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Introducción
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Es necesario reconocer que en un curso de estas características, con un
programa tan extenso y con una dedicación horaria acotada, será imposible
abordar completamente todos los temas planteados, por lo tanto alentamos a
los participantes para que profundicen estos temas con la literatura
complementaria. Por otra parte estamos convencidos que el liderazgo, la
planificación estratégica y las asociaciones eficaces son materias que se
aprenden en la práctica cotidiana. Esperamos que cada uno de los
participantes pueda motivarse para vivir la experiencia.
Por supuesto que dicha cuestión no tiene respuesta fácil, pero aunque algunos
la consideren tan complicada como la que pregunta si es primero el huevo o la
gallina, a lo largo de este curso intentaremos fundamentar las siguientes
proposiciones:
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Las razones por las que un grupo de personas decide alinear sus esfuerzos
detrás de un líder pueden responder a múltiples causas y en cada caso habrá
que analizar los objetivos de la empresa 1, los objetivos particulares de los
seguidores, el entorno en que se mueve la organización, las características del
líder, las incertidumbres asociadas al emprendimiento, y el grado en que los
seguidores tienen cubiertas sus diferentes expectativas.
Otra consideración merece el hecho que el enfoque hacia los líderes trata
generalmente sobre los casos exitosos, pero poco dice sobre aquellos intentos
que fracasaron y que quizás podrían aportar interesantes argumentos para la
reflexión y el aprendizaje. También es necesario reconocer que en muchos
casos existen liderazgos genuinos y muy valiosos aunque los resultados
obtenidos no sean los esperados. El escenario deportivo permite analizar la
historia de muchos equipos, que en distintas disciplinas, han llegado a realizar
campañas sumamente meritorias, aunque quizás no hayan obtenido el máximo
galardón.
Estamos acostumbrados a juzgar a los líderes en función del éxito y quizás sea
correcto porque en definitiva los seguidores comprometen sus esfuerzos
aspirando a cumplir los objetivos. Pero esta tradición que denigra y derroca a
los líderes que fracasan también resulta cómoda y sirve de excusa para que
muchos de los seguidores expíen sus culpas o su falta de compromiso. Poner
el énfasis en el análisis del proceso liderazgo, en lugar de enfocarlo sobre la
figura del líder, requiere de un esfuerzo adicional para aplicar el pensamiento
sistémico, incorpora la problemática de la incertidumbre, obliga a repensar el
compromiso de todos los involucrados y sobre todo ayuda a que las
organizaciones interpreten la posibilidad de distribuir autoridades y
responsabilidades entre todos los participantes.
Con respecto a la distribución de responsabilidades, resulta motivadora la
propuesta de Mc Gill y Slocum (1998) quienes en su artículo titulado “Por favor,
un pequeño liderazgo” invitan a asumir el desafío de los problemas cotidianos
sosteniendo que: “El aprendizaje real del liderazgo sólo puede tener lugar
cuando la escala de liderazgo es reducida a la situación a nuestro alcance.”
Dichos autores justifican su propuesta explicando que generalmente tratamos
de abordar los grandes problemas que, si bien resultan acuciantes, están fuera
de nuestro alcance y ello provoca angustia, frustración y desaliento. Según Mc
Gill y Slocum: “Un pequeño liderazgo puede ser practicado
independientemente de la posición de poder” y agregan que “el primer paso
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consiste en volverse consciente de la voluntad de liderazgo (locus of
leadership) 2”.
Interpretar los pequeños liderazgos que están a nuestro alcance podría ser un
principio de solución para muchos problemas sociales. Ser cordial en las
comunicaciones, respetar las reglas de tránsito, asumir con compromiso las
responsabilidades propias de cada uno, puede sin duda ayudar a construir un
mundo mejor. Se trata de lograr masa crítica aprovechando la sinergia que
produce la correlación de los pequeños esfuerzos. Resulta interesante
reflexionar cómo, dicha sinergia, llega a manifestarse aún en ámbitos tan
generales y aparentemente desvinculados de toda planificación, como son las
situaciones de la vida cotidiana. Por ejemplo, el cartero siempre de buen
humor, la maestra comprometida, el almacenero amable, el vecino solidario, el
empresario responsable y muchos más, son vivencias que a diario recorro por
mi barrio y fortalecen mi espíritu, haciéndome sentir que a pesar de otras
situaciones que no son agradables, existe todavía la posibilidad de construir
una sociedad mejor.
