinto depende de los otros a
fracción de sustrato que es digerida por los microorga-
través de la frontera y, por derivación, de la masa en el
nismos y da origen a nacimientos, en [kg kg-1]:
recinto, sino que la masa depende por integración de to-
(por ejemplo) (3)
dos los caudales.
(4) (1) y (7) tienen masas despejadas en sus lados izquier-
(por ejemplo, si se trata de microorganis- dos, como corresponde según ese argumento; por consi-
guiente, los 2 o 3 despejes imaginables en cada una de
mos que digieren ácido acético mientras la temperatura se
ellas se reducen al que está planteado y, de los 288 siste-
mantiene cercana a 308, en [K]) (5)
R(t) es la tasa de digestión, en [kg (de sustrato) kg-1 (de mas de ecuaciones equivalentes algebraicamente a (1)-
microorganismos) s-1]; ml(t) es la masa en los microorga- (14), los cuerdos causalmente son, a lo más, 12⋅24⋅31
nismos vivos, en [kg]: (=48).
Pero no es cuerdo suponer que una variable depende de
(6)46
otras por dos o más dependencias diferentes.
De los 48 sistemas de ecuaciones restantes, 47 tienen
(7) por lo menos una variable que evoluciona despejada en
los lados izquierdos de dos ecuaciones, y no son cuerdos
Rmax es la tasa de digestión máxima, en [kg (de sustrato) causalmente.
kg-1 (de microorganismos) s-1]; γs* es la concentración de Sólo hay 1 que sí es (y con retardos en todas las depen-
dencias mutuas): (1)-(14).
sustrato con que la tasa de digestión se reduce a la mitad
de la máxima, en [kg (de sustrato) kg-1 (de mezcla)]; m es
47
Aproximamos suponiendo que, en comparación con la masa
de agua, las del sustrato, los microorganismos y el metano son
46
Aproximación de Monod insignificantes.
Si nos interesan las evoluciones de ms y qCH4; si quere- Un método parecido (con los datos originales, Δt=120 y
mos hacer predicciones usando la estructura causal y la algunos detalles adicionales) graficó la figura que sigue.
aproximación de Euler con retardo Δt para las integracio- Predicciones:
nes en (1) y (7); si queremos estructurar temporalmente
un método de computación para hacer las predicciones; y
si preferimos dejar ms inicial, ml inicial, Fb, Rmax, γs*, m,
Rd, Δt y t inicial a la voluntad del usuario; entonces, po-
demos plantear (1)-(14) como:
(5’)
(8’)
(9’)
(10’)
(14’)
(3’)
(11’)

(6’)

(4’)
(12’)
(2’)
(13’) (Al respecto: en las predicciones, la suma de las masas
(1’) en el soluto, los microorganismos y el metano no supera
el 0.5% de la masa en el agua).
(7’)
Estructura temporal (de método de computación): ________________________________________
{71}

En 1483, Leonardo da Vinci (1452-1519) proyectó un


paracaídas.

En 1595, Faust Vrančić (1551-1617) proyectó otro y


algunos años después se dejó caer, exitosamente, con él.

Imaginemos un cuerpo que cae con paracaídas por el ai-


re.

