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Agosto 1

San Alfonso María de Ligorio


Obispo y fundador de la congregación del santísimo Redentor, y doctor de la Iglesia, san Alfonso María de
Ligorio nació en el reino de Nápoles en 1696, en el seno de una familia noble.
Su padre, capitán de las galeras reales, cuidó que desde muy pequeño tuviese una educación esmerada. A los doce
años de edad ya estaba en la universidad, donde estudió derecho, y a los dieciséis alcanzó el título de doctor.
Alfonso (cuyo nombre significa «dispuesto al combate») pronto alcanzó nombradía en la profesión de abogado.
Se refiere que en los ocho años que ejerció como tal, nunca perdió una causa y jamás se apartó de la justicia, y en
breve tiempo reunió una considerable fortuna.
En 1723, en pleito, se hizo cargo de la defensa del duque de Orsini contra el duque de Toscana, por la posesión de
una valiosa propiedad, convencido del derecho de su cliente. Pero el abogado de la parte contraria le mostró cierto
documento que echaba por tierra sus brillantes análisis y concluciones. Alfonso estudió nuevamente el caso y al cabo
confesó que se había equivocado. A consecuencia de ello abandonó la profesión, decidido a dar otra orientación a su
vida.
Después de vencer la resistencia de su padre realizó los estudios preparatorios, y en 1726 recibió las sagradas
órdenes. Comenzó a predicar, recorriendo las aldeas y ciudades napolitanas, en contacto especialmente con la gente
de los suburbios.
Seis años más tarde, con diez compañeros que albergaban los mismos ideales, fundó la congregación de
misioneros que se llamó del santísimo Redentor.
Durante más de treinta años Alfonso y sus misioneros recorrieron las provincias del reino, entregados a la
enseñanza de la doctrina y la cura de las almas, sobre todo en las zonas rurales y en las aldeas aisladas, logrando con
sus sermones numerosas conversiones.
Contra el deseo del santo, el papa Clemente XIII lo nombró obispo de Santa Águeda de los Godos, dignidad que
tuvo que aceptar por obediencia. A su pedido, Pío VI lo alivió del cargo en 1775,.
En su extrema vejez se retiró a su amada congregación en la casa de Nocera dei Pagani, donde murió el 1 de
agosto de 1787. Había sido combatido, rechazado, amenazado de muerte, perseguido y separado temporariamente de
su fundación.
San Alfonso María de Ligorio escribió muchas y notables obras sobre todo de teología moral, por las cuales el
papa Pío IX lo nombré, en 1871, doctor de la Iglesia. Entre ellas son dignas de destacarse las tituladas Teología
moral, Práctica de los confesores, Verdad de la fe, Conformidad con 1a voluntad de Dios, Visitas al Santísimo
Sacramento y, especialmente, Preparación para la muerte y Glorias de María.
Agosto 2
San Eusebio de Vercelli
Eusebio (cuyo nombre significa «piadoso») vivió en el siglo IV. Era natural de Cerdeña. Siendo muy pequeño
quedó huérfano de padre. Restituta, su madre, piensa entonces en vivir en Roma.
Debe educar a su único hijo. El pontífice Liberio lo toma bajo su protección. El joven crece y estudia, rodeado de
ejemplos de vida cristiana, oye rezar y reza, ve como hay que prodigarse al prójimo. Sabe dar limosnas y socorrer a
los desvalidos, a los más necesitados.
Son los días que en la localidad de Vercelli, en el Piamonte, muere el obispo. Entonces Eusebio es elegido como
sucesor. Corría el año 340.
Sus ansias de bien hacia la Iglesia lo llevan a innovar; desea formar un clero sano, fervoroso. San Ambrosio dice
que Eusebio fue el primero que en Occidente unió el ideal monástico con los deberes del clero, es decir, que
introdujo la vida común de los clérigos, pues conocía la vida monacal por haberla vivido durante su permanencia en
la Tebaida, en Egipto.
En ese tiempo el arrianismo había penetrado en la cristiandad occidental después de haber asolado a casi toda la
Iglesia de Oriente. Negaba la unidad, consustancialidad e igualdad de la naturaleza divina de las tres personas de la
Trinidad. El emperador Constancio – hijo de Constantino el Grande – se declaró protector de la herejía y persiguió a
los que sostenían el dogma católico.
Por pedido del papa Liberio – que quería terminar con aquellos conflictos – Eusebio, defensor del catolicismo,
concurrió al concilio celebrado en Milán a fines del año 355. Conociendo que los herejes auxiliados por Constancio
dominarían en la asamblea, se retiró a su iglesia. Por escrito, se le exhortó que asistiese a las deliberaciones y
suscribiese lo resuelto. Contestó Eusebio con dos cartas, una al emperador y otra a la asamblea, en las que accedía a
concurrir al concilio, pero advirtiendo que sólo haría lo que le pareciese justo y agradable a los ojos de Dios.
Asistió, pues, al sínodo, donde los arrianos quisieron que firmara la condenación de san Atanasio, el gran
campeón de la ortodoxia. Uno de sus primeros actos fue declarar imprescindible que todos suscribiesen el símbolo
de Nicea. Y aunque intervino personalmente el emperador, fue tan valiente y firme su actitud, que llegó Constancio
al extremo de amenazarlo con la última pena. De inmediato fue enviado al destierro siendo llevado primero a
Escitópolis, en Frigia. Allí sufrió durante amargos días la cárcel. De Escitópolis fue desterrado por segunda vez a
Capadocia, y de allí a la Tebaida superior, en Egipto. En cartas que envió a los fieles, relata los bárbaros atropellos
que los arrianos cometieron con él, sin que con- siguieran doblegarlo. Por eso, aunque no murió mártir, la Iglesia lo
considera tal.
Al morir el emperador Constancio el 3 de noviembre de 361, quedó libre de sus enemigos, los arrianos. Pasó a
Alejandria, donde en el concilio allí celebrado estuvo con san Atanasio, quien le encomendó una misión en Siria y
Palestina, cumplida la cual Eusebio volvió a Italia, para reintegrarse a su sede, en medio del júbilo de los fieles.
Todavía tuvo que enfrentarse con el arriano Auxencio, el intrigante arzobispo de Milán. Sobre los últimos años de su
vida nada se sabe de cierto ni seguro; ha de haberlos pasado en el ministerio episcopal.
Eusebio, el santo confesor, murió el 1 de agosto del año 371. Es patrono de los canónigos regulares.
Agosto 3
San Pedro Julián Eymard
En la diócesis de Grenoble, en La Mure d’ Isere, pequeña ciudad de Francia, nació Pedro Julián Eymard, el 4 de
febrero de 1811. Desde muy pequeño acompañaba a su madre diariamente a la iglesia y hasta cumplir los dieciocho
años trabajó con su padre en una prensa de aceite. Pasaba las horas libres en el templo y así nació su vocación
religiosa.
Un día, hablando con su progenitor, le comunicó la vocación que sentía. Éste negó su consentimiento. Estudió
entonces a escondidas latín. Más tarde ganó una beca y pudo entrar en un colegio, pero tuvo que abandonarlo por
imposición paterna.
Gracias a la mediación del abate Guibert, futuro cardenal y arzobispo de París, la resistencia del padre de Pedro
Julián fue vencida y el joven pudo ingresar en el noviciado de los oblatos de Marsella, en 1829. El trabajo intenso y
la dura disciplina debilitaron su salud.
Se lo ve más tarde en el seminario de Grenoble, donde en 1834 se ordena sacerdote. Durante los primeros cinco
años fue coadjutor en Chatte y luego párroco en Monteynard. Al cabo de ellos ingresó en la congregación de los
padres maristas de Marsella. Fue sucesivamente director espiritual del seminario menor de Belley, provincia de Lyón
y director de la tercera orden de María.
El santísimo sacramento lo atraía irresistiblemente; pensó entonces en fundar un instituto dedicado
exclusivamente a su culto y con ese objeto viajó a París en 1856 para exponer su plan al arzobispo de esa ciudad.
Salió entonces de la Compañía de María y así nació la congregación del santísimo sacramento, dedicada a adorar al
Señor, presente en la eucaristía, día y noche. En 1859 el papa Pío IX se refirió a ella con palabras laudatorias.
En 1862 ya había fundado tres casas. La congregación fue aprobada por la Santa Sede; la confirmación definitiva
vendrá en 1895.
El amor de Cristo lo impelía a predicar. Comprendió que las masas se alejaban de Dios porque no lo conocían.
Era menester sacar a Cristo del sagrario, mostrarlo a la gente como algo vivo, presente en todas las cuestiones de la
vida cotidiana. Y así fue su mensaje por toda Francia: «Sólo en la vuelta a Cristo sacramentado está la salvación».
Fundó, además de la congregación del santísimo sacramento, la congregación de religiosas siervas del santísimo
sacramento, dedicadas a la adoración perpetua, y organizó la archicofradía del santísimo sacramento, que acabó por
establecerse en muchas parroquias. Promovió por todo el mundo el culto a la santísima eucaristía.
Pedro Julián Eymard, en uno de sus viajes, conoció a la señorita Tamisier quien ingresó en la segunda de las
congregaciones nombradas. Cuatro años después, salía del convento para ser, en los diversos países, la viajera del
santísimo sacramento y la organizadora de los congresos eucarísticos, el primero de los cuales se celebró en la
ciudad de Lila en 1881.
Un día, en mayo de 1868, Pedro Julián se refirió en un sermón a las relaciones de la Virgen con la eucaristía,
terminando con las siguientes palabras: «Honremos a María con el título de nuestra Señora del santísimo
sacramento». Desde entonces, María es invocada en la Iglesia con ese título.
San Pedro Julián Eymard murió el 1 de agosto de 1868 y muy pronto florecieron milagros sobre su tumba.
Agosto 4
San Juan María Vianney
Nació en el pequeño caserío de Dardilly, cercano a Lyón, el 8 de mayo de 1786. Durante su niñez cuidó un
rebaño. Eran los tiempos de la revolución francesa. Los religiosos se ocultaban, perseguidos, y Juan Bautista María
recibió la primera comunión en un pajar, a los trece años de edad.