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Evolución de las teorías de liderazgo
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personales, el énfasis fue puesto en las cualidades de comportamiento. El
Período Tardío del Comportamiento, que se caracterizó por adaptar las teorías
anteriores a la aplicación gerencial, bajo el supuesto de que los líderes no
causan directamente el comportamiento de los subordinados, sino más bien
proveen las condiciones y estímulos necesarios para ello. El Período Operante,
que consideró al líder como gestor de reforzamientos, bajo la creencia de que
con el comportamiento apropiado del líder se reforzarían los comportamientos
deseados en los subordinados.
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proponiendo considerar el liderazgo como un conjunto de funciones
distribuidas. En palabras de Schein: “Ninguna de las teorías le ha prestado
mayor atención a este punto pero para muchos observadores ha sido de gran
sorpresa descubrir que el liderazgo puede tener, para el grupo o para la
organización, una gran cantidad de funciones diferentes. Por consiguiente,
puede ser de más utilidad concentrarse en las funciones y no en el individuo a
quien se define como líder”.
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mezclados cada vez que un grupo de personas intenta abordar la problemática
del liderazgo.
Gestión de la Incertidumbre
Acabamos de introducir el éxito como variable para juzgar las tareas que
emprendamos, pero esta introducción no es casual, la idea de éxito está tan
arraigada en la filosofía occidental que influye fuertemente en nuestra forma de
plantearnos ante el futuro.
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compartido, son algunos de los factores que también influyen en la evaluación
del liderazgo.
Considerar la incertidumbre significa reconocer que cualquier resultado será
probabilístico, es decir que la obtención de los resultados esperados no
dependerá exclusivamente de la calidad y magnitud de nuestro trabajo, sino
que intervendrán diversos factores y variables.
En el segundo nivel nos encontramos con aquellos casos en que pueden tener
lugar diferentes resultados alternativos. Por ejemplo cuando una empresa
encamina sus esfuerzos hacia un sector que está en espera de una nueva
regulación, de la cual sólo se conocen ciertos indicios y que dependiendo del
texto final de la ley permitirá uno u otro niveles de desempeño, o cuando
intentamos una negociación sabiendo que podemos obtener diferentes niveles
de participación dependiendo de la forma en que se acomoden las diferentes
variables.
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Courtney y colaboradores también proponen la posibilidad de adoptar tres
posturas estratégicas como opciones ante los diferentes niveles de
incertidumbre, las que denominan como: configurar el futuro, adaptarse al
futuro y reservarse el derecho a participar. En la Figura 3 se presentan
esquemas de estas tres posturas que implican acciones positivas, a las que
hemos agregado dos posturas estratégicas negativas, como son la de impedir y
la abandonar.
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deberemos estar listos para utilizar las posibles combinaciones de
incertidumbres y posturas estratégicas, generando planificaciones que se
adecuen específicamente a cada una de las situaciones planteadas.
Pensamiento sistémico
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En palabras de Edgar Morin (2005): “La inteligibilidad de un sistema debe
encontrarse no solamente en el sistema mismo, sino también en su relación
con el ambiente, y esa relación no es una simple dependencia, sino que es
constitutiva del sistema”.
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adecuado equilibrio, entre la fuerza centrífuga que impulsa a los miembros a
salir de la organización e involucrarse con la inestabilidad de los factores
externos; y la fuerza de cohesión interna, que permite aislarse temporalmente
de las fluctuaciones y amenazas provenientes del medio, sumergiéndose en la
calma impuesta por las rutinas y programas propios de la organización.
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Planificación estratégica
Dado que las condiciones para el logro del objetivo, y el objetivo mismo,
pueden ir cambiando con el paso del tiempo, también será necesario que el
líder sepa compartir con sus seguidores la planificación y la evaluación de la
marcha del proyecto, teniendo en cuenta la posibilidad de realizar los ajustes o
modificaciones que sean convenientes. A este tipo de planificación que
considera las situaciones cambiantes del entorno se la denomina planificación
estratégica.
Pero nuestro propio esfuerzo no será la única variable de cambio, a lo largo del
tiempo surgirán nuevas condiciones del entorno que podrán ser favorables a
nuestros objetivos, o que podrán representar escollos con diferentes grados de
dificultad. También es probable que a lo largo de nuestro recorrido no nos
encontremos con situaciones adversas o barreras que impidan nuestros
planes, pero que sin embargo aparezcan otros factores no previstos, como el
surgimiento de nuevas regulaciones, innovaciones tecnológicas o
competidores, que hagan que nuestros objetivos de desempeño, aún habiendo
sido alcanzados, ya no representen los beneficios esperados en un principio.
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La figura 6 presenta un esquema conteniendo todos los aspectos analizados.
