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MOORE
DESEADA
POR EL
SOLDADO
OSO
Capítulo Uno
Cecelia
-Cárgame-, suplicó Michael, con los brazos abiertos. Cecelia no pudo
resistirse. Él era demasiado adorable con sus confiados ojos azules y su
cabecita rubia. Ella levantó a Michael en sus brazos, balanceándo al niño
de cuatro años mientras su hermana y su hermano corrían alrededor de
sus pies.
Cecelia Conrad no solía ceder ante lo adorable. Con su pelo negro como
el cuervo y sus ojos verdes oscuros, prefería la noche al día, el misterio a la
alegría. Pero algo acerca de los niños iluminaba su espíritu. Fue por eso
que estudió desarrollo infantil en la universidad, y por lo que buscó
trabajo como au pair1 al graduarse, y eventualmente consiguió un trabajo
con la familia Johannsson.
Eran un hermoso grupo con su pelo rubio escandinavo y sus ojos azules
brillantes, todos excepto el padre, que parecía más mediterráneo que
escandinavo. Los niños se parecían a su madre, Diana Johannsson, una
mujer trabajadora con una sonrisa genuina.
En un día normal, Cecelia cuidaba a los niños mientras Diana dirigía su
propia empresa de marketing y su padre hacía de gran jefe en su bufete
de abogados, pero este no era un día normal. Estaban de vacaciones,
cambiando el bullicio de la ciudad por la tranquilidad de la naturaleza.
Mientras Cecelia sostenía a Michael en el porche de la cabaña de troncos
donde se alojaban, si un palacio de madera de dos pisos podía llamarse
cabaña, ella miraba hacia un bosque interminable.
-Eres un ángel-, cantó Michael, girando un pedazo de su pelo negro como
la noche alrededor de su dedo.
Cecelia sonrió y lo dejó en el suelo. -Ve a jugar-, alentó. Fue bueno que
lo hiciera. Tan pronto como los pies de Michael tocaron el suelo, tuvo hipo
y se convirtió en un cachorro de oso.
1
au pair. Termino Francés que significa “por mutuo acuerdo”. También se refiere a una
persona que es acogida temporalmente por una familia de una cultura diferente o país
diferente, los cuales le proveen alojamiento y comida gratis y a veces una pequeña
remuneración a cambio de que ayude con el cuidado de los niños y pequeños quehaceres en
la casa de la familia que la recibe.
-Ooops-, dijo cuando volvió a convertirse en un niño, cubriéndose la
boca. -Yo hipé-.
Gracias a la misericordia, la ropa de los cambiaformas regresaba con la
piel, pensó Cecelia mientras veía a Michael y a sus hermanos corriendo
alrededor. Si no, me pasaría todo el día vistiendo trillizos.
Cerca de allí, Diana se sentó en un sillón acolchado bebiendo una
limonada rosa que Cecelia sospechaba que tenía un trago de algo especial
añadido. Entre sorbos, hablaba en voz alta en su teléfono. -Ya echo de
menos la ciudad-, gimió ella. -No hay cosmopolitan en la Gran Frontera-.
Se detuvo. -Sí, madre, sé que podemos volver a casa en cualquier
momento, pero esto será bueno para nosotros. Tenemos al oso en la
sangre. Necesitamos amplios espacios abiertos-.
Se rió como si acabara de contar un chiste, pero luego su cara se puso
seria. -Madre, no otra vez. Aquí no hay peligro. Estás siendo hipersensible,
como la vez que pensaste que los trillizos se ahogaban en el mar y resultó
que sólo estaban viendo Bob Esponja. Necesitas gafas de vidente-. Se
volvió a reír.
Cecelia se desconectó de la conversación. Arreglando un botón en su
camisa de franela púrpura, se preguntó cómo era cambiar. Ella nunca lo
hizo, y nunca lo haría. La mayoría de los miembros de su familia eran
cambiaformas, pero el gen no siempre se transmitía de padres a hijos. Su
hermano mayor era un cambiante. A voluntad, se convertía en un gran
oso pardo, pero su corazón era gentil, al menos cuando se trataba de
aquellos a los que sentía que necesitaba proteger. Estaba en el ejército,
usando sus habilidades para el bien.