El ejemplo de aquellos heroicos sacerdotes conmovió al pastor de ovejas, quien deseó ser pastor de almas. Llegó
el concordato napoleónico y la paz empezó a brillar sobre las iglesias de Francia. Tenía veinte años de edad cuando
logró dejar la casa de sus padres e ingresar en el seminario. Antes no le había sido posible por dificultades
económicas.
Después de superar muchos obstáculos, el 13 de agosto de 1815 fue ordenado sacerdote. Tenía ya veintinueve
años. Durante tres años más continuó estudiando teología, al cabo de los cuales lo designaron párroco de la localidad
de Ars, que no habría de abandonar por el resto de sus días.
El 9 de febrero de 1818, Ars lo vio llegar. Triste, nuestro santo contempló el pueblo, un villorrio abandonado,
sucio, pobre. Siguieron los días. La taberna y las casas de juego absorbían los gustos de gran parte de la población,
compuesta de hombres ignorantes, indiferentes y llenos de desprecio hacia el cura intruso. ¿,Para qué lo necesitaban?
Vianney comenzó por ordenar la iglesia; hubo que reparar el altar, destrozado, y remendar con tablas el piso,
carcomido por las ratas. Fabricó bancos para que pudieran sentarse durante la misa; pulió la campana herrumbrada.
Visitó hogares, bautizó, enseñó el catecismo, preparó a los chicos y a los grandes para la primera comunión. Los
enfermos recibían los sacramentos. Durante el día era el mensajero de Dios. De noche, estudiaba teología, preparaba
sus sermones y leía la vida de los santos. Los domingos sólo las mujeres y los niños escuchaban misa. Tardaron unos
meses en agruparse los hombres. Su laborioso apostolado lo llevó a formar cofradías con la ayuda de sus primeros
amigos. El pueblo sin fe se transformó en un pueblo con fe. «Vivimos al lado de un santo» , era el comentario
habitual de la gente. De todos los lugares llegaban para conocerlo. Por sus manos pasaban importantes sumas de
dinero, que el destinaba a los pobres íntegramente.
Se lo veía vistiendo una deshilachada sotana de color indefinido, sus zapatos siempre rotos. Ars necesitaba una
escuela, un templo, un hospicio, un hospital, y el padre Vianney los hizo edificar. Fundó también un asilo llamado La
Providencia para niños y jóvenes huérfanos o abandonados. Comía escasamente y dormía poco; confesaba durante
dieciséis horas diarias. Así, durante cuarenta años, trabajó en la pequeña aldea de Ars.
Oraba y pedía a Dios. El mundo reconoció su virtud y a partir de 1827 comenzó aquel desfile de peregrinos, unos
veinte mil por año, que llegaban de todos los lugares de Europa y América para ver al santo. Dios le había otorgado
el don de profecía y en forma de recuerdos se le presentaban conocimientos de hechos ignorados que sorprendían a
los penitentes.
El cura de Arsfue el apóstol de su siglo. Murió el 4 de agosto de 1859, razón por la cual hoy es el día del párroco.
Certeras palabras las del obispo al despedir los restos mortales de san Juan María Vianney: «¡Oh tú, siervo bueno y
leal! Ya que fuiste fiel en lo poco, quiero encargarte de lo mucho. ¡Ven, entra en el reino de los cielos!
Agosto 5
Virgen Blanca - Dedicación de la Basílica de Santa María Mayor
Resulta que una vez, en Roma, allá por el siglo IV, había un matrimonio que poseía muchos bienes. Él se llamaba
Juan. Como no tenían hijos, decidieron dejar heredera de todos sus bienes a la Santísima Virgen. Y pedían con
insistencia que nuestra Señora les manifestase qué cosa de su mayor agrado podrían hacer por ella.
La noche del 5 de agosto se les apareció la Virgen en sueños. Y les dijo que su deseo era que le levantaran un
templo en el monte Esquilino, en cuya cima hallarían marcado el sitio.
Y fueron a contárselo al papa Liberio (352-366), el cual había tenido el mismo sueño esa noche.
El papa mandó juntar al clero, y acompañados de este feliz matrimonio se dirigieron al monte Esquilino, donde
encontraron marcado con nieve el plano del templo que habían de edificar,
Había en Roma muchos oratorios dedicados a nuestra Señora. Pero se pensó que éste debería ser considerado el
primero de todos ellos. Y por eso se le llamó el de Santa María la Mayor.
Por aquello de la nieve, esta advocación de la Virgen ha tomado el nombre de Santa María de las Nieves, o la
Virgen Blanca. Es patrona de Vitoria, porque así lo dispuso el mismo rey que la fundó, Sancho el Sabio de Navarra,
en 1181.
Agosto 6
La Transfiguración del Señor
Era el atardecer, cuando el Maestro invitó a Pedro, a Santiago y a Juan a ir con él a la cumbre del monte Tabor
para orar. Sabía el Señor del gusto de sus discípulos. Conversando amistosamente ascendían por el camino espiral de
la montaña. Pedro, Santiago y Juan hicieron un alto para disfrutar en esas alturas del esplendor del paisaje.
Los tres discípulos, unos días antes, habían oído a Jesús que les hablaba de su inminente pasión y muerte y, para
que la fe de ellos no vacilase, dispuso que esa noche contemplaran su gloria en la cima del monte.
Antes, les pidió que rezarán con él. Como la oración del Maestro se prolongaba, los discípulos, cansados, se
durmieron. Al despertar, lo vieron en el aire, circundado de luz. Brillaba como el sol su rostro. La ropa que lo cubría
poseía una blancura como nunca antes vieron los ojos humanos. Era el brillo de su divinidad que irradiaba a través
de la envoltura de su naturaleza humana.
¡Qué placidez! ¡Qué felicidad sin límites unía a Pedro, a Santiago y a Juan! De pronto aparecieron Moisés y Elías.
El rostro de Moisés resplandecía como en aquel tiempo cuando, al descender del Sinaí, los judíos tuvieron que cubrir
sus ojos deslumbrados por el fulgor. Y de igual modo se presentaba Elías, el ardiente profeta de Dios a quien una
llama de fuego en forma de carro había arrebatado al cielo.
Pedro dijo a Jesús:
- Rabí, qué bien estamos aquí! Levantemos tres carpas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
Mientras hablaba, súbitamente se formó una nube que los cubrió con su sombra y desde la cumbre se oyó una
voz:
- Este es mi hijo muy querido; escuchadlo.
Los tres miraron en derredor. Sólo estaba el Maestro. Se acercó Jesús y les dijo:
- Levantaos y no temáis.
En silencio comenzaron a descender. Mientras caminaban por el valle, escucharon la advertencia.
- A nadie contéis lo que habéis visto, antes de que el Hijo del hombre sea resucitado de entre los muertos.
Así fue la transfiguración de Jesús, uno de los mayores milagros realizados por Dios para manifestar la divinidad
de su Hijo. Desde entonces, el monte Tabor es la montaña de las montañas, el monte santo, objeto de veneración y
reverencia. Los fieles construyeron en su cumbre tres iglesias, por aquello de «las tres carpas», que dijo Pedro a
Cristo. Así lo testifica el escritor e historiador católico Beda.
Junto a las iglesias se levantó un monasterio, santuario devotísimo para los cristianos de todos los tiempos. En
Oriente, la fiesta de la transfiguración se celebraba ya en el siglo V y en ese mismo día. Los autores eclesiásticos
dicen que en Occidente la instituyó el papa Calixto III en el año 1457, con motivo de la victoria lograda contra 1os
turcos en Belgrado, con la conducción de san Juan Capistrano y la extendió a toda la cristiandad.
Esta solemne celebración enseña a la Iglesia una elevada espiritualidad. La liturgia lo expresa en el prefacio de la
misa del día, cuando señala que Jesucristo reveló su gloria en el monte que la tradición identifica con el Tabor, a fin
de «librar el corazón de los discípulos del escándalo de la cruz y manifestar que se cumpliría en el cuerpo de toda la
Iglesia lo que admirablemente resplandecía en su cabeza».
Hoy también el Señor nos invita a subir con él a la montaña, seguros en la fe de que nuestros padecimientos,
como los suyos, no terminan en sí mismos ni se deshacen en la muerte, sino que conocerán pronto una
transfiguración como ni siquiera podemos imaginar. Hoy también el Padre vuelve a revelarnos que Jesús es su Hijo
muy querido, y que nuestro deber y nuestra salvación consisten en escuchar su palabra llena de vida y verdad.
Agosto 7
San Cayetano
Nació Cayetano, de padres nobles, hacia el año 1480, en la ciudad de Vicenza, del señorío de Venecia. Sin
embargo, algunos autores afirman que vio la luz en Gaeta. Efectivamente, el nombre Cayetano proviene del término
latino caietanus, que significa «oriundo de Caieta», como se llamaba esa ciudad en la época de los romanos.
Antes de nacer, ya la madre lo había ofrecido a Jesús. De pequeño, por este motivo, se lo llamaba Cayetano de
Santa María.
Frecuentó desde muy joven las iglesias y le gustaba la soledad. En la universidad de Padua se graduó en
jurisprudencia, en 1504. Al morir su progenitora, sintió con mayor fervor su vocación religiosa. Se estableció en
Roma y el papa Julio II lo nombró protonotario apostólico y lo hizo camarero. Ordenado sacerdote en l516, entró en
la cofradía del divino amor.
Al regresar a Vicenza, encontró un conjunto de gente humilde, devota y ejemplar, que él llamó sociedad santa.
Deseó ser admitido como hermano y lo recibieron como padre y maestro.
Los aleccionó para que fueran útiles en el hospital de incurables y ejerció personalmente la caridad con los
enfermos. Su ejemplo cundió por toda la ciudad. Caballeros, nobles, militares y vecinos de gran fortuna acudían
como voluntarios al hospital. La gente hablaba de él: «Cayetano, varón de gran fe, noble e ilustre, ocupado en tan
humildes ejercicios». Su confesor, religioso de la orden de predicadores, le sugirió que se trasladara a Venecia. Allí
gastó gran parte de su fortuna en realizar obras de misericordia. Reparó el hospital, llamado Hospital Nuevo. El bien
que realizó no fue sólo material, sino también espiritual, pues indicaba, a la vez que la terapéutica para los achaques
del cuerpo, el remedio para las enfermedades del alma. Todavía se ve sobre la puerta principal del hospital la imagen
del santo y la inscripción en que se lo llama «amado fundador». Acostumbraba decir que en la iglesia se rendía a
Dios el homenaje de la adoración y «en el hospital lo encontramos personalmente».
