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Título: El impacto de la ley 24.240 sobre la prenda con registro y secuestros prendarios
Autor: Chomer, Héctor Osvaldo
Publicado en: DCCyE 2011 (junio), 01/06/2011, 125
Cita Online: AR/DOC/1794/2011
La sala C de la Cámara de Apelaciones en lo Comercial vuelve sobre un tema aún en debate, cual es la
pertinencia de la aplicación de la ley 24.240 (Adla, LIIID, 4125) (modificada por la ley 26.361), en cuanto se
refiere a la regla de competencia instituida por el artículo 36.
Los prestigiosos magistrados que resuelven el recurso dan argumentos en pro y en contra de la llana
aplicación de aquel sistema en el caso de un secuestro prendario (dos vocales votan por la operatividad y el
restante la descarta en disidencia).
Los antecedentes y medulosos argumentos aparecen claramente explicitados en el fallo, pero me permito
agregar algunos otros en sustento de la pertinencia de aplicar la ley del consumidor al caso del secuestro
prendario (rectius: en rigor, aplicación de la ley 24.240 al contrato de mutuo con garantía prendaria, sin
perjuicio de cuál fuera la acción intentada).
Porque tanto en la ejecución como en el secuestro que se intentara con base en el contrato de prenda, es
claro que el negocio inmediatamente conexo reside en un mutuo (que, en definitiva, determina el monto de la
ejecución o sostiene la posibilidad del secuestro y ejecución extrajudicial).
Por consecuencia de ello, se está en presencia de un contrato de consumo, pues por medio del préstamo se
facilita la adquisición del bien que permanecerá prendado en seguridad del cobro.
Es obvio que esa presunción de que la relación es de consumo, ha de ser aplicada razonablemente con
atención a los sujetos del negocio y el tipo de bien adquirido. En tanto se trate el demandado de una persona
física y de un automotor aplicable al uso personal y familiar, pareciera que aquella opera sin cortapisas.
En ese supuesto, nótase que la permisión de selección de jurisdicción que operaba antes de la sanción de la
ley 26.361 ha quedado superada, pues prima la protección instituida a favor del consumidor, sin que sean
invocables otras reglas diferentes de su art. 36 (de orden público).
Aun por sobre la regla procesal del Cpr 4 que limita la declaración de incompetencia oficiosa, existe la ley
12.962: 28, en cuanto establece una competencia diferente "a opción del ejecutante...", mas ello, como dije
antes, ha quedado modificado por la ley 24.240, por cuanto la nueva redacción del artículo 36 (ley 26.361),
dispone que tal conocimiento corresponde al juez del domicilio del consumidor.
Ello, en la medida de que se trata de una regla de orden público (ley 24.240: 65), la cual es imperativa y ha
de ser oficiosamente aplicada por el magistrado, lo cual también descarta a la limitación del Cpr 4.
Es cierto que todo lo antes referido puede resultar aplicable a la ejecución prendaria, mas en el secuestro se
advierten diferencias que bien podrían oponerse a la procedibilidad de esta idea, pues éste proceso no admite
contienda ninguna.
Por cierto que ha existido duda sobre la naturaleza de este proceso; mas, en tanto hay pretensión (la de
secuestrar), hay igualmente instancia abierta y, por ende, existe acción judicial (ver sobre el punto: CNCom D,
8.8.96, Citibank NA y Muguillo, Roberto, en "Régimen General de la prenda con Registro", p. 215, Astrea,
Buenos Aires, 1984).
Si bien la ley 24.240: 36 (modificada por la ley 26.361), alude a que el "proceso" deberá iniciarse ante la
jurisdicción correspondiente al domicilio del consumidor, pienso que, para el caso, la acepción adoptada por el
legislador no descarta al secuestro prendario. Porque si bien es cierto que el secuestro no admite contienda (arg.
ley 12.962: 39 —Adla, VII229—), no lo es menos que el deudor tiene el derecho de que tal actuación sea
efectuada ante el juez correspondiente a su domicilio a fin de permitirle controlar la regularidad del trámite e,
incluso, procurar conciliar una solución que evite la realización privada; lo cual, obviamente, será, por lo menos
dificultoso, sino imposible, según sea la distancia entre el domicilio del consumidor y la sede del proceso y la
mayor o menor capacidad económica del demandado (Juzg. Comercial 10, 7.12.10, BBVA Banco Francés S.A.
c. Blanco, Diego Oscar).
Es que aparece absolutamente claro que supondría un grave obstáculo al derecho de defensa de ese sujeto,
imponer a quien se domicilia en una jurisdicción alejada de ésta, que está irremediablemente obligado a
presentarse en esta Capital a fin de dicho control de regularidad (pues, es notorio, que, en la mayoría de los
casos, esa lejanía lo impide).
Considero que nada agrega en este caso el fallo de la CSJN de 24.8.10, "in re" Compañía Financiera
Argentina S.A. c. Toledo, Cristian Alberto, pues el contexto expuesto en dicho expediente fue del todo diferente
y, en cualquier caso, no ha sido descartada allí la operatividad de la ley 24.240 ni su preeminencia por sobre la
ley ritual.
Queda abierto el debate, aunque pienso que, a los ojos del consumidor, no hay dudas de que la solución de la
sala C es la que aparece como la que más adecuadamente protege sus derechos.