Prediga la evolución de la velocidad de la caída, con las


condiciones y formalidades que estime convenientes, su-
poniendo que no hay vientos ni otras sorpresas.
Solución: lentes algebraicamente a (1)-(9), los cuerdos causalmente
Estructura espacial: son, a lo más, 11⋅22 (=4).
Pero no es cuerdo suponer que una variable depende de
otras por dos o más dependencias diferentes.
De los 4 sistemas de ecuaciones restantes, 3 tienen por
lo menos una variable que evoluciona despejada en los
lados izquierdos de dos ecuaciones, y no son cuerdos
causalmente.
Sólo hay 1 que sí es (y con retardos en todas las depen-
t es el tiempo, en [s]. dencias mutuas): (1)-(9).
v(t) es la velocidad del paracaidista, en [m s-1] hacia Si nos interesa la evolución de v; si queremos hacer
abajo: predicciones usando la estructura causal y la aproxima-
p( t ) ción de Euler con retardo dt para la integración en (2); si
v(t) = (1)
m queremos estructurar temporalmente un método de com-
p(t) es el momentum en el paracaidista, en [N s] hacia putación para hacer las predicciones; y si preferimos de-
abajo; m es la masa en el paracaidista, en [kg]: jar p inicial, m, g, D1, D2, dt y t inicial a la voluntad del
t
usuario; entonces, podemos plantear (1)-(9) como:
0
( g r )
p( t ) = p(0) + ∫ (+ f ) − (+ f (τ )) ⋅ dτ (2)
m = ... (3’)
m = 100 (por ejemplo) (3) g = ... (7’)
p(0) es el momentum inicialmente, en [N s] hacia aba- D1 = ... (8’)
jo; fg es la fuerza de la Tierra al paracaidista por gravita- D2 = ... (9’)
ción, en [N] hacia abajo; fr(t) es la fuerza del paracaidista p0 = ... (4’)
al aire por roce, en [N] hacia abajo: fg = m ⋅ g (5’)
p(0) = 0 (por ejemplo) (4)
pk (1’)
fg = m ⋅ g (5) vk =
m
( )
f r ( t ) = D1 + D2 ⋅ v ( t ) ⋅ v ( t ) (6) f r,k = ( D1 + D2 ⋅ v k ) ⋅ v k (6’)
pk +1 = pk + ( f g − f r,k ) ⋅ Δt
-2
g es la aceleración gravitacional, en [m s ]; D1 es un (2’)
coeficiente de roce, en [N m-1 s]; D2 es otro coeficiente de
Estructura temporal (de método de computación)
roce, en [N m-2 s2]:
g = 9,8 (7)
D1 = 40 (por ejemplo) (8)
D2 = 2 (por ejemplo) (9)
Estructura causal (si ignoramos las variables que no
evolucionan y si, al despejar una variable en el lado iz-
quierdo de una fórmula, pretendemos decir que la varia-
ble aludida en ese lado depende de las aludidas en el de-
recho):

La estructura causal es dudable pues, aunque (3), (4),


(5), (7), (8) y (9) no contienen ninguna variable que evo-
luciona: (1), (2) y (6), contienen 2 cada una; y, por tanto,
despejando una de esas variables en el lado izquierdo de
cada una de las 3 ecuaciones donde aparecen, se puede
plantear 23 (=8) sistemas de ecuaciones distintos pero
equivalentes algebraicamente a (1)-(9).
Pero no es cuerdo plantear que una fuerza a través de la
frontera de un recinto depende de las otras a través de la
frontera y, por derivación, del momentum en el recinto,
sino que el momentum depende por integración de todas
las fuerzas.
(2) tiene el momentum despejado en su lado izquierdo,
como corresponde según ese argumento; por consiguien-
te, los 2 despejes imaginables en ella se reducen al que
está planteado y, de los 8 sistemas de ecuaciones equiva- Un método parecido (con los datos originales, Δt=0,1 y
algunos detalles adicionales) graficó la figura que sigue.
Predicciones: automóvil mediante el motor, en [N] hacia la derecha;
fr(t) es la fuerza del automóvil al aire por roce, en [N]
hacia la derecha:
p(0) = 0 (por ejemplo) (6)
f m (t ) = Τ( t ) /r (7)
f r ( t ) = ( D1 + D2 ⋅ v ( t ) ) ⋅ v ( t ) (8)
Τ(t) es el torque del motor a través de la transmisión, en
[N m] con sentido horario; r es el radio de las ruedas, en
[m]; D1 es un coeficiente de roce, en [N m-1 s]; D2 es otro
coeficiente de roce, en [N m-2 s2]:
⎧ 0 si t < 10
Τ( t ) = ⎨ (por ejemplo) (9)
⎩90 si 10 ≤ t
r = 0,18 (por ejemplo) (10)
D1 = 20 (por ejemplo) (11)
D2 = 1 (por ejemplo) (12)
Estructura causal (si ignoramos las variables que no
evolucionan y si, al despejar una variable en el lado iz-
quierdo de una fórmula, pretendemos decir que la varia-
ble aludida en ese lado depende de las aludidas en el de-
recho)

________________________________________
{72}

Imaginemos un automóvil que transita en línea recta,


hacia la derecha.