Por segunda vez, por mandato de su confesor, se hizo presente en Roma, donde fundó otra congregación, para
combatir a los herejes. Tuvo por compañero a don Juan Pedro Caraffa, obispo de Chieti (Teati), hombre austero y
ejemplar que fue después el papa Pablo IV. El sumo pontífice Clemente VII aprobó esta orden en una bula
despachada el 24 de junio de 1524.
Cayetano fue un reformador. Un fin guiaba al nuevo instituto: proveer santos prelados, quienes no podían poseer
rentas ni pedir limosna, debiendo contentarse para su sustento con lo que espontáneamente se les ofreciera; es decir,
debían entregarse sin reserva en manos de la providencia. Clemente VI I los denominó clérigos regulares. En Italia
son llamados chietinos o teatinos por Juan Pedro Caraffa, que como dijimos era obispo de Chieti, que antiguamente
se llamaba Teati.
La orden nunca ha tenido un número elevado de miembros, pero ha ejercido gran influjo en cuanto a la
renovación de la vida cristiana en el seno de la Iglesia y en la transformación de las costumbres.
En el saqueo de Roma por las tropas de Carlos V, en 1527, Cayetano y sus religiosos fueron maltratados y
encarcelados por negarse a entregar los bienes eclesiásticos, que repartieron entre los pobres. Las herejías del año
1547 en la ciudad de Nápoles lo sumieron en una gran pena e hicieron reagravar la enfermedad que sufría desde
tiempo atrás. Abrumado por los achaques murió el 7 de agosto de aquel mismo año.
Su sepulcro se halla en la ciudad de Nápoles, en la iglesia de San Pablo. A él ruegan los sin empleo, para
conseguir ocupación, y los negociantes para el buen éxito de sus empresas. Se lo llama patrono del pan y del trabajo.
Agosto 8
Santo de Guzmán
«Tened amor; conservad la humildad; acumulad en vosotros los tesoros de la santa pobreza»: tal era el lema del
santo de Castilla cuyo abolengo venía del antiguo linaje de los Guzmanes. Era el peregrino que llevaba a las
ciudades, a los pueblos, a los villorrios y aldeas aquella claridad que alumbra el mundo.
Había nacido en Caleruega, villa de la provincia de Burgos (Castilla), en ll70. Cuenta la leyenda que estando su
madre, la beata Juana de Aza, encinta, tuvo un sueño misterioso en el que vio a su hijo bajo la forma de un perro, coa
una antorcha encendida en la boca. Esto fue como un signo para la madre. «Mi hijo – manifestó – será fiel a su fe, y
llevará en alto, como antorcha, la doctrina de Cristo, que hará conocer a los hombres de todas las razas». Y así
ocurrió.
La educación de Domingo – cuyo nombre significa «entregado al Señor» – fue confiada a su tío, arcipreste de
Gumiel de Iza, Ya adolescente, en la ciudad de Palencia estudió filosofía y teología. Su vocación era auxiliar al
prójimo. Vendió sus bienes para repartirlos entre los pobres y, una vez desposeído de riquezas, sacrificó lo único que
le restaba; los libros. A los que le reprochaban su venta, replicó: «¿Cómo podré yo seguir estudiando en pieles
muertas (así llamaba a los pergaminos) cuando hermanos míos se mueren de hambre?» En Osma fue ordenado
sacerdote y nombrado canónigo de la catedral. Tenía treinta años cuando comenzó su vida de predicador,
combatiendo a los herejes albigenses, quienes negaban todos los dogmas católicos, especialmente la encarnación y la
unicidad de Dios, afirmando la existencia de dos principios, uno bueno y otro malo; a éste último pertenecía la
materia y todo lo compuesto de ella.
Comenzó la lucha. Vinieron las burlas. Lo apedrearon por el camino. Su itinerario de evangelización ya estaba
trazado. No poseía albergue; dormía donde lo sorprendía la noche. Buscaba siempre alguna iglesia y muchas veces
tuvo por lecho un pajar. Oraba, hacía penitencia, su alimento era cada vez más frugal.
Refiere la leyenda que se le apareció la Madre de Dios y lo aleccionó en el rezo del Rosario, cuya forma
definitiva tradicionalmente se le atribuye y del que fue su principal propagador. En una iglesia de Roma conoció a
san Francisco de Asís, quien presentaba el aspecto de un mendigo. Los dos santos se abrazaron.
Fundó en 1215 la orden de los predicadores, conocidos comúnmente con el nombre de dominicos. El papa
Honorio III, en el año 1217, firmó su beneplácito y después ordenó a cien jóvenes eclesiásticos que vistieron el
hábito blanco, color que – según la leyenda – les impuso la Virgen. Por eso el escapulario de los dominicos también
es blanco. Recorrieron Francia, España, Italia, Hungría, Alemania, Inglaterra. Domingo de Guzmán rezaba por el
porvenir de la orden y la salvación de los hermanos que se hallaban en tan apartados lugares del mundo.
El viernes 6 de agosto de 1221 fallecía en Bolonia, rodeado de sus hijos en religión. Acostado el santo sobre unas
tablas, quiso oír el oficio de los que están en agonía. Y al rezar la antífona que dice: «Socorredme, santos de Dios;
salid al camino, ángeles bienaventurados» , en ese preciso momento expiró.
Su sepulcro se halla en Bolonia, en la iglesia que lleva su nombre
Fue canonizado por Gregorio IX en 1234. Es uno de los principales promotores del gran movimiento intelectual
de la edad media. De su orden salieron predicadores de la talla de san Vicente Ferrer y sabios como santo Tomás de
Aquino.
Agosto 9
Beato Juan Felton
Juan Felton nació en Inglaterra a mediados del siglo XVI, en la región de Norfolk. Sus padres eran católicos y
pertenecían a la nobleza. Más tarde se trasladaron a Southwark, en la proximidad del monasterio cluniacense de
Bermondsey.
Al llegar a la mayoría de edad, Juan se casó con una mujer también noble, amiga de la reina de Inglaterra. De esta
unión nació un niño, al que pusieron por nombre Tomás.
Malos tiempos eran aquellos para los católicos ingleses. Enrique VIII, rey de contradictorio carácter, había
consumado la separación de la Iglesia y fundado el anglicanismo. Isabel I, su hija, que lo sucedió en el trono,
acentuó las medidas represivas. El 25 de febrero de 1570, el papa san Pío V anatematizó a Isabel y sus partidarios
mediante la bula Regnans in excelsis por la cual se la privaba del trono y desligaba a los súbditos del juramento de
fidelidad. Llena de furor, la reina trató por todos los medios de que la bula no fuese conocida.
El 25 de mayo del mismo año, poco antes del amanecer, Juan Felton salió embozado de su casa. Bajo su capa
Ilevaba el texto de la excomunión papal, clavos y un martillo. Sigilosamente dirigió sus pasos hacia la mansión del
obispo de Londres y, llegado a ella, clavó en la puerta la bula pontificia.
Esta noticia se extendió de inmediato por toda la ciudad y la ira de la reina no tuvo límites. La policía
rápidamente detuvo a un conocido personaje católico y al registrar su morada encontró una copia de la bula.
Desesperado, incapaz de resistir las torturas, soltó el nombre de Juan Felton.
Detenido éste, se le formó proceso. En los interminables interrogatorios, Juan afirmó valientemente que antes que
fiel a su reina era fiel a Jesucristo. Fue sentenciado a la última pena y se fijó fecha para el suplicio.
El 8 de agosto de 1570, Juan Felton caminó decididamente al lugar de la ejecución. De vez en cuando, recitaba
los salmos penitenciales. Al llegar al patíbulo declaró, con voz firme, que nada tenía personalmente contra la reina y
que moría en defensa de la fe católica. Y para rubricar lo dicho, con gesto noble, se quitó del dedo un valioso anillo y
rogó que se lo entregaran a la soberana como obsequio suyo y en señal de que no le guardaba rencor. Después, de
rodillas, rezó el salmo Miserere y encomendó su alma a Dios.
Juan Felton fue un santo laico, modelo de hombre católico, que arrostró el martirio con serenidad y grandeza de
alma. Dejó un hijo de dos años de edad, quien al cumplir los veinte murió también mártir, como su padre, por
defender la fe católica.
Agosto 10
San Lorenzo
San Lorenzo vio la luz en el siglo III. Según parece, nació en Huesca, ciudad de Aragón, aunque también io
disputan Valencia y Córdoba. El papa Sixto II lo nombró primer diácono de la Iglesia romana. Su nombre significa
«laureado».
Por ese tiempo, el año 257, el emperador Valeriano desató una de las rnás crueles persecuciones contra los
cristianos. En ella, el 6 de agosto de 258, san Sixto fue preso y llevado a la cárcel. En el camino, salió a su encuentro
Lorenzo y le dijo
- ¿A dónde vas, oh padre, sin tu hijo? ¿A dónde vas, oh sacerdote, sin tu diácono?
A lo cual respondió el Pontífice:
- A ti, hijo mío, como más joven, te aguardan más rigurosos suplicios y más gloriosa victoria; anda a repartir a los
pobres los tesoros de la Iglesia.
Cumplió Lorenzo la voluntad del pontífice y empleó toda la noche en visitar a los pobres y repartirles los bienes
que estaban bajo su custodia. Al día siguiente regresó al lado de san Sixto, y viendo que ya lo llevaban a degollar,
corrió hasta él y dijo en voz alta:
No me desampares, padre santo; ya cumplí tus órdenes y distribuí los tesoros que me encargaste. Al oír estas
palabras y la mención de los tesoros, los funcionarios judiciales apresaron a Lorenzo y comunicaron lo ocurrido al
prefecto de Roma. Éste hizo llevar al diácono a su presencia y le preguntó por los tesoros de la Iglesia. Lorenzo, con
sagacidad, le contestó: – Si tienes tanta ansia de estos tesoros, dame dos o tres días para recogerlos y yo te los traeré.
