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Crítica o magia. ¿Explicar lo que (no) se muestra?

¿La crítica ya fué?

Al azar, vemos un mail que dice Anne Imhof: Leon de Oro de la Bienal de Venecia 2017.
Caemos en la tentación y empieza el recorrido por saber quién es la artista, algo que tiene
que ver con la novedad contagiosa y también con la mecánica ociosa de ver en la pantalla.
Su obra premiada “Faust” sobre el capitalismo, la sexualidad y la represión amerita un
avistaje. Detenerse en un caso para tomarlo como muestra de algo mucho más grande
que él es casi un error, pero en este ejemplo de algún modo no importa porque la
exactitud de lo que se ve alcanza para representar lo que se repite una y otra vez en los
circuitos exclusivos del arte como lo es esta bienal: las obras siempre ostentosas en
tamaño y en inversión de materiales costosos para su realización, como si parte del
desafío fuese eso, además, lo que se vé y el título con el que se lo presenta deja abierto el
lo que como algo indeterminable y de experimentación difícil de diferenciarse a un
recorrido turístico donde no puede faltar el registro con aparatos de lo que está allí para
mostrarse.

Claudia Fontes, El problema del caballo, Bienal de Venecia 2017; el asunto del
monumental caballo en la sala; la explicación/relato/anécdota/descripción que la propia
artista realiza en una conferencia en el malba (creo), lo que se ve y está allí ‘en’ la obra
pero no aparece sino hasta que la artista cuenta y explica que está allí. En qué sentido no
seguimos hoy, aunque de una forma muchísimo más lujosa y recargada de elementos
sobre todo tecnológicos que tanto la han complejizado y diversificado, la panorámica que
Hegel tenía delante de sí y que lo obligó filosófica y testimonialmente a señalar a su
contemporaneidad como incapaz de experimentar, sentir y apreciar el arte?). Incluso si se
evita el paso siguiente dado por él, la reflexión filosófica ocupando el hueco que deja la
experiencia agónica del arte, incluso si no damos ese paso sigue pasando que el hueco
queda abierto y la magia del arte no está, no sucede.

Ambas artistas dan conferencias explicativas de sus obras

La explicación de lo que se hace está y no está, como si fuera otra cosa, a veces cerca pero
muy distinta. La intangibilidad no es sólo táctil porque la imagen es la locura de los ojos,
lujosa en variación y ascendente en insistencia con diferencias híbridas que solamente se
obsesionan en estar y reproducirse. Ahora mismo en todo el mundo están, pero sobre
todo aquí con sus dueños que las ponen a consideración?

La humanidad común con la que trabaja el arte poniendo su interioridad de anhelo en la


exposición, el público que es cualquiera de cualquier forma en la que se haga presencia,
respeta igualmente el código de servidumbre ocular sin necesidad de que tenga que pasar
algo. La inconmensurabilidad entre mostrar una obra y explicarla, aun cuando se lo haga
en vivo (la artista proyecta el video mientras, antes y después, habla sobre ella) al poner
en palabras las posibilidades en juego, no puede dejar de verse, percibirse (el público está
allí con la artista y ambos están para que los veamos en la red) como una performance
racional que incluye la performance filmada que ella muestra como acción performática
sensible, simbólica, tal vez privada y con las ganas de ser común. En un punto pasa lo
mismo que cuando el mago ‘explica’ cómo funciona su truco, la explicación traduce lo que
habría sido potestad de la magia sensible y pensante.

La explicación se anexa a la obra como mapa indicial, como alivio y como intrusa
necesaria. La crítica, es decir las meras palabras referidas, también puede ser el ‘juicio del
gusto’ kantiano, como lo único que vale la pena rescatar en una estética filosófica que ya
no puede añorar la vibración sensible que otrora fuera real y tal vez autónoma. El acto
placentero de juzgar parece ser lo más importante que le sucede al arte a la vez que su
impacto y gestación exceden al conocimiento y a la filosofía, pero lo hacen por abajo de
rangos determinantes, en la plaza pública, en pasillos, con la insignificante doxa de
conversadores gratuitos, esos para quienes cualquier ocasión puede ser un ágora tan
fresca como volátil. Pero entonces ¿hay opciones de críticas, tonos que le convienen más
o menos según el arte con el que se las esgrima? La explicación es necesaria y superflua a
la vez porque su poética intelectual, al abrazar lo que no habla, al hacer ceder a la
sensibilidad mediante la explicación….complementa o aclara lo que se muestra, y cada
una de estas opciones son muy distintas. Si complementa es porque fortalece a lo que
está allí ostentando ser la obra que se muestra, lo cual sucede infrecuentemente. Si en
cambio la palabra, ya sea cita de otro o del mismo autor, pone lo que no estaba, que es lo
que sucede más a menudo, entonces sucede el arte contemporáneo: fractura entre
lenguaje y experiencia, divorcio entre pensamiento y sensibilidad, o tal otra cosa que
desconozco. O la explicación es la obra que tal vez se ejemplifique con imágenes al
costado como si fueran ejemplos de conceptos e ideas.