Por último es necesario reconocer que para implementar con éxito cualquier
planificación, se precisa de una administración eficiente que sea a la vez respetuosa
del nivel estratégico que la generó. Tomando por ejemplo la implementación de un
sistema de calidad en una organización, la planificación depende del máximo nivel de
dirección, donde se cuenta con la visión sistémica y con los recursos de información,
coordinación y negociación suficientes como para elaborar el plan. Por su parte, la
implementación depende de muchos empleados en diferentes niveles de
responsabilidad y cada uno de ellos deberá administrar sus recursos poniéndolos al
servicio de la planificación establecida. Si cada uno de los involucrados interpretara la
posibilidad de realizar cambios en la planificación, sin el control adecuado por parte del
nivel superior de coordinación, entonces todo el plan colapsaría.
Los siguientes aspectos sobre los que promovemos la reflexión pueden considerarse
factores clave del aprendizaje organizacional y corresponden a los conceptos de:
Autoridad, Motivación, Rol y Aprendizaje. La figura 7 muestra los factores clave del
aprendizaje organizacional.
Autoridad:
Generalmente se asocia la autoridad al poder ostentado por una persona de acuerdo al
cargo o a la función que ocupa en una organización, ya que el poder es precisamente
uno de los componentes fundamentales de la autoridad. Pero más allá de ello, cada
uno de nosotros a través de diferentes experiencias, hemos aprendido a reconocer que
a algunas personas les otorgamos mayor autoridad que a otras aún cuando todas
ocupen los mismos cargos. Esta última situación se explica postulando que existe un
segundo componente fundamental de la autoridad: el respeto.
Cuando una persona basa su autoridad solamente en el poder que le otorga su cargo o
la función que representa, es probable que pueda dirigir, pero quizás no ejerza un
liderazgo sobre sus colaboradores. En cambio aquellas personas que fundamentan su
autoridad en el respaldo de su trayectoria y se preocupan por construir vínculos de
confianza, no sólo lograrán dirigir sino que además liderarán a sus colaboradores
contando con la mayor motivación de estos para con la tarea emprendida.
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Desde la perspectiva señalada, es entonces posible reconocer cómo, mediante su
trabajo y su comportamiento, muchas personas generan nuevos espacios de autoridad
en la organización trascendiendo los establecidos para la función en que se
desempeñan. Esa autoridad adicional, cuando se reconoce como un compromiso
orientado a los objetivos de la organización, facilita la integración de grupos de trabajo,
reduce la posibilidad de conflictos improductivos y permite amalgamar los esfuerzos
individuales logrando sinergia y potenciando los beneficios. La política y el manual de
calidad de la organización cumplen una función importante como instrumentos
orientadores de los compromisos individuales y grupales, permitiendo reconocer y
potenciar las autoridades asociadas al desempeño de las diferentes funciones y
promoviendo la mejora continua en todos los ámbitos de la organización.
Motivación:
En realidad no podemos decir que un tipo de motivación sea mejor que otro. Sí
debemos reconocer que ambos son importantes y podemos analizar las
características propias de cada uno de ellos y su relación con nuestra
organización. A partir de dicho análisis, cada organización o grupo de trabajo
deberá establecer políticas adecuadas para la compensación de los
compromisos de su personal, de manera de respetar la equidad interna entre
diferentes cargos o funciones, y estableciendo un ambiente que permita
desarrollar la motivación interna sin descuidar los aspectos relacionados a la
motivación externa.
Rol:
Generalmente definimos como rol a cada una de las funciones que interpretan
las personas que integran un grupo, sean dichas funciones las establecidas
formalmente en un organigrama (gerente, supervisor, técnico, administrador) o
incluso aquellas más informales que se desempeñan de manera circunstancial
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(colaborador, acompañante, mediador en un conflicto). Independientemente de
la característica formal o circunstancial, el rol siempre contempla dos
componentes esenciales: la persona y el personaje.
Aprendizaje:
Autoridad Multidireccional
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distintas direcciones, concepto que proponemos aquí bajo el nombre de
“Autoridad Multidireccional”.
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visión sistémica y a partir de ello poder decidir qué tipos de estrategias son las
más adecuadas. Como dicen Osborns y col. (2002) “El liderazgo efectivo no es
universal, depende de una gran variedad de condiciones ambientales y
organizacionales, por lo que es necesario considerar una serie de teorías, más
que una teoría individual de liderazgo”.