Le pareció bien al prefecto y lo dejó sin guardia alguna. En aquellos tres días juntó Lorenzo a los ciegos, los cojos,
mancos y pobres todos a quienes habían socorrido y se presentó con ellos, diciéndole:
- Éstos son los tesoros de la Iglesia.
Al verse burlado en sus esperanzas, el furor se apoderó del funcionario. Mandó que lo azotaran y desgarraran sus
carnes, y viendo que no se quejaba, sino que incluso reía, exclamó:
– Tú eres un mago; pero yo te juro por los dioses que has de padecer tan graves penas como ningún hombre hasta
hoy las padeció.
Dio, pues, la orden y lo torturaron sin pausa con diversos y crueles suplicios, hasta que finalmente decidieron
asarlo en un lecho de hierro a modo de parrilla, en la cual no mostró el santo ningún signo de dolor; sino que,
estando asada una parte de su cuerpo, habló al tiránico juez y le dijo: – Ya está asada la mitad de mi cuerpo; manda
que me vuelvan de la otra parte y come. Así se mantuvo Lorenzo; hasta que llegado el plazo que Dios le había fijado,
volvió a decir: Gracias te doy, Señor y Dios mío, que ya he merecido entrar por las puertas de tu bienaventuranza.
Enseguida de lo cual expiró. Era el 10 de agosto del año 258.
Agosto 11
Santa Clara
El 11 de agosto la iglesia de Santa María de los Ángeles (llamada también de la Porciúncula), distante un
kilómetro y medio de la ciudad de Asís, recuerda en su día a Santa Clara. También es recordada en la iglesia de las
clarisas de dicha ciudad.
Si retrocedemos en la historia, vemos a la puerta de la iglesia a Clara Favarone, joven de dieciocho años,
perteneciente a la familia del opulento conde de Sasso Rosso. En la noche del Domingo de Ramos, Clara había
abandonado su casa, el palacio de sus padres, y estaba allí, en la iglesia de Santa María de los Ángeles. La
aguardaban san Francisco y varios sacerdotes, con cirios encendidos, entonando el Veni Creátor Spíritus.
Dentro del templo, Clara cambia su ropa de terciopelo y brocado por el hábito que recibe de las manos de
Francisco, que corta sus hermosas trenzas rubias y cubre la cabeza de la joven con un velo negro. A la mañana
siguiente, familiares y amigos invaden el templo. Ruegan y amenazan. Piensan que la joven debería regresar a la
casa paterna. Grita y se lamenta el padre. La madre llora y exclama: «Está embrujada». Era el 18 de marzo de 1212.
Cuando Francisco de Asís abandonó la casa de su padre, el rico comerciante Bernardone, Clara era una niña de
once años. Siguió paso a paso esa vida de renunciamiento y amor al prójimo. Y con esa admiración fue creciendo el
deseo de imitarlo.
Clara despertó la vocación de su hermana Inés y, con otras dieciséis jóvenes parientas, se dispuso a fundar una
comunidad. La hija de Favarone, caballero feudal de Asís, daba el ejemplo en todo. Cuidaba a los enfermos en los
hospitales; dentro del convento realizaba los más humildes quehaceres. Pedía limosnas, pues esa era una de las
normas de la institución. Las monjas debían vivir pendientes de la providencia divina: la limosna y el trabajo.
Corrieron los años. En el estío de 1253, en la iglesia de San Damián de Asís, el papa Inocencio IV la visitó en su
lecho de muerte. Unidas las manos, tuvo fuerzas para pedirle su bendición, con la indulgencia plenaria. El Papa
contestó, sollozando: «Quiera Dios, hija mía, que no necesite yo más que tú de la misericordia divina».
Lloran las monjas la agonía de Clara. Todo es silencio. Sólo un murmullo brota de los labios de la santa.
- Oh Señor, te alabo, te glorifico, por haberme creado.
Una de las monjas le pregunta:
- ¿Con quién hablas?
Ella contesta recitando el salmo.
- Preciosa es en presencia del Señor la muerte de sus santos.
Y expiró. Era el 11 de agosto de 1253. Fue canonizada dos años más tarde, el 15 de agosto de 1255, por el papa
Alejandro IV, quien en la bula correspondiente declaró que ella «fue alto candelabro de santidad», a cuya luz
«acudieron y acuden muchas vírgenes para encender sus lámparas». Santa Clara fundó la orden de las clarisas, rama
femenina de los franciscanos, y desde hace siete siglos reposa en la iglesia de las clarisas de Asís. De ella dijo su
biógrafo Tomás Celano: «Clara por su nombre; más clara por su vida; clarísima por su muerte».
Agosto 12
Beato Inocencio XI
Benito Odescalchi, tal era su nombre, nació en Como (Italia), en un hogar de la clase noble, el 19 de mayo de
1611. Estudió con los jesuitas de su ciudad natal, después en Roma, y se recibió de abogado en Nápoles.
Urbano VIII lo designó protonotario apostólico y le encargó la administración de los Estados Pontificios. En 1650
se ordenó sacerdote en Novara y al año siguiente fue consagrado obispo. En 1656 residía en Roma y ya era cardenal.
Veinte años más tarde, el 21 de septiembre de 1676, ocupaba la silla de san Pedro, con el nombre de Inocencio
XI.
En el ejercicio de tan elevada función, brillaron sus dotes de buen administrador y reformador tenaz de las
costumbres. Combatió sobre todo el nepotismo, o favor desmedido dispensado a los parientes y amigos, que había
echado hondas raíces en los altos cargos, tanto seglares como eclesiásticos.
Amante de la pobreza, enemigo del lujo, suprimió el boato en la corte pontificia, redujo los cargos, e hizo que los
impuestos o tributos recayeran principalmente sobre los ricos; vigiló los precios e hizo que se mejoraran las tierras.
Con las economías que introdujo, logró formar un capital con el cual pudo combatir la miseria.
En todos los aspectos de la vida puso la impronta de su espíritu moralizante y renovador.
Uno de los momentos más dramáticos de la vida de nuestro beato está relacionado con la expansión otomana en
Europa. En 1683 un ejército de alrededor de doscientos mil hombres se acercó a Viena. Inocencio XI había
elaborado el grandioso proyecto de organizar una liga santa que los detuviera. Para ello era menester que cesaran las
mezquinas ambiciones y conflictos entre los príncipes de las casas reinantes. Al fin, pudo lograr una alianza entre el
emperador de Austria, Leopoldo I, y Juan Sobieski, el heroico rey de Polonia, en un crucial momento, pues los turcos
habían puesto sitio a la ciudad. Dirigidos por el héroe, el 12 de setiembre de 1638 tuvo lugar la batalla, y contra toda
previsión, con la total victoria de los cristianos. Con ocasión de ese hecho, el 25 de noviembre del mismo año, el
Sumo Pontífice instituyó la fiesta del santísimo nombre de María, bajo cuya invocación habían combatido los
europeos, pues atribuyó aquel triunfo exclusivamente a la mediación de la Virgen. Inocencio murió en 1689.
Agosto 13
Santos Ponciano e Hipólito (mártires, siglo III)
Estuvieron toda su vida discutiendo. Y al final murieron junto, como si nada hubiera pasado.
Uno de ellos se llamaba Ponciano y era papa. El otro, Hipólito y era sacerdote. Los dos pertenecían a la misma
Iglesia. Los dos trabajaban por el mismo Cristo. Pero doctrinalmente eran distintos y se pasaron toda la vida
discutiendo.
Cuenta la historia que Hipólito, incluso se declaró alguna vez antipapa, porque pensaba que la Iglesia se hundía
en la miseria en manos de Ponciano, el papa de verdad.
El final fue distinto. Porque los dos se encontraron con el mismo emperador: Maximiliano. El cual agarró a los
dos enemigos, y los plantó juntos en las minas de Cerdeña, donde tenía que trabajar muy duramente. Y allí murieron
juntos, mártires de su fe.
Ahora celebramos su fiesta, su enemistad y su martirio.
Todo esto nos sirve a nosotros para enterarnos que, dentro de la Iglesia de Cristo, hay sitio para todos.
Ponciano fue papa durante cinco años; entre el año 230 y el 235.
Agosto 14
San Maximiliano María Kolbe
El 17 de octubre de 1971 fue solemnemente beatificado en la basílica de San Pedro, en Roma, por su santidad
Pablo VI, el padre Kolbe, muerto por los nazis, durante la segunda guerra mundial, en el siniestro campo de
concentración de Auschwitz. Ofreció su vida en lugar de un prisionero, el sargento Francisco Gajowniczk,
condenado con otros nueve como represalia por la huida de un preso. El guardia, asombrado ante tal proceder, le
preguntó:
- ¿Por qué eso?
- Él tiene esposa y cinco hijos -respondió.
En 1971, el sargento, que tenía entonces sesenta años, asistió a la beatificación, en Roma, de su salvador,
acompañado por tres mil polacos.
Maximiliano María Kolbe nació en Zdunska-Wola (Polonia Central) el 7 de enero de 1894, segundo de los dos
hijos de un matrimonio de tejedores, muy devotos: María Dabrowska y Julio Kolbe. Al niño lo bautizaron con el
nombre de Raimundo, que significa «el que aconseja con el ejemplo». Raimundo es el futuro Maximiliano.
María Dabrowska da a conocer, por palabras de su hijo, que en aquel entonces tendría seis u ocho años, la
aparición de la Virgen ofreciéndole dos coronas, una blanca y la otra roja. La blanca significa la pureza, la roja el
martirio.
Ingresó con vocación en la orden de san Francisco y vistió el hábito. Siguiendo las reglas, le cambiaron el nombre
por Maximiliano. En 1912 completó en Roma sus estudios eclesiásticos; en la pontificia universidad gregoriana, en
1915, se doctoró en filosofía y, cuatro años después, en teología. Su gran día: el 28 de abril de 1918, en que fue
ordenado sacerdote. Con anterioridad había fundado la milicia de María Inmaculada. Los caballeros de la milicia se
comprometían a un ofrecimiento total a María y debían llevar siempre la medalla milagrosa.
«El periodismo - decía - es el arma más rápida para expandir la doctrina de Jesús». Aparecen dos publicaciones:
El caballero de la Inmaculada, y un diario para los obreros: El pequeño diario.