La estructura causal es dudable pues, aunque (2), (5),


(6), (10), (11) y (12) no contienen ninguna variable que
Prediga la evolución de la distancia recorrida por el au- evoluciona: (9) contiene 1; (1), (3), (7) y (8) contienen 2
tomóvil, con las condiciones y formalidades que estime cada una; (4), 3; y, por tanto, despejando una de esas va-
convenientes. riables en el lado izquierdo de cada una de las 6 ecuacio-
nes donde aparecen, se puede plantear 11⋅24⋅31 (=48) sis-
Solución: temas de ecuaciones distintos pero equivalentes algebrai-
Estructura espacial camente a (1)-(12).
Pero no es cuerdo plantear que una fuerza a través de la
frontera de un recinto depende de las otras a través de la
frontera y, por derivación, del momentum en el recinto,
sino que el momentum depende por integración de todas
las fuerzas.
(4) tiene el momentum despejado en su lado izquierdo,
t es el tiempo, en [s].
como corresponde según ese argumento; por consiguien-
y(t) es la posición del automóvil, en [m] hacia la dere-
te, los 3 despejes imaginables en ella se reducen al que
cha de una referencia: está planteado y, de los 48 sistemas de ecuaciones equi-
t
y ( t ) = y (0) + ∫ v (τ ) ⋅ dτ (1) valentes algebraicamente a (1)-(12), los cuerdos causal-
0 mente son, a lo más, 12⋅24 (=16).
y(0) es la posición del automóvil inicialmente, en [m] Pero no es cuerdo suponer que una variable depende de
hacia la derecha de la referencia; v(t) es su velocidad, en otras por dos o más dependencias diferentes.
[m s-1] hacia la derecha: De los 16 sistemas de ecuaciones restantes, 15 tienen
y (0) = 0 (por ejemplo) (2) por lo menos una variable que evoluciona despejada en
p( t ) los lados izquierdos de dos ecuaciones, y no son cuerdos
v(t) = (3)
causalmente
m
p(t) es el momentum en el automóvil, en [N s] hacia la Sólo hay 1 que sí es (y con retardos en todas las depen-
derecha; m es la masa en el automóvil, en [kg]: dencias mutuas): (1)-(12).
t Si nos interesa la evolución de la posición y; si quere-
p( t ) = p(0) + ∫ ( f (τ ) − f (τ )) ⋅ dτ
m r
(4)
mos hacer predicciones usando la estructura causal y la
0
aproximación de Euler con retardo Δt para las integracio-
m = 1000 (por ejemplo) (5)
nes en (1) y (4); si queremos estructurar temporalmente
p(0) es el momentum en el automóvil inicialmente, en
un método de computación para hacer las predicciones; y
[N s] hacia la derecha; fm(t) es la fuerza de la carretera al
si preferimos dejar y inicial, p inicial, Τ, m, r, D1, D2, Δt y
t inicial a la voluntad del usuario; entonces, podemos
plantear (1)-(12) como:
m = ... (5’)
r = ... (10’)
D1 = ... (11’)
D2 = ... (12’)
y 0 = ... (2’)
p0 = ... (6’)
Τk = ... (9’)
pk (3’)
vk =
m
f m,k = Τk /rk (7’)
f r,k = ( D1 + D2 ⋅ v k ) ⋅ v k (8’)
y k +1 = y k + v k ⋅ Δt (1’)
pk +1 = pk + ( f m,k − f r,k ) ⋅ Δt (4’)
Estructura temporal (de método de computación)

________________________________________
{73}

Arrojar cosas es una actividad humana tradicional.


Dispararlas por espanto y por furia, también.
Las balas son parte de esa tradición por lo menos desde
hace medio milenio.
A fines del siglo 15, da Vinci hizo algunos esbozos de
movimientos de balas.

Un método parecido (con los datos originales, Δt=1 y


algunos detalles adicionales) graficó la figura que sigue.
Predicciones:

Imaginemos una bala antigua y esférica en el aire.