-Mi madre está con lo mismo otra vez-, dijo Diana desde su sillón,
guardando su teléfono. -Ser un vidente sólo es un don si puedes ver con
claridad-.
Eso era otra cosa que Cecelia se había perdido: regalos especiales. Era
raro, pero algunos cambiaformas podían hacer cosas extraordinarias,
cómo ver lo que otros no podía o hacer temblar la tierra con un pisotón de
su pie.
-¿Qué le preocupa esta vez?-, preguntó.
-Cree que estamos en peligro aquí en el bosque. Le dije que el único
peligro aquí era la habilidad de mi marido para hacer barbacoas-.
-Los temibles tres corren tanto que se comerían un plato de diente de
león si se lo dieras-.
-Puede que tengan que hacerlo si lo quema todo de nuevo. Estaba
pensando que... hay una casa en el árbol al final del camino. ¿Por qué no
llevas a los niños a jugar unas horas? Hay algo más a lo que quiero que mi
esposo le prenda fuego-.
Cecelia trató de no avergonzarse. Diana no tenía filtro. Era una de las
razones por las que la amaba, pero a veces era demasiado. -Predigo que
pronto habrá un cuarto cachorro-, dijo mientras empezaba a reunir a los
niños.
-Mi mamá también-, dijo Diana mientras se dirigían al camino. -Eso fue
hace tres años-.
Estaban siendo observados. Cecelia podía sentirlo. Puede que no fuera
capaz de convertirse en un oso como su hermano, pero aún así tenía los
instintos de un animal. Mientras los niños trepaban dentro de la casa del
árbol, Cecelia rodeó el claro, cazando al cazador.
-¿Quién está ahí?- Preguntó ella, mirando el espeso bosque a su
alrededor. El sentimiento desapareció.
Es la naturaleza, se dijo a sí misma. Hay muchas criaturas
observándonos aquí afuera. Ardillas. Búhos. Venado. Algo inofensivo.
Sin embargo, no pudo sacudir el desasosiego, así que decidió llevar a
los niños de vuelta a la casa. Les había dado a sus padres mucho tiempo
para divertirse. Después de una cena semi comestible en el porche,
Cecelia llevó a los niños a la cama, arropando a Michael al final.
-Cuéntame una historia", suplicó. -El de los tres osos-.
-¿Puedes prometerme que no tendrás hipo?-, preguntó ella,
levantando una ceja.
-Lo intentaré-, dijo, pronunciando su "r" como una "w".
-Está bien. Te contaré una historia-. Ella se sentó junto a él en la cama,
y él se acurrucó en sus brazos. A los niños les encantaban las niñeras con
curvas. Ser grande y hermosa la favoreció como au pair. En sus brazos, los
niños se sentían confortados y seguros.
-Había una vez una niña ladrona llamada Ricitos de Oro. Mientras
mamá, papá y Bebé Oso no estaban, la chica horrible entró a hurtadillas y
se robó toda la avena-.
-Boo!- los niños gritaron a la vez, los tres escuchando.
-No sólo se comió toda la avena, sino que la perezosa durmió en sus
camas. Cuando Mamá, Papá y Bebé Oso regresaron a la casa, estaban tan
molestos que Bebe Oso comenzó a llorar, lo que afortunadamente asustó
a la niña ladrona-.
-Me gusta esa historia-, dijo Michael bostezando. -Pero me da sueño-.
-Entonces cierra los ojos, osito-, tarareo Cecelia. -Todos ustedes-.
-No eres Ricitos de Oro-, proclamó Michael mientras cerraba los ojos. -
Eres un ángel. Tú cuidas a la gente-.
-No soy un ángel, pero es muy dulce de tu parte pensarlo-, dijo
mientras caminaba hacia la puerta para apagar las luces. -Buenas noches,
ositos. Duerman bien y yo mantendré alejados a los monstruos-.
****
****
Esperar fue una tortura. No sabía qué hacer consigo misma. Después
de pasear locamente por el camino, escuchando cada pequeño ruido,
finalmente se instaló en una mecedora que daba al frente de la casa.
Colocando una manta de punto azul sobre su camisa de franela para su
comodidad, ella estaba vigilando.