Parte para el Japón y, sin conocer el idioma, en la ciudad de Nagasaki establece una imprenta. Los ejemplares
pasaban de quince mil, «todo un milagro», como él repetía, pues los católicos representaban una minoría. (La
imprenta sobrevivió a la bomba atómica que devastó la ciudad.)
En 1938 inauguraba una emisora radial. Nació la revista azul El Caballero de la Inmaculada.
Su salud fue siempre precaria. En 1922, al dejar el sanatorio, queriendo instruir en religión a los universitarios,
militares, obreros, colegiales, levanta centros marianos. Con actores polacos había ideado fundar una productora de
películas cristianas.
En 1939 los nazis lo apresan. Al enterarse que es sacerdote católico, en la prisión de Pawiak, sufrió malos tratos.
Pero él se las ingeniaba para confesar; apaciguaba, aconsejaba a los presos que rezaran, encomendándose a Dios.
En el bunker de la muerte, fue sometido con otros nueve compañeros al suplicio del hambre. Siempre rezando,
Maximiliano Kolbe ayudaba a los demás a bien morir. Su propia muerte se iba acercando, pero los guardias
necesitaban la celda para nuevos prisioneros y le apresuraron el fin con una inyección letal. Así, el 14 de agosto de
1941 su bendita alma salió de este mundo.
Por decreto del papa Pablo VI se lo declaró patrono principalísimo del periodismo cristiano en todas las ramas de
las comunicaciones sociales.
Ha sido canonizado por su compatriota Juan Pablo II, quien no deja de proponer su vida de entrega a Cristo, a
María y al hombre concreto, como ejemplo para todos los fieles en las puertas del tercer milenio cristiano.
Agosto 15
La Asunción de la Virgen María
Hoy se conmemora la resurrección de la Virgen María y su asunción en cuerpo y alma al cielo.
En el himno de vísperas se dice: «Cuando os llamaron las recompensas celestiales que estaban preparadas para
vos, el amor rompió los lazos que tenían a vuestra alma cautiva en la cárcel del cuerpo mortal; pero la muerte,
vencida por el fruto de vuestro seno, no pudo tener el imperio sobre vos, y no se atreve a retener en las cadenas a la
que ha dado al mundo el autor de la vida».
Se ignora el día en que murió María, tal vez en Éfeso o en Jerusalén. Se cree que fue cincuenta y siete años
después del nacimiento de Cristo y a los veintitrés de su pasión, siendo la edad de la Virgen de setenta y dos años. Se
ha discutido si murió realmente o fue el suyo una especie de sueño de amor divino. En los primeros siglos del
cristianismo se lo llamaba dormición de santa María, y la Iglesia oriental celebraba su tránsito el 18 de enero. El
emperador Mauricio, en el siglo VI, trasladó la fiesta al 15 de agosto.
La Iglesia fija la atención en el hecho de que la Virgen subió a los cielos en cuerpo y alma. En la anunciación, el
ángel Gabriel la llama «llena de gracia», nominación que no le hubiera correspondido de haber tenido vínculo con el
pecado original. Siendo así, estando exenta de la caída del primer hombre, su cuerpo no podía corromperse en el
sepulcro. Sobre este fundamento, el 8 de diciembre de 1854 Pío IX proclamó el dogma de la inmaculada: María es
madre de Dios, corredentora, llena de gracia, virgen perpetua. Como Jesucristo, su Hijo, ella ha vencido a Ia muerte.
Su gracia es mayor que la de todos los santos juntos.
EI dogma de la asunción de María fue proclamado por el papa Pío XII, el 1 de noviembre de 1950. En la bula
definitoria dice: «Proclamamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que la inmaculada Madre
de Dios, la siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria
celestial». Es decir, que María se encuentra anticipadamente en la situación a la que llegarán los demás justos sólo el
día de la parusía del Señor, gozando en el paraíso, en cuerpo y alma, de la presencia de Dios.
En Ia constitución apostólica Munificentissimus Deus dice Pío XII: «Lo que se conmemora en esta festividad es
no sólo el hecho de que el cuerpo sin vida de la Virgen María no estuvo sujeto a la corrupción, sino también su
triunfo sobre la muerte y su glorificación en el cielo, a imitación de su Hijo único Jesucristo». Y agrega, citando a
san Juan Damasceno: «Convenía que aquella que en el parto había conservado intacta su virginidad conservara su
cuerpo también después de la muerte libre de la corruptibilidad. Convenía que aquella que había llevado al Creador
como un niño en su seno tuviera después su mansión en el cielo. Convenía que la Esposa que el Padre había
desposado habitara en el tálamo celestial. Convenía que aquella que había visto a su Hijo en la cruz y cuya alma
había sido atravesada por la espada del dolor, del que se había visto libre en el momento del parto, lo contemplara
sentado a la derecha del Padre. Convenía que la Madre de Dios poseyera lo mismo que su Hijo y que fuera venerada
por toda criatura como Madre y esclava de Dios».
«Ya desde el siglo segundo – prosigue Pío XII – los santos Padres presentan a la Virgen María como la nueva Eva
asociada al nuevo Adán, íntimamente unida a él, aunque de modo subordinado, en la lucha contra el enemigo
infernal, lucha que, como se anuncia en el protoevangelio, había de desembocar en una victoria absoluta sobre el
pecado y la muerte, dos realidades inseparables en los escritos del apóstol de los gentiles. Por lo cual, así como la
gloriosa resurrección de Cristo fue la parte esencial y el último trofeo de esta victoria, así también la participación
que tuvo la santísima Virgen en esta lucha de su Hijo había de concluir con la glorificación de su cuerpo virginal, ya
que como dice el mismo apóstol: Cuando esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra
escrita: «La muerte ha sido absorbida en la victoria».
«Por todo ello, la augusta Madre de Dios, unida a Jesucristo de modo arcano, desde toda la eternidad, por un
mismo y único decreto de predestinación, inmaculada en su concepción, virgen integérrima en su divina maternidad,
asociada generosamente a la obra del divino Redentor, que obtuvo un pleno triunfo sobre el pecado y sus
consecuencias, alcanzó finalmente, como suprema coronación de todos sus privilegios, el ser preservada inmune de
la corrupción del sepulcro y, a imitación de su Hijo, vencida la muerte, ser llevada en cuerpo y alma a la gloria
celestial, para resplandecer allí como reina a la derecha de su Hijo, el rey inmortal de los siglos».
En homenaje a la asunción de nuestra Señora se constituyó en Nimes, en 1847, la orden francesa de los padres
agustinos de la Asunción, cuyo fundador fue el abate Alzon. La congregación de mujeres está consagrada al cuidado
de los enfermos pobres.
Agosto 16
San Esteban, rey de Hungría
Era un príncipe del reino húngaro. A los diecisiete años se hizo cristiano por la predicación de san Adalberto,
obispo de Praga.
Al año siguiente era proclamado duque de los húngaros. Como primer programa de gobierno, se propuso la
cristianización del país.
El año 1000 mandó emisarios a Roma para conseguir el título de rey y poder establecer nuevas iglesias en los
pueblos convertidos. El papa Silvestre II se lo concedió.
En poco tiempo, toda Hungría quedó cubierta de iglesias, escuelas y monasterios. El rey se había convertido en
misionero.
Era un padre para su pueblo. No había enfermedad que no remediase ni necesidad que no socorriese. Todos
acudían al él. Entraba en las chozas de los pobres para dejar limosnas; buscaba a los peregrinos que dormían en los
soportales.
Era guerrero afortunado, juez severo y administrador inteligente. Aún se conservan las leyes que dio a su pueblo:
simples, rígidas y austeras, retrato del espíritu de su rey.
Vivió siempre el lema que dejó en herencia a su hijo: «El rey que no escucha la voz de la misericordia, es un
tirano».
Agosto 17
Jacinto de Polonia, religioso (1185-1257)
La Iglesia está en plena época feudal propia de la época. Los obispos y abades son grandes señores con mucho
poder e influencia incluso en las decisiones políticas de los nobles y reyes. También un Francisco de Asís habla a las
aves y un Domingo está convirtiendo herejes. Roma ha conseguido centralizar la disciplina y liturgia y se ve en la
obligación de atender a todos los asuntos; hace mucho por arreglar las complicadas cosas de los reinos y algunas se
escapan a su control. Jacinto en hijo de los condes de Konskie; nació en el castillo de Lanka, fortaleza que domina la
villa polaca de Gross-Stein. Estudió en Praga, hizo derecho en Bolonia y cursó teología en París. Con tal curriculum
es nombrado canónigo de Cracovia.Un viaje a Roma va a influir de modo decisivo en su vida. Iba a la Ciudad Eterna
acompañando con otros clérigos a su tío Yvon Odrowaz, entonces obispo de Cracovia, para hacer visita
reglamentaria al Papa; ésta es la ocasión para conocer a Santo Domingo de Guzmán que está allí cumpliendo
encargos de Honorio III.
El encuentro del buen obispo con el santo fundador tuvo lugar con ocasión de un milagro reciente. Y el motivo
fue la súplica y el ruego esperanzado de conseguir religiosos misioneros para Cracovia que estaba necesitada de
sacerdotes y de instrucción. No cuenta Domingo con predicadores polacoparlantes. Pero cuatro de los acompañantes
del obispo polaco se muestran dispuestos a ser recibidos por el fundador entre los dominicos; como son ya
sacerdotes, reciben una formación específica intensiva: corto noviciado, retoques de espíritu y ¡a predicar y fundar
conventos!. Han aprendido unas normas sencillas: alabar a Dios, dar doctrina y estar dispuestos a sellar con su
sangre su verdad. Cracovia está situada en una planicie ondulada, bañada por el Vístula y cercada de bosques de
pinos. La ciudad está defendida por fuertes murallas. El día de todos los santos del 1222 llegó Jacinto ya dominico y
misionero. Se va haciendo conocer por los labriegos y artesanos. Tiene fama de taumaturgo. Construye un primer
convento de madera y luego le llegan donaciones hasta que Cracovia se llega a convertir en cuna de predicadores del
norte de Europa. La frontera oriental limita con Prusia, aún un país pagano, semibárbaro e idólatra. Allí va Jacinto a
ser su misionero. Y le sigue la fama de los milagros. Luego será la gran Rusia, con sus estepas heladas y desiertas, la
que recorrerá Jacinto, llegando hasta Kiev.