Prediga la evolución de la posición de esa bala, supo-


niendo que no hay vientos ni otras sorpresas, con las con-
diciones y formalidades que estime convenientes.
Solución:
Estructura espacial:

t es el tiempo, en [s].
x(t) es la posición horizontal de la bala, en [m] hacia la
derecha de una referencia vertical; y(t) es su posición ver-
tical, en [m] hacia arriba del suelo (supuestamente hori- La estructura causal es dudable pues, aunque (3), (5),
zontal): (8), (10), (12), (14), (15) y (16) no contienen ninguna va-
t
riable que evoluciona: (1), (2), (4), (6), (7) y (9), contie-
x ( t ) = x (0) + ∫ v (τ ) ⋅ dτ (1)
0
x
nen 2 cada una; (11) y (13), 3 cada una; por tanto, despe-
t jando una de esas variables en el lado izquierdo de cada
y ( t ) = y (0) + ∫ v (τ ) ⋅ dτ
y
(2)
una de las 8 ecuaciones donde aparecen, podemos plante-
0
x(0) es la posición horizontal de la bala inicialmente, en ar 26⋅32 (=576) sistemas de ecuaciones distintos pero
[m] hacia la derecha de la referencia; vx(t) es su velocidad equivalentes algebraicamente a (1)-(16).
horizontal, en [m s-1] hacia la derecha; y(0) es su posición Pero no es cuerdo plantear que una fuerza a través de la
vertical inicialmente, en [m] hacia arriba del suelo; vy(t) frontera de un recinto depende de las otras a través de la
es su velocidad vertical, en [m s-1] hacia arriba: frontera y, por derivación, del momentum en el recinto,
x(0) = 0 (por ejemplo) (3) sino que el momentum depende por integración de todas
p (t ) las fuerzas.
v x (t) = x (4) (7) y (9) tienen momenta despejados en sus lados iz-
m quierdos, como corresponde según ese argumento; por
y(0) = 0 (por ejemplo) (5) consiguiente, los 2 despejes imaginables en cada una de
py ( t ) ellas se reducen al que está planteado y, de los 576 siste-
v y (t) = (6)
m mas de ecuaciones equivalentes algebraicamente a (1)-
px(t) es el momentum horizontal en la bala, en [N s] (16), los cuerdos causalmente son, a lo más, 12⋅24⋅32
hacia la derecha; m es la masa en la bala, en [kg]; py(t) es (=144).
el momentum vertical en la bala, en [N s] hacia arriba: Pero no es cuerdo suponer que una variable depende de
t
p ( t ) = p (0) + ∫ f (τ ) ⋅ dτ (7) otras por dos o más dependencias diferentes.
x x x
0 De los 144 sistemas de ecuaciones restantes, 143 tienen
m = 10 (por ejemplo) (8) por lo menos una variable que evoluciona despejada en
t
los lados izquierdos de dos ecuaciones, y no son cuerdos
py ( t ) = py (0) + ∫ ( f (τ ) + (−m ⋅ g)) ⋅ dτ
y
(9)
causalmente.
0
px(0) es el momentum horizontal en la bala inicialmen- Sólo hay 1 que sí es (y con retardos en todas las depen-
te, en [N s] hacia la derecha; fx(t) es la fuerza horizontal dencias mutuas): (1)-(16).
del ambiente a la bala por roce, en [N] hacia la derecha; Si nos interesan las evoluciones de x e y; si queremos
pz(0) es el momentum vertical en la bala inicialmente, en hacer predicciones usando la estructura causal y la
[N s] hacia arriba; fy(t) es la fuerza vertical del ambiente a aproximación de Euler con retardo Δt para las integracio-
la bala por roce, en [N] hacia arriba; g es la aceleración nes en (1), (2), (7) y (9); si queremos estructurar tempo-
de gravitación, en [m s-2]: ralmente un método de computación para hacer las pre-
px (0) = −2000 (por ejemplo) (10) dicciones; y si preferimos dejar x inicial, y inicial, px ini-
cial, py inicial, m, g, D1, D2, Δt y t inicial a la voluntad del
( 2 2
)
f x ( t ) = − D1 + D2 ⋅ v x ( t ) + v y ( t ) ⋅ v x ( t ) (11) usuario; entonces, podemos plantear (1)-(16) como:
m = ... (8’)
py (0) = 2000 (por ejemplo) (12)
g = ... (14’)
( 2 2
)
f y ( t ) = − D1 + D2 ⋅ v x ( t ) + v y ( t ) ⋅ v y ( t ) (13)
D1 = ... (15’)
g = 9,8 (por ejemplo) (14) D2 = ... (16’)
D1 es un coeficiente de roce entre la bala y el aire, en x 0 = ... (3’)
[N m-1 s]; D2 es otro coeficiente de roce entre la bala y el y 0 = ... (5’)
aire, en [N m-2 s2]: px,0 = ... (10’)
D1 = 0,1 (por ejemplo) (15) (12’)
py,0 = ...
D2 = 0,01 (por ejemplo) (16)
p (4’)
Estructura causal (si ignoramos las variables que no v x,k = x,k
evolucionan y si, al despejar una variable en el lado iz- m
p
quierdo de una fórmula, pretendemos decir que la varia- v y,k = y,k (6’)
ble aludida en ese lado depende de las aludidas en el de- m
recho): ( )
f x,k = − D1 + D2 ⋅ v x,k + v y,k ⋅ v x,k
2 2
(11’)
( )
f y,k = − D1 + D2 ⋅ v x,k + v y,k ⋅ v y,k
2 2
(13’)

