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Marx y su teoría de la revolución (Un comentario crítico)

Antonio Antón

Madrid, noviembre de 1997

En esta investigación hago un resumen y un análisis de dos textos fundamentales de Marx, La


Ideología alemana y El 18 brumario de Luis Bonaparte, para luego valorar críticamente su teoría de la
revolución.

A) LA IDEOLOGÍA ALEMANA

Marx y Engels escribieron La ideología alemana[1] en Bruselas entre septiembre de 1845 y


agosto del año siguiente. En esta obra pretenden dar cuenta de su evolución, resumiendo su visión de
la sociedad burguesa y de sus conflictos, del papel del proletariado y de la lucha de clases. Hay que
considerar, que no fue publicada hasta el año 1932 con lo que no influyó decisivamente en la
fundación del marxismo. No obstante, las ideas básicas, a veces de forma más esquemática, las
mantendrán a lo largo de su vida.

La Ideología alemana se puede considerar como un paso de gran importancia en la formación


de la teoría de la revolución comunista de Marx y Engels, aspecto que constituirá uno de los
fundamentos de lo que más tarde se llamará materialismo histórico.

La revolución que está empezando en el seno de la sociedad burguesa la conciben como el


fruto de una convergencia de condiciones prácticas. Consideran necesario un gran desarrollo que
"hace posible un intercambio universal que propicia la reproducción en diferentes lugares de esa
masa desposeída, hace depender a cada país de las conmociones que se producen en otros países y
crea individuos histórico-universales y no puramente locales" (IA pág.36).

Uno de los párrafos que sintetizan mejor su concepción es el siguiente:

"En el desarrollo de las fuerzas productivas, se llega a una fase en la que surgen fuerzas
productivas y medios de intercambio que, bajo las relaciones existentes, sólo pueden ser fuente de
males, que no son ya tales fuerzas de producción, sino más bien fuerzas de destrucción (maquinaria y
dinero); y, lo que se halla íntimamente relacionado con ello, surge una clase condenada a soportar
todos los inconvenientes de la sociedad sin gozar de sus ventajas, que se ve expulsada de la sociedad
y obligada a colocarse en la más resuelta contraposición a todas las demás clases; una clase que
forma la mayoría de todos los miembros de la sociedad y de la que nace la conciencia de que es
necesaria una revolución radical, la conciencia comunista, conciencia que, naturalmente, puede
llegar a formarse también entre las otras clases, al contemplar la posición en que se encuentra
colocada ésta." (IA, pág.81).

Después van concretando las trabas que se oponen al desarrollo de las fuerzas productivas,
que son la división del trabajo y la propiedad privada.

El proletariado aparece en el centro de la teoría de la revolución que se esboza en estos


párrafos de La ideología alemana. Es una de las consecuencias del movimiento económico de la
sociedad, y al mismo tiempo es capaz de impulsar la revolución cuando se agudizan las
contradicciones generadas por este movimiento económico.

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Una de las características principales del proletariado es la desposesión que capacita a la clase
obrera para realizar una nueva apropiación colectiva: "Sólo los proletarios de la época actual,
totalmente excluidos del ejercicio de su propia actividad se hallan en condiciones de hacer valer su
propia actividad, íntegra y no limitada consistente en la apropiación de una totalidad de fuerzas
productivas y en el consiguiente desarrollo de una totalidad de capacidades" (IA pág. 79).

La revolución comunista a diferencia de lo sucedido en las anteriores revoluciones "es llevada a


cabo por la clase a la que la sociedad no considera como tal, no reconoce como clase" (IA, pág. 81), y
que necesita hacer la revolución para "acabar con su propia condición de existencia anterior, que es
al mismo tiempo la de toda la sociedad anterior" (IA pág. 90).

El proletariado es revolucionario en la medida que necesita hacer la revolución, y es comunista


en la medida que necesita el comunismo y es capaz de conseguirlo. Así el comunismo está planteado
en La ideología alemana como el producto de las propias necesidades de la clase obrera. El
comunismo "no es un estado que debe implantarse, un ideal al que haya de sujetarse la realidad.
Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera el estado de cosas actual" (IA,
pág.37).