Por aquellas tierras sí que conocen las gentes a Jesús; pero son cismáticos quienes han predicado el Evangelio. La
Iglesia católica occidental que obedece a Roma no tiene nada que hacer; pero una curación milagrosa de la ceguera
de la hija del príncipe Wladimiro le abre la posibilidad de fundar el primer monasterio occidental en Rusia. Vienen
las invasiones tártaras con Batou, hijo de Gengis-Kan, al frente de sus implacables y demoledoras huestes que
llegaron a las mismas puertas de Hungría, Polonia y Austria, haciendo temblar a todo el occidente; hicieron que
Jacinto hubiera de interrumpir sus quehaceres apostólicos y replegarse al interior del continente hasta que pudiera
volverse a reemprender la siembra. La leyenda áurea lo hace fundador de conventos en Noruega, Suecia, Finlandia,
Escocia, Irlanda, Bulgaria, Hungría y no se sabe por cuántos sitios más. No se dispone de datos históricos con los
que puedan apoyarse todas estas correrías del santo. Más bien parece que son producto de la imaginación o que
intentan afirmar que fueron sus inmediatos discípulos quienes llegaron a hacer lo que materialmente él no pudo.
Muere Jacinto (o Jacek, como debió ser su genuino nombre) en su convento de Cracovia, el 15 de Agosto de 1257,
dejando sembrada Polonia de innumerables conventos y de frailes. No extraña por ello que los polacos lo tengan
como patrón principal. Hizo irradiar el Evangelio hasta los confines de Europa con éxitos apostólicos en ocasiones
no muy duraderos, pero que afianzaban la fe en su patria, siempre que la proyectaba hacia el exterior de sus
fronteras. 17 de Agosto Santa Beatriz de Silva y Meneses (c. a. 1424 - c. a. 1492)El padre de Beatriz había luchado
con las fuerzas portuguesas en la conquista de Ceuta en el año 1415, a las órdenes del capitán Pedro Meneses, conde
de Viana y descendiente de los reyes de Castilla. De esa conquista parte el origen de amistad, conocimiento y
posterior unión de las familias Silva y Meneses por el matrimonio entre don Rui Gomes de Silva y doña Isabel
Meneses. Tuvieron once hijos y dos de ellos están en los altares; Amadeo, el quinto de los hermanos, que tomó el
hábito franciscano, fundó la Orden llamada de los «amadeístas» y se dedicó a implantar la reforma en la Iglesia y
Beatriz que fue canonizada por el Papa Pablo VI el día 3 de octubre del año 1976.Se desconoce con certeza el lugar y
fecha del nacimiento de Beatriz. En cuanto al lugar algunos entendidos se pronuncian por Ceuta y otros se inclinan
por Campomayor; y en lo que se refiere a la fecha se duda entre el 1424 o 1426. Sí se sabe que por los favores
prestados en las guerras del norte de África, el rey Juan I ofreció la Alcaldía de Campomayor a don Rui Gomez de
Silva, ciudad fronteriza con España, en el distrito de Portalegre y perteneciente a la diócesis de Evora, allá en el
Alentejo. Fue en la casa solariega de la familia donde tanto Beatriz como sus hermanos recibieron una esmerada
educación y aprendieron el amor a Dios, a Jesucristo y a su Madre santa María. Consta como avecindada en
Campomayor los años 1434 al 1447.Cuando el rey Juan II de Castilla contrajo matrimonio con Isabel de Portugal, se
traslada la reina portuguesa al lado de su marido y es en Tordesillas (Valladolid) donde está la Corte. Lleva con ella a
damas portuguesas que la acompañan y entre las cuales se encuentra Beatriz. Parece que su belleza fascinó al Rey y
a cuantos jóvenes la llegaron a conocer; y que eso fue la causa de que pronto llegaran los celos de la Reina. Se
cuenta que mandó encerrar a Beatriz en un baúl y que de este cautiverio fue milagrosamente salvada por la Virgen al
tercer día de encierro. Llega al convento de Santo Domingo el Real, en Toledo.
Allí moró durante treinta años en calidad de seglar dedicada al silencio y a la oración, al sacrificio y al desprecio
del mundo. Llega a contar la historia anónima del siglo XVI que jamás nadie, ni hombre ni mujer, vio su rostro por
mantenerlo siempre cubierto con un velo, muy posiblemente por haber sido su belleza el motivo de locuras ajenas.
Dedicó todos sus bienes al culto a Dios y a obras de caridad, repartiéndolos entre los pobres. Intenta interesar a la
Reina Isabel la Católica en sus proyectos de fundar y consigue de ella la donación de las casas de los palacios reales
de Galiana, junto a la muralla norte de Toledo y su capilla. Y contando con la decisión de doce compañeras funda la
Orden de la Inmaculada Concepción, que el Papa Inocencio VIII aprueba con la Bula «Inter Universa» el 30 de abril
de 1489. Poco tiempo de vida pudo dirigir la nueva orden inmaculista por morir, avisada unos días antes por la
Virgen, en la misma fecha en que estaba prevista la ceremonia de toma de velos y fundación. El franciscano P. Fray
Juan de Tolosa evitó la extinción de la recién nacida Orden impidiendo que se fusionaran en Toledo las
concepcionistas con las dominicas. Luego, el también franciscano Cardenal Cisneros volvió a avivar la Orden y
facilitó la fundación de nuevos conventos. Su obra se extendió por Europa y América llegándose a contar la Orden
más de 150 monasterios al ser canonizada por Pablo VI el 3 de Octubre de 1976.Es un consuelo para los españoles
ver en la historia patria la decisión y empeño del fervor creyente sin fisuras en la Inmaculada Concepción de la
Virgen siglos antes de que esa verdad fuera proclamada dogma por la autoridad máxima de la Iglesia.
Agosto 18
Santa Elena
Debió de nacer en Drepanum, junto al Bósforo en 250; parece que su familia era muy humilde. Probablemente
Elena estuvo viviendo como criada en una hospedería. Pero era hermosa, y aquella deslumbrante belleza hizo mella
en los ojos de un famoso oficial romano, Constancio Cloro. Se casaron, vivieron en diversas guarniciones del
Imperio y, en un lugar de la actual Servia les nació un niño que llegó a ser emperador Romano, Constantino.
Elena vivió en la más completa oscuridad hasta que su hijo empezó a reinar el año 306. Entonces Constantino
llevó a su madre a Roma y le colmó de atenciones, haciendo, por ejemplo, que se acuñaran monedas del Imperio con
su imagen. No sabemos en qué año se convirtió, pero sí sabemos que para esta época ya era cristiana, pues levantaba
templos y era ejemplar por su caridad.
El emperador no era cristiano, pero acabó con las persecuciones de los creyentes y les otorgó la libertad como a
cualquier ciudadano romano. Fue entonces cuando Elena tuvo la idea de buscar la Santa Cruz de Cristo. Organizó
una expedición a Tierra Santa, montó unas excavaciones y dio con el madero santo que había sido instrumento
sagrado del suplicio de Jesús. Además levantó una basílica en el monte de los Olivos y otra en Belén.
Agosto 19
San Juan Eudes
Había nacido en Normandía, en 1601, y tenía todo, menos simpatía en su cara y en sus gestos. Era de un natural
brusco. Era un predicador con voz de trueno. Pero Dios es capaz de sacar santos de las piedras. A los 40 años le
sobreviene una enfermedad que le mete en la cama durante dos años. En este tiempo tiene ocasión de pensar en serio
sobre el tono que ha de dar a su vida. Conoce a una mujer, María des Vallés, que será para él de una valiosa ayuda.
Durante 15 años será una inspiradora feliz de todas las iniciativas que han de salir de su imaginación.
Las ideas, que antes eran confusas, se van aclarando en su mente. Y así nacen dos instituciones: una congregación
de religiosos destinados a la formación del clero en los seminarios, y otra congregación de religiosas cuya misión
sera la recuperación de mujeres arrepentidas.
Al mismo tiempo compone un oficio en honor del Sagrado Corazón de María, y comienza la propagación del
culto de los Sagrados Corazones.
Hoy quedan sus dos congregaciones: los Padres Eudistas y las Hermanas del Buen Pastor. Y también 12 tomos
imponentes de sus obras. Su oficio del Corazón de Jesús es anterior a las revelaciones de Paray-le-Mondial.
Agosto 20
San Bernardo
Nació en la Borgoña, en el castillo de Fontaines. A los veinte años se le ocurrió entrar en un monasterio, pero la
familia se opuso; le dejaron que comenzara la carrera sacerdotal. Salió de casa y fue hacia el norte, buscando alguna
escuela alemana. Y empieza una nueva vida que le va a llevar por dos caminos aparentemente contradictorios: la
vida solitaria y el celo por la gente. A los 22 años, acompañado de 30 jóvenes de su edad, entra en el monasterio
benedictino de Císter. Con el trabajo de este joven, el Císter empieza a recobrar una vida que estaba perdiendo. Pero
a los tres años, se lo piensa bien, y sale del monasterio para fundar una rama especializada que se llamará Claraval. Y
allí vive más de 40 años el hombre más grande del siglo XII.
La vida allí es austera por demás. Y empieza una actividad apostólica capaz de destrozar a cualquiera. Los doce
primeros monjes se han convertido en 500. Nuevas colonias de frailes salen en todas las direcciones. Funda más de
70 monasterios. Predica por todas partes y se convierte en el apóstol más grande de su siglo. Se hace el apóstol de la
segunda cruzada. Organiza la campaña contra el cisma, y el mismo antipapa viene a postrarse a sus pies. Predica
como un luchador y escribe como un poeta. Hace al mismo tiempo vida monástica, política, apostólica y
contemplativa.
Agosto 21
San Pío X, papa
Nació en Riese, un pueblito de la alta Venecia, en 1835. Cuando era niño, para ir a la escuela, que distaba siete
kilómetros de su pueblo, se quitaba los zapatos para no gastarlos. Tal era la pobreza de su casa. A los 15 años entró
en el seminario de Padua. A los 23 años era ya sacerdote y lo mandaron de coadjutor a Tombolo.