x k +1 = x k + v x,k ⋅ Δt (1’)
y k +1 = y k + v y,k ⋅ Δt (2’)
px,k +1 = px,k + f x,k ⋅ Δt (7’)
py,k +1 = py,k + f y,k ⋅ Δt (9’)
Estructura temporal (de método de computación):

Un método parecido (con los datos originales, Δt=0,01


y algunos detalles adicionales) graficó la figura que sigue.
Predicciones:
________________________________________
{74}

En 1687, Newton publicó su Philosophiæ naturalis


principia mathematica, donde, entre un cúmulo de cono-
cimientos, incluyó las explicaciones y el dibujo siguientes
acerca de las fuerzas centrípetas: “Proposición 1. Teore-
ma 1. Las áreas que los cuerpos girantes describen me-
diante radios trazados hasta un centro inmóvil de fuerza,
yacen en los mismos planos inmóviles y son proporciona-
les a los tiempos en que son descritas”. “Para ello supon-
ga el tiempo dividido en partes iguales, y en la primera
parte de ese tiempo deje que el cuerpo por su fuerza inna-
ta describa la línea recta AB. En la segunda parte de ese
tiempo, el mismo proseguiría”... “, si no fuese perturbado,
directamente a c, a lo largo de la línea Bc igual que AB;
de manera que mediante los radios AS, BS, cS, trazados
hasta el centro, serían descritas las áreas iguales ASB, El enfoque geométrico era tan entusiasta como en la
BSc 48. Pero cuando el cuerpo llega a B, suponga que una Géometrie de Descartes. Pero en el libro de Newton (y en
fuerza centrípeta actúa de repente con un gran impulso, y, los escritos de otros autores del siglo 17 de la Europa oc-
desviando lateralmente al cuerpo de la línea recta Bc 49, lo cidental, como Huygens), iba explícita la propuesta con
obliga a continuar después su movimiento por la línea re- que empezamos este libro, en el capítulo 1: la predicción
cta BC 50. Dibuje cC paralela a BS, encontrándose con de las variaciones predecibles es, principalmente, una la-
BC en C; y al final de la segunda parte del tiempo, el bor de animación escena a escena, y el realismo de cada
cuerpo”... “se encontrará en C, en el mismo plano que el escena depende de la sensatez de las cuentas en las esce-
triángulo ASB. Junte SC, y, porque SB y Cc son parale- nas anteriores.
las, el triángulo SBC será igual que el triángulo SBc 51, y
por tanto también al triángulo SAB 52. Por un argumento
parecido, si la fuerza centrípeta actúa sucesivamente en
C, D, E, &c., y hace que el cuerpo, en cada partícula de
tiempo, describa las líneas rectas CD, DE, EF, &c., todas
yacerán en el mismo plano; y el triángulo SCD será igual
que el triángulo SBC, y SDE a SCD, y SEF a SDE 53. Y
por tanto, en tiempos iguales, serán descritas áreas igua-
les en un plano inmóvil: y, por composición, cualesquiera
sumas SADS, SAFS, de esas áreas, son las unas a las
otras como los tiempos en que son descritas. Ahora deje
que el número de esos triángulos sea aumentado, y su an-
cho disminuido in infinitum; y”... “su perímetro último
ADF será una línea curva: y en consecuencia la fuerza
centrípeta, por la cual el cuerpo es retirado continuamente
de la tangente de esta curva, actuará continuamente; y to-
das las áreas descritas SADS, SAFS, que son siempre
proporcionales a los tiempos de descripción, serán, tam-
bién en este caso, proporcionales a esos tiempos. Q.E.D.”