Aquí hay ya una diferencia con los planteamientos de los años anteriores. La filosofía crítica ya
no va por delante del movimiento obrero. Ahora pensamiento y acción se condicionan mutuamente.
Por otra parte Marx y Engels niegan ahora la posibilidad de que las ideas comunistas se hagan
mayoritarias en una sociedad dominada por la burguesía y el capitalismo, "las ideas de la clase
dominante son las ideas dominantes de cada época; o, dicho en otros términos, la clase que ejerce el
poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante" (IA,
pág. 50).

Pero dicen que algún día dejarán de serlo, aunque "sólo podrá conseguirlo mediante un
movimiento práctico, mediante una revolución" (IA, pág.82). La revolución comunista, en tanto
movimiento teórico-práctico, transforma a un tiempo la sociedad y los propios agentes principales de
la revolución.

Esta concepción del proletariado como clase revolucionaria de la sociedad burguesa, y que
tiene una misión histórica que cumplir pesará seriamente sobre las diferentes corrientes marxistas
tanto ortodoxas como Kautsky como más o menos heterodoxas como Gramsci o Korsch.

En esta concepción de la clase obrera revolucionaria pesa la influencia de Hegel con una
justificación ontológica derivada de la propia naturaleza del proletariado que le debería llevar
necesariamente a la revolución proletaria. Hay un esencialismo similar a la Idea hegeliana que se
despliega en la historia para alcanzar el fin de la humanidad.

B) EL 18 BRUMARIO DE LUIS BONAPARTE

Europa a lo largo de 1848[2], conoce una serie de estallidos revolucionarios en los que se
manifiestan un gran malestar social, tanto en las ciudades como en el campo, frente a las
consecuencias del deterioro económico, que confluyen con una dinámica de oposición al absolutismo
y diversos movimientos de autoafirmación nacional. En Francia estas luchas sociales adquieren una
especial virulencia en 1848 y se instala la República. Sin embargo, se paraliza el proceso
revolucionario y a los pocos meses se inicia el reflujo de la lucha. No obstante, aún se mantiene una
cierta inestabilidad social durante los años 1849/50 hasta que el Golpe de Estado de Luis Bonaparte a
fin de 1851 consolida una situación más reaccionaria.

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Las conclusiones que sacan Marx y Engels de esas experiencias se exponen fundamentalmente
en 'La Lucha de clases en Francia de 1848 a 1850' y en '18 Brumario de Luis Bonaparte' de Marx, y
'Revolución y contrarrevolución en Alemania' de Engels. El texto del 'Mensaje del Comité Central de la
Liga de los Comunistas' es donde se recoge de un forma más sistemática y sintética las lecciones
políticas que sacaron de estos acontecimientos.

Aquí nos vamos a centrar en 18 Brumario'[3] como brillante análisis y descripción de este
proceso y de la valoración del propio aparato estatal como elemento central para su teoría
revolucionaria del cambio social.

Napoleón Bonaparte encabezó un golpe de Estado en el año 1799 el día 18 del mes Brumario.
Esta denominación de los meses vigente en el período de la Revolución francesa corresponde al día 9
de noviembre en el calendario actual. El día 2 de Diciembre de 1851 Luis Bonaparte, que había sido
elegido presidente de la República, se adueñó del poder en Francia como emperador, a través de otro
golpe de Estado.

Marx comienza su ensayo haciendo una alusión a Hegel cuando decía que "todos los grandes
hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvido de
agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa". Marx asociaba así los dos acontecimientos
encabezados por los dos Bonaparte con más de 50 años de diferencia, valorando como una farsa el
golpe de estado de Luis Bonaparte.

Seguidamente, Marx hace la primera afirmación de carácter general sobre la relación de la


acción humana en la historia: "Los hombres hacen su propia historia pero no la hacen
arbitrariamente, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo circunstancias directamente
dadas y heredadas del pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una
pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y
a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es
precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus
nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, como este disfraz venerable y este lenguaje
prestado, representar la nueva escena de la historia universal" (O.E. pág. 95) Es una cita larga, pero
bastante representativa de su pensamiento sobre el papel de las revoluciones del 48, con un enfoque
materialista.

Marx posteriormente sintetiza este período del que ya se había ocupado en parte en 'La lucha
de clases en Francia'. Define tres fases generales recorridas por la revolución francesa desde el 24 de
febrero de 1848 hasta el mes de diciembre de 1851: "Hay tres períodos capitales que son
inconfundibles: el período de febrero (que puede catalogarse como el prólogo de la revolución); del 4
de mayo de 1848 al 28 de mayo de 1849, período de constitución de la república o de la Asamblea
Nacional Constituyente; del 28 de mayo de 1849 al 2 de diciembre de 1851, período de la república
constitucional o de la Asamblea Nacional Legislativa" (O.E. pág. 99).