Una ventaja de priorizar el estudio del liderazgo por sobre el estudio de los
líderes radica en la posibilidad de extender la vida útil del liderazgo. Enfocados
exclusivamente en la búsqueda “del líder” quizás no demos solución a los
problemas planteados, bien puede ser porque no encontremos la persona
capaz de gestionar, hacer crecer, administrar e incluso desactivar un proyecto
cuando esto sea necesario, o porque el proyecto deba ser trabajado a muy
largo plazo. Una disquisición interesante puede ser la de considerar aquí la
experiencia política de la Argentina, en donde el paradigma del líder
carismático imposibilita el surgimiento de planes a largo plazo. Prácticamente
no existen a ningún nivel de gobierno en la Argentina planificaciones que
excedan la duración de los mandatos.
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Utilizando términos metafóricos, el líder no se asemeja tanto al concertista
virtuoso sino al director de la orquesta, quien brega por mantener la armonía
del conjunto brindando lo mejor de sí y promoviendo la entrega de cada uno de
los músicos en favor de un beneficio grupal.
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el perfil de un líder sin hacerlo desde varias perspectivas. En el apartado
anterior, al analizar el ciclo de vida del liderazgo, propusimos la posibilidad de
compartir el liderazgo en una secuencia de responsabilidades que implicaban
diferentes habilidades y predisposiciones según la etapa del ciclo de vida. En
ese momento, a partir del reconocimiento de las propias expectativas también
estábamos definiendo perfiles personales de liderazgo. Peter Senge (2004),
por ejemplo propone otras posibilidades como son las de considerar al líder
como diseñador, mayordomo, maestro o inspirador.
La idea del líder como mayordomo ha sido utilizada por varios autores y
básicamente se refiere a destacar el espíritu de servicio que impulsa a sumir el
liderazgo con humildad, tomando consciencia que más allá de los propios
éxitos o fracasos importa la consideración sobre las personas y la sociedad. El
líder mayordomo es aquel que asume la responsabilidad y manifiesta su
compromiso poniéndose, antes que nadie, al servicio de la visión y al de sus
propios colaboradores.
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Para finalizar este capítulo conviene recalcar la importancia del dominio
personal y la integridad como fundamentos de un liderazgo basado en valores.
Como dice Senge (2004) “La verdadera eficacia estriba en saber qué es lo más
importante para nosotros. Si ignoramos que nos importa de veras, las prácticas
y métodos específicos para trabajar con el subconsciente corren el riesgo de
transformarse en técnicas mecánicas, simplemente un modo de manipularse
para ser más productivo.” También Badaracco (1994) hace un llamado a
trabajar por la propia integridad, y lo justifica enfatizando en una “Fuerte ética
personal”, en la “Confianza positiva en los demás” y en la “Visión apremiante”,
que define como el resultado de una creatividad personal e imaginativa que va
más allá del análisis, impulsando la iniciativa en las acciones, valor para tomar
riesgos y voluntad para las realizaciones.
En su libro “El desafío del liderazgo”, Kouzes y Posner (1999) proponen las
siguientes cinco prácticas fundamentales del liderazgo:
Desafiar el proceso
Inspirar una visión compartida
Habilitar a otros para actuar
Servir de modelo
Brindar aliento
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de las habilidades que deberemos desarrollar para enfrentarnos con autoridad
proponiendo nuevos desafíos.
Inspirar una visión compartida no es una tarea simple. Antes que nada
deberemos estar plenamente convencidos de las posibilidades concretas que
puede aportar dicha visión al desarrollo de la organización (empresa,
institución, sociedad o red en donde proponemos el nuevo escenario). El
estudio de dichas posibilidades deberá incluir no sólo aquellas favorables, sino
que deberemos tener la capacidad de prever la aparición de circunstancias
adversas, de modo de diseñar estrategias alternativas y planes de
contingencia. Las habilidades de comunicación, inspiradas en la propia
motivación y compromiso, serán las mejores herramientas para transmitir la
visión.
Parte de las tareas del líder es mostrarle a las personas que son capaces de
triunfar. Brindar aliento resulta ser una de las tareas fundamentales porque
seguramente el líder es consciente de su visión, está preparado para lidiar con
diversos niveles de incertidumbre, pero lamentablemente este tipo de
habilidades no es comúnmente desarrollada por todas las personas y es
seguro que muchos colaboradores se sentirán abrumados, precisando un
entrenamiento que les permita fortalecer tales habilidades y sobre todo un
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estímulo constante durante el desarrollo de sus tareas. Una de las habilidades
características del líder es el pensamiento sistémico, la posibilidad de
vislumbrar en un esquema mental toda la complejidad del sistema, pudiendo
prever diferentes circunstancias y relacionar cada una de ellas con las
capacidades y potenciales de sus colaboradores.
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