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El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) pide que la comunidad
internacional reconozca el derecho fundamental de todo ser humano a disponer de agua-
El agua es un bien público fundamental para la vida. El acceso al agua potable y los
servicios sanitarios es indispensable para vivir dignamente y es condición previa para la
realización de otros derechos humanos.
No toda la sociedad puede tener acceso a este vital elemento a nivel mu dial, nacional y
local.
Acceso al agua.
Actividades:
¿A qué situaciones se aduce la falta de suministro de agua para las comunidades locales?
¿Por qué el autor del primer artículo sostiene que en Argentina”las guerras del agua a veces se
ganan y otras se pierden”?
¿Cómo hace la sociedad para contar con un suministro de agua cuando el estado nos e hace cargo
de ello’? Qué actores no gubernamentales participan?
¿Por qué las empresas no proveen del servicio a ciudades con menos de 50.000 habitantes?
Si Argentina reconoció el derecho al agua ¿quién debería hacerse cargo del suministro en las
localidades que aún no cuentan con el servicio?
Pensás que sería posible reciclar el agua y utilizar las aguas regeneradas para determinados usos?
¿Cómo y para que la usarías?
¿Qué pensás de la privatización del agua? ¿Considerás que es mejor para la población?
Agua: un derecho humano al que no todos acceden
Escasea o está mal distribuida, es causa de reclamos judiciales y donde hay suele tener
problemas de calidad; una carencia que es sinónimo de la pobreza rural y urbana
8 de diciembre de 2014
Según el Indec, las tres jurisdicciones provinciales donde más aumentó el número de
hogares sin acceso a agua corriente son la Capital Federal, Tierra del Fuego y Santa Cruz
El 16% de los argentinos no tiene acceso a agua potable. Son 6,4 millones de personas. Eso
si se tienen en cuenta las estadísticas oficiales. Si, en cambio, se miran los datos de
organizaciones no gubernamentales que trabajan en el tema, la falta de agua puede llegar
al 21% de los habitantes. Entre los dos últimos censos, los hogares afectados por este
faltante pasaron de 1.545.668 en 2001 a 1.956.089 en 2010. Y aunque las cataratas del
Iguazú estén colmadas, es Misiones la provincia en la que mayor cantidad de personas
carecen de agua corriente, faltante que afecta al 28% de los hogares. Le siguen la
provincia de Buenos Aires (25%) y Santiago del Estero (25%).
La falta de agua está asociada a la pobreza, sea urbana o rural. En las villas de emergencia,
la cantidad de familias sin agua llega al 55,8 por ciento. Sin embargo, es peor en el ámbito
rural. En Santiago del Estero, cuatro de cada diez hogares (41%) carecen de conexión de
agua corriente y deben buscarla fuera del hogar. Lo mismo pasa en el 35% de los hogares
de Formosa y de Chaco. Según la Fundación Plurales, hay casos en los que se debe
caminar entre cuatro y seis horas para conseguir el recurso.
El agua falta porque faltan obras. O porque, por culpa del cambio climático, dejó de llover
(y entonces surge una nueva demanda de obras). En Socavones, localidad de la provincia
de Córdoba, hace siete años que no llueve. El lugar tiene una extensión de 40km
cuadrados y una población de 100 habitantes. La sequía mató a casi todos los animales, ni
hablar de las huertas, fuente principal de alimentación de los habitantes.
En otros lugares, donde el servicio (a cargo de la empresa estatizada Aysa) está subsidiado, el agua
se derrocha. En la Capital Federal, el consumo diario por persona asciende a más de 560 litros,
mientras en el promedio del país es de 180 litros y la recomendación de la Organización Mundial
de la Salud (OMS) es de 50 litros mínimos para el consumo humano.
Para juntar 50 litros, en el paraje patagónico Fita Huao, a 150 km de Bariloche, hay que
desplazarse varios kilómetros y esperar por lo menos una hora. Allí viven siete familias
que utilizan agua de pozo. Pero una extensa sequía y las cenizas volcánicas de 2011
dejaron a los habitantes sin agua. "La fuente más cercana queda a 5 km y hay que ir al
menos dos veces por día, porque sólo se pueden llevar 25 litros en un viaje a caballo",
cuenta a LA NACION Rubén Curricoy, cuya familia vive en la zona. Estos 50 litros diarios se
distribuyen entre todos los miembros de la familia, los animales y las huertas, que hay que
regar tres o cuatro veces por día.