Había en Francia unas interpretaciones sobre el éxito de Bonaparte que Marx critica
considerando que la excusa de que la nación había sido cogida por sorpresa no era correcta: "No
basta decir, como hacen los franceses, que su nación fue sorprendida. Ni a la nación ni a la mujer se
les perdona la hora de descuido en que cualquier aventurero ha podido abusar de ellas por la fuerza.
Con estas explicaciones no se aclara el enigma; no se hace mas que presentarlo de otro modo.
Quedaría por explicar cómo tres caballeros de industria pudieron sorprender y reducir al cautiverio,
sin resistencia, a una nación de 36 millones de almas" (O.E. pág. 99)

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A lo largo de las páginas Marx va desgranando los acontecimientos concretos, las diferencias,
alianzas y rupturas entre los diferentes grupos y clases sociales. El éxito del golpe de Estado de
Bonaparte se basa en la neutralización del lumpemproletariado parisiense ante el que presenta una
imagen de sí mismo como cabeza de unas reformas benefactoras. Pero las bases de su fuente de
poder son la vieja aristocracia financiera que celebra sus victorias como la vieja aspiración a imponer
el orden social, y la burguesía industrial y comercial también temerosas de una época de desórdenes
e inestabilidad social y que según Marx se movilizó cuando vio riesgos para sus negocios privados.

Por último, hay que citar el gran apoyo de masas que el campesinado presta a Bonaparte: "El
poder del Estado no flota en el aire. Bonaparte representa a una clase, que es, además, la clase más
numerosa de la sociedad francesa, los campesino parcelarios" (O.E. pág. 171). Los campesinos
franceses están muy dispersos y no pueden constituirse en una fuerte red social y comunitaria que
pudiese hacer valer sus intereses ante los poderes políticos y es entonces cuando delegan en el
Estado que asume la representación de sus intereses.

Quizás lo más significativo de 18 Brumario son sus valoraciones con respecto a la base social
del Estado y a su propia configuración. De aquí parte uno de los enfoques marxistas sobre la
concepción del Estado basada en una relativa autonomía de la base social de clase. Igualmente el
análisis del Estado como una máquina burocrática con sus propios privilegios a los que la revolución
se tiene que enfrentar. Este aspecto sólo lo desarrollará con la gran experiencia de la Comuna de París
en 1871. Durante el período de la República parlamentaria parecía más que el aparato estatal era un
instrumento de la propia clase dominante, sin embargo con Bonaparte el Estado aparece con vida
más propia y más autónomo de los dictados e intereses inmediatos de la burguesía: "Es bajo el
segundo Bonaparte cuando el Estado parece haber adquirido una completa autonomía" (O.E. pág.
170).

Este proceso de traslación del poder legislativo al ejecutivo y específicamente la gran


importancia del ejército está bien descrito por Marx: "Era la victoria de Bonaparte sobre el
parlamento, del poder ejecutivo sobre el poder legislativo, de la fuerza sin frases sobre la fuerza de
las frases. En el parlamento, la nación elevaba su voluntad general a ley, es decir, elevaba la ley de la
clase dominante a su voluntad general. Ante el poder ejecutivo abdica de toda voluntad propia y se
somete a los dictados de un poder extraño, de la autoridad... Y la lucha parece haber terminado en
que todas las clases se postraron de hinojos, con igual impotencia y con igual mutismo, ante la culata
del fusil... Pero la revolución es radical... lleva primero a la perfección el poder parlamentario, para
poder derrocarlo. Ahora, conseguido ya esto, lleva a la percepción al poder ejecutivo, lo reduce a su
más mínima expresión, lo aísla, se enfrenta a él, como único blanco contra el que debe concentrar
todas sus fuerzas de destrucción" (O.E. pág. 169).