La crítica y el truco de magia explicado: el problema es que no hay magia, es decir, lo que
encarna una obra sin ayuda (¿la realidad?), tal vez su autonomía; por eso la explicación
ocupa el lugar de esa falta o viene en su auxilio. La magia no aparece en la obra y el mago
(que ya no lo es) explica. Se ha colado acá un prejuicio romántico, el que supone y espera
que el arte sea portador de magia, de transformación, choque y emoción activada,
adelantamiento de lo que sucede, promesa de felicidad o mostración de lo posible. El
condensado de expectativas apostadas al arte aparecen como vida modificada, ya en
proyección o en develación, en ironía o en catástrofe, pero no alcanzan a realizarse más
que como paseo ocioso en el pabellón alemán con Imhof o en el pabellón argentino con
Fontes.
Si crítia es reflexión sobre la reflexión que se muestra en obra, no en el mejor de los casos
sino en el caso de cierta nostalgia ilustrada, el arte suma al binomio algo de otro orden
que termina escapándose de allí con su propia suerte, la de ser obra en diáspora entre
otras tantas y entre tantos autores. Incluso si en la propagación mediática y de redes que
es como un éxodo inmóvil, sin espacio, llegase la obra-crítica a manifestarse
sensiblemente como una idea, solo queda el instante retiniano como motivo de una
fotografía sacada con celular, que luego será revisada, compartida u olvidada. En cualquier
caso, es la experiencia lo que se menciona, aquello que hubiera logrado como una
intensidad en el ‘Problema del Caballo’ o en ‘Faust’ pero, ¿qué ha sucedido realmente?

De Hegel hasta esta parte, uno de los ropajes que enviste al nombre en cuestión ha tenido
que ver con lo que ojos nerviosos y delicados de algunos han podido señalar
oportunamente como conducta y manifestación en el mundo del arte, su territorio,
lenguaje o visibilidad; me refiero al carácter de mercancía, fundamental, material y sin
ninguna duda hoy parte constitutiva de eso que llamamos arte en sentido bien amplio. Y
me refiero también a su forma epifánica de aparecer y mostrarse como repetibilidad o
reproductibilidad (ambas horribles palabras pero precisas). Esto es deuda que nosotros no
dejamos de tener con los lúcidos que dieron su parecer dedicado a esta situación: Marx,
Adorno y Benjamin

“apetito casi infinito que el hombre siente por las distracciones”.

pensar, probar a hacer, proponer lo posible según luz rara, porque mostrar es una
forma de dar un testimonio plasmado que no aclara el sentido de la vida; porque
no lo hay, porque sólo se trata de vivir, porque aun sabiéndolo nada cambia,
porque el alegre olvido cotidiano es el techo de las posibilidades, porque puede
que no habiéndolo nombrado nunca estemos haciendo lo mejor,

Esto no es una experiencia, de José Pizarro: Esto no es una experiencia (Señalamiento


fotográfico comenzado en el 2010)
No hay nada en la experiencia que valga la pena ver
Es la experiencia de todos
La que muere en mí antes de nacer
Observen lo pequeño que es el todo
Cuando se reparten sus fragmentos
No hay nada después del borde de la imagen
Puro abismo…
El arte es incapaz de producir "imágenes" que rebelen la experiencia. No hay lenguaje en la experiencia.
Sí, de esto estoy convencido (y creo que da sentido a todo) es el arte una experiencia que refiere a la mera
condición de "lo real" en estado de "lenguaje".

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