48
... cuya igualdad se debe a que el área de SAc es dos veces la
de SAB (porque son triángulos con la misma base, pero SAc
con el doble de altura que SAB), y el área de SBc es la de SAc
(dos veces la de SAB) menos la de SAP
49
... de manera que lo haría seguir a lo largo de la línea recta
BV si no existiera la fuerza innata que lo impulsa a proseguir a
lo largo de la línea recta Bc
50
... que resulta de combinar Bc con BV
51
... mejor dicho, el área de SBC será igual que la de SBc
(porque son triángulos con la misma base y la misma altura)
52
... mejor dicho, al área de SAB (porque ya está visto que es
igual que la de SBc)
53
... mejor dicho, serán iguales el área de SCD y la de SBC, el
área de SDE y la de SCD, y el área de SEF y la de SDE; en
resumen, las áreas de SEF, SDE, SCD y SBC serán iguales a la
de SAB
Newton usó sus explicaciones acerca de las fuerzas m1 ⋅ m2 (12)
f ( t ) = −G ⋅ ⋅ x(t)
centrípetas y la propuesta de animación explícita en esas x (t )
3

explicaciones, para su famosa teoría gravitatoria.


p 2 (0) = (0, 1,7824 ⋅10 29 , 0) (por ejemplo) (13)
Rescatando tal teoría, imaginemos al Sol y a la Tierra
moviéndose en órbita, solitariamente. G es la constante gravitacional, en [kg-1 m3 s-2]; es
la distancia del Sol a la Tierra, en [m]:
G = 6,67 ⋅10−11 (14)
(15)
Estructura causal (si ignoramos las variables que no
Prediga las evoluciones de las posiciones de ambos evolucionan y si, al despejar una variable en el lado iz-
cuerpos celestes, con las condiciones y formalidades que quierdo de una fórmula, pretendemos decir que la varia-
estime convenientes. ble aludida en ese lado depende de las aludidas en el de-
recho):
Solución:
Estructura espacial:

t es el tiempo, en [s].
es la posición del Sol, en [m]; es la de la Tie-
rra, en [m]:
t
x1 ( t ) = x1 (0) + ∫ v (τ ) ⋅ dτ
1
(1) La estructura causal es dudable pues, aunque (3), (5),
0
t
(8), (10), (11), (13) y (14) no contienen ninguna variable
x 2 ( t ) = x 2 (0) + ∫ v (τ ) ⋅ dτ
2
(2) que evoluciona: (1), (2), (4), (6), (7), (9) y (12), contienen
0 2 cada una; (15), 3; y, por tanto, despejando una de esas
variables en el lado izquierdo de cada una de las 8 ecua-
es la posición del Sol inicialmente, en [m]; es ciones donde aparecen, se puede plantear 27⋅31 (=384)
la velocidad del Sol, en [m s ]; -1
es la posición de la sistemas de ecuaciones distintos pero equivalentes alge-
braicamente a (1)-(15).
Tierra inicialmente, en [m]; es la velocidad de la
Pero no es cuerdo plantear que una fuerza a través de la
Tierra, en [m s-1]: frontera de un recinto depende de las otras a través de la
x1 (0) = (+4,50 ⋅10 5 , 0, 0) (por ejemplo) (3) frontera y, por derivación, del momentum en el recinto,
p1 ( t ) sino que el momentum depende por integración de todas
v1 ( t ) = (4)
m1
las fuerzas.
(7) y (9) tienen momenta despejados en sus lados iz-
x 2 (0) = (−1,49 ⋅1011, 0, 0) (por ejemplo) (5)
quierdos, como corresponde según ese argumento; por
p 2 (t ) (6) consiguiente, los 2 despejes imaginables en cada una de
v 2 (t) =
m2 ellas se reducen al que está planteado y, de los 384 siste-
mas de ecuaciones equivalentes algebraicamente a (1)-
es el momentum en el Sol, en [N s]; m1 es la masa (15), los cuerdos causalmente son, a lo más, 12⋅25⋅31
(=96).
en el Sol, en [kg]; es el momentum en la Tierra, en Pero no es cuerdo suponer que una variable depende de
[N s]; m2 es la masa en la Tierra, en [kg]: otras por dos o más dependencias diferentes.
t
De los 96 sistemas de ecuaciones restantes, 95 tienen
p1 ( t ) = p1 (0) − ∫ f (τ ) ⋅ dτ (7)
por lo menos una variable que evoluciona despejada en
0