A los 31 ya era párroco; a los 40, canónigo de Trevise; a los 52, obispo de Padua; a los 59, patriarca de Venecia; y
a los 68 papa.
Nada más empezar a ejercer como papa, escribe una encíclica que lo va a definir para siempre: «Instaurar todas
las cosas en Cristo».
Ese mismo año emprende la reforme de la música religiosa, da cauces legítimos a la Acción Católica, se mete en
la doctrina social, promueve la comunión frecuente de los fieles (incluso de los niños), reforma el Código de
Derecho Canónigo (obra que le costó 13 años de trabajo), apoya la reforma del clero.
Y otras muchas iniciativas: constitución contra el veto civil a las elecciones de obispos, carta sobre la enseñanza
de la doctrina cristiana, reforma de la curia romana, creación del Instituto Bíblico.
Agosto 22
Santa María Virgen, Reina
María, como reina, tiene un tratamiento artístico y teológico. Desde luego, los artistas le han dado el título de
reina sin ningún reparo.
Imágenes románicas con la cabeza de la Virgen María coronada, son comunes. Los artistas han sido siempre muy
generosos, porque les parecía normal que María fuera reina.
La liturgia tampoco se queda atrás: «Alégrate, reina del cielo». Y en las letanías se la nombra reina de los ángeles,
los patriarcas, los mártires y todos los santos. La teología ha discutido más pues es más severa. Pero al fin de cuentas
le han declarado reina pues es la madre del Rey, y esto le hace ser reina en el sentido propio y formal.
María consigue todas las gracias por vía de la plegaria. Pero su intercesión es tal que coincide con el derecho
regio a todas las gracias y para todos los hombres que han de recibirlas.
San Ildefonso de Toledo era el más artista y el más teólogo cuando se ponía a hablar de María: «Tu eres señora
mía porque eres sierva de mi Señor. Eres reina mía porque eres la Madre de tu Señor».
San Ruperto de Deutz decía: «Esta es la reina, por ser la madre del rey coronado».
Agosto 23
San Felipe Benicio
De padres nobles, Felipe Benicio nació en la ciudad de Florencia, el 15 de agosto de 1233, día de la asunción de
la Virgen y también de la fundación de la orden de los siervos de la santísima Virgen.
Cursó estudios en la universidad de París y más tarde en la de Padua obtuvo el título de médico, a los veinte años
de edad. De regreso a su casa, en setiembre de 1253, frecuentaba las iglesias de su ciudad natal, especialmente La
Anunciata, de los padres servitas (siervos de María), así llamados por la gran devoción que tenían a nuestra Señora,
que allí era particularmente reverenciada.
Una epístola de la semana de pascua refiere que uno de los discípulos y diácono de la primitiva comunidad de
Jerusalén, llamado FeIipe, recibió de Dios el encargo de acercarse al carruaje del mayordomo de la reina de Etiopia e
intentar convertirla a la fe católica. Dijo el Espíritu Santo: «Acércate y sube a este carro».
Pues bien, estando Felipe Benicio, el l6 de abriÍ de 1254, jueves de pascua, oyendo la misa conventual en la
cercana ciudad de Fiésole, al proclamarse aquellas palabras: «Felipe, acércate y sube a este carro», tomadas de los
Hechos de los apóstoles, interpretó que iban dirigidas a él. Y después en su casa, orando, tuvo una visión en medio
de un éxtasis: vio venir a su encuentro a la Virgen, Madre de Dios, quien mostrándole el hábito negro de los servitas,
le sonrió diciéndole: «Felipe, acércate y sube a este carro». Comprendió entonces que la reina del cielo lo invitaba a
ponerse bajo su protección.
Al día siguiente recibía el hábito de los hermanos servitas de manos del prior del convento de Cafaggio, Honfiglio
Bonaldi, uno de los siete fundadores de la orden.
Ocultando su condición de noble y su profesión, pidió ser admitido como simple lego. Cinco años vivió en la
humildad y el silencio, al cabo de los cuales, conocida su santidad y sabiduría, fue ordenado sacerdote a pesar de su
resistencia y sus lágrimas. En 1262 era maestro de novicios y en 1267, general de la orden.
Con su prédica logró san Felipe Benicio la conversión de numerosos herejes y pecadores. Los milagros que obró
Dios por su intermedio extendieron su fama de santidad, lo cual motivó que, a la muerte de Clemente IV, los
cardenales reunidos en Viterbo quisieran hacerlo papa. Pero él, al saberlo, huyó a esconderse en lo más áspero de las
montañas, hasta que fue elegido Gregorio X
A su fama de predicador santo se añadió la de gran pacificador. Gracias a sus oficios se estableció la paz entre
güelfos y gibelinos, y se logró que terminaran las guerras que asolaban a Alemania.
En los años 1270 y 1271 visitó Ios monasterios de Francia y Alemania. Por su extraordinaria labor apostólica, la
orden se propagó en numerosos países. Esta es la razón por la que se lo considera uno de sus fundadores.
En 1276, regresó a Italia, para terminar con los disturbios de Bolonia, Florencia y Pistoya. Visitó Siena y Perusa
y, más tarde, fue a Todi, donde moriría poco después.
Agosto 24
San Bartolomé
Había nacido en Caná de Galilea, donde se hacían numerosas bodas. Una vez invitaron a una de estas a Jesús, con
sus seguidores que eran doce. Uno de estos era Bartolomé.
Se sabe también que era amigo de Felipe. Un día Jesús le había dicho: «Sígueme». Luego, Felipe se encontró con
su amigo Bartolomé y le dijo:
-Hemos encontrado al Mesías; es Jesús, el hijo de José, el de Nazaret.
Y fue entonces que Bartolomé dijo dudando aquella frase:
-¿De Nazaret puede salir algo bueno?
Cuando Felipe lo llevó con el Mesías, Jesús le cortó el aliento rápidamente con una alabanza:
- Este es un israelita de veras, un hombre sin falsedad.
El otro se quedó impresionado, pues no estaba acostumbrado a buenos modales.
- ¿Y tú, de donde me conoces? -le dijo Bartolomé.
Jesús le contestó:
- Antes que te llamara Felipe, yo ya te vi debajo de la higuera.
Desde entonces, Bartolomé siguió a Cristo, como uno de los doce.
La tercera noticia de san Bartolomé es que anduvo predicando en la India y allí murió martirizado. Y no se sabe
más. Pero la presencia de este apóstol por aquellas tierras debió ser rica en buenos frutos porque, 1500 años después,
había muchos cristianos en la India, cuando llegó Francisco javier por allí.
Agosto 25
San Luis, rey de Francia
Nació en el año 1214. Su madre era española, Blanca de Castilla. Se hizo famosa una frase de ella cuando Luis
era pequeño: «Más quisiera verte muerto que cometiendo un pecado mortal». De madres así, no es extraño que
salgan hijos santos.
Se casó con Margarita de Provenza, y fue esposo estupendo. Le criticaban mucho porque oía demasiadas misas.
Él contestaba muy tranquilo: «Nadie diría nada si emplease el doble de tiempo jugando a los dados o corriendo por
los bosques detrás de los ciervos y las perdices».
Mandó emisarios reales a todo el reino con la misión de dar satisfacción a todos los que, desde el tiempo de su
abuelo, habían sido despojados, maltratados o atropellados. En los jardines de París extendía un tapiz sobre el suelo,
se sentaba debajo de un árbol y daba audiencia al pueblo.
Emprendió dos expediciones para conquistar los santos lugares. Empezó muy bien su primera cruzada en 1249 y
tomó algunas ciudades. Luego le cogieron prisionero, y cuando le iban a soltar a cambio de un rescate, contestó que
una de dos: o soltaban a todo su ejército, o el rey de Francia se quedaba prisionero. La otra cruzada, de 1270, fue
mucho peor. Cuando todo iba bien, vino una peste que acabó con todo el ejército. Luis murió cerca de Cartago,
cuando tenía 56 años.
Agosto 26
Teresa de Jesús Jornet e Ibars,
fundadora (1843-1897)
Los mayores, esos a los que se les ha dado en llamar el colectivo de la Tercera Edad, que ven el ocaso de sus
vidas desde el crepúsculo teñido de rojas claridades malva, tienen hoy mucho que agradecer a Dios y bastantes de
ellos también a las Hermanitas de los Ancianos Desamparados porque les cuidan, atienden, dan casa y ofrecen el
calor de la familia que quizá perdieron o acaso les abandonó porque un día se les ocurrió pensar que de los viejos ya
no se podía esperar mucho más, o que eran molestos con sus manías y achaques. Decía que ellos agradecen al buen
Dios el testimonio y vida de unas personas, en este caso siempre mujeres, que han hecho de sus existencia una
ofrenda de caridad efectiva.
Logran hacer de sus casas un lugar agradable, tranquilo, limpio y ventilado; allí se reza, se come alimento sano,
se proporcionan las medicinas pertinentes y, sobre todo, se derrocha cariño de las dos clases: humano y sobrenatural.
Son un grupo de mujeres tocadas que están alegres, animosas, activas y optimistas porque es mucho lo que tienen
que levantar; se les ve por las calles llamando a las puertas de las casas, en pareja, pidiendo mucho de lo que sobra o
algo de lo que se usa; llevan con ellas a todos el recuerdo de la caridad. ¡Claro que son piadosas! Muy rezadoras... de
la Virgen y del Sagrario sacan la entereza, la fuerza, el afecto o cariño, comprensión y paciencia que de continuo han
de derrochar a raudales cuando charlan, limpian, lavan, planchan, cocinan para los ancianos o cuando tienen que
animar a tanta juventud acumulada.
Teresa de Jesús, la catalana de Lérida, tuvo en lo humano muchas coincidencias con su homónima de Castilla;
delicada de salud en el cuerpo y alma grande, espontánea y andariega, con gracejo agradable. En lo divino tuvieron
de común el olvido de sí y, por amor a Dios, saber darse.
Nació en Aytona en 1843 en familia de payeses cristianos. Creció en un clima doméstico de trabajo honrado.