Nada de esto tenía sentido. ¿Por qué alguien secuestraría a toda una
familia? Lo único en lo que podía pensar era en que el Sr. Johannsson
había trabajado en un caso legal que enojó a uno de sus clientes.
Oh Dios... si Michael tuviera hipo y se convertía en un oso....
No podía pensar en ello, así que se mecía en la silla, esperando y
preguntándose. ¿Por qué no me llevaron?
Para cuando el sol colgaba bajo en el cielo, Cecelia perdió la esperanza
de que alguien viniera a ayudar. Luego vio luces delanteras que se
deslizaban a través de la ventana, atenuándose en la luz que se
desvanecía. Le había dado a su hermano la ubicación de la cabaña, pero se
olvidó de preguntarle cómo era ese tal Marcus. Fue un error. Por lo que
ella sabía, los secuestradores habían regresado.
De repente, se levantó de la mecedora y se deslizó detrás del sofá. Era
un pobre escondite, pero era mejor que esperar al aire libre ante peligros
desconocidos. La puerta de un coche se cerró de golpe y oyó pasos en el
porche. Poco después, la puerta principal se abrió.
¡Olvidé cerrarla! Se dio cuenta, enferma mientras miraba desde detrás
del sofá.
El hombre que se acercaba no caminaba como un soldado. Estaba
constituido como uno, con brazos fuertes que se notaban a través de su
camiseta, pero era rebelde, con masivos tatuajes en esos brazos fuertes y
bronceados y pelo oscuro que, aunque corto, era indisciplinado. Sus
instintos le decían que era del tipo rebelde y sin reglas. Su hermano era
exactamente lo contrario. Vivía para la estructura y la autoridad. Así es
cómo los soldados se mantenían vivos.
Una extraña sensación de déjà vu la atravesó, y ella cayó
tranquilamente detrás del sofá, con el corazón acelerado. Probablemente
iba a matarla, pero ella sólo podía fijarse en lo sexy que era el tipo. No
seas idiota, se regañó en silencio. No está aquí para ayudarte. Está aquí
para hacerte daño.
-Cecelia-, dijo el hombre desde algún lugar cercano. -Sal de detrás del
sofá. Soy yo, Marcus. Tu hermano me envió-. Había una impaciencia en su
tono, como si estuviera regañando a un niño, pero a ella no le importaba.
Se alegró de que fuera alguien bueno, aunque se veía tan peligroso.
-El sofá, ¿en serio?- Preguntó cuándo apareció. -Deberías haber ido a
por el armario de armas-.
-Alégrate de que no lo haya hecho-, dijo ella. -Gracias por venir-.
-Estaba obligado a hacerlo-, dijo, sonando como si no quisiera estar allí.
-Dime, ¿dónde está esta familia tuya?-
-Si lo supiera, no te necesitaría-.
-Oh, me necesitas, cariño-, dijo, sus ojos marrones serios. -Pero
probablemente sólo para hacerte entrar en razón. ¿Qué te hace pensar
que fueron secuestrados? Tu hermano me contó la mayoría de los
detalles, pero no estoy convencido. Cien cosas podrían haber pasado aquí.
Podrían estar enseñando a los niños a cazar como osos, o podría haber
surgido una emergencia y están en el hospital, o están atrapados en un
árbol en alguna parte-.
Ella puso los ojos en blanco, frustrada. Este no era un momento para el
humor de oso. -Confía en mí, algo va mal. Me lo habrían dicho si alguna de
esas cosas estuviera pasando-.
Todavía no estaba convencido. -Odio tener que decírtelo, pero sólo
eres la niñera. Eres la última de la lista de…- Marcus se detuvo y fue a la
chimenea.
-¿Qué pasa?- ella preguntó, uniéndose a él.
Suavemente puso su mano en la espalda de ella, protegiéndola, y señaló
con su otra mano por encima de la repisa.
-No lo entiendo-, dijo, sorprendida por lo familiar e íntimo que se sentía
su toque.
-El grabado en la madera. Es el símbolo de los cazadores de osos.
¿Estaba aquí cuando llegaron?-
Ahora lo entendió. Sorprendida, miró los garabatos en la pared que
formaba el símbolo. Parecía un sol primitivo, algo visto en una pintura
tribal. -No lo sé-, le dijo. -Hace demasiado calor para encender el fuego-.
