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Síntomas de depresión en
el adulto mayor
La depresión es un trastorno del estado de ánimo. No obstante,
durante el transcurso de ésta, el adulto mayor también puede
presentar algunos déficits neuropsicológicos. Durante
el envejecimiento es normal que el adulto mayor presente
ciertos cambios a nivel cerebral, por los cuales se vea reducida
su velocidad de procesamiento, así como su capacidad atencional y
de memoria. No todas las personas se van a ver afectadas en este
sentido, sin embargo, no es extraño que aquellos mayores que
padecen depresión presenten también las dificultades
neuropsicológicas mencionadas a continuación, para lo cual es
aconsejable que el adulto mayor realice actividades de
estimulación que refuercen sus capacidades.
Introducción
En 75% de los pacientes que presentan un episodio depresivo mayor después de los 65 años, éste
corresponde a su primer episodio; otro dato importante, desde el punto de vista epidemiológico, es que
la depresión de inicio tardío se asocia a mayor morbimortalidad y resistencia al tratamiento
antidepresivo.
El trastorno depresivo de inicio tardío parece estar relacionado con factores etiológicos, clínicos y
neurobiológicos específicos, por lo que se ha comenzado a decir que tiene un origen distinto al de la
depresión que se presenta en el adulto más joven. En este sentido, existe una estrecha relación entre el
trastorno depresivo de inicio tardío y una enfermedad cerebrovascular subyacente.
Aunque algunos síntomas como ansiedad, delirios e ideas hipocondríacas han sido asociados más
específicamente a la depresión de inicio tardío, la evidencia todavía es inconsistente, persistiendo la
discusión con relación a cuál es el perfil de los síntomas de la depresión en el adulto mayor, en
comparación con el adulto más joven. La idea que sí está clara es que la depresión en el adulto mayor
está modificada por una serie de factores relacionados con el envejecimiento y la presencia de
enfermedades crónicas.
Como la contribución genética disminuye con los años y existen alteraciones cognitivas asociadas a
lesiones cerebrales de origen vascular, se piensa que se trata de una entidad distinta; por lo tanto, en la
depresión de inicio tardío, después de los 65 años, hay un subgrupo importante en el que se sospecha
que el origen de ese cuadro depresivo, tiene relación con cambios vasculares cerebrales.
Según los resultados de las investigaciones epidemiológicas realizadas en sujetos jóvenes, existe una
asociación significativa entre historia de depresión y patología coronaria, esto es, existe una conexión
entre depresión y enfermedad cardiovascular, en general. Actualmente, esta asociación está
firmemente establecida en la literatura y la depresión aparece como una variable independiente de
otros factores de riesgo cardiovascular conocidos, como la historia de hipertensión vascular,
tabaquismo, obesidad y ejercicio físico. La depresión, sobre todo en sujetos jóvenes, se ha establecido
como un factor de riesgo independiente.
En esta misma línea, los estudios de seguimiento posterior al evento coronario muestran un aumento
significativo de la mortalidad asociada a la presencia de depresión; la depresión actúa como un
predictor de mortalidad post infarto del miocardio, de importancia equivalente a la presencia de
insuficiencia cardiaca. Lo interesante de esto es que la depresión aparece como un factor
independiente.
En los pacientes con depresión vascular aparecería un retraso psicomotor significativo, y más allá de
eso, también se describe la aparición de parkinsonismo, que con cierta frecuencia explica este retraso
psicomotor. Lo importante, desde un punto de vista clínico y de tratamiento, es que este tipo de
depresión parece ser más resistente al tratamiento habitual.
Depresión vascular
En un estudio muy importante, realizado en 1998, se analizaron múltiples parámetros relacionados con
la respuesta a tratamiento en el adulto mayor con trastorno depresivo, incluyendo la presencia de
lesiones vasculares subcorticales en la resonancia nuclear magnética (RNM), las respuestas
o performancesneuropsicológicas y un examen neurológico comparativo.
Estos investigadores hallaron que existe una relación significativa entre la resistencia a monoterapia, la
existencia de lesiones vasculares y la clínica diferencial de depresión vascular (por lo general, al iniciar
el tratamiento de un episodio depresivo se indica un antidepresivo, en una dosis y duración adecuada,
antes de decidir si el tratamiento está funcionando o no). También observaron signos extrapiramidales,
una constelación de reflejos arcaicos y fallas en pruebas de movimientos secuenciales, que
normalmente se encuentran alterados en patologías frontales o frontosubcorticales. Desde un punto de
vista neuropsicológico, las fallas en este grupo incluyeron problemas de codificación semántica y déficit
en funciones ejecutivas, memoria y lenguaje.
En otras palabras, estos son pacientes que al mismo tiempo que están deprimidos, presentan una
clínica que sugiere alteraciones cognitivas importantes que, con cierta frecuencia, indican la posibilidad
de que se esté iniciando un cuadro de demencia. Además, un subgrupo de estos pacientes transita a
cuadros de demencia vascular.
A pesar de que la evidencia que sustenta el concepto de depresión vascular es asociativa y no causal, su
estudio tiene gran importancia en el conocimiento de la etiología, tratamiento y prevención de los
trastornos depresivos.