La caracterización de esta maquinaria estatal y de la burocracia está descrita en otro párrafo


muy sugerente: "Este poder ejecutivo, con su inmensa organización burocrática y militar, con su
compleja y artificios maquinaria de Estado, un ejército de funcionarios que suma medio millón de
hombres, junto a un ejército de otro medio millón de hombres, este espantoso organismo parasitario
que se ciñe como una red al cuerpo de la sociedad francesa y le tapona todos los poros, surgió en la
época de la monarquía absoluta, de la decadencia del régimen feudal, que dicho organismo
contribuyó a acelerar. La primera revolución francesa... tenía necesariamente que desarrollar lo que
la monarquía absoluta había iniciado, la centralización; pero al mismo tiempo amplió el volumen, las
atribuciones y el numero de servidores del poder del Gobierno" (O.E. pág. 170). Estas
valoraciones llevarán a Marx a la conocida posición de que hasta entonces "todas las revoluciones
perfeccionan la maquinaria estatal cuando habría que destrozarla" que es una de las tesis básicas de
Lenin en el Estado y la Revolución.

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C) LA TEORÍA DE LA REVOLUCIÓN EN MARX

Marx y Engels a lo largo de toda su vida mantuvieron los fundamentos de estas doctrinas
revolucionarias descritas en la Ideología Alemana y en los escritos en torno a las enseñanzas de las
revoluciones de 1848. Desde el Manifiesto Comunista, donde se realza más el papel de la lucha de
clases hasta La Crítica a la Economía política y El Capital, donde se pone el acento en las dinámicas
económicas, en el antagonismo de las relaciones de producción y las fuerzas productivas como
generadores de la revolución ellos siempre aspiraron y colaboraron con el cambio social. Se pueden
realizar varios comentarios en torno al núcleo central de estas ideas.

* La misión histórica del proletariado.

Hoy día, pasados más de un siglo de estos escritos, podemos decir que uno de sus puntos más
vulnerables es el papel revolucionario y la misión histórica del proletariado. La realidad social ha
demostrado que sólo una pequeña parte de la clase obrera y en circunstancias excepcionales ha sido
revolucionaria y que entre el proletariado, segmentado y dividido, ha dominado el impulso a la
confrontación con la burguesía, pero para mejorar sus condiciones materiales dentro del marco
político-económico establecido.

Marx califica al proletariado como revolucionario de un modo esencial, es decir ligado a su


propia naturaleza y de ahí le lleva a predecir su comportamiento revolucionario necesario que le lleva
a la revolución. En la Ideología Alemana que tiene un enfoque más teórico y filosófico están claros
estos presupuestos hegelianos. En los escritos más descriptivos y analíticos está más matizados, pero
también está subyacente esta teoría general sobre la misión histórica del proletariado impulsado a
hacer la revolución socialista.

* El desarrollo de las fuerzas productivas y la revolución.

El segundo aspecto que se puede cuestionar es la posición de que la dinámica revolucionaria


está inscrita de una forma objetiva en las contradicciones económicas y el desarrollo del propio
capitalismo. Según la teoría materialista de Marx la sociedad burguesa no sólo contiene condiciones
que permitirán desarrollar una nueva sociedad, sino que además contiene ya elementos de la misma,
las fuerzas productivas, y la fuerza social del proletariado. Sin embargo, Marx y Engels en algunas
ocasiones plantean la presencia de lo nuevo en lo viejo de una forma que conlleva problemas. Para
ellos también habría un germen de nueva forma de producción, especialmente el proceso de
concentración de capital y las cooperativas que estarían orientados al socialismo, es decir, que cuanto
más desarrollo del capitalismo más cerca del socialismo.

Esta teoría revolucionaria basada en las bondades del ascenso del modo de producción
capitalista se basa en la analogía con el ascenso del capitalismo en el feudalismo, el cual se va
destruyendo progresivamente. Pero en el caso del capitalismo, aunque haya condiciones favorables,
como las empresas públicas, las cooperativas, etc. éstas no constituyen una nueva economía, o un
nuevo modo de producción en pugna con el capitalismo. Es decir, el capitalismo se va desarrollando
en el sistema feudal y mediante revoluciones o reformas sociales se consolida. Pero el socialismo no
puede apoyarse en una economía socialista que no existe y necesita de la revolución política previa
para transformar las relaciones económicas y sociales.