Según el Indec, las tres jurisdicciones provinciales donde más aumentó el número de
hogares sin acceso a agua corriente son la Capital Federal (462% más casos en diez años),
Tierra del Fuego (283%) y Santa Cruz (144%). En el mundo, las cifras tampoco son
alentadoras: 748.000.000 de personas aún viven sin acceso a agua potable, aunque son
2.300.000 menos en comparación con 1990, según detalla el último reporte de la OMS
sobre agua y saneamiento realizado en 86 países de bajos y medianos ingresos.
Y aunque los países más pobres invierten más dinero proporcionalmente en políticas de
agua y saneamiento que los países ricos, el 66% dice que el financiamiento no es
suficiente para lograr las metas del acceso al agua potable. Uno de cada cuatro de esos
países no reconoce el acceso al agua potable como derecho humano.
Marisa Arienza, de Green Cross, organización mundial con sede en la Argentina, encabeza
una suerte de cruzada personal contra lo que para ella es un mito. "Es falso que haya poca
agua", afirma. "Hay varios mitos. El primero es que hay poca agua, cuando en realidad el
agua está mal distribuida y es parte de la situación mundial -explica Arienza a LA NACION-.
El segundo mito es que tenemos el acuífero más grande del mundo [Guaraní], y con eso se
genera mucho desconocimiento."
La marginalización de las villas, cuyo número creció 156% sólo en la ciudad de Buenos
Aires (de 107.422 hogares en 2001 a 275.000 en 2013, según cifras oficiales), explica por
qué la Capital encabeza la lista de las jurisdicciones donde más aumentó el número de
hogares sin acceso a agua corriente. Entre 2001 y 2010, pasó de 827 a 4651, lo que
equivale a un incremento de 462 por ciento.
Diego Muñiz, vocero de Aysa (una empresa bajo control indirecto del sindicato del
saneamiento), explicó a LA NACION que las villas están dentro de la cobertura, pero "sin
acceso regularizado". De acuerdo con los últimos números de esa empresa, sus servicios
llegan a 10.625.043 habitantes en el área metropolitana, de los cuales "2,5 millones se
incorporaron a partir de 2006", afirmó.
Según la ONU, actualmente más del 50% de la población mundial vive en ciudades, pero
en 2030 esa cantidad subirá a 60% y en 2050 alcanzará el 70%, lo cual traerá más
necesidades y dificultades en la eficiencia del abastecimiento de agua segura. "Los núcleos
poblacionales más expuestos a la falta de agua de red y saneamiento son los que habitan
en la periferia de las grandes capitales, siendo el conurbano bonaerense el más
importante", puede leerse en Agua, panorama general en Argentina, publicado por Green
Cross en 2012.
Fuente: https://www.lanacion.com.ar/1750412-agua-un-derecho-humano-al-que-no-
todos-acceden
El Estado no garantiza la cobertura al 100% de la gente. Sólo en el GBA hay unos 800 mil
hogares en situación delicada. En ciudades de menos de 50 mil habitantes es clave el
trabajo de las cooperativas.
Los números del Censo 2010, presentados la semana pasada, además de confirmarlo, lo
desmenuzan: en 1.134.555 hogares se consume agua con bomba de motor; en 23.307,
con bomba manual; en 109.811, se saca del pozo sin un dispositivo específico; en 28.407,
por cisterna; y en 27.066 consumen agua de lluvia o de cursos de agua naturales. En total,
el 16% de las casas no tiene agua de red.
En ese escenario de focos múltiples que se extiende del Noroeste a la Patagonia, con
cuadros de mayor o menor gravedad, resulta vital el trabajo de una red de más de 800
cooperativas que procuran abastecer a las comunidades más necesitadas en el interior del
país. Son clave en ciudades de menos de 50 mil habitantes y su trabajo es muchas veces
exitoso, pero también insuficiente por falta de recursos y financiamiento. “Si no existieran
estas cooperativas –opina Pablo Vagliente, responsable del Programa de Acceso al Agua
de Avina–, esas personas no tendrían el recurso y el Estado tendría que generar una
respuesta a la demanda de servicio”.