m1 = 1,98 ⋅10 30 (8) los lados izquierdos de dos ecuaciones, y no son cuerdos
t causalmente.
p 2 ( t ) = p 2 (0) + ∫ f (τ ) ⋅ dτ (9) Sólo hay 1 que sí es (y con retardos en todas las depen-
0 dencias mutuas): (1)-(15).
m2 = 5,98 ⋅10 24 (10) Si nos interesan las evoluciones de y ; si queremos
hacer predicciones usando la estructura causal y la
es el momentum en el Sol inicialmente, en [N s]; aproximación de Euler con retardo Δt para las integracio-
es la fuerza neta del Sol a la Tierra por gravitación, nes en (1), (2), (7) y (9); si queremos estructurar tempo-
ralmente un método de computación para hacer las pre-
en [N] hacia el Sol; es el momentum en la Tierra
dicciones; y si preferimos dejar inicial, inicial,
inicialmente, en [N s]:
inicial, inicial, m1, m2, Δt y t inicial a la voluntad del
p1 (0) = (0, −1,7824 ⋅10 29 , 0) (por ejemplo) (11)
usuario; entonces, podemos plantear (1)-(15) como:
m1 = ... (8’) Un método parecido (con los datos originales,
m2 = ... (10’) Δt=10000 y algunos detalles adicionales) graficó la figura
x1,0 = ... (3’) que sigue.
(5’) Predicciones:
x 2,0 = ...
p1,0 = ... (11’)
p 2,0 = ... (13’)
G = 6,67 ⋅10−11 (14’)
p (4’)
v1,k = 1,k
m1
p (6’)
v 2,k = 2,k
m2
x k = x 2,k − x1,k (15’)
m ⋅m (12’)
f k = −G ⋅ 1 3 2 ⋅ x k
xk
x1,k +1 = x1,k − v1,k ⋅ Δt (1’)
x 2,k +1 = x 2,k + v 2,k ⋅ Δt (2’)
p1,k +1 = p1,k − f k ⋅ Δt (7’)
p 2,k +1 = p 2,k + f k ⋅ Δt (9’)
Estructura temporal (de método de computación):

En las predicciones hay un problema, porque los gráfi-


cos corresponden a 1 año (31557600 segundos) y en ellos
las órbitas predichas no se completan bien. El problema
se hace más patente con gráficos correspondientes a 10
años, porque entonces se nota claramente que las órbitas
predichas son, además, inestables.
Predicciones:

Podría pensarse que se trata de equivocaciones en ,


, y iniciales; o en G, m1 y m2; sin embargo, man-
teniendo esos datos y achicando Δt, las órbitas predichas
mejoran.
La aproximación de Euler para las integrales, se equi-
voca en la predicción de variaciones cíclicas; se mejora
achicando Δt (lo cual es oneroso); pero sólo se vuelve
confiable del todo si se hace tender Δt a cero (lo cual
tiende a ser infinitamente oneroso).
Newton sabía de problemas de esta especie. Por eso su
libro pedía que “el número de esos triángulos sea aumen-
tado, y su ancho disminuido in infinitum”, e insistía en
otras cautelas parecidas, propias del Cálculo.
Y por eso, al menos, el capítulo 1 de este libro limitaba
el anhelo a “la predicción de las variaciones predecibles”.

