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Es innegable que hoy vivimos en una sociedad donde la mujer queda relegada a un segundo
plano. En el último tiempo, hemos visto cómo la lucha por la igualdad de derechos políticos,
económicos y sociales y el reconocimiento efectivo de la mujer en la esfera pública y privada es
esgrimido por personas o grupos de ideas tremendamente diversas pero que comparten una
misma inquietud: transformar conciencias y estructuras en el Chile en que nos ha tocado vivir,
para que algo tan arbitrario como el sexo no pueda determinar el futuro de una persona.
Este modo sexista de ver el mundo no se ha instaurado de un momento a otro. Si bien mucho
hemos avanzado en pos de asegurar la igualdad en derechos y trato a mujeres y hombres, aún
existen vestigios en el subconsciente social en que a niñas en todo Chile se les enseña que son
peores para ciertas asignaturas, como matemáticas o ciencias exactas, o que están hechas para
estudiar determinadas carreras. Como sociedad hemos asumido e insistido en separar la
maternidad del desarrollo laboral, haciendo imposible a muchas profesionales el desarrollo
pleno de ambas, sin hacer ninguna reflexión sobre la injusticia que esto significa en el plano de la
corresponsabilidad parental, hoy tan ausente del debate público. Por último, la reproducción
histórica de lógicas de violencia en contra de la mujer, objetivizándola, es causa directa de los
muchos casos de abuso y violencia que hoy diariamente ocurren en nuestro país.
La primera condición para tener una sociedad solidaria es que en ésta no existan barreras que
impidan el desarrollo pleno de cada uno de sus miembros; que el destino de cada uno no quede
determinado invariablemente por el lugar o las características con las que le tocó nacer. Nuestras
diferencias no pueden ser razón de super o subvaloraciones injustas, que deriven en “más
oportunidades” al tiempo que otros se ven relegados a un segundo o tercer plano. Debemos
trabajar para que lo femenino y lo masculino se valoren por sí mismos. Solo trabajando juntos,
hombres y mujeres, lograremos concientizar una temática que necesariamente nos involucra a
ambos, pues somos parte de una comunidad en que todos somos responsables de los problemas
del conjunto.
Pretendemos trabajar este problema desde 3 aristas: primero, desde la Universidad. Queda
mucho por avanzar al interior de la UC y como representantes nos vemos en el deber de
hacernos cargo de esta falencia. En segundo lugar, es vital proponer una serie de mínimos sobre
los cuales estructurar la discusión en la educación superior tanto en la prevención, reacción y
apoyo a este tipo de situaciones discriminatorias. Por último, no podemos ser ajenos a la
situación que hoy vive nuestro país. La mujer es necesariamente una temática social, con
múltiples aristas y consecuencias que, como estudiantes de la UC, no podemos hacer caso omiso.
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I. Por una UC digna para todas
4. Cuotas en las ternas elaboradas por los comités de búsqueda para decanos: la
experiencia en diversos países en que se han aplicado leyes de cuotas en la
presentación de candidatos a cargos públicos ha sido positiva, por lo que
proponemos que, además de implementarse este sistema en todas las carreras de la
universidad, que en las ternas que se hagan en estos procesos se estipule un
porcentaje mínimo de candidatas mujeres.
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5. Desarrollo de protocolos internos en todo tipo de organización estudiantil en la UC:
entendiendo que las problemáticas de abuso y acoso permean en todos los espacios
de nuestra sociedad, creemos que este es un mínimo para hacernos cargo de la
temática desde nuestros propios espacios de participación, en cuanto las
organizaciones políticas y otro tipo de organizaciones (clubes, trabajos voluntarios,
Pastoral, etc.) deben dar el ejemplo contando con procedimientos para lidiar con
situaciones que puedan ocurrir en sus espacios internos.
6. Generar mesas de trabajo desde el Consejo FEUC en cada uno de los territorios, a fin
de lograr una propuesta transversal y multidisciplinaria desde las distintas áreas de
estudio respecto a la discriminación que sufre la mujer en cada uno de esos espacios
a nivel social y propuestas a presentar como estudiantes de la UC.
En el último tiempo, hemos visto cómo muchas compañeras han denunciado casos de abuso
o acoso sexual que se dan en el ámbito académico, dentro de los recintos de educación
superior o en actividades relacionadas, o que involucran a personas que tienen la calidad de
compañeros, profesores o funcionarios. Por esto se hace fundamental que las Universidades
se hagan cargo de esta temática, ya que la protección y apoyo a los involucrados es una
condición mínima para garantizar la dignidad de todas las personas.