-Ningún oso dormiría aquí si lo fuera-, dijo, su expresión como el acero.
-Esto es un problema-.
Finalmente estaba dando a la situación la atención que merecía, pero
no fue un consuelo para Cecelia. Fue peor de lo que ella podría haber
imaginado. Los cazadores de osos eran letales. Con un nudo en el
estómago, pasó su mano por el grabado. -Por eso no me llevaron. No soy
un oso-.
-Menos mal que yo lo soy-, reveló. -Puedo intentar rastrearlos-.
Significaba que se enfrentaría a los cazadores de osos por su cuenta,
pero ella no protestó. Los trillizos estaban ahí fuera. Inhalando
profundamente, Marcus absorbió el aroma de la familia, y luego salió. Ella
lo siguió y se paró en el porche.
-¿Qué puedo hacer?-
-Espera aquí-, instruyó, y luego cambió, convirtiéndose en un gran oso
negro con la misma rebeldía que su forma humana. Gruñendo hacia el
crepúsculo para dar a conocer su fuerza superior, olfateó el aire,
reconociendo el olor de la familia mejor que un sabueso, y se fue,
dejándola sola en la cabaña una vez más.
****
****
Marcus
Cecelia
****
****
Ella durmió desnuda a su lado, envuelta en sus brazos. Fue solo por unas
pocas horas, hasta que el sol salió para iluminar su camino, pero ella
estaba agradecida por el tiempo que pasaron juntos. Su sueño fué
profundo, debido a su agotamiento. Esta vez no hubo pesadillas. Sólo
había paz.
Cuando Cecelia despertó, trató de girarse hacia su amante, parpadeando
contra la luz del sol que entraba por la ventana, pero no pudo. Algo la
detuvo, la inmovilizó. Le llevó un momento darse cuenta de que su mano
estaba atada a la cama. Y que ya no estaba desnuda. Su franela había sido
cuidadosamente abotonada a su alrededor para mantenerla caliente.
-¡Marcus!- Llamó.
No respondió. Ella sabía que él no lo haría. Había hecho esto para
protegerla, dejando que se enfrentase solo a los Cazadores de Osos.
Capítulo Seis
Marcus
****
Cecelia
Eres más de lo que pareces. Donde hay poder para sanar, hay poder para destruir.
Ayúdalo. Ayúdalos a todos.
Un lobo saltó hacia ella. Mientras estaba en el aire, ella lanzó su mano
hacia él, imaginando que se rompía la pierna por la mitad. El lobo aulló y
no la alcanzó, aterrizando de costado. Cuando se levantó, sólo se sostenía
en tres patas.
Los otros lobos se congelaron, inseguros. Ahora sabían lo que era. Y ella
también.
Donde los lobos vacilaron, el puma tomó su lugar. Dejó caer su lanza y
corrió hacia ella, convirtiéndose mientras lo hacía en un enorme gato. Ella
quisó que el aire fuera expulsado de sus pulmones, y él cayó al suelo,
jadeando.
No seria una pelea. Seria una masacre, y ellos lo sabían. Los lobos
salieron corriendo, el herido cojeando detrás. Tan pronto como el puma
recuperó el aliento, hizo lo mismo, mirándola con desprecio brevemente
antes de correr hacia el bosque. Ella los habría perseguido, se habría
asegurado de que no volvieran a herir a otra familia, pero tenía que ver a
Marcus. Estaba muy malherido.
Ella hizo su propia transición. La paz y la luz que necesitaba para curar
superaron su rabia, calmando su sangre, y puso sus manos sobre Marcus.
No pasó mucho tiempo antes de que se sentara en su forma humana. Sin
dudarlo, la envolvió fuertemente en sus brazos.
-¿En qué estabas pensando?- preguntó él solemnemente. -Podría
haberte perdido-.
-Estaba pensando que había una familia que salvar. Y un compañero
para conocer mejor, un compañero que hace brillar la luz en mí-.
Juntos, con las manos bien apretadas, entraron en la cueva para esperar
a que los Johannsson se despertaran. Cecelia se sintió aliviada al ver que la
familia dormía tranquila y sin lesiones.