Comentario:
En el dibujo de Newton:

En la aproximación de Euler:

Hay diferencias entre la aproximación de Newton y la


de Euler; pero, según el Cálculo, ambas aproximaciones
tienden a igualarse si se hace tender Δt a 0 (en ausencia
de discontinuidades).

________________________________________
{75}
lo cual da los dibujos siguientes:
Imaginemos que una variable, z, depende de otra, y, y
ésta depende de otra más, x, según:
(1)
(2)

Si queremos hacer predicciones usando la aproximación


del ejercicio {32} con retardo Δt para la derivación en (1)
y la de Euler con el mismo retardo para la integración en
(2), podemos plantear (1)-(2) como:
(1’)

(2’)

Formule cómo queda dependiendo z de x. Entre x y z hay un retardo y una suma de un número
inicial; pero, según el Cálculo, z(t) tiende a igualarse con
Solución: x(t)+Δ si se hace tender Δt a 0:
Estructura causal:

Por ahí también hay más conocimientos con que mejo-


rar la predicción de las variaciones predecibles, si lo que
nos aflora después de todos estos ejercicios no nos es in-
corregible.

Entre x y z hay un retardo; pero, según el Cálculo, z(t)


tiende a igualarse con x(t) si se hace tender Δt a 0 (en au-
sencia de discontinuidades):

Por ahí hay más conocimientos con que mejorar la pre-


dicción de las variaciones predecibles, si lo que nos aflora
después de todos estos ejercicios no nos es incorregible.

________________________________________
{76}

Imaginemos que una variable, z, depende de otra, y, y


ésta depende de otra más, x, según:
(1)

(2)

Si queremos hacer predicciones usando la aproximación


de Euler con retardo Δt para la integración en (1) y la del
ejercicio {32} con el mismo retardo para la derivación en
(2), podemos plantear (1)-(2) como:
(1’)

(2’)

Formule cómo queda dependiendo z de x.

Solución:
Estructura causal:
______________________________________________ RESTOS
25. CONCLUSIÓN
El libro presente incluye, de manera coherente, aspectos
de asignaturas como Física 100, Física 110, Física 130,
Química y sociedad, Matemática 1, Matemática 2, Análi-
Las ingenierías son oficios centrados en las técnicas; y sis numérico, Programación, Sistemas digitales, Análisis
el afán central en las técnicas es actuar voluntariamente de sistemas lineales, Dinámica de procesos industriales y
en la realidad, prediciendo en lo posible las variaciones Economía 1A, además de asignaturas ya fenecidas como
resultantes. Sistemas digitales 2, Computación analógica y Simula-
La predicción mejor es, principalmente, una labor de ción digital. También incluye trazas de disciplinas como
animación escena a escena, y el realismo de cada escena Epistemología, Etimología, Gramática, Lógica, Filosofía
depende de la sensatez de las cuentas en las escenas ante- e Historia.
riores. La coherencia se basa en la contención de las jergas de
Para la sensatez de las cuentas de una animación realis- tales asignaturas y disciplinas, y en el uso del lenguaje
ta, son decisivas las estructuras de cuatro especies: doméstico con las debilidades que se le conocen y las for-
taxonómicas (que deciden las especies), espaciales, cau- talezas que le desconocen los promotores de jergas.
sales y temporales.
Y para la acción voluntaria en la realidad son funda-
mentales, en particular, las estructuras causales, pues pre-
tenden exponer qué cosas obedecen a la voluntad y qué
otras se someten a ellas, extendiendo la acción.
La contribución mayor de este libro pudiera ser su me-
ditación acerca de la causalidad, preferentemente en los
capítulos 8, 9, 22 y 23.
Y su novedad pudiera consistir, chistosamente, en que
estructura conocimientos viejos... de nuevo.
Habiendo dejado sin tratar las causas y los efectos im-
previstos, las dependencias sueltas, los retardos diferentes
o variables, las pasadas a destajo por fronteras abiertas,
las dificultades en el mundo de lo muy rápido, lo muy
pequeño o lo muy grande, y muchos otros temas que con-
ciernen al afán mencionado arriba, el libro termina aquí
volviendo a reclamar prudencia suficiente para que lo tra-
tado sea corregible donde se necesite.

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