En conclusión, las nuevas fuerzas productivas no acaban de dar origen a un nuevo modo de
producción, rompiendo las relaciones de propiedad burguesas que las frenan. En el ascenso del
capitalismo fuerzas productivas, modo de producción y la fuerza social de la burguesía coinciden en
un mismo movimiento entorpecido por el régimen feudal que se ve desplazado. En la sociedad

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burguesa las fuerzas productivas están bajo un régimen económico capitalista que siguen encarnadas
por la burguesía, mientras el proletariado no puede llevar a cabo la transformación comunista al no
estar apoyado por una economía propia. Es decir, necesita hacer la revolución socialista para generar
y consolidar una economía en transición al comunismo.

* Economía, Estado y lucha de clases.

Desde La Ideología alemana la teoría sobre la revolución de Marx y Engels descansa sobre dos
pilares complementarios: el desarrollo de las fuerzas productivas que ponen en cuestión las
relaciones de producción, y paralelamente el desarrollo de la lucha de clases, con la constitución del
proletariado en fuerza social hegemónica. En los escritos posteriores más económicos y tras el
fracaso del proletariado europeo de las revoluciones del 48, pondrá más el acento en la raíz
fundamentalmente económica de las contradicciones sociales.

Como tercera reflexión que se puede hacer es la problemática de la interrelación de los dos
aspectos anteriores, es decir entre la base económica y la lucha de clases y el papel del Estado. Aquí
aparece la complejidad de los aspectos de mediación entre uno y otro es decir de los `problemas de
la constitución de la conciencia social, del poder políticos y del papel de la burocracia y de las élites.

En el 18 Brumario se describe cómo la burguesía no gobierna, sino que lo hace una burocracia
especializada. Aquí Marx se distancia de otras posiciones más rígidas sobre el Estado como mero
instrumento y representante mecánico de los interese económicos de la burguesía. En la sociedad
burguesa el poder económico es el fundamental, de ahí el que la burguesía reina, pero no gobierna
directamente. La burguesía establece una compleja red con el personal estatal y logra un fuerte
condicionamiento y una compenetración en su actuación con los grandes intereses del poder
económico. El aparato estatal en parte es un instrumento pero que tiene su propia autonomía y sus
propios intereses. Esta es una de las lecciones más fructíferas sobre el papel del Estado.

* Conciencia y cambio social.

Por último, hay que mencionar otra enseñanza sobre el problema de la conciencia social. En las
revoluciones del 48, o mejor dicho de la experiencia de su posterior fracaso, se deduce también la
debilidad política y de conciencia de las clases populares. En 18 Brumario se hace alusión a la
confusión e incluso apoyo a Bonaparte del lumpemproletariado y del campesinado. La conciencia
predominante de las clases populares contiene elementos de la burguesía, tradicionales, posiciones
más o menos radicales y en ocasiones en sectores más reducidos ideas revolucionarias. Es difícil que
el movimiento espontaneo de las masas genere conciencia revolucionaria, ni siquiera en los períodos
de fuerte lucha revolucionaria como en aquellos años.

Todo ello nos lleva a matizar de forma diferente algunos de los presupuestos de La ideología
alemana reforzado más en otros escritos. Así se debe considerar que la conciencia socialista no es un
simple reflejo de la contratación fuerzas productivas-modo de producción, o resultados de la
situación del proletariado en la sociedad. La existencia, la vida, determina la conciencia, pero aquellas
constan también de conciencia. En la economía, política, lucha de clases, etc. pesan elementos que
preceden a la conciencia, pero ésta también actúa en la existencia social. Es decir, los niveles de
conciencia no son producidos automáticamente por los elementos existenciales, sino que se influyen
mutuamente.

El hundimiento del socialismo real ha venido a confirmar la falta de realismo de algunas de


estas ideas sobre la misión revolucionaria de la clase obrera occidental o sobre las condiciones

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favorables para la revolución socialista que debía traer el desarrollo capitalista. Sin embargo, todavía
es cierto que se dan graves problemas en la humanidad, aunque no se vea claro qué nuevos sujetos
sociales y como se pueden conformar para promover la transformación social.

[1] Las citas y numeración de páginas corresponden a la edición de 1968 de Ediciones Grijalbo.

[2] Para el contexto de estos años, he tomado las referencias del libro 'Las revoluciones burguesas'
de E.J. Hobsbawm (ed. Guadarrama) y '1848 Las revoluciones románticas y democráticas de Europa'
de J. Sigmann (ed. Siglo XXI)

[3] Las citas y numeración de páginas están tomadas de la edición de las Obras escogidas de Marx y
Engels de Editorial Progreso

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