-No será fácil-, dijo Marcus. -Les hablarán de ti a los otros Cazadores de
Osos-.
-Déjalos-, profesó Cecelia, sin miedo.
Marcus apretó su mano. -Sé que ahora eres un súper soldado, pero aún
así voy a protegerte. No puedo no protegerte. Eres un pedazo de mí,
Cecelia. La mejor parte de mí-.
-Te dejaré-, dijo ella, -porque no puedo imaginar que no estés en mi
vida. Estoy sentada en una cueva después del día más infernal de mi vida,
y aún así soy feliz. Estoy tan feliz-.
Marcus besó su mano, sellando las promesas que se hacían entre ellos,
justo cuando Michael se movía.
El pequeño cachorro se sentó, frotándose los ojos. Al ver a Cecelia,
sonrió alegremente y habló.
FIN
CLARA
MOORE
Buscada por
El León Alfa
Capítulo Uno
Cassie
***
2
Turritopsis dohrnii, la medusa inmortal, es una especie de pequeñas medusas, biológicamente inmortales encontradas en el Mar
mediterráneo y en las aguas de Japón.
bromeó. Luego suspiró. -Pero ningún libro puede decirme por qué te
ves tan angustiado. Ninguno de los científicos, de todos modos-.
De repente, sintiéndose cansada, cerró los ojos y
comenzó a dormirse, permaneciendo despierta lo suficiente como
para sentir su pelaje recostado por la puerta mientras él yacía a su
lado.
***
***
Capítulo Dos
Sammi
***
Capítulo Tres
Nuevo México
***
La nieve rodeaba a Cassie, pesada e iracunda.
Apenas podía respirar, mucho menos ver. El invierno era letal, pero
ella no era su presa.
Grandes huellas de patas ensangrentadas fueron
impresas en la nieve. Los siguió uno por uno, sólo pudiendo ver
unos centímetros delante de ella.
Sólo se detuvieron cuando ella alcanzó una pálida
masa casi invisible en la tormenta nevada.
Era Gowon. Y estaba herido. Muy malherido.
Gowon
***
Capítulo Cinco
Cassie
***
***
Capítulo Seis
***
Capítulo Siete
Cassie
***
Gowon
***
Cassie
***
FIN
CLARA
MOORE
Buscada por
el Vaquero
Tigre
Capítulo Uno
Krista
No tenía sentido.
***
Derek
***
Capítulo Dos
Krista
La había.
—Dimos vuelta en el camino detrás de ti unas millas atrás y
vimos que tu líquido estaba goteando—, explicó Derek, y él fue a su auto y
abrió el capó.
—Así que para ti, los cambiaformas son más que leyendas.
Son parte de la historia—.
—Sí, pero la suya es la única que hay por aquí. Es un gran misterio, tanto
que no puedo evitar sentir que su muerte está relacionada con los colonos
perdidos. Es demasiada coincidencia tener dos grandes misterios en la
misma área. Cuando empecé a quitarle la tierra de los huesos, creí que
estaba descubriendo al primero de los colonos. Que este esqueleto me
llevaría a los otros. Pero ahora hay más preguntas que respuestas—.
***
Derek
Quería a Krista.
***
Capítulo Tres
Krista
—Tal vez los huesos son falsos—, sugirió Derek. —¿Ya los
has autentificado?—
***
Contenta en los brazos de su amante vaquero, Krista se había
quedado dormida, pero un susurro afuera la despertó. Extendiendo la
mano hacia el negro intenso que cubría la tienda, agarró su linterna y la
iluminó afuera.
***
Capítulo Cuatro
—Se han ido—, dijo en voz alta. —Los huesos se han ido—.
***
—Adelante—.
***
Derek
***
Capítulo Cinco
Krista
***
Bridget.
—¡Derek!—
—¿En serio?—
***
—¿Estás embarazada?—
Derek estaba aturdido, congelado por las noticias. De pie
junto a él en su dormitorio, una gran suite equipada con muebles oscuros,
Krista estaba segura de que se iba a desmayar.