Estudia en Lérida para maestra y enseñó en Argensola (Barcelona); allí la veían desplazarse cada semana a Igualada
para confesarse. El P. Francisco Palau, tío abuelo suyo, está en trance de fundación de algo y la invita para que le
ayude en el intento; pero Teresa ha pensado más en la vida religiosa donde podrá vivir en silencio y oración; por eso
se hace clarisa entre las del convento de Briviesca, en Burgos, mientras que su hermana Josefa ingresa en Lérida en
las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. Pero la situación política de la segunda mitad del siglo XIX es
complicada y compleja, no permite el gobierno la emisión de votos. Se hace entonces Terciaria Franciscana y
recupera algo de la actividad docente.
Cerca de su patria chica, en Huesca y Barbastro, un grupo de sacerdotes -con D. Saturnino López Novoa a la
cabeza- piensa en una institución femenina que se dedicara a la atención de ancianos abandonados. Comprende
Teresa que este es su campo y, arrastrando consigo a su hermana María y a otra paisana, comienza en «Pueyo» con
una docena de mujeres y desde entonces es la cabeza, permaneciendo veinticinco años en el gobierno.
Desde Barbastro cambia a Valencia donde está la casa-madre de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados
porque es la patrona de la ciudad quien da apellido a la Institución. Luego se extenderán por Zaragoza, Cabra y
Burgos; llenarán de casas-asilo -que así le gusta a la madre que se llamen para resaltar el clima de familia- la
geografía española y pasan las fronteras. Cuando muere Teresa de Jesús en Liria, el año 1897, llegan a 103 y deja
tras de sí a más de 1000 Hermanitas para continuar su labor hasta siempre, porque siempre ancianos habrá y algunos
de ellos quedarán desamparados.
No quiso ella canonizaciones. Lo dejó dicho y escrito por si hubiera dentro de la Congregación con el paso del
tiempo Hermanitas canonizables. Mandó que no se gastara dinero en proponer a nadie la subida a los altares. Ese fue
el motivo de que pasaran los años sin el intento de iniciar su proceso de beatificación; y el rapidísimo salto a la
canonización se debió a la sensibilidad del pueblo y a las manifestaciones sobrenaturales que tan frecuentemente
Dios quiso mandar. Fue canonizada por el papa Pablo VI en 1974.
Agosto 27
Santa Mónica
Había nacido de una familia cristiana. Es más: cuando era pequeña fue testigo de una persecución de cristianos y
los vio morir. Y siempre vivió con el miedo de que aquellos horrendos hechos se volvieran a repetir. Había nacido en
un pueblecito de la región de Túnez, en África, el año 332 de nuestra era.
Estaba casada con un hombre bastante inaguantable, debido a sus arrebatos de furor. Tuvo varios hijos. Uno de
ellos se llamaba Agustín. Este niño era la admiración de sus maestros. Lo llevaron a estudiar, con hartos sacrificios y
Agustín se transformó en un gran profesor. Fue entonces cuando el hijo se separó de los consejos de la madre. Pero
Mónica no perdía de vista a su hijo.
Era maravillosa. Cumplidora de su deber, fiel cristiana, ejemplo vivo para su hijo. Agustín, aún alejado de su
madre, la admiraba como se admira a una santa. Ella, por su parte, no se olvidaba nunca de unas palabras que había
escuchado a un obispo, amigo suyo: «No es posible que perezca un hijo de tantas lágrimas».
Hasta que por fin sucedió. Ella vivía con su hijo en una casita cerca de Milán. Una noche, Agustín se convirtió a
Dios. La primera persona a quien fue a contarle sus decisiones fue a su madre. Al año siguiente, Agustín se bautizó.
Luego llegó a ser obispo y lumbrera de la Iglesia.
Agosto 28
San Agustín
Nació en África, en lo que hoy es Túnez, en un pueblecito llamado Tagaste. Era el año 354.
El niño era un prodigio. Se ha dicho de él que ha sido uno de los cerebros más luminosos de la humanidad.
Cuando ya había estudiado todo lo que se podía estudiar, fundó en su mismo pueblo una escuela de lingüística.
Sólo tenía 19 años. Más tarde puso otra escuela de retórica, en Cartago. Luego, en Roma. Más tarde le ofrecieron
una cátedra en Milán y allí fue. Le había llegado la hora del triunfo total.
A los 32 años, después de dar muchas vueltas a su cabeza, se convirtió al cristianismo convencido de que allí
estaba la verdad que tanto había buscado durante toda su vida. Al año siguiente, se bautizó. Enseguida murió su
madre, santa Mónica.
Entonces volvió a su pueblo, Tagaste, vendió cuanto tenía, lo dio a los pobres y se dedicó durante diez años a una
vida de estudio y oración. Fundó un monasterio. Luego lo hicieron obispo de Hipona.
Cuando los vándalos bloqueaban la ciudad para arrasarla, murió Agustín a los 76 años, después de haber
preparado una obra inmortal. Ella le coloca entre ese pequeño grupo de hombres superiores, orgullo de la
humanidad.
Agosto 29
Martirio de San Juan Bautista
San Juan bautista era el hijo de Santa Isabel y de San Zacarías. Su vida la pasó, en casi en su totalidad, en el
desierto. Allí se preparó por medio de la oración y del ayuno para la misión que le Señor le tenía destinada.
Al cumplir 30 años, se dedicó a predicar y a recorrer el valle del Jordán. Fue el quien bautizó a Jesús.
San Juan Bautista se enfrentó a Herodes Antipas debido a que este vivía junto a la esposa de su medio hermano
Filipo, Herodías. Ella lo incitaba a para que terminara con él que la humillaba.
El día del cumpleaños del rey, Salomé, hija de Herodías, bailó para él, ya que este juró que le daría lo que ella
quisiera si cumplía su deseo de verla bailar.
Luego de finalizar su baile, esta incitada por su madre, pidió la cabeza de Juan Bautista. Herodes cumplió su
palabra y le entregó la cabeza del santo en una bandeja. Corría el año 31.
San Juan Bautista murió a los 32 años.
Agosto 30
Santa Rosa de Lima
PATRONA DE AMÉRICA LATINA Y DE LAS FILIPINAS. PATRONA DE LA INDEPENDENCIA
PATRONA DE LA DIÓCESIS DE LA PAMPA
(1586-1617)
Nació el 20 de abril de 1.586, en Lima. Provenía de una humilde familia española que emigró hacia Perú.
Desde pequeña se dedicó a la oración y a la penitencia. Se entrega sin quejas a diferentes dolores e injusticias.
Ella ofrece su sufrimiento a Dios. Pese a que su madre quería casarla con joven adinerado, en 1.606 entra a la orden
terciaria de Santo Domingo y en privado emite los votos.
Santa Rosa de Lima siente una especial devoción por santa Catalina de Siena y se pone bajo su protección.
Frecuentemente oye a la Virgen María y se le aparece el niño Jesús. Uno tras otro se suceden los milagros pero la
vida la abandona. Muere el 24 de agosto de 1617, a los 31 años.
Agosto 31
San Ramón Nonato
Ramón es lo mismo que Raimundo y significa «consejero». Nonato significa «no nacido». Y el niño, en efecto, no
nació, sino que lo sacaron del vientre de su madre, que había fallecido un día antes, en Portell, pueblito de la
provincia de Lérida (España), en el año 1204.
Aunque pertenecía a una familia noble y acomodada, en su juventud fue pastor. Muy devoto de nuestra Señora,
solía guiar un rebaño hasta la ermita de San Nicolás, en la que se veneraba una imagen de la Virgen. Se afirma que la
misma Virgen le indicó su deseo de que ingresara en la orden de los caballeros de la Merced, para la redención de
cautivos, fundada pocos años antes, por san Pedro Nolasco. Este santo enriqueció su orden con la incorporación de
Ramón Nonato, quien confesó; «Siento que he nacido para redimir cautivos».
A partir de aquel momento caminó de pueblo en pueblo, pidiendo; golpeó a la puerta del poderoso y extendió su
mano al pobre. Una meta, a la cual debía llegar, lo llenaba de ansiedad: cesar con el cautiverio de los cristianos.
¿Cómo rescatarlos? Y él se respondió: «Comprándolos». Fundió la plata de los cálices y las cruces: «Es más justo
salvar un alma que adornar un altar».
La primera vez que pisó tierra africana liberó a ciento cincuenta desdichados y la segunda vez a doscientos. Pero
quedaban otros, aquellos para quienes no llegaba el dinero para el rescate. Y se ofreció a sí mismo. He aquí el primer
esclavo por amor a la libertad del prójimo.
Lo sometieron a durísimos trabajos, bajo el ardiente sol del norte de África. EI látigo caía sobre sus espaldas cada
vez que, debido al agotamiento, se desplomaba. Después, prisión y cadenas. Con el sufrimiento crecían las ansias de
su prédica; muchos se con- vertían, pero otros lo apedreaban. Habló ante los bereberes y estos árabes rezaron al Dios
de los cristianos, que tan inconmovible poder infundía al sacerdote.
Un día entraron en la oscura mazmorra dos individuos. Uno le gritó: «¡Ya terminarás con tu prédica, maldito
cristiano!». Y comenzaron su criminal obra. Con un hierro candente le taladraron los labios y por ambos orificios
introdujeron un candado. «¡Así cerrarás para siempre la boca!», le dijeron.
Los meses transcurrían. El dolor físico y la inactividad espiritual destruían día a día aquella personalidad de
acero. Llegaron por fin los hermanos mercedarios, portadores deI rescate que enviara el fundador san Pedro Nolasco.
El liberto podía ya regresar a España, su tierra. Al desembarcar en Barcelona, en 1239, se le tributó un recibimiento
apoteósico.
Gregorio IX la elevó a la dignidad de cardenal, pero se negó a revestirse de púrpura. En 1240 el Sumo Pontífice
lo llamaba a Roma. Por obediencia, emprendió el trayecto; pero al llegar a Cardona, ciudad cercana a Barcelona,
enfermó de gravedad.
Murió el 31 de agosto de 1240, siendo sepultado en la capilla de Portell. Popular fue en toda Cataluña su nombre
y en su honor se erigieron altares, se edificaron capillas, se esculpieron y pintaron imágenes.
San Ramón Nonato es patrono de las obras eucarísticas; también se lo considera patrono de las parturientas, de las
obstétricas y de los encarcelados.

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