Las medidas que se tomen en este ámbito deben contar en su elaboración con el aporte de
miembros de toda la comunidad universitaria, del modo que en cada institución se considere
más acorde a su proyecto educativo. Además, no se les debe imponer a las universidades
una única medida coactiva. Consideramos mejor la exigencia de ciertos mínimos, que la
elaboración y concretización de estos nazca de cada comunidad universitaria, de acuerdo a
las particularidades de sus distintos contextos.
En este sentido, planteamos:
a. Estar disponible para ser conocido por todos los miembros de la comunidad
universitaria, y que sea accesible para quienes necesiten recurrir a éste.
b. Existencia de un organismo especializado que se dedique a recibir las
denuncias de abuso y acoso sexual.
c. Que contemple medidas cautelares para las víctimas, que dificulten o
imposibiliten la ocurrencia de nuevas situaciones de hostigamiento.
d. Regirse por el principio de presunción de inocencia, base para cualquier
proceso justo.
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e. Derivación efectiva de los casos que involucren un delito al Ministerio Público,
siempre que exista consentimiento de la denunciante, junto con asistencia
jurídica garantizada, a modo que de hacer valer las sanciones internas junto a
las medidas penales correspondientes.
f. Que se asegure el acompañamiento y apoyo permanente a los involucrados,
por el tiempo que dure la investigación y que se haga un seguimiento
posterior.
g. Esto será un requisito para recibir financiamiento público.
Como estudiantes universitarios debemos poner urgencia en ponerle fin a la cultura que hoy
ampara las lógicas de abuso y acoso que sufren nuestras compañeras, profesoras y
funcionarias, y de las que nos hemos hecho conscientes cada vez con más fuerza. Sin
embargo, debemos entender que no vivimos aislados, y fuera de los muros de nuestra
universidad hay muchas mujeres que ven estas mismas situaciones a diario, sin muchas veces
posibilidad de dar a conocer la injusticia a la que están sometidas. Mujeres a quienes hoy
podemos servir, y problemáticas que como jóvenes estamos llamados a solucionar.
Es por esto que queremos poner sobre la mesa la problemática social que vemos hoy en
relación a la mujer y su delegación a un segundo plano de la vida social, y en especial
nuestra indiferencia al no valorar el aporte que lo femenino aporta en nuestro día a día.
Nuestra tarea no es sólo facilitar que la mujer entre en los ámbitos de los que se había visto
relegada, sino también que pueda hacerlos sin renunciar, por ejemplo, a la maternidad si
ella así lo desea; esto lo lograremos entendiendo que no son las mujeres las que deben lidiar
con la maternidad a solas, sino que como sociedad tenemos el deber de hacernos cargo
unos de otros. Por el hecho de ser ciudadanos, tenemos una responsabilidad con el otro: así
se expresa la solidaridad.
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1. Exigir medidas concretas que permitan la inserción laboral para madres y padres:
a. Salas cuna y jardines: hoy, la Ley de Salas Cuna exige que las empresas
cuenten con una sala cuna si tienen un cierto número de mujeres contratadas.
Esto, además de implicar implícitamente que el hombre no es considerado
responsable en el cuidado de los hijos, ha hecho que se discrimine en la
contratación de mujeres para no gastar recursos en la mantención de una
sala cuna. Por esto, proponemos que esta exigencia sea según número de
personas contratadas, independiente de su sexo, entendiendo que las labores
de crianza son igualmente exigibles para ambos.
b. Buscar métodos que otorguen flexibilidad de contratación y compatibilización
de funciones parentales y laborales: por ejemplo, la reincorporación parcial
luego del postnatal, imitando la experiencia de otros países que han legislado
sobre el trabajo a distancia.
c. Apuntar a la creación de mecanismos que aseguren la no discriminación
salarial.
d. Postnatal alternativo a hombres y mujeres, sin distinción, en pos de eliminar la
posibilidad de discriminación por embarazo.
e. Fin a cualquier discriminación en base a edad fértil o sexo en planes de
Isapres.
2. Educación sexual y afectiva en los colegios: uno de los grandes motivos de abandono
de la educación, en especial para las mujeres, es el embarazo adolescente. Si le
sumamos además la preocupante alza en enfermedades de transmisión sexual, no
nos queda sino concluir que hoy más que nunca es necesaria educación sexual y
afectiva de calidad en todos los colegios. Proponemos que se entregue una variedad
de opciones, de modo que no contrariar los diversos proyectos educativos y que su
acceso sea universal. La prevención del embarazo no deseado y de la transmisión de
enfermedades es un mínimo para cualquier establecimiento educacional.