—¿Ella lo sabe?—
FIN
CLARA
MOORE
Buscada por
el Lobo
Billonario
Capítulo Uno: Oscuridad
Las lágrimas caían por la cara de Sharee. De todas las cosas que ella
hubiera esperado que dijera, no era eso. No se suponía que se diera por
vencido. No se suponía que terminara así. Se sintió con el corazón roto y
más que un poco traicionada... lo cual estaba segura de que era
exactamente el efecto por el que él había estado escribiendo.
—Pensé que era muy oscuro—, dijo ella honestamente. —Tal vez un
poco, demasiado—.
Pero no importa cuán oscuros puedan ser esos terrores, sus libros
siempre contenían un mensaje de esperanza al final. No mucho
últimamente. Últimamente, sus libros se habían vuelto más aterradores,
más oscuros, de una oscuridad que no dejaba escapatoria. Ciertamente no
dejó ninguna salida para los protagonistas.
***
Tristán salió veinte minutos más tarde con dos tazas humeantes. Él
le dio una sin decir palabra, y Sharee aceptó el café por lo que era: una
ofrenda de paz para aplacar al asistente que se preocupaba por ella.
Admitió que ella debería haber sido la que le traía el café, pero con el
tiempo, los papeles se habían vuelto algo borrosos.
Sharee escondió una sonrisa detrás de otro sorbo de café. "Le dije
que se lo haría saber una vez que hablara contigo."
—¿Eso es mañana?—
***
Capítulo Dos: Amor
Sus padres le habían advertido que eso podría pasar. Le dijeron que
la llamada de la naturaleza se haría cada vez más fuerte a medida que
creciera. Parte de él esperaba que estuvieran exagerando. Resultó que
eran demasiado suaves en sus descripciones del impulso que
infaliblemente lo alcanzaba, como un reloj, una vez al mes. Hoy, Tristán
podía sentir el impulso correr por sus venas con renovada insistencia,
haciendo hervir su sangre y picar su piel con el deseo de derramarla.
La respuesta corta fue que no podía. La respuesta larga fue que no podía,
y lo estaba matando. Simplemente lo estaba matando estar tan cerca de
ella todos los días y no poder tocarla, o incluso decirle cómo se sentía
realmente. ¿Pero qué otra opción tenía? Jugaba con la idea de decírselo a
ella a veces, en la intimidad de su propia cabeza, pero las consecuencias
que se le ocurrían siempre eran desastrosas.
Una hora más tarde, Sharee estaba subiéndose por las paredes. Ella
se había ocupado de todas las maneras posibles, incluso devolviendo la
llamada de Sabrina para hacerle saber que Tristán no estaría disponible y
que él se pondría en contacto más tarde. Pero a pesar de lo desagradable
que fue esa llamada, no fue nada comparado con la conversación con
Derek Chapman.
El hombre estaba furioso. Esta era la tercera vez que Tristan lo
cancelaba, algo de lo que Sharee no sabía nada. Aparentemente, Derek
había hablado directamente con Tristán dos veces antes de reunirse, y el
hombre siempre lo había dejado plantado. Sharee le instruyó que siempre
pasara por encima de ella a partir de ese momento.
—Habla con él—, había insistido. —Hazle saber que está tirando
toda su carrera por la ventana—.
—Tal vez ese es el punto ahora. Tal vez este sea mi último libro—.
—¿Qué?—
—Te preocupas por mí. Eso está muy bien—. Tristán resopló. —Te
amo, carajo—.
Sharee lo miró. Vio como la comprensión de lo que acababa de
decir le bañaba. Sus ojos se abrieron de par en par y su piel palideció.
Parecía el proverbial ciervo atrapado en las luces.
—¿Qué?—
***
Capítulo Tres: Sangre
—¿Quién es?—
—Es Tristán—.
Golpeó cuando llegó al piso y Sharee puso los ojos en blanco. Claro,
ahora estaba siendo considerado.
***
—No importa—.
Sonrió. Respiró hondo y se recostó contra los cojines del sofá. —Lo
siento, Sharee—, dijo después de unos momentos de silencio. —De
verdad lo hago. Me comporté como un idiota—.
A pesar de ella, Sharee también tenía que sonreír. —Te has estado
comportando como...uh...eso, por un tiempo. Necesito saber qué está
pasando—. Ella esperó, y cuando él no le contestó, ella finalmente le
preguntó: —¿Todavía tengo trabajo?—
—No—.
