la Personalidad en su Contexto ¿Qué gatilló en el apóstol Pablo para escribir este importante tratado sobre los Dones que estamos conociendo como Motivacionales o que hablan de la Personalidad del creyente? Leamos Romanos 12.1-2: «Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros CUERPOS en SACRIFICIO vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro CULTO racional. No os conforméis a este siglo, sino TRANSFORMAOS por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que COMPROBÉIS cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.» En su acercamiento pastoral a los creyentes de la iglesia en Roma, el apóstol Pablo indica lo que ellos tienen que fijar como su objetivo personal (y también como objetivo colectivo) y trazar la ruta a seguir hasta la meta. Es necesario que observen sus CUERPOS para presentarlos delante de Dios, porque esto es particularmente importante y trascendente. Notemos que aquí el énfasis no está puesto en el alma o espíritu del cristiano, sino en su cuerpo de carne y sangre. ¿Qué dice sobre cómo presentar nuestros cuerpos ante Dios? 1. EN SACRIFICIO VIVO. Así como en el antiguo pueblo de Israel el creyente traía al altar del sacrificio un cordero SIN DEFECTOS, el cual moría por el perdón de sus pecados del creyente. En el caso del cristiano es él mismo quien debe morir; y como es un sacrificio vivo, debe morir de manera continua a sí mismo. Con el debido respeto, y solo para una mejor comprensión, parafraseamos las palabras de Juan el bautista y decimos: «Es necesario que Él −su presencia, su gloria, su gobierno− crezca en mí, pero que yo MENGÜE cada día» (Juan 3.30). 2. SANTO. El cuerpo del creyente debe consagrarse y dedicarse exclusivamente a Dios. No para vivir la vida como mejor le parece, ni para la familia u otros, ni para el logro de cosas o el placer. Nuestro cuerpo debemos presentarlo sacrificialmente a nuestro Dios, esto significa rendido solo a Él. 3. AGRADABLE A DIOS. Todo cuanto el cristiano es y lo que tiene debe consagrarlo a nuestro Señor, es decir, a la adoración y servicio Él, buscando agradar a Dios con su vida y en todo lo que hace. ALGO MENOS QUE LA DEVOCIÓN TOTAL OFENDE A DIOS Y ESTÁ LEJOS DE SU GLORIA. Así que, en primer lugar, al discutir la relación del creyente con Dios, las Escrituras son enfáticas en su exhortación: PIDEN LA DEVOCIÓN TOTAL. Es sólo mediante esta dedicación incondicional y sin reservas que los dones motivacionales que Dios estableció en nosotros cuando fuimos concebidos por nuestros padres, pueden ser utilizados de la forma en que Dios los diseñó. Como Jesús lo hiciera cuando dijo «no sois del mundo» (Juan 5.19), el apóstol Pablo nos advierte «no os conforméis a este siglo». De esta manera, y en segundo lugar, nos confronta con el mundo donde actualmente estamos para que lo observemos desde el prisma de Dios, con sus bondades por la actividad de Dios a través de sus hijos, pero también con los efectos provocados por la simiente de la corrupción. En consecuencia, el mundo, incluidos los cielos y la tierra con todo lo que en ellos hay está muriendo, y pasarán. Es por ello que nos impulsa a actuar de manera inteligente y nos señala el camino a seguir: TRANSFORMACIÓN. «transformaos por medio de la RENOVACIÓN de vuestro entendimiento». Es necesario un cambio radical de nuestra manera de ser y de pensar. Tenemos que aprender a levantar nuestra vista hacia el cielo, mientras el Espíritu Santo va purificando nuestros pensamientos por medio de la Palabra de Dios. Por ejemplo, para crecer en sabiduría, ¿dónde consultaremos o buscaremos? ¿En quién confiaremos? Sin lugar a dudas que encontraremos buena información por destacados profesionales o escritores, mas la Palabra de Dios está por sobre todos los pensamientos de este mundo (Proverbios 1.7). COMPROBACIÓN. A medida que nuestros pensamientos se van asimilando a los pensamientos de nuestro Señor, entonces vamos conociendo con mayor facilidad la voluntad de Dios y prefiriendo lo que Él quiere, esto es, «todo lo que es BUENO, agradable y perfecto». En consecuencia, comenzamos a experimentar la sabiduría de Dios. ¿Ya conoces cuál es tu don motivacional, el motor de tu personalidad? Marca el que tú crees que te representa más. Luego, los DOS que te representan un poco menos. ¿Predicación? ¿Servicio? ¿Enseñanza? ¿Exhortación? ¿Dar? ¿Liderar? ¿Compasión? Ahora, que los demás hermanos te indiquen el don principal que ven en ti.
ORACIÓN. Agradezcan a Dios por los DONES que les ha dado. Enseguida, ponlos en acción.