El otro problema es el agua contaminada. En muchos lugares, donde el agua viene
saturada, por ejemplo, de arsénico, son las cooperativas las que filtran el líquido y lo
vuelven apto para consumo.
El agua es un derecho humano (la Argentina adhirió en la ONU junto a otros 147 países a
esa declaración), pero también un bien de cambio. Por lo tanto, aunque suene
contradictorio, le caben las reglas generales del comercio. “Las grandes ciudades son
abastecidas por empresas estatales provinciales o empresas privadas concesionadas en
los años ’90. Pero a muchas poblaciones, el agua no llega porque a las concesionarias no
les parece rentable ”, dice Vagliente. “Es ahí donde las cooperativas operan”, continúa.
“Pero les falta financiamiento: no logran tener acceso a créditos blandos para cambiar
cañerías o arreglar roturas y pérdidas, y muchas veces una simple rotura deja sin el
recurso a la población”, agrega.
Cuando el agua escasea, o cuando los mecanismos establecidos para conseguirla fallan, se
disparan situaciones de conflicto como la que atravesó Ushuaia el último mes. Una falla
por congelamiento en la red de cañerías dejó sin agua al 60% de la población en pleno
invierno. El primer efecto fue el de la incertidumbre frente a la falta del recurso para el
aseo personal y los hábitos indispensables, pero luego hubo que cerrar escuelas,
comercios y hoteles.
“Como no pueden pagar el agua en su domicilio, la municipalidad pone una canilla pública
y la gente va hasta esa canilla y carga con baldes. A otros lugares se lleva agua en
bidones”, dice.
La situación se complica en verano, cuando llega la sequía y la demanda crece. “El arroyo
de donde traemos el agua desaparece cuando hay una sequía. En el 2009 casi no teníamos
excedente y tuvimos que prohibir lavar veredas y autos y consumir de más. Tenemos el río
Paraná cerca, pero para extendernos hasta ahí necesitamos una inversión de más de 20
millones de pesos. Otra es ir al Acuífero Guaraní, pero perforar es muy costoso. Sin ayuda
estatal, no podemos”.
En Córdoba, José Bongiorno dirige la cooperativa de servicios públicos Unquillo
Mendiolaza Limitada, que abastece a La Calera, Salgán, Villa Allende, Mendiolaza, Unquillo
y Río Ceballos: 35 mil habitantes. “Tomamos el agua de dos diques, pero uno ahora está
seco. Ha dejado de llover más de la mitad de lo que tiene que llover en un año y eso
repercute en que nosotros cortamos el agua dos días por semana, las 24 horas, hasta fines
del año pasado. Ahora los cortes siguen pero son de 12 horas”.
Los casos se repiten. “El agua cruda que obtenemos presenta niveles de concentración de
arsénico y fluor superiores a los límites permitidos para la salud, por lo tanto debemos
tratarla antes de la distribución, que es por una red de cañerías de 1970 en un grado muy
avanzado de deterioro”, dice el ingeniero Marcelo Crespi, de la Cooperativa de Obras y
Servicios Públicos de Coronel Moldes. “Abastecemos a 4 mil socios. Pero en la actualidad
la situación económica de la cooperativa impide afrontar la renovación de la red y costear
la obra de la planta potabilizadora. La comunidad necesita una mejora de la calidad del
agua, pero carece de recursos porque no hay subsidios”.
Pero no hay que alejarse tanto. El área metropolitana también aparece sembrada de
problemas por el agua. La empresa pública AySA garantiza el suministro en la Capital
Federal y 17 partidos del Conurbano bonarense (atiende a más de 25% de la población).
Sin embargo, según datos de la ONG Espacio Agua, en el Gran Buenos Aires hay 800 mil
hogares en situación delicada. En varias casas de Esteban Echeverría o Almirante Brown,
según denuncian los vecinos, el agua sale marrón y contra eso todavía no hay recetas.
Fuente: https://www.clarin.com/medio_ambiente/Acceder-agua-odisea-millones-
argentinos_0_rkoYmtp2vQg.html