—Oh—.
—No puedo olvidar—, dijo Sharee, —porque yo también te amo—.
¿Estaba loco? Sharee llevaba dos años fantaseando con sus labios.
—No me importaría en absoluto—.
Resultó que la realidad era mucho mejor que sus fantasías. El beso
de Tristán era tierno y, sin embargo, firme, rezumaba una fuerza silenciosa
y un instinto protector del que Sharee no sabía nada hasta que le apretó la
nuca como si estuviera hecha de cristal. Se acercó más a ella en el sofá, y
ella le envolvió un brazo alrededor de la cintura, consciente de no
sacudirlo demasiado.
Y entonces, así como así, se retiró. Sus ojos azules estaban muy
abiertos y su respiración era errática, y ella tenía la sensación de que no
tenía nada que ver con el deseo sexual.
Allí, a unos pasos de ella, yacía el lobo más grande que jamás había
visto. En realidad, nunca antes había visto un lobo, pero sentía que éste
tenía que ser grande. Era gris, y él la miraba fijamente.
Oh Dios.
***
Sharee la aceptó con gratitud. Ella sonrió cuando vio que era
chocolate caliente con pequeños malvaviscos flotando en él. —Gracias—,
dijo ella.
Ella lo miraba, y seguro que sólo llevaba sus vaqueros, y tenía una
venda en el hombro derecho.
—Sí—.
Sharee respiró hondo. —¿Y quieres decirme que ese lobo eras tú?—
—¿Quién lo dice?—
—Sí, pero—
Alargó la mano para tocarle la mejilla y la bajó para darle otro beso,
largo, lánguido y tierno. Sharee pensó que podría besarlo durante días y
días.
FIN
CLARA
MOORE
Buscada por
El Oso
Vikingo
Capítulo Uno
Kendell
Dios no, pensó ella, frenética. Por favor, no. Estoy tan
cansada de huir...
Dirigiéndose hacia la derecha, esperaba encontrar un árbol
al que pudiera trepar, pero corrió directamente hacia el costado de una
cueva, sin ninguna abertura a la vista. Estaba atrapada contra la roca.
Retroceder significaba entregarse a los lobos. Quedarse significaba dejar
que los lobos la encontraran.
***
Dermott
***
Capítulo Dos
Kendell
No podía leer cómo le hacía sentir eso. —¿Así que sabes que
los lobos que te perseguían también eran cambiaformas?—, preguntó.
—No creo que sea una buena idea—, dijo, erguido con
autoridad, mucho más alto que ella. —No con los lobos ahí fuera. No fue
un ataque al azar. Actuaron con intención. Te estaban rastreando—.
—Oso—, le recordó.
Era todo el aliento que necesitaba. Su beso se volvió mucho más inflexible,
consumiéndola con su necesidad de ella. La cogió en brazos y la llevó a su
habitación. Su cama era enorme, destinada al rey del bosque. Del resto de
la habitación apenas se dio cuenta, el calor en su cuerpo comenzaba a
subir.
Separó sus piernas y luego entró en ella, su polla enviando una onda
expansiva a través de su cuerpo. La llenó, golpeando cada nervio de su
cuerpo. Cuando empezó a empujar, su pulso coincidió con el de ella.
Estaba eufórico. No estaba en la cama con un hombre. Estaba siendo
apareada por un dios. Un sexy dios escocés, con un acento caliente y una
polla gruesa.
Sin embargo, pronto tendría que hacerlo. Ella estaba a salvo con él,
pero él no estaba a salvo con ella.
***
Capítulo Tres
Dermott
—¿Y?—, dijo.
—Tal vez ella le robó algo. O tal vez descubrió algo que no
debía. No lo sé. Como dije, no conozco todos los detalles, sólo que están
conectados. No es una damisela en apuros. Ella está involucrada en su
corrupción—.
***
Kendell
Dermott lo sabía.
***
La chica se rió. —Por supuesto que sí. Mira qué fuerte soy,
mamá. Y mira lo fuerte que eres tú también—.
***
Capítulo Cuatro
Dermott
***
Kendell
—Es un oso—.
—Tienes suerte...—
***
***
FIN